Hola, Iglesia Mars Hill, me llamo Dave Bruskas, soy un miembro ejecutivo del consejo y sirvo como pastor de la red Mars Hill. Si alguien le dijera que la Biblia revela que Jesús tenía un deporte favorito, su escepticismo sería justo y me recordaría del primer chiste y el peor chiste bíblico que he escuchado, que dice así más o menos: El deporte favorito de Jesús es el béisbol, según la Biblia, porque la Biblia habla de la «entrada triunfal de Jesús». Es ridículo porque lo único que tiene que hacer es mirar fuera de la Biblia y es muy obvio que el deporte favorito de Jesús es el fútbol americano, y que su equipo favorito son los Dallas Cowboys.
Si les dijera que Jesús tiene un color favorito según la Biblia, repito, se pondrían escépticos aunque podríamos señalar un par de versículos, pero no hay mucha evidencia. Si les dijera que Jesús tiene una estación del año favorita, o hasta un mes favorito, quizás algún indicio pequeño pero nada de lo cual podamos derivar conclusiones.
Pero si les dijera que Jesús tenía un número favorito y que ese número es el uno, habría mucha evidencia bíblica para corroborar mi perspectiva. Jesús siempre habla del número uno. De hecho, al hablar de su relación con el Padre, le encanta decir: «Yo y el Padre somos uno». Al hablar hoy de la unidad cristiana y la unidad en la iglesia, veremos que nuestra unidad en realidad tiene mucho que ver con la relación de Jesús con su Padre.
Quiero invitarlos, si tienen sus Biblias hoy, a abrirlas a Juan 17. Veremos una oración muy importante que hizo Jesús. Y quiero que entendamos con nuestras mentes y corazones cómo es la unidad en la práctica y lo que podemos hacer para participar en la unidad que Jesús quiere que tengamos.
Si vinieron hoy y todavía no conocen a Jesús, y no son cristianos, vinieron en el momento preciso porque al leer esta oración de Jesús en Juan 17 veremos que la unidad que Jesús desea para su gente es exclusivamente para demostrarles algo. Mi esperanza y oración para ustedes hoy es que vean a Jesús como Él es, como lo dicen las Escrituras, que conozcan a Jesús y sus vidas sean transformadas para siempre.
Antes de seguir adelante, pausemos para orar.
Padre, eres bueno, amoroso, bondadoso, y misericordioso. Y según Jesús nos amas con todo el amor que le tienes a Jesús. Jesús, te damos gracias porque eres Dios eternamente. Tú, sin tener principio, te humillaste y entraste a la historia humana. Viniste como misionero. Viviste la única vida humana perfecta que jamás se ha vivido. Jesús, fuiste a la cruz y ahí pagaste nuestros pecados. Moriste la clase de muerte que todos merecemos morir. Resucitaste de la tumba, y al hacerlo, Jesús, conquistaste el pecado, la rebeldía, la insurrección; derrotaste la muerte, destruiste a Satanás y eres digno de nuestra adoración. Padre e Hijo, gracias por enviar el Espíritu Santo. Espíritu Santo, te pedimos hoy que te muevas en nuestros corazones. Que nos ayudes a entender con el corazón la unidad que Jesús desea para su iglesia. Espíritu Santo, pido especialmente por los que están aquí que todavía no conocen a Jesús. Que soples nueva vida en sus corazones. Que sean compungidos de pecado y de rebeldía y de estar separados de Dios. Que vean a Jesús como la única respuesta y el único remedio para su separación. Que conozcan a Jesús y se conviertan en adoradores de Jesús. Todo esto lo pedimos en el buen nombre de Jesús. Amén.
Vayan por favor a Juan 17. Todo Juan 17 es una oración que Jesús hace antes de su muerte. Es una oración importante. Está dividida en tres categorías. Jesús primero ora por Él mismo, que traiga gloria a Dios Padre. Después Jesús ora por los líderes principales que continuarán su movimiento después de su ascenso al Cielo, y el poder del Espíritu Santo. Créanlo o no, 2.000 años de que viniéramos a este lugar hoy, Jesús oró por nosotros.
Quiero empezar desmintiendo el mito más grande sobre la unidad. La unidad no es algo que logramos. La unidad no es algo que debemos trabajar duro para conseguirla. La unidad es un don. La unidad es un don que recibimos; no es un estado que alcanzamos. Permítanme comprobarlo.
Juan 17:20, empecemos ahí, Jesús ora a su Padre en el Cielo, «Mas no ruego solo por estos», se refiere a los líderes principales del movimiento que lazó Jesús, «sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos». ¿Ven eso? ¿Ven lo que está pasando ahí? Jesús ora por nosotros. Y justo antes de morir, justo antes del momento más crucial de su vida terrenal, Él ora por nosotros. Nos piensa en su corazón. Somos los que finalmente reciben la fe en base al testimonio de sus primeros discípulos. Sus palabras, las enseñanzas de Jesús son captadas en la Escritura y alcanzamos la fe en Jesús mediante la proclamación de sus buenas nuevas, el evangelio.
Jesús ora por nosotros en el momento más importante y crucial de su vida terrenal. Por tanto, debemos prestar atención a lo que pidió. Aquí está, versículo 21: «Para que todos sean», ¿qué? Uno. Ese es el número. «Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno, yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí».
Tanta profundidad. Son tres cortos versículos, pero podríamos quedarnos aquí domingo tras domingo, mes tras mes, desentrañando la profunda verdad que conllevan estos tres versículos Pero quisiera enfocar dos puntos principales en lo que respecta a la unidad que Jesús quiere que tengamos en la iglesia.
