Ante todo, Jesús (Lucas 9:51–62)

Lucas 9:51–62 (RVR 1960)

51 Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén.
52 Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos.
53 Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén.
54 Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?
55 Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois;
56 porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.
57 Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas.
58 Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
59 Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre.
60 Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios.
61 Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.
62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.

Introducción

Está bien Mars Hill, ¿en cuál libro estamos? En Lucas. Estaremos en Lucas dos años y medio, dos años y medio. Algunos de ustedes lo compararán a su primer año de universidad. Pero para nosotros es sencillamente el libro de Lucas. Estudiamos el libro de Lucas dos años y medio. Hoy abordaremos el tema, Ante todo, Jesús, en Lucas 9:51–62.

Mientras buscan el pasaje, les diré que esta porción es como el eje del libro. Tantos aspectos de la vida y el ministerio de Jesús estriban en lo que veremos en el capítulo 9, versículo 21, que dice: “Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba”, o sea de vuelta al cielo. Esto ocurre después de su muerte, sepultura, resurrección, y ascensión, y finalmente es llevado al cielo otra vez, de donde había venido como Dios. “Él”, Jesús, “afirmó su rostro para ir a Jerusalén”. Para Jesús este es el día. El día en que asegura su lugar y fija su derrotero. “Esto es lo que soy, este es mi destino, esto es lo que hago. Estoy resuelto. Nadie puede disuadirme. Estoy comprometido a llevar esto a cabo”.

Y va rumbo a Jerusalén, para ser crucificado. Aquí vemos a Jesús con el ceño fruncido y una mirada férrea cuando va rumbo a la cruz, donde expiaría los pecados del mundo; es decir, donde moriría en nuestro lugar, por nuestros pecados, como nuestro Dios y Salvador. Si esto fuera una película, sería el momento culminante donde el héroe sabe que para deshacerse del maleante tiene que ir al lugar de la batalla y el conflicto. Debe arriesgarlo todo, es decir, su vida. Y con firme determinación va para allá precisamente, y eso es precisamente lo que hace.

La ciudad de Jerusalén

Este es el punto en el libro donde ocurre una transición, y de aquí Jesús literalmente marcha hacia Jerusalén, hacia su cruz, hacia su conflicto con Satanás para derrotar y desarmar este gran enemigo, que es nuestro gran enemigo. Y esto se desenvuelve de la siguiente manera: en los meses que vienen, veremos a Jesús viajando, literalmente, de Galilea a Jerusalén. No veremos la llegada de Jesús a Jerusalén sino hasta Lucas 19, y en el camino predicará, enseñará, sanará, y expulsará demonios. Hoy conoceremos algunas de las personas que le sirven fielmente, pero va rumbo a Jerusalén.

Hasta ahora ha trabajado en la región de Galilea, como hemos visto, en pueblitos y aldeas de docenas y centenares de personas: agricultores, campesinos, pescadores, gente sencilla del campo. Pero Jerusalén es completamente distinta. Es una gran ciudad. En esa época tenía más de 100.000 habitantes. Y si uno venía de un pueblo de 40, 50, 0 60 personas, como Jesús, y hacía el peregrinaje a Jerusalén, ver a Jerusalén era asombroso. Es una ciudad situada prácticamente sobre una colina. En la Biblia se llama la Ciudad de Dios, una ciudad sobre una colina, edificada de las rocas mismas, y las piedras donde está situada. Es una vista magnífica. Data de hace unos 3.000 años. Si uno va ahí, hay diez capas de civilizaciones que yacen una encima de la otra. Por eso siguen excavando y escarbando para hallar diferentes aspectos de la historia. Es asombroso.

En los días de Abraham, era una ciudad muy sencilla con algunas personas, no muchas, que moraban en este lugar donde Abraham por poco sacrifica a su único hijo, Isaac. Y se decía que en esa región, Dios mismo proveería. Fue un momento pletórico de significado, y en última instancia Jesús vendría como el Hijo de Dios. Abraham hizo que Isaac llevara su madera, como el Padre hizo que Dios el Hijo llevara su madero al lugar donde derramaría su sangre y moriría. Y Jesús entregó su vida, y murió en esa misma área de Jerusalén, y por eso el templo fue erigido ahí como sombra de la venida de Jesús. Todo culmina en Jerusalén. Se menciona como 800 veces en la Biblia. Hoy en día, una multitud de religiones del mundo la consideran suya. O sea que es una ciudad muy, pero muy significativa.

Ahora permítanme decirles que me encanta mi trabajo, de veras, y me encanta el día que Dios ha escogido para mi trabajo, porque tengo el privilegio de llevarme una cámara, y ver cosas, y mostrárselas. De manera que fuimos a Jerusalén, y ya les mostré dónde nació Jesús, y el pueblo donde creció y donde fue transfigurado. Y más adelante verán el evento culminante de su crucifixión, y donde se cree que resucitó de los muertos y ascendió al cielo.

Oren para que el año que viene vayamos a Turquía. Rodaremos varios videos sobre las siete iglesias de Apocalipsis, rodaremos una sobre la excavación arqueológica en Éfeso. En el futuro les mostraremos más cosas que nunca. Queremos ilustrarles la Biblia de tal manera que sientan y vivan lo que dice. Queremos que la vean como historia y realidad, no solo como filosofía.

Así que este año pasado, la agencia de viajes fue tan amable de darnos la gira y obsequiarle al personal de Mars Hill los boletos para que el equipo de rodaje fuera conmigo. Así que fue un regalo muy generoso. Y nos dieron la oportunidad de subirnos al techo de un edificio. Algunos que no eran cristianos nos dejaron hacerlo; en el barrio antiguo de Jerusalén nos dejaron subir al techo de su edificio para filmar.

Jerusalén es una ciudad rodeada con un viejo muro, y está muy atestada dentro de ese muro. Es difícil caminar; las tiendas están aglomeradas y hay mucha tensión; la ciudad se extiende más allá de esos muros. Claro que ha cambiado en los últimos 2.000 años, pero pueden imaginarse más o menos cómo es la topografía y la densidad de la ciudad al verla ustedes mismos. Así que les presento con gran gozo este video, y después explicaremos de qué se trata. Aquí tenemos a Jerusalén… tal como aparece hoy.

Hola, soy el pastor Mark aquí en Jerusalén. Lo interesante acerca del libro de Lucas y el capítulo 9, v. 51, es que el libro se divide geográficamente. Vemos a Jesús que se mueve de la región o el área de Galilea, y dice que afirmó su rostro para ir a Jerusalén. Ahí habla de la antigua Jerusalén, la ciudad dentro de los muros, la ciudad del Rey David. Lo que resta de Lucas, del capítulo 9, versículo 51 en adelante, nos muestra el viaje de Jesús a Jerusalén y muchos de los grandes sucesos, incluyendo su arresto, su crucifixión, su sepultura, y su resurrección; todo eso acontece dentro de los muros de Jerusalén.

Y al caminar por aquí, nos pareció difícil compartir con ustedes exactamente el plano de la ciudad porque la ciudad es tan compacta. Es difícil tener una perspectiva panorámica de la ciudad. Por eso estamos sobre este techo, y me gustaría darles una breve gira de la antigua ciudad y de la nueva.

