El cielo y el infierno (Lucas 16:19–31)

Lucas 16:19–31 (LBLA)

19 Había cierto hombre rico que se vestía de púrpura y lino fino, celebrando cada día fiestas con esplendidez.
20 Y un pobre llamado Lázaro yacía a su puerta cubierto de llagas,
21 ansiando saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; además, hasta los perros venían y le lamían las llagas.
22 Y sucedió que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico y fue sepultado.
23 En el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio a Abraham a lo lejos, y a Lázaro en su seno.
24 Y gritando, dijo: “Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, pues estoy en agonía en esta llama.”
25 Pero Abraham le dijo: “Hijo, recuerda que durante tu vida recibiste tus bienes, y Lázaro, igualmente, males; pero ahora él es consolado aquí, y tú estás en agonía.
26 “Y además de todo esto, hay un gran abismo puesto entre nosotros y vosotros, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros no puedan, y tampoco nadie pueda cruzar de allá a nosotros.”
27 Entonces él dijo: “Te ruego, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre,
28 pues tengo cinco hermanos, de modo que él los prevenga, para que ellos no vengan también a este lugar de tormento.”
29 Pero Abraham dijo: “Ellos tienen a Moisés y a los profetas; que los oigan.”
30 Y él dijo: “No, padre Abraham, sino que si alguno va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.”
31 Mas Abraham le contestó: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán si alguno se levanta de entre los muertos.”

La verdad acerca del cielo y del infierno

Hace como año y medio empezamos nuestro estudio en el libro de Lucas, investigando el hombre que es Dios, y de hecho estaremos dos años estudiando el libro entero. Estamos viendo a Jesús. Estamos viendo lo que enseñó y lo que hizo, y cómo la gente respondía a su Persona y a su obra. Lo hacemos porque creemos que la Biblia es del todo veraz. Creemos que Jesús es del todo maravilloso y digno de que inclusive pasemos años en un libro que enseña sobre Él.

Como pastor me da la oportunidad de cubrir asuntos y temas cuidadosamente y con oración; temas que de otra manera no alcanzaríamos a cubrir o no hubiéramos escogido. Nos fuerza de una manera amorosa, gentil, y útil, a lidiar con ciertos asuntos que tal vez tratamos de evitar muchas veces.

Nos encontramos en uno de esos pasajes hoy precisamente en Lucas 16:19–31, donde Jesús nos hablará del cielo y del infierno, del destino de todos los que viven después de morir. Ustedes van a morir. Yo voy a morir. Todos vamos a morir. Hemos ido a los funerales, y también habrá un funeral para nosotros. La pregunta entonces es, ¿después qué? ¿Qué nos espera del otro lado de esta vida? Es una de las preguntas más importantes que podemos hacer. ¿Qué sucede cuando morimos?

Hoy mi intención es enseñarles la Biblia, y mi trabajo en realidad consiste en decirles la verdad. Jesús repite varias veces en la Biblia, «En verdad os digo». Jesús dice la verdad. Mi papel hoy es decirles lo que Jesús dijo, y decirles la verdad. A Uds. les corresponde tomar una decisión. ¿Qué van a creer? Esa es la decisión que deben tomar.

Algunos que son nuevos podrían desconfiar de mí un poco. Algunos que me conocen y han asistido a la iglesia por algún tiempo, espero, confío, y pido que me he haya ganado una medida de su confianza. Tomo mi trabajo muy en serio. La Biblia dice: «no os hagáis maestros [y predicadores] muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos un juicio más severo». Por lo tanto tengo una pesada carga de responsabilidad. La Biblia también dice que los líderes de la iglesia debemos servir de tal manera que debemos dar cuenta por lo que hacemos, por lo tanto tendré que rendir cuenta a Dios tanto por mí mismo como por nosotros. Entre más crece la iglesia, la carga se hace más pesada.

Si llevan algún tiempo aquí, espero que confíen que los amo y que amo esta iglesia. Empecé la obra de esta iglesia hace 15 años como un hombre joven que quería sembrar una iglesia, por la gracia de Dios, con mi esposa. Y lo que vengo haciendo en estos últimos 15 años es esforzarme con todo lo que tengo. Por la gracia de Dios, esto es lo que haré hasta que todos Uds. vengan a mi funeral. De veras los amo, y amo a esta iglesia. Amo a las personas en esta iglesia. Quiero que conozcan la verdad. Quiero que decidan cuál será su destino eterno. ¿Cuál historia o enseñanza creerán? Se los digo como alguien que estudia: la Biblia dice que debemos procurar presentarnos a Dios aprobados manejando con precisión la palabra de verdad, pero como alguien que ama y sirve.

Como pastor, tanto a mí como a los otros líderes aquí nos toca estar con las personas cuando se mueren, y lo he hecho. Personas que conocían a Jesús, y personas que no lo conocían; oramos con ellas, les rogamos antes de que sea demasiado tarde. Cuando la gente se muere, nos invitan a hablar en sus funerales, o al menos a asistir a ellos. He asistido a los funerales y a lo largo de mi ministerio aquí, hago el oficiamiento y asisto a muchos funerales, o sea que he tenido esa experiencia muchas veces.

Como pastor, estoy presente cuando familiares y amigos deben tomar decisiones desgarradoras, complicadas; colegas de trabajo, vecinos, o personas en su lecho de muerte que de alguna manera no conocen a Jesús. Él es que por fin decide eso. Los mantienen vivos con una máquina y llaman a alguien como yo para que vaya y les pregunte si quieren que los desconectemos de la máquina. ¿Dejamos que se mueran? Si lo hacemos, ¿irán al infierno? Como pastor, es un honor desempeñar ese papel, y siento lo pesada que es esa carga.

