La crucifixión y la muerte de Jesús (Lucas 23:26–49)

Lucas 23:26–49 (LBLA)

26 Cuando le llevaban, tomaron a un cierto Simón de Cirene que venía del campo y le pusieron la cruz encima para que la llevara detrás de Jesús.
27 Y le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres que lloraban y se lamentaban por El.
28 Pero Jesús, volviéndose a ellas, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos.
29 Porque he aquí, vienen días en que dirán: “Dichosas las estériles, y los vientres que nunca concibieron, y los senos que nunca criaron.”
30 Entonces comenzarán A DECIR A LOS MONTES: “CAED SOBRE NOSOTROS”; Y A LOS COLLADOS: “CUBRIDNOS.”
31 Porque si en el árbol verde hacen esto, ¿qué sucederá en el seco?
32 Y llevaban también a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos con El.
33 Cuando llegaron al lugar llamado “La Calavera”, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y echaron suertes, repartiéndose entre sí sus vestidos.
35 Y el pueblo estaba allí mirando; y aun los gobernantes se mofaban de El, diciendo: A otros salvó; que se salve a sí mismo si este es el Cristo de Dios, su Escogido.
36 Los soldados también se burlaban de El, acercándose y ofreciéndole vinagre,
37 y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
38 Había también una inscripción sobre El, que decía: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.
39 Y uno de los malhechores que estaban colgados allí le lanzaba insultos, diciendo: ¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!
40 Pero el otro le contestó, y reprendiéndole, dijo: ¿Ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena?
41 Y nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero éste nada malo ha hecho.
42 Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
43 Entonces El le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.
44 Era ya como la hora sexta, cuando descendieron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena
45 al eclipsarse el sol. El velo del templo se rasgó en dos.
46^ Y Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU. Y habiendo dicho esto, expiró.
47 Cuando el centurión vio lo que había sucedido, glorificaba a Dios, diciendo: Ciertamente, este hombre era inocente.
48 Y cuando todas las multitudes que se habían reunido para presenciar este espectáculo, al observar lo que había acontecido, se volvieron golpeándose el pecho.
49 Pero todos sus conocidos y las mujeres que le habían acompañado desde Galilea, estaban a cierta distancia viendo estas cosas.

El Gólgota

Aquí detrás de mí está el Gólgota, el lugar de la calavera. Usen su imaginación. Pueden ver dos ojos y una nariz. Lo llamaron Gólgota, el lugar de la calavera, por la forma natural que tiene esa roca. A la izquierda está el lugar donde finalmente sepultaron a Jesús y donde resucitó. Encima hay un antiguo camposanto. Era cristiano pero hoy nos dicen que es musulmán. En la cima del monte vemos el lugar donde Jesús probablemente fue crucificado. Satisface los requisitos bíblicos. Está al lado de una carretera muy transitada, y de hecho este lugar queda fuera de la ciudad; por ende, creemos que es en realidad el lugar donde Jesús fue asesinado.

Introducción

Una hora, denme una hora, la hora más importante de toda su vida. Su destino eterno cuelga en la balanza. Una hora. Sepa lo que sepa, solo una cosa es importante: Quién es Jesús, y por qué murió. Nada es más importante que ese hecho. A diferencia de otras religiones el cristianismo no es un sistema teórico, filosófico, o ideológico. Está fundado en una Persona llamada Jesucristo, y el hecho de su muerte y resurrección. Y toda la historia humana, desde el primer pecado de nuestros primeros progenitores, anticipaba, anhelaba, y anticipaba la venida de un Salvador, el Dios Hombre; y vino a la historia de la humanidad, y vivió y murió.

Como iglesia llevamos dos años en el Evangelio de Lucas, y el argumento completo de la Biblia, el anhelo de la historia humana, y del Evangelio de Lucas culmina ahora en la muerte más importante de la Persona más importante de la historia del mundo. Así que si son tan amables acompáñenme en Lucas 23:26–49.

Quiénes estuvieron ahí: las mujeres

Primero examinaremos quién estuvo ahí para la crucifixión, el asesinato de Jesucristo. Empezaremos con las mujeres. Empezando en Lucas 23:27–31, leemos: «Y le seguía», o sea que Jesús iba rumbo a la crucifixión, a ser ejecutado. «Y le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres que lloraban y se lamentaban por Él. Pero Jesús, volviéndose a ellas, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos. Porque he aquí, vienen días en que dirán: “Dichosas las estériles, y los vientres que nunca concibieron, y los senos que nunca criaron”. Entonces comenzarán A DECIR A LOS MONTES: “CAED SOBRE NOSOTROS”; Y A LOS COLLADOS: “CUBRIDNOS.” Porque si en el árbol verde hacen esto, ¿qué sucederá en el seco?».

Mientras Jesús va rumbo al lugar de su ejecución y crucifixión, las mujeres que lo amaban estaban presentes, y lloraban, lo endechaban, y se lamentaban por Él. Y Jesús les dice curiosamente, «No lloréis por mí; llorad más bien por los que no confían en mí». Lo único que es peor a lo que Jesús sufrió es lo que usted sufrirá si no le pertenece a Él.

Y les dice, «Llorad, hijas de Jerusalén», hablando a la nación de Israel, y a los que suponían ser hijos de Dios. Eran gente religiosa y moral, quizás como algunos de ustedes, pero no confiaban en la justicia de Jesús. Confiaban en la suya. Por ende lo rechazaron cuando debieron haberlo recibido.

Oro, espero, confío, les suplico y les imploro que ustedes no sean así. Que no se conformen con ser solo personas buenas, morales, religiosas, o espirituales. Que al ver la muerte de Jesús no piensen solamente que fue un mal horripilante, que se lamenten por Él, y sientan pena sin examinar también su propia vida y preguntarse, «¿Debería llorar por mí mismo? ¿Debería llorar por mi pecado? ¿Debería llorar por mi locura y rebeldía? Y si no acudo a Jesús llorando mi eternidad bajo el juicio de Dios».

Amigos, son asuntos muy serios. Son asuntos muy serios. Son asuntos que ustedes deben decidir qué conclusiones van a sacar, que a fin de cuentas llorar por Jesús, por muy apasionado, emotivo, y convincente que sea, no es suficiente a menos que lloren por su propio pecado reconociendo que sin Él las personas padecen un destino peor al destino que Él padeció: Condenación eterna y para siempre bajo el justo juicio de Dios.

Y esta declaración profética de Jesús empezó a cumplirse en el año 70 d. C., como un juicio sobre la nación de Israel por rechazar a Jesucristo como Cristo y Salvador. La ciudad literalmente fue destruida. La gente se murió de hambre, y el lloro y el lamento de las mujeres podría oírse en toda la ciudad.

Y permítanme decirles que vivimos en un tiempo en que está en boga tener compasión por los demás y sentir una pena profunda por su sufrimiento, y eso está muy bien, y Jesús no se opone a eso de ninguna manera. Pero si de veras les preocupa el sufrimiento, el sufrimiento más importante que nos debería preocupar es el sufrimiento eterno. El sufrimiento eterno de los que morirán sin tener fe en Jesucristo. Eso es lo que Jesús está diciendo. Una cosa es llorar por los que sufren, pero si de veras nos importa, querríamos erradicar el sufrimiento eterno. Algunos de ustedes están tratando de erradicar el sufrimiento de otros ahora. Pongan atención también al sufrimiento eterno que les aguarda si lo rechazan.

Quiénes estuvieron ahí: los hombres

¿Qué tal los hombres que estuvieron presentes? Muchos de los hombres presentes tenían un falso concepto de la masculinidad y la hombría que perdura hasta hoy. Leemos de los hombres que estuvieron presentes cuando asesinaron a Jesús en Lucas 23:26. «Cuando le llevaban, tomaron a un cierto Simón de Cirene que venía del campo y le pusieron la cruz encima para que la llevara detrás de Jesús».

