La parábola de la higuera (Lucas 21:29–38)

Lucas 21:29–38 (LBLA)

29 Y les refirió una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.
30 Cuando ya brotan las hojas, al verlo, sabéis por vosotros mismos que el verano ya está cerca.
31 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que el reino de Dios está cerca.
32 En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.
33 El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.
34 Estad alerta, no sea que vuestro corazón se cargue con disipación y embriaguez y con las preocupaciones de la vida, y aquel día venga súbitamente sobre vosotros como un lazo;
35 porque vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.
36 Mas velad en todo tiempo, orando para que tengáis fuerza para escapar de todas estas cosas que están por suceder, y podáis estar en pie delante del Hijo del Hombre.
37 Durante el día enseñaba en el templo, pero al oscurecer salía y pasaba la noche en el monte llamado de los Olivos.
38 Y todo el pueblo madrugaba para ir al templo a escucharle.

Introducción

Pastor Mark Driscoll:

Tengo el gran honor de presentarles a uno de mis predicadores favoritos. Mi familia y yo tenemos el privilegio de asistir a Mars Hill hoy para escuchar a uno de los líderes más destacados de la historia de esta iglesia. El pastor Tim Smith. Quería hablarles de él un poco, de parte de los ancianos.

Conocí al pastor Tim hace casi 12 años más o menos durante esta temporada en una conferencia donde yo enseñaba, creo que fue en las afueras de Albuquerque, Nuevo México, casualmente, donde por la gracia de Dios ahora tenemos una iglesia. En ese tiempo, Mars Hill era muy pequeña y estábamos prácticamente arruinados y sin techo; habíamos perdido nuestro edificio. No teníamos nada que ofrecer, mas que mucho trabajo. De pronto llega este joven flaco y pelirrojo con una barba estilo ZZ Top y nos saluda; empezó a visitarnos, y de veras me gustó mucho.

Era de Portland, y finalmente trabajó en Missouri, por lo cual obviamente quiso venirse de Missouri y nos preguntó si teníamos alguna necesidad en Mars Hill. Le dije, «Necesitamos de todo en Mars Hill». Éramos una partida de indie-roqueros entregados a la pobreza y a la anarquía en ese tiempo. Es muy difícil construir algo sobre eso. Tim estaba casado y nunca había asistido a rehabilitación, y pensé que podría ser muy útil porque no era como las otras personas que teníamos. Sería una persona completamente nueva para nosotros.

Le dije, «¿Sabes, nos gustaría que vinieras. ¿A qué te dedicas?». Dijo que era como un líder de alabanza, tipo músico. En ese entonces teníamos unos músicos excelentes, pero no teníamos nadie que los dirigiera y los organizara. Le dije, «Eres bienvenido a venir a Seattle, pero no tenemos dinero, y no podemos contratar a nadie; estamos completamente sin techo, y en la ruina». Tim dijo, «Creo que es lo que debo hacer». Su encantadora esposa, Beth, estaba dispuesta a acompañarlo y se mudaron a Seattle desde allá. Consiguieron trabajo. Vivieron con Grace y conmigo los primeros meses en un cuarto que les dimos en el sótano de nuestra casa, y con el tiempo llegamos a quererlos y a apreciarlos mucho.

En ese tiempo Tim era un líder novato pero muy dotado. En ese tiempo, Él, Jamie y yo, el pastor Jamie, su pastor ejecutivo, estábamos en medio de planificar el futuro de Mars Hill. Diría que esos dos hombres, más que todos los hombres en la historia de esta iglesia, fueron responsables, por la gracia de Dios, de hacernos llegar a donde estamos hoy. Ambos empezaron como voluntarios, sin pago, trabajaban afuera. Llegaron como internos recaudando su propio apoyo. Después fueron diáconos, y ascendieron a ancianos, y a las posiciones más altas de la iglesia.

El pastor Tim es un querido amigo mío, al igual que muchos de los otros ancianos. Los respetamos grandemente. Es uno de los mejores líderes que Mars Hill ha producido, y valoramos mucho la gracia de Dios que nos ha llegado por medio de él. Para quienes lo conocen, fue el líder principal de alabanza aquí en Mars Hill por muchísimos años, y de hecho dirigió nuestra alabanza aquí en Qwest Field la Pascua pasada, frente a casi 20.000 personas. Tan dotado es como líder.

Tim podría hacer muchas cosas; siempre le ofrecen trabajo por ser tan talentoso y reconocido internacionalmente. Dios ha cargado su corazón para iniciar una iglesia Mars Hill en Portland. Hemos orado sobre eso, y estamos de acuerdo. Creemos que es exactamente lo que Dios lo está llamando a hacer.

Hoy predicará en el Evangelio de Lucas y seguirá con nuestra serie. Compartirá con ustedes la visión de Mars Hill en Portland. Es un día agridulce para mí; de veras lo es. Me despido de un hermano, de un hombre de Dios súper maravilloso; alguien que quisiéramos que se quedara para siempre. Y lo veremos, porque estará allí en Portland. Pero hasta el reino de Dios, no estará con nosotros como antes. Algo que sucede mucho en el libro de los Hechos es que Dios llama a los mejores hombres a realizar los trabajos más duros, y es exactamente lo que está haciendo con el pastor Tim al enviarlo con su familia a Portland.

Quisiera presentarlo. La Biblia dice que debemos honrar a los hombres honrosos, y él es un hombre honroso. Es un hombre que nos regaló 12 años de su vida y hoy regresa para predicarnos la Palabra de Dios. Al final recaudaremos una ofrenda especial. Si no vinieron preparados a dar, pueden hacerlo en línea en las semanas y los meses que vienen.

Oren por él y su familia y por la oportunidad que Dios nos ha dado. Oren por Mars Hill Portland para su lanzamiento en enero con el libro Un verdadero matrimonio que está por salir, y la campaña que Gracie y yo montamos. También den generosamente. Es una maravillosa oportunidad de darle a un hombre que vino aquí sin pedir nada y nos ha regalado 12 años de su vida, para animarlo y apoyarlo. La familia Driscoll está muy entusiasmada por esta ofrenda y esta oportunidad, y quería que estuvieran al tanto de ella mientras le dan la bienvenida a mi buen amigo y hermano, el pastor Tim Smith. [Aplausos]

Mars Hill Portland

Pastor Tim Smith:

Me encanta estar con ustedes aquí hoy. No tenía idea de lo que me esperaba cuando me aparqué en el estacionamiento del pastor Mark después de recién haberlo conocido en aquella conferencia hace 12 años. No tenía idea de lo que Dios iba a hacer. Lo alabo por ello. Ha sido asombroso formar parte de este movimiento, y es un testimonio vivo que Dios obra, que construye su iglesia como nadie más puede hacerlo.

