Lucas 15:1–10 (RVR 1960)
1 Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle,
2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.
3 Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:
4 ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
5 Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;
6 y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.
7 Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.
8 ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?
9 Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.
10 Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
¿Alguna vez ha perdido algo de mucha importancia y no lo pudo encontrar? Lo buscó por todas partes, y después lo encontró. ¿Recuerda lo feliz que estaba? Sus llaves, su cartera, su billetera, su anillo de bodas, su hijo.
En serio, ¿alguna vez ha perdido su hijo? Es un mal día. Recuerdo la primera vez que se me perdió un niño… le pregunté a Grace esta mañana cuando desayunábamos, y sé que algunos de Uds. dirán, “Ah, caray, no puedo creer que se le haya perdido un niño”. Si nunca ha perdido un niño, les diré por qué. Si no tiene niños, tan pronto tenga uno, ese niño se le va a perder aunque lo esté vigilando en todo momento. Son como los ninjas, sigilosamente se escabullen por ahí. Simple y llanamente.
Cuando éramos una iglesia pequeña, perdimos nuestro edificio y First Press en el centro nos dio alojamiento; son una iglesia grande, con un gran edificio. Acabábamos de asistir al culto de la noche allá, y fui a donde estaba Grace y le dije, “Oye, ¿dónde está Zac?”. Esto fue cuando Buddy Zac tenía por ahí dos o tres años, era apenas un pequeñuelo. Ella me dijo, “Pensé que estaba contigo”. Le dije, “Yo pensé que estaba contigo”. Me asusté, estábamos en el centro, había pordioseros por todas partes, la gente pasaba por aquella iglesia enorme. Inmediatamente uno piensa en lo peor. No actuaba como un calvinista. Perdía los estribos. No me porté como si Dios estuviera a cargo del universo. Buscamos en cada rincón de ese edificio, y no encontramos a Zac. Salí corriendo por el centro de Seattle tratando de encontrar a Zac. No lo pude encontrar. Perdí los estribos.
Regresé y decidí, “El único sitio donde no hemos buscado es el balcón que nunca usábamos”, porque la iglesia era tan pequeña que podíamos hacer el culto en un Suburban. No necesitábamos un balcón. No era gran cosa. Subí al balcón, y ahí estaba Zac, pasando el tiempo tranquilo. Tenía como dos o tres años, estaba tranquilo en el balcón solito. Era un balcón cerrado donde nunca entrábamos. “¿Qué haces Zac?”. “Estoy en el balcón”. “Sí, lo sé. Pero quería saber por qué estabas en el balcón”. “Podía verlo todo desde aquí”. “Oh, bien hecho…sabes. ¿Sabías que tu madre se moría?”. Me alegraba mucho haber encontrado a Zac y así es la vida. Se nos pierde alguien o algo que valoramos mucho, y cuando los encontramos, lo que se había perdido se encuentra, y nos llenamos de gozo. Dios quiere que empecemos con esa perspectiva, de saber que el corazón de la gente perdida se llena de gozo cuando las encuentran.
Hoy Jesús nos contará dos parábolas, que son pequeñas historias que encierran grandes verdades; una trata de la oveja perdida, y la otra de una moneda perdida. En Lucas 15:1–10 examinaremos el gozo de Dios al encontrar la gente perdida. La primera que veremos es la de la oveja perdida en Lucas 15:1–7, “Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle”, O sea dos grupos de gente mala. Jesús se estaba volviendo muy popular. “y los fariseos y los escribas…”, ahí vienen los religiosos. “Murmuraban, diciendo: ‘Este a los pecadores recibe, y con ellos come’. Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”.
A ver, Jesús es Dios. Viene al mundo y va a las cenas, lo cual en esa cultura era una manera de entablar amistades, en este caso con dos grupos de pecadores. El primer grupo eran pecadores de clase alta. El otro grupo estaba integrado por pecadores de clase baja. Los de clase alta eran recaudadores de impuestos. Extorsionistas profesionales y ladrones. Eran odiados y despreciados porque le robaban a su propia gente. Era horrible. Esto era lo que hacían: A los ojos del pueblo de Dios, un gobierno extranjero como el de los romanos había venido a apoderarse de ellos, a subyugarlos, a gravarlos con impuestos muy altos, y estos contrataban personas del pueblo para recaudar los impuestos: un porcentaje era para el imperio impío y la otra parte se la guardaba el recaudador.
Ahora, imagínense hoy en día eso sería como si los canadienses nos invadieran. No quería asustarlos, por eso escogí algo que no puede ocurrir. Pero imagínense un momento que todos los canadienses se juntan y agarran sus palos de hockey y a fuerza cruzan la frontera. No anticipamos el ataque y se apoderan de nosotros. De pronto todo el mundo dice, “Uy”. y hay un montón de tipos que hablan francés, y las cosas se ponen muy mal. Y para ayudar a pagar este gravamen del imperio impío, imagínense que los canadienses empiezan a reclutar miembros de nuestra propia iglesia, y personas de sus grupos comunitarios. Dejan que esas personas sean recaudadoras de impuestos, para sacarnos todo el dinero que puedan a cada uno de nosotros.
Se sentirían muy frustrados y desilusionados con la gente que dice que todavía adora a Dios pero le roban al pueblo de Dios. Se oponían tanto a los recaudadores de impuestos que los rechazaban. No se les permitía testificar en corte porque los consideraban muy deshonestos. Cuando iban a la sinagoga, que era como una iglesia del Antiguo Testamento, no se les permitía ni diezmar, o dar su ofrenda monetaria. Se sabe que uno es bien malo cuando ni la iglesia recibe su dinero, ¿amén? Ninguno de Uds. es así de malo, ¿no es cierto? Eran bien malos, eso es lo que quiero dejar muy claro.
Estaban los pecadores de clase alta y los pecadores de clase baja. Aquí solo dicen que eran pecadores. Era lo que los religiosos los llamaban. Eran pecadores comunes y corrientes. Me los imagino con los pantalones por los tobillos, con los grandes calzoncillos por fuera, caminando como patos embarazados; gente así. Hip-hoperos, prostitutas. Lo normal. Tipos fumando marihuana, que van al Hempfest. Gente así, común y corriente; pecadores que viven la vida sin amar a Dios, como ignorantes e indiferentes.
Jesús está cenando con esta gente. Y llegan los religiosos y dicen, “¿Qué está haciendo? Jesús dice que es Dios, pero vean a sus amigos. Vean a sus amigos”. Ahora, piénsenlo; hoy en día sería igual de controvertido. Digamos que mañana prendemos el noticiero y de pronto vemos a Billy Graham con Eminem y Lady Gaga, y van al restaurante Applebee’s todos los martes a almorzar. Le daría un infarto a la gente religiosa. Dirían, “¿Qué está haciendo? ¿Está de acuerdo con Eminem? O con Lady Gaga?”. Mejor dicho, ella necesita nacer de nuevo pero de otra manera. Sería como…era un chiste. No sería mala idea, sin embargo, muchos religiosos se saldrían de quicio. “Ay, Dios mío, Billy Graham comprometió su integridad”. Eso era lo que decían de Jesús.
