Lucas 19:45–20:8

19:45 Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él, 46 diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

47 Y enseñaba cada día en el templo; pero los principales sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle. 48 Y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole.

20:1 Sucedió un día, que enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegaron los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos, 2 y le hablaron diciendo: Dinos: ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad? 3 Respondiendo Jesús, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme: 4 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? 5 Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 6 Y si decimos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están persuadidos de que Juan era profeta. 7 Y respondieron que no sabían de dónde fuese. 8 Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os diré con qué autoridad hago estas cosas.

Introducción

Hace unos años, cuando mi familia y yo tuvimos la oportunidad de visitar la nación de Israel y la ciudad de Jerusalén, nos ilusionamos y nos desilusionamos mucho. Nos ilusionamos al ver los lugares de los que habla la Biblia, al poder comprender la topografía y la historia y al verificar la credibilidad de las Escrituras en cuanto a las personas, los tiempos, lugares y los hechos nos ayudó mucho. Y yo suelo aprender mucho visualmente, al igual que muchos hombres, de modo que el hecho de ir a estos lugares, verlos, leer la Biblia, de alguna manera introducirme en ese momento de la historia y visualizar lo que pasaba alrededor de la persona y de las obras de Jesús mientras ministraba en la tierra me sirvió muchísimo.

Pero hubo algo que nos desalentó tanto a mí, como a mi familia y a las demás personas, y eso fue el craso comercialismo. Era increíble la comercialización que utilizaba tanto a Jerusalén como a la religión. Estaba lleno de comerciantes corruptos. A cada lugar que íbamos había alguien ofreciendo algo, queriendo vender algo. Y los precios eran muy altos. No había posibilidades de regatear, y la verdad que todo giraba en torno al dinero.

El centro de nuestra fe no es un lugar sino una persona

Yo soy de esos que prefieren no referirse a Israel en general, y a Jerusalén en particular, como la “tierra santa”. Yo creo que son tierras, punto. Creo que Jesús es quien hace santos a los pueblos. No hace falta que un lugar los haga santos, porque para nosotros, el centro de nuestra fe no es un lugar. Es una persona que se llama Jesús.

Tenemos que ir allí para aprender acerca de Jesús, pero el lugar en sí no nos acercó para nada a Dios. Creo que muchas veces, la forma en la que se hacían negocios desagrada mucho a Dios. Vender algo no es un pecado. Obtener ganancias no es pecado, pero cuando es una ganancia exorbitante, y se le roba a la gente que va a visitar el lugar, en su mente, para conocer a Dios, entonces sí es un negocio corrupto.

Algunos pueden sentir que es una estimación dura, pero algunas cosas no cambian. Y al retroceder algunos miles de años a los tiempos en que Jesús entraba a Jerusalén y al templo, vemos que a él lo decepcionaba mucho, le desagradaba y desaprobaba los negocios que se hacían en el templo. Compartiré eso con ustedes.

Jesús limpia el templo

Lo encontramos en Lucas 19:45, hasta 20:8, en donde leemos que un Jesús enojado limpia el templo. Vamos a leerlo. Lo primero que aprendemos es que Jesús se enojó. Lucas 19:45-46, leemos, “Luego entró”, refiriéndose a Jesús, “entró en el templo y comenzó a echar de allí a los que estaban vendiendo. Escrito está -les dijo-: ‘Mi casa será casa de oración pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones’”.

Esto es muy importante, porque Jesús, desde Lucas 9:51, estuvo viajando hacia la gran ciudad de Jerusalén. Está entrando a la ciudad de Jerusalén durante la temporada de la fiesta de Pascua. Ya vimos esto, pero permitan que les recuerde que eso lleva a miles de años antes, durante los tiempos del Éxodo, cuando el pueblo de Dios fue guiado por Moisés para librarse de las ataduras y la esclavitud en Egipto hacia la libertad para adorar a Dios. Eso fue posible gracias a algo llamado Pascua, en donde la ira de Dios sobrepasó a los que le pertenecían a Él, y enjuició matando a los que no. Y para demostrar que uno pertenecía a Dios había que matar a un cordero y con su sangre se demostraba que tenían fe en Dios, que él perdonaría sus pecados a través de un sacrificio sustituto que finalmente se cumpliría con la llegada de Jesús, el cordero de Dios que quita los pecados del mundo—que es lo que dijo Juan cuando lo vio a él, Jesucristo, nuestro cordero de Pascua que fue asesinado—eso es lo que Pablo le contó a los corintios.

Así termina todo esto. La ciudad de Jerusalén, entra Jesús, temporada de Pascua, subiendo por esta ciudad hacia el templo, construido sobre una roca, en el lugar en donde Abraham casi sacrifica a Isaac. Y la gente iba a este lugar para encontrarse con Dios. Allí habitaba el Santo de los Santos, la mismísima presencia de Dios, el Espíritu Santo en la tierra.

Había varios patios que lo rodeaban, en donde los hombres y mujeres, los judíos, los gentiles—los no judíos, como muchos de nosotros—iban para encontrarse con Dios. Llevaban sus sacrificios para demostrar que debían morir por sus pecados, pero que utilizarían a un sustituto, que la sangre sería derramada, y que la ira de Dios estaría satisfecha para que se perdonaran sus pecados y su relación con Dios tuviera una reconciliación. Por eso era un gran día santo. Era un hecho masivo. La gente viajaba días y días para llegar allí. Muchos eran campesinos pobres, como Jesús, que venían de áreas rurales, como Jesús, viajando a pie, como Jesús.

Por eso, a ellos se les hacía muy difícil llevar sus sacrificios. Probablemente no tenían ninguno, de modo que ahorraban para comprarlo, o tal vez sólo el transporte del animal. Si estás caminando con tu familia y otros más, ayudando a los ancianos y cuidando a los niños, tener que llevar, además, los sacrificios como los corderos, u otros animales, sería muy difícil.

Por eso la gente, en un esfuerzo por obedecer los mandamientos de las Escrituras y tener un cordero, llegaban al templo, comenzando al pie de la montaña, y llevaban a cabo rituales de limpieza para demostrar que necesitaban que Dios limpiara sus pecados. Se vestían de blanco, demostrando que en Dios podían ser perdonados. Ascendían al templo, muchas veces cantando los Salmos, y en nuestra Biblia hay Salmos de ascenso. Cantaban esos mientras literalmente ascendían por Jerusalén hasta el templo. Y cuando llegaban al templo para tener su sacrificio, compraban uno.

