Jesús sana a una mujer y a una niña (Lucas 8:40–56)

Lucas 8:40–56 (RVR 1960)

40 Cuando volvió Jesús, le recibió la multitud con gozo; porque todos le esperaban.
41 Entonces vino un varón llamado Jairo, que era principal de la sinagoga, y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa;
42 porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo.
Y mientras iba, la multitud le oprimía.
43 Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada,
44 se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre.
45 Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado?
46 Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí.
47 Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.
48 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz.
49 Estaba hablando aún, cuando vino uno de casa del principal de la sinagoga a decirle: Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro.
50 Oyéndolo Jesús, le respondió: No temas; cree solamente, y será salva.
51 Entrando en la casa, no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, a Jacobo, a Juan, y al padre y a la madre de la niña.
52 Y lloraban todos y hacían lamentación por ella. Pero él dijo: No lloréis; no está muerta, sino que duerme.
53 Y se burlaban de él, sabiendo que estaba muerta.
54 Mas él, tomándola de la mano, clamó diciendo: Muchacha, levántate.
55 Entonces su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó; y él mandó que se le diese de comer.
56 Y sus padres estaban atónitos; pero Jesús les mandó que a nadie dijesen lo que había sucedido.

Introducción

Feliz tercio, Mars Hill. Necesitaremos 106 sermones para acabar Lucas, y hoy vamos en el número 35. O sea que hemos cubierto un tercio de Lucas, y hoy nos encontramos en Lucas 8:40–56, donde Jesús sana a una mujer y a una niña. Mientras encuentran el pasaje, van a ver a Jesús transformar completamente la vida de una mujer mayor y la de una niña, amándolas y sirviéndolas supremamente bien.

Jesús limpia (Lucas 8:40–48)

Empezaremos con el tema de que Jesús limpia, en Lucas 8:40–48, e inmediatamente entraremos de lleno en la historia. Lucas 8:40, “Cuando volvió Jesús”, ¿cuando volvió de dónde? De expulsar los demonios del endemoniado. Permítanme ampliarles lo que sería una continuación de los días de Jack Bauer. A Jesús se le acercan grandes multitudes. Está sanando y haciendo milagros. Necesita descansar, por lo que se sube a un barco, y está tan agotado mientras reman al otro lado del Mar de Galilea, cuando de repente una enorme tormenta viene sobre ellos. Y está tan cansado, que aunque sus vidas están en peligro, Él está dormido en el barco. Así de cansado estaba. Lo despiertan y el calla la tormenta. Manda a la creación, y le obedece. Reman al otro lado del lago. Apenas se bajan del barco, viene un hombre endemoniado, desnudo y loco. El tipo que rompió los grillos, y vivía en los sepulcros: ese era el comité de recepción. Por lo tanto para Jesús no era un día de descanso y recreación.

Expulsó los demonios del hombre, ministra al pueblo, vuelve a subirse al barco, cruza el lago, se baja del barco, y le aguarda una nueva multitud de gente necesitada. La cantidad de amor, y afecto, y servicio que tiene con la gente es increíble, y hay temporadas en el ministerio en las que uno se siente así. De parte de sus ancianos, les digo que en los últimos dos meses hemos vivido una temporada como esa.

Hace poco Grace me preguntó, “¿Tuviste un día difícil?” “No, he tenido una vida difícil. Pero sí, eso también supone tener un día difícil”. Es que hay temporadas así en donde las necesidades son tan grandes que donde quiera que uno vaya, y todas las personas con las que uno habla, y todo lo que uno ve, muestra que hay más carencias de amor, cuidado, compasión, enseñanza, oración, servicio, fondos, y ayuda. Y Jesús está viviendo estas experiencias en sucesión.

“Cuando Jesús regresó, la multitud le dio la bienvenida”. De manera que todos se tomaron el día libre; caparon clase, y todos lo están esperando en la orilla. ¿Pueden imaginárselo? Aquí vienen los discípulos, remando, “Oh, aquí están”. Y viene Jesús, y lo esperan haciendo cola: primero, segundo, tercero..como el DMV. Todos tienen un número, y vienen en fila recta, cada cual esperando su cita con Jesús; traen consigo sus listas de necesidades, “porque todos le esperaban”.

Versículo 41: “Entonces vino un varón llamado Jairo, que era principal de la sinagoga”. Era un líder espiritual conocido y respetado. En el Antiguo Pacto equivaldría a una iglesia. Así eran las sinagogas, donde el pueblo de Dios se reunía a oír la Palabra de Dios y adorar al Dios de la Palabra. Y como Él era uno de los líderes, era algo así como un pastor. Así que considérenlo un pastor, o un anciano, o como uno de los que sirven aquí en Mars Hill; y el sitio donde ministra es como uno de nuestros campus.

“Y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa”. No era costumbre de los hombres mayores hacer esto. Uno no debía correr en público. No debía postrarse a los pies de alguien, sobre todo si era un líder religioso y espiritual. Sin embargo, este hombre es humilde y está desesperado; le ruega Jesús que deje la multitud y venga a su casa. ¿Por qué?

“Porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo”. Me identifico personalmente con la historia de Jairo, porque es básicamente un pastor como yo, y tiene una hija que tiene la misma edad de mi hija, Ashley. Su hija tenía como 12 años de edad. Mi hija Ashley tiene 12 años; cumplirá 13 en unos meses. Esta es su hija única. No sabemos si tuvieron que lidiar con un aborto espontáneo o con la infertilidad, o lo que haya pasado. Supongo que hubieran querido tener más hijos. Era normal tener familias grandes en aquellos días, pero por algún motivo Dios los bendijo con una sola hija, una niña.

Este hombre ama a su hija como yo amo a mi hija. ¿Cómo lo sabemos? Está haciendo todo lo que puede para ayudar a sanarla, porque se está muriendo. La deja sobre su lecho de muerte con su madre que la atiende, y corre hacia Jesús porque había oído que estaba en el pueblo; y viene y se postra a los pies de Jesús rogándole desesperadamente que venga a su casa a sanar a su hija. Es un hombre dispuesto a cualquier cosa para que su hijita se sane.

Las hijas son un don del Señor

¿Cuántos de los hombres aquí tienen hijas? Es un honor tan tremendo ser el padre de una mujer joven. Les aseguro a los hombres aquí, los que tienen miedo a tener hijas, que es asombroso, es maravilloso. La gente dice tonterías como: “Oh, espere a que sean adolescentes, y entren al bachillerato”. Pues ya estamos ahí, y es increíble. Por la gracia de Dios, podría tener una hija que está cambiando de niña en mujer, y puede estar con ella para amarla, animarla, bendecirla, apoyarla, adorarla, protegerla, disfrutarla, y estar cerca de ella.

Jairo parece tener esa clase de relación con su hija. Tiene como 12 años de edad. Aún recuerdo cuando nació Ashley. Estaba convencido de que sería un niño. Y cuando salió, no era un niño. Y recuerdo que estaba pasmado, “Es una niña. Creo que sé manejar a los niños, pero no tanto a las niñas. Me falta mucho por aprender”. Después oré, “Dios, gracias por darme una niñita. Ayúdame a amarla, protegerla, disfrutarla, y que viva largos años; que su vida sea fructífera, y haz que su corazón sea lleno de amor por ti”.