Jesús sabe que son pecadores, pero Jesús se la pasa con los pecadores, y come con los pecadores, aunque Jesús nunca peca ni aprueba de sus pecados porque trata de salvarlos. En realidad, si Jesús nunca hubiera comido con los pecadores siempre hubiera comido solo.
Los religiosos se hacen a un lado, como suelen hacerlo, y dicen: “Aquí están los pecadores de clase alta, y los de clase baja. Jesús, no deberías comer con los pecadores”. Pero en realidad existe otro grupo de pecadores llamado los pecadores religiosos, los santurrones, los hipócritas, los que se la pasan juzgando a los demás, orgullosos. Hasta ahora en el libro Jesús ha comido con ellos varias veces y no estaban molestos con Él. Eso es lo que pasa cuando uno es religioso. Siempre está pendiente del pecado de los demás, pero hace caso omiso a su propio pecado. Juzgan a Dios y a su pueblo por amar a ciertas personas, creyéndose más dignos de ser amados que ellos. Jesús va a amar, a servir, a comer con las tres clases de pecadores, de clase alta, de clase baja, y con los pecadores religiosos que ni siquiera saben lo pecadores que son.
A fin de cuentas los pecadores religiosos darán a conocer que son los más pecadores de todos. Los que crucifican a Jesús y lo traicionan no son los hip-hoperos y las prostitutas y los que tratan de legalizar la marihuana por razones médicas; no son ellos los que gritan, “¡Crucifíquenlo! ¡Crucifíquenlo!”. Son los tipos religiosos que se creen mejores que todo el mundo. Por lo tanto debemos tener cuidado. Debemos cuidar el corazón siempre contra la religiosidad; y si Ud. ha venido hoy y es una persona religiosa, no debería sentirse orgulloso, antes debería darle vergüenza. Debería arrepentirse de ese pecado.
Jesús nos da una ilustración contándonos un cuento. Una parábola. Cuenta la historia de una oveja de un pastor, y un rescate. Y les refiere esta historia. Les dice, “imagínense un hombre con su rebaño”. Y al pensar en rebaños, pensamos en términos de un negocio pequeño. En esa época los rebaños de ovejas eran los activos. Cien rebaños no era algo enorme. Imagínense un pequeño negocio. Imagínense un vendedor de carros usados que tiene un concesionario de cien carros. Algo así. Es un negocio mediano-pequeño. No es súper pobre, ni muy acaudalado, sino de clase media. Y dice, “Si tuvieran cien ovejas, y esa fuera su cartera de acciones, y una de sus ovejas se perdiera, ¿qué harían?”
Y cuenta la historia, esta parábola, de esta manera. Dice, “Un buen pastor buscaría a alguien que cuide a las 99 ovejas e iría a buscar a la perdida”. Esto es muy atípico porque a menudo si a uno le alcanzaba le pagaba a alguien que fuera a buscar a la oveja perdida. Sin embargo, aquí describe a un pastor muy amoroso, que muy atento, trabajador, esmerado. El pastor mismo está dispuesto a caminar bien lejos, peinando las colinas, buscando en todas partes esperando encontrar la oveja perdida para llevarla a casa.
Jesús dice que esta historia nos da una ilustración de cómo obra Dios. Analizamos la parábola y nos preguntamos, ¿quién es Dios en la parábola? ¿Qué papel hace Dios? Es el pastor. ¿Entonces qué somos nosotros en la historia? Las ovejas. Está bien, no es un cumplido. Las ovejas apestan, se ensucian. ¿Son animales inteligentes o brutos? Brutos. No son fáciles de amaestrar. Si una oveja se pierde, no puede defenderse porque las ovejas son débiles.
Nadie tiene miedo a las ovejas, ¿no es cierto? Cuando los niños no duermen de noche, les decimos, “Estás cansado, lo mejor que puedes hacer para relajarte es contar ovejas”. ¿No es cierto? Ninguno de Uds. le tiene miedo a las ovejas. Si se meten en una pelea llevan las de perder. No tienen espolones. No tienen garras. No tienen colmillos. Son gordas, no pueden correr. Su aspecto es poco grácil. Tienden a ser demasiado sentimentales. Baaa, se acabó, no pasó nada. Mañana si se levantan y prenden el teléfono y les mandan una noticia de alerta que en su barrio se volcó un camión cargado con cientos de ovejas y que ahora andan sueltas, Ud. diría, “Estupendo, saldré a acariciar uno”. ¿Cierto? Es algo que le gustaría hacer. Similarmente, si le informan que cientos de leones u osos han escapado, se encerrarían en el baño en la posición fetal, ¿no es cierto? No irán al trabajo o al supermercado por mucho tiempo hasta que encuentren a cada uno.
Las ovejas son tontas. Nosotros somos ovejas. Algunos de Uds. dirán, “¿Y qué somos nosotros?”. Gracias por ayudarme a ilustrar mi punto. Somos ovejas. Me tendrán que soportar más, aguántense. Somos ovejas. Tendemos a ser tontos. Tendemos a deambular. Tendemos a descarriarnos. Tendemos a meternos en problemas. ¿Y sabe lo que hacen las ovejas? Nada. Nunca consiguen encontrar el camino a la casa. Si una oveja se aparta del rebaño, y del pastor, están en grave peligro. Están en grave peligro.
Jesús dice que somos como ovejas. De hecho, eso es lo que la Biblia dice. Isaías 53:6, “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino”. El cuadro que nos pinta aquí es el de una oveja tonta que, por ejemplo, ve una botella de Jack Daniels, y se la toma, olvidándose de Jesús. Nos apartamos en busca de algún pecado o tentación. Nos volvemos tontos y perezosos, e insensatos, y nos perdemos. Nos metemos en grandes líos. Y ahí estamos. No sabemos cómo llegar a casa. No sabemos dónde está nuestro pastor. Estamos en peligro, ahora estamos sucios. Ensangrentados, heridos, aterrorizados, solos.
Jesucristo es el buen pastor. Eso es lo que dice en Juan 10, “Yo soy el Buen Pastor”. Nuestro Dios viene a buscarnos. Y la verdad es que estamos perdidos. Dios no está perdido. Nosotros nos apartamos de Dios. Dios no se apartó de nosotros. Somos responsables y Él es el Salvador.
