11 Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. 12 Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. 13 Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. 14 Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. 15 Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. 16 Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. 17 Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. 18 Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. 19 Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. 20 Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; 21 tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. 22 Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; 23^¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses? ^24 Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. 25 Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. 26 Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. 27 Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí.
Bien, estamos en la parte 79 de Lucas, «Invirtiendo para Jesús». Estamos en Lucas 19:11–27. Mientras buscan ese pasaje, algo que nos gusta hacer en Mars Hill es ver a Jesús como Profeta, Sacerdote, y Rey. Son grandes títulos que comúnmente encontramos en el Antiguo Testamento. Son cargos de líderes que Dios levantó. Y Jesús viene en cumplimiento supremo de todos tres.
Les contaré esto porque ya llevamos como dos años en Lucas, y al estudiar a Lucas algunos tendrán sus historias favoritas, sus dichos favoritos, y sus eventos favoritos de la vida y ministerio de Jesús documentados en Lucas. Sean cuales sean sus favoritos, probablemente indican la clase de persona que tienden a ser, ya sea como sacerdotes, profetas, o reyes. A los que les encanta a Jesús como profeta, al estudiar Lucas, se inclinarán por las veces en que Jesús predica y enseña y proclama la verdad; donde reprende el error y corrige las falsas enseñanzas y cita el Antiguo Testamento y contiende apasionadamente, con denuedo, persuasivamente, por la verdad de la Biblia.
Los que son más proféticos, se inclinarán más hacia aquellas escenas. A los que son sacerdotales, les encantarán las veces que Jesús da de comer a los hambrientos, sana a los enfermos, acoge a los de afuera y a los marginados, y ama a los que sufren y padecen dolor. Sentirán mucho afecto por los actos de compasión de Jesús. Jesús es nuestro Sacerdote de esta manera: Es Mediador entre nosotros y el Padre. Nos trae amor y gracia y verdad y misericordia, y nos trae a las manos sanadoras de Dios.
Para los que tienen una naturaleza más de rey, apreciarán mucho las historias donde Jesús organiza su ministerio, es fructífero, elogia la fidelidad y habla de cosas prácticas como los asuntos relacionados con la mayordomía, el dinero, el talento, los tesoros, las posesiones, las inversiones y la ganancia sobre las inversiones, porque estos describen a Jesús como Rey.
Así que, ¿cuál son ustedes? ¿Son más proféticos? ¿Les encanta cuando Jesús predica y enseña la verdad, o son más sacerdotales? Les encanta cuando ayuda a los dolidos, a los que sufren, y a los pobres. ¿Tienden a ser como reyes? ¿Les encantan aquellas ocasiones donde Jesús organiza y lidera y recuda fondos y habla de la eficiencia?
Y lo que debemos hacer es entender la plenitud de Jesús y valorar su ministerio en su totalidad. Así que hoy llegamos a una sección del Evangelio de Lucas que resalta grandemente el aspecto de rey. Los que son más proféticos no encontrarán la gran controversia teológica quizás les gusta hallar a veces. Los que son más sacerdotales, esta no es la historia de una persona que sufre; es la historia de unos mayordomos.
Así que hoy aprenderemos mucho sobre Jesús como Rey. Y al aprender de Jesús como Rey, quiero que piensen en su propia vida en sus propias inversiones, porque la idea principal aquí es las inversiones. ¿Han ahorrado dinero para sus estudios y los estudios de sus hijos? ¿Tienen una cuenta de retiro? ¿Tienen plusvalía en su casa? ¿Tienen una póliza de seguro de vida? ¿Tienen una póliza de seguro por discapacidad? ¿Tienen tarjetas de crédito y quieren una mejor una taza de interés para administrar bien sus riquezas? Si así es, esa es la clase de mentalidad que necesitamos al abordar Lucas 19, pensando como reyes, en la eficiencia y la eficacia, las inversiones y la mayordomía.
Entonces Jesús empieza revelándose como Rey, y quiere que empecemos con un entendimiento del reino de Dios. Lo leemos en Lucas 19:11–14, «Estando ellos oyendo estas cosas…», y el contexto aquí es Zaqueo, un hombre muy rico a quien Jesús salvó, quien se arrepintió y se volvió muy generoso con los pobres y restituyó a los que había defraudado. Eso sucedió justamente en la sección anterior, en Lucas. De modo que, «oyendo estas cosas, [de Zaqueo], continuando Jesús, dijo una parábola, porque Él estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro. Por eso dijo: Cierto hombre de familia noble fue a un país lejano a recibir un reino para sí y después volver. Y llamando a diez de sus siervos, les dio diez minas y les dijo: “Negociad con esto…”», usa un lenguaje de la realeza, «…“hasta que regrese”. Pero sus ciudadanos lo odiaban, y enviaron una delegación tras él, diciendo: “No queremos que éste reine sobre nosotros”».
Entonces aquí Jesús dice que es un Rey. Es un Rey, y tiene un reino. Y al revelarse como Rey, Jesús quiere que entendamos cómo es su reino. Nos enseña cómo es Él como Rey y cómo es su reino venidero por medio de algo que se llama una parábola. Hemos visto muchas en el Evangelio de Lucas, pero una parábola es una pequeña historia que enseña una gran idea.
Aquí Jesús nos da una parábola donde aparece como un hombre noble. Nos da la impresión, tal vez, que es un hombre joven, amado y respetado por algunos, pero odiado y opuesto por otros debido al aumento de su poder y su influencia. Es el heredero legítimo al trono de un reino. Será coronado Rey. Entonces, antes de su coronación, debe ausentarse de su pueblo para ser recibido y nombrado Rey a fin de volver y asumir el trono y regir y reinar. Esa es la idea principal de esta pequeña historia que Jesús enseña. Y dice que enseña esto cuando va camino a Jerusalén.
Así que en este contexto, Jesús está diciendo que es así. Está como a una semana de su crucifixión en Jerusalén donde morirá en la cruz en nuestro lugar por nuestros pecados. Después, algunos días más tarde, resucitará de entre los muertos, conquistando a Satanás, el pecado, la muerte, el infierno, y la ira de Dios para los que se apartan del pecado y confían en Él. Después aparecerá en el trascurso de unos cuarenta días, evidenciando su resurrección de entre los muertos. Y después, finalmente ascenderá de vuelta al cielo.
