Lucas 11:5–13 (RVR 1960)
5 Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes,
6 porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante;
7 y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos?
8 Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite.
9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
11 ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente?
12 ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
Así que voy a orar, y empezaré de inmediato con Lucas.
Dios Padre, te doy gracias ante todo porque podemos llamarte Padre, así como Jesús dijo que debíamos llamarte. Dios, te damos gracias por ser un Padre amoroso que oye y contesta nuestras oraciones. Siempre que queramos comunicarnos contigo, te alegras cuando tus hijos se comunican contigo. Padre, gracias por eso. Jesús, te damos gracias porque eres nuestro perfecto hermano mayor, quien ha quitado nuestro pecado. Padre, te damos gracias por el don del Espíritu Santo. Espíritu Santo, te invitamos a iluminar las Escrituras que has inspirado y a conformarnos a la imagen de Jesús, enseñándonos a orar como Él oraba. Pedimos esta gracia en su buen Nombre. Amén.
Entrando en materia hoy, aquí en Lucas 11. Empieza con Jesús que ora por los discípulos que vienen a Él, quienes oyen su oración y le hacen una pregunta muy curiosa en Lucas 11:1. Le preguntan, “Enséñanos a orar”. Enseguida Jesús les da un modelo de oración llamado la Oración del Señor, algo que investigamos la semana pasada, y ahora esta semana veremos algunas parábolas adicionales y los principios de la oración. Nos dará una parábola, un principio, otra parábola, y otro principio. Una parábola es una historia, una ilustración, una analogía, una idea principal en un cuadro de palabras que nos comunica algo sobre un concepto teológico.
La primera parábola que vemos está en Lucas 11:5–8, que nos enseña a orar; ahí leemos esto: “Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante, y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme y dártelos? Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad…” o su insolencia, esa es quizás la mejor traducción del término griego, “…se levantará y le dará todo lo que necesite”.
Esta es la historia. En aquellos días la gente viajaba por lo general a pie, a veces sobre el lomo de un animal, y los viajes eran largos y difíciles, y por lo general llegaban a un pueblo pequeño. Generalmente no había un Motel 6 en esos pueblitos donde le le dejaban la luz encendida a uno, por lo tanto cuando llegaba de noche, necesitaba un sitio donde quedarse. Tal vez había una pequeña posada, pero a menudo esos lugares eran de mala muerte y peligrosos.
Así que en el mejor de los casos encontraban la casa de alguien, un amigo, o un conocido del amigo de un amigo, o el amigo del amigo de un amigo. Llegaban y llamaban a la puerta, y como suelen hacer en las culturas orientales de hoy, tienen que mostrarse hospitalarios por norma cultural, por lo cual dejan que uno se quede en su casa, que coman ahí, y los atendían. En la cultura oriental, negarle la hospitalidad a alguien es muy mal visto. Uno se siente avergonzado, ya que el todo es mantener las apariencias de ser un buen ciudadano y amigo.
La historia aquí nos indica que alguien va de viaje, e inferimos que el viaje ha sido muy largo porque llegan ¿a qué hora? A media noche, que para muchos es muy tarde, porque tenemos electricidad. Los jóvenes universitarios pensarán, “La media noche es chévere porque es la mejor hora para desayunar; me despierto justo a la hora de cenar”, ¿cierto que sí? Sin embargo, la media noche en esa cultura era muy, pero muy tarde, porque cuando se ponía el sol, no había electricidad, y uno se iba para su casa. Cenaban y se acostaban. Cuando el sol salía por la mañana, se levantaban e iban al trabajo porque generalmente trabajaban en una sociedad agraria, de pesca, cacería, agricultura, y cosas así. Por lo tanto llegar a media noche era muy tarde.
Alguien viene a su casa a media noche y golpean en la puerta. Ud. abre y le dice, “¿Qué se le ofrece? Oh, Ud. es amigo de un amigo de una amigo, necesita un lugar donde quedarse y algo de comer”. El problema es que en la parábola de hoy no había comida. No sabía que alguien venía. Hace 2,000 años nadie mandaba mensajes de texto por anticipado, con los iPhone 1.0. De alguna manera el mensaje no llegó a tiempo. De pronto se encuentra en una situación vergonzosa. No tiene nada que ofrecerles de comer. Piensa, “No puedo ir a la tienda, al 7-Eleven; ni siquiera han inventado los 7-Eleven. No puedo ir a Jack in The Box a comprarme un taquito; no tenemos taquitos, somos hebreos. ¿Cómo les daré de comer a estas personas? ¿Qué haré? No puedo llamar a la pizzería Domino’s Un muchacho en un carro no puede venir hasta acá. Llegará en un camello, pero no sabe hacer pizzas y se demorará mucho. Ay de mí, ¿qué voy a hacer? ¿Cómo le daré de comer a mi amigo? ¡Sé lo que voy a hacer! Iré a la casa de mi vecino y llamaré a su puerta, y haré que mis problemas sean sus problemas”.
¿Tienen amigos así? Los tienen. Los trajeron a Mars Hill para arreglarlos. ¡Bienvenido amigo, bienvenido! [Se ríe la congregación] Entonces su amigo comparte su problema con Ud.. Vienen y tocan a su puerta. “Oiga vecino, alguien acaba de llegar a mi casa. Necesitan algo de comer. ¿Podría regalarme unos panes?”. Porque Ud. no tiene suficiente comida, su familia es pobre, y su vecino le dice, “Oiga, dormimos en una casa pequeña de una alcoba. Estamos en la quiebra. Ni siquiera tenemos un cuarto para cada persona. Dormimos sobre una colchoneta en el piso, y yo, mi esposa y los niños dormimos juntos, lo cual francamente es muy incómodo”.
¿Se imagina dormir con sus hijos? Tengo cinco hijos. Cada vez que uno se enferma, esto es lo que pasa: Se meten a la cama así, Gracie se acuesta así, y los niños siempre se acuestan de lado. No entienden. No entienden la geometría de acostarse en una cama. Siempre quieren dormir en el centro, lo cual me separa de mi esposa, y a ella le toca las cabezas y a mi siempre me toca los pies, y no lo soporto. Pequeños pies en mis narices. Lo detesto.
Así que este tipo está en cama con su esposa e hijos, tienen la colchoneta tendida en el piso, se nota que la esposa está a la cabecera porque a los niños les gusta acurrucarse con su madre, ¿saben? Y a él le están dando jiu jitsu brasileño al otro lado de la colchoneta con el talón del niño en la nariz. Y el vecino viene y golpea a la puerta y dice, “Necesito uno o dos panes”. Y el tipo dice, “Oiga son las doce de la noche. Va a despertar toda la familia. Estamos tratando de dormir. ¿No sabe qué hora es?”.
Y el vecino descortés, desconsiderado, y descarado, dice: “No sé qué horas serán, pero no me voy de aquí y seguiré golpeando a su puerta hasta que me dé unos panes porque esa es la clase de vecino que soy”. ¿Qué hacen en esa situación? Por fin abre la puerta. Porque no puede dejar que este tipo despierte a sus hijos. Los niños no tienen idea de qué hora es. Es media noche, pero si se despiertan dicen, “Uy, estupendo. Se acabó la noche, es hora de jugar Wiffle Ball”, ¿no es cierto? Eso es lo que pasa. Se pondrán a jugar Wiffle Ball a media noche.