Así que desglosemos juntos esta historia un poquito. Pensémosla. Cuando Jesús dice que es el buen pastor, no podemos acudir a la maravillosa imagen que tenemos de los pastores. Si se crió en la iglesia, estará diciendo: “Oh, David fue un pastorcillo”, entonces se consiguió un callado y se hizo pastor. Y tomó las bolitas de algodón y las pegó al papel en la clase de escuela dominical para hacer las ovejitas, ¿no es cierto? Generalmente pensamos positivamente de los pastores. En aquellos días, eran bastante raros. Ser pastor no era un trabajo que la gente soñaba con hacer, se hacía por herencia o necesidad. ¿Cierto? Porque si lo piensa bien, ¿un pastor vive en la ciudad o deambula por los montes solo? Deambula solo por los montes. ¿Un pastor interactúa con la gente? Eh, no, hablan con las ovejas. Eso es muy peculiar. Oh, ¿se bañan bastante? Mm, una vez al año, quizás, porque se la pasan a la intemperie. ¿Tiene buenas habilidades de socialización? No mucho. ¿Dónde duermen? Donde quiera que se alimenten las ovejas. Esto lo vi cuando estaba en Israel. En medio de la gira, uno puede salir a un lugar inhóspito, no hay nada alrededor, y de pronto sale un tipo con unas ovejas. Todavía están ahí. Les diré algo, son unos tipos bien raros. En esa cultura consideraban que los pastores no eran personas malas, sino más bien raros.
Jesús dice, “Soy el pastor”. Lo que eso significa es que Dios se hizo hombre y asumió un trabajo humilde, modesto. No era rico, era pobre. No vivía en una mansión, estaba sin techo. No tuvo una vida fácil, encaró conflictos en todo momento. Es el Buen Pastor. Jesús nos demuestra su humildad cuando se identifica con un trabajo que se consideraba humilde en la cultura de ese día. Jesús es el buen pastor y viene a buscar sus ovejas perdidas.
Son buenas noticias. Esto debería hacer que seamos más humildes como cristianos. Jesús es el buen pastor, nosotros, las ovejas perdidas. Nosotros no encontramos a Jesús, Él nos encuentra a nosotros. Además, no hay nada que jactarnos. Algunos de Uds. dirán, “Oh, soy bastante inteligente”. ¡Para una oveja! Algunos de Uds. dirán, “Soy bastante fuerte”. ¡Para una oveja! Para una oveja, eso no es tan fuerte. Es como un vendedor de tupper. No son tan fuertes. No somos fuertes, no somos inteligentes, no somos buenos, pero tenemos un Buen Pastor.
Y la historia dice que va y encuentra la oveja, es decir, tiene que caminar varios días a pie, buscando y trabajando. Tan pronto encuentra la oveja perdida, recoge la oveja, según la historia, y la pone sobre sus hombros; podría pesar más de 100 libras, y regresa por todo ese trayecto todo lo necesario hasta llegar al rebaño. Quiero que vean su relación con Jesús y su salvación de esa manera. Jesús nos puso completamente sobre sus espaldas, ¿no es cierto? Llevó una cruz. La cruz literalmente pesaba casi 100 libras. Lo hizo sobrellevando nuestro pecado sobre sus espaldas, haciendo todo el trabajo para reconciliarnos con Dios. La salvación es Jesús que nos lleva con nuestro pecado sobre su espalda. Hace todo el trabajo para reconciliarnos.
Así que lo que toda oveja perdida necesita es, primero, un buen pastor, y segundo, un buen rebaño. Jesús es el Buen Pastor. ¿Conoce a Jesús? ¿Ama a Jesús? ¿Pertenece a Jesús? Además, toda buena oveja necesita un buen rebaño. Necesitan la iglesia y el pueblo de Dios. No podemos lograrlo solos. Fuimos hechos para estar en comunidad. Tendemos a apartarnos y descarriarnos, y nos metemos en peligro como ovejas perdidas. Ahí es donde el rebaño puede ayudarnos. Quédense con sus hermanos y hermanas en Cristo. Quédense en su campus. Manténganse con su grupo comunitario. Sigan con su grupo de redención. Sigan con sus relaciones. Así es como Dios, el Buen Pastor, nos mantiene en su rebaño, nos mantiene en Su camino, para que no nos descarriemos hacia la muerte y el peligro. ¿Cómo les está yendo? ¿Conocen a su pastor, y son parte del rebaño?
Algunos de Uds. se han apartado muy lejos. Algunos de Uds. se han apartado bastante lejos. Algunos de Uds. llevan años apartados. Se apartaron de Dios y de su pueblo. Le han dado la espalda al pastor y ya no se encuentran en comunidad con el resto de las ovejas. Para algunos de Uds. esto es nuevo. Han tomado unos pasos apartándose del pastor. Han tomado unos pasos apartándose del rebaño. Los que se han apartado y han sido apaleados e hicieron peligrar sus vidas y cayeron en el pecado y la muerte, les darían ánimo, les exhortarían que vuelvan al pastor, que vuelvan al rebaño.
Las buenas noticias son estas: El Pastor está ahí, dispuesto a levantarlos. No tienen que volver, ni tratar de regresar, ni retornar por fuerza de voluntad. Sencillamente cambien de parecer y el Pastor está ahí para recogerlos. Jesús está dispuesto a perdonarnos a todos. Jesús está dispuesto a abrazarnos a todos. Jesús está dispuesto a amarnos a todos. Jesús está dispuesto a servirnos a todos. Jesús está ahí para todos nosotros. No importa lo que hallamos hecho, y no importa lo mucho que se hayan apartado, y no importa cuánto tiempo se han alejado del Pastor y del rebaño. Los recibirá ahora mismo. Jesús los ama, Jesús los extraña. Jesús vino al mundo por Uds., y está dispuesto a recogerlos y volverlos a traer.
Ahora lo que nos exige es el arrepentimiento. El arrepentimiento significa seguir al pastor. En eso consiste el arrepentimiento. El pecado es cuando le damos la espalda al pastor, nos alejamos y nos metemos en problemas. El arrepentimiento es darse vuelta y decir, “Cuando Jesús me levante y me ponga nuevamente en el rebaño, me quedaré con el rebaño y caminaré con Él”. Eso es arrepentirse, caminar con Jesús y su pueblo el resto de su vida.
Jesús usa en ambas parábolas la palabra “arrepentirse”, el arrepentimiento. Permítanme explicarles brevemente lo que eso significa. La confesión, la contrición, el cambio. Esos son los tres aspectos del arrepentimiento.
La confesión empieza con la mente y con la boca. Uno analiza la vida, y se pregunta ¿quién soy, para dónde voy, qué estoy haciendo? Después piensa en esas cosas y reconoce que algo está mal, “Voy por mal camino. No estoy haciendo lo correcto. Me estoy metiendo en problemas. Me estoy alejando de Jesús y de su pueblo, no estoy caminando hacia ellos”.
