Santiago #2—Una vida dura, un Dios bueno(Santiago 1:2–8)

Las pruebas y la sabiduría

¿Cómo lo logró? ¿Cómo pudo vivir Jesús la vida que vivió? Alguna vez al leer los evangelios se han preguntado, ¿cómo lo logró? Cada vez que fue tentado, dijo ‘no’ al pecado. Cada vez que Satanás se le opuso, se mantuvo firme, no cedió terreno. Cada vez que un crítico se levantaba contra él, superaba y capeaba la tormenta. ¿Cómo lo hizo Jesús? ¿Cómo sabía qué decir y qué hacer sin negar sus emociones? A veces estuvo afligido. A veces lloró.

¿Cómo lo hizo? Quiero saber cómo lo hizo. Quiero que ustedes sepan cómo lo hizo. Quiero que sepamos cómo lo hizo para que admiremos su vida, y no solo eso, para que la disfrutemos y sigamos en su vida, y nuestra vida se inspire en su vida.

Tengo algo maravilloso que compartir con ustedes. Está en Lucas 2:40. Nos cuenta cómo lo hizo Jesús y nos da esperanza a todos nosotros hoy. Dice lo siguiente: «Y el Niño [Jesús]». Imagínense a Jesús joven. Aún no es un hombre maduro. Esto es al comienzo. Aquí fue donde todo empezó. Dice: «Crecía y se fortalecía», como todos nosotros debemos crecer y fortalecernos. Y esa es mi esperanza y oración para ustedes hoy.

«Llenándose de sabiduría». Eso es lo que necesitamos para vivir como Él vivió, o sea, vivir por la sabiduría que Él tenía. ¿Y de dónde vino? ¿Dónde consiguió sabiduría para su vida? ¿Dónde conseguimos sabiduría para nuestra vida? «Y la gracia de Dios estaba sobre Él». Este es el lenguaje que Lucas usa para describir el Espíritu Santo, que la Persona y la obra del Espíritu Santo es la fuente de sabiduría en nuestra vida. Jesús es Dios, Jesús es el segundo Miembro de la Trinidad.

Dios se hizo hombre, hizo a un lado el uso continuo de sus atributos divinos y vivió humildemente como nosotros debemos vivir. Tuvo que crecer y aprender como nosotros crecemos y aprendemos, tuvo que superar las cosas como nosotros tenemos que superarlas. Jesús nunca hizo trampa. Vivió una vida humana perfecta. Dios hizo eso. Dios se hizo hombre para identificarse con nosotros, para darnos ejemplo, para empoderarnos a volvernos como Él. Y lo logra por el poder del Espíritu Santo.

Así que, Mars Hill, hoy la pregunta para nosotros es, además de estar completamente atónitos y asombrados ante su vida, ¿cómo experimentamos y seguimos su vida? Podemos crecer. Podemos crecer en sabiduría porque el favor de Dios está sobre el pueblo de Dios por medio del Espíritu Santo.

A veces la vida es maravillosa, a veces dolorosa.

Y estoy muy emocionado hoy de poder enseñarles una de las secciones más prácticas de la Biblia, y fue escrita por el hermano menor de Jesús. Santiago estuvo ahí cuando nadie más estuvo ahí. Antes de que estuvieran sus discípulos, antes que estuvieran sus críticos, Santiago estuvo ahí. Santiago, el hermano menor de Jesús, estuvo con él y lo vio aprender y crecer, lo vio resistir la tentación, lo vio superar las pruebas.

Y Santiago aprendió de su hermano mayor, Jesús, y se volvió pastor y autor de la Biblia, y por el poder del Espíritu Santo nos va enseñar cómo su hermano mayor superó no solo los mejores días sino los peores; no los días fáciles, sino los días difíciles; no los días alegres, sino los días dolorosos.

Y comienza diciéndonos en Santiago 1:1: «Me llamo Santiago. Soy siervo de Jesús y de cualquier cristiano dondequiera que esté». Y en el segundo verso, nos da un salto hacia delante y empieza el libro de Santiago con los días duros, los días oscuros, los días difíciles, los días dolorosos.

Y me encanta que empiece aquí. Dice que el cristianismo funciona cuando más lo necesitamos. Jesús obra más cuando más lo necesitamos. El Espíritu Santo obra cuando más lo necesitamos. Y hay días en que necesitamos a Dios como nunca lo hemos necesitado, ¿y qué pasa en esos días? ¿En qué nos apoyamos en esos días? ¿A quién buscamos en esos días?

Y eso es lo que encontramos en Santiago capítulo 1, verso 2. Empieza diciéndonos que a veces la vida es dura. ¿Cuántos de ustedes, si ni siquiera son cristianos, piensan: «Estoy de acuerdo con el primer punto. Estoy de acuerdo con ese. Y no sé qué pensar del resto del sermón, pero la vida a veces es dura».

Y a veces como creyentes no les decimos a los no creyentes que a veces hasta con Jesús la vida es dura. Les decimos: «La vida es dura. Entrega tu vida a Jesús. Irás al cielo». Se nos olvida contarles la mitad, saben. Lo que llamamos la vida. La vida es dura. Conocemos a Jesús. Se pone más dura, pero después se vuelve mejor cuando lo veamos. La vida cristiana es la mejor vida, pero no es la vida más fácil, y a veces entre más cerca estamos de Jesús, encontramos más resistencia, al igual que Jesús.

No quiero mentirles a ninguno de ustedes, y me encanta que Santiago haya empezado aquí. Él es un pastor, y un pastor es alguien que ama a las personas y quiere tomar la verdad de Dios y aplicarla al pueblo de Dios para el bien de ellos. «Te amo. Soy tu pastor. De veras quiero ayudarte, amarte, servirte hoy». Estoy muy emocionado porque esta sección de las Escrituras fue un don especial para mí esta semana. Es increíblemente práctico, informativo, y útil. Y me encanta que Santiago haya empezado en forma realista: «A veces la vida es dura. Así que no se sorprendan cuando tengan un día malo, duro, difícil». ¿Por qué? Y Dios dice: «Escribí un Libro. Está ahí adentro. Les dije que eso pasaría. De hecho, lo puse en el verso 2. No estaba seguro si iban a leerlo todo, y lo puse al frente para que no lo pasaran por alto».

Bien, y dice lo siguiente: «Tened por sumo gozo». No lo digan así. Vaya qué– «gozo». «Tened por sumo gozo», de acuerdo, «hermanos míos». Esto incluye a las hermanas. Es el pueblo de Dios. «el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que», tenemos que saber algo, «que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su buen resultado», o sea, no se den por vencidos tan rápido, «para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada». A veces la vida es maravillosa, a veces dolorosa.

Ahora permítanme decir lo que él no está diciendo, porque cuando vengan las pruebas– y este es el tema de hoy: la pruebas y la sabiduría a través de las pruebas–. Cuando vienen las pruebas podemos sentir más de lo que pensamos, y tenemos que sentir lo que estamos sintiendo, pero piensen en lo que Dios está diciendo.