Estoy muy emocionado por lo que Dios ya está haciendo en Portland, y quiero compartirles un poco de eso antes de entrar en Lucas. De todas maneras sentimos que Dios ha ido delante de nosotros. Jesús prometió que edificaría su iglesia y ha sido fiel a su promesa en Portland, y sigue siendo fiel.

Desde el comienzo, cuando empecé a pensar y a orar sobre cómo sería la iglesia en Portland, sentí la convicción de que debíamos empezar con lo que llamamos la guerra terrestre donde la gente se congrega en casas, participan juntos de la vida, y tratan de averiguar lo que significa ser discípulos de Jesús. Entonces, en enero, dediqué toda mi atención a esto. Quise que mis hijas acabarán el año escolar aquí, por eso no alcanzamos a mudarnos sino hasta hace poco. Manejaba de aquí hasta allá como si fuera un evangelista moderno, motorizado; quizás sea la versión moderna de los jinetes de circuito, no sé.

Por la gracia de Dios, muchos de los que habían dirigido grupos comunitarios aquí en Mars Hill y alrededor de Seattle, se reubicaron a Portland como suele suceder entre Seattle y Portland. Tuvimos un gran comienzo. Por la gracia de Dios, hasta ahora tenemos ocho grupos que se reúnen en toda el área metropolitana de Portland. Para fines de septiembre ese número debe aumentar a doce, y esperamos tener quizás unos 20 o 30 grupos en enero cuando lancemos oficialmente la iglesia.

También empezamos una serie mensual de reuniones donde hablamos de lo que significa ser discípulo de Jesús estudiando un atributo del discípulo cada mes, hasta cubrirlo todo. Ha sido maravilloso ver ese crecimiento. Son como doscientas personas que se reúnen mensualmente en las cuatro reuniones que hacemos. Siempre les pregunto, ¿Cuántos asistieron a alguno de los eventos anteriores? Siempre la mitad o más dice no haberlo hecho y no sé cuántas personas en realidad hayan venido ni cuántas seguirán viniendo, pero por cualquier concepto de sembrar iglesias es un comienzo muy alentador. Estamos muy emocionados.

Asistiremos semanalmente en otoño y cubriremos toda la serie Doctrina de miras a nuestro lanzamiento en enero con la nueva serie sobre el matrimonio. Estamos deseosos que esto suceda.

Jesús construye su iglesia

Mientras tanto, oren por nosotros. Una alabanza antes de entrar en materia: Desde el principio estuve orando por un edificio muy específico. Pedí a Dios que nos diera un edificio viejo y magnífico de una iglesia, escondido en un barrio, con capacidad para 400 a 600 personas. Cuando les di ese criterio a los agentes y corredores de finca raíz, casi siempre se reían porque esos lugares en realidad no existen; no están disponibles ahora en Portland. Los que si están disponibles, tienen capacidad para quizás 100 personas, pero pensé que Dios haría algo más grande que eso. Estábamos esperando algo más grande; veíamos toda clase de bodegas.

Entonces Dios proveyó algo más allá de lo que podíamos haber pedido. Un edificio viejo en el sureste de Portland, construido en 1906. Está en buenas condiciones para un edificio de 100 años. Si hacinamos a las personas, cabrían más de 800 y es súper fantástico. Miren cómo es. Lo llamamos el castillo, por su obvio parecido. De hecho, en eso que se parece a una torre a la izquierda, hay una campana que funciona. Tendremos algún ministerio de tocar campanas. Creo que es lo más parecido a un coro de campanillas que podemos tener. Pero es un hermoso, y viejo edificio.

Queríamos rentar el espacio, pero los dueños querían venderlo. Lo estaban vendiendo al precio de una casa bonita en Seattle. Mejor dicho, como habíamos planeado podemos tener un espacio grande y viejo. Pueden ver cómo es por dentro. Es hermoso. Como habíamos planeado podemos tener un espacio que acomoda casi 800 personas, con el coste mensual más económico de cualquiera de las instalaciones de las iglesias Mars Hill. Alabamos a Dios por eso. Pueden ayudarnos, sí, ¡amén! [Aplausos] Jesús cumple su promesa. Construye su iglesia. Es asombroso ser parte de esto.

Pueden ayudarnos de varias maneras: Pueden orar por nosotros. Pueden orar por mí y por mi familia. Aquí tenemos una foto de mi familia. Mi esposa y yo estamos a punto de celebrar nuestro 14 aniversario de bodas. Estas son mis tres hijas; las llamamos la pandilla de princesas. Esta es Trinity, la mayor que tiene 9 años; Allison, que acaba de cumplir 6; Emma que acaba de cumplir 8. Pueden orar por nuestra familia. Ha sido difícil desarraigarnos. Puede que Portland sea nuestro hogar y nuestro lugar de origen, pero aquí fue donde fuimos padres de familia; aquí me volví pastor, predicador, y director de alabanza. Aquí nos sentimos en casa. Nuestras relaciones más profundas están aquí, y es difícil dejarlas. Oren por mi familia y por mí.

Oren por nuestros líderes. De hecho Dios ya levantó un gran pastor que es socio mío en este ministerio. Ryan Mount viene de la iglesia Seattle Occidental; en realidad en un esfuerzo en equipo. Hablé con Bubba y le dije: «Bubba, necesito alguien como tú». Y Bubba me dijo, «¿Qué tal Ryan Mount?». Todo salió bien. Ryan asumió el cargo de anciano en Seattle Occidental en abril. Como una semana después, se trasladó a Portland. No había visitado la ciudad antes de que habláramos de sembrar esta iglesia, pero se ha desarraigado igual como nosotros y se trasladó allá. Trabaja como mi socio y mi pastor ejecutivo, manejando todo lo relacionado con Excel. Oren por el liderazgo que él y yo ejercemos en esto.

Pueden orar por los líderes de nuestros grupos comunitarios, para que sean levantados más líderes. También pueden orar por un pastor para el ministerio Vivir bíblicamente. Ryan y yo estamos orando por un tercer miembro de este grupo central para que nos ayude a dirigir la carga por la comunidad, por los Grupos de redención, de consejería, y ese tipo de cosas. Pueden orar por eso.

