La Escritura Apoderada por el Espíritu (Hechos 1:12–26)

A Esperar

¿Son impacientes como yo? ¿Impacientes, impacientes? No me gusta el tráfico. No me gusta bajarme de un avión. No me gusta a nadie en una tienda que piensa que es aceptable pagar una cuenta con un cheque, sobre todo si no encuentra el lapicero. ¿Alguna vez han dicho esto? «¡Apúrese! ¡Apúrese!». ¿Alguna vez han dicho eso? Se lo he dicho a un microondas. No soy una persona muy paciente. De hecho, soy una persona impaciente, y sé que la paciencia es una virtud, y que uno de los frutos del Espíritu es la paciencia, y todo eso me compunge mucho. Francamente, no soy una persona muy paciente. Y me impaciento mucho cuando tengo una oportunidad o meta por delante.

¿Son así algunos de ustedes? Hay algo en su horizonte, una oportunidad que se les presenta: la siguiente temporada de su vida, quizás algo que los tiene muy emocionados, algo que han estado esperando. Quieren poner manos a la obra, ¿verdad? ¿Son así? Son hacedores, y dicen: «Está bien, díganme lo que tengo que hacer y no estorben porque voy a seguir adelante con esto, voy a llevarlo a cabo». Ese soy yo. Lo que no me gusta es aquella palabra de siete letras: Esperar, ¿cierto? Esperar es una― Es una palabra que usa Jesús, y significa que estoy equivocado.

Lo que vemos en el libro de Hechos—estamos en Hechos 1:12–26—lo que vemos en el libro de Hechos es que la gente había esperado a Jesús desde hacía mucho. Así que, empecemos. Si son nuevos, les resumiremos toda la Biblia en un minuto. Dios nos hizo, pecamos contra Él, la muerte entró en la historia de la humanidad, se hizo una promesa: que Jesús vendría, Génesis 3:15. ¿Cuánto tiempo tuvieron que esperar la venida de Jesús? Como dos mil años. Fue una larga espera, ¿verdad? Una larga espera, muchísimo peor que por la red 2G o por red telefónica. Fue una espera larguísima. Entonces viene Jesús, vive sin pecado, muere por el pecado, resucita de la muerte. Vimos esto en las primeras páginas de Hechos, que apareció 40 días para dar evidencia de su resurrección, y les dijo: «Aquí está: Ustedes serán mis testigos en Jerusalén, Judea, Samaria, y hasta los confines de la tierra. Tengo una misión global, algo enorme que tienen que hacer. Han esperado miles de años, y ahora vayan y díganles a todos que vine, pero», ¿y qué les dice? «Esperen». ¿Cómo? «Esperen».

Esperar es difícil, ¿no es cierto? ¿Cuántos de ustedes fueron estudiantes? «¡Ya casi termina el año!». Esperar es difícil. Son solteros, quizás conocieron a alguien, no están seguros todavía. Esperar es difícil. Están comprometidos, pero aún no se han casado. Tienen que esperar. Quieren tener un hijo, están tratando de tener un hijo. Quizás esté embarazada, quizás el bebé no ha nacido aún, o quizás ya nació pero no duerme. Esperar…es muy difícil esperar. Es muy difícil esperar. Jesús les da el propósito completo de la existencia de ellos. «Van a glorificarme siendo mis testigos ante el mundo; pero antes, esperen, les mandaré el Espíritu Santo, y Él les dará poder con mi presencia para que me glorifiquen y estén en misión conmigo para mi gloria». Y tuvieron que esperar. Tuvieron que esperar, o sea la iglesia primitiva.

¿Qué hace uno cuando espera? ¿Cuántos de ustedes hacen lo que yo he hecho? No se detienen. «No voy a esperar, voy a seguir adelante», y lo echan todo a perder. Hacen mal las cosas, tienen que arreglarlas y volver a empezar. ¿Cuántos de ustedes se distraen, hacen otra cosa, pierden el tiempo, se frustran, se consternan, se quejan?

La Unidad Sigue la Oración

¿Qué iban a hacer ellos? Tenían la misión más grande de la historia del mundo por delante, la que el pueblo de Dios había esperado por miles de años. «Jesús resucitó de la muerte, vayan y díganselo al mundo», y ellos tuvieron que esperar. ¿Qué van a hacer mientras esperan? Lean conmigo Hechos 1:12–14. Vamos a sentirnos compungidos, al menos yo sí, quizás ustedes también.

Leemos esto, que la unidad viene después de la oración. Hechos 1:12–14: «Entonces regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que está cerca de Jerusalén». Así es, uno está al lado del otro. A pie uno llega rapidito. «Camino de un día de reposo. Cuando hubieron entrado en la ciudad, subieron al aposento alto donde estaban hospedados, Pedro, Juan, Jacobo y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote»—ese apelativo podría indicar su afiliación política—«y Judas, hijo de Jacobo».

Permítanme decirles que aquí están los nombres de todos. Cuánto le pesaría a ese hombre tener el nombre de Judas. Había más de un discípulo llamado Judas. Estaba aquel Judas, y después había otro Judas. Si usted fuera el otro Judas, ¿no se sentiría mal? Si le preguntan: ¿Quién es usted? Respondería: «Soy uno de los discípulos, o apóstoles de Jesús. Eso es lo que soy». «¿En serio? He oído hablar de Jesús y de los apóstoles. ¿Cómo se llama usted?». «Me llamo Judas». Oh, he oído hablar de usted. «Soy el otro Judas». ¿No es cierto? «Soy Osvaldo Bin Laden. Soy otra persona». Ese tipo dio muchas explicaciones ¿verdad? Cambió su placa de identificación, ¿cierto? O sea, «¿Cuál es su nombre?». Es otra cosa. Pero este se llamaba «Judas, hijo de Jacobo».

«Todos éstos estaban unánimes, entregados de continuo a»—¿qué?—«A la oración junto con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con los hermanos de Él». Jesús dice que es Dios; Jesús muere por el pecado; Jesús resucita de la muerte; Jesús aparece durante cuarenta días; Jesús demuestra haber conquistado a Satanás, el pecado, la muerte y el infierno, y la ira de Dios; Jesús nos da la misión más grande en la historia del mundo; Jesús nos dice que esperemos el poder del Espíritu Santo, y en ese tiempo, hacían tres cosas, tres patrones que nos conviene aprender: congregarse, orar, y unificarse.

Se congregaban en el aposento alto. Era una casa de techo plano, y sobre ese techo habrían construido una estructura muy sencilla donde los invitados podían venir y quedarse con uno, y podía usarse para reuniones y eventos, o también podía alquilarse. Por lo general no eran lugares o condiciones muy elegantes. Era la clase de sitio que alquilaban los pobres. O sea, imagínense. No había aire acondicionado, estaban encima del techo, estaban quemándose, hacía calor. Era incómodo. No era una iglesia o un ministerio espléndidamente financiada.

Y se reunían en el aposento alto. No estamos seguros en cuál aposento alto se reunían. Puede que haya sido el mismo aposento alto donde Jesús convocó a sus discípulos para la última cena. Se reunieron asimismo en un aposento alto, así que quizás sea el mismo lugar donde se reunían.

Nos da la lista de los que estuvieron ahí, y hay un grupo que se destaca entre ellos: «María la madre de Jesús, y con los hermanos de Él». «Junto con las mujeres». O sea que había hombres y mujeres. Jesús ama a todas las personas. La iglesia consistía de hombres, mujeres, y de María, la madre de Jesús y sus hermanos.

