Lucas 11:33–54 (RVR 1960)
33 Nadie pone en oculto la luz encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz.
34 La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas.
35 Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas.
36 Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor.
37 Luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese con él; y entrando Jesús en la casa, se sentó a la mesa.
38 El fariseo, cuando lo vio, se extrañó de que no se hubiese lavado antes de comer.
39 Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad.
40 Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro?
41 Pero dad limosna de lo que tenéis, y entonces todo os será limpio.
42 Mas !!ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello.
43 !!Ay de vosotros, fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas.
44 !!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! que sois como sepulcros que no se ven, y los hombres que andan encima no lo saben.
45 Respondiendo uno de los intérpretes de la ley, le dijo: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas a nosotros.
46 Y él dijo: !!Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis.
47 !!Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros padres!
48 De modo que sois testigos y consentidores de los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, y vosotros edificáis sus sepulcros.
49 Por eso la sabiduría de Dios también dijo: Les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos, a unos matarán y a otros perseguirán,
50 para que se demande de esta generación la sangre de todos los profetas que se ha derramado desde la fundación del mundo,
51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo; sí, os digo que será demandada de esta generación.
52 !!Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis.
53 Diciéndoles él estas cosas, los escribas y los fariseos comenzaron a estrecharle en gran manera, y a provocarle a que hablase de muchas cosas;
54 acechándole, y procurando cazar alguna palabra de su boca para acusarle.
De acuerdo Mars Hill, estamos en Lucas 11:33–54: Jesús y la religión. Mientras encuentran el pasaje, sí, le daremos palo como una piñata. Tenemos a Jesucristo, que en la Biblia se llama el Pastor Principal, el Buen Pastor. Debajo de Jesús están otros pastores, personas que aman a Jesús y quieren cuidar a su pueblo, representado por las ovejas. En el Antiguo Testamento, los pastores eran profetas, sacerdotes, y reyes. En tiempos de Jesús incluían los apóstoles y los discípulos que le seguían. En nuestros días serían los ancianos, pastores, diáconos, líderes de grupos comunitarios y de redención, personas que aman y siguen a Jesús y desean ayudar a sus ovejas.
Individualmente los cristianos son las ovejas. Las iglesias son la grey, o el rebaño. Así que tenemos un Pastor Principal, el Buen Pastor. Hay pastores que trabajan para Él que cuidan a las ovejas y las grey, y los protegen contra los lobos. A los lobos les encanta engañar a las ovejas, enseñarles falsas doctrinas, robarles el dinero, abusarlas, esclavizarlas con reglas religiosas, ideologías, mecanismos de temor y control.
Esto explica por qué a lo largo del Evangelio de Lucas, uno de los temas principales es el conflicto entre Jesús y los lobos religiosos. Adrede uso esas palabras en forma sinónima. Siempre se presentan delante de Jesús para buscar pleitos con Él, y hoy los verán hacerlo otra vez: dos grupos de abogados, o escribas, que son maestros. Aunque ejercen mi oficio, no lo hacen bien. Oren por mí para que desempeñe bien mi oficio.
Con ellos están los fariseos. Son sus estudiantes, los que aprenden de ellos y los imitan. Por lo tanto oren por ustedes mismos, para que no caigan en esta trampa en la que yo representaría a los abogados y ustedes a los fariseos. Vienen a discutir y buscar pleitos con Jesús en presencia de los pastores y las ovejas.
Algunos de ustedes se habrán confundido al leer la Biblia porque repite que debemos ser amables, amorosos, benignos, misericordiosos, y cordiales con la gente; pero después vemos a los profetas que confrontaban a la gente con palabras fuertes. A menudo vemos a Jesús discutiendo y contendiendo. Vemos lo mismo con los apóstoles en el Nuevo Testamento. Les diré por qué. Los pastores deben ser amables y benignos con otros pastores, según Efesios 4:32. Es decir, los cristianos deben ser amables con otros cristianos. Los cristianos deben ser amables también con los no cristianos. Pero a veces tenemos que ser muy severos con los lobos, no porque no los amemos, sino porque también amamos a las ovejas. Por eso dijo Martín Lutero: “Severidad sin medida a los lobos. Ternura sin medida a las ovejas débiles”.
Hoy veremos que Jesús es muy tierno con las ovejas, y muy estricto y severo con los lobos. Empezando en Lucas 11:33–36, nos enseña que una de las maneras como caemos en la religión tiene que ver con la forma en que respondemos a la luz. Jesús lo dice de esta manera: “Nadie pone en oculto la luz encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz. La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas. Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas. Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor”.
Aquí Jesús dice que la gente religiosa cierra los ojos. Aquí empieza Él diciéndoles que la luz debe estar al centro de nuestra vida, y que Jesús es la Luz del mundo. En aquellos días no había electricidad, y cuando oscurecía uno llegaba a la casa y estaba completamente oscura. Por lo general se prendía una lámpara y se colocaba al centro de la casa para iluminarla lo más posible. Era necesario poner la lámpara en el centro, en un lugar preeminente, prominente, para poder ver y exponer las tinieblas, y vivir en la luz.
Esta analogía describe la vida cristiana. Jesús es la Luz del mundo y queremos que la Persona de Jesús y todo lo relacionado con Él, la Biblia, las enseñanzas bíblicas, los estudios, la iglesia, los grupos comunitarios, las amistades cristianas, estén al centro de nuestra vida. Nuestro tesoro más grande, nuestra más alta prioridad, nuestro gozo preeminente, es que Jesús esté al centro y queremos que Él y su verdad iluminen todas nuestras vidas, ¿cierto que sí? Nuestras amistades, el trabajo, las finanzas, los pasatiempos, la diversión; queremos que la luz de Jesús ilumine todas nuestras vidas y exponga nuestro pecado.
Lo que algunos hacen—y así es como nos desviamos por la senda de la religión—es que quieren tapar la luz. Jesús usa la analogía de un almud o canasta, o de poner la luz en un sótano. Son personas que dicen, “En realidad no quiero que Jesús se enseñoree de mi vida. No quiero que esté al centro de mi vida. Hay ciertas partes de mi vida donde no quiero que Él se meta, que vea, que exponga, que confronte, o donde no quiero que me pida que me arrepienta”. Entonces Jesús se hace a un lado.
Para algunos de ustedes esto significa que rara vez asisten a la iglesia, rara vez leen la Biblia; no quieren oírla, lo quieren escucharla, no están abiertos a su mensaje, y tratan de hacer caso omiso a la presencia de Jesús. Sin embargo, Jesús sigue siendo el Señor. Eso significa que está al mando y al comando. Después dice que por esta causa, la luz de Dios todavía viene a nosotros. Nos habla por medio de la conciencia, el Espíritu Santo, las amistades cristianas, la enseñanza bíblica. La luz brilla aún, pese a nuestros esfuerzos de tapar la luz.
Y lo que algunos hacemos no tiene nombre. Cerramos los ojos. No miramos la luz, la verdad, la Persona y obra de Jesús. “No quiero ver la verdad. No quiero ver nuestro pecado. No quiero ver partes de mi vida que no están rendidas a Dios. No quiero conocer las áreas de mi vida donde Jesús me pide arrepentimiento, que cambie, que aprenda, que crezca”. Adrede cerramos los ojos.
¿De qué partes de su vida están tratando de quitar a Jesús? ¿Cómo está revelándose Jesús en sus vidas, y cómo están respondiendo? ¿Lo hacen con los ojos abiertos, diciendo: “Jesús, lo que tú tienes, lo que tú dices, lo que tú quieres, eso es verdadero; quiero que mi vida sea iluminada; quiero que mi pecado se dé a conocer y sea revelado; quiero que hagas tu voluntad conmigo; toda mi vida te pertenece”?
