1. No hay otros dioses (Éxodos 20:1-3)

Una gran barba blanca

Bien, Mars Hill, es un gusto volver al trabajo. Tuve un gran descanso con mi familia este verano, y pude escribir y hacer unas investigaciones. Saben, a los críticos siempre les gusta decir: «La Iglesia Mars Hill está totalmente construida sobre un solo hombre». Mientras estaba de vacaciones, crecimos y cumplimos con creces el presupuesto porque está construida sobre un solo hombre. ¿Cómo se llama? Jesús, y Él estuvo aquí aunque yo estaba en un barco. Por lo que nos agrada mucho poder reportarles que tuvimos un verano genial, y fue porque Dios es un Dios grande y ustedes son grandes personas.

Algo más, hace como 3 semanas, me cansé de afeitarme. Me había afeitado desde que tenía como 6 años, y finalmente me harté de hacerlo. Mi mamá es una Chía Pet, y mi papá es un Wookie, lo cual significa que puedo dejarme crecer la barba en lo que uno se gasta en preparar palomitas de maíz en el microondas. De hecho, cuando grabábamos los servicios de la mañana y de la noche y les pedía a los muchachos: « ¿Podrían editar los dos juntos?», me decían: «No podemos porque estabas bien afeitado por la mañana y por la noche ya tenías barba»

Como gasto mucho tiempo afeitándome, pensé: ¿Cuánto tiempo puedo recuperar para el Señor si dejo de afeitarme? Y cuando estaba de vacaciones pensé: Dejaré de afeitarme unas semanas. Y noté que mi barba estaba más canosa de lo esperado. Empecé con unas patillas como las de Mr. Fantástico, y al poco tiempo pensé: «Caray, si Kenny Rogers y Papá Noel se casaran en Seattle, y tuvieran un hijo, se parecería a mí».

Y entonces pensé: «Sabes, deberías afeitarte esto para que te veas más joven». Y uno de mis hijos dijo: «Oye papá, acaso no vas a empezar con los Diez Mandamientos?». Y le dije: «Sí, así es». Y me dijeron: «Deberías dejarte crecer una gran barba blanca», así que bienvenidos a mi barba y a los Diez Mandamientos. Vamos a ver lo larga que se pone y cuánto va aguantar mi esposa en las próximas 10 semanas.

Un libro en Cinco partes

Dicho lo cual, si tienen su Biblia, vayan a Éxodo capítulo 20. Vamos a pasar 10 semanas juntos en los Diez Mandamientos, y como estamos empezando a mitad de libro, voy a ponerlos al día. Éxodo forma parte de algo llamado el Pentateuco, que significa «un libro en cinco partes». Génesis, Éxodo, Levítico, Números, y Deuteronomio, todos fueron escritos por Moisés como un libro en cinco partes, Y los Diez Mandamientos están justo en la mitad, bien guardados ahí en Éxodo 20.

Abraham, Isaac, Jacob y José

Por lo cual la historia verdaderamente empieza en Génesis cuando el pecado entra al mundo. Dios escoge una persona llamada Abraham y lo salva, para ser usado por Dios y engendrar a la nación de Israel de la cual finalmente vino Jesucristo, y Dios promete que traería una familia y una bendición por medio de Abraham y Sara.

De Abraham y Sara nace Isaac, y de Isaac, Jacob. Esto ocurre en todo el argumento de Génesis. Y al acercarnos al final de Génesis, vemos a este hombre, Jacob, con su familia y con muchos hijos. Y uno de estos hijos, el menor, se llama José, y es como el hijo favorito de su papá. Cosas malas suceden cuando los padres tienen favoritismo. Y también era un niño un poco arrogante que le gustaba hablar de sí mismo, y sus hermanos se hartaron de él y decidieron deshacerse de él, y venderlo como esclavo, y decirle a su padre Jacob, que había muerto. Entonces lo vendieron como esclavo, y salió rumbo a Egipto como esclavo. Aunque está lejos del pueblo de Dios, no está lejos de Dios porque Dios lo acerca a Él.

José, el salvador de Egipto

Y Dios viene y lo ama, y lo bendice, y aunque está esclavizado, y en varios momentos, encarcelado, Dios lo usa para levantar a un líder político muy poderoso, prominente y preeminente.

