En la eternidad pasada, Dios Padre y Dios Hijo sabían que nosotros pecaríamos. Sabían que nos rebelaríamos, sabían que nos alejaríamos, y concertaron un plan para ir en pos de nosotros; y el plan consistía en que un Salvador sin pecado vendría como Salvador de pecadores. Y en la plenitud del tiempo el Señor Jesucristo dejó su trono en el cielo y entró humildemente en la historia humana. Sabía exactamente a lo que fue enviado y la obra que le fue encargada.
Jesús creció en sabiduría, en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres. Predicó la verdad, ayudó a los dolidos, sanó a los enfermos, dio vista a los ciegos, resucitó a los muertos, reprendió a los demonios, contendió con los religiosos, y salió victorioso. Y al borde del evento más importante de la historia del mundo, la crucifixión del Hijo de Dios, la expiación de nuestros pecados, en Juan 17 Jesús pausa una vez más para reunirse con Dios Padre, y es la oración más larga que registrada en toda la Biblia. Y Jesús dice lo siguiente en Juan 17:4: Dice: «Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera».
Jesús sabía exactamente lo que tenía que hacer, y eso era exactamente lo que estaba haciendo. Jesús completó las obras que Él y el Padre habían acordado. Entonces Jesús siguió hacia adelante audazmente y fue a la cruz donde se sustituyó a sí mismo por nosotros. Y el Dios-hombre tomó nuestro lugar y padeció y murió por el castigo que merecíamos para que recibiéramos la salvación que solo Él asegura.
Y amigos, Jesús hizo todo lo que tenía que hacerse. Dando su último suspiro clamó en victoria triunfal en la cruz: ¡Consumado es! El trabajo de salvación fue completado. No podemos añadirle nada. No es Jesús mas el bautismo, Jesús mas una buena vida, Jesús mas hablar en lenguas, Jesús mas diezmar, Jesús mas hacer las cosas mejor y esforzarnos más, porque Jesús mas cualquier cosa lo echa todo a perder. Es Jesús completamente, es Jesús solamente, es siempre Jesús, y solo Jesús salva. Esa es la obra redentora de Jesús. No tenemos que hacer nada más que confiar en Aquel que lo hizo todo. Y la Biblia dice que esa es la fe.
Y al confiar en Jesús, al tener fe en Jesús, estamos conectándonos a la vida de Jesús. Como cuando tomamos tecnología muerta y la enchufamos en el tomacorrientes para que cobre vida, así mismo, los que espiritualmente estábamos muertos sin fe, tenemos acceso al poder del Jesús vivo, y somos vivificados espiritualmente. La obra de Jesús por nosotros empieza una obra en nosotros. La obra de Jesús empieza a transformar y a cambiarnos. Nuestros apetitos, nuestros deseos, nuestros anhelos cambian. Ya no amamos lo que solíamos amar, no hacemos lo que solíamos hacer, porque ya no somos lo que éramos.
Y la obra de Jesús por nosotros continúa con la obra de Jesús en nosotros, y culmina con la obra de Jesús por medio de nosotros para amar, y para servir, y para dar. No para que Dios nos ame, sino porque en Cristo Él ya nos ha amado. No para que Dios nos acepte, sino porque en Cristo Él ya nos ha aceptado. Es la vida de Jesús por nosotros, en nosotros, y por medio de nosotros, de modo que todo eso, escúchenme bien, todo eso es obra de Jesús. Todo eso es obra de Jesús. Y frecuentemente hay confusión sobre esto, por eso los predicadores y maestros necesitan aclararlo.
Uno de ellos es un hombre llamado Santiago, el hermanito de Jesús, quien trabajaba como pastor en la gran ciudad de Jerusalén y lidiaba principalmente con personas religiosas que habían asistido a reuniones como esta y que habían escuchado sermones como este por mucho tiempo. Y va a aclarar para ellos la obra de Jesús y la obra de ustedes.
Si tienen su Biblia, busquen este lugar: Santiago 2:14-26. Y va a hablar de la fe en tres categorías. Las primeras dos son falsas y la última es auténtica.
La primera fe falsa es una fe muerta. Santiago 2:14-17: « ¿De qué sirve, hermanos míos». Escribe a personas religiosas. Algunas son cristianas, otras no, pero la mayoría son judías. Él es judío, ellos son de ascendencia judía, de tal manera que son sus hermanos y hermanas judíos. «¿De qué sirve, hermanos míos, si alguno dice que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Acaso puede esa fe salvarlo?». Es una pregunta muy significativa e importante.
Somos salvos de Satanás, la muerte, el infierno, el tormento, y la ira de Dios. Ser salvo es increíblemente importante. ¿Puede esta clase de fe muerta salvarnos de ese destino? Después usa un estudio de caso, un ejemplo. «Si un hermano o una hermana», otro cristiano, «no tienen ropa». Hay alguien en su grupo comunitario, en el servicio de la iglesia, hay alguien en su barrio, que camina para coger el bus por la mañana, y usted nota todos los días que él no tiene abrigo, hace frío, llueve, y el niño está temblando con escalofríos, «y carecen del sustento diario». La madre soltera en su grupo comunitario, la madre soltera en su servicio, la madre soltera en su barrio, está tratando de sobrevivir pero no le volvió a alcanzar este mes y está angustiada porque no puede comprar los alimentos.
Y usted dice . . . pero no hace nada. Ese es el problema de la religión. La religión dice muchas cosas, pero no hace nada. «Y uno de vosotros les dice: Id en paz». Oh, es hipérbole religiosa. Citan un pasaje bíblico, les dan una perogrullada, «Cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana. Estoy seguro que tiene cosas grandes para ti. Solo confía en el Señor. Estaré orando. Estaré orando para que te dé un abrigo». Él ya lo hizo, ¡usted lo tiene en su casa! «Oraré para que te dé un sándwich». Él ya lo hizo, ¡el sándwich está en su nevera! ¡Vaya y tráigaselo! Si van a orar, contesten la oración. «Uno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos».
