¿Qué piensa de la iglesia? ¿Ama la iglesia? ¿Sirve a la iglesia? ¿Al ver la iglesia, ¿qué ve? Jesús ama su iglesia. Así que, ¿quién es? La persona con la que aún no se ha reconciliado. La relación más incómoda, frustrante, decepcionante. Aquella relación quizás que era fuerte, sólida, buena, alentadora, amorosa, esperanzadora, y hoy está destrozada, o confusa, incómoda, tensa, o ha terminado. Quiero que vayan con la primera persona que el Espíritu Santo les traiga a la mente, y sé que algunos estarán pensando: «No, no quiero pensar en esa persona». Piensen en esa persona.
Los sicólogos dicen que en medio de un conflicto tendemos a luchar y a intensificar las cosas; a huir, es decir a evitarlas, o a estar paralizados, no sabemos qué hace ni qué decir. ¿Cómo ha respondido a la ofensa que le hicieron? ¿Ha añadido al pecado de ellos su propio pecado? ¿Ha inmiscuido a otros para intensificar el drama y menoscabar la oportunidad de reconciliar la relación?
Como cristianos, ¿qué hacemos? Porque puede que venga a la iglesia con expectativas idealistas insatisfechas, conoce a algunas personas, todos pertenecen a Jesús, y de pronto las relaciones no resultan como Jesús quería. Soy su pastor. Los quiero muchísimo. Puedo decirle eso a todo el que considera la Iglesia Mars Hill su hogar y a los que están visitando. Y los amo como iglesia porque Jesús ama su iglesia. Y cómo nos tratamos, sobre todo en las temporadas más inciertas, es muy diciente de nuestra relación con Jesús porque esa es la base de nuestras relación entre nosotros.
Al abordar el gran tema de hoy titulado Jesús reconcilia, no quiero que sea solo una charla teórica o teológica para ustedes, sino una conversación muy personal y práctica. Quiero que consideren esto como una sesión de consejería entre yo y ustedes en la que ustedes están dolidos y necesitan consejería sobre qué hacer.
Hoy estaremos en Mateo 18:15–20. Mientras encuentran ese pasaje en sus Biblias o en su aplicación permítanme comenzar mi sermón diciendo que siempre me preocupa enseñar este texto, porque lo que hacen algunos es tomar este texto y lo aplican a todo conflicto potencial en una iglesia. Escribí un capítulo entero en mi libro, Vintage Church, que trata de muchos casos y variables y situaciones.
No es un proceso que se acopla a toda situación. Si alguien es un hereje que engaña a la gente, y son lobos, no debemos aplicarles este proceso. Si un hombre agrede sexualmente a una mujer, no debemos citarle Mateo 18 y decir: «Debe reunirse con él en privado». Esto no aplica a todas las personas en todo momento y en toda circunstancia. Se trata de una serie particular de situaciones donde dos personas tienen un conflicto entre sí y están luchando porque no están viviendo en reconciliación.
Así que reduzcámoslo hasta darle el alcance deseado. Dos personas tienen un conflicto interpersonal. Puede ser en su familia, en su negocio, o en nuestro ministerio. Y el Señor Jesús nos da un proceso para lidiar con estos conflictos interpersonales.
Necesitamos verlos de tres maneras: Primero, algunos de ustedes son los que ofenden, hicieron algo que ha estropeado una relación con otra persona. Algunos de ustedes han sido ofendidos, alguien pecó contra ustedes, y como resultado la relación no está reconciliada; y algunos de ustedes son el intermediario o la intermediaria, conoce la historia entre estas dos personas en conflicto y se ha vuelto una especie de confidente o consejero; es la persona en la mitad. Y lo que Jesús nos dijo funciona con esas tres personas: el ofendido, el que ofende, y la persona en el medio.
Por tanto, leámoslo y les haré 8 preguntas dolorosas. Este es el día en que quisieran no haber venido a la iglesia porque voy a pedirles que resuelvan algo que no quieren resolver con la persona que no quieren enfrentar.
«Si tu hermano peca», dice Jesús, «ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o a dos más,». no para que uno lo aguante mientras el otro lo abofetea, mientras le da una golpiza, sino: «para que TODA PALABRA SEA CONFIRMADA POR BOCA DE DOS O TRES TESTIGOS». Es un requisito de la justicia en el Antiguo Testamento.
«Y si rehúsa escucharlos, dilo a la iglesia; y si también rehúsa escuchar a la iglesia, sea para ti como el gentil y el recaudador de impuesto. En verdad os digo: todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Además os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Tristemente, algunos consideran que esto define a la iglesia, donde dos o tres estén reunidos. Ese no es el contexto. La iglesia es mucho más que dos o tres personas que se reúnen. Aquí habla de dos o tres personas como testigos de actividades pecaminosas para que haya justicia en la iglesia. De lo que está hablando básicamente es del tamaño del jurado proverbial.
¿Entonces qué hacemos cuando tenemos estos conflictos? Somos el que ha ofendido a alguien, el que fue ofendido por alguien, o si somos la persona en la mitad que quiere dar consejo. Jesús hace ocho preguntas para la reconciliación.
¿Listos? Respiren profundo. ¿Listos? Es difícil, ¿cierto? Si realmente van a ser honestos, si tienen una relación sin reconciliar, es algo desgarrador. Se levantan por la mañana pensando en la otra persona. Se acuestan de noche pensando en ellos. A veces se preocupa por ellos. Otras veces se siente frustrado con ellos. Si de pronto los ve, siente ese nudo en el estómago.
Si su nombre aparece en un mensaje de texto, e-mail, o llamada por celular, debe decidir difícilmente: ¿Contesto? ¿No contesto? Si no contesto y los veo o si después me preguntan, ¿les voy a mentir, diciendo: «Oh, no lo sabía. No me enteré». Si los ignoro, ¿me dejarán en paz? «¿Podemos fingir que no nos conocemos?». Pero también hay amigos y a veces familiares y compañeros de trabajo implicados, y decimos: «Oye, ¿has hablado con fulano? ¿Cómo les va? ¿Cómo va su relación?». Es como una hemorragia de larga duración. Jesús hizo ocho preguntas.
Primero: ¿Ambos son cristianos? Es su primera pregunta. Lo dice así: «Si tu hermano peca», usa la palabra ‘hermano’ aquí, estamos hablando de dos cristianos. No estamos hablando de un proceso para un cristiano y un no cristiano, o para dos no cristianos. Un cristiano y otro cristiano. Dos cristianos profesantes y practicantes. ¿Son cristianos?
Utiliza la palabra ‘hermano’, que probablemente era una palabra muy controvertida en esos días ya que los derechos de herencia dependían del linaje familiar; así que, legalmente no podían usar apelativos de familiares cercanos a menos que lo eran porque podía confundir los derechos de propiedad y herencia, lo cual era muy importante. Pero cuando Jesús vino como nuestro gran hermano y murió y resucitó para quitar nuestro pecado, nos reconcilió con el Padre.
Eso significa que según la Biblia, Dios nuestro Padre nos adoptó a una familia llamada la iglesia y nuestra relación unos con otros puede ser tan cercana o incluso más aún que nuestros familiares de nacimiento porque ahora estamos relacionados por el nuevo nacimiento que trae el Espíritu Santo. Por tanto debemos tratarnos como familiares.