Lo primero que quiero que vean es que Jesús es ejemplo de unidad en su relación con el Padre. La misma unión que Jesús quiere que tengamos como sus seguidores está en el ejemplo de la relación que Jesús tiene con su Padre. La Biblia enseña esto sobre Dios, que es un Dios tripartito. Un Dios en tres personas distintas: Padre, Hijo, y Espíritu Santo; un Dios. Eso significa que el Padre no es el Hijo, y que el Hijo no es el Espíritu Santo, sino que son Uno en esencia. Eso significa que el Padre está en el Hijo, y el Hijo está en el Padre, el Hijo está en el Espíritu, el Espíritu está en el Hijo, el Espíritu está en el Padre.
Lo que Jesús dice aquí es que quiere que sus seguidores vivan con la misma clase de unidad que Él tiene con Dios Padre y con Dios el Espíritu Santo. Perfecta unidad. Una relación ininterrumpida. Una relación que se define por el amor, el cuidado, el respeto, y la adoración. Que tengamos esa clase de relación juntos con Él.
Pero Jesús no solo es nuestro ejemplo en esta clase de unidad que desea que tengamos en su iglesia, y que vivamos en ella, también hace que esa unidad sea una realidad porque la logra, según su oración, al morar en nosotros. Jesús en nosotros crea la unidad que Él desea. Jesús en nosotros es la respuesta a su oración. Y la Biblia enseña que todo el que se aparta del pecado y confía en Jesús tiene al Espíritu Santo morando en ellos. Romanos 8 deja muy claro que quienes pertenecen a Jesús tienen morando en ellos el Espíritu de Cristo. De modo que Jesús vive en nosotros. La misma unidad que Jesús pide que tengamos, la logra al morar en nosotros.
Significa básicamente esto: la definición más básica de un cristiano es aquel que está unido con, o es uno con Jesús. Y si somos uno con Jesús, Jesús vive en nosotros por medio del Espíritu Santo. Y si Jesús vive en nosotros en el Espíritu Santo, el Espíritu Santo es la base de la unidad que Jesús quiere que tengamos. Que si estamos unidos con Jesús, estamos todos unidos. Somos uno.
La unidad es un don que recibimos; no es un estado que alcanzamos. No se trata tanto de nuestra actividad, sino de nuestra identidad en Cristo. Jesús ha hecho toda la obra y una manera en que respondemos a la gracia de Jesús, a la obra de Jesús, a la presencia de Jesús, no es mediante un esfuerzo religioso; no se trata de tratar más y hacer más: bíblicamente siempre se logra mediante el arrepentimiento. El arrepentimiento es apartarse del pecado y virarse hacia Jesús, la fe, y confiar en Jesús.
A ver si puedo explicarlo de esta manera: Si el Apóstol Pablo pudo decir que él era el primero entre los pecadores, pienso que puedo decir fácilmente que de todos los que asisten a la Iglesia Mars Hill, soy la persona más atrasada tecnológicamente que ha integrado la Iglesia Mars Hill. Así soy yo. No entiendo la tecnología en absoluto para gran decepción de mi eficaz y fiel asistente ejecutivo, Nate Finn. A veces ha venido a mi oficina para mostrarme como prender mi Mac. Así son las cosas.
Y como otros me convencieron que para crecer en mi relación con Jesús necesitaba conseguir un iPhone, compré uno hace un par de años. «Lo lograrás un día de estos, tenlo por seguro, esperaremos pacientemente que crezcas». Ahora el tipo más atrasado tecnológicamente que ha existido tiene un iPhone.
Afortunadamente para mí, como mi esposa Kara y yo tenemos cuatro hijas y la más joven, Jillian simplemente domina la tecnología, si tienen hijos en su casa saben que salen del vientre listos para aprender tecnología, sea la televisión, o la computadora, o cualquier cosa, saben cómo funcionan. Así es Jillian.
De hecho, siendo aún pequeña de vez en cuando nos hacía propuestas cuando tenía una idea, y eran propuestas tipo multimedia. Recuerdo una específicamente donde decidió que tomaríamos unas vacaciones en la playa en vez de las montañas, y recuerdo la presentación audio visual, y el PowerPoint, y todo lo que ella preparó. No es broma.
Aun recuerdo la propuesta más convincente que Jillian escribió fue para que le compráramos un hámster. Nos dio una asombrosa presentación de diapositivas con video, música, estadísticas científicas, y la última imagen de PowerPoint para el cierre. Básicamente decía que los científicos habían determinado que los niños que tienen un hámster son más propensos de ser equilibrados.
Así que tengo un iPhone y Jillian será mi asesora técnica para asegurarse que yo disfrute mi iPhone a lo máximo. Dos días después del experimento, ella notó por mi semblante—porque yo no juego bien al póker, ni escondo bien mis emociones—que estaba profundamente desilusionado con mi iPhone. Me dijo: «Papá, ¿qué problema tienes con el iPhone?».
Le dije: «A ver, Jillian, es muy sencillo, quiero ser como esa gente chévere que viene a la Iglesia Mars Hill y leen la Biblia con su iPhone». Y me dijo: «Está bien, ¿cuál es el problema?». Le dije: «Cariño, no tengo tiempo para bajar la Biblia de Internet y pagar lo que cueste la Biblia en Internet, bajarla a mi computadora, y transferirla a mi iPhone». Tomó el iPhone de mi mano y me dijo: «Papá, mira esto». Fue al App Store, encontró una Biblia Crossway ESV gratuita, oprimió dos botones, y ¡zas! apareció una Biblia en mi iPhone.