Jesucristo Es Quien Dijo Ser

Para los que no son cristianos, o los que todavía no lo son, o son escépticos, quiero que vean que creemos en la resurrección de Jesucristo. Sé que algunos de ustedes dicen: «Eso es fuera de lo común» Oh, lo sabemos. Sabemos que la resurrección de los muertos es fuera de lo común. Por eso decimos que es un milagro y lo conmemoramos con un día festivo. Es algo especial para nosotros porque no sucede sino una vez, ¿amén? Un hombre muerto resucita . . . hmm, es especial para nosotros. Y necesito que vean que no solo creemos en esto porque nos parece una historia interesante, convincente, o curiosa, sino porque hay razones, evidencias históricas muy convincentes que son recopiladas para este caso.

Y una de ellas está aquí mismo. María, la madre de Jesús y los hermanos de Jesús, se congregan en la iglesia primitiva para adorar a Jesús, el Hijo de María, el Hermano mayor, como Creador, Señor, Dios, Salvador, Rey sin pecado, y Cristo. Eran judíos devotos conscientes de que si adoraban a un dios falso irían al infierno, y que no podían errar en esto.

¿Cuántas madres aquí tienen hijos? ¿Cuántas madres aquí no adorarían a su hijo como deidad sin pecado? Hay alguna madre aquí, de las de cuchara de madera en mano, que nunca dirían en público: «Así es, mi hijo nunca pecó y Él es Dios». Pues María lo adoraba como Dios. Es la última vez que vemos a María en el Nuevo Testamento, y como si fuera poco, tampoco volvemos a ver a sus hermanos. Hice la pesquisa por ustedes, y Mateo 13:55 y Marcos 6:3 nos dan una lista de los hermanos de Jesús. El Nuevo Testamento menciona al menos cinco hermanos de Jesús. Dice en otra parte que también tenía hermanas. O sea que al menos tuvo dos hermanas y cinco hermanos; es decir, había ocho niños en esa familia. Era una familia grande, una familia hermosa. Jesús es el mayor, el primogénito, no tenía padre terrenal. Después del nacimiento de Jesús, María y José disfrutaron relaciones conyugales normales, tuvieron al menos cinco niños y dos niñas, y los muchachos adoraban a su hermano mayor como Dios, ¿de acuerdo?

¿Cuántos de ustedes tienen un hermano mayor? ¿Cuántos de ustedes, si tuvieran que escoger a Jesús como Dios o Satanás, lo escogerían como Satanás? Así es, ¿cierto que no? ¿Cuántos de ustedes no dirían en público: «Mi hermano mayor no tiene pecado»? ¿Verdad que no? Porque seguramente él les dejó cicatrices que indican lo contrario. Cicatrices emocionales y físicas que explican y articulan otra cosa. En su vida terrenal la familia de Jesús pensaba que se había vuelto loco. ¿Y ustedes, no? «Oye mamá, dónde está Jesús?». «Está predicando, enseñando, esquiando sin lancha, declarándose Creador, Señor, Salvador, Dios, Rey, y Cristo». «Mamá, ¿piensas que debemos ir a recogerlo?». «Creo que sí». «Vamos a llevarlo a casa, vamos a darle pudín, y vamos a cerrar la puerta con llave, y a guardarlo donde nadie pueda encontrarlo. Los remos de Jesús no están en el agua. Está fuera de sí, ¿saben?». Eso era lo que su familia pensaba de Él.

¿Cuántos de ustedes, si su hermano dijera las cosas que Jesús dijo, irían a recogerlo? Irían a recogerlo. Saben qué, está fuera de sí. «Necesitamos salvarlo de sí mismo. Tenemos que traerlo a casa y deshacernos de este gentío que le sigue. No tiene sentido lo que dice». Eso fue lo que pensó su familia hasta que resucitó de la muerte.

Entonces María y los hermanos de Jesús decidieron: «Ah, caray, Él es Dios. Conquistó la muerte. Lo vimos morir; lo vimos resucitar. Él es quien dijo ser». Jacobo y Judas, dos de los hermanos de Jesús, se volvieron pastores. Jacobo dirigió la iglesia de Jerusalén, escribió el libro de Santiago en la Biblia. Judas se volvió pastor, escribió el libro de Judas en la Biblia. Aquí forman parte de la iglesia primitiva, y adoran a Jesús como Dios. ¿Por qué lo hacen, Mars Hill? ¿Por qué María, esta maravillosa mujer y estos hermanos, estos hombres devotos, por qué adoran a Jesús como Dios? ¿Por qué lo adoran como Dios? Porque es Dios y resucitó de la muerte para probarlo. Se reunieron.

Sigue Reuniendo

Quiero que vean que nosotros hacemos los mismo. Nos reunimos en grupos grandes los domingos. Nos reunimos en grupos pequeños entresemana llamados grupos comunitarios. El pueblo de Dios debe congregarse. Lo leerán aquí en el verso 15 en un momento, ¿cuántas personas había en la primera iglesia, de la cristiandad primitiva? ¿Cuántas personas? Unas 120.

Lo interesante es esto: Si leen 1 Corintios 15—les resumiré lo que dice—dice que cuando Jesús resucitó de la muerte, apareció a multitudes de más de quinientos personas a la vez. Hechos 1 nos dice que lo hizo por un periodo de cuarenta días, a grupos grandes y pequeños. Eso significa que centenares, quizás miles de personas, vieron a Jesús resucitado de la muerte. ¿Cuántos se sumaron a la iglesia primitiva y se congregaron como iglesia? Ciento veinte. Me chocó cuando leí eso esta semana. Significa que hubo centenares, quizás miles de personas que vieron a Jesús resucitado de la muerte, y no se integraron a la iglesia.

Algunos dirían: «No soy cristiano porque no hay suficiente evidencia». Y hasta los que tenían la evidencia del Jesús resucitado no estuvieron dispuestos a apartarse del pecado, confiar en Él, y hacerse miembros de la iglesia. No es que la mente no esté convencida, en todos los casos, sino que a menudo el corazón no está dispuesto.

Dentro de un año más o menos, daré una serie de sermones que me tienen muy emocionado. Comisionamos a una agencia de investigaciones que trabaja para grupos políticos y empresas para que nos hagan un estudio de caso sobre los que nunca han asistido a la iglesia, y de los que dejaron de asistir, de 18 a 44 años de edad, sobre su objeción principal al cristianismo. Tomaremos las ocho principales respuestas y las convertiremos en una serie de sermones. Y la investigación todavía continúa, pero las primeras respuestas indican que más del 85 por ciento de los encuestados reconocen que hay pruebas creíbles de que Jesús era Dios y de que resucitó de la muerte, pero dicen: «Yo no soy cristiano porque quiero hacer lo que yo quiero hacer».

Y las cosas no han cambiado. Jesús resucita de la muerte, muchos lo ven, solo algunos lo siguen, y ellos se congregaban. Y como pueblo de Dios, necesitamos congregarnos, ¿amén? Necesitamos congregarnos los domingos, necesitamos congregarnos en grupos comunitarios entresemana. ¿Y qué hacen ellos? ¿Qué hacen, Mars Hill? Oran. Eso me compunge. Repito, no soy una persona que quiere perder el tiempo, quiero poner manos a la obra. Pues, ellos tenían mucho trabajo que hacer. Les estaba diciendo a 120 personas sin mapa y sin avión que llegaran a las naciones. Tienen mucho que hacer y no pierden el tiempo. Invierten su tiempo en la oración. Dice así: «Entregados de continuo a la oración». Esto de ser devotos era continuo, constante, integrado; era una prioridad para ellos, era parte de su jornada diaria.