¿Cuántos de ustedes tienen familiares con los que se pelean? ¿Alguna vez han peleado con su familia? Si no pelea con su familia es porque se ha mudado tan lejos que ya no puede pelear con su familia. Los miembros de una familia pelean, pero con nuestra familia no peleamos como peleamos con el enemigo. Si alguien allana mi casa, la pelea será muy distinta a una pelea de lucha libre con mis hermanos. Los parámetros son distintos con una familia.
Así que en primer lugar estamos lidiando unos con otros. Debemos reconocer que no somos enemigos, somos familiares, si fuimos adoptados por Dios Padre y Jesús es nuestro hermano mayor. La pregunta es: ¿Ustedes dos son cristianos? Esa es la pregunta. Si los dos son cristianos, lo que resta del proceso les corresponde a ustedes.
Si la persona con la que están lidiando no es cristiana, en vez de tratar de reconciliarla con ustedes lo primero que deben hacer tratar de reconciliarlos con Dios. ¿Cierto? Podrían reconciliarse con usted sin reconciliarse con Dios, y si se reconcilian con Dios arrepintiéndose de sus pecados por su fe en Jesucristo, y reciben una nueva naturaleza, se vuelven nuevas personas como cristianos, reconciliadas con Dios Padre mediante la obra de Dios Hijo por el poder de Dios el Espíritu Santo, después de esa reconciliación los dos pueden tratar de reconciliarse por el poder del Espíritu Santo, el perdón de Jesús y la supervisión del Padre.
Por tanto, ante todo si alguien lo ofende o si tiene una relación tensa o no reconciliada con alguien que no es cristiano, esperamos y tenemos por meta evangelizarlos. Hablarles de Jesús. Hablarles sobre cómo reconciliarse con Jesús. Pidan que se reconcilien con Jesús.
A los que son padres les digo que este lenguaje de hermanos y familia aunque es de carácter espiritual es sumamente práctico para criar hijos. Tengo cinco hijos y de vez en cuando se meten en pequeños conflictos. ¿Alguna vez han visto eso con los niños? También son pecadores. Y a veces no saben cómo resolver sus conflictos y como padres debemos aplicar patrones bíblicos.
Lo primero que debemos enseñarles es que sigan este proceso que compartiré con ustedes. «¿Han hablado del problema?». «No». Porque a veces lo que pasa es que los niños tienen un conflicto e inmediatamente llaman a los padres y no aprenden siquiera a aplicar Mateo 18 como niños, a veces por temor o porque no les gusta el conflicto que resulta de mirarse unos a otros y decir: «Eso estuvo mal; pecaste contra mi y necesitas pedir disculpas». Luchan a veces con la timidez y se les dificulta resolver el asunto con este tipo de proceso. Pero permítanme decirles, como padres esto se aplica aun a nuestra manera de criar hijos.
Así que la primera pregunta es: ¿Los dos son cristianos? Si lo son, pasen a la siguiente pregunta.
¿Alguien pecó? ¿Cuántos han tenido conflictos pero no hubo pecado? ¡Es que son fastidiosos! O al menos eso pensamos. Piensan que son excéntricos, o astutos, o simpáticos, o chistosos, o especiales, y todos son sinónimos de ‘fastidiosos’, ¿de acuerdo? ¿Alguna vez han tenido una relación conflictiva con alguien? Lo están fastidiando pero no están pecando contra usted. Podría ser su personalidad.
Conozco alguien que gruñe cuando se ríe. Es muy fastidioso, porque gruñen muy pero muy fuerte, y si uno está en público con ellos todo el mundo se da vuelta a buscar la bestia que soltaron en el restaurante. ¿Cierto? O sea, es muy fuerte. Pero no es pecado. No tenemos que decir: «Tenemos que llamar a los ancianos, saben. Mejor dicho: «Es una idiosincrasia que ellos tienen», saben. Alguien se rió tan fuerte que gruñó. Genial. Gracias por la ilustración. ¿De acuerdo? Lo que no hacemos es buscar dos o tres testigos porque ya los tenemos.
Pero hay cosas que no son pecaminosas, solo son frustrantes, fastidiosas, excéntricas, o raras. En esos casos, aplicamos Proverbios 19:11. El buen sentido hace que uno sea tardo en airarse. Por eso la Biblia dice en el verso más popular que se cita más que cualquier otro verso de la Biblia, que Dios es: Lento para la ira, que Dios tiene una mecha muy larga, y que el pueblo de Dios debe tener una mecha muy larga.
Algunos de ustedes son de mecha corta, ¿de acuerdo? Me crié en un hogar donde yo tenía la mecha muy corta y el barrio donde crecí era muy violento y peligroso. Como era el mayor de cinto hijos, a veces tenía que intensificar las cosas y defender, o meterme a pelear. La Biblia dice: «Lentos para la ira». La mecha larga. Ha sido un proceso de aprendizaje y crecimiento para mí.
«Y su gloria es pasar por alto una ofensa». Disculpamos la ofensa, y les diré por qué: a veces por circunstancias atenuantes e irrazonables. Digamos que una mamá acaba de dar a luz un hijo, y está rendida porque el niño no duerme, tiene alergias, y digamos que ahora la mamá tiene depresión posparto y su cuerpo se está recuperando y está de mal humor con su marido. ¿Sabe lo que él debe hacer? Pasarlo por alto.
«Mira, sabes qué, entiendo. El niño está gritando y tienes depresión posparto, y sabes, es muy duro. Ninguno de los dos ha dormido desde la última elección presidencial. Estamos un poco cansados. Así que te disculpo». ¿Cierto? A veces en vez de juzgar a alguien los miramos con un poco de compasión y empatía. «Lo siento, es un tiempo difícil. Lo siento, es un día difícil. Lo siento por las circunstancias en que se encuentra».
Y a veces en esos momentos, lo mejor es acercarse a la persona con amor y decirle: «Lo siento. Parece que ha tenido un día difícil». Y por lo general en ese momento la persona baja la guardia. «Oh, sí, ¡gracias! Me siento tan frustrado». Sí, ya lo sabíamos. O sea: «No es un secreto que nos acaba de revelar, pero sé que estás frustrado y sé que perdiste los estribos, pero sé que has tenido un día difícil y sé que muchas cosas están pasando». O, «Sé que es un tiempo difícil y siento mucho que estés frustrado. Déjame orar por ti». «Oh, gracias». Así es como se pasa por alto una ofensa porque a veces tenemos que pasarlas por alto.
Pero algunos de ustedes pasan por alto todas las ofensas y eso significa que son cobardes. Este versículo no es para todos los momentos en su vida, sino cuando hay circunstancias atenuantes que tienen cierto sentido.
¿Alguien pecó de veras? Pecar quiere decir violar la Palabra de Dios la cual refleja el carácter de Dios. ¿Es un pecado? ¿Dios dice que es pecado? Porque si Dios dice que es pecado y usted no lo trata no está de acuerdo con Dios y está fomentando el pecado en vez de llamar a las personas a arrepentirse del pecado, lo cual significa francamente que no los ama, porque el pecado conduce a ¿qué? Conduce a la muerte. Si ve a alguien que se rebela y peca y van por el camino a la destrucción y a hacerse daño as ellos mismos, señalarles eso es en verdad un acto de amor. Es decir: «Vas por un camino que no conduce a la vida. Conduce a la muerte. Y quería señalártelo porque te quiero y me preocupas».