¿O lo hacen con los ojos cerrados? Eso no es aceptable. No tiene excusa. Es rebelarse conscientemente. Eso es lo que les pasa a los que saben lo que Jesús dice y no les gusta. Sencillamente no les gusta. Jesús está enseñando estas cosas, cuando de pronto llega la gente religiosa. Personas que tratan de hacer caso omiso a Jesús y su enseñanza. Espiritualmente son personas que les han cerrado los ojos a Jesús.
Entonces el conflicto aumenta, y vemos que la gente religiosa procede a inventarse reglas para Dios. Al cerrar los ojos ante Dios, quieren reemplazar a Dios, portarse como Dios, sumarle reglas a las reglas que Dios hizo. La ley de Dios en el Antiguo Testamento contiene 613 leyes, y la gente religiosa dice, “Necesitamos más leyes”.
Luego sucede lo siguiente: Lucas 11:37–41: “Luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese con él; y entrando Jesús en la casa, se sentó a la mesa”. Permítanme decirles, ya vimos en el Evangelio de Lucas que de vez en cuando Jesús anda con pecadores y gente de mala reputación: prostitutas, criminales con pistolas en el cinto, personas que acaban trabajar como extras en los videos hip-hop. Esas son la clase de amistades que tiene Jesús, ¿no es cierto? Y la gente no lo entiende porque llega en un Escalade y oyen el bajo que retumba, y Jesús los saluda por la ventanilla de camino al club donde lo invitaron a cenar.
Y la gente religiosa piensa, “¿A dónde irá? Dijo que era Dios. ¿Qué hace con esa gentuza? ¿Por qué van al club? Y Jesús le dice a la gente, “Sí, soy amigo de pecadores. Salgo a comer con los pecadores. No estoy de acuerdo con sus pecados. No participo en sus pecados. Pero estoy aquí para amarlos y servirles”. Es como ver a un médico y decir, “¿Qué la pasa a ese médico? ¿Por qué anda siempre con gente enferma? Porque es un doctor y trata de ayudarlos; es el único que puede hacerlo. Así que Jesús está con los pecadores y la gente religiosa no lo entiende.
Jesús no solo se la pasa con pecadores, también se la pasa con la gente religiosa. Entonces los religiosos, los fariseos, lo invitan. “Te gustaría venir a nuestra fiesta a cenar con nosotros y con nuestro equipo? Esto es lo que más me aterra. Jesús dice: Lo entiendo completamente: “Oye, ¿quieres salir con estos tipos a comer alitas de pollo y lanzar dardos?”. “Claro”. “¿Quieres venir a nuestra fiesta religiosa?”. “No. No quiero. No habrá dardos ni alitas de pollo. Orarán en el leguaje de la Biblia Rey Jaime por 27 minutos antes de poder comer algo. Después discutiremos toda clase de temas teológicos probalemente sin importancia. De pronto empezamos a hablar de cómo cubrirse la cabeza. ¡No! No quiero ir”. [Se ríe la congregación] “Prefiero darme en la frente con una martillo de bola que cenar con la gente religiosa. No encuentro mi traje. No es nada divertido”.
Esto es lo asombroso de Jesús, y lo que me compunge a mí. También se la pasa con la gente religiosa. Es asombroso. Jesús ama a todo el mundo. Hasta trata amablemente a los lobos por un momento. Después se pone muy intenso. Sigamos leyendo. Versículo 38: “El fariseo, cuando lo vio, se extrañó de que no se hubiese lavado antes de comer”. Ojo a los que les gusta el Purell, el desinfectante para las manos. ¡Aquí vamos! [Se ríe la congregación]
Versículo 39, “Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad. ¡Necios!”. Es una declaración tremenda. En otra parte Jesús nos dijo que no llamáramos a nadie necio; tal parece, a menos que lo sean. [Se ríe la congregación] “…¿El que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro? Mas !!ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza…”.
¿Dónde se encuentra Jesús? En casa de los religiosos en una fiesta con la gente religiosa. Y para que lo sepan, estos tipos son imposibles. Un comentarista dice acertadamente, “Es como tratar de hacer un estudio bíblico con el IRS” (Servicio de Recaudación de Impuestos). ¿Cierto? Cuando se trata de la Biblia, estos tipos son los que añaden reglas sobre reglas sobre reglas. Interpretan las reglas. Hacen cumplir las reglas. Y si uno halla la manera de cumplir las reglas, ellos las cambian. Son tipos imposibles. Son imposibles.
Jesús va a cenar con ellos. Supongo que quieren que venga para elevar su posición social, pero también para discutir con Él y mostrarle algunas cosas, o enseñarle algunas verdades. Oh, les va ir muy mal. Y la religión es como un juego de triles. Ellos ganan y uno pierde. No es posible que sea de otra manera.
Este es el problema. La gente religiosa se inventa reglas para Dios. Si están en Mars Hill, amamos a Jesús, y creemos en la Biblia. Creemos todo lo que dice la Biblia. También creemos que no podemos añadir nada a la Biblia. Eso es lo que dice Proverbios 30:5–6. “No añadas a sus palabras para que no te reprenda y seas hallado mentiroso”. ¿Cierto? Dios no quiere que le añadamos cosas a su ley. Pero eso es precisamente lo que hace la gente religiosa.
Una de las reglas que se inventaron fue esta: Deben lavarse las manos antes de comer. Ahora, la Biblia no dice: “Debéis lavaros vuestras manos…”. Nunca dice eso. Pero los religiosos se reunieron y dijeron: “Tenemos que lavarnos las manos antes de comer; eso es lo que dice el Señor; así ha dicho el Señor. Le daremos el mismo peso a nuestras reglas que a la Biblia. Las haremos cumplir así. “Jesús, bienvenido a la cena en nuestra casa”. Todos se sientan a cenar. La gente religiosa está mirando. Y Jesús está a punto de romper una de las reglas. Es asombroso.
Digamos por ejemplo que hay un cuenco de puré de papas. Y el Señor Jesucristo, Dios en carne humana, con su mano sucia y sin lavar, mira a todos los fariseos, y lentamente mueve su mano hacia el cuenco de las papas y mete la mano, saca las papas y las mete en su divina boca, y se las come para gloria de Dios y gozo de todo el pueblo. Oh, y el Señor Jesús los hubiera mirado y les hubiera dicho: “Por eso hice las papas. Sabía que vendría y que querría comer más papas”. [Se ríe la congregación] “Mmm. Me encantan las papas”.
¡Y todos los religiosos se escandalizan! Jesús mete la mano al cuenco de las papas. Es como sacar provecho dos veces. “¡Señor, no puedes hacer eso!”. Sacar provecho dos veces es como cuando uno mete la papa frita en la salsa, se come la salsa, y vuelve a meter la papa frita. ¡Oh, no! ¡No puedes hacer eso! De repente la gente religiosa se mortifica. “¡Oh, no; ha profanado nuestras papas! ¿Qué haremos con las papas? Tocó las papas. ¿Qué haremos?”. Jesús les hubiera dicho: “¿Quieren papas? Les serviré todas las papas que gusten”.
Sería como si alguien invitara a Jesús a una cena estatal en la Casa Blanca. Y llega en alpargatas, se sienta y le mete mano al cuenco de la ensalada y se sirve. ¿Se imaginan la reacción? ¿Se imaginan a los guardias de seguridad? “Tenemos dedos en el cuenco”. Creo que tendremos que dispararle con pistola eléctrica al Señor. Ha tocado la ensalada”. ¿Por qué lo hace Jesús? ¿Los está tratando mal? ¿Está siendo descortés? ¿Está siendo irrespetuoso?