Leemos más acerca de otros hombres en los versículos 32–49. «Y llevaban también a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos con Él. Cuando llegaron al lugar llamado “La Calavera”, [o Gólgota], crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y echaron suertes, [tiraron los dados] repartiéndose entre sí sus vestidos. Y el pueblo estaba allí mirando; y aun los gobernantes se mofaban de Él, diciendo: A otros salvó; que se salve a sí mismo si este es el Cristo de Dios, su Escogido. Los soldados también se burlaban de Él, acercándose y ofreciéndole vinagre, y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había también una inscripción sobre Él, que decía: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.

«Y uno de los malhechores que estaban colgados allí le lanzaba insultos, diciendo: ¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros! Pero el otro le contestó, y reprendiéndole, dijo: ¿Ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? Y nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero éste nada malo ha hecho. Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Él le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.

«Era ya como la hora sexta, [o sea como el medio día] cuando descendieron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena, al eclipsarse el sol. El velo del templo se rasgó en dos. Y Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU. Y habiendo dicho esto, expiró. Cuando el centurión vio lo que había sucedido, glorificaba a Dios, diciendo: Ciertamente, este hombre era inocente. Y cuando todas las multitudes que se habían reunido para presenciar este espectáculo, al observar lo que había acontecido, se volvieron golpeándose el pecho. [O sea, lamentándose]. Pero todos sus conocidos y las mujeres que le habían acompañado desde Galilea, estaban a cierta distancia viendo estas cosas».

La incredulidad pasiva

Las mujeres están llorando y los hombres reaccionan de varias formas. Algunos actúan con incredulidad, y su incredulidad es pasiva. Su incredulidad es pasiva. No se oponen a Jesús; simplemente lo observan. Quizás algunos de ustedes sean así. No se oponen al cristianismo. No odian a Jesús. Tampoco se consideran cristianos, y no defienden la causa de Jesús.

En cambio simplemente son observadores. Su oposición al cristianismo es pasiva. Miran. Vienen a la iglesia de vez en cuando, y quizás observan la vida de algunos cristianos; quizás han han juzgado algunas cosas internamente, pero no dicen nada en público. No causan división. No son hostiles. No son descorteses. No están necesariamente a favor ni en contra de Jesucristo. En cambio son pasivos en su oposición como observadores.

Muchos estuvieron ahí, incluyendo hombres. Observaron lo que pasó. No asintieron ni se opusieron necesariamente. Fueron indiferentes. Pero la verdad es esta: Jesús dice, «El que no está conmigo, está contra mí». Cualquiera que es pasivo y simplemente observa el cristianismo, no está a favor de Jesús.

La incredulidad activa

Otros que estuvieron presentes y tampoco creían tenían una incredulidad activa, y tenemos tres ejemplos: el pecador, los soldados, y los que se burlaban.

1. El pecador

El primero es el pecador que fue crucificado con Jesús. Fue profetizado en Isaías 53:12, 700 años antes de que Jesús naciera en la tierra, porque este es el Libro que Dios escribió. A diferencia de todo libro que jamás se haya escrito, este es el Libro perfecto que Dios escribió. El 25% de su contenido es de carácter profético, predice el futuro en torno a la Persona y obra de Jesús cientos y miles de años antes para que todos sepamos que este Libro fue escrito por Dios, y que Jesús fue quien Dios envió.

Fue profetizado en Isaías 53:12 700 años antes del nacimiento de Jesús que sería muerto con los impíos. Jesús fue crucificado entre dos malhechores condenados. Eran ladrones. Uno de ellos era activo en su incredulidad, se opuso públicamente a Jesús. Mientras colgaba al lado de Jesús, se burlaba de Él, y lo despreciaba. Básicamente dijo, «No estoy impresionado. Si eres Dios, si eres Salvador, sálvate a ti mismo; y mientras lo haces, sálvame a mí».

Algunos de ustedes tienen esa opinión de Jesús. Lo acusarían de no ser bueno o de haberles fallado. «Jesús, ¿dónde está el amor? ¿Dónde está la provisión? ¿Dónde está la protección? Todas las promesas que haces en tu Palabra, no las estoy viendo en mi vida, y ahora estoy muy enfadado contigo». Era uno de los que tenían una incredulidad activa.

2. Los soldados

Además del pecador estaban los soldados. No solo lo crucificaron, echaron suertes por sus vestidos. Quiere decir que a Jesús lo desnudaron, quizás completamente. Era algo sumamente vergonzoso hace 2 000 años para un hombre maduro, al igual que en nuestros días. Tomaron sus vestidos, sus últimas posesiones terrenales, y en vez de repartírselas, echaron suertes a ver quién sería el ganador. Eran hombres duros, eran unos matones, eran unos maleantes, unos estúpidos, pero no era para defender a los débiles y oprimidos sino para matar al Hijo de Dios.

Y hacen algo más que acabamos de leer en el Evangelio de Lucas, y puede que la mayoría de ustedes ni siquiera lo notó, porque se menciona brevemente, y dice que le dieron algo llamado “vino agrio”. Algunas traducciones no equiparan esencialmente con el vinagre. Los evangelios: Mateo, Marcos, Lucas, y Juan, son cuatro esbozos biográficos de la vida de Jesús. Añaden esta información: que tomaron este vinagre de vino y empaparon una esponja con él en un palo, y se la metieron a la boca.

Leí eso por primera vez como estudiante universitario a los 19 años de edad—y creo que aún no era cristiano; estaba en proceso de llegar a conocer a Jesús—y pensé: «Qué bondadosos. Le dieron algo de tomar mientras lo están asesinando. Al menos, le dieron un momento de descanso y respeto. Le mostraron un poquito de compasión». Pero no fue así.

Hace unos años, tuve el privilegio de ir a Israel con mi familia, mi esposa y cinco hijos, y al hacer la gira de la antigua ciudad de Éfeso pasamos por lo que era un antiguo baño público, con varios inodoros hechos de mármol. Y funcionaban de esta manera: Uno se sentaba en el inodoro porque en todas las casas no había cañería necesariamente, sino un lugar ubicado centralmente para los más ricos y acaudalados. Al sentarse, había una fosa de agua que pasaba frente a uno para limpiarse, y debajo del inodoro había un orificio para meter la mano.

Resulta que los que eran bien ricos no querían limpiarse ellos mismos y contrataban esclavos. Y lo que hacían los esclavos era colocarle una esponja a un palo y lo limpiaban a uno cuando usaban el baño. Usaban la misma esponja con muchos clientes hasta que se dieron cuenta que causaba enfermedades e infecciones entre los que usaban el inodoro público.

Cada vez que vayan al baño miren hacia abajo y vean el cepillo para el inodoro, era eso básicamente. Decidieron desinfectarlo y lo metían en vino agrio para matar las bacterias y los gérmenes.

Y no era atípico que los soldados llevaran este palo y esta esponja como parte de su equipo para limpiarse cuando iban al baño. Y eso fue lo que le metieron a Dios en la boca. No lograron que Jesús se callara, porque decía cosas como, «Padre, perdónalos».

Al pecar, pecamos contra Dios. Por eso dijo el salmista, «Contra ti, contra ti sólo he pecado, Señor Dios». Y Dios viene al mundo. Se hace hombre. Dios viene predicando el amor. Dios viene predicando el perdón, y lo asesinamos. Lo ejecutamos, y los soldados lo crucifican. Aun en ese momento clama a voz en cuello, «¡Padre, perdónalos!». Y para callarlo cogen el cepillo del inodoro y se lo meten en la boca a Dios, de tal modo que es el último sabor en los labios del Creador del universo.

