Las Bienaventuranzas, Parte 1 (Lucas 6:17–36)

Lucas 6:17–36 (RV 1960)

17 Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades;
18 y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos eran sanados.
19 Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos.
20 Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis._
22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.
23 Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas.
24 Mas !!ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo.
25 !!Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. !!Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis.
26 !!Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas.
27 Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen;
28 bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.
29 Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues.
30 A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva.
31 Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.
32 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman.
33 Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo.
34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto.
35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos.
36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.

Introducción

Pues bien, aquí estamos a la orilla del Mar de Galilea, que mide 6 millas por 12 millas, con 200 pies de profundidad, en la parte más profunda. Este fue el sitio donde Jesús llevó a cabo la mayor parte de su ministerio, y cuando leemos los relatos de las tempestades que surgían sobre el mar, y de Pedro que pescaba, este es exactamente el lugar al que hacen referencia las Escrituras. Por lo tanto hoy decidí enseñar en base a Lucas capítulo 6; si tienen sus Biblias, ábranlas ahí.

También les diré que no sabemos el lugar exacto del evento descrito en Lucas 6. Doy gracias por el hecho de que la Biblia nos dice quién es Jesús, y lo que hizo, y lo que dijo, y que por lo general no da detalles específicos del lugar donde Él estaba. Creo que todos somos propensos a la idolatría, y a adorar las cosas creadas en vez de adorar al Creador Dios, como dice Romanos 1:25, y me encanta que no conozcamos algunos de los lugares exactos, porque la gente los convertiría en lugares santos donde uno va para acercarse a Dios, y hacer que el lugar sirva de mediador entre la gente y Dios, convirtiéndolo en un lugar sagrado. Nosotros no creemos en nada de eso. Creemos que todo eso se logra por medio de Jesús. Hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. Dios que se hizo hombre. Y no tenemos que ir al lugar exacto donde Él estuvo para estar cerca de Él, porque es misericordioso benévolo y bondadoso, es soberano y está presente con Sus hijos a donde quiera que vayan. Eso significa que la sala de su casa es tan sagrada como el Muro de las Lamentaciones en Jerusalén, porque Jesús le ama y Jesús está con usted.

Pero de todas maneras, escogimos este lugar para darles una idea del ambiente y el enfoque que hubieran tenido las enseñanzas de Jesús en Lucas capítulo 6, lo que habrían visto y vivido las multitudes y un poco de la topografía, para darle vida a la historia. Con eso en mente, estamos en Lucas 6 donde habla del Sermón del Monte, las bienaventuranzas, y está documentado también en el Evangelio de Mateo. Si usted estudia las Escrituras y ha comparado las dos, notará que hay algunas semejanzas y distinciones. El relato de Mateo se demora unos siete minutos en leerlo, mientras que el de Lucas se demora casi dos minutos en leerlo. Supongo que el sermón de Jesús fue bastante largo; de hecho, las multitudes hubieran recorrido largas distancias para llegar ahí, algunos caminaron tal vez por días para conocerlo y verlo, y no creo que les habría dado un sermón de dos minutos. De hecho estoy seguro de que Jesús les habría enseñado por mucho tiempo. Por lo tanto, lo que leemos en Mateo y en Lucas, son resúmenes, o sea como una versión de Cliff Notes del primer siglo. Eso es lo que tenemos. Así que oraremos, y leeremos, y juntos estudiaremos un poco.

Dios Padre, te doy gracias por las Escrituras. Te doy gracias porque has decidido hablarnos y revelarnos quién es Jesús, lo que ha enseñado y lo que ha hecho. Al abrir las Escrituras hoy, Dios Padre, te pedimos, al oír las palabras mismas de Jesucristo, que aprendamos más de Él, que nos enamoremos más con Él, y que seamos más como Él, y pedimos esta gracia por el poder del Espíritu Santo. En el Nombre bueno de Jesús. Amén.

Personas sencillas

Empezaré en el capítulo 6 de Lucas para darles una idea del contexto. “Y descendió con ellos…”, versículo 17, “Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano”. O sea que era un lugar plano como este. Imagínense una terraza. “… en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades; y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos eran sanados. Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos”.

Déjenme decirles lo siguiente, cuando las Escrituras dicen que una gran multitud de una gran región había venido a ver a Jesús, quiere decir que esto fue algo muy fuera de lo común, y demuestra en cierta forma el carisma que Jesús tenía. Al viajar hoy por pueblos como Nazaret, verán a unas 250.000 personas. Si viajamos a otros pueblos de esta región, en nuestra gira, verán pueblos de 5.000, 10.000, o de 50.000, y eso podría distorsionar la realidad de lo que estaba pasando en los tiempos de Jesús. En los tiempos de Jesús, estas eran pequeñas aldeas En Nazaret había tal vez 50 personas, y cuando mucho, 100 personas. Había entre 10 y 15 familias. En nuestra nomenclatura actual, equivaldría a tres o cuatro grupos comunitarios. Así de pequeña era Nazaret. Esa era Nazaret en su totalidad. Imagínense a Jesús con las grandes multitudes y gentíos. Está atrayendo gente de un área geográfica muy amplia, a pueblos enteros. Las sinagogas en algunos de estos pueblos pequeños solo podían acomodar entre 20 y 30 personas, por eso es que Jesús enseñaba en los lugares abiertos porque no tenían asambleas religiosas ni rabinos que fueran capaces de reunir a las multitudes que reunió Jesús.