Verla crecer ha sido asombroso. Empezó a hablar desde muy temprano, era muy expresiva. Recuerdo cuando estaba caminando, y la seguía por todas partes, aterrorizado de que fuera a caerse. Acurrucado con ella, leyéndole, orando con ella. Una de mis actividades favoritas era cantarle de noche cuando era pequeña. No canto bien, por lo que adrede le cantaba de una forma tonta y ridícula, y a ella le parecía simpático.

Ashley es más introvertida, le gusta su privacidad y el silencio. Le pedí que pasara al frente para conocerlos, y me dijo que no. Por lo tanto les diré algo acerca de ella, y yo la amo, y quiero respetarla. Al verla crecer, lo que me ha dado mucha alegría es ver que su corazón nunca ha estado cerrado al Señor, o a mí, o a su madre. Desde que era niña, nunca se la cerrado a Dios. Solía leerle la Biblia, pero cuando tuvo la edad suficiente empezó a leerme la Biblia a mí. Ahora lee la Biblia por su cuenta, y tiene su propio amor por Dios, y una relación con Dios.

Respeto a Ashley mucho. Disfruto su presencia, y me encanta. Me gusta tenerla a mi lado. Es maravilloso tenerla a mi lado. Sé que un día de estos ella se irá, pero me da pavor que suceda, y menos mal que todavía falta mucho porque voy a necesitar muchos años para prepararme emocionalmente para levantarme de la cama, bajar las escaleras, y no verla, porque es maravillosa.

Ashley ha sido un don de Dios en mi vida. Me ha melificado y ha hecho que sea más cariñoso, compasivo, atento, sobre todo con las mujeres. Ha hecho que el instinto defensor, y protector de mí se dispare y que haga todo lo que puedo para amarla y protegerla. Es una chica que llegado a conocer observándola. Sé cuando está triste, sola, cuando siente dolor, o necesita algo. Me encanta ponerle atención, tratar de ser atento con ella, y servirla.

Hemos tenido muchas conversaciones importantes, y unos momentos sagrados, algunos momentos sagrados con mi hija que conservaré el resto de mi vida. Ashley está en todos mis planes a futuro, Ashley está en mi futuro. Mejor dicho, apenas ayer estábamos entrando al hotel como familia. Había unos torneos de la liga de menores, para Calvin y Zac, por lo cual nos quedamos en el hotel como familia, y después nos separamos para ir a los dos torneos. Y estaba entrando al hotel, y Ashley me tomó del brazo, y entraba al hotel con ella, y pensé: “Algún día voy a llevarla al altar, y voy a oficiar su boda como su padre y como su pastor”.

Hemos hablado sobre la clase de hombre para quien ella necesita guardar su corazón, y ella lo entiende. Sea quien sea, se va a llevar un tremendo regalo de mujer, y ella será una gran bendición para él. A Dios gracias que eso no sucederá pronto. Porque no está loca por los muchachos, y eso me alegra mucho. Hemos hablado de eso. Creo que cuando las niñas tienen hermanos, es distinto a cuando los tienen. Cuando una niña no tiene hermanos, piensa que los niños son fascinantes. Y cuando tiene hermanos, piensa que son fastidiosos. Por lo tanto me eso me alegra.

Ashley es muy creativa. Le encanta cocinar y le encanta la moda; le encanta pintar, y le encanta dibujar; le encanta la literatura. Le encanta viajar. Ha ido a Grecia, Israel, Turquía, Australia, y a Escocia conmigo y con nosotros. Me encanta enseñarle el mundo. Le encanta ir a las galerías de arte. Le fascina la creatividad. Le encanta el canal Food Network. Eso me encanta. Me encanta acurrucarme con ella, y solo sentarme con ella, aunque solo estemos viendo el Food Network. En realidad no me gusta el Food Network, pero me gusta Ashley, y a Ashley le gusta el Food Network, Por lo tanto veo bastante el Food Network. Y Ashley me cocina cosas. Llegué hace poco de un viaje, y había una nota muy linda con unos macarrones, macarrones sin gluten como regalo a Papá Daddy porque así me llama ella. Me encanta. La disfruto, la adoro. La valoro.

Siempre me hace llorar. No es que llore mucho, pero Ashley sabe llegar rápido a mi corazón. Si se enferma, lloro. Si memoriza un versículo de la Biblia, lloro. Si me dice que me quiere, lloro. Lloro en todo momento. Es un poco vergonzoso, y se lo he dicho a ustedes los hombres, pero no sean unos llorones. Si tienen una hija, esa es la cláusula de excepción en letra chica. Puede llorar todo lo que quiera si es por amor a su hija. Es bueno para ella, porque le hace saber que siente afecto por ella.

Cuando estoy acurrucado con ella viendo el canal Food Network como la otra noche, estábamos acurrucados viendo un programa y siempre le pregunto, “Oye, cuando estemos viejos, cuando yo esté muy viejo y tú estés bastante vieja, ¿seguiremos acurrucándonos, ¿no?”. Pues, sí. Seguiremos saliendo como papá e hija, ¿cierto? Sí. Saldremos a tomar té y a pasar el tiempo juntos, y seguirás viniendo a visitarme, y a ser mi hija, ¿cierto?”. Sí. “¿Por qué me preguntas eso siempre?”. Porque estoy tratando de cuadrar estas citas contigo para los próximos 50 años, y quiero estar seguro de que todo esté en orden. Porque el resto de mi vida quiero que pasemos tiempo juntos. Quiero estar contigo. Te amo. Me encanta estar contigo”.

Hombres, las hijas son un don del Señor, y deben darles ánimo, desarrollar esa relación con ellas, perfeccionarlas, adorarlas, apreciarlas, y cuidarlas. Para mí es de suma importancia que nuestra iglesia se caracterice por hombres fuertes, varoniles, que adoran, se acurrucan, buscan una relación con sus hijas, y oran por ellas. Regresemos al relato. También les diré que cada vez que un padre en Mars Hill lleva en brazos a su hijita, honestamente, es uno de los grandes deleites y uno de los hitos en mi ministerio. Hay otra niña que tiene un papá que ama a Jesús, y que la ama. La está adorando, la está besando, la está criando para cuando venga a hacer la comunión. Esas son las cosas que lo son todo para mí.

Las exigencias del ministerio

Ahora, de vuelta a la historia; Jairo es un pastor, y tiene una hija que tiene casi la misma edad que mi hija, Ashley, pero su hija está enferma. Es su única hija, y está en su lecho de muerte. Quiero que los padres se conecten emocionalmente con esto . Su hija está muriéndose. Cualquier imagen que tenían en sus mentes, de tener un futuro junto con ellas, está en peligro. Así que va y busca a Jesús, se postra a sus pies, y le ruega a Jesús. “Sé que hay muchas personas aquí que quieren una cita contigo, pero Jesús, ¿podrías venir a mi casa por favor? Mi está que se muere”.