3. Los que se burlaban

Incredulidad activa para el pecador, incredulidad activa para el soldado, e incredulidad activa para los que se burlaban. «¿Qué clase de rey es este? ¿Sin techo, en la quiebra, virgen? ¿Qué clase de rey es? ¿Qué clase de reino ha traído y creado? ¡No me impresiona!». Y algunos de ustedes podrían estar en esa posición. No piensan que Jesús sea tan especial. No están muy impresionados. Esperaban mucho más.

¿Qué les dice Jesús a los que tienen incredulidad pasiva y activa? Dice, «Padre, perdónalos». Es asombroso. Es extraordinario que Jesús no les hable a ellos, sino ora por ellos. Así como Jesús ora por nosotros. Intercede por nosotros. Y dice, «Padre, perdónalos».

Permítanme decirles esto, amigos. Dos cosas: Primero, parece que no hay hada que hagamos que Jesús no pueda perdonar. Si puede perdonar a los que lo asesinaron, los que metieron el papel higiénico en su boca, con ese sabor en la boca; si puede declarar que los perdona, puede perdonar a cualquiera de cualquier cosa. No importa lo que hizo. Jesús contesta su propia oración. Perdona a los que pecan contra Él y contra otros. No importa lo malo que usted sea. No importa lo que haya hecho. Él puede perdonar y lo hace.

Segundo, nunca es demasiado tarde. Aun les ofrece esta invitación a los dos ladrones que están a punto de morir en cualquier momento a su derecha y a su izquierda. Cualquier persona y toda persona puede venir a Jesús. Sé que algunos han oído que el cristianismo es una religión angosta, y en realidad el cristianismo sí es angosto porque todos deben pasar por una puerta angosta de fe en la Persona, y la obra, la muerte, y la resurrección de Jesucristo. Es exclusivo. No todas las religiones conducen a Dios. No todos los caminos conducen al perdón. Y no solo es exclusivo el cristianismo es el más inclusivo. Jesús invita a todos a arrepentirse del pecado. Jesús invita a todos a confiar en Él. Jesús invita a todos para perdonar todos sus pecados.

En este momento, esas no son buenas personas. Son malas personas. No han llevado una vida buena. Han llevado una vida mala. Un hombre a su lado lo recibirá por fe. Se los mostraré en un momento. Este hombre no hizo sino males toda su vida, y lo reconoce públicamente. Sin embargo, al último momento, por la gracia de Dios, Jesús también lo perdona.

Jesucristo es exclusivo. No hay ningún Dios aparte de Jesús. No hay salvación sin Jesús. No hay vida eterna sin Jesús. Pero es increíblemente inclusivo: Todo idioma, toda nación, toda tribu, toda lengua, todo pueblo, invita todos los pecados a ser perdonados por Jesús quien clama, «Padre, perdónalos». Dios ha estado perdonando ese pecado por 2 000 años.

La creencia

Algunos hombres responden con incredulidad, y algunos responden creyendo. Entre ellos está Simón, el soldado, y el pecador.

1. Simón de Cirene

Leemos de este hombre, Simón. Mientras Jesús lleva la cruz, se le pone demasiado pesada para llevarla. Les explicaré eso más detalladamente en un momento. Asignaron a Simón para ayudar a Jesús a llevar su cruz. En una de las imágenes más magníficas de lo que significa ser un verdadero seguidor de Jesús, Él mismo diría más tarde, «Si de veras eres mi discípulo, toma tu cruz y», ¿qué? «Sígueme». Y Simón fue el primero en hacerlo.

Lo asignaron. Estaba en la multitud, lo agarraron y le dijeron: «Lleva la cruz de Jesús». ¿Saben lo que me asombra? Después de estar con Jesús un corto tiempo, después de ayudarle a llevar la cruz y ver a Jesús ser crucificado, creo que este hombre Simón se volvió cristiano. Su nombre es Simón de Cirene, que queda en lo que hoy es Libia. Creo que se volvió cristiano. El Evangelio de Marcos, creo que está en el capítulo 15, dice que tuvo dos hijos llamados Alejandro y Rufo, Marcos 15:21. Si leen al final de Romanos 16:13, menciona a uno de esos muchachos como líder de la iglesia. No creo que estuvieran en las Escrituras si Dios no hubiera obrado en sus vidas. Simón pasó de ser un tipo que no estorbaba a nadie y después de repente fue confrontado con la obra personal de Jesús y se volvió cristiano.

¿No es sorprendente? Simón vio el asesinato de Jesús y dijo, «Quiero ser como Él». ¿Quiere que lo maten como lo mataron a Él? «Si es necesario. Quiero ser como Él. Creo que se volvió cristiano, y crió hijos que conocían a Jesús y lo amaban como Señor, Dios, Salvador, y Cristo. Sus hijos fueron líderes en la iglesia incipiente en Roma.

¡Miren, la decisión que toman no es solo para ustedes! ¡Es para sus hijos, y los hijos de sus hijos! Miren, el Dios de la Biblia es el Dios de Abraham, Isaac, y Jacob. Ahí son una, dos, tres generaciones. La esperanza, la confianza, la oración es que su decisión, la decisión más importante que tomará en toda su vida, no es con quién se casará. Esa es la segunda decisión más importante que tomará en su vida. La decisión más importante que tomará en su vida es ¿a quién va adorar? ¿Quién es su Dios? ¿En quién confiará?

Algunos de ustedes dirán, «No tengo un Dios». Sí lo tiene, y lo ve todas las mañanas en el espejo. Usted es la autoridad más alta de su vida. ¡Confía en sí mismo! ¡Se juzga a sí mismo! Pero la verdad es esta: Usted mismo no puede salvarse. Usted mismo no puede perdonarse. Usted mismo no puede rescatarse. La clave es adorar al Dios correcto, casarse con alguien que también adora al Dios único, y criar hijos que conozcan, amen, y sirvan a ese Dios, para que cuando usted esté eternamente en el glorioso reino de Dios encuentre otras personas con su mismo apellido como parte de su legado de fe.

Los padres de algunos de ustedes decidieron caminar con Jesús. Ustedes también necesitan decidir lo mismo y continuar en ese legado de fe. La fe no se presta, y la fila hacia el reino de Dios es en fila india. Los padres de algunos de ustedes no decidieron caminar con Jesús y serán patriarcas y matriarcas. Serán la primera generación de fe cristiana en su familia, y la esperanza, la confianza, y la oración es que dentro de mil años, tendrá un legado, tendrá un linaje de personas de su descendencia que conocerán, amarán, y servirán a Jesús. Y cuando cuenten la historia de cómo sucedió, dirán que oyeron hablar de Jesús, y sus vidas fueron cambiadas para siempre, y que tomaron una decisión que repercutió por generaciones, hasta la eternidad.

2. El centurión

Además estaba el soldado que creyó, el centurión. Es un soldado muy poderoso, fuerte, bien entrenado. Como de las Fuerzas Especiales, un hombre entre los hombres. Así eran los centuriones. Es como uno de esos luchadores enjaulados, que uno se siente un poco incómodo al estar con él, porque da miedo. Así de fuerte es. No solo lastima a las personas, las mata. Es un hombre entre hombres. Ve morir a Jesús. Su trabajo es ser verdugo, matar a los hombres. Es lo que hace. Básicamente es un sicario patrocinado por el estado. Ve morir a Jesús, y no puede contenerse por la forma como Jesús se comporta, que clama públicamente, «Este hombre no era solo un hombre. No tiene pecado. Es el Señor». Y recibe a Jesucristo por fe.