Al enseñarles hoy sobre el cielo y el infierno, lo hago como su pastor y amigo, y lo hago procurando de decirles la verdad; procuro de decirles la verdad para no ser un maestro falso o un falso profeta. En últimas, Uds. tienen la responsabilidad de tomar la decisión, y NO tomar una decisión en efecto es decidir hacer algo trágico.

¿Qué sucede cuando morimos?

Hablando de asuntos de muerte y de lo que ocurre después de la muerte, Jesús nos dará una lección. Antes de leer sus palabras, que son la suprema autoridad en importancia, quiero hablarles primero brevemente sobre las opciones que tienen. No todas son opciones fieles, pero quisiera hablarles de ellas para que, primero, sepan que estudié a fondo el tema, y segundo, si ya tienen estas posturas y las favorecen, para obligarlos a apartarse de ellas porque no son la verdad. Sin embargo, estas son las opciones frente a la pregunta: ¿qué pasa cuando morimos?

Primero, los naturalistas nos dicen que no tenemos alma, que solo somos un cuerpo, y que al morir dejamos de existir. Que no hay existencia de ningún tipo después de muertos. Eso no es cierto, pero muchos lo creen.

Segundo, los universalistas enseñan que al fin todos o casi todos van al infierno, que el infierno estará vacío o escasamente poblado. Algunos nos dicen que todas las religiones conducen a Dios y que todos los caminos terminan en la salvación. Eso no es verdad. Jesús murió precisamente porque dijo lo contrario. Además, existe una versión cristiana, o mejor dicho, uso ese término inexactamente; una versión pseudo-cristiana que en realidad es una versión falsa y engañosa que se hace pasar por una versión cristiana, dice que existe la posibilidad de que uno sea salvo después de morir; que al morir uno puede ver a Jesús y que al fin de cuentas todos serán salvos porque al morir conoceremos a Jesús y nuestros corazones al final serán transformados. Como les mostraré, eso no es cierto. Puede que algunos tiendan a creer en eso, pero no es cierto.

Tercero, los que creen en la reencarnación nos dicen que tenemos vidas múltiples y sucesivas; que morimos y volvemos, morimos y volvemos, morimos y volvemos, y que tenemos que saldar nuestra deuda cósmica al dios o a los dioses del universo. Eso no es cierto. No es cierto.

Trazo una raya aquí porque después hay otras tres opciones que se consideran cristianas pero en realidad las primeras dos no son verdad, aunque hay personas que las creen que aman a Jesús y estarán con nosotros en el cielo. Por lo tanto quisiera diferenciarlas, aunque también discrepo con ellas.

La cuarta sería el anonadamiento, que dice que las personas que no conocen a Jesús cuando mueren sencillamente dejan de existir, o padecen en el infierno por algún tiempo, y después al fin dejan de existir. Eso no es verdad, pero algunos lo enseñan.

Quinto, los católicos también enseñan sobre algo llamado el purgatorio, que no aparece en ninguna parte de la Biblia porque no es verdad, pero enseñan que la gente al morirse puede sufrir por un tiempo como parte de la obra de salvación que se está consumando en ellos para que al fin puedan estar en el cielo. Eso no es verdad, aunque algunos lo creen.

La pregunta es, ¿cual es la sexta opción? ¿Qué dice la Biblia? ¿Qué dice la Biblia? No es lo que digan los eruditos y los críticos, y las interpretaciones y las perspectivas. Esas cosas son importantes y pueden ayudarnos, pero ¿qué dicen las Escrituras? Con eso en mente, en unos momentos leeremos las palabras de Jesucristo, la Persona más amorosa, más humilde, y el siervo más solícito que ha vivido en la historia del mundo.

Además Jesús es el que más habla del infierno que cualquier otra persona en toda la Biblia. Casi el 13% de todo lo que Jesús enseñó tiene que ver con el infierno. Habla del infierno, del juicio, del castigo, y cosas así. En casi la mitad de sus parábolas hace referencia al castigo, al infierno, y al juicio.

En la providencia de Dios, mientras este tema se debate en el cristianismo, llegamos a las palabras de Jesús sobre este tema tan importante. Algunos dirían que Jesús es tan amoroso, que seguro no cree en el infierno. Y yo les diría que la persona más amorosa que jamás ha vivido no solo cree en el infierno, sino que clara y enfáticamente enseña sobre él una y otra vez, lo cual significa que nuestro pecado es más detestable de lo que podamos imaginar si es necesario que la persona más amorosa hable de él en términos tan gráficos. La existencia del infierno, la enseñanza de Jesús sobre el infierno, debe revelarnos lo pecaminoso que es el pecado y lo rebeldes que somos.

La parábola del rico y Lázaro

Así que vamos a leer juntos las palabras de Jesús en Lucas 16:19–31:. Mientras buscan el pasaje en sus biblias o en su aplicación, quisiera mostrarles lo que la Biblia dice sobre el hecho de que estamos constituidos en dos partes: cuerpo y alma. En 2 Corintios 5:8, el Apóstol Pablo dice a los corintios, «Preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar con el Señor». Eso se refiere a los creyentes.

Como portadores de la imagen de Dios, estamos constituidos en dos partes: Somos un cuerpo físico y un alma espiritual. La muerte es consecuencia del pecado, y nuestro cuerpo físico al morir deja de funcionar, se coloca bajo tierra, es sepultado. Pero nuestra alma espiritual sigue viviendo más allá de la muerte. Para el creyente, estar ausente del cuerpo es estar presente al Señor en espíritu. Entonces, como somos pecadores, todos morimos. Cuando morimos, morimos físicamente y seguimos existiendo espiritualmente hasta que el alma vuelve a reincorporarse al cuerpo en la resurrección de los muertos.