6 cosas que Dios no está diciendo

Antes de examinar lo que Dios está diciendo por medio de Santiago, quiero examinar lo que usted podría estar sintiendo en medio de su prueba. ¿Se encuentra en una prueba en este momento? ¿Cuántos de ustedes están en medio de una prueba ahora? Están pasando una temporada rigorosa, dura, difícil, oscura, devastadora y desalentadora. Cuando llegan esas temporadas, nuestras solemos tener una escalada de emociones elevadas. A veces sentimos con más claridad de lo que pensamos. Y ante todo quiero decirles lo que no está diciendo– y volveremos al texto a ver qué está diciendo–.

1. Le está castigando

No está diciendo lo siguiente: Cuando la vida es dura, Dios te está castigando. Falso o verdadero, ¿a veces nos sentimos así? «Si es un día duro, Dios debe estar castigándome». Repasa su vida y dice: «Bueno, qué hice. Debí haber hecho algo malo. Dios me va a castigar para que le pague por lo que hice o por lo que no hice». Eso es mentira, no es verdad. Quizás se sienta así, pero no le dé pábulo. Dios no castiga a su pueblo porque ya castigó a su Hijo.

Jesús fue crucificado y sobrellevó el pecado de todo su pueblo; padeció y murió en lugar de ellos por el pecado de ellos. Sería injusto que Dios castigara tanto a Jesús como a usted. Sería como mandar a dos personas a la cárcel por el mismo crimen. Sería una injusticia. Cosechamos lo que sembramos, tomamos malas decisiones, vivimos con las implicaciones y las complicaciones de nuestra propia locura, pero Dios nunca castiga a su pueblo por el pecado de ellos. Ya castigó a Jesús. Necesito que crean eso.

2. Dios nos está fallando

Segundo, Dios no nos está fallando. «Dios, dijiste que me amabas. No me parece. Dios dijiste que proveerías para mí. No lo estoy viendo. Dios, me has hecho algunas promesas pero no se están haciendo realidad en mi vida. Me estás fallando». Aunque no lo diga así, quizás lo sienta.

¿Cuántos de ustedes verdaderamente han estado o están en una temporada en que sienten que Dios les ha fallado? No es que Él les esté fallando. Podemos mirar al otro lado de la cerca en la vida de otra persona y decir: «Dios ciertamente ha cumplido sus promesas allá, pero no acá». Dios no le está fallando. Quizás Dios no haya terminado con usted, pero no le está fallando. Dios no carece de poder y Dios no carece de un plan. Y cuando usted está lastimado, necesita crecer en confianza, y de eso se trata la fe.

3. Dios le ha abandonado

Tercero, cuando la vida es dura, no dice que Dios lo haya abandonado. Es fácil creer a veces que Dios está cerca cuando las cosas van bien, pero es duro creer que Dios está cerca cuando las cosas son duras. Necesitamos tomar su palabra. Jesús dice: «Nunca te dejaré. Nunca te abandonaré. Estaré contigo siempre». Es una de las últimas cosas que nos dice antes de regresar al cielo. Envía al Espíritu Santo para que la presencia y el poder de Dios estén disponibles mediante la Persona del Espíritu Santo.

Dios no le ha abandonado. Usted no es un huérfano. Dios no es un Padre que los mira y dice: «Buena suerte hijos», y los abandona, quizás como sus padres terrenales los abandonaron. Su Padre Celestial no es así. Él no los abandona.

4. Dios es malo con usted

Cuarto, Dios no es malo con usted. Y a veces cuando el mal nos abruma, parece que Dios estuviera siendo malo con nosotros. Puede que me sienta así. Teológicamente podemos asumir esa postura rápidamente y muy erradamente cuando pensamos así. «Dios es soberano. Todo lo que ocurre debe ser su voluntad. El mal ocurre, ergo, Dios es malo».

No es verdad. Hay cosas que ocurren que contristan a Dios, que rompen el corazón de Dios, que son rebeldía, locura, y pecado contra Dios. No todo en el mundo es como Dios quiere que sea. Génesis registra los días en que la gente solo hacía lo malo todo el tiempo, y eso le pesó al Señor. Jesús llega y llora por lo que ve. Dios no está sonriendo ni le agrada todo ni a todos. Muchas cosas rompen su corazón además de transgredir su ley.

Dios no es malo. Dios no hace el mal. Dios no es como lo enseñan en las religiones de oriente o en las religiones más animistas, nativas, panteístas y pananteístas, diciendo que es bueno y malo. Dios es bueno solamente, Dios siempre es bueno, y Dios está lidiando con el mal. Y el mal no representa a Dios, es guerra y rebeldía contra Dios. Pero puedo sentirme así. Además, cuando la vida es dura, no significa que Dios vaya a mejorar las cosas para uno.

5. Él mejorará todo para usted

Algunos de ustedes tienen un cristianismo más simplista que bíblico. Y el cristianismo simplista dice: Es duro, pero va a ser genial, espere y verá, ¿de acuerdo? ¿Cuántos de ustedes han esperado mucho? Y piensan: «Esto no funciona. Las cosas no están mejorando». Dios no promete que las cosas vayan a cambiar, Dios promete que usted va a cambiar. Dios no promete: «La vida es dura. espera que va a mejorar». Puede que no. Puede que empeore.

6. Él contestará todas sus preguntas

Y cuando la vida es dura, no dice que Dios vaya a contestar todas sus preguntas. Cuando la vida se pone dura, viene una prueba, una tormenta, es fácil tener una lista: A Dios le va importar. Tengo preguntas. ¿Por qué? ¿Dónde? No entiendo esto. Conciliemos, por favor explícame, clarifica, necesito ver».

Y Dios dice: «Vive por fe, no por vista. Búscame a mí, no a las respuestas. No contestaré todas tus preguntas en esta vida, te lo prometo». Muchas de ellas ya están contestadas en la Palabra de Dios, pero tendrán que esperar algunas de ellas. Pablo nos dice que vemos en parte, no plenamente. Y dice que hasta que veamos a Jesús cara a cara no tendremos respuesta a todas nuestras preguntas. No dice que cuando la vida es dura Dios nos está castigando, Dios nos está fallando, Dios nos ha abandonado, Dios es malo con uno, que Dios va a arreglarlo todo, o que Dios tiene que darle respuesta. ¿Qué dice?

3 cosas que Dios dice sobre las pruebas

Volvamos a Santiago 1:2-4. Lo que dice es que a veces la vida es dura. «Tened por sumo gozo». «Tened por sumo gozo, hermanos míos el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia». Verán esa palabra dos veces ahí. Es una palabra grande e importante. «Y que la paciencia», ahí está otra vez, «tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada».

1. Ustedes van a encontrar pruebas

Dice tres cosas: Cuando vengan las pruebas. No dice ‘si vienen’. ¿Cuántos de ustedes esperaban ese condicional? Pensaron: «Ojalá hubiera puesto ese condicional». ¿Qué posibilidades tendría en Las Vegas de que me toque una prueba? O sea, ¿qué probabilidades tengo? Al ciento por ciento. Tendremos pruebas. Al cien por cien. Cristianos nuevos, no se dejen asustar por esto. «Ay caray, me tocó una prueba. El cristianismo no está funcionando». No, sí está funcionando. Santiago empieza ahí, ¿de acuerdo? Bienvenidos al curso de iniciación. Les va a doler. «Oh, en serio, está bien. Supongo entonces que debo esperar que me duela». Cuando vengan las pruebas.