Permítanme decir esto también: hay una diferencia entre un pecado y un crimen. Se supone que el pecado es algo que los cristianos debemos manejar en presencia de Dios. Un crimen es algo que debemos reportar a las autoridades. Una de las cosas más tristes que ha pasado en los últimos años en cuanto al cristianismo fue la decisión que tomaron algunas iglesias o tradiciones del cristianismo de no reportar un crimen y esconderlo cuando es cometido.
Nosotros no ocultamos los crímenes. Romanos 13 dice que debemos obedecer la autoridad del gobierno. Por tanto, si alguien lo agrede sexualmente, llame a la policía. Si trabaja para una compañía y usted es creyente, y alguien dice ser creyente y usted se entera que están robando; o sea es algo real y muy grave, debe reportarlo a las autoridades competentes de su compañía y ver qué políticas tienen. A veces cometen crímenes como cristianos podemos aplicar mal las Escrituras sobre todo como Mateo 18, y tomamos una situación que solo trata una ofensa personal o un conflicto entre personas y lo aplicamos a todo por igual con un enfoque universal, como un molde para toda situación concebible. No lo es. No lo es.
O sea, alguien entró y empezó a hablar con un pastor que conozco pensando que era como un confesionario, y le decía lo furioso que estaba y que pensaba: “voy a perder los estribos y voy matar a una alguien». Llame a la policía. No trate de manejar eso como un problema de la iglesia, porque ahora es un asunto legal. ¿Entienden la diferencia?
He visto mujeres cuyos maridos abusan a sus hijos y no llaman a la policía porque no creen que esté bien involucrar a los oficiales. No es así. Debemos obedecer las autoridades gobernantes. y si infringen la ley, las autoridades competentes deben ser notificadas.
Pero la pregunta es, ¿en realidad se ha cometido un pecado? ¿Otro cristiano chismeó de usted? ¿Mintió sobre usted? ¿Falseó algo acerca de usted? ¿Qué le hicieron? No es un crimen. No debe llamar a la policía. Pero es pecado.
Les daré un ejemplo. El adulterio es pecado, pero no es un crimen. Si usted llama el 9-1-1 y contestan: «9-1-1, ¿qué está reportando?». Un adulterio. No los verá saltar a la acción. Le dirán: «No es un crimen». Algo así no es un crimen, es pecado; es algo que el gobierno no considera malo, pero Dios sí. ¿Ven la diferencia? Lo mismo pasa con alguien que toma mucho, y digamos que usted está casado con la persona, o quizás son compañeros de cuarto y son alcohólicos y siempre están borrachos. No puede llamar a la policía y decir: «Volvió a emborracharse». Le dirán: «Buena suerte con eso». Es un pecado, no es un crimen. A esa clase de cosas se refiere la Escritura.
Tercera pregunta. ¿Está hablando acerca de ellos, o con ellos primero? ¿Cierto? ¿Es un hermano? ¿Está pecando? Es lo que dice Jesús. «Si tu hermano peca, ve y repréndelo», ¿cómo? «A solas». ¿Está hablando con ellos o acerca de ellos?
Si está hablado de ellos, eso es chismear. Algunos dirán: «Pero es que me siento muy herido». De acuerdo, pero aun así es chisme. «Pero es que me hicieron algo bien malo». Aun así es chisme. «Pero ellos pecaron primero, ¿puedo desquitarme una sola vez? No sigue siendo chisme. «¿Qué tal si es un motivo de oración?». Entonces es un motivo de oración para chismear. «¿Qué tal si es en el ministerio para las damas y todas estamos hablando de nuestros maridos?». ¡Entonces todas están chismeando!
«¿Qué tal si lo publico en mi muro de Facebook?». Entonces está chismeando abierta y públicamente. «¿Qué pasa si lo pongo en Twitter?». Entonces está invitando a todos a enterarse. ¿Ven cómo funciona eso? En la era de los medios sociales nos instan a hablar de la gente, no con la gente, y a invitar a otros a ofenderse con nosotros para que formar un pequeño ejército y marchar contra ellos.
A veces en la iglesia se hace pasar por motivo de oración. «Por favor ore por mí». ¡Oh, claro que sí! ¿Quién se opone a la oración? «Por claro que oraré. ¿Cómo puedo orar por usted?». Mi marido es un jackalope. «Oh, sí, oraré por él. ¿Cómo así un jackalope? Quiero orar por él específicamente». Pues a ver le digo. Y después empieza el otro: «¡Ore por mí también!». Oh, ¿por qué? «Porque mi esposa es horrenda, antes era un ser humano. Ahora se ha convertido en algo muy inferior. Ha retrocedido dos personas en la escala evolutiva y es muy difícil vivir con ella». «Oh, claro que oraré». «¿Quiere que ore por algo en particular?».
Cuando alguien viene y empieza a revelar información—porque cuando uno está herido revela cosas, ¿cierto? Empiezan a revelar cosas emocionalmente. Las cosas salen. En el rostro se les nota a las personas. «¿Qué le pasa?». Bueno, pues así empezamos. Lo que necesita decirles es: «Un momento, un momento. ¿Ha hablado con ellos? ¿Ha hablado con ellos?». No, todavía no.
Y lo que hace la gente, porque hay un abogadito malo que vive en cada uno de nosotros, ¿cierto? y cuando lo necesitamos, se levanta a defendernos con un caso hermético a favor de nuestro pecado. ¿No es así? Entonces el abogadito se pone de pie y dice: «Nunca pondrán atención, por tanto no hablaré con ellos». O «Hablé con ellos sobre esto el año pasado». o, «Siempre hacen lo mismo», o «Alguien ya les hizo frente», o también: «El pastor Mark acaba de predicar sobre esto y ni siquiera pusieron atención», o… hay muchas respuestas. ¿Le ha hablando? «Para qué, si solo se enfadará. Empeorará e intensificará las cosas. Afectarán a otros». ¿Le ha hablado? «No». Entonces con ellos, no hable de ellos.
Ahora permítanme darles un consejo práctico. Cuando están muy frustrados y alguien los está enloqueciendo y tiene una relación tensa con ellos, podría necesitar un pararrayos. ¿Saben qué es un pararrayos? Si crecieron donde hay relámpagos, hay pararrayos. Sin pararrayos la gente se muere, por tanto los pararrayos son muy importantes. Lo que hace un pararrayos es llevar toda la energía a tierra para que nadie se muera.
Cuando se sienta muy frustrado, ¿se ha sentido así? Necesitará un pararrayos. Necesitará alguien. Por ejemplo: «¡Caray! ¡Me siento tan frustrado! ¡Estoy tan enojado! ¡Estoy tan herido!». Sea lo que sea conecte su tormenta a tierra antes de hablar con esa persona. Deje que sea Dios. Ore. Lea los Salmos.
Si no ha leído lo Salmos, son muchas oraciones. Algunas de ellas son oraciones como pararrayos. «Señor, es un día oscuro. Estoy deprimido. Quiero que mis enemigos se mueran». Algunos de ustedes preguntarán: «¿Eso está ahí? Qué libro tan maravilloso. Empezaré a leerlo». Sí, así son los Salmos, y lo que hacen es permitir que Dios sea su pararrayos, porque ¿saben qué? Dios es suficientemente grande para lidiar con eso. El Dios de la Biblia puede conectar a tierra su tormenta.
