La parábola del mayordomo infiel (Lucas 16:1–13)

Lucas 16:1–13 (LBLA)

1 Decía también Jesús a los discípulos: Había cierto hombre rico que tenía un mayordomo; y éste fue acusado ante él de derrochar sus bienes.
2 Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque no puedes ser más mayordomo.”
3 Y el mayordomo se dijo a sí mismo: “¿Qué haré? Pues mi señor me quita la administración. No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza mendigar.
4 “Ya sé lo que haré, para que cuando se me destituya de la administración me reciban en sus casas.”
5 Y llamando a cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero: “¿Cuánto le debes a mi señor?”
6 Y él dijo: “Cien barriles de aceite.” Y le dijo: “Toma tu factura, siéntate pronto y escribe cincuenta.”
7 Después dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?” Y él respondió: “Cien medidas de trigo.” El le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta.”
8 El señor elogió al mayordomo injusto porque había procedido con sagacidad, pues los hijos de este siglo son más sagaces en las relaciones con sus semejantes que los hijos de luz.
9 Y yo os digo: Haceos amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando falten, os reciban en las moradas eternas.
10 El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho.
11 Por tanto, si no habéis sido fieles en el uso de las riquezas injustas, ¿quién os confiará las riquezas verdaderas?
12 Y si no habéis sido fieles en el uso de lo ajeno, ¿quién os dará lo que es vuestro?
13 Ningún siervo puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

El mayordomo injusto

¿Alguna vez lo han despedido del trabajo? No alce la mano. ¿Alguna vez lo han despedido del trabajo? ¿Alguna vez ha tenido esa sensación desagradable en el estómago porque sabía que le iban a decir «Recoja todas sus cosas y lárguese»? Puede que lo hayan echado justamente. Llegaron y dijeron: «Está despedido». Y Ud. pensó, «Sí, medio me lo esperaba». ¿Presentará una demanda? «Eh, no. Casi nunca venía al trabajo. Bajé muchas cosas del Internet y me gustó el tiempo libre que me dieron. Jugué Solitario varias veces cuando debía estar trabajando». Lo despidieron y se lo merecía, y sabía que iban a hacerlo. De pronto le da pánico. «¿Y ahora qué hago? Porque mi próximo jefe seguro llamará a mi antiguo jefe para pedir referencias. ¿Qué he hecho? ¿Con qué le daré de comer a mi familia? ¿Cómo voy a pagar mis cuentas? ¿Qué haré?».

Si han sentido eso, si han vivido eso, la parábola de hoy es muy parecida. Jesús cuenta una parábola, o sea una pequeña historia que encierra una gran verdad, de un tipo que despiden del trabajo porque se lo merecía y él lo sabía. Ahora, permítanme decirles de antemano que esta es quizás la parábola más difícil y complicada que Jesús cuenta en toda la Biblia. Si no están de acuerdo con mi interpretación, no se preocupen, puede que la semana entrante yo tampoco esté de acuerdo con ella.

Permítanme bajar sus expectativas porque tendrán mucho de qué pensar y hablar con sus familiares, amigos, y grupos comunitarios, porque un tipo le roba a otro y Jesús dice: «Ese tipo estaba descubriendo algo bueno», hablando del tipo que le robó al otro. Si han leído los pasajes anteriores en este libro, dice cosas como: No roben. Por eso nos confundimos cuando Jesús elogia al tipo que robó, diciendo que lo que hizo era asombroso. Al leerlo, parece que fue lo que dijo Jesús. Pueden discutirlo en sus grupos comunitarios, pero ahora que he bajado sus expectativas, empecemos a leer en Lucas 16:1–8.

«Decía también Jesús a los discípulos: Había cierto hombre rico que tenía un mayordomo; y éste fue acusado ante él de derrochar sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque no puedes ser más mayordomo”. Y el mayordomo se dijo a sí mismo: “¿Qué haré? Pues mi señor me quita la administración…?”». Mejor dicho: «Soy un rockero indie que se gana la vida escribiendo a máquina. No soy lo suficientemente fuerte para cavar». Así dice en griego. «Me da vergüenza mendigar. Ya sé lo que haré, para que cuando se me destituya de la administración me reciban en sus casas. Y llamando a cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero: “¿Cuánto le debes a mi señor?”. Y él dijo: “Cien barriles de aceite”. Y le dijo: “Toma tu factura, siéntate pronto y escribe cincuenta”. Después dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. Y él respondió: “Cien medidas de trigo”. Él le dijo: “Toma tu factura, y escribe ochenta”». Descuentos del 50% y del 20%. «El señor elogió al mayordomo injusto porque había procedido con sagacidad».

O sea, la historia dice así: Hay un hombre muy rico. Puede que sea dueño de una empresa, un negocio, o algo parecido. Tiene un administrador que maneja su dinero. Sería como su contador, su censor jurado de cuentas, el que lleva los libros. Sería como la persona que supervisa la cartera de jubilación, la cartera inmobiliaria, y las cuentas de inversión. Es el que paga las cuentas, el que lleva los libros. Es el encargado de administrar su jubilación, su pensión, el fondo para mandar a los niños a la universidad, y se asegura de que su dinero le rinda al máximo. y que sus inversiones tengan un buen rédito. También puede que sea un socio de la empresa que administra los ingresos, los gastos, y se asegura de que la gente tome decisiones prudentes. De repente, el hombre rico oye decir que su administrador no está haciendo un buen trabajo. No tenemos ningún indicio de que le haya robado o que sea un ladrón. Solo que no hace bien su trabajo. No le ahorra dinero a su jefe. No invierte bien el dinero de su jefe.

Y el jefe decide pedirle cuentas. «Necesito hacer una auditoría». Manda a llamar un auditor externo. Toda compañía debería hacer esto. Deberíamos auditar individualmente nuestros presupuestos. Cada año en Mars Hill hacemos una gran auditoría. Le pagamos a una compañía externa para que revise minuciosamente los libros, las políticas, los procedimientos, y el dinero, para darnos una contabilidad objetiva. Si desean una copia de nuestro reporte anual, pueden conseguirla después en marshill.com. El rico pide esa clase de contabilidad. Dice, «Quiero saber por qué está pasando esto, y quiero saber exactamente lo que está pasando con mis recursos».

El administrador reconoce que está en problemas. No ha hecho un buen trabajo. Y se le ocurre algo, «Cuando me despidan, tendré que buscar otro trabajo. Llamarán a mi jefe y no me dará una buena referencia. Además, no soy un tipo fuerte. No puedo hacer trabajos pesados, como ser leñador. Apenas puedo llevar una mochila al hombro. Soy demasiado orgulloso para pedir limosna, ¿qué haré?».

Por primera vez se le ocurre una idea ingeniosa. Es malvada, pero ingeniosa. La idea malvada pero ingeniosa que tiene es esta: «Como todavía estoy autorizado por mi jefe y aún lo represento legalmente en las transacciones del negocio, muchos le deben dinero; los llamaré por teléfono y les descontaré lo que deben para cancelar sus deudas. Al cancelar lo que le deben, perderá dinero, pero alguien me dará trabajo y se encargará de cuidarme».