Así que el primer punto es cuando vengan las pruebas. Cuando vengan las pruebas, no digan: «Dios, ¿por qué? ¿Dónde? No entiendo. ¿Qué? No tenía idea. De haberlo sabido, hubiera… ¿qué, qué?». Dios dice: «No, yo te dije que vendrían las pruebas». Algunos de ustedes están en medio de pruebas en este momento. Algunos de ustedes ven los nubarrones en el horizonte.

2. Sepan esto: es una prueba, una oportunidad

Segundo, dice: «Cuando vengan las pruebas, sepan esto». Sean muy fuertes. Sepan esto. No olviden esto. Tomen esta verdad en su mano. Aférrense a ella. Este es su chaleco salvavidas, ¿verdad? O sea, manténganla cerca. «Sabiendo que cuando viene la dificultad, es una prueba. Un examen puede ser algo bueno o malo. Dependiendo de lo bien o mal que tome el examen. Si lo aprueba, es muy alentador. ¿Cuántos de ustedes han tomado un examen, quizás en sus estudios? Y dicen: «Tomé el examen. Fue un poco estresante. Saqué una buena calificación. Estuvo padrísimo». La vida está llena de pruebas, pruebas espirituales. Un problema es una prueba.

Y significa lo siguiente: es una oportunidad. Es una oportunidad de demostrar que usted está en Cristo, de ver quién se está volviendo en Cristo. A primera vista, un problema parece un ataque. Y él dice: «Quiero que sepan esto. Es una prueba». Es una prueba.

3. Van a encontrar varias clases de pruebas

Y necesitan saber esto, que hay varias clases de pruebas. Económicas, emocionales, físicas, espirituales, mentales, relacionales, matrimoniales, vocacionales. Varias clases. Y él dice: «Diversas pruebas». ¿Saben qué significa? Que no sabemos de dónde vienen. Podrían venir de cualquier parte. Las pruebas pueden surgir de cualquier aspecto de su vida. Y no siempre vienen una por una.

¿Cuántos de ustedes han notado eso? ¡Ay, ay, ay, oiga! Diversas pruebas. Y a veces superamos una prueba en una área de nuestra vida y pensamos: «Menos mal que eso se acabó», y surge otra prueba en otra área de la vida. «Puse en orden mis finanzas, y mi relación fracasó. Ahora estoy en otra prueba».

No comparen las pruebas

Por lo tanto, no quiero que hagan esto. No quiero que comparen pruebas con otras personas. Algunos de ustedes tienen mucha sabiduría y experiencia en otras áreas. En cambio, otras personas tienen otra clase de sabiduría y experiencia en otras áreas. Algunos de ustedes tienen una capacidad enorme en con las finanzas. Si surge un problema económico en su vida tienen sabiduría para saber qué hacer con eso.

Algunos de ustedes dicen: «No sé, cuando paso de diez me quito los zapatos y trato de contar, pero no soy bueno con los números. Y en materia de cuadrar un presupuesto y ajustar mis finanzas, me agobio mucho y con mucha facilidad». No es justo que esta persona diga: «Eso es pan comido. Es una prueba pequeña». Es difícil para la otra persona.

En cambio, puede que esta persona tenga mucha capacidad emocional para las relaciones, y el trauma, y lo dramático, y que esta otra tenga muy poca capacidad emocional. O sea, dos relaciones tensas y están en posición fetal leyendo Lamentaciones. No pueden, ¿verdad? No es justo que esta persona diga: «Vamos, deberías tomar el toro por los cuernos. Tener más presencia emocional y ser más compasivo». Y ellos dicen: «Eh, los números. Me gustan los números, no las personas».

Todos somos diferentes. Tenemos diversidad de pruebas. Y Dios no hace que el mal nos caiga encima, pero se vale del mal para nuestro bien y para su gloria. Y a veces Dios permite pruebas en nuestra área de debilidad. Lo que es difícil para uno puede resultar fácil para otro, y vice versa.

La firmeza y la madurez

Entonces nos dice que vendrán las pruebas, y nos conviene saber que son una prueba y que no debemos comparar nuestras pruebas con las de otros. Y finalmente, si las aprovechamos, podrían producir dos cosas: firmeza y madurez.

La firmeza es perseverancia, fortaleza. La Biblia en otra parte dice: “Estad pues firmes”. Es como la orden dada a un soldado: «Guarde su puesto». Firmeza. Soportamos, perseveramos, capeamos la tormenta; la superamos, no nos damos por vencidos, no nos rendimos. Y él dice: «Si lo reciben como una prueba, un examen, una oportunidad, y producen firmeza, resultará en madurez».

Esto significa que se volverán más piadosos, se volverán más como Jesús. La dificultad será usada para transformarle. ¿Cuántos de ustedes quieren ser más como Jesús? ¿Cuántos de ustedes quieren tener dificultades? ¿No es cierto? Para que lo sepan, son la misma pregunta. Correcto, o sea: «Quiero ser musculoso sin alzar pesas. Quiero aprender mucho sin leer libros». No funciona así. Causa y efecto; sembramos, cosechamos; la firmeza produce madurez.

Algunos de ustedes son inmaduros porque carecen de firmeza. Carecen de firmeza. Por tanto, las relaciones pueden… Estoy tan emocionado de hablar más rápido que mi boca. Es un problema grande que tengo. Pero los amo mucho y estoy muy emocionado, y quiero ayudarles mucho, y pienso que esta es Palabra de Dios para ustedes hoy. De hecho, estoy seguro de ello.

Pero si tienen una relación difícil y se dan por vencidos, y tienen otra y se dan por vencidos, y si tienen un trabajo difícil y se dan por vencidos, y otro trabajo difícil y se dan por vencidos, y van a una iglesia y tienen un conflicto y se dan por vencidos y van a otra iglesia y tienen un conflicto y se dan por vencidos, ¿saben lo que no están haciendo? No están madurando, porque no tienen firmeza. Pablo lo dice así: «La paciencia produce» ¿qué? Carácter probado. Santiago dice lo mismo. La firmeza produce madurez; es lo mismo. Es lo mismo.

Eso significa que nuestra piedad no es a pesar de nuestro problema o en torno a nuestro problema, sino en lo que Dios hará en y por medio de nosotros a través de nuestro problema. Y él dice: «Necesito que sepan esto para que cuando estén en medio de ello, lo reciban como una oportunidad de Dios y no como un obstáculo».

Porristas religiosos

Y dice: «Si todo esto sucede, ténganlo por sumo gozo». Cuando los líderes religiosos dicen esta palabra, quiero darles la diestra de una manera impía a la gente religiosa cuando tratan de usar este verso. Parece ser el verso favorito de la gente religiosa, pero lo usan mal. «Tened por sumo gozo». Su manera de decirlo. Y suena como si estuvieran diciendo: «Todo cristiano es un porrista. ¡Viva, tengan por sumo gozo!». No voy a animarlo porque no soy tan flexible ni alentador, pero sabe de qué estoy hablando. Tened por sumo gozo, ¿verdad? O sea: «Oh, si conocen a Jesús saquen los pompones. Solo ténganlo por sumo gozo. Si me choca un carro, al menos no fue un bus. Téngalo por sumo gozo». ¿No es así? La gente religiosa cita versos de tal manera, que me provoca hacerles violencia, ¿no es cierto? ¿De acuerdo?