Cuando resucitamos de los muertos, tanto creyentes como no creyentes, vivimos perpetuamente en bendición o en maldición, en el cielo o el infierno, y resucitamos como Jesús resucitó. Es lo que celebramos durante la Pascua. Por eso, cuando Jesús enseña sobre el cielo y el infierno, lo enseña como Dios, y como el único que ha conquistado la muerte y resucitado de los muertos. Es el único que conoce profundamente la muerte y lo que nos aguarda al otro lado.

Estas son sus palabras en Lucas 16:19–31: Nos cuenta una parábola, una historia. «Había cierto hombre rico que se vestía de púrpura y lino fino, celebrando cada día fiestas con esplendidez. Un pobre llamado Lázaro yacía a su puerta cubierto de llagas, ansiando saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; hasta los perros venían y le lamían las llagas. Y sucedió que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico y fue sepultado. En el Hades alzó sus ojos», quiero que noten estas palabras, « estando en tormentos». Jesús usa la palabra «tormento». «Y vio a Abraham a lo lejos, y a Lázaro en su seno. Y gritando, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, pues estoy en agonía», otra palabra significativa, «“en esta llama”». «Pero Abraham le dijo: Hijo, recuerda que durante tu vida recibiste tus bienes, y Lázaro, igualmente, males; pero ahora él es consolado aquí, y tú estás en agonía». Otra palabra significativa. «Y además de todo esto, hay un gran abismo puesto entre nosotros y vosotros, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros no puedan, y tampoco nadie pueda cruzar de allá a nosotros. Entonces él dijo: “Te ruego, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos, de modo que él los prevenga, para que ellos no vengan también a este lugar de tormento». Ahí está esa palabra otra vez. «Pero Abraham dijo: Ellos tienen a Moisés y a los profetas; que los oigan. Y él dijo: No, padre Abraham, sino que si alguno va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le contestó: Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán si alguno se levanta de entre los muertos».

Jesús cuenta la historia de la vida, muerte, y vida eterna de dos hombres en algo poco común porque generalmente los personajes en las parábolas no son nombrados. Esta historia incluye el nombre de un hombre llamado Lázaro, cuya vida cuenta de la forma más gráfica. Estaba empobrecido. Estaba lisiado. Tenía llagas abiertas en su cuerpo que los perros lamían, y creía en Dios. Los líderes religiosos de esos días en base a las secciones de Lucas que hemos investigado previamente, lo hubieran considerado maldito de Dios, no bendecido de Dios, por creer erradamente que si uno amaba a Dios y Dios lo amaba a uno, sería saludable y rico. Pero Lázaro no era ni lo uno ni lo otro.

Se colocó afuera de la puerta de un hombre muy rico que vivía en una propiedad. La Biblia dice que este hombre comía de lo mejor todos los días, que llevaba una vida cómoda y de lujo; que era saludable y rico. La Biblia también nos dice que vestía trajes de color púrpura, que era el tinte más costoso de esa época. Cuando hice una gira viajando por esa región, aprendimos que hay unos caracoles muy pequeños que tienen una concha muy pequeña. Para obtener el tinte púrpura conseguían una gran cantidad de estas conchas, las trituraban y las convertían en tinte. Es un proceso largo, complejo, y difícil. Púrpura era el color de la realeza. Si vestía púrpura, era una manera de decirle al mundo que era rico.

Lázaro, el hombre pobre, se colocó afuera de la puerta de este hombre rico. El rico tenía mucho que comer. Y el sueño del pobre era que quizás algún día, cuando la comida se cayera de la mesa, la comida que dejaba caer el hombre rico, en vez de darla a sus perros, que tal vez sus siervos se la trajeran y le dieran de comer porque para él sería un banquete comerse la comida que caía al suelo. Imagínense a este hombre afuera de la puerta y el hombre rico pasa de largo, quizás hasta pasa por encima de él, para salir a hacer sus negocios, ignorándolo, a alguien que supuestamente era un hermano en la fe, que adoraba al mismo Dios. Eso es lo que el rico hubiera supuesto de antemano.

El hombre pobre se muere. Deducimos que lo echaron en una fosa común para gente ordinaria, era una tumba sin nombre, el entierro no fue nada grande, fue ignorado y abandonado. La Biblia dice que su cuerpo fue sepultado bajo tierra, aquel cuerpo lisiado y quebrantado, pero su alma creyente fue a estar con el Señor. En muchas maneras, esta parábola es una sencilla ilustración de 2 Corintios 5:8. Su cuerpo está enterrado. Su alma está en un lugar de bendición. Está al lado de Abraham, el padre de la fe y de los fieles. Está con todos los santos. No está sufriendo. No tiene hambre. Está bendecido. Dios le ama. Dios le ha dado su gracia. Está feliz.

Mira por lo que Jesús llama un gran abismo. Puede que sea una ventana. No lo sabemos. Al otro lado, ve un hombre que conocía cuando estaba en la tierra, el hombre rico, que durante su vida terrenal suponía que había sido escogido, bendecido, y favorecido por Dios, porque era saludable y rico. Al morir, seguramente le hicieron un gran funeral y le apartaron una gran tumba con una gran lápida erigida como un tributo a él, y su muerte fue una ocasión muy notoria. Todos suponían que sin duda estaría en la presencia de Dios. Pero a saber, no aconteció así. Se murió y fue al infierno.