Entonces empieza a llamar. Sería como si uno se endeudara mucho. Quizás deba más por la casa de lo que vale y su deuda estudiantil es muy alta y no puede sacar un préstamo o tarjeta de crédito. El prestamista lo llama y le dice, «Al revisar su cuenta, decidimos que hoy es su día de suerte. Vamos a darle un descuento». ¿En serio? «¿Qué tal si le descontamos 50 centavos de cada dólar? Cancelaremos la mitad de su deuda; mándenos el cheque hoy mismo». Sería un milagro más grande que caminar sobre el agua. Uno diría, «Sería maravilloso. ¿Con quién estoy hablando?». «Oh, habla con Tim. Y de paso quisiera pedirle trabajo».

Aquí Tim es muy astuto con esta idea. No sabemos exactamente cuánto dinero está manejando porque la Biblia aquí habla de materia prima, no de dólares necesariamente. Un comentarista dice que equivalía a cancelar la deuda del salario promedio de un empleado. Para compararlo a nuestros días podría ser como cancelar $50.000 dólares de deuda, al menos en una de estas transacciones. Es una cantidad enorme de para cancelar una deuda, ¿no les parece? Imagínese que tiene $100.000 cargados en la tarjeta de crédito, y la compañía le descuenta $50.000.

La Biblia dice que su jefe, el hombre rico, se impresionó con lo astuto que era este hombre. Pensó, «Nunca me dio la impresión de que fuera muy ambicioso o creativo, solo el lado malo; pero esta fue una buena idea que tuvo».

Buenos y malos mayordomos

El punto aquí es este: Hay buenos y malos administradores. Todos somos administradores. La pregunta es si somos buenos o malos administradores. Esta traducción de la Biblia usa el término «mayordomo». Algunas traducciones usan la palabra mayordomo. La palabra mayordomo es muy significativa, es una palabra muy importante para el cristiano. La Biblia dice en otra parte que debemos ser mayordomos de la gracia de Dios. Un mayordomo es alguien que administra y reparte sabiamente algo que le pertenece a otro.

En la historia, todo le pertenece al rico, y el que maneja su dinero, o sea el mayordomo, se encarga de invertir, gastar, guardar, diezmar parte del dinero del rico. Asimismo, a fin de cuentas todo le pertenece a Dios. Él lo hizo todo, es el dueño, le pertenece. Todo le pertenece. Nos hace a cada uno mayordomos, nos encarga que invirtamos en cosas necesarias, que ahorremos para los tiempos difíciles, que demos a la obra y a los propósitos de Dios y del evangelio, que ayudemos a los pobres y necesitados generosamente y con gracia, que invirtamos en nuestro futuro.

La pregunta es: ¿Hemos sido buenos o malos mayordomos? Esa es la pregunta. ¿Ya tienen una cuenta de retiro? ¿Tienen seguro de vida? ¿Tienen seguro para la discapacidad? ¿Han ahorrado dinero para los estudios de sus hijos? ¿Han planificado para el peor de los casos? ¿Entienden cómo ganar dinero, cómo gastar dinero, cómo ahorrar dinero, cómo invertirlo y manejarlo? ¿Saben hacer tratos de negocio? ¿Saben leer la letra pequeña de un contrato? ¿Saben comprar las cosas al precio más bajo? Todo esto pertenece exclusivamente a la categoría de ser un buen mayordomo. Los mayordomos. Algunos son buenos y otros malos.

Lo que Jesús hace aquí es darnos una lección positiva de un ejemplo negativo . El punto que hace es este: Hasta la gente pecadora nos puede enseñar algo. Esa es la idea principal. Algunos de Uds. habrán pensado, «Pensé que Jesús usaría un ejemplo positivo para darnos una lección positiva», pero a veces un ejemplo negativo puede darnos una lección positiva.

Por ejemplo, si desea un buen matrimonio, no aprenda solamente de los que tienen buenos matrimonios. Algunos tienen malos matrimonios. Ellos también tienen cosas que enseñarnos. Si quiere que alguien que camina con Dios le enseñe, está bien. Pero también conozca algunos que han destrozado sus vidas y su caminar con Dios, porque ellos también pueden enseñarle algo. Tienen que aprender de los que han tenido éxito en los negocios y en las finanzas, y también de los que han cometido trágicos errores. Porque si somos humildes, todos tendrán algo que enseñarnos, ya sea positivo o negativo. Aunque sea una lección negativa, no por eso deja de ser importante.

Aquí, el mayordomo negligente aún puede tomar ciertas decisiones creativas, y la Biblia dice que su jefe se impresionó con su sagacidad y su ingenio, aunque él estaba en pecado. Si este hombre hubiera demostrado esa clase de sagacidad e ingenio como empleado, lo hubieran despedido antes. O sea que demostró demasiado tarde esta clase de ambición.

Una perspectiva de rey, de sacerdote y de profeta sobre el dinero

La historia continúa. Jesús lo explica más claramente. En Lucas 16, en la segunda mitad de los versículos 8 y 9, dice: «Pues los hijos de este siglo… »; o sea, los no cristianos, «…son más sagaces en las relaciones con sus semejantes que los hijos de luz». Esos son los cristianos. «Y yo os digo: Haceos amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando falten, os reciban en las moradas eternas».

Aquí en Mars Hill nos gusta decir que Jesús es un Profeta, un Sacerdote, y un Rey. La Biblia nos lo revela desempeñando tres cargos. Como Rey, construye, organiza y administra un reino, como un buen y sabio mayordomo. Como sacerdote, ama, infunde ánimo, intercede, perdona y se hace amigo de las personas. Como profeta, predica, enseña, proclama la verdad con gran denuedo y pasión. Por lo que enseña la Biblia y la ortodoxia protestante histórica, creemos que Jesús es Rey, Sacerdote, y Profeta, y que como cristianos nosotros también debemos madurar como reyes, sacerdotes, y profetas. Como líderes, nos incumbe tener equipos que representan reyes, sacerdotes y profetas. Aquí Jesús nos dará una perspectiva de rey, de sacerdote y de profeta sobre el dinero.

Seamos mayordomos astutos

Su perspectiva de rey sobre el dinero, es esta: Como cristianos tenemos que ser astutos en los negocios. Algunos de Uds. se asombrarán al oír esto. Jesús nos dice que seamos sagaces. Hay riquezas, posesiones, influencia, oportunidades, y dice que tristemente a veces son los cristianos quienes son ingenuos, que no saben ganar dinero, como ahorrarlo, como invertirlo, como gastarlo, como negociar un trato, como leer la letra pequeña. Como resultado nunca salimos adelante en lo que atañe a las finanzas y las riquezas. Lo que dice es que debemos ser astutos. No pecaminosos, sino sagaces. Una de las responsabilidades de los mayordomos es ser sagaces. Ser astutos.

Les pregunto otra vez: ¿Son astutos? ¿Saben ganar el dinero? ¿Saben ahorrar el dinero? ¿Saben gastar el dinero? ¿Saben invertir el dinero? ¿Están pensando de forma generacional, como en los Proverbios, que dice que debemos dejar una herencia para nuestros nietos?

Algunos de Uds. dirán, «Pastor Mark, no sé si lo sabía, pero estamos en una recisión económica». Pues es el tiempo perfecto para aprender estas lecciones. Cuando los tiempos se ponen difíciles, nos motivamos más a ser mayordomos astutos. Cuando las cosas van bien, parece que tenemos ese sentido de urgencia.

Acaba de pasar la temporada donde la gente le pone rines a los rines, ¿no es así? Porque no saben que hacer con todo el dinero que tienen. Ahora muchos de Uds. están endeudados, el capital de sus casas ha disminuido, deben más de lo que vale, el desempleo está por las nubes, la falta de empleo ha subido mucho, son tiempos difíciles, la vida es dura, la gente está desanimada. Pero es un tiempo excelente para aprender a ser astutos.

