Hola. Hace como 23 años Jesús me salvó, me volví cristiano e inmediatamente tuve un fuerte deseo de aprender y estudiar la Biblia. Hace poco mientras estudiaba Ester contextualmente dentro de toda la historia de la Biblia, de la cual hace parte, noté tres temas principales: En la Biblia veo el pecado, veo el sufrimiento, y veo la mayordomía.
Diferentes libros tratan distintos aspectos de esta narrativa tripartita. Algunos libros como Romanos tratan a fondo el tema de nuestro pecado, y ciertos libros como Job tratan a fondo nuestro sufrimiento, mientras que ciertos libros como Proverbios tratan a fondo nuestra mayordomía. Y si usted es profeta, cuando lee la Biblia de repente todas las porciones sobre el pecado le saltarán a la vista, y si usted es sacerdote, todas las porciones sobre el sufrimiento le saltarán a la vista, y si usted es rey, todas las porciones sobre la mayordomía le saltarán a la vista, y todas ellas nos conducen al Señor Jesús.
Les recomiendo que cuando estudien tomen consciencia y pregúntense: «¿En qué soy débil? ¿Tiendo a sentirme atraído por ciertos pasajes bíblicos, o al estudiar hay cosas que me parecen más obvias y debo cuidarme no descuidar las que me inclino más a pasar por alto?». Pero todas nos llevan constantemente a Jesucristo. Toda la historia de la Biblia a fin de cuentas se trata de Él, y Él murió en la cruz, en nuestro lugar por nuestros pecados; en la cruz se identificó con nuestro sufrimiento, y en la cruz amó Dios al mundo de tal manera que dio… y eso fue un acto de mayordomía. Por consiguiente todo nos lleva a Jesús.
Y al abrir el libro de Ester veo estos tres temas trabajando juntos. Al comienzo del libro hay mucho pecado. Vemos al Rey Jerjes, el gran rey persa, y a Amán, su mano derecha; hombres pecadores. O sea, Jerjes, como hemos visto, era un hombre borracho, pervertido e irresponsable quien delegó su autoridad a Amán, un hombre despiadado y violento, un hombre soberbio. Hay mucho pecado.
Después la trama cambia y se enfoca mucho en el sufrimiento. Ester está casada con un hombre horrible que no pasa tiempo con ella, según vimos, por períodos de más de 30 días por atender a su harén con todas sus otras esposas, y es adorado como un dios: y es un déspota borracho. Por tanto, ella sufre, y Mardoqueo, su padre adoptivo, quien en cierto modo es cómplice porque no se opuso a su matrimonio con este rey despiadado, está sufriendo velando por su hija a quien puso en una situación muy peligrosa. Amán emite un decreto mediante el cual pretende asesinar a todo el pueblo de Dios, y fijan la fecha en el calendario para aplicar sentencia de muerte. El tiempo se agota y el pueblo de Dios sufre emocionalmente porque están a punto de sufrir físicamente el genocidio de toda una etnia.
Y hoy, en Ester 8:1–17, donde veremos que Jesús es un mejor misionero, el enfoque cambia en gran parte a la mayordomía. ¿Qué harán Ester y Mardoqueo con todo el poder que tienen ahora, con el dinero, la influencia, y la abundancia que ahora deben administrar? ¿Qué van a hacer? Porque Amán en un gran cambio en el capítulo 7 había construido una enorme horca en su patio donde estaba a punto de colgar a Mardoqueo a 75 pies de altura, y un gran cambio crucifican a Amán en su propio patio. Matan al enemigo del pueblo de Dios.
Y después Mardoqueo, como verán hoy, lo reemplaza, pero la sentencia de muerte aún persiste sobre el pueblo de Dios. La vida de Mardoqueo fue perdonada, pero la sentencia de muerte para todo el pueblo de Dios sigue en efecto y no puede cambiarse por algo llamado la ley de medos y los persas, que consideraba irreversible todo decreto soberano emitido por el rey. Así que Amán está muerto y la sentencia de muerte persiste.
Por lo cual veremos 3 preguntas en el capítulo 8 de la historia de Ester La primera pregunta, en los versos 1 al 8 es: ¿Por qué Mardoqueo y Ester son grandes líderes? Aquí vemos que Dios capacita tanto a hombres como mujeres con dones de liderazgo y los coloca en posiciones de poder e influencia. Aquí los dones son de carácter político, y veremos que Ester es la reina y Mardoqueo ha asumido el cargo de autoridad que tenía Amán.
Veamos, pues, qué pasa: En el capítulo 8 verso 1 vemos tres cosas que los hacen grandes líderes. La primera es su aceptación y ejercicio de autoridad. «Aquel mismo día el rey Asuero», ese es su nombre persa, Jerjes es su nombre griego, «dio a la reina Ester…», y esto es importante. Ester ocupa su cargo como reina. Ocupa un cargo de autoridad. Quiero que vean eso.
«La casa de Amán, enemigo de los judíos; y Mardoqueo vino delante del rey, porque Ester le había revelado lo que era él para ella. Entonces el rey se quitó el anillo que había recobrado de Amán, y se lo dio a Mardoqueo. Y Ester puso a Mardoqueo sobre la casa de Amán».
Sucedió esto: Amán estaba en autoridad, después hubo un cambio y Amán fue crucificado en su propio patio en la viga para empalar que había construido para Mardoqueo. Entonces la reina Ester le dice al rey: «Mardoqueo es mi padre adoptivo. Sentencia de muerte fue decretada contra él. Amán, a quien diste poder para sentenciarlo a muerte, es un hombre despiadado y malvado. Necesitas destruirlo». Y lo destruye. Después vemos un cambio cuando Mardoqueo ocupa la posición de Amán.
Para nosotros Amán sería como un vicepresidente. Es la segunda autoridad. Ahora tiene muchas riquezas, porque resulta que al morir Amán todos sus bienes fueron traspasados a Mardoqueo. Mardoqueo pasó de ser una persona sin poder a ser una persona poderosa, sin acceso al rey y ahora tiene acceso al rey, y de ser, por lo que sabemos, relativamente pobre, a ser muy rico, y de ocupar un cargo muy bajo junto a la puerta de la ciudad trabajando para el gobierno, a ser vicepresidente, en un solo día. Ese es el favor y la gracia de Dios en la vida de Mardoqueo.
La historia señala algo importante, que le dan el anillo de sello del rey. El anillo de sello es de suma importancia. Hoy por hoy equivale a un poder legal. ¿De acuerdo? Si alguien está enfermo, o anciano, o luchando, o muriéndose, le dan poder legal a alguien de confianza para que se encargue de sus asuntos y de sus propiedades. Con eso tienen derecho legal para tomar decisiones de parte de la otra persona. Darle el anillo de sello a Mardoqueo significa que ahora tiene el poder legar de Jerjes, el hombre más poderoso de la Tierra.
Quiero que vean que Ester y Mardoqueo son parte del pueblo de Dios y aceptan su posición de autoridad. Mi pregunta para ustedes es: ¿Qué autoridad tiene usted? ¿Qué autoridad tiene usted? Todos tenemos algún grado de autoridad. Y Dios quiere que haga esto: que la acepte humildemente. Es lo que ellos hacen.
Podían haber tenido innumerables excusas para no sentirse aptos para ese cargo. Ester pudo haber dicho: «No soy de linaje real. No estoy lista para ser reina, soy joven». En ese momento tendría poco más de 20 años de edad. «No tengo un máster en Gerencia de Empresas y Liderazgo. No estoy lista para ser reina».
Lo único que sabemos de Mardoqueo es que es malo como líder y que lo único que ha hecho hasta ahora es liderar mal. Y ahora, de repente, es vicepresidente, gobierna una nación, tiene potestad y autoridad para decretar vida y muerte. Mardoqueo pudo haber dicho fácilmente: «No creo que yo sea la persona más indicada para este trabajo». Todos diríamos: «Sí, ya lo sabíamos». Pero si usted es humilde y ama a Dios, y ama a las personas, y hace lo mejor que puede, en la gracia de Dios le irá bien.
