Lucas 8:22–25 (RVR 1960)
22 Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron.
23 Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban.
24 Y vinieron a él y le despertaron, diciendo: !!Maestro, Maestro, que perecemos! Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza.
25 Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?
Hola, Mars Hill. Aquí estamos en las playas del Mar de Galilea. Es una región donde se realizó la mayor parte del comienzo del ministerio de Jesús. Lucas es uno de los Evangelios más cronológicos, o tal vez el más cronológico, que cuenta la historia de Jesús en orden histórico. De hecho nos revela que la primera porción del ministerio de Jesús fue en los contornos de Galilea y en la región de Galilea. El libro de Lucas lo demarca en el capítulo 9, versículo 51, donde dice que, “afirmó su rostro para ir a Jerusalén”. Esa es la demarcación geográfica del libro de Lucas. Así que hasta ese punto, la primera parte del ministerio de Jesús habría sido en la región de Galilea; después comienza su trayecto hacia Jerusalén, y últimamente, su crucifixión; y el libro después cambia en Lucas 9:51 al viaje de Jesús: a su muerte, sepultura, y resurrección en Jerusalén.
Lo interesante también es que la mayoría de los discípulos de Jesús son de esta región particular de Galilea. Si no estoy mal, quizás todos, menos Judas Iscariote, eran de esta región en general. No es sorprendente que estuviera llena de pueblos pequeños, que eran básicamente aldeas pesqueras y agrícolas. Pedro no vivía lejos de ahí, al igual que Andrés, Jacobo, Juan, y Mateo. Otros vivían o tenían su residencia en ciertos lugares durante el ministerio de Jesús en esta región o área de Galilea. Los pueblos y las aldeas que nos rodean eran bastante pequeños, de 50 a 100 personas, tal como lo hemos visto en las excavaciones e investigaciones arqueológicas. Así que estamos hablando de 10, 12, o 15 familias, tal vez, que integran una ciudad o aldea.
También sabemos que 19 de las 32 parábolas de Jesús se dieron y fueron enseñadas en la región de Galilea, y al echar una mirada a la vista panorámica, no sorprende que haya usado tantas imágenes de la pesca y la agricultura. Todo eso compagina perfectamente con el paisaje que vemos aquí, al igual que arriba detrás de nosotros, sobre la colina.
Lo interesante también, son algunos de los detalles acerca del Mar de Galilea. No sé que pensará usted, pero cuando primero oí hablar del Mar de Galilea en las Escrituras, no me imaginaba nada de esta dimensión y magnitud. Son 12 millas para cruzar el lago de largo, y 6 millas de ancho, 200 pies en su parte más profunda. Los que son oriundos de la zona nos cuentan que el lago era mucho más grande. La playa se extendía unas 40 yardas más, hasta el año pasado. Y en los tiempos de Jesús, si alcanzan a ver en la distancia, habría playas y orillas que subían por las laderas y como esta era una fuente principal de agua, ha sido agotada con el trascurso de los años. Por lo tanto, por muy grande y magnífico que sea el Mar de Galilea, recordemos que en los días de Jesús, era mucho más grande.
Al leer las Escrituras, verán una variedad de alusiones a este hecho. En el Antiguo Testamento, lo llamaban el Kineret. En el Nuevo Testamento lo llamaban el Mar de Tiberias, el Mar de Genesaret, o el Mar de Cineret. En parte es porque el lago es tan grande que había multitudes de aldeas y pueblos que existían en los días de Jesús, que rodeaban el lago, y los de la zona le daban el nombre de ellos. Así que en Tiberias, lo llamaban el Mar de Tiberias. Lo mismo si uno vivía en Cineret, lo llamarían el Mar de Cineret, de manera que los de la zona le daban un nombre conforme al nombre de su aldea, y nombraban el lago por su localidad.