Como José en Génesis. En los años de abundancia, ahorró para los años de escasez. Acabamos de tener años de abundancia, pero nadie ahorró para los años de escasez. Ahora que estamos en los años de escasez, necesitamos ser mayordomos astutos. Porque si conseguimos más dinero, pero no conseguimos más sabiduría, repetiremos el mismo problema. Dios nos ama. Dios es bueno. Y si las cosas mejoran un día de estos, el solo hecho de tener más dinero no nos ayudará. Necesitamos más sabiduría para ser mayordomos astutos.

Con toda franqueza, cuando apenas me volví cristiano, fue algo muy difícil para mí y todavía estoy aprendiendo. Cuando era joven no teníamos dinero. Mi familia era pobre. No sabía negociar. Iba a comprar un carro y ni siquiera regateaba para que le bajaran el precio porque me molestaba hacer eso. No me gustaba negociar. «¿Cuánto quiere por ese carro? Está bien». Seguro se burlaban de mí. Lo que está diciendo es, «Miren, Uds. son cristianos. Si los no cristianos son capaces de negociar el precio de venta, no duden en negociar el precio de venta también». Así funciona el negocio.

Al comienzo de Mars Hill no me gustaba hablar del dinero. Ni siquiera recolectábamos una ofrenda. No sabía qué decir acerca de las finanzas porque solo leía parte de lo que decía la Biblia al respecto. «Que el dinero es la raíz de toda clase de males». Y pensaba que eso quería decir que el dinero es malo. El dinero no es malo. Amar el dinero es malo. El dinero es una herramienta, no debería ser un ídolo. Depende de lo que hagamos con él. «No sean avaros». Bien. Pero tampoco dice, «Sean insensatos. No negocien. Dejen que les roben». Dice que debemos ser mayordomos astutos.

¿A cuántos de Uds. no les gustan los contratos por el hecho de ser cristianos? No les gustan los abogados, los contadores, no les gusta negociar. Unas de las peores decisiones que han tomado algunos cristianos que conozco es cuando negocian un contrato y no lo hacen legalmente, por escrito. Hay que hacerlo. Algunos dirán, «Pero somos cristianos. Nos amamos, y amamos a Dios». Pues ya veremos si dentro de un año se sienten así. ¿Cierto?

He visto muchas amistades cristianas perjudicadas porque les faltó el contrato en un negocio que hicieron. He visto iglesias enteras sumidas en la controversia. He visto a las familias dividirse por un negocio en el cual todos habían invertido y trabajado. No negociaron el trato, no hicieron las descripciones del puesto de trabajo, no revisaron el rendimiento de los empleados, no lo hicieron profesionalmente, no trajeron un abogado, no firmaron los contratos, y como resultado, alguien tuvo la impresión de que les robaron lo cual los llevó a la contención y al conflicto. No sean así. Algunos de Uds. que son sacerdotes pensarán que cualquier cosa que parezca de reyes es santa. No lo es. No lo es. Ser un mayordomo astuto es tan santo como ser un guerrero de oración. Es la misma mayordomía, pero en otro aspecto de su vida.

Hagamos amigos por medio de las riquezas

Y Jesús nos dice, como reyes: «Sean mayordomos sagaces. Sean administradores astutos». Como sacerdote, dice: «Usen su dinero para amar a las personas». Parece una locura. Pero Jesús dice: «Gasten el dinero para hacer amigos». Es exactamente lo que dice. Parece raro, ¿cierto? Y saben qué…da resultados. ¿Cuántos de Uds. han notado eso? ¿Alguna vez han conocido alguien sumamente generoso que esté solo? Claro que no. «¿Por qué estarían solos? ¿Por qué nadie está con ellos? ¿Por qué no van a tener amigos?» «Oh, es que son demasiado generosos y la gente odia eso. La gente odia esa clase de generosidad. Los ahuyenta».

Entonces Jesús dice aquí, como sacerdote, dice que hagamos amigos por medio de las riquezas. Es exactamente lo que dice. Y esto es que hacemos cuando somos generosos con la gente: Algunos de Uds. oirán: «Oh, el pastor Mark dice que debemos ganar todo el dinero posible». No estoy diciendo eso. No estoy diciendo que pequen y sean avaros, pero sí que sean astutos como mayordomos. Cuando obtengan su dinero, puede que no lo usen para aumentar su nivel de vida. O podría usarlo para aumentar su generosidad. Podrían usarlo para ser más generosos con más personas, y al hacerlo, que mostrarse más amistosos. Proverbios dice: «El que quiera tener amigos ha de mostrarse amigo». Una forma de ser amistosos es ser generosos.

Generalmente los no cristianos no quieren que les demos duro con nuestras creencias; creen que todos somos deshonestos y que lo único que nos interesa es el dinero. Y si venimos a los que no son cristianos para entablar esta clase de amistades eternas con ellos, como dice Jesús, y empezamos a ser generosos, ¿saben lo que pasa? La gente se confunde. Si Ud. es mi vecino y nota que se me varó el carro, y viniera a mi casa a preguntarme si necesitaba un carro y me ofreciera el suyo, yo diría, «Miren que interesante».

Si se topa con una madre soltera a quien no le va bien, y empieza a darle dinero para hacer el mercado y ayudarle con la renta, y ella le dice, «¿Por qué hace eso?» Dígale, «¿Sabe qué? A fin de cuentas todo lo que tengo le pertenece a Dios. Mi Dios es un Dios amoroso; es un Dios bondadoso, y yo soy un mayordomo. Si Él me da algo es para compartirlo, y quería que le ayudara y le dijera que la ama mucho y que se preocupa por Ud.». «Oh, ¿de quién está hablando?». «Se llama Jesús. Es muy generoso». La teología de la Biblia en su totalidad dice que Él nos da salvación. Nos da esta palabra «gracia». La relación que Dios tiene con nosotros está basada totalmente en la gracia. Él nos da generosamente, con liberalidad, y nos da alegremente, porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, el don más grande de todos.

Es un punto de vista distinto sobre el evangelismo, ¿no es cierto? En vez de llamar a las puertas y cuando abren decirles: «¡Se van al infierno!». No responderán de la misma manera, ¿cierto que no? No responderán de la misma manera.

Me crié en un hogar… Honraré a mi madre hoy. Ella asiste a Mars Hill y la amo. Cuando era joven éramos muy pobres, y mi mamá era muy generosa. Mi padre fue sheetrockero hasta que se quebró la espalda; él también asiste a Mars Hill. Éramos una familia pobre en un barrio pobre, pero yo era uno de los únicos niños con padre. Mi papá trabajaba muy duro para alimentar a cinco niños. Teníamos poco, pero mi madre era muy generosa.

Aún recuerdo que íbamos a Sears Surplus a comprar un abrigo cada invierno porque solo nos daban un abrigo para el invierno y mi madre buscaba las gangas porque era una buena administradora aunque éramos pobres. De alguna manera hacía rendir el dinero y compraba abrigos de sobra. Le pregunté: «¿Mamá, por qué compras abrigos de sobra?». «Porque algunos de los niños del barrio, Marky..», todavía me llama Marky—no puedes hacer eso. «Marky, cuando los niños vengan, algunos de ellos no tienen abrigos y sus madres están sin dinero y no tienen papá. Por eso compro abrigos de sobra para regalarles uno». Por eso teníamos abrigos de sobra en el amario.