La gente religiosa es lisonjera. Son irritantes. Cuando hablan, nos dan ganas de pegarles. Oh, «Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais lo necesario para su cuerpo». Esta es una buena pregunta, «¿de qué sirve?». ¿De qué sirve? «Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta». ¿Saben lo que hacen las personas muertas? ¿Saben qué hacen los muertos? Nada. No es una pregunta capciosa. No hacen nada. ¿Saben lo que hace la fe muerta? ¿Saben lo que hace la fe muerta? Nada. La fe muerta es hablar de boca para afuera sin estilo de vida. Tener una fe muerta significa profesar una fe que usted no practica porque no la posee. Es como el tipo que dice: Amo a mi esposa. ¿Habla con ella? No. ¿Es servicial con ella? No. ¿Vive con ella? No. ¿La ama? Sí la amo, no juzgue mi corazón. El problema es que su corazón se ha desbordado en su vida, y podemos verlo. La fe muerta es hablar de boca para afuera, sin estilo de vida.
Algunos de ustedes tienen una fe muerta. Algunos de ustedes heredaron una fe muerta. No dan, no sirven, no les importa, pero creen en Dios. Es una religión típica, perezosa, tibia, y sin vida. Y algunos de ustedes se han vuelto teológicos al respecto y tienen argumentos para justificar lo infructuosos que son.
One of the first funerals I participated in—not a good day for me. A guy died who was a religious guy, not a good guy. Bad guy, bad life, people didn’t like him. The guy was a jerk. He was unloving, mean, and not generous. (Some of you are like, “You’re not being nice, Mark.” I’m yelling at religious people. You’re welcome.)
This guy was just—he was just a mean, horrific, evil, awful man and he died. And he didn’t evidence any love for Jesus, never read the Bible, never prayed, never helped people, didn’t love people, no life change at all. His funeral—I’m supposed to participate in this thing. The other religious leader gets up and says, “Here he is. Let’s just all be honest, he was a pretty horrible guy.” We’re not even trying to sell this. You know, and the family’s crying. “You know, and he didn’t really do anything, “but he was baptized as a baby, so now he’s in heaven. “Doesn’t that make you feel better? And now Mark would like to say a few words.”
Oh yes, Mark would. Most of them have four letters. This is not what you’re supposed to say, right? Literally, that’s what happened to me the first funeral I participated in. “Now Mark would like to say a few words.” ¿Saben qué? Uno puede bautizarse en la iglesia, puede haber estado en la iglesia desde niño, puede asistir a la iglesia todas las semanas, puede celebrar su boda en la iglesia, puede hacer su funeral en la iglesia, cerrar los ojos y despertarse en el infierno. Porque la iglesia no salva, Cristo salva. La tradición no salva, Cristo salva. La religión no salva, Cristo salva. No es lo que usted hace, no es lo que la iglesia hace, es lo que Jesús hace y si usted confía en Él o no.
Jesús dijo esto. Un buen árbol produce ¿qué clase de fruto? Buen fruto. Un árbol malo produce ¿qué clase de fruto? Fruto malo. Sembramos dos árboles en nuestro jardín. Uno echó raíces es y fructífero, el otro no las echó y está muerto, pero los dos siguen ahí. No los he quitado todavía. Algunos de ustedes son así. Es solo cuestión de tiempo hasta que Jesús regrese y los corte y los queme porque son árboles malos y no producen buen fruto. Tienen una fe muerta. No está arraigada y por eso no es fructífera.
Algunos de ustedes son así. Están arraigados en la moralidad, arraigados en la religión, arraigados en la espiritualidad, arraigados en la tradición, pero no están arraigados en Cristo por lo tanto no hay vida en ustedes, no hay vida por medio de ustedes. Por lo tanto es infructuosa. Es infructuosa. ¿Cuántos de ustedes están desanimados y un poco asustados? Las cosas van a empeorar. La siguiente sección. Bien, esa era la fe muerta.
¿Qué tal esta? ¿Qué tal la fe demoniaca? Santiago 2:18-19: « ¿Saben por qué? Porque los teólogos son unos ñoños, siempre les gusta discutir sobre lo que no están haciendo. «No estoy haciendo eso porque leo la Biblia y dice que no haga nada». Usar la Biblia para excusar su desobediencia a la Biblia no es usar correctamente la Biblia. Pero algunos de ustedes dirán, hipotéticamente en su grupo comunitario, como son unos ñoños, les encantan las notas al pie de página, y no hacen nada. Hipotéticamente, «Pero alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras». «Creemos en el pluralismo, la tolerancia, la diversidad. Ese es tu camino, este es el nuestro, no nos juzguemos el uno al otro. Ambos tenemos razón». Él dice: «Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan».
Dos grupos están discutiendo en la iglesia. Dos mil años después, estos grupos siguen discutiendo. Los que defienden las obras y los que defienden la fe. Y los que defienden las obras dicen que son las obras sin la fe, y los que defienden la fe dicen que es la fe sin las obras. Y los que defienden las obras sin la fe están diciendo, básicamente: «Podemos ganarnos la salvación. No es lo que Jesús hace, es lo que nosotros hacemos. Sea una buena persona. Esfuércese más. Reencárnese. Pague su deuda kármica. Vaya a La Meca. Diezme el 10%. Hable en lenguas. Sea bautizado. Haga algo».
A menudo esto funciona formalmente en la religión. Y dependiendo a cuál religión vaya, le darán otra descripción del cargo. «Haga estas cosas y Dios lo amará, y Dios lo salvará, y Dios lo perdonará, y podrá ir a la Tierra de Nunca Jamás. Le irá maravillosamente por toda la eternidad. Solo haga estas cosas en la lista». Todas las religiones menos el cristianismo enfatizan las obras. Por eso me siento frustrado. La gente dice: «Oh, el cristianismo es igual a las otras religiones». No, no lo es. Cuidar niños no es lo mismo que el terrorismo. Es diferente. Tratan a las personas diferentemente. La religión y el cristianismo son diferentes. Todas las religiones se basan en las obras. Si trabaja duro se salvará. El cristianismo dice: Jesús hace toda la obra, y nosotros confiamos en Él.
Estaba hablando con Ravi Zacharias. Lo estaba entrevistando para un proyecto de un libro. Si no han leído a Ravi Zacharias, léanlo; pero si pueden, escúchenlo. Es canadiense, aún así lo amamos. Es de la India oriental y habla con acento británico. El tipo es capaz de leer el directorio telefónico y hacer que suene asombroso, ¿verdad?
Es uno de los principales expertos cristianos en materia de religiones mundiales. Estaba entrevistando a Ravi, y me dijo lo siguiente. «El hinduismo, el budismo, el sikismo, el jainismo, el judaísmo, el islam, todas tienen una premisa común de una manera u otra, sean panteístas o teístas, que para llegar a su destino tienen que hacer buenas obras y guardar cierto marco moral, o ciertas leyes, o ciertas reglas». Todas las religiones salvo el cristianismo dicen que hay un salvador y que ese salvador lo vemos cada mañana en el espejo. Esto lleva al orgullo: «Me salvo a mí mismo», o a la desesperación, «He fallado, perdí mi salvación». Hay gran incertidumbre y ansiedad si yo, por mi cuenta, puedo alcanzar la salvación.