Pueden orar por la misión, para que hagamos discípulos, y sembremos iglesias. Nuestra visión no es solo tener una iglesia en la ciudad de Portland, sino tener iglesias en la ciudad de Portland que se extiendan y lleguen a quienes necesitan el evangelio de Jesucristo en todo el gran estado de Oregón. Por la gracia de Dios, se llevará a cabo. Oren por esta misión.

Como dijo el pastor Mark, también pueden ayudarnos con sus contribuciones. Gracias por su apoyo. Ser parte de esto es asombroso.

La parábola de la higuera

Ahora a cambiar de tema. Si tienen sus biblias, ábranlas a Lucas 21. Vamos a cambiar brevemente a un corto video del pastor Mark sobre el Monte de los Olivos, de donde nos lee este texto de las Escrituras, para darnos un trasfondo de dónde toman lugar estas cosas geográficamente. Después abordaremos el tema juntos.

Shalom. Soy el pastor Mark Driscoll aquí en Jerusalén, parado sobre el Monte de los Olivos. Les daré un poco de geografía. Detrás de mí hay un cementerio. A la izquierda de la Antigua ciudad de David. Después, obviamente está toda la ciudad de Jerusalén. La prominencia, trágicamente, de esa horrenda bestia, el Domo de la Roca, al igual que el Muro de los Lamentos; al igual que varias iglesias, mezquitas, y sinagogas, desperdigadas por todo el paisaje.

Zacarías 14 nos cuenta que a su regreso, los pies de Jesús posarán sobre este monte, partiéndolo de Este a Oeste, creando un enorme valle sobre el cual la Nueva Jerusalén descenderá del cielo como morada del pueblo de Dios. Pensamos que sería un lugar idóneo para leerles las Palabras de Jesús.

«Y les refirió una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya brotan las hojas, al verlo sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que el reino de Dios está cerca. En verdad os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán».

Oremos juntos por favor. Padre, pedimos ahora al abrir tu Palabra, que abras nuestras mentes, que envíes tu Espíritu para llenarnos y darnos entendimiento sobre lo que nos estás diciendo específicamente. Ayúdanos a ver tu reino y tu deseo de hacer que tu reino avance en nosotros, y que tengamos un sentido de urgencia. Que nuestras vidas reflejen la certeza de tu regreso. Por favor enséñanos ahora. Amén.

Llevamos 88 semanas estudiando nuestra serie en el Evangelio de Lucas. Llevamos casi 2 años en este libro, y creo que vamos a acabarlo con 100 sermones fijos antes del Día de Acción de Gracias.

Esta porción está casi al final del relato. Jesús sabe que el fin se acerca. Sabiendo eso, con un enfoque y una intensidad tremendas, Jesús está en Su misión, haciendo lo que fue llamado a hacer. No hay distracciones en su vida. No pierde tiempo; no se la pasa contando chistes y saliendo por ahí con los amigos. Está enfocado exclusivamente en la obra que su Padre le encargó. Sus palabras son cada vez más intensas.

En este pasaje está concluyendo un sermón que había empezado a predicar en el templo, donde enseñaba a sus discípulos y los que le seguían las cosas que iban a suceder, y las señales de la venida de Su reino. Lo que va a hacer hoy es darnos un fuerte reto a estar despiertos y alertas, y vivir cada día, cada momento, con todo lo que nos fue encargado, para su gloria, por la causa de Su reino que siempre avanza, y cómo quiere lograr eso por medio de nosotros para que tengamos un sentido de urgencia. Nos inculca esto: todo lo que hacemos y todo lo que somos, porque Jesús regresará.

Al hacer esto, entonces, quisiera hacerles un par de preguntas para darle contexto a todo esto. Quiero que piensen, ¿dónde está su mayor esperanza? Sería fácil dar la respuesta que se espera de un cristiano: «Pues claro, está en Jesús». Me refiero a la esperanza que ocupa y domina sus pensamientos y su mente constantemente. ¿Qué consume sus pensamientos? ¿Cuáles son los cuidados de este mundo que abruman su mente? ¿Cuáles son los placeres que ofrece este mundo que anhela para usted y están al frente de su imaginación?

La parábola

Jesús nos va a llamar a que salgamos de estas cosas y dejemos de distraernos en ellas, y nos va a llamar a ver las cosas desde Su perspectiva, desde la perspectiva del reino de Dios. Será un verdadero reto. Empecemos de una vez. Empieza en el versículo 29 con la parábola.

Una parábola es básicamente una historia con una enseñanza. A Jesús le gusta hablar de historias como esta porque en vez de predicar de los resultados, al relatarnos la historia, nos cautiva. Quiere acercarnos. Quiere hacernos pensar. Quiere incentivarnos. Quiere que hagamos un viaje con Él.

Comienza el relato diciendo, «También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca». La higuera no es una ilustración muy conocida para nosotros. La higuera crecía en todos los lugares donde estaba Jesús, pero la imagen nos presenta una higuera que quedó completamente estéril todo el año hasta llegar el verano cuando empiezan a brotar las algunas hojas. Las hojas eran una señal de que venía el verano. Es un poco difícil de entender aquí en el noroeste porque no hay señales seguras de que viene el verano. No obstante, es una buena metáfora.

Dice, «Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios». Al decir estas cosas, se refiere a todo lo que les ha prometido desde el versículo 5 de este capítulo 21. Les promete cosas como la destrucción del templo, guerras, persecuciones, la destrucción de la ciudad de Jerusalén, y después, por último, al final de esas cosas, la segunda venida de Jesús cuando regresa para hacer nuevas todas las cosas. Aquel día, grande y glorioso.

Dice que cuando veamos también todas estas cosas suceder, las que Él nos prometió, sabremos que el reino de Dios está cerca. El reino de Dios es un concepto muy discutido entre la gente y está rodeado de toda clase de controversias, pero en su forma más sencilla el reino de Dios significa un reino donde reina un Rey. Cuando hablamos del reino de Dios, hablamos del reino de un Rey, concretamente el Rey Jesús.

En las Escrituras vemos que el reino de Dios, y el reino de ese Rey ya existe, que no se ha consumado, y avanza eternamente. Ya existe porque Jesús dijo que introdujo el reino; que nos había revelado el reino en sí mismo. Empieza pequeño, con unos cuantos seguidores.

No se ha consumado porque Jesús aún no ha regresado. En ese momento, todas las cosas serán hechas nuevas. Los cielos y la tierra que conocemos, pasarán. Serán renovados, perfectamente, sin pecado, destrucción, muerte, desesperación. Todos los que adoran a Jesús estarán con Él eternamente, y todos los que no le adoran estarán separados de Él eternamente.