¿Qué significa tener por sumo gozo? Hay cristianos que señalan una diferencia entre el gozo y la alegría, y estoy de acuerdo con eso. Dicen: «Oh, usted sabe, la alegría…el gozo». No, mire, permítame empezar con la alegría. Viva la alegría, ¿verdad? Si estuviéramos votando, estoy en pro de la alegría. La alegría es por causa de las circunstancias, ¿entienden?

Digamos que usted va al trabajo mañana y su jefe le dice: «Voy a darle un aumento de sueldo». Viva, que alegría, ¿no es cierto? Entra mañana y su jefe le dice: «Renuncio». Y usted dice: «Viva, que alegría», ¿de acuerdo? La alegría está ligada a las circunstancias. No me opongo a la alegría. Estoy a favor de la alegría. Sean alegres, me parece genial, alabado sea Dios. Si Grace llegara esta noche y me dijera: «Cariño…», para que se vaya haciendo a la idea; si me dijera: [sarcásticamente hablando a su esposa que está sentada en la audiencia] «Aquí tienes un plato de helado. Quiero frotarte el cuello». ¡Viva, viva, viva! Es solo un motivo de oración para ti, cariño. En ese momento me sentiría, muy feliz. ¿Saben por qué? Porque dos cosas maravillosas me acontecieron a la vez. ¿Estamos contra la alegría? No. Asientan con la cabeza. Díganlo así: «No».

¿Pero qué sucede cuando no nos ponemos alegres? ¿Qué pasa cuando el médico no nos dice: «Estás mejor», y dice: «Estás enfermo»? Si su jefe no le dice: «Te aumenté el sueldo», sino, «Estás despedido». Si su novio o su novia no le dice: «Quiero casarme contigo», y le dicen: «Quiero casarme con otra persona». ¿Qué hacemos entonces? Ahí es donde aplica el gozo, ¿entienden? Tanto cristianos como no cristianos tienen alegría. Pero el gozo, está en el dominio del pueblo de Dios. El gozo no resulta de las circunstancias, sino a pesar de ellas.

La Biblia dice esto– el Espíritu Santo acaba de recordarme este verso en Hebreos– «Por el gozo puesto delante de Él, [Jesús] soportó la cruz». No me imagino nada menos gozoso que la crucifixión, y Jesús la tuvo por gozo. Pues eso no es alegría, porque en el Huerto de Getsemaní, antes de ser crucificado, está tan desconsolado que suda literalmente gotas de sangre. No está alegre. No es cosa de porristas, pompones, y que viva Jesús. Está emocionalmente presente, siente dolor, está sufriendo, está afligido, está sangrando, está preparándose para morir, y la Biblia dice que tuvo gozo.

La alegría resulta de las circunstancias. El gozo es a pesar de nuestras circunstancias. Es la paz que sobrepasa todo entendimiento. El gozo es una locura. No tiene sentido. Y Santiago dice: «Ustedes pueden tener ese gozo, como lo tuvo mi Hermano». Y aprendió esto viendo a su hermano, siguiendo a su hermano, viendo a su hermano. Jesús tenía gozo: Jesús tenía gozo aun cuando no tenía alegría. Y Santiago aprendió al observar a su hermano mayor, y quiere que ustedes y yo compartamos ese gozo.

Y dice: Esta es la clave. Las pruebas y los problemas vendrán. Sepan que son oportunidades para que crezcan». Pueden volverse más firmes y maduros. Pueden regocijarse, no en las circunstancias, sino el Señor que los cambiará por medio de las circunstancias para que sean más como Jesús. ¿Entienden eso?

Para los que están dolidos, y sufren, y luchan, necesito que confíen en eso, ¿de acuerdo? Y no quiero entrar en detalles de mi vida y chismosear de otros, pero por favor confíen en que, de vez en cuando, yo enfrento dificultades. Alguien me critica, o hago algo mal, o cometo un error, o algo pasa que no entiendo.

Me pasó algo hace poco. Fue hace un par de semanas mientras estudiaba para esto y una cantidad de cosas ocurrieron, saben. O sea… Y yo estaba tan ansioso que miré y mi mano estaba temblando, sabía que era mi mano porque era tan velluda. Y pensé, esta es la mano de un hombre. Es la mano temblorosa de un hombre. Las dificultades. Tienen que saber que son una prueba. Que esa prueba es una oportunidad. Necesitan aprender a estar firmes. Que Jesús haga una obra en ustedes. Y si responden así, hay gozo para ustedes, porque Dios les ama.

Dios siempre es bueno

Y puede que lo que les esté pasando no sea bueno, pero Dios sí lo es. Y ese es mi siguiente punto. El primer punto es que a veces la vida es dura. Y después dice: «Pero Dios siempre es bueno». Y esto es fundamental. Santiago 1:5-8: «Si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría». Bien, paremos ahí. Paremos ahí. Alcen la mano si les falta sabiduría. El que no alzó la mano es al que más le falta sabiduría, ¿verdad?

Bien, Dios pregunta: «¿Alguien necesita ayuda?». Y usted dice: «Sí, por supuesto, conozco a alguien. Conozco a alguien que necesita mucha ayuda». ¿Qué dice? ¿Qué se asuste? ¿Que llame a alguien? «Que la pida a Dios, el cual da a todos», incluyéndonos a nosotros, no importa lo que hayamos hecho. «Abundantemente y sin reproche, y le será dada». Esa es una promesa a la que pueden afianzar su gozo.

«Pero pida con fe, sin dudar; porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento […] No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor, siendo hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos». Dice: «Cuando vengan las dificultades, es como una tormenta».

De repente quiere que nuestra imaginación se haga a la vela en el mar. Dice: «Imagínense una tormenta, como aquella en que estaban Jesús y sus discípulos en el lago». Cuando surge una tormenta entran las nubes y se pone oscuro, no se puede ver tierra. Y no sabemos dónde está la seguridad, porque no está cerca.

De repente, todo se pone muy inestable y violento. De repente, las cosas se ponen inestables e inciertas, y nos sentimos inseguros. Y ahora parece que las fuerzas están muy fuera de nuestro control y que nos controlan a nosotros, y por eso nos sentimos fuera de control. ¿Saben lo que es sentirse así? Es ansioso, estresante.

Dice: «Cuando vengan las tormentas». ¿cuántos de ustedes están en una tormenta? O sea, no en cosas de la vida normal, sino en una tormenta. ¿Cuántos acaban de atravesar una tormenta recientemente? ¿Cuántos de ustedes tienen miedo porque alcanza a ver una tormenta en el horizonte? Él dice: «Cuando eso suceda, necesitan sabiduría».

Y quiero que sepan que hay una diferencia entre sabiduría y conocimiento. El conocimiento no es malo, pero tampoco es suficiente. El conocimiento significa saber la verdad, la sabiduría significa saber qué hacer con ella. El conocimiento es teórico, la sabiduría es práctica. El conocimiento llena nuestra mente, la sabiduría guía nuestra vida. El conocimiento es veraz, la sabiduría es útil. El conocimiento provee información, la sabiduría provee transformación. El conocimiento nos dice qué creer, la sabiduría nos dice cómo portarnos. Podemos tener conocimiento sin sabiduría, pero no podemos tener sabiduría sin conocimiento. Por eso la sabiduría tiene muy poco que ver con nuestro CI. Hay personas inteligentes que toman decisiones estúpidas.