Así que no acusen a Dios ni le griten a Dios. No estoy diciendo eso, pero usted dirá: «Señor, soy tan…». Ahí es donde se pone a solas con Dios y aparta tiempo para estar en silencio, a solas, en oración. «Dios, estoy tan frustrado, tan herido. Vaya, estoy tan decepcionado con esa persona. Me preocupa tanto». Deje que Dios sea su pararrayos, que conecte a tierra su tormenta para que pueda hablar con ellos, no para derrotarlos, sino para invitarlos a hacer morir su pecado, para que puedan reconciliar su relación. ¿Les parece razonable? Necesitarán hablar con alguien. Hablen con el Señor, y después hablen con la persona.
Proverbios 26:20 dice esto en la Nueva Traducción Viviente: «Por falta de leña se apaga el fuego». ¿Algún campista aquí puede confirmar eso? Si se le acaba la leña, el fuego al fin se apaga. «y donde no hay chismoso, se calma la contienda». Necesitan considerar el conflicto interpersonal como un fuego, y entre más chismosos seamos, más leña estaremos añadiendo a ese fuego.
«Voy a hablar con aquella persona». Otro leño al fuego. «Voy a publicarlo en Twitter». Otro leño al fuego. «Lo pondré en Facebook». Otro leño al fuego. «Lo convertiré en el tema para el grupo comunitario esta semana». Otro leño al fuego. De pronto tiene un infierno entre manos y arderá por mucho tiempo. Cuando hay conflicto, el objetivo no es echar más leña al fuego, porque eso no sería piadoso.
Para ponerle agua al fuego en vez de leña debemos hablar con ellos. Cuando hablamos con alguien tratamos de echarle agua al fuego. Cuando hablamos de alguien, estamos tirando leña al fuego. ¿Cuántos han hecho esto recientemente? Y piensan: «Oh, por eso fue que…», Sí, porque otros se acogen a la ofensa y toman partido con usted, y todos vienen a la fogata con su leña.
Cuarto, ¿qué debe hacer? ¿Puede reconciliarse simplemente y en privado? El Señor Jesucristo dice esto: «Si te escucha, has ganado a tu hermano». Lo que está diciendo es: «Si han pecado contra ti, ve y habla con ellos a ver si puedes ponerte de acuerdo con ellos. A ver si los dos pueden arreglar las cosas, y si pueden, se acabó el problema». Respiren profundo, alabado sea el Señor, «Dame un abrazo, menos mal que esto se acabó y volvemos a ser amigos». Esa es la meta: la reconciliación.
Hacer frente al pecado nunca significa moler a la otra persona sino invitarla a apartarse del pecado por el cual Jesús fue molido. Como Jesús ya murió por nuestros pecados, si somos dos cristianos no queremos castigar a alguien por su pecado porque Jesús ya fue castigado; al contrario, queremos invitarlos a apartarse de su pecado y que anden con nosotros y con Jesús. Esa es la meta. ¿Pueden arreglar las cosas entre los dos? Esa es la gran pregunta.
Al hablar de la reconciliación escogimos este versículo porque hay muchos casos escenarios y variables pero casi siempre en una iglesia la mayor parte del conflicto yace aquí: en el conflicto interpersonal. Y si no tenemos un proceso para resolverlo y avanzar hacia la reconciliación terminamos con anarquía y división.
Aquí es donde los sentimientos se hieren y las personas se van de la iglesia frustrados. Aquí es donde los amigos dejan de ser amigos. Aquí es donde los negocios se dividen porque los socios no pueden resolver las cosas. Aquí es donde hay tensión familiar y la gente se pone de mal genio y alzan la voz, y los feriados son incómodos.
Podría ser en su propio matrimonio donde ocurren una serie de eventos y son como granadas. Cuidado, no hable de eso, no aborde ese tema, no se acerque a eso o explotará. Y tratamos de manejar nuestra vida en vez de reconciliarnos.
¿Puede reconciliarse simplemente y en privado? Los dos resuelvan el problema, no necesitan involucrar a una cantidad de personas para que viertan agua sobre ese fuego y no mucha leña. Como dije, no lo ponga en Twitter, no use su blog, no use Facebook, porque eso no es privado. No envíe correos electrónicos grupales en masa, no diga que es un motivo de oración a un gran número de personas. Vaya y hable con la persona.
Hable al Señor y hable con ellos. Y hágalo cara a cara lo más a menudo que pueda. Creo que eso es lo que Jesús quiere aquí. Dice: «Vayan y repréndanlo». O sea que hablan con ellos cara a cara. Grace y yo explicamos esto en el libro Real Marriage, pero hay relaciones que son espalda a espalda, se han vuelto enemigos; hay relaciones que son hombro con hombro, han aprendido a coexistir más o menos en paz, pero no es una relación estrecha, pero también hay relaciones que son cara a cara y ese es el lenguaje que bíblico para la amistad. Por eso dice en 1 Corintios 13 que un día de estos veremos al Señor Jesús, ¿cómo? Cara a cara. Es lo que hacen los amigos.
La mejor manera de reconciliar una relación rota es cuando dos personas, y no hagan esto en un lugar público, porque quizás uno tenga que sincerarse o que el otro se eche a llorar. Que sea un lugar seguro, imparcial, privado. Repito, no estamos hablando de alguien peligroso que los ha atacado o agredido sexualmente. Si fuera así, llame a la policía. No tengan un encuentro cara a cara y en privado bajo esas circunstancias.
Pero cuando está ofendido y herido debe haber reconciliación donde los dos se sientan, porque ustedes saben igual que yo que cara a cara hay más comunicación que por cualquier otro medio. ¿Cierto? El lenguaje corporal, las expresiones faciales, el tono de voz revela mucho. ¿Cuántos de ustedes recibieron un e-mail hoy y lo malinterpretaron totalmente porque no recibieron toda la información no verbal? Leen algo en línea y lo malinterpretan totalmente o quizás los han malinterpretado porque no recibieron toda la comunicación no verbal. Alguien se sienta caído de hombros. Usted le dice: «Sabes, pecaste contra mí». Y lo miran con lágrimas en los ojos y le dicen: «Tienes razón, y me he sentido horrible, de veras lo siento». Con eso se resuelve el caso. «¿Me perdonas por favor?». «Por supuesto».
Pero cuando nos amargamos lo interpretamos todo por la lente de la amargura, y aunque alguien nos pida perdón no percibimos de una manera que deja poca esperanza. Hablar cara a cara quita todo eso.
Por eso es que… volviendo a la ilustración de criar hijos, con nuestros hijos algo que me gusta hacer… porque mis hijos son un poco más tímidos y cuando pecan contra ellos me llaman a ayudarles de inmediato, ¿no es así? «Papá, necesitas ayudarnos». Está bien, ¿qué pasó? «Es que me hicieron esto, esto y esto». Un momento, un momento. ¿Ya hablaron con ellos? «No, no hemos hablado con ellos». Por eso los hago reflexionar. Busco la mejor manera de hacerlo. Está bien, esperen. Necesitan ser valientes. Necesitan pedirles que hablen con ustedes. Necesitan hablarles en privado donde nadie más los vea. Necesitan decirles exactamente cómo pecaron contra ustedes y lo que ustedes sintieron, pídanles que les pidan disculpas y después necesitan perdonarlos».