Así que está como a siete semanas, más o menos, en este momento en su vida, de regresar al reino de los cielos de donde había venido como el Dios eterno que entró en la historia de la humanidad como hombre. Y lo que está diciendo es, «Soy un Rey y he venido a establecer un reino, pero antes de ocupar el trono y regir y reinar, necesito irme. Me iré por un tiempo. Y mientras me vaya, algunos me amarán. Algunos me odiarán. Pero regresaré y asumiré el trono y regiré y reinaré como Rey de reyes con un reino que no tiene fin». Esa es la idea principal de la parábola.
Así que en esta parábola Jesús es un rey, y su gobierno es un reino. Y su partida es una oportunidad para que seamos los ciudadanos y siervos fieles que menciona la parábola. Dice que mientras el futuro rey se va, sus siervos y ciudadanos fieles sirven en la causa del Rey y sirven en la causa del reino. Ahí es exactamente donde nos encontramos en la historia del mundo. Jesús ha venido, ha expiado nuestros pecados, ha resucitado de entre los muertos, es Rey de reyes y Señor de señores, se ausenta por una temporada, regresa al reino de los cielos y traerá consigo el reino de los cielos para dominar en la tierra, y regir y reinar, asumiendo el trono como Rey sobre todas las cosas. Mientras tanto, la iglesia debe servirle. Los que forman la iglesia debemos ser ciudadanos de su reino y testigos entre los reinos de la tierra.
Por eso existe la iglesia Mars Hill: para sembrar iglesias, más lugares donde la gente pueda conocer a Jesús, y hacer discípulos, ayudar a la gente a crecer y ser mejores seguidores y siervos de Jesucristo como Rey nuestro, como la persona a quien debemos la mayor lealtad y alianza.
Y lo que dice entonces, mientras tanto, es que la oportunidad que nos dio es más o menos como la de un siervo. Y en la historia relata que antes de que se fuera el hombre noble, y antes de su regreso para regir y reinar como Rey, dio dones, inversiones, oportunidades a cada uno de sus siervos, tal como Dios le ha dado a todo cristiano y a toda iglesia cristiana. Mientras está ausente, quiere que invirtamos bien en esas oportunidades para que cuando vuelva reciba una buena renta sobre su inversión.
Eso es lo mismo que queremos nosotros. Si invertimos nuestro dinero en una cuenta para estudios universitarios, o en un banco hipotecario, o en una cuenta de retiro, o en una cuenta de discapacidad, nos sentiríamos muy defraudados si descubriéramos que el dinero fue mal administrado, y que nuestras riquezas y nuestra inversión fueron despilfarradas y malversadas. No sentiríamos muy enfadados si descubriéramos al investigar los detalles, que habíamos perdido la oportunidad, o quizás que muchas oportunidades se habían perdido.
Entonces Jesús nos dice que veamos nuestras vidas como inversionistas, que no tenemos sino tantas horas y tantos dólares y debemos invertirlos de tal manera que al regresar nuestro Rey, al regresar el Señor Jesucristo, traiga toda cosa a juicio y lo examine todo, para agradarle con nuestra administración del tiempo, y el talento, y el tesoro que nos ha encomendado.
Entonces la idea principal es invertir para Jesús. Y acabamos de leer anteriormente en la parábola donde relata la historia de un hombre noble que le da a cada uno de sus diez siervos una mina. Ahora bien, no sabemos lo que significa una mina, pero equivale a casi 3 meses de salario hoy en día. Así que piénsenlo de esta manera. Imagínense que alguien recibe digamos $15.000 dólares; si tomamos el ingreso familiar promedio de todos nuestros locales o campus, el promedio es de casi $15.000 dólares. Entonces nos imaginamos que a cada uno le da $15.000 dólares, y les da un periodo de tiempo en los que pueden invertir, y después regresa el hombre noble de repente, o sea el Señor Jesucristo, y revela y descubre lo siguiente.
Estamos leyendo acerca de invertir para Jesús en Lucas 19:15–17, continuando con la parábola, «Y sucedió que al regresar él, después de haber recibido el reino, mandó llamar a su presencia a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que habían ganado negociando. Y se presentó el primero, diciendo: “Señor, tu mina ha producido diez minas más”. Y él le dijo: "Bien hecho, buen siervo, puesto que has sido fiel en lo muy poco, ten autoridad sobre diez ciudades».
Entonces el primer siervo que menciona en la historia es alguien a quien le había dado casi $15.000 dólares. El noble se fue y después regresó a casa, se reunió con este inversionista a quien le había encargado sus recursos, y le pregunta, «¿Cómo te fue? Dime cuánto produjo mi inversión». Y le dice, «Tomé tus $15.000 dólares y los convertí en $150.000». Una inversión increíble. Una inversión increíble. Entonces la respuesta fue, «Bien hecho, buen siervo».
Es lo mismo que queremos que el Señor Jesús nos diga a todos en el día postrero, «Bien hecho, buen siervo». Tomaste el dinero que te di, los días que te encomendé, los dones espirituales que puse en ti, y los invertiste bien, y la ganancia de tu inversión fue buena. Tenemos que reconocer que Jesús está regresando, y que tendremos que rendir cuenta de nuestras vidas cuando muramos o cuando Él regrese, lo uno o lo otro, lo que pase primero. Y todos queremos oírle decir, «Bien hecho, buen siervo». Y después le dice, «Puesto que has sido fiel en lo muy poco, ten autoridad sobre diez ciudades».
Aquí Jesús nos enseña un principio: Para aquellos que aspiran ser líderes y ejercer influencia, e impactar a la gente, necesitan comenzar poco a poco. Nadie empieza como director general de una empresa. Nadie empieza el primer día de fútbol americano jugando como el mariscal de campo del equipo. Nadie empieza como gerente general de una franquicia. Ahí no se empieza. Uno empieza en un lugar sencillo, humilde, modesto, y aprovecha las pequeñas oportunidades que le dan y se convierte, por la gracia de Dios, en un buen mayordomo de esas oportunidades, para producir buena ganancia sobre la inversión, haciendo lo que debe hacer, y con el tiempo su influencia crece.
El orgullo es cuando queremos ocupar una posición de liderazgo, pero francamente no hemos dado la talla, ni hemos demostrado competencia ni mérito. Como resultado, algunos llegamos a ocupar posiciones de liderazgo pero lamentablemente fracasamos porque no tenemos la experiencia y no tenemos la humildad, y no tenemos la sabiduría para mantener el cargo o la oportunidad que hemos asumido.
