Lucas 12:1–12 (RVR 1960)
1 En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
2 Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse.
3 Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas.
4 Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer.
5 Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed.
6 ¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios.
7 Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos.
8 Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios;
9 mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.
10 A todo aquel que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado.
11 Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir;
12 porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir.
Me llamo Mark, soy uno de los pastores aquí en la iglesia, y sí, tengo algunos anuncios que darles.
El primer anuncio es que voy a liderar un viaje a Turquía, que se llevará a cabo del 18 al 24 de julio del verano próximo . Lo estoy haciendo porque me encanta ese país y los lugares que quiero mostrarles allá. Mi familia y yo tuvimos el privilegio de ir a Grecia, a Israel, y a Turquía, hace un poco más de un año, y fuimos a algunos sitios en Turquía, y dijimos: “tenemos que volver”. Por eso regresamos con un equipo en noviembre, y nos encantó. De todos los lugares que he conocido, francamente mi lugar favorito es Turquía. Me gustó aun más que Israel porque no tiene tantos turistas, los sitios están completamente abiertos, el paisaje es hermoso, y muchos de los sitios mencionados en la Biblia están ubicados en lo que hoy es Turquía. Incluye lugares donde ministraba el apóstol Pablo, al igual que los primeros capítulos de Apocalipsis. Mucho de lo que hoy es Turquía, fue el sitio donde históricamente se difundió el evangelio por primera vez.
Por lo tanto, voy a dirigir una gira y aquí tienen los detalles: Bien puedan recoger un volante a la salida, o vayan a nuestro sitio Web marshillchurch.org/turkey Iremos a Izmir, Pérgamo, Tiatira, Filadelfia, Sardis, Laodicea, Hierápolis, Kusadasi, y después terminaremos en Éfeso; será algo épico. Es una ciudad que en su día, contaba con un cuarto de millón de personas; allí estaba el templo de Diana, una de las siete grandes maravillas del mundo antiguo. Pablo trabajó desde ahí varios años. Timoteo estaba ahí; la tumba de Lucas todavía está ahí; podemos ir a la tumba del que escribió el libro de la Biblia que estamos estudiando. Es algo espectacular. Es uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de la historia del mundo. Marco Antonio y Cleopatra estuvieron ahí. Es asombroso: excavaron un anfiteatro de más de 20.000 plazas donde Pablo predicó, causando un disturbio.
Se los mostraremos a todos; y pensé que sería genial si pudiéramos tener a la ciudad de Éfeso solo para nosotros, para andar por ahí investigando, cenando juntos, oyendo un sermón; así que rentamos toda la ciudad de Éfeso. ¿Por qué no? “Si quieres hacer algo, hazlo en grande”. Eso es lo que nos gusta decir aquí en Mars Hill. Así que tenemos toda la ciudad de Éfeso solo para nosotros. Enseñaré por el camino en varios lugares. Traeremos el equipo de rodaje. Rodaremos algunas secuencias. También rodaremos algunos sermones como parte de nuestra serie en 2012, en la que estudiaremos todo el libro de Efesios, y las siete iglesias de Apocalipsis. Por añadidura también haremos una gira por Estambul, Turquía. Allá podrán ver la Catedral de Hagia Sofía, y la Mezquita Azul. el Gran Bazar, y el mercado de especias, que son fantásticos.
Tendremos dos juntas para darles más información: El 2 de noviembre en el Campus Ballard, y el 3 de noviembre en el Campus Bellevue. Todos están bienvenidos. En las reuniones les mostraré diapositivas y tomas, y contestaremos sus preguntas. El director de la gira también contestará sus preguntas sobre el aspecto logístico.
Segundo, hoy les dimos una carta. Puede que la recibieron a la entrada. Si no, por favor recojan una a la salida. Es una pequeña carta que les escribí, como reporte de las buenas noticias de nuestra trayectoria y lo que estamos haciendo. Los expertos en cuestiones eclesiásticas les dirán que cuando una iglesia crece a un número determinado de personas, necesita algunos ajustes, como cuando uno compra un carro. Si compra un carro y le dicen que tiene 40.000 millas, tendrá que cambiarle las llantas. A las 60.000 millas, necesitará afinarlo. A las 100.000 millas tendrá que revisar muchos sistemas. Y tal como lo habían predicho, es exactamente lo que ocurre. Casi lo mismo ocurre con una iglesia. Cuando madura y crece una iglesia, hay algunas modificaciones y ajustes que deben hacer por el camino.
En octubre celebramos el 14 aniversario de la Iglesia Mars Hill. Así que hace poco, Mars Hill cumplió 14 años, y yo cumplí 40; por lo tanto la iglesia es tan joven como yo soy viejo. En esas estamos este mes. Por eso he delegado muchas de mis responsabilidades. Nuestra red para sembrar iglesias, Hechos 29, está totalmente bajo la supervisión del Pastor Scott Thomas. Nuestra red de capacitación, The Resurgence, está completamente supervisada por el Pastor Justin Holcomb. Ahora estoy enfocando más energía en asegurarme de no descuidar o a hacer caso omiso de Mars Hill porque sinceramente estoy más contento que nunca. Estoy muy ilusionado por lo que Dios está haciendo. Amo a esta iglesia y no creo que hayamos terminado. Creo que todavía nos falta mucho por hacer y que Dios tiene muchas cosas que quiere que hagamos. Pero estamos al punto en que tenemos 10.000 personas cada domingo, esparcidas en 9 campus, 2 estados, y 25 cultos; hemos tenido 1.340 cultos este año, y para fines de año habremos tenido 1.600 cultos más o menos, por la gracia de Dios. Por lo tanto es una situación grande y compleja.
Por eso visité todos los campus; me reuní con los pastores, ancianos, líderes de grupos comunitarios, e invertí muchas horas de trabajo. Me reuní con los pastores de las iglesias más grandes de Estados Unidos y de paso nos dieron un bonito galardón. Somos la 54a iglesia más grande de Estados Unidos y la 30a de más rápido crecimiento. De unas 400.000 iglesias. Por lo tanto Dios nos ha dado mucha gracia. Y algunos de Uds. dirán, “¿Se trata de tener la iglesia más grande?”. No. Queremos que más personas conozcan a Jesús y transformen sus vidas; por eso nos gustaría ver un aumento de personas. Y lo que queremos hacer es prepararnos para eso, como cuando una madre está embarazada: lo primero que le pregunta al doctor es, “¿cuántos son?”. Porque si va a dar a luz cuatrillizos, es diferente a cuando tiene solo uno y necesita estar preparada. ¿de acuerdo? Hay muchas sillitas para el carro, botellas, y detalles que atender. Como iglesia, por la gracia de Dios hemos alcanzado 10.000. De acuerdo; ¿y ahora qué? ¿A quién traerá Dios? ¿Cómo podemos prepararnos para amar, acoger, y servirles en esta familia que llamamos Mars Hill?
Por lo tanto los detalles están aquí; cosas por las cuales estamos trabajando y orando. Un par de anuncios importantes: Tenemos la esperanza y estamos orando para construir un centro de capacitación para bandas y líderes de música de alabanza de categoría mundial. Tenemos 1.300 cultos. Necesitamos que las bandas toquen en forma continua. Lo estamos haciendo bastante bien. Sin embargo, creo que podemos hacerlo de forma excelente.