Ahí estaba. Lo único que tenía que hacer era activarla. No tenía que complicarme. No tenía que comprarla. Esa es la esencia de la unidad que Jesús quiere que vivamos y disfrutemos. La unidad es un don que recibimos, ya ha sido lograda por Jesús Lo que único que nos resta por creer es que estamos unidos, que vivamos esa realidad que Jesús ya nos ha provisto.
Jesús ama su iglesia. Y como Jesús ama su iglesia, la dota de unidad, con unidad para que juntos de alguna manera difícil de definir experimentemos la clase de unidad que Jesús disfruta con Dios Padre y Dios el Espíritu.
Al contemplar la relación que Jesús tiene con su Padre, veo al menos tres dimensiones de la unidad y cómo se ve en la práctica. Quiero que las analicemos juntos. Sin embargo quiero referirlos al capítulo 6 del libro Vintage Church. El pastor Mark ha escrito un libro titulado Vintage Church (La iglesia clásica). En el capítulo 6 el pastor Mark identifica cinco dimensiones diferentes de la unidad.
Por cuestión de tiempo hoy, veremos solo tres. Pero veamos la relación entre que Jesús tiene con su Padre. Quiero hablar de tres categorías, tres dimensiones si se puede, de unidad que quiero que vivamos y disfrutemos juntos como miembros de la Iglesia Mars Hill. Y si no estamos viviendo en ese don, en la realidad de la unidad que Jesús ha hecho posible, entonces apartémonos del pecado y confiemos en Jesús y vivamos en la unidad que Él ha logrado para nosotros.
Permítanme mostrarles el primer ejemplo. Tiene que ver con lo que llamamos unidad doctrinal. En Juan 17:3 en la misma oración, al comienzo de la oración donde Jesús ora por sí mismo, en el mismo contexto, Jesús dice lo siguiente al orar a su Padre: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado». ¿Escucharon eso? ¿Entienden eso? ¿Ven lo profundo que es eso?
Al pensar en la vida eterna, por lo general pensamos en cantidad, ¿cierto? Una vida sin fin. Y aunque eso es verdad, cuando Jesús piensa en términos de vida eterna, la define como una calidad de vida y esa vida se define por conocer a Dios el único Dios verdadero por medio de Jesucristo que Él envió. Es asombroso. Es emocionante.
La palabra conocer no implica solo el conocimiento intelectual, saber información sobre Dios. Significa un conocimiento profundo, personal y experiencial de Dios. Dios, el único Dios verdadero, es un Dios personal. Nos conoce y quiere hacerse conocer a nosotros para que lo conozcamos. Y lo conocemos por medio de Jesús.
Pero el hecho de que es el único Dios verdadero significa que hay verdades proposicionales que rodean su realidad que debemos entender. Vean el versículo 6 de Juan 17 donde Jesús dice esto: «He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste. Eran tuyos y me los diste, y han guardado tu palabra». Piensen en eso un minuto. Qué declaración tan maravillosa de lo valiosos que somos a los ojos de Dios.
¿Ven lo que acaba de pasar ahí? Jesús está orando y reconoce que quienes vienen a Él en fe son un don que le dio el Padre. Por tanto, usted y yo somos un don de Dios Padre a Dios el Hijo. Eso es maravilloso. Nos anima. La próxima vez que alguien le diga: «¿Acaso se cree el don de Dios al mundo?», dígale: «No, precisamente, técnicamente soy don de Dios a Dios porque Dios Padre me dio como regalo al Hijo». Después váyase a ver qué piensan de usted ahora.
Están siguiendo el hilo. Juan 17:7: «Ahora han conocido que todo lo que me has dado viene de ti. porque yo les he dado las palabras que me diste; y las recibieron, y entendieron que en verdad salí de ti, y creyeron que tú me enviaste». ¿Ven la relación ahí? ¿Ven la relación entre Dios Padre y Dios Hijo? Jesús esencialmente dice: «Mi enseñanza en realidad no son mis propias palabras, vienen a mí del Padre. Y mi papel en el mundo es hacerle conocer».
De modo que tenemos completa unidad doctrinal en verdad entre Padre, Hijo, y Espíritu Santo. No hay desacuerdos, disensión, divergencia de opinión; hay perfecta y completa unidad. Y cuando Jesús dice que quiere que vivamos en unidad y ora por nuestra unidad, y compara la unidad en la que quiere que vivamos con la relación que Él tiene con el Padre, la unidad doctrinal es sumamente importante y fundamental.
Y pienso que uno de los grandes malentendidos que tenemos en el cristianismo es que la doctrina y la unidad son opuestos, están polarizados, son antitéticos. No es cierto. Cuando pastoreaba en Albuquerque tuve la oportunidad de conocer a una mujer que asistía a la iglesia que habíamos plantado a buscar refrigerio. Asistía principalmente a otra iglesia pero también tenía un ministerio donde iba a las cárceles y trabajaba con prisioneros analfabetas para enseñarles a leer. Y algo muy importante para mí al plantar la iglesia fue conocer todos los pastores que podía en la ciudad para apoyarlos, amarlos, orar por ellos, y servirles.
Entonces ella se dio cuenta en sus vueltas, trabajando con distintas iglesias, sirviendo en las cárceles, que otros pastores me conocían y se sentían alentados por mí. Recuerdo que una noche ella pasó al frente y me dio una tarjeta con una gran sonrisa y me dijo: Solo quería darle gracias. Esto es para usted. Puede leerlo después en su despacho». Regresé a mi despacho, abrí la carta, la abrí. Su intención era tan buena, y lo que cuenta es la intención, pero era una de esas tarjetas cristianas, marca Hallmark, y decía esto simplemente; después añadió unas palabras amables que suavizaron lo demás, pero lo que decía básicamente era: «Gracias pastor por hacer a un lado la doctrina en pro de la unidad».