Y se encuentra trabajando para el rey impío de Egipto. Era la nación más poderosa e influyente de la historia del mundo hasta entonces. En esos días era Egipto. En tiempos del Nuevo Testamento era el Imperio Romano. Algunos concuerdan en que hoy esa nación es los Estados Unidos de América. Pero me refiero a que esa nación era una superpotencia internacional.

Y lo que sucede es que se le presenta una oportunidad de servir a faraón y a la nación, y Dios le da gran sabiduría. Y vivían en medio de una temporada de abundancia, con muchos años de grandes cosechas sin precedentes, comida para todos, el costo de la vivienda iba en aumento, no parecía haber fin, la cartera de inversiones de todos se pusieron color de rosa, y nadie sabía que había un precipicio fiscal en su futuro inmediato.

Y Dios le revela a José que vienen años de escasez y hambre, y que acumulara en los años de abundancia para prepararse contra los años de escasez, carencia, y necesidad. Al suceder esto, como resultado, mientras otras naciones se morían de hambre, la nación de Egipto florecía por la sabia presencia de un gran líder y administrador llamado José.

Volviendo al tema de su familia y de su padre, que piensa que él está muerto, sus hermanos vienen a Egipto, a buscar supervivencia, en realidad. Su tierra está en hambrunas; están muriéndose de hambre. Hay un maravilloso encuentro entre José y sus hermanos, y él los perdona; y es un cuadro de Jesús porque, aunque nosotros pecamos contra Él y lo arrojamos en un hoyo, salió a perdonarnos, a abrazarnos, a amarnos, y a reconciliarnos. Y Jacob se reconcilia con su hijo y descubre que está vivo; es una maravillosa historia de reconciliación. Y José invita a su padre y a sus hermanos a que se muden a Egipto para poder vivir bajo su bendición y provisión.

Pasan 450 años entre el final de Génesis y el principio del Éxodo, y por supuesto, creo que deben leerlo. Y sucede que hay un nuevo faraón, y la familia de Jacob que entró a Egipto− eran unas 70 personas− al cabo de 440 años tuvieron hijos, que tuvieron hijos, que tuvieron hijos, y ahora son una nación de varios millones de personas, la gran nación de Israel. Y este faraón es un líder diferente que odia, menosprecia, esclaviza, y abusa al pueblo de Dios. Están en la miseria. Imagínense si sus hijos y los hijos de sus hijos fueran esclavos durante cientos de años, solamente esclavos, sin esperanza, sin prosperidad, sin futuro, sin amor, sin gracia, sin mejoría.

Moisés

Llega el momento en que el pueblo de Dios clama a Él, rogándole que los libre, y Dios escucha y contesta la oración. Necesitamos saber eso, sobre todo cuando estamos sufriendo y estamos necesitados. Y Dios determina que librará a su pueblo, y que se valdrá de un mediador, un hombre llamado Moisés, un profeta, quien representa y presagia la venida de Jesús, quien se pondrá entre nosotros y Dios y nos dirá la verdad de Dios.

Moisés es un hombre que perdió su compostura y asesinó a alguien, Moisés es un hombre con trastornos del habla. Moisés es un hombre un poco cobarde. Y Dios lo escoge porque Dios puede hacer cosas extraordinarias con personas comunes. Y como es para su gloria, cuando usa a alguien como Moisés, o a mí, o a usted, todos saben que es por la gracia de Dios, y no por los dones del siervo.

A Moisés le dice entonces: «Ve a faraón y dile lo que tiene que hacer». Pues claro que estoy parafraseando, pero nadie le dice a faraón lo que debe hacer, porque él se cree Dios. Nadie entra en su presencia y le dice: «Exijo tal cosa», pero Dios le ordenó a Moisés, su mensajero, que hiciera eso precisamente. «Ve y dile a faraón que él no es Dios, que hay un Dios verdadero. Que el Dios verdadero no está contento con el tratamiento que le da a sus hijos. Ve y dile al Dios falso que el Dios verdadero dice: “Deja ir a mi pueblo, para que me sirva”, porque eso es libertad».

Libertad no es poder hacer lo que nos venga en gana, libertad es poder hacer aquello para lo cual Dios nos hizo. «Quiero que sean libres para servirme, y si él no los pone en libertad, traeré castigo y plagas sobre él».