Hay una razón teológica detrás de todo esto. Lo que les está diciendo es esto. “No reconozco sus reglas. Sus reglas son religiosas. La religión es ridícula. Me niego seguir sus reglas. Yo escribí el Libro de las reglas. Tiene bastantes reglas. No tienen derecho a escribir un libro y añadirlo a mi Libro para incluir sus reglas con las mías”.
Si Jesús hubiera llegado a esa casa y las cosas fueran distintas, y no hubieran dicho, “Así dice el Señor”, y le hubieran dicho, “Jesús, bienvenido a nuestro hogar. Me llamo Frank. Esta es Harriet, mi esposa. Harriet le tiene pavor a los gérmenes. Trabajó muy duro para preparar un puré de papas. Tenemos esta cosa que se llama cuchara, y esta otra cosa llamada fregadero. Jesús, sabemos que no es necesario, pero por amor a mi esposa, ¿podrías lavarte las manos y usar esta cuchara?” ¿Creen que Jesús lo hubiera hecho? Claro que sí.
Pero tan pronto el tipo mira a Jesús, le dice, “Jehová quiere que se lave las manos”, y Jesús le dice, “Yo conozco quién es el Señor, y como estoy aquí, les diré lo que está pensando”. Jesús confronta el sistema religioso de ellos, porque lo que dicen en su sistema religioso es: “Jesús, no puedes poner tus dedos enel cuenco de las papas porque dejarás de ser santo”. Cualquier sistema religioso que hace que uno sea más santo que Jesús, está mal. ¿Cierto? Estos tipos tratan de ser más santos que Jesús. Ese es el problema de las reglas religiosas.
Les dice que las reglas religiosas tienen dos problemas: Primero, tratan solo con lo externo. No tratan lo interno. Amigos, esta es la verdad. Uno no sabe si alguien de veras ama a Dios a menos que uno hable con ellos. No se sabe. Les diré esto. No juzguen a alguien por su condición actual. Conózcanlos y júzguenlos por su derrotero.
Esto me pasó hace poco en Mars Hill. Alguien que acababa de llegar a Seattle vino y me dijo que habían venido del extremo sur de Estados Unidos, a la gran costa oeste, justo debajo de los ateos canadienses, donde las cosas no son exactamente como las hacen en la Franja Bíblica, y se escandalizó. Vino después del culto y me dijo: “Como que nos gustó el culto, pastor Mark, pero nos escandalizamos porque antes del culto la gente fumaba y luego entraban a dirigir la alabanza”. Eso los escandalizó mucho. Les pregunté, “Qué estaban fumando?”. Y me respondieron, “Cigarrillos”. Les dije, “Es asombroso. Han mejorado muchísimo. Si los hubieran visto… [Se ríe la congregación] Antes de participar en el grupo de alabanza no fumaban cigarrillos. ¡Así es el progreso en Mars Hill! !Van por el camino de la santificación. Les está yendo muy bien!”. ¿Cierto? Conózcanlos y pregúntenles de dónde vinieron, y se animarán. Dirán, “Oiga, de veras han mejorado”.
Pero si solo vemos lo externo, no podemos conocer lo interno, y podríamos juzgar mal a alguien. “Oh, los hombres tienen pelo largo, o el pelo al estilo mohicano (el mohawk), o el brohawk, o el fauxhawk”. No sé. Sea lo que sea, ¿saben? “Oh, miren esa chica. No debería vestirse así”. ¡Pero al menos está vestida! ¡Ha mejorado mucho! Mejor dicho, está mejor que antes. Oren por ella, anímenla, cómprenle una sudadera. Está mejorando. Está mejorando. Lo externo es fácil de ver.
Oh, y otra que oigo muy seguido es, “Los cristianos con tatuajes… oh, tienen tatuajes. Tienen tatuajes y no deberían tener tatuajes”. ¿Por qué no deberían tener tatuajes? La Biblia dice que no debemos ponernos tatuajes. En el Antiguo Testamento la Biblia dice que si uno es sacerdote del linaje de Aarón, si forma parte del orden sagrado y pertenece al equipo, no debe llevar tatuajes que lo identifican como miembro de otra religión que adora un dios falso. Si de eso se trata, está bien. No aplica a todos los demás casos. O lo que sea. ¿Estamos?
Podemos juzgar lo externo, y Jesús dice, conozcan el corazón. Hay personas que no se ponen tatuajes, aretes en el cuerpo, lo que sea. Deberíamos mirarlos y decir, “Oh, aunque no se ven como deberían verse, debemos conocer cómo son por dentro. ¿Qué les pasa adentro? ¿Han conocido a Jesús? ¿Aman a Jesús? ¿Están cambiando, creciendo, y madurando? Si es así, deberíamos regocijarnos”.
En 1 Samuel 16:7, eso es exactamente lo que dice Dios. “La gente mira lo externo. Yo miro el corazón. Conozco a la persona tal como es y dónde se encuentra”. La religión no puede juzgar el corazón. Solo puede juzgar las apariencias. Por consiguiente, suelen juzgar mal. Suelen juzgar mal.
Segundo, el problema con las reglas religiosas es que la gente religiosa tiene preferencias que colocan a la altura de las leyes de Dios. ¿Es pecado tener preferencias? No. En lo absoluto. Mac, PC, Chevy, Ford…¿cierto? DH, no DH. Son preferencias. Eso está bien. Está bien. Pero no pongan sus preferencias a la altura de la ley de Dios. Miren, la Biblia está aquí. Nuestras preferencias están por aquí bien abajo. Y lo que hace la gente religiosa es que les gusta colocar sus preferencias al mismo nivel con la ley de Dios.
Veamos unos ejemplos. Las bebidas alcohólicas. ¿De acuerdo? Puede que usted diga: “Yo no tomo porque vengo de una familia de alcohólicos y he visto mucho abuso por causa del alcohol”. Genial. Esa es su preferencia. Cuando hace un brindis y dice, “Jesús convirtió el agua en jugo de uva”, está alterando el significado de la Biblia. Deberíamos decir, “No, no diga eso porque no es cierto”. Jesús convirtió el agua en vino. Jesús no quería que nadie se emborrachara. Jesús no quería que nadie abusara del alcohol. Jesús no quiere que nadie desobedezca la ley. Jesús no quiere que nadie maneje intoxicado. Jesús no quiere que nadie haga tropezar a nadie. Pero no elevemos sus preferencias al punto que tenemos que cambiar la Biblia para acomodar lo que le parece bien a Ud.
¿Qué tal los cigarrillos? Les diré lo siguiente. No me gustan los cigarrillos. Son caros, dan cáncer, causan resuello. Si alguien fuma delante de mí, sueno como una llamada obscena. Es cierto. Me pongo a jadear. “Pastor Mark, eso es inaceptable”. “No. Ud. necesita dejar de fumar. No es un juego. ¡Me muero! ¿De acuerdo? ¿Me muero?” Mi preferencia es que no me gustan los cigarrillos. Pero no puedo poner esa preferencia a la altura de la ley de Dios y decir: “No fumarás”. Porque no está en la Biblia. Ni siquiera puedo manipular la Biblia para salir con argumentos raros como, “El infierno es una sección para los fumadores”. ¿Entienden? Pues lo es. ¿Entienden? Puede idearse una razón, pero no será muy buena. Lo que puedo decir es que no me gustan los cigarrillos. Fumen si quieren. No creo que sea muy saludable. Estas son mis razones: Por favor no fumen cuando estoy presente. Pero no es pecado. No los vamos a echar de la iglesia por ello. No los vamos a disciplinar, porque no se encuentra en la Biblia. ¿Ven? ¿Ven la diferencia?