La clave es empezar con cosas pequeñas. Lo mismo sucede con todo. Es un principio verdadero de los negocios. Es un principio verdadero en el ministerio. Es un principio verdadero en cada aspecto de la vida. Dios nos da una pequeña oportunidad; hacemos lo mejor posible con ella. Al hacer lo mejor posible, Dios nos da otra oportunidad un poco más grande. Al aprovechar al máximo esa oportunidad, Dios les dará otra oportunidad.
La vida ha de ser una serie de humildes oportunidades y lecciones, éxitos y fracasos, pero a medida que comprobamos nuestra fidelidad en las cosas pequeñas nos pueden encomendar cosas más grandes. Es una verdad ciertísima. Dice que a fin de cuentas hay un siervo, un mayordomo, a quien le dan la oportunidad de gobernar diez ciudades.
Aquí está hablando principalmente del reino de Dios. Algunos de ustedes tienen un concepto muy errado e impreciso del reino de Dios. Y desacreditamos ese concepto anteriormente en Lucas, por lo tanto no lo voy a reiterar, pero algunos tienen la idea de que vamos a ser como unos bebés gordos con pañales y unas alas cortas que apenas nos pueden transportar, sentados en una nube, tocando arpas, y que así es el cielo. El cielo no es así. (Para mí, eso sería más bien el infierno.)
El reino al que se refiere aquí es el mundo como Dios quiere que sea. Cuando Dios hizo la tierra y todo lo que hay sobre la tierra, dijo que todo era bueno en gran manera, en Génesis 1:31. Y después vemos en Génesis 3, al comienzo de la Biblia, en la historia humana, donde entra el pecado e infecta y corrompe a todos y a todo.
Y el reino de Dios es donde el Señor Jesucristo gobierna y reina como Rey, y no hay poder que se le oponga, y nadie está sentado a su lado que comparta la misma autoridad con Él. Él rige y reina sobre todos los pueblos, tiempos, lugares, culturas, y circunstancias. La maldición es levantada, la muerte ha dejado de ser, el sufrimiento, la injusticia, el mal y la opresión han desvanecido para siempre, y el mundo es realmente como queremos que sea—donde la gente se ama, Dios es honrado y la vida valorada. Ese es el reino de Dios.
Y el cuadro que nos pinta de la tierra es que será renovada; será hecha nueva, más o menos como nuestros cuerpos resucitados. Habrá similitud, pero también habrá disimilitud. Nos veremos iguales cuando resucitemos de los muertos, y al mismo tiempo nuestros cuerpos serán hechos, dice la Biblia, incorruptibles, completamente transformados . Lo mismo sucederá con la tierra. Pero la tierra será perfecta como Dios quería que fuera, mejor quizás que la primera creación en su esplendor y gloria y belleza. Y en la tierra habrá ciudades. Habrá ciudades gloriosas, fantásticas, ciudades hermosas donde el pueblo de Dios viven juntos en armonía. Habrá cultura, arte, habrá comida y bebida, banquetes y risa y canto y gozo.
Imagínense este mundo sin pecado, sin Satanás, sin muerte, sin la maldición; todos sus efectos, y la presencia de Jesús sobre todas las cosas; un mundo lleno solo de creyentes que le aman y se sirven unos a otros. Es un buena ilustración de cómo es el reino de Dios. Así que en el reino de Dios habrá ciudades, y Jesús nombrará ciertas personas para tener autoridad sobre ciertas ciudades. No serán regidas bajo la autoridad de un señor feudal, sino bajo la autoridad del Señor resucitado. Lo harán con humildad, con amor y con afecto. Pero amigos, no hay nada malo con decir: «Aspiro ser un líder; quiero marcar la diferencia. Quiero ayudar a la gente. Quiero que este sea un mundo mejor». Esos deseos en su corazón solo se cumplirán al final, por completo, en el reino de Dios.
Por lo tanto queremos que algunos de ustedes aspiren, con humildad y por la gracia de Dios, a una vida de grandeza. Queremos que ustedes, sus familias, sus negocios, su ministerio, y la vida que Dios les ha dado, usen estas oportunidades para que su inversión rinda mucho para que oigan las palabras: «Bien hecho, buen siervo». Tal vez después, cuando entren en el reino de Dios, Jesús les diga, «Quiero que tengas autoridad sobre esta ciudad, sobre estas diez ciudades. Quiero que ames y sirvas y ayudes a estas personas». Jesús quiere que aspiremos a eso. No a la arrogancia, sino al liderazgo humilde, al servicio humilde, y a la compasión del reino. Esa fue la primera persona, y la ganancia de su inversión fue del diez por uno.
Después había otro, el segundo, en Lucas 19:18–19, «Entonces vino el segundo, diciendo: “Tu mina, Señor, ha producido cinco minas”. Y dijo también a éste: “Y tú vas a estar sobre cinco ciudades”». O sea que dice, «Señor, tomé tus $15.000 dólares y los convertí en $75.000». Otra vez, excelente trabajo, que gran mayordomo, qué buena inversión. Jesús dice, «Tendrás autoridad sobre cinco ciudades».
Lo que quiero que vean aquí, amigos, es que toda persona, si es cristiana, entra al reino de Dios pero habrá diferentes galardones por los distintos grados de fidelidad. Para la persona que amorosamente, fielmente, humildemente, fructíferamente invierte su vida para Jesús desde muy joven hasta que muere siendo anciano, habrá mayores galardones para ellos que para la persona que aunque era cristiana, era perezosa, inconstante, irresponsable, orgullosa, egoísta; que no invirtió su vida y malgastó su tiempo.
Ven, aquí Jesús habla de invertir la vida y de tener un buen rédito sobre su inversión, un galardón eterno sobre la inversión de la vida terrenal. Él mismo lo hace en el camino, literalmente, cuando va rumbo a Jerusalén, a donde dentro de una semana aproximadamente, morirá en la cruz en nuestro lugar por nuestros pecados. Jesús no malgasta su vida. Invierte su vida para la gloria de Dios y el bien de su pueblo.
Aquí Jesús nos enseña a no malgastar la vida. Sí, aún así algunos de ustedes irían al cielo en esta condición, pero su galardón sería mínimo o insignificante. Han hecho un excelente trabajo con sus vidas, y algunos de ustedes dirán, «No, no importa. Mi doctrina es sana». Eso es lo que dicen los profetas. O «Amo a Dios con mi corazón y soy una persona amable». Eso dicen los sacerdotes. Pero esto es lo que nos dice el Rey.