Entonces el tipo se levanta, abre la puerta, y dice, “¡Qué! ¿Qué quieres?”. “Solo quiero pan. ¡Dámelo o seguiré llamando a tu puerta!”. “Está bien, aquí tienes, ahora déjame en paz”. Y lo que Jesús nos dice no es que hagamos esto al orar, que seamos como un vecino descortés. Eso no es lo principal. Lo principal es que si alguien nos trata descortésmente o descaradamente, desvergonzadamente, y son prepotentes y nos mandan, y algunos de nosotros somos así; de hecho somos así profesionalmente, al menos en teoría. En eso consiste mi trabajo.
Si la persona es medio descarada o mandona, medio prepotente, en últimas hacemos lo que nos pide. ¿Por qué? Porque a fin de cuentas sí nos importa, y aunque nos sintamos frustrados supliremos su necesidad. Así que al comparar esto con la oración, esto es lo que dice: Dice que aunque no seamos los mejores hijos de Dios, aunque no tengamos las mejores intenciones o motivos, nuestro Dios es amoroso, lleno de gracia, y bondadoso. No necesitamos hacerlo bueno, porque ya lo es. Por lo tanto deberíamos venir a Él, sea de noche o de día, continuamente. Porque Dios es un Padre que nos ama y nunca duerme y nunca se cansa y nunca se fatiga. No es incapaz de hacer algo por nosotros, ni es inconveniente para él como lo sería para un vecino. Por eso, si vamos a importunar a un vecino o algo así, deberíamos hablar con Dios también, en cualquier comento por cualquier cosa, y Dios oirá todas nuestras oraciones y las contestará.
Entonces nos da esta parábola y después continúa con un principio de la oración. Lucas 11:9–10, “Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”.
Dice que la oración consiste en tres cosas: “Pedir, buscar, y llamar”. Así es la oración. Entonces hacemos grupos comunitarios por toda la región. Si no pertenece a uno, hágalo. Aprenderá a orar con y por los demás. Algo que quiero que hagan los grupos comunitarios esta semana es que oren mucho unos por otros, pidiendo, buscando, y llamando.
Pedir es acudir a Dios, como un Padre que nos ama y decir, “Papá, esto es lo que quiero. Papá, esto es lo que necesito. Papá, aquí estoy yo. Papá, de veras necesito que te manifiestes”. Es pedir. Permítanme preguntarles, ¿hay algo que no le han pedido? ¿Hay algo que no le han dicho? ¿De qué no han hablado con Dios? Porque algunos de Uds. son planificadores. Algo malo sucede o viene una necesidad, y piensan, “No necesito a Dios. Necesito un plan”. Necesitan hablar con el Padre antes de hacer su plan. Algunos de Uds. pierden los estribos. No hacen planes y hablan con el Padre, solo pierden los estribos. ¿Cómo les va en ese aspecto? ¿Van bien? Perder los estribos nunca ayuda para nada. Algunos de Uds. están perdiendo los estribos porque les dije que perder los estribos no ayuda para nada. ¿Entienden? Eso no sirve. No hagan planes ni pierdan los estribos solamente. Primero hagan lo principal, hablen con el Padre y pídanle, solo pídanle. Ah, caray. Habrán notado qué clase de día estoy teniendo… Estoy tomando medicamentos para la gripa. Esto podría acabar bien o mal. Ya veremos. Esperen hasta el final. Pídanle al Padre, “Aquí estoy, necesito esto”.
Después busquen. No pueden decir, “Oh, ya oré sobre eso, y ahora voy a quedarme cruzado de brazos”. Levántense y hagan algo. Tienen que buscar, tienen que trabajar, tienen que alcanzar las respuestas a lo que han pedido. Y si eso no funciona, y todavía no le contesta, siga llamando a la puerta. Siga golpeando.
Les daré unos ejemplos. Si necesitan trabajo, lo primero que hacen es acudir al Padre. Vayan con Dios Padre. “Papá, necesito trabajo. Necesito esta clase de trabajo, sería bueno que ofrecieran beneficios, esto es lo que ando buscando. Padre, necesito trabajo”. Después no digan, “Ya oré, y estuvo. Ya está, me quedaré sentado en casa y tan pronto venga alguien y llame a la puerta de mi casa y diga, “Oiga, nos dijeron que buscaba trabajo y estamos dispuestos a dárselo, entonces Dios suplirá”. No. ¿Qué hace? Se para, sale, llena solicitudes, va a las entrevistas. Sale a buscar trabajo. Prácticamente sale a llamar a las puertas. “Oiga, ¿están contratando? ¿Están contratando? ¿Están contratando? Necesito trabajo”. Lo busca activamente, enérgicamente, y con pasión. ¿De acuerdo?
Como a una esposa. Algunos varones aquí son solteros. Dirán, “Lo primero que hago es hablar con el Padre y decirle, ‘Dios Padre, me gustaría una esposa, alguien que te ama y se siente atraída a mí. Sé que es un milagro, pero tú anduviste sobre el agua. Puedes hacer esto”. [Se ríe la congregación] “Solo me hace falta una chica; es todo lo que necesito. Por lo tanto, dame una chica”. Pero después no pueden quedarse sentados en la casa jugando World of Warcraft, esperando que ella venga y llame a su puerta. Cualquier chica que venga y llame a su puerta, será la chica equivocada, ¿no es cierto? Entonces salen a buscar a esa chica. Asisten a Mars Hill donde tienen mejores probabilidades de encontrar a esa chica. Y después empiezan a llamar, “Oye, ¿cómo estás? Me llamo fulano de tal. Mira, mi camisa tiene botones”. Regresando a mi último punto, “Mira, tengo trabajo”. Tienen que llamar. Tienen que buscar. Tienen que pedir, ¿no es cierto? No hay de otra. No hay de otra.
Así que la oración consiste en pedir, buscar, y llamar. ¿Y qué pasa si Dios no contesta la oración? Seguimos orando. Seguimos buscando. Seguimos pidiendo. Seguimos llamando. De eso se trata. Dios es un Padre que los ama. Así que sigan trayéndole sus peticiones. Dios siempre contesta nuestras oraciones. A veces dice que sí, otras que no, y otras que más tarde, pero como todo padre amoroso, Él ora y…mejor dicho, Él oye y contesta todas las oraciones.
Ahora permítanme decirles esto también. Podemos pedir, buscar y llamar a Dios porque por medio de la muerte, sepultura y resurrección de Jesús, y nuestra fe en Él, nuestros pecados han sido perdonados, nos ha dado su gracia, y fuimos adoptados a la familia de Dios, y Dios es nuestro Padre. Por lo tanto podemos acercarnos a Él como niños que se acercan a un Padre amoroso. Así que si desean aprender a orar, no imiten a la gente religiosa. Imiten a los niños que aman a sus padres y que son amados por ellos.
Les daré un ejemplo de cómo funciona esto. Esto me pasó ayer, ¿está bien? Cuando me desperté no me sentía bien. Estaba en casa y era mi día libre. Tenía que ir a predicar… fue algo asombroso, como a 2,000 jóvenes de un colegio de secundaria, y cien recibieron a Cristo, pero iba a tomarme el día libre por la mañana y temprano por la tarde en casa, con mi familia ayer, el día del partido de fútbol americano, alabado sea el Señor. Entonces, pensé, “Eso es. Veré el partido de la liga universitaria de fútbol americano. Eso es lo que voy a hacer”.