Al comienzo les dije que Jesús creció en sabiduría por el poder del Espíritu Santo. Lo que Santiago, el hermanito de Jesús, quiere que hagamos es crecer en sabiduría por el poder del Espíritu Santo. Si piensan en todo lo que Jesús enfrentó, todas las tormentas que se levantaron contra Él, Satanás lo tentó, su familia dudó de Él, sus amigos lo traicionaron, sus críticos se le opusieron, todo estaba contra Él. Pero llevó una vida perfecta, sin pecado; una vida emotiva, apasionada, presente, no desconectada, distante o desorientada. ¿Cómo lo hizo? Con sabiduría. Con sabiduría. Y Santiago está diciendo: «Cuando venga la tormenta, usted necesita sabiduría». Así aprende a mantener el equilibrio y a no marearse.

¿Cuántos de ustedes se han mareado? ¿Se han mareado alguna vez? Es horrible, ¿no? Se siente inestable. Es el lenguaje que él usa. Nos dijo: «Firmeza, firmeza». Aquí yuxtapone esa palabra con “inestable”. Cuando está en alta mar y no sabe mantener el equilibrio y se marea, y está fuera de su elemento, es inestable en todo lo que hace. Está desorientado, no tiene claridad, no está plantado, No está arraigado, no está anclado. La vida de algunos de ustedes es así.

Síndrome de crucero

Y les daré una analogía o mejor dicho, una ilustración de mi propia vida. Hace muchos años fui a enseñar en un crucero. Dijeron: «¿Quiere enseñar en un crucero?». «No quiero enseñar, pero quiero estar a bordo del crucero, y si ese es el trato, me apunto». Entonces abordé el crucero y zarpamos, y a media noche nos azotó una enorme tormenta. Nos mandaron a nuestra habitación a trasbocar, por lo que todos fuimos a nuestra habitación a trasbocarnos. Y en el crucero uno miraba afuera y era oscuro, había nubes, era una tormenta peligrosa y las cosas se caían de los anaqueles, y me sentía abrumado. Uno se siente fuera de control, y a mí particularmente no me gusta eso.

Por fin, se acabó el crucero, lo cual me pareció muy bien. Nunca he abordado un crucero desde entonces, y no es por accidente. Me bajé del crucero y estaba… No había tomado, pero parecía que sí, ¿no es cierto? ¡Un momento! Literalmente– pregúntenle a Grace, estuve así casi un año– saben. ¿Qué caray? Inestable. Estaba desorientado. No lograba mantener el equilibrio. Estaba tan mal, que cuando manejaba mi percepción de profundidad no atinaba…es que me… Salí a jugar pelota con mi hijo. Me tiró la pelota…y enseguida guardé mi guante. O sea, tengo un desajuste de instintivo tremendo.

Fui a una tienda de videos– permítanme explicárselo a los niños. Es el lugar a donde íbamos si queríamos ver una película. Nos montábamos en nuestro dinosaurio mascota e íbamos a un lugar llamado la tienda de videos para alquilar un video. Entonces fui a la tienda de videos, y no les miento, estaba sentado creo que en Hollywood Video y buscando entre las películas encontré una en la balda inferior del estante. Y miré y me caí al suelo. Estaba recostado en el pasillo de Hollywood Video.

Me puse de pie, y pensé, «Sabes, algo anda mal». Hormigueaban mis sentidos de Hombre Araña: «Algo está mal». Estaba recostado y… no podía…entonces, fui a unos doctores y especialistas y les pregunté: «¿Qué me pasa? ¿Qué tengo?». Finalmente, al cabo de unos exámenes, me diagnosticaron. Tenía algo llamado Síndrome de mal de desembarco, ¿de acuerdo?

Y le pregunté al tipo: «Está bien, doctor. Pero, ¿qué es eso?». Me dijo, «Está mareado». Le dije: «Sí, obviamente no soy el único. O sea, de acuerdo, pero ¿qué es?». Me dijo: «Pues, es una enfermedad rara». Le dije: «Está bien, pero ¿voy a mejorarme?» Me dijo: «Sí, tarde o temprano pienso que sanará». Le dije: «¿Cuáles son sus causas?». Me dijo: «Es una afección muy rara». No quería darme una respuesta.

Finalmente me dijo: «Por lo general les sucede solamente a las mujeres menopáusicas de mediana edad después de un crucero». Y le dije: «No, eso no puede ser. Me parece que tengo demasiada testosterona. Me dijo: «No». Le dije: «Sé que no es menopausia, de eso estoy seguro». Fue el diagnóstico menos emocionante que me pudo haber dado. Muy humillante. No lo pongo en mi currículum. Pero trataba de explicarme: «Su cuerpo se desorientó, y no sabe qué es lo normal, y no sabe encontrar su equilibrio, o su estabilidad, o su centro».

Pídanle a Dios por la sabiduría, Él les dará abundantemente

Lo mismo que me pasó físicamente puede pasarnos a cualquiera de nosotros espiritualmente. Nos volvemos inestables en medio de la tormenta. ¿Entienden? ¿Entonces, qué hacemos? ¿Qué hacemos cuando viene la tormenta? No dice ‘si es que viene’. ¿Qué hacemos al sentirnos inestables, porque nos va a pasar? Y no dejen que la gente religiosa lleguen y les citen el verso: «Tened por sumo gozo». No, tengan por sumo gozo que pueden hacer esto, pueden obtener sabiduría.

Y la sabiduría lo explicará: «Así fue como pasó. Esto es lo que está pasando. Esto es lo que debes aprender. Así puedes habituarte a la mar. Así es como te vas a sentir. Así puedes encontrar tu equilibrio. Así es como vas a perseverar y a superar esto. Así es como vas a ser más como Jesús. Así fue como Él lo soportó. Esto es lo que el Espíritu Santo puede hacer.

Bien, ahora sí pueden tenerlo por sumo gozo. Por la tormenta, no, sino por la bondad de Dios en medio de la tormenta. Y dice que hagamos algo. Dice que pidamos a Dios. Me encanta esto, amigos, porque en última instancia tenemos dos opciones: la autoayuda o la ayuda de Dios.

Nuestras vidas están llenas de autoayuda. Si vamos a la librería hay secciones enteras dedicadas a la autoayuda. Permítanme decirles que no me parece alentador. He creado muchos problemas y estoy dispuesto a arreglarlos. ¿No fui yo quien creó los problemas? De todas maneras, necesitamos más que la autoayuda, ¿verdad? Necesitamos la ayuda de Dios. Necesitamos la ayuda de Dios.

Por eso es que lo que la Biblia enseña aquí es único. Es diferente a las otras religiones y filosofías, y sicologías, y sociologías, y antropologías, e historias. Es teología. Necesitamos ayuda. Necesitamos la ayuda de Dios.