Corazones endurecidos

Quiero que vean lo amoroso que es Dios, lo compasivo, lo paciente, y lo bondadoso que es con faraón, porque sigue enviando a Moisés. Y Moisés lo sigue invitando a que se rinda al Dios verdadero, y se aparte de su propio pecado; pero la Biblia dice que faraón endurecía su corazón continuamente.

Permítanme preguntarles, ¿tienen el corazón endurecido? Algunos asumen una postura condenatoria hacia faraón, pero se nos pasa por alto que somos como él en muchas maneras. Él quería hacer lo que Él quería hacer, y no quería que el Dios verdadero le dijera qué hacer. Así es un corazón duro.

Usted y yo, francamente, al menos tenemos temporadas en que endurecemos el corazón: Dios dice que no y nosotros decimos que sí, discrepamos con Dios, desafiamos a Dios, y desobedecemos a Dios. Eso fue lo que hizo faraón.

La Biblia dice que faraón endureció su corazón, y que además Dios endureció el corazón de él». Esos son los primeros 19 capítulos de Éxodo. Pueden leerlos por su cuenta. Y Dios endureció el corazón de faraón por medio del amor, y la gracia, y la paciencia, y la bondad.

A los puritanos les gustaba decir que el mismo sol que derrite el hielo endurece el barro. Algunos de nosotros, cuando Dios nos habla, nos derretimos. «Oh, tienes razón, estoy equivocado, necesito cambiar. Gracias por decirme la verdad». Otros, nos endurecemos. «No, no cambiaré. No estoy de acuerdo. No cederé. No me arrepentiré. Editaré la Palabra de Dios. Haré caso omiso a la Palabra de Dios. Me buscaré otro dios. Seré mi propio dios, pero no me rendiré a Dios». Así es la dureza de corazón. Algunos de ustedes dirán: «No tengo el corazón endurecido». Cada vez que usted peca, es por causa de la dureza de su corazón.

Y las plagas se volvieron cada vez más costosas. De repente estaba arruinando el bienestar medioambiental de ellos, estaba dañando su economía, estaba destruyendo su espiritualidad. La nación está sufriendo mucho, y culmina con la muerte de los primogénitos.

El primogénito, sobre todo en esa cultura, era la esperanza de la familia. Era el legado de la familia. Era el futuro de la familia. Era el que lo cuidaba a uno cuando llegaba a viejo, y se cercioraba de que su apellido se perpetuara en el futuro. Dios dice: «Si no dejas ir a mi pueblo, me llevaré a algunas de tus personas». Faraón endureció su corazón, y la Biblia dice que la muerte vino y en una noche murieron todos los niños primer nacidos de cada hogar».

¿Cuántos de ustedes son los primogénitos? ¿Cuántos hijos primer nacidos? Bien, miren alrededor del auditorio, todos muertos. ¿Cuántos de ustedes tienen hijos primogénitos? Mi primer nacido se llama Zac, muerto en una noche. Ven, la paga del pecado ¿es qué? Muerte. Y la muerte viene una por una, por eso no le ponemos atención. Cuando la muerte viene de una sola, nos abrumamos por el hecho de que el pecado conduce a la muerte. Y en Egipto, el pecado condujo a la muerte, a cual vino de una vez, por todos. La Biblia dice que hubo llanto en Egipto. Imagínense una nación entera que ha perdido a sus primogénitos y todas las madres están llorando. Algunos perdieron un hijo, otros perdieron un esposo. Los hombres que alzaron la mano, muertos; todos sus primogénitos, muertos. Tendríamos un funeral masivo. Yo no podría predicarlo porque yo también estaría muerto.

Había una sola excepción para los que participaron por fe en algo llamado la Pascua. Dios derrama su ira pero suple la provisión para que su ira pase por encima de nosotros. Eso es, que el pueblo de Dios se reuniera como familia, y tomara un cordero sin mancha y sin defecto, símbolo de perfección y santidad, y reconociera su pecado ante Dios; y esos pecados eran imputados al cordero, y ese cordero sería el sustituto, y a ese cordero, entonces, lo mataban, porque la paga del pecado es muerte. Y para demostrar en público que pertenecían al Señor, tomaban la sangre del cordero, y pintaban el exterior de los postes de su casa, para que cuando viniera la muerte a todo hogar, pasara literalmente por encima de los hogares que se habían arrepentido de su pecado, demostrándolo con la sangre derramada del Cordero.