En cambio, oigo a mis hijas preguntando por mí: “Oye, papá. ¿Papá? ¿Papá? ¿Papá? Oigan, ¿donde está papá? ¿Qué está haciendo papá?”. Preguntaba por mí, pero no podía encontrarme. Entonces empieza a buscarme. Su voz se volvía cada vez más distante; está en el cuarto de los juguetes. Después su voz se volvía más fuerte, más fuerte, sube por las escaleras, buscando en cada cuarto. Es muy consecuente, está muy empeñada en encontrarme. “Oye, papá, ¿dónde estás?”. Me está buscando. Viene al último cuarto en la casa donde no había buscado, a mi baño. [Se ríe la congregación]
Viene preguntando, buscando, llamando. “¿Papá estás ahí? Papá, sé que está s ahí. Papá, tienes que estar ahí. He buscado en todos los cuartos”. Sí, estoy aquí. “¿Qué estás haciendo?”. “¿Qué te imaginas?”, le dije. No se pueden hacer muchas cosas en este lugar Es un cuarto que sirve para una sola cosa. Ahí estaba yo. “¿Por qué preguntas por mí, por qué me buscas, por qué llamas a mi puerta?”. “Papá, quiero ver Tinckerbell”. Mmm, entonces hazlo. “No. Quiero ver Tinckerbell contigo”. “Está bien, un día de estos veremos Tinckerbell juntos”. [Se ríe la congregación] Posiblemente. “No, papá. Quiero ver Tinckerbell ahora. Ahora mismo. Tengo que ver Tinckerbell. Así que veamos Tinckerbell”.
“Yo no quiero ver Tinckerbell. No me gusta Tinckerbell. Me gusta el fútbol americano de las ligas universitarias, para la gloria de Dios y el gozo de la gente”. [Se ríe la congregación] Ese era el plan. Ese era el plan del Dios Soberano del universo, que me quedara en mis pijamas tomando café viendo a hombres jóvenes hacerse daño. Ese era mi plan. Y seguía golpeando a la puerta, “No. Papá, veamos Tinckerbell ahora”. “Mi amor, ¿sabes qué? Lo pensaré”. Es una forma de decir que no, pero le había dicho que no y no funcionó. Por eso le dije, “lo pensaré, y hablaremos más tarde”. “Está bien papá, ¿más tarde a qué horas? “Dentro de un rato”. Está bien, papá. Como a los diez segundos, “¿Ya lo pensaste?”. “¿Qué cosa?”. “Que si ya pensaste si vamos a ver Tinckerbell juntos”.
“Amor, ¿Por qué no vemos el partido de fútbol juntos?”. “No me gusta el fútbol”. Pues a mí no me gusta Tinckerbell. Tenemos una crisis terrible aquí en la casa de los Driscoll. Mi hija usó mi propia teología contra mí. Me dijo, “Eres un padre amoroso y sé que verás Tinckerbell conmigo porque los padres deben amar a sus hijos”. [Se ríe la congregación] Pamplinas, acababan de ponerme en la precisa con una de mis propias convicciones teológicas. “Sí, veré Tinckerbell para la gloria de Dios y el gozo de mi hija”.
Entonces salí del baño, y ahí estaba riéndose, sonriendo. “¡Oye, papá veamos Tinckerbell!”. Y me senté con ella a ver Tinckerbell. No fue nada fabuloso para que los sepan. [Se ríe la congregación] La trama era demasiado predecible. ¿Pero saben qué? Mi hija me estaba pidiendo, me estaba buscando, y saben qué, golpeando a la puerta: tun,tun,tun. Ahora pongamos esto en otro contexto. Me agradó mucho complacer a mi hija porque la adoro y aunque no me gusta Tinckerbell, ella sí me encanta, así que me acurruqué con ella y los dos vimos Tinckerbell.
Pero digamos que no hubiera estado en casa, sino en el Wing Dome comiendo alitas de pollo, porque estoy lleno del Espíritu Santo y me encantan las alitas de pollo. Uno sabe si está lleno del Espíritu no solo porque habla en lenguas, sino porque le encantan las alitas de pollo. Es otra evidencia de la gracia de Dios en su vida. Así que permítanme contarles la historia otra vez.
Digamos que no haya estado en casa. Estoy en el Wing Dome comiendo alitas para la gloria de Dios, ¿de acuerdo? Decido ir al baño y mientras estoy en el baño alguien pregunta por mí y me busca; es un hombre grande, un fanático del fútbol, porque todos estamos ahí comiendo alitas de pollo para la gloria de Dios viendo el partido de fútbol, y entra al baño y empieza a golpear en la puerta. “Pastor Mark, ¿está ahí? Pastor Mark, ¿podemos ver Tinckerbell? Pastor Mark, ¿podemos ver Tinckerbell en vez del partido de fútbol ahora mismo?”. La respuesta hubiera sido mucho más distinta a la que le di a Alexie. No le hubiera dicho, “Sí me acurrucaré con Ud. y veremos Tinckerbell”. [Se ríe la congregación] Hubiera sido, “Espere un minuto. Casi tengo todas las recámaras cargadas. Ya salgo”. ¿Cierto?
La diferencia entre esa clase de petición y la petición que me hizo Alexie y cómo fue contestada es esta: ella es mi hija, la amo. Mi relación con ella es tal que puede pedirme cosas buscarme y seguir llamando a la puerta proverbial porque la amo, y voy a pedirle a Dios que me dé la gracia para satisfacer sus necesidades y servirla bien como nunca lo haría para una persona que apenas conozco en el Wing Dome.
Esto es lo que Jesús está diciendo. ¡Dios es su Padre! Pídanle. Búsquenlo. Llamen a la puerta. Sigan llamando a la puerta. Díganles lo que quieren o necesitan. Estamos hablando de traer nuestras necesidades a Dios, no nuestra codicia o avaricia. Dios es un Padre que nos ama y nos adora y no nos tratará como a un extraño. Así que si quieren entender la oración, observen a padres e hijos. No aprendan de la gente religiosa y sus seguidores.
Después sigue con otra parábola interesante. Lucas 11:11–12, “¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?”. Es una rara parábola como las de Tim Burton, ¿verdad? Algo anda mal con ese tipo. “¡Rodé una película para niños que está de infarto!”. Mejor dicho, se gana la vida asustando a los niños, ¿cierto? Esto es parecido. Jesús está haciendo estas preguntas retóricas.
Un hijo viene a su padre y le dice, “Oye papá, ¿podemos cenar pescado? “No, pero te echaré unos escorpiones encima”. ¡Uy! ¡No, como así! Eso es diferente. “¿Qué tal si comemos huevos?”. Bien, te traeré unas culebras. “¿Qué? Papá, no. Me estás asustando. ¿Te tomaste los medicamentos? Papá, no somos una película de Tim Burton, somos una familia”.
El punto clave aquí es que si acudimos a papá, aunque no sea el mejor de los padres, si le hacemos una simple petición como: “Quiero un pescado”, él no nos dará una culebra. Si le pedimos un huevo, no nos dará un escorpión. Es decir, un padre decente, aunque no sea el mejor padre, si su hijo le pide algo bueno, no le dará algo malo. Pero esta es lo principal en la oración, Dios es un Padre.
Algunos de Uds. no están convencidos al 100% que es bueno, por eso al pedirle algo temen lo que pueda darles. Algunos de Uds. acuden a Dios para decirle, “Quiero tal cosa”. Y dirán, “¿Y si yo quiero estar con esta persona pero me dice que no…?”. O, “¿Si yo quiero este trabajo, y Él me da otro?”. Y están confundidos porque piensan, “Parece que le estoy pidiendo pescados y huevos, y Él me está dando escorpiones, serpientes, y cosas malas”. Entonces dejan de llevar sus peticiones ante Dios.