Jesús dice que está en angustias. Está atormentado. Dice que es como estar atrapado en un edificio que arde para siempre y que está siendo conscientemente atormentado en las llamas para siempre. Aquí Jesús nos describe el infierno en los términos más gráficos. Jesús dice esto. Jesús dice esto. No podemos decir, «El infierno no es algo amoroso, amable. El Dios de la Biblia es un Dios amoroso y amable». Jesús dice esto. El hombre pobre mira por el gran abismo y ve al hombre rico sufriendo.

Amigos, este es el destino de todo hombre y mujer que ha vivido o que jamás vivirá. Mueren, y después la bendición del cielo o el sufrimiento del infierno. Esas son las opciones. Son las únicas opciones. Mi trabajo es decirles la verdad. Su trabajo es decidir.

El rico quiere que le regalen un favor. «Por favor, Lázaro, pon tu dedo en el agua. Pon una sola gota en mi lengua. Desesperadamente anhelo aliviarme de esta angustia». Y le dicen: «El gran abismo es una separación eterna y no hay excepciones». Los que están en el cielo ni siquiera pueden visitar el infierno. Los que están en el infierno no pueden visitar el cielo. Nuestro destino eterno queda sellado cuando al morirnos. Esta vida es nuestra única oportunidad. Tiene que tomar una decisión. Tiene que tomar una decisión.

La ira de Dios

El infierno es en efecto la ira de Dios. Algunos de Uds. neciamente pondrán los atributos de Dios uno contra el otro. La Biblia habla de muchos de los atributos de Dios, y él los mantiene perfectamente, consecuentemente. Lo que nos gusta hacer es buscar uno de los atributos de Dios y elevarlo por encima de todos sus atributos. Al tratar el tema del infierno, algunos toman el amor y no lo hacen un atributo de Dios sino en el único atributo de Dios. La Biblia sí dice que Dios es amor, pero amigos, el amor no es Dios. Dios es amor, y cualquier cosa que haga es amorosa, pero Dios también es justo. Dios también es santo. Nuestro Dios simultáneamente, perfectamente, es un Dios de ira. No solo nuestro Dios, sino el Dios único. La Biblia sí habla del amor de Dios, pero el pasaje más citado, más mencionado, y el atributo más aludido de Dios en toda la Biblia no es el amor de Dios, sino la santidad de Dios.

Además, la ira de Dios se menciona en la Biblia más de 600 veces. Dios es santo. Si no nos arrepentimos, nos ponemos en el camino de su ira. Por sui amor envió a Jesús a expiarnos en la cruz, a morir por nuestros pecados, en nuestro lugar, y darnos vida eterna, lo cual significa que si no confiamos en Jesús, si no venimos a Jesús, si no creemos en Jesús y le pertenecemos a Él, vamos por el camino de la ira de Dios que culmina en última instancia en los tormentos conscientes y eternos del infierno. Aquí Jesús nos muestra que es un tormento consciente. Este hombre está consciente de ello. Es eterno. No tiene fin. Es tormento. Usa el lenguaje del tormento, la angustia, las llamas.

Algunos de Uds. están bajo la ira de Dios. Algunos de Uds. hace caso omiso del hecho que van por el camino de la ira de Dios. Algunos de Uds. abusan diariamente de la gracia de Dios como lo hizo este hombre, suponiendo incorrectamente que porque son saludables y ricos que es por la bendición de Dios. Puede que no lo sea para Ud. Puede que su vida en la tierra sea lo más cerca del cielo que estén, y lo espera el infierno. Para otros, es lo más cerca del infierno que estén y los espera el cielo. Este hombre murió fuera de la fe y experimentó la ira de Dios.

Mi trabajo es decirles la verdad. Pueden encontrar personas que no estén de acuerdo conmigo. Pueden encontrar autores best-seller multimillonarios que no están de acuerdo conmigo. Pueden encontrar eruditos y notas a pie de página y debates y argumentos, pero les digo la verdad. No porque sea algo popular, o lucrativo. Y no es porque yo tenga la razón, sino que la Biblia es veraz y Jesús no es un mentiroso, y los quiero, y si no les digo la verdad, su sangre estará en mis manos.

Esto es lo que la Biblia dice en Juan 3:36. Estas son las opciones, amigos. «El que cree en el Hijo tiene vida eterna»; o sea el que cree en Jesucristo, el Hijo de Dios, ¿tiene qué? Vida eterna. «pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la…», ¿la qué de Dios permanece sobre él? La ira de Dios. El cielo y la tierra a fin de cuentas no son el asunto. Lo que importa es Jesucristo. El cielo y el infierno son lo que implica el asunto.

No pasen por alto a Jesús para empezar a discutir sobre el cielo y el infierno. Antes deberían preguntarse, ¿he creído en Jesús como Dios y salvador? ¿He recibido a Jesús como Dios y Salvador? Si es así, entonces la vida eterna como la que experimentó Lázaro, es lo que Dios me ha puesto por delante. Si no, la ira de Dios permanece sobre mí. Esas son las dos alternativas: la vida eterna o la muerte eterna; el cielo, o el infierno; la bendición o el sufrimiento. La gracia o la ira. Esas son las opciones. No hay excepciones y Ud. no es la excepción.

Preguntas sobre el infierno

Al decirles esto, sé que muchos de Uds. tendrán muchas preguntas. Como pastor, es mi responsabilidad y honor contestar esas preguntas. Algunos tienen preguntas; otros tienen objeciones. Escribí un libro llamado Doctrina, con un querido amigo, donde tratamos de contestar muchas de las grandes incógnitas del cristianismo. El último capítulo lo dedicamos por completo a estos asuntos. Trabajé muy duro en ese libro. Tiene 1.000 notas de pie de página. De hecho, me causó una úlcera intestinal. Cuando la Biblia dice que debemos obrar en la predicación y la enseñanza, trato de hacer eso porque los amo y estoy tratando lo mejor que puedo de cuidarlos.