Otro ejemplo: la carne. Algunos son vegetarianos asiduos. Dicen, “prefiero no comer carne. No como carne”. Yo les diría, “Está bien. Fabuloso”. Puede que no cambien de parecer. Pueden ceñirse a su preferencia apasionadamente. Pueden articularla y darnos todas sus razones. Puede que hasta cambien nuestras preferencias y que compartamos sus preferencias porque tienen razones muy buenas para tenerlas. Pero no pueden decir, “No se puede comer carne”. Porque la Biblia no dice eso. No podemos elevar nuestras preferencias al nivel de la ley de Dios. Eso es lo que tiende a hacer la gente.
Les daré otro ejemplo porque no hay de otra, así que hagamos esto. Digamos que tienen hijos. Como yo, que tengo cinco niños. Necesitan educarlos en una escuela pública, privada, en casa, o en una escuela cristiana. ¿Qué hacen? Pueden tener una preferencia. Pueden apasionarse por su preferencia. “Creo que esto es lo mejor para mis hijos y…”. Pero no podemos darle el mismo peso que tiene la Biblia y declararle la guerra. A veces como las mamás de los niños que juegan fútbol, las madres de estos niños a veces se vuelven peleadoras enjauladas. Lo meten a uno en la llave Muay Thai, y dicen: “No, esta es la mejor manera de educar al niño”. Y decimos, “La Biblia dice que debemos educar al niño, pero no dice exactamente cuál método debemos usar, y no me importa que lo haya sacado de 1a o 2a de Escuelaencasaneneses, no dice eso. Eso no está ahí”. No lo dice. Algunos dirán, “¿Dónde está 2a de Escuelaencasanenses?”. Más tarde lo explico.
Pero lo importante es saber que no podemos crear reglas para Dios. Dios es el que las hace, y con eso tenemos bastante. Pueden tener sus preferencias. Pueden aferrarse a ellas apasionadamente. Puede que tengan buenas razones. Pueden compartir esas razones con los demás. Pero no confundan los principios de Dios con la metodología de Uds. A veces hay un par de métodos distintos para obedecer un principio de Dios.
Pensé que hoy sería divertido publicar en Facebook y Twitter: “Escríbanme todas las reglas raras y religiosas que que han experimentado personalmente”. Y me mandaron como 300 respuestas. Veamos en cuántas vamos ahora. Será muy divertido. De acuerdo. ¿Están listos? Ryan escribe: “Mi familia estaba en un grupo ministerial y escolástico de nivel nacional, y el líder del grupo pensaba que ponerse jeans daba la impresión de rebeldía”. Ponerse jeans es lo más rebelde que hay. [Se ríe la congregación] No. Imagínense esto. En los años 60 la gente empezó a ponerse jeans, y ahora tenemos el terrorismo. [Se ríe la congregación] Causa y efecto.
Después dice que los hombres no deben tener vello facial. Para algunos de nosotros es imposible. Mi madre era una Wookie, y mi padre era un Chia Pet. Me afeito por la mañana y para la hora de la comida ya podría tocar con la banda ZZ Top. Yo no tengo la culpa.
Luego dice que las mujeres no deben ponerse pantalones, y me pareció interesante. Una mujer publicó algo ahí. Entró a una iglesia con pantalones, y el ujier la detuvo y le dijo: “Las mujeres no pueden vestir pantalón”. Entonces para divertirse un poco, la mujer hacía así… “Pues la próxima vez Ud. debería ponerse una falda”. Sí, claro. De acuerdo.
Adrián escribe: “Crecí en una iglesia que se preocupaba mucho por las apariencias de la gente. De hecho recuerdo que mi maestro de escuela dominical trajo una bolsa de papel a la clase por la mañana. Sacó una manzana y una naranja y nos preguntó si podíamos distinguir entre las dos. Por supuesto’, le dijimos. Después nos dijo que “de la misma manera, podíamos saber si alguien era cristiano”. ¿Cómo? ¿Sacándolos de una bolsa?
Esta me pareció excelente. Kara escribe: “No podíamos vestir camisas Polo de color negro en nuestro colegio privado. Las de otros colores estaban bien, pero las negras no porque si uno se viste de negro es porque ama al demonio”.
Rachel escribe: “Recuerdo una iglesia que no permitía que los niños y las niñas nadaran juntos, porque las niñas podrían quedar embarazadas”. Así no es como sucede.
Jeff escribe: “Una mujer vino a hablar con un amigo mío que es pastor y pidió oración por otra señora. Al oír que necesitaba oración, mi amigo sorprendido dijo, Uy, acabo de hablar con ella y parecía estar lo más de bien. ¿Qué le pasa?’. No creo que sea salva’, dijo la señora. Mi amigo, que ahora estaba muy confundido, preguntó, ¿Por qué piensa eso? Parece dar buen fruto sirviendo aquí en la iglesia’. La mujer respondió, ‘Pues acabo de enterarme de que está registrada como demócrata y no sé como puede ser cristiana y demócrata a la vez”. Caramba. Sigamos.
Oh, esta es buenísima. Es estupenda. Cassie escribe: “Tengo una amiga y sus padres no la dejan salir la noche del Halloween a pedir dulces porque es el cumpleaños de Satanás”. No termina ahí. Después les nació un niño en Halloween. [Se ríe la congregación] Me imagino a Dios en el cielo diciendo, “No. En serio. No se pierdan esto. Será fabuloso”. Y ahí está la señora quejándose, con dolores de parto, tratando de no dar a luz ese bebé.
Otra. Ashley escribe….esta es un poco triste. “La suegra de mi mejor amiga no permitía que mi amiga, la novia, bailara el día de su banquete de bodas porque no creía en los bailes, ni siquiera en los bailes lentos. Eso hizo llorar a la novia”. Es una madre religiosa que llega y dice: “Ud. no puede bailar con mi hijo. Podría resultar emb…”. “Eh, señora, acabamos de casarnos y eso es lo que pretendemos hacer”.
Escribe un niño llamado Josh. Creo que está en bachillerato; asiste a un colegio público. Escribe: “Hay un niño adventista del séptimo día en mi colegio que dice que irá al infierno si come camarones. Por eso, cuando los sirven calientes para el almuerzo, los regala a los demás. Imagínense cómo será eso. Imagínense. “Parece que no le importa que los demás vayan al infierno”.
Hay más. Si los leyera todos tendría que despedirme a mí mismo. Pero la idea principal es esta. Y estarán pensando, “¿Se está burlando de la gente religiosa?”. ¡Porque los amamos! ¡Los amamos! Son divertidísimos. Se toman demasiado en serio, y a veces nos divertimos un poco para que se rían de ellos mismos y se arrepientan de su religiosidad, y dejen sus reglas, y permitan que Jesús meta sus dedos en su cuenco de papas. ¿Amén?
Pues resulta que no responden muy bien. Jesús sigue su conflicto con los lobos y les dice que en realidad su problema es que la gente religiosa quiere ser alabada por los demás. No quieren que Dios sea alabado, quieren ser alabados. Y les dice esto en Lucas 11:42–44: “Mas !!ay de vosotros, fariseos!”. “Ay” es una palabra profética. Los profetas en el Antiguo Testamento decían ¡Ay! Estaban señalando el pecado y llamando a la gente a arrepentirse. Lo hará seis veces.
“…que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello. !!Ay de vosotros, fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas. !!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! que sois como sepulcros que no se ven, y los hombres que andan encima no lo saben”.