Confíen que Dios es un buen Padre, y que cualquier cosa que les dé es buena, porque no van a pedirle cosas buenas a un Padre bueno para que les dé cosas malas. Algunos de Uds. son renuentes a traer sus peticiones a Dios porque no están seguros de que les dé algo bueno. Puede que tengan algún pecado en sus vidas y les da vergüenza lo que dijeron, lo que hicieron, lo que no dijeron o hicieron y tienen miedo de acercarse a Dios Padre para orar y decirle, “Ayúdame, perdóname, sírveme, bendíceme, corrígeme, cámbiame, hazme crecer”, porque están temerosos que aunque le piden algo bueno los va a castigar y está enojado con Uds. y que se pondrá violento y les hará algo malo aunque le estén pidiendo algo bueno. Lo cierto es que Dios es un buen Papá. Si uno pide algo bueno, le da algo bueno. No le pedimos a Dios cosas buenas y Él nos da cosas malas. ¡Es un Dios bueno!
Está tratando de darnos unos principios muy sencillos acerca de la oración. Así que todo culmina en esta declaración final. “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”.
El capítulo 11, versículo 1 empezó con los discípulos que le pedían a Jesús. “Enséñanos a orar. Enséñanos a orar”. Y todo culmina en el versículo 13 donde dice que la oración es posible solo por medio del Espíritu Santo. Así que la respuesta a la petición en el capítulo 11, versículo 1, es la impartición del Espíritu Santo en el capítulo 11, versículo 13.
Así que permítanme explicarles esto: Aquí está diciendo que un buen Padre da buenos dones y que el mejor don de todos es el Espíritu Santo. Tengo mucho que explicarles aquí. Lo primero que dice es que aun los padres malvados saben dar buenos dones. Por lo tanto desglosemos esto.
Hablaré de los padres en general. Parece una palabra grande, ¿no es cierto? ¿El mal? Es una palabra grande. Los padres terrenales no somos como el Padre Celestial que es perfecto. Somos malos; es decir, somos pecadores. A veces somos egoístas, nos enojamos, somos impetuosos, no somos atentos, somos perezosos con nuestros hijos. Lo somos.
Caballeros, una de las cosas más poderosas que pueden hacer es reconocer su propia maldad hacia sus esposas e hijos. Es decirles a su esposa e hijos que ha pecado contra ellos, reconocerlo, y decirles lo que hizo. De acuerdo, Jesús dice que los padres terrenales son malos. De modo que cuando hacemos o decimos o no hacemos o no decimos, nos portamos impíamente, y es muy provechoso para nuestras familias que nos vean arrepentirnos de pecado. Algunos de Uds. jamás han oído a sus padres decir, “La culpa fue mía”. “Lo siento, me equivoqué”. “Por favor, perdóname”. Nunca han oído eso. Porque cuando su papá se equivocó nunca reconoció que lo hizo. Nunca lo confesó. Nunca se puso de acuerdo con Jesús y dijo, “De acuerdo, hice mal”.
Por lo tanto, si los padres quieren crear un hogar lleno de amor, de cuidado, lleno de Dios, deben dar ejemplo del arrepentimiento reconociendo su propia maldad. Pero si quieren criar hijos testarudos, obstinados, rebeldes, y religiosos, díganles que se arrepientan de sus pecados pero nunca se arrepienta de los suyos. Dígales cuando hagan o digan algo malo, pero no reconozca su propia maldad. Entonces criará una cultura muy religiosa con unos hijos muy desanimados que se darán cuenta que viven con un padre que está consciente del pecado de sus hijos pero hace caso omiso a su propio pecado, que es un padre muy estricto, un pesado, y un hipócrita.
Por lo tanto es importante que como padres les digamos a nuestros hijos: “Quiero ser el mejor padre que pueda”. Dios Padre es el Padre perfecto. Uds. lo necesitan. Yo lo necesito también porque somos pecadores a quienes Él está santificando y está tratando con nuestro pecado. Pero dice que aun los padres malos que hacen y dicen cosas malas, también pueden decir y hacer “cosas buenas”. ¿Cómo funciona esto? ¿Alguna vez ha conocido a una persona no cristiana que hacen “cosas buenas”? Son generosos, ayudan a los pobres, sirven a los necesitados, son bondadosos, compasivos. Si se mudan a su lado, le encanta que sean sus vecinos. Ud. diría, “No son cristianos, pero se portan mejor que algunos cristianos que conozco”. Son gente buena, moral y decente. Eso no significa que vayan al cielo, no significa que sus pecados fueron perdonados, no significa que le pertenecen a Jesús, no significa que han sido justificados a los ojos de Dios. Lo que significa es que fueron hechos a imagen y semejanza de Dios, y que de vez en cuando hacen algunas cosas buenas. Hacen algunas cosas buenas.
O sea que uno puede ser malvado y hacer algunas cosas buenas. Aquí dice que aunque el padre sea malo, sabe darles buenas dádivas a sus hijos, ¿de acuerdo? Los que son padres lo saben. Saben que el corazón de un padre, aunque sea malo, es ahorrar y ser generoso y cuidar a sus hijos. O que al menos eso debe estar al centro del corazón de un padre malo. Y aquí nos muestra que si un padre malo puede hacer cosas buenas, imagínense lo que un Padre perfecto, celestial, amoroso, completamente bueno hace por sus hijos, sobre todo los que acuden a Él en oración, llamando e invocando su provisión, su protección, y su presencia en sus vidas.
Así que permítanme decirles esto a los padres. Reconozcan que son malos y den buenas dádivas. Uno de los deleites más grandes de un padre es dar buenas dádivas. Esto es cierto para los padres de familia en general, pero quiero enfocarme contextualmente en los padres en particular. A veces los padres dicen: “No quiero consentir a los niños”. Aquí hay que aclarar una cosa. A menudo se lo digo a Gracie. No quiero consentir, o no importa consentir a los niños siempre y cuando no se porten como unos niños malcriados. No me importa consentir a los niños, lo que no quiero es que se porten como niños malcriados. ¿Ven la diferencia? A veces la gente dice, “No quiero darles buenas dádivas a los niños o al niño porque eso es consentirlos”. Pero aquí Jesús elogia las buenas dádivas de un padre a un hijo, y queremos asegurarnos de que el hijo no se porte como un niño malcriado, ingrato, mocoso y desagradecido. Por eso les digo a los niños Driscoll a cada rato, “Tu papá te va a mimar, pero si te portas como un malcriado, tendré que corregirte; habrá consecuencias”. ¿De acuerdo?
Les daré un ejemplo que llenó mi corazón de gozo; es una sencilla ilustración, pero mis dos hijos menores, Gideon y Alexie, como son los menores les regalan las bicicletas usadas. ¿Cuántos de Uds. fueron como ellos? “Sí, yo siempre heredaba las bicicletas usadas. Nunca andaban derecho, las manillas estaban torcidas, los pedales estaban medio zafados”. ¿Entienden? Esas eran la clases de bicicletas que heredaban Alexie y Gideon. Heredaban las bicicletas de sus hermanos mayores. A Alexie le encanta patinar con la bicicleta. Por fin gastó tanto la llanta que ni siquiera podía inflarse. Gideon montó tanto en su bicicleta que el pedal se le caía y no pudimos hacer nada para que no se cayera. Le había gastado las roscas y la bicicleta se estaba desbaratando. De la misma manera gastó todas las roscas. Un día sacó una llave y trataba de averiguar cómo quitarle las rueditas a su bicicleta, porque según él, ya no era un bebé. Trataba de quitarle las rueditas a su bicicleta. Ambas bicicletas son demasiado pequeñas y no funcionan. Así que es el tiempo idóneo para regalarles una bicicleta, ¿de acuerdo?