El ministerio para niños: Verán mejoras y se las explicaremos en los meses que vienen. Queremos mejorar el espacio del ministerio para niños. También estamos creando un currículo para niños de la edad apropiada para ellos, basado en el libro Doctrina. Lo mismo que usamos para la membresía; y también, aunque todavía no se ha dicho oficialmente, estamos elaborando una Biblia de Estudio Mars Hill para niños, lo cual significa que será oscura y genial. Por lo tanto, tenemos muchas cosas buenas en ciernes. Queremos mejorar lo que hacemos para los niños y para los que vendrán la próxima temporada.
Estamos entrenando más pastores de campus y tratando de establecer nuevos campus; por eso el Campus Bellevue está inaugurando nuevas instalaciones el año entrante y contará con muchas más localidades. El Campus Shoreline se trasladará a unas instalaciones más amplias y cómodas que las que han tenido, para que sigan creciendo. Seguirán avanzando, y el año entrante lanzarán Mars Hill Everett. Ya es oficial, y lo anunciamos desde hoy. El Pastor Tim, nuestro pastor de alabanza de largos años, el que hemos tenido los últimos 10 años, se mudará con su esposa Beth y sus hijas a Portland. El año entrante lanzaremos Mars Hill Portland por la gracia de Dios. [Aplaude la congregación] ¡Hurra! Tenemos planes para empezar una iglesia Mars Hill en el Condado Orange, y después de eso iremos al sur de California. Por lo tanto tenemos muchas cosas que están pasando. Aparte de eso no queda sino la pereza y tomarnos una siesta. Estamos ocupados; oren por nuestros líderes.
Lo que nos gusta hacer a fin de año es recaudar fondos en grande para acabar con creces el año. Para acabar bien dentro del presupuesto, con un excedente que podamos usar para las nuevas oportunidades en las semanas venideras. Oirán mencionar la Campaña Generosa que el Pastor Jamie iniciará la semana entrante, con un libro que les regalaré y les explicaré, que coincide con el Evangelio de Lucas. Dicho lo cual, es hora de dar el sermón.
Estamos en Lucas 12:1–12: Jesús y el temor. ¿Qué libro de la Biblia hemos estado estudiando? Lucas. ¿En cuál libro de la Biblia vamos? Lucas. Cuando haga esa pregunta en los próximos 18 meses, podrán responder, “Lucas”. Haremos un recorrido de Lucas que durará 2 años y medio. Porque nos encanta la Biblia, pensamos, “¿Qué tiene de malo estudiar la vida de Jesús dos años y medio? Es una buena manera de pasar el tiempo”. Algunos de Uds. dijeron que era como su primer año en la universidad: 2.5 años. Es la mejor manera de pasar dos años y medio. Así que voy a orar, y estudiaremos juntos la Biblia.
Dios Padre, eres grande y nos ayudas; eres santo y verdadero, y al abrir tu Palabra, Señor Dios, queremos someternos a su autoridad. Queremos que nos hables. Queremos aprender de Jesús. Espíritu Santo, por favor ven e ilumina las Escrituras que inspiraste y escribiste, y danos poder para llevar una vida semejante a la de Jesús, por la gracia que nos das. En Su buen nombre lo pedimos. Amén.
Está bien, permítanme sentar las bases. A lo largo de la narración que Lucas nos da de la vida de Jesús, algo que sucede frecuentemente es la serie de conflictos que surgen entre los religiosos y Jesús. Sigue sucediendo y sucederá otra vez esta semana. Así que esta semana quiero que aprendamos del conflicto que Jesús tiene con la gente religiosa, sobre cómo lidiar con los pendencieros. Jesús está lidiando con unos pendencieros religiosos llamados fariseos.
Leemos acerca de ellos en Lucas 12:1. “En esto, juntándose por millares la multitud tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía”.
Aquí vemos a Jesús y una multitud que trata de aprender de Él. La Biblia dice que eran miles de personas. La definición de una mega iglesia es aquella que tiene 2.000 o más personas. Aquí Jesús es el pastor de una mega iglesia. Vienen miles de personas, y es como si hubieran abierto las puertas a la primera noche de la gira mundial de Radiohead. Todo el mundo entra corriendo, pisoteando y trepándose encima de los demás para ver a Jesús. Es muy popular, y en aquellos días esos pueblitos promediaban entre 40, 60, 80, y 100 personas. Por lo tanto, el hecho de que tuviera miles de personas era gran cosa. La gente venía caminando muchas millas. Los pueblos enteros se vaciaban. Atravesaban terrenos escabrosos a pie, por muchas horas. Era un gran evento.
Y entre Jesús y las multitudes estaban los religiosos, literalmente, estorbando a la gente, prohibiendo e inhibiendo su acceso a Jesús. Siempre ha sido así. Siguen así las cosas. Hasta que Jesús regrese, seguirá siendo así. Miles de personas necesitan llegar a Jesús, y la gente religiosa se los impide.
Entonces Jesús tiene un conflicto en público con la gente religiosa. No va a buscar pelea. Pero tampoco va a perderla. Tratarán de incitarlo a pelear con Él, y lo que observamos ante todo es que son pendencieros. Son pendencieros. Los hay de muchas clases. Podríamos tener un jefe pendenciero. Un pastor pendenciero. Un entrenador pendenciero. Algún pendenciero que supuestamente es nuestro amigo. Padres pendencieros. Incluso he visto niños pendencieros, que se acosan o se amenazan entre sí, aun a sus propios padres.
Esto pasó hace poco en un restaurante donde la familia estaba cenando y el niño—en realidad era un niñito—decidió que lo único que iba a comer era el postre. El niñito sabía que si daba rabietas, sus padres se desesperarían y le darían lo que quería. Y eso fue exactamente lo que hizo. Dio un grito espeluznante, se volvió como loco, y dio su rabieta. Los padres miraron al niñito para evitar la horrible vergüenza que sentían, y le dijeron: “Ya basta de eso; te daremos lo que quieres”. Era un pequeño terrorista. Eso era. Un terrorista que adora los postres. Se había convertido en una negociación de rehenes.
Los pendencieros vienen de todos los tamaños y formas. Algunos son malos, crueles, bastos. Algunos son muy amables y tiernos. Sonríen y dan piropos; hablan bien de uno y lo animan, mientras abusan de uno también. Jesús está tratando con una cierta clase de pendencieros. Hay muchas clases de pendencieros. Está lidiando con pendencieros religiosos. Se la pasan acosando a la gente y ahora quieren venir a acosar a Jesús. Quieren decirle lo que debe hacer. Se han dado cuenta de que miles de personas lo siguen, y que no los siguen a ellos. “Si hacemos que Él nos siga”, dicen, “ellos también nos seguirán”.