Dice, “Este es el problema que tienen ustedes los religiosos. Se han entregado a las cosas equivocadas”. Están muy entregados a las cosas equivocadas”. Se los digo porque algunos de Uds. son nuevos cristianos. Algunos de Uds. no son tan devotos y podrían dejarse influenciar fácilmente por la gente religiosa. “¡Oh, mira lo fervientes que son! ¡Se levantan temprano! ¡Se acuestan tarde! ¡Se aprenden cosas de memoria! Tienen muchas cosas que hacer. Se arrodillan. Oran en tal o cual dirección. Hacen peregrinajes, romerías. Hacen todo tipo de cosas que parecen santas e importantes. Algunos visten uniformes. El encargado se pone un sombrero. Parece un sistema muy serio y me impresiona mucho”.
Pero Jesús dice que no. Permítanme explicarles por qué. Ante todo, son orgullosos y quieren que la gente sepa cuánto diezman. No debemos decirle a todo el mundo lo que diezma la gente. El diezmo es cuando damos generosamente a Dios de nuestras finanzas, para su pueblo y sus propósitos. El diezmo significa literalmente la décima parte. El diezmo se basaba en el 10%, pero el diezmo completo del Antiguo Testamento era más del 25%, y estos tipos diezmaban tanto que hasta diezmaban sus especias. ¿De acuerdo? Son personas religiosas con trastorno obsesivo-compulsivo, y con tiempo de sobra. ¿De acuerdo? Buscan su especiero y dicen, “No recuerdo si le di al Señor el 10% de todas mis hojas de eneldo”. Pues, nos portamos tontamente cuando hacemos eso. ¿Cierto? Estos tipos lo tomaban muy en serio. Lo tomaban demasiado en serio. Pero Jesús les dice, “¿Saben qué? Uds. diezman de su especiero, pero no aman a Dios y no les ayudan a las personas”. Y les dice, “Está muy bien que diezmen. Sigan dando, eso está bien. Pero se supone que también deben amar a Dios y ayudar a la gente. Si no hacen eso, de nada les sirve lo demás. Eso es lo principal en la vida”.
Les dice, “Además, el orgullo de Uds. se les nota porque aman las primeras sillas de las sinagogas”; o sea las mejores localidades. En algunas religiones, algunas organizaciones, y tristemente hasta en algunas iglesias, parece que hasta compran sus plazas. De hecho, en algunas religiones uno compra boletos de temporada. Como para un evento deportivo. Si paga poco, le toca sentarse en la parte de atrás. Si paga un poco más, puede sentarse en la mitad. Si paga mucho, puede sentarse al frente. Si es uno de los grandes donantes, le dan un asiento al frente, o tal vez un gran trono de donde pueda ver a los demás. Puede vestir la ropa más elegante para lucir bien religioso y sentarse al frente. Aquí están los grandes donantes.
Y en esa ciudad así funcionaban las cosas. Los grandes donantes se sentaban al frente, de cara al pueblo. La gente podía mirarlos y decir, “Oh, quisiera ser un gran donante. Quisiera sentarme al frente. Quisiera que me dieran un trono. Oh, quisiera ser importante como aquel”. Y la gente religiosa, toda engreída, se creían moralmente superiores a los demás.
Necesitamos que sepan esto aquí en Mars Hill. Queremos que den, pero si dan o si no dan, las sillas están abiertas a ricos y pobres, jóvenes y ancianos, blancos y negros, sabios y simples, a los que dan y a los que toman; todos son bienvenidos a sentarse donde quieran porque Dios es un Dios de gracia y somos una familia de amor.
Y Jesús dice: “Este sistema religioso de jerarquías, en donde el lugar donde uno se sienta corresponde a la categoría de la persona en el organigrama, es abominable”.
Tercero, dice que el orgullo se manifiesta cuando se ponen títulos. ¡Les encantan los títulos! “Somos fariseos”. Por lo tanto les preocupa más el nombre “fariseo”, que el nombre de Dios. Les preocupa más su equipo, su tribu, y saben qué, el nombre Mars Hill está bien. La teología reformada está bien. Pero Jesús es el único nombre que de veras importa. Ese es el nombre por el cual queremos ser conocidos, y el nombre que queremos exaltar.
Cuarto, les dice: “Lo hacen por la fama”. Les encanta cuando están en el mercado o en las plazas, lo que equivalía a estar en un supermercado—y les decían: “¡Oh, Ud. es fulano de tal! Es una persona muy religiosa, ¿no? Lo vi sentado al frente. Oí que ofrenda el 34% de sus ingresos. !Qué lindo sombrero tiene!”. La gente religiosa siempre se pone sombrero; y entre más grande sea, más categoría tiene.
Y Jesús dice, “A todo el mundo le impresiona esto, pero ustedes los lobos, están lastimando las ovejas”. Algunas personas piensan, ¿por qué nos enojamos con la religión? ¿Por qué nos oponemos a la religión? ¿Por qué no apoyamos la religión? Porque la religión no ayuda a la gente. Crea un sistema que los motiva a ser como los demás religiosos, y no como Jesús.
Jesús dice algo asombroso, “!!Ay de vosotros, que sois como sepulcros que no se ven, y los hombres andan encima y no lo saben”. Es una afirmación tremenda. En la Biblia, en Números 19:16, dice que cuando un cuerpo es enterrado, debemos honrar a la persona que murió y no caminar sobre su tumba. Es señal de respeto. Si no respetaban esa regla, los consideraban ceremonialmente y ritualmente inmundos por una semana, y tenían que hacer ritos de purificación, bañarse y limpiarse, y quedaban como en cuarentena. Por eso era prohibido pisotear una tumba. Marcaban las tumbas y las lavaban hasta quedar blancas para que la gente viera donde estaban. Y de vez en cuando la gente no las marcaba, otros pisaban las tumbas sin saberlo porque no estaban marcadas o porque la lápida no era adecuada, y de repente se habían profanado, los ponían en cuarentena y les daban una larga semana de trabajo para limpiarse.
Jesús les está diciendo esto: Primero, que la gente religiosa está muerta espiritualmente. Es una afirmación tremenda. Están espiritualmente muertos. Ustedes dirán, “¡Pero están físicamente vivos! Vea todo lo que hacen y dicen, y todo lo que dan!”. Estarán vivos por fuera—físicamente—pero por dentro están muertos espiritualmente. No conocen a Jesús. No aman a Jesús. No disfrutan a Jesús.
Además les dice, “No solo están muertos, están profanando a los demás. ¿Piensan que los están limpiando? No. Los están haciendo inmundos. ¿Piensan que los están haciendo santos? No. Los están haciendo impíos. ¿Piensan que los están librando? No. Los están esclavizando. ¿Piensan que los están guiando hacia Dios? No. Los están guiando hacia el infierno. Necesito que Uds. crean esto acerca de la religión.
Algunos de Uds. consideran que Jesús y la religión son casi sinónimos. Al contrario, son antitéticos. Algunos de Uds. creen que se trata de la religión mas Jesús. No. Jesús mas cualquier cosa lo echa todo a perder. Es Jesús o la religión. Nunca es Jesús mas la religión. ¿Cómo responderán los fariseos?
Les mostraré en algunos momentos que la gente, sobre todo la gente religiosa, defiende su ídolo. Un ídolo es cualquier persona o cosa que es lo más importante en nuestra vida. Es donde hallamos nuestro gozo, nuestra identidad. Es donde invertimos nuestro dinero, nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestro tesoro. Como la primera analogía, es lo que está al centro de nuestra vida. Y si no es Jesús, amigos les cuento que es un ídolo. Todos adoramos. La única diferencia es a quién, o a qué, o cuándo, o por qué adoramos. Si Ud. no adora a Jesús, adorará a alguien, o a otra cosa.