Versículo 42, “Y mientras iba, la multitud le oprimía”. La multitud lo rodeaba. Todos tienen necesidades, peticiones. Así es el ministerio. Es una interrupción y un trastorno constante. Jesús ama a Jairo y a su hija, y a Su alrededor también hay gente que Él ama. Aquella tiene cáncer. Aquel está enfermo. Están deprimidos. Aquella persona tiene demonios. Estos críticos quieren argüir. Estos por acá solo quieren hacerse amigos suyos, y que les saquen una foto con Él para ponerla en Facebook. Jesús tiene todas estas exigencias, y a veces unas de las cosas más difíciles en el ministerio es el discernimiento: “De acuerdo, no puedo servir a todos. Quiero hacerlo, pero tengo que decidir cuál es la mejor manera de usar mi tiempo con tantas necesidades legítimas, y cómo hacer caso omiso cuando se trata de personas que sólo quieren criticar, o gente que solo quiere pasar tiempo con uno, y no ocupan el puesto de más urgencia o importancia en la agenda”. No es porque no los ame, sino porque hay personas en crisis, y el tiempo apremia.

Y les diré esto de parte de sus pastores, y ancianos, y diáconos, y los líderes de sus grupos comunitarios, y de sus líderes del grupo de redención, que hay temporadas en el ministerio que son iguales a esta. Jesús aquí es Dios que se hizo hombre. Se ha revestido de humanidad, por lo tanto en ese momento, no puede estar sino en un solo sitio a la vez. Solo le tiene tantos minutos en una hora, y tantas horas en un día. Todas estas necesidades lo están abrumando por todas partes. La hija de Jairo se encuentra a cierta distancia, y la petición de estas multitudes es legítima, y Jesús vive un momento muy difícil en el que debe escoger a quién servir en ese instante.

Oren por sus líderes, y si no piensan que les contestamos a tiempo, o si de alguna manera no los atendieron, reciban mis más sinceras disculpas, y por favor no se cansen de hacernos saber cómo podemos amarlos mejor. Pero también les diré, por favor sean comprensivos porque a veces tenemos que lidiar con cinco crisis antes de atender la suya, y a veces estamos abrumados.

Jesús en este momento se encuentra rodeado de necesidades, y entonces ¿qué va a hacer?

Personas pobres, desesperadas, y solas

Versículo 43: “Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años”, ¿cuantos años? “Doce años”. Esta mujer había tenido un sangrado crónico, posiblemente una hemorragia uterina durante 12 años. El tiempo que la niñita, la hija de Jairo había vivido, esta mujer había estado sangrando.

“Y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada”. Ese es el diagnóstico clínico de nuestro autor, de Lucas el médico, el doctor. Esta mujer está desesperada, y es indigente. Está desesperada porque ha intentado toda clase de tratamientos. Ha ido al médico. Le han hecho terapias alternativas. Ha orado. Se ha puesto en ayunas. Fue al centro de sanidad. Hizo todo lo que la medicina le ofrecía en ese momento. Además de estar desesperada, también es una mujer indigente. Ha gastado todo su dinero. Ahora se encuentra completamente empobrecida. Esto es lo que les pasa a las personas que sufren, que tienen enfermedades, aun en nuestros días.

Algunos de ustedes están en esa condición. Algunos de ustedes conocen y aman a personas que están en esa condición. Se han gastado los ahorros de toda la vida. Vendieron sus casas. Se han despojado de sus posesiones. Han liquidado sus cuentas de retiro. Han cargado hasta el límite sus tarjetas de crédito. Sus amigos, familiares, y colegas de trabajo han recaudado fondos. Han juntado todo el dinero posible para ayudarlos con la necesidad, pero nada cambia. Y se encuentran sin esperanza, y sin ayuda. Están desesperados, y son pobres. Esta mujer está en un estado horrible, y aquí la vemos frente a Jesús.

¿A quién servirá Jesús? ¿Servirá a esta mujer que tiene una necesidad muy legítima, o a la hija de Jairo que, de igual manera, tiene una necesidad muy legítima? Esta es la carga constante que sobrellevan los que están en el ministerio, que atienden al pueblo de Dios y los aman.

El relato también nos dice, que había estado en esa condición durante 12 años. Ahora, déjenme decirles, entonces Levítico 15, la hubiera hecho ceremonialmente inmunda, bajo los ritos y el Antiguo Pacto: inmunda. Amigos, esto es lo que significa: Nadie la ha tocado en 12 años. Nadie la ha abrazado. Nadie le ha impuesto las manos para orar por ella. Nadie la ha besado sobre la cabeza, que es lo que me gusta hacer cuando voy de visita al hospital, y veo a alguien encamado, que sufre. Nadie la ha tomado de la mano. No ha tenido ningún contacto físico en doce años. Está sufriendo muy aislada y sola. No puede estar en las multitudes. No se le permite ir al templo o a la sinagoga para adorar a Dios con Su pueblo. Lo único peor que el sufrimiento es sufrir en aislamiento. Nadie viene a estar con uno, no tiene nadie con quien hablar, o con quien compartir.

Y todavía no vemos mucho de esto aquí en Mars Hill porque por cada entierro hacemos centenares de matrimonios. La gente mayor viene a Mars Hill, y las personas aquí, como yo que voy para 40, nos estamos poniendo más viejos. Pero llegará el día cuando nuestra congregación envejezca y cuando más gente mayor venga, y el número de entierros empezará a nivelarse, y las listas de personas con cáncer, con enfermedades debilitantes, con traumas intratables, con lesiones, o enfermedades… esa lista aumentará. Y tenemos que sabe que esas personas a menudo son pobres, están desesperadas y solas.

Grace y yo vimos esto por primera vez en la universidad. Yo era un cristiano recién convertido, y al igual que los estudiantes de la universidad, andaba por ahí como un nuevo cristiano con muchos amigos de la misma edad y con algunas familias que amaban al Señor. Estábamos en una iglesia fantástica donde enseñaban la Biblia. Fue mi primera iglesia, y me regocijo de que Dios me haya llevado a esa iglesia. Y una organización de la ciudad había dado la invitación para distribuir comidas a personas recluidas. Eran personas ancianas o no podían salir a darse una vuelta, o estaban sufriendo y estaban enfermas, o tenían una lesión traumática, o luchando contra el cáncer, o algo así, que no les permitía venir a la iglesia ni podían salir a la comunidad. Por lo tanto teníamos que llevarles las comidas. Entonces preguntaron quién podía repartir las comidas y apuntarse para hacerlo durante ciertos días.

Así que Grace y yo, que estábamos de novios, haciendo los preparativos para casarnos, estábamos estudiando y trabajábamos de lunes a viernes, y asistíamos a la iglesia los domingos, y los sábados teníamos libre, por lo tanto decidimos ofrecer nuestra ayuda para que fuera nuestra primera experiencia ministerial que hacíamos juntos. Con unas cuantas personas en la lista, y por la distancia que había entre ellas, pensé que nos demoraríamos casi una hora en repartir la comida a todos, sin embargo, nos demoramos como cinco horas, porque las personas o sus cuidadores se demoraban mucho en llegar a la puerta para abrirla. Por eso nos encantan las personas que trabajan en residencias para enfermos terminales o en enfermería. Son gente asombrosa. A veces un cuidador venía a a abrir la puerta.

Y cuando la puerta estaba abierta, uno entraba a entregar la comida, y la persona que estaba ahí se llenaba de vida y solo querían hablar. Era obvio que nadie los había visitado en mucho tiempo. Pudimos trabar amistad con algunos ancianos, y algunos que se estaban muriendo. Nos contaban que habían enterrado a sus esposas, de los niños que habían criado, de las guerras en que habían peleado, del sufrimiento que habían soportado, y de la soledad. La soledad. Vimos personas cuyos hijos no habían venido a verlos en años, personas que no habían salido de la casa, o de sus apartamentos en meses, personas que no tenían quién viniera a visitarlos.