Además, esta semana en theresurgence.com pusimos un blog con una sección que resume ese capítulo del libro, y se titula sencillamente, «¿Al infierno con el infierno?». Puede que podamos contestar algunas de sus preguntas ahí.

También le preguntamos en The City, que es nuestra red social en línea, una herramienta para los que asisten a Mars Hill, ¿Qué preguntas tienen sobre el infierno? En menos de 24 horas, creo que recibimos centenares de preguntas. Tomamos seis de las preguntas más populares y trataré de contestarlas sucesivamente para Uds., porque como les dije, mi trabajo es decirles la verdad, y su trabajo es decidir. Quisiera ayudarles a tomar esa decisión, y yo quisiera, lo más que pueda, remover ciertas objeciones.

Primera pregunta

Primera pregunta: ¿Qué es el infierno? ¿Cómo es el infierno? Pregunta Elizabeth de nuestro Campus Olympia. Al hablar del infierno, repito, Jesús habló del infierno más que cualquier persona en la Biblia, y usa como ilustración un lugar llamado el Gehena. Lo hace repetidas veces en la Biblia. La Gehena era un lugar fuera de la ciudad donde los niños eran asesinados, donde sacrificaban a los niños a dioses falsos, demoníacos. Ahí adoraban a los dioses falsos. Se convertía en un lugar deplorable, despreciable y detestable al pueblo de Dios. Por consiguiente escogieron ese sitio para usarlo como un vertedero donde la basura, los desperdicios, las heces y los cuerpos muertos eran botados fuera de la ciudad en este lugar detestable y maldito. Como resultado, era un lugar donde los gusanos siempre banqueteaban y las llamas siempre ardían.

Jesús dice que el infierno es como la Gehena. Regresa a Isaías 66, y en más de una ocasión lo cita. Algunos les dirán que la Biblia no habla del infierno en el Antiguo Testamento. Al contrario. Habla mucho de la ira de Dios y las consecuencias del pecado. Sobre todo habla del infierno en Daniel 12:2 y en las últimas líneas de Isaías 66. Jesús, como un maestro de la Biblia que dice la verdad, cita Isaías 66 repetidas veces, como en Marcos 9:47–48, donde habla del infierno diciendo que es un lugar: «Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga». En el infierno la gente sufre para siempre. En el la llama arde para siempre. Es un lugar de condenación, espantoso, maldito.

Hay personas ahí, y algunos de Uds. van para allá. Se los digo como alguien que tiene familiares incrédulos que han muerto. No soy Dios. Yo no determino quién va al cielo o al infierno. Pero conozco muchos que han muerto sin tener fe en Cristo. Como pastor, tengo el maravilloso privilegio de pastorear a 10.000 de nuestras personas y de predicar a millones más, lo cual significa que tengo el privilegio de ver muchas vidas salvadas y cambiadas, pero también veo a muchos que mueren en su incredulidad, amigos míos, gente que amo, personas con las que me crié, personas por las cuales he orado, a quienes he rogado, y aconsejado, y buscado. Hay personas en el infierno, y habrá personas en el infierno que conozco y amo. Algunos son ustedes, a menos que decidan seguir a Cristo. El infierno es real. Hay personas allá. Si aún tiene vida, le ruego. Mi trabajo es decirles la verdad. Su trabajo es decidir. Jesús ha dicho con tanta claridad lo que arriesgamos.

Segunda pregunta

Segunda pregunta: ¿Es posible que las personas puedan negar a Dios todas sus vidas en la tierra, y tener una segunda oportunidad después de muertos? Pregunta Mara, del Campus Ballard. No. Permítanme decirlo bien claro. No. Volviendo a la historia que relata Jesús, dos hombres se mueren. Fijado entre ellos está ¿qué? Un gran abismo. Allá uno no puede trasladarse o visitar de un lado a otro. Es el cielo y el infierno, la bendición y la maldición, no hay ninguna posibilidad de cambiar su destino eterno. Al morir, uno es juzgado y sentenciado, y ahí es donde estará por toda la eternidad. En esta historia, al hombre rico le hubiera encantado cruzar aquel gran abismo. Le hubiera encantado salirse de aquel sufrimiento y entrar en la bendición. Jesús, amoroso, humilde, cortés, amable, misericordioso, Jesús dice que uno no puede pasar de un lado del abismo al otro; del infierno al cielo. No se puede.

Además, no existe ninguna oportunidad para lo que llamaremos un arrepentimiento postmórtem. Que uno se muere y va a estar con Jesús suficiente tiempo hasta decidirse por él. La reencarnación no existe. Que si al principio no tiene éxito, puede volver a intentarlo una y otra vez. Hebreos 9:27 dice, «Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio». Eso es todo. No se pongan a teorizar sobre los que ya se murieron. Tomen su decisión mientras aún están vivos.

Tercera pregunta

Tercera pregunta: ¿Por qué creó Dios personas que serían sus enemigos perpetuos? ¿Por qué crea Dios ciertas personas sabiendo que su único futuro es ser torturados por la eternidad?». Pregunta alguien que desea permanecer anónimo del Campus University District de Mars Hill. Hay tanto que decir aquí.