Y cuando los niños venían en el invierno, mi madre organizaba la casa como un centro comunitario donde todos podían venir a pasar el tiempo y cuidarnos, y tenía abrigos y zapatos de sobra, y guantes de béisbol, y comida de más. Ella daba. Vi esa cualidad en mi madre. Era algo hermoso. Hoy en día, hombres adultos y mujeres que vivían en nuestro barrio hace 30 años, cuando vengo de visita, vienen y tocan a la puerta de mis padres para hacerle la visita a la Sra. Driscoll. Ella los amaba con su generosidad.

Porque las riquezas van a fallar

Lo que Jesús está diciendo es que como reyes, debemos ser mayordomos astutos para que como sacerdotes podamos ser generosos. Es algo muy bueno. Es algo muy hermoso. Después nos habla como profeta y nos da una motivación teológica. Nos dice, «En cuanto a las riquezas, si estas fallan», Mejor dicho cuando fallen… Todas las noches al ver el noticiero pensamos: «No puedo creerlo. Ha subido el desempleo. Los ingresos han bajado. El endeudamiento ha subido. La esperanza ha bajado. El mercado inmobiliario todavía no toca fondo», y no lo hará. Si quieren comprar casa, podrían beneficiarse si se esperan un año más; eso es lo que dicen. La gente se está enloqueciendo, dicen, «No puedo creerlo. No puedo creerlo». Jesús dice que cuando fallen las riquezas, porque van a fallar. Cuando fallen.

En esta vida a algunos les fallan las riquezas. Al final de la vida a todos nos fallan las riquezas. Lo que dicen es cierto, «A donde vas después de muerto nada puedes llevar». No se puede. Al otro lado de esta vida estaremos frente a Dios y no podremos traer nada para ganarnos la salvación. No hay nada que podamos pagar para recibir la salvación. No es algo que damos, es algo que recibimos. Es un don que Dios nos da por medio de la Persona la obra, muerte, sepultura, y resurrección del Hijo de Dios, el Señor Jesucristo. Salimos de este mundo sin nada. Eso es lo que está diciendo.

A veces somos tan imprudentes en nuestra forma de pensar que no nos damos cuenta que esta vida es una oportunidad para amar a la gente y servir a Dios, y que un día de estos le rendiremos cuentas. Lo que nos pongamos en el cielo será un regalo, y donde vivamos en el cielo será un regalo, y lo que comamos en el cielo será un regalo, y el reino de Dios es básicamente una serie de regalos no que traemos nosotros sino que Dios nos da generosamente, liberalmente, por su gracia.

Entonces dice: «Como saben que las riquezas van a fallar, úsenlas. No las adoren». ¿Cuántos de Uds. están sintiendo ese dolor? Las riquezas han fallado. Les daré un ejemplo. Le dediqué un capítulo entero al tema de la mayordomía en el libro Doctrine que escribí con mi amigo el Dr. Gerry Breshears. Les leeré una sección como un ejemplo del principio que Jesús nos da sobre las riquezas que fallan.

«En 1928, algunas de las personas más ricas del mundo se reunieron en el Hotel Edgewater Beach en Chicago. Los que asistieron fueron el presidente de la empresa más grande de servicios públicos, el especulador más grande de trigo, el presidente de la Bolsa de Valores de Nueva York, un miembro del gabinete presidencial, el especulador más grande de Wall Street de los mercados bajistas. el presidente del Banco de Pagos Internacionales, y el dueño del monopolio más grande del mundo. Casi 25 años después, esto fue lo que les pasó. Charles Schwab, el presidente de la empresa más grande de aceros, vivió con dinero prestado los últimos cinco años de su vida y murió en la quiebra. Arthur Cutten, que era el especulador más grande de trigo murió en la quiebra. Richard Whitney, el otrora presidente de la Bolsa de Valores de Nueva York, cumplió sentencia en la prisión de Sing Sing. Albert Fall, que fue miembro del gabinete presidencial fue indultado y se le permitió morir en su casa. Jesse Livermore, el especulador más grande de Wall Street de los mercados bajistas, se suicidó. León Fraser, que había servido como presidente del Banco de Pagos Internacionales se suicidó. Ivan Krueger, que había dirigido el monopolio más grande del mundo, se suicidó».

Cuando fallan las riquezas. Las riquezas son una herramienta maravillosa, pero son un dios horrible. Las riquezas son una herramienta maravillosa para servir al Dios verdadero, pero son un dios falso y horrible. Por eso dice Jesús, «Sean mayordomos astutos que aman a las personas y hacen amistades eternas con ellas por medio su generosidad, demostrando la gracia, y no pongan todas las esperanzas en sus riquezas porque las riquezas fallan en esta vida y les fallarán al final de esta vida».

No creemos que las riquezas nos fallan del todo. Por eso es que el 25% de todo lo que dijo Jesús giraba en torno al dinero. Jesús habla del dinero frecuentemente. Habla claramente del dinero. Habla continuamente del dinero. Dice que nuestro dinero, nuestro tesoro, revela lo que tenemos en el corazón. En un carro hay indicadores en el panel de mandos para la velocidad, r.p.m, temperatura, gasolina, y cosas así. Uno de los indicadores que Jesús coloca en nuestra vida para revelar nuestro corazón, porque a menudo no sabemos lo que tenemos en el corazón, por eso miramos los indicadores; uno de los indicadores principales de nuestro corazón es el de las riquezas. Nuestro tesoro está donde está nuestro corazón.

Jesús mira el panel de mandos económicos de nuestra vida, y nos pide que nos preguntemos: «¿Soy un buen mayordomo? ¿Soy un mayordomo astuto?». ¿Lo soy o no lo soy? Si no soy un mayordomo astuto, significa que mi relación con las riquezas es triste, pecaminosa, malsana. Por lo tanto tiene que ser corregida, debo arrepentirme, aprender y esforzarme.

Para los que no tienen una teología bíblica sobre el dinero y no son mayordomos sagaces, hay personas como Dave Ramsey, o cristianos con principios bíblicos. He leído sus materiales. De veras son sencillos, limpios. Les insto que los usen. El libro del pastor Jamie, titulado, Money, es una gran herramienta. Lo regalamos. Es gratuito. Les alcanza para conseguir una copia. Sencillamente toman los principios bíblicos y para ponerlos por obra con aplicaciones prácticas.

¿Son mayordomos sagaces que aman a los demás económicamente? ¿Entienden que en cualquier momento sus riquezas siempre les fallarán? Algunos de Uds. no han tomado esto en cuenta porque piensan que ganarán mucho dinero. Ciertamente algunos de Uds. ganarán mucho dinero. En Mars Hill hay muchas personas jóvenes que empiezan sus carreras, sus negocios, que llevan una vida difícil ahora. Pero cuando las cosas mejoren, les aseguro que algunas personas en Mars Hill prosperarán. Tenemos personas muy habilidosas, talentosas, competentes, y capaces aquí. Puede que ganen mucho dinero, pero si no tienen la sabiduría correspondiente, como mayordomos sagaces, cometerán los mismos errores que otros han cometido antes de ustedes.

No podemos servir a Dios y a las riquezas

Jesús continúa. Lucas 16:10–13: «El que es fiel en lo muy poco…», el contexto aquí es el dinero, «es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho. Por tanto, si no habéis sido fieles en el uso de las riquezas injustas, ¿quién os confiará las riquezas verdaderas? Y si no habéis sido fieles en el uso de lo ajeno, ¿quién os dará lo que es vuestro?». Esta es la idea principal. Se trata de la adoración. «Ningún siervo puede servir a dos señores…», aquí se re refiere a la adoración, «…porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro…». Deberían subrayar este versículo en sus biblias. «No podéis servir a Dios y a las riquezas».