Segundo, Jesús dice que los pendencieros religiosos son hipócritas, hipócritas. ¿Qué es un hipócrita? Un hipócrita es alguien que conforme a la definición que nos da la Palabra en el griego original, usa una máscara; es como una actor que hace un papel. Así que cuando vean a la gente religiosa y digan: “Uy, cuánto deben amar a Dios. Miren cómo se visten. Miren cómo se portan. Miren cómo hablan. Están en contra de todas las cosas pecaminosas y parecen ser muy sinceros, entregados y devotos”, recuerden que Jesús dijo: “Yo conozco sus corazones, y ellos no me aman. Aman el control. Aman la santurronería. Aman la moralidad. Aman la religión, pero no me aman a mí”.
A menudo a los cristianos se nos acusa de ser hipócritas, pero permítanme decirles algunas cosas sobre eso. Primero, algunas personas que dicen ser cristianas no lo son. Algunos no lo son; y si les preguntáramos a estos tipos “¿Uds. creen, aman, y adoran a Dios?”, Dirían que sí. Pero Jesús dice que en realidad no le conocen ni le aman. Jesús dice, “No todo el que me dice, ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos”. Algunos le oirán decir: “Apártense de mí, nunca los conocí. No tenemos una relación”.
Segundo: algunos cristianos son hipócritas, y un hipócrita es alguien que aparenta ser algo que no es. Sin embargo, eso no le pasa solo a los cristianos. Los políticos lo hacen; los líderes lo hacen, y los que no son cristianos. Damos la apariencia de ser santos, devotos, piadosos, morales, y buenos; y si supieran lo que hacemos cuando nadie nos mira, verían alguna inconstancia.
Tercero, la mayoría de los cristianos no somos hipócritas porque para ser cristiano tenemos que confesar y profesar que somos ¿qué? Pecadores. A veces los que no son cristianos dicen que los cristianos somos hipócritas, pero “¿por qué?”. “Porque están pecando”. “Sí, pero cuando me convertí a Cristo tuve que alzar la mano y confesar que soy pecador. Si ser cristiano significa reconocer que soy pecador, y pequé, eso no es hipocresía. Es ser consecuente. Reconocí que soy pecador, y pequé. Eso no es ser hipócrita”. Un cristiano se define como alguien que confiesa ser pecador. “Jesús tuvo que morir por mí. Así de malo soy yo. Necesito mucha ayuda. ¡Dios, ayúdame!”. Eso es ser cristiano.
Pero el hipócrita es el que dice: “Ud. ha pecado mucho, pero yo no tengo pecado. Yo puedo juzgarlo, pero Ud. no puede juzgarme”. Después uno va con ellos y se da cuenta de que estafan a la gente, cometen pecados sexuales y todo lo que le dicen a la gente que no hagan, y todas las cosas que niegan hacer, son las cosas que ellos hacen”.
Son pendencieros, empujan a la gente, son hipócritas, condenan a la gente por cosas, y ellos mismos son culpables de ellas. Les diré cómo son las cosas: Los pendencieros usan tácticas, y estos pendencieros son religiosos; sin embargo, hay toda clase de pendencieros, pero los principios se aplican a todos. Hemos estudiado a los fariseos por algún tiempo, y estos seguirán apareciendo en lo que queda del libro hasta que asesinan a Jesús, es importante que entendamos cómo hacen las cosas. Les daré algunas de sus tácticas y trucos, y cómo las usan en este evento con Jesús. Así obran también los pendencieros en nuestra vida. Y si Ud. es uno de ellos, seguramente reconocerá algunas de estas tácticas.
Amenazan con el castigo: “Si hace esto, las pagará. Si no hace lo que le digo, sufrirá. Las pagará, sufrirá, le costará”. Amenazan con el castigo o con no dar el galardón.
A veces buscan avergonzar y humillar. Es exactamente lo que le hacen a Jesús. No le hablan aparte, uno a uno; no le dicen: “Jesús, no estamos de acuerdo. ¿Podemos hablar de esto?”. Al contrario, van a ridiculizarlo en público, a humillarlo. Van a buscar pelea con Él delante de una multitud de miles de personas.
También obran por medio de la intimidación. A veces por pura fuerza de su personalidad, que puede ser un poco abrumadora. También lo hacen exigiendo y dando órdenes: “Te ordeno; te lo estoy diciendo; tienes que hacer tal cosa…”. Mandan, intimidan, y empujan a las personas. Algunos de ellos son agresivos y groseros, y nadie puede llevarles la contraria. Siguen agrediendo, exigiendo, imponiendo sus demandas, y lo cansan a uno. Así son los pendencieros.
A veces son desatentos. Solo velan por ellos mismos. No piensan en uno, en los demás; solo en ellos mismos. Son el centro, y todo el mundo tiene que darles cabida. A veces los pendencieros son maleducados. Las cosas que exigen y demandan; siempre quieren ser los más importantes y adelantarse a uno en la vida, es fascinante.
Algunos pendencieros se auto proclaman legisladores. En su vida familiar o en su comunidad, deciden ser los que hacen las reglas, los que crean las reglas; los que les dicen a todos cuáles son las reglas, a hacen cumplir las reglas. Y si alguien viola las reglas, les dicen a todos que tal y tal rompió las reglas para avergonzarlo, para que acate las reglas de ahí en adelante.
Todo esto se lo hacen a Jesús, y cuando se trata de los que hacen las reglas, los que avergüenzan a la gente, los pendencieros religiosos, fanáticos del orden, este comportamiento empieza cuando son niños. ¿Alguna vez ha visto a los niños jugar juntos? Tengo cinco niños; los amo. A veces hago como que me voy del cuarto pero escucho a escondidas para saber lo que está pasando. Por lo general uno de los niños decide que será el adulto, y se pone a cargo. Se inventan reglas sobre la plastilina y las muñecas Barbie y todo lo demás; y anuncian las reglas a los otros niños. Y si los otros niños rompen las reglas, les dicen: “No puedes hacer eso. quebrantaste una regla. ¿De acuerdo? incumplieron una regla”. Lo mismo sucede con los fariseos. Es como la plastilina de los fariseos. Eso es todo. He oído algunos padres decir, “Oh, mi hijo es un líder”. No lo son. No lo son. Asesinaron a Jesús. Su hijo asesinó a Jesús. Pues serán así si no les corrige ese comportamiento. Están en el equipo equivocado.
Lo mismo sucede cuando somos adultos, ¿no es cierto? Algunas personas que conocemos se inventan reglas que no están en la Biblia, y nos dicen que las obedezcamos; y si no las obedecemos, se llenan de rabia con uno y van y le dicen a todo mundo, y nadie puede soportarlos cuando se enfurecen, por eso se juntan con ellos y de repente uno siente que retrocede y que lo están empujando. Los pendencieros usarán todas estas tácticas y trucos con Jesús.
Lo que de veras usan los pendencieros, y lo que los fariseos han usado para intimidar a las multitudes… los fariseos han intimidado a las multitudes. Ahora quieren intimidar a Jesús. Es algo que se llama el temor del hombre. Ellos quieren que nos atemoricemos de ellos. Proverbios 29:25 dice que el temor del hombre es un lazo o una trampa. Quieren que nos asustemos de ellos. Un tipo llamado Ed Welch ha escrito mucho sobre esto; es un buen consejero bíblico. Escribió un libro titulado, Cuando las personas son grandes y Dios es pequeño, donde nos da una definición práctica del temor del hombre. “En el sentido bíblico, el temor es” algo que—y permítanme decir esto.