¿Ven lo malo que es eso? ¿Ven lo mal informado que es eso? ¿Ven lo confuso que es eso? ¿Lo contrario que es? Sería como si su médico, al darle un buen certificado de salud, le dijera: «Sr. paciente, muchas gracias por decidir hacer a un lado la buena nutrición para que pueda tener buena salud». ¿cierto? No tiene sentido; lo uno conduce a lo otro. Y si vamos a experimentar la unidad de una manera buena para nosotros que nos da gozo y honra y glorifica a Jesús, y la unidad que Jesús logró, debemos vivir en unidad doctrinal.
La unidad doctrinal se encuentra en las páginas de la Biblia. Porque según Jesús, las palabras que Él habla vienen del Padre, y no hay ningún desacuerdo ahí. Hay dos categorías de gente religiosa, al menos cuando Jesús estuvo en la Tierra, que amenazaban la unidad doctrinal. En Mateo 15, Jesús dice a sus discípulos que se guarden de la levadura o las enseñanzas de dos grupos: los fariseos y los saduceos. Y pienso que de muchas maneras estos dos grupos siguen entre nosotros en diferentes formas, en diferentes categorías, y en diferentes personalidades hoy.
El primer grupo, los saduceos, tenían el problema de ser personas deficientes en la Biblia. No le daban peso a la Biblia; no compaginaban con la Biblia. Negaban la Biblia entera, al menos como Jesús la veía y la enseñaba. Se sujetaban principalmente a los primeros cinco libros de la Biblia, la Torá. Negaban muchas cosas sobrenaturales que ocurrieron en la Biblia. Concretamente no creían que los muertos podían resucitar y que esta vida era lo único que había. Políticamente eran muy activos e influyentes, y cuando le hacen una pregunta a Jesús, Él los confronta de plano. Les dice: «No conocen las Escrituras ni el poder de Dios». Algunos de nosotros necesitamos arrepentirnos. Algunos de nosotros atentamos contra la unidad que Jesús quiere que tengamos juntos cuando no acatamos lo que dice la Biblia, al negar las verdades fundamentales de la Biblia, al no aceptar ni entender la Biblia plenamente.
Les daré un ejemplo. Una amable mujer que asiste a una de nuestras Iglesias Mars Hill vino a mí hace poco perturbada por algunas cosas que había leído en Internet. No tengo que decirles que todo lo que sale en Internet no es verdad, ¿cierto? Sabemos que es así, por tanto vemos la Internet con cierto escepticismo. ¿Cierto? ¿Están de acuerdo? Al mirar la Internet ella vio un problema, específicamente, y empezó a preocuparle el concepto de disciplina en la iglesia, en Mars Hill.
Específicamente, le dije: «¿Qué es lo que más te preocupa? ¿Qué te tiene turbada? ¿Qué te hace sentir incómoda?». Me dijo: «No sé si sea correcto jamás que los líderes de la iglesia les digan a los miembros que no se asocien con otros. No entiendo eso. Parece que están excediendo algún límite». Y le dije: «Sabes qué, si tan solo fuera que los líderes de la iglesia les están diciendo a los miembros que se distancien de otros, sería un grave problema. Si tan la autoridad radicara en los líderes de la iglesia solamente».
Pero le dije: «El asunto es que la Biblia nos ordena hacerlo. Pablo en 1 Corintios 5 dice claramente que si cualquier creyente, seguidor de Jesucristo, vive en inmoralidad sexual y esa persona no se arrepiente no quiere cambiar y no está abierta a la gracia de Jesús para cambiar su vida, que no debemos asociarnos o ni siquiera sentarnos a comer con ellos». Me miró y dijo: «Oh, está bien. Ahora entiendo. Estoy a favor de eso». Se podía ver la desunión potencial que ocurriría en el cuerpo si no estuviéramos de acuerdo con la verdad objetiva de la Biblia.
Vivimos en un mundo donde muchas personas que dicen ser cristianas niegan la veracidad, como los saduceos, de gran parte de la Biblia. No captan el sentido completo de la Biblia. Son personas deficientes en la Biblia. Son personas que no dan peso a la Biblia.
Es interesante que el conflicto más grande que tuvo Jesús no era con los saduceos, sino con los fariseos. Los fariseos no eran de los que captaban a medias la Biblia; de hecho, excedían grandemente lo que la Biblia decía. Aceptaban la Biblia que Jesús aceptaba como verdad, pero tenían sus propias tradiciones, y se habían inventado sus propios reglamentos, y añadieron reglas a la Biblia.
Jesús los llamaba hipócritas. «Hipócritas», les decía Jesús, «Enseñan como doctrina las tradiciones de los hombres. Toman sus propias enseñanzas, sus propias tradiciones, y les dan el mismo peso que la Biblia. Crean reglas y reglamentos que van mucho más allá de la Biblia». Y si hacemos lo mismo hoy atentamos contra la unidad que Jesús quiere que tengamos, y en la cual quiere que vivamos.
Hay personas, quizás algunos de ustedes aquí hoy que tienen un fariseo personal por dentro. Su tendencia es ir más allá de lo que dice la Biblia, y al hacerlo crean reglas y normas. Después se separan de los demás y segregan a otros que no guardan sus reglas y sus reglamentos que van más allá de la Biblia provocando desunión. La desunión es un resultado trágico.
Hay iglesias enteras que hacen esto. Había una en Albuquerque que yo pasaba manejando todos los días rumbo al trabajo. Disputaban guerras de letreros de iglesias. ¿Alguna vez las han visto? Donde una iglesia guerrea contra otra iglesia al poner un mensaje en su letrero. Si aún no lo han visto, es chistosísimo, pero también es vergonzoso.
