La transfiguración de Jesús (Lucas 9:28–36)

Lucas 9:28–36 (RVR 1960)

28 Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar.
29 Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente.
30 Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías;
31 quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén.
32 Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él.
33 Y sucedió que apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que decía.
34 Mientras él decía esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube.
35 Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.
36 Y cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo; y ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto.

La gloria de Dios

Hola, Mars Hill. Hoy estamos en Lucas 9:28–36, viendo la transfiguración de Jesús, y aquí vemos a Jesús en su gloria. La gloria de Dios es uno de los temas más importantes de la Biblia. Dependiendo de cómo cuente, la gloria de Dios aparece unas 300 veces en todas las Escrituras y en varias maneras. Y cuando hablamos de la gloria de Dios, estamos hablando de un atributo de Dios, de un aspecto de quién es Dios.

Y a decir verdad, explicar la gloria de Dios es muy difícil, por las limitaciones del lenguaje humano. Cuando la Biblia dice que vemos en parte, y que en esta vida sabemos cosas en parte, pero que un día Lo veremos cara a cara, y que Le conoceremos como Él es, nos da a entender que cuando se trata de cosas como la gloria de Dios, hay un aspecto en el cual de veras sabemos cosas, por las Escrituras, pero no del todo hasta que veamos el glorioso rostro de Jesús al otro lado de la muerte.

Sin embargo, como atributos de Dios, la gloria de Dios habla del esplendor, la belleza, la magnificencia, el fulgor, el peso, la importancia, la prominencia, la preeminencia, la luminiscencia, el resplandor, la majestad, la santidad, la pureza, la valía, y la superioridad del Dios de la Biblia.

El fuego y las nubes

De vez en cuando en las Escrituras, la gloria de Dios se revela al pueblo de Dios. A veces Dios se presenta en gloria, con fuego, en las nubes, como cuando vemos el fuego y las nubes en las Escrituras: Cuando guió al pueblo de Dios en Éxodo, rodeaba a Dios, como cuando se nos revela en sitios como Isaías y Apocalipsis, para que los seres humanos puedan mirar detrás del velo, por decirlo así, y ver a Dios en su gloria. Al leer las Escrituras en sitios como Daniel, cuando hablaba de la segunda venida de Jesús, un día que aguardamos anhelosos sobre las nubes de gloria, son ejemplos que la Biblia nos da que la gloria de Dios está siendo revelada al pueblo de Dios. Así que cosas como el fuego y las nubes, indican eso mismo.

Los rabinos antiguos usaban ciertas palabras para explicar la gloria de Dios, cuando se daba a conocer al pueblo de Israel, como cuando decían, “La gloria Shekinah”. No son palabras que se encuentran en la Biblia. La palabra Shekinah no se encuentra en las Escrituras. Pero así expresaban y describían la revelación de la gloria de Dios, la demostración de la gloria de Dios, que Dios es glorioso, y para nosotros, la gloria Shekinah significa que hemos visto a Dios en su gloria, que se nos ha manifestado a nosotros en forma invisible y gloriosa. Y en esos momentos, era una nube que cubría al pueblo de Dios, o un fuego que guiaba al pueblo de Dios, que iluminaba la oscuridad que los rodeaba. Eso es porque la gloria de Dios rodea al pueblo de Dios. La gloria de Dios revela el pueblo de Dios. La gloria de Dios dirige al pueblo de Dios.

La gloria de Dios, se menciona por primera vez de igual manera en Éxodo. En el capítulo 13, versículo 21, leemos que Dios se presenta en su gloria entre Su pueblo exiliado, que deambula por el desierto. Y que una nube los guía de día; o sea, la nube de la gloria de Dios. Y hay una columna de fuego que los guía de noche; o sea, el fuego de la gloria de Dios. Y a partir de ahí, el libro de Éxodo está lleno de momentos en que Dios aparece en gloria, en una columna de fuego.

También sabemos por medio de Éxodo 33 y 34, que Moisés disfrutó de la presencia de la gloria de Dios. Él vio la gloria de Dios, mientras él mismo servía como una especie de Jesucristo que mediaba entre el Dios santo de la gloria, y el pueblo de Dios que no era santo. Y al disfrutar de la presencia de Dios en Su gloria, se acordaría de la pecaminosidad, la testarudez, la rebeldía, y la idolatría del pueblo de Dios. Así que la gloria de Dios lo envolvía, y la gloria de Dios lo consolaba y lo fortalecía.

También sabemos por lo que dice Éxodo 33–34, que al recibir su segunda copia de los Diez Mandamientos, enojado, Moisés había roto la primera. Descendió de aquel monte, y después de reunirse con Dios, recibe los Diez Mandamientos, y leemos en Éxodo 34 que su rostro, después de estar mucho tiempo en la presencia de la gloria de Dios, resplandecía la gloria de Dios, y por ende fue un momento tan glorioso que Moisés se reuniera con Dios, y que descendiera de su largo encuentro con Él, a predicar a la gente y presentarles los Diez Mandamientos, que su rostro resplandeció la gloria de Dios, por el solo hecho de estar en la presencia de Dios.

Quisiera darles algunas ilustraciones, quizás, sobre esto. Anoche me desvelé muy tarde preparando este sermón afuera con mi Mac. Tenemos una chimenea detrás de la casa, más allá de la terraza, y estaba sentado allí al lado del fuego en plena oscuridad. Y estaba disfrutando de la presencia y la gloria del fuego, que estaba en medio de la oscuridad, como dicen las Escrituras, era un glorioso fuego. Estaba resplandeciente. Estaba iluminado. Era irresistible. Era caluroso. Era revelador.