De modo que había puestos que vendían cosas, como los hay hoy. Muchas veces, junto a los caminos hay ciertos puestos que ayudan a los viajeros que paran y compran suministros, cosas que necesitan. Lo mismo que sucedía allí sucede en los destinos turísticos, y eso incluía animales para sacrificios que se podían comprar.

Todo eso es perfectamente razonable, excepto que Jesús se enojó mucho y comenzó a echarlos. Hay otras ocasiones en donde aparentemente hace lo mismo en varios momentos de su ministerio. Leemos que en otros lugares incluso tomó un látigo. Me refiero a que estaba realmente enojado. Echaba a la gente de estos puestos, y condenaba a los que hacían este tipo de negocio. En las Escrituras leemos que en otras ocasiones arrojaba sus mesas y el dinero y los productos volaban por los aires. Pueden imaginárselo.

Imaginen que hay un gran evento, y los vendedores compraron las cabinas en una conferencia o un concierto. Y Jesús entra y les tumba las mesas. O que estamos en Disney, o algún otro destino gran destino turístico, y que Jesús entra y está furioso, reprendiendo a la gente, tumbando sus mesas, tirando toda la mercancía, arrojando su dinero. Está enojado.

El cristianismo no es solo ser amables

Algunos de ustedes tal vez se sorprendan por el hecho de escuchar que Jesús se enojó, porque malinterpretan que el cristianismo sólo significa ser amable. El cristianismo no es sólo ser amables. Debemos amar a las personas, también debemos ser fieles. Y si uno ama a Dios, odiará el pecado. Si ama a la gente, odiará la injusticia. El hecho de amar significa que debemos odiar. El hecho de tener gozo, requiere que también nos enojemos.

Algunos de nosotros tenemos pocas pulgas y nos enojamos con facilidad. Pero eso no significa que el enojo sea algo malo. El enojo es una emoción. Es la respuesta a algo válido o inválido.

¿Qué hay de ustedes? ¿Alguna vez se enojan? Si alguien dice, “Yo nunca me enojo”, probablemente estén pecando. Probablemente no sientan lo mismo que Dios, porque la Biblia dice que Dios se enoja. Sí, la Biblia indica que Dios “lento para la ira”, que tiene paciencia, que tarda en enojarse, pero finalmente se enojará. Si seguimos pecando e hiriendo a las personas, siendo injustos y malos, Dios se enojará.

Y aquí vemos que Jesús se enojó. Algunos se enojan todo el tiempo. Y se enojan por razones que no son justas. Y apelan a Jesús de manera equivocada, diciendo, “Bueno, Jesús se enojó, de modo que puedo enojarme”. Sí, pero no se enojan por las mismas razones por las que se enojó Jesús. Aquí Jesús se enojó porque la gloria de Dios Padre estaba siendo maltratada y la gente se había aprovechado de ella. La gente pobre, la gente común, la gente simple, muchas personas analfabetas, gente de trabajo, el pueblo de Dios que había caminado kilómetros y kilómetros estaba siendo estafada. Después de todo, cuando llegan al templo, ¿dónde más podrían conseguir un cordero sin manchar a tu familia para obedecer los mandamientos de las Escrituras, anunciando la llegada de Jesús? Es como si estuvieran en un concierto y hay sólo un lugar para conseguir comida o agua, y los precios son ridículamente altos pero tienen que pagarlos porque no tienen otra opción.

Acceso al templo

Eso es esperable en un negocio, pero ver eso para la gente que adora a Dios enfureció a Jesús. Enfureció a Jesús. Y hay pistas del por qué. Dice, ""Escrito está, ‘Mi casa será casa de oración’". Aquí está citando Isaías 56. Y mucho antes, en el Antiguo Testamento, Dios dijo que quería que el templo, su lugar santo y sagrado fuera un lugar al que la gente fuese a orar y a hablar con Él, a reconciliarse con él. Así debía ser el templo. El templo no debía ser un gran negocio. No es para sacarle provecho económico. No debía ser una estafa y una farsa. Debía ser un lugar de oración.

Entonces continúa diciendo, “pero ustedes la han convertido en ‘cueva de ladrones’”. Esa es una cita de Jeremías 7. Y lo que sucedió es que el templo fue construido para ser el lugar Santo de los Santos, el lugar para que habitara la presencia de Dios, el Espíritu Santo en la tierra. Era el suelo sagrado en la tierra que realmente era el lugar de encuentro entre el cielo y la tierra, si pueden pensarlo así. Aquí era donde se encontraba la presencia de Dios en la tierra para que la gente pudiera acercarse a la presencia de Dios. Lo que sucedió entonces es que hubo varios niveles de acceso a la proximidad de la presencia de Dios. Entonces el sumo sacerdote y los demás sacerdotes tenían cierto acceso, y los demás grupos de sacerdotes tenían cierto nivel de acceso. Y los hombres y adoradores de Dios, los judíos, tenían cierto acceso, y las mujeres también tendrían cierto acceso. Y así se llegaba al último nivel de acceso.

Lo estoy resumiendo de manera bastante simple, pero es como cuando vamos a un concierto y las personas tienen diferentes accesos. Tenemos a la banda, que sube al escenario, está el acceso a camarines, los asientos de primera fila, los asientos VIP, los boletos preferenciales, los asientos baratos, y luego los boletos que sólo permiten que la gente se quede parada. Para estas fiestas importantes era algo así. Hay una gran multitud y las personas tienen diferentes accesos.

El Patio de los Gentiles

Bueno, los peores asientos eran los de los gentiles. Lo llamaban el Patio de los Gentiles. Aquí era a donde podían participar los que no eran judíos. Algunos eran creyentes; habían dejado de pecar y creían en el Dios de la Biblia. Algunos eran no creyentes, no conocían al Dios de la Biblia, pero eran personas curiosas; querían conocer al Dios de la Biblia. Tenían curiosidad acerca del pecado y el perdón.