Orar Va antes de Actuar

Mars Hill, quiero que vean que orar va antes de actuar. ¿Cuántos de ustedes son hacedores como yo? La oración precede a la oración, y lo que suele suceder en el cristianismo es que hay quienes oran y hay hacedores. Los hacedores simplemente van y trabajan, ¿verdad? Y cuando nos equivocamos, oramos algo así: «Lo siento,» «Ayúdame,» «Arreglarlo». O sea que sí oramos, pero lo hacemos después de armar el lío. ¿Alguno de ustedes ha hecho eso? Dicen: «Yo oro, pero solo después de echarlo todo a perder». Otras personas no son hacedores, son personas que oran. Y dicen: «¿Saben qué? Voy a orar, y Dios lo hará. Oraré, y Dios se encargará de eso». Pero la verdad es que Dios quiere que oremos y que hagamos—y que oremos antes de hacer algo—porque Dios los está llamando a llevar el evangelio a las naciones así como nos está llamando a nosotros a llevar el evangelio a las naciones. De modo que hay trabajo que hacer, pero antes debemos orar.

Orar solamente no es suficiente, porque Dios desea trabajar por medio de su pueblo, por eso su pueblo necesita ponerse a trabajar. Pero si trabajamos solamente, podríamos perder el tiempo en algo equivocado, podríamos hacerlo mal, o en el momento indebido, podríamos equivocarnos de líderes, podríamos cometer toda clase de errores, por eso es que hay que orar antes de trabajar, orar precede el hacer. Quiero que vean que el tiempo que estuvieron orando—me parece que fueron diez días si mal no recuerdo—eso no fue tiempo perdido, fue tiempo invertido. ¿Cuántos de ustedes no piden mucho al orar, y si lo hacen, no oran por mucho tiempo? Ellos oraron diez días.

La Oración Es un Milagro

Ahora, permítanme decirles esto sobre la oración. La oración es un milagro, y nunca quiero que se les olvide esto. La oración es un milagro absoluto, y si lo analizamos aparte, quiero que lo piensen conmigo un momento, vivimos en un mundo físico, material de cosas visibles, físicas y tangibles, pero detrás de eso también hay un mundo inmaterial de cosas invisibles. Es como si hubiera un velo entre los dos, y Dios que mora en el reino del espíritu, creó este mundo físico en el donde vivimos. Él reina sobre él y obra en él aunque es independiente de él. Algo muy interesante es que pecamos contra Dios, y eso nos separa de Dios, no podemos pasar por ese velo para entrar en la presencia de Dios y reconciliarnos con Dios.

Por eso Dios, en su gracia, traspasó ese velo. Pasó del reino del espíritu y entró al mundo físico que Él hizo. Ese es Jesús. Es Dios eternamente. Es el Creador de cielo y tierra. No vivió en un cuerpo físico por toda la eternidad. Dios, que es Espíritu, se puso carne humana, traspasó ese velo, y entró a la historia de la humanidad. Es lo que llamamos la Encarnación, [lo que se deriva de la misma raíz que la palabra «carne»]. O sea, Dios se puso un cuerpo físico y entró a la historia de la humanidad.

El mundo espiritual de Dios entró en el mundo físico donde viven los hombres y las mujeres; y Jesús vivió sin pecado, y murió por nuestro pecado, y perdona nuestro pecado. Y al morir, el velo del templo literalmente se rasgó de arriba abajo, de Dios al hombre, mostrando que este velo que separa lo físico de lo espiritual, el mundo en que vivimos y el reino en que Dios reina, ha sido removido, y ahora Dios nos acoge a su presencia.

Y al comienzo de Hechos 1 alude a todo eso cuando Jesús asciende al cielo. No es que se haya ido a otra órbita, sino que literalmente, mientras ellos miraban, entró a otra dimensión pasando por aquel velo proverbial y espiritual, y regresó a su reino celestial. Hoy gobierna y reina y está sentado en su trono.

Lo maravilloso de esto es que cuando oramos, nos estamos comunicando desde nuestro mundo con ese mundo. Es milagroso. Es milagroso. Muchos de ustedes dirían: «Yo nunca he visto un milagro». Si han orado, han participado en uno. Nunca estoy seguro cómo funciona todo eso exactamente, pero me bendice mucho saber que funciona, ¿amén? Que de alguna manera puedo hablar con Dios y Él puede escucharme que puedo comunicar mis peticiones, necesidades, temores, frustraciones y anhelos a un Dios vivo, amoroso, y espiritual que me hizo y me dio un alma para que yo pudiera ser lleno del Espíritu Santo y pertenecer a Él.

Todo esto es un milagro, y amigos, todo esto se hace posible por medio de Jesús únicamente. Usted dirá: «Los que pertenecen a otras religiones oran». Sí, pero sus oraciones no llegan sino hasta el cielo raso ahí donde oran, porque necesitamos un mediador. Necesitamos a alguien que haya pasado al otro lado para conectarnos con Dios, para conectar a este mundo con su Creador, para conectar este mundo físico y caído con aquel mundo espiritual sin defecto, y ese alguien es Jesús. Él es nuestro mediador.

La iglesia primitiva reconoce que Jesús ha ido al cielo, ha entrado a otro reino; y tal como lo prometió, no los abandonó ni los dejó huérfanos. Dijo que nunca los dejaría ni los desampararía, y que podían hablar con Él mediante ese milagro de la oración, y que estaba disponible, y dispuesto a escuchar y a contestar sus oraciones. Entonces están congregándose, están orando, y están orando antes de hacer algo, en preparación para su obra.

La Oración Nos Cambia

Ahora permítanme decir esto. No están orando para que Dios haga algo. Uno de los malentendidos de la oración es que su finalidad primordial es hacer que Dios haga algo. Lo que voy a decir será controvertido. No creo que la finalidad primordial de la oración sea para que Dios haga algo. Pienso que la finalidad primordial de la oración es permitir que Dios haga algo con nosotros. No es para mover a Dios, es para movernos a nosotros. No es para cambiar a Dios, es para cambiarnos a nosotros. No es para decirle algo a Dios que Él no sepa, sino para que Dios nos diga algo que nosotros no sabemos. No es para cambiar el corazón de Dios, sino para cambiar nuestro corazón. Sí, Dios escucha y contesta la oración, pero óiganme bien, Jesús ya les había dicho: «Me seréis testigos». No fue una pregunta, fue una promesa. «Enviaré el Espíritu Santo». No era una posibilidad, sino una certeza.

O sea que no están orando para que mande el Espíritu Santo y les permita emprender la misión. Jesús ya les prometió y les aseguró esas cosas. Les cuento que no tenemos que orar para que un día de estos los muertos en Cristo resuciten. ¿Saben por qué? Por que lo harán, Jesús ya lo prometió. No necesitamos orar: «Jesús, un día juzga a vivos y muertos». Ya prometió que lo haría. ¿Ven lo que estoy diciendo? Si Dios promete algo, no tenemos que pedirle que lo haga. Lo que necesitamos es pedirle que participe en ello. Aquí la oración no es para hacer que Jesús haga algo, o hacer que el Espíritu Santo haga algo. Es para que el pueblo de Dios esté unánime con lo que Jesús y el Espíritu Santo quieren que hagan. ¿Entienden eso?

¿Cuántos de ustedes al orar, dicen: «Dios, haz esto, esto, esto, y esto», y se dan cuenta que con el tiempo Dios usa la oración para cambiarlos. «Dios, lo siento por darte órdenes. Dios, lo siento por creer que lo entiendo todo. Dios, lo siento por pensar que lo sé todo. Dios, lo siento por no confiar en ti. Dios, lo siento por pensar que yo ocupo un trono y que tú estás listo para recibir mis órdenes». De repente uno se da cuenta: «Hombre, mis oraciones me están cambiando». Y orar es invitar a Dios a cambiarnos. Orar es invitar a Dios a cambiarnos. ¿Cuántos de ustedes, cuando oran les parece que Dios sigue igual, pero que ustedes son los que necesitan cambiar? ¿Ven eso?