Así que para nuestros hijos el proceso consiste en que la persona ofendida va con el que lo ofendió, y lo mira a los ojos. ¿Cierto? Uno de ellos está jugando videojuegos y suelta el joystick o controlador. Acabo de revelarles mi edad, soy un anciano. O sea, que no haya teléfonos, televisión, distracciones. Mírense a los ojos, y sucede que en la mayoría de los casos ¿que hacen los niños? Los ojos se les llenan de lágrimas. «Oye, cuando dijiste eso, cuando hiciste eso, fue un pecado y me lastimaste mucho, y me siento así, y necesito que me pidas perdón».
Después le digo a la persona ofendida: «Necesitas arrepentirte no solo del pecado en general, sino de este pecado particular. «No digas solo lo siento, sino siento haber hecho tal y tal cosa». ¿Cuántos de ustedes fueron así como niños? ¿Verdad? Eran básicamente unos pequeños terroristas, ¿no es así? Eso eran de niños, andaban por ahí pegándole a los niños indistintamente, tirando cosas, explotando cosas. Eran unos terroristas muy pequeños.
Una de sus victimas se lastima y van corriendo a buscar a sus padres o a mamá y papá si son hermanos, y dicen: «Tommy me pegó con un Camión Tonka. Me acechó y empezó a jalarme las greñas. Como ven no tengo pelo». ¿Entienden? Y el papá o la mamá dice: «¡Dile que lo sientes!». Y el pequeño terrorista dice: «¡Lo siento!» Está bien, se acabó.
No, no se acabó porque eso no es reconciliarse y la persona en realidad no ha pedido perdón ni se ha arrepentido. Su corazón, su mente, ni su actitud han cambiado. «Pecaste contra mí. Hiciste o dijiste tal cosa. Me siento así. Necesito que lo reconozcas y me pidas disculpas». Tienes razón, lo siento. Sí, hice eso.
Entonces le digo al niño que haga esta pregunta. «¿Me perdonas por favor?». Y el otro niño tiene que perdonarlo. Ahora, seré franco. A veces el niño dice: «No». Entonces vamos a Efesios 4 y lidiamos con la amargura, pero algunos de mis hijos me han dicho: «Necesito pensar y orar antes de perdonarlos», o van y lo piensan, y vuelven y dicen: «Sí, te perdono». Después hago que se abracen y oren juntos.
Espero que mis hijos cuando crezcan tengan amistades cristianas unos con otros y que tengan habilidades para la vida y hábitos basados en Mateo 18 que apliquen a sus matrimonios, a la crianza de niños, a su ministerio, a sus negocios. Espero que así sea.
¿Pueden resolverlo o reconciliarse simplemente y en privado? Ahora permítanme darles un práctico consejo pastoral. Antes de ir a hablarles cara a cara, puede que tengan que pasar algún tiempo en oración y ayuno para preparar sus corazones, ¿de acuerdo? Para que puedan aplicar Gálatas 6, o sea para que sean mansos y piadosos.
Otro consejo, porque algunos de ustedes son más tímidos, no les gusta el conflicto, tienen problemas de temer al hombre. Escriban los puntos más importantes de lo que van quieren decir para que durante el encuentro si se pone nervioso al mirarlos, tenga sus pensamientos en orden para que no se le olvide nada, porque no hay nada peor que encontrarse con alguien, resolver las cosas, y después darse cuenta: «Oh, se me olvidó decirles tal cosa. Hagámoslo otra vez». Lo ideal es hacerlo enseguida. Así que organice sus pensamientos.
Cuando se encuentren, empiece con una oración. Invite al Señor Jesús que esté en medio de ustedes, porque lo promete más adelante en el texto bíblico, y reconozcan su presencia. Después dígale: «Sabes, anoté unas cosas y me gustaría hablarte de ellas, y mientras de qué se trata, por favor no te pongas defensivo ni discutas cada punto. Pon atención y después hablamos sobre esto a ver qué pasa. A ver si podemos fomentar la reconciliación.
Quinto: Si no pueden reconciliarse, ¿hay algún mediador imparcial que pueda ayudar? Digamos que se encuentra con la otra persona y dice: «Mira, el problema es este», y le dicen: «No estoy de acuerdo. Estás equivocado. Tengo causa justa. No te pediré disculpas», o, «No cambiaré lo que hice ni lo que dije, no me arrepentiré, ni cambiaré de rumbo. Las cosas seguirán así porque así soy yo».
En esas circunstancias el Señor dice: «Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o a dos más, para que TODA PALABRA SEA CONFIRMADA POR BOCA DE DOS O TRES TESTIGOS». Ahora nos referimos a una acusación, no una simple preocupación, sino a una acusación. Se vuelve en algo un poco más formal.
Aquí está hablando de lo que algunos llamarían en el mundo secular: una intervención. Esto ocurre cuando usted trae dos o tres personas o unas cuantas personas. El Señor Jesús permite cierta flexibilidad para que determinemos lo mejor en cada circunstancia. Dice: «Traigan dos o tres testigos», estos son los mediadores. Los consejeros. Los terceros imparciales.
No traigan a todos los que están de acuerdo con usted, porque sería como una iniciación de pandillas. ¿De acuerdo? Eso es lo que es. «Con mucho gusto lo asaltaremos». Saben. ¿A cuántos de ustedes les han tendido una trampa así? Vienen a un encuentro con alguien y el otro trae a todo el mundo que está de acuerdo con ellos. No es nuestro ni objetivo, ¿cierto?
Toman una postura en cierto modo como un juez. Consideran toda la evidencia y ayudan a las partes en conflicto a resolver y a reconciliar. Podría ser el líder de un grupo comunitario o el líder de un grupo de redención; podría ser una persona piadosa o una pareja piadosa que las dos partes admiran, que son de confianza, y tienen una innata autoridad espiritual. Podría ser un consejero bíblico. podría ser un servicio de cristiano de conciliación. o un ministerio de pacificadores. ¿Saben? Esto puede resolverse de distintas maneras.
Podrían ser los miembros de sus familias. Quizás tengan un comportamiento autodestructivo de jugador, toma-trago, consumidor de drogas, o algo por el estilo, y usted dice: «Hombre, sus padres lo aman, respeta a sus padres, y si quizás hablaran a una persona piadosa, amorosa que no esté en contra de ellos y que los quiera podría ser útil en este momento».
Lo que no deben hacer es esto: no vayan y traigan a todos los que están de acuerdo con usted. Traten todo lo que puedan de traer a alguien imparcial. A veces pueden negociar esto con la persona que los ofendió o que piensan que ofendió. Díganle: «Mira, no estamos de acuerdo. Dejemos que alguien haga el papel de árbitro o mediador. ¿A quién conocemos para que por acuerdo mutuo nos sometamos a su consejo y nos ayude?».
A veces hasta pueden negociar y decir: «Fulano de tal es piadoso, o aquella pareja es muy piadosa y me encantaría reunirme con ellos para que nos ayuden a resolver esto». Nos ponemos de acuerdo sobre quién va a ayudarnos, y a veces eso elimina el conflicto que surge sobre quién será el mediador.
En este momento también deben preguntarse ¿en realidad es tan grave el asunto? ¿Quiero seguir con esto? O volviendo al último proverbio, ¿es aquí donde perdono la ofensa? O sea: «No es nada tan grave, lo pasaré por alto porque aquí es donde pasaría de ser informal a formal cuando introduce la noción de acusar a la otra persona».