Y mi hijo, Gideon, que tiene 4 años, vino y me preguntó: Papa Daddy, ¿puedo poner un palo en el fuego? Primero me preguntó si podía asar malvaviscos. Grace encontró los malvaviscos más grandes del mundo. Son casi del tamaño de mi cabeza, y a los niños les gusta tostarlos al fuego y comérselos, pero todos se volverán diabéticos si dejamos que lo hagan todas las noches. Entonces le dije a Gideon, “No”. Casi era hora de acostarse.

Y me dijo, “Papi, ¿entonces puedo buscar un palo en el jardín y quemarlo en el fuego?”. Tiene 4 años, y quemar un palo en el fuego es un evento de gran importancia para él. Así que encontró un palo largo, para sentirse seguro a cierta distancia del fuego, y estaba fascinado por el fuego y su radiante gloria. Tomó un palo y lo puso en el fuego, y esperó hasta que empezara a arder.

Y le gustaba sacar el palo del fuego apagar la punta del palo de un soplo, y ver la radiante gloria del fuego; y la punta del palo se ponía al rojo vivo y se transformaba en carbón, y ardía, y su fulgor era como la gloria del fuego. Y Gideon seguía mirándolo en la oscuridad, y sostenía el palo, y estaba completamente fascinado al ver que este palo muerto y sin vida pudiera irradiar la gloria de otra cosa como el fuego.

Y Moisés era así. Era un hombre que subió a la presencia de Dios, y después de estar en Su presencia, al igual que el palo en la fogata, descendió resplandeciendo con la gloria de Dios. En última instancia eso es lo que debemos hacer como portadores de la imagen de Dios; debemos reflejar la gloria de Dios. Sin Dios, estamos muertos en delitos y pecados, pero por medio de la fe en Dios, somos vivificados, y puestos en la presencia de Dios, por medio de nuestra posición en Cristo, para que la gloria de Dios resplandezca en nosotros, y para que la gente vea el amor de Dios en los ojos de Su pueblo, y que vean la santidad y la bondad de Dios en la vida del pueblo de Dios que esparcen la gloria de Dios.

El templo

Al seguir este tema de la gloria brevemente por la Biblia, sabemos que la gloria se manifestaba también cuando adoraban a Dios puesto que rodeaba el tabernáculo, cuando el pueblo de Dios estaba exiliado, o cuando iban de camino del lugar donde eran esclavos, en Egipto a su hogar verdadero en Israel, Dios los instruye en gran detalle, que construyan algo llamado el tabernáculo. Era un centro de adoración portátil. Una iglesia portátil, por decirlo así. Prácticamente era una carpa, y Dios llenaba el tabernáculo, y la gente adoraba a Dios cuando venía a morar con ellos, como dice Éxodo 40, “la gloria”. Por lo tanto, la gloria de Dios está inextricablemente conectada con la adoración de Dios.

No hacemos que Dios sea glorioso, Él es glorioso. Dios posee aquel perfecto atributo de gloria, y Él nos lo revela. Viene a morar con nosotros, y adoramos la gloria de Dios porque solo Él es digno. Esto nos lleva a la gloria del templo, a donde finalmente entraron muchos años después a su Tierra Prometida, Israel. Las instrucciones para construir el templo, le fueron dadas a David. Como había sido un pecador y un asesino, no se le permitió construir el templo como rey. Por lo tanto esa responsabilidad le fue otorgada a su hijo, Salomón.

Y como rey, Salomón supervisó la construcción del templo, que habría de ser la casa de Dios sobre la Tierra. Aquel lugar sagrado de reunión entre el Dios del Cielo y el pueblo de Dios en la Tierra, y era donde Dios venía a estar con Su pueblo, y el pueblo de Dios venía a reunirse con su Dios, y vino a convertirse en un lugar que conectaba Cielo y Tierra. Ahí era donde adoraban a Dios, por eso aparecía Dios en su gloria.

Pueden leerlo por su cuenta, y tratarlo en sus grupos comunitarios, pero en 2 Crónicas 7 explica que cuando terminaron de construir el templo, fuego descendió de parte de Dios. Dios se revela nuevamente, en gloria, por medio del fuego, consumiendo un sacrificio; demostrando que el pecado debe ser expiado y tratado. Después, la gloria de Dios llenaba el templo, y la gloria de Dios venía y moraba con Su pueblo, de la misma manera que Jesús, más adelante, vino a morar con nosotros.

Ahí es donde el Evangelio de Juan nos muestra que Él vino del Padre, y que hemos visto Su gloria, la gloria de quien no tiene parangón, de Jesús, el Dios glorioso. La gloria de Dios, y el Dios de la gloria vinieron a estar con nosotros, de la misma manera que el templo era la morada de la gloria de Dios. Entonces el cuerpo de Jesús fue el cumplimiento más importante del templo. Fue Jesús quien nos trajo la plenitud de la gloria de Dios, que moraba en su cuerpo, así como la gloria de Dios moraba anteriormente al finalizar la construcción del templo de Salomón. Todo lo que vemos en el Antiguo Testamento es sombra de Jesús que había de venir, y quien en todo se cumple.

Icabod

Después ocurren una serie de eventos trágicos, y una ocasión horrenda en la historia de Israel, documentada en Ezequiel 10 y 11, y el 1 Samuel 4, en la cual el pueblo de Dios no adora a Dios solamente, al Creador, y empiezan a adorar las cosas creadas. Empezaron a participar en el paganismo, y en el animismo. Empezaron a adorar a todos y a cualquier cosa, excepto a Dios. Fueron culpables de incurrir repetidas veces en la idolatría, y por eso el templo fue desfigurado y profanado.