Empezando por el lado izquierdo, ahí fue donde en última instancia enterraron a Jesús; su crucifixión y sepultura ocurrieron fuera de la ciudad aquí a la izquierda. Pasamos al gran monte. Debajo hay muchas tumbas; es decir, me refiero al Monte de los Olivos. Jesús oró, y predicó, y enseñó ahí. Zacarías nos dice que cuando Jesús regrese, sus pies pisarán esta tierra. Al pie del Monte de los Olivos está el Valle Kidron.

Y frente a mí está Jerusalén, como se conocía en tiempos de Jesús; obviamente con algunas alteraciones, pero geográficamente casi los 240 acres que forman esta área fueron los lugares por donde Jesús anduvo. Hoy en día está dividida básicamente en cuatro secciones.

Claro, si miran conmigo al frente, básicamente donde está la grúa, hay una cúpula blanca. Generalmente esa zona se conoce como el Barrio Judío, y aproximadamente unas 3.000 personas viven ahí.

Si nos trasladamos un poco a la derecha, vemos el Barrio Armenio-Cristiano. Eran un grupo de personas cristianas, que fueron oprimidas y aniquiladas salvajemente por los turcos musulmanes. Por eso llegaron a ser refugiados, y obviamente la gente simpatizó con ellos por esta razón. Me dicen que no hay muchos allí, varios centenares de personas.

Un poco más a la derecha está el Barrio Cristiano. Y nos dicen que el Barrio Cristiano tiene unos cuantos miles de personas, quizás.

Lo que queda de la Antigua Jerusalén, es el Barrio Árabe. Es decir, donde viven los musulmanes.

Hoy muchos de ustedes no saben que hay más o menos 25.000 residentes en la Antigua Jerusalén, la Ciudad de David. Unos cuantos miles son judíos. Unos cuantos miles son cristianos, y la gran mayoría en esta área particular son musulmanes. Y como se darán cuenta por la Cúpula de la Roca, y otras mezquitas que se encuentran en la topografía, la cinematografía que tiene el Islam ciertamente tiene raíces muy profundas en esta área.

Si miramos entre las mezquitas, al otro lado de la Cúpula de la Roca, vemos el camino a Belén, donde había nacido Jesús, y el camino al Mar Muerto, el punto más bajo de la tierra. Con eso en mente, también quiero mostrarles el área cerca, o al lado de la cúpula blanca sobre el monte, es el lugar conocido como el Monte Sión. A menudo oímos hablar de ese lugar en las Escrituras, y frecuentemente en los Salmos. Y es allá en ese lugar donde se encuentra la tumba de David; allí fue donde Jesús hizo la última cena, la comida de pascua con sus discípulos. Y por último, también fue el lugar donde el Espíritu Santo descendió sobre la iglesia incipiente, donde 120 creyentes celebraron la Fiesta de Pentecostés, y ahí es donde el cristianismo empezó en el contexto del Nuevo Pacto, en donde fue inaugurada la iglesia cristiana, como la conocemos; todo eso sucedió ahí.

¿No les parece maravilloso? Me encanta mostrarles cosas, y estoy muy agradecido con los ancianos por dejarnos usar toda la tecnología posible para enseñarles lo mejor que puedo. Y esto es importante por la siguiente razón: Quiero que se familiaricen con la topografía de Jerusalén, su tamaño y panorama, así como su proximidad a las áreas más importantes que oiremos mencionar más adelante en el Evangelio de Lucas, en el ministerio de Jesús. Pero también quiero darles un pequeño esbozo geográfico, porque Jesús está viajando de Galilea, que queda al norte, hacia Jerusalén que queda al sur, y está pasando por Samaria. Y mientras hace este recorrido, veremos cómo responden y reaccionan varias personas a su paso.

Jesús, o la tribu

Hoy veremos un grupo de personas, los samaritanos, y después tres individuos, y cómo reaccionan ante Jesús. Así que lo primero que aprendemos, es que hay un grupo llamado los samaritanos, y le dan más importancia a su tribu que a Jesús, cuando deberían darle más importancia a Jesús que a su tribu.

Y el Lucas 9:52–56, leemos, “Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén”. Ha determinado que va ir a la cruz. “Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?”. Aunque son cristianos, aquí no demuestran tener mucha paciencia. “Entonces volviéndose él, los reprendió, Vosotros no sabéis de qué espíritu sois”, y se fueron a otra aldea.

¿Qué está sucediendo aquí? Pues, se los mostraré en un mapa. Ahora, Jesús hasta ahora ha realizado la mayor parte de su ministerio en la parte norte, en Galilea, en pueblitos y aldeas. Está obrando en torno al Mar de Galilea entre los campesinos, pescadores, y agricultores. Emprende su viaje de varios meses hacia Jerusalén, rumbo a la cruz, hacia el lugar de su muerte, su sepultura, su resurrección, y su ascensión. Y después pasa por un área que se llama Samaria.

Ahora permítanme explicarles qué es Samaria. Eran una especie de grupo pseudo judío. En aquellos días eso eran. Se habían casado con los paganos, y establecieron su propio templo, su propia Biblia, su propia religión, su propia teología, sus propios pastores. Y los judíos no sabían qué hacer con esta gente, porque los consideraban completamente locos. Sería algo como una combinación de nudistas, mormones y cienciólogos. De los que uno piensa, “ni siquiera puedo clasificarlos”, ¿no es cierto? “Dicen que son un ramo del cristianismo, pero ni siquiera sabemos cómo clasificarlos”.

Lo que pasaba era que cuando el pueblo de Dios viajaba de Galilea a Jerusalén, era como si le dieran la vuelta a Utah. Pasaban a Utah de largo, mejor dicho, no sabían qué hacer con Samaria. Y la hostilidad entre judíos y samaritanos era muy intensa. A veces profanaban sus templos, y había muchas luchas internas. “El templo de ustedes está mal”, “No, el de ustedes está mal”. “La teología de ustedes está mal”, “No, la de ustedes está mal”. “La Biblia de ustedes….”. Mejor dicho, era un caos total. Puro conflicto. Esta religión hereje, rarísima, surge de lo que debería haber sido una alabanza fiel a Dios, basada en la Biblia.

Pero Jesús no le da la vuelta a Samaria, pasa por Samaria, y envía mensajeros delante de Él. Les diré por qué. Como les he dicho repetidas veces, muchos de estos pueblos son muy pequeños, de docenas y centenares de personas, y a Jesús lo rodean las multitudes. Viene con los 12, más los 70, mas los otros amiguitos que tiene en Facebook, que le seguían con sus apps, y lo encontraron para acompañarlo en su viaje. Así que con él vienen quizás unas 80 personas, o más de cien personas. Y en vista de que era una aldea de 40 o 60 personas, no había Ramada Inn. No había Costco ni Sam’s Club. No están preparados para recibir tantas visitas a la vez.

Por lo tanto mandaban mensajeros adelante, “Oigan, Jesús viene. Somos muchos. ¿Tienen algo de comer, pueden darnos albergue? ¿Nos permiten comprar las provisiones para cuidar al equipo ministerial que viene con Jesús y los apóstoles, que son como sus pastores, y los 70, que son como sus diáconos?”. Y dijeron, “No, no podemos acomodar tantas personas”. De acuerdo, entonces tenemos que seguir al próximo pueblo, y tenemos que encontrar un sitio donde alojarnos, y cómo darles de comer a la gente, y hacer los preparativos”.