Para los que son llamados a mediar, a hacer el papel de árbitro, de tercero, está Proverbios 18:17. «Justo parece el primero que aboga por su causa, pero viene su adversario y le descubre». Está diciendo esto: «El primero en quejarse parece tener la razón». ¿Alguna vez han estado en esta situación?
Les digo esto: A menudo la parte culpable es la que grita más fuerte y de primeras, porque tratan de establecer la historia. Puedo decirles esto: Por el hecho de ser amigo, familiar, compañero de trabajo, no tome partido con ellos de inmediato. No se haga el abogado del diablo; en cambio, diga: «Lamento que se sienta así. Eso suena horrible. No conozco todos los hechos, sin embargo, no quiero llegar precipitadamente a conclusiones prematuras». Cuando las emociones son muy fuertes y lo invitan a tomar partido con ellos y a compartir la ofensa con ellos, debería ser piadoso y ayudarlos a reconciliarse sin alentar a su amigo si está equivocado.
Les daré un ejemplo. A comienzos del ministerio una chica estaba comprometida con un tipo y ambos decían ser cristianos. Llegaron a Mars Hill y ella rompió el compromiso pocas semanas antes de la boda, ¿de acuerdo? Y en realidad no dijo nada porque se sentía humillada y avergonzada y no quería que todos supieran sus asuntos.
Entonces el tipo le dijo a todo el mundo, «Sí, ella me dejó plantado. Me dejó plantado justo antes de la boda. Habíamos hecho planes, mandamos invitaciones, y sin más ella me dejó». De pronto todos empezaron a hablar de ella porque la iglesia en ese entonces era pequeña. «Oh, qué mujer tan horrible. Hizo una cosa terrible».
Pero lo que él no dijo fue que había tenido relaciones sexuales con su mejor amiga dejándola embarazada. Sí o no, ¿están de acuerdo en que son variables que afectan un matrimonio? Él no dio a conocer eso. No dijo: «Yo estaba durmiendo con su mejor amiga y la dejé embarazada». Lo que dijo fue: . «Ella me dejó plantado» «Oh, lo siento mucho. Qué tristeza. Perderá dinero, las gente ya había reservado su vuelo, es horrible». Mucha gente se precipitó a tomar partido con él.
Pero ella estaba entre la espada y la pared porque si contaba toda la historia se sentirá avergonzada e incómoda al no saber si le correspondía exponer a esta otra mujer que ahora estaba embarazada con el hijo de su novio. O sea, es medio complicado ¿cierto? Es un episodio para el show Jerry Springer.
Con el tiempo, los que acudieron a defenderlo y dijeron «Qué mujer tan horrible. No puedo creer que haya hecho eso», tuvieron que hablar con ella y pedirle ¿qué? Disculpas. «Lo siento, no sabía todo lo que había pasado». Permítanme decir esto. Rara vez se conoce toda la historia. Rara vez se conoce toda la historia.
Si son mediadores imparciales y piadosos y los invitan a ayudar, asegúrense de escuchar ambos lados. En un día en que la tecnología permite a la gente presentar su caso primero, Proverbios 18:17 es más veraz que nunca. Parecen tener la razón. A veces las personas quieren presentar toda la información y a veces no por razones personales. Tenemos una iglesia, amigos, donde si contáramos solo las mujeres que fueron agredidas sexualmente, con solo ellas tendríamos una megaiglesia. Y a veces no quieren contar toda la historia porque no quieren que todo el mundo se entere de sus asuntos, y por el hecho de que el que la ofendió da su versión de los hechos primero no piensen automáticamente e inmediatamente que esa es toda la historia. ¿Entienden la situación?
Sexto: ¿Su conflicto ha intensificado al punto en que ahora es un proceso formal? Reconocen que es algo grave y que deben resolverlo. Es un pecado, no solo un fastidio. «Hablé con ellos y no pasó nada. Traje gente piadosa y no hicimos mella en el asunto. Aún persiste. Siguen haciendo lo mismo. Es un problema. Se ha vuelto un verdadero problema. Sí, tenemos que hacer algo más.
El Señor dice esto: «Si rehúsa escucharlos, dilo a la iglesia». Aquí está hablando de traer una autoridad espiritual piadosa. Aquí es donde cambia de informal a formal. Aquí es donde la esposa dice: «No puedes estar casada conmigo y tener una novia». ¿Cierto? Aquí es donde la esposa dice: «No puedes decir que eres un padre cristiano que golpea a nuestros hijos». ¿Cierto? Aquí es donde el hombre dice: «No puedes ser una madre cristiana de nuestros hijos si me eres infiel. No puedes ser la madre cristiana de nuestros hijos si apuestas nuestro dinero mientras estoy trabajando. Esto tiene que parar. No podemos seguir haciendo esto. Te amo, pero esto tiene que parar».
Aquí es donde se vuelve formal. Aquí está hablando de un liderazgo espiritual piadoso. Un consejero bíblico, repito, o quizás un servicio cristiano de conciliación, un ministerio cristiano de pacificadores, o quizás líderes de la iglesia, alguien más que venga y diga: «Por favor, lo amamos, queremos ayudarle. Lo que está haciendo no está bien. Es una ofensa contra Dios, está rompiendo los corazones de la gente, está causando tantos problemas. Queremos ayudarle. Por favor, ¿nos permite ayudarle? ¿Está dispuesto a reconocer que esto es un problema? ¿Permítase cogernos confianza? No deje que su corazón se endurezca. No sea duro de cerviz. No se ponga defensivo. ¿Cierto? Somos familia, lo amamos, estamos aquí para ayudarle. Ese es el tono que debemos usar.
Es un acto de amor, ¿cierto? Es un acto de amor para la gloria de Dios. Si dicen ser cristianos e infringen la Palabra y la voluntad de Dios, es un acto de amor para la gloria de Dios afrontarlo. Es un acto de amor para la persona que peca porque están destruyendo sus vidas. En Hebreos hay una cita de Proverbios que dice: «Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo».
¿Alguna vez disciplinaron a un niño y lo primero que hicieron fue mirarlo y darle las gracias? No, el agradecimiento suele venir después. Se están haciendo daño y usted está tratando de ayudarlos, y al principio podrían sentirse un poco defensivos, pero con el tiempo volverán y le dirán: «Gracias. Iba por mal camino y me ayudaste a cambiar de rumbo».
Es amar para la gloria de Dios. Es amar al ofensor. Es amar al ofendido, a la persona que sigue siendo herida y contra quien siguen pecando. «Esto tiene que parar. Los está lastimando». Y también es amar a los que están implicados. Los amigos de la familia que son cristianos o hasta no cristianos están viendo esto y están implicados; significa amarlos a ellos también.
¿Ha intensificado hasta que ahora es un proceso formal? Esperamos que en ese momento la persona diga: «Está bien, necesito ayuda». «Genial, entonces hay reconciliación. Déjame abrazarte. Déjame orar por ti. Es difícil, es incómodo, pero ¿cómo podemos ayudarte? ¿Qué tenemos que hacer? Somos familia».
A veces dicen: «No lo haré. Seguiré adulterando. Seguiré emborrachándome y destruyendo mi familia. Seguiré apostando todo nuestro dinero. Seguiré haciendo lo que estoy haciendo. Quiero a Jesús y a la pornografía».