Ahora, algo muy curioso también, antes de abordar Lucas 8, es que aunque está calmado ahora mismo, los que hemos estado afuera en el lago por la noche, como lo hicimos anoche, notamos que el viento se agita y que todavía lo hace hasta hoy. Entre las 3 y las 4 de la tarde, y quizás entre las 6 y las 7 de la noche, el viento se levanta bastante, y puede volverse bastante peligroso sobre el lago. Así que los de la zona y los pescadores saben que deben tener mucho cuidado durante esas horas, porque si se ven atrapados en medio del lago cuando se encrespan las olas y los vientos en alta mar y sus vidas están en mucho peligro… y eso nos trae a Lucas 8.
Les leeré el pasaje, y después oraremos. Lucas 8:22: “Aconteció un día, que entró”, o sea Jesús, “en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago”. No es asombroso que al leer eso nos imaginamos 13 hombres en un barco, con 6 remos tal vez, y van a echarse una remadita. Pues, esta es la remada buena. Es un gran evento. El que Jesús se los haya pedido, supone un sacrificio grande de parte de los discípulos, que estaban rendidos y agotados después de una larga jornada ministrando, para montarse en un barco, alzar remos, y hacer esta travesía.
“Y partieron. Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban. Y vinieron a él y le despertaron, diciendo: !!Maestro, Maestro, que perecemos! Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza. Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?”.
Dios Padre, te doy gracias porque tenemos la oportunidad de estar a orillas del Mar de Galilea este domingo, el día en que resucitó Jesucristo. Dios, te damos gracias por la oportunidad de abrir las Escrituras, para ver el lugar donde se llevaron a cabo los eventos que fueron fielmente documentados y perfectamente inspirados. Te pedimos, Señor Dios, al abrir la Palabra de Dios, que no nos enfoquemos principalmente en el lago, o en la tormenta, sino en Aquel que los calmó. Que aprendamos acerca de Jesús. Que aprendamos de su lado humano y de su agotamiento, de su divinidad al mandar a los vientos y a las olas a obedecerle. Por lo tanto, Dios, al abrir tu Palabra, al pedirle al Espíritu Santo que inspiró las Escrituras, que venga a iluminar nuestro entendimiento de ellas, para que aprendamos a amar, a valorar, a adorar, a servir, y a disfrutar a Jesús. Lo pedimos en su Nombre. Amén.
Ahora bien, lo curioso es que lo que ocurre antes de lo que acabamos de leer en Lucas 8, es que Jesús había estado predicando, enseñando, y sanando mucho. Nos dice en la porción de Lucas 8 que está antes de la porción que acabamos de leer, que grandes multitudes venían a oír a Jesús. Y dicho sea de paso, esto era muy atípico; el pueblo donde se crió, Nazaret, tendría unas 50 o quizás 100 personas. Nuestro guía tuvo la gentileza de informarnos que la mayoría, o quizás todas las mujeres que vivían allí, eran analfabetas; que los hombres por lo general eran analfabetas, y que quizás unos cuantos hombres, por ahí unos cinco, sabían leer y escribir. Así que, el hecho de que Jesús pudiera leer y escribir, que fuera de un pueblo pequeño, hijo de un carpintero, habría sido algo poco común. El que fuera un hombre tan docto y tan buen maestro, que generaba tanto asombro por sus enseñanzas en los capítulos anteriores en Lucas, cuando iba al templo a hablar con los doctores de la ley del Antiguo Testamento… El que hubiera estado capacitado, y que fuera lo suficientemente competen te para que lo llamaran rabino, era poco común para un hombre de tan humilde cuna. Jesús era un rabino; mejor dicho, era un predicador y maestro.
Grandes multitudes venían a Él, y leemos que… y pensamos, “Pues claro, Jesús reunía grandes multitudes”. Pues es porque la mayoría de nosotros vive en las grandes ciudades o cerca a las urbes más importantes. Repito, piensen en aldeas desperdigadas, de 50 a 100 personas, esparcidas alrededor del lago. Para que Jesús acumulara una audiencia de miles era un evento extraordinario. Para que anduvieran en el calor, y vinieran a esos lugares a oírle predicar y enseñar era muy, pero muy inusual.