Al pasar por esta iglesia siempre me asombraba lo que ponían en su letrero. Un mes estaban contra todo lo contemporáneo en la música, en la adoración. Decían cosas como: «Pueden tener sus nuevos torrentes de aguas sucias; nosotros volveremos a las profundos pozos de los viejos himnos». Cosas así. Bien.
Se oponían a cualquier clase de ropa informal cuando la iglesia se congregaba. Y hacían hincapié en ello en su letrero con más creatividad que la que estoy usando para describirlo a ustedes. Tenían una traducción de la Biblia que consideraban ser la autorizada. y que todas las otras traducciones en inglés no lo eran, y defendían esa causa.
Y cada semana empecé a anticipar: «¿Qué irán a poner esta semana? Qué reglas tienen que van rebasan la Biblia que los segregarán, que los alejarán del resto del cristianismo?». De hecho, esto me intrigó tanto que los busqué en Google, y saben qué, no tienen página de Internet, porque las computadoras son perversas, son malas.
Eso es lo que hacemos algunos de nosotros. Algunos vivimos por reglas y reglamentos que van mucho más allá de la Biblia. Y juzgamos a otros cuando no tienen nuestras mismas convicciones, y nos separamos, y creamos divisiones.
Escúchenme Iglesia Mars Hill, aquí amamos la Biblia. Queremos que ustedes amen la Biblia. Queremos que estudien la Biblia. Tenemos oportunidades maravillosas para que estudien la Biblia. En unos meses tendremos nuestra primera Conferencia Nacional de Resurgence en octubre, en un maravilloso lugar, Irvine, California. Y el nuestro mensaje es sencillo: Porque Jesús vive, vivimos para Jesús.
Queremos entrenarlos en la Biblia. Queremos que conozcan la Biblia. Esto se aplica a cualquier persona, ya sea pastor de Mars Hill, o ama de casa. Queremos que vengan a ser entrenados. Lo llevaremos a cabo en los próximos meses, los Días de entrenamiento Mars Hill. Queremos enseñarles la Biblia. Queremos que tengan hambre de la Biblia.
No queremos restarle peso a la Biblia como los saduceos, pero tampoco queremos ir más allá de la Biblia, jamás, como los fariseos. Porque queremos vivir en la unidad doctrinal que Jesús tiene con el Padre y con el Espíritu Santo. Necesitamos ser personas de la Biblia.
Permítanme mostrarles otra dimensión de la relación que comparten que es de suma importancia para nosotros si vamos a vivir en la unidad que Jesús nos ha dado. Es lo que llamo unidad misional. En Juan 17:15, Jesús ora por los principales discípulos, a quienes pondría a cargo de su misión por todo el mundo, y le dice al Padre: «No te ruego que los saques del mundo». Cuando Jesús habla del mundo así se refiere a los sistemas influenciados por Satanás contra Dios en todo el mundo. «No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno» Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos…», eso significa apártalos, has que sean santos, apártalos para hacer el bien. «Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad».
Vean el versículo 18. «Como tú me enviaste al mundo, yo también los he enviado al mundo». Jesús es un Dios misionero. Se esfuerza, sobre todo en el Evangelio de Juan en decir una y otra vez: «Fui enviado por el Padre. Fui enviado por el Padre. Fui enviado por el Padre». Jesús entra a la historia humana como misionero. Asume la forma humana. Es humano en todo sentido, salvo de una manera significativa: no tiene pecado. Camina en nuestra Tierra. Respira nuestro aire. Habla nuestro idioma. Vive en nuestro contexto cultural. Interactúa con personas y busca tener relaciones con personas que están muy lejos de Dios. Según Jesús lo hace con el propósito exclusivo de buscar y a salvar a los que se habían perdido.
Después Jesús lo dice muy claro al hacer su oración, y puede que hasta lo diga más definitivamente un par de capítulos más adelante en Juan 20:21, donde dice: «Como el Padre me ha enviado al mundo, yo los envío al mundo». La iglesia se trata de una misión en la cual Dios Padre, Dios Hijo, y Dios el Espíritu Santo viven en unidad. Es una misión de rescate. Es una misión donde Jesús viene en busca de personas alienadas de Dios, para salvarlas y transformarlas, y convertirlas en personas que antes se rebelaban contra Dios, en personas que ahora adoran a Dios por medio de Jesús.
Como pastor tengo mis puntos de presión. Y uno de ellos es que si alguien quiere frustrarme y le pido que no lo haga, no manejo esas cosas bien, estoy tratando de crecer en ese aspecto un poco, tampoco es una buena situación para ellos. Pero si lo hiciera, hipotéticamente, tengo un amigo pastor que si realmente quiere enojarlo lo único que debe hacer es juntar estas dos palabras: Mi, y ministerio. Hable mucho de su ministerio. Porque no lo veo en la Biblia.
Hay solo una misión, hay una sola misión, la misión que realizan Dios Padre, Dios Hijo, y Dios el Espíritu Santo para redimir un mundo perdido. Para salvar pecadores. Para transformar pecadores en santos, los que son apartados por Dios, los que adoran a Dios. Usted y yo podríamos desempeñar diferentes papeles, pero la misión es de Dios, no nuestra. La misión le pertenece a Él. Hay una sola misión en la Iglesia Mars Hill.
Jesús les dice esto a sus discípulos muy claramente en Mateo 28. Les dice: «Vayan pues por todo el mundo, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado».