Es una parte importante de nuestra misión y nuestro mensaje en Mars Hill. El cristianismo es para las mujeres. Lo vemos aquí. Es para los hombres también, para los más fuertes de todos. Y los hombres más fuertes pueden mirar al Señor Jesucristo y pueden ver al hombre más fuerte que ha vivido en la historia del mundo, el Dios Hombre que soportó la traición, los golpes, el derramamiento de sangre, y lo hace sin llorar, sin quejarse, sin lloriquear, y va a la cruz, y con su dignidad intacta, expía los pecados del mundo.

3. El pecador

Y por último, uno que lo recibe por fe es el pecador al lado de Jesús. Mientras otros se burlan de Jesús, dice: «¿No temen a Dios? ¿No sabes quién es Él?». Correctamente proclama la naturaleza sin pecado de Jesús. «Este hombre no hizo nada malo». Y después dice, «Pero yo sí».

Aquí es donde comienza la fe cristiana. Comienza con un reconocimiento una evaluación honesta que dice, «Soy pecador. Soy pecador». No pueden culpar a sus padres. No pueden culpar su cultura. No pueden culpar sus genes. No pueden culpar su tipo de personalidad. Son pecadores. Soy pecador.

Pecamos con nuestros pensamientos. Menos mal que la gente no puede ver lo que pensamos, ¿cierto? Pecamos de palabra. ¿Alguna vez dijeron o escribieron algo que lamentaron mucho? Pecamos por obra. ¿Alguna vez hicieron algo indebido? Pecamos con nuestros móviles. ¿Hacen cosas buenas, pero solo para manipular a otros para ser alabados? ¿Se enojan y se sienten mal cuando otros no los elogian por las cosas buenas que hacen? Pecamos por comisión. Hacemos cosas indebidas. Pecamos por omisión. No hacemos cosas que deberíamos hacer. Todos somos pecadores.

Algunos dicen, «El cristianismo es demasiado fácil. Lo único que tiene que hacer es decirle a Dios que es pecador y pedirle perdón a Jesús». ¿Saben qué? No es fácil. Es difícil, porque requiere humildad. No venimos a Dios con las manos llenas de lo que hicimos. «Esta es mi vida. Este es mi desempeño. Este es mi currículum. Aquí están mis buenas obras y mis malas obras. por favor ponlas en una escala y pésalas». No funciona así. Dios no tiene gente buena y gente mala. Tiene perfectos e imperfectos. Por eso dijo Jesús, «Sed vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto». Solo existen dos categorías. Perfectos: Una sola Persona ocupa esa categoría, el Señor Jesucristo. E imperfectos: Todos los demás. La clave es reconocer que «Soy pecador. Estoy en la categoría de los culpables. Estoy entre quienes quebrantaron la ley de Dios».

Y esta es la verdad también, amigos. Cuando pecamos no solo quebrantamos la ley de Dios, quebrantamos el corazón de Dios. Dios no es solo una fuerza o ley impersonal por la cual somos juzgados. La Biblia lo revela como un Padre que nos cuida. Tengo cinco hijos. Puedo decirles ahora mismo que si mis hijos hacen algo pecaminoso que les hace daño, están quebrantando las leyes que yo tengo como su padre. También es una devastación al corazón que les tengo como su padre. Algunos de ustedes necesitan saber que su pecado no es solo quebrantar reglas, sino el corazón de Dios.

Y este hombre lo reconoce. Dice, «Soy culpable. Lo merezco. Me están crucificando, y ni siquiera voy a defenderme. Pero este Jesús no ha hecho nada malo. Es sin pecado. No es como nosotros». Así es.

Mira al Señor Jesús, y tenemos que ver este momento. Jesús está en la cruz, ¿y saben en quién no está pensando Jesús? En sí mismo. Está pensando en las personas que lo están matando. «¡Padre, perdónalos! ¡Padre, irán al infierno por lo que están haciendo! Perdonémoslos. ¡Moriré ahora mismo, y ese puede ser su perdón!».

Está conversando con un hombre a su lado. «Jesús, perdóname». Jesús lo mira y le dice, «En verdad te digo». Jesús le dice, «Te digo la verdad». ¿Sabían que Jesús dice la verdad? No duden lo que Jesús dice. No busquen explicaciones alternas para lo que dice Jesús. Tan solo en el Evangelio de Juan dice más de 40 veces «¡En verdad te digo!». Jesús dice la verdad, y dice: «En verdad te digo. Hoy, en un par de minutos, estarás conmigo en el paraíso».

Un antiguo credo de la iglesia fue cambiado y decía que cuando Jesús murió se fue al infierno. No es así. Fue al paraíso. Fue al sitio donde el pueblo de Dios era guardado hasta que Él resucitara de los muertos y ascendiera al cielo. En Efesios 4 dice que se los llevó con Él, por lo cual, hoy, si usted muere y le pertenece a Jesús, Pablo dice, «Estar ausentes del cuerpo es habitar con el Señor». Vamos al paraíso. Es un lugar de bendición en la presencia de Dios. Eran los que estaban ahí.

La crucifixión históricamente

Mi siguiente pregunta es ¿qué le pasó a Jesús? ¿Qué le pasó a Jesús? Porque a veces dicen que «¡Jesús murió en la cruz por todos sus pecados!», pero no explicamos lo que pasó. Quiero explicarles lo que le pasó a Jesús. He estudiado el tema varios años lo cual ha culminado en un libro titulado, Death by Love. Incluye revistas médicas que he leído sobre temas relacionados con la crucifixión.

Y pienso que es importante porque La Biblia nos da al leer el relato de Lucas sobre la crucifixión de Jesucristo, la Biblia no nos da mucho detalle sobre lo que pasó exactamente en la cruz de Cristo. Creo que eso se debe en parte a que la audiencia original que recibió las Escrituras del Nuevo Testamento, habían visto muchas crucifixiones por lo tanto no tenían que explicarles cómo era.

Pero como nosotros no hemos presenciado una crucifixión pública—porque las crucifixiones en esos días estaban supervisadas por el estado, y se hacían abiertamente, públicamente, y vergonzosamente, como una especie de terror patrocinado por el estado. Terror patrocinado por el estado. Es como hacen en algunas naciones hoy en día, si alguien viola la ley, le pegan con una vara en público, o le cortan un dedo, o una mano en público, o lo decapitan en público, y todo el mundo lo ve. O vienen físicamente o lo ven digitalmente, y es para decirle a todos los demás que no sigan a ese líder o les pasará lo mismo. La gente vio la crucifixión. Pero tendemos a no verla. Por eso quiero explicárselas.

La crucifixión fue inventada por los persas y fue perfeccionada por los romanos. La crucifixión empezó con los persas 800 años antes del nacimiento de Cristo, y continuó por más de 1 000 años hasta que el emperador romano Constantino le puso fin después de volverse cristiano supuestamente, casi en 300 d. C.

Empezaron con el empalamiento. La crucifixión históricamente con los persas, por lo que pudimos ver, empezó con el empalamiento, que se usaban cuando querían matar a alguien en forma lenta y dolorosa. Tomaban un tronco largo, básicamente afilaban la punta en un extremo, y atravesaban a la persona la cual quedaba empalada. Después tomaban el palo y lo clavaban en la tierra y la persona literalmente quedaba empalada a veces varios días, desangrándose lentamente. Los dejaban ahí para que todos supieran que no debían hacer lo que ellos hicieron.

Siguieron perfeccionándolo porque la gente puede excesivamente cruel y sádica, y quieren causar todo el dolor posible. Cuando le dan autoridad a alguien para matar a alguien a la peor clase de hombres y soldados, se deleitaban mucho en hallar nuevas formas de aumentar el sufrimiento y el dolor, y eso culminaba con la crucifixión que tiene dos partes: El stipes, que era el poste permanente en el suelo, y lo que llamaban el patíbulo que era el travesaño. Por lo general fijaban el poste en tierra y traían el travesaño al lugar de crucifixión.