En nuestra nomenclatura los llamaremos los no cristianos. Estos obtenían los asientos baratos; se ubicaban en el Patio de los Gentiles. Y lo que sucedió es que todos los puestos de negocios, todos los puestos, ¿dónde creen que los ubicaron? ¿Creen que los ubicaron en el lugar Santo de los Santos? ¿Creen que los ubicaron cerca del lugar Santo de los Santos? No. Ubicaron los puestos en el Patio de los Gentiles.

En el lugar en donde se suponía que debía haber evangelismo, en donde los cristianos invitaban a los no cristianos a la relación. Lo llamamos hospitalidad. “Vengan a nuestra casa, vengan a nuestra iglesia, vengan a cenar conmigo y con mis amigos. Sólo queremos conocerlos, amarlos, contestar todas las preguntas que tengan acerca de Jesús”. Comiencen una conversación acerca de quién es el Dios de la Biblia. Eso es el evangelismo. Ayudar a que los no cristianos conozcan a Cristo. Eso es el evangelismo.

Eso es lo que se suponía que debía suceder en el Patio de los Gentiles. Y en lugar de que hubiera evangelismo, había negocios corruptos. Y mientras los no cristianos miraban, los creyentes— yo los llamo cristianos porque al fin de cuentas su fe estaba depositada en la llegada de Jesucristo, pero eran creyentes— discutían, peleaban, luchaban y manejaban negocios, negocios con precios exorbitantes.

Todo eso está muy alejado de Dios, es muy codicioso. No es sólo vender productos. Es extorsionar a las personas. Y no es sólo obtener una simple ganancia; es obtener una ganancia exorbitante a costas de la gente pobre que viene para conocer a Dios. Eso era lo que sucedía. Por eso se enfureció Jesús. Estaba absolutamente furioso.

Hay que dar generosamente para que la gente pueda conocer a Jesús

Amigos, por eso a nosotros, como iglesia, no gusta alentar al pueblo de Dios a que den generosamente, para poder dar a las personas que todavía no son cristianas. Por eso la iglesia es gratis y no vendemos entradas. Por eso no hay asientos VIP ni asientos baratos para los no cristianos. Por eso, cuando tenemos clases, son gratis. La consejería es gratis. Los Grupos Comunitarios son gratis. Los Grupos de Redención son gratis. Las Biblias son gratis. La descarga de videos es gratis. Todo eso es gratis. Pero la verdad es que nada es gratis, sino que todo es pagado por cristianos para que pueda ser compartido de manera generosa, para dárselo a todos y a cualquiera, incluyendo a los no cristianos.

Si los no cristianos quieren venir a Mars Hill, los amamos, estamos encantados de recibirlos, sabemos que aquí hay muchos. Está todo pagado. No les cobramos nada. ¿Quieren unirse a al Grupo Comunitario, conocer gente, buscan amistades, entrar al Grupo de Redención, lidiar con un pecado terrible que les haya sucedido como abuso sexual, tienen preguntas, quieren asistir a una clase, quieren una copia gratis de la Biblia, quieren descargar algunos sermones? Tomen lo que quieran. Los amamos. Tomen todo, hasta el café. Es gratis, tomen lo que quieran.

Pero no es gratis; otros han pagado por todo eso porque los aman. Y es por eso que incluso en Pascua, nosotros no queríamos tener una gran ofrenda. Para los que no lo saben, tuvimos una gran celebración de la Pascua en el campus de Albuquerque. En Seattle también reunimos a varias iglesias de Mars Hill para un gran evento en Qwest Field. Hubo al menos 19.000 personas. Hubo otros que no pudieron llegar. No sabemos con exactitud, pero sí sabemos que al menos hubo unas 19.000 personas. No hicimos una colecta ni tampoco pasamos el plato pidiendo dinero. ¿Por qué? Queríamos que la gente escuchara acerca de Jesús. No queríamos que se sintieran presionados a dar dinero.

Pero no se puede organizar un evento así gratis, sin pagar. No podemos ir a los Seahawks y decir, “Es para Jesús, queremos el estadio gratis”. Ellos deben pagarles a sus empleados, pagar las cuentas, pagar el seguro y a las empresas de servicios públicos. Debe alquilarse. No se puede conseguir todo el sonido, las luces, la grabación, gratis. Alguien pagó por eso y ustedes deben pagarles a ellos. Es razonable; no tenemos problemas en pagar por las cosas. Pero el hecho de que viniera tanta gente a mi ministerio y escuchara acerca de Jesús, me llenó de gozo y alegría. Creo que se bautizaron 724 personas, si es que no me equivoco. Mucha gente se convirtió al cristianismo. Y no hablamos de dinero. Sólo hablamos de Jesús.

No hablamos de dinero porque no teníamos que hacerlo. Los cristianos que llaman casa a Mars Hill ya han dado a través de una serie de ofrendas generosas para que todo esté pagado. Algunos se preguntan por qué lo hicimos. Por situaciones como la que encontramos en Lucas. Es un gran evento, vienen no cristianos, y lo único que ven es a gente religiosa pero codiciosa robándose los unos a los otros. No queremos que la gente vea eso.

Amigos, por eso, francamente, si obtenemos un hermoso edificio como nuestro campo de West Seattle, ¡vamos a renovarlo! Pero la verdad es que por eso no estamos construyendo edificios grandes y ornamentados. Solemos reunirnos en lugares relativamente simples. Nos reunimos en galpones, escuelas, y renovamos iglesias viejas y centros comunitarios. No gastamos grandes sumas de dinero en catedrales enormes.

Queremos que nuestro dinero se destine a que la gente conozca al Dios de la Biblia, al Señor Jesucristo. El año pasado presenciamos los bautismos de mas de 1.200 personas. Quiere decir que el año pasado, el catorce por ciento de la Iglesia Mars Hill fue bautizada. Quiere decir que mucha gente está conociendo a Jesús. Y aquí, lo que está demostrando Jesús, es que los no cristianos, los no creyentes siempre deben ser bienvenidos. No debemos pelear por dinero, por codicia. Debemos ser generosos y pagar por las cosas para que ellos puedan venir y aprender acerca de Dios. No hay que gastar todo el dinero en cosas exorbitantes, extravagantes. En lugar de eso debe destinarse para ayudar a que más gente conozca a Jesús, que es el ímpetu total del templo. Era el lugar para que el pueblo de Dios se encontrara con él y los demás pudieran ir a conocerlo. Y se había convertido en un gran fiasco de negocios y corrupción.