La vida de esta mujer es así. Tiene que comer sola. Adora a Dios sola. Vive sola. Además, como dice Levítico, se le hubiera prohibido tener relaciones íntimas con su marido por causa de su condición. Lo que esto significa es que, o nunca estuvo casada, o lo más probable es que haya estado divorciada. No tiene marido. No tiene hijos. No tiene dinero. No tiene iglesia. No tiene un grupo comunitario. No tiene un grupo de redención. No tiene esperanza. Y oye que Jesús ha venido al pueblo.

Buscan a Jesús

Versículo 44: “se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre”. Este es Lucas, el doctor que nos da un diagnóstico médico. Se supone que ella no debe estar cerca de ninguna multitud. No debe tocar a nadie porque haría que fueran ritualmente inmundos, pero de alguna manera ella se movía por entre la multitud. Llega a donde está Jesús. Posiblemente está con el rostro en tierra como acto de adoración porque alarga el brazo y toca el borde de Su manto.

Y quiero que vean que eso es un acto de fe. Para algunos de ustedes, este concepto de fe, que somos salvos por fe, que vivimos por fe, que somos guardados por la fe, podría ser un concepto abstracto para ustedes, pero quiero que lo vean aquí como llegar a Jesús. Amigos, en eso consiste la fe. Ella tiene fe en su corazón, lo cual es un don de Dios, y ella llega a Jesús por fe, confiando, sabiendo, creyendo, “Si tan solo puedo tocar el borde de su manto seré sanada”. Tiene una fe muy grande, una fe salvadora en Jesús.

Y en ese instante su alma es sanada. Se convierte en una adoradora de Jesús, y su cuerpo es sanado, y el poder de Dios es desatado en su vida por medio de la fe. Ustedes necesitan saber que así es como funciona. El poder de Dios es desatado en nuestra vida por medio de la fe, al confiar y creer en Jesús. Es asombroso. No todos los que tocaron a Jesús fueron sanados. Lucas no nos amplía y nos da razones exactas por qué sucede así. No obstante, por fe, el poder de Dios fue desatado en su vida.

Y permítanme decirles esto, es algo hermoso: Ella no contamina a Jesús. Jesús la limpia a ella. Ella no debía tocar a nadie porque era inmunda, y los haría inmundos. Sin embargo, como Jesús es puro, sin pecado, bueno, como Jesús es Dios, al tocarla, Él no se vuelve inmundo, ella se vuelve limpia. Necesito que sepan esto. En sus corazones, necesito que ustedes por fe, hoy, crean que donde quiera que estén, no importa lo que hayan hecho, y no importa lo sucios y repugnantes que sean, o lo profanada que haya sido su vida, si buscan a Jesús con fe, y lo tocan, no lo harán inmundo, Él los hará limpios. El poder de Dios será desatado en sus vidas y les dará nueva vida. Ella es un cuadro de todos los que son salvos por fe, los que buscan a Jesús, y reciben vida nueva.

“Entonces dijo Jesús”, versículo 45: “¿Quién es el que me ha tocado?”. Creo que es una pregunta retórica. ¿Tienen hijos? Entran a la cocina y la tapa del tarro de las galletas no está puesto, todas las galletas han desaparecido, y un niño está limpio, pero el otro está cubierto de migajas de dulce de leche. Y usted dice, “Está bien, quién se metió al tarro de las galletas?”. No es que usted no lo sepa, sino que les está dando la oportunidad de arrepentirse. Le dicen, “No sabemos; no tenemos idea. Las galletas desaparecieron. Fue el arrebato de las galletas. Es que ya no están. No sabemos qué le habrá pasado a las galletas”. Jesús aquí la invita a pasar al frente y que confiese públicamente lo que hizo. “¿Quién es el que me ha tocado?”.

Y ahora lo que sucede es que Pedro va a hablar. Pedro tiene un talento fantástico para llenar el silencio con estupideces. Cuando es el momento idóneo para no decir nada, ahí es cuando Pedro entra en acción. Me encanta Pedro, porque cuando veo su vida me doy cuenta que hay esperanza para mí. Hay momentos en los que le convendría a Pedro quedarse callado, en vez de seguir con denuedo. Por eso amamos a Pedro. Me encanta que Jesús lo hace líder de los discípulos. “¿Quién es el encargado?”. Ese tipo es el encargado. “Fabuloso, definitivamente puedo formar parte de este equipo”. Pues, también hay cupo para mí. He hecho mi carrera en base a esta forma de arte.

“Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado?”. “¿En serio, Pedro? Gracias, no tenía idea de que todas estas personas me rodeaban, eran los que me estaban empujando”. ¿Qué haríamos sin Pedro y su gran entendimiento? Eres una gran ayuda”. Nos hace pensar que el ministerio se lleva a cabo casi a despecho de los discípulos, y no por causa de ellos. “Gracias, Pedro. De veras marcaste la diferencia”.

“Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí”. El poder de Dios es desatado en la vida de esta mujer cuando buscó a Jesús y trató de tocarlo por fe, y yo les insto hoy que busquen a Jesús por fe para que el poder de Dios sea desatado en sus vidas.

Versículo 47, “Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta”, por algún motivo no podía ocultarlo. Puede que haya estado tan enferma, o doliente, y frágil, que ahora que ha sido sanada está alegre y se encuentra bien. Está entusiasmada porque ha dejado de sangrar por primera vez en 12 años, y todo el mundo la ha estado mirando, y diciendo:”Creo que es ella. Se ve mucho mejor, y está bailando y sonriendo. Está muy entusiasmada hoy, y ni siquiera debe estar aquí, por lo tanto nos parece saber quién es”.

Y ella se da cuenta que la han descubierto, y se pregunta, “¿qué hará Jesús?”. Ella llegó temblorosa, postrándose delante de Él. Está asustada. Se pregunta, “Me rechazará Jesús? Me pondrá en ridículo delante de toda esta gente? ¿Lo habré hecho inmundo? ¿Seré expulsada por esta multitud? No debo estar aquí. Me detendrán por cargos de haber profanado a un grupo entero de personas?”.

“Hija”

“Declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz”. Permítanme decir lo siguiente, ella es la única persona a quien Jesús llama “hija”. Son palabras poderosas. Puede que haya sido mayor que Jesús. Si ha estado sangrando doce años, y Él tiene treinta y pico de años, es muy probable que sea mayor que Él. ¿Por qué Jesús se dirige a una mujer, quizás mayor que Él, y la llama cariñosamente ‘hija’?”. Hija.

Es por esto: Esta mujer no tiene un Jairo. No tiene un padre que haga por ella lo que Jairo acaba de hacer por su niñita. No tiene un padre que le dice, “Cariño, espera aquí, voy a buscar a Jesús y voy a rogarle que venga a sanar a mi hijita que tanto quiero, y adoro, y aprecio”. Si ven, en cambio, ella tiene que valerse por su cuenta. Tiene que pagar sus propias cuentas del médico. Necesita emprender el viaje sola para ver a Jesús. Necesita arriesgar su propio bienestar para verlo.