No podemos servir a Dios y a las riquezas. Tenemos que escoger a Dios, el Dios verdadero o el dios falso. Sé que en nuestros billetes dice «En Dios confiamos», pero debería decir, «En este Dios confiamos». Tenemos que escoger a cual Dios vamos a adorar, y la forma de adorar es servir y dar de nosotros mismos, de nuestra vida. Jesús no lo pudo haber dicho más claro. Sirvan a Dios, no el dinero. Hay dos equipos opuestos en el cristianismo en lo que atañe a las riquezas. Está la teología de la pobreza, y la teología de la prosperidad. No pertenecemos a ninguna de ellas.

La teología de la prosperidad usa ejemplos bíblicos de personas ricas que amaban a Dios. «Después de sufrir, Job se volvió rico. Abraham al fin fue bendecido por Dios y se hizo rico. El Rey David amaba a Dios y era rico. Salomón amaba a Dios y era rico. Las personas que aman a Dios son ricas. Son ricas. Entre más amamos a Dios, más ricos quiere que seamos». Entonces la teología de la prosperidad enseña que entre más santos somos, más dinero vamos a acumular.

Esto atrae mucho a las personas desesperadas porque económicamente deben más de lo que valen sus posesiones. Este concepto ya se ha exportado al segundo y tercer mundo. Son enseñanzas falsas, y piensan equivocadamente «Si me vuelvo cristiano, seré rico como todos los americanos». Hemos exportado esta falsa enseñanza que es un error muy grave.

La teología de la prosperidad es una teología de no amar a Dios sino de usar a Dios para alcanzar al dios que de veras adoran: las riquezas. Creen que pueden manipular al Dios verdadero para conseguir el dios que aman de veras, que es el dios del dinero. «Está bien, Dios, diezmaré, pero reclamaré la promesa de que si doy un poco, tú me darás mucho». Repito, puede que Dios quiere que seamos buenos mayordomos pero no necesariamente para aumentar nuestro nivel de vida, sino para que aumentemos nuestro nivel de generosidad. Acaba de decirnos que tratemos de ser mayordomos sagaces para que podamos ser generosos, amorosamente, a fin de ayudar a más personas. La teología de la prosperidad está equivocada. Es una estafa piramidal donde la gente trata de usar a Dios para conseguir dinero. Eso significa que el objetivo principal es adorar al dinero.

De modo que a veces la reacción en contra de eso es la teología de la pobreza. La teología de la pobreza acude a la Biblia y dice, «Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero. No sean avaros, no codicien las cosas de su prójimo. Estén satisfechos. La piedad es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento». Es decir, dicen que el dinero es malo. Que no debemos aprender a ganar dinero. Que no debemos aprender a gastar el dinero. Que si conseguimos dinero, debemos deshacernos de él lo antes posible porque es sucio, y no sabemos qué hacer con él». Suena piadoso y santo, pero proviene de un antiguo error del cristianismo llamado el ascetismo, que enseñaba que entre menos tenía uno, más cerca estaba de Dios. Que si una persona tenía muchas posesiones, no estaba cerca de Dios.

Pero en realidad uno no está más cerca de Dios si posee muchas cosas. Tampoco está más cerca de Dios si no las posee. La gracia de Jesús es lo único que puede acercarnos a Dios. No se trata de lo que tenemos, sino de quién es Él. Por lo tanto ambos caen en el mismo error porque piensan que de alguna manera sus pertenencias son mediadores entre ellos y Dios. Que Dios está más cerca entre más tengan o entre menos tengan. No. Jesús es quien nos acerca a Dios. Él es Dios.

Puede que parezca muy piadosa la teología de la pobreza: «No gano dinero. No hago negocios. No firmo contratos. No me gustan los censores jurados de cuentas. No sé en qué consiste una sociedad de responsabilidad limitada. No sé en qué consiste un fideicomiso para uso caritativo de bienes remanentes. No calculo los impuestos y no ahorro dinero, porque soy santo».

Pero Jesús nos dice que la santidad es la mayordomía sagaz, no la teología de la pobreza, ni la teología de la prosperidad: la mayordomía sagaz. La mayordomía sagaz. Algunos de Uds. tienen que arrepentirse de la teología de la pobreza, algunos necesitan arrepentirse de la teología de la prosperidad. Todos tienen algo que aprender para volverse mayordomos astutos. Esa es la idea principal.

¿Tienen un plan propio? ¿Tienen un plan para su familia? ¿Tienen un plan para sus hijos? ¿Tienen un plan para sus nietos? El hombre sabio deja herencia a los hijos de sus hijos. Ciertamente uno puede ser rico y santo, pero también puede ser pobre y santo, ¿no es cierto?

Usemos a Jesús como ejemplo. Todo el mundo dice que Jesús era pobre. Durante 33 años fue pobre. Antes de eso, ¿dónde vivía? En el cielo. En el lugar con el estrato más alto. Nunca he estado ahí, pero los folletos son persuasivos. ¿Calles recubiertas de oro? Me parece fantástico. ¿Les sobra tanto oro que pavimentan las calles con oro puro? Me parece fantástico. Jesús era y es Dios eternamente, que vive en el cielo rodeado de riquezas. Pablo escribe en Corintios: «Siendo rico, por amor a vosotros se hizo…» ¿Qué? Pobre. Nació en un establo. Lo colocaron en un pesebre. Fue criado por un padre obrero, que trabajaba en la construcción de clase trabajadora, pobre, en un pueblo pequeño. Su casa era quizás del tamaño de un puesto de estacionamiento donde se aparcan los carros. Su madre era una adolescente. Trabajó con su padre como carpintero. Era pobre. En su ministerio terrenal, se la pasaba en casa de sus amigos y no tenía un ingreso regular, no comía bien y estaba en la quiebra. Fue crucificado. Murió en nuestro lugar, por nuestros pecados, como nuestro Salvador. Canceló y pagó nuestra deuda a Dios. Toda nuestra deuda espiritual fue pagada totalmente por Jesucristo. Resucitó de los muertos, ascendió al cielo. ¿Y ahora? Es fantástico. Está en su reino celestial. Comparado con el cielo, Dubái se parece a Detroit. Eso creo. Es un lugar genial.

Jesús era rico y pobre, por lo tanto es imposible que ser pobre sea mejor que ser rico, o que ser rico sea mejor que ser pobre. La mayordomía astuta por parte de ricos y pobres es lo que Dios exige. Porque uno puede ser pobre y también ser un mayordomo injusto. Me crié en un barrio pobre. La gente acudía a los prestamistas los días de pago y sacaban préstamos con enormes intereses, compraban los muebles a plazos mensuales de compañías estafadoras; la gente se endeudaba con las tarjetas de crédito sin entender los intereses acumulativos, ¿no es cierto?

Podría ser un universitario joven y pobre que no es un mayordomo astuto. ¿Qué es lo primero que le pasa? Está en el campus de la universidad, va caminando a clase, y tienen un tenderete puesto. La que atiende es bien simpática y le pregunta: «Quiere comprar un Frisbee?». «¡Sí, me encantaría un Frisbee! Ingresé a la universidad para jugar frisbee. ¿Cuánto vale?». «Es gratis». «¿En serio, es gratis?». Pero si lee la letra pequeña no es gratis. Es un frisbee de mil millones de dólares, porque tan pronto compre una pizza le cobran el 20.000% de interés y si no paga le cobran cuatro veces lo que debe. Y si no vuelve a pagar, vienen y le sacan el hígado. Eso es lo que dice la letra pequeña. Uno dice, «¡Oh, me encantaría tener un Frisbee!». Podría ser pobre y a la vez ser un mayordomo injusto.