Eso se confiesa con la boca. En oración se lo dice a Dios. “Señor, he pecado, me he descarriado, estoy en aprietos. No le encuentro sentido a la situación. No sé cómo regresar. Por favor ven y recógeme”. ¿Saben lo que necesita un cristiano? Que alguien venga y los salve y los rescate. Ese alguien se llama Jesús. Una oveja perdida es como un niño perdido. Lloran hasta que uno de sus padres viene a recogerlo y lo consuele.
Empieza en la mente. Uno entiende que está en aprietos, después eso pasa a la boca: clama a Dios. También clama a su pueblo. Llama a su amigo cristiano por teléfono o a sus amigos, sus padres, sus familiares, y les dice, “Estoy en un aprieto; las cosas van muy mal. ¿Podríamos conversar en algún sitio? Necesito que ore por mí. Lo que hice no está bien, y hay peligro por el camino en que voy”.
Segundo, la contrición. Haga una lista de sus emociones y expresiones. Su propio pecado, su locura, su rebeldía, su divagar, de veras le causan molestia. Eso lo lleva a expresar lo que siente. Uno sabe cuando uno sufre por lo que hicieron. Es una tristeza sincera. Es mirar al Pastor y decirle, “Jesús, me aparté de ti. Pequé contra ti”. Es mirar al rebaño y decir: “Los abandoné, me desentendí de Uds. No recibí su consejo. Rechacé su ayuda”.
Eso conduce al cambio. En su voluntad, desea una vida diferente, hacer las cosas diferentemente; y de esos nuevos deseos surge una nueva vida. “Quiero caminar con Dios y su pueblo. Por la gracia de Dios, caminaré con Dios y con su pueblo”. Así es el verdadero arrepentimiento, la confesión, la contrición, y el cambio.
¿Cuál es el estado emocional de Dios cuando nos arrepentimos? Algunos de Uds. piensan que cuando se arrepienten Dios los mira con el ceño fruncido, un dedo acusativo, meneando la cabeza, avergonzándolo y colmándolo de culpa. “Te dije que no hicieras eso. Te lo dije. La embarraste. ¿Por qué nunca me haces caso?”. Ese es el concepto que algunos de Uds. tienen de Dios. Así que permítanme decirles: Así no es el Dios de la Biblia. Si, el Dios de la Biblia se entristece cuando pecamos. Sí, el Dios de la Biblia se entristece cuando nos descarriamos. Pero el Dios de la Biblia se llena de gozo cuando nos arrepentimos. Esto incluye el arrepentimiento que conduce a la salvación cuando nos volvemos cristianos, al igual que cualquier arrepentimiento en el trascurso de nuestras vidas. Nos arrepentimos, y Dios se regocija. Nos arrepentimos, y Dios se regocija.
A Dios le encanta amar. A Dios le encanta salvar. A Dios le encanta buscarnos. A Dios le encanta perdonar. Eso es exactamente lo que dice aquí. Versículo 7. “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”. Jesús mira a la gente religiosa y les dice, “Uds. no agradan a Dios en lo absoluto, porque nunca se arrepienten”. ¿No es sorprendente? A Dios no le agrada nuestra religiosidad. Le agrada nuestro arrepentimiento. No le agrada cuando nos jactamos de todo lo bueno que hicimos. Le agrada cuando somos honestos por los pecados que cometimos. Cuando nos arrepentimos, Dios se regocija, ¡se pone feliz!
Esto también debería incidir en nuestra disposición. Cuando alguien peca contra nosotros, tenemos que perdonarlos y regocijarnos. Alégrense, no vayan a decir, “Cómo pudiste hacer eso. ¡No puedo creer que hayas hecho eso. Te lo dije. Me fallaste! La volviste a embarrar. Estoy tan decepcionado” No, al contrario, digan, “Me has causado mucha pena, pero te doy la bienvenida. Me alegro que lo hayas notado porque ahora siento que nos hemos acercado otra vez”. Dios está feliz. Dios se regocija cuando nos arrepentimos. ¿Se han arrepentido? ¿De qué se han arrepentido? ¿Qué gozo se están negando?
Todo esto es lo que la Biblia llama “buenas noticias”. La religión no tiene buenas noticias que ofrecer. La palabra “evangelio” significa literalmente “buenas noticias”. Estas son buenas noticias. Pero lo que hacía la religión es decirle a la oveja perdida: “Estás sucia, apestas, y estás perdida. Está un poco maltrecha y ensangrentada”. Y la gente decía, “Sí, lo sé. Pero esas no son buenas noticias. ¿Que debo hacer?”. “Esto es lo que tiene que hacer: Límpiese primero, empiece a hacer las cosas bien. Necesita reencarnarse o ir a la Mecca. Necesita hacer las cosas mejor, esforzarse más. Necesita encontrar el camino de regreso a Dios. Tiene que caminar hasta allá. Buena suerte, que lo encuentre”.
No son buenas noticias. Eso no le ayuda a una oveja en lo absoluto. “Baaa, no conseguí nada”, ¿cierto? “No sé dónde está el pastor. No puedo limpiarme sola. No sé si lo habían notado, pero tengo pezuñas. Además, es peligroso el camino. No soy muy fuerte. No sé dónde está el pastor. Estoy perdida, no puedo encontrar el rebaño. Además, estoy sangrando”. ¿Cuántos de Uds. se sienten así?
Y la religión viene y les dice, “La embarraron, buena suerte, arréglenselas Uds. mismos”. Pero llega Jesús y dice, “Aquí estoy. Te recogeré y te llevaré a casa”. Esas son buenas noticias. Son muy buenas noticias. Son excelentes noticias. ¿Conocen a Jesús? Él es el mejor. No hay nadie como Él. No hay nadie como Jesús. Es el Buen Pastor.
Después nos dice la misma verdad en otra parábola. Pasa de hablar de una oveja a hablar de una moneda. En Lucas 15:8–10, dice: “¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo…” Ahí aparece otra vez: arrepentimiento y regocijo. “ Porque he encontrado la dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”.
Esta es la historia. Hay una mujer. Puede que sea soltera, viuda, no lo sabemos. Tal vez vive en un hogar típico de aquellos tiempos, que eran del tamaño de un garaje para un solo auto. La próxima vez que se estacionen, recuerden que en los tiempos de Jesús así como en muchos lugares del mundo de hoy, ese era el tamaño promedio de un hogar. No tenían la clase de ventanas y puertas, y aislante térmico que tenemos hoy, y por lo general eran de paredes gruesas, oscuras, probablemente con pisos de tierra, con un poco de paja por debajo. Era la casa sencilla y humilde de un campesino.