Todo esto apunta hacia Jesús. Díganles a sus amigos judíos que todo eso apunta hacia Jesús. No hay Pascua sin Jesús. Él es el único sacrificio por nuestros pecados, el sustituto, el Cordero que fue inmolado, y el único que puede calmar la ira de Dios para que no nos venga encima. Entonces Dios libra a su pueblo. Dios libra a su pueblo. Los pone en libertad. Parte el Mar Rojo.

Liberados sin vivir libremente

Y ahora, una nación de varios millones de ex esclavos son librados, pero no viven libremente. Están cometiendo adulterio, están robándose unos a otros, están codiciando, están mintiendo, no están criando a sus hijos en el Señor, están adorando dioses falsos además del Dios verdadero. Aunque son puestos en libertad, eligen no vivir libremente, por lo que Dios va a hablarles. Dios es amoroso, bondadoso, paciente, y misericordioso con ellos, como lo fue con Faraón, y Él estaba con ellos, como está con nosotros. Eso nos trae a los Diez Mandamientos.

Y les cuento todo eso porque si empezamos en el capítulo 20, estaríamos leyendo la Biblia como los judíos, o los musulmanes, o los moralistas, o los políticos, o los testigos de Jehová, o los mormones. «Haga esto, no haga eso. Si hace esto, Dios lo castigará. Si no hace aquello, Dios lo bendecirá». Pero no es eso. Está en el contexto de que Dios ya nos ha amado, Dios ya nos ha servido, Dios ya nos puso en libertad, Dios ya adoptó a estos hijos en su familia. No se trata de obedecerle para que le ame, se trata de Dios que lo ama y le ayuda a obedecer. El contexto es muy importante. No podemos hacer caso omiso de los primeros 19 capítulos y empezar a moralizar en el capítulo 20.

Entonces Dios habla a su pueblo, y les dice lo siguiente: Primero les dice que Él es el Dios a quien le encanta liberar. Éxodo 20: 1-2: «Y habló Dios todas estas palabras, diciendo»−. Bien, lo primero es, ¿quién habla? Dios. Esto es lo que Dios dice. Esto es lo que creemos, que lo que Dios dice es lo que la Biblia dice, y lo que la Biblia dice, es lo que Dios dice. Algunos de ustedes llegan a los Diez Mandamientos y dicen: «No estoy de acuerdo». Entonces no están de acuerdo con Dios. Ustedes dicen: «Esa será su opinión», y yo les diría, «Entonces acéptenla». ¿De acuerdo?

Vean, aquí, el Pentateuco fue escrito por Moisés, lo dice en los primeros cinco libros, lo dice en las epístolas de Pablo, y está en las enseñanzas de Jesús. Es tiempo de volver a la universidad, de volver al colegio, y muchos de ustedes tomarán alguna clase sobre la Biblia en alguna universidad disparatada. Lo primero que les van a decir es: «Moisés no escribió el Pentateuco». Sí, lo hizo. Él dice que lo hizo, Pablo dice que lo hizo, Jesús dice que lo hizo. No importa lo que el tipo en el centro de estudios superiores diga, Moisés escribió los primeros cinco libros. Y por medio de lo que Moisés escribe aquí, Dios en última instancia es el que está hablando. Dios es el que está hablando.

Mars Hill, necesito que sepan esto. Cuando abrimos la Biblia, Dios nos habla. Le escuchamos a Él, ¿entienden? No creemos que esto pertenezca a alguna filosofía, o religión, o espiritualidad, o ideología. No creeos que esta sea una especulación acerca de Dios. Creemos que es una revelación de parte de Dios. En la Iglesia Mars Hill, esa es la base sólida para nosotros. Es fundamental para nosotros. Entonces Dios va a decir algo. ¿Alguien quiere escuchar algo de parte de Dios? Dios va a decir algo. «Yo soy el Señor tu Dios». Soy Yahvé, soy yo. Soy yo».

Es un Dios que habla a todas las personas al mismo tiempo. Algunos dirían que esta es la única vez en la Biblia en que Dios reunió a todo su pueblo para hablarles directamente. Esto no tiene precedente. Esto es muy importante. Históricamente esto está en su propia categoría. Empezará diciéndonos quién es Él. La verdad es que sin la revelación no sabríamos quién es Dios. Si Dios no nos dijera quién es, no sabríamos quién es. Y la buena noticia es que Dios nos dice quién es. Dice: «Yo soy el Señor tu Dios». Es muy personal.