Los impuestos del templo

Lo malo es que hay otro aspecto de esto que lo hace aún peor, y es que había que pagar un impuesto para entrar al templo. Pero algunos usaban una moneda diferente a la del impuesto del templo, de modo que tenían que cambiar su dinero. ¿Han visto que cuando uno viaja a otro país debe cambiar su dinero? Bueno, el cambio de dinero allí era tan exorbitante que uno iba con su dinero, tenía que pagar el impuesto del templo para entrar, comprar su boleto. Entonces había que cambiar el dinero. Y el impuesto para el cambio era exorbitante, le robaban a las personas.

Y lo peor de todo es esto. ¿En manos de quién creen que terminaba un porcentaje de todas estas ganancias? Del sumo sacerdote. Era el hombre que se suponía que debía servir a Dios y a su pueblo. Pero él alquilaba los puestos y los negocios, y tenía su equipo dispuesto a todo tipo de negocios y ayudaban a establecer el impuesto de cambio para poder sacar provecho en cada transacción y en cada venta. Estaba metido en esto. Sacaba provecho de esto.

Es como si hoy vinieran a Mars Hill y tuvieran que comprar un boleto. Pero antes de comprar su boleto, sólo podrían hacerlo con dinero de Mars Hill. Es como ir a Chuck E. Cheese. Tienen que comprar dinero de Mars Hill. Bueno, el dinero de Mars Hill no es uno a uno. El impuesto al cambio no es muy justo. De modo que obtendremos una ganancia cuando cambien su dinero. Entonces les damos el dinero de Mars Hill y luego pueden comprar su boleto.

Y cuando entren, dependiendo de cuánto dinero pagaron por su boleto, eso determinará cuán bueno será su asiento. Ah, les comento que si quieren una Biblia, son muy caras. Verán, nosotros las conseguimos con un descuento, pero a ustedes se las vendemos más caras. Ah, ¿quieren un café? La taza de café vale 27 dólares. Es café de Jesús. Y no pueden introducir café de afuera. Sólo pueden tomar nuestro café mientras estén en nuestro edificio. Ese tipo de reglas. Y el pastor Mark obtiene un porcentaje de todo porque él es dueño de una parte de la compañía de café y de la compañía de boletos, es dueño de parte de la farsa del cambio de dinero de Mars Hill.

¿Ven cómo funciona? Jesús aparece furioso. No se supone que sea así. No se supone que sea así. Entonces Jesús termina con todo este modelo económico. Es increíble que no lo echaran. Quiero decir, terminó con el negocio. Ese día el dinero no cambió de manos. Y mientras Jesús estuvo allí, todo sabían que no habría negocios como hoy en día. Jesús causa un quiebre en la economía de los que ganaban dinero robando. Ahora Jesús alteró sus ingresos.

Esta es una de las razones por las que la gente se oponía a Jesús y querían matarlo. Algunos eran religiosos, algunos políticos, otros comerciantes. Sin embargo, Jesús no le teme a los hombres, no es un cobarde, se queda en el templo, predicando y enseñando. Se ubica allí para que la gente pudiera conocer a Dios y aprender acerca de Dios—que era la razón por la existía el templo.

Jesús pasó mucho de su tiempo predicando y enseñando

Entonces vemos que Jesús predicó y enseñó. Lucas 19:47 hasta la primera mitad de 20:1, “Todos los días enseñaba en el templo, y los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los dirigentes del pueblo procuraban matarlo. Sin embargo, no encontraban la manera de hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba con gran interés. Un día, mientras Jesús enseñaba mientras Jesús enseñaba al pueblo en el templo y les predicaba el evangelio—”, ya volveremos a esto para ver qué sucedió. Pero hay dos punto que quiero que veamos.

Jesús pasó mucho de su tiempo predicando y enseñando. Predicando y enseñando. Este es el núcleo del ministerio cristiano y de la Iglesia Mars Hill— predicar y enseñar. Predicar y enseñar la Palabra de Dios. A algunos les gusta pensar en Jesús como alguien que ayudó a los pobres alimentó a los hambrientos y curó a los enfermos. Todo eso es verdad, no vamos a discutirlo. Pero no se olviden que Jesús pasó la mayor parte de su tiempo enseñando y predicando. Abriendo la Biblia, enseñando acerca de la Biblia, ayudando a otros a que aprendieran acerca del Dios de la Biblia, a que dejaran de pecar, y a confiar en él.

Jesús fue, mientras estuvo en la tierra, y todavía vivo en el cielo, un predicador y un maestro. Un predicador y un maestro. Y aquí en Mars Hill, como amamos a Jesús, creemos en Jesús y queremos honrar a Jesús, nos aferramos con fuerza a las enseñanzas y a la predicación de la Biblia Lo más fuerte que podemos. Creemos que la predicación y la enseñanza son esenciales y centrales en lo que significa ser cristianos y ser una iglesia. Por eso nos reunimos todas las semanas bajo la Palabra de Dios y luego nos separamos en grupos para hablar acerca de la vida como se aplica a la Palabra de Dios. Por eso estimamos a los predicadores y a los maestros de la Biblia que fielmente abren la Palabra de Dios y nos enseñan acerca de Jesús. Por eso invitamos a los de afuera a la lectura, a la predicación, a la enseñanza, a los seminarios, a las clases, a los retiros y a las conferencias. Porque creemos que el amor por la predicación y la enseñanza es central y esencial para hacer todo lo que significa ser el pueblo de Dios.

Porque ninguno de nosotros conoce a Dios por completo, tenemos que aprender. No podemos confiar sólo en nuestros sentimientos y nuestras experiencias. Muchas veces ni siquiera las interpretamos adecuadamente. Lo que necesitamos es una Palabra clara, concisa, irresistible, de la Palabra de Dios. Entonces Jesús pasó su tiempo predicando y enseñando y fue increíblemente popular. Dice que la multitud literalmente escuchaba cada palabra suya. Estaban siempre a su alrededor.

Y lo grandioso acerca de Jesús, es que su predicación y enseñanza era gratis. Les diré algo. A mí me encanta predicar y enseñar en la Iglesia Mars Hill. También tenemos otros predicadores y maestros, no soy el único, tenemos buenos líderes y un muy buen grupo que puede predicar y enseñar, de modo que no soy el único, pero les diré algo acerca de ser el líder de la predicación en Mars Hill. Amo predicar y enseñar en esta iglesia. Amo la libertad que me dan. Amo el hecho de que puedo tomarme mi tiempo, y lo hago. Si son nuevos, notarán a medida que pasen los minutos.