Ya existe porque empieza con Jesús. No se ha consumado, sino hasta que regrese Jesús. Mientras tanto, siempre está avanzando. Siempre se mueve hacia adelante. Si este relato suena abstracto, piensen en algunas de las historias de los reinos que tenemos en nuestra cultura.

Me encanta la fantasía de la ciencia ficción, y pienso en Narnia, El señor de los anillos, Tierra Media, ¿no es así? Si han visto esas películas, o si han leído esos libros, recuerden a Aragorn. Es un tipo de ascendencia real, pero nadie lo sabe. Se esconde en las sombras, y solo algunos saben quién es. Quienes lo reconocen inmediatamente lo siguen porque ven que es un rey. Sus seguidores van aumentando hasta que es coronado y se convierte en el soberano de los reinos de los hombres de toda Tierra Media, ¿cierto? Soy un matado. Me encantan esas historias. Las vemos una y otra vez. Es comparable con esto.

Jesús es el Rey que llegó e introdujo el reino; su reino va hacia adelante hasta el gran día cuando regrese y haga nuevas todas las cosas. Mientras tanto, su reino avanza por medio de nosotros, los miembros de su reino, mediante los discípulos de Jesucristo.

Jesús está diciendo básicamente que «Cuando vean estas señales, sepan que el reino de Dios está cerca». Siempre se está acercando. Se acerca a cada momento. Avanza en todo momento porque Jesús prometió que edificaría su iglesia para edificar y hacer avanzar su reino.

No nos quedamos sentados obsesionados con el día exacto. El pastor Mark lo dijo muy bien aquí en un sermón anterior. Dijo que estábamos más en el comité de bienvenida que en el comité de planificación respecto al regreso de Jesús. No nos quedamos sentados obsesionados con el día exacto de Su regreso. Las Escrituras prometen que si lo hacemos, siempre nos equivocaremos, así que no es muy útil aunque no disuade a la gente saberlo.

La promesa

Pero añoramos ese día. Esperamos ese día con muchas ansias. Queremos ver a Jesús. Esta es su promesa: Que el reino viene. En los siguientes versículos sigue adelante y nos promete más específicamente cómo regresará. Dice, «De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».

El versículo 32 es uno de los más debatidos en todo el evangelio de Lucas. De pronto no sabemos exactamente lo que Jesús quiso decir. ¿Cómo respondemos? Como cristianos nuestra presuposición fundamental es que así como Pablo le dijo a su joven discípulo, Timoteo, en 2 Timoteo, «Toda la Escritura es inspirada por Dios». Es beneficiosa, fidedigna, y útil.

Nuestra postura básica es que lo que veamos en las Escrituras, es cierto y es lo que creemos. Si tenemos algún problema, generalmente se trata de nuestra capacidad de entendimiento, y no de las palabras que se dijeron. Debemos anticipar a veces que el Señor Soberano del universo no siempre sea entendido por su creación. Eso no impide que confiemos en Él.

La gente ha debatido mucho sobre lo que esto significa. Veo algunas posibilidades. No estoy exactamente seguro. No creo que alguien lo sepa con certeza. Un posible significado es que cuando dice, «Hasta que todo esto suceda» se refiere a la destrucción del templo de Jerusalén, por lo cual dice: «En verdad os digo, que no pasará esta generación hasta que el templo haya sido destruido, hasta que Jerusalén haya sido destruida». En ese caso, estaba prediciendo precisamente eso porque las personas a las que está hablando le hubieran entendido.

Otro posible significado de lo que dijo se trata de la palabra «generación» y puede que signifique, o algunas personas creen que significa cierta clase de personas. Dice, «De cierto os digo, esta generación, lo cual podría significar todos los discípulos, todos los creyentes, o quizás todos los judíos, toda la nación de Israel. Dice que aún habrá cristianos hasta que todas estas cosas sucedan. Es posible que quiso decir eso.

Otra posibilidad es que está hablando de generaciones futuras. Cuando dice, «no pasará esta generación», quiere decir que la generación que verá todas estas cosas prevalecerá hasta que todas se hayan cumplido.

Otra. Llamé a mi amigo Gerry Breshears, que también vive en Portland, y ha escrito varios libros con el pastor Mark, y tenía un punto de vista interesante: que en todos los evangelios siempre que Jesús dice, «esta generación, habla de la gente mala, impía, y rebelde, los que se oponen al reinado de Jesús y a la introducción del reino de Dios. De modo que podría estar diciendo, «De cierto os digo, el mal y la rebeldía no pasarán, pero yo regresaré».

No estoy seguro exactamente lo que dice. Uno puede ser dogmático con un pasaje de estos y hay muchas ideas más sobre lo que podría significar de las que les he compartido, pero lo principal es esto: Las palabras de Jesús son fidedignas. El corazón de esta promesa es que Él regresará. Vimos todo lo que prometió antes en este capítulo. Vimos que todo aconteció exactamente como dijo excepto el regreso de Jesús.

Lo que está diciendo es, “Mi promesa es seguras.” De hecho dice que cielo y tierra pasarán antes que pasen estas promesas. Dice que la creación es menos permanente que las promesas que acaba de hacer. Por eso, nuestro corazón no puede menos que decir: «Jesús, has sido fiel al ciento por ciento en todo lo que he visto, y has cumplido tu Palabra. No sé exactamente lo que quieres decir en medio de todo esto, pero confío que tienes razón, que dices la verdad, y sé que vas a regresar. Nadie sabe el día exacto». Este es el corazón de este asunto, y es nuestro corazón también.

El reto

Jesús regresará. Nos debería dar un profundo sentido de urgencia. Debería afectar todo aspecto de nuestra vida. Para llamarnos de esta manera comienza con una parábola, nos da una promesa: Que su Palabra es segura, que sus predicciones se cumplirán, que Jesús regresará. Después pasamos al versículo 34. Aquí aumenta la intensidad y nos reta fuertemente. Dice: «Estad alerta, no sea que vuestro corazón se cargue con disipación y embriaguez y con las preocupaciones de la vida, y aquel día venga súbitamente sobre vosotros».

Esto es lo que dice: La palabra en griego para disipación es muy interesante. Literalmente significa tener una cruda (resaca). Es la palabra griega que describe el aturdimiento y el dolor de cabeza que siente cuando los efectos del alcohol se disipan en su cuerpo. Dice literalmente, «Regresaré. No se lo pierdan por estar enguayabados». Es medio chistoso, pero a la vez no lo es. Dice, «No estén enguayabados. No se emborrachen».