En estos pueblos casi todas las mujeres habrían sido analfabetas; solamente un bajo porcentaje de los hombres eran educados. En un pueblo como Nazaret, o algún pueblo parecido, porque era un pueblo muy común en esos días, de las 50 personas que había, quizás 5 sabían leer y escribir. Se congregaban en la sinagoga, y a los alfabetizados se les permitía leer porciones del Antiguo Testamento. Así que como Cristo era un rabino, hubiera sido muy atípico que fuera un hombre educado, alfabetizado, siendo que venía de un pueblo pequeño. Para que Jesús atrajera semejantes multitudes tan enormes, habría sido algo sin precedente y sin igual. Y a veces leemos las Escrituras y pensamos, “Pues sí, en otra ocasión en el Evangelio de Juan dice que 5.000 hombres vinieron a escuchar a Jesús, mas mujeres e hijos. Serían quizás unas 20.000 personas, y si tomamos en cuenta que el pueblo promedio tenía entre 50 y 100 personas, eso quiere decir que pueblos enteros cerraron las puertas de sus negocios ese día e hicieron largos recorridos a pie para conocer a Jesús. Habían oído hablar de Él. Las noticias se habían difundido en los mercados y en los puertos. Las mujeres hablaban de este hombre llamado Jesús, en los pozos. las conversaciones después de las lecturas en la sinagoga giran en torno a este rabino llamado Jesús que tienen una autoridad magnífica y un poder incomparable. Entonces pensamos en una extraordinaria multitud de personas que se reúne en un área geográfica inmensa, y que vienen a escuchar las enseñanzas de Jesús.

La pregunta es, entonces, ¿quiénes eran estas personas? La mayoría eran personas muy sencillas. La mayoría de las mujeres habrían sido analfabetas. La mayoría de los hombres habrían sido analfabetos. Los que vivían junto al mar habrían sido pescadores y ese habría sido su negocio, Los que vivían en los montes eran pastores o agricultores. Estamos hablando de gente muy sencilla. La mayoría eran muy pobres. Habrían ahorrado toda la vida para emprender un viaje a Jerusalén a hacer un sacrificio, y ese hubiera sido el día más grande de sus vidas. Estamos hablando de personas cuya expectativa de vida era de 30 o 40 años. Sacan agua de un pozo, no tienen calefacción, ni acueducto, ni electricidad. Sus casas miden unos 600, 700, u 800 pies cuadrados, y vivían debajo de una porción de estas viviendas, mientras que en la otra porción la habrían usado para sus animales. Eran muy sencillos, muy pobres, muy típicos, muy comunes, que se encontraban bajo el gobierno de los romanos. Como los que gobernaban eran reemplazados tanto, el reino cambiaba y renombraban sus pueblos,. Volvían a demarcar sus linderos geográficos, Estaban bajo el dominio de estos poderosos reyes y de este poderoso reino. Estamos hablando de peones al margen de la sociedad. Los rabinos principales no venían a visitarlos, la gente no invertía en ellos. No se consideraban personas importantes o significativas bajo ningún concepto. Pero sus reyes sí lo eran. Muchos de los pueblos en el área tienen el mismo nombre de los césares. Por eso vemos pueblos con nombres como Cesarea de Filipo, con el mismo nombre del César Felipe. Irán a lugares como por ejemplo, Tiberias que fue nombrada después del César Tiberius. Nombraban a las ciudades por los reyes, y a medida que éstos cambiaban con sus gobiernos, los nombres también cambiaban. Estos plebeyos estaban abandonados y eran sencillos, y fueron gobernados por una mentalidad de reyes y de reinos que provenía del Imperio Romano y de los césares.

Y de pronto viene Jesús. No era un hombre de una gran ciudad, sino del pequeño pueblo de Nazaret. No era un hombre de clase rica, sino de clase pobre. No era un hombre que no se parecía a los plebeyos, sino que Él mismo era uno de ellos. Su padre era carpintero. Fue criado en un pequeño pueblo rural; fue criado como carpintero, como alguien que era un plebeyo en todos los aspectos: pobre, humilde, y sencillo. Se convierte en un rabino magnífico que se entiende con los marginados, los oprimidos y los pobres. Curiosamente anhelan conocer sus enseñanzas, y se sienten atraídos a su personalidad carismática, a su capacidad de expulsar demonios, hacer milagros y enseñar.

Una ética contracultural del reino

Entonces, Lucas documenta para nosotros lo que enseñaba Jesús. Hemos establecido el escenario, la escena, y las personas que están ahí presentes. Primero abordaremos las bienaventuranzas en Lucas 6:20, “ Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre”. Es uno de los títulos predilectos que Jesús usa para sí mismo. Lo toma del Antiguo Testamento y lo usa unas 80 veces. “Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas. Mas !!ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo. !!Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. !!Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis. !!Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas”.

Aquí Jesús está yuxtaponiendo dos categorías de personas: Los que reciben una bendición y los que reciben un ay. Y lo que hace es invertir el paradigma completo del reino en el cual son ciudadanos y les muestra que de hecho Él es un Rey; Él es el Rey de reyes, y está por encima de César, quien habría sido el poder humano más preeminente que podían imaginarse, y que Él estaba inaugurando un reino sobre el cual reinaría como Rey, y los valores y la ética de este reino estarían diametralmente opuestos a los reinos de este mundo. Les muestra que está iniciando un movimiento contracultural. Él era un revolucionario cultural en ese sentido. Nos gusta usar el lenguaje de Jesús aquí en Mars Hill, que la iglesia debe ser “una ciudad dentro de una ciudad”, que debemos ser una comunidad contracultural del reino, y como Jesús nos enseñará en breves momentos, manejamos las riquezas, la comodidad, el poder, y la fama, de manera distinta, por causa de nuestra ciudadanía.

Así que lo que estamos diciendo aquí es que nuestra identidad establece nuestro estilo de vida. Y si ustedes se consideran ciudadanos de su reino particular: de Estados Unidos, de Alemania, de Singapur, de Sudáfrica, y tenemos personas que vienen de todas estas naciones. Si su identidad gira en torno a su nación, su partido político, su ideología, su raza, su cultura, y su credo, ¡ay de ustedes! Es una maldición, es un juicio. Para quienes tienen su ciudadanía en el Cielo y cuyo Rey es Jesús; para quienes anhelan el reino, hay bendiciones para ustedes.