Gracie y yo estábamos hablando, y Gracie me decía, “Vamos a una tienda de segunda y comprémosles unas bicicletas”. Y le dije, “No es mala idea”. No es pecado comprarles a sus niños bicicletas usadas. Si les compra a sus hijos una bicicleta usada, la iglesia no lo va a disciplinar por ello. Eso no es lo principal. Pero le dije, “¿Sabes qué? Lo único que han tenido son bicicletas usadas. Quiero comprarles una nueva. Quiero que cada uno tenga una bicicleta nueva, brillante, y fantástica. Eso es lo que quiero para ellos. Voy a buscar una bicicleta para cada uno”.
Así que fuimos a buscarles una bicicleta, y encontré una para Alexie. Era rosada, y ese era el único criterio que le interesaba. Ni siquiera necesitaba llantas, con tal de que fuera rosada. [Se ríe la congregación] Tenía púrpura, y banderines, y una canasta para la merienda y las flores porque es una niña completa. Después encontré una para Gideon del tamaño exacto con aros negros; era negra con rojo y tenía una manilla que la hacía sonar como una motoneta. Vruuuum, vruuuum, vruuuum. Y pensé, “Ahora tiene una bicicleta de niño grande”. Ahora puede montar bicicleta sin rueditas y hacer ruidos como de motoneta para la gloria de Dios y el gozo de la gente. Y pensé, “Esto es fabuloso”.
Así que compré las dos bicicletas y las puse en la caja de mi camioneta y las llevé a la casa y las puse afuera. Entré a la casa y dije, “Alexie, Giddie, vengan por favor. Necesito que vengan conmigo. Quiero mostrarles algo”. Se entusiasmaron todos porque son pequeños. “¿Qué es papá? ¿Qué es? Vamos, dinos qué es”. “Déjenme mostrarles. ¿Qué ven ahí? Oh, son bicicletas nuevecitas”. Sí, son bicicletas nuevecitas. Alexie y Giddie me miran, se miran el uno al otro, y preguntan. “¿De quién son esas bicicletas?”. [Se ríe la congregación] ¿De quién son? Les dije, “Son suyas”. Alexie, la rosada es tuya. Giddie, y la roja con negro es tuya”. ¡Eeppaaa! Mejor dicho, pataleaban, gritaban, y decían ¡Eeppaaa! “¡Está bien, pónganse el casco niños, vamos a dar una vuelta en bicicleta!”. Se montan en sus bicicletas, y mis niños van manejando por la calle, riéndose, soltando risitas. “¡Gracias papá! ¡Eres lo mejor! ¡Te queremos! ¡Qué bicicleta tan buena! ¡Me encanta mi bicicleta!”.
Si Ud. me hubiera dicho, “Está consintiendo a sus hijos”, Siempre y cuando no se porten como unos malcriados. Si al ver las bicicletas hubieran dicho, “Eh, no era exactamente lo que quería. Quería que la mía tuviera spinners y no me diste spinners”. ¿Entienden? “¿Mi bicicleta viene equipada con adaptador para iPod? No me diste todos los accesorios”. Les diría, “¡No solo es malo el padre, sino también los hijos! ¡Los hijos también son malos!”. Pero si sus hijos son agradecidos, entonces sí, deles buenas dádivas. Y si a sus hijos les gusta dar buenas dádivas a los demás porque tienen el corazón de su Padre, entonces deles buenas dádivas. Y cuando ven que alguien recibe una buena dádiva y se regocijan y se ponen a celebrar, “¡Oh, qué dicha que Dios te haya dado eso! ¡Alabado sea Dios, estoy tan contento y alegre por ti!”. Entonces, aunque sean consentidos no se portan como unos malcriados.
Así que padres, queremos darles buenas dádivas a nuestros hijos. No estoy hablando de sumas enormes de dinero, pero si viene de su corazón, si es atento, entonces el regalo le queda bien al niño. Lo mismo ocurre con la esposa. A mi hijo Calvin le gusta escribir cartas. Le gusta escribir tarjetas. En nuestra familia es el pastor con un corazón afectuoso. Para Calvin, una buena dádiva de mi parte sería una carta que le escribo. Cada vez que le escribo una carta a Calvin, la guarda. Por lo general la coloca arriba de la cabecera de su cama. Valora mi amor por él, y lo orgulloso que me siento por él, y darle ánimo. Cualquiera que sea la buena dádiva para sus hijos, los padres de familia en general, y los papás en particular, deben dar buenas dádivas. No importa que sus hijos sean consentidos siempre y cuando no se porten como unos malcriados, siempre y cuando sean agradecidos y se regocijan con los dones que les dan y los que otros reciben, y se regocijan en dar buenas dádivas a los demás. Entonces, alabado sea Dios, así es el corazón del Padre.
La parábola de Jesús aquí, su analogía, su ilustración, es una donde muestra y enseña principalmente que Dios es como un padre que le encanta dar buenas dádivas a sus hijos aún más que los padres terrenales, que son malos, y que les gusta dar buenas dádivas a sus hijos. Está diciendo, “Si los padres pecadores pueden darles buenas dádivas, imagínense la clase de dádivas que a su Padre Celestial le gusta dar”.
Aquí no estoy enseñando lo que llaman la teología de la prosperidad, donde si uno ama a Dios y ora, la oración es como un palo y Dios es la piñata, y si uno ora con fe los Bentleys empezarán a caer del cielo y podrá manejar uno del color que guste. No creo en nada de eso. El que nos enseña esto es un hombre sin hogar llamado Jesús, que es extremadamente pobre pero reconoce que Dios el corazón del Padre es ser generoso y dar buenas dádivas.
Por lo tanto debemos regresar al Padre, sabiendo que puede darnos buenas dádivas, que le encanta dar buenas dádivas, y que se regocija como un padre cuando ve que sus hijos son agradecidos. A nuestro Dios le gusta oír nuestras oraciones, contestarlas, y darnos buenas dádivas para que seamos agradecidos y gozosos.
Dice que la dádiva más grande es la del Espíritu Santo. Es una declaración muy importante. “Señor, enséñanos a orar”. Está bien, pero necesitarán dl don del Espíritu Santo. Esa es la idea principal en Lucas 11:1–13. Eso es exactamente lo que dice, ¿no es cierto? “¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”. El Espíritu Santo es un gran don. Es el mejor don.
Todo lo que Jesús hizo por nosotros: su vida sin pecado, su justicia, su muerte expiatoria por nosotros como nuestro Dios y Salvador, su pago por nuestra pena de pecado, su resurrección para conquistar a Satanás, el pecado, y la muerte, todo eso nos lo da, nos lo ha traído, y lo ha aplicado a nosotros ¿por medio de quién? El Espíritu Santo. Por lo tanto, aparte del Espíritu Santo, todos los dones que el Padre nos da no pueden recibirse sin el Espíritu Santo.
Así que quisiera desglosar en el tiempo que me resta, quién es el Espíritu Santo y lo que hace. Ante todo, el Espíritu Santo es Dios. Es Dios. En Hechos 5, Pedro le dice a Ananías y a Safira, quienes habían sustraído del diezmo y las ofrendas que le habían prometido a la iglesia, “No has mentido a los hombres, sino a Dios”, el Espíritu Santo. Primero, el Espíritu Santo es Dios.
Segundo, el Espíritu Santo es una Persona. Por lo tanto el Espíritu Santo no es alguna cosa. Cuando leemos pasajes como Juan 14, y Juan 16, Jesús promete la venida del Espíritu Santo, diciendo: “Él los guiará y les enseñará. Los convencerá de pecado”. Es personal. Por lo tanto el Espíritu Santo es una Persona, no una fuerza. El Espíritu Santo es una Persona, no es una cosa.