Ahora permítanme hablarles de la crucifixión. Era la forma más horrible, vergonzosa, de morir en público. El antiguo historiador Josefo, que resulta ser judío, la describe como la muerte más espantosa. Cícero dijo que los ciudadanos romanos decentes ni siquiera deberían mencionar la crucifixión por lo bárbara y horripilante que era, y que los romanos no solo evitaban la crucifixión, era para los extranjeros. Ni siquiera deberían hablar de eso. En Deuteronomio 21:22–23 Dios declara, «El colgado es maldito de Dios». Para los judíos no podía haber algo peor.

Sin embargo, siempre había crucifixiones. Por ejemplo, el día que Espartaco cayó en la batalla, 6 000 personas fueron crucificadas en un solo día por una vía de más o menos 120 millas de largo. Imagínense, digamos que van manejando digamos por la Interestatal 5 por dos horas, y por el camino al margen de la carretera hay 6 000 personas dispersas sangrando, llorando, sufriendo, y muriéndose. Un día, 6 000 personas fueron crucificadas. lo hacían en lugares públicos, donde la gente hacía sus compras. donde la gente se congregaba, para tener un máximo de multitudes.

Además, las peores personas venían a mirar estos eventos. Hacían chistes. Se mofaban. Se burlaban. Los hombres bebían. Hacían apuestas para ver si se volvían incontinentes y defecaban en los pantalones o se orinaban. Apostaban para ver si iban a llorar o a gemir. Apostaban para ver el tiempo total que duraban con vida antes de dar su último suspiro y morirse.

Mientras esto sucedía, las madres de las personas estaban allí, sus hermanos, sus hermanas, y amigos, y lo mismo pasó en la crucifixión de Jesús. Miró hacia abajo y ahí estaba su madre, y le habló.

Jesús sabía muy bien lo que era la crucifixión. Incluso posiblemente lo presenció de niño. Por el año 4 a. C. hubo una insurrección judía, y el gobierno romano puso fin a esa revuelta con una crucifixión enorme. ¿Se imaginan lo que habrá sentido Jesús como un niño chiquito de escuela primaria? Quizás estaba jugando un día y vio un montón de gente crucificada, y pensó: «Eso me pasará a mí». Así será. Así me sentiré». Y siguió adelante.

La crucifixión generalmente era muerte por asfixia. Cuando crucificaban un hombre, le horadaban los centros nerviosos más sensibles del cuerpo humano, las manos y los pies, con lo que equivalía a los clavos de una carrilera, como resultado el cuerpo colgaba de la cruz los pulmones del hombre eliminaban el oxígeno, y el hombre se desmayaba y volvía en sí.

A las mujeres también las crucificaban a veces, pero por lo general no; y cuando las crucificaban lo hacían de espaldas de cara a la cruz, porque no querían ver el rostro de la mujer. Pero a los hombres les daban vuelta. A diferencia de muchos cuadros, a los hombres generalmente no los crucificaban en alto. Los crucificaban a poca altura para que todos pudieran mirarlos a los ojos y burlarse de ellos.

El hombre se desmayaba y volvía en sí. Y cuando quedaba inconsciente, colgando de la cruz, al exhalar el oxígeno de los pulmones, a veces volvía en sí y se enderezaba en la cruz. La historia dice que este proceso podía durar hasta nueve días: Deshidratación, delirio, el cuerpo sangraba, sudaba, caían lágrimas, orina, heces, porque ni siquiera podían controlar sus necesidades biológicas.

Algunas personas trataban apurar su propia muerte. Trataban de encorvarse, conforme a los hallazgos arqueológicos, y les ponían una silla debajo del trasero a fin de sostenerlos, para que durara lo más posible. Después de morir, sus cuerpos a menudo eran botados. Algunos historiadores documentan que de vez en cuando venía un perro callejero a la casa con un pie o una mano. Amigos, eso fue lo que le hicimos a Dios.

La crucifixión de Jesús

La traición

¿Qué le pasó a Jesús? ¿Qué le pasó exactamente a Jesús? La Biblia dice que la noche anterior, estaba orando, angustiado, porque fue traicionado por un amigo; un amigo fingido llamado Judas Iscariote. Judas había estado con Jesús 3 años. Jesús le había dado de comer, lo amaba, le enseñaba, lo cuidaba, y había invertido en él; y Judas lo traicionó por 30 piezas de plata. Parece mucho. Pero eran como 200 dólares.

Jesús sabía que estaba acercándose más a la cruz, y como era su costumbre estuvo algún tiempo en un huerto llamado Getsemaní. He estado ahí. Es un lugar real. La Biblia no es un compendio filosófico. Es historia.

Y dice que Jesús le pidió a sus otros amigos que oraran por Él, pero le fallaron y seguían quedándose dormidos, y que Jesús se encontraba en tanta agonía que literalmente sudó gotas de sangre, lo cual sucede según los reportes médicos solo a personas bajo una angustia emocional y sicológica extrema.

Jesús sabía que sería crucificado. Había hablado de ello toda su vida, y sabía cómo sería el dolor. ¡De hecho, la crucifixión es tan dolorosa que se inventaron una palabra para articular su horror! La locución ‘vía crucis’, por ejemplo, alude al dolor que se siente al llevar la cruz.

Los azotes

Jesús fue arrestado. La Biblia documenta que fue golpeado por una turba de hombres. Le vendaron los ojos, lo golpearon, y lo blasfemaron toda la noche, y la Biblia dice sencillamente que lo tomaron y lo azotaron. Los azotes eran tan brutales que casi siempre mataban a la víctima. Muchos hombres ni siquiera sobrevivían a los azotes.

Como Jesús era joven, como era fuerte, trabajaba en la construcción, y caminaba mucho sobre un terreno áspero, seco, agreste que he visto. Jesús era un hombre joven de treinta y pico años. Estaba en buen estado físico. Era fuerte. Por eso duró tanto tiempo en morirse.

Al azotarlos, tomaban al hombre y le fijaban las manos sobre la cabeza, casi siempre en grillos, y lo ataban a un poste sobre una gran roca. Esto exponía su cuello, sus hombros, su espalda, su trasero, y sus piernas. Le quitaban toda o casi toda la ropa, desnudándolo, y después dos verdugos se paraban a ambos lados y azotaban al hombre con algo que llamaban el flagrum o gato de nueve colas que consistía de un mango de madera por lo general, al que le salían largas tiras de cuero. En la punta de cada tira de cuero fijaban bolas de alguna clase de metal o a veces eran de piedra, para ablandar la carne como quien prepara un pedazo de carne para asar a la parrilla. Les ponían ganchos en los extremos, también de metal.

El flagrum azotaba al hombre por la espalda y las tiras de cuero se esparcían y la carne se ablandaba, después los ganchos penetraban profundamente y el verdugo le daba un jaloncito al mango para asegurarse que los ganchos estuvieran profundamente incrustados en el cuerpo, y literalmente le arrancaban la carne al cuerpo del hombre. Le penetraban los tejidos profundos. La historia documenta que a veces una costilla se quebraba y se zafaba del cuerpo del hombre. Y esto se repetía una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. Y los hombres se turnaban haciendo su trabajo, causando todo el dolor posible.

Esto también lo predijo la Palabra de Dios, el Libro que Dios escribió. En Isaías 52:14 dice que su aspecto fue tan desfigurado más que cualquier hombre; o sea, si la madre y los hermanos de Jesús lo hubieran visto cuando lo azotaban, no hubieran podido reconocerlo; tal vez ni se parecía a un ser humano, sino como un animal ensangrentado o un bulto de carne.