Para algunos se trata del ídolo de la religión. ¿Se preguntan por qué la gente defiende su ídolo tan violentamente? Porque lo adoran como un dios. Lo veremos en unos momentos. La gente religiosa defiende su ídolo, y el ídolo de la gente religiosa es la religión. ¿Se han preguntado alguna vez por qué las iglesias no pueden trasladarse a otro edificio? Porque la gente adora el edificio. ¿Por qué no pueden cambiar el horario de los cultos? Porque la gente adora el horario del culto. ¿Por qué no pueden cambiar el estilo musical? Porque la gente adora la alabanza, no adoran a Dios. ¿Por qué cuando los líderes se van a otra parte, merma la entrega y dedicación de la gente en la iglesia? ¿Saben por qué? Porque adoran al líder. A veces la gente defiende a su ídolo violentamente. Lo vemos en toda la Biblia.
Lo mismo sucede con los que están en un sistema religioso duro y formalizado, o inclusive en los sistemas religiosos menos rígidos, donde se adora la espiritualidad, las buenas obras, la moralidad, o una causa particular. A veces consiste en adorar cosas mortíferas como las sustancias: el alcohol, las drogas; o el sexo. ¿Alguna vez ha tratado de quitarle el ídolo a una persona? Alguna vez le ha quitado la botella a un alcohólico? La defienden. Violentamente a veces. Trate de quitarle las drogas o la adicción sexual a alguien, y con vehemencia se pondrán a la defensiva. Lo empujarán a un lado y escogerán el ídolo, porque para ellos es un dios.
Aquí Jesús amorosamente les da una opción a las personas religiosas. Les dice, “Pueden escogerme a mí o a la religión”. “¿Cuál quieren?”. Y responden de esta manera. La gente religiosa defiende su ídolo. Es una sección larga en Lucas 11, versículos 45 al 54. “Respondiendo uno de los intérpretes de la ley, le dijo: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas a nosotros”. Esto me fascina. La gente religiosa se la pasaba intimidando a la gente, metiéndoles miedo, inventando reglas, esclavizando a la gente, desanimando a la gente, insultando a la gente. Y viene Jesús y mete la mano en el cuenco de las papas, y rompe sus reglas, y les dice que están equivocados, y ellos forman un pequeño comité.
Uno de los lobos sale de la reunión y le dice: “Jesús, de parte del comité, me duele informarte que has herido nuestros sentimientos. Heriste nuestros sentimientos, Jesús. Nos has insultado. Mejor dicho, Tomás está llorando. Tomás está llorando. Está resentido. Su papá era fariseo; su abuelo también era fariseo, su tatarabuelo era fariseo. Está muy triste. Jesús, sabemos que no quisiste ofendernos. Nadie es perfecto. Todos decimos cosas y después nos arrepentimos. Nos agradaría mucho si nos pidieras perdón. Publícalo en un blog tal vez, o en un comunicado de presa. Escribe un libro; habla de lo arrepentido que estás por haber tratado así a los fariseos. Porque nosotros somos los buenos y te perdonaremos. Es una excelente oportunidad para que pidas disculpas por habernos ofendido”.
Eso es lo que hace la gente religiosa. Causan dolor a la gente, pero cuando los confrontan cambian el tema, de su religión a sus sentimientos. Pero Jesús los ama lo suficiente, y a los que están mirando, para no dejar que cambien el tema. ¿Cuántos de Uds. tienen amigos como los fariseos? Son prepotentes, intimidantes, se inventan reglas, son religiosos, y cuando uno los confronta para decirles, “Dejen de hacer eso; eso es inaceptable”, dicen, “No sea tan descortés”. ¿En serio? El lobo que llora sigue siendo lobo. A veces los lobos quieren simpatía, pero lo que necesitan es arrepentirse. ¿Acaso no aman a Jesús?
“Está hiriendo nuestros sentimientos. Nuestros sentimientos son supremos; la verdad no es suprema, pero nuestros sentimientos sí lo son. Nadie nos habló de esa manera. Piensas que estamos equivocados. No es posible que pienses eso”. ¿Cómo responderá?
Les dijo: “!!Ay de vosotros también, intérpretes de la ley!”. Y lo que está diciendo es, “Ah, conque los ofendí, ¿eh? Parece que no los ofendí lo suficiente. Permítanme arreglar eso”. ¡Ay, provocaron una pelea con Jesús! “Porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis”.
Les dice, “¡Muchachos, todavía no entienden! Están amontonando reglas sobre reglas, infundiendo miedo, intimidando, esclavizando a la gente con sus reglas. Tienen a todo el mundo confundido. Las ovejas están completamente aterrorizadas y trabajan demasiado; están sobrecargadas y les estoy diciendo que eso está mal, pero insisten en hablar de sus sentimientos. No me aman. No le ayudan a esta gente. Uds. son parte del problema, no la solución. Trabajan para el enemigo. No trabajan para mi Padre”.
Imagínense esto: Hay gente religiosa decente en toda clase de grupos. Y también hay diferentes religiones y diferentes clases de devociones religiosas que son malsanas y antibíblicas. Estos hombres son morales. No están borrachos. No están adulterando. No están robando. No están matando. Son decentes, respetables, morales; gente religiosa. Pero Jesús dice que son muy peligrosos.
“!!Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros padres! De modo que sois testigos y consentidores de los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso la sabiduría de Dios también dijo: Les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos, a unos matarán y a otros perseguirán”.
Lo que está diciendo es: “Muchachos, es un problema ha data desde hace mucho tiempo. Física y espiritualmente hablando, la religión de ustedes ha pasado de generación a generación, añadiendo reglas a las reglas, control al control, legalismo al legalismo, y moralidad a la moralidad. Esto al fin tiene que parar. Y ustedes se darán cuenta, y dirán: “Sí, recordamos los días en que le hicieron daño a los profetas de Dios, pero construimos sus tumbas, sus monumentos y santuarios para acordarnos de eso”. Y les dijo, “Por mucho que reconozcan los pecados del pasado, si en su corazón siguen iguales seguirán manifestando el mismo fruto en sus vidas. Seguirán haciendo lo mismo que fue hecho en el pasado donde la gente religiosa se levantaba y los profetas les decían, Arrepiéntanse’, y los religiosos los asesinaban”.
Y Jesús viene también y los llama al arrepentimiento, y ellos le dicen, “Ya aprendimos nuestra lección”. Pero Él les dice, “No. No la han aprendido”. Porque ¿qué le van a hacer a Jesús? Lo van a matar, igual como sus padres espirituales mataron a los profetas antes de ellos.
Jesús continúa: “Para que se demande de esta generación la sangre de todos los profetas que se ha derramado desde la fundación del mundo desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo; sí, os digo que será demandada de esta generación”.
Habla de Caín. Esto me fascina. Algunos de Uds. conocerán esa historia en la Biblia. Empieza con Dios que crea los cielos y la tierra, y después Dios crea al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, y Satanás, la serpiente, se presenta delante de Adán y Eva. Y los tienta a no adorar a Dios, sino a crear su propia religión. No lo duden un solo instante, Satanás ha tentado a nuestros padres desde el huerto para que empezaran su propia religión, una religión aparte de Dios, una religión donde no obedecen sus reglas sino que se inventan las suyas. No viven para la gloria de Dios, sino para glorificarse a sí mismos. No hacen lo que dice, hacen lo que les hace sentir mejor. Satanás está en el huerto tentando a nuestros primeros padres para que establezcan su propia religión aparte de Dios. Se juntan con Satanás en su rebelión. De alguna manera crean su propia religión el hombre y la mujer.