A algunos de ustedes no les gusta pensar en términos del dinero, los días, las horas, las inversiones, y ganancia sobre las inversiones. Algunos de ustedes dirán cuasi piadosamente, en realidad ahora nos parece antibíblico’, que «el cristianismo no es un negocio y la iglesia no es un negocio y el ministerio no es un negocio. No se trata únicamente del dinero y no se trata solo de los resultados. Solo se trata del corazón». Y Jesús diría, «Se trata de ambas cosas». En realidad se trata de ambas cosas.
Como Profeta, Jesús quiere que creamos en la Biblia y que defendamos la verdad. Como Sacerdote, Jesús quiere que amemos y sirvamos a la gente. Pero como Rey, quiere que nuestras vidas cuenten. Quiere que nuestras vidas hagan la diferencia. Quiere que nuestras vidas sean una buena inversión. Quiere que seamos buenos mayordomos de las oportunidades que nos da individualmente, con nuestras familias, y colectivamente con la iglesia que nos dio.
Al oír esto me pareció que es cierto. Estaba haciendo una gira de predicaciones en Sudáfrica, y conocí unos hombres en Durban, una iglesia maravillosa, un gran pastor, me encantó estar allá, me sentí muy animado. Y los hombres que conocí allá eran unos hombres sudafricanos muy fuertes y agresivos. Continuamente me decían, «Queremos que nuestras vidas cuenten para Dios». Era algo que me seguían diciendo muchos hombres de la iglesia, «Queremos que nuestras vidas cuenten para Dios». Eso es lo que está diciendo Jesús exactamente. Hagan que sus vidas cuenten para Dios.
Como dice mi amigo John Piper, a la inversa. No desperdicien sus vidas. No desperdicien sus vidas; inviertan sus vidas. Sí, primero con sus familias. No los desatiendan. Sí, en sus negocios. Sí, en la iglesia. Sí, en su comunidad. Sí, en su barrio. Sí, en su ciudad. Sí, en nuestro mundo, Sí. Inviertan, inviertan, inviertan. Para algunos de ustedes, la ganancia de su inversión es del diez por uno. Algunos tienen una ganancia del cinco por uno.
Lamento decirlo, pero quizás algunos de ustedes sean como el tercer hombre de la parábola. Lucas 19:20–23, «Y vino otro, diciendo: “Señor, aquí está tu mina, que he tenido guardada en un pañuelo; pues te tenía miedo, porque eres un hombre exigente, que recoges lo que no depositaste y siegas lo que no sembraste”. El le contestó: “Siervo inútil, por tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Sabías que yo soy un hombre exigente, que recojo lo que no deposité y siego lo que no sembré? Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco, y al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses?”».
El tercer hombre le devuelve la inversión inicial. Le dice, «Me diste $15.000 dólares y sé que te fuiste, aquí te devuelvo los $15.000». Y cuando le pregunta, «¿Por qué no hiciste nada con ello?». El hombre le echa la culpa al inversionista. Le dice, «Pues, es que tuve miedo de ti. Eres un hombre exigente. Me sentí atemorizado y no quise hacer nada malo, por lo cual no hice absolutamente nada».
Permítanme decirles, amigos, a veces el pecado consiste en no hacer absolutamente nada. A veces el pecado es no hacer absolutamente nada. Uno puede quedar tan paralizado por el temor que no hace nada, y eso, de por sí, es su fracaso. Este hombre tomó el dinero, lo envolvió en un pañuelo, tal vez lo puso en un cajón o bajo su cama, y se lo devolvió tal cual.
Mi pregunta para ustedes es, ¿básicamente qué han hecho con su vida cristiana y su fe? «A veces voy a la iglesia». Está envuelto en un pañuelo. «En realidad no asisto al Grupo Comunitario no interactúo con otros creyentes». Está envuelto en un pañuelo. «Me han bautizado, pero todavía no soy miembro; no estoy aprendiendo y creciendo, no leo mi Biblia regularmente, no doy generosamente a la causa del evangelio». Está envuelto en un pañuelo. «Cuando me case quiero asistir a una iglesia, y cuando muera quiero que me entierren en una iglesia. Y si tengo familia, tal vez quiero que mis hijos crezcan en la comunidad de una iglesia para que tengan valores y amistades; lo mismo con mi esposa. Pero en realidad no doy, en realidad no sirvo, en realidad no invierto. En realidad no trato de buscar o lograr nada. No estoy tratando de encontrar mi lugar en el cuerpo. No trato de discernir o determinar mi don espiritual ni quién soy ni lo que puedo contribuir ni cómo podría invertir mi vida en la iglesia y en el ministerio del evangelio. Como persona, soy más interesado que dadivoso».
Podría ser algo que parece espiritual. «No creo en la religión organizada». O eso de que «Se trata de una relación personal entre Jesús y yo. No necesito relacionarme con otras personas». O «Las iglesias grandes siempre son siempre codiciosas. Lo único que quieren es dinero. Siempre tratan de sacarle a la gente y no voy a dejar que me hagan eso porque soy una persona muy santa e inteligente por lo tanto me niego hacerlo y guardaré mi integridad».
Todo eso significa que su vida está en un pañuelo, no está haciendo nada. No es algo santo, es impío. No es humildad, es orgullo. No es dar, es tomar. No es fidelidad, es infidelidad. ¿Así es usted? ¿Así es usted? Pero usted dirá, «Sí, pero es que estoy ocupado, o le temo al fracaso, o temo que las cosas saldrán mal, o, es que me hirieron en el pasado». Su vida está en un pañuelo.
Imagínese esto. Imagínese que toma el dinero. Por ejemplo, digamos que recibe una herencia. Algún miembro de su familia le deja una gran herencia. Usted toma el dinero, lo envuelve en un pañuelo, y lo mete en el cajón de las medias o lo pone bajo su colchón. Pasan los años y no hace nada con ese dinero. Sería un insensato.
Ahora, por la muerte, sepultura, y resurrección de Jesucristo, la Biblia dice que hemos recibido una gran herencia. El Espíritu Santo vive con el pueblo de Dios. Tenemos las buenas nuevas de la verdad del evangelio de la muerte, sepultura, resurrección, la salvación, el amor, el afecto de Jesucristo como Dios nuestro. Tenemos conocimiento de la venida del reino de Dios. Tenemos conocimiento del galardón eterno y que esta vida es importante; que habrá galardones para los fieles. Y esos galardones son eternos. Y glorifican a Dios que bien nos ama. Sabemos que hay personas con necesidades: necesitan amor, ánimo, servicio, y sobre todo necesitan tener una relación con Jesús y con su pueblo. Así que tenemos todas estas oportunidades para invertir en nuestro futuro.