Jesús usará el término “temor” cinco veces en este pasaje. Algunos de Uds. dirán, “¿A dónde va con esto?”. Jesús usará la palabra “temor” cinco veces en esta porción, por lo tanto uno de los temas más grandes es el temor. Usará la palabra “preocuparse” una vez, por lo tanto la preocupación a menudo es causada por el temor. Si uno le tiene miedo a alguien, teme las consecuencias, teme lo que va a pasar, teme lo que le van a hacer, les tiene miedo. Tiene problemas con el temor del hombre. El resultado es la preocupación; se siente estresado, no puede dormir; mejor dicho, hasta tiene espasmos en los ojos. No quiere ver a esa gente; trata de evitarlos; no puede dormir de noche, se le sube la presión; está estresado, está fuera de sí; está preocupado. Va con su doctor, y quizás su doctor al tratar de ayudarle, intentará tratar todos sus síntomas y malestares físicos. Eso podría ser beneficioso y bueno, pero si no trata la causa fundamental de lo que le causa temor, seguirá teniendo consecuencias por la preocupación. Está asustado. Jesús hablará del temor, y cómo conduce a la ansiedad; cómo vencer el problema de la ansiedad tratando la causa del temor.
Ed Welch lo dice así: “En el sentido bíblico, el temor . . . incluye temerle a alguien, pero se extiende a reverenciar a alguien, ser controlado o domeñado por alguien, adorar a alguien”. Se los explicaré. “Tener esperanza en la gente”, y no en Dios, “o necesitar a la gente.” Porque usamos a la gente cuando las necesitamos—significa que no las amamos. “El temor del hombre puede resumirse de esta manera: Reemplazamos a Dios con las personas. En vez de tener temor de Dios, como lo enseña la Biblia, tememos a los demás. . . . Cuando somos adolescentes, la llamamos ‘presión de grupo’. Cuando somos mayores, la llamamos ‘complacer a la gente’. Últimamente se le ha llamado ‘codependencia’”.
Como pueden ver, este Libro no es arcaico. El libro es eterno y se aplica a todos los tiempos. Vivimos en un tiempo donde la gente está llena de ansiedad y problemas por temor al hombre, y Jesús nos va a hablar de esto porque nos ama. Nos dice que nos cuidemos, que nos cuidemos. Cuidarse es cuidarse.
Permítanme hacerles algunas preguntas como pastor, para ayudarles a saber si tienen problemas por temor al hombre, y si es así, hasta qué punto los ha afectado. Lo adapté, repito, del trabajo de Welch. Primero, ¿ha tenido problemas con la presión de grupo, con lo que piensa la gente, o lo que dicen; con sentirse aceptado por una persona, o por un grupo de personas?
Segundo, ¿se preocupa demasiado por agradar a la gente? Si su respuesta es: “Sí, yo hago eso; sí, yo hago eso; sí, yo hago eso”. Quizás piense, “Me estoy portando santamente, como Jesús”. Puede que no, porque a veces pecamos cuando servimos a los demás, porque no podemos negarle nada a nadie si tratamos de agradar a todos, y al hacerlo no podemos agradar a Dios porque Dios nos dice: “ A veces tienes que decir que ‘no’“.
Tercero, ¿le preocupa demasiado su autoestima? ¿Es muy importante?
Cuarto, ¿sentirse avergonzado o tímido es algo normal para Ud.? Sentirse avergonzado es cuando decimos, “No quiero que nadie se burle de mí. No quiero ser el centro de la atención . No quiero meterme en problemas, por lo tanto me retiraré, retrocederé. Seré tímido, me esconderé, y trataré de no meterme en ningún problema o conflicto que sea visible.
Quinto, ¿duda de las decisiones que va a tomar por lo que pueda pensar la gente? “Sí, yo hago eso. Oh, pero a ellos no les va a gustar. Sí, me encantaría,—oh, pero ¿qué dirán? ¿Qué pensarán? ¡Ah, caray!”. Siempre titubea al tomar decisiones. “Sí, a Dios le gustaría que yo hiciera eso. Pero a ellos no. Ay, ay, ay, ¿qué voy a hacer?”. Tuve esa conversación con una mujer hoy más temprano. “Quiero ser cristiana y caminar con Jesús”. Está bien, ¿por qué no lo hace? “No creo que le agrade a mi marido”. Entonces tiene dos señores, y tiene que averiguar a cuál de ellos obedecer.
Sexto, ¿a menudo la gente lo hace sentirse furioso, deprimido, o lo vuelven loco? Si eso es cierto, puede que les esté dando demasiada importancia en su vida. Ocupan un lugar demasiado prominente en su vida.
Séptimo, ¿evita a las personas? Les confieso que esa es mi táctica. Algunas personas dicen, “Ud. me cuesta mucho emocionalmente. Romperé la relación”. Está bien, tengo algunos trucos que mostrarles. Evito mirar a la gente y estar en ciertas situaciones con la gente. No digo que sea santo, sé que no es ser amable y que no ayuda a la gente, pero es lo que he hecho. Grace me dice, “¿Quieres hablar con ellos?”. “No. No quiero”. “Parece que quieren hablar contigo”. “Lo sé, lo sé, lo sé”. Ella es un encanto. “Pero deberías ayudarlos; eres su pastor”. “Sí, lo sé, lo sé, lo sé, lo sé”. “Entonces, ¿por qué…?”. Es que no se puede, ¿entiendes? Así manejo el asunto. No es santo, y no ayuda.
Octavo, ¿toma demasiada responsabilidad por las otras personas? Si lo hace, puede que quiera enseñorearse de ellas. “Los salvaré, los arreglaré, los sanaré”. ¿Acaso se cree Jesús? “¿Oh, su nombre no es Jesús? De acuerdo, entonces quizás decidió hacer el trabajo equivocado”.
Noveno, ¿es demasiado amable, quiere mantener la paz a toda costa, o evitar conflictos? A la mayoría de Uds. les enseñaron que los cristianos son amables. Hacen la paz y evitan los conflictos. Al hacer eso piensan, “Soy un buen cristiano”. Puede que no sea un buen cristiano, porque Jesús no siempre fue amable. Jesús no siempre hacía la paz, y Jesús no evita el conflicto.
Hoy lo veremos. Cuando es tiempo de redargüir, cuando es tiempo de corregir, cuando es tiempo de exhortar, eso es lo que hace. Ahora bien, Jesús tampoco es descortés; no busca pleitos, pero cuando alguien le busca pleitos a Él, no trata de agradarlos y consentirlos o someterse a ellos.