Así que entran a Samaria, viene Jesús, y eso es lo que está pasando. Y los samaritanos dicen, “¿Saben qué? En realidad no queremos a Jesús, porque si pretende ir a Jerusalén eso significa que no reconoce ni da validez a nuestra tribu”. Los samaritanos eran un grupo religioso, un grupo político, un grupo racial, un grupo cultural, un grupo social. Eran una tribu. Eran como la gente de hoy que basa su identidad en alguna tribu o grupo.

Dicen, “Estamos dispuestos a recibir a Jesús, pero si se hace miembro de nuestra tribu. Necesita validar nuestra teología, ir a nuestro templo. Necesita apoyar nuestros líderes. Necesita apoyar nuestra teología. No puede ir a Jerusalén. Eso le mostraría al mundo que Jerusalén, y no Samaria, es donde Dios quiere iniciar su obra redentora. Eso demostraría que su interpretación de la Biblia es correcta y que la nuestra está equivocada. En vez de arrepentirnos, vamos a rechazar a Jesús”. Esas son sus únicas dos opciones, arrepentirse, o rechazar a Jesús. Y ellos no se arrepienten, rechazan a Jesús. Lo que hacen es darle más importancia a su tribu que a Jesús. Están dispuestos a recibir a Jesús, siempre y cuando los apoye, pero Él no lo hace.

Permítanme preguntarles, ¿A cuál tribu pertenecen? ¿A qué grupo pertenecen? ¿Cuál es su identidad? ¿Su familia, su raza, su cultura, su idioma, su religión, su etnia, su orientación política, su preferencia sexual? ¿Acaso es su experiencia espiritual? ¿Acaso es su causa o doctrina? No sé a cuál causa o doctrina pertenezca. Muchos de ustedes son jóvenes y luchan por una causa, y mientras Jesús apoye su tribu, no tienen ningún problema con Jesús. Pero si Jesús les dice que se arrepientan de su misión, de su identidad o de su comunidad, entonces no le dan la bienvenida.

Y lo cierto es que así son muchas personas. Solo dejan que Jesús entre a su tribu bajo ciertas condiciones, y Él viene y dice, “No. Yo soy Dios. Ustedes no me dicen que los siga, yo les digo que me sigan. Yo no me uno a su grupo, ustedes se unen al mío”. El equipo de Jesús es muy diverso: hay diferentes razas, idiomas, naciones y culturas, e invita a todos a seguirlo, pero Él no sigue a nadie. Él es Dios. Hasta las religiones hacen esto, y algunos de ustedes tratan de hacerlo. Dicen, “Me encanta Jesús, y me parece muy bien que Él provea y que haga lo que le pido, siempre y cuando esté de acuerdo con lo que creo”.

¿Y si Jesús no apoya su partido político, o su causa? ¿Qué tal que no apoye sus intereses nacionales, su preferencia racial, su base cultural, o su orientación sexual? ¿Qué tal que le diga, “No, estoy en contra de esas cosas”? Necesitan olvidarse de eso, ¡síganme, y vuelvan a empezar!”. ¿Estarían dispuestos a recibirlo, o lo rechazarían? Así son las cosas.

Por eso es que algunas religiones hasta dicen creer en Jesús. Los mormones tratan de darle un lugar a Jesús, los testigos de Jehová le dan un lugar a Jesús, los judíos tratan de averiguar qué hacer con Jesús. Y los musulmanes, los budistas, los bahai, y los hindúes, todos tratan de encontrarle un lugar a Jesús en la espiritualidad indefinida. Le abriremos campo a Jesús. Oprah busca la manera de introducirlo al escenario con Photoshop. Todos tratan de abrirle campo. Oh, es un hombre admirable, un buen maestro. Les ayudó a los pobres, les dio de comer, amó a los oprimidos. Tenemos un lugar para él en nuestro equipo”.

Permítanme decirles esto: Jesús no es un musulmán. Jesús no es un testigo de Jehová. No es un mormón. No es un cienciólogo. No es de la espiritualidad indefinida. ¡Jesús es Dios! Él no se vincula a ninguna religión, a ningún otro equipo o tribu. Es Dios. Uno debe seguirlo a Él. Él no nos sigue para darle validez a lo que creemos. Nos llama al arrepentimiento para que lo sigamos a Él.

Y cuando este mensaje llega a los samaritanos, dicen: “Este va a Jerusalén, ¿y quiere que lo sigamos a Él? Tenemos unos planes y una ideología completamente distintos. Jesús puede unirse a nosotros, o sino puede irse”. Pierden la bendición y el gozo de disfrutar la amistad y la comunión con Jesús.

Algunos de ustedes han hecho eso. Dicen, “Jesús me parece bien, siempre y cuando no se crea Dios, Señor, o que está al mando de todo. Siempre y cuando esté de acuerdo con lo que creo y con lo que hago, lo toleraré. Pero si me llama al arrepentimiento, o me muestra que estoy equivocado, lo rechazaré”. Por favor no hagan eso. Los samaritanos lo hicieron. Dios vino al mundo y pasó por Samaria, un lugar donde nadie quería ir. Les extendió una mano amistosa, y la rechazaron.

Es tiempo de salvación, no de condenación

Entonces dos de sus discípulos quisieron consumirlos con fuego del cielo… como los que condenan a todo mundo, ¿no es así? Son de los que dicen, “¡arrepiéntanse o al infierno!”. Son como esos tipos. “¿Quieren recibir a Jesús?. “No”. ¡Entonces van a arder en el infierno! El que sigue….”. Mejor dicho, no tienen paciencia, ¿no es cierto? Este le dice de buenas a primeras, “¡arrepiéntanse o al infierno!”. Así hace las cosas. Jacobo y Juan.

Ahora les diré lo que me gusta de esto, es decir, lo confiados que son estos dos hombres. Piensan, “Podemos hacer caer fuego del cielo”, lo cual representa demasiada presunción de su parte. Ni siquiera le dicen a Jesús, “Oye, pensamos que deberías mandar que caiga fuego del cielo”. Es como si dijeran, ya sabemos cómo es la cosa. Fuego del cielo, “estamos listos si te parece bien. Pensamos que la palabra Samaria quiere decir ‘leña para prender’ en griego, y estamos listos para probarlo”,

Lo extraño es que esto ocurrió en los tiempos de Elías. Elías entró en debate con los profetas de Baal, y mandó que fuego bajara del cielo. Ahora, entiendo que hay veces en la Biblia, como en el caso de Sodoma y Gomorra, o como en los tiempos de Elías, en que Dios envió fuego del cielo. pero aquí no estamos en aquellos tiempos, por eso Jesús los reprende. Le dice, “Oye, ¡cálmate!’“. Ustedes no están amando a estas personas, ¿verdad que no? Me pregunto si Jesús pensaría, “Si quiero mandar que caiga fuego del cielo, haría que le cayera a algunos de mis discípulos que me están volviendo loco”.

Jesús les dice básicamente, “No es el momento idóneo. Es cierto, hay un tiempo apropiado para condenar, Es tiempo de salvación”. Jesús está diciendo, “Miren, voy a Jerusalén. Voy a morir en la cruz. Voy a sufrir. Voy a expiar los pecados. Después, ustedes podrán volver a Samaria. Enviaremos a algunos de ustedes para decirles a ellos que expié los pecados, que conquisté el pecado y la muerte por medio de la resurrección, para darles a los samaritanos otra oportunidad de recibir la gracia, y la misericordia, y el perdón, y la salvación”.