En ella vive una mujer que no tiene una cuenta de banco, una enorme cartera de inversiones y una tarjeta de crédito La suma total de sus riquezas que tiene que repartir cuidadosamente para sus gastos son diez monedas de plata. Estas diez monedas de plata equivalían a el salario de un día en ese contexto cultural. Es casi imposible añadirle un valor monetario, pero digamos que eran 100 dólares. Tiene 10 monedas, por lo tanto su riqueza total son como 1.000 dólares. De alguna manera se le caer una de las monedas y necesita encontrarla.
¿Y qué hace? Busca el farol en la casa oscura y la busca en el piso. La busca en todas partes. Busca debajo de los muebles. Revisa cada centímetro cuadrado de la casa hasta encontrarla. ¿Cuántos de Uds. si se les cae un billete de 100 dólares, lo buscan? Así es, aunque sean Puff Daddy, si se les cae un billete de 100 dólares empiezan a buscarlo. Si se les caen 25 centavos, puede que no los busquen. ¿Un billete de 100 dólares? Salen a buscarlo.
En la historia, ¿quién representa a Dios? La mujer. La Biblia dice que Dios no es ni varón ni hembra, nos hizo varón y hembra a su imagen y semejanza, pero aquí Dios les otorga mucha dignidad a las mujeres Nos muestra en esta historia que incluye a las mujeres en su instrucción y ejemplo. El evangelio de Lucas incluye más mujeres que cualquiera de los evangelios. Las mujeres que Lucas incluye tienden a ser muy piadosas, maravillosas, dulces, serviciales; y también hay mujeres que son atormentadas y sufren, a quienes Jesús sana y libera. En realidad, en el Evangelio de Lucas, las mujeres no son el problema. Las mujeres religiosas por lo general son el problema. Vemos que las mujeres por lo general se acercaban a Jesús pero la gente religiosa generalmente altercaban con Él. Aquí vemos que Jesús utiliza una mujer como ejemplo para animar a todas las mujeres.
Y dice que aquí Dios es como esta mujer y que nosotros somos, ¿como qué? La moneda perdida que Dios está buscando, con la cual Dios se ha comprometido, y ha decidido encontrar. Cada vez que sacamos cambio, o alguna divisa, quiero que digan para sus adentros: “Soy una moneda perdida”. Cada vez que se les caiga una moneda y vayan a recogerla, recuerden las palabras de Jesús. Dios los trata como tratan esa moneda. Al recogerla, recuerden que así es como Dios nos salva. Así me salva Dios. Así nos salva Dios.
Algunos dirán, “Oh, necesitan encontrar a Dios”. Así como la moneda no necesita encontrar a la mujer, Uds. tampoco necesitan encontrar a Dios. Uds. no pueden encontrar a Dios así como la moneda no puede encontrar a la mujer. Sería muy insensata la moneda que se jacte delante de las otras monedas y diga: “Sí, me levanté del piso, me aventé y me metí otra vez al bolso”. Las otras monedas dirían, “Conque así fue la cosa. Estábamos ahí. Ella vino y te recogió”. Así funciona la salvación. Pecamos, estamos muertos espiritualmente. Nosotros mismos no nos salvamos. No conocemos a Dios. No buscamos a Dios. Dios nos conoce. Dios nos busca. En Jesucristo, Dios nos levanta y se interesa por nosotros. A algunos de nosotros nos ha estado buscando por muchísimo tiempo, pero no se rinde, nos sigue buscando. Dios nunca se rinde al buscar a su pueblo. Los busca hasta encontrarlos. Esa es la idea principal del relato.
Cuando Dios encuentra su pueblo, ¿Cómo se siente? Gozoso, muy gozoso. Necesitan saber que Dios se pone feliz cuando nos arrepentimos. Esto es lo que dice en el versículo 10, Jesús dice, y no hay autoridad más alta que esta, “Hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”. Puede que algunos de Uds. lo hayan entendido exactamente lo que dice. A algunos les han dicho, “Oh, cuando alguien se arrepiente del pecado, cuando alguien viene a Cristo y confía en Él, cuando alguien se vuelve un cristiano, los ángeles se regocijan en la presencia de Dios”. ¿Han oído eso? No es exactamente lo que dice. Acabamos de leer que hay regocijo en la presencia de los ángeles cuando un pecador se arrepiente. O sea cuando alguien se vuelve un cristiano, cuando crece como cristiano, madura como cristiano, cualquier pecado del cual se arrepiente. Dios hace fiesta. Dios se regocija, se pone contento, Dios clama de alegría. Lo hace en presencia de los ángeles. Los ángeles lo ven. Generalmente los ángeles son quienes se regocijan en la presencia de Dios. Lo honran, lo adoran, glorifican a Dios. Pero cuando nos arrepentimos, siendo tan pecadores, Dios se regocija. Como tal, todos los ángeles, enmudecen por un momento quizás, y Dios estalla de gozo y entusiasmo.
Para algunos de Uds. ha sido difícil arrepentirse del pecado. Algunos de Uds. han resistido arrepentirse del pecado. Algunos de Uds. son religiosos y les cuesta arrepentirse del pecado y decir cosas como: “Me equivoqué, lo siento…Señor, te pido perdón a ti y a tu pueblo”. Algunos de Uds. se preguntarán, “Si vengo a Dios y le digo lo que hice, ¿cómo reaccionaría?”.
Pues les diré dos cosas: Primero, Él ya sabe. Permítanme explicarles: Si dice, “No puedo decirle a Dios. ¿qué pensará?”, no es que le vaya a decir a Dios “Así fue que pasó”, y que Dios le diga, “Estás bromeando. Estás bromeando. Estaba tomando una siesta. Me lo perdí. No tenía idea”. No, Él sabe, y segundo, se regocija cuando nos arrepentimos. Se regocija cuando nos arrepentimos. Deberíamos regocijarnos también cuando nos arrepentimos y cuando otros se arrepienten.
Puede que algunos vengan a este lugar pensando “Tengo que ser religioso. Necesito ser una buena persona, y si no lo soy, necesito hacer de cuenta que lo soy encubiertamente”. No, confiéselo, arrepiéntase, y deje que nos regocijemos con Ud. porque nuestro Dios es un Dios que se regocija. Nuestro Dios no es un Dios de religión. Es un Dios de arrepentimiento y regocijo. ¿No les encanta eso? No es un Dios de religión. Es un Dios de arrepentimiento y regocijo.
Dios ama y perdona. Uds. no se han alejado tanto. Uds. no han pecado tanto. Jesús los está buscando. Ha buscado a algunos de Uds. por muchísimo tiempo. Está aquí para ayudarles. Jesús salva, y Jesús perdona, y Jesús transforma, y Jesús se regocija; y nos ha dado esta maravillosa oportunidad de compartir el gozo de Dios hablándoles de Jesús a las personas, el Buen Pastor, que viene y levanta a las personas con su pecado y su vergüenza, y los lleva de vuelta a Dios y los coloca en el rebaño.