Porque lo que está sucediendo en realidad es esto: El temor del hombre es cuando alguien quiere ser, o cuando nosotros queremos que alguien sea Señor. Por lo tanto, veámoslo de esta manera: Jesús es el único Señor; Jesús es el verdadero Señor, pero aquí estamos hablando de señores falsos y funcionales. Imagínense que sobre sus vidas hay un trono. Y sobre el trono está escrita la palabra “Señor”. Alguien está sentado sobre ese trono. Alguien lo ocupa. En su corazón, en su mente, alguien ocupa ese trono. ¿Quién lo ocupa? ¿Quién lo ocupa? El temor del hombre es cuando alguien que no es Jesús ocupa ese trono. Y lo que hacemos es tratar de agradarlos, apaciguarlos. Eso es lo que hacemos. ¿Saben cómo se llama eso? La adoración. Se convierten en la relación más importante que tenemos en la vida. Lo que ellos piensan lleva el mismo peso, al menos, que lo que piensa Dios. Queremos que nos bendigan. Queremos que nunca nos dejen ni nos abandonen. Queremos que nos digan: “Bien hecho, buen siervo y fiel”. Funcionalmente se convierten en nuestro Dios. Repito, podría ser alguien horroroso, mandón, grosero, o inclusive alguien amable y cordial.
¿Cuántos de Uds. piensan que su vida ha sido así? Hoy más temprano hablé con un ateo. Me dijo, “Soy ateo; no creo en Dios, pero tengo problemas de ansiedad. Siempre estoy deprimido. Siempre pienso en suicidarme. Tengo mucha ansiedad”. Estaba llorando y temblando. Fue una buena conversación; era un tipo muy honesto y formal. Disfruté el tiempo que platicamos juntos. Me dijo, “No estoy seguro si lo que Ud. dice es cierto, pero si lo que dice es cierto entonces toda mi vida tiene sentido”. Me dijo, “Otra persona que no es Jesús ha ocupado el trono de mi vida, y las cosas no están funcionando; pero no estoy seguro que Jesús sea el Señor”. Y le dije: “¿Tiene alguna pregunta?”. Me dijo: “Sí, ¿tiene a alguien que estaría dispuesto a hablar conmigo?”. “Tengo 10.000 personas que están dispuestas a hablar con Ud.”, le dije. Mejor dicho, a todos nos gustaría hablar con Ud., porque hemos tenido la misma experiencia.
Puede que esto dé sentido a sus vidas; por lo tanto, al explicárselos, permítanme decirles lo siguiente: No es algo que aprenden hoy y el resto de sus vidas les irá bien. Es algo que aprenderán hoy, y mañana, y todos los días de su vida, porque a veces la gente llega a ocupar el trono de varias maneras. A veces nosotros mismos las ponemos en el trono. A veces otras personas tratan de ponernos en el trono de sus vidas. ¿Qué hacemos en esos casos?
Jesús nos dará cuatro verdades que nos ayudarán mucho. Veremos este ejemplo, examinaremos sus palabras, empezando con estas:
Primero, superamos el temor del hombre viviendo con el Día del Juicio Final en mente. Jesús dice en Lucas 12:2–3, “Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse. Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas”.
Los pendencieros quieren ser jueces; quieren que vayamos delante de ellos por lo general basándose en las reglas que ellos mismos se inventaron, y no las que Dios dispuso. Y lo que Jesús está diciendo aquí es, “No dejen que ellos ocupen el trono del juicio”.
Digamos por ejemplo, hipotéticamente, que Uds. y yo tenemos un gran conflicto: no estamos de acuerdo sobre algún punto legal, y Uds. piensan que soy culpable, y yo, que soy inocente; y recurrimos a la mediación y al arbitraje, pero no podemos resolver el asunto, y sigo haciendo juntas con Uds. y les digo, “Miren, creo que están equivocados. Creo que están equivocados. Creo que están errados”. Y Uds. me dicen, “¿Sabe qué? No, nosotros tenemos razón”. ¿Me dejarían juzgarlos? ¿Me dejarían tomar la decisión? No. Lo que dirían es, “Vamos delante del juez. Hagamos cita en la corte y dejemos que el juez dé el fallo, que haga su veredicto”. Y esperarían hasta su día en la corte, ¿de acuerdo? No vendrían a ponerme una toga de juez y a darme el martillo, y hacer de cuenta que soy un juez. Dirían, “Ud. no tiene autoridad; ese no es su papel. Puede dar el fallo que quiera, pero no vamos a aceptarlo, porque Ud. no es el juez”.
Hay personas que quieren que uno vaya delante de ellos: Andan con su toga y su martillo y se portan como jueces. “Tome asiento, voy a decirle algo. Voy a confrontarlo con algunas cosas. Voy a juzgarlo por algunas cosas”. Y uno piensa, “¿Quién se cree? Mire, esa toga y ese martillo no lo hacen un juez. Es un hipócrita. Está desempeñando un cargo que no le pertenece”.
No estamos hablando de rebelarnos ante una autoridad buena y piadosa. Si tienen padres que aman al Señor, como niños deben honrar a su madre y a su padre. Si tienen pastores que los aman y les dan buen consejo bíblico, respeten su autoridad. De lo que estamos hablando es de las personas que no tienen derecho a ejercer autoridad sobre Uds. y el único poder que tienen es el poder que Uds. mismos les dan. Podría ser un novio mandón, abusivo; o un marido horrible, ¿entienden? Alguien que abusa de la autoridad que tiene en su vida o que no tiene ningún derecho a ejercer autoridad en su vida.
Jesús dice, “No permitan que ellos sean sus jueces”. En primer lugar, no les hace bien. Segundo, tampoco es bueno para ellos. El único Juez es Jesús. En Juan 5 Jesús dice: “Porque el Padre a nadie juzga, sino todo el juicio me lo dio a mí”. A fin de cuentas, nadie conoce nuestro corazón sino Dios. A fin de cuentas, nadie determina nuestro destino sino Dios. No decidimos quién irá al cielo o al infierno, solo Jesús. A fin de cuentas no sabemos al 100% quién es o no es cristiano. Dios conoce el corazón. Por eso dice Jesús que le dejemos esa clase de juicios a Él. Y dice: “Yo soy el Juez perfecto. Sé las cosas que se dicen cuando no hay ningún testigo, porque soy Dios y lo oigo y lo sé todo”. Por lo tanto, Jesús todo lo sabe, Jesús todo lo ve, Jesús todo lo oye, Jesús todo lo juzga; Jesús es el único Juez, y viene el Día del Juicio Final; y si dejamos que los pendencieros hagan que hoy sea ese día, y dejamos que se pongan su toga y tomen su martillo, estamos propiciando su pecado. Somos culpables de darles poder. Por lo tanto, ignórenlos, refútenlos, discutan con ellos, tengan una conversación como esta con ellos, y apártense de ellos.
Segundo, Jesús les dice que para superar el temor del hombre deben estar dispuestos a sufrir. Lucas 12:4–5: “Mas os digo, amigos míos…”. Jesús nos ama, ¿no es cierto? Estas son palabras de ayuda. “No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a este temed”.
Lo que Jesús está diciendo es esto: “Si rehúsan adorar a la gente como si fueran dioses, y si rehúsan vivir atemorizados del hombre, y si rehúsan dejar que ocupen el trono de su vida, algunos de ellos los harán sufrir. Los harán sufrir. Puede ser emocionalmente: les harán la vida imposible. Puede ser económicamente: los demandarán, los divorciarán, les robarán. Puede ser espiritualmente, tomarán pasajes bíblicos fuera de contexto; los juzgarán, involucrarán a un montón de cristianos para envenenar su comunidad. Podría ser mentalmente, para confundirlos y hacerles la vida muy difícil.