Imagínense si tomáramos nuestra vida y la metiéramos en el cajón de las medias o bajo un colchón y no hiciéramos nada con ella. Es lo que algunos están haciendo. Es lo que algunos de ustedes están haciendo. Algunos dirán, «No estoy haciendo nada malo». No, es que no hace nada. Eso sí es malo. Está haciendo tan poquito con esta oportunidad, con esta vida que le ha sido encomendada. Envuélvala en un pañuelo, métala en un cajón para medias, espere a que Jesús regrese, resucite de los muertos, rinda cuentas delante de Él y dígale, «No hice mucho. De hecho, no hice nada».
¿Sienten eso? Jesús dice que lo mínimo que pudo haber hecho este inversionista, hablando de finanzas, era poner el dinero en el banco para que le dieran aunque sea un poco de ganancia. Es decir, al menos uno puede dar un poquito. Lo que puede hacer al menos es servir un poquito. Lo que puede hacer al menos es leer la Biblia un poquito. Es decir, si su vida no va a contar para Cristo, cualquier cosa es mejor que nada. Aunque un esfuerzo mínimo y una renta mínima sobre su inversión dejen mucho que desear, al menos son algo.
Les insto a algunos de ustedes que empiecen con algo. Empiecen con cualquier cosa. Si nunca han servido, sirvan en alguna parte. Si nunca han estado en un grupo comunitario, vayan una vez. Si nunca han asistido a la iglesia dos veces seguidas, los veremos la semana entrante. Si nunca han leído la Biblia, léanla esta semana.
¿Por qué? Porque si son fieles en lo poco, Dios les confiará mucho. Es lo que Jesús ya dijo. Algunos de ustedes dirán, «Pues yo nunca seré tan grande y glorioso». Tal vez no. Pero la meta es ser fiel y empezar. Entre más espera, peor será.
Jesús lo resume todo en Lucas 19:24–27. «Y dijo a los que estaban presentes: “Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas”. Y ellos le dijeron: “Señor, él ya tiene diez minas”». Declaran lo obvio. «Os digo, que a cualquiera que tiene, más le será dado, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Pero a estos mis enemigos…», Jesús tiene enemigos, «…que no querían que reinara sobre ellos, traedlos acá y matadlos delante de mí».
Noten que en este sermón no les estoy contando muchos chistes, y no es uno de esos que uno se totea de la risa. Esto es muy serio. Aquí Jesús habla con mucha seriedad. Usa tres ejemplos de personas en la historia, tanto mayordomos como inversionistas. El primero tiene una ganancia sobre su inversión del diez por uno. Convierte $15.000 dólares en $150.000. Le dice, «Bien hecho, buen siervo. Te daré autoridad sobre diez ciudades». Al segundo le dice, «Te di $15.000 y me devolviste $75.000. Te daré autoridad sobre cinco ciudades. Hiciste un buen trabajo».
Al tercero le dice, «Te di $15.000 y ni siquiera lo pusiste en el banco para que al menos me lo devolvieras con los misérrimos intereses. No hiciste nada y me quieres echar la culpa. Ni siquiera te haces responsable de tu propio fracaso y descuido. Me devuelves los $15.000. Pues te los voy a quitar y se los voy a dar a él». Toda la gente miraba y decía, «Él ya tiene diez veces lo que tenía. ¡No es justo!». No es justo; es sabio.
Jesús no es un socialista consumado que dice que todos tienen que ganar exactamente lo mismo y que todos debemos tener el mismo nivel de vida. Si esta persona es un buen mayordomo, y esta persona es un mal mayordomo, deberían darle la mayor parte de los recursos al buen mayordomo. Ahora, sin duda hay personas malvadas y codiciosas como Zaqueo, que son ricos injustos y estafan a la gente. Pero también hay personas ricas que son justas. Tienen, porque poco a poco como dice Proverbios, lo hicieron crecer. No despilfarraron su dinero; invirtieron su dinero. No desperdiciaron su vida; invirtieron su vida.
Y lo que Jesús está diciendo aquí, al aplicar esto a nuestras vidas y a nuestra iglesia, es que hay iglesias que hacen mucho y hay iglesias que no hacen casi nada. Hay ministerios que hacen mucho, y hay ministerios que no hacen casi nada. Hay familias cristianas que hacen mucho, y otras que no hacen casi nada. Algunos cristianos hacen mucho, y otros no hacen casi nada.
Y Jesús ve las cosas como alguien que maneja una su cuenta de retiro. Y dice, «A ver, si tomo mi cuenta de retiro y la reparto entre varias carteras, y una gana grandes sumas de dinero y la otra no gana nada, reubicaría todos mis recursos y los pondría en la cartera más rentable porque si no lo hiciera sería un insensato.
Jesús es así. Si no son fieles con lo poco, Él no les dará más. Si no pueden hacer las cosas sencillas y humildes que les ha pedido que hagan nunca podrán asumir mayores responsabilidades. Si están desperdiciando su vida, o dicho de otra manera, si básicamente desperdician su vida, ¿qué razón tendría Jesús para darles más oportunidad y más responsabilidad si lo único que van a hacer es seguirla desperdiciando?
Es una palabra fuerte, ¿no es cierto? Es una palabra dura. Es una palabra que compunge. Es como si Jesús abriera nuestra vida y dijera: «Examinémosla a ver cómo va. Examinemos lo que estás haciendo. Veamos la ganancia de tu inversión. Te hice, soy el Creador de la tierra, aquí estoy como Dios, iré a la cruz a morir por tus pecados. Resucitaré. Me iré lejos. Un día de estos regresaré a establecer mi reino. Mientras tanto, te llenaré con mi Espíritu Santo, te daré la Palabra de Dios, te dotaré para el ministerio, te congregaré con otros como iglesia, te daré las buenas nuevas de mi amor y mi poder y mi gracia y regresaré, y quiero que sepas lo que estás haciendo». No pueden decir, «muy poco», o «nada», y esperar que les diga «Bien hecho, buen siervo».
Tu vida cuenta. No es solo las doctrinas que crees y las personas que ayudan. Es el fruto que dan. Todo cuenta. Todo importa. No se trata solo de las horas que invierten. Se trata de las horas que invierten estratégicamente para ayudar a las personas indicadas con las cosas indicadas. No se trata de cuántos cheques emitan. La pregunta es si los emitieron a las organizaciones, a los ministerios, y a la gente necesitada para darles una buena ganancia sobre su inversión.