Pues nos dice que por ende Jesús estaba agotado. Eso es lo que Lucas nos dice en el capítulo 8, empezando en el versículo 22 que estaba cansado, estaba hastiado. De hecho, yo estoy agotado, estoy hastiado de andar montado en un bus para ver por dónde anduvo Jesús. No sé qué opinará usted, pero no me imagino que sea capaz de caminar, mejor dicho, oímos decir que Jesús iba de pueblo en pueblo, y después nos damos cuenta de que eran varios días de camino. Y leemos que Jesús quiso estar solo, y que había una multitud, por lo que se subió a una colina. Y después vemos el Monte Hermón, cuya cima está a 6,000 pies, y nos damos cuenta de que de veras quería estar solo y en silencio. Y lo dejaron solo porque nadie quería, ni era capaz de realizar ese viaje. Jesús tenía un estado físico extraordinario, increíble.
La temperatura ha estado en más de 100 grados, con casi el 100% de humedad en el tiempo que llevamos aquí. Si pueden imaginarse, miles de personas siguiéndolo a todas las partes que iba; sin hotel, sin poder montarse en un bus; era difícil tal vez, encontrar sombra, agua, y comida. No tiene un guía turístico. La gente lo sique, y Él tiene que guiarlos. Algunos están dolidos, otros cansados. Otros necesitan oración. Algunos tienen demonios que necesitan ser expulsados. Está predicando, enseñando, contestando preguntas. Lo ha venido haciendo durante toda la temporada. Está completamente agotado. Repito, yo estoy agotado. Francamente estaba agotado esta mañana. Me desperté, oré, y dije: “¿Señor, cómo lo haré?”. Y después me acordé que debía predicar sobre el ministerio de Jesús, que era extraordinariamente más difícil que cualquier cosa que hayamos soportado, y eso nos ayuda a apreciar lo que leemos en Lucas 8, que las multitudes vienen a Él. Se agolpan contra Él.
Y les cuento lo siguiente: Jesús era completamente Dios, y completamente hombre. Y lo que puede suceder es que a veces vemos a Jesús, casi como si fuera Supermán, que por fuera parece un humilde campesino galileo, un carpintero y un rabino, pero bajo su capa hubiera tenido una “S” roja en su pecho, indicando que es Salvador, y que es indestructible. Como resultado, a veces no apreciamos del todo la humanidad de Jesús. En Filipenses 2:5–11 dice que vino humildemente, que hizo a un lado el uso continuo de sus atributos divinos; que Dios se hizo hombre para reconciliar a hombres y mujeres a Dios, y que lo hizo humildemente como nuestro Sacerdote, como nuestro Intercesor, y nuestro Defensor. Por eso dice en Hebreos que no tenemos un Sumo Sacerdote que no puede compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo, según nuestra semejanza; y ha pasado por lo que nosotros pasamos. Él entiende lo que estamos soportando.
De manera que estaba completamente fatigado, agotado. Puedo decirles como un pastor cuyo ministerio es mucho menos exigente que el de Jesús, que uno se agota bastante. Hay un límite a la cantidad de horas que uno puede trabajar. Hay un límite al esfuerzo que uno puede hacer. Aunque amemos a las personas, estamos limitados al número de personas que podemos servir continuamente. Estoy aquí ahora mismo, sinceramente, con una úlcera que he tenido durante un mes más o menos, de tanto trabajar y de tanta presión que ha habido, y las exigencias del ministerio. Y eso que tenemos todos los adelantos tecnológicos, y eso que cuento con el apoyo de una esposa, y de mi familia, y del plantel. No puedo imaginar la presión que tenía Jesús en su ministerio.
Nadie atraía a las multitudes como Él. Un rabino común y corriente, tenía una sinagoga en uno de los pueblos pequeños que atraía a un poco más de 20 personas para la lectura bíblica en el Día de Reposo. Pero Jesús tiene a miles que lo siguen a donde quiera que va. Quiero que vean la magnitud del agotamiento de Jesús.