Recuerdo una amiga mía que se está divorciando de un tipo pendenciero, abusivo, autoritario, y religioso. Este tipo se inventa reglas sobre reglas, sobre reglas. Su esposa no está prosperando, está muriéndose. Sus hijos no son benditos, están abrumados. Todos están deprimidos. Cuando alguien lo confronta, dice: “No veo el problema”. Pues no lo puede ver porque en su casita piensa que es Dios, Señor, Rey, y Cristo, y hace las reglas y los veredictos, y juzga a las personas; las oprime y las condena para salirse con las suyas. Las cosas no funcionan para ellos. Ella se siente miserable, sus hijos se sienten miserables. Es horrible lo que este hombre le hace a su familia.
Jesús dice que a veces podría ser la violencia física, o aun la muerte. Al decirles esto, les advierto que si van a seguir a Jesús, tendrán que sufrir. Jesús sufrió. Los pendencieros le hicieron daño físicamente, le hicieron daño emocionalmente. Mejor dicho, lo golpearon. Lo arrestaron. Dijeron mentiras de Él. Dañaron su reputación. Arrancaron la carne de su cuerpo. Lo crucificaron. Eso fue lo que le hicieron los pendencieros. Lo hicieron sufrir.
Por lo tanto si seguimos a Jesús—y no tenemos que sentirnos moralmente superiores o arrogantes por esto—al contrario, debemos ser humildes y sinceros. No piensen: “Si voy a seguir a Jesús, quien sufrió, yo también voy a sufrir”. No quiero que tomen una postura fatalista sobre esto; se los digo para que estén preparados. La gente hará y dirá cosas, pero Jesús dice: “No teman perder sus vidas”.
Por lo tanto esto es lo que está diciendo: “Si quieren ser cristianos, deben estar dispuestos a morir para Jesús, si no hay otra alternativa, o vivir para Jesús si no hay otra alternativa. Y a veces vivir para Jesús es más difícil que morir para Jesús. No quiero denigrar a los mártires que murieron por su fe, pero si alguien viene y dice, si Ud. es cristiano lo mato, no hay más que decir. Si se convierte a Cristo y su madre lo odia por ello, podría pasarla muy mal los próximos cuarenta años. Se sentirá muy incómodo en la Navidad. El tío Tom lo mirará de reojo. La pasará súper mal el Día de Acción de Gracias. Tan pronto se comprometa casarse con un creyente o hacer la boda en una iglesia, volverán a sonar la alarma y a poner el mismo pereque. Podría pasar cuarenta años sintiendo la oposición y el rechazo de su familia, sus amigos, y sus colegas de trabajo; a veces vivir por Jesús es tan difícil como morir por Jesús, y tenemos que estar dispuestos a hacer ambas cosas.
Lo que Jesús dice es esto: “Lo peor que nos pueden hacer es matarnos. Eso es todo”. Y pensamos, “Como si fuera poco. Perder la vida es algo muy serio. En mi lista de quehaceres está la respiración. Es algo que me gusta hacer. Me gustaría seguir respirando”. Pero esto es lo que está diciendo: “Lo único que pueden hacer es matarlos”. ¿En serio? Jesús, ¿habrá algo peor que la muerte? Y nos dice: “Sí, hay algo peor que la muerte. ¿Qué es? “El infierno”. Jesús dice que el infierno es peor que la muerte. Jesús habla del infierno más que cualquier persona en la Biblia.
Por eso Jesús le dice a los que no son cristianos, los que quedan separados de Jesús, para quienes esta vida es su cielo: “Es el único cielo que verán”. Ocupan su pequeño trono, y tienen sus pequeños reinos, y dan sus pequeños veredictos, y después se mueren y conocen al Rey Verdadero. Se paran delante del trono verdadero, son juzgados por el Juez Verdadero, y van al infierno verdadero donde conscientemente sufrirán tormento. ¿Por cuánto tiempo? Para siempre. Jesús dice, “Eso es peor que cualquier cosa”. Si Ud. le pertenece a Jesús, esta vida es lo peor que habrá. Este es su infierno. El cielo de ellos, es el infierno suyo. De aquí en adelante las cosas van a mejorar. Pablo dice que morir es ¿qué? Ganancia. Por lo tanto, si nos matan, moriremos e iremos a estar con Jesús, y nos daremos cuenta de que: “Esto es mejor. Es muchísimo mejor que lo que teníamos”. Es mejor.
No es que queramos morir, pero si morimos, estamos bien. Hablé con un hombre hoy a quien le había fallado el corazón; está muriéndose poco a poco. Es un hombre entrado en años, miembro de la iglesia. Le pregunté: “¿Cómo sigue?”. Me dijo, “No estoy de afán, pero tengo muchas ganas de ir”. Fue una buena respuesta. Le pregunté, “¿Y eso?”. Me dijo, “Voy a pasarla con Jesús”. Sí, eso es mejor.
Por lo tanto, aunque nos digan: “¡Los vamos a matar!”. Díganles: “Le diré a Jesús que Uds. le mandan saludes, y pueden arreglárselas con Él más tarde”. No es tan mal. Porque esta vida, a la luz de la vida que tendremos para siempre con Dios, en realidad no es muy larga. Y sé que ahora no parece; hoy cuando sufrimos parece algo demasiado horrible porque los pendencieros nos causan dolor. Pero cuando hayamos estado con Jesús por, digamos mil millones de años, en la eternidad futura de Su reino, si somos cristianos, los sufrimientos de ahora no son dignos de compararse.
Permítanme preguntarles algo: ¿Recuerdan su primer día de clase en tercero de primaria? A veces hago preguntas al azar para ver si están conmigo. Estarán pensando: “Ni me acuerdo”. El primer día de clase de tercero de primaria fue un momento muy importante. Estaban ansiosos, estresados, preocupados, se sentían incómodos, estaban un poco chiflados; pero ahora en retrospectiva piensan: “Ya ni me acuerdo”. Parecía algo súper importante, pero han pasado algunos días desde que eso ocurrió y ahora no parece tener tanta importancia”. Su vida es como el primer día de tercero de primaria. Eso es todo. Su vida entera es como el primer día de tercero de primaria. Todos vamos a morir. Pero si pertenecemos a Jesús, estaremos con Jesús. Dentro de mil millones de años la gente preguntará, “Cuéntenos de su vida en la Tierra”. Y les diremos: “Si no estoy mal, creo que usaba sombrero”. “No lo sé. No lo sé. Parecía ser gran cosa en esa época”.
Jesús continúa diciendo que vencemos el temor del hombre con el amor de Dios. Dice, “¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos?”, dos pajaritos que casi no valían nada, se vendían por dos centavos… “Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados”. Los de algunos de Uds. obviamente están disminuyendo… “No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos”.