Y al igual que algunos de ustedes, aquellas personas dirían que creen en Dios, pero vivían en rebeldía e impiedad, y entonces algo muy trágico sucedió. La gloria de Dios desapareció del templo de Dios, y del pueblo de Dios. Dios se fue. La presencia de Dios fue removida. La gloria de Dios fue quitada.

Al igual que algunos de ustedes, la gente suponía que Dios siempre estaría con ellos, y que Dios siempre los toleraría, que Dios siempre los soportaría, y poco a poco la paciencia de Dios se fue agotando. Y como conocía la dureza de sus corazones, y lo duros que eran de cerviz, y lo rebelde que eran sus vidas, Dios retiró su gloria, y a eso le dieron el nombre, Icabod, que significa, la gloria de Dios se ha ido.

Icabod fue el periodo en la historia de Israel que duró 600 años a partir de ese momento; durante 600 años, la gloria de Dios estuvo ausente. Dios no se les reveló en su gloria. No hubo nube con la gloria de Dios. No hubo fuego con la gloria de Dios. No hubo tabernáculo, o templo donde morara la gloria de Dios. Dios mismo removió su presencia de su pueblo. Y durante 600 años fue un periodo de Icabod. Una época en que no había presencia de la gloria de Dios.

Un niño

Regresando al relato de las Escrituras tocante a la gloria en el Evangelio de Lucas, leemos algo que ya leímos hace unos meses cuando estudiamos Lucas 2:8-14, que “había pastores en la misma región…”. Era un día normal para los campesinos que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor”. Algo está a punto de suceder, ¿y qué…? ¿Qué dice, Mars Hill?

“La gloria…”, ahí está. Ha pasado un período de 600 años de Icabod. La gloria del Señor se había ido. Y a los pastores, que eran trabajadores campesinos, quienes velaban y guardaban su rebaño de noche en el campo, se les aparece un ángel. la gloria del Señor los rodeó de resplandor. La gloria del Señor estaba regresando al pueblo del Señor.

“Y tuvieron gran temor”. ¿Que significa todo esto? ¿Será la presencia de Dios para juzgar el pecado? ¿Viviremos, o moriremos? ¿Seremos bendecidos, o malditos? ¿Qué significa esto? La gloria de Dios ha estado ausente por 600 años. ¿Qué está haciendo aquí ahora?”.

“Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo”. Todas las razas, todas las naciones, todas las clases sociales, todos los derroteros socioeconómicos, todos los niveles de ingreso, todos los coeficientes intelectuales, es para todas las personas. “Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”. Cesar no es el Señor. Jesús es el Señor.

“Esto os servirá de señal”. “¿Cómo sabremos qué pasa con el nacimiento de este glorioso Señor?”. Nos dice, “Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre”. La gloria del Señor viene en forma de niño. “Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales”. Son muchos ángeles alabando a Dios y diciendo, ¿qué dicen, Mars Hill? ¡¡Gloria, gloria!! “¡¡Gloria a Dios!!”. ¿Por qué? Porque Dios es glorioso. Nosotros no hacemos que Dios sea glorioso, reconocemos la gloria de Dios. Celebramos la gloria de Dios. Respondemos a la gloria de Dios. Dios es glorioso.

Revela Su gloria, y le respondemos como los ángeles lo hicieron, adorándole, diciendo, “¡¡Gloria a Dios en las alturas!!”. Eso significa que Él es más alto. Está por encima de todas las naciones, de todos los ángeles y demonios. Está por encima de Satanás y los pecadores. Está por encima de todos los idiomas, las culturas, y los partidos políticos, los líderes, los guerreros, los soldados, los pensadores, y los líderes de los movimientos. A quien quiera que usted admire, o a quien tenga en alta estima, comparado con la persona que usted más desea imitar, Dios es el más alto. Su nombre es Jesús, y solo Él es digno de gloria.

“¡¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!!”, Y hacen el anuncio. Y la gloria de Dios regresa al pueblo de Dios en la persona de Jesucristo, que Jesús es la gloria de Dios, que Jesús es el Señor Supremo, que Jesús no solamente es el Dios de la gloria, sino el Dios que viene y nos revela Su gloria.

Al monte a orar

Y después sucede algo en Lucas 9:28. Hasta este momento en el relato, Jesús ha crecido y ahora es un hombre. Tiene entre 30 y 35 años. Ha estado ministrando en público. Ha estado predicando, y enseñando, y sanando, y levantando muertos, y expulsando demonios, y cuidando a las multitudes; y ha escogido 12 discípulos para que sean sus pupilos.

Y algo ocurre en Lucas 9:28, “Aconteció como ocho días después de estas palabras,” de algún ministerio previo, “que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo”, sus líderes principales. La Biblia habla de 120 y de 70, y también habla de los 12 que eran discípulos, y entre ellos, a los tres líderes principales. Hay una cadena de mando. Existe una jerarquía de liderazgo, y siempre hay grupos pequeños dentro de grupos más grandes en base al ejemplo de Jesús.

Y ellos tienen el privilegio de acceder a Jesús. Están ahí para los momentos más sagrados, que otros no tienen la oportunidad de disfrutar. “Y subió al monte a orar”. Así que van a un lugar alto. Francamente pudo haber sido para escaparse de las multitudes. Las multitudes siempre seguían a Jesús, y se agolpaban contra él continuamente.