¿Entonces qué les dice a sus discípulos? “Tráiganme un barco.” Pedro y otros eran pescadores, ya habían pescado en este lago. Habían pasado la mayor parte de sus vidas aquí. Aquí es donde alimentaban a sus familias, donde tenían sus negocios, como tal. Se dio cuenta de que la única manera de apartarse de la gente era salir en la barca, salir al lago. No podían seguirlo, y si podían hacerlo, sería por tan solo un momento. Así que les pide a sus discípulos que le traigan un barco y que lo lleven al otro lado; sabiendo quizás que las multitudes al fin lo encontrarían, de paso se daría un día de descanso.
Nos dice que Jesús está tan agotado, que se mete al barco. Podemos suponer, como vimos ayer, al ver la excavación de un barco pesquero de 2,000 años, de la clase de embarcación en la que iban Jesús y sus discípulos,13 hombres en un barquito de ese tamaño; habría sido un barco lleno con una carga pesada. Y vimos que en ese barco había un sitio que posiblemente, si el barco de Jesús era igual o similar a este, en donde Jesús pudo haberse puesto a dormir un poco. ¿Cuán cansado estaría Jesús, si le pareció como un buen hotel, o como un buen lugar para dormir? Está agotado.
Se acuesta a dormir, y sus discípulos fielmente… …los pescadores que tienen mucha experiencia en las destrezas de cruzar el lago, empiezan a remar, tal vez seis de ellos; o quizás los hombres se toman turnos, seis a la vez, y empiezan a remar, ¿y qué leemos? Leemos lo siguiente: “se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban”. Eran hombres que sabían navegar bien en el mar. Eran pescadores; no eran novatos, y reconocen que esta tormenta podría tener consecuencias catastróficas. Algunos evangelios documentan que habían remado toda la noche.
Hay que entender que los discípulos también estaban agotados. Habían estado predicando, enseñando, alimentando, y atendiendo o cuidando a miles, cuidaron a los ancianos, se ocuparon de los niños. La gente está deshidratada; tiene calor, hambre; algunos están de mal humor, algunos tal vez se habrían caído, se les torcería el tobillo, o se lesionaron. También había mujeres embarazadas que atender. Tuvieron que mediar conflictos. Los discípulos están igual de agotados.
Están remando toda la noche, y si pueden imaginarse lo que es estar en la mar en la mitad de la noche, en los tiempos de Jesús, era una oscuridad absoluta y total. Así que era de noche, y de hecho se les dificultaba mucho ver siquiera una hoguera en la otra orilla. A veces uno se siente agotado y desconcertado. Uno va remando, y se siente desorientado. Y ellos saben: “No estamos avanzando. La tempestad es tan fuerte, y nos hemos perdido tantas veces, que dudamos si vamos a sobrevivir, o si encontraremos nuestro rumbo hacia la orilla”. Por lo tanto, en un momento de desesperación, los pescadores no pueden más. Y supongo que no querían despertar a Jesús. Le aman. Saben que está agotado, y si alguien necesita descansar, es ese Hombre.
Y despiertan a Jesús, “¡Maestro, qué pena despertarte! Humanamente ya no podemos hacer nada”. Los pescadores van a ahogarse en el mismo lago donde pasaron sus vidas navegando en las tormentas. ¿Y entonces qué hace Jesús? “Se despierta, reprende el viento y las olas embravecidas, y se calman, y se hace bonanza”. No hay indicios de que haya sido un largo proceso, que haya tomado mucho tiempo, o que hubiera sido algo demasiado complicado para Jesús. “Jesús, qué pena despertarte. Vamos a morir todos”. Jesús se para y dice, “Calla, enmudece”, y quizás vuelve a acostarse, y a dormirse. Los vientos amainan. Repito, si están aquí cuando hace viento, son vientos fuertes que podrían durar muchas horas, y a veces, pueden encresparse inesperadamente. No solo le obedecen los vientos, sino también las olas. Mira el mar, y lo ve calmado y tranquilo, así como lo disfrutamos esta mañana.