Mientras una persona esté viva, tiene otra oportunidad. Sí. Y los samaritanos echaron a perder su oportunidad. No entendieron la urgencia del momento, pero tampoco deben tratar de disuadir a Jesús. Él va a expiar los pecados, y tendrá paciencia con ellos así como es paciente con ustedes, y conmigo, y es paciente con sus propios discípulos, Jacobo y Juan. Es muy paciente con nosotros. No significa que debemos ser perezosos y conscientes de lo urgente que es la situación. Pero significa que mientras estemos vivos, aún no es tiempo de condenación.

Pero cuando alguien muere, hay fuego del cielo. Hebreos 9:27 dice, “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una vez y después de esto el juicio”. No hay remedio después de la muerte. Uno es juzgado y va al cielo o al infierno. Así son las cosas. No hay reencarnación; no existe otra oportunidad, por lo tanto no sea como los samaritanos, reconozca lo urgente que es esto. Mientras esté vivo, no es tiempo para la condenación. Todavía tiene la invitación a ser salvo y seguir a este hombre, el Dios-hombre, Jesucristo.

Jesús, o la comodidad

Mientras sigue su viaje, vemos tres personas que vienen y tienen una conversación muy interesante con Jesús, y al igual que los samaritanos, cada uno se equivoca al darle más importancia a algo o a alguien que a Jesús, y ponen a Jesús en segundo plano, siempre y cuando no exija que le den prioridad, siempre y cuando no exija ser lo que más deben atesorar, el primer amor, el primer compromiso; con mucho gusto lo ponen en su lista de prioridades pero no a la cabeza.

Y entonces lo vemos con este hombre que le da más importancia a la comodidad que a Jesús, cuando Jesús debería ser primero. En Lucas 9:57–58 dice, “Yendo ellos, uno le dijo en el camino…”. Entonces llega un hombre y le dice, “Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre…”, su título predilecto, sacado de Daniel que significa Dios encarnado, “…no tiene dónde recostar la cabeza”.

Así que este hombre llega y le dice a Jesús, “Jesús quiero seguirte. Iré a donde quiera que vayas”. Y Jesús le dice, “¿Estás seguro? Antes de seguirme, permíteme decirte que no será fácil. Soy un hombre sin hogar, que no tiene un centavo, y seré crucificado. ¿Todavía quieres seguirme a donde vaya? ¿Estás seguro de ello?”.

Lo que pasa es que a veces el cristianismo se convierte en un esfuerzo para que la gente reciba a Jesús, pero le mentimos a la gente. “Oh, estás enfermo, ven a Jesús y Él te sanará. Oh, eres pobre, ven a Jesús, y Él te hará rico. Oh, estás triste, ven a Jesús, y él te hará feliz”. Y la gente viene a Jesús y dice, "Sabe, eso no funcionó. Estoy más varado que antes. Empecé a darle el 10%, y no me ayudó en nada. Estaba triste, y ahora estoy más triste, porque ahora sé lo pecador que soy. Mis circunstancias no han cambiado, pero estoy más consciente que nunca de mis faltas y defectos. Antes tenía amigos, y ahora no. Hombre, la vida se ha puesto bien dura. No me sané, ahora tengo cáncer. No está funcionando. Estoy decepcionado con Dios. Jesús, pensé que eras como una piñata. ¿A ver, dónde está el palo? ¿Cómo funciona esto? ¿Dónde están todas las golosinas, las chucherías, y las bendiciones? Esto se me hace muy duro”.

Permítanme decirles esto de entrada, seguir a Jesús es la mejor vida que hay, pero ténganlo por seguro que no es la más fácil. Lo que le dice a este hombre básicamente es, “Si quieres seguirme, no tengo donde dormir esta noche. Si quieres seguirme, no tengo nada que comer esta noche. Si quieres seguirme, está bien, pero déjame decirte, será un camino difícil para nosotros”.

Y aceptan el trato, si a un lado de la balanza pueden seguir teniendo sus posesiones y comodidades, y su seguridad, y al otro lado tienen a Jesús; cuando deberían valorar a Jesús ante todo. Por lo tanto, ¿saben qué? Prefiero estar en la quiebra, enfermo y triste, pero con Jesús, que ser rico, saludable, y aparentar ser feliz, y estar sin Él. Prefiero tener a Jesús, cueste lo que cueste. Es cuestión de escoger entre Jesús y la comodidad.

Algunos de ustedes se han creído el mito de que caminar con Jesús, implica que todas las cosas irán de maravilla. Permítanme recordarles que están siguiendo a un hombre en la quiebra y sin hogar, que fue traicionado por un amigo y asesinado. Para nosotros eso no significa que el camino de seguir a Dios siempre sea fácil, pero es el mejor. Por lo tanto, se los digo de antemano. Quiero que todos ustedes sean cristianos, y no parece ser una promoción muy atractiva, lo sé. No es una promoción muy buena.

Pero ¿saben qué? No estamos vendiendo nada. Estamos ofreciendo a Dios como un regalo, un don; y no es lo que Él da, sino quién es. Dios es el don. Dios es el tesoro. Dios es el gozo, su nombre es Jesús. Y no quiero presentarles a Jesús como un negociante lo haría, o un publicista, o un vendedor. Quiero que conozcan la verdad antes de aceptarla. Seguir a Jesús podría suponer un camino muy duro, pero lleno de gozo, si atesoran a Jesús por encima de todo. ¿Amén? Amén. Así que se trata de Jesús sobre la comodidad.

Jesús, o la seguridad

Segundo, otro hombre viene a Jesús, y su problema es que le da más importancia a su seguridad que a Jesús, cuando debería darle siempre más importancia a Jesús que a su seguridad. Así dice el relato: Lucas 9:59–60, “Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios”.

Las siguientes dos personas van a usar las mismas palabras. Ambos van a decir, “Jesús, quiero seguirte, pero antes déjame hacer tal cosa”. Lo que están diciendo es esto: “Jesús, quiero seguirte pero como segunda prioridad. Mi primera prioridad es otra cosa. Por qué no hacemos un trato para que pueda darle prioridad a lo otro, para que me permitas seguirte como segunda prioridad”.

Algunos de ustedes son así, le dan más prioridad a sus estudios, a sus carreras, a su recreación. Le dan prioridad a algún tipo de seguridad y quieren que Jesús esté de acuerdo con que le den segunda prioridad. Ese es el asunto.

Ahora, es una de las cosas más difíciles que Jesús dijo en toda la Biblia, porque parece que Jesús estuviera siendo irrazonable. “Quiero ir a sepultar a mi padre”. “No”. “Pero es mi padre”. ¿Cuántos de ustedes aman a su padre? Yo amo a mi padre. Si fuera a Jesús y le dijera, “te amo; voy a seguirte. Pero antes tengo que enterrar a mi padre”. Él me diría, “No, no hagas eso. Deja que los muertos entierren a sus muertos”. Y le diríamos, “leí en este libro donde dice, honra a tu padre y a tu madre. Y ahora estoy confundido”, ¿no es cierto? Si son nuevos, al libro que me refiero es la Biblia. Lo dice en los Diez Mandamientos. Dice que debemos hacer qué con nuestros padres y madres? Honrarlos. Esto me tiene confundido.