Y Lucas nos dice claramente en lugares como, creo que es el capítulo 5, versículo 16, que Jesús solía apartarse a lugares desiertos a orar. Eso es exactamente lo que dice Lucas 5:16, que Jesús invertía todas sus energías en el ministerio y después se retiraba del ministerio para descansar, y se ponía delante del Padre donde encontraba ánimo y refrigerio.

Hace poco, los ancianos evaluaron mi rendimiento en la iglesia, y dijeron que necesito hacer más de esto, y estoy de acuerdo con ellos. Jesús acostumbraba apartarse a los lugares desiertos a orar, a refrescarse, a buscar ánimo del Padre. Ustedes necesitan eso, yo lo necesito, para que seamos llenos del Espíritu de Dios y el amor de Dios; para que participemos en las vidas de otros para la gloria de Dios.

Y eso es exactamente lo que Jesús está haciendo aquí, en silencio y a solas con el Padre en oración, y estos son momentos importantes en el ministerio de Jesús. Les daré otro ejemplo en donde antes de escoger a sus 12 discípulos, estuvo orando toda la noche, hablando con el Padre sobre quién debía escoger.

Debemos disfrutar las Escrituras, y seguir el ejemplo de Jesús. Nuestras temporadas de ministerio deberían estar bañadas con oración, y mantenidas con oración. Antes de decidir a cual universidad va asistir, o qué carrera va a escoger, o con quién se va a casar, o sobre cuál teología basará su vida; antes de determinar a dónde va a vivir, o de cuál iglesia piensa hacerse miembro, o a cuál grupo comunitario va a pertenecer, o con cuál ministerio quiere trabajar como voluntario, o quiénes son sus amigos, o a cuáles amigos les va a confiar cosas graves o dolorosas en su vida; antes de decidir si comparará esa casa, o si se gastará ese dinero, o antes de decidir cómo repartirá sus recursos y cómo diezmará generosamente, económicamente a Dios y a su pueblo. Antes de tomar estas decisiones en la vida, las cuales son enormes, y antes de afectar a tantas personas, incluyendo a usted mismo, es importante que se aparte y pase tiempo en oración. Eso es lo que Jesús hace aquí.

La gloria de Dios es develada

Versículo 29, “Y entre tanto que oraba”, mientras que Jesús disfruta estar en comunión, unido al Padre, como estuvo con Él en la eternidad pasada, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente”. Repito, aquí han pasado 600 años desde que la gloria del Señor ha sido revelada al pueblo del Señor. Y aquí vemos a este humilde campesino galileo, un carpintero nacido de una joven adolescente en un pueblo de docenas de personas, sin que casi nadie lo conozca, y la gloria de Dios estalla, es develada, es revelada en la Persona de Jesucristo, justo cuando ora.

Jesús dice en Juan 8:12, Yo soy la luz del mundo. Y aquí vemos la luz de la gloria de Dios manifestada, revelada, y develada por medio del Dios-hombre, Jesucristo. Así era como Jesús existía en la eternidad pasada. Al pensar en Jesús, cuídese de no pensar en Él solamente como lo que yo llamo, su humilde encarnación.

Todo esto se encuentra en el libro Doctrina, y sé que puede ser confuso, pero trataré de abreviar y resumir para ustedes esta serie de verdades importantes. Jesús es el Dios eterno. Vive sin principio ni fin como Dios el Creador, en perfecta comunión con Dios Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo; que viven juntos como un solo Dios, en tres Personas, en la gloria, glorificándose mutuamente, glorificándose entre sí, adorando, y disfrutando en comunión y en comunidad, el uno al otro, en la eternidad pasada. Y este es el Dios de la Biblia, la gloria de Dios.

Y después Dios crea los Cielos y la Tierra, nos crea a su imagen y semejanza, hombres y mujeres. Nos creó para reflejar su gloria; pero pecamos, caímos, nos rebelamos, y nos corrompimos. Queremos la gloria para nosotros mismos, no para la gloria de Dios. Y Dios promete que vendría como Salvador a amarnos, a perdonarnos, y a redimirnos.

Entonces levanta una serie de profetas en el Antiguo Testamento, y pone Sus palabras en boca de ellos, y Su Espíritu en sus corazones. Y los llama a ser voceros que anuncian la venida de la gloria de Dios. Son heraldos. Nos dieron anticipos, y comerciales por decirlo así, en esos días. Este es Dios. Esto es lo que dice, y viene de la siguiente manera”.

Uno de los grandes profetas del Antiguo Testamento es un hombre llamado Isaías, que tuvo uno de los ministerios proféticos más largos donde predicaba arrepentimiento al pueblo de Dios más que todos los profetas del Antiguo Testamento. A Isaías le dio este ministerio por comisión, y está documentado en el sexto capítulo de Isaías, donde Isaías de pronto, mientras vive su vida, ve que el velo entre el cielo donde Dios vive, y el mundo gobernado por Él, es quitado por un momento.

Entonces Isaías nos dice, “vi yo al Señor” , y ve al Señor en su gloria. “Vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo”. Estamos hablando de una gloria magnífica, de Dios en su gloria. Dice que le rodeaban ángeles, que daban voces, y cantaban, y adoraban, y le glorificaban, diciendo, Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. ¿A quién vio Isaías en la gloria? Vio al Señor. Vio a Dios.

Algunos años más tarde, Juan escribiría en el evangelio que lleva su nombre, en el capítulo 12, versículo 41, que Isaías vio la gloria de Jesús y habló de Él. La gloria de Dios que vio Isaías, era Jesucristo que reinaba antes de su humilde encarnación. Antes de revestirse de carne humana, antes de que Dios se fuera de su glorioso trono, y se revistió de carne humana, y entró a la historia humana como un bebé, Jesucristo, quien fue anunciado por los ángeles que la gloria de Dios había venido a morar con el pueblo de Dios.