Algunos de ustedes se han resistido a asumir posiciones de autoridad y liderazgo que Dios les ha abierto, y quizás Dios quiere que asuman esas posiciones porque lo más importante no es usted y su temor al fracaso. Lo más importante son las personas y la oportunidad de ayudarlas. A veces las personas que se sienten menos calificadas para el liderazgo son las más calificadas porque tienen el primer requisito que es la humildad. La humildad. Así que, primero, lo que los hace grandes líderes es porque aceptan su autoridad.
Segundo, vemos gran pasión. La gente no cree lo que creen sus líderes sin ninguna razón, se emocionan por lo que emociona a sus líderes. Capítulo 8, verso 3: «Ester habló de nuevo delante del rey, cayó a sus pies, y llorando, le imploró que impidiera los propósitos perversos de Amán agagueo y el plan que había tramado contra los judíos», el pueblo de Dios. «Extendió el rey hacia Ester el cetro de oro, y Ester», o sea aceptándola, o mejor dicho ella fue aceptada por él. Como cuando nombraban caballeo a alguien en la corte británica.
«Y Ester se levantó y se puso delante del rey, y dijo:» Noten lo respetuosa que es. Una mujer puede ser muy poderosa y respetuosa; a veces si es muy respetuosa eso le ayuda a ser muy poderosa. «Si le place al rey, y si he hallado gracia delante de él, si el asunto le parece bien al rey y yo soy grata ante sus ojos», mucho respeto, ¿cierto?
Ahora la gran petición. «Que se escriba para revocar las cartas concebidas por Amán, hijo de Hamedata, agagueo». Como digo siempre, léalo rápido y competentemente porque nadie más sabe pronunciarlo tampoco. «Las cuales escribió para destruir a los judíos que están en todas las provincias del rey», toda la nación. «Porque ¿cómo podría yo ver la calamidad que caería sobre mi pueblo? ¿Cómo podría yo ver la destrucción de mi gente?».
¿Ven su pasión? Hasta ahora Ester no ha sido una mujer muy emocional, al menos por lo que revela la historia. No llora mucho, no se la pasa tirándose a los pies de la gente para rogar y pedir cosas. Y lo que me encanta de Ester es que hasta ahora no ha sido una mujer muy emotiva, pero en el momento oportuno y con el móvil correcto, se apasiona mucho de la manera correcta. Se tira a los pies del rey. Vaya. No hace lo otro: Esto debe ser muy urgente, muy importante.
Esta es mi siguiente pregunta para ustedes y para su grupo de discusión. ¿Qué le apasiona? ¿Qué le apasiona? Ella se apasiona mucho por el pueblo de Dios, por el pueblo de Dios. Miren, su vida está a salvo. Ella es la reina. Es rica, poderosa, famosa, está segura. ¿Por qué se pone tan emotiva? No está preocupada por ella misma. Está preocupada por el pueblo de Dios.
Solo hay dos cosas que estarán con nosotros eternamente en el reino de Dios: Dios y su pueblo. Eso todo. Todo lo que tenemos, no podemos llevarlo con nosotros. Todo lo que hemos logrado, se acabará. Las metas que luchamos por alcanzar, dejarán de existir. El Señor y su pueblo estarán juntos para siempre. ¿Saben lo que importa verdaderamente? Las personas. Las cosas están bien, pero las personas son lo que verdaderamente importa. Las personas importan mucho, y le importan mucho a Ester. A ella le importa el pueblo de Dios. Le apasiona el bienestar del pueblo de Dios.
¿Qué le apasiona? ¿Qué lo emociona? ¿Cuando usted habla de ello, qué hace que su voz cambie, que se le abran los ojos, y que el tono de su voz sea patente? Algunos nos emocionamos mucho por el pecado, algunos nos emocionamos mucho hacer locuras. Ella se emociona mucho por el bienestar del pueblo de Dios, y esa es la marca de distinción de un gran líder.
Tercero, lo que también hace que Ester y Mardoqueo sean grandes líderes es el amor. Capítulo 8, verso 7: «Entonces el rey Asuero dijo a la reina Ester y al judío Mardoqueo: He aquí, he dado a Ester la casa de Amán, y a él le han colgado en la horca porque extendió su mano contra los judíos. Vosotros, pues, escribid acerca de los judíos como os parezca bien, en nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey; porque un decreto que está escrito en nombre del rey y sellado con el anillo del rey no puede ser revocado».
Ella se apasiona mucho. Le está diciendo: «¿Qué le va a pasar a este pueblo? ¿Qué le va a pasar a nuestra gente? ¿Qué le pasará al pueblo de Dios? Me apasiona el pueblo de Dios». Y el rey dice: «¿Qué más quieres? Crucifiqué a Amán en su patio y le di a Mardoqueo todas sus riquezas. Ahora es rico. Y le di una posición de liderazgo, y ahora el es el vicepresidente y tú eres la reina, y ahora ustedes serán poderosos y ricos, y famosos, y estarán seguros. ¿Qué más quieres?».
Y Ester le dice: «No lo digo por mí, sino por el pueblo. Ellos no están seguros, no están bendecidos. Están en peligro y hay maldición sobre ellos». Ella es una mujer joven. Tendría entre 20 y 25 años. Es una niña huérfana que no fue criada por sus padres. Ni siquiera tiene mamá- Oímos hablar de Mardoqueo, pero no oímos hablar de ninguna madre. Vemos que ha tenido una transformación muy real con el Dios de la Biblia, y está creciendo y madurando a diferencia de tantas personas entre 20 y 15 años que vienen de familias rotas y con problemas, ya no piensa en sí misma. Está pensando en el pueblo de Dios porque los ama. Los ama.
La siguiente pregunta para ustedes es: ¿A quién aman? ¿A quién aman? ¿A quién aman? Les ruego, les imploro y los invito a amar al pueblo de Dios. A amar a otras personas, a amar a todas las personas, pero con singular afecto por la familia de Dios. Ella lo hace. Ella ama al pueblo del Dios.
Y permítanme decirles esto: los amo más que nunca. Y pienso que ese es el corazón de Dios, que ama a su pueblo. Y lo que vemos aquí en Ester es el corazón de Dios. Ella ama a su pueblo. Podría decirles, y quizás no se los he dicho lo suficiente, pero los amo. No quiero ir a ninguna parte. No quiero hacer otra cosa.
Y les pregunto: ¿A quién aman? ¿Aman a su iglesia? ¿Aman a sus hermanos y hermanas en Cristo? ¿Aman a la familia de Dios? ¿Aman al pueblo de Dios? Y lo que valoro mucho de Ester es que pudo haber dicho: «Miren, he tenido una vida muy difícil, mi marido es un sinvergüenza, no tengo madre, mi familia es un desastre, tengo 20 y pico de años. Ahora yo soy lo más importante». Pero dijo: «No, lo más importante es el pueblo de Dios». Un buen líder ejerce autoridad humildemente y demuestran pasión apropiadamente, y aman a la gente auténticamente. Eso es lo que vemos.
Segunda pregunta: ¿Tuvieron causa justa en matar a los enemigos de Dios Mardoqueo y Ester? Representa un cambio emocional. Pasamos de amores y abrazos a asesinar mujeres y niños. ¿De acuerdo? Ahora vamos a hablar de algo muy complicado.
A manera de introducción, cuántos de ustedes han conocido amigos no cristianos, compañeros de trabajo, vecinos, profesores universitarios que se burlan y critican la Biblia, y juzgan a Dios diciendo: «Es un libro horrible. Dios le dice a su pueblo que mate mujeres y niños. O sea, consiente al genocidio. Está llena de racismo, sexismo, y nacionalismo. La Biblia, el Libro en dicen creer, es anticuado, es un libro horrendo». ¿Alguna vez han escuchado eso? En tonos bajos lo susurran o lo proclaman a voz en cuello, ¿cuántos de ustedes han escuchado eso?