Tercero, el Espíritu Santo está presente con nosotros. Mora en los hijos de Dios, en cada cristiano que le pertenece a Jesús.
Cuarto, nos ayuda. Uno de los nombres que Jesús le da al Espíritu Santo es nuestro Ayudador, porque necesitamos ayuda. El Espíritu Santo es nuestro Ayudador. Algunos de Uds. tienen un concepto de un Dios distante y alejado que tiene una larga lista de expectativas y condiciones y que nunca nos ayuda sino que nos juzga. Eso no es cierto. El mismo Dios que reina y gobierna sobre toda la creación mora en cada hijo de Dios para ayudarnos a ser más como Jesús, para que vivamos una vida de obediencia por el mismo poder que Él tuvo, el poder del Espíritu Santo.
Por lo tanto el Espíritu Santo es la tercera Persona de la Trinidad. Permítanme explicarles esto: En este contexto, ¿quién nos ha estado enseñando? En Lucas 11:1–13, ¿quién enseña? Jesucristo, el Hijo de Dios, la segunda Persona de la Trinidad. La Trinidad es un solo Dios en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu. Todos los cristianos de toda la historia han estado de acuerdo en que hay un solo Dios en tres Personas: Padre, Hijo, y Espíritu. Esto distingue nuestro entendimiento de Dios como lo enseña la Biblia aparte de cualquier otra religión del mundo. Es una de las convicciones que nos distinguen de los demás.
Entonces aquí Jesús habla, ¿de quién? De Dios Padre, la primera Persona de la Trinidad. Aquí nos enseña también acerca del Espíritu Santo, la tercera Persona de la Trinidad. Así que en su contexto, esto se trata de la Trinidad.
La oración no empezó con nosotros. La oración empezó con Dios. Dios el Hijo, Dios el Espíritu, Dios el Padre, en la eternidad pasada por el presente y hasta la eternidad futura, viven en comunión, en unidad, comunicándose con afecto, y adoración. Entre sí se aman, se glorifican, se hablan, que a fin de cuentas es orar. Algunas religiones dirían que Dios nos hizo porque estaba solo. Dios no está solo. Dios Padre, Dios Hijo, y Dios el Espíritu han tenido perfecta unidad y comunión. No nos necesitaban. Les he dicho esto antes, y creo que es importante: Dios no nos hizo porque nos necesitaba. Dios nos hizo porque nos quería, lo cual es mejor. Así es el corazón del Padre. Un Padre no necesita un hijo. Un padre quiere un hijo. Dios no nos necesitaba. Dios nos quería. Dios ya tenía perfecta unidad y comunión consigo mismo.
Orar es conversar con el Dios vivo, amoroso, con el Dios Trinitario de la Biblia comunica entre sí. Así es la oración. Por lo tanto el Espíritu Santo viene a morar en el cristiano y Jesús muere por nuestro pecado para reconciliarnos con el Padre, para que oremos al Padre en el Espíritu, por medio del Hijo. Eso significa que el Espíritu Santo es quien nos enseña a hablar con Dios, porque Él es Dios y ha estado en comunión y unidad con las otras Personas de la Trinidad para siempre. Es asombroso. Qué don tan grande.
Les diré esto: La trayectoria de Mars Hill es en cierta forma un reflejo de mi trayectoria. Cuando primero me volví cristiano a los 19 años de edad, la primera Persona que conocí en la Biblia más que a todas fue Jesús. Él es Dios, nacido de una virgen, vivió sin pecado, murió en una cruz en mi lugar por mis pecados, resucitó y conquistó a Satanás, el pecado y la muerte. Ascendió al cielo. Gobierna y reina desde un poderoso trono. Regresará otra vez para juzgar a vivos y muertos. Jesús.
Con el tiempo, empecé a conocer más acerca de Dios Padre. Él nos ha predestinado, nos ama, nos adopta a su familia. Oye y contesta oraciones. Concibe el plan de salvación. Viene por nosotros con gran afecto.
Y la tercera Persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, fue el que vine a conocer más lentamente. Siempre creí que era Dios y que escribió la Biblia, y creí que eso era cierto, per no sabía tener una relación con Él. Me hubiera inclinado más por decir, “amo a Jesús”, y hubiera sido más difícil decir, “amo al Espíritu Santo”. Era más fácil para mí decir que tengo una relación personal con Jesús, y más difícil hablar de tener una relación personal con el Espíritu Santo. ¿Entienden?
Porque cuando me convertí a Cristo, muchas de las personas que hablaban del Espíritu Santo, algunos cristianos, eran francamente muy raros. Así eran. Decían que hacían cosas muy raras a las que llamaban el Espíritu Santo, y pensé: “¿Acaso será la tercera Persona borracha de la Trinidad? Porque cada vez que hablan de Él, es como si estallara la hora feliz en un bar. Es una locura”.
Me regalaron un libro que no mencionaré por nombre, el cual me aterró aún más; era un libro malo. Supuestamente fue escrito por un maestro de la Biblia, pero en realidad era de esos maestros que llaman separatistas que dicen que el Espíritu Santo no da ciertos dones hoy en día. El Espíritu Santo no hace ciertas cosas hoy en día. Pero la Biblia misma dice que Dios es el mismo ayer, hoy y para siempre; sin embargo, ¡este decía que no lo es! Que Dios ha cambiado y que no dice ni hace lo que solía hacer. Eso me aterró más. “¿Cuál es la verdad?”
En los últimos años Dios me ha dado mucha gracia. Me ha presentado amigos de todo el mundo que aman al Espíritu Santo, que son llenos del Espíritu Santo, que se regocijan en el Espíritu Santo, que tienen una relación personal con el Espíritu Santo. Eso me ha ayudado a madurar y crecer; y así es como las amistades cristianas pueden ser un don tremendo.
Por lo tanto, Mars Hill, quisiera reconocer ante Uds. públicamente que no los he guiado de la mejor manera como debí hacerlo y como pude hacerlo para que entiendan lo que significa ser lleno del Espíritu, guiados por el Espíritu, y tener una relación personal con el Espíritu Santo. Es algo en lo cual estoy creciendo y madurando, y lo quiero para Uds. y para nosotros. Así que en los últimos años ha sido un área en la cual he crecido y madurado, en parte al estudiar la Biblia, y en parte relacionándome con personas llenas del Espíritu Santo.
Para mí todo estriba en lo siguiente: Lucas ha sido una ayuda increíble hasta ahora porque vimos que el Espíritu Santo descendió sobre Jesús al ser bautizado. Dice que Jesús fue lleno del Espíritu Santo. Jesús fue llevado por el Espíritu Santo. Jesús se regocijó en el Espíritu Santo. Aquí vemos que Jesús ora por el poder del Espíritu Santo; que la vida de Jesús, Dios hecho hombre, fue capacitada, habilitada por la presencia del Espíritu Santo. Por lo tanto, amigos, lo que significa ser lleno del Espíritu Santo es ser como Jesús por el mismo Espíritu Santo poderoso. Eso es lo que significa ser lleno del Espíritu. Llevar una vida rendida, dirigida, guiada por Dios el Espíritu Santo. Inclusive Efesios usa palabras como: “No os embriaguéis con vino…antes bien sed llenos del Espíritu Santo”.