De Común Acuerdo, De un Solo Corazón, De una Sola Menta

Están congregándose, están orando, y como resultado, están purificándose. Unificándose. Dice que estaban, qué. ¿Cuál es la frase? «De común acuerdo». La Biblia expresó el lenguaje de la unidad con las frases «de común acuerdo», «de un solo corazón», y «de una sola mente». Estaban juntos, ¿cierto? Ahí está esa palabra también: juntos. Este es el lenguaje bíblico de la unidad. Y Jesús oró que fuéramos uno. En su oración más larga, en Juan 17, dijo: «Padre, pido que ellos sean uno así como nosotros somos uno». Jesús oró en Juan 17: «Padre, pido que ellos»—los cristianos—«sean uno así como nosotros somos uno».

Aquí tenemos a Dios Padre, Dios el Hijo, Dios el Espíritu Santo. Un solo Dios, un solo Dios, un solo Dios, tres Personas, un solo Dios. Y Jesús pide que nosotros, como pueblo de Dios, seamos uno: un corazón, una mente, un Señor, una fe, un bautismo, una misión, un solo Libro, ¿cierto? Que seamos uno. ¿Qué viene primero, la oración o la unificación? No solo oramos con los creyentes porque estemos unificados, oramos con los creyentes para unificarnos con ellos. Les daré una pequeña ecuación: congregarse y orar, es igual a unificar. Congregarse y orar es igual a unificar. Ellos se congregan, oran, y se unifican.

Por lo tanto permítanme decirles: Si hay dos compañeros de cuarto solteros que viven juntos, y ambos son cristianos y ambos se están exasperándose uno al otro. ¿Cómo trabajan juntos hacia la unidad? Congregándose y orando. Oren unos por otros, oren unos con otros. Finalmente, tendrán unidad. Si un esposo y su esposa no se la llevan bien, las cosas no van bien, se ignoran, no están de acuerdo, tienen conflictos. ¿Cuál es la respuesta? Congréguense, oren unos por otros, oren unos con otros. Si la familia está dividida, no se la llevan bien, hay mucho melodrama. ¿Cuál es la respuesta? Congréguense, oren unos por otros, oren unos con otros. Si en un grupo comunitario están exasperándose unos a otros, ¿cuál es la respuesta? Congréguense, oren unos por otros, oren unos con otros. Si la iglesia pasa por una temporada de división, de circunstancias difíciles. ¿Cuál es la respuesta? Congregarse, orar juntos, porque congregarse y orar es igual a la unidad.

Casi siempre, no tenemos un problema de unidad, tenemos un problema de oración que se manifiesta como problema de unidad. Pero las personas que oran juntas, ya no tratan de decirle a la gente: «Tienen que estar de acuerdo conmigo, tienen que hacer lo que yo quiero que hagan», «No, necesitan cambiar de parecer. No seré el que se someta o el que claudica». Y cuando oramos, estamos diciendo: «Jesús, qué quieres tú? Ayúdanos a estar en tu voluntad. Ayúdanos a pensar como tú quieres que pensemos, a actuar como quieres que actuemos. Nuestra unidad no consiste en amenazarnos unos a otros, sino en someternos a ti». ¿Ven eso?

No están perdiendo el tiempo, están invirtiendo su tiempo congregándose y unificándose mediante la oración, para que cuando venga el Espíritu Santo, estén listos para servir a las naciones juntos, ¿de acuerdo?

Tengo la firme convicción de que el Espíritu Santo ha estado sobre Mars Hill, fielmente derramando gracia año tras año, pero si no tenemos temporadas regulares de congregarnos y de orar, no experimentaremos la unidad requerida para completar la misión a la que fuimos llamados, ¿verdad?

Los Líderes Siguen las Escrituras

Segundo, los líderes siguen las Escrituras. Hechos 1:15–20: «Por aquel tiempo Pedro»—el líder—«se puso de pie en medio de los hermanos»—eso es un acto de liderazgo, verdad?—«(un grupo como de 120 personas estaba reunido allí), y dijo: Hermanos, tenía que cumplirse la Escritura en que por boca de David el Espíritu Santo predijo acerca de Judas».

Ahora entramos en una verdadera crisis. Vamos a aprender algo sobre Judas, «el que se hizo guía de los que prendieron a Jesús. Porque era contado entre nosotros y recibió parte en este ministerio». Era uno de los doce. Y sigue: «(Este, pues, con el precio de su infamia adquirió un terreno, y cayendo de cabeza se reventó por el medio, y todas sus entrañas se derramaron». Qué horror, ¿no? «Y esto llegó al conocimiento de todos los que habitaban en Jerusalén, de manera que aquel terreno se llamó en su propia lengua, Acéldama», muy a lo Tierra Media. «Es decir, campo de sangre)». Sería un nombre genial para un conjunto punk: Campo de Sangre. «Pues en el libro de los Salmos está escrito», y cita el libro de los Salmos: «QUE SEA HECHA DESIERTA SU MORADA, Y NO HAYA QUIEN HABITE EN ELLA; y: QUE OTRO TOME SU CARGO».

Tienen una crisis. Los cambios de liderazgo en el ministerio siempre son difíciles, y sobre todo este. Jesús escogió a doce hombres, y uno de ellos lo traicionó, fue cómplice en su asesinato, se llamaba Judas Iscariote, y él salió y se quitó la vida. Los evangelios dicen que se colgó. Aquí nos da más información, que todas sus entrañas se derramaron. Estuvo colgado tanto tiempo que su cuerpo se cayó, o se hinchó tanto que reventó. De cualquier manera, es espantoso.

Piénsenlo, hasta ese momento el cristianismo no consistía de varios miles de millones de personas en el mundo como las hay hoy. Eran 120 personas congregadas en un cuarto. Jesús había regresado a su reino celestial. De los doce líderes, Judas se había matado. Es una transición difícil, ¿no es cierto? Alguien necesita decir algo, alguien necesita hacer algo. Ese alguien es Pedro. Pedro es el líder humano.

Mars Hill, necesitan saber esto, que Dios obra por medio de líderes. Obra por medio de líderes políticos. En la familia, obra por medio de los padres. En la iglesia, obra por medio de los pastores. Dios obra por medio de líderes. Aquí está obrando por medio de los apóstoles. Dios obra por medio de los líderes. Dios obra por medio de los líderes, y si alguna vez se les ocurre que es noble rebelarse contra la autoridad, estarán poniéndose en grave peligro. Vivimos en un día en que rebelarse contra la autoridad es algo noble. Y algunos dirán: «Pero, la autoridad no es santa». Pues los rebeldes tampoco lo son. Todos somos pecadores, pero Dios aún obra por medio de la autoridad.

Eso empieza con la Trinidad. Dios Padre envía a Dios el Hijo. Hasta el lenguaje del «Padre» y del «Hijo» indican cierta sumisión, cierta jerarquía, cierta deferencia. Son iguales totalmente, y comparten los mismos atributos divinos, pero el Padre envía al Hijo. El Hijo dice: «Digo lo que el Padre me dice que diga. Digo lo que el Padre me dice que haga», y dice cosas como: «No se haga mi voluntad, sino la tuya». Jesús respeta la autoridad. Aun cuando niño respetaba la autoridad de sus padres. Y después el Padre y el Hijo envían al Espíritu Santo, y el Espíritu Santo está de acuerdo con el plan del Padre y del Hijo, y lo obedece. Dios mismo demuestra igualdad con sumisión a la autoridad, y nos llama a respetar la autoridad y a orar por los que están en autoridad, y a honrar y obedecer a los que están en autoridad.

Y aquí tienen una verdadera crisis. No necesitan ponerse a politiquear desmesuradamente, donde todos se idean un plan, y escogen el que piensan ser el mejor, y llegar a un acuerdo para tratar de obtener un voto mayoritario en una iglesia gobernada por la congregación. Lo que necesitan es un líder, y ese es Pedro.