Por eso dice Dios: «Pídanme ayuda». ¿No les encanta eso? Dios dice: «Pídanme ayuda». Esto es lo que dice: «Si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría», alzo la mano para eso, «que la pida a Dios». Dios dice: «Oye, ven y pídemela». «El cual da a todos», ¿qué? «Abundantemente».

Dios dice: «Te daré sabiduría». Está bien, no tengo inconveniente ¿verdad? No tengo inconveniente. «Ven y pídemela, y te la daré. No es una cosa». «Y sin reproche». Dios no va a mirarlo y decir: «Eres estúpido. Fallaste. Tú hiciste el reguero, ahora recógelo». Dios no va a mirarlo y decir: «Te lo dije hace rato, ¿por qué no me hiciste caso? Ves, te lo dije. Aprende a las malas. Arréglatelas como puedas». Dios no es así.

Algunos de ustedes no traen sus peticiones a Dios porque no entienden el corazón de Padre que Dios tiene. Dios es un Papá que los ama. Si vienen y le dicen: «Papá, necesito ayuda». Les dirá: «Lo sé. Ya lo veo. Gracias por pedírmelo. Significa que ahora eres humilde y enseñable. Me encantaría ayudarte»

Dios es así como Papá. No va a avergonzarlos. No va a desanimarlos ni a disuadirlos de ninguna manera. Bien, sepan eso. Les estoy diciendo «Viene una tormenta». Pídanle a Dios. Él les ayudará. Está dispuesto a ayudar. Hay gozo en eso.

«Y le será dada». Esta es la sección de las Escrituras que es motivo de mis oraciones, más que cualquier otro pasaje. Siempre estoy orando esto. Lo he estado orando durante toda mi carrera ministerial. En una sesión de consejería, si pienso: «No sé qué decir. No sé qué hacer», digo: Oremos conforme a lo que dice Santiago 1. «Dios, necesitamos sabiduría. No sabemos qué hacer aquí». Si voy a tomar una decisión para mi familia, o para la iglesia, o lo que sea: «Bien, Dios, no sé qué hacer aquí. Nunca he estado en esta situación. Esto es nuevo para mí. Necesito ayuda. Dios, dame, danos sabiduría».

Ven, en el Antiguo Testamento hay unos libros llamados libros de sabiduría. Job trata sobre el sufrimiento, Proverbios trata sobre la sabiduría frente a vivir neciamente; Cantares trata sobre amor, Eclesiastés trata el significado de la vida. Santiago es el libro de sabiduría de la Biblia. Es lo que debemos hacer cuando viene la tormenta. Es muy práctico. Y a veces los teólogos lo miran y dicen: Bueno, no es muy sistematizado. No está muy bien organizado». Porque se trata de la vida.

¿Cuántos de ustedes encuentran que la vida no cuadra muy bien en el organigrama, y piensan: «Qué desorden, y dos cosas chocan al mismo tiempo, y no sé de qué se trata esto, y es un poco complicado»? La vida es así. La vida no es un silogismo, ¿verdad que no? La vida no es un esquema. Primer paso, segundo paso, tercer paso. Algunos días es, paso al infinito. O sea, es complicado. Y los libros de sabiduría hablan de la complejidad de la vida con soluciones prácticas: ¿Quién es Dios? ¿Qué ha hecho? ¿Y ahora qué debemos hacer para seguir su plan y su camino para nosotros.

Y aquí empieza con: «Pídanle a Dios sabiduría». Si no saben qué hacer, y la verdad es que no sabemos qué hacer, tenemos que humillarnos, no ser arrogantes, y decir: «Oh, sé lo que tengo que hacer». Oh, necesita orar dos veces, ¿no es cierto? Primero pida humildad, y después sabiduría. Todos necesitamos sabiduría, ¿amén?

La fe nos da sabiduría para que hagamos un plan

«Pero que pida con fe». Tienen que creer que Dios va escuchar eso. Tienen que creer que Dios va a contestar eso. Tienen que creer que Dios, si me permiten la analogía, es como un Papá sentado al borde del asiento, inclinado hacia adelante con su oído dispuesto a escucharle: «Por favor, pídemelo», ¿no es cierto? No tiene los oídos tapados, los ojos cerrados; no está inclinado hacia atrás, diciendo: «No me molestes». No es así.

«Sin dudar; porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra». «Dios, ayúdame. No estoy seguro si existes. Dios, dime tu voluntad. No estoy seguro que quiera hacerla. Dios, sé lo que dices, pero leí un libro sobre alguien que no conoce de ti. Dios, sé que piensas que debo hacer esto, y la persona piadosa me dijo que lo hiciera, pero tengo un amigo no cristiano, y tiene mucha razón».

¿Algunos de ustedes se sienten así? El problema lo tienen ustedes. Les falta fe. Cuando viene una tormenta, van a pelear: «Seré más firme»; huir; «escaparé por mi vida»; tener miedo, «perderé los estribos»; o tener fe: «confiaré en Dios». Y Santiago dice que así plantamos ambos pies en tierra. ¿Qué necesito hacer? ¿Cómo debo ser firme? ¿Qué está tratando de cambiar Jesús en mí? ¿Cómo puedo tener esto por sumo gozo y aprobar la prueba? ¿Entienden? No significa que sea fácil, significa que es maravilloso. Y a veces las cosas más difíciles son las mejores. Y no nos parece cuando estamos en medio de ellas, pero al otro lado, por la gracia de Dios, así nos parecen. Eso es lo que está diciendo.

Algunos de ustedes son inmaduros y muy inestables. Son emocionales, irascibles. Cambian de parecer a cada rato, siguen alterando sus vidas. Buscan el sabio consejo, y el consejo insensato, y tratan de integrar los dos. En nuestro mundo no falta la información, falta la sabiduría.

Y la pregunta es, si oramos y pedimos sabiduría a Dios, y confiamos que Él nos la va a dar… quiero que hagan esto. Quiero que pidan, confíen, busquen, y escriban, ¿de acuerdo? Pidan sabiduría a Dios, confíen que Él se la dará, busque la sabiduría que Él da, y escríbanla para que no se les olvide.

Eso es lo que hace Santiago. La sabiduría que recibió de su hermano mayor y del Espíritu Santo, y de estudiar las Escrituras, y de las experiencias de su vida, la recopiló para repasarla y compartirla. Eso es lo que tenemos que hacer. Aquí es donde como la iglesia, al aprender sabiduría, podemos compartirla unos con otros.

Así que quiero que hagan esto. Quiero que sepan que cuando Dios les da sabiduría es para que hagan un plan. O sea, la fe no es contraria a la planificación. La fe nos da sabiduría para que hagamos un plan.

Y algunos de ustedes viven así: «No necesito un plan, confío en el Señor». Pues, confiar en el Señor de por sí es un plan. Lamento informales que planeo confiar en el Señor. Dios nos da sabiduría para que hagamos un plan. Por tanto, la fe es confiar que Dios nos dará sabiduría y recibir esa sabiduría para hacer un plan, porque la sabiduría consiste en lo que hacemos. ¿Entienden eso? De nada sirve leer un libro sobre nutrición si no cambiamos nuestra dieta. De nada sirve leer un libro sobre planificación financiera si no cambiamos el presupuesto. De nada sirve leer un libro sobre la crianza si no invertimos en nuestros hijos. Solo recopilamos información, hacer un plan para que podamos obedecer a Dios prácticamente, diariamente.