Así que antes de que Jesús viniera humildemente, Él antes reinaba eternamente en la gloria. Filipenses 2 habla sobre esto en los versículos 5 al 11, donde se humilló y abdicó el derecho que tenía a ser adorado y obedeció al revelar su gloria. Se humilló. En ninguna manera perdió su divinidad, pero añadió a su humanidad, como nos dice correctamente Agustín, uno de los padres de la iglesia. Se impuso ciertas limitaciones para identificarse con nosotros, con los pecadores caídos, para ser nuestro mediador; para ser del todo Dios y del todo hombre, para reconciliar a hombres y mujeres con Dios. Por eso, al pensar en Jesús, piense en Él en la eternidad pasada, como lo vio Isaías, en Su gloria, y después véalo cómo vino, humildemente.

Y en este momento, en el Monte de la Transfiguración, la gloria de Jesucristo, nuestro Dios, el Creador eterno se manifiesta, y se hace visible. La gloria de Dios que está presente en Jesucristo, el Dios-hombre, es vista. Irrumpe hacia afuera. Es sombra y anticipo del regreso de Jesús a Su gloria. Después de esta humildad, después de este sufrimiento, después de ser abandonado, después de ser traicionado y crucificado por nosotros, por nuestros pecados, como nuestro Salvador expiatorio, después de su entierro, habría, y de hecho hubo una gloriosa resurrección. Y después Jesús ascendió ¿a dónde? Otra vez a la gloria.

Hoy por hoy Jesús reina y gobierna en la gloria, rodeado de ángeles, y las almas de los creyentes que se han ido, y es adorado, y disfrutado como el Dios de la gloria. Así que cuando piensen en Jesús, reconozcan que existió en la eternidad pasada, en la gloria, y que existe en la eternidad futura en la gloria; y que durante su ministerio terrenal, cuando vino a identificarse con nosotros, vino humildemente. Sin embargo, aquí en Lucas 9, irrumpe su gloria, y nos la da a conocer. Y la próxima vez que veamos a Jesús, será en la gloria.

De hecho, en la nueva creación al otro lado de la resurrección, la Biblia promete que la gloria de Jesús será manifestada continuamente a la toda a creación. Apocalipsis 21:23 lo dice así: “La ciudad no tiene necesidad ni de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera”. El centro de la nueva creación será el trono de Dios, y sentado sobre ese trono estará el Señor Jesucristo en gloria, con su gloria resplandeciente, iluminando toda la nueva creación.

No habrá sol, ni oscuridad, porque la gloria de Jesús brillará para siempre, y el pueblo de Dios estará en la presencia de Dios para disfrutarlo, adorarlo, y celebrarlo; y así como el rostro de Moisés brilló en la presencia de la gloria de Dios, con la gloria de Dios en su santidad, y obediencia, la adoración allá será la más gozosa que jamás ha experimentado, para siempre, porque Dios nos creo así, para adorarle.

Moisés y Elías, la ley y los profetas

En Lucas 9:30, continúa diciendo, “Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías”. Moisés y Elías aparecen de la nada para hablar con Jesús. Ni siquiera sé cómo sabemos que fueron Moisés y Elías. Ni siquiera sé si tenían un gafete con el nombre, o una camiseta con sus rostros, no lo sé, solo aparecieron. Estos señores habían muerto hace mucho.

“Y aparecieron en”, ¿qué? “En la gloria”, revelando e indicándonos desde el otro lado de la muerte, que seremos glorificados, que la presencia y el poder del pecado serán removidos de la vida de los hijos de Dios, cuya fe está en Jesús, y que ustedes y yo estaremos en un estado de gloria. “Aparecieron en gloria y hablaban de su partida”. Hablaban del Éxodo mismo de Jesús, que viviría, y que moriría, que resucitaría, y ascendería al Padre, y que acabaría Su misión y se iría de esta tierra, y regresaría en gloria, “lo cual estaba a punto de realizar en Jerusalén”; que Jesús está terminando su ministerio en la región de Galilea.

Y en el capítulo 9, versículo 51, que viene más adelante en este capítulo, dice que “afirmó su rostro para ir a Jerusalén”. Y después comienza su viaje a Jerusalén donde será traicionado, donde será ejecutado, y donde expiaría los pecados del mundo; que resucitaría y derrotaría a Satanás, el pecado, y la muerte.

Moisés había vivido 1.400 años antes. Elías vivió 900 años antes. Moisés escribió la mayoría de los primeros cinco libros de la Biblia, el Pentateuco, que significa un libro en cinco partes. Génesis, Éxodo, Levítico, Números, y Deuteronomio. Hay algunas cosas ahí que creo fueron escritas por Josué, su sucesor, porque habla de la muerte de Moisés, y no creo que el mismo Moisés lo escribiría. Él fue quien nos dio la ley. Los Diez Mandamientos fueron dados a él, y nos da más de 600 leyes en el Pentateuco. Él representa la ley.

Elías representa a los profetas. Es uno de los más grandes profetas del Antiguo Testamento. Así que aquí tenemos la ley y los profetas. Amigos, la ley y los profetas tratan de Jesús. Todo en la Biblia trata de Jesús. Jesús dijo en Mateo 5:17, "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir”.