Nunca votaron para que Pedro fuera su líder, Jesús lo nombró. Cada vez que dan la lista de los discípulos en la Biblia, o de los apóstoles, Pedro siempre es el primero, ¿por qué? Acabamos de leerlo en los versículos anteriores. ¿Quién encabeza la lista? Pedro. ¿Por qué? Es el primero entre iguales. Es el líder, por eso pasa al frente. Se pone en medio. Va a dirigir a la gente.

¿Cómo los va a dirigir? Esto es muy importante, es crucial. Va a dirigirlos siguiendo las Escrituras. Los líderes siguen las Escrituras, ¿de acuerdo? Los líderes piadosos siguen la Palabra de Dios. Así funciona esto. Pedro no se para y dice: «Hagamos una encuesta. Sometámoslo a votación. ¿Qué opinan ustedes? Consultemos toda clase de fuentes alternativas».

Puede que haya buena información en la ciencias sociales, en las empresas, y en la cultura. Puede que la gente tenga buenas ideas, pero finalmente, nuestro éxito o fracaso depende de volver a la Biblia, volver a la Biblia, volver a la Biblia, y preguntar: ¿Qué dijo Dios? Quiero que vean que ellos empezaron con oración y después pasaron a las Escrituras.

Hablamos con Dios por medio de la oración, Dios nos habla mediante su Palabra, ¿de acuerdo? Al orar hablamos con Dios, y Él usa la oración para cambiarnos; y entonces, al abrir las Escrituras, nos sometemos a la autoridad de la Palabra de Dios para que sepamos cómo andar en el plan de Dios en nuestra vida.

La Escritura Debe Ser Cumplida

Mars Hill, hay ciertas cosas que he enfatizado una y otra vez casi todas las semanas en los últimos diecisiete años. Amigos, los amo mucho y sé que algunos de ustedes estarán conmigo por una corta temporada, y sé que algunos de ustedes, por su trabajo, o por sus estudios, o por el llamado de Dios en su vida, irán a otra parte. Serán esparcidos para la misión de Jesús. Y he enfatizado ciertos temas en mis enseñanzas porque quiero que los aprendan y se adueñen de ellos.

Lo que quiero compartir con ustedes ahora es una de mis convicciones más profundas y significativas, y pido a Dios que tengamos esta convicción y que ustedes la tengan. Se encuentra en Hechos 1:16. Pedro dice lo siguiente: «La Escritura». ¿De qué estamos hablando? Estamos hablando de la Palabra de Dios, la Palabra de Dios. Amamos la Palabra de Dios, ¿cierto? Creemos en la Palabra de Dios, confiamos en la Palabra de Dios, la estudiamos, memorizamos la Palabra de Dios, volvemos a la Palabra de Dios. Eso es lo que está haciendo Pedro. Está decidiendo quién va a ser el décimo segundo apóstol, el reemplazo de Judas será, y vuelve a la Biblia. Ahí es donde siempre debemos volver, a la Palabra de Dios. La Escritura tuvo que ¿qué? Ser cumplida. Esto es un eco. Hace eco de lo que Jesús dijo: «No he venido para abolir, sino para cumplir la ley y los profetas». ¿He venido a qué? A cumplirla. Por lo tanto hace eco de lo que Jesús dijo. Jesús vino como maestro de la Biblia. Era un rabino. O sea un maestro de la Biblia, y dijo: «He venido a cumplir todo lo que dice la Escritura».

Mars Hill, necesito que sepan esto. Todo lo que Dios promete se cumple. El 25 por ciento de la Biblia cuando fue escrita, era de índole profética, profetizaba de antemano lo que iba a suceder, sobre todo en torno a la Persona y obra de Jesús. La mayoría de esas profecías ya fueron cumplidas, ¿de acuerdo? Una virgen dio a luz un Hijo, que vivió sin pecado, que fue llevado al templo, que murió en la cruz que resucitó de los muertos, que ascendió al cielo. O sea, la Biblia profetizó todas esas cosas, cientos, miles de años antes.

Y ahora estamos en el tiempo entre los tiempos, entre la primera y segunda venida de Jesús, y estamos esperando la conclusión de su cumplimiento. Y esta es la temporada en la historia de la humanidad donde la iglesia se desata por el poder del Espíritu Santo para ser testigo a las naciones, plantar iglesias, hacer discípulos, decirles a las personas que Jesús es Dios, decirles a las personas que Jesús es el Señor, decirles a las personas que Jesús está vivo, decirles a las personas que Jesús perdona el pecado, decirles a las personas que Jesús volverá a juzgar a vivos y muertos. Y hay un periodo de tiempo, es un periodo único en la historia del mundo, y somos parte de ese periodo. Somos parte de él, entre la primera venida de Jesús y la segunda venida. Y cuando vuelva, todo lo demás que habíamos esperado que se cumpla, se cumplirá tal como Dios lo prometió, porque la Escritura tiene que, ¿qué? Ser cumplida. Dios conoce el futuro, Dios nos cuenta el futuro, y Dios nos prepara para el futuro que Él planeó para nosotros. La Escritura debe ser cumplida.

Esto es asombroso. ¿Están listos? Es maravilloso. Leámoslo juntos, ¿en que quién? «En que por boca de David el Espíritu Santo predijo». Pedro se levanta, cita los salmos, y dice: «Tenemos que hacer esto. Tenemos que obedecer la Biblia. Aquí en los Salmos lo dice». Pedro dice: «Era la voz de David, pero las palabras eran ¿de quién?». Las palabras del Espíritu Santo. ¿Entienden eso? La voz de David, las palabras del Espíritu Santo. Aquí es donde vemos la autoría compartida de la Escritura. El Espíritu Santo escribió la Biblia mediante autores humanos. Puede que haya sido la pluma de Lucas, pero eran palabras del Espíritu Santo. Puede que haya sido la voz de David, pero eran palabras del Espíritu Santo. ¿Entienden eso? No me lo estoy inventando, ¿verdad? No me estoy inventando esto, Mars Hill. Ahí está. El Espíritu Santo habló por boca de David.

La Única Cosa Perfecta en la Tierra

Les daré tres grandes palabras, ¿de acuerdo? «Inspiración verbal y plenaria». Eso es lo que creemos en Mars Hill. Si son nuevos, esto es lo que creemos. Verbal: que las mismas palabras de la Escritura no solo los conceptos y las grandes ideas, las mismas palabras de la Biblia, verbal. Plenaria: en toda la Biblia, en toda la Biblia. O sea que no tomamos ninguna porción de la Biblia y hacemos como Tomás Jefferson que tomó unas tijeras y dijo: «Voy a cortar esta porción y tirarla al piso, y esta otra y tirarla al piso, y esta otra y tirarla al piso». ¿Por qué? «Porque no creemos que toda la Escritura sea de Dios, solo ciertas porciones, y estamos aquí para ser editores de Dios, no mensajeros de Dios». Nosotros no creemos eso. Verbal y plenaria, las mismas palabras de la Biblia. Inspiración verbal y plenaria, es el Espíritu Santo que nos da la verdad revelada de Dios. Es un milagro.

Mars Hill, eso significa que la única cosa perfecta en la tierra es la palabra de Dios. Nada más es perfecto en la tierra. También significa, Mars Hill, que no hay otro libro en la tierra que se compare a este. No podemos acudir a una novela de John Grisham, al último libro de autoayuda en Oprah o en el Dr. Phil. No podemos acudir al último seminario más popular sobre Cómo arreglar su vida donde digan: «Y esta es la palabra de Dios» Y si lo hacen, salga corriendo y sálvese, a menos que estén leyendo este Libro, ¿amén? No hay nada como esto. Nada se le compara en autoridad. No hay ningún otro libro del cual podamos decir: «Este es el libro que Dios escribió».