Tal vez usted sea un cristiano nuevo y esté pensando: «No sé. Jesús me ama, he sido perdonado. Me pareció bien, me apunté a lista. Voy a conseguir una Biblia. A ver, ¿qué hay en el Antiguo Testamento?». Empieza a leer y piensa: «Ah, caray, esta porción está complicada. Vaya. Sí, esa parte se me pasó por alto. ¡Mátenlos! ¿Qué?». ¿Cuántos de ustedes se sorprendieron al leer cosas así? Pensaron: «Caray, no sé. Me parece un poco severo. No sé qué decir».
Pues hoy llegamos a una de esas porciones de la Escritura. Y permítanme decirles que viene en temporada de comicios, justo antes de celebrar el Día de los Veteranos. No se me había ocurrido, pero la providencia de Dios nos trae al capítulo 8 en un una fecha muy apropiada en el calendario. En Mars Hill nos gusta estudiar libros enteros de la Biblia, lo cual significa que a veces debo lidiar con cosas que normalmente no enfrentaría.
No predicaría una serie cuyo tema es todas las veces que al pueblo de Dios le fue dada potestad para matar mujeres y niños. Onceava parte, traigan a sus amigos… ¿Saben? No haría eso necesariamente, ¿saben? Al cubrir los libros de la Biblia, vamos a estudiar porciones donde usted dirá: «Caray, no me fijé en eso. Nunca habían hablado de eso», o, «nunca tomé eso en cuenta». Pero nuestra convicción es esta: toda la Escritura es inspirada por Dios y útil. Eso es lo que dice. Por lo cual todo lo que dicen las Escrituras viene del Señor y es importante.
Y cuando abordamos porciones como esta, tenemos dos alternativas. Podemos ignorarlas, podemos decir: «No sé, pasaré por alto estas porciones». Podemos cambiarlas y decir: «Seguramente podemos encontrar un estudioso educado más allá de su inteligencia, con más grados que un termómetro, que nos pueda dar una interpretación más favorable y cambie el significado para que nos sintamos mejor».
O, podemos hacer excusas por lo que Dios dijo, y decir: «Usted sabe, eso fue en el Antiguo Testamento. Ahora vivimos en el Nuevo Testamento y esos fueron como años de secundaria para Dios. ¿Recuerda la escuela secundaria? Menos mal que ya no somos así. Eso fue lo que le pasó a Dios. Aquí Dios estaba en su 7o año. Y siento mucho que Él haya sido así, pero en realidad a mejorado mucho. Cuando llegue al Nuevo Testamento verá que todo es abrazos, panecillos y angelitos. Es mucho mejor».
O también podemos enseñarlo. Solo diga: «Dios dijo lo que dijo, Dios hizo lo que hizo, y necesitamos estudiarlo y aprender de ello». Así que hoy me toca enseñar, y quiero que escuchen, que oren, que estudien, consideren, que hablen de esto en su grupo comunitario, y que añadan esto a sus tareas. Pero antes de juzgar a Dios, escuchémosle.
En el capítulo 8, empezando en el verso 9, la pregunta es: ¿Mardoqueo y Ester tuvieron causa justa para matar a sus enemigos? Algunos dicen que este es el verso más largo de la Biblia. Lo leeremos y después seguimos. «Y fueron llamados los escribas del rey en aquel momento en el mes tercero, es decir, en el mes de Siván, en el día veintitrés; y conforme a todo lo que ordenó Mardoqueo se escribió a los judíos, a los sátrapas, a los gobernadores y a los príncipes de las provincias que se extendían desde la India hasta Etiopía, ciento veintisiete provincias», era una nación enorme, la más poderosa de la Tierra, de 3 millones de millas cuadradas.
«A cada provincia conforme a su escritura y a cada pueblo conforme a su lengua, y a los judíos conforme a su escritura y a su lengua. Y se escribió en el nombre del rey Asuero», ese era su nombre persa. Su nombre griego es Jerjes. «Y se selló con el anillo del rey, y se enviaron las cartas por medio de correos a caballo, que montaban en corceles engendrados por caballos reales». Ese era su sistema postal, y usaron los caballos buenos. Es un mensaje importante y urgente.
«En ellas el rey concedía a los judíos que estaban en cada ciudad el derecho de reunirse y defender su vida, de destruir, de matar y de exterminar al ejército de cualquier pueblo o provincia que los atacara, incluso a niños y mujeres». «Y de saquear sus bienes, en un mismo día en todas las provincias del rey Asuero, el día trece del mes doce (es decir, el mes de Adar). Una copia del edicto que había de promulgarse como ley en cada provincia fue publicado a todos los pueblos, para que los judíos estuvieran listos para ese día a fin de vengarse de sus enemigos. Los correos, apresurados y apremiados por la orden del rey, salieron montados en los corceles reales; y el decreto fue promulgado en la fortaleza de Susa».
Permítanme explicarles. Amán había emitido un decreto que un día determinado todo el pueblo de Dios sería muerto, hombres, mujeres, y niños, y todos sus bienes saqueados. Los enemigos del pueblo de Dios estaban preparando sus armas, sus planes de batalla, quién mataría a tal familia y a tal otra, quién violaría a las mujeres, quién se llevaría a esos niños, quién tomaría sus tierras, quién tomaría su ganado.
Estaban haciendo planes. El pueblo de Dios lo sabía. Esto demuestra lo depravado que es el corazón humano desenfrenado. En parte, el papel que desempeña la ley, según el Señor, es refrenar el mal y mostrarnos que somos malos, somos pecadores por naturaleza y elección. Aquí el corazón humano es desatado en toda su capacidad malévola.
Algunos de ustedes dirán: «No creo que la gente pueda ser tan mala». Esto es como la Alemania Nazi donde los judíos fueron víctimas del genocidio alimentar la maquinaria bélica literalmente para de sus enemigos. Así es. Esto no pasó una sola vez. Sucede una y otra vez, una y otra vez. Está pasando hoy en lugares como Siria y Egipto, donde los enemigos del pueblo de Dios se levantan para hacerles daño, quemar sus iglesias, amenazar con violencia y establecer la ley sharia para que el pueblo de Dios pueda ser arrestado por evangelizar o servir a Jesús. La persecución y el martirio todavía sigue contra el pueblo de Dios.
Y este sentencia de muerte fue emitida con el anillo del rey, el cual en ese momento llevaba Amán en su dedo, y según la ley de medos y persas era irreversible. Y ahora, Mardoqueo y Ester no pueden retraer la decisión, pero pueden emitir otra ley con el mismo anillo del rey que ahora lleva Mardoqueo en su dedo, permitiendo que el pueblo de Dios se defienda contra sus atacantes.
La pregunta es: ¿Es justo que lo hallan hecho? Oímos hablar de «guerra justa», y «defensa propia». Esto cabe bajo el lema de aquel filosófico entendimiento de lo permisible que era o no era a los ojos de Dios. Hoy tengo el gran honor de enseñarles la Biblia. Me encanta enseñar sobre las porciones más difíciles de la Biblia. Nunca quiero obviar, cambiar, hacer disculpas por la Palabra de Dios. Quiero enseñarla, así que ahora les daré 8 razones por las que matar a los enemigos puede justificarse. ¿Listos?
Primero, Amán era un agagueo, un pueblo empecinado en exterminar al pueblo de Dios. Sabemos que Amán es un hombre malo porque su nombre así lo indica. ¡Agagueo! No suena a alguien que viene con abrazos, panecillos, y buenas intenciones. ¿Amén? Si alguien llama a su puerta: «Hola, soy de los agagueos», usted diría: «Mejor cierro la puerta. ¿De acuerdo? Esto no va a terminar bien».
Los agagueos aparecen por primera vez mucho antes en el libro de Éxodo, y la historia dice que Dios vino a un hombre llamado Abraham y le dice que de él saldría un pueblo, o sea este pueblo, el pueblo de Dios. Y que de su pueblo vendría el Salvador Jesucristo del linaje del padre Abraham». Entonces Dios declara: «Los que te bendigan, yo los bendeciré. Y a los que te maldigan, yo los maldeciré. Ustedes son mi pueblo; yo los protegeré». Es como un padre que mirando a su familia, dice: «Ustedes son mis hijos y estarán seguros porque Papá los cuidará».