Después dan a luz dos hijos. Los primeros seres humanos nacidos en la historia humana, dos hermanos: Caín y Abel. Aquí Jesús habla de Caín. Caín y Abel son los primeros dos hermanos. El primero es un adorador: su nombre es Abel. El otro es religioso: su nombre es Caín. Ambos traen en sus manos su ofrenda al Señor. Sus ofrendas son distintas, pero son aceptables por cuanto son ofrendas que traen en sus manos a presentarlas ante Dios. El Nuevo Testamento revela lo que de veras está pasando aquí, pero al leer el relato en Génesis, Dios mira a Caín y le dice: “Tu ofrenda no me agrada, pero la ofrenda de Abel sí me agrada”. La diferencia no era lo que traían en sus manos, sino lo que había en sus corazones. Abel viene amando a Dios en su corazón; trae una ofrenda de alabanza en sus manos. Caín no viene amando a Dios en su corazón, sino a presentar religiosamente la adoración que trae entre manos.
Y Dios le dice a Caín básicamente: “No trates de engañarme con la religión. No se trata de lo que veo en tus manos, sino de lo que veo en tu corazón”. Algunos de Uds. dirán al venir aquí: “De veras estoy adorando a Dios”. Pero Dios les dice: “Tienen que hacerlo con un corazón que me adora y me ama. Tanto la parte externa como la interna son importantes”. Dios le advierte a Caín y le dice: “El pecado está a la puerta. Tienes que tomar una decisión. ¿Lidiarás con el pecado de tu corazón, la envidia y los celos contra tu hermano, y tu falta de amor hacia mí, o seguirás siendo rebelde, haciendo una que otra buena obra, sin amarme en tu corazón?”.
¿Qué le hace Caín a Abel? ¿Qué le hace el hermano religioso al hermano adorador? ¿Qué le hace? Caín mata a Abel. El hermano religioso mata al hermano que adora. Por eso no aceptamos la religión como algo bueno. La gente religiosa se muestra piadosa por fuera, pero por dentro está muerta. Terminan trabajando por la causa de la muerte, defendiendo violentamente inclusive su ídolo religioso, matando a la gente. Asesinándolos, como Caín mató a Abel.
Jesús sigue en el versículo 52: “!!Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis”. Les dice: “¿Saben qué? Vine a salvar pecadores, y hay pecadores que me están observando que quisieran seguirme, pero no pueden verme porque Uds. no los dejan. No pueden llegar a mí porque les estorban el camino, y les dicen que el único camino a Dios es por medio de la religión”. Y Jesús les está diciendo: “Necesito quitar a la gente religiosa del camino para que los pecadores puedan venir a mí”. La religión interfiere con la redención. La religión interfiere con la redención.
Ahora tienen una oportunidad. Pueden arrepentirse en este momento. “¡Ay, Dios mío, somos como Caín. Somos como los que mataron a los profetas”. En cambio, en el versículo 53 dice, “Cuando se apartaba de allí, los escribas y fariseos comenzaron a estrecharle y a provocarle a que hablara de muchas cosas; acechándole, y procurando cazar alguna palabra de su boca para acusarle”.
“Jesús, exigimos que contestes nuestras preguntas. Jesús, exigimos que te reúnas con nosotros. Jesús, acudimos a los medios de comunicación. Jesús, tenemos una conferencia. Jesús, te ordenamos. Nosotros controlaremos la agenda. Haremos las preguntas, y tú nos contestarás”. Y Jesús dice, “Es hora de irme. Yo no me atengo a sus reglas. No me rijo por su sistema. No reconozco su autoridad”. Y se va.
La Biblia dice que en ese momento se volvieron críticos. “¿Qué está diciendo? ¿A donde va? Sigámoslo. A ver si podemos citarlo fuera de contexto. A ver si podemos representarlo como alguien que no es. A ver si encontramos la forma de matarlo. De deshacernos de Él para quedarnos con todas las ovejas”. Es algo muy serio.
Ahora, permítanme explicarles esto. En aquellos días, los fariseos se consideraban los hombres más santos del planeta. Mejor dicho, eran lo más santo que había. No hacían nada en el Día de Reposo por temor a desobedecer uno de los Diez Mandamientos. Diezmaban hasta de lo que tenían en el especiero. Para no lujuriar detrás de una mujer, cuando caminaban andaban cabizbajos, mirando el suelo, y se chocaban contra las cosas. Eran muy devotos. Aprendían hebreo. Se aprendían de memoria pasajes enteros de la ley del Antiguo Testamento. No solo podían decirnos cuales eran las 613 leyes, sino que también se habían memorizado si no la mayoría, todas las 613 leyes. Estos tipos eran lo más santo que había en cuanto a la religión, las buenas obras, y la justicia humana se refiere.
Jesús les dice algo aterrador, fascinante, y humillante en Mateo 5:20. Les dice algo que aumenta de alguna manera el conflicto perene con los fariseos. Jesús dice, “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. ¿Cuántos de Uds. están asombrados al oír esto? Mejor dicho, ¿cuántos de Uds. trajeron su eneldo? ¿Cuántos trajeron su eneldo? Pensarán, “No. Yo soy tan devoto que busqué algo en el especiero, y estoy esperando que pasen el plato para que pueda ofrendar mi 10% del especiero”. A lo mejor ni pensaron en eso. Habrán pensado: “No tengo tanta entrega. ¿El Día de Reposo? ¿Qué es eso? Ni siquiera sé lo que es. ¿Aprender de memoria? No lo hago. No soy así de devoto”.
Es como ir a un parque de atracciones y se montan en una máquina que les gusta, digamos que se llama Viaje al cielo, para darles una ilustración. Se acercan al que opera el artefacto y le dicen, Quiero montarme en Viaje al cielo. Y le dicen, “Claro que sí. Tienen que medir tanto de estatura. Tienen que medir más que esta medida de estatura, y si miden más que esta raya, pueden montarse en la máquina”. Bien, de acuerdo. ¿Dónde está la raya? ¿No veo la raya? Está allá arriba. Tienen que medir 127 pies de altura para montarse en el aparato”. Y dicen, “Es más alta que yo”. No sé si podré montarme en la máquina para ir al cielo. No creo que pueda crecer 122 pies en tan corto tiempo. ¿Alguno ha logrado montarse en el aparato? “Solo una persona lo hizo: Su nombre es Jesús. Nadie más lo ha logrado”.
Al oír esto, ¿cuántos de Uds. recuerdan las palabras de Jesús en otra parte que dijo, “Sed”, ¿qué? “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre es perfecto”. Algunos vendrán aquí hoy pensando, “¿Saben qué? Eso es lo que quiero. Quiero montarme en un aparato que me lleve al cielo. Quiero que todos mis pecados sean perdonados. Quiero estar con Dios para siempre. Quiero que Él me ayude ahora mismo y quiero que esté conmigo para siempre. ¿Qué debo hacer? Es fácil. Sean perfectos de pensamiento, palabra, obra, y motivo. En el futuro y en el pasado. Es todo. Háganlo. Y uno dice, “Ya es demasiado tarde. No puedo hacer eso”.