Esta es su yuxtaposición: Al explicarla está distinguiendo entre la felicidad y la bendición. Uno de los grandes problemas de los Estados Unidos de América es que somos una nación construida sobre la búsqueda de la felicidad, en vez de la búsqueda de la bendición La felicidad depende de las circunstancias, mientras que la bendición depende de Dios. A fin de cuentas, la felicidad es temporal, va y viene, mientras que la bendición es permanente, porque Dios es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Siempre es misericordioso, compasivo y bondadoso. Así que para los que cifran sus esperanzas en esta vida, ahora mismo, en esta vida, y en este reino, ¡ay de ellos! Para quienes son pacientes, humildes; los que por la gracia de Dios le pertenecen a Jesús, ¡benditos son ellos!, ¡benditos son ellos!, porque su galardón les espera.

Y lo que Jesús les está enseñando, para quienes tienen su identidad arraigada en este mundo y todo lo que ofrece, es que este mundo es lo más parecido al Cielo que ellos conocerán. Pero quienes tienen su identidad en Jesús, como Rey de ellos, y su ciudadanía en Su reino, este mundo es lo más parecido al Infierno que ellos conocerán. Y entonces para los que tienen a este mundo por Cielo, ¡ay de ellos!, porque les aguarda el Infierno. Para quienes pertenecemos a Jesús, y este mundo es nuestro Infierno, benditos somos, porque las cosas mejoran después de esto.

1. Las riquezas

Entonces Jesús divide el sermón en cuatro categorías: la ética del reino, primero en lo que atañe a las riquezas. Y lo que dice es que en el reino, los que son pobres en esta vida serán ricos, y los que son ricos en esta vida serán pobres. Ahora, al decir esto tenemos que ser muy cuidadosos. Algunos teólogos marxistas y de la liberación, desarrollan una ética social que Jesús nunca pretendió establecer. Jesús no enseña necesariamente que los pobres son más justos que los ricos. Porque hay unas formas de pobreza que no son buenas. La Biblia nos da varios ejemplos: Primero, uno puede ser pobre por la pereza si rehúsa trabajar, y la Biblia dice que eso es ser un holgazán, en Proverbios. Que si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Que si es pobre por ser perezoso, no está bendecido. ¡Ay de usted! También, otra manera de ser pobre es a través de la injusticia, donde roban a la gente, chantajean, estafan, son avaros, acaparan los bienes, y a fin de cuentas les sale costando todo, por el juicio de Dios en esta vida. Esa no es una forma justa de ser pobre.

Hay unas cuantas maneras de ser pobre y ser justo. Una es por medio de la tragedia. Si algunos de ustedes han vivido algo parecido, se enfermaron, se lastimaron en el trabajo, uno de sus padres se murieron, y el otro estaba enfermo, y usted tuvo que cuidar de ellos, y eso redujo grandemente sus ingresos y sus finanzas. Hay maneras justas de ser pobre; algunos son pobres por razones justas. No se roban. No chantajean. No son avaros. No son, como dice la Biblia, amantes del dinero. No son personas que tienen, como dice Jesús en otra parte, a las riquezas o el dinero como su Dios. Y esas son las clases de personas a quienes Jesús está hablando. Son personas que trabajan honestamente, y viven sencillamente. Sus circunstancias se consideran humildes, y estas personas son pobres. Y Él dice que serán bendecidas. En el reino, Dios los galardonará abundantemente, y serán ricos.

Lo mismo le pasa a Jesús. Pablo dice en Corintios que aunque es rico, por nuestra causa se hizo pobre. Jesús era pobre, pero ahora mismo no lo es porque ahora es Rey de reyes y Señor de señores; ha resucitado, ha ascendido, está exaltado, y ahora Jesús no es pobre. No está en la humildad, está en la gloria, y quienes le pertenecen serán bendecidos para seguirle. Y aunque hayan sido pobres, en el reino serán ricos. Dios suplirá abundantemente todo lo que necesitan Pero Él dice, ¡ay de los que son ricos, porque serán pobres! Si su identidad está en el dinero, y si lo único que le importa a usted es ganar más dinero; si es avaro, y tacaño, si lo único que le importa es su posición social y sus posesiones, si se trata solo de acumular cosas y tener éxito en la vida, Jesús le dice, ¡ay de usted!, porque usted adora el dinero, y se adora a sí mismo. Ha hacho que la acumulación de riquezas sea el centro de su identidad y existencia. Y le dice, ¡ay de usted!, porque al otro lado de esta vida, está un estado perpetuo, no podrá llevárselo allá, y Dios le juzgará, y será maldito.

Así que Jesús dice que pensemos a largo plazo cuando se trata de las riquezas. La riqueza es uno de los valores contraculturales más importantes del reino. De hecho, si resuelve el asunto del dinero, podrá resolver casi todo lo demás, porque Jesús dijo, que su corazón está donde está su tesoro. Ponga su dinero hacia Dios, y su vida se moverá hacia Dios.

2. La comodidad

Segundo: Jesús también habla de la comodidad. Dice que serán bendecidos los que tienen hambre en el reino, porque comerán bien, y malditos serán los glotones y los que consumen demasiado, porque en el reino padecerán hambre. Al otro lado de esta vida, no habrá riquezas y recompensas para usted. Y de lo que está hablando aquí es la idolatría del estómago. Pablo dice en el Nuevo Testamento que el dios de algunos es su estómago; que cuando se ponen tristes, la comida es su consuelo. Cuando están estresados, la comida se vuelve su recompensa. Cuando hacen un buen trabajo, la comida se convierte en su celebración.