Algunas de las mujeres aquí son como esta mujer. No son como la hija de Jairo. Algunas mujeres aquí han sido bendecidas. Tienen un Papá que ama a Jesús, que los ama, y que siempre trata de acercarlas a Jesús. Algunas de ustedes no tienen un Padre como ese. Algunas de ustedes ni siquiera tienen padre. Algunas de las mujeres aquí ni siquiera conocen a su papá, o puede que él no las ame, y que no ame a Jesús, y no está tratando de acercarlas a Jesús. Esa es la historia de esta mujer.

He conocido a muchas mujeres así últimamente. Mejor dicho, se me acabaron las lágrimas. He llorado mucho hoy orando por diferentes mujeres, y algunas vinieron a mí, mujeres adolescentes, y me dicen, pastor Mark, ¿podría orar por mi padre?”. Claro, ¿qué te gustaría que ore por tu padre? “Pida que me hable. De acuerdo. ¿Acaso no vive con él? ¿Sus padres se divorciaron? “No, vivo con él. Es que se la pasa viendo pornografía, y ni siquiera me habla”. Hombres, si no piensan correctamente, sus hijas van a pensar que algo anda mal con ellas, porque las han rechazado. No están con ellas para amarlas, servirlas, protegerlas, animarlas. Entonces a veces los peores hombres entran a sus vidas a llenar ese vacío.

Hace poco oré con una mujer que estaba siendo seducida por un hombre que era mucho mayor que ella, y la está preparando. Está casado. Ella quiere una figura paterna en su vida. Está dispuesta a entregarse a sí misma, por un hombre que hace el papel de padre, pero en realidad es un depredador. Hace poco oré por un par de mujeres que perdieron su virginidad con su padre. Mejor dicho, padres, hombres, ustedes tienen que saber que tenemos poder para el bien o el mal en la vida de nuestras hijas. Somos poderosos para el bien o el mal en la vida de nuestras hijas.

De hecho compartimos—y esto me inquietó la primera vez que sostuve a Ashley, mi hija mayor—ella me llamará “padre”, y llamará a Dios, “Padre”. Y se me ha encargado esta responsabilidad sagrada, y este título o nombre sagrado, y sé que no soy sin pecado, y que no soy perfecto como mi Padre celestial, pero quiero que ella vea un eco de Su amor en el efecto de su Papá Daddy. Quiero que ella se sienta más segura , amada, apreciada, adorada, y buscada por mí. Quiero que sepa que es hermosa, que es un tesoro, y que la valoro mucho.

Algunas de las mujeres nunca han tenido eso. No conocen a su padre, o están avergonzadas de quién es su padre. La pregunta es, ¿qué esperanza hay para ustedes? Jesús les diría, como le dijo a esta mujer, “Hija”. Jesús viene a ocupar el lugar de Padre en su vida. Se convierte en ese Hombre que nos le identidad, y afecto, y seguridad, y protección. Se convierte en ese Hombre a quien puede acudir en momentos de necesidad, uno que amorosamente la cuida con afecto.

Algunas de las mujeres pueden identificarse con esta mujer. Sus vidas han tenido mucho sufrimiento, y mi consejo para ustedes, al igual que esta mujer, es que busquen a Jesús con fe, para que el poder de Dios sea desatado en sus vidas; y dejen que Jesús las llame “hijas”; que se convierta en un Padre para ustedes, aquella figura paterna que desesperadamente necesitaban en sus vidas.

La doctrina de la expiación

Es asombroso que Jesús hubiera hecho esto, y lo hace en medio de una multitud, para honrar a esta mujer con dignidad y afecto, para restaurarla a la congregación del pueblo de Dios. Para esta mujer es un día en que cambió su vida. Es sanada completamente, y todo cambia para ella.

Ahora la gente puede abrazarla para celebrar. ¿Se imaginan cómo se debió haber sentido después de no ser abrazada por doce años? Ahora la gente puede imponerle las manos y orar por ella. Puede tener un bebé. No ha tocado un bebé en doce años. Puede imponerles las manos a otras personas, y orar por ellas cuando están necesitadas. Puede asistir a la congregación con el pueblo de Dios, y adorar como uno de ellos. Si quiere, puede casarse. Si es físicamente capaz, puede tener hijos y hacerse madre. Su vida entera ha sido radicalmente, instantáneamente cambiada por el poder que fue desatado en su vida por medio de la fe en Jesús. Por esa razón ella es un cuadro, un retrato de la salvación para todos nosotros. ¿No siente algo en su corazón por esta mujer?

Lo que está pasando aquí es que ella era inmunda, y ahora ha sido limpiada. Eso es lo que está sucediendo. Me demoraré un poco, pero permítanme explicarles la doctrina bíblica de la expiación. Le dediqué un capítulo entero en Death By Love, el capítulo 7, creo que está asignado a ese título. Y lo importante es que hay casi una docena de palabras en la Biblia que nos describen como “pecadores”: contaminados, inmundos, sucios. Isaías usa la ilustración que dice que nuestra justicia religiosa, o sea nuestras buenas obras aparte de la fe, nuestros esfuerzos para agradar a Dios, son como el trapo de inmundicia de una mujer sangrando. Es una enfermedad repugnante llamada religión.

Así que la Biblia usa esta analogía y esta metáfora constantemente, que el pecado es como la inmundicia. Y esta mujer es inmunda por el pecado que hay en el mundo. La Biblia no enlaza causa y efecto: ha cometido un pecado y por eso tiene esa enfermedad. Pero cuando Dios acabó de crear este mundo, dijo que todo era bueno en gran manera, y no había sino vida. Pero debido al pecado de la humanidad, y la rebeldía, ahora hay sufrimiento, enfermedad, y muerte, al igual que las cosas que no existirían si no fuera por el pecado. Por lo tanto, el pecado está en el mundo, y ha infectado y afectado a todo y a todos, incluyendo el cuerpo de esta mujer, su salud, y su condición espiritual delante de Dios.

Por lo tanto para nosotros, el pecado es como esta mujer en el sentido de que tenemos esta enfermedad debilitante. Nos hace inmundos a los ojos del Dios santo y justo. Hace que seamos expulsados de la congregación de Su pueblo que le adora. Y a la postre lleva al sufrimiento, a la muerte, y a la falta de esperanza. No importa lo que hagamos, a quién vayamos a ver, o cuánto nos gastemos, hasta que no busquemos a Jesús, nuestra enfermedad debilitante de pecado inmundo que nos lleva a la muerte, siempre estará presente, y no hay ayuda o esperanza para nosotros aparte de Jesús. Y lo que eso quiere decir, es que somos culpables de pecado y que también somos inmundos.

La gente pecadora se siente contaminada, inmunda por el pecado que han cometido contra nosotros cuando somos las víctimas, y por los pecados que cometemos al pecar contra otros. Algunos de ustedes se sienten así. Si se sienten perjudicados, sucios, degradados y asquerosos, o como dice la Biblia, inmundos. Inmundos. Casi toda víctima del abuso con la que he hablado dice que después de ser abusados, fueron y se…qué… se ducharon, porque se sentían inmundos. Creían que el agua podría limpiar su cuerpo, pero no limpia el alma. No penetra lo suficiente.