Ante todo, la gente va al infierno porque rechazan a Jesús. Rechazan la revelación general que Dios le ha dado a la humanidad. Rechazan la gracia común que Dios les ha deparado. Además, tienen que rechazar sus propias conciencias que Dios ha puesto en ellos así como cualquier revelación especial que les ha traído. De ninguna manera somos inocentes. No lo somos.

Además, cuando Dios acabó su obra en Génesis 1:31, hizo la tierra y a nuestros primeros padres; nos dio vida y aliento, y nos dio su creación como regalo; declaró que todo era bueno en gran manera, y no había pecado, no había sufrimiento, no había enfermedad, no había muerte. Pecamos. Nos rebelamos. Le declaramos la guerra. Lo echamos todo a perder. Amigos, la culpa es nuestra. Es mi culpa, es su culpa, es nuestra culpa. Este no es el mundo como Dios lo creó. Es un mundo que nosotros hemos corrompido.

Además, me parece perfectamente lógico que un criminal convicto vaya a la cárcel. Similarmente, me parece perfectamente lógico que un pecador condenado vaya al infierno. Tiene sentido. Lo asombroso es que Dios se haya hecho hombre y haya vivido en el mundo que nosotros destruimos, que Dios haya soportado la pobreza, que Dios haya soportado la humildad y la humillación, y que Dios haya soportado la oposición y la traición; que Dios mismo fuera arrestado, acusado falsamente, molido a golpes, y crucificado, que es la forma más espantosa y dolorosa de morir; que haya clamado: «¡Perdónalos!». Que haya muerto en nuestro lugar, por nuestras culpas, para expiarnos, y que haya probado el infierno que nosotros merecemos. Jesús dice esto cuando clama desde la cruz, «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Que el Padre le haya dado la espalda al Hijo, y que la ira de Dios haya sido derramada sobre Jesús para expiarnos, y desviarla de nosotros». Experimentó lo que experimentó al hombre rico para que experimentemos lo que experimentó el hombre pobre. Eso es un milagro. Ese fue el gran intercambio. Ese es el don de la salvación. Ese es el amor de Dios.

Además, le ruego que no juzguen a Dios. No juzguen a Dios. Nuestros cerebros caídos pesan 3 libras. Tenemos tendencias y propensiones pecaminosas. Solo hemos vivido unos cortos años. No lo vemos todo, no somos omniscientes. Y que nos pongamos en el trono, aunque sea un trono académico apuntalado por notas de pie de página, pidiéndole al Creador de cielo y tierra que pase delante de nosotros para que demos nuestro fallo sobre su santidad y su justicia, por eso estamos en este problema desde el principio. Satanás vino a nuestros primeros padres a hacerles algunas preguntas sobre el carácter de Dios, y los invitó a juzgarlo. Querido amigo, no estamos en condiciones de juzgar a Dios. Debemos confiar en Dios, no juzgarlo. Porque no somos Dios. Ustedes no son Dios. Dios es bueno y Dios es amoroso y Dios es misericordioso y Dios es amable y Dios es justo, y Dios es santo y recto, y lo que haga Dios es bueno y glorioso.

Cuarta pregunta: ¿El infierno es temporal, o son destruidas las almas de los condenados? Cita Mateo 10:26–32, sobre todo Mateo 10:28. Encontrémoslo y leámoslo. Es importante respecto al tema del anonadamiento—

Siento que el Espíritu Santo me trae a la mente un punto que le gustaría que hiciera sobre la pregunta anterior sobre por qué crea Dios a las personas sabiendo que van al infierno; es decir, por qué crearía el infierno para ellos? Siento que el Espíritu Santo quiere que les diga que en Mateo 25:41 Jesús dijo que el infierno fue creado para el diablo y sus ángeles. El diablo y sus ángeles, Satanás y sus ángeles, seres espirituales que se rebelaron contra Dios y no tienen ninguna posibilidad de ser salvos Satanás y los demonios. Jesús no fue a la cruz a morir por ellos, para expiar nuestros pecados y asegurar su salvación. Satanás y los demonios no tienen ninguna oportunidad de salvación, solo de condenación. Y Jesús dice en Mateo 25:41 que el infierno fue creado para el diablo y sus ángeles.

Ahora, nosotros escogemos ir ahí si lo rechazamos. De la misma manera, una prisión fue hecha para los criminales. No tenemos que ir allá a menos que nos volvamos criminales. Fue construida para protegernos, pero a veces si decidimos hacer atrocidades, tienen que llevarnos a un lugar para proteger a las personas que perjudicamos. Por lo tanto, queridos amigos, el infierno fue creado para protegernos del diablo y sus ángeles. Hoy les digo que no tienen por qué ir allá. Confíen en Jesús. Confíen en Jesús. El infierno fue creado para el diablo y sus ángeles. Mi trabajo es decirles la verdad. Su trabajo es decidir.

Cuarta pregunta

Cuarta pregunta: ¿El infierno es temporal, o son destruidas las almas de los condenados? Pregunta sobre Mateo 10, sobre todo el versículo 28. Es una pregunta de Laine del Campus Ballard. Aquí está Mateo 10:28. Jesús dice, «Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma». Repito, hay un cuerpo físico y un alma espiritual. «Más bien temed aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno». Su pregunta fue: «¿La Biblia dice que nuestras almas serán destruidas en el infierno?».

Los que creen en el anonadamiento dirían: «Lo que eso quiere decir es que las personas van al infierno por un momento, quizás, o por mucho tiempo, pero al final, después de haber sufrido, dejan de existir; como una vela que se extingue. Dejan de ser». Eso no es lo que significa.