¿Jesús amaba a sus padres? Sí. ¿Amaba a su madre? ¿Jesús amaba a su madre? Claro que sí. Un amigo mío lo dijo muy bien, Jesús amaba a su madre, pero no era un hijo mimado tampoco”. Algunos de ustedes tienen que arreglar ese asunto, caballeros. De acuerdo, amaba a su madre sin ser un hijo mimado. Aun cuando está en la cruz, mira hacia abajo y ve a su madre, María. Mira a Juan que es como un hermano menor para él, y un buen amigo. Le dice, “Oye Juan, cuida a mi madre. Cuídala; la amo”. Está haciendo preparativos para su madre. La ama.

Entonces ¿qué está pasando aquí? ¿Qué dice Jesús? Les diré lo que no está diciendo, no está diciendo lo que dicen los líderes de las sectas, y es muy triste pero he oído a los líderes de las sectas usar este versículo y otros como él para aislar a la gente de sus familias y amistades, para sacarlos de una comunidad sana y transformarlos en personas emocional, espiritual, psicológica, y físicamente vulnerables.

Les daré un ejemplo. De hecho, tuve una discusión sobre este versículo con una mujer joven. Al comienzo de Mars Hill, ella empezó a venir a los cultos. Era bastante joven, tendría unos 19 o 20 años, y yo la clasificaría como una persona emocionalmente frágil. Era una chica muy cariñosa, pero había sido abusada y traumatizada. Su vida había sido muy dura. Básicamente se había escapado de un hogar muy traumático, y se había hecho amiga de un tipo muy carismático, en el sentido de que era un hombre con una gran personalidad, un líder espiritual, un autodenominado líder espiritual. Creo que sé de dónde vienen sus espíritus… Pero no eran de Dios.

Era un hombre mayor que se aprovechaba de las jovencitas sin una figura paterna sana en sus vidas, y eran emocionalmente frágiles. Estaba en una situación peligrosa y humillante. Y les citaba, al igual que a las otras muchachas, versículos como estos. Y les dice, “Jesús dice que ni siquiera hablen con sus padres, no los llamen, no se encuentren con ellos, no les hablen. Considérenlos muertos. Síganme a mí. Formen parte de mi círculo de seguidores, como el que Jesús tenía”. Y asumía la posición de Jesús, esencialmente, y las aislaba de sus familiares y de sus amigos.

Estaba muy confundida, y me encontré con ella, y la recogía de vez en cuando esperando que estuviera dispuesta a asistir a la iglesia, para hablarle. No tenía carro y necesitaba que alguien la recogiera. Y recuerdo que le dije, No es una relación sana. Tiene todas las características de una secta religiosa. Tiene todo el aspecto del abuso sexual; él quiere aprovecharse de ustedes para que cometan crímenes y le ayuden a pagar sus cuentas. Esto tendrá muy malas consecuencias, y no quiero eso para ti. Déjanos ayudarte con esto. Queremos apoyarte”. Y ella dijo que no.

Dijo que no, y discutimos sobre este mismo versículo. Me dijo, “Jesús dijo que debíamos odiar e ignorar a nuestros padres y eso es lo que estoy haciendo”. “No, no lo creo cariño, Jesús no se refería a eso”. A fin de cuentas la joven desapareció con el líder de esa secta. Viajaron por todas partes para que nadie los pudiera encontrar, ni pudieran contactarse con ellos.

Y después la vi hace unos años, de paso por Mars Hill. Estaban pasando por esta ciudad causalmente después de muchos años. Y vino y me dijo, “hola”. “Sí, todavía ando con ese grupo. Y sí, tenías razón, las cosas se han puesto muy mal”. Mejor dicho, supe por su mirada que la estaba pasando muy mal. Le dije, “Todavía puedes salirte; te queremos, y nos encantaría ayudarte a salir. Y ahora tenemos muchos más recursos que antes. Haríamos cualquier cosa por ayudarte. Por favor, ¿estás dispuesta salir? “Es que estoy preocupada por las otras personas en el grupo, ¿y qué tal que él tenga razón?”. Y siguió muy confundida y rechazó la ayuda y desapareció. Fue algo muy triste.

¿Jesús es así? ¿Está haciendo eso? ¿Es el líder de una secta que se ve rodeado de gente susceptible y les dice que rompan todos los lazos familiares, que hagan caso omiso a sus padres? Es algo muy peligroso. No. Eso no es lo que está haciendo. Eso no es lo que Jesús está haciendo.

¿Entonces qué está haciendo aquí? Pues permítanme darles un trasfondo cultural que creo que los que oyeron a Jesús originalmente hubieran entendido, en un contexto que no entendemos hoy, por lo tanto tenemos que explicar el aspecto cultural para interpretar y entender lo que ocurre aquí.

En aquellos días, se esperaba que los hijos honraran a su madre y a su padre, en base a la exhortación de los Diez Mandamientos. Entre más avanzados en años estaban los padres, más se suponía que los hijos debían cuidarlos. Y cuando se estaban muriendo, definitivamente debían estar con ellos. Al morirse, había reglas y procedimientos tradicionales para preparar el funeral y el entierro, cierta música debía tocarse, la comida y la ropa eran especiales, había endechadores; era un gran evento. Toda la familia participaba, y duraba varios días. Todo el vecindario y la aldea estaban invitados. Es un evento muy importante.

Y lo que me imagino cuando le dice a Jesús, “Quiero seguirte, pero primero déjame enterrar a mi padre”, ante todo, es que su padre no está muerto, y ni siquiera está muriéndose. Si su padre estuviera muriéndose, ¿dónde estaría el hijo? Al lado de su padre. Si su padre estuviera muerto, ¿dónde estaría el hijo? En el entierro, encargándose de los asuntos de la familia.

Esto es lo que presupongo. No creo que el padre haya estado a punto de morirse. Aún le quedaban años, y tal vez décadas por vivir. Y lo que le está diciendo a Jesús es, “Definitivamente quiero seguirte, Jesús, pero si les digo a mis padres que voy a seguirte, como son judíos más o menos devotos, no creo que se alegren mucho por esto. Además, si no les obedezco, y si no estoy ahí con ellos hasta la muerte y hago todo lo correcto, No me darán mi herencia. Mi herencia es muy grande”. Si uno cuidaba su familia, le daban una gran herencia.

Por eso pienso que esto es lo que le está diciendo a Jesús: “Uno de estos días, algunos años más adelante, voy a seguirte. Recuerda mi rostro, volveré más tarde. Dentro de 10, 15, o 20 años cuando se muera mi padre, y me den un cheque enorme como herencia, entonces me volveré cristiano. Voy a diezmar las primicias, y voy a seguirte; voy a predicar y entrar al ministerio, será algo grandioso, algún día, pero no hoy”.

Y el problema que tiene ese hombre es que valora más la seguridad que a Jesús. Desea la aprobación de su familia, y quiere su herencia más que a Jesús. Y deberíamos escoger a Jesús por encima de la seguridad.