Si ha estado en Mars Hill por algún tiempo, saben que me gusta explicar el día más importante del calendario judío, un día que celebraba esta mujer probablemente como sombra de la venida de Jesús, o sea el Yom Kipur. El Día de la Expiación es el día, el día santo y sagrado, el día en que el Dios Santo trató el problema de nuestra enfermedad mortal y asquerosa, el pecado, por obra de un Mediador, un Sumo Sacerdote que era sombra y símbolo de la venida de Jesús, nuestro gran Sumo Sacerdote.

Y aquel día, la gente se congregaba para adorar, y esta mujer no podía asistir a esos cultos. Es asombroso, no podía asistir al Yom Kipur, sin embargo, el Yom Kipur vino a ella en la Persona y en la obra de Jesús.

En aquel día, dos chivos eran escogidos, que no tuvieran ni mancha ni contaminación o defecto; estos simbolizaban la venida de Jesús sin pecado. Y el sacerdote es el intercesor, y el mediador, y el abogado del pueblo que nombraba sus pecados sobre el chivo sacrificial, y después trataban a ese chivo como sustituto, y derramaban su sangre, y sufría y moría en lugar de ellos por sus pecados, mostrando que Cristo lo que en última instancia haría en la cruz.

Y el segundo chivo no era el chivo que se ofrecía por los pecados. Era el chivo expiatorio. Todavía se usa en la nomenclatura de nuestra cultura. Y repito, de igual manera, los pecados del pueblo eran confesados sobre un animal, y en vez de sacrificarlo, dejaban que se fuera libre. La historia nos narra que la gente perseguía en animal, demostrando que querían ser perdonados y limpiados. Quieren la expiación de sus pecados para siempre. Quieren ser limpios.

En este día sagrado y santo incluían lavados ceremoniales, y baños, y vestían de blanco, y limpiaban la casa; o sea, eran cosas que mostraban la necesidad de expiación para ser limpios. Necesitamos ser perdonados y limpiados. Y Jesús, este Hombre va a ser el Yom Kipur de esta mujer. Será su gran Sumo Sacerdote, y Su muerte en la cruz será su Día de la Expiación.

Así que la perdona, y la limpia, y a la postre va a la cruz. Tal vez mi versículo favorito de todas las Escrituras, es 2 Corintios 5:21, que explica lo que sucedió en ese momento, de la siguiente manera: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. Si llevan mucho tiempo asistiendo aquí, me han oído decirlo muchas veces. Lutero lo llama el gran intercambio. Toda mi inmundicia y suciedad, es cargada sobre Jesús.

Quiero que se imaginen que buscan a Jesús con todo el pecado que cometieron contra usted, y todo el pecado que usted ha cometido, toda su suciedad y profanación, y toda su desobediencia, toda su falta de limpieza, toda su idolatría, y quiero que se imaginen que tocan a Jesús, con miedo de que vayan a hacerlo inmundo.

Y lo más sorprendente ocurre. Él no se vuelve inmundo, nosotros nos volvemos limpios. Somos perdonados y salvos. Y Su justicia no es imputada, dada, contada, dada a nosotros, y somos limpiados; que Él perdona, y limpia, como lo hizo con esta mujer. Por eso dice en 1 Juan, “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Él es nuestro Chivo Sacrificial. Él es quien perdona el pecado. Es nuestro Chivo Expiatorio. Es el que nos limpia de toda maldad, y nos hace limpios a Sus ojos. Este es el Yom Kipur para esta mujer. Este es su día sagrado y santo. Este es su día; por fe ha sido salva física y espiritualmente. Ha sido perdonada y limpiada.

¿Y qué le dice Jesús? “Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz”. “Haz una vida nueva para ti. Vive para la gloria de Dios y para tu gozo. Desesperadamente deseo que recibas nueva vida por medio de Jesús, nueva vida por medio de Jesús, para que salgas de aquí en paz y seas llamada hija de Dios. Esa es su historia: que Jesús limpia.

Jesús resucita (Lucas 8:49–56)

En la segunda mitad del relato vemos que Jesús resucita. Regresemos al punto de partida, ¿qué le pasó a la niñita? La niña de doce años, cuyo padre la amaba con todo su corazón. Estaba en su lecho de muerte, siendo atendida por su madre. Jesús no pudo ir a verla de inmediato por la necesidad de esta mujer. Esta es la historia bíblica favorita de Alexie, mi hija de seis años. Se la he leído bastante, y ahora ella puede leer, y me la ha leído bastante. Y es un gran honor de parte de Alexie poder compartirla con ustedes.

Lucas 8:49: “Estaba hablando aún”, o sea, Jesús, “cuando vino uno de casa del principal de la sinagoga a decirle”, oigan estas palabras, Mars Hill: “Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro”. El que trajo estas noticias no tiene ni prudencia ni afecto pastoral. El hombre, Jairo, está esperando mientras Jesús sana, y ama, y sirve a esta mujer que ha estado sufriendo todo el tiempo que su hija ha estado viva. Y está esperando y orando “Si tan solo pudiera hacer que Jesús venga a mi hijita, podría vivir”. Y viene alguien y le dice, “Jairo, ya puedes dejar de molestar a Jesús, está muerta”. Ustedes los padres necesitan sentir eso. Necesitamos sentir eso, padres.

No se me ocurre nada peor que oficiar el entierro de uno de mis hijos. No se me ocurre nada peor que eso. Estoy bendecido con cinco niños aquí en la tierra, y uno de ellos fue un aborto espontáneo y se encuentra con Jesús, según creo, en el Cielo. Imagínese que tuviera un solo hijo. El índice de mortalidad infantil era alto. A menudo los niños se morían, a veces ni siquiera nombraban al niño hasta después de su primera semana porque las muertes eran tan comunes. Su hija es una mujer joven. Tiene 12 años. Dentro de unos años podrá casarse. Eso quiere decir que ya casi son abuelos en esa cultura. Respiren profundamente, “Oh, nuestra hija está viva y saludable, alabado sea Dios. Es una hija hermosa. La adoramos. Está enferma. No está mejorándose. Está empeorando. Está en su lecho de muerte. Por favor ve y trae a Jesús, mientras me quedo con ella”, dice la mamá.

Lo que me aterra de esta historia es que el hombre no estuvo presente para presenciar la muerte de su hija. Como padres, queremos estar ahí en los últimos momentos, Si alguna vez les pasa esto, querrán estar ahí besando a su hija en la frente, tomándola en sus brazos, llorando, diciéndole que la ama, y que está muy agradecido por los años que Dios le ha dado, y que ha sido un gozo y un deleite, y decirse adiós. Pero él no estaba ahí. No es porque no la amaba, sino porque trataba de salvarla. No solo eso, su esposa…me imagino a Grace ahí sin mí, orando, llorando, y esperando, viendo que Ashley expira su último aliento, sin mí como el más fuerte, como cabeza de familia, para amar, y dirigir bien. Este hombre está devastado. Su vida es un desastre. Su hija está muerta.

Ayer era…les dije que yo lloro con Ashley. Ayer, Ashley y yo estábamos en el partido de béisbol de Calvin juntos todo el día, y le pregunto, “Ashley, mi amor, podrías ayudarme con este sermón?”. Me dijo, “Sí” y hablamos sobre esta porción de las Escrituras. Le dije, “¿Qué opinas de esta historia?”. Me dijo, “Estarías traumatizado”. Eso es cierto. Estarías furioso de que la gente se interponga en tu camino. Eso también es cierto. Y no dejarías de llorar. Eso es cierto.