Porque el problema de la religión es este: La religión reconoce que somos pecadores separados de Dios. La religión reconoce que Dios es santo y que a sus ojos no somos aceptables. Entonces la religión dice, “¡Necesitamos algo! Tenemos que hacer algo!”. Y los líderes religiosos dicen, “¡Haremos una lista de reglas! ¡Llevaremos la cuenta, y les enseñaremos a las personas! ¡Los vamos a disciplinar y les enseñaremos lo que deben hacer! ¡Obedecerán todas nuestras reglas! Entonces Dios dirá: Estos son los buenos, y estos son los malos. Estos guardaron las reglas. Estos no las guardaron. ¡Salvaré a los buenos!’”. Así es la religión. Se trata de las buenas obras. Se trata de lo que hace la gente. Y eso se convierte en un ídolo. “Dios, me debes porque soy religioso, moral, piadoso, y bueno. Dios, por eso tienes que amarme. Tienes que salvarme. Tienes que perdonarme. Soy una buena persona. Hago cosas buenas. “No cabe duda que soy mejor que aquellas personas”.
Había un tipo en la Biblia que era así. Su vida estaba basada en su ideología. Se llamaba Saulo. En Filipenses 3 dijo, “Soy hebreo. Nacido de la tribu de Benjamín. De linaje puro. Estudié con Gamaliel, uno de los principales rabinos. Fui el primero en mi clase. Sé hebreo y aprendo de memoria libros enteros de la Biblia. Con celo y religiosa devoción adoro a mi ídolo de la religión, mis buenas obras, mi desempeño, mi justicia, mi bondad, aunque de paso asesiné a un diácono llamado Esteban, que amaba a Jesús”.
Después, Saulo cambió su nombre por Pablo cuando conoció a Jesús. Y dice lo siguiente en Filipenses 3:8: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. Pablo dice, “Toda mi vida, todas mis obras, toda mi religión, guardar las reglas, hacer las reglas, hacer cumplir las reglas, interpretar las reglas, cuando conocí a Jesús me di cuenta de que todo eso no es más que un montón de basura”.
En griego dice literalmente que es lo que uno ve en el parque de los perros, o cuando sale al prado del frente, o de su condominio, dormitorio, apartamento, y encuentra en el pasto un humeante montón de excremento que dejó algún perro. Cuando vea eso recuerde: “Ah, así es la religión. Ahí yace la religión”. Es asombroso, pero la gente religiosa piensa: “Mi pila de excremento está más organizada que la suya”. ¿Y qué? Sigue siendo excremento. “Mi montón es más grande que el suyo. No estoy seguro si sea bueno, así que rociaré mi montón con azúcar y lo haré pasar por una galleta”. Sigue siendo excremento. La religión no es más que una pila de excremento. Usted dirá. “Una religión es un montón verde. Otra religión es un montón azul. Una religión es un montón marrón oscuro”. Pero siguen siendo excremento. Es un montón de excremento. Un montón de excremento. Pablo dice, “Cuando conocí a Jesús me di cuenta de que toda mi vida la pasé amontonando basura”.
¿Entonces qué hacemos? ¿Dónde conseguimos la justicia? En Jesús. Por eso es que Jesús se opone con tanta vehemencia a la religión. Es Jesús o la religión. Eso es todo. Y la religión dice, “¡Debemos trabajar! ¡Debemos hacer algo!”. Pero lo cierto es: Usted y yo, y toda persona que será salva, es salva por las obras: las obras de Jesús. No las nuestras, sino las Suyas. No es lo que hacemos, sino lo que Él hace. No es la vida que vivimos, es la vida que Él vive. La religión tiene razón. ¡Alguien tiene que hacer algo! Pero los religiosos llegan y dicen, “¡Esta es las lista, ahora guárdenla! Sin embargo, Jesús dice desde la cruz: “Consumado es”. La obra entera está acabada.
Jesús toma nuestro pecado, muere en la cruz en lugar nuestro, por nuestros pecados, como nuestro sustituto, resucita de los muertos, derrota a Satanás, el pecado, y la muerte, y de veras nos redime de la religión, dándonos Su justicia. En Cristo somos perfectos. En Cristo somos perdonados. En Cristo somos redimidos. En Cristo somos justificados. En Cristo somos adoptados. La obra es toda de Cristo, no la nuestra. Eso es lo que llamamos la gracia. Es un don que se recibe.
Algunos dirán, “¿Acaso no cree en vivir una vida santa? ¿No cree en la disciplina?”. ¡Claro que sí! Queremos ser santos, pero no para que Dios nos ame, sino porque Cristo nos ama. No para que Dios nos acepte, sino porque en Cristo ya nos acepta. No para ganarnos el mérito, el favor, el amor, la aprobación, y la bendición de Dios, sino porque en Cristo ya nos ha dado todas esas cosas. Por lo tanto sí queremos ser santos, pero no para agradar a Dios sino porque Dios ya se agrada en nosotros en Cristo, y como Jesús nos ama, nosotros le amamos. Él coloca su Espíritu Santo en nosotros, nos da un corazón nuevo, nuevos deseos, una nueva naturaleza. Ahora queremos obedecerle. Motivados por el gozo y no el temor. No para que Dios nos muestre afecto, sino porque ya sentimos su afecto. La motivación es completamente diferente que en la religión. El resultado es gozo.
Por lo tanto, hay personas aquí que de veras necesitan arrepentirse profunda y completamente de su religión. Basta de la religión. Basta de hacer reglas. Basta de la santurronería. Basta de ufanarse. Basta de la jactancia. Basta de condenar a la gente. Arrepiéntanse de su religiosidad, y vengan a Jesús. Algunos de Uds. reconocen que son pecadores. Uds. lo saben. Su sistema no funciona. Su vida no funciona. Saben que no están agradando a Dios. Saben que las cosas no son como deberían ser. Pero entre ustedes y Jesús se han interpuesto muchas personas religiosas. Han obstruido el camino y los han confundido mucho. Les dicen que hagan esto y aquello. Que dejen de hacer esto y lo otro. Y están confundidos y desorientados.
O tal vez quieren conocer a Jesús, pero temen que al volverse religiosos, no podrán tener a Jesús sin la religión”. ¡Les tengo buenas noticias! Uno no puede tener a Jesús y la religión al mismo tiempo. Solo a Jesús. Hoy quitará a la gente religiosa y se les revelará. Les dice, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados”. O sea, los que han llevado encima ese yugo de la religión. “Perdonaré sus pecados y daré descanso a sus almas”.
Invito a la gente religiosa a arrepentirse y recibir a Jesús, y les insto a los pecadores que se arrepientan y no se vuelvan religiosos, sino que vengan a Jesús. ¿Amén? Amén. Vaya que buenas noticias son estas.
Dios Padre, pido contra el enemigo, sus siervos, sus obras, y sus efectos. Padre, confieso públicamente que si tuviera que escoger el camino del error, escogería el de los fariseos. Sería un religiosos celoso, disciplinado, denodado, entregado, audaz, santurrón, inventándome reglas, y condenando a la gente. Dios mío, a veces sé que fui así. Te pido Espíritu Santo que me salves de mí mismo y me ayudes a desempeñarme mejor en mi trabajo, sirviendo a estas personas que consideran a Mars Hill su hogar. Dios mío, por las personas que son como yo que propenden hacia el estado por defecto del corazón humano, como dijo Martín Lutero, que es la religión, Dios te pido que nos compunjas del pecado de la religión y permitas que nos arrepintamos de él completamente y de todo corazón. Dios, por aquellos que saben que son pecadores y se han desaminado por causa de la religión y la gente religiosa, pido ahora que vean a Jesús claramente y que quites la religión y la gente religiosa, los que obstruyen el camino, para que vengan a Jesús. En su nombre lo pedimos. Amen.
[Fin del Audio]
Nota: Esta transcripción ha sido editada.