¿Y qué tal ustedes? Algunos de ustedes dirán, “Con todo el corazón, con toda mi pasión seguiré a Jesús, pero cuando salga de la universidad. Ahora estoy ocupado estudiando. No tengo tiempo para la iglesia, para el estudio bíblico, la oración, el grupo comunitario. No tengo tiempo Antes debo terminar mis estudios, para establecer mi futuro. Eso me ayudará a sentirme seguro”. Algunos de ustedes son solteros, y dicen: “Tengo 20 y pico de años, y a esa edad uno se prepara para la rehabilitación”. Eso es lo que hacen. Les sale herpes labial, y están listos para ser rehabilitados. “Y después cuando cumpla 30, cuando me case, cuando tenga hijos, seguiré a Jesús seriamente, ya lo verán. Estoy guardando todo mi entusiasmo, y de alguna manera todo saldrá adelante en un instante, ya verán”.

Algunos de ustedes dicen, Tan pronto pague mi cuenta de la universidad…. En realidad no me queda tiempo para Jesús ahora, ni para madurar en una relación con Él, porque estoy tratando de pagar lo que debo en la universidad, y tan pronto termine de pagar esa deuda, Jesús, estaré muy entusiasmado. Estaré listo para seguirte”. Y a menudo la gente sigue postergando las cosas hasta más adelante en sus vidas. Algún día, cuando tenga todo listo, y mi vida esté segura, y todas las cosas estén en orden; cuando me sobre bastante dinero, voy a seguir a Jesús, pero hoy no, algún día”. Pero Jesús está diciendo, “Hoy”. Tiene que haber un sentido de urgencia.

Y cuando le dice, “Deja que los muertos entierren a sus muertos”, le está diciendo esto, “Un día de estos tus padres van a morir. Y quienes están muertos espiritualmente, o sea, los no creyentes, pueden enterrar a los que están físicamente muertos”. ¿Por qué? Porque nada puede hacerse por un muerto. Se acabó. No hay reencarnación. No hay una segunda oportunidad para la salvación. Así que Jesús le está diciendo a este hombre, básicamente, “¿Cuántos años de vida quieres gastar? En cambio podrías servir a los que están vivos”.

Y entonces le dice, “y tú ve, y anuncia el reino de Dios. Mira, ve y predica, enseña, dirige un grupo comunitario, establece una iglesia, evangeliza, reconoce lo urgente que es esto. No desperdicies otro día, otra semana, otro año, otra década; no pierdas esta oportunidad. Ve y haz algo, porque si esperas, nunca harás nada. Y aunque hagas algo, qué pasará con todas esas personas que no amaste, que no ayudaste, que no enseñaste, a quienes no alcanzaste, y a quienes no serviste? ¿Qué hay de ellos? ¿Qué les pasará a todas las personas vivas que todavía pueden ser salvas? ¿Qué hay de ellos?”.

Y yo les pregunto a ustedes, ¿dónde encontrarán más seguridad que con Jesús? Me acuerdo de un tipo hace algunos años. Tenía una buena esposa, hijos hermosos, y había empezado una compañía con mucho potencial. Y le dije, “¿Su familia por qué viene sin usted a la iglesia? Casi no se deja ver. ¿Su familia por qué va al grupo comunitario sin usted , nosotros no lo vemos allá tampoco, qué está pasando?”.

Me dijo, “Un día de estos voy a ir. Estoy tratando de agrandar mi compañía. Tengo una gran oportunidad. Creo que nos va ir súper bien. Voy a venderla y después voy a jubilarme, y después tendré tiempo para Jesús y mi familia. Eso es lo que estoy haciendo”. No. Usted necesita caminar con Jesús y con su familia ahora mismo. Puede que ese día nunca llegue; y si llega, habrá perdido todo el tiempo entre ahora y entonces para seguir a Jesús, como padre, y como marido, con su familia. Me dijo, “No”. Le fue bien con el negocio, pero ahora está divorciado. Su familia está destruida.

Y el mito que se creyó, fue este: Si le doy más importancia a mi seguridad que a Jesús, puedo tener ambas cosas”. No. Eso no es cierto. Porque si adora la seguridad como un ídolo, como Dios, y dedica su vida entera a ella, lo hará fracasar, lo desilusionará y lo destruirá. Pero si Jesús ocupa el primer lugar, el resto de su vida funcionará. Eso no quiere decir que se vuelva rico. No quiere decir que tenga éxito. No quiere decir que su negocio sea rentable, pero significa que estará con Jesús, y que Él le dará la victoria.

Les prometo que este hombre todavía estaría casado con aquella dulce chica, y acostaría a sus hijos por la noche, en vez de tener esta tragedia entre manos , al borde de un completo desastre. Es un tipo que está loco con egoísmo, dolor, amargura, y adicción. Hubiera podido evitar todo eso, si Jesús hubiera tenido prioridad en su búsqueda de lo que él consideraba la seguridad.

Queremos lo bueno para ustedes. Así que cuando Jesús le dice a este hombre, No digas, ‘me volveré cristiano un día de estos’, hazlo hoy. Esa es mi exhortación para ustedes hoy. ¿Este el día en que su vida entera cambiará? Y en el futuro cuando la gente le pida su testimonio, podrá decir, Mi vida era así, pero un día decidí seguir primero a Jesús, y ahí fue que todo cambió”. Y Jesús está invitando a este hombre a tener esa clase de día. No le está diciendo, “Odia a tus padres”, sino “Ama a Dios primero”.

Jesús, o el pasado

Por último, llega otro hombre que quiere darle más importancia a su vida pasada, que a Jesús, cuando Jesús debería primar sobre nuestro pasado. En Lucas 9:61–62, leemos, “Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero…”, Ahí está otra vez. Primero déjame, ¿lo ven? Te seguiré, pero antes…. Eso quiere decir, Jesús, eres segundo. Nunca funciona así. “Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”.

Lo que está diciendo es esto, “Jesús, quiero seguirte del todo, pero antes tengo algo más importante que hacer. Necesito ir a mi casa a contarles a todos mis familiares y amigos que ahora soy cristiano, un seguidor tuyo, y que le voy a dedicarle mi vida al ministerio. Pero antes, necesito volver a contarles esto”.

Lo que le pide no es necesariamente pecado. Es lo mismo que Eliseo le pidió a Elías en primero de Reyes. Elías era un profeta de Dios. Era un predicador, nos da las Escrituras, y Dios escoge para él un sucesor llamado Eliseo, para que lleve a cabo su ministerio. Eliseo fue a su mentor, Elías, y le dijo, ¿Puedo volver a decirle a mi familia que el rumbo de mi vida ha cambiado, y que ahora me dedicaré al ministerio? Elías dijo, “Por favor, hazlo”.

La Biblia dice que Eliseo fue a su casa y les contó a sus familiares y amigos, “Entraré al ministerio. Me voy. Los amo. Oren por mí. Me la voy a jugar toda. Voy a predicar y enseñar, o a iniciar una iglesia, o iré al seminario, o a las misiones”, es decir, son cosas equivalentes. La Biblia dice que le hicieron una gran cena y que Eliseo quemó su arado.

Es un gran cambio para un hombre. En aquellos días eran agricultores. Está arando el terreno que fue legado a su familia de generación en generación. No es como en nuestros días con la maquinaria moderna, donde uno va manejando un tractor con aire acondicionado, con el iPod, y con Wi-Fi. O tenía un buey que jalaba el arado de madera, o uno mismo jalaba el arado de madera, o empujaba un arado de madera. Uno mismo araba su campo.