En ese momento Jesús sangra profusamente. Su cuerpo lucha por sobrevivir. No duerme toda la noche. Lo golpean con los ojos vendados y fue blasfemado por una turba de hombres furiosos durante horas. Ahora su cuerpo entra en estado de shock, y comienza el proceso de muerte.

Una corona y un travesaño

Lo que hacen después para burlarse es ponerle una corona de espinas, y lo hacen llevar el travesaño romano. Este travesaño pesaba más de 100 libras. Imagínense un enorme traviesa de un vía férrea, o como una viga que usaban para sentar el techo de una antigua casa. Eran leños reciclados. Otros hombres lo habían llevado. Estaba cubierto con sus lágrimas y su sangre, su orina, y su sudor.

Y forzaron a Jesús a llevarlo, y lo pusieron sobre sus espaldas. ¿Se imaginan lo que debió haber sentido? Con la espalda ensangrentada y en trauma. Con heridas que llegan a los tejidos profundos y a los órganos. y le cargan eso en la espalda. Es un hombre fuerte, es un carpintero. Había llevado esta clase de leños de corte rústico pero se lo cargaron en la espalda para llevarlo por un largo camino, por una vía llamada la Vía Dolorosa, la vía de la cruz. He andado por esa vía. Es real.

Jesús la está llevando, está tan agotado y golpeado casi hasta la muerte, y la Biblia documenta que cayó de cara y colapsó bajo el peso de la cruz, el travesaño. Los expertos en medicina que han examinado esto en varias revistas médicas dicen que en efecto Jesús cayó de cara con sus manos sobre la cruz, llevándola, que la presión que ejercía sobre su pecho al dar contra el suelo hubiera sido como si se hubiera chocado con un carro de frente a alta velocidad. Así fue exactamente.

Imagínense que van en un carro y chocan de frente con otro carro no tienen bolsa de aire, y se estrellan contra el volante. Lo que eso hace es causar una ruptura del saco cardíaco porque se le rompen las costillas esencialmente y ahora tienen grandes hemorragias internas y sangrados. Y si no reciben atención médica inmediata, morirán. Fue lo que le pasó a Jesús. Por eso asignaron a Simón de Cirene que le ayudara a llevar la cruz, porque Jesús había sufrido lo que denominaríamos médicamente una contusión pectoral profunda.

Clavos de ferrovía

Sin embargo, Jesús concluye su marcha al lugar de crucifixión. A este carpintero que ha hincado muchos clavos, le hincan, repito, lo que equivale a unos clavos de ferrovía en los centros nerviosos más sensibles del cuerpo humano, las manos y los pies, y el travesaño lo fijan al poste principal. Después lo levantan y lo dejan caer en el suelo sacudiendo su cuerpo violentamente.

Mirándolo a los ojos están todos los que se burlan de Él, y ve a su propia madre. En ese momento Jesús pudo haber llamado una legión de ángeles. ¡Pudo haberles dicho a sus seguidores que pelearan! Pero no lo hizo porque Isaías predijo 700 años antes en el Libro que Dios escribió, «Como oveja que delante de sus trasquiladores permanece muda, no abrió Él su boca».

Sustituto

Jesús clamó a gran voz muchas veces desde la cruz. «Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?». En ese momento, Dios Padre, la primera Persona de la Trinidad, le dio la espalda al Hijo, la segunda Persona de la Trinidad. En ese momento, el Dios que se hizo hombre expió los pecados de los hombres.

Algo sucedió en ese momento. Algo legal, algo espiritual, algo eterno ocurrió en ese momento. Jesús cambió de lugar con nosotros. Se convirtió en nuestro sustituto, y nuestro pecado le fue imputado, o fue cargado a su cuenta, le fue dado, y fue maldito. Fue condenado. «El colgado es maldito de Dios».

Lo más difícil para Jesús, más que el sufrimiento físico, fue la separación espiritual, porque en 2 Corintios 5:21 dice perfectamente: «Al que no conoció pecado, le hizo pecado». Peor que el sufrimiento fue el que se haya convertido en pecado, y nuestro Dios tomó nuestro lugar.

Porque lo que pasó amigos, fue que nuestro primer padre y nuestra primera madre en el huerto se sustituyeron por Dios. Dijeron, «Seremos Dios». Y después Dios se hace hombre, padece en la cruz, y se sustituye por nosotros, diciendo: «Como la paga del pecado es muerte. Yo moriré por ustedes. Padre, perdónalos». Y Jesús clamó a gran voz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Ahí fue cuando expió el pecado. Ahí fue cuando la oración que hizo Jesús: «Padre perdónalos», fue contestada.

Un corazón roto (literalmente y figuradamente)

Después clama triunfalmente, y a gran voz, «Consumado es». Como les dije antes, cuando los hombres morían crucificados, generalmente era una muerte lenta por asfixia. Sin embargo, Jesús murió con los pulmones llenos de aire porque dice que clamó con gran voz triunfal, «¡Consumado es!».

Jesús no murió asfixiado. Creo que murió de un corazón roto. Creo que Jesús dio su último suspiro y mientras Jesús tuvo un paro cardíaco se estaba muriendo literalmente y en sentido figurado de un corazón roto. Creo que su corazón le estaba fallado, estaba clamando con voz triunfal que había terminado.

Ven, amigos, por eso es que ustedes no necesitan hacer mejor las cosas. Por eso no necesitan esforzarse más. Por eso no necesitan examinar otras creencias y religiones para ver si dan la talla. No necesitan añadirle cosas al cristianismo como el bautismo, o hablar en lenguas, o creer en algún asunto doctrinal secundario. Cuando Jesús terminó, todo se cumplió para apaciguar la ira de Dios y perdonar el pecado de hombres y mujeres. Todo fue consumado.

Por eso la religión es un chiste. Por eso la espiritualidad es falsa. Por eso la gente que se piensa demasiado buena para Jesús son los peores de todos. Consumado es. Necesito que ustedes lo sepan.

Algunos de ustedes dirán, «Pero usted no sabe lo que he hecho». Él perdonó a los que lo mataron. Está dispuesto a hacerlo. ¡El centurión llegó a ser salvo al pie de la cruz donde Dios fue asesinado! Dios puede perdonarle.

Algunos de ustedes dirán, «Pero he desperdiciado tantos años», El ladrón en la cruz había desperdiciado toda su vida hasta ese momento. No haga eso. Nunca es demasiado tarde, siempre y cuando pueda respirar. La mayoría de nosotros no piensa lo suficiente en Jesús. Estamos demasiado ocupados pensando en nosotros mismos.

Muerto y sepultado

Vimos quiénes estuvieron ahí. Vimos lo que sucedió. Y siento que debo decirles esto. Jesús murió. Algunos dirían que le dio soponcio. No le dio soponcio. Murió. Porque después tomaron una lanza y se la metieron debajo de la caja torácica perforando su corazón, ¿y qué fluyó de Su costado? Sangre y agua. Sangre y agua.

Eso indica que probablemente sí murió de un paro cardiaco, porque esos dos fluidos están separados en el corazón por el pericardio. Creo que por la contusión del pecho hubo un derrame de tal modo que al final cuando salió de su cuerpo se mezcló porque murió de un corazón roto, y fue hecho pedazos por una lanza.

Jesús estaba muerto. Un verdugo profesional lo declaró muerto. Todos sabían que estaba muerto. Fue sepultado con más de 100 libras de mortajas fúnebres y especias. Lo colocaron en una tumba fría, cavada en una roca, sin comida, agua, o atención médica. Una enorme piedra fue rodada para resguardar la entrada. El sello romano le fue puesto encima para que nadie tratara de forzar la entrada, y pusieron guardias para cerciorase de que nadie tocara el cuerpo. Jesús estaba muerto.