Algunos estudios más adelante, en el Evangelio de Lucas después de Su resurrección, nos dicen que Jesús hizo un estudio bíblico enseñándoles cómo todas las cosas en la ley y los profetas serían cumplidas en Él. El sacerdocio era sobre Jesús. El templo era sobre Jesús, porque el sacerdote es el mediador, y ahora Jesús es nuestro mediador, y el templo se trataba de la presencia de Dios, y Jesús es la presencia de Dios. Y el sistema sacrificial era acerca de Jesús, porque Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Él es nuestro Cordero de la Pascua que fue inmolado.

Toda la ley y los profetas son acerca de Jesús. La ley nos muestra lo pecaminosos que somos, y Jesús viene sin pecado a vivir la vida que no hemos vivido, para que así como nos lo mandan los profetas, podamos arrepentirnos de pecado, confiar en Él, y recibir Su justicia como un don, porque solamente Él perfectamente y obedientemente cumple la ley de Dios.

La ley y los profetas tienen como tema principal a Jesús, y aquí, en este glorioso momento, la ley y los profetas vienen a estar con Jesús, y Moisés, y el profeta Elías. Ambos hombres se habían reunido con Dios en la cima de una montaña, como Jesús lo hacía. Moisés tuvo un encuentro con Dios en el Monte Sinaí, en Éxodo 31:18, y Elías tuvo un encuentro con Dios sobre el Monte Horeb, que es otro nombre que se le da al Sinaí en 1 Reyes 19.

Lo interesante también es que Moisés murió y fue enterrado por Dios, y Elías es uno de los únicos dos hombres en la Biblia que no probaron la muerte. Enoc y Elías son los dos hombres que no murieron de acuerdo a la Biblia, en cambio, fueron trasladados al Cielo para estar con Dios. Elías fue llevado al Cielo en un carruaje de fuego. No murió, fue llevado a la presencia de Dios después de servir a Dios fielmente, como nos dice 2 Reyes 2.

Una experiencia en la cima de la montaña

Versículo 32, capítulo 9: “Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño”. Estaban agotados. Y al leer esto como que nos burlamos de ellos un poco, pero déjenme decirles, subir estas montañas para llegar a una altitud de 6.000 pies, con un calor de 100 grados, y mucha humedad, lo deja a uno rendido. Jesús y sus discípulos han caminado por toda la región de Galilea, sobre un terreno montañoso, semiárido, y estaban rendidos. El poder del Espíritu Santo sobre la vida de Jesús, le capacitaba y le daba más energía que a un hombre promedio. Tiene más capacidad que el hombre promedio. Y Dios les otorga eso a ciertos líderes, sobre todo en ciertas temporadas.

Así que los otros hombres están cansados, “pero como se quedaron despiertos, vieron Su gloria, y a los dos hombres que aparecieron a su lado. Justo cuando iban a irse, Pedro le dice a Jesús”, y amamos a Pedro porque Pedro siempre mete las patas, así es Pedro. Si usted es la persona que siempre se equivoca al hablar, o habla a destiempo, entonces es un discípulo como Pedro. Si en esos momentos perfectos que requieren silencio, usted está dispuesto a llenarlo con su propia voz, entonces usted es como Pedro.

Algunos de nosotros tenemos una innata habilidad de decir siempre lo que no se debe decir. Me encanta Pedro, porque va mejorando con el tiempo; y eso espero yo. Me he arrepentido de muchas cosas que he dicho. Hasta puedo ver cuando me salen por la boca. Mejor dicho, pienso: “Lo que estoy a punto de decir es malísimo…”.

Pero esto es lo que dice Pedro, “Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que decía”. O sea, Pedro dice, “Este sería un grupo comunitario muy bueno. De veras me gusta a Juan, y Jacobo me cae muy bien, son mis amigos, y queríamos inaugurar un grupo comunitario, y vamos a orar para ver a quién vamos a invitar a nuestro grupo comunitario. Y, Jesús, todos votamos, y nos gustaría que te unieras a nuestro grupo comunitario. Oye, con Moisés y Elías, parece que sería un excelente grupo comunitario. El problema que tiene este grupo comunitario es que si bajamos la montaña, otras personas querrán unirse a nuestro grupo comunitario, sobre todo si estudiamos el Pentateuco y Elías, porque, eh, los autores están aquí. Entonces, hagamos esto, Jesús, ¿qué tal si vamos a REI.com, y ordenamos unas carpas para que nos las manden aquí, a la cima de la montaña, y así podemos acampar juntos para siempre? Y nuestro grupo comunitario podrá acampar en la montaña, y no necesitaremos linternas ni fogatas. Puedes hacer brillar tu gloria, y Moisés y Elías podrán contestar todas nuestras preguntas teológicas, Y formaríamos un grupo comunitario fantástico. Y sé que no hay comida, pero recuerdo que Elías hizo que unos pájaros trajeran comida. Hagamos eso”. Ese es el plan de Pedro.

Quizás a lo que se refería, y espero que no esté equivocado, es a la Fiesta de los Tabernáculos que era un evento anual en el calendario de Israel, casi como el Día de Acción de Gracias, en EE.UU., o como otros feriados en otros países, y todos se tomaban la semana o unos cuantos días para reunirse con familiares y amigos, y hacían fiesta y estaban juntos en comunión.

Y fue decretado conforme a las Escrituras que habían de vivir en tiendas. Irían a acampar. Así que si uno es un campista, dice, sí, eso me parece bíblico. Acampar es algo santo. Dios manda a su pueblo en el Antiguo Pacto que acampen. Por lo tanto se reunían y acampaban, y vivían en tiendas; y si usted es de aquellas personas que cuando el tiempo lo permite en Seattle, en que durante esos dos días del año usted se va a acampar, entonces esta clase de feriado le hubiera gustado mucho.