Y se los digo porque toda oposición, todo ataque contra la Palabra de Dios, es de carácter demoniaco. Es tratar de tomar la Palabra de Dios, convertirla en una palabra humana sobre Dios, reducirla de su lugar de autoridad, y relegarla a un lugar de conjeturas y especulaciones, junto con la filosofía, la moralidad, la espiritualidad, y no lo es. Es la Palabra de Dios, viva y activa. Es Dios quien habla a su pueblo; de modo que al escuchar lo que dicen las Escrituras, estamos escuchando a Dios. Eso es lo que creemos, ¿de acuerdo?

En Mars Hill esto nos emociona, y las Biblias son gratuitas. Tomen las que quieran cuando salgan. Llegarán al lugar donde dice: «No hurtarás», pero no están robando. Con mucho gusto llévenselas, ¿amén?

Bien, los líderes siguen ¿qué? Las Escrituras. Si un líder no sigue la Biblia, no sigan a ese líder.

La Misión Sigue al Fracaso

La misión sigue al fracaso. Hechos 1:21–26: « Por tanto, es necesario que de los hombres que nos han acompañado todo el tiempo que el Señor Jesús vivió entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan», el primo de Jesús, «hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba». Está registrado en Hechos 1. «Uno sea constituido testigo con nosotros de su resurrección. Presentaron a dos: a José, llamado Barsabás». Les daré una pequeña advertencia. Bar significa hijo de. O sea que cuando lean Bar, Bar, Bar, Bar, Bar, ¿quiénes son todos esos Bar? Son hijos de, hijos de, hijos de». Por tanto, Simón Barjonás es Simón, hijo de Jonás. «Barsabás», ese es el día de reposo, seguramente nació un sábado, el sábado judío, o sea que es hijo del sábado, «(al que también llamaban Justo, y a Matías», que significa don de Dios.

«Y habiendo orado». Oh, ¿qué están haciendo? Vean eso, Mars Hill. Tenían que escoger líderes, ¿y qué están haciendo? No están votando. No están votando, están pidiendo a Dios que dé su voto. ¿Saben qué es mejor que el voto? Orar por el voto de Dios. Oraron y dijeron: «Tú, Señor». Y vean esto Mars Hill. Pusieron una oración en la Biblia. Debe ser importante, ¿cierto? Orar es importante. Es lo suficientemente importante para ser incluida en la Biblia. «Tú, Señor, que conoces el corazón de todos».

Esta es la verdad: cuando se trata de elegir líderes humanos en la iglesia, las transiciones de liderazgo pueden ser muy difíciles, y todos debemos guardar nuestros corazones. Uno dice: «Me gusta esta persona, no me gusta aquella. Quiero a este, no quiero a aquel. Ojalá fuera así, ojalá no fuera de esa manera» Saben qué, «Señor, ¿a quién quieres? ¿A quién quieres?».

«Para ocupar este ministerio y apostolado, del cual Judas se desvió para irse al lugar que le correspondía». Judas se apartó de Dios y de su pueblo y fue a su propio lugar finalmente, a la tumba y al infierno. «Echaron suertes y la suerte cayó sobre Matías, y fue contado con los once apóstoles». Aquí habla de Judas Iscariote. Tiene que lidiar con esto. Todos saben lo que le pasó a Judas. Pedro necesita explicar eso y lo que van a hacer ahora.

6 Razones Que Judas Era un No Creyente

Antes de entrar en detalles sobre esto, contestaré una pregunta muy común. O sea, ¿Judas perdió su salvación? ¿Cuántos de ustedes han ponderado esa pregunta? ¿Era Judas un creyente que perdió su salvación y se volvió un no creyente? Porque, por si no lo sabían, la historia de Judas es así: Jesús escoge 12 apóstoles, altos líderes, apóstoles, discípulos. Estuvieron con Él tres años. Lo oyeron predicar, enseñar, lo vieron expulsar demonios, andar sobre el agua, lo vieron hacer milagros. Y había un tipo llamado Judas que traicionó a Jesús con un beso y lo entregó a las autoridades para que lo asesinaran. Judas era un amigo falso. Judas fue el que traicionó a Jesús, y después Judas salió y se suicidó, se quitó la vida.

Y la pregunta es si en realidad era cristiano. Esa es la pregunta. ¿Cuál es la respuesta? ¿Era Judas un cristiano que perdió su salvación? Y permítanme sugerirles que esa no es la pregunta correcta. La pregunta no es si podemos perder la salvación. La pregunta es si Jesús puede perder a uno de los suyos. ¿Puede Jesús perder a un cristiano? No podemos ganarnos la salvación, y no podemos hacer nada para perderla. Jesús dice que nadie puede arrebatarnos de su mano. Eso nos incluye a nosotros. Judas nunca fue un creyente.

Lo miedoso para nosotros es que podemos estar cerca de Jesús y a la vez no estar cerca de Jesús. Podemos estar cerca de personas que están cerca de Jesús y no estar cerca de Jesús. Usted puede tener un compañero de cuarto que ama a Jesús y no amar a Jesús. Puede tener una mamá y un papá que aman a Jesús y no amar a Jesús. Puede tener una familia que ama a Jesús y no amar a Jesús. Puede ser líder de un grupo comunitario que ama a Jesús y no amar a Jesús. Puede asistir a una iglesia que ama a Jesús y no amar a Jesús. Así es Judas. Es una oportunidad para que todos examinemos nuestro corazón. ¿Amo a Jesús?

Seis razones por las que creo que Judas no era creyente: Primero, la Biblia lo llama hijo de perdición. La única otra persona a quien hace referencia con ese título, es al anticristo. O sea, digamos que ese es el título de un no creyente, ¿amén?

Segundo, lo llama el que fue condenado a la destrucción, que Dios sabía exactamente lo que él iba a hacer. Algunos de ustedes van a confundirse con esto. Tan pronto oyen: «Condenado a la destrucción», van a pensar. «Ah, entonces él fue víctima. Dios hizo que traicionara a Jesús. Él forma parte del plan cósmico». Dios sabía lo que él iba a hacer, y aún así lo hizo. Dios no fue el que lo hizo hacerlo. Dios era el que sabía lo que él iba a hacer. Dios es soberano sobre eso, y Judas es responsable por eso, por lo tanto es absolutamente responsable por traicionar a Jesús, pero él es el que está condenado a la destrucción.

Tercero, Judas nunca amó a Jesús, amaba el dinero, y usó a Jesús para ganar dinero. Era un amante del dinero. Era el director de finanzas, el director general, el pastor ejecutivo del ministerio de Jesús. Entraba el dinero y Judas llevaba los libros, y Judas maquillaba los libros contables, y metía la mano en la caja y se metía la plata al bolsillo. Y la Biblia dice que hizo eso durante toda su participación en el ministerio de Jesús. Le robó a Jesús durante tres años. Así es un no creyente. Y cuando vinieron a él, le dijeron: «Judas, te daremos 30 piezas de plata si nos entregas a Jesús». ¿Qué hizo? Aceptó la oferta. Prefería tener el dinero que tener a Jesús. Prefería tener el dinero que tener a Jesús. Así es un no creyente.

Cuarto, en Juan 6 Jesús mira a sus discípulos y dice: «Uno de vosotros es un diablo».

Quinto, dice en Juan 6 que Jesús miró a sus discípulos y después dice: «Jesús sabía desde el principio quién era el que le iba a traicionar».

Y sexto, en la Última Cena, nos dice que Judas abrió su corazón y dio cabida a Satanás en su corazón, pero estaba poseído por el demonio. Estaba poseído por Satanás, ven. Judas no era un hombre piadoso que tuvo un día malo. Judas era un hombre malo que fue pillado un día. Simplemente reveló quien era cuando traicionó a Jesús, no hubo un cambio.