Y Jesús aquí está diciendo que a los fieles se les concederán mayores oportunidades. A los infieles se les quitarán las oportunidades que les dieron. Y los enemigos morirán. Aquí Jesús usa palabras muy fuertes. Usa estas palabras: «mis enemigos serán muertos». Amigos, no todos irán al cielo. No todos serán perdonados de sus pecados. No todos se sentirán entusiasmados cuando Jesús regrese. En la parábola, tanto al principio como al final, Jesús dice que mientras el Rey se va y regresa a establecer su reino, tiene enemigos que se oponen a su reinado. No quieren que sea Rey. No quieren hacer lo que quiere. No quieren oír sus órdenes. No quieren obedecer sus decretos. No son cristianos. Son personas que ni siquiera quieren ir al cielo.
Según algunos cristianos, todo el mundo irá cielo. Eso no es cierto. Jesús nunca dijo eso. Jesús habló más del infierno que cualquier otra persona en la Biblia. Aquí usa las palabras, «mis enemigos serán muertos». No todos entrarán al reino de Dios. No todos serán amigos de Dios para siempre. No todos serán perdonados de todos sus pecados y disfrutarán la vida eterna con el pueblo de Dios en el reino de Dios. Eso no le sucederá a todo el mundo.
Por eso debemos ser amorosos con el corazón roto, pero con honestidad y claridad. El hecho de que alguien se muera no quiere decir que estén en un lugar mejor. No decidimos quién irá al cielo o al infierno; Jesús lo dice. Pero Jesús mismo nos dice que con tan solo morirnos no significa que entremos amorosamente en la presencia de Dios a disfrutar del reino eterno. Dice que Dios tiene ciudadanos y enemigos. Es exactamente lo que dice la parábola. Los ciudadanos son siervos de Jesús; los enemigos son los que se oponen a Jesús.
¿Cuál son ustedes? ¿Cuál son ustedes? Me siento frustrado con los cristianos que dirían, «Creo que Dios debería llevarse a todo el mundo al cielo». Eso no es lo que quieren los enemigos. Los enemigos de Jesús, que no aman su dominio y su reinado, no estarán alegres para siempre en su reino eterno. De igual manera, no quiero que alguien reine sobre mí si lo odio.
Ahora bien, yo amo a Jesús, por lo tanto, la idea de estar bajo su dominio me parece el mejor lugar, el lugar más glorioso y seguro donde puedo estar. Pero si odiara a Jesús, si lo despreciara, si no estuviera de acuerdo con Él, si no le hiciera caso, no me regocijaría para siempre si fuera mi Rey Soberano.
Jesús tiene enemigos. Algunos de ustedes son sus enemigos. Algunos de ustedes son sus enemigos. No aman a Jesús, no conocen a Jesús, no confían en Jesús, no le pertenecen a Jesús. Van a ser masacrados. Un día de estos darán cuenta delante de Dios su Creador por su vida entera. Y como hay varios grados de galardones para los cristianos en el cielo, habrá varios grados de castigo para los no cristianos en el infierno. El castigo corresponde al delito.
Pero hay buenas noticias. No es demasiado tarde. No lo digo para asustarlos, sino para advertirles. No es demasiado tarde.
Ven, según la historia, mientras el Rey se ausentó para ser coronado antes de su regreso para asumir el trono, hubo una temporada de oportunidad donde los ciudadanos y los siervos del Rey y del reino daban y amaban y servirían e invertirían sus vidas, mientras aguardaban y anticipaban la venida de su Rey, e invitaban a los enemigos a hacerse ciudadanos. Una temporada en la que invitaban a todos los que se oponían al Rey, a recibir su amor y vivir bajo su cuidado. Invitaban a la gente a tener un cambio de corazón y de vida.
Amigos, esa es precisamente la razón por la que Mars Hill está aquí. Hasta que Jesús vuelva, invitaremos a las personas a que dejen de ser enemigos de Dios, y que sean amigos de Dios por medio de Jesucristo, a que se pongan de acuerdo con Dios, a confiar en Dios en Jesucristo para que cuando vuelva Jesús o si morimos, estemos en su presencia, lo que venga primero, y le oigamos decir, «Bien hecho, buen siervo. Tendrás autoridad sobre estas ciudades para siempre», en vez de oír, «Mátenlos». Esas son las alternativas.
De manera que usted, amigo, tiene que elegir. ¿Le pertenecerá a Jesús o no? Algunos de ustedes dirán, «En realidad no creo en esto». Es porque el Rey todavía no ha regresado, y estamos en una temporada de paciencia y amor y bondad, de invitación y de gracia. Si tienen preguntas, queremos contestarlas. Si tienen problemas, queremos servirles. Aquí estamos para ayudarles a conocer a Jesús. Aquí estamos para invitarlos a ser ciudadanos del reino de Dios.
Y repito, en este punto del relato Jesús va camino a la cruz. Hará que su vida cuente. Morirá en nuestro lugar por nuestros pecados. De hecho, soportará la ira de Dios y la muerte que es la paga del pecado, aunque Él es sin pecado. Lo hará por nosotros porque nos ama.
Necesitan saber que nuestro Rey es así. Nuestro Rey es amoroso. Nuestro Rey es lleno de gracia. Nuestro Rey se sacrificó a sí mismo. Nuestro Rey derramó su propia sangre para que fuéramos amados y bendecidos para siempre en su presencia. Nuestro Rey no es un rey cruel. No es un rey malicioso. Pero tampoco es un rey injusto. Los invita a tener una relación con Él para que inviertan sus vidas y las hagan contar para Dios, para que reciban un galardón eterno.
Así que en la providencia de Dios, Mars Hill, toda esta sección de Lucas que contiene perspectivas reales sobre las finanzas y las inversiones y la generosidad y la mayordomía y hacer que su vida cuente para Dios, culmina aquí, en la providencia de Dios, al final de nuestro presupuesto. Quizás no lo sepan, pero nuestro presupuesto va desde julio hasta junio. No planeé nada de esto.
Hemos estado en Lucas casi dos años y en la providencia de Dios nos encontramos en esta sección. Por lo tanto quería darles un reporte porque quiero que se regocijen conmigo por lo que Dios ha hecho por medio del evangelio y el pueblo de Dios aquí en la Iglesia Mars Hill. Es sorprendente. O sea, aquí Jesús dice, «Les di esto, y esto fue lo que hicieron con ello». Permítanme contarles lo que ha pasado con lo que Dios nos ha dado. Y no nos atribuimos el mérito, pero queremos regocijarnos.