Pedro está diciendo, “Hagamos la Fiesta de Tabernáculos. Hagamos unas tiendas, y quedémonos aquí juntos”. Pero el problema es, y es un pecado muy común del pueblo de Dios, es que Pedro trata de sostener indefinidamente la experiencia que tiene en la cima de la montaña.

La gente tiende a hacer esto. Si tienen una experiencia asombrosa con Dios, en vez de disfrutarla, y seguir adelante a lo que Dios les tiene adelante, siguen tratando de revivirla. Algunos de ustedes tuvieron una excelente experiencia en un retiro, y ahora están adictos a los retiros. Algunos de ustedes asistieron a una iglesia que hacía las cosas de cierta manera, y puede que haya sido su primera experiencia de adoración, o de enseñanza, o de estar en comunidad, o de programación, y significaba mucho para usted, y Dios usó esa experiencia en su vida. Y no quiero desacreditarla en ninguna manera. Nos alegra mucho; sin embargo, usted trata de recrear esa experiencia y volver a vivirla. Si tan solo pudiéramos volver a las cosas como eran antes.

Los padres de familia tienden a hacer esto con sus hijos. Tuvimos una experiencia sensacional cuando tenían tantos años, y quieren que sigan teniendo la misma estatura y mantenerlos a la misma edad, y seguir reviviendo las mismas experiencias. Quiero captar este momento sagrado y nunca dejarlo escapar”.

Y a decir verdad, es pecado querer revivir las mismas experiencias que tuvimos en la cima de la montaña. Debemos disfrutar esos momentos sagrados en los que Dios aparece en su gloria en nuestra vida, y seguir adelante confiando que, cuando el tiempo sea propicio, Él vendrá a nosotros en otro momento, quizás en forma imprevista.

Para algunos de ustedes esto tiene que ver con la música. Ustedes dirán, “Pero yo adoro a Dios por medio de esta música”. Puede que lo que usted adore sea el mismo acto de adoración. Puede que en algún momento cantó u oyó una canción, y la gloria de Dios le fue revelada, es decir, su corazón y su mente se abrieron al amor de Jesús, pero ahora tiene que cantar esa canción, o tiene que cantar esas canciones, o tiene que cantarlas de otras maneras. Y las metodologías entonces se convierten en metodolatrías, porque seguimos tratando de recrear y revivir experiencias en la cima del monte, como si fuera una especie de éxtasis cristiano. Y Pedro tiene esa clase de pecado.

“A él oíd”

Versículo 34, “Mientras él decía esto, vino una nube que los cubrió”. Les repito como les dije antes que a menudo en la Biblia las nubes y el fuego indican que Dios está ahí y que se revela en gloria. “Vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube”. La gloria de Dios los rodeaba. Y vino una voz desde la nube, que decía…. El Espíritu Santo mora en Jesús y le da poder. Ya leímos previamente en Lucas que está lleno del Espíritu Santo, que es la tercera Persona de la Trinidad. Es Jesucristo, el Dios-hombre, el Hijo de Dios, la segunda Persona de la Trinidad. Y ahora Dios el Padre es el que habla, la primera Persona de la Trinidad. Él va a hablar.

Dice, “Este es mi Hijo amado”. Como es el Padre, así es el Hijo. “Es igual que yo. Somos iguales”. Es una declaración de su divinidad. Dios Padre está diciendo, “Ese hombre es el Dios-hombre”. “Mi escogido”; “el que escogí para revelar mi gloria de principio a fin. Es a quien yo escogí para salvar a los pecadores”.

“Óiganlo a Él”. Mars Hill, deberían resaltarlo en sus biblias. “A él oíd”. No oigan a Satanás. No oigan a los falsos maestros. No oigan a quienes los confunden con religiones falsas e ideologías, y verdades mediocres; y no le pongan cuidado a todos sus críticos, y no oigan al mundo. Óiganlo a Él”. Óiganlo a Él, al Señor Jesús.

“Y cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo”. Moisés y Elías se habían ido; su trabajo había terminado. Jesús se queda porque todavía tiene que expiar los pecados del mundo. “Y ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto”.

Amigos, Jesús no es otro hombre cualquiera. Jesús no es solamente un buen hombre. Jesús ni siquiera es, como dicen falsamente los musulmanes, solamente otro profeta. Moisés y Elías, claro que ellos eran profetas y estuvieron ahí, pero Jesús está en una categoría completamente aparte. No es tan solo un profeta. No es tan solo un hombre. No es tan solo un maestro. Él es la gloria de Dios.

Como dice Pablo en otra parte, Él es la imagen del Dios invisible. El Dios invisible, Dios el Creador se da a conocer, es visto. Su gloria es revelada en la Persona, y la obra, y la enseñanza de Jesucristo, el Dios-hombre. Jesús es el Dios de gloria que se revela humildemente, y después se hace conocer en gloria. Eso es exactamente lo que está pasando aquí.

Y aquí el Padre recuerda su bautismo, donde, otra vez, Jesús sale del agua. El Espíritu Santo está presente en forma de paloma. Toda la Trinidad está ahí, y leímos previamente en Lucas 3 que el Padre habló desde el cielo, diciendo: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia. Eso es lo que Dios Padre dice acerca de Jesús.