Estaría traumatizado si perdiera a mi hija, a quien adoro y que es un verdadero don para mí de parte del Señor. Estaría furioso de que los demás hayan impedido que le ayudaran al no dejar que Jesús llegara a ella rápidamente. Y no dejaría de llorar el resto de mi vida. No entiendo cómo es posible que un padre, en general, o un padre con su hija en particular— y permítanme decir esto, es pecado que un padre les muestre parcialidad a sus hijos. Deben amar y servir a todos sus hijos por igual. Así que, cuando hablo de Ashley, es porque está relacionado con la historia. Pero permítanme decir esto, hay un afecto particular que una primogénita tiene por su padre. Hay algo sagrado, especial. Ni siquiera puedo explicarlo. Hombres, uno tendría que ser un ser humano horrible para que su hija mayor no lo ame. Tienen que esforzarse, porque hasta los hombres que son malos, tienen hijas que los aman. Y esta niña, supongo e infiero que adoraba a su papá, porque él ciertamente la amaba a ella, y hubiera hecho cualquier cosa por ella, pero ahora se ha muerto.

Versículo 50, ¿Qué hace Jesús? ¿Se dan cuenta lo difícil que es el ministerio? Estas son las decisiones que Jesús debe tomar: La mujer que ha tenido flujo de sangre por doce años, o la niña de doce años que se está muriendo. De acuerdo, oren por los ancianos para que tengamos discernimiento y el temple emocional y sobrenatural del Espíritu Santo y fortaleza física, porque así es el ministerio. Y si no se siente atendido, servido, y amado, por favor no le ceda terreno al enemigo suponiendo que usted no le importa a Mars Hill, y que no le amamos. Por favor perdónenos, y entienda que a veces estamos tratando de lidiar con todas las emergencias para poder llegar a la suya, y estamos haciendo lo mejor que podemos. Sí le amamos, y esta iglesia significa muchísimo para nosotros.

La fe frente al temor

Versículo 50, “Oyéndolo Jesús, le respondió: No temas; cree solamente”. Ambas historias que Lucas entreteje tratan de la fe frente al temor. Cuando viene el sufrimiento, las crisis, los traumas, las tragedias, uno puede atemorizarse. “Nada cambiará. No vayas a Jesús. No trates de hacer nada. Sé indiferente. No ayudes. Date por vencido. Ríndete”. Así es el temor. Pero la fe dice, “Tengo que llegar a donde está Jesús. Tengo que buscar a Jesús y creer que Él puede marcar la diferencia”. Eso lo vemos en ambas historias, porque Jesús le dijo a la mujer que había tenido flujo de sangre doce años, “Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz”. Ella escogió la fe sobre el temor. Aquí, Jesús invita a Jairo a tener fe en Él, sobre el temor ocasionado por las circunstancias.

“No temas; cree solamente, y será salva. Entrando en la casa, no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, a Jacobo, a Juan, y al padre y a la madre de la niña”. Despeja el cuarto donde yace muerta la niñita, quizás recostada en la cama, y trae consigo a tres de sus discípulos. Hay una cadena de mando. trae a sus líderes consigo. ¿Para qué?

Para que aprendan, porque a menudo el ministerio se aprende, no se enseña. El ministerio consiste en ser invitado a aquellos momentos sagrados en la vida de las personas, en los que se arrepienten, o crecen, o cambian, o se mueren, o sufren. Son momentos sagrados en los que las personas abren sus corazones y sus vidas a su pastor. Momentos muy sagrados. Y Jesús trae a sus discípulos para que observen. Es parte de su entrenamiento. Esto es lo que sucede en los grupos comunitarios. Vamos a las casas de la gente y a sus vidas. Esto es lo que sucede en los grupos de redención. Vivimos juntos en comunidad. Si desea aprender cómo cuidar a las personas, entonces esos son los medios que estará observando antes de hacerlo, aprendiendo como Jesús les enseñó, cómo cuidar a los dolientes y a los que sufren.

Despeja el cuarto, y entra Jesús con los tres discípulos que está entrenando, Jairo, el padre, y la madre. Damas, ¿se dan cuenta lo que debe estar sintiendo esta mujer en estos momentos? ¿Pueden verla inclinándose sobre su hija muerta? Mejor dicho, ni siquiera puedo—al pensar en Grace y Ashley—ni siquiera puedo imaginarlo. Que la madre haya estado allí con su hija, viéndola morirse. Sostiene el cuerpo sin vida de su hija, y llora, solloza, amargamente. Y entra Jesús con tres hombres que ella no conoce, y su esposo que es pastor.

“Y lloraban todos”. El llanto se oye afuera del cuarto, y afuera de la casa están los familiares, amigos, colegas de trabajo, vecinos, miembros de la congregación. Hay niñas de 10, 11, 12, 13, y de 14 años que son sus amigas, y se sienten consternadas, angustiadas, se abrazan entre sí, “Y lloraban todos y hacían lamentación por ella. Pero él dijo: No lloréis; no está muerta, sino que duerme”.

Dormir es un eufemismo. Es una metáfora que la Biblia usa para hablarles a aquellos que mueren en la fe como creyentes. A fin de cuentas, la muerte no es una muerte física, sino espiritual; es estar separado de Dios. Algunos de ustedes están vivos físicamente, pero muertos espiritualmente, viviendo separados de Jesús. La Biblia dice que están muertos en delitos y pecados, y que por causa de sus pecados morirán, y sobre la tierra morirán eternamente en el infierno. Esa es la peor muerte de todas. Esa es la muerte final.

Los que tienen fe en Jesús, pertenecen a Jesús, y son creyentes en Jesús; cuando estos mueren físicamente, no mueren la muerte final, porque sus almas van a estar con Jesús. Tenemos un cuerpo físico y un alma inmaterial, y cuando se muere el cuerpo físico, el alma inmaterial va a estar con Dios. Por eso dice Pablo, “Estar ausente del cuerpo es estar presente al Señor”. Por eso Pablo dijo en otra parte que vivir es Cristo y morir es ¿qué? Ganancia.

Así que la Biblia usa la palabra dormir cuando habla de la muerte de un creyente; es decir, el cuerpo es enterrado, y el alma va a estar con el Señor hasta el día que regrese el Señor y da la orden para que el alma vuelva a ocupar el cuerpo; de manera que el alma y el cuerpo queden reincorporados en un cuerpo glorificado y resucitado a semejanza del cuerpo resucitado de Jesús.

Lo que esto significa es que para Dios, resucitar a un muerto es tan fácil como el padre que levanta a su hijo de una siesta. Gideon tiene cuatro años, y de vez en cuando aún toma siestas. Entra, frota su espalda. “Buen muchacho, Gid”. Así lo llamamos. “Es hora de levantarte, amigo”. Abre un ojo, “Sí, papá” Cuando Dios resucita a un creyente, es tan fácil como un padre que levanta a su hijo de una siesta. Es solo dormir.

¿Y qué hacen? Versículo 53, “Y se burlaban de él, sabiendo que estaba muerta”. La gente todavía se burla de Jesús. “¿Creen que tenemos un alma? ¿Piensan que después de morirse van a estar con Dios? Piensan que un día sus almas se reincorporarán a sus cuerpos? ¿Creen que Jesús derrotará a Satanás, el pecado, la muerte, y que levantará la maldición? ¿Que viviremos para siempre en un reino? ¡Qué chiste!”. La gente todavía se ríe de Jesús.