Ahora bien, hay un tiempo para hacer banquetes en donde celebramos a Dios y su bondad, y nos reunimos para disfrutar a Dios juntos como un acto de adoración. Pero de lo que estamos hablando aquí, como dijo Jesús hace poco, es que adoramos con nuestro dinero, o adoramos con nuestro dinero, o adoramos con nuestra comida, o adoramos con nuestra comida. En nuestra cultura, esto cubre desde la anorexia y la bulimia, hasta la glotonería. Es sorprendente que ambos giran en torno a la adoración del estómago, y lo que Jesús dice es que si usted es una persona cuya identidad está basada en la comida, y cuya vida consiste en solo pensar en lo que va a comer, en vez centrarse en Dios; si su vida entera la gasta en solo en glotonería, banquetes, y el consumo, y podríamos extender esto hoy a las drogas, el alcohol, las adicciones, las comodidades, los placeres de toda clase. Jesús dice, ¡ay de ustedes! porque no acuden a Dios para consolarlos, no acuden a Dios para obtener su galardón. No acuden a Dios para hallar su identidad, su seguridad, y su importancia; están acudiendo a cosas que están al margen. Les dice, ¡ay de ustedes! Al centro de su existencia hay algo o alguien que no es Jesús, pero dice que bienaventurados son los que tienen hambre, bienaventurados porque en el reino comerán bien.

Y nosotros ni siquiera sabemos lo esto significa, porque somos americanos. No sabemos lo que significa la palabra hambre. Si el fin del mundo llegara, la mayoría de nosotros estaríamos bien por algunos días, si viviéramos de lo que hay en la despensa y el refrigerador, solo de la despensa y el refrigerador. Algunos de ustedes que han viajado conmigo, trajeron mucha comida por si acaso. Está bien. Y lo que vemos es que cuando las multitudes vienen a Jesús, no tienen comida. ¿Será porque se les olvidó? No, es que no tienen qué traer. Entonces Jesús tiene que hacer milagros para alimentarlos porque si no, no comen. La mayoría de nosotros ni siquiera conocemos el hambre. No permita que sus hijos digan cosas como, “me muero de hambre”, porque hay personas que sí se están muriendo de hambre, y le dirán que es diferente.

Y en Isaías el profeta revela que en el reino habrá las carnes más selectas, y los vinos más finos. Apocalipsis 19 nos muestra que el reino está regido por el Rey Jesús, y que habrá una gran cena del Cordero, y las naciones se sentarán a la mesa con Jesús y comerán. Así que banquetear no es malo, pero adorar a la comida es diferente a adorara con su comida, darle gracias a Dios por su comida. Y dice ¡ay de aquellos cuyo Dios es su estómago, y de los que comen bien ahora, y no dan de comer a los demás, de los que no son generosos, y no cuidan a los pobres, y no comparten con los que tienen necesidad, porque este mundo es lo más parecido al Cielo que ustedes verán! Y bienaventurados los que tienen hambre, bienaventurados son los que les ruge la panza mientras enseño, Jesús estaba diciendo eso, porque en el reino, habrá bastante que comer para ustedes todo el tiempo.

3. El poder

En tercer lugar, también habla del poder. Dice, bienaventurados los que son vituperados, oprimidos, y sufren; los que son objeto de burla, de mofa y los que son maltratados, calumniados y abusados. Algunos de ustedes saben exactamente lo que eso significa. En nuestros tiempos, diríamos que estas son las víctimas, los que han sido violados, abusados sexualmente, o de otras maneras, cuyas familias los han desheredado por causa de Cristo. Los que tienen colegas de trabajo que se burlan de ellos porque están esperando hasta casarse para disfrutar de los beneficios del matrimonio. Las mujeres que han dejado sus carreras para ser madres, para que puedan amar a sus hijos y formar su hogar, y la gente las trata con desdén, se burlan de ellas, y las acosan con preguntas. Los que tienen muchos hijos, como mi familia, y caminan por la mayoría de las ciudades de este mundo, la gente los mira, cuentan cuántos son, cuchichean, hacen muecas de desprecio, y yo pienso ¡ay de ustedes!

Y lo que está diciendo aquí es que si usted es alguien que no tiene poder, y que está sin prestigio, si es una persona que carece de prominencia, es como estas personas que son penosamente insignificantes. Eran personas que a nadie le importaba lo que les pasaba. Los césares no los visitaban, no los tomaban en cuenta, no los alimentaban, no les servían, por lo general no se preocupaban por ellos. Jesús dice, “¿saben qué? Dios sí se preocupa por ellos. Dios les ama como hijos, Dios se preocupa por ustedes, y aunque están bajo maldición ahora, serán bendecidos después. Irán a ver a su Padre en Su reino. Serán su hijos amados, y ciudadanos de ese reino”. Y les dice, ¡ay de los que se burlan de los demás, que se mofan de los demás, que desprecian a los demás, que persiguen a los demás, que oprimen a los demás, y los que calumnian a los demás, que abusan de los demás”. Dice, ¡ay de ustedes! Porque estarán delante de su Padre, y tendrán que rendir cuentas a un Juez furioso quien los juzgará justamente y correctamente por todo lo que hicieron. ¿Pueden imaginarse cómo era el grado de comodidad de los que estaban ahí presentes, que tenían hambre en sus vientres, que volverían a sus casas a una existencia sencilla, y los que morirían a una temprana edad? Vivían una vida sencilla generación tras generación, y pobreza, sin esperanza. “Me está diciendo que hay un Rey que no es César, que hay un reino más allá de Roma, y que hay amor para alguien como yo; que hay aceptación, gracia, y bondad, y provisión, para la gente como yo? Jesús dice, “Sí, ese es el reino, y he venido como ese Rey humilde”.