Podría ser rico y a la vez ser un mayordomo injusto. Puede despilfarrar su dinero. Puede deber más de lo que vale. Puede deber más de lo que puede pagar. No se trata de ser rico ni pobre. Se trata de ser un mayordomo astuto.

Esto es lo que pasa en nuestro mundo. Los pobres culpan a los ricos y los ricos culpan a los pobres. Hoy por hoy los pobres dicen, «Es avaricia corporativa. La culpa la tienen los tipos que visten trajes de negocios. La culpa la tienen los contadores deshonestos. Que es una filtración económica. Que son los potentados quienes lo arruinan todo». Y los ricos dicen, «Los pobres son perezosos. Siguen teniendo hijos sin casarse. No leyeron los libros. No leen, no aprenden, no estudiaron. No tienen un plan, lo único que hacen recargar a la sociedad con su bienestar social, sus servicios sociales, y nuestra ayuda».

Y dependiendo cuales programas radiales de charlas políticas sintonice, estas son sus alternativas: Los ricos culpan a los pobres. Los pobres culpan a los ricos. Nadie llama y dice: «La culpa es mía. Lo siento. No fui un mayordomo astuto. Compré cosas aunque no me alcanzaba para comprarlas. No me esforcé en mi trabajo. No les di a los pobres. No le di a Dios. No ahorré para los tiempos difíciles. Es culpa mía. Les pido a todos que me perdonen». Nadie dice eso.

Sin embargo, no se trata de los pobres ni de los ricos. Se trata de ser un mayordomo astuto, aunque sea rico o pobre. La clave es adorar a Dios, no las riquezas. Esa es la idea principal que Jesús quiere darnos. Ser un mayordomo sagaz consiste en adorar a Dios, no el dinero. No debemos adorar el dinero como si fuera dios. Debemos adorar a Dios con el dinero.

¿Sirven a Dios, o el dinero?

Así que hagamos lo siguiente: Les haré unas preguntas. Piensen en estas preguntas, oren por ellas, hablen entre sí sobre ellas, con su familia o en su grupo comunitario. Como Jesús dice que adoremos a Dios, y no el dinero, y usa la palabra servir como adoración, esta es la pregunta. ¿Sirven y adoran a Dios, o el dinero?

Esta es mi primera pregunta: ¿A quién se comparan económicamente? Es algo de suma importancia. La Biblia dice que la piedad es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento. La Biblia dice que no codiciemos lo que tiene el prójimo. En realidad su prójimo a lo mejor está muy endeudado con el carro que maneja, por lo tanto no codicie el carro. Ore por ellos porque probablemente tienen problemas. ¿Con quién se comparan?

Hasta hace poco podíamos ver el estilo de vida de la gente más rica. ¿Cuántos han visto el programa MTV Cribs? Es una locura, ¿no es cierto? Mejor dicho, qué locura. Uno dice, «¡Caray, ese tipo tiene una piscina hasta en el closet». Es asombroso, ¿no es cierto? Esto lo vi cuando iba a Haití. En una comunidad cerrada, privada. Nos detuvimos en Orlando, ahí estaba yo, e íbamos a abordar un vuelo rumbo a Haití para conmemorar el primer aniversario del desastre. Alguien nos recogió y nos llevó a comer a su comunidad cerrada. Era donde Tiger Woods y Shaquille O’Neal y otros tipos viven. Pasamos por el árbol donde Tiger Woods estrelló su carro, y dije, « ¿Puedo…?», apenas conocí al tipo… «Por favor podría tomarme una foto rapidito junto a ese árbol, para Facebook? Porque sería asombroso». Me dijo que no podía porque había reglas. Le dije, «Está bien, disculpe».

Manejamos por la casa de Shaquille O’Neal y gastamos casi medio tanque recorriendo la parte de afuera de la casa de Shaquille O’Neal. Así de grande era. Una casa de 64.000 pies cuadrados. ¡64.000 pies cuadrados! Mide lo mismo que Mars Hill Ballard y Mars Hill UW; ambos edificios juntos. Hablábamos de esto hoy más temprano y uno de los hermanos dijo, «Será por lo grande que él es ». En realidad no es tan grande. No es tan grande. Uno puede vivir en una casa y cuando va y mira la casa de otra persona de repente, si se sentía conforme con su casa, ahora no se siente conforme.

Me sentía como en un universo paralelo cuando me monté en el avión y unas horas más tarde aterricé en Haití. Hay 50.000 personas sin techo viviendo en el parque bajo una carpa, que cantan himnos a Jesús por la noche porque Él es lo único a quien tienen. Para los pocos que quedaron con la casa intacta, las paredes son de bloque de concreto y miden unos doscientos pies cuadrados: son de un solo cuarto.

Esto es lo que puede suceder. Podemos perder nuestra perspectiva. Porque cuando vemos MTV Cribs, leemos la Biblia y decimos, «Cuando habla de los ricos, se refiere a esa gente. Cuando habla de los pobres, se refiere a mí». Si vemos las cosas desde un punto de vista global e histórico sobre cómo vive la mayoría de la gente y cómo han vivido, entendemos la Biblia de otra manera. Decimos: «Oh, cuando habla de los ricos se refiere a mí. Cuando habla de los pobres, se refiere a ellos». Nuestra perspectiva cambia y nos permite usar el dinero sin adorar el dinero. Nos permite ser generosos, no avaros.

Les contaré una experiencia que me cambió la vida. Ocurrió el pasado noviembre con mi padre. Es lo más asombroso de este mundo ver a tu padre volverse cristiano. Yo me volví cristiano, mi padre se volvió cristiano. Bauticé a mi padre en Río Jordán. Él asiste a Mars Hill. Es súper. Soy un hijo cristiano y ahora tengo un padre cristiano. Tan bueno ha sido Dios conmigo.

Somos irlandeses. Éramos de apellido O’Driscoll hasta que le quitamos la O. Tuve la oportunidad de predicar en Dublín y en Belfast, Irlanda. Entonces dije, «Papá, ¿quieres ir conmigo? Será un viaje de padre e hijo en el que volveremos a nuestro país de origen a ver qué podemos aprender». Fue estupendo. Llevé a mi papá a Irlanda y recorrimos lo más que pudimos la historia de nuestra familia. La compartiré con Uds. Fue una revelación para mi vida. Me ha aclarado muchas cosas.

Los O’Driscoll somos una familia que viene de County Cork al sur de Irlanda, cerca del Puerto de Baltimore. Durante cientos de años, según tengo entendido, éramos reyes guerreros, lo cual me parece asombroso. Teníamos, según sabemos hasta ahora, una docena de castillos diferentes y casas fortificadas. Todavía hay una cerca de Baltimore. El Castillo O’Driscoll. Fuimos allá y lo vimos, con su escudo de armas al frente. En frente estaba el Restaurante O’Driscoll, y por la calle más abajo estaba la Inmobiliaria O’Driscoll. De repente pasó un tipo en una furgoneta, cuya razón social decía Reparaciones O’Driscoll . Pensé, «Aquí estamos todos. Aquí estamos».