Y estas personas están discutiendo con los defienden la fe. Los que defienden las obras están discutiendo con los que defienden la fe. Y los que defienden la fe creen en la fe sin las obras, y dicen: «¿Saben qué? Necesitamos calmarnos. No hay necesidad de ponernos tan serios como esta gente religiosa devota. No necesitamos orar; Dios es soberano, Él ya se ha encargado de todo. No tenemos que dar; Dios proveerá. No tenemos que servir; eso sería legalismo, y obras; y debemos sentarnos. Debemos confiar en el Señor, y quizás discutir la teología, y publicar algunos libros, y esperar que Jesús regrese. No quieres hacer nada. No eres religioso, ¿verdad? No quieres hacer nada. No eres legalista, ¿verdad? ¿Por qué estás tratando? ¿Acaso no confías en Jesús? ¿Por qué estás ayudando? ¿Por qué estás orando? ¿Por qué te importa? ¿Por qué estás sirviendo? Eso no es muy piadoso., Te pareces a los fariseos. Recuerdas esos tipos religiosos?».
Y los que defienden la fe están por allá diciendo: «No hagan nada como esa gente religiosa». Y los que defienden las obras están por acá diciendo: «No necesitas a Jesús. Como la virgen que tuvo un bebé que resucitó de los muertos. ¿Qué tal algo más práctico como: averígualo tú mismo y arréglalo tú mismo?» Y Santiago está diciendo que ambos están equivocados. Ambos están equivocados.
Hay versiones de esto en el cristianismo. Hay iglesias y denominaciones enteras que básicamente toman una de estas opciones: la opción de la fe, y la opción de las obras, y ambas son demoníacas. Hay una tercera manera más informal que existe en nuestra cultura, o sea: «No, no es que no vaya a hacer nada, pero tampoco voy a hacer muchas cosas. Supondré que lo que ya estoy haciendo es suficiente». Son personas que dicen: «Si murieras, ¿estás seguro a dónde irías?». «Iré al cielo. ¿Por qué? Creo en Dios. Soy buena persona». Y eso quiere decir: «No voy a esforzarme más. Siento que Dios ajusta las calificaciones, y pienso que estoy bien. Soy uno de esos estudiantes promedio, pero Él ajusta las calificaciones. Oh, yo podría hacer más, pero podría hacer menos. Soy muy buena persona».
¿Cuántos de ustedes pensaron o piensan o conocen a alguien que se cree muy buena persona? Creen en Dios. «Estoy seguro que me irá bien cuando me muera. Si hay un lugar alegre, iré a ese lugar». La mayoría de las personas están en esa categoría.
¿Cuál es la respuesta? Santiago dice: Usted es como un demonio. Habla de una fe demoniaca. La fe “demoniaca”. La pondré entre comillas. No es una fe salvadora. La fe demoniaca enfoca a Dios como los demonios enfocan a Dios. Él dice: «Oh, creen que Dios es uno. Los felicito, son monoteístas. Hasta los demonios son monoteístas». Uno puede entender algo acerca de Jesús sin sentir afecto por Jesús.
Saben, lo curioso es— y les daré un par de ejemplos— que al leer los evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan, todos hablan de la vida de Jesús y sin embargo personas como sus familiares no conocen a Jesús. No lo conocen. Él dice que sus discípulos son faltos de entendimiento. Estoy seguro que no se molestaron por eso. Cuando uno es así de soso, no cae en cuenta. De todas maneras, fue porque no sabían quién era Él.
La gente religiosa no sabía quién era Él. Los demonios sí sabían quién era. Al leer los evangelios, los demonios conocen a Jesús. Les daré unos ejemplos. Marcos 1:34: «Y no dejaba hablar a los demonios, porque ellos sabían quién era Él». Lucas 4:33-34: «Y estaba en la sinagoga un hombre poseído por el espíritu de un demonio inmundo, y gritó a gran voz: Yo sé quién eres: el Santo de Dios». «Lucas 4:41: «Salían demonios gritando y diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero reprendiéndolos, no les permitía hablar, porque sabían que Él era el Cristo».
Hay una fe muerta, amigos. Yo tenía una fe muerta hasta los 19 años de edad cuando conocí a Jesús. Yo hubiera dicho: «Oh, fui bautizado cuando era un bebé. Creo en Dios y soy buena persona, mejor que la mayoría. Seguro que estoy bien». Es una fe muerta. No conocía a Jesús, no amaba a Jesús, no disfrutaba de la vida de Jesús. No estaba creciendo en la semejanza de Cristo. La vida de Jesús no fluía a través de mi vida.
Algunos de ustedes tienen una fe muerta y otros una fe demoniaca. Saben quién es Jesús, pero no le aman. No responden a Él. Su vida no ha apoderado de su vida.
Hay tres aspectos de la fe “demoníaca”, y repito, las pongo entre comillas. La fe demoniaca tiene información, pero carece de transformación. ¿Los demonios pueden volverse cristianos? ¿Sí o no? No. ¿Los demonios conocen a Jesús? ¿Sí o no? Sí. O sea, saben quién es Jesús, pero van al infierno. Uno puede saber quién es Jesús y aún así ir al infierno, porque se necesita más que información. Necesita la información que resulta en su transformación.
Algunos de ustedes podrían aprobar un examen. Jesús es el Hijo de Dios. ¿Eres el Santo de Dios? Y podrían sacar una calificación de 100% junto con el demonio y estar con él para siempre, porque la prueba no consiste solo en llenar el espacio, sino en llenar la vida. No es lo que uno sabe, sino lo que ese conocimiento hace para transformarlo a uno. Esta es la idea. Usted no puede decir: «Conocí a Jesús y nada me pasó». No puede. No puede conocer al Creador del universo sin cambiar.
Segundo, la fe demoníaca sabe acerca de Jesús pero no ama a Jesús. «Eres el Santo. Eres el Hijo de Dios. Sabemos quién eres». Pero no dicen: «Y te amamos. Y estamos muy contentos de haberte conocido. Y queremos volvernos más como tú. Y queremos seguirte, y queremos escucharte, y queremos someternos a ti, y queremos que otros te vean por medio de nosotros». Ellos no le aman. ¿Ustedes aman a Jesús? ¿Aman a Jesús? ¿Él los ha cambiado? ¿Los está cambiando?