4. La fama

Cuarto: Habla de la fama, y es sorprendente que todavía siguen siendo los ídolos de nuestra vida: las riquezas, la comodidad, el poder, y la fama. Y la fama es idolatría, es vivir por hacernos un nombre, por nuestra reputación Por eso es que la mayoría de los programas de televisión muestran American Idol, porque todos quieren ser un ídolo. Hace poco hice un rodaje de medio día con ABC Nightline. Están haciendo una serie de diez episodios sobre los Diez Mandamientos, y Dios me bendijo para que hiciera el segmento sobre la idolatría, de modo que estará en ese episodio. Y trataba de explicarle al reportero la idolatría, y le dije, “Es tener algo o alguien al centro de su existencia, la totalidad de su identidad, la esencia de quién es usted; lo que impulsa y motiva su vida, lo que es más importante para usted, de tal forma que si se lo quitaran le causaría el peor pesar, la más grande tragedia, y la mayor tristeza”. Y como que cayó en cuenta y dijo, “Entonces está diciendo que todos somos idólatras”. “Sí, eso es exactamente lo que estoy diciendo”, le dije, “porque vivimos para nuestra propia fama. Vivimos para nuestra propia comodidad. Vivimos para nuestro propio placer, y la ética del reino es que amemos a Dios y a nuestro prójimo. Es proyectarnos hacia afuera, no hacia adentro”.

Esta es la diferencia más grande entre el cristianismo y las otras religiones. Todas las demás religiones tienen que ver con entrar dentro de nosotros, la meditación, el yoga, y el yo. Tienen que ver con el ‘yo’, descubrirme a mí mismo, encontrarme, servirme a mí mismo, glorificarme a mí mismo, honrarme. Jesús dice, “No, no se trata de eso, sino de su Padre. Se trata del reino. Se trata de los otros hijos en la familia de Dios”. Que Dios ya le ha amado, y que su fama no está en su desempeño, o en su preeminencia, o en su prestigio, o en su prosperidad, sino en el hecho de que su Padre le ama, y ha enviado a Su Hijo a morir por usted. Ustedes no necesitan hacerse famosos, no necesitan hacerse importantes. Por eso dice, para los que son odiados por causa de Jesús, y los que son odiados porque son ciudadanos del reino, dice, “serán bendecidos. El Padre les ama, y en Su reino serán tratados con gracia, compasivamente. Ocuparán puestos de prestigio”. Dice, “¡ay de los que viven para ser elogiados por los hombres! ¡Ay de los que se preocupan por lo que piensa la gente y por los índices de aprobación de su audiencia”.

Creo que es Proverbios 29:25 donde dice que el temor del hombre pondrá lazo, es una trampa. Si usted busca la aprobación de los demás, para que hablen bien de usted, y lo bendigan, y aprueben de usted; podrían ser sus padres, sus amigos, sus compañeros de trabajo, Si son gente piadosa que lo insta a acercarse a Jesús, podría ser algo bueno. Pero si ellos quieren que usted los complazca, para satisfacerlos, para que lo honren y vivan para ellos, para que lo adoren, para que usted pueda identificarse con la adoración de ellos. Proverbios dice que es un lazo, es una trampa. Al comienzo de Proverbios dice que el principio de la sabiduría es el temor del Señor, de modo que debemos vivir para la fama de Dios, para el nombre de Dios, para la gloria de Dios, y para la aprobación de Dios. Su vida entera se vive para una audiencia de Uno. Y dice, ¡ay de los que se preocupan por lo que los otros piensan de ellos, de lo que piensan y dicen de ellos y de los blogs que escriben sobre ellos, y de los chats y comentarios que hacen y del Twitter que hacen de ellos, y en Facebook. ¡Ay de los que alguna vez se han tecnoratizado ellos mismos, o a los que han buscado su propio nombre en Google! ¡Ay de ustedes! Porque no importa lo que digan los demás, si el Padre le da su aprobación, si le ama, entonces tiene seguridad, y su identidad está arraigada en el afecto de Dios, no en su desempeño, y no en la aprobación de los demás. Después aborda otro tema, y espero que se sientan compungidos como yo al oír esto. Estoy hablando de la fama, de estar delante de las cámaras y de la audiencia, porque ahora la hipocresía es a nivel mundial.

La ética del reino es el amor

Pero Jesús introduce su ética contracultural del reino, o sea que en el reino, las riquezas, la comodidad, el poder, y la fama se manejan en forma distinta. Ustedes dirán, “Pues, si el reino de Dios no tiene que ver con las riquezas, la comodidad, el poder y la fama, ¿entonces en qué consiste?”. Y Jesús dice que “más que todo, tiene que ver con el amor”. Lo leeré brevemente. Esta es la segunda porción, en el versículo 27, “Pero a vosotros los que oís, os digo“,Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que…”, ¿a quién? ¿cómo? “…a los que os aborrecen”. Esa es una palabra dura. “Bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Al que te hiera en la mejilla, préstale también la otra; y al que te quite la capa…”, solo tienen una, solo tienen una. “…ni aún la túnica le niegues”. A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad, pues a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando nada de ello; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo”. Ahí está hablando de Papá. “…porque Él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso”.

Lo que está diciendo es que tomen todo lo que más valoran y suéltenlo. Sus riquezas, su comodidad, su poder, su fama, simplemente suéltenlas, suéltenlas. Jesús lo hizo. ¿Tenía riquezas? No. ¿Tenía comodidad? No. ¿Ocupaba una posición de alto poder? No. ¿Tenía fama? Tenía fama, pero después toda esa fama se convirtió en veneno. Las mismas multitudes que gritaron, “Hosanna, Hosanna” gritaron, “¡crucifíquenlo, crucifíquenlo! Por lo tanto la fama también puede ser efímera. Jesús está diciendo que la ética del reino es el amor. Amar a nuestros enemigos.