Pensé que sería divertido, porque una de las cosas más bonitas de mi trabajo, me encanta este aspecto, me encanta mi trabajo. De veras me encanta este aspecto de mi trabajo, presenciar la conversión de los que no son cristianos y que estos vayan y ayuden a los no cristianos a volverse cristianos. Es lo más emocionante de este mundo, es lo mejor. Ayer puse en el Ballard City Group, apenas anoche, escribí: “Si se convirtieron a Cristo recientemente, el año pasado, o si le han presentado a Jesús a alguien, y les han ayudado a otros a conocerlo, escriban su historia”. Me han mandado muchas hojas, permítanme leerles algunas. ¿No les encanta leer las historias de vidas transformadas? Es lo mejor. Nuestro deseo no es ser una iglesia solo para las ovejas. Queremos ser una iglesia que da la bienvenida a las ovejas perdidas para que regresen al rebaño.
Un joven de 19 años escribe, “Me crié en un hogar negligente y abusivo de judíos ortodoxos. Practicaba la brujería, el demonismo, el simbolismo, el incubismo, y el sucubismo por mucho tiempo, sabiendo lo que eran. Abandoné el colegio, me metí a las drogas, los demonios, el ocultismo, la oscuridad, los problemas”. Sus padres no sabían qué hacer con él. Lo expulsaron de la casa en la Pascua. Lo que pasó fue que llegó a conocer a Jesús, Dios cambió su corazón y su vida. Vino a parar al Campus University District de Mars Hill. Lo dejaron volver al colegio para que acabara. Se está haciendo discípulo ahora, vive con un cristiano con un montón de amigos que caminan con él como un pequeño rebaño para ayudarle a evitar problemas. Un joven de 19 años cuya vida ha sido cambiada. [Aplausos]
Aquí hay otra. Un hermano que es cristiano tiene una hermana que no lo es. Estaba muy preocupado por ella. Están en el Campus Federal Way. Siguió hablándole de Dios pero ella no entendió y no entendía lo de Jesús. El hermano pensó, “Lo intentaré de nuevo. Oraré por ella, y pediré a otros que oren por ella”. La sacó a comer a Ruby Tuesday’s. A ver, ¿el Buen Pastor puede ir a Ruby Tuesday’s? Sí. Uno sabe que ha sido elegido por Dios si se salva en Ruby Tuesday’s, ¿amén? Sí, que tal que dijeran, “Oh, ¿cómo encontraste a Dios?”. “Fui a la Mecca”. Y los demás… “Ah, yo fui a Ruby Tuesday’s. Es más, el Buen Pastor vino y estuvo conmigo un buen tiempo”. Y el hermano lo explicó todo, escribe: “Estaba ahí sentado hablando con mi hermana acerca de Jesús”. Y escribe, “Pude ver cómo el Espíritu Santo abría su entendimiento”. Al final de la conversación, ella le decía: “Hermano, quiero ser cristiana”. Le presentó a Jesús, a su propia hermana, en el Federal Way, almorzando en Ruby Tuesday’s. Hoy es su primer día en Mars Hill, así que bienvenida. [Aplausos]
Esta me gusta mucho. Había un hermano que tenía una hermanita en la secundaria, y ella se mudó de la casa de sus padres para vivir con un tipo violento, abusivo, y atribulado. Por fin lo arrestaron y lo metieron a la cárcel. Era un tipo malo. El hermano estaba preocupado por su hermanita. Algunos se identificarán con esto. Le pregunta al líder de su grupo comunitario, reúne al rebaño y les dice, “Por favor oren por mi hermana, es una oveja perdida”. Ora por ella, sus padres dicen que necesita rehabilitarse, que necesita medicamentos, y un montón de cosas. Tal vez sí, tal vez no. Lo que necesita primero es que la encuentren porque la niña está perdida. El hermano estaba en su casa y su hermana baja y lo mira y le dice, “Estaba leyendo mi Biblia. Decidí que amo a Jesús y quiero ser cristiana”. ¿El Buen Pastor puede ir a la casa de alguien, en su sala, y cambiar su corazón? Sí. Imagínense lo alegre que estaba ese hermano. ¿Cuántos de Uds., emocionalmente, si fuera su hermano, su hermana, su madre, su padre, o algún miembro de su familia, se sentirían tan entusiasmados? Él estaba muy feliz. ¿Saben quién estaba más feliz? Dios. Si nos ponemos felices, Dios se pone más feliz. Si nos ponemos felices cuando alguien se salva, Dios se pone aún más feliz.
Aquí hay otra del Campus Federal Way. Este hombre trabaja en una residencia de ancianos con varios ciudadanos de la tercera edad, y les habla de Jesús. Tiene un ministerio en ese lugar. Es increíble, se encuentra en el Campus Federal Way. Dijo que le hablaba de Jesús a un tipo y que había un señor más anciano llamado Gerald que tenía 80 y pico de años. Es uno de esos tipos que Jesús lo ha venido buscando por mucho tiempo para salvarlo. Se llama Gerald. Gerald estaba sentado ahí, y dijo, “Oigan, ¿de que están hablando? ¿Están hablando de Jesús? Tengo preguntas sobre Jesús”. Pues, adelante Gerald, pase. Es la mejor forma de decir un nombre, dándoles la bienvenida, “Pase Gerald”. Entonces Gerald dice, “Necesito saber más de Jesús”. Bien, entonces el tipo de Mars Hill sale corriendo al carro y trajo una de esas Biblias que regalamos, y se la da al hombre, y le dice que lea Juan. Al poco tiempo Gerald vino y le dijo, “Leí a Juan y me pareció asombroso. ¿Qué debo leer ahora?”. “Siga leyendo hasta que llegue a la Concordancia. Siga leyendo, hay muchas cosas que le van a gustar ahí”. Gerald siguió preguntando muchas cosas de Jesús, y este hombre de 80 y pico de años oró para recibir a Cristo y entregar su vida a Jesús, y el Buen Pastor llegó a esa residencia de ancianos y salvó a Gerald. [Aplausos]
Las otras partes emocionantes de la historia. Lo primero que preguntó fue: “Ahora que soy cristiano, ¿tengo que ser republicano?”. Esa fue su primera pregunta, y me pareció asombrosa. No, en Mars Hill siempre votamos por Jesús. Siempre escribimos el nombre del candidato en la papeleta. Siempre votamos por el mismo candidato. Lo interesante también fue que a los pocos meses, el hijo de Gerald, Tim, vino a la residencia de ancianos. Tim era un cristiano que había orado por su padre 40 años. ¿No es asombroso? ¡Es increíble! A los pocos meses, Gerald murió y ahora está con el Buen Pastor. Es increíble, y le damos gracias a Dios por ello.