Un retrato de nuestra eternidad

Versículo 54, “Mas él, tomándola de la”, ¿qué? De la mano. Me encanta esto. Lucas es un narrador poderoso por el poder del Espíritu Santo. Amigos, ¿Jesús tuvo que ir a la casa de la niña para sanarla? ¿Si, o no? No. Anteriormente en el Evangelio de Lucas, vimos que un hombre vino a Jesús y le dijo, “Necesito que sanes a alguien. No necesitas venir hasta mi casa. Tú puedes sanarlo desde lejos”, y lo hace. Jesús no necesita ir a la casa. ¿Jesús necesita tocar a la niña? ¿Si, o no? No. ¿Entonces por qué está ahí? Porque la ama. ¿Por qué la toca? Porque la ama.

“Mas él, tomándola de la mano, clamó diciendo: Muchacha, levántate”. Llama a la mujer mayor, “hija”, y a la mujer menor, “muchacha”. Y abriendo los ojos, ¿a quién ve primero? A Jesús. ¿Cuál es la primera voz que oye? La de Jesús. ¿Quién es la primera persona que siente? A Jesús. Es un cuadro de la resurrección de los muertos, para todos los hijos de Dios, o sea que al morir—y todos moriremos por causa del pecado—los que pertenecen a Jesús y son hijos de Dios, al otro lado de la muerte veremos el rostro de Jesús, sentiremos el toque de Jesús. El libro de Apocalipsis nos asegura que enjugará toda lágrima de nuestros ojos, y que oiremos la voz de Jesús. Jesús estará allá para recibirnos al otro lado de la muerte. Jesús estará allá para recibirnos en el día de la resurrección así como estuvo ahí para esta jovencita.

¿Puede imaginarse el significado que eso tuvo para Jairo como padre? Me siento muy emocional cuando pienso que Jesús toma a Ashley de la mano. Hasta este punto en su vida, yo soy el único hombre que ha tomado su mano, y pensar que Jesús le tome la mano y le diga, “muchacha, levántate”, y que vuelva a vivir… Y Jesús le sonríe, y ella ve su rostro, y siente que Jesús la toca, y oye su voz. Es majestuoso, perfecto. Qué amor. Mars Hill, ese es nuestro Jesús. Quiero que todos los hombres traten a todas las mujeres con ternura, y sobre todo a sus hijas, de esta manera. ¿Amén?

“Entonces su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó; y él mandó que se le diese de comer”. Es atento. Ella tiene hambre, ha estado enferma. Esto también es sombra de que al otro lado de la resurrección, donde ha estado esta joven mujer, habrá un banquete para los hijos de Dios. En Apocalipsis 19 la Biblia lo llama la cena de las bodas del cordero; que moriremos como esta mujer, y si nuestra fe es en Jesús, y somos hijos de Dios, entonces un día nuestros cuerpos y nuestra alma se incorporarán. Resucitaremos de los muertos, del pecado, y del sufrimiento, y nunca más habrá enfermedades. Estaremos perdonados y limpiados. Veremos el rostro de Jesús. Oiremos la voz de Jesús. Sentiremos el toque de Jesús. Y nos sentaremos con él a cenar con Él. Este es un retrato de nuestra eternidad.

“Y sus padres estaban atónitos; pero Jesús les mandó que a nadie dijesen lo que había sucedido”. No sabemos por qué. Sería una pregunta interesante de tratar en su grupo comunitario. Podría ser que el ministerio principal de Jesús es predicar y enseñar. Su segundo ministerio es expulsar demonios, y sanar a los enfermos. Pero no quiere que su segundo ministerio rebase el primer ministerio. Todavía quiere predicar y enseñar.

El pecado resulta en sufrimiento y muerte, eso lo vemos en ambas historias la de la mujer mayor y la de la jovencita. Algunos de ustedes al escuchar esta historia se identifican con la mujer mayor. Dirán, “El destino me ha deparado muchos años de sufrimiento”. Les animo hoy que busquen a Jesús, con fe, para que el poder de Dios sea desatado en sus vidas. De hecho, algunos de ustedes pueden ser sanadas, y serán sanadas por Jesús en esta vida. Eso ocurre físicamente para algunos. Y ocurre espiritualmente para todos los que confían en Él .

Algunos de ustedes se identifican con los padres, y dirán: “Puede que no haya sufrido tanto, pero conozco a alguien que quiero mucho, y ha sido muy difícil tener que verlos sufrir o quizás hasta morir, cuando perdieron a su hija”. A ellos les digo que el ejemplo de Jairo es un buen ejemplo, corran a Jesús, póstrense a sus pies, e invítenlo a su casa, a su vida, y a su familia para ministrarles, y lo hará.

Todos nosotros, un día de estos estaremos como estuvo esta jovencita: Nos moriremos. Todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios, así que todos mueren. Y un día vendrá la muerte por todos nosotros, y usted y yo moriremos. Y si nuestra fe es en Jesús, moriremos en Él, y resucitaremos a Su semejanza, y estaremos con Él para siempre. Nuestro Jesús fue quien sangró, como sangró aquella mujer. Nuestro Dios vino y sangró, y sufrió como aquella mujer; y nuestro Jesús sufrió y murió, como la jovencita, y resucitó para que el Él resucitemos juntos y estemos con Él para siempre. ¿Amén?

Dios Padre, pido por nosotros que como iglesia, al leer las Escrituras, que envíes el Espíritu Santo. Ante todo, constríñenos a leer las Escrituras, pero danos también la mente de Cristo para entender lo que nos dice. Y danos el corazón de Cristo para que lloremos con los que lloran, y que nos gocemos con los que se gozan. Señor Jesús, nos regocijamos por esta mujer que tuvo flujo de sangre 12 años y que fue sanada por su fe. Pedimos sanidad para los que sufren, y creemos que puedes sanar y que lo haces. Dios, también pedimos por la niña que se murió y por su familia, Señor Dios, que consueles a los que están vivos que perdieron un ser querido, que nos capacites a confiar, por fe, en la resurrección de los muertos, la cual ella experimentó. Que nosotros también tengamos esa experiencia. Dios, te doy gracias porque llamaste a la primera mujer “hija”, y a la segunda, “muchacha”. Y Dios, te pido por nosotros en general, pero por las mujeres en particular. Por las que no tienen padres. Pido que Jesús sea la figura paterna en sus vidas. Y para los que tienen padres como Jairo, que las aman y les sirven, que lleguen a amar y a honrar a sus padres, y, Señor Dios, que lleguen a conocer eso por medio de Jesús, que tú también las llamas hijas, hijas de Dios. Dios, por favor ensancha nuestros corazones, y levanto una oración particular hoy, Señor Dios, por mis hijas, Ashley y Alexie, y pido por todas las hijas que nacieron y que nacerán en esta iglesia. Pido por nosotros los padres, que las amemos como Jairo. Y para las niñas que no tienen papá, que las sirvamos como Jesús. En Su nombre lo pedimos. Amén.

[Fin del Audio]

Nota: Esta transcripción ha sido editada.