¿Dónde está la sabiduría?

Y eso es lo que quiero que hagan. Por eso habla muchas veces en Proverbios y en los libros de sabiduría, sobre la sabiduría y sobre un plan Así que, ¿dónde se encuentra la sabiduría? Cuando Dios da sabiduría, dónde debemos buscarla, hallarla? Usted dirá: «Está bien, Dios, confío en ti. Necesito sabiduría. Estoy en una tormenta. Necesito sabiduría. Dame sabiduría. Confío que me darás sabiduría». Entonces abra los ojos y empieza a buscarla. «Está bien, Dios, ¿dónde está? Creo que está allá. ¿Dónde está?». Vaya y búsquela, hállela, y espérela.

1. Mediante las escrituras

Y compartiré algo con ustedes, hay más categorías, pero quisiera compartir algunas con ustedes. La sabiduría se encuentra en las Escrituras, ¿amén? Usted dice: «Dios, necesito aprender». Abra las Escrituras, abra las Escrituras, Abra las Escrituras, abra las Escrituras. Así es, el necio cierra esta Libro. El que quiere crecer en sabiduría lo mantiene abierto. Spurgeon decía que la Biblia que se está desintegrando suele pertenecer a la persona cuya vida no se está desintegrando.

Algunos de ustedes dicen: «Dios, dame sabiduría». Y Él les dice: «Escribí un Libro entero». Por favor abra el Libro, lea el Libro, estudie el Libro, memorice el Libro, asista a un grupo comunitario, hable sobre el libro. Hay tanta sabiduría ahí, y a veces buscamos revelación personal en vez de acudir a las Escrituras que Dios ya nos dio.

2. Mediante la oracion

Segundo, la conseguimos mediante la oración. Y cuando dice: «Pida a Dios», se refiere a la oración. «Señor, necesito sabiduría. No sé lo que estoy haciendo. Nunca he estado en esta situación. No tengo experiencia. Necesito tu ayuda». A veces una oración buena y fiel es simplemente: «¡Ayúdame! Y Dios dice: «Sé de qué estás hablando. Concedido».

Algunos de ustedes solo quieren traer sus victorias a Dios, no sus derrotas. Solo quieren traer sus soluciones a Dios, no sus problemas. «Dios puede con todo eso, Él le ama». Su Papá Dios es genial. Usted no es una carga, es una bendición. No es una carga, es una bendición. Pídale a su Papá.

3. Mediante el Espíritu Santo

Tercero, por el Espíritu Santo. Vimos en Lucas 2:40 que Jesús creció en sabiduría por el poder del Espíritu Santo. Podemos crecer en sabiduría por el poder del Espíritu Santo. De hecho, cuando Pablo escribe a los corintios, llama al Espíritu Santo el Espíritu de Sabiduría. Al decir: «Espíritu Santo, le diste sabiduría a Jesús. Tráeme sabiduría. No sé qué hacer. Necesito que me enseñes a llevar una vida agradable a Jesús y conforme a la de Él». Y el Espíritu Santo siempre contesta: «Sí». La respuesta siempre es: «Sí». Le encanta ayudar. Le encanta servir.

4. Mediante la revelación general

Cuarto, por revelación general. La revelación especial está en la Biblia. Es perfecta, pero también hay revelación general donde la gracia común permite a las personas e incluso a los no cristianos, tener conocimiento y sabiduría sobre cómo funcionan las cosas para brindar entendimiento y ayuda al cristiano. Uno dice: «Tengo mala salud». Vaya busque un doctor. Sabe: «No me siento bien». Búsquese un buen nutricionista. «No sé ponerme en forma». Búsquese un buen entrenador personal. «No sé cuadrar mi chequera». Búsquese un buen contador o consejero financiero. Hay personas que, por causa de la revelación general, saben cosas que podrían beneficiarle mucho.

Y colocamos todo bajo la autoridad de las Escrituras, que son la Corte Suprema, y aquí estamos hablando de tribunales menores, pero si coinciden con la Corte Suprema, considérenlos parte del don de sabiduría que Dios les da. Parte del don de la sabiduría de Dios para que vivan como Dios quiere porque les ama.

5. Mediante los maestros

Quinto, obviamente la sabiduría viene por medio de maestros. El Espíritu Santo da el don de la enseñanza a algunos. Quizás sea una clase que puedan tomar, un podcast que puedan escuchar, un plan de estudio que sigan, o un libro que lean. En cualquier caso, alguien tiene sabiduría que pueden impartirles.

Y permítanme decirles: Cuidado con lo que yo llamo el mito del mentor. El mito del mentor es este: hay una persona, y si usted la escucha aprenderá todo lo que necesita aprender. Eso no es cierto. Por eso hay varios autores en la Biblia. Una sola persona no puede enseñarnos toda la sabiduría que necesitamos. Vamos a necesitar maestros. No solo un mentor que, según pensamos, nos dará toda la sabiduría necesaria en la vida, sino maestros.

«Oh, fulano tiene un matrimonio estupendo, y tiene buena salud, y maneja bien sus finanzas, y se sabe muy bien la Biblia, y crió hijos estupendos, y tuvo un gran impacto en el ministerio, y ha montado una gran empresa». Genial, tiene sabiduría. Aproveche la sabiduría y los maestros donde quiera que los encuentre.

6. Mediante la experiencia

Sexto, por la experiencia. Al reflexionar sobre su vida, pregúntese: ¿Qué aprendí en eso? ¿Qué me enseñó Dios por medio de eso? Por eso les aconsejo algo muy útil, que cultiven la disciplina de llevar un diario espiritual. Es muy pero muy útil. Hace muchos años un hombre muy sabio de quien he aprendido mucho me dijo: «Necesitas llevar un diario siempre y anotarlo todo». Le dije: «¿Por qué?». Y me dijo: «Porque lo olvidarás». Tiene razón. Tiene muchísima razón.

Y al transitar por las experiencias de la vida decimos: «¿Qué estoy aprendiendo? ¿Qué me está enseñando Dios? ¿Qué me está mostrando? ¿Cuál pasaje bíblico me está trayendo a la mente? ¿Qué ha traído a mi vida? ¿Qué recursos ha puesto a mi disposición?». Y cuando lo azote otra tormenta, podrá repasar su diario, sus notas, y el sistema que mejor funciona para usted, y decir: «Está bien, la última vez que me ocurrió algo así, caray, cómo me equivoqué. No quiero repetir eso. Aquello me ayudó mucho, necesito volver a hacerlo».

Porque nos volvemos muy olvidadizos, y a veces, seamos sinceros, en medio de la tormenta nos abrumamos, nos ponemos ansiosos, nos ponemos sensibles, perdemos los estribos, se nos olvida que aprendimos ciertas cosas en el pasado y que podemos repasarlas y que son como depósitos y dones para nosotros también. Creo, en parte, que eso es lo que está pasando en Santiago. Atravesó sus tormentas y aprendió. Vio a su hermano mayor, Jesús, atravesar sus tormentas y aprendió. Y las escribió todas, y 2.000 años después estamos siendo bendecidos y salimos beneficiados porque no solo las aplicó a sí mismo, las registró y las compartió con otros.