Aquí hay otra que dice, “Soy del este de Washington. Me mudé a Albuquerque hace 2 años. No tenía idea que Mars Hill estuviera en Seattle cuando mis amigos me invitaron después de ser salvo en el futón de su grupo comunitario, la primera noche que fui hace cuatro meses”. Este tipo llega al grupo comunitario en Albuquerque, el Buen Pastor se sienta en el futón a su lado y pasa de estar perdido a ser salvo. Uno sabe que Dios lo ama cuando lo salva sobre un futón. Dios está dispuesto a sentarse en un futón con Uds. No me gustan los futones para sentarme. Jesús es tan humilde que se sienta en un futón para salvar a un tipo la primera noche que viene al grupo comunitario. Es algo estupendo. Luego dice, “Dios ha cambiado mis malas costumbres y me ha dado un océano de amor para vivir en una dinámica comunidad cristiana; es algo que nunca había tenido”. Ahora está en el rebaño, y otros lo están cuidando.
Hay una chica que escribe, “Después de 26 años de crecer en un ambiente religioso donde lo único que decían era ‘esto es bueno, , y esto es malo’, tocaba en un conjunto musical en cientos de iglesias todas con mensajes hipócritas, y le di la espalda por completo a Jesús y al concepto de Dios. Después un amigo me presentó discretamente a Mars Hill. Por la gracia de Dios y el Espíritu Santo que obraba fuertemente en mí por medio de la enseñanza y la obra del Pastor A.J. en el campus de Albuquerque, me encontraba allá. Muchísimas personas se estaban salvando en el campus de Albuquerque, y fui bautizada el 10 de Octubre de 2010. Desde entonces conocí a un hombre piadoso; estamos comprometidos. Asistimos a un Grupo de Redención. Estoy muy asombrada e increíblemente bendecida. Un mes antes de ser bautizada, una querida amiga japonesa estaba en apuros, obviamente padecía opresión demoníaca. La invité a la iglesia y pronto empezó a asistir seguido. Le prediqué el evangelio lo mejor que pude, siendo que yo apenas había recibido a Jesucristo; lo hice lo más que pude y ella empezó a asistir al estudio bíblico en la casa de un amigo cercano. Lo sentía mucho por ella porque su oscuridad era algo en lo cual yo había estado completamente sumergida hacía poco. El 23 de enero, hace apenas unas semanas, vino a la iglesia con nuestro grupo usual de amigos y oré por ella durante todo el culto. Algo había cambiado. Su postura física… estaba como más atenta al mensaje que nunca. Durante el tiempo de invitación empecé a llorar; oraba fuertemente por su salvación. Ella empezó a llorar también, pero felizmente la miré y le dije, “¿Estás lista?”. Y me dijo con claridad y en voz alta, ‘Sí’, lo cual me pareció asombroso. Una de las experiencias más increíbles y gozosas de mi vida fue cuando la bautizaron”. Me encanta eso.
Aquí hay otra de Albuquerque. Un tipo cuenta la historia de que tenía 37 años, que lo habían abusado, estaba completamente deprimido y al borde del suicidio. Decidió abandonar a su novia y dejar que otros adoptaran a sus hijos para poder quitarse la vida. Entonces llegó el Buen Pastor, y el que se había perdido fue encontrado. No solo encontró a Jesús, sino que toda su familia lo encontró. Ahora está en el estudio bíblico del Pastor A.J. Sirve a Cristo en el equipo de seguridad en el Campus Albuquerque.
Hay otro hombre aquí que se llama Brian. Jugaba béisbol con él cuando éramos jóvenes. Dice que era un tipo católico, moral y bueno. Que se había distanciado de Dios y de su pueblo porque dice que se sentía lo suficientemente “bueno”; que era un hombre moral y bueno. Eso pensaba. Su esposa Amy se volvió cristiana y fue bautizada como cristiana, y obviamente anhelaba que su marido conociera a Jesús. ¿Cuántas mujeres que están aquí pueden decir sinceramente. “Sería estupendo si mi esposo conociera a Jesús”? Él escribe: “Hace apenas unas semanas fui bautizado con mis dos hijos, Eva y Ben, y Amy me animaba”. Eso fue durante el sermón La Puerta angosta. Imagínense lo contenta que estuvo esa mujer al ver su esposo, su hijo, y su hija, ser salvos y bautizarse al mismo tiempo. Dios estaba más contento que ella. Ella estaba feliz, pero Él estaba más feliz.
Aquí hay una muy buena. “Después de 30 años de orar por mis padres judíos…”, ya sabemos que va ser bueno, “Dios me concedió el increíble don de llevarlos a Cristo antes de que murieran. La conversión de mi padre fue profunda. Le llevé a su Mesías en el hospital 2 semanas antes de su muerte. Cantamos Sublime Gracia juntos. Mi padre se llenó del Espíritu Santo. Jesús vino a Él de una manera muy especial en sus últimos días sobre la tierra. Mi madre también recibió a Cristo ese año más temprano, y en su lecho de muerte oramos e invocó el nombre de Yeshúa. Dios es tan fiel. No se rindan, sigan orando”. ¿El Buen Pastor puede ir a un hospital a estar con alguien que ha vivido toda su vida haciendo caso omiso de Él y salvarlos en su cama? Sí.
Aquí hay otra buena. “Étnicamente soy turco y mi derrotero religioso es musulmán”. Bien. Para que lo sepan, el Apóstol Pablo hizo muchos de sus viajes a Turquía. Si miran los mapas en la parte de atrás de sus biblias, muchas de las ciudades donde iremos de gira este verano—pueden venir si quieren—están en la Turquía de hoy. Fue donde empezó el cristianismo. Hoy, no sé si son 75 u 85 millones de personas que hay allá, de las cuales solo 3.000 son cristianas, en todo el país de Turquía. Operation World dice que es la nación con menos presencia del cristianismo en el mundo.
Escribe, “Soy un musulmán turco”. Mejor dicho, si convierte a este tipo vaya y compre boletos de lotería porque es su día, ¿no es cierto? Se divorció y dice lo siguiente: “El 20 de julio de 2010”, o sea el verano pasado, “conocí un tipo llamado Donald Johns en Starbucks, que trabajaba para Mars Hill”. Donald se sentó con él y empezó a hablarle de Jesús; siguieron reuniéndose. Donald traía la Biblia. Y sucedió lo siguiente: “Por el mes de agosto, empecé a sentir una fuerte atracción hacia Jesús. Sentí su amor, y la necesidad de arrepentirme. Alabado sea el Señor que obró en mi vida para que por fin recibiera a Jesús como mi Señor y Salvador el 29 de agosto de 2010. Me sentí espiritualmente transformado y realizado. El vacío que tenía, fue reemplazado con gozo. La sublime gracia y el amor llenaron mi corazón”. Dice, “Conocí a Jesús y sentí la presencia del Espíritu Santo, y me di cuenta que me salvaba. Fui bendecido con una maravillosa comunión de los hermanos”; está hablando del rebaño, “y he expandido mi conocimiento de Dios por medio de su Palabra. Ahora Donald y yo nos reunimos los sábados a estudiar la Biblia”. Gracias, Donald. “Asisto a un grupo que se reúne semanalmente, asisto a la iglesia regularmente, y llevo varios meses como creyente”. Creo que asiste al Campus Bellevue.