Además, amo el hecho de la libertad que tenemos para hacer cosas durante dos años en el Evangelio de Lucas como también series más cortas y otras cosas que necesitamos. Amo el hecho de que tengamos una congregación de personas que aman aprender. Que escuchan y prestan atención. Que entren grupos de personas que quieren escuchar la Palabra de Dios.

La iglesia es gratis

Esto es lo mismo que experimentó y disfrutó Jesús. Y Jesús lo hizo sin cobrarle a la gente. Por esos tiempos era común que si uno era rabino, le cobrar a la gente como en una escuela para que se sentara a escuchar sus enseñanzas, como si fuera una universidad o un programa de posgrado. Y Jesús predicaba y enseñaba sin cobrar nada.

Una de las cosas que amo es que nosotros podemos hacerlo gratis. La iglesia es gratis. Las clases son gratis. La descarga de los sermones es gratis. Y eso es maravilloso. Y a los que dan generosamente, quiero darles las gracias. Pero la verdad es que no es gratis. Ustedes lo pagaron. Y tengo la esperanza y rezo porque otras personas reciben el servicio. Quiero agradecerles en nombre de esas personas.

Aquí está sucediendo eso con Jesús. Él es capaz de servir a otros, y muchos vienen porque aman su predicación y Sus enseñanzas. Y de ninguna manera estoy diciendo que soy como Jesús, pero en algún nivel, siento la misma alegría. Mucha gente viene, aprecia la predicación y las enseñanzas, y quiero agradecerles por ser ese tipo de personas.

Jesús tiene la autoridad total

Lo que vemos es que Jesús no sólo predica y enseña, sino que lo hace de una forma en la que yo no lo hago. Y de alguna manera, francamente, nadie lo hizo ni lo hará. Porque Jesús tiene la autoridad total.

Por ese entonces era común que los predicadores y maestros citaran a este rabino y maestro. Citaban esta tradición y este documento o consejo. Y Jesús tenía su propia autoridad. Hablaba en su propia autoridad porque él es la autoridad suprema. Leemos esto en Lucas 20, una sección larga de la segunda mitad del versículo 1-8, “Se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, junto con los ancianos. haces esto’ -le interrogaron- ¿Quién te dio esa autoridad?’ Yo también voy a hacerles una pregunta a ustedes’, respondió Él”. Y les preguntó. “‘El bautismo de Juan, ¿procedía del cielo o de la tierra?’”

Tuvieron una reunión de comité. “Ellos, pues, lo discutieron entre sí: Si respondemos: ‘Del cielo’, nos dirá: ‘¿Por qué no le creyeron?’ Pero si decimos: De la tierra’, todo el pueblo nos apedreará, porque están convencidos de que Juan era un profeta.” Así que le respondieron: Y Jesús dijo, “‘Pues yo tampoco les voy a decir con qué autoridad hago esto’”.

Llegan los líderes religiosos. Nos dice quiénes son: sumos sacerdotes, escribas, ancianos. Son líderes religiosos de alto rango. Son personas que escribieron libros y hablaron en conferencias y son expertos cuando sucede algo. Eran como el Larry King de hoy en día. CNN los hubiese entrevistado en ese momento.

Son personas muy respetadas como líderes religiosos, como autoridades. Tenían una gran cantidad de títulos, educados más allá de su inteligencia, habían asistido a las mejores escuelas, habían leído todos los libros. Eran cerebritos que sabían hasta las notas al pie de la página y estaban hartos de Jesús porque la gente lo amaba, lo seguía, les gustaba y como resultado de esto su base de poder se debilitaba. ¿Y el dinero que ganaban por sus negocios religiosos corruptos? Bueno, comenzaba a esfumarse. Y los que los seguían por miedo ahora los abandonaban y seguían a Jesús en amor. Sus vidas cambiaron. Y ellos, en lugar de apoyar a Jesús, de someterse ante Jesús y servirlo, luchaban contra Jesús continuamente.

Así es la gente religiosa. Sólo les interesa el dinero, tener el control, sólo les interesa el poder. Entonces tienen esta idea y se alejan. Se los puede imaginar en una habitación oscura, con una sola luz, sentados alrededor de una mesa, “Necesitamos atrapar a Jesús. Necesitamos humillarlo públicamente, hacerlo pasar vergüenza, arruinar su reputación. Se está volviendo demasiado popular, tenemos que ocuparnos de Él”. A los religiosos les encanta esto. “¿Qué podemos hacer? Bueno, formulemos una pregunta teológica que lo haga tropezar. Hagámosle una pregunta imposible de responder, una pregunta muy difícil. Hagámosle la pregunta en público, frente a toda la multitud. Utilicemos eso para arruinar a Jesús”.

La gente sigue haciendo esto, por medio de blogs, de trolls, del Twitter, del Facebook, utilizan todos los medios, formulando críticas y demás, “Hundamos a Jesús con esto. Demostremos que somos mejores, más inteligentes que él y que la gente debería seguirnos a nosotros en lugar de a Él”. Todo gira en torno al dinero, al control, al poder, no en torno a la verdad.

Entonces formulan su pregunta. Se acercan a Jesús, “¿Quién te dio esa autoridad? No has ido a la universidad, no estás graduado en una escuela, no has pasado un consejo de ordenación, no tienes todos los títulos y la tradición que te diera la autoridad que tienes. ¿De dónde has sacado tu autoridad?” Es una pregunta de autoridad.

Y la verdad es esta: Jesús tiene la autoridad total. La autoridad de Jesús no deriva de maestros ni de escuelas ni de tradiciones. Él es Dios. No hay autoridad mayor que Emanuel, Dios entre nosotros. Jesús dijo esto luego de levantarse de entre los muertos, entregó algo llamado la Gran Comisión, el final del Evangelio de Mateo. Dice, “Se me ha entregado toda la autoridad”. Toda la autoridad. Entonces la autoridad de Jesús no deriva de ninguna fuente porque él es la fuente de su propia autoridad.