El cuadro que nos pinta es que el Espíritu Santo siempre está obrando, pero a veces la vela de nuestro barco no está lista. En Juan Jesús dice que el Espíritu Santo es como el viento. Es fuerte y poderoso, y transforma hace que nuestras vidas cambien de rumbo, nos guía y da poder nos dirige y nos sustenta. Pero no disfrutamos de esas cosas a menos que nuestra vela esté lista. Entonces dice, “Sed llenos del Espíritu Santo”. El lenguaje que usa es uno de alistar las velas de un barco, de arrepentirse de pecado, confiar en Dios y decir, “Espíritu Santo, seré la persona que quieres. Iré donde quieras que vaya. Haré lo que quieres que haga. Me rindo a ti. Me someto a ti. Confío en ti. Te invito. Te doy la bienvenida”.
Eso es exactamente lo que Jesús está enseñando aquí. “¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”. Algunos piensan necesitar algo como el vudú para recibir el Espíritu Santo. Creen que necesitan que el santo y ungido hombre de Dios en un traje blanco venga y les de un golpe en la cabeza para que caigan al suelo y se revuelquen como un pez sacado del agua sobre un muelle. No es eso. No es eso. Es venir al Padre y al Hijo, y pedir: “Por favor dame la plenitud del Espíritu Santo. Por favor déjame disfrutar la presencia y el poder del Espíritu Santo”.
Así que para cerrar permítanme escudriñar las Escrituras. Permítanme sostener todo esto con la Biblia. Permítanme decirles lo que hace el Espíritu Santo. No puedo decirles todo lo que el Espíritu Santo hace. Sería un sermón de 42 horas, y eso sería asombroso, pero probablemente no están preparados para eso. Por lo tanto les daré un resumen de algunas cosas que hace el Espíritu Santo para que podamos pedirle ayuda en oración porque francamente necesitamos su ayuda. Esto es pedirle ayuda al Espíritu Santo. Me gustaría darles algunos ejemplos.
En Juan 16:13, Jesús dice, “El Espíritu de verdad… Él os guiará a toda verdad”. ¿Cuántos de Uds. quieren conocer la verdad? El Espíritu Santo es el que los guiará y los conducirá a la verdad. Eso dice Jesús. Así que lo primero que aprendemos es, en el siguiente capítulo, en Juan 17 Jesús dice, “Padre, santifícalos en tu verdad; tu Palabra es verdad”. Entonces la Biblia es la verdad. ¿Quién escribió la Biblia? Dios el Espíritu Santo. “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. Es el Espíritu Santo. Eso dice 2 Timoteo 3:16, “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. Pedro dice que la gente no se inventó la Biblia. Fueron guiados y conducidos por el Espíritu Santo. Fueron llenos del Espíritu Santo, guiados por el Espíritu, los que escribieron las páginas de las Escrituras.
Así que si desean conocer la verdad, todo empieza con la oración. “Espíritu Santo, gracias por ser el Espíritu de verdad. Espíritu Santo, gracias por escribir las Escrituras por medio de autores humanos. Gracias que ellos escribieron la verdad. Espíritu Santo, quiero conocer la verdad, por favor ven y enséñame la verdad por medio de las Escrituras, que son verdaderas”. ¿Piensan que el Espíritu Santo contestará esa oración? ¿Sí o no? Siempre. Jesús dice que todo lo que tenemos que hacer es pedir. “Solo pidan”. Como ven, es un acto de fe. Pedir es un acto de fe que demuestra que nuestro corazón y nuestra mente están abiertos.
¿Cuántos de Uds. se encuentran en varias situaciones donde quizás están mediando en un conflicto o están en medio de una situación confusa y hay diferentes opiniones y perspectivas, y dicen: “No sé cuál es la verdad en esta situación”. ¿Saben qué hacer? Orar. “Espíritu Santo, Jesús dijo que te pidiéramos. Te estoy pidiendo. Dime, ¿cuál es la verdad? Hay opiniones de este lado y del otro, estoy completamente confundido. No sé cual es la verdad. Solo quiero saber la verdad. Espíritu Santo, tú conoces la verdad. Por favor revélame la verdad”. ¿Creen que contestará esa oración? Claro que sí. Repito, al pedirle a un Dios bueno algo bueno no nos dará algo malo.
Qué tal esta… En Juan 16:8 dice, “Convencerá al mundo de pecado”. ¿Alguna vez ha tenido un día de esos? Dice, “Sé que la Biblia dice que no debo hacer esto, pero eso es lo que haré, hasta dos veces”. “Me siento rebelde, testarudo, necio, con el corazón empedernido, de dura cerviz, e indiferente. Debo preocuparme, pero no lo hago. No es que no conozca la verdad, es que no me gusta”. Y dice, “¿Qué debo hacer?”. Acuda al Espíritu Santo. Dígale, “Espíritu Santo, Jesús dice que me has compungido. No lo siento mucho, pero te invito a que me convenzas de pecado. Permíteme sentir lo que sientes, ver lo que ves, pensar lo que piensas de mi pecado”. ¿Creen que contestará esa oración? Lo hará.
Pueden hacer esto con sus hijos. Les daré un ejemplo. Esto me ha pasado muchas veces durante los años, y les daré un ejemplo que me viene a la mente de un hijo mío. Cuando era pequeño, mi esposa lo corregía y entre más lo corregía, peor se ponía. ¿Tienen hijos así? ¿Uds. eran así de niños? ¿Cierto? Por fin vino y me dijo, “No sé qué hacer con él. Le digo que no y lo hace dos veces. Le pregunto que si le causa molestia no hacer lo que le digo, y me dice que no. Su rostro se inmuta que da miedo y sigue empeorando. Se pone peor. Es testarudo. Muy testarudo”. Así es mi niño. Así es. Así son las cosas. Ella me pregunta, “¿Qué hacemos con él?”. Le dije, podemos hacer lo siguiente: Tenemos que orar por él. No podemos inculcarle una culpabilidad religiosa, no podemos amenazarlo, no podemos negociar con él. “Si obedeces te damos una chupeta”. Porque equivaldría a una negociación de rehenes. Lo único que estaríamos criando sería un futuro ladrón de bancos, ¿cierto?
Los abracé, le di un beso en la frente, “Soy tu padre, te amo, me preocupo por ti”. Lo abrazo bien fuerte para que sienta que hay mucho afecto, pongo mis manos sobre su cabeza, y digo, “Espíritu Santo, Jesús dice que puedes convencer de pecado. La mamá y yo no estamos haciendo mella en el asunto. Su corazón se está endureciendo, su cerviz también. Espíritu Santo, te invitamos a revelarle a nuestro hijito su pecado, que lo convenzas de él, que quebrantes su corazón sobre él, y lo lleves al arrepentimiento. Ayúdale a aprender a ser un niño obediente, a no ser solamente un buen niño, sino un niño santo. En el nombre de Jesús. Amén”. Le dimos un beso, lo abrazamos, lo amamos.
Aún recuerdo que me miró con aquella mirada, y pensé: “Eso no sirvió para nada”. Me miró con esa mirada fatal, me echó el mal de ojo. Y pensé, “Caramba”. Se fue, y al rato volvió. Era un niño transformado. Nos mira y nos dice, “Mamá, papá, lo siento. Lo pensé bien y sé que hoy me he portado como un niño malcriado. He sido muy egoísta. No pensé en los otros niños, hice llorar a mamá y fue un día difícil por culpa mía. Estaba sentido, llorando y quebrantado. ¿Saben qué? El Espíritu Santo contestó esa oración.