¿Por qué son buenas noticias?

Vimos quiénes estaban ahí. Vimos lo que pasó. ¿La pregunta más importante es ¿por qué?. ¿Por qué le sucedió lo peor a la mejor Persona que ha vivido? Lo asombroso también es que para los cristianos que están con nosotros, esto se llama ¿qué? Buenas noticias. Ese es el evangelio. Evangelio significa buenas noticias. ¡Estas son buenas noticias! ¿Qué? El gran día que celebramos cada año se llama Viernes Santo. ¡El Viernes Santo celebramos las buenas noticias! ¿Qué y por qué? ¡Asesinamos a Dios! ¡Ustedes asesinaron a Dios! ¡Tienen las manos cubiertas con Su sangre! ¡Han matado a Dios! ¡Así de malos son! ¡Así de egoístas son! ¡Así de impíos son! ¡Así de corruptos son! ¡Así de condenados son! ¡Tienen la sangre en sus manos! ¡Mataron a Dios! ¿Son buenas noticias?

Les diré por qué son buenas noticias. Él lo hizo por ustedes. Él murió por ustedes. La Biblia usa esta palabrita: «Por». Nos dice que Jesús murió, y después nos dice que murió por nosotros. Si no hubiera ‘por’ no habría buenas noticias. ¡Ustedes mataron a Dios! Esas no son buenas noticias. ¡Pero Él murió para perdonarlos, para amarlos, para servirles, para buscarlos, para salvarlos, para adoptarlos! ¡Lo hizo por ustedes!

Lo leeré una y otra vez. Por fue es que los primeros cristianos empezaron a hablar sobre qué símbolos iban a usar. «¿Emplearemos una paloma? Ese era el Espíritu Santo que descendía sobre Jesús. ¿Emplearemos peces y panes? Porque Jesús alimentó todo un estadio con el almuerzo de un muchachito. ¿Debemos hacer eso? ¿Qué opciones tenemos?». ¿Qué decidieron, empezando con Tertuliano uno de los padres de la iglesia primitiva? Decidieron, «Emplearemos la cruz. Haremos la señal de la cruz. Pondremos la cruz en nuestros hogares. Pondremos la cruz afuera frente a la casa para que todo el que entre sepa, «La gente de Jesús vive aquí».

¿La cruz? ¿Está bromeando? El antiguo himno lo dice bien. Es un emblema de sufrimiento y vergüenza. Hubo un cuadro pintado en Siglo II creo que en una cueva; era como una gruta. Mostraba lo que los que no eran cristianos pensaban de Jesús y la crucifixión. Tenía el cuerpo de un burro con la cabeza de Jesús, y había un tipo adorando, con esta inscripción: «Alexámenos adora a su Dios». El concepto que tenían los no cristianos era que adorar a Jesús era igual a adorar un burro muerto. ¿Son buenas noticias? Sí, son buenas noticias.

Isaías 53:5, 700 años antes del nacimiento de Jesús, porque este es el Libro que Dios escribió, predice el futuro. Dice que Él fue herido por nuestras transgresiones y pecados. ¿Tienen algún pecado? ¡Por eso murió Jesús! Por tanto no necesitan decir, «Soy una buena persona». Podrían decir, «Jesús es un buen Salvador». No necesitan decir, «He sido bueno en mi vida». Necesitan decir, «He sido malo en mi vida. Pero Jesús vivió una vida perfecta.

«Fue molido por nuestras iniquidades». Lo que le pasó a Jesús es lo que les pasa a todos los que no confían en Él. Sufren de una manera horrorosa. Pero amigos, estas son buenas noticias. Si confían en Jesús, Dios no los castiga a ustedes. No crea, estimado amigo, que cuando usted sufre Dios lo está castigando. A veces cosechamos lo que sembramos. A veces es causa y efecto. La Biblia dice en Proverbios y en Hebreos que como un Padre corrige a su hijo, Dios nos corregirá, pero nunca nos castiga. Ahora mismo necesitan saber que si están en Cristo Dios no los castiga, Dios no los ha castigado, y Dios no los castigará porque Jesús fue castigado en su lugar como sustituto por sus pecados y sería injusto si Jesús lo castigara.

Por tanto, cuando estén sufriendo no se aparten de Jesús; acérquense a Jesús. No pregunten, «¿Por qué me estás castigando?». Díganle, «Gracias por soportar mi castigo. Por favor utiliza este sufrimiento, en primer lugar para enseñarme de ti; segundo, para que yo sea más como tú».

Pablo lo dice de esta manera en Romanos 4:25. «Fue entregado por», ahí está esa palabra, «Por causa de nuestras transgresiones», las suyas y las mías. Esto es lo que no quiero que oigan. «Mark es una buena persona. Dio una conferencia sobre cómo ser una buena persona». «No, Mark es por naturaleza un enemigo de Dios, y Dios lo salvó, lo amó, lo perdonó, lo adoptó, y esa es la gracia de Dios, y Mark no puede negarla, y Mark quiere que yo tenga lo mismo». Hay un héroe. No son ni ustedes ni yo. Siempre es Jesús. Siempre somos los malos; Él siempre es el héroe.

Lo dice de esta manera en Romanos 5:8, Dios demuestra su amor para con nosotros en esto. ¿Se preguntan si Dios los ama? «Dios demuestra su amor por nosotros en que cuando aún éramos pecadores, rebeldes, Cristo murió por nosotros». Pueden mirar la cruz y decir, «¡Sé que Dios me ama! Se hizo hombre. Vivió sin pecado. Vivió la vida que no viví. Murió la muerte que yo debí morir. Da el don que no me puedo ganar. Sé que Dios me ama, no solo por darme salud, o riquezas, o comodidad, o conveniencia. ¡Dios me dio a Dios! ¡Dios me dio a Dios! ¡Me dio a sí mismo! ¡Me dio a su Hijo! ¡Me dio la salvación!».

Dios sí los ama profundamente, apasionadamente, tan íntimamente, tan perfectamente que cuando decidió darles les dio a sí mismo. Son amados. Son amados de una manera en que nadie jamás podrá amarlos con ese amor perfecto, inquebrantable, inexorable.

Lo maravilloso del amor de Dios que nos fue dado por medio de la muerte de Jesús es que en realidad no lo merecernos. No hemos hecho nada para merecerlo. Como no merecemos el amor de Dios, no podemos hacer nada para no merecer el amor de Dios. Porque no lo tomamos, Él lo regaló y no podeos perderlo. Esta es la gran idea. Cuando Jesús decide amarnos, no hay nada que podamos hacer al respecto para siempre, y eso es bueno.

En primer lugar

En 1 Corintios 15:3, Pablo dice, «Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí». De todas las cosas que podemos saber, todos los blogs, los Tweets, y los libros que podemos leer, y las conferencias que podemos escuchar, de todo el consejo que podemos recibir, de todas las conversaciones que podríamos soportar, de todos los shows que podemos ver o asimilar en materia de información, la cual está duplicándose más rápidamente en el planeta que en cualquier año anterior, podemos abrumarnos, inundarnos con el aluvión de información que hay, y perdernos las buenas noticias. De todo lo que hemos aprendido, todo lo que pudiéramos aprender, ¿qué es lo más importante? Pablo dice, «En primer lugar, que Cristo murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras». Que Cristo murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras. Es lo más importante que necesitan saber.

Por eso lo considero un verdadero honor enseñarles. Me encanta estar aquí. ¿Y saben qué? Llevamos más de dos años en este libro. Esta iglesia no tiene sino un año de haberse inaugurado y empecé a enseñar en este libro antes de que la iglesia se congregara, antes de que abriera sus puertas. En la providencia de Dios, Él sabía que estarían aquí para oír lo más importante en la historia del mundo: Que son pecadores, y que Jesús es un Salvador, y que la cruz de Cristo es su única esperanza.