Aquí en la Iglesia Mars Hill tenemos una misión, y francamente es la misma misión que tiene toda iglesia que sigue a Jesús. O sea: Hacer discípulos. Por tanto, queremos hacer discípulos porque es lo que Jesús nos dijo que hiciéramos. Y queremos plantar comunidades de discípulos que llamamos iglesias. O sea, queremos hacer discípulos y plantar iglesias.
Ni ustedes ni yo tenemos un ministerio aparte de la misión de Jesús. Si vamos a vivir en la unidad que Jesús quiere que tengamos, todos nosotros, todos, sin excepciones somos misioneros, en misión con Jesús. Y hay una sola misión.
En Mars Hill Albuquerque una pareja vino a la iglesia, y su primer domingo estuvo muy bien. Estaban muy agradecidos, eran comunicativos, y decían: «Volveremos». Y volvieron otra vez. Pero al volver empezaron a desarrollar un patrón cuando venían a lo que fuera me mandaban un e-mail de crítica constructiva.
Aunque la crítica constructiva ayuda, y siempre queremos estar abiertos a lo que podemos mejorar, esta pareja venía a un servicio y daban su crítica constructiva sobre cómo podíamos ajustar el volumen del sonido, cómo podíamos organizar mejor las sillas, cómo podíamos organizar los anuncios para que fluyan mejor. O sea, cada detallito.
Cuando empezaron a participar en un grupo comunitario me escribían: «Aquí están todas las cosas que están mal en el grupo comunitario. Esto es lo que debe hacer en el ministerio de los grupos comunitarios para mejorarlos; y todos los defectos que tiene nuestro líder de grupo comunitario». Bien.
Después empezaron a orar a ver si participaban en el ministerio de Redención, y asistieron a una sesión informativa y empezaron a decirnos todo lo que estaba mal con nuestros conceptos de Redención. Lo que estábamos haciendo era demasiado, decían, y lo que otros aspectos no era suficiente.
En ese momento, como soy lento, finalmente caí en cuenta y noté un patrón, una tendencia. Pedí cita con la pareja. Les dije: «Vengan, hablemos de esto. Parece que no están muy contentos aquí. Hablemos de cómo van las cosas. Con mucho gusto pueden ser constructivos y ofrecer su crítica siempre y cuando estén profundamente comprometidos y estén dispuestos a ser parte de respuesta al problema».
Y el marido me miró a los ojos y me dijo: «Es que no entiendes mi ministerio». Y pensé, «Ah caray, ya empezó». Me hervía la sangre. «¿En serio? Hábleme de su ministerio». No lo dije así. Me dijo: «Jesús nos llamó a mí y a mi esposa a ir a todas las iglesias aquí en nuestra ciudad a participar en distintos aspectos de sus ministerios para ayudarles a averiguar qué están haciendo mal para que podamos corregirlos».
«Caray. ¿En serio? Porque al leer mi Biblia no veo ningún ministerio de control de calidad de iglesias como don. Al leer las páginas de la Escritura no veo en ninguna parte donde haya compradores encubiertos llenos del Espíritu que asisten a las iglesias para probar los productos». Les insté que dejaran de hacer eso. Que reconocieran que eso no es de Jesús, y que podía asegurarles que eso no era de Jesús. Como era de esperarse, se fueron una semana después.
Algunos de ustedes se están perdiendo el don de la unidad que Jesús quiere que disfrutemos juntos porque no están en misión. Están siguiendo su propia agenda individual. Lo que les importa es su ministerio y su ministerio no tiene nada que ver finalmente con la misión de Jesús. Es su misión y es nuestra misión colectivamente. Y quiero que se aparten de ese pecado porque es exactamente lo que es. Es un pecado egoísta.
Quiero que dejen ese pecado y quiero que vengan y participen. Sean miembros. Comprométanse a hacerse miembros de la Iglesia Mars Hill si conocen a Jesús y están en un grupo comunitario, comprométanse a hacerse miembros de la Iglesia Mars Hill. Porque saben qué, ¿saben quiénes son los miembros en la Iglesia Mars Hill? Son misioneros. Y ven en la Biblia que la comunidad es algo importante. El propósito de la comunidad es la misión. Al considerar la misión como una estrategia la llevamos a cabo en la comunidad.
Así que participen, manos a la obra. Siempre hay oportunidades para que se hagan miembros. Hablen con el que quieran hoy. No quiero que solo se sientan compungidos. Quiero que se aparten de eso. Jesús ya perdonó sus pecados. Acérquense a Jesús y participen. Háganse miembros de la iglesia Mars Hill porque nuestros miembros son misioneros, y juntos estamos viviendo la aventura más increíble que alguien puede tener.
Jesús se está manifestando en gran manera y nos ha dado asientos de primera fila para ver las vidas transformadas en nuestros hogares, lugares de trabajo, en nuestras reuniones semanales. Jesús está cambiando vidas, y nos invita a participar. Y queremos participar también porque hay mucho gozo, hay mucho entusiasmo al estar en misión juntos con Jesús.
Jesús tenía una relación perfecta con el Padre había unidad misional, Jesús estaba alineado con el Padre, quien a su vez está alineado con el Espíritu Santo, y siguen así hoy. Y los invitan a su unidad, a estar en misión con Jesús. ¿Lo harán? Jesús ama su iglesia. Jesús dota a su iglesia de unidad, y experimentamos esa unidad doctrinalmente. Experimentamos misionalmente la unidad que Jesús quiere que tengamos.
Quiero mostrarles otra dimensión. Existe un aspecto relacional en la unidad que Jesús disfruta con el Padre. Juan 17:24, señala: «Padre, quiero que los que me has dado…», subrayen esta frase, o resáltenla, o si tienen una de esas Biblias de moda en su iPhone. «…Estén también conmigo donde yo estoy». Permítanme repetirlo. «Estén también conmigo donde yo estoy para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. Oh Padre justo», verso 25, «aunque el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer, para que el amor con que me amaste esté en ellos y yo en ellos».