«Soy el Señor tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de ¿qué? Servidumbre. El problema es la esclavitud; la solución es Dios. El problema siempre es la esclavitud; la solución siempre es Dios. No es solo una historia sobre lo que sucedió, sino sobre lo que siempre había sucedido. Este no es un Libro viejo, es un Libro eterno por lo que siempre es oportuno.

Una ley distinta

Y aquí Dios nos da leyes. En un momento vamos a entrar en los Diez Mandamientos, pero la Biblia nos da leyes. Los primeros cinco libros del Antiguo Testamento se llaman los Libros de la Ley. Es de esperarse que estén llenos de leyes. Algunos dirían que el 68,5% de los cinco libros del Antiguo Testamento tienen leyes. Las contaron, hay 613 leyes. Los Diez Mandamientos son la suma y el centro de la ley. Dios nos va a dar leyes.

¿A cuántos de ustedes no les gustan mucho las leyes? Cierto, leyes, ¿cuántos de ustedes dicen: «No me gusta la ley»? Cuántos de ustedes ahora mismo, si yo les dijera, «El IRS salió con un nuevo código tributario. Cada domingo por 10 semanas, leeremos detalladamente la letra pequeña. Veremos todos los detalles», ¿cuántos de ustedes no estarían aquí? Bien, yo tampoco.

¿Cuántos de ustedes, si su jefe les dijera: «Oye, entra a la sala de descanso. Sabes, la sede acaba de enviar un montón de políticas y vamos a repasarlas», cuántos de ustedes no entrarían a la sala de descanso, citando los Salmos en su corazón? “En el hombre interior me deleito con la ley de Dios”. Dame más reglas sobre la cafetera»? ¿Verdad? Es que cuando pensamos en la ley, por lo general pensamos en leyes inútiles.

¿La ley de Dios es así? Muchos piensan que sí. Las dos personas más influyentes, a mi parecer, fuera de la Biblia, para nuestro entendimiento de la ley, son dos hombres llamados: Juan Calvino y Martín Lutero. Me gustan. Tengo un hijo llamado Calvin Martin, y con eso me dejan entrar. Me gustan ambos, verdad, pero, ambos recibieron su formación como abogados. Son grandes maestros de la Biblia, maravillosos, y me encanta lo que dicen sobre la ley, y el Evangelio, y es súper profundo, pero al leer la Biblia como un abogado, podrían pasar por alto algo que me parece muy importante para ustedes. Los Mandamientos, o las leyes, o las reglas son diferentes cuando vienen de un Padre, y ciertamente diferentes que cuando vienen de un dictador. Faraón tenía leyes, pero no eran amorosas, no infundían vida al pueblo de Dios.

¿Cuántos de ustedes tienen niños rebeldes? Sigan alzando la mano. ¿Cuántos de ustedes tienen hijos? También tienen hijos rebeldes. ¿Cuántos de ustedes han cuidado niños, y por eso es que no tienen niños, de acuerdo? Amo a mis niños, ustedes aman a sus niños, nosotros amamos a nuestros niños. Falso o verdadero: ¿los niños a veces se rebelan y hacen necedades? Lo hacen, y lo que un buen padre debe hacer lo que llamamos una junta familiar. Siempre saben que algo anda mal cuando papá dice: «Junta familiar, todos siéntense en el sofá». Y piensan: «Oh, alguien hizo algo y vamos a hablar del asunto», ¿cierto? Y algunos de ustedes hacen esas juntas familiares, y dicen: «Está bien, cariño. Necesitas buscar ropa y vestirte para ir a la escuela primaria. Y tú, hijo, tienes que dejar de fumar y terminar tercero de primaria. O sea, tenemos que resolver algunas cosas en la junta familiar». ¿De acuerdo?

Cuando Dios reúne a su pueblo al pie del Monte Sinaí y desciende a hablar con ellos y a darles sus leyes, no les está diciendo: «Hagan estas cosas y los adoptaré». Les dice: «Los he adoptado y necesito que hagan estas cosas porque los amo, y les convienen, y les convienen a otros».

Y en parte la lucha con la ley es esta: si está desconectada del Legislador, podríamos malentender el corazón de la ley. Por eso es que los fariseos, muchos años después, amaban la ley, pero no amaban al Señor; porque se enfocaban más en la ley que en el Legislador.