Así que esta es la respuesta que quiero dar sobre la inversión que hacemos para Jesús en Mars Hill. En octubre cumplimos quince años. Empezamos con casi diez personas cada semana, y ahora tenemos 10.000 personas semanalmente, y a veces hasta 19.000 personas por semana. Y en esto…bien, pueden aplaudir cuando se sientan alegres. Eso fue en nuestra enorme celebración de Pascua. De diez personas a 10.000, es una ganancia excelente sobre nuestra inversión, ¿cierto?
De unos cuantos bautismos, a 1.246 bautismos en los últimos doce meses. Es una ganancia increíble sobre nuestra inversión. De una localidad a diez localidades. El año pasado crecieron cada una de nuestras localidades de Mars Hill. Algunas crecieron un poco, algunas crecieron mucho. Todas crecieron. De una a diez localidades. De cincuenta y dos cultos el primer año, puesto que solo hacíamos un culto por semana, a más de 1.500 cultos en los últimos doce meses. Es una ganancia increíble sobre nuestra inversión.
De casi $90.000 dólares ofrendados el primer año, a un presupuesto anual proyectado para este año de casi quince millones; todavía nos quedan unas semanas para dirimir todas las cifras y darles todos los reportes y facturar todos los recibos, pero todo lo que entre antes de finales de junio cuenta para nuestro año fiscal. De $90.000 el primer año, a quince millones, es una ganancia increíble sobre nuestra inversión.
Pero no ocurrió de una sola. Es decir, al ver los gráficos tratábamos de hacer lo mejor posible con lo que teníamos en aquel entonces. Pero poco a poco, paso a paso, como subiendo las gradas de una escalera, quince años, pie con pie, por la gracia de Dios hay progreso.
De cero iglesias Hechos 29, a casi 400 iglesias en Estados Unidos y 175.000 personas semanales. Permítanme explicarles esto. Hechos 29 es una red de la cual tuve el privilegio de ser cofundador. La usamos como un departamento de misiones donde sembramos iglesias, iniciamos nuevas iglesias. Ahora mismo, Hechos 29 tiene casi 400 iglesias en Estados Unidos, y está sembrando iglesias en trece países. Damos el 10 por ciento de nuestros dólares para ayudar a sembrar iglesias, lo cual incluye los campus de Mars Hill.
Además, tenemos más de 500 pastores potenciales que esperan para ser evaluados como posibles sembradores de iglesias en Estados Unidos. Y solo en Estados Unidos, la asistencia conjunta en temporada de Pascua para todas las iglesias Hechos 29 este año fue de 175.000 personas. Pueden aplaudir si quieren.
Pasamos de unos cuantos sermones descargados en Internet a siete millones al año. Al principio tuvimos un sitio de Internet para Mars Hill a mediados de los 90. Fue hace tiempo en los días en que se accedía por vía telefónica. Empezamos a hacer disponibles los sermones gratuitamente. Creo que somos una de las primeras iglesias que lo ha hecho. Hubo algunas descargas. Pero este año tuvimos más de siete millones de descargas, porque la gente tiene acceso gratuito a las enseñanzas bíblicas de Jesús. Pero permítanme decirles que nada es gratuito. Alguien tuvo que pagarlo. Así que gracias por pagarlo.
También nos regocijamos porque tenemos planes para inaugurar, por la gracia de Dios, Mars Hill Portland, Orange County, Everett, y Rainier Valley. Estas son las iglesias que Mars Hill está sembrando y anticipamos que empezarán en Portland, Orange County, y Everett según lo proyectado para enero. Rainier Valley será más tarde el año entrante. También tuvimos que abrir más asientos para Mars Hill Shoreline porque ya no caben en su edificio y ocupan un nuevo espacio. Mars Hill Bellevue, en la gracia de Dios, tendrá un nuevo local que abrirá este otoño, con el doble de asientos, en el centro de Bellevue junto a el Rock Bottom y Starbucks al lado del centro comercial y justo al lado de Barnes & Noble, un local asombroso. En el campus Albuquerque ya no caben en su edificio, por lo cual también pensamos trasladarlos. El campus Downtown ahora tiene cinco cultos completos, no tienen asientos, tenemos que averiguar lo que vamos a hacer ahora por ellos. El campus Federal Way tiene dos cultos por la mañana y están absolutamente al tope y ocupan más de su capacidad. Tenemos que encontrar más asientos para ellos.
¿No les parecen buenas noticias? No sé lo que Jesús nos irá a decir, Mars Hill, cuando estemos frente a Él. Todavía nos quedan muchos años y muchas cosas por delante y queremos ser humildes, queremos ser buenos mayordomos, y queremos ser fieles. Pero, hombre, lo que de veras queremos, en la gracia de Dios, es oírle decir, «Bien hecho, buen siervo». Queremos oír eso. Queremos oír, «Les di una oportunidad individualmente y conjuntamente y ustedes fueron una inversión muy rentable». Y no es para que recibamos la gloria, sino porque amamos a Jesús. Y no es para jactarnos por lo que hemos logrado, sino para regocijarnos por la cantidad de personas cuyas vidas Jesús ha cambiado.
Así que permítanme cerrar con unas cuantas preguntas sobre cómo invierten sus vidas para Jesús. Son cosas que deben pensar personalmente, hablar de ellas en familia y comentarlas en su Grupo Comunitario. Y si no asisten a uno, háganlo. Nos gustaría que vinieran. Se reúnen en todas partes, en distintos horarios y lugares y agrupaciones de personas.
Primero, ¿de cuáles siervos fieles se han beneficiado? ¿Cuáles personas les han abierto brecha para que conozcan a Jesús y crezcan? En cuanto a mí, siempre estaré muy agradecido con mi primera iglesia en la universidad. Llegué ahí cuando apenas era un nuevo cristiano con un montón de preguntas. Tenían un edificio; yo no había pagado por ese edificio. Tenían sillas; me senté en una. No había comprado ninguna de esas sillas. Tenían un pastor; nunca había aportado dinero para pagar su salario. Tampoco lo había elegido. Ellos lo hicieron. Era un hombre maravilloso de Dios. Me enseñó la Biblia y aprendí de Jesús. Tenían clases; yo no las organicé, pero asistía a ellas. Tenían grupos y participé en ellos y conocí personas con los que me hice amigos y algunos siguen siendo amigos hasta hoy. Cosas maravillosas estaban pasando. Yo no construí nada de eso. No creé nada de eso. No financié nada de eso. Solo participé y me beneficié por la gran generosidad de otras personas que invirtieron sus vidas.