Caramba. ¿Entienden lo que Jesús está diciendo aquí? No estoy seguro que lo entiendan. No pienso que puedan estar sentados en sus sillas si entendieron lo que Jesús estaba diciendo aquí. Lo que Jesús está diciendo es: «Padre, siempre me has amado. Me has amado eternamente y para siempre. Padre, el amor que compartimos quiero que esté en mis seguidores al yo morar en ellos por el Espíritu Santo. Quiero que experimenten la misma clase de amor. Quiero que el amor que el padre tiene por mi fluya por medio del Espíritu Santo, como un conducto en la vida de mis seguidores. Y quiero que se amen unos a otros».
Lo que Jesús está pidiendo en su oración es que todos los que aman a Jesús, los que le pertenecen, estén con Él para siempre. Al estar con Él, la experiencia más gloriosa que podemos tener juntos es ver la gloria de Jesús manifestada. Jesús tenía una relación perfecta por toda la eternidad con el Padre y con el Espíritu Santo. Se aman entre sí. Se aman unos a otros. Se sirven mutuamente. Se respetan mutuamente. Y Jesús desea lo mismo para nosotros.
Y cuando nos congregamos, hay algo muy importante que sucede al congregarnos semanalmente, porque en realidad lo que estamos haciendo es prever y cumplir en parte la respuesta a la oración que Jesús hizo. ¿Ven eso? Al congregarnos, al estar juntos, proclamamos a Jesús y lo que estamos diciendo realmente es que estamos previendo el reino de Dios en su plenitud. Llegará el día en que esta oración será contestada. Cuando todos estemos juntos con Jesús, en perfecta relación con Jesús. Y la gloria de Jesús se dará a conocer y lo adoraremos.
Hay unidad relacional entre el Padre y el Hijo. La única vez que ha sido interrumpida fue brevemente, en la cruz, cuando Jesús clama estas palabras: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Cuando Jesús llevó el pecado del mundo sobre sí, eso es lo que hace el pecado. Nos separa de Dios, y nos separa unos de otros. Pero Jesús, en esa misma cruz dijo: «Consumado es». Él terminó su obra y le pertenecemos a Jesús. Fuimos reconciliados con Dios, y somos reconciliados unos con otros.
Hay gran valor al congregarnos y al experimentar el amor que Jesús tiene por Dios Padre y Dios el Espíritu. Pocos de ustedes entrarían a una iglesia local a decir: «Saben qué, voy a causar toda la división que pueda. Voy a hacer estragos aquí. Entraré a romper relaciones, a torcer doctrina…». Muy pocas personas, un número infinitésimo haría eso.
Pero muchos de nosotros lo que no hacemos es crear desunión activamente. Lo hacemos pasivamente. Y no lo hacemos cuando estamos presentes; lo hacemos con nuestra ausencia. Experimentamos la relación que Jesús tiene con su Padre cuando estamos juntos. Cuando adoramos juntos. Esto lo vemos en la iglesia primitiva. En Hechos 2 leemos que continuaban unánimes en el templo. Les enseñaron y adoraron a Jesús, y regresaban a sus casas y comían juntos. Algunos de ustedes sin saberlo están provocando desunión pasivamente en la Iglesia Mars Hill al no participar regularmente en la adoración, al no estar juntos en nuestros servicios, al no estar en un grupo comunitario.
Tengo el privilegio de entrenar muchos plantadores de iglesias. Los primeros 3 años de plantar iglesias son muy difíciles y determinantes. Hablé con uno de nuestros plantadores el otro día que tuvo un año difícil. Apenas empieza su tercer año, y le dije: «¿Cómo te fue este año?». Y me dijo: «Ha sido difícil». Y le pregunté: «¿Cómo así, difícil?». Me dijo: «Nos falta ímpetu, impulso». Y le pregunté: «¿La gente se resiste a lo que les está enseñando, y predicando, y a quién es Jesús?». Me dijo: «No tanto así». Dijo: «No son constantes en congregarse». Dijo: «Hay personas que vienen un par de semanas, desaparecen por cinco semanas, después regresan. Las personas más constantes vienen cada dos semanas».
Ahora escúchenme bien, Mars Hill. No soy legalista. Entiendo que hay cosas como vacaciones, y estar enfermo, y otras cosas que impiden que estén aquí. Lo que estoy diciendo es que algunos de ustedes se están desuniendo porque no están participando conjuntamente con nosotros, no están presentes físicamente y no le ponen corazón.
Y los invitamos a activar el don de la unidad que Jesús ya les ha dado, al arrepentirse. Arrepiéntanse de su egoísmo y vengan a Jesús. Vengan a formar parte de lo que está pasando. Es asombroso. Es una vista previa de cómo será el Cielo. No hay perfección todavía, pero avanzamos hacia ello. Esa es la esencia de lo que Jesús pidió en oración. Y ustedes, en el poder del Espíritu Santo, tienen la oportunidad de cumplir la oración de Jesús. ¿Qué maravilloso es eso?
Este mensaje es verdaderamente para los no cristianos hoy. Algunos de ustedes al oírlo está pensando: «Hay mucho desorden en la iglesia cristiana». Tienen razón, pero hay propósito y unidad, y Jesús hace alusión a eso. Permítanme mostrarles algo de los primeros versos que vimos hoy. Siempre pongan atención a las palabras pequeñas al estudiar la Biblia. Y cuando vean estas dos palabras juntas, la palabra «para», con la palabra «que», son para indicarles el propósito.