Así que a veces en nuestra vida, podemos pedir compunción. Podemos pedir compunción en la vida de los demás. Podría ser parte de la labor que hacemos como padres con nuestros hijos. Oramos para que el Espíritu Santo obre en sus corazones. A las mujeres les digo esto, es mejor que fastidiar, ¿está bien? Algunas mujeres dirán, “No necesito el Espíritu Santo. Yo sé manejar este asunto. Voy a fastidiarlo hasta que cambie”. Para que lo sepa, fastidiar nunca funciona. A los hombres no les gusta ser fastidiados. Los hombres no respondemos bien al fastidio. Nunca ha funcionado y nunca funcionará. Los hombres cuando se reúnen nunca hablan de lo bueno que fastidian sus esposas. “Oh, es buena para fastidiar. Estoy tan orgulloso de ella. Cada vez que me fastidia, se me ensancha el corazón, y digo, “Gracias Señor por esta mujer que me diste con su don espiritual de fastidiar”. [Se ríe la congregación] El fastidio nunca funciona.
¿Pero saben qué funciona? Azuzarles el Espíritu Santo. Eso funciona siempre. ¿Cierto que sí? Como un pit bull detrás de un cartero. Dígale, “Espíritu Santo, hablé con mi esposo, y no me está escuchando. Repréndelo”. Oren así. Mi esposa Grace siempre me azuza el Espíritu Santo en oración. De vez en cuando me habla de cosas, la amo y por lo general le oigo, pero a veces no lo hago porque soy un hombre. Entonces ella habla con Dios. Le dice, “Espíritu Santo, por favor compunge a mi marido”. Y siento la compunción. Digo, “Ay, lo hizo otra vez”. [Se ríe la congregación] Lo hizo otra vez. Voy y le digo, “Lo siento mi amor. Tenías razón, estaba equivocado. Estuviste orando?”. [Se ríe la congregación] Oraste, ¿no es cierto? Avísame cuando lo hagas para que me ponga el protector”. [Se ríe la congregación]
Gálatas 5:22–23 dice, “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”. ¿Alguna vez se ha levantado diciendo que estas cosas no van a ocurrir hoy? ¿Amor? No. ¿Gozo? No. ¿Paz? No. Ho, ah, alguien me la va a pagar. Así van a ser las cosas. ¿Paciencia? No, ah, son unos estúpidos. Voy a empujarlos. ¿Benignidad? No, ah. ¿Bondad? Más tarde. ¿Fe? Tal vez. ¿Mansedumbre? Nada. ¿Templanza? No, ah. La mecha está corta. Será un mal día para todos. ¿Alguna vez se ha sentido así? Se levanta y dice, “Sí, será un buen día para mí, pero será un mal día para todos los demás en el mundo”.
De acuerdo, pero lo que no necesitan hacer en ese momento es volverse todos religiosos y legalistas y decir, “Necesito ser más amoroso, más gozoso, tener más paz, paciencia, benignidad, bondad, mansedumbre, y templanza”. Más bien vayan al Espíritu Santo y díganle, “Espíritu Santo, sálvame de mí mismo. Necesito que me des el carácter de Jesús. No lo tengo, sobre todo hoy. No estoy empezando el día con amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, mansedumbre, y templanza. Aun al oír la lista, me siento medio frustrado y molesto porque suena como una tarjeta de felicitaciones y no estoy de humor para eso”. ¿De acuerdo? ¿Han tenido un día así algunos de ustedes? Ese día se llama lunes. [Se ríe la congregación]
Vayan al Espíritu Santo y díganle, “Espíritu Santo, no tengo las cosas bajo control. Espíritu Santo, tú eres amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza”. Necesito que te manifiestes en mí, por medio de mí, y pese a mi forma de ser. Espíritu Santo, por favor transfórmame en la clase de persona que sin ti no podría ser”. ¿Creen que contestará esa oración? Claro. Jesús dice que pidamos. Que solo pidamos.
Lo principal que quiero comunicarles es que no solo pidan una sola vez. Hay una relación continua que tenemos al entender lo que hace el Espíritu Santo. Sigan pidiéndole que los ayude porque necesitan su ayuda.
Les daré una cuantas más. En Lucas 12:12 dice, “Porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir”. ¿A veces no saben qué decir? Están en una junta, una sesión de consejería, en el trabajo, y no saben qué decir. ¿Sabe lo que deben hacer? Orar. Pueden orar en silencio. Satanás no conoce sus pensamientos, pero Dios sí. Uno puede orar en voz alta. Dios oye nuestras oraciones. “Dios, dime lo que debo decir. No sé qué decir. No quiero decir algo incorrecto”. Después uno abre la boca y dice lo que el Espíritu Santo le haya dado.
Para mí, francamente, sé que no todo lo que digo viene del Espíritu Santo sino de mi persona. Me preocupo más cuando predico que me haya arrepentido de pecado, que haya pasado tiempo con el Señor escuchando lo que el Espíritu Santo me dice, y no tanto con despertarme con todo memorizado, sino queriendo que el Espíritu me guíe y me capacite para servirles lo mejor que pueda. Pido perdón por las veces que no lo he hecho, pero mi deseo es hablar con el poder del Espíritu Santo, y quiero que Él me diga lo que Uds. necesitan oír. A veces algunos de ustedes se sienten muy estresados por lo que van a decir. Preocúpense más por su conexión con el Espíritu Santo. Él les dirá exactamente lo que tienen que decir. Si vienen al Espíritu Santo, díganle: “Espíritu Santo, por favor dime lo que debo decir”, ¿creen que contestará su oración? Claro que sí. Jesús dice que solo pidamos.
En Romanos 8:26 dice, “Pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros”. ¿Alguna vez no ha sabido cómo orar? Alguna vez ha orado de esta manera, “Está bien Padre celestial. ¡Aargh! [frambuesa] Amén”. ¿Alguna vez han orado así? Y el Espíritu Santo dice, “Sé lo que eso significa. Lo interpretaré. Llevaré ese mensaje al Padre. Gracias”. [Se ríe la congregación] Gracias por enviar ese mensaje. Uno no tiene que hacer la oración más espléndida y elocuente del mundo. Necesita que el Espíritu Santo interprete esa oración y lleve su frustración, y sus gemidos, y su confusión al Padre por medio del Hijo de parte suya. ¿No es fabuloso?
Por último; les daré una más. Dice en Filipenses 3:3 que “En espíritu servimos a Dios. La alabanza es un estilo de vida, pero cuando alabamos en grupo ¿alguna vez han dicho, “No tengo ganas de ir a la iglesia”? No tengo ganas de escuchar a Mark por una hora. No tengo ganas de cantar himnos. No tengo ganas de levantar las manos. No tengo ganas de orar. No siento el deseo”. Lo que hacen es tratar de imponerse una culpabilidad religiosa para inducir el ánimo. No. Le piden al Espíritu Santo, “Espíritu Santo, nunca te cansas de adorar a Jesús. Nunca te cansas de glorificar al Padre. Nunca te cansas de ser un Adorador. Por favor mora en mí. Por favor lléname. Por favor dame tu poder y capacítame para adorarte. Porque no te estoy adorando. Pero tú, Espíritu Santo, eres el perfecto y sempiterno Adorador”. ¿Creen que el Espíritu Santo contestará esa oración? ¿Creen que el Espíritu Santo contestará esa oración? Ya veremos. Está bien, voy a pedirles que hagan lo siguiente. Levanten las manos y repitan conmigo.
Dios Padre, eres un Padre bueno. Señor Jesús, eres un buen Salvador. Espíritu Santo, eres el don más grande. Por favor entra en mí. Por favor lléname. Por favor enséñame a adorarte para siempre. En el nombre de Jesús. Amén.
[Fin del Audio]
Nota: Esta transcripción ha sido editada.