¿Quiénes son nuestros enemigos? No deje que esto viva en un mundo etéreo, ideológico y filosófico. Ahora en su mente, vea la cara de su enemigo: la persona que le ha causado el mayor daño, o perjuicio, el mayor mal, la mayor injusticia; que le ha causado el mayor dolor, el mayor estrés, la mayor angustia, y el mayor conflicto. Jesús dice, ame a esa persona.

Segundo: Hagan bien a los que los aborrecen. Jesús dice que es fácil hacerle bien a los que nos hacen bien, pero a quienes nos aman… ¿Quién lo odia? ¿A quién le cae mal? ¿Quién lo desprecia? Tal vez la persona que lo ha repudiado, que lo ha menospreciado. Lo que dice es que debemos ser buenos con ellos. Ser bondadosos con ellos: actos de gracia, y misericordia, y bondad. No pague mal por mal, dicen las Escrituras en otra parte.

Tercero: dice que bendigamos a los que nos maldicen. Es muy duro cuando alguien nos maldice, hablan mal de nosotros, nos calumnian, nos atacan con sus palabras, y difaman nuestro carácter, chismosean de nosotros, se dedican a los rumores, a las verdades a medias y a las mentiras. La tendencia es echarle leña al fuego. Como dice en Proverbios: inflamarlo con el infierno. Ahí es donde Santiago dice que la lengua es un fuego grandísimo, y que debemos echarle agua al fuego, no otro leño. No más injurias, chismes, enojo o amargura. No devuelva un comentario negativo por otro comentario negativo, o un blog negativo por un blog negativo, o crítica por más crítica; bendigan, bendigan, bendigan. Y cuando estén en situaciones como estas, amigos, las experiencias más dolorosas de la vida son las más gloriosas oportunidades de vivir y experimentar la ética del reino. Así que para el cristiano, lo que puede suceder muchas veces es que al encontramos en esta clase de circunstancias, le pedimos a Dios, “¿Por qué estoy siendo perseguido, por qué soy pobre? ¿Por qué tengo hambre, por qué estoy dolido, por qué estoy sufriendo, por qué se me oponen, por qué estoy batallando?”. Y el Padre diría, “Bienaventurado eres. Es una bendición. Te estoy dando una oportunidad de apreciar un poco lo que Jesús hizo. Te estoy dando la oportunidad de ser un poquito más como Jesús, y te estoy dando la oportunidad de mostrarles a los demás un poco de quién es Jesús”. Es una oportunidad.

Cada situación depende del concepto que tengamos de Dios. Si usted cree que es un Dios de aflicción, que siempre lo está juzgando, que siempre está enojado con usted, que siempre lo está maldiciendo, que siempre le trae consecuencias, y cuando hay alguna tragedia, conflictos, dolor, pena, pobreza, y dolor por falta de ingresos está enojado con Dios, se siente frustrado, se esconde de Dios, se siente deprimido, y está desesperado. Si cree las palabras de Jesús: Bienaventurado eres…”, se regocijará en sus circunstancias, y buscará la oportunidad de poner en práctica la ética del reino, y convertirse en un mejor ciudadano del reino.

Así que esta es la idea principal: Jesús no le hará rico, no hará que sea poderoso, no le dará comodidad, no lo hará famoso, no hará que todo el mundo lo trate amablemente, no hará que desaparezcan todos sus problemas, y la idolatría enseña que lo hará. Podemos valernos de Jesús para adquirir, fama, comodidad, poder y gloria. Podemos valernos de Jesús para la salud, la sanidad, el éxito, y el prestigio, y lo único que sería es ofrecer a Jesús al mundo como el más grande dador de ídolos como un medio para alcanzar un fin. O si Jesús dice, “Suponga que su presente situación sea las bendiciones de Dios para usted”. Suponga que Dios es bueno. Suponga que Dios está haciendo lo bueno. Y algunos de ustedes dirán, “Pero es que fui abusado”. Esa no es su identidad. Su identidad está en Cristo. El Padre le ama. Usted es un ciudadano del cielo, y si eso le entra, hasta puede bendecir a los que abusan de usted. Y si no, se llenará de amargura, enojo, hostilidad, egoísmo, hipocresía, juzgando a los demás, justificándose a sí mismo, ¡ay de usted, ay de usted! Jesús está tratando de salvarnos del pecado de Satanás, de la muerte, y de nosotros mismos. Porque cuando somos atacados por el sistema mundial y su ideología, la primera tendencia es responder como responde el mundo, en vez de hacerlo a la manera del reino.

Luego dice, “Orad por los que os calumnian”. Deberían tener una lista: Quiénes los han maltratado, quiénes los están maltratando, en el futuro, quiénes los maltratarán, lleven una lista. ¿Significa que no debemos llamar a la policía si alguien infringió la ley, o que no debemos llamar a la iglesia si alguien necesita ser disciplinado, o que no los confrontemos si está viviendo en pecado? Para nada, pero ore por ellos, por dos razones: su corazón y el corazón de ellos. Su corazón: para que al acercarse a ellos lo haga correctamente y sin motivos de venganza, sin querer tomar represalias por su cuenta; así que ore primero por el corazón de la otra persona, para que se arrepientan, y por sus sentidos, para que vengan a Jesús, su Rey, para que se pongan de hinojos, y se unan a su reino, y que también se vuelvan hermanos y hermanas en el reino.