Quiero que vean por qué la unidad es tan importante para Jesús. Lo dice un par de veces. «Mas no ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros… para que… La declaración de propósito. Es por esto. Este es el propósito según el corazón de Jesús. «Para que el mundo crea que tú me enviaste».
Permítanme mostrarles otro ejemplo. Pasemos a la siguiente diapositiva. «La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que», aquí está el propósito, aquí está el motivo, «El mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí».
Si usted no es cristiano, escúcheme. Mi esperanza es que cuando usted vea la iglesia, que dista mucho de ser perfecta, mi esperanza es que que al menos vea la unidad que Jesús ha dado a su iglesia. Y que concluye que Jesús quiere que usted al mirar su iglesia, que al mirar esto que se llama iglesia, que diga: «No sé en qué consiste completamente, pero al menos sé que existe un Dios misionero y su nombre es Jesús. Fue enviado al mundo en misión de rescate y ha rescatado a algunas personas, y las personas que rescató las ama mucho porque he visto cómo interactúan, y al hacerlo están dando a conocer con palabra y obra que Jesús vino al mundo».
Vi un gran ejemplo de eso justo la semana pasada. A principios de este verano tuvimos nuestro primer Campamento Juvenil de Mars Hill para toda la iglesia en Malibú, Canadá. Muchas de nuestras iglesias mandaron a sus estudiantes al retiro, sobre todo los del área de Puget Sound aquí en la parte noroccidental. Fue un gran campamento que duró una semana. Creo que más de 240 jóvenes asistieron. Y de esos 240 como 83 o 84 conocieron a Jesús. Así que la vida de uno de cada tres jóvenes que vinieron tuvo un encuentro con Jesús que cambió su vida. Es emocionante, ¿ no es cierto? [Aplausos]
Todo buen campamento necesita tener un servicio de reunión fantástico, ¿cierto? Todos se reúnen, se habían visto hace una semana y todos trajeron a sus familiares y amigos, y todos se reunieron. Es exactamente lo que pasó la semana pasada. Nunca olvidaré lo que sentí al entrar al auditorio, llegué un poco tarde y vi lo que estaba pasando. Era la reunión de jóvenes más diversa que había visto en mi vida.
Había chicos de contextos urbanos; había chicos de contextos suburbanos, casi rurales. Había chicos de distintas razas, de distinto origen étnico, hasta de distintos idiomas al oírlos hablar. Chicos de diferentes estratos socioeconómicos; chicos muy ricos y acomodados; y chicos muy pobres. Chicos que vinieron con familias intactas, chicos que vinieron sin familia alguna.
Lo asombroso fue ver lo que transcurrió esa noche, porque dos cosas ocurrieron: Una, amaron y adoraron a Jesús. Alabaron a Jesús. Cantaban himnos en voz alta, aplaudían con alegría, alzaban las manos a lo alto. Estaban adorando a Jesús. Estos chicos quienes en cualquier otro contexto nunca se hubieran juntado, hombres y mujeres jóvenes, cuyos caminos no hubieran cruzado en cualquier otro contexto, amaban, cuidaban , y servían a la gente. Rompió con cualquier clase de mito sociológico. Fue una noche de esas.
Y al ver que eso transcurría en este texto al fondo de mi mente pensé: «Esto fue lo que Jesús, pidió cuando oró. Jesús, tu oración ha sido contestada. Es lo que está sucediendo». Empecé a orar para que la persona más empedernida contra Jesús entrara por esas puertas, o que la persona más indiferente hacia Jesús entrara y que al ver ese cuarto y a estas personas que en realidad no deberían estar reunidas bajo ningún concepto, que no estarían juntas en cualquier otro contexto en toda la sociedad se junten y hagan la observación que Jesús quiere que hagan, o sea, que Jesús ha venido al mundo a salvar pecadores. Y que ama a los que salva muy bien.
Como no cristiano ¿entiende eso? No es perfecto, entiendo eso. Pero ve presente la unidad que Jesús le dio a la iglesia? Si la ve, debe decidir que recibirá a Jesús y el perdón gratuito que le ofrece. Recibirá el perdón que es suyo. Que Jesús ha hecho toda la obra y que usted dejará su rebeldía, y dejará su independencia y confiará completamente en Jesús, porque está dispuesto y es capaz de perdonar y librarlo, para que se convierta en un adorador de Jesús. ¿Está dispuesto a hacerlo ahora? ¿Está dispuesto a hacerlo?
Iglesia, ¿ven lo importante que es la unidad? ¿Ven lo maravilloso que es ese don? ¿Entienden su propósito? Que al experimentar la unidad que Jesús da a su iglesia declaramos al mundo que nos ve: que Jesús ama su iglesia. Jesús unifica su iglesia. Iglesia, ¿cómo vamos a responder? Oremos.
Jesús, gracias porque viniste al mundo a buscar y a salvar los que están perdidos. Gracias porque viniste al mundo a revelarnos a Dios. Jesús, pido que dejemos el pecado que impide que disfrutemos la unidad que nos has dado. Y que confiemos en ti no solo para el perdón de pecados, sino para que vivamos en unidad. Pido que la gente no salga de aquí hoy sintiendo una falsa culpabilidad, en cambio que lleguen a experimentar el perdón. Que con denuedo pongan pie en la iglesia que tú amas y se hagan miembros. Espíritu Santo, pido que obres en los corazones que aún no conocen a Jesús. Que vean en las páginas de las Escrituras y en las vidas de los que los rodean que Jesús es en efecto un Dios misionero que viene al mundo a salvar pecadores, y que ama profundamente a esos pecadores. Pedimos todo esto en el bueno nombre de Jesús. Amén.
Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.