La Biblia no se trata principalmente del liderazgo, pero ciertamente hay muchos estudios de caso, y este es uno de ellos. Lo que verán, al seguir en el libro de Hechos, es que las transiciones en el ministerio son difíciles para el pueblo de Dios. Algunos hacen la transición maravillosamente. Hay un caso en Hechos 13 donde hay una cantidad de predicadores y el Espíritu Santo les dice: «Estos prediquen aquí, y estos que vayan a plantar una iglesia y a predicar allá, y vamos a tener más iglesias». Y después de orar, los envían, y los bendicen. ¡Es una transición maravillosa! Otras transiciones no son maravillosas, son lamentables. Esta es una transición lamentable.

Idóneamente las transiciones en un ministerio, en una empresa, o en cualquier organización serían como el atletismo. Mi hija, Ashley, es velocista. Corre los 100m, 200m, 4×100m, los 4×200m. Históricamente esas son las carreras en las que ella ha participado, y al hablar con Ashley, le pregunto: «Háblame del atletismo para que yo pueda ser un buen padre de una atleta». Y lo que me ha dicho Ashley es que en la carrera de 4×100m o en la de 4×200m, es que la parte más importante de la carrera es el relevo, entregar el testimonio (o testigo). Si el testimonio no se entrega correctamente, puede caerse y todo se echa a perder, o puede pasarse mal y pierden velocidad. Ahora están en aprietos. Idóneamente se corre a toda velocidad, hacen el intercambio, les entregan el testimonio, salen corriendo, pasaron bien el testimonio.

Así es el liderazgo. A veces se cae el testimonio, y uno piensa: «Hombre, ahora estamos bien rezagados. Ahora tenemos un lío total». A veces, alguien se frustra, se sale de la pista y tira el testimonio a la gradería mientras todos los demás en la pista piensan: «Creo que no volverá. Tenemos que encontrar ese testimonio». ¿Cierto? Crea mucho trabajo, y de repente, todo el equipo tiene que frenar en seco y empezar donde el otro dejó finalmente.

Permítanme decirles que parte su testimonio en el ministerio y parte de su testimonio en el negocio no es solo hacer un buen trabajo, sino hacer una buena entrega cuando termina su trabajo, con suficiente deferencia para decir: «Necesito poner al día al relevo y entregarle esto para prepararlo, para que tenga éxito en saque la misión adelante». Algunas transiciones son maravillosas y son así. Otras son lamentables y son como esta.

Dejan Que Dios Vote

En mi opinión, los dos fracasos más grandes de liderazgo en la historia del mundo son Adán y Judas. Y aquí está Judas. ¿Qué vamos a hacer? Pensaron que él era su amigo. Estuvieron con él tres años. Viajaron con él, comieron con él, oraron con él, pasaron el tiempo con Jesús y con él. Y ni siquiera era creyente. Traicionó a Jesús, y se quitó la vida, por lo cual desarrollan criterios para reemplazarlo. Tenían doce tribus en la Israel, del Antiguo Testamento, Tienen doce apóstoles en el cristianismo del nuevo pacto. Hay continuidad ahí. Ellos son la culminación, la continuación, el cumplimiento del pueblo del antiguo pacto de Dios, por lo cual necesitan doce.

Se idean dos criterios: un hombre que haya sido testigo ocular. Esto resulta controvertido para algunos, pero en el Antiguo Testamento, la autoridad espiritual alta la tenían los sacerdotes y todos eran hombres. El equipo de alta dirección de Jesús consistía de 12 apóstoles, todos hombres, y el en la iglesia del nuevo pacto, la autoridad más alta de líderes espirituales son hombres llamados ancianos o pastores. Vimos que aquí también participaron las mujeres. Las mujeres están presentes, las mujeres ocupan cargos de liderazgo, pero los cargos espirituales más altos en el Antiguo Testamento― En el ministerio neotestamentario de Jesús, todos son hombres calificados, hombres que fueron testigos oculares. Él estuvo ahí, desde que bautizaron a Jesús, hasta su resurrección de la muerte. Vio la vida y ministerio de Jesús.

Les quedaban dos candidatos. Hacen un cambio de liderazgo en base a sus criterios, y escogen a los candidatos: a Barsabás y a Matías. Y después tienen que escoger, y no votan, dejan que Dios vote, y lo hacen echando suertes.

Parece un poco extraño, ¿no? No lo vean como un casino. No hay mesa de dados, y todos los discípulos no andan con martinis y cigarros, ¿verdad? Y Pedro no está diciendo: «Está bien, quiero un apóstol. Quiero un apóstol». De acuerdo, no es así. Pero sí tiran los dados.

Y lo hacen por esta razón: Jesús escogió a doce, Judas ya no está. Necesitan reemplazarlo para completar los doce, y Jesús todavía tiene que escoger a quién quiere, y se encomiendan a la soberanía de Dios. Proverbios 16:33 dice así en la Nueva Traducción Viviente: «Podemos tirar los dados, pero el Señor decide cómo caen».

Y Jesús escoge a Matías. Se integra a los doce, y ahora el equipo está completo. No se vuelve muy prominente. No escribe un libro de la Biblia, no sabemos mucho acerca de él, está entre los más humildes del equipo. La historia eclesiástica nos dice que quizás se volvió el apóstol, el misionero a Etiopía. Ahora todo está listo para la venida del Espíritu Santo. Todo está listo para enviar a la iglesia al mundo.

Judas y Pedro

Para cerrar, permítanme desviarme de la historia. Algo que me chocó esta semana mientras preparaba esta historia con oración. ¿Quién habla en Hechos 1? Aquí está, lo estamos estudiando, ¿quién es? Pedro. ¿De quién está hablando? De Judas. Veamos a estos dos juntos un momento. Ambos tenían a Jesús como pastor. ¿No sería maravilloso? Ambos estaban tenían a los apóstoles en su grupo comunitario. Vaya, qué grupo comunitario. Hicieron muchas cosas, ¿amén? Vaya, qué grupo comunitario que formaron los 12. Les dio la misma misión, ¿verdad? Propagar el reino de Dios en la tierra proclamando el evangelio y plantando iglesias. Ambos comieron con Jesús. Ambos viajaron con Jesús. Ambos escucharon a Jesús. Ambos escucharon a Jesús orar por ellos. Y ambos le fallaron a Jesús.

Ya vimos cómo Judas le falló a Jesús. ¿Recuerdan cómo le falló Pedro? Jesús fue arrestado, enjuiciado falsamente, su crucifixión era inminente, Pedro le seguía, pero lo hacía a una distancia muy prudente. Quería ver lo que le pasaría a Jesús, pero no quería que le pasara a él. Y una niña sierva, una adolescente, quizás, viene y le dice a Pedro: «¿Acaso no eras uno de los discípulos de Jesús?». «No, nunca lo conocí, no lo conozco». «Ah, tu acento te delata. Eres galileo. Eres uno de esos hombres de pueblo». «No, yo no. Nunca lo conocí, no lo conozco», empezó a maldecir y a declarar que nuca conoció a Jesús. Negó a Jesús. Judas traicionó a Jesús; Pedro negó a Jesús. Pedro y Judas le fallaron a Jesús.

¿Cuál es la diferencia entre Pedro y Judas? Judas se apartó de Dios y de su pueblo, y nunca regresó. Finalmente, el pecado conduce a la muerte, y sin arrepentirse, sin pedir perdón, sin cambiar, Judas se mató y se mandó al infierno. Pedro ahora es el líder humano del cristianismo en la tierra, y está dando un estudio bíblico a la madre de Jesús y a sus hermanos.

¿Cuál es la diferencia entre Pedro y Judas? No que le hayan fallado, sino cómo respondieron a eso. Al resucitar de la muerte, Pedro escuchó: «¡Jesús está vivo!», y corrió a la tumba, como dice la Biblia. No fue el primero en llegar, uno más joven llegó primero. Es un hombre viejo y llega cuando puede, pero corre a la tumba y el cuerpo de Jesús no está ahí. Jesús había resucitado de la muerte.