Dice, «No se carguen con las preocupaciones de esta vida, y venga súbitamente sobre vosotros ese día». La imagen que presenta aquí es como una trampa que se activa de repente y atrapa la presa, y el animal espera sin poder hacer nada hasta ser destruido sin remedio. Esta es la imagen aquí.

Luego dice, «Porque vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de la tierra». Está diciendo, «Regresaré, y eso significa que toda persona, cada ser humano que ha vivido sobre la faz de la tierra en el pasado, el presente, y el futuro, enfrentará dos realidades: Morirán y verán a Jesús cara a cara como Juez, o Jesús regresará cuando estén vivos y lo verán cara a cara como Juez».

Dice que ciertamente sucederá. Dice, «Cielo y tierra, y la creación misma tienen menos certeza que esa promesa». Sucederá. Es la realidad en la cual todos vivimos, aunque la reconozcamos o no.

Entonces dice otra vez, «Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre». En el último sermón, el pastor Mark terminó dándonos un reto. Dijo que debíamos vivir en la tensión que existe entre estar listos para el regreso de Jesús, y planificar para las generaciones venideras. Creo que todos buscamos esa tensión.

Pero al pensar en eso específicamente esta semana, y al cavilar sobre este texto, no creo que muchos de nosotros seamos capaces de ir a esos extremos. No conozco a muchos de ustedes que se quedan sentados obsesionados con el día exacto en que Jesús regresará. Quizás unos cuantos de ustedes, que son muy raros, pero por otra parte también, sé que estamos tratando de hacer planes, no estoy seguro si muchos de los que están del otro extremo también estén totalmente obsesionados con las generaciones venideras.

Francamente, creo que donde vivimos muchos de nosotros, y lo que Jesús nos está diciendo directamente aquí, es que la mayoría vivimos como si lo que tenemos por delante, o en frente, es la única realidad en toda la eternidad. Creo que la mayoría estamos recargados con los afanes de esta vida, y la pasamos pensando en los detalles, y en el próximo proyecto que debemos completar, y en el próximo hito que debemos alcanzar. O vivimos por los placeres que este mundo y esta vida nos ofrecen. Nos estamos aguantando hasta el próximo fin de semana, hasta las próximas vacaciones, hasta el siguiente programa que vamos a ver, como el del próximo jueves por la noche.

Creo que muchos vivimos en el presente, sin ver más que lo que tenemos por delante. Cuando pienso en lo que domina nuestros pensamientos, creo que estamos cargados, estamos consumidos con los afanes de esta vida. Son impulsados por los placeres que ofrece este mundo. En el corto plazo. Me identifico con esto íntimamente. Creo que todos estamos viviendo esto, porque sé cuánto lo estoy viviendo.

Me han consumido los detalles y los afanes de esta vida en los últimos meses. Estaba consumido con los detalles de hacer los preparativos para nuestro gran culto de Pascua en Seattle. Después me sentí consumido cuando preparaba mi casa para ponerla a la venta, y entré en el extraño y pervertido mundo de HGTV. Mi vida entera se volvió como un programa de esos de vender su casa. Contratamos una interiorista que asustó un poco a mis hijas. Empezaron a decir que era la malvada señora interiorista quien hizo que guardaran algunos de sus animales y su ropa, y que botaran algunas cosas. Y eso me tenía consumido. Después me consumió empacar toda mi casa. Después me consumió la mudanza. Después me consumió desempacar toda mi casa. Me consumieron las negociaciones para comprar este gran edificio que Dios nos dio en Portland.

Ningunas de esas cosas de por sí son malas, todas son buenas. Sentí que Dios me llamó a mudarme. Creo que hice lo correcto. Estamos emocionados. Sin embargo, cuando uno está consumido, cuando está recargado con las preocupaciones de esta vida, se van acumulando hasta convertirse en una carga cada vez más pesada. Como soy tan emprendedor, cuando tengo que hacer algo tiendo a hacerlo yo solo, y cuando enfrento un obstáculo tomo impulso y arremeto con más fuerza; yo tomo más peso hasta que podría quebrarme la espalda.

Cuando hacemos eso, pasa lo siguiente. Al estar consumidos con los detalles de nuestra vida, todas las cosas buenas se convierten en una forma perversa de construir nuestro propio reino en directa oposición al reino de Dios. Cuando asumimos toda la responsabilidad, y nos obsesionamos por cada detalle de lo que tenemos delante, lo hacemos francamente para trabajar duro y producir resultados; para serle agradables a Dios. Creamos un medio paralelo de justificación aparte de lo que Jesús ya hizo por nosotros. Al hacerlo, trabajamos y construimos para hacer avanzar y estructurar nuestro reino personal, que a su vez se establece en oposición al reino de Dios.

El peligro en hacer eso es que seguimos enfocándonos en nosotros mismos, y la esperanza más o menos es arrancada de nuestros corazones. Todo se vuelve medio oscuro. Nos volvemos personas toscas en el trato, porque de repente empezamos a ver todas las cosas, aun las personas que amamos, nuestra esposa e hijos, como algo que desafía nuestro reino. Así me encontraba hace como un mes, quizás más recientemente.

El verdadero peligro es de lo que Jesús nos advierte aquí cuando dice, «Cargados con todas las preocupaciones de esta vida, corremos el peligro inminente y real de perdernos a Jesús». Jesús pudo haber regresado en carne hace un par de meses, y me lo hubiera perdido porque estaba tan metido en Craigslist, tratando de encontrar una casa de arriendo para mi familia. Craigslist no vale la pena si me pierdo a Jesús. Corremos el riesgo de perdernos a Jesús, literalmente, cuando regrese. Corremos el riesgo de perderlo a Él, en sentido figurado, porque Él obra en y alrededor de nosotros.

Al construir nuestro propio reino obsesionados con los detalles de lo que tenemos enfrente, sin otra perspectiva que esa, nos perdemos lo que Él quiere hacer en nosotros. Porque amigos, su reino se mueve hacia adelante, sobre todo en nuestros corazones, a medida que somos cambiados a la semejanza del Rey. El buen Rey Jesús se mueve hacia adelante con su reino cambiándonos para que seamos más como el Rey. Así se mueve, para que al ser cambiados, proclamemos el reino a los demás. No quiero que se lo pierdan por causa de todas las cosas que los tienen cargados y los afanes de esta vida.