En hebreo la palabra ley es Torá Estamos en el Antiguo Testamento que fue escrito originalmente en hebreo. Se nos dificulta mucho traducir esa palabra al castellano, por eso usamos la palabra ley. No es una palabra mala, necesariamente, pero puede causar problemas porque nos hace pensar en cosas como el código tributario del IRS, límites de velocidad, en la engorrosa burocracia del gobierno, y en la gerencia intermedia de nuestra empresa, también es una palabra que aparece en Proverbios cuando un padre que ama a sus hijos, les enseña a vivir sabiamente para que florezcan y tengan vida. Y el padre dice esto: «Hijo mío, está atento a mi Torá». Eso es distinto, ¿verdad? Es distinto.

Por tanto, los padres en general, pero también en particular, no cargamos a nuestros hijos con la ley, nos sentamos con ellos, los miramos a los ojos, los besamos en la frente, les decimos que los amamos, oramos por ellos. Les decimos que no podemos amarlos menos ni más porque estamos dedicados a ellos de todo corazón pase lo que pase. Y les decimos que queremos que sus vidas florezcan, y que queremos que sean bendecidos; y les hablamos de algunas cosas y establecemos unas reglas porque no queremos que sufran y no queremos que otros sufran. Ese es el corazón paterno de Dios, y si separamos la ley del corazón paterno del Dador de la ley, terminaremos preguntándonos. « ¿Dios es bueno? ¿Dios me ama? ¿A Dios le importa? ¿A Dios le interesa, o es solo un dictador distante que envía leyes, y si las obedezco, me da la ciudadanía, y si las desobedezco, voy a arder por toda la eternidad?».

Una cerca como protección

Les daré un ejemplo, una ilustración que quizás les ayude. Tengo cinco niños. Los amo de todo corazón. Nos mudamos a una casa hace unos años y yo estaba en la casa estudiando. Tenía la ventana entreabierta para que entrara el aire fresco y oí un sonido muy raro. Algo así como: zas, zas-zas, zas-zas, y pensé: « ¿Qué fue eso?». Salí, y escuché ese sonido por la calle más arriba.

Uno de mis hijos tenía uno de esos Jeep pequeños, de los que se enchufan y se prenden; de esos Jeep para niños con llantas de goma maciza. Y él estaba lejos de la casa, porque iba saliendo, y el sonido zas, zas, zas, era él manejando sobre la grava. Tenía como 4 años, y me puse a correr detrás de él, y me paré frente a él: «Un momento, Buddy, ¿a dónde vas?». Y me dijo: «Voy a comprar unas rosquillas». Le dije: «Oye amigo, no puedes ir a comprar rosquillas», y me dijo: «Ahorita vuelvo».

En su mente, sentía una gran libertad. Por fin, un carro, ¿cierto? Pero tanta libertad podría causarle sufrimiento. O sea, estaba a punto de incorporarse a una calle con límite de velocidad de 40 millas por hora. Como padre, sabía que esa libertad le haría daño.

Y al poco tiempo, ¿qué piensan que construí? Una cerca, ¿cierto? Si mi hijo hubiera ido a la universidad y estudiado a Kant, podría haber permanecido en el jardín, mirando la cerca, pudo haber dicho: «Miren esta opresión que limita mi libre albedrío y mi habilidad de expresarme. Miren las limitaciones que mi padre cruel me puso encima». Como padre, yo diría: «No, esto es un acto de amor. Si saltas la cerca, te vas a lastimar. Si te extravías de la propiedad, vas a lastimarte. Quiero que disfrutes todo el jardín, pero no te vayas de la casa de tu padre porque acabarás en la ruina».

No sabemos esto porque somos rebeldes. No nos acordamos de esto porque no tenemos padres. No tuvimos padres o no tuvimos un papá como Dios. Y cuando Dios nos da leyes, si no le reconocemos como un Padre que nos besa la frente, que se sienta con nosotros en el sofá, que nos dice cuánto nos ama, y nos dice que cada ley es una tabla en la cerca pare preservar nuestra vida, para que podamos correr libremente sin ser lastimados, entonces de plano rechazaremos a un Padre amoroso que desea la vida para sus hijos.