Séptimo: ¿Ha llegado el momento de separarnos? El Señor Jesús dice esto: «y si también rehúsa escuchar a la iglesia, sea para ti como el gentil y el recaudador de impuesto». Para nosotros que estamos apartados históricamente de los términos gentil y recaudador de impuestos, decimos: «Bien, ¿qué hacemos con eso?». Lo que nos da aquí es una gama de personas. El gentil era el que había rechazado a Jesús. El recaudador de impuestos era enemigo de Jesús. Esa es la gama.
No estamos determinando ahora quién es un verdadero cristiano, porque de hecho 1 Juan lo dice perfectamente: «Solo el Señor sabe quienes son suyos». ¿De acuerdo? Si son cristianos y están en pecado puede que continúen y después al final vengan al arrepentimiento y vuelvan. Es lo que dice 1 Juan. Dice: «Salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros, porque [nunca regresaron]».
A veces un cristiano escoge un camino pecaminoso y finalmente por la convicción del Espíritu Santo reflexionan, se dan vuelta, y vuelven a casa, más o menos como el hijo pródigo quien se fue lejos de su casa, se metió en muchos problemas, pero regresó a su padre. Otros que no son cristianos siguen adelante. No vuelven a Dios Padre. No vuelven al Señor Jesucristo. Siguen adelante.
Es difícil en esos momentos cuando alguien dice ser cristiano y se apartan de Jesús y de la santidad. ¿Son cristianos o no son cristianos? ¿Cuántos han estado en esa difícil situación? «No sé porque van por el camino de los que no son cristianos. Piensan y actúan como no cristianos. Se están apartando no solo de Jesús, sino de los cristianos». No estamos juzgando su alma eterna. Oren, preocúpense, afánense. Quizás vengan al arrepentimiento, y quizás vuelvan a Jesús; y quizás vuelvan a su comunidad cristiana. Tal vez no.
Por tanto, no estamos dando un fallo: Cristiano o no cristiano. Jesús lo dice en Juan 5. Dice: «Todo juicio se lo ha confiado al Hijo». Por tanto, Jesús sabe finalmente quién es cristiano y Jesús sabe finalmente quién no es cristiano, por eso se lo dejamos a Él. Pero lo que estamos diciendo es que como están portándose como no creyentes, debemos tratarlos como no creyentes hasta que se arrepientan, se den vuelta, y regresen a Jesús y a su pueblo y empiecen a vivir como creyentes.
A los gentiles no se les permitía entrar a las reuniones privadas de la iglesia. Eran los que recibían a Jesús pero no tomaban la comunión. No ocupan posiciones de liderazgo en la iglesia. Con los gentiles la meta era evangelizarlos, o sea: «No conoces a Jesús», así que con ciertas personas uno piensa: «No sé si son cristianos o no, así que voy a hablarles de Jesús y del pecado, y de su muerte, sepultura, resurrección a ver si se apartan del pecado y confían en Él, porque no estoy seguro de qué relación tengan con Jesús. Dice que es cristiano, pero no lo sé».
Los recaudadores de impuestos eran peores. Eran judíos que decían que creían y que adoraban al Dios de la Biblia, pero cuando la ocupación romana ocurrió y el gobierno romano se apoderó de Israel, los romanos querían gravar al pueblo de Dios con todos los impuestos posibles para financiar su gobierno sin Dios y su dictadura, básicamente. Por eso contrataban a ciertos judíos como recaudadores de impuestos. De modo que los judíos traicionaban a otros judíos para recaudar dinero para el gobierno.
Funcionaba de esta manera: Debían generar cierta cantidad de ingresos por residente y por negocio, y cualquier cosa que sobraba era su ingreso personal. En otras palabras, estos criminales dan dinero a un gobierno sin Dios y extorsionan dinero de su propia gente para lucrarse. Para los creyentes estos serían como Judas con Jesús.
Imagínense al oír las palabras recaudador de impuestos en el Siglo I, era como decir Judas Iscariote, el que robó, traicionó, y destruyó al Señor Jesús. O sea, esa es la actitud. Eran unos Judas. Nadie se haría socio de Judas, ¿verdad que no? Probablemente no tendrían a Judas en su grupo comunitario semanal. Probablemente no dejarían que Judas dirigiera la alabanza los domingos. Judas es muy peligroso, violento, avaro, egoísta. Si usamos el lenguaje de la Biblia, «No es un pastor, ni una oveja, sino un lobo». Había otros en esa categoría.
Por eso dice: «Traten a ciertas personas en esta gama, desde: “evangelicémoslos, hablémosles de Jesús, pero no dejemos que se hagan pasar por creyentes en comunión con nosotros”, hasta el otro extremo: “Son personas muy peligrosas”». Hay depredadores sexuales que con capaces de hacerse pasar por cristianos para acceder al ministerio de niños de la iglesia. Por eso tenemos un sistema de seguridad. Por eso verificamos antecedentes. Por eso vigilamos el bienestar de nuestra gente porque hay personas muy peligrosas y destructivas y queremos que se arrepientan, queremos que cambien, queremos que busquen ayuda, pero si no lo hacen, necesitamos cuidar nuestro bienestar y el bienestar de la iglesia.
Es triste, ¿no es cierto? Como pastor desde el comienzo en la fase de grupo central, he sido honrado con el privilegio de dirigir la Iglesia Mars Hill durante 16 años, y no he visto muchos casos como este, pero me parte el corazón por completo. Hay una corta lista de personas por quienes oro cada mañana porque me preocupan, porque los quiero, porque han pasado por este proceso y siguen con sus andadas rumbo a la destrucción. No quiero que eso le pase a nadie.
A veces la gente regresa. También hay una lista de grandes historias de personas que se apartaron de Jesús y de su pueblo, y a veces tardan semanas, meses, o años en volver, y tengo suficiente experiencia para saber que a veces tardan décadas. Se dan vuelta, lo que equivale a arrepentirse. Reconocen su pecado. Se reconcilian con Dios por medio de la fe en Jesucristo y se reconcilian unos con otros. Como Jesús fue castigado por ellos, sus amigos no necesitan castigarlos sino darles la bienvenida porque el precio ya fue pagado por Jesús. Como llevo tiempo en el ministerio, estas son las circunstancias más preocupantes y a veces las más alentadoras.
Hay una exhortación del Apóstol Pablo en Romanos 12.18: «Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres». Permítanme darles un consejo pastoral. Su meta es la reconciliación, pero si no puede haber reconciliación, que haya paz. ¿Captaron eso? Puede que llegue el momento de decir: «No estamos de acuerdo, y a menos que uno de nosotros cambie de parecer, seguiremos discrepando, así que no peleemos ni discutamos sobre esto. Solo vivamos en paz. No te ataco a ti y tú no me atacas a mí. No tratas de vengarte de mí, y no trato de vengarme de ti. Más o menos nos separamos. Tú haces lo tuyo, y yo hago lo mío. Ambos oramos y guardamos nuestros corazones contra la amargura. Si alguno de nosotros fuera a cambiar de parecer y quiere pedir disculpas al otro, acordemos hacer eso, pero vivamos en paz». La meta es la reconciliación, y cuando no se puede lograr la reconciliación, lo mejor que queda quizás es la paz.