Lo que amo de Jesús es que todos están mirando, aquí vienen los líderes religiosos.¿Pueden sentir la tensión en el aire? Me refiero a que es Pascua; había una gran multitud en el templo, mucha gente en los patios, maestros famosos, todos los predicadores, los autores. Éste es el gran evento, todos están allí, y entran todos los enemigos y críticos de Jesús, al mismo tiempo. La multitud se quedó en silencio. ¿Y ahora? Y su líder da un paso al frente, el hombre que más libros escribió y es el más famoso de todos, "Jesús, tengo una pregunta para ti ". Y le hace esta pregunta, “¿De dónde has sacado tu autoridad?”

Yo amo a Jesús. Me pregunto de dónde. No lo sé. Me preguntó si le guiñó el ojo a la multitud, No sé si lo dijo de pie, si lo hizo mirando su rostro, no sé si lo hizo sonriendo. No sé como lo hizo. Él dijo, “Bueno, ya que estamos haciendo preguntas tengo una para ti. Hagamos un trato. Tú contesta mi pregunta y luego yo contestaré la tuya. El bautismo de Juan el Bautista, ¿fue con Dios o no?”

La situación con Juan el Bautista es que era el primo de Jesús. Él fue el profeta que preparó el camino para el Mesías, para Dios entre nosotros. Predicó el arrepentimiento, le gente se acercó, fue famoso, era una leyendo por ese entonces. Tiempo antes era incluso más famoso que Jesús.

El antiguo historiador, Josefo, un historiador judío, no se encuentra en la Biblia, pero escribe más acerca de Juan el Bautista que de Jesús, porque por un momento, Juan era realmente más popular que Jesús. Por eso la gente amaba a Juan. Pero, ¿saben qué? Juan era parecido a Jesús. No en que era Dios y tenía la autoridad total, sino en que no llegó de la institución adecuada. Sería como si hoy en día, no fuera parte de una denominación, no pasara por un consejo de ordenación, que no se hubiera graduado de un seminario. Hizo algo así. Hizo algo del trabajo de Dios por el poder de Dios para la gloria de Dios por la Palabra de Dios y no pasó por los sistemas tradicionales.

Quiero decirles que no hay nada malo con pasar por los sistemas tradicionales. Pueden ser alguien que estudió en una escuela, pasa por una denominación, para por una ordenación, ama y sirve al Señor con fidelidad. No criticamos eso, no lo negamos, no criticamos eso. Nos regocijamos en eso. Pero hay otras personas sobre las que Dios apoya su mano y hacen cosas maravillosas. Y la pregunta es, ¿por qué tienen el derecho de hacer eso? Bueno, porque Dios apoyó su mano sobre ellos y les dijo que lo hicieran. No hay mucha gente así, pero está claro que Juan el Bautista era alguien así. Fue apartado del vientre de su madre. En el vientre de su madre se llenó del Espíritu Santo—aprendemos eso en el Evangelio de Lucas. En el Antiguo Testamento se profetizó que él prepararía el camino para la llegada de Jesús, y así fue.

La gente amaba a Juan porque era como ellos. Era el extranjero pobre, rural, humilde que pronunciaba como un profeta, con autoridad, la Palabra de Dios. Por eso lo amaban.

Los líderes religiosos tenían un gran dilema, porque si decía, “No, Juan no obró para el Señor”, la multitud se pondría en su contra. Hubiese sido como un motín. Y si decía, “Sí, obró para el Señor”, entonces Jesús diría, “Juan dijo que Yo soy Dios. Dijo que dejaran de pecar y que confiaran en Mí, ¿por qué no lo obedecen?”

Jesús los puso en un aprieto. O los mataban o se convertían en cristianos. Realmente los tenía entre la espada y la pared. Entonces, ¿qué hicieron? Bueno, por desgracia, hicieron lo que suelen hacer los religiosos: se alejaron. Ellos no dicen, “Nos equivocamos”. No dicen, “Lo siento”. Se alejan.

Los religiosos pueden decir que se equivocaron y pueden pedir perdón. A veces, en la Biblia, gente como Saúl, que era amigo de Lucas y se convirtió en el apóstol Pablo, y escribió mucho del Nuevo Testamento junto a Lucas, a veces sucede que la gente religiosa dice, “Me equivoqué. Lo siento”. Pero no lo hacen. En lugar de eso, se alejan.

Entonces Jesús dijo, “Bueno, ya que no responden a mi pregunta, Yo no responderé la de ustedes”. Asumo que la multitud se rió un poco. Todos se rieron. Todos pensaron, “¡Esto es gracioso!”. Todo el comité se reunió, tal vez días antes, incluso semanas, meses, para formular una pregunta, y cuando finalmente se acercan, ahí está. Jesús, en la mira, en el momento, en un segundo, los hace tropezar porque dice la verdad. Él tiene la autoridad total.

¿Creen que Jesús tiene la autoridad total?

Les pregunto algo. Aquí el punto es la autoridad de Jesús. ¿De veras creen que Jesús tiene la autoridad total? ¿Viven como si Jesús tuviera una autoridad funcional? He visto personas que aman la psicología y convierten a Jesús en un muy buen psicólogo. O aman la sociología y convierten a Jesús en un gran sociólogo. O les gusta la política y convierten a Jesús en algo así como un político moral. O les gusta la espiritualidad y quitan todo acerca de Dios pero dejan el “hacer cosas buenas por los pobres”, convirtiendo a Jesús en una persona espiritual.

He visto gente que no cree en los milagros porque son más naturalistas, y su ideología y filosofía se basa en la autoridad de modo que si la Biblia dice que Jesús realizó milagros, ellos dicen, “No, no es verdad”. O gente que tiene como autoridad mayor al pluralismo religioso, entonces cuando Jesús dice, “Yo soy Dios”, ellos dicen, “Bueno, no creo que sea cierto”.

¿Qué hay de ustedes? Incluso he visto gente hacer esto con el pecado. Hay algo pecaminoso en sus vidas, algo que no agrada a Jesús. Y dicen, “Bueno, eso fue hace mucho tiempo. Era una cultura diferente. Hemos evolucionado. Las cosas cambiaron. Eso era primitivo”. Lo que están diciendo es que ahora hay una autoridad mayor a Jesús. Alguien tiene más autoridad que él. Puedo ser yo, mi compromiso religioso, mi causa política, mi mirada del mundo, mis presunciones y presupuestos filosóficos, mi compromiso financiero, mi preferencia política, lo que sea, mi orientación sexual, mi religión, lo que sea, lo que están diciendo es, “Sí, está Jesús, pero él no es la autoridad más alta. Hay algo o alguien por encima de él”.