Hay otra persona aquí preocupada por su madre de 87 años. Ella no amaba a Jesús y no quería oír hablar de Él. Entonces este hombre pensó: “Le diré al pastor del campus que vaya y hable con mi madre”. Creo que era el pastor Bill Clem del Campus Ballard. Es nuestro barbudo encantador. Las abuelas lo adoran. Es un barbudo encantador. También es muy agradable. El pastor de campus, Bill Clem, el barbudo encantador, sale a almorzar con esta abuela de 87 años y sorprendentemente la abuela de 87 años estaba perdida y fue encontrada, le entregó su vida a Jesús. Imagínense lo felices que estaban su hija y sus nietos. Pero Dios estaba más feliz.
Aquí hay una que empieza con brío. “El 2 de enero de 2011”, hace apenas dos semanas, “me dispararon en la cabeza cuando iba manejando a mi casa de un gimnasio donde hacía ejercicios. Por la gracia de Dios, no morí, y tuve otra oportunidad en la vida. Cuando volví en mí en el Centro Médico Harborview, me di cuenta que aún estaba vivo. Cuando volví en mí, tuve una asombrosa sensación de propósito y claridad. Sabía que sin duda Dios me había dado una tremenda oportunidad. Hubo una transformación instantánea que ocurrió en mí ese día”. Creo que asiste al Campus Bellevue. “Tuve que reevaluar mis prioridades y propósitos en la vida por completo. Tuve una fe inconmovible ese día. Recibí a Cristo en mi vida y nadie me puede decir nada que cambie lo que creo. Mi relación y amor con Cristo, con familiares y amigos, se volvió lo más importante en mi vida. Dios me salvó la vida dos veces: Una, al darme una segunda oportunidad en la vida, y las segunda permitiéndome nacer de nuevo como creyente. Dios, Jesús, y el Espíritu Santo me han dado la vida. Amén”.
Les daré uno más; este está buenísimo. Tengo un montón. A ver, leamos dos más. Cuando un pastor dice, “Uno más”, ¿Saben lo que significa? Nada. Solo quiere que pongan atención, es todo.
Una chica en el Campus Shoreline, escribe, “Soy maestra voluntaria en el centro ministerial de gracia del campus de la Universidad de Washington, y trabajo con Campus Crusade for Christ. Dice, “Tuve el privilegio de llevar a Cristo a seis estudiantes chinos en la UW desde noviembre pasado. Los últimos dos estudiantes recibieron a Cristo hace 2 días, el jueves por la noche; eran estudiantes de intercambio”. ¿No les parece genial? Dice además, “Siento mucho gozo cuando alguien recibe a Jesús en su corazón y vida, y Jesús también”.
Una más. Podríamos hacerlo todo el día, me parece fabuloso. “Jesús me ha estado buscando implacablemente”, dice ella, por 30 años”. Es mucho tiempo. “Me ha rodeado con cristianos fieles quienes han orado por mí y me han dado testimonio”. Dice que asistían a una iglesia unitaria, donde creen en cualquier cosa. La declaración doctrinal está prácticamente en blanco, a uno le dan una hoja en blanco y le dicen,’ Escriban algo, nos parece bien’… No me lo estoy inventando. Así que su marido se vuelve cristiano, y ella dice, “Me volví atea después de ser violada a los 16 años. Después fui agnóstica entre los 20 y los 30 años. Me consideraba una ‘buscadora’ de la verdad, pero honestamente no pensaba que el cristianismo evangélico fuera una opción siquiera”. Dice, “Oh, ¿acaso no tenía prejuicios?”. “Cuando mi esposo leyó un artículo en el Seattle Times sobre Mars Hill, decidió que nuestra familia debía asistir”. Y dice, entrecomillado, “odiaba Mars Hill”. “Odiaba la música”, eso sí lo entiendo, “odiaba el mensaje”, eso no lo entiendo. Las mujeres se sienten así cuando predico. Es algo que me pasa. Dice, “Asistimos 6 años”. Bien, yo no hago nada que no me guste hacer durante seis años. “Asistimos 6 años. Al séptimo año”, ¡Al séptimo año!. Me imagino a Jesús salvando a esta mujer, diciéndole, “¡Vamos ovejita!”. Es decir, 7 años. “Al séptimo año, empecé a oír aquella voz apacible y delicada”, o sea el Espíritu Santo, “que me decía que era hora que viniera a Jesús. ¡Oh, cómo me resistía!”. Vaya que oveja tan terca. “No quería nada que ver con Jesús. Por fin, en enero del 2010, ya no pude resistir. Aquella voz apacible y delicada se volvió muy fuerte. Fui bautizada y ahora de veras creo que Jesús me ama y que soy una hija de Cristo. Cristo ha hecho unos milagros muy grandes en mi vida. He luchado con las bebidas alcohólicas por muchos años y traté de dejar el vicio, de tomar moderadamente tantas veces que ya ni me acuerdo. En octubre”, hace unos meses , “el Espíritu Santo me susurró que ya era hora de dejar de tomar. Me dijo que para mí, beber es pecado. Salí de la iglesia esa mañana y le dije a mi esposo lo que el Espíritu Santo había dicho. El Espíritu Santo me ha quitado el deseo de tomar y ahora hasta el vino sabe mal. Alabado sea el Señor, después de luchar tantos años, ya no es una lucha. Dios es bueno”. Dios es bueno. [Aplausos]
Si están aquí y no son cristianos, el Buen Pastor los está buscando. No tienen que hacer nada. Él ya llevó sus pecados sobre su espalda. Los llevará de regreso a Dios y también quiere que hagan parte de su rebaño. Los amamos, nos gustaría que vengan. Para los que ya son cristianos, tenemos esta maravillosa oportunidad de compartir el gozo de Dios invitando a las personas a conocer a Jesús.
Como vimos más temprano en Lucas, esto implica hacer grandes fiestas. Como vemos aquí, consiste en darles a las personas la oportunidad de arrepentirse para que nosotros, junto con Dios, nos regocijemos cuando respondan.
[Fin del Audio]
Nota: Esta transcripción ha sido editada.