Cuando sufrimos, nos preguntamos, sobre todo si los pendencieros parecen estar ganando, “Dios, ¿de veras me amas?”. “¿De veras estás poniendo atención? ¿De veras te preocupas por mí?”. Jesús nos dice cuatro cosas: Primero, Dios nos conoce perfectamente. Lo ve todo y lo sabe todo. Segundo, Dios se acuerda de nosotros continuamente. No se ha olvidado de nosotros. Tercero, Dios vela por nosotros cuidadosamente. Él presta atención. Y cuarto, Dios nos valora profundamente. Sí, Dios nos ama.
Les diré algo: si suponemos que Dios nos ama y sabemos por fe que está atento y que lleva la cuenta, y que siempre nos ama y está comprometido con nosotros, eso cambia nuestro sufrimiento y nos libra del temor del hombre. Ante todo debemos reconocer, en medio del sufrimiento, que nuestros pecados hicieron que Jesús sufriera. “Él murió por mis pecados; por lo tanto, mi sufrimiento me hace estar aún más agradecido con Jesús, porque me amó tanto que Dios tuvo que hacerse hombre para sufrir por mí. Ahora que estoy sufriendo, estoy muy agradecido con Jesús por lo que hizo por mí”.
Segundo, hace que seamos humildes y arrepentidos, reconociendo no solo que estamos sufriendo, sino que probablemente hemos causado sufrimiento a los demás. “¿Con quién he sido pendenciero? ¿Estoy ocupando el trono de alguien? ¿A quién he juzgado? ¿A quién debo pedir disculpas o perdón? Si creemos que Dios nos ama, aunque lo que nos pase no sea bueno, santo, y justo, también creemos que un Dios bueno, santo, y justo lo usará para enseñarnos más acerca de Jesús y hacernos más como Él. Por lo tanto superamos el temor del hombre con el amor de Dios. “Dios me ama. De una manera u otra Él me ayudará a superar esto.
Entonces Jesús cierra con un concepto culminante: Superamos el temor del hombre con el temor de Dios. Lucas 12:8–12: “Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del hombre…”, este es el título suyo que aparece en el libro de Daniel. Lo usa unas 80 veces. Quiere decir que Dios se hizo hombre; “…le confesará delante de los ángeles de Dios”. Estos servirán de testigos, “mas el que me negare delante de los hombres, también el Hijo del hombre lo negará delante de los ángeles de Dios. A todo aquel que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado. Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades…”, los pendencieros les echarán mano; llegará el momento en que tendrán que sufrir. “No os preocupéis…”, temor, temor, temor, temor. “no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir”.
La idea principal es esta: Temer al hombre, o temer a Dios. Esas son las dos opciones. No hay alternativa. Alguien tiene que ser la persona más importante. Alguien tiene que ser la personalidad más dominante en su vida. Si no es Jesús, le tiene temor al hombre. Adora al hombre. El hombre es prácticamente su señor, aunque Jesús sea su Señor desde el punto de vista teológico.
Repito, Proverbios 29:25 dice, “El temor del hombre pondrá lazo”. Si no funciona para ellos, tampoco funcionará para Uds. No funciona para nada. La alternativa es el temor del Señor. Proverbios 1:7: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”. Antes de arreglar cualquier cosa en sus vidas, tienen que entender quién es el Señor. Jesús es el Señor. La confesión más breve de la fe cristiana siempre ha sido, Jesús es el Señor. Por lo tanto debemos tomar una decisión muy importante en nuestras vidas, desde el punto de vista funcional, práctico, emocional, racional: ¿Quién es el Señor? ¿Quién está sentado en el trono? Si no es Jesús, tiene que ser otra persona. No nos conviene, ni les conviene a ellos.
Y si Jesús está en el trono, y Jesús es el Señor, y Jesús es el Hijo de Dios, y Jesús es Salvador, y pertenecemos a Jesús, entonces su muerte fue por nuestros pecados y su vida para reconciliarnos. Jesús dice, “Puedo perdonar a cualquier persona de cualquier cosa”. Es una declaración enorme. Amigos, Jesús puede perdonar a cualquier persona de cualquier cosa, excepto una. Eso fue lo que dijo. Hay una cosa que Jesús no puede perdonar. Hay algo que Jesús no perdona. De todos los pecados que cometemos, hay un pecado por el cual no hay perdón y por el cual de seguro iremos al infierno a sufrir conscientemente el eterno y justo tormento. Por toda la eternidad, el castigo corresponderá al crimen. Es importantísimo que sepamos cuál es ese pecado, ¿no es así? Es como saber que hay una mina terrestre en alguna parte de la casa. Puede caminar donde quiera, pero si la pisa, hasta ahí llegó. Dirán, “Es importantísimo saber dónde está esa mina”. De acuerdo, entonces Jesús les dice, “Cualquier pecado que cometan, lo perdonaré, pero hay uno que nunca perdonaré”. De acuerdo. ¿Cuál es? Quiero saber dónde está esa mina en mi vida. Jesús dice: “Blasfemar al Espíritu Santo”.
¿Cuántos de Uds. han perdido los estribos por esto? Sean sinceros. Permítanme decirles algo: Si perdieron los estribos por eso lo más probable es que no lo hayan cometido. “Oh, gracias pastor Mark”. A la orden. Mejor dicho, si no tienen embotada la conciencia y se mortifican por eso, probablemente no lo hicieron.
Permítanme decirles lo que la blasfemia del Espíritu Santo NO es. No es maldecir a Dios. Eso está mal, pero eso no es blasfemar al Espíritu Santo. No es negar a Dios. Pedro lo niega más adelante, pero se reconcilia con Jesús. No es dudar. Tomás dudó y fue reconciliado con Dios. No es el suicidio. Algunos han dicho que lo es. Están equivocados. No es el asesinato. No es el pecado sexual. No es un pecado que repite y se le dificulta superarlo. No es ninguna de estas cosas.
¿Entonces qué es? En Lucas 11:15, en la porción que dio inicio a toda esta narrativa, los pendencieros religiosos, los fariseos, confrontan a Jesús cara a cara. Básicamente le dicen, “Jesús, tienes mucho poder y autoridad. Haces milagros y expulsas demonios, pero lo haces por el poder de Satanás”. Blasfemar al Espíritu Santo es resistir la obra del Espíritu Santo y rechazar la Persona de Jesucristo.
El Espíritu Santo es la tercera Persona de la Trinidad. Él es Dios que existe, como dice la Biblia, para compungirnos de pecado, mostrarnos nuestra impiedad y maldad. El Espíritu Santo dio poder a la vida de Jesús. El Espíritu Santo nos revela a Jesús. El Espíritu Santo inspiró la escritura de la Biblia para que sepamos que somos pecadores, que Jesús es nuestro Señor y Salvador; para apartarnos del pecado y hacernos confiar en Él. Si uno confía en Él, Jesús perdona a cualquier persona de cualquier cosa, y a cualquier persona de todas las cosas. Pero si apagamos, resistimos, entristecemos, y blasfemamos al Espíritu Santo, no es algo que sucede solo una vez y cuando estamos frente a Jesús cambiamos de parecer. No. Es algo que practicamos toda la vida y morimos afianzados y entregados a esa postura, la postura en la cual nos careamos con Jesús y concluimos que Jesús es malo y nosotros buenos. “Jesús, estás equivocado, pero yo estoy en lo correcto. Jesús, tú no eres Señor, yo lo soy. Te rechazo, Jesús. No eres Dios, no eres Salvador, no eres Señor”. Tan atrincherados estaban los fariseos en su postura contra Jesús, que lo asesinaron. Pero resucitó al tercer día para probar que estaban equivocados. También nos sirve como evidencia histórica de que Él es Dios, Señor, Salvador, Juez, y Cristo.