El ejemplo

Jesús nos muestra exactamente lo que eso significa: Vivir a la luz de la segunda venida, vivir a la luz del reino. Dice en el versículo 37, «Durante el día enseñaba en el templo; pero al oscurecer salía, y pasaba la noche en el monte llamado de los Olivos. Y todo el pueblo madrugaba para ir al templo a escucharle».

Permítanme preguntarles. Si supieran como Jesús que les quedan pocos días para vivir, ¿qué harían? ¿Con quién pasarían el tiempo? ¿Estarían con sus amigos? ¿Harían una fiesta? ¿Qué harían? ¿Harían una gran cena? Si pudieran hacer cualquier cosa. Jesús hace algunas de estas cosas: Hace una gran cena llamada la Última cena. Pasa tiempo con unos de sus amigos más queridos. Pero ante todo, Jesús se aparta de todas las presiones que lo rodean para asegurarse de estar en los asuntos de Su Padre.

Era su costumbre retirarse a los lugares callados y solitarios, sobre todo al Monte de los Olivos cuando estaba en Jerusalén. Se retira de todas las peticiones de la incesante muchedumbre que viene a pedirle que les enseñe que los sane y que les sirva. Y ayudó a muchas personas. Pero siempre se retiraba para reajustar prioridades, para que estas, su visión, su misión, y su reino, estuvieran en armonía con el de su Padre Celestial. Es lo que está haciendo aquí.

En vez de salir y hacer cualquier cosa que pudo haber hecho, se retira al lugar exacto donde sabe que iba a ser traicionado en unos momentos. Se retira al lugar donde sabe que sería traicionado, sabiendo que sufriría, y moriría. Sabe que debe apartarse para mantenerse en misión, porque todo lo demás podría distraerlo.

Creo que también podría estar anticipando su ascensión porque de hecho asciende de regreso al Padre desde el Monte de los Olivos, después de resucitar de los muertos. Creo que podría estar anticipando su regreso también, como acabamos de leer en la promesa del libro de Zacarías. Cuando regrese, sus pies posarán sobre el Monte de los Olivos. Quizás estuvo meditando en eso para darle esperanzas de las promesas de lo que ciertamente acontecería.

Jesús es nuestro gran ejemplo de lo que significa, pese a las presiones, pese a todo lo que se derrumbaba y lo aplastaba, retirarse para asegurarse de que estaba en los asuntos de su Padre que estaba en la misión que su Padre le había dado, la que Él sabía consistía en padecer y morir por el pecado. Al meditar en este pasaje, al ver el ejemplo de Jesús, las buenas noticias es que Jesús no solo nos da un ejemplo y nos dice que tratemos más duro. Por medio de Él tenemos vida nueva, y Él nos acerca a sí mismo.

Hay cuatro cosas que me llamaron la atención en esta porción que hacemos para evitar ser sobrecargados con los afanes de esta vida y nos conformemos con ellos y con los placeres pasajeros que el mundo ofrece.

1. Orar

Primero, vemos que Jesús se retiró a orar, y nos reta a hacer lo mismo. Dice, «Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán». Quiero que veamos eso unos minutos porque, Mars Hill, no estoy seguro que seamos la mejor iglesia en cuestión de orar. Lo que puedo decir con certeza es que en cuestión de orar no soy el mejor pastor.

Mars Hill, creo que tenemos tanto celo y energía para emprender las cosas hasta completarlas, estamos tan dispuestos, deseamos tanto que el reino de Dios avance por medio de nosotros, y que le seamos útiles, que nuestras fuerzas—y me parece admirable pero creo que a veces como puede ocurrir, nuestra fuerza puede convertirse en nuestra debilidad y podemos empezar a obrar en nuestra propia fuerza dejándonos rendidos. Muchas veces, terminamos construyendo nuestros propios reinos hasta en el nombre de nuestro buen Rey Jesús, pero en realidad es falso. Se disfraza levemente como algo nuestro, para nuestra propia gloria, de acuerdo con nuestros planes, y conforme a nuestros propios deseos.

No creo que la oración resuelva eso necesariamente, pero creo que retirarnos para orar es un elemento clave. Lo vemos en forma tan consecuente en la vida de Jesús. Jesús dice en Juan 15:5, «Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer». Significa que nada que valga la pena puede suceder aparte de la obra de Jesús en y por medio de nosotros. Creo que al orar nos retiramos de las presiones, nos apartamos de las exigencias, nos retiramos temporalmente de los cuidados de esta vida, y las llevamos a nuestro Padre Celestial que sabe, nos ama, y tiene cuidado de nosotros. Y a Jesús quien dijo, «Echen toda su carga sobre mí, porque mi carga es ligera. Caminemos juntos».

Pienso que la oración, al menos en mi vida—y fui compungido sobre esto—es apenas una declaración de guerra a esta forma de vivir centrada en uno mismo, a corto plazo, en las cosas que tenemos frente a nosotros. Vivir para mi propio reino. Llevo un diario de oración, y me parece chistoso porque es lo que hacen las personas compungidas sobre la oración y no saben qué hacer al respecto. Leen libros y llevan un diario de oraciones. Estoy aprendiendo más cómo orar, pero es un proceso lento. He estado haciendo una lista porque creo que la oración declara la guerra a tantas cosas que batallamos. Esto es parte de esa lista.

La oración es una declaración de guerra a la autosuficiencia, al volvernos cada vez más dependientes de Dios. Es una guerra contra la independencia porque tenemos que reconocer que no podemos hacerlo solos. Es una guerra contra la auto importancia al adorar algo más grande. Es una declaración de guerra contra la ansiedad al confiar que Dios proveerá. Es una guerra contra los placeres temporales que el mundo que nos rodea nos ofrece, al alabar al Dador de todos los dones más allá de los dones que nos da como objetivos en sí mismos. Es una declaración de guerra contra el paso ajetreado de la vida en el cual todos caemos, al tomar tiempo para estar quietos y pensar y escuchar y tratar de oír lo que Dios tiene para nosotros. Es una declaración de guerra contra la justificación por resultados, porque reconocemos que Dios es quien obra en nosotros. Es una declaración de guerra contra el cinismo y la incredulidad al tomar pasos de fe Él nos oye y nos contesta.

Aparte de la oración estoy convencido—al menos sé que pasa en mi vida—estoy convencido de que aparte de la oración, vivimos como si lo que parece más urgente y lo que tengamos por delante es lo mejor y lo más importante en toda la eternidad y en todo el universo. Al orar, cuando tomamos unos minutos para retirarnos y estar callados y escuchar, somos rehechos en la imagen de Jesús. Al orar, nuestras prioridades se inclinan ante las Suyas, nuestra misión se alinea con la Suya y somos compungidos si estamos construyendo nuestro propio reino y somos transformados para formar parte del Suyo.