La mayoría de nosotros no tiene idea cómo era eso. Así es, la mayoría de ustedes piensan, las zanahorias vienen de la tienda. No. En realidad vienen de una granja, y alguien allá tiene que arar la tierra para cultivar las zanahorias, y después alguien tiene que transportarlas a la tienda. Así es, y algunos de ustedes han tenido su huertita. Tienen un azadón, y dicen, Vean, cultivé una zanahoria. …felicitaciones.

Estamos diciendo que si uno quiere comer, tiene que arar su campo. Para arar su campo necesita un arado. Y cuando Eliseo quema su arado, lo que está diciendo básicamente es, “Nunca volveré atrás. No tengo un plan alternativo. Estoy completamente dedicado a seguir a Dios, e iré donde Él quiere que vaya, y diré lo que quiere que diga, haré lo que quiere que haga, y seré lo que quiere que sea. Eso es lo que estoy haciendo”.

Es como la historia de los soldados que desembarcan en la playa, toman la playa, y siguen adelante hacia la guerra, y queman sus barcos. Hay tipos que dicen, “aunque perdamos o ganemos, no daremos marcha atrás, no habrá retroceso; no regresaremos a nuestra vieja forma de vivir”. Así es esto.

Pero en esta ocasión, este hombre le dice a Jesús, “Quiero hacer lo que hizo Eliseo. Quiero ir a mi casa, hablar con mi familia, e informales”. Creo que sé lo que sucede aquí. Jesús conoce el corazón de este hombre. Jesús conoce el corazón de este hombre. Hemos visto repetidas veces que Jesús conocía sus pensamientos, o que Jesús conocía sus corazones. Él sabe lo que está pasando. Sabe que si este tipo regresa, nunca volverá a emprender la marcha.

Esto me pasa siempre en Mars Hill. Llega una joven y me dice, “Oh, Pastor Mark, creo que voy a volverme cristiana, pero es que mi novio que vive conmigo, y se acuesta conmigo, y come mi comida, y mira mi televisión, antes de comprometerme, quiero ir a la casa a ver qué dice”. “¡No! ¡No! ¡No! No le hable a él. Él no le puede ayudar en lo absoluto. No vuelva a hablar con él. Ustedes no deben tomar las decisiones juntos. Nunca los volveremos a ver. La convencerá que no lo haga. No”.

Algunos de ustedes son así, y dicen, “Oh, pero antes de tomar el primer paso, quiero mirar hacia atrás. Quiero regresar a la fraternidad y acabar el año. Quiero volver con mis amigos y hacer estupideces, y beber un poco más. Quiero regresar a mi viejo estilo de vida. Quiero volver a acostarme con esas personas. Quiero regresar a mis viejas tendencias, a esa espiritualidad que tenía; quiero volver un poco, y pasar un tiempo en aquel estilo de vida, y después sí me dedicaré por completo seguir a Jesús”. “No. No vuelva, porque nunca irá hacia delante”.

Un obispo anglicano llamado J. C. Ryle, del siglo 19, dijo: “Los que miran atrás, no regresan”. Eso es cierto. Miren, no tiene nada de malo que miren su vida en retrospectiva y digan, “eso fue un desastre. Quisiera no haber hecho eso. Debo arrepentirme de esto. Necesito aprender de eso”. Es una evaluación de su vida.

Es mirar hacia atrás con deseos de volver. Es una historia revisionista. Eso fue lo que hicieron los israelitas. Estuvieron cautivos en la esclavitud egipcia, bajo Faraón, y pensaban que él era Dios. Durante 440 años él los atormentó, los azotó, y los mató. Fue cruel con ellos. Dios los libró. Anduvieron por el desierto, ¿y que hicieron? Se quejaron. “Ay, ¿recuerdan los buenos tiempos que tuvimos en Egipto? Sí, Egipto era lo mejor, echo de menos a Egipto”. ¿De veras? ¡Eran esclavos; eran esclavos! “Sí, pero al menos teníamos algo que comer”. Ah, caray.

Y nos reímos, pero hacemos lo mismo. Algunos de ustedes dicen, “Oh, sí, yo soy cristiano, pero, hombre, te acuerdas del bachillerato?”. ¿De veras? ¿De veras? ¿De veras? “Oh, el bachillerato estuvo genial”. ¿De veras? “¿Recuerda la universidad? Fue una gran experiencia”. Pregúntele a su hígado si fue tan grande como dice, ¿fue así? Tendemos a idealizar y revisar la historia pasada. “Oh, fue algo asombroso”, decimos. Pero Jesús nos dice, “No miren hacia atrás así”, porque esto es lo que les va a pasar: Van a arruinar sus vidas.

Aren surcos derechos

Van a arruinar sus vidas, y usa esta analogía del arado. Me encanta esta analogía. Permítanme decirles lo que Jesús está haciendo. Jesús va arando su surco, ¿no es cierto? Geográficamente desde Galilea a través de Samaria, hasta llegar a Jerusalén, derecho hacia la cruz. Esto es lo que ha hecho Jesús: Este es el surco que debe arar, por lo tanto usa esta analogía.

Jesús tiene la mano puesta sobre su arado. Tiene su rostro afirmado para ir hacia Jerusalén, como dice el texto, y sigue adelante hacia la cruz. No mira hacia atrás. No está diciendo, “Ay, recuerdo cuando mi vida era más fácil. Recuerdo cuando no me criticaban. Antes de empezar a predicar y a enseñar, y a expulsar demonios en público; recuerdo los buenos tiempos”. No mira hacia atrás, para nada. Sigue adelante hacia la cruz.

Jesús ara su surco en línea recta, y usa esta analogía diciendo, “Su vida es como un campo, y Dios es una porción para usted, un surco que arar. Y necesita poner su mano en el arado, y necesita afirmar sus ojos hacia la Nueva Jerusalén que vendrá del cielo”, la que el Jesús ascendido nos está preparando en este momento. Y así como Él aró en línea recta, derecho hacia Jerusalén, tenemos que arar en línea recta hacia la Nueva Jerusalén, sin mirar atrás.

Mirando hacia adelante, con las manos sobre el arado, andando, trabajando duro, haciendo lo mejor que podamos hasta verlo cara a cara. Y lo que nos está diciendo es, “Si no haces eso, quitarás las manos del arado. Dejarás de arar y mirarás hacia atrás”. Lo que está diciendo es, “No puedes arar un surco recto si miras atrás”. Es una gran analogía.

“Pude haberme casado con otra persona. Si tan solo hubiera hecho aquello, hubiera conseguido tal cosa. Hubiera disfrutado aquello. Ay, no podré volver a emborracharme. Tendré que dejar mi adicción al juego, ¡caramba! Ya no puedo ser egoísta, ah, caray. Vaya qué atractiva es… Oh… ya no puedo. Pude haberlo logrado si hubiera mentido, o estafado, o robado, o…”, y con esa doblez de ánimo se sienten indecisos, confundidos. Algunos de ustedes se sienten así en sus almas. Como si dijeran, “Está bien, Jesús, tengo mi mano puesta en el arado. Oh, espera un minuto, no estoy seguro”. Después miran su vida, y el surco queda torcido.

Es como hoy en día—no hagan esto—pero sería como ir manejando para la casa diciendo, “Está bien, ahora voy a manejar mirando hacia atrás, para ver si este principio nunca falla”. Y cuando estalla la bolsa de aire, y Jesús nos menea la cabeza al vernos cara a cara, nos daremos cuenta de que, sí, este principio es eterno. No podemos ir directamente hacia adelante si miramos hacia atrás, no se puede.