Y quiero que sepan que Dios siempre ha deseado tener un pueblo. La Biblia usa las palabras pueblo suyo, o sea que son posesión de Dios. Dios lo dice así una y otra vez en el Antiguo Testamento: «Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo». Es como un papá que entra a un orfanato y dice: «Voy a ser su padre y ustedes serán mis hijos». Es algo que Dios desea, es algo que Dios declara, es algo que Dios hace por medio de Jesucristo.
Y resulta que tan pronto Dios tiene un pueblo, el pueblo de Dios también tiene enemigos a quienes Satanás da poder para destruir el pueblo de Dios, con el principal objetivo de exterminarlos para que Jesús no pueda venir por medio del pueblo de Dios. Esto tiene que ver con la salvación de las naciones. Sí, la vida de las personas están en peligro al igual que su vida eterna, porque si Jesús no viene, no hay Salvador.
Lo que vemos en el Éxodo, concretamente en el capítulo 17, como referencia, es que se levantan los agagueos. Son un pueblo empecinado y decidido a exterminar por genocidio al pueblo de Dios. Todo el pueblo de Dios. Algunos de ustedes dirán: «Seguramente ellos eran buena gente. Tenían un buen corazón, y si tan solo les diéramos tiempo dejarían de odiar al pueblo de Dios. Empezarán a amar al pueblo de Dios». Desde que los agagueos aparecen por primera vez en Éxodo, hasta los días de Ester, habían transcurrido 1.000 años. ¿Son pacientes, sí o no? Sí.
Si usted le dice a un vecino suyo, o si él le dice: «Voy a matar a toda su familia», y lo intenta y fracasa, y los hijos de su vecino crecen y heredan la casa, y vuelve a intentarlo y fracasa, y sus nietos crecen y lo intenta y fracasa, y espera 1.000 años, sería justo decir: «No creo que vayan a volver por acá. Finalmente no creo que vayamos a coexistir en paz». Porque lo único que les enseñan a sus hijos es a matar a nuestros hijos, y si fallan, sus hijos crecen y les enseñan a sus nietos a matar a nuestros hijos».
Es puro odio. Son personas con las que no se puede negociar, ni interponer mediación o arbitraje. Porque si les pregunta: «¿Qué quieren?», «Quiero matarlo». «Entonces difícilmente podemos encontrar una solución intermedia porque yo quiero vivir».
Así que necesitan entender el contexto porque a veces podemos cerrarnos y decir: «Dios es un Dios cruel. Eso fue hace tiempo. Eran personas primitivas. Hemos evolucionando». C. S. Lewis lo llama «Esnobismo cronológico». Esnobismo cronológico.
Y se suponía que los agagueos debían haber sido exterminadas en 1 Samuel 15. Repito, le declararon la guerra al pueblo de Dios y trataron de matarlos. Esto pasó una y otra vez, una y otra vez. Y Dios le dice al Rey Saúl: Elimina a los agagueos, destrúyelos, deshazte de ellos. Porque si viven, seguirían multiplicándose y finalmente formarán un ejército y tratarán de matar a tu descendencia. Por lo tanto debes aniquilarlos». Es una de esas situaciones donde ellos sacan la pistola y usted saca la suya. Alguien tiene que disparar primero y usted jala el gatillo para proteger a su familia.
El rey Saúl peca contra el Señor. Le desobedece. Los saquea pero no los mata a todos y los agagueos continúan hasta los tiempos de Amán, a quien la Biblia identifica repetidas veces en el libro de Ester como agagueo. Nos dice repetidas veces que Mardoqueo y Ester eran judíos. Son del pueblo de Dios. La guerra continúa. Continúa 1.000 años y llega a los tiempos de Ester. O sea que defenderse de los agagueos es aceptable a los ojos de Dios porque habían tratado de matar al pueblo de Dios por 1.000 años.
Segundo: El decreto que emiten Mardoqueo y Ester fue exactamente opuesto al de Amán. Al ver el decreto, si decimos: «No parece amoroso y justo. Habla de matar mujeres, niños, saquear bienes», es solo porque revoca directamente el edicto emitido por Amán agagueo en el capítulo 3, verso 13. Casi siempre, si leemos la Biblia cuidadosamente, podemos contestar muchas preguntas.
En Ester 3, Amán publica el decreto a todos los agagueos para informarles lo que podían hacer con los judíos. Ester y Mardoqueo llegan y toman el mismo lenguaje del decreto de Amán y lo cambian diciendo que si atacan los agagueos, el pueblo de Dios tiene derecho a defenderse. Pueden defender a sus mujeres e hijos y tienen derecho a saquear bienes». Todo esto es justicia. «Si ustedes nos van a hacer esto, tenemos derecho a hacer esto. Tenemos derecho a enfrentar su ataque con igual justicia».
Tercero: La violencia se limitó a un solo día para reducir la injusticia. Aquí dice que dieron al pueblo de Dios un solo día para defenderse. No es que continúe semanas, meses, años o generaciones. No es al estilo Hatfield-McCoy donde continúa para siempre. El decreto decía que podían atacar al pueblo de Dios un solo día. El pueblo de Dios recibe un decreto que dice: «Pueden defenderse, pero solo ese día». Para que no tomen la justicia en sus propias manos, y eliminar el abuso de autoridad. Significa que si los atacaran hoy, podían defenderse hoy, y si mañana despierta enrabiado, ya no puede salir a hacer daño a la gente.
Cuarto: La Biblia distingue entre matar y asesinar. Esto es importante porque la mayoría de las personas no entienden la diferencia. La Biblia y los Diez Mandamientos no dicen: «No matarás», sino: «No asesinarás». Son diferentes. Amán quería asesinar a Mardoqueo. Los agagueos quieren asesinar al pueblo de Dios. Si el pueblo de Dios se defiende, no están asesinando, están defendiéndose, y podrían tener que matar para lograrlo. Pero matar no es lo mismo que asesinar.
Si alguien trata de asesinarlo y usted mata a alguien protegiendo su vida y la vida de su familia y a los inocentes, incluyendo mujeres e hijos, usted no está asesinando. Está matando a un asesino, y eso es justicia. Eso es justicia. Es como un policía que saliendo de su coche patrulla irrumpe sobre él una balacera y se esconde detrás de la puerta. Si devuelve el fuego y le dan al que intentaba asesinarlo, no es culpable de pecado. El otro era un asesino, pero él estaba defendiéndose.
De igual manera, un soldado sale a la guerra. Si alguien viene y le tiende una emboscada y le dispara, el primer soldado que devuelve fuego no es un asesino porque alguien está tratando de asesinarlo. Está defendiéndose y eso implica que podría matar a alguien.
Como la vida humana fue hecha a imagen y semejanza de Dios, valoramos mucho la vida humana, y es triste cuando alguien tiene que morir, pero a veces, lo más justo es matar al asesino antes de que cometa atrocidades con las multitudes. A veces la única manera de defender a la gente es confrontando el mal, y hacer eso no es malo. Es santo.
Aquí el decreto fue emitido. Todos los enemigos de Dios que han estado planeando ahora saben que si tratan de hacerles daño se defenderán. Eso demuestra gran amor, ¿verdad? El decreto se había publicado. Todo el mundo lo sabía. Todos los que están haciendo planes ahora tienen la oportunidad de pensarla dos veces. «Íbamos a masacrarlos y saquear todas sus cosas, pero ahora pueden defenderse. Creo que voy a retractarme de ese compromiso». Y si no lo hace, las familias deben ser protegidas.
Quinto: solo se les permitió defensa propia. No decía: «Salgan a las calles y busquen a los agagueos». No dice eso. Dice: «Si vienen a su casa y tratan de hacerle daño a su familia, puede defenderse en ese momento». Es diferente. Es solo para defensa propia. Es solo para eso. El pueblo de Dios no debe andar buscando hacerle daño a nadie. Deben defenderse a sí mismos si alguien viene a hacerles daño. Hay una diferencia, ¿verdad?