Tercero, la fe demoníaca es rebelde e impenitente. «Eres el Santo, eres el Hijo de Dios, pero no vamos a hacer lo que dices. No vamos a someternos a ti, no vamos a obedecerte, no vamos a ceder a ti. No vamos a hincar la rodilla ni a inclinar la cabeza para honrarte. De ninguna manera».
Algunos de ustedes conocen quién es Jesús, pero le desobedecen y se rebelan. Y si alguien los confronta y les dice: «Lo que estás haciendo está mal». «Mire, no me hable de eso. Yo conozco a Jesús. Él es el Santo, el Hijo de Dios». Usted es como un demonio. Es como un demonio.
Estas dos son dos clases de fe falsas. La fe muerta, y la fe demoníaca. La fe muerta no produce una vida fructífera. La fe demoníaca es completamente, exclusivamente, continuamente, teológicamente, y teóricamente impráctica, no es real. Los demonios del Nuevo Testamento tienen una teología en la que Jesús es mejor que una gran multitud de profesores de seminario y de institutos bíblicos. Si los demonios escribieran un libro sobre Jesús, sería más claro que la basura que están a la venta en las librerías cristianas ahora mismo, porque cuando hablan de Jesús, lo hacen en forma acertada.
Algunos de ustedes viven en un mundo teórico, teológico, y usan las Escrituras como pretexto para defender su vida incrédula y estéril.
Y hay una tercera manera. Es la fe dinámica. No es fe muerta ni fe demoníaca. Es una fe dinámica. Santiago continúa en el capítulo 2 versos 20-26. «Pero, ¿estás dispuesto a admitir, oh hombre vano?». ¿Cuántos de ustedes se creen muy inteligentes? Piensan: «No sé, él está gritando. Soy bastante inteligente. No pienso que deba gritarle a personas inteligentes como yo. Oh, sí, hay un bruto sentado a mi lado. Bueno, está bien. Que le grite a ese tipo». Nos creemos tan inteligentes, ¿no? «Soy muy inteligente». «Soy muy inteligente».
Él dice: «No, eres un necio». Aquí hace eco de la literatura de sabiduría. Gran parte de la Biblia habla del pecado y la santidad, pero la literatura de sabiduría habla de la locura y la sabiduría. Él dice: «¿Saben qué? Esto es una necedad, quiero que sean sabios».
Algunos de ustedes dicen: «¡Soy cristiano!». Quizás sea un cristiano necio. Uno puede ser un cristiano necio. «¿Estás dispuesto a admitir, oh hombre vano, que la fe sin obras es estéril?». Entonces hace dos estudios de caso: Abraham y Rahab, un hombre y una mujer. «¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre cuando ofreció a Isaac su hijo sobre el altar? Ya ves que la fe actuaba juntamente con sus obras, y como resultado de las obras, la fe fue perfeccionada». Quiero que pongan mucha atención a esa palabra. Volveremos a ella. Es súper importante. «Como resultado de las obras, la fe fue perfeccionada; y se cumplió la Escritura que dice:».
Vuelve a citar Génesis. Es un verso enorme de la Biblia. Hace eco en toda la Biblia. Es un concepto y un tema enorme, gigantesco. Y Abraham para nosotros se convierte en una imponente figura de fe. «Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis que el hombre es justificado por las obras y no solo por la fe. Y de las misma manera», el segundo estudio de caso, «¿no fue la ramera Rahab?».
Si usted está aquí e hizo algunas cosas de las que está avergonzado, la Biblia dice que Dios ama personas como usted. Este es el verdadero problema de la religión. El verdadero problema de la religión es: «Sea una buena persona y sálvese usted mismo». Y usted dice: «He sido una mala persona, ¿ahora qué hago?». Rahab era una prostituta. ¿Saben cómo era ser una prostituta hace mil años? No era más aceptable socialmente que hoy. Piensan que Rahab murió, compareció ante un el Dios santo y justo del universo y Dios le dijo: —Está bien, dime qué hiciste para ganar tu salvación. —Fui una buena prostituta. Eh, no. Si Dios salva, eso es lo más cariñoso, lo más esperanzador, y acoge al peor pecador, como yo.
«¿…la ramera Rahab también fue justificada por las obras cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta». Dice: «¿Conocen a Rahab? Era una pecadora. Todos lo sabían. No pertenecía al pueblo de Dios. Y cuando el pueblo de Dios llegó a la ciudad y estaba en peligro, a punto de perder la vida, Rahab fue convertida y se identificó con el pueblo de Dios, y se dio cuenta que su vida estaba mal, e inmediatamente empezó a hacer cambios». Lo que está diciendo es que tan pronto fue convertida Rahab, fue algo notorio. Su vida empezó a cambiar. No era perfecta, pero era diferente.
Amigos, los cristianos no son perfectos, pero son diferentes, y van por el camino a la perfección que culmina con la resurrección, y ahí es donde ven su perfección.
Y lo que hizo Rahab fue arriesgarse ayudando al pueblo de Dios a escapar. Ella se identificó con el pueblo de Dios, ella cambió, y ella sirvió al pueblo de Dios y los propósitos de Dios. No dijo simplemente: «Confío en el Señor. Buena suerte si quieren salir de la ciudad. ¡Buena suerte!». Ella dijo: «Estoy aquí para ayudar. Como Dios me ama a mí, yo los amo a ustedes. Como Dios me sirve a mí, yo los sirvo a ustedes. Como Dios estaba disponible para mí, yo estoy disponible para ustedes. Como Dios me sacó del lío en que me encontraba, quiero ayudarles a salirse del lío en que se encuentran. Es la obra de Dios para mí, y en mí, y por medio de mí, en beneficio de usted».
Él dice: «¿Qué tal Abraham?». Y Abraham es una figura de fe grande e imponente. Pues, la historia de Abraham es que iba a ser padre pero no tenía hijo. Y le fue dada una promesa que vendría un hijo, y que vendría por medio de un milagro. Una mujer estéril y anciana daría a luz no solo a un niño, sino a un hijo, a un primogénito, un hijo amado, el hijo de la promesa, mediante el cual vendría un Salvador llamado Jesús. Y esperaron mucho tiempo, y la promesa fue cumplida, y nació el hijo, y fue amado.