Fue el debate de ese día; es el debate de hoy en día. Como Mars Hill, creemos que Jesús es el Señor. Es una manera simple de decir que él es la autoridad más alta. No hay nadie como Jesús, no hay nadie por encima de Jesús. Él tiene la autoridad total. Cuando él dice algo, lo creemos. Cuando el ordena algo, por la gracia de Dios, buscamos obedecerlo.

Y si alguien o algo no está de acuerdo, están equivocados y necesitan arrepentirse y estar de acuerdo con Él, no alejarse, sino cambiar de parecer y decir, “Estoy equivocado, lo siento”. Amigos, no es que tengamos razón, es que él tiene razón. Porque la verdad, todos estamos equivocados. Ninguno de nosotros comienza sometiéndose a Jesús. Todos hemos pecado y hecho locuras. Todos creemos tener razón y estamos equivocados. Y todos necesitamos decir, “Estoy equivocado, lo siento. Jesús, tú tienes razón”.

Dos razones para que no vayamos al templo

¿A dónde sucede todo esto? Jesús se enoja, predica y enseña, y ejerce la autoridad total. ¿Dónde sucede todo esto? Sucede en el templo. Algunos preguntan, “¿Por qué no vamos al templo? si Jesús fue al templo y durante años el pueblo de Dios ha ido al templo, ¿por qué no vamos al templo?” Bueno, hay dos motivos. Primero, no hay un templo. El templo fue destruido en el año 70 DC, de modo que si van a Israel, como yo, sólo verán una montaña de escombros. No hay un templo. Les diré por qué no lo necesitamos en un momento.

Segundo, no vamos al templo por la misma razón por la que yo no estoy yendo a la universidad. Me gradué de la universidad hace mucho, como en 1993. Hace poco tuve un sueño aterrador. Me acosté en la cama y tuve un sueño en el que recibía una llamada de mi universidad—fui a la universidad y luego terminé mis estudios. Y tuve esta pesadilla en la que recibía una llamada de mi universidad y me decían, “Hubo un problema con su expediente. Cometimos un error. No terminó todas sus clases”.

Entonces estoy soñando esto, Grace y yo empacábamos todo con nuestros cinco hijos, nos mudábamos y yo tenía que volver a la universidad, con el doble de la edad de los demás estudiantes, y tenía que asistir a clases, dejar de ser pastor en Mars Hill por un tiempo, dejar predicar y enseñar, porque tenía que volver y terminar un semestre.

Esta fue una pesadilla horrible. En mi sueño realmente creí que Grace y yo vivíamos con nuestros cinco hijos en un dormitorio. Esta sería mi versión absoluta de una película de terror de Freddy Kruger. Grace, yo y mis cinco hijos viviendo en una habitación de la universidad. Esa fue mi pesadilla.

Me desperté, lo recordé y comencé a pensar, “¿Eso fue profético? ¿Tengo que volver a la universidad? ¿Estaré en sociología, junto a un joven de 19 años que me insulta por Facebook porque no me quiere?” Fue como decir, “¡Aaah! ¿En qué me estoy metiendo?” Entonces me di cuenta, fue como, “No, yo sí me gradué. Y como cumplí todos los requerimientos para graduarme, gracias a Dios, no necesito volver a la universidad”.

Algunos dirán, “¿Qué tiene que ver esto con todo?” No necesitamos ir al templo porque todos esos requerimientos de la ley ya se han cumplido. No es que no fueran importantes, es sólo que ya se cumplieron. Al igual que mis requerimientos para graduarme. No es que no fueran importantes, es sólo que ya se cumplieron. Una vez que lo cumplí, ya está, lo logré, soy libre, no necesito volver, no necesito seguir esas reglas, no necesito vivir así.

La Biblia está llena de requerimientos, de leyes. Todas se cumplieron en Jesucristo. Una vez que tenemos fe en Jesucristo, no necesitamos vivir una vida que nos califique porque la vida de Jesús es la que nos califica para graduarnos, para librarnos de la ley, para seguir con el resto de nuestras vidas llenas por el poder del Espíritu Santo.

Jesús es más grande

Esto es lo que no haremos. No iremos a Jerusalén. No reconstruiremos el templo. No buscaremos sacerdotes. No mataremos animales, que es lo que ellos hacían. ¿Por qué? Porque Jesús es más grande.

Jesús es el más gran templo

Se los explicaré así. Jesús es más grande. Primero que nada, Jesús es un templo más grande [que el templo original]. El templo prefiguraba a Jesús. Era el lugar entre el cielo y la tierra, en donde Dios y el hombre se conectaban. Jesús es más grande que el templo. Es Dios hecho hombre. De modo que la presencia de Dios está en Jesús. La reconciliación con Dios está en Jesús. El lugar santo de reunión y adoración entre el cielo y la tierra es Jesús.

Por eso Pablo dice que hay un mediador entre el hombre y Dios: el hombre Jesucristo. No vamos a un lugar, vamos a una persona. El lugar era sólo un requerimiento hasta que llegó Jesús, cumplió la ley y ahora no necesitamos al templo.

El templo tenía el Santo de los Santos; Jesús es el Santo de los Santos.
El templo era la presencia de Dios; Jesús es la presencia de Dios.
El templo era a donde íbamos a encontrarnos con Dios; Jesús es a donde vamos a encontrarnos con Dios.
El templo es lo que nos acercaba a Dios; Jesús es quien nos acerca a Dios.
El templo a donde uno iba a sacrificar, a derramar sangre y a limpiar sus pecados; ahora vamos a Jesús a limpiar nuestros pecados, a derramar sangre y a transformar nuestras vidas.

El templo era el centro de fe, de vida y de adoración, y todo el pueblo de Dios iba a ese lugar. Ahora no necesitamos ir allí porque vamos a Jesús. Él es el templo más grande. El centro de nuestra fe no es un lugar, es una persona. No creemos en la tierra santa, creemos en un hombre santo, el Dios Hombre, Jesucristo.