Sexto: Aunque podían defenderse contra mujeres y niños, no reportaron haberlo hecho. Si lee las Escrituras aquí, dice, aludiendo en el capítulo 8 el decreto emitido por Amán en el capítulo 3, dice en el capítulo 3 que podían atacar a mujeres y niños y saquear sus bienes, entonces el segundo decreto cambia ayuda a negar el primer decreto diciendo: «Pueden defenderse contra mujeres y niños, y pueden saquear sus bienes». Pero no se reporta que hubieran lastimado a mujeres y niños de ninguna manera.
De hecho, más adelante en el capítulo 9, pueden verlo esta semana, la cuenta de cuerpos era solo de hombres que murieron, no de mujeres y niños. No hay indicios, no hay evidencia, dentro o fuera de la Escritura que alguna mujer o algún niño hayan sido lastimados. Pero lo que sí permitía era que si iban a quitarles la vida y saquear sus bienes a un hombre y a su familia, tenían derecho a defenderse contra los que vinieran a lastimarlos.
Séptimo: El pueblo de Dios no saqueó a sus enemigos. El decreto dado a los agagueos fue: «Pueden saquear y robar todas sus pertenencias». Y después se reporta en el capítulo 9 que cuando ciertos agagueos atacaron a los israelitas, los israelitas no saquearon sus bienes. Pueden leerlo en el capítulo 9. No los saquearon. No tomaron sus posesiones. No tomaron nada de sus propiedades. Esto demuestra que no fue por el dinero, no fue por codicia. Fue solo en defensa propia, solo en defensa propia.
¿Podrían hacerme el favor de orar por los agentes del orden público? ¿Podrían orar por los soldados, para que hagan lo justo como en este caso? Por eso tenemos una misión militar donde damos muchos recursos a los soldados y a sus familias, y a los que están en el campo de batalla. Sabemos que los ponen en situaciones muy duras y difíciles: agentes de policía, soldados, que deben tomar decisiones complicadas, filosóficas y teológicas en un instante, bajo fuerte presión, arriesgando su vida.
A veces los que somos idealistas y pacifistas nos cruzamos de brazos y hacemos de cuenta que el mundo es mucho más sencillo, pero ese no es el mundo en que vivimos. Es el mundo en que otros viven, y nos cruzamos de brazos y los criticamos.
Pero en este caso, el pueblo de Dios actúa piadosamente. No saquean a sus enemigos. No lo hicieron por dinero. Solo tratan de proteger a sus familias y después bendicen a las otras familias con la herencia y el patrimonio.
Octavo: Dios no lo establece como comportamiento normativo. No dice… «Por lo tanto vayan y entierren a los agagueos. Vayan y hagan lo mismo. Destruyan a sus enemigos». Aquí no habla de una guerra santa, de tratar de conquistar a otros y encarcelar a los inocentes. No dice que hagan eso en absoluto. Es una situación única en la historia. Es un momento muy complicado para el pueblo de Dios. Lo que está en riesgo es la supervivencia del linaje familiar que conduce a la venida de Jesús.
Por lo tanto esto no es normativo. No debemos aprender de esto: «Vamos al campo de tiro muchachos a prepararnos para el fin del mundo, y dígale a su esposa que haga más mantequilla y llena la alacena con enlatados. El fin se acerca y vamos a matarlos a todos». No estoy hablando de eso, para que quede claro. Para que quede claro, no estoy aprobando la violencia irresponsable. No estoy aprobando y de ninguna manera ni instando que hagan daño a nadie en forma pecaminosa. No estoy hablando de dar escalada al conflicto.
Solo estoy diciendo que los soldados tienen derecho a defenderse, los agentes de policía tienen derecho a defenderse. Los ciudadanos tienen derecho a defenderse. Y es triste cuando tienen que hacerlo, pero cuando deben hacerlo, deben hacerlo. ¿Amén? Es exactamente lo que pasa aquí.
Y lo que sucede es que en un solo día verán en un momento que hay lamentación y regocijo. Y cuando viene la justicia hay luto y regocijo simultáneamente por los que murieron, hay una gran cuenta de cuerpos en el capítulo 9. Hay funerales donde madres y padres, hermanas y hermanos, esposas, y novias están de luto. Mientras tanto, como verán en un momento, hay fiestas y banquetes y festivales porque el pueblo de Dios se regocija. Cuando viene la justicia, hay luto y regocijo simultáneamente.
Lo mismo pasa en la cruz de Jesucristo. Jesús es Dios, vive sin pecado, muere en la cruz en nuestro lugar por nuestros pecados. Al pensar en eso, hay luto. Nosotros matamos a Dios. Y hay regocijo: Él murió por nosotros y por nuestros pecados.
Lo mismo pasará en la segunda venida del Señor Jesucristo cuando venga a juzgar a vivos y muertos, y compareceremos delante de Él para rendir cuenta. Para algunos, será un día de luto porque permanecerán en la herencia espiritual de los agagueos, como enemigos de Dios, condenados a una muerte justa, y su eternidad será un funeral infernal. Para el pueblo de Dios, será como la descendencia espiritual de Ester y Mardoqueo; un día de banquetes, alegría, gozo, y regocijo. Somos perdonados y nuestros enemigos: Satanás, el pecado, y la muerte han sido conquistados para siempre. Y ahora vivimos en paz sin ninguna amenaza contra el pueblo de Dios.
Tercera pregunta: ¿Por qué tuvieron éxito como misioneros Ester y Mardoqueo? Ester 8:15–17. Permítanme explicar esto un momento. Permítanme introducir la lectura de la Escritura. La iglesia Mars Hill es una iglesia misional. Hemos usado ese lenguaje desde mediados de los 90 cuando empezamos, o sea que Dios envía misioneros a las culturas paganas para llevar justicia, amor, misericordia, y verdad, para que los que no conocen a Dios lleguen a conocer al Dios de la Biblia. Eso es un misionero.
A veces el pueblo de Dios envía misioneros intencionalmente. Algunos de ustedes pensarán: «Bueno, quiero estudiar en un instituto bíblico o seminario. Quiero calificar para misionero. Quiero que una iglesia o entidad misionera me envíe a algún sitio, y quiero ser trasladado a un lugar donde haya un montón de paganos que no conocen a Jesús para hablarles de Jesús y plantar una iglesia». Así se hacen las misiones.
A veces en la providencia de Dios las misiones se llevan a cabo porque el pueblo de Dios ya están dispersos en lugares paganos como Portland o Albuquerque, o Seattle, hipotéticamente. Ya están dispersos en lugares como Orange County. Y el pueblo de Dios ya está allá con tarea y encargo divinos. Hechos 17 dice que Dios ha determinado nuestros tiempos y los lugares en que vivimos. No estamos aquí por casualidad o circunstancias, o por suerte, sino por la providencia.
Ester y Mardoqueo debían haber estado en Jerusalén. Debían haber estado en Susa. Debían haber estado con el pueblo de Dios cerca de su presencia en el templo en vez de vivir lejos. Pero aun así, Dios viene a estar con ellos y se vale de ellos como se vale de nosotros. Algunos de ustedes están en lugares donde no deberían estar físicamente. Algunos de ustedes en lugares donde no deberían estar en sus relaciones. Pero Dios puede alcanzarlos ahí y puede valerse de ustedes si se arrepienten y crecen para ser misioneros, para que vean a otros conocer al Dios de la Biblia y experimentar un cambio de vida y para que el pueblo de Dios vayan a lugares donde aún no hay pueblo de Dios. Eso es lo que llamamos iglesia.
Una forma de examinar las misiones es por medio de la historia de Ester y Mardoqueo. Pertenecen al pueblo de Dios y están en un lugar pagano, Persia. Están en una cultura pagana. No han revelado su identidad como adoradores del Dios de la Biblia. Lo han ocultado por mucho tiempo. Después salen del closet proverbial y se identifican con el pueblo de Dios. Y no lo hacen como clero, lo hacen como políticos. Algunos de ustedes lo harán como líderes o profesores. Son un hombre y una mujer que trabajan juntos como pueblo de Dios, para la gloria de Dios, y el bien del pueblo de Dios.
Al ver cómo Ester y Mardoqueo se portan como misioneros en la cultura, digamos que no exactamente como Daniel, su homólogo. No empiezan siendo asombrosamente santos de principio a fin. Empiezan como algunos de nosotros: un poco comprometidos, un poco mundanos, y no muy impresionantes. Pero en la gracia de Dios, crecen y maduran y se vuelven unos misioneros muy dotados, útiles y maduros.