Ahora, Lucas, que está escribiendo esto, es un médico. Es un hombre educado. Fue compañero de viajes de Pablo. Al comienzo de Lucas nos dice que basa su biografía de Jesús en el testimonio de testigos oculares, que fue financiado por el excelentísimo Teófilo, quizás un gobernador o líder que llevaba como título “excelentísimo”. Este era su benefactor, por lo tanto se supone que Teófilo, este hombre rico, ayudó a financiar la investigación de Lucas. Como médico, Lucas también habría invertido los ahorros de toda la vida, y habría viajado por toda la región para entrevistar a los que estaban implicados en los hechos. Por lo tanto esto se basa en el testimonio ocular de algunos de los hombres que estuvieron ahí. Lucas los entrevistó. Habló con Pedro y otros, y les habría preguntado exactamente lo que ocurrió. Confirmó y corroboró todos sus relatos, y determinó que de hecho eso fue lo que pasó, y que es históricamente exacto.
Les preguntó, “¿Dónde está vuestra fe?”. ¿Por qué? Estaban asombrados. Estaban completamente atónitos. Sabían que Jesús hacía milagros, que expulsaba demonios, y que era un gran Maestro, pero aquí les revela que su amigo Jesús es Dios encarnado, como segundo miembro de la Trinidad, el Hijo de Dios que irrumpe en la historia de la humanidad.
“Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?”. Los discípulos están desconcertados. ¿Quién es este Jesús? “Pensábamos que era un hombre santo, un rabino, tal vez un profeta. O como muchos piensan hoy, que era un buen hombre, un maestro moral, y un maravilloso ejemplo, y que tal vez tendría alguna capacidad sobrenatural, pero esto va mucho más allá de lo que habíamos pensado de este hombre, Jesús. ¿Quién es Él?”.
Es una excelente pregunta. Es una gran pregunta que revela la divinidad de Jesús. Revela la divinidad de Jesús. Y aquí podemos ver la divinidad y la humanidad de Jesús juntas. En su humanidad: es completamente hombre. Está completamente agotado. También es Dios completamente, y el viento y las olas le obedecen.
Ahora, lo que ha pasado en la historia del cristianismo es que algunos han hecho hincapié en la humanidad de Jesús, y estos tienden a ser más liberales. Otros enfatizan la divinidad de Jesús, y tienden a ser más fundamentalistas. Pero la Biblia nos dice que Jesús era completamente hombre y Dios. Una persona con dos naturalezas. No estamos enseñando que un hombre se haya convertido en Dios. Estamos enseñando que Dios se convirtió en hombre. En el año 451, los cristianos se reunieron en el Concilio de Calcedonia, y a esto le dieron el nombre de Unión Hipostática. Jesús es una persona con dos naturalezas: completamente hombre y completamente Dios Y esto lo vemos aquí mientras predica, y enseña, y trabaja, y alimenta, y sana, y expulsa demonios; lo hace a partir de su humanidad, como hombre, completamente agotado, desesperado por descansar, necesitando que las multitudes le den un respiro; se duerme en un barco, tan cansado que duerme aún en medio de una horrible tormenta.
Y después le vemos revelar su divinidad en dos maneras: la primera revela que Jesús es el Creador. Dice por todas las Escrituras que Jesús es el Creador. Leemos en Génesis 1 que todo lo que fue creado y toda la creación fue por la Palabra de Dios, y que Dios proverbialmente habló y creó todas las cosas. Dios dijo que era así. Dios lo dijo, y fue así. Dios lo dijo, y así fue. Esa es la rima de Génesis 1. Después leemos en lugares como Juan 1:3 acerca de Jesús, que todas las cosas por Él fueron hechas. Y en Colosenses 1:16, “Porque en él fueron creadas todas las cosas”. Así que Dios habló y creó todas las cosas, y Jesús es Ese Dios quien habló y creó todas las cosas. Eso explica por qué el viento y las olas obedecieron Su voz. Es la voz que habían oído antes en la creación. Era la Palabra de Dios.