¿Quién ha hecho eso por ustedes? Piensen solamente en todo lo que han recibido. ¿Descargan sermones gratuitos de nuestro ministerio, de otros, clases, libros, asisten a la iglesia, músicos que sirven, predicadores que predican, personas que ayudan, líderes de Grupos Comunitarios que invierten, los líderes compasivos de los Grupos de Redención? Piensen en todas las cosas que fueron dadas, de las cuales se han beneficiado.
Segundo, ¿entienden el juicio de creyentes comparado con el juicio de nos no creyentes? Los no creyentes, los no cristianos, se presentarán delante de Jesús a rendirle cuenta, y tendrán varios grados de castigo en el infierno. Los cristianos se presentarán delante de Jesús a rendirle cuenta, y nuestra vida será juzgada para obtener varios grados de galardones en el cielo.
Amigos, los cristianos no serán juzgados. Nuestra salvación fue juzgada en la cruz de Jesús, pero nuestra vida será juzgada al final. Nos presentaremos delante de Jesús y el juicio no será el cielo o el infierno, eso fue decidido en la cruz para el creyente que confía en Jesús, pero seremos juzgados, no obstante, por nuestra mayordomía, si invertimos o no invertimos bien nuestra vida. Algunas personas piensan: «Pues, Dios no me juzga. Soy cristiano». Él juzgará su vida. Su vida cuenta. No desperdicie su vida. Haga que su vida cuente para Dios.
Tercero, si Jesús regresara hoy, ¿le agradaría como invierten su tiempo, su talento, y el tesoro que les ha encomendado a su mayordomía? Si Jesús se presentara ahora mismo, y estuvieran delante de Él, ¿les diría, «Bien hecho, buen siervo»? ¿Les diría, «Tienen una ganancia del cinco por uno sobre la inversión»? ¿O les diría, «Han pecado. Les di tiempo, pero despilfarraron sus días. Les di talento, habilidades, destrezas. Pueden hacer cosas. No están haciendo mucho. Su tesoro, su forma de gastar su dinero, su manera de darlo, lo que hacen con él, de veras no es correcto. Lo han desperdiciado. Han sido siervos infieles»? No lo sé.
Jesús les dirá a algunos de ustedes, «Bien hecho, buen siervo». Algunos de ustedes son fructíferos, generosos, fieles, y asombrosos. Como líderes estamos pasmados. Tenemos algunas de las personas más asombrosas que hacen las cosas más extraordinarias y son generosos en todo, y en parte es por eso que Mars Hill está experimentando tanta productividad y gozo. Algunos de ustedes son como la persona que tuvo una ganancia sobre su inversión del cinco por uno. Son íntegros, constantes, productivos, serviciales, generosos, llenos de gracia, los amamos, Dios los bendiga, son contribuyentes positivos.
Algunos de ustedes, hombre, no dan nada, no hacen nada, y no contribuyen nada. Algunos dirán, «¿Me está juzgando?». Yo no, pero el Espíritu Santo sí. Por eso ahora se sienten incómodos.
Cuarto, ¿quieren oír, «Bien hecho, buen siervo»? ¿Quieren oír eso? ¿Es lo que quieren oír? Si es así, tienen que posicionar sus vidas para que un día de estos oigan ese estribillo, y oigan a Jesús decir, «Bien hecho, buen siervo». Eso es todo.
Ven, amigos, para el cristiano eso debe ser todo. Todos tendrán sus opiniones, todos tendrán algo que decir, todos tratarán de juzgarnos por el camino. A fin de cuentas trabajamos por la aprobación de Jesús. Cuando nos presentemos delante de él. Todo tendrá sentido, todo valdrá la pena si le oímos decir, «Bien hecho, buen siervo».
Y quinto, amigos, ¿Qué cambios necesitan hacer con su tiempo, con sus talentos, con su tesoro? Otra vez, el noble aún no ha regresado para ocupar el trono y gobernar como Rey. Jesús todavía no está aquí. Ahora, no sabemos cuándo viene. Pero Jesús todavía no ha llegado.
Así que hasta que venga, tengo buenas noticias para los no cristianos: no es demasiado tarde, pueden volverse cristianos. Les tengo buenas noticias, mayordomos malos, siervos malos: pueden volverse productivos. Pueden volverse productivos. Pueden hacer que su vida cuente para Dios. Pueden tener un buen rendimiento sobre su inversión. El punto principal de la historia es que nada se resuelve y no hay ningún juicio hasta que regrese el Rey. Les tengo buenas noticias. No es demasiado tarde. No permitan que la vergüenza, la condenación, y la humillación permita que se estanquen. En la gracia de Dios, si son fieles con lo poco, Él les dará más. Es exactamente lo que Jesús dice.
Para los que no son cristianos, no es demasiado tarde. Entreguen su vida a Jesús hoy y empiecen a ser cristianos. Para los que son cristianos, busquen una manera sencilla, y humilde de empezar. Sean fieles con eso y vean como van cogiendo impulso, vean lo que Dios hace.
Padre, gracias por la oportunidad que tengo de enseñar la Biblia. Y Dios, te doy gracias por esta palabra sobre las inversiones. Dios, de la misma manera como queremos un buen rendimiento en nuestras inversiones, tú quieres que seamos un buen rendimiento sobre tu inversión. Y Dios, no es algo que nos haces hacer. Nos das el Espíritu Santo y el poder del evangelio y la comunidad de creyentes para impulsarnos hacia adelante por el poder y la verdad de la Palabra de Dios.
Dios, te doy gracias porque la Iglesia Mars Hill, por tu gracia, queremos decir esto humildemente pero con alegría, parece ser una inversión sumamente rentable. El tiempo, el talento, y el tesoro que se ha vertido aquí de veras ha tenido un rendimiento sorprendente. Nos regocijamos por eso.
Y Señor Dios pedimos que tomemos las oportunidades que tengamos y que no seamos temerosos y cobardes. Por el hecho de que la economía ande mal y las cosas se compliquen, que no envolvamos a Mars Hill en un pañuelo y la metamos en un cajón para las medias esperando que sea suficiente. Que sigamos tomando riesgos sabiamente y echando para adelante; que tengamos un sentido de gran contentamiento, no un sentido de tenerlo todo garantizado.
Que nos regocijemos en lo que tú has hecho, y que sigamos echando para adelante para hacer mucho, mucho más. En el buen nombre de Jesús, amén.