¿Qué están mirando en retrospectiva, con llanto y pesar? Si no fuera por Jesús, ¿hay algo en su vida que sería mejor? ¿Qué cree que Jesús le está reteniendo, o que no le está dando? Puede sentir el silencio en su alma, ¿no es cierto? “Sí, creo que tendría aquello si no fuera por Jesús, y a veces quiero volver”. Pero Él le dice, “No. Es un espejismo. Es una ilusión. Todo eso es mentira”.

Mueva los pies hacia adelante, con la mirada fija hacia el frente, y con las manos puestas en el arado; mantenga rectos sus surcos. Si desea tener cualquier cultivo en su vida, si desea que su vida sea fructífera, y que cuente para Dios; si quiere vivir sin remordimientos, are surcos derechos.

Cerraré con esto, porque creo que es interesante. No sabemos qué hicieron estos hombres. No lo sabemos. No nos dice lo que hicieron. ¿Le dieron más importancia a su tribu, a su comodidad, a su seguridad, o a su pasado, que a Jesús? No lo sabemos. Es como si Lucas nos dejara con esa incógnita para que nosotros mismos la contestemos.

“Seguiré primero a Jesús, ahora mismo, sin mirar atrás, o no?”. Es la pregunta que debemos contestar usted y yo. Para algunos de ustedes, eso significa que se volverán cristianos hoy y seguirán a Jesús. Este es el día indicado para ustedes. Para otros, han caído en cuenta y dicen, Mi vida es solo un surco torcido. A veces empujo, y miro atrás, y empujo otro tanto, y está bien torcido, y es hora de dedicarme de todo corazón, plenamente, por la gracia de Dios, por el poder del Espíritu Santo, a seguir a Jesús con devoción, a donde quiera que me lleve, pase lo que pase”.

Por la providencia de Dios, quiero compartir con ustedes por qué estoy tan lleno de gozo hoy. Gracie me dijo, “Hoy eres muy feliz”. De veras lo estoy. En la gracia de Dios, hoy me levanté abrumado por la abundancia de fruto que me rodea. Estoy completamente atónito. Como si abriera los ojos y viera toda la evidencia de la gracia de Dios, y todo el fruto de la vida que me ha dado para disfrutarla.

Y no lo digo con jactancia, porque no soy sin pecado, y a veces mis surcos no han sido derechos; pero Dios en su gracia me ha puesto otra vez en el camino. Para mí ese día vino hace 20 años, el día que me di cuenta que le pertenezco a Jesús ahora, y que voy a leer mi Biblia. Voy a orar. Voy a arrepentirme de mi pecado. Iré a la iglesia. Me pondré bajo autoridad espiritual. Estaré en comunidad con otros cristianos. Espero que oigan esto con humildad, por la gracia de Dios, nunca miro hacia atrás.

Mi esposa se los dirá; me ha conocido desde que tenía 17 años. Me convertí a Cristo a los 19. Nunca he retrocedido, nunca. Siempre he leído la Biblia. Siempre he estudiado. Siempre he asistido a la iglesia desde que me entregué a Jesús. No he fallado un solo día. ¿He sido perfecto en ese aspecto? No, no, no, para nada. Pero puedo decirles después de 20 años, por la gracia de Dios, que si quieren arar surcos rectos y ver a Jesús, esto funciona. Hay cosecha. Hay abundancia de fruto. Cosas buenas suceden.

Tengo el privilegio de predicar este sermón hoy, en particular, en el reino de Dios. Es una de las razones por las que estoy tan feliz. Hoy hace 18 años me casé con Gracie. Es nuestro aniversario de bodas. ¡Nuestro aniversario de bodas! Yo sabía que ella amaba a Jesús, y que quería seguir a Jesús, y que ella y yo queríamos poner a Jesús primero. Lo que menos necesitaba era una mujer que me pusiera a mí primero. Tendríamos toda clase de problemas.

Sabía que para ella Jesús era lo más importante, y le pregunté—no de esta manera, pero le dije, “Quieres poner tu mano sobre mi arado?”. No lo hubiera dicho de esa manera; así no suena muy romántico. No es muy romántico, pero tengo que arar este surco. “¿Quieres arar este surco conmigo, y poner tu mano sobre mi arado, manteniendo nuestra mirada hacia el frente, juntos?”, le dije. Y eso es lo que hemos venido haciendo estos 18 años.

Ahí estamos Gracie y yo, hace 18 años. Algunos de los hombres aquí dirán, “No sé si pueda atraer a una dulce y gloriosa mujer así”, pues, todavía hay esperanza. Miren, mírennos a ella y a mí. Es obvio que salí ganando en ese trato, seguro que sí. Dios contesta las oraciones, y todavía hace milagros. Ahí está.

Durante 18 años, Gracie y yo hemos tratado de arar derecho. Hemos sido fieles el uno al otro. Hemos superado el pecado, y nos amamos; somos felices, y hemos sido completamente fieles el uno con el otro. Físicamente, emocionalmente, en todos los aspectos, completamente. Somos más felices que nunca. La amo. La adoro. Tenemos problemas, y por lo general yo los ocasiono, pero por la gracia de Dios, los superamos.

Hace 14 años empezó Mars Hill. Teníamos el grupo central y estábamos listos para darle inicio, y desde entonces nos ha ido bien, con los ojos hacia el frente, las manos en el arado, para arar surcos derechos, y tener esta abundancia de fruto. Hace 13 años, la señorita Ashley nació, mi dulce hijita, mi hija mayor, y tuvimos el privilegio de entrar en la etapa de ser padres, y ahora tenemos cinco hermosos hijos.

Y puedo decirles que la vida con Jesús no es la más fácil, pero es la mejor. Y si por la gracia de Dios, están dispuestos a recibir a Jesús y darle primera posición, porque Él es primero y merece serlo, puesto que es Dios, y si están dispuestos a poner la mano sobre el arado, y trabajar duro, y arar surcos derechos de santidad y obediencia y humildad y arrepentimiento, sin mirar atrás, hay una cosecha de abundante fruto. Y no habrá remordimiento, porque es la mejor vida que hay, y eso es lo que quiero para ustedes. Así que espero que este sea su día.

Dios Padre, te doy gracias en este día porque hace 18 años me encomendaste una mujer que adoro y disfruto plenamente. Te doy gracias, Señor, que en nuestro matrimonio para ella tú eres el primero y yo soy el segundo, que tiene sus prioridades en orden, y que, Dios, tú nos has salvado de nosotros mismos. Sé que sin ti mi vida entera sería un surco muy torcido con poco fruto, y todo ese fruto sería malo. Por tu gracia y tu misericordia, el surco es mucho más recto de lo que jamás hubiera sido, la cosecha es mucho más grande de lo que jamás hubiera sido, y el fruto es mucho más dulce de lo que jamás hubiera sido. Pido por mis amigos, Señor Dios. Pido que no se comprometan con su tribu, o con su comodidad, o con su seguridad, o con su pasado, sino que se comprometan contigo. Señor Jesús, que eso dé rumbo a su futuro. Por tu buen Nombre, pido gracia para mis amigos. Amén.

[Fin del Audio]

Nota: Esta transcripción ha sido editada.