Nunca he leído de ningún movimiento donde Dios se mueve en forma significativa y muchos se vuelven cristianos—nunca he leído de ningún movimiento en todos los tiempos que no tuviera un firme cimiento antes de ver algún efecto de que Dios se movía, y que estaban dedicados a la oración. Amigos, si queremos vivir conforme al reino de Dios, y queremos ver avanzar el reino en nosotros, y ver ciudades transformadas, ciudades como Albuquerque y Portland, Seattle y el condado de Orange, debemos ser personas que oran, que se vuelven a alinear y son rehechos conforme a la misión del Padre, conforme al reino de Dios, conforme al gran Rey, el Rey Jesús. Por eso oramos.

2. Adorar

También adoramos. Adoramos al Dador, en vez de sus dones. El mundo adora y sirve las cosas creadas sin reconocer al Creador, y caemos en eso. Romanos 1 dice, «Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, que es bendito por los siglos». Consideramos los buenos dones que nos ofrece: La comida, la bebida, la sexualidad, y empezamos a ver estas cosas buenas, a considerarlas cosas de Dios, o cosas que nos hacen sentir realizados, cosas que pueden quitarnos el peso de de este mundo, el cual solo Dios puede quitar.

No les estoy diciendo al predicar que la sexualidad, la comida, y la bebida son cosas malas, pero Dios nos ha dado estos dones para disfrutarlos conforme a su gloria y conforme a las reglas que ha establecido. Por lo tanto disfrutamos del vino, la cerveza, o lo que sea, pero no nos embriagamos. Disfrutamos de la sexualidad, pero en el contexto de un matrimonio piadoso. Disfrutamos de la comida, sin excesos ni glotonería. sino anticipando la cena de las bodas del Cordero donde veremos a Jesús cara a cara. Es decir, hacemos cosas parecidas a lo que hace el mundo que nos rodea, pero en forma distinta porque servimos un rey diferente que construye un reino diferente por medio de nosotros.

En Portland, la cultura está orientada hacia la comida, la bebida, y el sexo como fines en sí mismos, lo cual produce un café excelente y restaurantes, pero establecen y perfeccionan estas cosas como si fueran lo más grande del mundo, el mejor mundo posible. Las adoran como fines en sí mismos. Y para los que conocemos a Jesús, nunca debemos tratar sus dones de esa manera. Adoramos al Dador, lo alabamos por sus dones, y disfrutamos sus dones para Su gloria.

3. Administrar

También lo administramos todo para su reino. La ilusión es que tenemos cosas y Dios quiere que le devolvamos algunas y si somos buenos cristianos le devolveremos algunas y que haremos lo correcto con lo que nos sobra. La realidad es que no tenemos nada. Todo lo que tenemos, todo lo que creemos que tenemos es de Dios y nos fue encargado temporalmente con el fin de hacer avanzar su reino en y por medio de nosotros.

Eso significa que todo nuestro tiempo, nuestras habilidades, cada dólar que tenemos, cada relación en la que nos encontramos es un recurso precioso que debemos administrar para la gloria de Dios y para el avance de su reino. Debe haber un sentido de urgencia en esto porque no tenemos un momento que perder, ni un dólar que despilfarrar.

Creo que una de las canciones favoritas que cantamos aquí en Mars Hill es un himno rehecho llamado, «Dios mío, Padre mío». Tiene una par de versos que dicen, «Si me llamaras a dejar lo que más aprecio, nunca fue mío, solo te estoy dando lo que es tuyo». Lo único que tenemos es lo que Dios nos ha encargado; pero no nos pertenece. En cualquier momento puede usarlo para lo que quiere.

Esto tiene una poderosa implicación que va más allá de nuestros dólares y nuestro tiempo. Tiene que ver con la esencia de quienes somos y cómo vemos nuestra identidad. Quiero retarlos hoy a que sepan que ustedes no son sus dones. Dios no los puso sobre la faz de la tierra para ser artistas. Los puso sobre la faz de la tierra para ser portadores de Su imagen, glorificar a Dios, ser discípulos de Jesús, enviados en misión para hacer más discípulos; a quienes se les han encomendado ciertas habilidades artísticas que les fueron dadas con el único fin de hacer avanzar su reino por medio de nosotros.

Todo lo que se nos ha dado es para eso. Cada don, cada dólar, cada momento, cada relación, cada habilidad, cada labor. Usted no es solo una madre; es portadora de la imagen, glorifica a Dios, es discípulo de Jesús, y ha sido enviada en misión para hacer más discípulos, le han encargado unos niños pequeños en su familia para hacerlos discípulos, conforme a su misión. Ustedes no son sus dones. No son el papel que desempeñan. Todo ha de ser administrado para Su reino que va avanzando.

4. Anticipar

Y por último, anticipamos Su regreso con un sentido de urgencia. Mars Hill, quiero esto para ustedes. Dios me está recalcando esto y quiero que también lo sientan porque no sabemos el día de su regreso. Nadie lo sabe. Pero el desafío que tenemos aquí hoy es que vivamos cada día como si fuera el último.

Si Jesús regresara, ¿qué evidencia hay de que esperamos su venida? Muchas veces temo que yo y muchos de ustedes vivimos como si tuviéramos todo el tiempo del mundo como si no importara. La semana entrante pondremos en orden las finanzas. El año entrante nos reconciliaremos con tal persona. El tiempo es corto. No tengo idea cuándo pueda volver Jesús, pero sé que el tiempo es corto, y sé que cada momento se acerca más, y cada momento Él quiere obrar en y por medio de nosotros, pero estamos durmiendo la mayor parte del tiempo. ¡Despiértense! Despiértense a su reino y a lo que quiere hacer por medio de ustedes.

Me recordaron esto justo antes de venir acá. Un varón de 22 años que acaba de graduarse de UW, servía fielmente en la iglesia del Distrito Universitario. Recién se había graduado, y se mudó a Portland de donde es originalmente. Ha servido fielmente; ha sido de gran ayuda para nosotros con el audio mezclando el sonido y cosas así hasta ahora. Tiene 22 años y busca trabajo como ingeniero. Recién está comprometido y espera casarse en casi un mes. Se perdió nuestro evento hace dos semanas porque parecía que se había lesionado la espalda. Fue al médico y trató de averiguar qué le pasó a su espalda.