Era lo que Dios declaró en Génesis 1 que hizo que todo existiera de la nada, lo que los teólogos llaman, “ex nihilo”. En Hebreos 11 lo dice así: De la nada, todo fue hecho. Dios no empezó con la materia, Dios empieza con su existencia eterna, crea el tiempo y el espacio, y la materia. Habló e hizo el mundo, el viento, y las olas. Y su nombre es Jesucristo. Entonces cuando entra en Su creación, le añade humanidad a Su divinidad, como dijo Agustín, uno de los padres de la iglesia; se para y habla, y su creación le obedece, porque Él es el artífice de la creación. El mismo que habló y creó este mundo, vino y le dio una orden para que la obedeciera. ¿Y lo hace? Absolutamente.
Y los discípulos, al ver esto, reconocen que “Él es Dios. Es Dios con nosotros”. Solo Dios tiene autoridad para mandar los vientos y las olas. Y estos hombres conocían las Escrituras, y habían estudiado muchos pasajes bíblicos. Debido al calor y el tiempo que queda, no les leeré todos, pero los salmos hablan frecuentemente de la voz de Dios que es la única que puede sosegar las olas y las aguas. El Salmo 65:7; el Salmo 89:9; el Salmo 106:7-9, y el Salmo 107:23–29. Les leeré uno también, el Salmo 89:9: “Tú”, hablando de Dios, “tienes dominio sobre la braveza del mar; Cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas”. Volveré a leerlo: “Tú tienes dominio sobre la braveza del mar; Cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas”.
Estos hombres estaban familiarizados con los Salmos, con este y con otros, donde dice que el viento y las olas están bajo la jurisdicción de Dios quien creó los cielos y la tierra. Este Jesús que ha venido es el Creador Dios, el Dios soberano, que gobierna y reina, a tal grado que hasta el viento y las olas le obedecen. Con eso en mente, estamos aquí para adorar a Jesús, para reconocer que nuestro Creador también es nuestro Redentor, y el que nos sostiene. Es nuestro Salvador. Su Nombre es Jesús, y nuestra vida es como ese relato documentado en Lucas 8.
Estamos viviendo, estamos agotados, estamos hastiados. Las crisis surgen de la nada, y es bueno para nosotros hacer lo que ellos hicieron: ir a buscar al Maestro, acudir a Jesús en oración, buscarle en las Escrituras, acudir a Jesús cantando, acudir a Jesús pidiendo ayuda. E hicieron lo único que podían haber hecho, y lo curioso es que no acudieron a Jesús sino hasta que habían hecho todo lo posible. Y muchos de nosotros vivimos en esa misma clase de trampa. De la nada, aparece una gran tormenta. Nos esforzamos al punto que ya no podemos más, y después, desesperados, clamamos a Jesús. Viene a ayudarnos, a servirnos, y a estar cono nosotros. Amigos, les insto que lo hagan, no es algo que he puesto en practica muy bien, pero debemos acudir primero a Jesús, debemos preguntarle al que creó al mundo, y domina el mundo para ayudarnos a nosotros sus siervos en él.
Así que, Dios Padre, te damos gracias por las Escrituras. Te damos gracias por el Señor Jesucristo. Te damos gracias porque Él es el Creador, quien hizo el mundo. Te damos gracias que es el Salvador, que vino al mundo a vivir sin pecado, a morir por los pecadores, y a resucitar para la salvación. Te damos gracias, Señor, que eres Soberano, que hoy dominas y reinas sobre toda la creación. Y te damos gracias porque en cualquier tempestad que nos hallemos, no importa cuánto hayamos remado contra ella, si acudimos a ti primero, tú nos amas, y navegarás por nosotros, nos ayudarás a atravesarla, ya que eres nuestro Libertador y Salvador. Te amamos, te alabamos, te damos gracias, muchas gracias, Señor Dios, porque tenemos el privilegio de entender un poco más acerca de Jesús al disfrutar de las Escrituras aquí a orillas del Mar de Galilea. Estamos agradecidos por este don. En el nombre bueno de Jesús. Amén.
[Fin del Audio]
Nota: Esta transcripción ha sido editada.