Y quiero que hagan esto en la vida, y que hagan esto en el grupo comunitario. Si Dios les enseña algo, no quiero que se vuelvan orgullosos, y arrogantes, y religiosos. Y cuando conozcan a alguien que atraviesa una tormenta, no le digan: «Menos mal que estoy aquí. Ya sé lo que voy a decirle. Tengo el diagrama completo para esto. Lo he experimentado dos veces y soy un experto».

No, no, humildemente. «Hombre, sabes qué, eso me pasó a mí. Estaba en el barco. Me dio náusea. Me vomité por la borda. Sé lo que estás viviendo. ¿Puedo compartir unas cosas contigo que Dios compartió conmigo para que Él pudiera ser glorificado y tú fueras amado?» Hay humildad en eso. Hay potencial ministerial en eso. En muchos casos ministrar significa: «Atravesé una tormenta y aprendí unas cosas que quisiera compartir contigo en tu tormenta porque te amo».

7. Mediante los expertos

Y, por último, viene de los expertos, y la gente tiene experiencia en distintas áreas: algunos son muy buenos con las personas, son excelentes con los sistemas, son muy buenos con la salud, son geniales con las finanzas, son geniales con las relaciones, son geniales con el matrimonio, son geniales con la crianza, geniales en planificación patrimonial. Varias personas tienen varias localidades en su vida y habilidades, producto de la experiencia.

Y a veces tenemos que buscar eso. «Bien, saben lo que están haciendo, y estos saben lo que están haciendo», es aprovechar esas cosas. Pero amigos, esto requiere que pidamos con fe y después tenemos que buscar con fe. Debemos ser humildes. Debemos ser enseñables. No quedarnos en casa, con la puerta cerrada con llave, haciendo caso omiso del universo, y esperar que el hada de la sabiduría venga y llame a la puerta. No es cierto, Jesús habla mucho sobre pedir y buscar. De eso estamos hablando aquí. Pedir y buscar. Digamos que usted está en medio de su tormenta.

Le tengo dos preguntas. ¿Está en medio de una tormenta? Si así es, ¿qué clase de sabiduría necesita para que deje de ser inestable, de doble ánimo, confundido, indeciso, ansioso, y agotado, y ponerse firme? En eso hay gozo. Quiero que reciban esto porque los quiero.

Y les pido que sepan que yo he fallado en esto. Incluso esta semana pienso que Santiago me ayudó mucho, y por eso estoy tan emocionado de poder compartir Santiago con ustedes. No porque yo lo sepa perfectamente, sino porque Jesús lo sabe y Santiago vio a Jesús, y Santiago quiere ver a Jesús en nosotros por el poder del Espíritu Santo.

Y Mars Hill, los amo, y quiero que se aparten de su pecado, y que confíen en Jesús, y que vayan al cielo cuando mueran, pero hasta ese día, quiero que sus vidas sigan el modelo de la sabiduría y del poder del Espíritu Santo, y el ejemplo del Señor Jesús para que sobrelleven esta vida, y no solo eso, para que la tengan por sumo gozo.

Una oportunidad de responder

Dicho lo cual, ha llegado el momento de darles la oportunidad de responder. Vamos a responder en un momento compartiendo la Cena del Señor. Aquí es donde damos a Jesús nuestro pecado. Recordamos que su cuerpo quebrantado, su sangre derramada, en nuestro lugar por nuestros pecados, suple nuestro perdón y nuestra salvación.

Además, vamos a recoger nuestros diezmos y ofrendas. Aquí es donde damos a Jesús nuestras cosas. Así que al recoger nuestros diezmos y ofrendas, permítanme darles unas noticias muy buenas. El año pasado ustedes fueron generosos. Dieron más de lo esperado. Le ganaron al presupuesto.

¿Cuál fue la última vez que oyeron una iglesia decir eso? Pues lo diré, superaron el presupuesto, así que los felicito por eso. Fueron generosos. Eso nos permitió trasladar a Mars Hill Everett, Mars Hill Olympia, Mars Hill Tacoma, y Mars Hill Huntington Beach. Estallaron en número. Eso nos permitió abrir Mars Hill Phoenix, alabado sea Dios. El pastor Bubba en Tacoma tuvo quizás el crecimiento más explosivo. Me mandó una camiseta, y por eso tengo puesta mi propia camiseta T-Town para representar hoy a Tacoma. El pastor Bubba siempre se esfuerza tratando de difundir la noticia sobre Mars Hill Tacoma, y me ha persuadido del gran plan y aquí está. Celebramos con cada uno de esos cuatro traslados y el lanzamiento de Phoenix.

Y Mars Hill, somos como una familia con 15 hijos. Y todos los hijos tienen rasgos familiares parecidos, tienen fortalezas y flaquezas, pero al igual que las familias grandes, los amamos, y ayudamos, y nos servimos unos a otros. Por lo tanto, oigan, si cinco hijos recibieron algo padrísimo, los 10 hijos restantes deberían regocijarse; y quiero darles las gracias por su generosidad y por hacerlo una realidad. En la Cena del Señor, entonces, damos a Jesús nuestro pecado, damos a Jesús nuestras cosas en nuestra ofrenda, y damos a Jesús nuestro canto en nuestra alabanza.

Y algunos de ustedes al venir aquí hoy dirán: «¿Sabe qué? No estoy viviendo un momento muy bueno. Parece una tormenta. Me cuesta entrar aquí a alzar mi voz y a alzar mis manos, y regocijarme». Dice que tengamos por sumo ¿qué Gozo.

No significa negar sus sentimientos, sino someterlos por fe en el Dios que reina sobre todas sus tormentas, y decir: «¿Sabes qué, Señor Jesús? Esta es una tormenta. Gracias por permitirme decir eso para que no tenga que fingir “¿Cómo te va? Genial, estoy de primera”. “Eso no es cierto”. “No estoy de lo mejor”. Gracias, Señor Jesús porque ahora sé qué hacer. Buscarte, buscar la sabiduría. Gracias, porque vas a ayudarme y porque puedo clamar a ti y tú me contestarás. Eso ayuda. Porque hay personas que no me ayudarán, y hay otras que tratarán de hacerlo, pero no son muy serviciales. Gracias, Señor, porque me ayudarás y por ser servicial». Tened por sumo gozo.

El canto nos ayuda a enfocarnos y a estar firmes y a acoger a Dios para que haga su obra en nosotros, por medio de nosotros, y a veces a pesar de nosotros.

Oración

Por lo tanto, Señor Jesús, venimos ahora a cantarte a ti. Es nuestra manera de tenerlo por sumo gozo. Es nuestra manera de pedir sabiduría. Espíritu Santo, te invitamos, te damos la bienvenida, te imploramos, aunque no es necesario, que seas con nosotros, en nosotros, y entre nosotros, y que obres por medio de nosotros. Espíritu Santo, impartiste sabiduría al Señor Jesús para que creciera e impartiera sabiduría a nosotros, para que creciéramos y fuéramos más como Él. Dios venimos a entregarte nuestro pecado y nuestras cosas, y nuestro canto, y venimos a recibir sabiduría mediante el Espíritu Santo. En el buen nombre de Jesús lo pedimos, amén.

Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.