Y Jesús es más grande que el templo, de modo que el templo fue destruido en el año 70 DC. Desde entonces no hubo templo. Dios ni siquiera nos hace posible ir al templo. Y una de las cosas que me entristecieron mucho cuando fui a donde se encontraba el templo, fue que había un muro, el Muro de los Lamentos. Me entristeció, me rompió el corazón. La gente enrollaba oraciones en pequeños papelitos, caminando hacia el muro y pegándolos.

Cuando les pregunté el por qué, dijeron, “Bueno, ese muro está más cerca de Dios, de modo que si pones tus oraciones allí llegarán al Señor”. No, ese muro no nos acerca al Señor; Jesús nos acerca al Señor. Si quieres que tus oraciones lleguen al Padre, no las peguen al muro, entréguenselas al Hijo de Dios. Él es nuestro mediador. Les dije a mis hijos, “No peguen ningún papel a ese muro. Somos cristianos, no paganos”. No creemos que un muro sea nuestro mediador entre nosotros y Dios. Si quieren que sus oraciones lleguen al Padre, entréguenselas al Hijo.

Lo que también me entristeció es que el lugar Santo de los Santos y donde solía estar el centro del templo solía estar bajo tierra. De modo que hicimos un recorrido subterráneo por la noche y hay un muro cerca de a donde solía estar el templo. Y había mujeres contra el muro, llorando, gritando y orando, creyendo que al estar contra ese muro, al apoyarse en ese muro, lo más cerca posible del templo ahora que fue destruido, estaban más cerca de Dios. Y es trágico porque Jesús es el templo más grande. Podían haberse quedado en sus casas y llenarse del Espíritu Santo, adorando a Jesús. Y eso es lo más cerca que se puede estar al Señor en esta vida porque se trata de una persona, no de un lugar. Jesús es el templo más grande.

Jesús es el más gran sumo sacerdote

Jesús es el gran sumo sacerdote. Lo que sucedió en la Pascua, y lo que sucedió ese día es que el sumo sacerdote representaba al pueblo y era el mediador entre el pueblo y Dios. Y aquí está Jesús, el gran sumo sacerdote.

Entonces, yo no soy su sacerdote, y tampoco soy su sumo sacerdote. No tenemos otro sacerdote ni tampoco otro sumo sacerdote que no sea Jesús. Y por la presencia del Espíritu Santo en nosotros, la Biblia dice que somos un reino de sacerdotes, todos podemos hacer lo que hacían ellos: orar por las personas, amarlas, servirlas, interceder entre ellos y Dios, amarlas con un amor de Dios e presentarles a Jesús, nuestro gran sumo sacerdote. De eso se trata Hebreos, una y otra vez. Jesús es nuestro sumo sacerdote. Él es quien nos acerca a Dios. Él es el que ofrece sacrificio por los pecados, para que sean perdonados y expiados.

Jesús es el más gran sacrificio

Entonces amigos, hoy no vamos a un templo, ni tampoco tenemos que ofrecer sacrificios. No matamos animales porque Jesús es el sacrificio más grande. Ellos sacrificaban a un cordero en su lugar por sus pecados, como su sustituto. La sangre de ese cordero se derramaba, y ahí tenemos a Jesús el cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Jesús, el Cordero de Pascua que fue sacrificado.

A pesar de que para ellos fue glorioso reunirse para la Pascua, para nosotros es más glorioso aún. Ellos tienen un templo; Jesús es nuestro templo más grande. Ellos tenían un sumo sacerdote; Jesús es nuestro gran sumo sacerdote. Ellos debían hacer sacrificios; Jesús es el único sacrificio entregado por todos nuestros pecados y todos los pecadores. Y cuando nos juntamos, nos juntamos a su alrededor.

No se trata de un lugar, se trata de una persona. Esto significa que individualmente, el Espíritu Santo habita en nosotros. Y experimentamos al Santo de los Santos en el centro de nuestra vida. No es que no seamos pecadores y seamos perfectos, sino que la presencia y el poder de Dios obrará en nosotros. Y que corporativamente, como iglesia, que Dios el Espíritu Santo habitará en nosotros. Y que juntos como el pueblo de Dios. reunidos, no alrededor de un lugar, sino de una persona, Jesucristo, podremos adorar, celebrar y abrir la corte proverbial de los gentiles para invitar a que vengan los no cristianos, y que damos generosamente para pagar las cuentas, para que puedan aprender acerca de él. Y si estás entre nosotros y eres un no cristiano, que Dios te bendiga, te amamos, no queremos nada de ti. Jesús tiene algo para ti: el perdón por tus pecados, la vida eterna y una amistad con Dios.

Oración

Padre Dios, te agradecemos por las Escrituras y por la oportunidad de estudiarlas. Y Jesús, agradezco que te hayas enojado. Algunos necesitamos aprender a enojarnos. Algunos nos enojamos demasiado por motivos erróneos, y necesitamos aprender a tener un enojo justo y de Dios.

Jesús, gracias por haber sido, en la tierra y ahora a través de tus siervos, un predicador y un maestro. Gracias por no dejar que aprendamos de la vida solos, sino que tu nos enseñas. Has enviado al Espíritu Santo para que nos enseñe. Nos has entregado las Escrituras para que nos enseñen. Oro por los que tenemos el privilegio de predicar y enseñar, desde las madres y los padres, pasando por los diáconos y ancianos, los líderes de Grupos Comunitarios y de Grupos de Redención, y los líderes de los equipos de adoración, por que Dios, sobresaldremos en la predicación y la enseñanza por tu gracia, para tu gloria y para el bien de los demás.

Gracias, Jesucristo, por realmente ser más grande. Eres más grande que el templo, más grande que el sacerdote, más grande que los sacrificios. Eres el más grande de todos. Jesús, es admirable pensar que toda la Biblia es acerca de ti y toda la historia de la humanidad también es acerca de ti.

Jesús, ahora nos confesamos individual y corporativamente porque tienes la autoridad total. Nadie ni nada puede compararse contigo, no hay nadie por encima de ti. No importa lo que digan los expertos, lo que enseñen los profesores, lo que comuniquen los medios, lo que pontifiquen los filósofos o lo que especule la gente religiosa. Jesús, tu eres la autoridad más alta. Ayúdanos a confiar en tu palabra. Amén.