Y mientras creció y se hizo un hombre joven, Dios dijo a Abraham, quiero que tomes a tu hijo, a tu único hijo, a tu primogénito, al hijo de la promesa, el hijo que habías esperado, el hijo que nació de milagro, y quiero que lo ofrezcas como un sacrificio a mí». Que un padre matara a su hijo, todo esto auguraba la venida de Jesús. Que Dios Padre enviara a su hijo unigénito, el Señor Jesucristo; que esperara tanto tiempo por Él; que naciera milagrosamente por medio de una mujer virgen que no podía haber concebido sin la intervención de Dios; que al nacer fuera amado en gran manera y fuera el Hijo de la promesa, del linaje de Abraham. Todo esto apunta hacia Jesús.
Y en Génesis la Biblia dice que ellos fueron y Abraham iba a sacrificar a Isaac en obediencia al Señor, y que Isaac literalmente hubiera llevado su propia leña a cuestas como Jesús llevó la cruz a su lugar de crucifixión y ejecución. Y por fe, Abraham iba a sacrificar a su propio hijo. Y Dios intervino por medio del Ángel del Señor, o incluso por medio de Jesús, quizás, y dijo: «No sacrifiques a tu hijo. Hay un animal como sustituto. En el monte del Señor se proveerá», y eso quería decir que llegaría el día en que el Padre enviaría otro Hijo que llevaría otra clase de madero, y que Él en cambio se sustituiría a sí mismo por la salvación de los pecadores.
Y lo que Santiago está diciendo particularmente a estos cristianos judíos que asisten a esta gran iglesia en la ciudad de Jerusalén, es: «¿Qué tal si Abraham hubiera dicho: Tengo fe pero no tengo obras. Confío en el Señor, pero no hago nada». La fe no es solo lo que creemos internamente, es como nos portamos externamente.
Les daré una simple analogía. Esto me ha pasado con cada uno de mis hijos. Llega el verano, estoy en la piscina. Ellos no saben nadar, necesitan aprender, tienen mucho miedo de tirarse a la piscina. Bueno, algunos de ustedes no tienen hijos así. Se echaron a la piscina y tuvieron que rescatarlos, ¿verdad? Mis hijos tienen más miedo que eso de tirarse a la piscina. Estaba en la piscina conversando con cada uno de mis niños cuando eran muy pero muy pequeños. «Salta», y me decían: «No». «Salta». «Me muero». «No, no, no, puedes confiar en mí. Yo no te mentiría y no te diría algo equivocado. Confía en mí. Tírate a la piscina». Como yo crié a mis cinco abogaditos, las negociaciones siempre eran de esta manera. Yo les preguntaba: «¿Confías en tu papá?». Y me decían: «Sí, papá, confío en ti» «Entonces salta». «No».
«A ver, ¿a dónde estamos? Al borde de la piscina, ¿verdad?». «Confío en ti, papá». «No, no confías en mí». «Confío en ti aquí adentro». Muy bien, por ahí empezamos. Salta». Si nunca saltan, ¿confían en mí? No, porque su confianza aquí adentro resultó en una acción allá afuera. Al saltar, demuestran tener fe en su padre. Hasta entonces, tienen fe en donde apoyan los pies. Lo que está diciendo aquí es que Rahab confió en el Señor aquí adentro y se le notaba allá afuera; que Abraham confió en el Señor aquí adentro y se le notaba allá afuera; que cuando el Padre les pidió que saltaran, ellos saltaban y Él los sujetaba, y Él los cuidaba, y todo estaba bien. Esa es la fe dinámica.
Lo que pasa es esto. ¿Cuántos de ustedes son teólogos de sillón? Esperaron que llegara esta semana porque habían leído más adelante. Están cargados para el grupo comunitario. Huyuyuy, estamos listos, ¿verdad? Y saben: «Caramba, este es un texto muy importante. Es un texto teológico. Se han escrito muchos libros, ha habido muchos debates, muchos ñoños han escrito blogs y no veo la hora de ir». Y su pregunta es esta: «¿Santiago contradice a Pablo?».
¿Cuántos de ustedes francamente saben que esto es un debate? Denominaciones se han dividido sobre esto, iglesias se han dividido sobre esto, libros se han escrito sobre esto, se han suscitado debates sobre esto. Aquí está. Estudiamos libros enteros de la Biblia. Nos obliga a tratar cosas que a veces no hubiéramos tratado. Alabado sea Dios, aquí está. Aquí está la pregunta, ¿Santiago y Pablo se contradicen? ¿Cuántos han oído a alguien decir esto? Dijeron: «No creo en la Biblia. La Biblia tiene muchas contradicciones». Bien, hagan esto. Primero, pregúntenles: «¿Cómo cuáles?». Y por lo general le dicen: «Eh, no sé». Llevo 20 años haciendo esta pregunta. Siempre que alguien llega y me dice que tiene muchas contradicciones. Oh, es mucho decir. Ooh, es mucho decir. ¿Dónde están? ¿Dónde? Muéstreme una. Eh, no sé. Sí, usted es una contradicción, ¿sabe?
Lo primero que deben preguntar es: ¿Dónde está la contradicción? Y después vayan y estúdienla a ver si es una contradicción. Presentan la acusación de que aquí reside una contradicción. Santiago 2:24: «Vosotros veis que el hombre es justificado por las obras y no solo por la fe». Acabamos de leerlo, ese fue Santiago. Ahora Pablo. Romanos 3:28: «El hombre es justificado por la fe aparte de», sin, «las obras de la ley». ¿Cuál es? ¿Cuál es?
Permítanme darles una analogía importante. Espero que sea una analogía útil. Usted se encuentra en un consultorio médico. El doctor tiene dos cuartos donde recibe a los pacientes. Y usted se encuentra, digamos, en la sala de espera y se aproxima su turno. Y oye al doctor entrar a un cuarto y dice: «Necesita empezar a trotar. Necesita pararse y empezar a correr. Necesita ser activo». El doctor entra al otro cuarto: «Necesita sentarse. Necesita dejar de correr. No debe ser activo». ¿Hay contradicción? No, diferentes pacientes. Bien, este tipo pesa mucho y este se fracturó la pierna. Este tipo necesita correr y este necesita sentarse. No es una contradicción cuando consideramos al paciente. Entonces el diagnóstico tiene sentido.