Luego dice, “No tomen represalias”, número cinco, No devuelvan mal por mal, injurias por injurias, maldición por maldición, rencor por rencor. Algunos de ustedes guardan rencor. En Corintios dice que no debemos guardar rencor, y el rencor es esto, “Usted me hizo tal cosa, por lo tanto tengo derecho a hacerle tal otra”. Y algunos de ustedes hasta hacen esto en sus matrimonios: Dicen, “Pues tú me hiciste esto, por lo tanto te hice lo otro”. El reino no es así. ¡Ay de ustedes si esa es su ética! No tomen represalias.

Número seis: Den libremente. Aquí es donde vemos si la ética se ha arraigado en sus corazones. La gente vota con sus riquezas. Uno da al Dios que tiene. Si su dios es la comida, esa es su prioridad más importante. La Biblia dice que esas son las primicias. Si su dios es la fama, la gloria, el poder, la identidad, el prestigio, y está preocupado por qué clase de carro está manejando, en qué clase de casa vive, y de qué marca es su ropa interior, si eso es lo más importante para usted en el mundo, si es capaz de dar generosamente, eso demuestra que no piensa como una persona rica. Cuando Jesús reprende a los ricos, está reprendiendo a aquellos cuyos corazones e identidad están cifradas en sus riquezas. No son generosos, no son buenos mayordomos. No están llenos de gracia. Aquellos que tienen la mano abierta, consideran que son mayordomos, que todo le pertenece a Dios, que debemos dar generosamente, compartir libremente, y ser mayordomos sabios. Jesús dice que hay una gran bendición para esas personas. Como Jesús dice en otra parte, están atesorando para sí tesoros en el Cielo. No están acaparando y aferrándose a las cosas, están dando y compartiendo.

Y dice, por último, y esta es la idea principal. Esta es la idea principal de la ética contracultural del reino de Jesús: traten a las otras personas como usted quiere que lo traten. Es muy sencillo. Trata a los demás como usted quisiera que lo trataran, porque tendemos a ser una nación, un pueblo, un mundo, que está adicto a sus derechos, y somos completamente indiferentes a nuestros compromisos. No le debemos nada a nadie, y todo el mundo nos debe algo; y Jesús dice que tratemos a otros como queremos que ellos nos traten. De la manera que quisiéramos que los demás estén comprometidos con nosotros, empezamos al comprometernos con ellos por medio de la generosidad, la bondad, la misericordia, y la compasión. El mundo no sabe nada acerca de estos valores. Los reinos de este mundo no saben nada acerca de estos valores. Los que oyeron esto en los tiempos de Jesús, ni siquiera habían considerado que podría haber un Rey como Jesús y un reino como este. Así que viajaron muchas millas, caminaron durante días en el calor. Están sudando copiosamente. Están sacrificando el salario de un día entero y su trabajo como carpinteros pescadores, pastores de rebaños, y agricultores, y no es porque les vayan a pagar algo, sino por la esperanza del reino, y para conocer al Rey. Era todo para ellos.

El reino de Dios consiste en estar en una relación con Jesús

Ahora cerraré con algunas cosas. El reino de Dios no consiste en conseguir cosas. Eso es lo que Jesús está diciendo. No consiste en conseguir riquezas No consiste en conseguir poder. No consiste en conseguir comodidad. No consiste en conseguir fama. Y el reino de Dios no consiste en lo que nosotros hacemos. Es decir, no es lo que nosotros hacemos para que Dios se complazca con nosotros. En última instancia, el reino de Dios consiste en ser o estar. Consiste en estar en una relación con Dios. Consiste en estar en una relación con Dios.

Hay dos maneras en que algunos le enseñarán a vivir la ética contracultural del reino de Jesús: La primera es una tontería, pura basura religiosa. Al viajar por estas tierras, cuando veo a los musulmanes y a los judíos, o a cualquier cristiano religioso idolatrando los lugares, e idolatrando a la gente, e identificándose por su desempeño, su poder, su prestigio, y su prosperidad, pienso: ¡Esta no es ninguna Tierra Santa! ¡Esta tierra es muy impía! ¡De las naciones del mundo, esta es una de las tierras más impías que hay! ¡Aquí la idolatría es empinada y profunda! Es como en los tiempos en que Jesús fue al templo y se enfureció por completo. Hay un enojo justo en el corazón de Dios por los que hacen peregrinaciones a este lugar, y cortan fila para comer, roban, estafan, bajan pornografía en sus hoteles, coquetean con otros, observan ritos religiosos ridículos, y después se atreven a hablar de una Tierra Santa. Pues no se trata de la Tierra Santa, sino del Rey Santo, y del reino santo, y de la gente arrepentida, que por Su gracia están conectadas con Él y están siendo conformadas a Él. El reino no tiene que ver con ir a alguna parte, sino en pertenecer a Alguien.

Así que para nosotros nunca se trata de un lugar, sino de una Persona. El centro de nuestra fe es Jesús. No importa en qué monte se pararon, lo que importa es con quién estuvieron en ese monte. Con Jesús. Amigos, eso es lo único que importa. Ese lugar no es sino un palmo de tierra, y aquel Hombre no es nada menos que Dios. Y esa es la idea principal para la ética del reino. Se trata de Jesús. Siempre se trata de Jesús. Se trata completa, total, exclusiva, continua, inalterable, e interminablemente de Jesús, y Él es el Rey, y es su reino. Y no se trata de comportarnos religiosamente para obtener riquezas, para que nos bendiga, para que nos dé comodidad, para que nuestra vida sea más fácil, para que consigamos poder, y podamos controlar nuestros propios destinos, para que tengamos fama, y para que la gente hable bien de nosotros. No. Se trata de Él. Se trata de Su Nombre. De Su fama. De Su reputación. De Su reino. De Su ética.