Lean conmigo el capítulo 8. «Entonces Mardoqueo salió de la presencia del rey…»; o sea, a Mardoqueo le actualizan la vestimenta. ¿De acuerdo? Ahora puede ir de compras. «En vestiduras reales de azul y blanco». Mejor dicho, ahora tiene un carro con rines. O sea, anda al estilo hip-hop. Es decir, luce muy bien. «Con una gran corona de oro y un manto de lino fino y púrpura», el color de la realeza.
«Y la ciudad de Susa dio vivas y se regocijó». Es una estrella del rock. Es como un héroe de guerra. Todos conocen a este hombre. Ahora los dos creyentes más famosos de todo el Imperio Persa son Ester y Mardoqueo. O sea, Twitter está que revienta con ellos, aparecen en la portada de Time magazine los entrevistan en todos los programas nocturnos de entrevistas. Pasaron de ser nadie a ser algo, de se pobres a ser ricos, de ser desconocidos a ser muy conocidos. Todo ha cambiado para ellos.
«Para los judíos fue día de luz y alegría, de gozo y gloria». Es día festivo para el pueblo de Dios, ¿cierto? Alguien traiga el kazoo y los guisados. Somos el pueblo de Dios, tenemos que hacer una comida de traje. Es día festivo para ellos. «En cada provincia, en cada ciudad y en todo lugar adonde llegaba el mandato del rey y su decreto había», ¿qué? «Alegría y gozo para los judíos, banquete y día festivo».
Repito, cuando viene la justicia hay luto para los impenitentes, pero hay regocijo para el pueblo de Dios. No hay excusa para los que murieron, porque el decreto fue dado: «No ataquen al pueblo de Dios. Ellos se defenderán», y aún así algunos no se arrepintieron y siguieron en su pecado, y pagaron la pena máxima con su propia vida. Y el pueblo de Dios se regocija. «Fuimos salvos por la gracia de Dios».
«Y muchos de entre los pueblos de la tierra se hicieron judíos, porque había caído sobre ellos el temor de los judíos». Ahí está. Una lectura cuidadosa del texto. No lo lean demasiado rápido. Parece un pequeño detalle, pero es de suma importancia. «Y muchos…». ¿Cuántos? Muchos.
¿A cuántas personas quiere salvar Dios? A muchos. ¿Cuántas personas quiere traer Dios a Mars Hill? A muchos. ¿Cuántas iglesias quiere plantar Dios? Muchas iglesias. ¿Cuántos grupos comunitarios quiere Dios que tengamos? Muchos grupos comunitarios. ¿Cuántas personas quiere Dios en esos grupos comunitarios? Muchas personas. ¿Cuántos diáconos quiere Dios? Muchos. ¿Cuántos ancianos quiere Dios? Muchos. Amigos, repito, solo dos cosas entrarán en el reino de Dios: Jesús y su pueblo. Muchas personas. Muchas personas. Ese es el corazón de Dios. Mars Hill, ese es mi corazón. Espero, confío y pido a Dios que ese sea el corazón de ustedes.
«Muchas personas se identificaron con los judíos». Puede que algunos se identificaron con ellos culturalmente. «Bueno, tenemos un vicepresidente judío, tenemos una reina judía. Los judíos tienen derecho a matar a sus enemigos. ¡Viva los judíos!». ¿Entienden? Pudieron haberse identificado culturalmente por razones menos que espirituales. Pero al menos algunos, digamos muchos, se convirtieron. Empezaron a adorar al Dios de Ester y Mardoqueo. «Háblennos del Dios que les salvó la vida. Háblennos del Dios que cambió su carácter, porque los hemos visto cambiar. Cuéntennos del Dios que les hace tratarnos de una manera distinta a la del rey. Él nos usa y ustedes nos aman. Cuéntennos de ese Dios. Queremos conocerlo».
La pregunta para ustedes hoy es: ¿A quién están evangelizando? Si usted es cristiano, de por sí ya es misionero. Ha sido enviado a su colegio, a su trabajo, a su negocio, o a su vecindario a estar ahí como misionero. Algunos dirán: «Pero no pertenezco a ningún ministerio vocacional». Ester y Mardoqueo tampoco, pero fueron misioneros eficaces porque estaban en una cultura pagana.
Dios nos llama a una cultura pagana, y ser misioneros significa ser fiel a la Palabra de Dios y simultáneamente contextualizarnos con la gente pagana. Si está contextualizado con la gente pagana pero no es fiel a la Palabra de Dios, usted no es un buen misionero, es un pecador. Si solo es fiel a Dios y no está en el mundo con la gente pagana, usted es otra clase de pecador. El primero es un rebelde malvado; el segundo es una persona religiosa y santurrona. Dios quiere que sea fiel a las Escrituras y que tome parte en las vidas de las personas en la cultura donde vive la gente pagana para que muchos conozcan al Dios de la Biblia.
Lo que voy a hacer ahora es desmentir un mito evangélico muy común y darles una alternativa sobre cómo cambia la cultura. A los misioneros les interesan dos cosas: que la gente conozca al Dios de la Biblia, y cambiar la cultura. Ambas cosas, ¿cierto? Porque digamos que vive en una cultura donde oprimen y maltratan a las mujeres. Si todos se vuelven cristianos pero todas las mujeres siguen siendo oprimidas y maltratadas, con eso no basta. Queremos que la gente conozca al Dios de la Biblia y que la cultura que los rodea cambie y refleje el amor, la gracia, la misericordia, y el corazón de Padre del Dios de la Biblia.
¿Bien, cómo ocurre esto con Ester y Mardoqueo? Bien, el mito evangélico prevaleciente es este: Que la cultura fluye de cada corazón humano. Es un mito prevaleciente y es muy poderoso en occidente donde tendemos la narrativa de este mito: que una persona completamente consagrada a una causa puede cambiar el mundo.
No importa que en una generación sea el Llanero Solitario, y en otra generación sea Rambo, o en otra generación sea el Hombre de Hierro. No importa. Es un mito cultural prevaleciente. La persona cuyo corazón se consagre a una causa puede cambiar el mundo, porque el cambio empieza aquí e infecta y afecta a todos y a todas las cosas. No es cierto. No es cierto. Mardoqueo había gemido y llorado protestado y se había lamentado, había ayunado y orado en cilicio y cenizas. Nada cambió hasta que cambió su posición en la cultura.
Lo que pasa, según algunos es: «Lo único que necesitamos es cambiar más corazones y la cultura cambiará. Evangelicemos en masa sin preocuparnos por las estructuras sociales, solo por cada corazón». El problema es que la cultura no cambió porque el pueblo se pusiera de acuerdo con Jerjes. La verdad es que muchísima gente no estaba de acuerdo con Jerjes. Cuando le dio permiso a Amán para decretar genocidio, leemos en el capítulo 3, verso 15 de Ester: «La ciudad de Susa estaba consternada». Capítulo 4, verso 3: «Y en cada una de las provincias y en todo lugar donde llegaba la orden del rey y su decreto, había entre los judíos gran duelo y ayuno, llanto y lamento; y muchos se acostaban sobre cilicio y ceniza».
Individualmente, el corazón de Mardoqueo fue roto aunque no había cambiado la cultura. Colectivamente, el corazón del pueblo de Dios fue roto aunque la cultura no había cambiado. Los persas que vivían en la ciudad de Susa fueron quebrantados aunque la cultura no había cambiado.
Y hay otros que dicen: «Entonces tenemos que cambiar el corazón humano cambiando leyes e imponiendo leyes que obligan a la gente a actuar en forma moral para que su corazón cambie». Pero la ley nunca cambió. Era la ley de medos y persas. La sentencia de muerte nunca fue erradicada. Otra ley más justa fue creada para negar la otra, pero la ley era inmutable.