Santiago escribe principalmente a personas sumamente religiosas que no hacen nada, que han asistido a la iglesia por mucho tiempo, bostezan, llenan los espacios, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla. Pablo escribe principalmente a los gentiles. Está lidiando con una cantidad de personas no cristianas, paganos que recién convertidos, y todos están aterrorizados. ¿Iré al infierno? ¿Iré al infierno? ¿Iré al infierno? ¿Qué debo hacer? ¿Cuánto dinero debo dar? ¿Necesito reencarnarme? ¿Necesito sacrificar un toro? ¿Necesito ser bautizado? ¿Necesito hablar en lenguas? ¿Qué debo hacer?». Y Pablo dice: «Jesús lo hizo todo». ¿Está seguro? «Sí, estoy muy seguro. Jesús lo hizo todo». «¿Qué tal si intento otras cosas por si Él no fue suficiente?». «No, no haga eso». «¿Si me hago circuncidar? ¿Eso me ayudaría?». No, no, probablemente no. No pienso que la muerte de Dios en la cruz y que usted acuda al rabino pueda ayudarle mucho». Diferentes pacientes, diferentes problemas, diferentes tratamientos. Si escribe a personas religiosas que se las saben todas pero no hacen nada, usted les dice: «Hagan algo». Si escribe a personas que hacen mucho pero no saben que Jesús lo hizo todo, necesitan confiar en lo que Él hizo antes de preocuparse por lo que ellos hacen. El enfoque principal de Pablo es cómo nos volvemos cristianos, y el de Santiago es sobre lo que significa vivir como un cristiano y el cambio de vida que resulta cuando la vida de Jesús invade nuestra vida. Por lo tanto, no somos salvos por nuestras obras, somos salvos por las obras de Jesús, y en última instancia se trata de sus obras por medio de nosotros.
Reconciliamos a Pablo y a Santiago así.
Para reconciliar a Pablo y a Santiago ante todo sabemos que Pablo y Santiago son amigos, y los amigos no necesitan ser reconciliados. Bien, pueden leer la Biblia por su cuenta, pero en Gálatas 1 Pablo dice: «Sí, hice un largo viaje para ver a Santiago en Jerusalén». Uno hace un largo viaje para reunirse con amigos, con quienes nos la llevamos bien. En Gálatas 2, Pablo dice: «Cuando me volví cristiano, sentí que debía ser pastor. Necesitaba que alguien me examinara, que aprobara de mí, que me impusiera las manos y me comisionara y me ordenara», y en Gálatas 2, él dice: «Fui a Jerusalén a reunirme con Santiago».
Santiago es como el pastor de Pablo. Los dos se la llevan bien. A través de Hechos, Pablo sigue haciendo viajes largos en los que regresa a Jerusalén para reunirse con Santiago. Son amigos, se la llevan muy bien. Y Pablo no teme entrar en conflictos con nadie. Pero con Pedro tuvo uno. Dijo: «Puse el índice en el pecho de Pedro porque le dije que era un racista y que no se portaba conforme al evangelio, y tuvimos un conflicto».
Nunca dice tal cosa acerca de Pablo y de Santiago. Se la llevan muy bien. Siempre se reúnen, no para resolver sus discusiones, sino para que Pablo reporte a Santiago lo que Dios está haciendo, y para que Santiago dé asesoramiento y sabiduría a Pablo, porque si uno quiere aprender algo no hay nada mejor que reunirse con el hermano de Jesús que es pastor. No podemos ver solamente las palabras que dicen. Tenemos que ver la relación que tienen.
Segundo, Santiago enfatiza una fe horizontal; Pablo, una fe vertical. Pablo dice: «¿Cómo nos ponemos en una relación correcta con Dios?», mientras el enfoque de Santiago es: «Ya que tienes una relación correcta con Dios, cómo afecta el estar en comunidad, las relaciones, amar a la gente, servir a la gente, y ayudar a la gente». Cuando estamos conectados con Dios, Dios quiere que nos conectemos con personas para que podamos amar y servirlas como Él nos ha amado y servido a nosotros, para que su amor y servicio para con nosotros y en nosotros fluya por medio de nosotros.
Tercero, Santiago enfatiza el final de la salvación y Pablo el comienzo. Pablo está diciendo: «Empiezas tu relación confiando solamente en todo lo que Jesús hizo», y Santiago está diciendo: «40 años después, cuando recuerdes esto, verás que tu vida ha cambiado. Lo verás. «Conocí a Jesús y mis deseos cambiaron, mi mente cambió, mi vida cambió: cómo gasto mi dinero, cómo invierto mi vida. Hombre, ahí hubo muchos cambios».
Si vienen y me preguntan, «Pastor Mark, ¿cómo sé que soy cristiano?». Voy a hacerles dos preguntas: ¿Conoces a Jesús? Y la segunda pregunta será, ¿qué ha hecho en tu vida? Y si usted dice: «No conozco a Jesús». Usted no es cristiano. Si dice: «Sí conozco a Jesús», está bien, ahora veamos su vida. Usted dirá: «Pues me decidí por Cristo en un campamento juvenil cuando me sentía culpable hace 27 años». «¿Qué ha hecho Dios en su vida?». «Nada». Entonces no lo conoció. No puede conocer a Jesús y no cambiar. No puede conocer a Jesús y no cambiar.
Cuarto, Santiago enfatiza personas religiosas, perezosas, mientras que Pablo enfatiza personas perdidas. Los religiosos y los perezosos dicen: «Sí, estuve en un estudio bíblico hace años. Creo que contestaron todas mis preguntas, y no volví a leer el Libro», o lo que sea. «Sí, asisto dos veces al mes. Trato de estacionar mi cuadriga en el mismo lugar, pero de vez en cuando un visitante me quita el puesto, y no me parece bien. Después entré y tomamos café pero el café no era muy bueno. Y me senté en el mismo asiento de siempre, y bla, bla, bla, bla, bla, bla. Mark me gritó, pero a los niños les gustó eso, y nos fuimos para la casa cuando pasaron el plato, lo cual me pareció chistoso. Volveremos el año entrante». Son indiferentes. No les importa. El rito para ellos se ha vuelto rutina.
Pablo está hablando a los perdidos. Y a veces si llevamos tiempo siendo cristianos, y sabemos que Jesús nos ama, y que nuestra salvación está asegurada, y que no vamos al infierno, y que Él se encargó de todo, se nos puede olvidar cómo es vivir aterrorizados pensando: «Iré al infierno». Algunas personas están aterrorizadas y piensan: «¿Iré al infierno?».