Lo que pasaba era que si los católicos tenían el poder, les prohibían a los protestantes comprar terrenos y básicamente no les dejaban tener hijos. Y cuando los protestantes asumían el poder, les hacían las mismas cosas a los católicos. O sea que el conflicto en Belfast y los problemas, y todo aquello había pasado por mucho tiempo. Gobernábamos por algún tiempo y después un nuevo gobierno venía e inmediatamente nos sumía en la pobreza, nos convertían en campesinos. Nos quitaban nuestras tierras. No podíamos tener casas ni propiedades. Era una mala situación, nos quedamos en la quiebra. Tuvimos que decidir qué hacer.

Por alguna razón decidimos volvernos piratas. No les miento. No sé si fue que formamos una especie de comité y decidimos no trabajar más como vaqueros en una granja lechera. ¡Decidimos ser piratas! Nos pusimos de acuerdo. Mejor dicho, nos volvimos piratas. Cuando un barco pasaba por el Puerto de Baltimore, salíamos remando y lo tomábamos. Era lo que hacíamos. Algunos de Uds. pensarán, «Él es un duro». Pero vean toda la santificación que he tenido en mi vida.

Éramos muy adeptos para robar barcos llenos de licor. Era nuestra especialidad. Es cierto. Puedo documentarlo históricamente. Salíamos remando y nos apoderábamos de barcos enteros llenos de licor. Robamos un barco lleno de vino que causó un incidente internacional. El barco pertenecía a un país que después envió una milicia para llevar presos a hombres irlandeses y esclavizarlos a manera de pagos punitivos por los daños que casaron los O’Driscoll al robarse su vino. ¡¡Ah!! Mis niños dijeron, «¡Papá, cuéntanos de nuestra familia!». «Eh, está bien, búsquense un parche para el ojo y se los explicaré».

Esto continuó hasta la hambruna que duró de 1845 a 1850. En esa época la población de Irlanda era de 8 millones de personas. Durante esa gran hambruna murieron 1,25 millones de personas, y quedaron 1,5 millones. El país nunca volvió a recuperarse. Hoy, la población sigue siendo aún más baja que antes de la hambruna. Hay más irlandeses que vivimos fuera de Irlanda que los que viven en Irlanda. Muchos más.

En esa época la gente era tan pobre, indigente, y desesperada, que cometían crímenes para que los arrestaran y los pusieran en la cárcel, para tener donde quedarse y donde les dieran de comer. Visitamos unas cárceles en Dublín. Algunas personas buscaban alojamiento en estos grandes albergues, que eran como refugios para desamparados de primera generación. La fiebre tifoidea se esparció por todas partes, y muchas personas murieron.

Uno de los que murió, aunque todos los documentos no están disponibles por un incendio que hubo en Dublín, donde quemaron el edificio hace años donde los documentos fueron destruidos. Pero por lo que tengo entendido, mi tatarabuela murió de hambre. Estaba allá en Irlanda con mi padre, y me di cuenta que en su providencia Dios había sembrado una iglesia en Seattle en vez de Dublín porque mi tatarabuela había muerto de hambre.

Mi tatarabuelo James, a los 45 años de edad, entre 1849 y 1850, hizo un largo recorrido a pie que probablemente duró mucho tiempo, a un puerto que más adelante sería el último puerto de parada del Titanic, y abordó algo llamado un barco ataúd. Los llamaban así porque todos se morían en estos barcos. Eran barcos construidos para llegar cargamento, no personas. No había baños, aire fresco, donde dormir; no había comida, agua, nada. La gente se hacinaba en el casco de estos barcos diseñados para llevar cargamento. No les alcanzaba para más. Se enfermaban y morían en camino, porque la travesía era de 7 semanas en un barco ataúd hasta Manhattan.

Mi tatarabuelo James, se hizo a la mar con su hermano, y su hijo Dennis, en un viaje que duró 7 semanas. Dejó todo atrás después de enterrar a mi tatarabuela. Atracó en Nueva York, y de alguna manera se separó de su hermano y nunca lo volvió a ver. Fue difícil encontrar trabajo, era indigente, pobre. Tuvo que volver a empezar a los 45 años de edad. Así fue como vinimos a Estados Unidos. Alguien le dijo que había terrenos en Ontario, Canadá, y que eran básicamente gratis. Eran granjas o haciendas disponibles para que pudiera trabajarlas. Él y su hijo Dennis se aventuraron hacia Ontario, Canadá. No era un terreno muy bueno, pero lo desforestó y construyeron una casa, y se dedicaron a la agricultura, la ganadería, la lechería, y volvieron a empezar. Se casó con una mujer mucho más joven que él. Tuvieron cinco hijos y adoptaron una hija.

A los 70 años de edad, mi tatarabuelo James y su esposa, como ella no quería seguir viviendo ahí, se mudaron a Grand Forks, Dakota del Norte, a los 70 años de edad. Desforestó otro terreno, construyó una casa, y puso una granja a los 70 años de edad. Ahí fue donde nació mi papá. Ahí nací yo.

Llegamos a este país porque mi tatarabuela murió de hambre. Estaba en Irlanda con mi padre, contemplando la gracia de Dios en nuestra vida. Llegamos a Seattle porque mi mamá y mi papá se casaron jóvenes y mi mamá quedó embarazada conmigo. No había trabajo en el pueblo y vinieron a Seattle porque mi papá necesitaba trabajar como obrero. Como les dije, fue sheetrockero y se rompió la espalda.

Les cuento esta historia, y se la cuento a mis hijos, y me la cuento a mí mismo, para recordarme de la gracia de Dios en mi vida. Si me comparo con MTV Cribs, me sentiré descontento. Si me comparo con mi tatarabuelo, me llenaré de agradecimiento. Les recomiendo que investiguen la historia de su propia familia. Casi todos somos inmigrantes, y vinimos aquí por causas similares. Algunos de nosotros apenas estamos a unas generaciones de las hambrunas. Ahora el problema más grande que tenemos es la obesidad. La primera pregunta es, ¿con quién se comparan económicamente?

Segundo, ¿adoran el dinero o adoran con el dinero? Si adoran el dinero, serán avaros, tacaños, no serán generosos. Si adoran con su dinero, tratarán de ser mayordomos sagaces y generosos.

Tercero, ¿cómo están adorando y sirviendo el dinero en forma pecaminosa? Cuando Jesús usa la palabra «servir», esa palabra significa adorar. Algunos de Uds. trabajan demasiado. ¿Saben por qué? Porque adoran el dinero. Algunos de Uds. se llevan el trabajo de vacaciones. ¿Saben por qué? Porque adoran el dinero. Algunos de Uds. hacen caso omiso de sus familias en sus días libres porque adoran el dinero. No es pecado ganar dinero. No es pecado invertir el dinero. No es pecado administrar el dinero. Es pecado adorar el dinero. Es un asunto del corazón. ¿De qué manera están sirviendo al dinero como si fuera un dios?

Cuarto, ¿cuáles ídolos profundos atizan su adoración del dinero? Tim Keller, es un maestro bíblico muy útil, es un gran tipo, y me ha ayudado mucho en el trascurso de los años. En un libro habla de los ídolos superficiales y los ídolos profundos, y consideramos que el dinero es un ídolo superficial, pero debajo de ese ídolo generalmente hay un ídolo profundo. Así que no podemos decirles, «Vayan y desháganse del ídolo superficial», sin antes lidiar con el ídolo profundo para desarraigan el problema.