Les dirá unas cosas sobre la ley también. Primero: la ley no cambia a las personas, la ley sigue a las personas. Funciona así: todos están haciendo algo aunque sea malo. Votamos por alguien que nos represente y diga que es bueno. Eso es. Y después los cristianos se frustran. ¡Eso está mal! Sí, pero es lo que quiere la mayoría. Por eso votaron por la persona que podía cambiar la ley para permitir lo que Dios no permite; pero eso es lo que hace el pecador. O sea que la ley no tiende a cambiar a la gente, las leyes siguen a la gente que no ha cambiado.
Segundo: aun las leyes buenas son desobedecidas. Les diré algo. ¿Sabían esto? Los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, el Pentateuco, contiene más de 600 leyes. Leyes perfectas, buenas, dadas por Dios. ¿Sabe lo que hacemos? Las desobedecemos. Aunque consigamos una ley buena, alguien la va a desafiar. Por eso es que, aun en la cultura, si aprueban una ley, la gente no la obedece. Hasta el pueblo de Dios no obedece las buenas leyes.
¿Entonces cómo cambia la cultura? Voy a cambiar a una perspectiva sociológica. Algunos preguntan: «pastor Mark, por qué no participa más en la política? ¿Por qué no se convierte en un defensor de la moral? ¿Po qué no lucha a favor de ciertos temas?». No es porque sea cobarde y no es porque tema la controversia, ¿cierto? Mi trabajo es enseñar la Biblia, ser un buen misionero, para que la gente conozca a Jesús; y tengo que pastorear a la gente indiferentemente de su afiliación o tendencia política.
Además, quiero propiciar el cambio cultural. y no me da miedo decirlo. Y a veces pienso que el pueblo de Dios necesita defender las leyes justas y necesitan votar por sus convicciones bíblicas, pero quiero que seamos sabios y quiero que veamos las cosas desde una perspectiva, digamos, poderosa y bíblica del evangelio. ¿De acuerdo?
Tomaré este concepto de un hombre llamado James Davison Hunter. Escribió un libro llamado: Para cambiar el mundo. Es un sociólogo cristiano y estudia históricamente cómo se efectúan cambios en la cultura. Dice que la mayoría no define ni forma la cultura, sino una minoría poderosa. Que en la historia del mundo occidental centenares y quizás miles de personas, (estoy resumiendo un argumento muy complicado), son responsables por la cultura de occidente en su totalidad.
Después ilustra sus conceptos diciendo cosas como: «La mayoría de los cristianos estarían de acuerdo en que la cultura está empeorando, ¿cierto? Por el trato de las mujeres con la pornografía, el tráfico sexual, la agresión sexual, diríamos que está empeorando, por el asesinato de los nonatos; de hecho, 50 millones de personas no podrán votar este año porque no alcanzaron a salir del vientre. La cultura está poniéndose peor y más oscura, y lo que sale en la televisión y en las películas, y en Internet, y lo que les está pasando a los niños, y la irresponsabilidad de los hombres, todo está empeorando; sin embargo, la mayoría de los estadounidenses dicen: ‘Yo creo en Dios. Creo que la Biblia es la Palabra de Dios’. Y la mayoría diría que cree en el Dios de la Biblia. La pregunta es, ¿cómo es posible que la mayoría crea en eso y todo se ponga peor?».
Por contra, se vale de ciertos grupos minoritarios por su promedio en la población para demostrar que su influencia es desproporcionada. Por tanto, en los Estados Unidos de América, casi el 3% son judíos, pero son poderosos. Según las últimas encuestas realizadas por Gallup, ¿qué porcentaje de las personas se identifican como homosexuales? el 3,4% No son muchas personas, pero tienen una comunidad de personas muy influyentes.
Se vale de esas ilustraciones para señalar este hecho: Que un solo corazón humano no cambia la cultura. Una cantidad de corazones humanos no cambian la cultura Las personas cambian la cultura dependiendo de dónde están ubicadas en la cultura. Usa esta analogía: Todos tenemos distintos capitales financieros, ¿cierto? El valor neto de algunos de ustedes es mucho más grande que el de otros. Lo que pasa económicamente, pasa socialmente. Algunos tienen mucho menos capital, algunos tienen poco capital social. Y lo que está diciendo es que no es el individuo, sino su ubicación en la cultura; eso es lo que efectúa el mayor cambio.
Les daré una analogía sencilla. Si llevan tiempo de conocer a Mars Hill, la habrán escuchado. Muchos de ustedes son nuevos, por lo cual debo repetirla. Fui a la India hace unos años a reunirme con un plantador de iglesias nuestro con quien llevamos muchos años trabajando como socios, es un gran hombre de Dios, y nos montamos en una rickshaw que es como un carro fabricado por Jack Kevorkian, hecho de una bicicleta con un motor, ¿entienden? Nos montamos en el rickshaw e íbamos por la senda junto a un río.
La cabecera del río empieza más arriba en la montaña, y es bastante limpio allá arriba, pero entre más anda uno junto a este río por horas, horas y horas, se pone más sucio, más oscuro, más cochino y oloroso, por el desagüe abierto. Todos usan el inodoro de donde fluye a un desagüe abierto en la calle, ¿y va a parar a dónde? Al río. La gente tira la basura al río. Todo lo que uno detesta, y uno dice: «Hombre, qué cochinada. No quiero esto cerca de mi casa», y lo tiran al río. Uno piensa: «Oh, me deshice de eso». Hay animales muertos en el río, la gente usa el baño en el río, la basura la tiran al río.
Lo que eso significa es que al seguir el cauce río abajo, al poco tiempo no huele bien. Es como el aliento de Satanás. O sea, así huele eso. No sé a qué más compararlo, era horrible. Pensé: «Dios mío, esto es horrible». Y la gente vive ahí. Pues así es la cultura, ¿entienden? Tiene una fuente de donde fluye, y fluye río abajo.
Ahora con esa misma analogía, si quisiéramos limpiar ese río la clave sería empezar río arriba lo más arriba posible, ¿cierto? Si está abajo al final del río diciendo: «Oh, tengo que sacar toda la basura y todo el desagüe del río», esto nunca va a cambiar, y todos a lo largo de su cauce van a enfermarse. Así que para efectuar cambios tenemos que subir por el cauce hasta donde pueda para frenar ese flujo de inmundicia. Lo mismo pasa culturalmente. Lo mismo pasa culturalmente.
Ester y Mardoqueo estaban río abajo. Ella era huérfana, él era un hombre soltero que criaba a una niña con un trabajo común. No podían cambiar la cultura. Podían ayunar, podían estar de luto, podían protestar. Otros podían ayunar, estar de luto, y protestar. Pero el pueblo de Dios necesitaba movilizarse río arriba y cambiar las cosas a los más altos niveles. Si quiere cambiar la ley, elija profesores que aman a Jesús en las escuelas de derecho para que entrenen abogados que después vayan y ejerzan como jueces. Río arriba.
Asimismo, usaré otra analogía. Digamos hipotéticamente que hay una abuela en los suburbios que no le gusta la música rap porque menosprecia a las mujeres. Podría frustrarse mucho, pero a decir verdad no puede efectuar cambios a menos que vaya río arriba, o quizás si su hijo fuera dueño de una compañía disquera si puede arrastrarlo a la iglesia y conoce a Jesús y se arrepiente, tendría la oportunidad de cambiar lo que distribuye y lo que emite en las ondas sonoras.
En las ciudades, la cultura se forma río arriba. Por eso hemos escuchado repetidas veces que estaban en Susa, estaban en Susa, estaban en Susa, la ciudad más poderosa y acaudalada del mundo. En las ciudades hay universidades, hay abogados, hay bancos, están los que dan forma a la cultura. Por eso es que la cultura, la educación, el arte, y el transporte, emana de la ciudad y sale de ahí a las zonas rurales.
Por eso es que si usted es un gran músico y vive en una granja y quiere tener éxito en la música country tiene que mudarse a la ciudad porque ahí es donde están los clubes, y donde están los sellos discográficos y los medios de información, y la cultura sale de esos lugares.