En la universidad había una chica así. Todas las semanas en su ministerio universitario pasaba al frente llorando, fuera de quicio, temblando, queriendo volverse cristiana, y estuvo así varios meses. Imagínense, caballeros, si todos los días llegan del trabajo y su esposa les dice: «¿Te casas conmigo?». Y usted le dice: «Nos hemos casado 37 veces ya». «Pero siento como si fuéramos solteros hoy otra vez». «No, mira, estamos casados. No tenemos que ponernos el traje otra vez, como lo hicimos esas 37 veces. Estamos bien».
Hay personas que conocen a Jesús y sienten que como hicieron algo malo esta semana «Ahora Él me odia y voy a ir al infierno. Necesito volver y ser salvo otra vez. Necesito ser salvo otra vez, y casarme otra vez, y casarme…», y Pablo dice: «No, no necesita hacer eso». Jesús es un esposo que ama a su novia. No está demandando un divorcio y no está incendiando la casa. Respire profundo y siga adelante en su relación con Él».
Quinto, Santiago enfatiza las obras que completan la fe, Pablo enfatiza las obras que compiten contra la fe. Hay una gran diferencia. Las obras que compiten contra la fe son las rutinas religiosas, las tradiciones, los ritos, o simplemente la moralidad, o la espiritualidad que compiten con la fe en la obra consumada de Jesús. Hay una diferencia entre las obras que compiten contra la fe y las obras que completan la fe. No solo me casé con Grace, vivo con ella. Eso completa nuestro pacto., Se los leeré, pero está en Santiago 2:22 donde habla de Abraham. Escúchenlo otra vez: «Ya ves que la fe actuaba juntamente con sus obras, y como resultado de las obras, la fe fue perfeccionada». Es decir, están hablando de distintas clases de fe. Pablo dice: «Hay obras malas y hay obras diferentes». Pablo está diciendo: «Hay obras malas que compiten contra la fe. No creemos en esas obras». Y Santiago está diciendo: «Pero hay obras buenas que completan la fe. Tenemos mucha necesidad de esas».
Se los mostraré: Pongamos ambos textos allá arriba donde todos pierden los estribos. Santiago 2:26 fue escrito por Santiago, por supuesto, y Efesios 2:8,9,10, escrito por Pablo. Y casi todos los cristianos que he conocido citan Efesios 2:8-9, pero se saltan el verso 10. Bien, leámoslo juntos: Santiago 2:26. Bien, ¿cuál es la palabra? ¿Cuál es la primera palabra? Es una gran palabra. Digámoslo bien. ¿Cuál es la primera palabra? «La fe sin las obras está muerta. ¿Qué viene primero? La fe, después las obras. No obramos para conseguir la fe. La fe obra en nuestras vidas.
Ahora bien, ¿qué dice Pablo? Este es uno de los resúmenes más dinámicos de la enseñanza de Pablo. «Porque por gracia» No lo ganamos, no lo merecemos. Esta es la buena noticia. Quiere decir que no podemos perderlo. Dios nos da algo que no merecemos, por lo tanto no podemos hacer nada para des-ganarlo. Creo que me inventé una palabra, pero no podemos. Si no lo merecemos y lo tenemos, no podemos hacer nada para perderlo porque no hicimos nada desde un principio para ganarlo. Fue un don. «Porque por gracia habéis sido salvados». Pasado, presente, y futuro. Conquistó a Satanás, el pecado, la muerte, el infierno, la ira de Dios. Se encargó de todo. Respiren profundo. ¡Viva Jesús! Muchas gracias.
«Porque por gracia habéis sido salvados», es una gran palabra. ¿Cuál es la gran palabra? «La fe». Confiar en Jesús. «Y esto no de vosotros». No es por obra de ustedes. «Sino que es don de Dios». Por las obras de Jesús, «no por obras», nuestras malas obras religiosas que compiten contra la fe, «para que nadie se gloríe». «Soy buena persona. Me salvo a mí mismo. He sido reencarnado. Antes era una vaca. Fui bautizado. Fui a La Meca. Bla, bla, bla. Hablo en lenguas. Les daré más dinero. Soy un hombre santo». No. Nadie puede gloriarse. Usted no hizo nada para salvarse. Jesús lo salvó y usted confió en Él. Usted dirá: «¿Es eso? ¿Es eso? Efesios 2:8-9. Jesús lo hizo todo. «Soy salvo. Él no me pide que haga nada. Viva, ahora me siento a leer libros y a esperar el Arrebatamiento. ¡Viva!». ¿Es eso?
Otro verso. «Porque somos hechura suya». Primer punto, la obra de Jesús por nosotros en la cruz por medio de la tumba vacía. Hechura. Jesús está obrando en nosotros, cambiando nuestros deseos, cambiando nuestra naturaleza, cambiando nuestras tendencias, cambiando nuestro presupuesto, cambiando nuestras bocas, cambiando nuestro estilo de vida, cambiando nuestra orientación. «Creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras», no malas obras que compiten contra la fe, buenas obras que completan la fe. No obras por las que tratamos de hacernos cristianos, sino obras que demuestran que pertenecemos a Cristo. Es la obra de Jesús para nosotros. Es la obra de Jesús en nosotros. Es la obra de Jesús por medio de nosotros. Toda la obra es de Jesús.
Alguien llega y dice: «Caramba, cómo has cambiado». «Me falta mucho trabajo qué hacer, pero estoy agradecido porque Jesús está obrando en mí». «Oye, fuiste muy cariñoso. Fuiste clemente. Fuiste bondadoso. Fuiste generoso. Respondiste de una manera distinta». «Sí, Jesús está obrando en mí y por medio de mí. Y no voy a cambiar porque tengo que cambiar, sino porque quiero. No estoy cambiado para que Él me ame, sino porque su amor me está cambiando».
¿Ven la diferencia? Somos salvos por gracia por medio de la fe en Cristo solamente, para hacer buenas obras «las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas». Y no hacemos esas obras: dar, amar, orar, servir, crecer, ayudar, tratar, cuidar, motivados por el legalismo. «¡Tienes que hacer esto!», sino por el amor: «Jesús hizo esto por mí. Jesús está haciendo eso en mí. Jesús quiere hacer eso por medio de mí. Él me ama, yo le amo. Eso es lo quiero hacer. Quiero ser como Él». Eso resulta en gran gozo, el gozo más grande de todos.
Permítanme resumirlo para ustedes. La devoción interna a Dios, que es la fe, produce una devoción externa a Dios, que son las obras, porque un árbol bueno produce buen fruto.