Entonces Pedro y Jesús se reunieron, y es uno de los momentos más tiernos y sinceros de toda la Escritura. Y Jesús mira a Pedro a los ojos, y estoy parafraseando, pero Pedro le pide disculpas. «Lo siento. Te fallé, tú nunca me has fallado. Te abandoné, tu nunca me abandonaste. Me necesitabas y no vine a ayudarte» Pedro está destrozado por su pecado, está quebrantado por su pecado, está triste por lo que su pecado hizo a su relación con Jesús.

¿Qué hace Jesús? Lo perdona. «Sí, Pedro, por eso morí en la cruz, para que pudieras ser perdonado. Yo te perdono, Pedro, pero si me amas, apacienta mis ovejas». Lo más importante para Judas era el dinero, a Pedro el consuelo. Lo que más le importa a Jesús son las personas, ¿amén? A Jesús le importan más las personas. «Si en verdad me amas, enseña la Biblia. Apacienta mis ovejas. Cuida a mi pueblo». Todos sabían esto.

Cuando llegó el día, Pedro se para y apacienta a las ovejas. Dice: «Saben, la Biblia dice en los Salmos que esto es lo que Jesús quiere que hagamos». Está apacentando las ovejas enseñando la Palabra. Qué cuadro tan maravilloso del evangelio es este.

La única diferencia entre Judas y Pedro es que uno trajo su pecado a Jesús y el otro lo llevó consigo a la tumba. Esta palabra nos pesa, pero es una palabra esperanzadora, Mars Hill, porque ustedes no están muertos. Cualquier pecado que cometieron como no creyentes, o incluso como creyentes, hoy es un gran día. Deberíamos traerlos todos a ¿quién? Deberíamos reunirnos con Jesús y decir: «Jesús, lo siento. Por favor perdóname y úsame como usaste a Pedro para contarles a otras personas que eres un Dios perdonador, que da gracia, y deja que mi historia miserable sea un ejemplo de lo maravilloso que tú eres». Ese es el cristianismo, ¿verdad? Esa es mi historia.

Y si están aquí, la pregunta no es si vamos a portarnos como Judas o como Pedro. La pregunta es si vamos a responder como Judas o como Pedro. Los invito que vengan a Jesús, que sean perdonados, para que Dios los use en su misión, que sean restaurados al plan de Dios para su vida. Si están vivos, no es demasiado tarde.

Una Oportunidad de Responder

En un momento les daremos la oportunidad de responder. Vamos a tomar comunión para recordar el cuerpo quebrantado de Jesús y la sangre derramada, y aquí es donde venimos a tomar comunión, y es como un pequeño encuentro cara a cara que tenemos con Jesús, para reconocer nuestro pecado y su perdón. Vamos a cantar y a celebrar porque tenemos un Dios que nos ama, y por eso nos regocijamos.

Pero antes, vamos a recolectar nuestros diezmos y ofrendas, y mientras nuestros administradores financieros se sitúan, quiero que sepan que en parte dar es para nuestro bien. ¿Cuál era el problema de Judas? «Tomo el dinero de Jesús y me lo meto al bolsillo». Así era la vida de Judas. ¿Y cómo le fue? ¿Bien? Mal. Al dar nuestros diezmos y ofrendas, lo que estamos diciendo es: «Tomo el dinero de Jesús, lo saco de mi bolsillo, y lo doy a su misión», ¿de acuerdo? Hacemos lo contrario a lo que hizo Judas porque queremos vivir de una manera opuesta a la vida de Judas.

También, al recolectar nuestros diezmos y ofrendas, quiero instarles que vean lo que Dios tiene en una de nuestras catorce iglesias Mars Hill. Somos una gran familia y Dios está haciendo cosas maravillosas en Mars Hill Tacoma, así que mientras recolectamos nuestra ofrenda, quiero que vean lo que Jesús está haciendo para que oren específicamente por Mars Hill Tacoma. Van a conocer a mi amigo, el pastor Bubba, que lleva 12 años con nosotros. Es de Oklahoma. Es un gran hombre. De hecho tiene una enorme hebilla que dice Bubba, y conocemos a un hombre maravilloso porque tiene su propio nombre inscrito en su hebilla. Y él les presentará lo que está pasando en Mars Hill Tacoma.

[música]

Pastor Bubba: Hola Iglesia Mars Hill, bienvenidos a Tacoma. Soy el pastor Bubba y tengo el privilegio de dirigir Mars Hill Federal Way y de ayudarnos a plantar Mars Hill Tacoma, y a plantar otras iglesias en los próximos años. Muchas personas necesitan conocer a Jesús y esperamos ver más gente ser salva por Jesús y experimentar la redención. Lo que hemos visto, sobre todo, es que los matrimonios necesitan ayuda. Los matrimonios están destrozados, los esposos y las esposas no saben qué hacer. No pueden vivir juntos. Hemos visto que eso sucede, y que Dios entra y redime esos matrimonios.

Una gran historia de redención matrimonial es la de una de nuestras parejas que batallaban y acababan de conocer a Jesús, pero antes de conocerlo, el esposo había cometido adulterio y nunca se lo había contado a su esposa. Y después, conoció a Jesús, fue salvo, confesó y pidió perdón. ¿Qué va a suceder? ¿Jesús arreglará el matrimonio? ¿Permanecerá destrozado el matrimonio? ¿Van a separarse? Y hemos visto a Dios redimirlos a ambos y reconciliar ese matrimonio, y ahora tienen un testimonio vivo de que Dios puede redimir hasta los matrimonios más destrozados y construir un legado para la próxima generación mediante esa familia.

Por muchos años hemos buscado un local permanente en el área de Federal Way. Y no pudimos encontrar uno. Sin embargo, Dios nos ha dado un nuevo hogar en Tacoma, lo cual es fabuloso porque ocupa un lugar más estratégico en el centro de South Sound, de donde podemos plantar iglesias en varias ciudades en el área en los próximos años. Estamos muy agradecidos por ese hogar, y en efecto vamos para allá ahora mismo. Se los voy a mostrar.

Aquí estamos en el edificio de Mars Hill Tacoma, y este será el eje. Será el lugar donde plantamos iglesias en la región sur. Y estamos tan agradecidos por nuestro nuevo hogar, pero nuestro nuevo hogar necesita arreglos. Necesita ayuda. Necesitamos renovar el techo, el sistema eléctrico, necesitamos baños, necesitamos arreglar el espacio para los niños. Todo eso es para preparar el lugar para que podamos ocuparlo y empezar a compartir el evangelio no solo con una ciudad sino con múltiples ciudades. Somos una iglesia regional que llega a más de 15 ciudades en el south end, y nuestra esperanza y oración es que podamos plantar iglesias en esas ciudades. Con todo mi corazón quiero ver a muchas personas conocer a Jesús y que el nombre de Jesús sea conocido, amado, y apreciado en todo el South Sound.

[música]

Bien, Dios Padre―aplaudan si quieren―son buenas noticias.

Oración

Señor Dios, te damos gracias por la historia de la iglesia, una historia que sigues escribiendo al hacer discípulos y plantar iglesias por medio de tu pueblo. Dios, como aprendimos hoy, ayúdanos a ser personas de oración para que seamos unificados. Ayúdanos a ser personas bíblicas para que sigamos tu voluntad como nos ha sido revelada en tu Palabra. Y Señor Dios, que nos gloriemos en nuestros fracasos porque dan gloria a tu gracia y permite a otros tener esperanza de que sus pecados pueden ser perdonados y sus vidas pueden ser usadas para Jesús, en cuyo nombre lo pedimos con alegría, amén.

Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.