Su espalda no tenía nada mal. Era como un dolor en la cadera y le hicieron más exámenes. Se dieron cuenta que tiene como un—no recuerdo cómo se llama, pero es algo descomunal, es un cáncer poco común que afecta a jóvenes adultos, que ha invadido el hueso de la cadera. Es más, antes de que pudieran hacerle los exámenes y diagnosticarlo ya se había transformado y metastatizado, como dijeron, y ahora lo tiene en los pulmones. Es horrible. No sé cuál será el pronóstico exactamente; estaré con él algún tiempo cuando volvamos. Ahora lo enfrenta la realidad de, «¿Cuántos días me quedan?». Tiene solo 22 años. «¿Debo casarme si la muerte podría estar en mi futuro?».

No se pierdan a Jesús

Amigos, se los digo no por culpa sino por la realidad inminente del reino de Dios, y de la segunda venida de Jesús: Es solo una ilusión creer que están en distintas circunstancias. No caigan en esa trampa. Porque si caen en ella, podrían perderse a Jesús. No se pierdan a Jesús.

La historia sigue a partir de aquí, y a los pocos días Jesús vuelve a l huerto otra vez. Ora agonizando por lo que el Padre tiene que hacer. Sabe que su traición y su tortura están a pocos minutos de suceder. Algunos de sus discípulos están con Él. Viene y les da el mismo reto que nos da a nosotros. Les dice, «Orad para que no entréis en tentación». Jesús está a pocos pies de ellos, retirándose de ellos, agonizando sobre lo que Dios lo ha llamado a hacer. Dios Padre lo ha llamado a hacer tanto que le brota la sangre, literalmente sudaba sangre.

Vuelve más de una vez y encuentra a sus discípulos durmiendo, porque aunque ha predicho una y otra vez que moriría, y que resucitaría en tres días, sus discípulos no entendieron. Se perdieron a Jesús. Sentados ahí esa noche, lo único que se les ocurre pensar en los afanes de este mundo, que tienen sueño, que tuvieron un día largo. Estamos en las mismas. Al poco tiempo, Pedro, cargado con los temores de este mundo, es decir, bajo la presión que le causó una adolescente junto a una hoguera, niega haber conocido a Jesús tres veces, porque tiene miedo de lo que vayan a pensar los demás.

Sé que todos podemos identificarnos con esto. Yo puedo identificarme con esto. Como les he compartido, ha sido una temporada de cambios profundos y retos para mí. Pero esto fue lo malo que pasó y lo que reconocí hace unas semanas. Cuando nos obsesionamos con lo que tenemos frente a nosotros, al obsesionarnos con los detalles, al dejarnos sobrecargar con las preocupaciones de esta vida—sé que me encontraba obsesionado tratando muy duro, trabajando muy duro, y acabé poniendo todos mis esfuerzos en remediar estas circunstancias. Pensé, «Esto es doloroso, esto no sirve, arreglémoslo».

Al apartarnos, al apartarnos a orar y a pedir a Dios que cambie nuestro corazón para estar en misión y en los asuntos del reino, al administrar nuestros recursos con ese fin, al adorar al Dador y no los dones, anticipamos el regreso de Jesús, vemos lo que Dios quiere hacer en medio de las circunstancias. Me di cuenta que gastaba la mayor parte de mis esfuerzos tratando de salirme de las circunstancias, y me perdí a Jesús. Me perdí lo que Él estaba tratando de enseñarme en todo eso. Me perdí la forma como Él quiere hacer avanzar su reino en mí.

Me siento mucho más cómodo al hablar del avance del reino, saben, de hablar de la ciudad de Portland mediante nuestro asombroso edificio nuevo, como un castillo. En cambio, lo que oigo al apartarme a orar es que de hecho el reino comienza en mi corazón, apartando tiempo de mis esfuerzos continuos de justificarme a mí mismo bajo mis términos, para mi gloria, y para mi reino, porque Dios desea hacer algo más en mí y quiere ablandar mi corazón. Que innecesaria y constantemente sigo quitándome la carga de encima y como resultado, oscuridad y desesperación. Sé que no soy el único al que esto le pasa.

Las buenas noticias es que hay gracia. No es una gracia barata donde Jesús dice, «Todo está bien, no tienes problema, estamos en paz». Esa es la gracia que nosotros nos ofrecemos tantas veces. No, la gracia de Jesús es distinta. Cuando Pedro lo negó tres veces, viene a Pedro y le dice, después de resucitar de los muertos, le pregunta: ¿Me amas? Apacienta mis ovejas. Tres veces lo restauró. No es una gracia barata; es una gracia que lo transforma y lo llama a estar en misión.

Amigos, Jesús está en pie delante de nosotros hoy. No piensen por un instante que no les está hablando. Les está hablando en el templo a sus discípulos, personas que tratan de seguirlo, tal como nosotros, averiguando cómo. No piensen por un instante que les está hablando a otros. Les está hablando a ustedes. El reto que les hace se trata de su reino y Su misión, para que vivamos como si de veras regresara.

¿De veras creemos eso? So es así, ¿qué efecto tendría en su vida? Los reto a que hagan esto. No solo tenemos a Jesús de pie frente a nosotros diciendo, Yo lo logré. Esfuércense más. Tenemos a Jesús, quien nos da un corazón nuevo y una vida nueva. Al acercarnos a Él, nos cambia de adentro hacia afuera. Nos da una visión nueva, nuevas prioridades. Amigos, para cerrar mi pregunta es esta, básicamente: ¿Qué los consume? ¿Qué los tiene sobrecargados? ¿De qué formas resisten el reino de Dios que avanza en ustedes? ¿De qué formas están construyendo sus propios reinos en oposición al Suyo? Jesús está de pie frente a nosotros diciendo, «Soy real. Soy verdadero. Estoy lleno de gracia. Regresaré» No se pierdan a Jesús. Si tan solo trataran de buscarlo con ese fin. Amigos, no se pierdan a Jesús.

Padre, esa es nuestra oración. Queremos verte. Queremos saber lo que estás haciendo, lo que quieres hacer en y por medio de nosotros. Pedimos que abras nuestros ojos, que nos despiertes, para que estemos alerta y oremos, para que adoremos, para que seamos buenos administradores de todo lo que nos has dado, y que ansiosamente, urgentemente deseemos tu regreso, que estemos en tus asuntos y en tu reino, en tu misión para tu gloria, con todo momento que nos queda hasta el gran día que te veamos cara a cara. Amén.

Nota: Esta transcripción ha sido editada.