El río no fluye en doble sentido. No fluye río abajo a río arriba. Fluye río arriba a río abajo. Las ciudades están río arriba. Las ciudades son dos cosas: densidad y diversidad. Más personas, más clases de personas. La infraestructura para el transporte y la comunicación está en las ciudades. Están en Susa, una ciudad, están río arriba; ella es la reina y él es vicepresidente. Entonces se efectúa el cambio y le salvan la vida a las personas.
Por eso es que Pablo en el Nuevo Testamento el leer el libro de Hechos, sus viajes misioneros eran de ciudad, en ciudad, en ciudad, en ciudad, en ciudad. Wayne Meeks, Rodney Stark, historiadores de la antigüedad al investigar esto dicen que incluso evitaba las zonas rurales. En los primeros días de la iglesia, la palabra pagano quería decir literalmente el que vive en la granja. Pero los que vivían en las ciudades por lo general eran cristianos. Estaban tratando de ir río arriba para marcar la diferencia culturalmente. Lo que vemos con Mardoqueo y Ester es esto: ir río arriba permite al pueblo de Dios efectuar cambios que de otra manera no serían posibles.
Así que permítanme decirles: Necesitan examinar qué tan río arriba están. ¿Qué influencia, qué autoridad, qué oportunidad le ha dado Dios para efectuar cambios en la parte del río donde vive? En el continuo cultural, ¿dónde se encuentra y qué cambios puede efectuar ahí?
Segundo: ¿cómo puede ascender más río arriba? Algunos de ustedes no necesitan ingresar a ministerios vocacionales, necesitan ser banqueros, abogados, y políticos. Necesitan ser músicos, necesitan dirigir sellos discográficos, necesitan televisar el noticiero nocturno, necesitan ser reporteros para contar las historias del pueblo de Dios. Necesitan tratar de ascender río arriba lo más que puedan.
Y para los que están río arriba y aún no conocen a Dios, o si ya pertenecen al pueblo de Dios, pero han vivido en el closet porque se resisten a la clase de oposición que puedan afrontar como les pasó a Mardoqueo y Ester, ¿se arrepentirá al reconocer que Dios en su providencia lo ha puesto río arriba? No para su propia riqueza, no para su propia fama, no para su propia comodidad… eso era lo que pensaba Amán, y mire lo que le pasó a Amán. Fue crucificado en su propio patio porque ascendió río arriba pero no amaba a Dios y no servía al pueblo de Dios.
Si Dios lo ha puesto río arriba, ¿hará pública su fe y luchará por la justicia? ¿Les dará una voz a quienes no tienen voz? ¿Les dará poder a quienes no tienen poder? ¿Usará su dinero y sus oportunidades para hacer el bien a todas las personas, pero mayormente al pueblo de Dios? Esa es la pregunta.
Mars Hill, por eso plantamos iglesias en las ciudades. Es algo estratégico, es algo misiológico, y es bíblico. Por eso les insto, les exhorto, y los invito a criar a sus niños río arriba, que tomen las oportunidades río arriba. Y cuando lleguen ahí, no se porten como Amán ofendiéndose porque las cosas no resultaron como quería. Pórtense como Mardoqueo y Ester y hagan lo recto a los ojos de Dios, y hagan bien al pueblo de Dios.
Mars Hill, algunos de ustedes son muy poderosos, algunos son muy ricos, algunos son muy dotados, muy talentosos, y muy exitosos. Dios les ha dado todos esos dones. «Al que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él».
Segundo, algunos de ustedes van en camino. Hay muchos jóvenes y cristianos nuevos en Mars Hill. Quiero que consideren su vocación como parte de su misión. Quiero que estudien mucho, que trabajen duro. Quiero que hagan crecer su negocio. Quiero que maximicen sus oportunidades.
Y para los que estamos orando por ellos y sirviéndoles, no los juzguemos. Esperemos a ver qué hacen con el dinero que reciben y el poder que disfrutan, y la posición que les dieron. Quizás podamos tener unos cuantos misioneros más como Mardoqueo y Ester en nuestras filas.
Por último, todo esto apunta hacia el Señor Jesucristo quien vino Él mismo a la cultura pagana del mundo. Deja el Cielo y viene a la Tierra. Se une al pueblo y habla un idioma, asiste a las fiestas y festivales. No tiene pecado pero es un misionero, llama a la gente al arrepentimiento y ellos tratan de matarlo; y lo matan, y muere.
Fue un día de luto y de regocijo porque mataron a Dios pero nos salvaron a nosotros. Después Jesús se levanta de la gran ciudad de Jerusalén. Es interesante que Jesús empezó en zona rural, pero para ascender río arriba tuvo que ir a Jerusalén. Murió, resucitó, y ascendió al Cielo, y ahora Jesús está río arriba en la cúspide, Mars Hill.
Jesús es un mejor misionero. La gente no podía salvarse sola, y Mardoqueo actuó como su Salvador terrenal, pero Jesús nos sirve como Salvador Celestial de pecadores que no pueden salvarse ellos mismos. Mardoqueo fue sentenciado a muerte y se levantó para salvar a la gente de la muerte y reinar como un rey, pero Jesús en efecto murió y resucitó para salvar a la gente de la muerte eterna y para reinar como Rey de reyes.
Mardoqueo escribió un mensaje de vida y lo tradujo a muchos idiomas y lo mandó al pueblo, pero Jesús ha enviado su perfecta Palabra, la cual ha traducido a miles de lenguas.
Mardoqueo permitió que los enemigos de Dios murieran por su pecado, pero Jesús vino a morir por nuestro pecado, aunque éramos sus enemigos. La muerte de los enemigos permitió que el pueblo de Dios viviera, y Jesús murió en lugar de sus enemigos para que podamos vivir. La sentencia de muerte era irreversible, pero fue cancelada para algunos. Asimismo, mediante el pecado todos mueren, pero por medio de Jesús la sentencia de muerte de algunos es cancelada.
La muerte vino a Persia solo para aquellos que no se arrepintieron de su pecado, ya que el problema no era racial, ni nacional, sino moral y espiritual. Asimismo, Jesús solo destruye a los impenitentes y perdonará a cualquier persona, de toda raza y nación, por cualquier cosa.
Sin Mardoqueo, la gente hubiera padecido una ira mortal, y sin Jesús la gente padecería una ira mortal y eterna. Así como los enemigos de Dios fueron destruidos en un día, los enemigos de Dios serán destruidos en un solo día a la segunda venida de nuestro gran Dios y Salvador, el Rey de reyes, el Señor Jesucristo.
Dios Padre, pido por nosotros como pueblo. Dios, primero, pido por los que no son aún tu pueblo, que como vimos en los tiempos de Ester, muchos se vuelvan tu pueblo. Que hoy y todos los días muchos se vuelvan tu pueblo en la Iglesia Mars Hill y en todas las iglesias que tú amas. Señor Dios, pedimos por nuestros enemigos Señor Dios, que nos permitas amarlos, influenciarlos, y evangelizarlos. Dios, pedimos por los oficiales del orden público y los soldados que defienden nuestra libertad. Pedimos también por sus familias. Y Señor Dios , ayúdanos a ser buenos misioneros al ir en pos de las ciudades y los lugares difíciles donde no hay mucho pueblo de Dios. Permítenos ser buenos misioneros fieles a la Escritura, conectados a la cultura. Permítenos ascender río arriba hasta donde sea posible, para hacer toda la diferencia que podamos para que sean salvos todos los que puedan, y efectuemos todos los cambios culturales que puedan ocurrir. Dios, es una palabra seria, pero es una palabra útil. Todo cambió para el pueblo de Dios en Susa, así que Dios, nos parece reconfortante que aunque vivimos días oscuros, ciertamente no son tan oscuros como la sentencia de muerte para todo tu pueblo. Aunque batallemos con el liderazgo, nuestros líderes no son tan horrendos como Jerjes y Amán. Que tu pueblo, Señor Dios, río arriba pueda marcar la diferencia, por eso pedimos por tu pueblo río arriba: por los gobernantes, reyes, y las autoridades, por los empresarios, y las compañías, los medios de comunicación y las universidades. Pedimos por todo tu pueblo, Señor Dios, quienes te aman, para que suban río arriba y hagan el bien en el nombre de Jesús. Amén.
Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.