Este es un momento sagrado. Es un momento divino. Es un momento que Dios escogió en la eternidad pasada. Porque la Biblia dice en otra parte que Dios determina los tiempos y los lugares de nuestra habitación. No estamos aquí por coincidencia o circunstancia. Estamos aquí por la providencia de Dios, y Él los quiere a ustedes. Dios los conoce. Dios les ama. Dios los está buscando. Dios se interesa por ustedes. Dios tiene cuidado de ustedes y está dispuesto a esperarlos a responderle confiando en su Hijo Jesucristo. Porque yo os entrego en primer lugar lo mismo que recibo: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras.

¡Queridos amigos, el asesinato de Jesús, la ejecución de Jesús, la crucifixión de Jesús, es algo que ustedes hicieron! ¡Ustedes mataron a Dios! ¡Nosotros matamos a Dios! ¡La humanidad es responsable del asesinato de Dios! Todos juntos. Somos culpables. El asesinato de Jesucristo, la ejecución de Jesucristo, la crucifixión de Jesucristo, la realizaron ustedes, la realicé yo. Pero las buenas noticias son que lo hizo por ustedes, lo hizo por mí. Aquí no hay nadie que si se aparta del pecado y confía en Jesús pueda ser rechazado. Aquí no hay nadie que pueda haber pecado demasiado, que se ha descarriado demasiado, que se haya rebelado demasiado, o muy a menudo, que haya protestado con demasiada vehemencia.

Jesús no solo murió, no solo fue enterrado, ¡Jesucristo resucitó de los muertos! ¡Jesús conquistó el pecado! ¡Jesús conquistó la muerte! Después de ser enterrado, a los tres días Jesús entró caminando al pueblo con llagas en los pies a desayunar y a abrazar a sus amigos y mostrarles las llagas en sus manos. Se le apareció a multitudes de 500 personas a la vez. Siguió apareciéndose por espacio de 40 días. Su madre lo vio vivo y lo adoró como Dios. Sus hermanos lo vieron vivo y lo adoraron como Dios. Sus amigos lo vieron vivo y lo adoraron como Dios. ¡Hasta los que dudaron, como Tomás, lo vieron vivo! Cayó postrado y proclamó en adoración «Señor mío, y Dios mío» a su amigo Jesucristo.

Hasta los enemigos más acérrimos, más hostiles, más voraces, se volvieron cristianos. Confiaron en Jesús como Salvador de pecadores. Eso incluye hombres como Saulo. Fue quien escribió, «Fue entregado por nuestras transgresiones. Cristo murió por nosotros. Murió por nuestros pecados». Eso fue escrito por un hombre que odiaba a Jesús, un hombre que odiaba a los cristianos, un hombre que conocimos por primera vez en la Biblia asesinando a un diácono de la iglesia primitiva llamado Esteban, y tiene un encuentro con el Cristo resucitado. Se encuentra con el Cristo vivo. Se encuentra con el Cristo Salvador, que lo busca, que le sirve y que lo transforma; y pasa de ser Saulo a ser Pablo, de ser enemigo del cristianismo a ser un autor de la Biblia quien muere por Jesús sin temor, sabiendo, «¡Lo veré, y estará orgulloso de mí, y estaré con Él para siempre, y la muerte no puede conquistarme porque Jesús me ha salvado!»

¡Amigos, necesitan a Jesús! No importa con lo que estén lidiando, ¿qué es lo principal? ¿Qué es lo más importante? ¡Ustedes y Jesús! ¡Ha hecho todo por amarlos, perdonarlos, y buscarlos! Y cuando dijo con el último suspiro de su boca que moría, ¡Consumado es! Les estaba diciendo: ¡Los amo! ¡Los invito! ¡Les doy la bienvenida! ¡No se preocupen por lo que tienen que hacer! Todo lo que se podía hacer ya fue hecho! ¡Con los brazos abiertos le da la invitación para que corra hacia un Dios que lo ama!

Oración

Oraré por ustedes. Mi trabajo es decirles la verdad. Su trabajo es tomar una decisión. Tienen que decidir qué van a hacer con Jesús. Como los que estaban presentes ese día, pueden tener incredulidad pasiva, pueden tener incredulidad activa, o pueden creer. Les pido que confíen en Jesús. Oraré por ustedes, y después les explicaremos cómo responder.

Dios Padre, te doy gracias por este sagrado momento, Dios, por haber empezado esta serie hace más de dos años y porque sabías que todos estaríamos aquí esta noche; y sabías que otros escucharían al momento indicado en su lugar en Mars Hill o en línea, y porque sabías que el mensaje del evangelio es el poder de Dios, y que, Dios, amarías a estas personas tanto que harías posible la compra de un edificio para que tu pueblo lo renovara, y la gente diera generosamente para tener un sitio donde oír las buenas noticias, y que, Dios, traerías gente porque las amas porque te interesas por ellas, y porque están en el camino de tu ira pero tú tienes un plan mediante el cual Jesús puede librarlos.

Padre, estamos tan emocionados por eso. Jesús, no sabemos qué decir. ¡Gracias, es todo lo que tenemos, que moriste por nosotros, que tomaste el mal más horroroso de la historia del mundo para perdonar el pecado y salvar a la gente. Demuestra lo magnífico que eres, lo soberano, lo glorioso, y lo bueno, humilde, y servicial que eres. Espíritu Santo, te pido que tomes a quienes no conocen al Señor Jesucristo y les des fe, una fe que salva, una fe profunda, una fe que cambie sus vidas y sus legados, una fe que haga historia, que los selle eternamente.

Espíritu Santo, pido por los cristianos que tengan denuedo, que no sean tímidos ni cobardes. No se trata del cristianismo. No se trata de Mars Hill. No se trata de ellos. Se trata de Jesús. Jesús, estuviste dispuesto a ser desnudado, golpeado, traumatizado, para apoyarlos. Les pido a mis amigos que tengan la valentía de apoyarte, de apoyarte en el salón de clase, de soportar las burlas como tú, de apoyarte en su trabajo. de soportar las burlas como tú, de apoyarte con sus compañeros de clase, y sus familiares, y amigos, y cónyuges, e hijos. Jesús, lo peor que nos puede pasar es que nos maten y nos manden a estar contigo para que digas, «Bien, buen siervo y fiel», y nos colocas en un reino sempiterno, un lugar que le dijiste al ladrón en la cruz que es el paraíso. Señor Jesús, gracias por tu muerte y resurrección, porque el peor de los casos es el mejor de los casos.

Dios, pido por los que han tomado prestada la fe de otros. Son como algunas de las personas de la historia. Han observado a los cristianos. Han observado el cristianismo. Han observado la historia de Cristo, pero ellos mismos no la creen todavía. No han confiado todavía. No se han rendido todavía. Jesús es apenas parte de sus vidas, pero aún siguen tratando de controlarlo, usarlo, manipularlo, y rebajarlo. Jesús, tú eres el Señor. Pido que todos te reconozcamos como Señor, y que te disfrutemos como Señor. Jesús, sentimos el peso de nuestro pecado por la convicción del Espíritu Santo. Te damos gracias por eso. Pero Jesús, sabemos que todo está consumado. El pecado ha sido perdonado. Has apartado la ira. El camino al infierno ha sido desviado. Los enemigos se han vuelto amigos y tú eres un Dios bueno que nos ama bien. Espíritu Santo, te pido ahora mismo que te apoderes de los corazones de la gente, sus mentes, sus vidas, sus almas, y que los conviertas a Jesús. En Su nombre lo pedimos. Amén.

Nota: Esta transcripción ha sido editada.