¿Conocen a Jesús? ¿Aman a Jesús? ¿Confían en Jesús? ¿Jesús es su Dios? ¿Jesús es su Señor? Si no lo es, en este momento son culpables de blasfemar contra el Espíritu Santo. Están entristeciendo, apagando, resistiendo, y blasfemando toda su obra en sus vidas. Algunos de Uds. dirán, “¿Entonces voy directo al infierno?”. Si se muere en este momento, sí. Pero mientras tenga aliento, hay esperanza.
Hoy un joven vino y me dijo, “No creo en Jesús; no soy cristiano, me estoy librando de la adicción de las drogas y el alcohol, voy en mi tercer paso en el programa de los 12 pasos, y tengo que averiguar quién es el poder superior”. Le dije: “No conozco el programa de 12 pasos y lo del poder superior, pero conozco a Jesús; hablemos de Él”. Me dijo: “¿Entonces si muero, cometo la blasfemia del Espíritu Santo y voy al infierno?”. Le dije: “¿Qué sabe acerca de Jesús?”. Me dijo, “No creo en Él, no lo conozco, no confío en Él, y no le amo”. Le dije: “Está blasfemando contra el Espíritu Santo. Está resistiendo, apagando, y rebelándose contra toda la verdad de Jesús”. Y me dijo, “¿Sabe qué? Quiero saber la verdad acerca de Jesús”. Y me dijo, “Si Jesús es Dios, lo adoraré”. Genial, entonces siga la verdad a donde quiera que lo lleve. Siempre lo llevará a Jesús. Le dije, “Mientras tenga vida, hay esperanza. ¡Dios lo ha mantenido con vida porque todavía lo ama! ¡Todavía lo está buscando! ¡Todavía quiere darle la bienvenida!”.
Aquí vemos a Jesús acogiendo a las multitudes y a los fariseos para que ambos lo reciban como Señor. Jesús ama a los pecadores y ama a la gente religiosa. Jesús ama las multitudes. Jesús ama a los pendencieros. Jesús da la bienvenida a todos. No es demasiado tarde, amigo. La blasfemia contra el Espíritu Santo es cuando alguien muere peleando contra Jesús, pensando que son buenos; que ellos tienen razón y Él no; que ellos son el Señor, y Él no. ¿Es Ud. así? ¿Es Ud. así? Si es así, se ha declarado enemigo de Dios, y cuando muera no tendrá otra opción que pararse delante del Juez y ser sentenciado al infierno, a sufrir eternamente. Es mucho peor que la muerte.
Me sorprende cuántas personas se disciplinan a tomar sus vitaminas, a tomar agua embotellada, a chequearse el colesterol, y ni siquiera piensan en su eternidad. Están tan embebidas con sus vidas que no recuerdan que vivirán para siempre en algún lugar. Jesús dice, “No se preocupen tan solo de perder la vida, sino de ir al infierno también”.
Para cerrar les haré tres preguntas, porque tienen una decisión muy importante que tomar. ¿Al salir de aquí, Jesús será su Señor, o alguien más? Entonces, primero: ¿Están ocupando el trono de alguien? ¿Quién los adora en este momento como un pequeño dios? ¿Se sienten halagados; se benefician mucho de esa relación? ¿Están ocupando el trono de alguien? Les recomiendo que se salgan de ese trono. Quítense de ahí.
Segundo, ¿Quién está sobre su trono? ¿Quién está sobre su trono? ¿Es Jesús, u otra persona? Arrepiéntanse de eso; quítenlo (a) del trono; reciban a Jesús, reconozcan que Él debe ocupar el trono.
Tercero, mi última pregunta: ¿Qué conversaciones difíciles necesita tener por el poder del Espíritu Santo? Jesús dice que Ud. ha vivido bajo el temor del hombre, y seguirá así a menos que tenga una conversación tensa, “No volveré a hacerlo jamás”. “No puedo aceptar eso. Necesito reprenderte”. “No podemos ser amigos. Romperé la relación”. “Necesitas consejería. Deja de hacer eso”. “No puedo tolerarlo”. “A menos que cambien las cosas, no tendremos una relación estrecha”. Necesitan tener esa clase de conversaciones difíciles.
Jesús dice que cuando vivimos bajo el temor del hombre y llegue el momento de tener esa conversación, nos pondremos ansiosos. Nos sentiremos estresados. Nos dará un ataque de pánico. No podremos dormir de noche. Se nos subirá la presión. Nos dará una úlcera. Perderemos los estribos. Pero Él dice, “No se preocupen”.
Aquí es donde la teología triunfa sobre la biología. Aquí es donde entender que Jesús es el Señor cambia la manera como nuestro cuerpo responde físicamente al conflicto. Porque Jesús dice, “No os preocupéis por cómo o qué habréis de responder. El Espíritu Santo les dará las palabras. Por lo tanto no se preocupen, sean honestos y el Espíritu Santo les dará las palabras que deben decir”. Les dirá lo que tienen que decir, ¿y saben qué? Eso fue lo que hizo por el Señor Jesucristo en ese momento, quien tuvo esa difícil conversación por el poder del Espíritu Santo. Él envía al Espíritu Santo a todo cristiano para que también tengamos esas conversaciones difíciles. Envía al Espíritu Santo para que los que no son cristianos tengan una conversación con Jesús, que quizás para ellos sea difícil. “Jesús, soy pecador y te necesito. Reconozco que eres el Señor y vengo a ti para que me des vida”.
Dios Padre, oro por estas personas a quien Jesús llama amigos. Dios, te doy gracias porque la Biblia es verdadera, y de gran ayuda. Es de mucha ayuda. Hoy en día, donde la principal prescripción médica son los antidepresivos, donde los principales problemas de la gente son la ansiedad y el estrés, esto ayuda mucho. Gracias, Señor Jesús, por amarnos aunque estemos en el trono, y por amarnos pese a que adoramos a otras personas y las ponemos sobre el trono; por amarnos lo suficiente para hablarnos francamente en una conversación difícil pero llena del Espíritu; gracias por amarnos tanto que moriste y resucitaste, para que amáramos y perdonáramos. Pido que ninguno de mis amigos dediquen sus vidas a blasfemar al Espíritu Santo. Pido que no endurezcan sus corazones, y sigan endureciendo la cerviz; al contrario, Señor Dios, que se aparten del pecado y confíen en ti plenamente, reconociendo que ellos son malos y tú eres bueno; que son mentirosos y tú eres el que dice la verdad; que están perdidos, y tú eres el Señor. Pido estas cosas por mis amigos, porque es algo que nos libera. La vida cobra sentido. En el nombre de Jesús. Amén.
[Fin del Audio]
Nota: Esta transcripción ha sido editada.