No importa lo que cualquiera diga acerca de Jesús. ¿Qué dice Dios Padre de Jesucristo, el Hijo de Dios? Dice, “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”. cuando fue bautizado. Él dice, “Este es mi Hijo, mi escogido. Óiganlo en el Monte de la Transfiguración”. No puede haber ninguna autoridad más alta que la de Dios el Creador. No puede haber ninguna autoridad más alta que la de Dios Padre. No puede haber un testimonio de mayor autoridad sobre quién es Jesús, que el de Dios Padre. No importa lo que digan los líderes, o lo que digan las personas religiosas, o los libros que sean escritos, las especulaciones de la gente, o lo que indiquen las encuestas, Dios Padre dice que Jesús es Dios que se hizo hombre, y que solo Él posee la gloria de Dios, porque Él es la gloria de Dios.

La palabra profética más segura

Ahora, algunos de ustedes están oyendo esto, y dirán, “Esto es asombroso”. Lo es. Es absolutamente asombroso. Miren, aquí Jesús se revela como el Dios de la Biblia, pero no es nada que Él ha hecho. No hace que su gloria resplandezca. Es un don que le da el Padre, por revelación, y Jesús es declarado Hijo de Dios, pero no es por algo que Él dice. Es lo que dice el Padre para que la deidad, la divinidad de Jesucristo, pueda ser vista y dada a conocer por medio de Dios Padre. No puede haber una autoridad más alta. No puede haber un testigo cuyo testimonio tenga más peso.

Y algunos al oír esto dirán, “Quisiera haber estado ahí. Quisiera que Dios hiciera eso por mí. Quisiera tener esa misma certeza y claridad”. Pero tenemos el testimonio de Pedro, algunos años después. Así que en 2 Pedro 1:16–18, algunos años después, Pedro, quien estuvo en el Monte de la Transfiguración dice, “Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas”. Dios nos dice que la gente no se inventó esto como las otras religiones.

“Sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad”. Pedro dice, “lo vi en la gloria. Mi reporte es fidedigno”. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y…¿qué? ¿Qué palabra sigue, Mars Hill? Honra y gloria. La gloria era el resplandor de Jesús, y la honra fue la declaración: “Este es mi Hijo amado; a él oíd”.

“Le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía…. El Padre en gloria dijo algo. ¿Qué dijo? “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia”. Aquí recuerda el bautismo, y también más adelante en la transfiguración. En ambas ocasiones el Padre dice, Este es mi Hijo.

Después dice, “Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él..”, ¿dónde? “En el monte santo”. En el monte santo; el monte que fue hecho santo porque Jesús estuvo en él. Pedro dice, “Estuvimos ahí. Si duda sobre quién es Jesús, créanos. Él es la gloria de Dios”. Y algunos de ustedes, otra vez, dirían, Quisiera haber tenido esa experiencia. Quisiera haber estado en el Monte de la Transfiguración. Quisiera haberles dado un estrechón de manos a Moisés y a Elías, y haberles hecho mis preguntas teológicas, y ver a Jesús resplandecer en Su gloria, y oír a Dios Padre hablar, solo entonces confiaré en Cristo, y mis dudas se irían, y mis temores se disiparían”.

Lea, lea conmigo lo que Pedro, el que tuvo esa experiencia, nos dice. Dice en la siguiente porción de 2 Pedro 1:19–21, “Tenemos también la palabra profética más segura… ¿Más segura que qué? Más segura que la radiante gloria de Dios; más segura que Moisés y Elías que regresan después de muertos; más segura que Dios Padre quien habla de desde el cielo. Tenemos algo más seguro que eso. ¿Qué es? ¿Qué cosa segura es la que tenemos?

La Palabra profética, las Escrituras, la Biblia. Solo las Palabras de Dios son más seguras que ver a Jesús en su gloria, que conocer a Moisés y a Elías, y que oír la voz del Padre. Lean sus biblias, Mars Hill. Lean sus biblias. La Palabra profética, “a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro”. Miren, este Libro está lleno de gloria. El mundo está lleno de tinieblas, pero este libro está lleno de gloria.

“Hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones”; hasta que regrese Jesús, y hasta que la gloria de Jesús sea vista en toda la nueva creación. “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura…. Nada de lo que Moisés, Elías, Pedro, o Juan escribieron procede de la interpretación privada de alguien. Pedro dice, “No nos inventamos esto”. Al final van a crucificar a Pedro boca abajo por no negar a Jesús como Señor.

“Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. El Espíritu Santo nos da la Palabra de Dios, que es más segura, y más fidedigna que ver a Jesús en gloria, que conocer a Moisés y Elías, que oír hablar al Padre, y el Espíritu Santo inspira las Escrituras que hablan de Jesús. Él mora en los hijos de Dios. Ilumina nuestro entendimiento para que el Dios de gloria se nos revele gloriosamente, que haga una obra transformadora en nosotros, y que Su gloria se manifieste por medio de nosotros, y que nuestras vidas resplandezcan con la gloria de Dios, y el amor, la justicia, la misericordia, y la compasión, y la generosidad, y viviendo de tal manera que todo sea para la gloria de Dios solamente, porque solo Dios es glorioso. ¿Amén?

Padre, eres el Dios glorioso. Señor Jesús, eres el Dios glorioso. Espíritu Santo, eres el Dios glorioso. Confesamos que el Dios Trinitario y consanguíneo de la Biblia es el Dios glorioso que tuvo gloria en el pasado eterno, que entró en la historia humana por medio de la presencia y la Persona y el poder de Jesús, quien es glorioso, y quien fue revelado por inspiración del Espíritu Santo, y las páginas de las Escrituras que son gloriosas, una Palabra segura. Padre, por favor, por favor permite siempre que nos acordemos que solamente tú eres glorioso, y que eres digno de toda gloria. Amén.

[Fin del Audio]

Nota: Esta transcripción ha sido editada.