Y los que leen este pasaje, como lo hizo Mahatma Gandhi, y dicen, “No creo que Jesús sea Dios; no creo que sea el Salvador; no creo que sea capaz de regenerar el corazón. No creo que nos llene con el Espíritu Santo. No creo que nos da un nuevo reino y nos capacita por medio de nuestra conexión con el Padre para tener vida nueva. Solo creo que estas no son nada más que obviedades morales arcaicas que usamos para llevar una buena vida”. ¡Ay de ustedes si creen que Jesús es solo un maestro! ¡Ay de ustedes si creen que es tan solo otro rabino charlatán, u otro filósofo! ¡Ay de ustedes! No se trata solamente ni principalmente de las enseñanzas de Jesús, sino primeramente de Su Persona y Su obra. Es Dios que vino a nosotros; el Rey vino revestido de humildad a un pequeño pueblo. Vino a la nada para encontrarse con los que no eran nada, para amar y servir, sabiendo que iría a la cruz donde moriría por todos estos pecados, incluyendo los suyos y los míos; que resucitaría e iría ¿a dónde? Al reino a prepararnos un lugar, para que no tengamos que ser malditos sino bendecidos.

Este reino empieza en la iglesia. Hay un aspecto de porvenir en torno al reino. Les daré una digresión escatológica y después oraremos. Algunos mirarán a su alrededor, y he hablado con algunos judíos que se han vuelto mis amigos, y a quienes amo, y valoro, y disfruto, y han gentiles y corteses. Y mi intención no es menospreciar, sino instruir. Y ellos dirían, “Pues, nosotros no creemos que Jesús es el Mesías porque no vemos el reino”. En el Antiguo Testamento, el gran Rey David, era el prototipo y el precursor de la venida de Jesús, el Rey de reyes. David fue nombrado rey, y no reinó por algún tiempo. Lo mismo pasa con el Rey Jesús. Ha sido ungido y nombrado Rey, pero aún no ha regresado a establecer su reino sobre la tierra. Así que mientras tanto, el reino está pero todavía no, usando el lenguaje de Pablo.

Para los que tienen fe, ojos para ver, y la presencia del Espíritu Santo que da poder, ustedes pueden ver el reino. Ven que la gente se arrepiente de pecado, ven gente egoísta que se vuelven generosas, gente avara que se vuelve generosa. Ven gente llena de vergüenza que son completamente transformados por el amor y la gracia de Jesús. Ven personas amargadas que empiezan a perdonar. Alcanzad a ver a los ciudadanos del reino y miembros de la iglesia, que es un puesto de avanzada en la comunidad del reino, y el comienzo, el amanecer, la inauguración del reino, y el gobierno del Rey Jesús, ustedes pueden ver el reino. A mí me toca ver el reino a cada rato en las vidas transformadas de las personas que conocen a Jesús. Así que para los que dirían, “Pues, es que yo no puedo ver el reino”, es porque usted no forma parte de la iglesia. El dios de este mundo ha cegado a algunos, para que no vean al Rey en Su reino. No están en contacto con la iglesia, por lo tanto no ven la obra del Rey y no ven a los ciudadanos del reino, y no pueden ver el amor del Padre por todos sus hijos, y su obra transformadora en todas sus vidas.

Si desean ver el reino, no vea a las naciones del mundo y pregunte, ¿por qué existen reyes todavía? ¿Por qué sigue habiendo opresión e injusticia, tiranía, y maldad? Métase a la iglesia y conozca a quienes se han arrepentido del pecado y han conocido a Jesús, y verá los comienzos de la obra del Rey. Verá el comienzo del la revelación de la ética del reino. Yo siempre veo el reino. A algunos de ustedes los conozco muy bien; a algunos de ustedes los he visto hacerse cristianos. He visto la transformación de algunos de ustedes. Los he visto casarse. Los he visto divorciarse sin pelear por el dinero de su cónyuge adúltero, sin pelear ni siquiera. Sin contratar un abogado, sin exigir sus derechos, sin maldecir, sino intercediendo en oración que vengan a Cristo. Siempre veo el reino. Y para los que pueden ver el reino como nosotros, ¡bienaventurados somos!

Dios Padre, te doy gracias por las Escrituras y por el Señor Jesucristo. Jesús, te doy gracias porque tú eres Rey. Te pareces a un humilde galileo, plebeyo, a un carpintero de un pueblo pequeño y fuiste todo eso, además de ser Dios en la carne, y Rey de reyes. Señor Jesús, al venir humildemente, sabemos que tu reino empieza con humildad, y cuando resucitaste triunfante y victorioso, sabemos que tu reino saldrá triunfante y victorioso. Dios, por quienes estamos aquí y estamos compungidos por el Espíritu Santo por el pecado en nuestra vida, porque hicimos las cosas conforme a la ética de este mundo, en vez de la ética del reino, que nos arrepintamos por el poder del Espíritu Santo, que seamos cambiados, que no vengamos aquí a ver un lugar santo, sino que vengamos a este lugar a ser personas santas. que sepamos que no venimos aquí para acercarnos más a ti sobre esta tierra, sino que nos acercamos a ti por medio del Señor Jesucristo, quien es nuestro Intercesor, nuestro Sumo Sacerdote, nuestro Abogado, y nuestro Rey. Jesús, te damos gracias que viniste humildemente, que moriste en la cruz y resucitaste con gracia, que te despojaste de tu riqueza, de tu comodidad, de tu poder, y de tu fama, para amar simplemente, para que pudieras amar. Y Dios, sabemos que Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Jesús, gracias por morir por todos nuestros pecados, y gracias por adoptarnos en la familia por el Padre, como hijos e hijas, hermanos y hermanas, ciudadanos del reino. Que vivamos esta nueva ética, no por nuestras propias obras, sino por el poder del Espíritu Santo, no por medio de la religión, sino a través de la regeneración, no para que nos ames, sino porque ya nos has amado. En el nombre de Jesús. Amén.

[Fin del Audio]

Nota: Esta transcripción ha sido editada.