Aquí es donde uno dice: «Sabes qué, ya no podemos ser socios. No podemos», o «Sabes qué, no podemos trabajar juntos en el ministerio». O, «Sabes, nuestras familias antes eran muy unidas y ahora no puede ser así, y no vamos a atacarlos, pero nos distanciaremos un poco ahora. Habrá cambios y tendremos paz». No es reconciliación sino paz. ¿Entienden eso? De otra forma es como una hemorragia que sangra por años e implica a muchas personas, y conduce a la amargura y Satanás siembra cizaña y cosas horribles suceden.
Última pregunta: ¿qué opina Jesús de su comportamiento? En medio de todo esto, sobre todo cuando somos la persona ofendida, podemos tener opiniones muy fuertes. Quizás somos la persona que ofende. También tenemos opiniones muy fuertes. «No fue tan grave», o «Las cosas no ocurrieron así», o «No lo dije de esa manera», o, «Malinterpretaste mis palabras», o «Sacaste de contexto lo que dije». Y todos podemos terminar con una versión distinta de los hechos. Por encima de todo eso está el Señor Jesucristo que vivió sin pecado; Dios con nosotros que murió en una cruz en nuestro lugar por nuestros pecados, que conquistó la muerte, resucitó, y ascendió al Cielo. Y ahora ve y conoce perfectamente todo. Cuando mira una situación, ¿qué ve Él?
Jesús dice lo siguiente: «En verdad os digo: todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo». Se refiere a que al llevar cabo el proceso toman una decisión terrenal, no es solo una decisión terrenal, también es una decisión celestial.
«Además os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en lo cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Cuando hay un conflicto interpersonal, y no han podido resolverlo en privado, y gente piadosa y buena ha venido y han obedecido las Escrituras y han ayunado y orado y están llenos del Espíritu Santo, y han dado su veredicto, diciendo: «Esto estuvo mal», o «Esto estuvo bien», o «Así vemos las cosas», Jesús dice: «Yo estoy ahí también. Estoy presente con ellos, sobre todo por medio del Espíritu Santo, y soy partícipe del proceso. Veo y conozco todas las cosas, no solo a las personas en el cuarto, también está mi presencia».
Jesús ama tanto a su iglesia, que toma parte en los conflictos interpersonales entre dos cristianos profesantes. Jesús ama a toda la iglesia, y a veces lo que lastima y hace daño a la iglesia son los conflictos entre dos creyentes en la iglesia.
Por ejemplo vemos esto, recuerdo que en el libro de Filipenses Pablo habla de dos mujeres, Evodia y Síntique. Aparentemente tuvieron un conflicto. Pablo no las acusa de herejía ni de algún pecado. Es que no se la llevaban bien. No sabemos qué pasó, pero se pelearon un poco y toda la iglesia se enteró y se metió en el asunto, por lo cual Pablo intervino. Y lo que dice es: «Que vivan en armonía». Y saben qué, Jesús honra a los que tratan de vivir en armonía. Jesús aparece cuando las personas tratan de vivir en armonía. Satanás aparece cuando no tratan de hacerlo, pero Jesús aparece cuando lo hacen.
¿Qué tal ustedes? ¿Lo han intentado? ¿Han tratado de reconciliarse con la persona que el Espíritu Santo les trajo a la mente al comienzo del sermón? ¿Han tratado de reconciliarse por el proceso que nos dio Jesús? Usted dirá: «Pues lo intenté». ¿Lo intentaron de esta manera? Entonces inténtenlo así porque Jesús dice: «Quiero que lo hagan de esta manera, y si lo hacen como les digo, iré con ustedes y estaré presente».
Lo que eso significa, amigos, es que a veces después de todo esto, porque somos pecadores imperfectos, las cosas no resultan bien. Pero a decir verdad, un día de estos compareceremos ante el gran trono blanco de Jesús, donde Jesús se sienta a juzgar, y finalmente será Jesús quien pone todas las cosas en orden, y da su fallo, y reconcilia la relación. A veces lo único que necesitamos es un poco de paciencias.
También me gustaría decir que si están aquí y no son cristianos, estarán pensando: «Hombre de veras quiero probar el cristianismo porque parece que nos ayuda a llevar una mejor vida y produce mejores familias y mejores relaciones». Todo eso es secundario. Lo que más necesita antes de reconciliarse con otros, es reconciliarse con Dios. Cuando pecamos, no solo afecta a otros, tendemos a pensar que nuestro pecado afecta nuestra relación con otros pero también afecta nuestra relación con Dios.
Vemos esto en Génesis 3. Nuestros primeros padres pecaron y fueron separados de Dios y el uno del otro. Todos somos pecadores por naturaleza y por elección. Todos pecamos y al hacerlo nos separa de Dios y nos separamos uno del otro. Así que antes de reconciliarnos unos con otros, tenemos que reconciliarnos con Dios en Cristo. De eso habla Pablo en Corintios. Dice: «Por tanto… ¡reconcíliense con Dios!, y recibirán el ministerio de la reconciliación».
Así que permítanme preguntarles, ¿en realidad son cristianos? ¿Están reconciliados con Dios Padre por la fe en Jesucristo? ¿Reconocen que son pecadores y que el pecado los ha separado de Dios, y que Jesús vino y vivió sin pecado para morir por el pecado, pare ser mediador, el Dios -hombre que vino como Dios y como hombre a reconciliar a hombres y mujeres con Dios? Por eso dice la Biblia que hay un solo mediador entre nosotros y Dios, Cristo hombre». Usted no puede reconciliarse con Dios aparte de Jesucristo, y cuando se haya reconciliado con dios por medio de Jesucristo podrá reconciliarse con sus hermanos y hermanas en Cristo por medio de Jesucristo. ¿No es maravilloso?
Sé que para algunos de ustedes esto suena muy doloroso, pero permítanme decirles que estar reconciliados con Dios y con otros es un gozo increíble. Por tanto, la esperanza no se encuentra en ustedes, no se encuentra en mí, y no se encuentra en ellos, sino en Él; que si Él pudo reconciliarnos con Dios, es capaz de reconciliarnos unos con otros. ¿Amén?
Por tanto, de parte del Señor Jesucristo, los invito en fe a apartarse del pecado, a confiar en Él, y a obedecer sus mandamientos como creyente para que pueda reconciliar esas relaciones tensas conforme a sus instrucciones.
Dios Padre, pido contra el enemigo, sus siervos, sus obras y sus efectos. Señor Jesús, sé que para ti esto no es una simple teoría. Es algo emotivo y práctico. Tuviste una relación tensa con un tipo como Pedro, y lo miraste cara a cara. Hablaste con él, no acerca de él, y se arrepintió, y te reconciliaste con él. Señor Jesús, tuviste una relación tensa con un tipo llamado Judas, y lo miraste a los ojos también, y decidió darte la espalda, y apartarse de ti y de tu pueblo, tus discípulos. Caminó hacia la destrucción y la muerte y arruinó su propia vida. Señor Jesús, estás familiarizado con el dolor de las relaciones no reconciliadas y el gozo de las relaciones reconciliadas. Pido por la Iglesia Mars Hill, que nos reconciliemos contigo y que nos ayudes a reconciliarnos unos con otros. Jesús, y te doy gracias porque prometiste que si estamos dispuestos, tú estás dispuesto a estar presente, por eso te invitamos Señor Jesús. Amén.
Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.