Algunos ídolos profundos incluyen la posición social o económica. Parece que adoran el dinero, pero en realidad adoran la posición social o económica. Tienen que vivir en un barrio particular, vivir en una casa particular, manejar un carro particular. Tienen que vestir cierta clase de ropa. Tienen que usar ropa interior de una marca determinada, para mostrarle al mundo que son importantes, que son personas logradas; que han alcanzado el éxito. No es pecado tener cosas bonitas. Pero si la causa subyacente y la motivación del corazón es la posición social y no porque fueron salvos por la gracia de Dios, y porque fueron creados a la imagen de Dios, y porque su dignidad y valor vienen de la gracia de Dios, entonces tienen un ídolo.

La comodidad es otro ídolo profundo. Algunos de Uds. adoran la comodidad. Parece que adoran el dinero, pero en realidad adoran la comodidad. Quieren que la vida sea fácil. Quieren estar tranquilos. No quieren que nadie los incomode. Si ganan suficiente dinero, piensan que pueden vivir cómodamente. Pero cuando Jesús les dice que tomen su cruz y lo sigan, no les dijo que se sentirían cómodos. Ser un discípulo de Jesús implica sentirse incómodo y sufrir molestias.

Para algunos es la seguridad. ¿Alguna vez ha oído hablar de alguien—a veces oímos estas historias en los noticieros—que viven como unos miserables pero al morir dejan millones de dólares, y la gente no puede creerlo? ¿Por qué harían tal cosa? ¿Por qué decidieron tener un carro destartalado, y andar de harapos, y llevar una dieta sencilla, si tenían millones de dólares? Porque adoraban la seguridad. Para ellos el dinero sirve al ídolo profundo. «Si vienen los tiempos difíciles, tendré con qué pagar. Si me enfermo, tengo con qué pagar. Si mi familia me deshereda, podré cuidarme a mí mismo». El ídolo profundo es la seguridad.

Para algunos es la fama. Quieren que todos lo conozcan, que todos lo amen, que lo glorifiquen, y el dinero les permite tener cierto estatus, pertenecer a cierto club, a cierto grupo; les da acceso a ciertos eventos, quieren que su nombre figure entre ciertas personas. Eso es lo que fomenta nuestra cultura de famosos.

Por último, la belleza es otro ejemplo de muchos posibles ídolos profundos. ¿Alguna vez se ha preguntado por qué una mujer hermosa se casa con un viejo verde? Porque su ídolo profundo es la belleza. Si me caso con él, podré arreglarme el pelo. «Podré hacerme cirugía plástica. Tendré mi propio estilista de roperos. Podré vestir batas de diseño exclusivo. Podré contratar un entrenador personal. Podré ser hermosa. Yo adoro la belleza». El dinero se convierte en el medio que le permite alimentar ese ídolo profundo. No es pecado ser hermosa. La Biblia dice que Sara era hermosa. Pero cuando se convierte en un ídolo profundo, cuando usamos el dinero para adorar a ese ídolo, ahí es donde se convierte en pecado. Jesús dice que solo podemos adorar a Dios o al dinero.

Unas últimas preguntas. Quinto, ¿cómo se define por lo que tiene y por lo que consume? Por eso es que tener el carro idóneo y vestir la ropa idónea y presentarse correctamente es tan importante. No es pecado manejar un carro bonito. No es pecado vestir ropa bonita. Pero lo principal es esto: Su identidad estriba en que Dios lo hizo, y que Él lo redimió y lo salvó, y que le ama. Y si trata de crear una identidad que Ud. mismo compra se convierte en una falsa identidad que no lo acompañará al final de su vida. Ud. es más de lo que viste. Es más de lo que come. Es más de lo que maneja. Es más que la casa donde vive.

Sexto, ¿cómo lo ha esclavizado el dinero? La Biblia dice que el que toma prestado es esclavo del que presta. ¿Cuántos de Uds. están esclavizados ahora? No pueden dejar su trabajo para buscarse otro trabajo. No pueden hacer un viaje misionero, dar generosamente a los propósitos de Dios, traer a su esposa del trabajo para empezar una familia, enviar a sus hijos a un colegio privado. ¿Por qué? Porque están demasiado endeudados, que la universidad, que el carro, que la tarjeta de crédito; deben más de lo que vale la casa, carecen de planes, no tienen seguro para discapacidad, se enfermó, no sabía lo que estaba haciendo; de repente se encuentra amarrado, y ahora años de su vida, y miles de horas de su existencia no le pertenecen. No es dueño de sí mismo. Algunos de Uds. dirán, «Bien, ¿ahora qué hago?». Necesita escaparse y a veces eso requiere tiempo. Necesita entrenamiento económico. Eso requiere arrepentimiento. Requiere esfuerzo.

Séptimo, ¿si Jesús le diera un presupuesto, sería distinto al que tiene ahora? Porque si somos mayordomos, Jesús debería ser el que dirige nuestro presupuesto. Las riquezas le pertenecen a Él. Nosotros somos los administradores. ¿De acuerdo? Honestamente, lo he oído mencionar, y se lo comenté hoy a Gracie, «Si dejamos que Jesús fije nuestro presupuesto, nuestros gastos cambiarían un poco». Absolutamente. «Por lo tanto tenemos que hacer ajustes». Pero si decimos, «Un momento, es mi dinero», ya está en problemas. Uno dice, «El dinero le pertenece a Dios, pero yo soy el mayordomo Jesús, ¿cómo quieres que gaste tu dinero?». Es una pregunta muy distinta, ¿cierto? «Jesús, ¿cómo quieres que gaste tu dinero?». Es muy diferente preguntar eso, a preguntar: «¿Qué quiero hacer con mi dinero?».

Y por último, ¿por qué Jesús es un mejor Dios que el dinero? ¿De veras creen que Jesús es un mejor Dios que el dinero? En el dinero buscamos una identidad. Jesús nos da una identidad. Buscamos la seguridad. Pero les cuento que Jesús es el único que da seguridad. Él es que nos da seguridad, sobre todo cuando se acaba esta vida. Algunos de ustedes desean la comodidad, la consolación. Jesús es el único que puede confortarnos, consolarnos. Jesús es un mejor Dios que el dinero. Es un Dios que da, no que toma para sí. Es generoso, no es tacaño. Paga nuestra deuda a Dios, espiritualmente, y está dispuesto a capacitarnos, , a amarnos, a servirnos, a perdonarnos, y ayudarnos a salirnos de la esclavitud económica, y a escapar la doble trampa de la teología de la prosperidad y la pobreza para que vivamos como mayordomos astutos y les enseñemos a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos no solo a conseguir riquezas, sino sabiduría. ¿Conocen a Jesús? ¿Ha pagado su deuda de pecado completamente?

Dios Padre, pido por nosotros como pueblo, individual y colectivamente. Señor Jesús, gracias porque hablas bastante sobre el dinero ya que es la causa de muchos problemas que tenemos. Señor Jesús, confesamos que algunos hemos tenido una teología de pobreza, algunos una teología de prosperidad. Algunos no hemos sido buenos mayordomos. Algunos estamos aprendiendo a las malas. Señor Jesús, te doy gracias porque perdonaste nuestra deuda espiritual y nos das sabiduría y gracia para lidiar con nuestras deudas económicas. Dios, creo que en esta iglesia habrá personas que ganen mucho. Pido que lo usen no solo para mejorar su nivel de vida, sino su nivel de generosidad; Dios mío, que sean mayordomos astutos y generosos que te adoran a ti y no las riquezas. En el nombre de Jesús. Amén.

[Fin del Audio]

Nota: Esta transcripción ha sido editada.