Anteriormente en el evangelio de Lucas, vimos tres parábolas en Lucas 15: la parábola de la moneda perdida, la parábola de la oveja perdida, y la parábola del hijo perdido. ¿Las recuerdan? La palabra «perder» y «destruir» es la misma en el idioma original. Es la misma palabra. El hijo, la oveja, la moneda, no fueron destruidos, no dejaron de existir, no fueron destruidos o incinerados. Se perdieron. Se fueron. Fueron inútiles. Se separaron. Eso es lo que pasa a los que mueren siendo no cristianos, incrédulos, y rechazan a Jesucristo. No dejan de existir, pero se pierden para siempre. Se pierden para siempre. Dios es un Dios eterno. Un pecado contra Él es un hecho que acarrea consecuencias eternas. Viviremos eternamente en el futuro. La pregunta es, dónde.

Les daré dos versículos sobre esto que creo son categóricos. Estos versículos son devastadores para cualquier postura que niega la eternidad del tormento consciente. Una se encuentra en el Antiguo Testamento (Daniel 12:2) y la otra en el Nuevo (Apocalipsis 20:10). Daniel 12:2, «Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán…», ¿a qué clase de vida? «…Unos para la vida eterna, y otros para…», ¿qué clase de vida, Mars Hill? «Para la ignominia, para el desprecio eterno». El infierno y el cielo son eternos.

Al final de la era, acontecerá la resurrección de los muertos, donde cuerpo y alma volverán a incorporase para todos. Jesús resucitó, nosotros resucitaremos, todos resucitaremos, creyentes, no creyentes; algunos para vida eterna en el cielo, bendición, gracia, y el reino de Dios; y otros para la ignominia y el desprecio eterno en el infierno, consciente, eterno, de tormento, consecuencias, castigo, y sufrimiento. Habrá personas en el infierno, siempre y cuando haya personas en el cielo. No podemos decir, «Yo creo que la gente va al cielo para siempre, pero no al infierno», porque somos eternos y habrá castigo o placer, condenación o salvación en el infierno o en el cielo. Ustedes vivirán para siempre, y será el gozo perpetuo o el tormento perpetuo. Mi trabajo es decirles la verdad. Su trabajo es decidir. Amigos, es el asunto más serio que hay. Pueden buscarse alguien que les diga lo contrario. No juzgo ni soy el juez, pero hay pastores que van al infierno, así que cuídense en quién confían.

Quinta pregunta

Quinta pregunta: «Me pregunto si cuando estemos en el cielo estaremos conscientes de nuestros familiares y seres queridos que sufren en el infierno». Muy buena pregunta. «Es difícil imaginar que estemos gozosos en el cielo sabiendo o estando conscientes de su existencia. Solo puedo creer que la presencia de Jesús anula ese sentimiento de alguna manera». Pregunta Teresa en West Seattle. Permítanme decirles ante todo que no sé. La Biblia nos dice lo que necesitamos saber. No nos dice todo lo que queremos saber. Pero eso no significa que no haya una respuesta. Significa que tenemos que esperar por fe hasta que llegue la respuesta.

En Deuteronomio 29:29, la Biblia dice hay cosas secretas solo Dios las sabe. Isaías 55 dice que los pensamientos y los caminos de Dios son mucho más altos que los nuestros y que hay una gran distancia entre nuestra percepción y su entendimiento completo de las cosas. 1 Corintios 13 dice, «Porque ahora vemos por un espejo, veladamente». Vemos las cosas oscuramente, no claramente. «Pero entonces veremos cara cara», a Jesús, y al morir y ser llamados a su presencia, Él contestará todas nuestras preguntas. Mientras tanto, vivimos por fe, no por vista. Decimos, «Jesús, no lo entiendo todo, pero confío en ti, y cuando esté contigo, las cosas tendrán sentido».

La Biblia dice en Apocalipsis que en el reino de Dios Jesús «enjugará toda lágrima de nuestros ojos». Lo que eso supone para mí es que habrá tristeza, habrá duelo. Pero Jesús nos confortará, quizás se entristezca con nosotros, y después nuestra tristeza se convertirá en regocijo.

Repito, se los digo como alguien que ha dedicado su vida a ser pastor. Antes que se acabe mi ministerio, si Dios me concede gracia y me da todos los años que espero estar aquí, voy a enterrar a muchas personas. Ya he enterrado a muchos. Enterraré a algunos de Uds. Así que para mí, no se trata de una cruel reflexión académica. Es un afecto pastoral sincero. Los mandaría a leer la Biblia. Esa es mi esperanza, Mars Hill, llevarlos siempre a la Biblia.

Vaya, algunos de Uds. me tienen preocupado. Algunos de Uds. me preocupan bastante. Van por el camino de la ira de Dios. Pero para los que son creyentes, o se conviertan, Pablo dice esto a los Filipenses. «El vivir es…», ¿qué Mars Hill? «El vivir es Cristo». Esta vida se trata de Jesús. No se trata de ustedes, ni de mí, ni de nosotros. Sino de Él. «El vivir es Cristo, y el morir es…», ¿qué? «Ganancia». Lo que haya al otro lado es ganancia. Mi deseo, dice Pablo, es «Partir y estar con Cristo, pues eso es mucho mejor». Le puedo decir esto, amigo. Para el creyente, morir es ganancia. Y lo que nos aguarda es mucho mejor. Sabremos al llegar allá exactamente lo que eso significa.

Sexta pregunta

Sexta pregunta: Es la última pregunta que trataremos de contestar para Uds. hoy. «¿Todos los que no conocen a Jesús irán al infierno? ¿Que pasa si jamás oyeron de Jesús?». Pregunta Jesse en Mars Hill Ballard. Aquí hay básicamente dos preguntas. Las contestaré sucesivamente.