Las personas no cristianas, religiosas, las personas morales no son buenas personas, son pecadores. No pueden hacer nada para arreglarse a sí mismos y complacer a Dios. Necesitan dejar de hacer lo que están haciendo y empezar a confiar en lo que Jesús hizo. Cristiano, Dios ha preparado buenas obras para que ande en ellas. Hay personas que amar. Hay personas con quienes hablar de Jesús. Hay cosas que aprender. Hay maneras de crecer. Hay deseos que debe cambiar. Hay formas de pensar que aún debe alterar. Hay generosidad que compartir. Hay un reino al cual servir. Hay una misión a la cual pertenecer. Y Jesús le invita a acompañarlo en estas obras maravillosas, gloriosas, y buenas del evangelio, recorriendo las naciones del mundo empezando con las vidas de su pueblo.
Mars Hill, tenemos tanto trabajo que hacer. Tenemos iglesias que plantar, edificios que comprar, discípulos que hacer, gente dolida que ayudar, pobres que alimentar, plantadores de iglesias que financiar. Tenemos nuevos servicios que empezar. Necesitamos líderes de grupos comunitarios, de redención, ancianos, y diáconos.
No se sienten en la silla y digan: «Parece que está predicando a favor de las obras». No, estoy predicando sobre el amor. El amor por Jesús, y el amor por su pueblo, y el amor por el mundo que nos impulsa a actuar. Es el mismo amor que hizo que Jesús se bajara del trono y entrara a la historia y que hizo que Jesús tomara interés y amara y buscara y salvara y sirviera. Y no se trata de nosotros, sino de Cristo en nosotros la esperanza de gloria. Es Cristo en nosotros, la esperanza de gloria.
Por lo tanto, no tengamos dos categorías: Jesús y yo. ¡De ninguna manera! Es Jesús por medio de mí. Jesús por medio de mí. Toda la gloria es para Él, todo el gozo es para mí, ¿amén? Ahora saben por qué están aquí. Ahora saben por qué nacieron. Ahora saben por qué tienen las experiencias que tienen y los dones que tienen, y las oportunidades que Dios les ha puesto por delante, porque Él preparó buenas obras de antemano para que anduvieran en ellas.
Y la buena noticia es esta: Él no lo necesita a usted, pero le ama como un buen padre que permite que sus hijos amados participen con Él en las cosas que Él hace. A nuestro Padre amoroso le encanta que sus hijos trabajen con Él. Podemos ver cómo es Él, lo que está haciendo, dónde está obrando, lo que está construyendo, y a quién está cambiando. Y aprendemos más acerca de nuestro Padre, y tenemos el privilegio de ver crecer a la familia, y de compartir en su gozo, y de volvernos más como Él al obrar juntos con Él. No nos obliga a trabajar con Él, porque se vale de nosotros. De hecho, nosotros somos los que complicamos el trabajo. Pero Él nos invita a andar junto con Él y a trabajar con Él porque nos ama y quiere que amemos lo que Él ama, que veamos quién es Él, y lo que hace. ¿Amén?
Ahora vamos a darles algo que hacer. Vamos a recoger nuestros diezmos y ofrendas para dar generosamente a Dios, quien dio generosamente a nosotros. Damos porque hemos recibido. Vamos a participar en la Cena del Señor, recordando el cuerpo quebrantado y la sangre derramada de Jesús, esto es, la obra consumada de Jesús que es la base de mi salvación.
Al tomar parte de los elementos, debemos recordar su cuerpo quebrantado y su sangre derramada. Y al tomarlos, recordamos que la vida de Jesús es la que entra a nosotros para que su obra por nosotros sea una obra en nosotros, y para que después, al salir de aquí, sea su obra que continúe por medio de nosotros. Y por último, les daremos la oportunidad de ayudar a unas personas necesitadas porque eso es lo que quieren hacer los cristianos, ¿amén?
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Pastor Sutton: Hola, Iglesia Mars Hill y nuestra familia ampliada de Mars Hill Global. Soy el pastor Sutton Turner aquí en Awasa, Etiopía. Quiero presentarles a Zodu. Es un niño que fue patrocinado a la edad de 9 años.
Zodu Takeye: Me llamo Zodu Takeye, y me crié en Addis Ababa. Addis Ababa es la capital de Etiopía. A la edad de 9 años yo era un lustrabotas en las calles de Addis. Era un niño lustrabotas, y unos oficiales del gobierno vinieron a nuestra aldea a decirle a mi padre que si tenía un niño menor de 10 años o de 9 años, podía registrarlo para este proyecto para que asistiera al colegio. Y mi padre corrió a la iglesia conmigo, y la iglesia me aceptó.
Pastor Sutton: Bien, ¿tu papá era cristiano, o eras cristiano en ese momento?
Zodu Takeye: No, no. La iglesia nos enseñaba la Biblia por medio de la escuela dominical. Y al aprender más sobre la Biblia recibí a Jesucristo como mi Salvador personal.
Pastor Sutton: Caramba, alabado sea Dios. Cuéntanos todo lo que te ha pasado desde ese momento y lo que estás haciendo ahora.
Zodu Takeye: Ahora trabajo para Compasión Internacional Etiopía, un facilitador de asociaciones.
Pastor Sutton: ¿Cuánto ha cambiado tu vida?
Zodu Takeye: No me alcanzan las palabras. Imagínate cómo era yo a los 9 años de edad asumiendo tanta responsabilidad, con esa caja para lustrar botas. Es pesada, contiene diferentes materiales, y yo estaba en la calle. Pasaba todo el día y a veces ganaba una pequeña suma de dinero. En la actualidad, gracias a Dios, sobre todo conozco a Cristo, el Pan de mi vida. Además, hoy estoy sirviendo en Compasión Etiopía, y gano suficiente para mi sustento. No tengo palabras para expresar la diferencia que hay entre ser un niño lustrabotas y ahora.
Pastor Sutton: Si pudieras hablar a alguien a través de la cámara que piensa patrocinar un niño, ¿qué le dirías?
Zodu Takeye: Estos niños son imágenes de Dios. Son la imagen de Dios, así que al orar por estos individuos, y decirles que son amados, y al compartir lo que tienen, es una bendición para los que pueden patrocinar. Y de parte de ellos quiero decirles que es una bendición patrocinar un niño.
Pastor Sutton: Gracias. Alabo a Dios por lo que Jesús ha hecho en tu vida, y tan solo ha empezado, porque eres un hombre muy joven. Así que, gracias.