¿Todos los que no conocen a Jesús irán al infierno? Sí. Sí. Sí. Me perturba cuando pastores y predicadores que saben estas cosas y autores los invitan a los programas de televisión bajo las luces y todo el mundo los está escuchando y en la entrevista les preguntan, «Si uno no conoce a Jesús, ¿irá al infierno?». Y se retuercen o cambian el tema, o apelan a las emociones, o cuentan una historia. Hacen cualquier cosa menos decir «Sí, sí. Si uno no conoce a Jesús, irá al infierno».

¿Qué tal los niños que no han nacido? ¿Saben qué? Dios es un Padre que toma decisiones, yo confío en Él. No me preocupan tanto los que no han nacido. Hablemos de Ud. Ud. está vivo. Tiene que tomar una decisión. Confío que Dios se encargará de mi hijo que abortó espontáneamente. Confío que hará lo bueno, lo correcto, y lo justo. ¿Qué tal Ud.? No cambie el tema, amigo. No dejaré que lo haga porque le amo. Hablemos de Ud. ¿Ha recibido a Jesús? ¿Ha confiado en Jesús? ¿Ha vuelto a Jesús? Si no lo ha hecho, va por el camino de la ira de Dios. Va rumbo a los tormentos conscientes y eternos del infierno.

Déjeme decirlo claramente. Déjeme decirlo sin rodeos. Déjeme decirlo en voz alta. Déjeme decirlo cariñosamente. Déjeme decirlo suplicando. Está en peligro. Sí. Sí. Sin Jesús, Ud. irá al infierno. Mi trabajo es decirles ¿la qué? La verdad. Porque amo a Dios y los amo a Uds. No puedo tener su sangre en mis manos y no puedo rendirle cuentas a Él y que me diga, «Mal hecho, siervo infiel».

Esto es lo que dice Jesús. Juan 14:6, no lo pudo haber dicho más claro. Si no hubiera dicho cosas como esta, nadie lo hubiera matado. «Soy el camino, y la verdad, y la vida…», singular y exclusivamente. «Nadie viene al Padre sino por mí». «Nadie viene al Padre sino por mí», nadie, nadie. ¡Ni los budistas!, ¡ni los hindúes!, ¡ni los de la Nueva Era!, ¡ni los mormones!, ¡ni los Testigos de Jehová!, ¡ni la gente amable!, ¡ni la gente buena!, ¡ni la gente generosa!, ¡ni la gente religiosa!, ¡nadie! ¡Incluyéndolo a Ud.! Nadie, sin excepción; nadie. Nadie. Nadie viene al Padre sino por Jesucristo, el Hijo de Dios. Eso fue exactamente lo que dijo Jesús. Mi trabajo es decirles la verdad. Su trabajo es decidir. No tomar una decisión es tomar una mala decisión.

Hay salvación

Pedro predicaba como pastor a personas que él amaba así como los amo a Uds., y por el hecho estarles gritando no significa que no los ame. Significa que les estoy dando una advertencia. Es como un edificio en llamas y estoy gritando, ¡Fuego! Si alzo mi voz no significa que los ame menos. Significa que los amo.

En Hechos 4:12 dice, «Y en ningún otro hay salvación». Déjenme parar ahí. ¿No les parece fantástico? Vaya que buenas noticias. Hay salvación. «Oiga, está bien, hábleme de eso». Hay salvación. Suena estupendo. ¿De acuerdo? [aplausos] Amigos, hay salvación, pero en nadie más. « Porque no hay otro nombre bajo el cielo…», en ninguna parte, «Dado a los hombres, en el cual podemos ser salvos». Es Jesús. Es todo. La salvación es en Cristo únicamente.

La pregunta es, «¿Qué sucede si nunca oyó de Jesús?». Pues les diré algunas cosas. La salvación es solo por medio de Jesús, pero el mensaje de Jesús puede ser llevado por misioneros, por la tecnología, las publicaciones, el Internet, sembrar iglesias; un ángel podría aparecer, Dios podría aparecer. No sé quién ha oído. No sé quién no ha oído. ¡Esto es lo que me preocupa! ¿Les estamos diciendo?

Si la gente no ha oído, entonces digámosles. Digámosles que Jesús es Dios. Digámosles que Jesús vivió sin pecado. Digámosles que Jesús murió en su lugar por sus pecados. Digámosles que Jesús resucitó para conquistar a Satanás, el pecado, la muerte, el infierno, y la ira de Dios. Digámosles que Él es el camino, la verdad y la vida. ¡Digámosles que no hay salvación sino en Él! [aplausos] Mi trabajo es decirles la verdad. Su trabajo es decidir.

Dios Padre, te doy gracias porque me das el privilegio de enseñar la Biblia. Dios, te doy gracias porque es verdad. Dios, te doy gracias porque por medio de Jesús me has sacado del camino de tu ira, de un lugar que merezco completamente. No tengo excusas, pero sí tengo la gracia. Señor Jesús, decirte gracias no es suficiente, pero es la única que se me ocurre. Gracias porque hay salvación y porque tengo el privilegio de disfrutarla, y proclamarla. Dios, pido por alguna personas que aprovecha esta oportunidad para reflexionar filosóficamente o para investigar intelectualmente en vez de ser transformados eternamente. Dios, pido por los falsos maestros y los falsos pastores y los falsos apóstoles que tratando de congraciarse con la gente no les dicen la verdad. Dios, amo mucho a estas personas. No tanto como tú, pero los quiero, y pido que vengan a ti Señor Jesús, porque sé que estás dispuesto a salvarlos. Amén.

[Fin del Audio]

Nota: Esta transcripción ha sido editada.