Cada una de las leyes de Dios es una tabla en la cerca, y cuando la vean, recuerden que su Padre los ama, y que la libertad no significa que seamos libres para saltar la cerca, sino libres para jugar en el jardín, ¿amén? Es exactamente lo que Dios está haciendo aquí con sus hijos, y va a darles la ley, los Diez Mandamientos.

La ley tiene Todo que ver con Jesús

La siguiente pregunta es, ¿cómo debemos arrepentirnos? ¿Cómo debemos estudiar la ley? Antes de abordar los Diez Mandamientos, ¿qué perspectiva debemos tener de estas cosas llamadas leyes? Jesús, Rabí, maestro, dice esto en Lucas 24:44, dice: «Todo lo que sobre mí está escrito en la ley…». Oh, ¿quién escribió la ley? «De Moisés». Jesús dice: «La ley se trata de mí».
Mars Hill, nosotros creemos que el Antiguo Testamento se trata de Jesús, que el Nuevo Testamento se trata de Jesús. Creemos que toda la Biblia se trata de Jesús. Creemos que todo está augurando su venida, o explicando de su victoria, o nos está preparando para su venida. Toda la Biblia se trata de Jesús. Toda la Biblia se trata de Jesús. Eso es lo que Jesús dice.

Y la ley nos muestra nuestro pecado y nuestra necesidad de un Salvador. Al leer la ley, nos damos cuenta que Dios es santo, y perfecto, y bueno, y que exige cosas de mí, y que estoy destituido de ellas, y que le he fallado, y que el pecado es transgresión de la ley.

Y Jesús viene como mi Salvador y lo cumple todo. Vive en completa obediencia a toda la ley, y muere en mi lugar, causando que la ira de Dios pase sobre mí, y me bendice, y me libra para ser un hijo de Dios para vivir una nueva vida, una vida libre.

Esto es lo que la Biblia llama buenas ¿qué? Buenas Nuevas. Las personas en el Éxodo, ¿se salvaron ellas mismas? No. ¿Podían salvarse ellas mismas? No. ¿Tomaron parte en su propia salvación? No, fueron librados. Todo esto nos muestra cómo salva Jesús.

Jesús es un Moisés más grande, el único que cumplió toda la ley. Jesús es el Líder más grande que no mató a sus enemigos, como Moisés, pero dejó que nosotros lo matáramos. Jesús es más grande que el Cordero de la Pascua que fue inmolado para quitarnos de la ira de Dios. Jesús es el Hijo Primogénito más grande que murió por nuestro pecado, porque Él es sin pecado. Jesús es una Columna y una Nube más grandes que camina con nosotros día y noche. Jesús es el Gran Vencedor que derrotó al faraón más grande de todos los tiempos, al mismísimo Satanás. Jesús es el Gran Salvador que redime no solo a millones de una nación, sino a miles de millones de toda nación. Jesús es el Gran Redentor, que nos lleva a una tierra prometida más grande, al reino eterno de Dios. Y Jesús es el más grande Legislador, quien no solo escribió su ley en tablas de piedra, sino también en los nuevos corazones que nos ha dado, corazones que desean obedecer su ley. Ese es nuestro Jesús.

Necesito que vean esto. Cuando vayan a la ley, fíjense en lo que no hicieron, y en lo que Jesús hizo, y en lo que Jesús quiere hacer por ustedes, y lo que Jesús puede hacer en ustedes, y lo que Jesús puede hacer por medio de ustedes. Y aún serán tentados a pecar. Y cuando sean tentados a pecar, necesito que entiendan el corazón del Padre, que Dios es un Padre. Algunos de ustedes nunca tuvieron padre. Él es Padre de los huérfanos, como dicen los Salmos. Cuando su Padre les diga: «No hagas eso. No hagas eso. No hagas eso», recuerden el corazón de su Padre. No se fijen solo en la ley, vean el rostro del Legislador.

Elegir pecar es elegir sufrir

Pedro, uno de los discípulos de Jesús, su principal discípulo, dice: «Uno es esclavo de aquello que le ha vencido». Al leer esta historia, algunos de ustedes dirían, «Esta encuesta histórica de la esclavitud es interesante. Gracias a Dios, soy libre y no aplica en mi caso». Sí aplica. Los Estados Unidos de América se supone que es la tierra de los libres. ¿Lo somos? Es la tierra de los esclavos. Es la tierra de los esclavos, porque Pedro dice: «Uno es esclavo de aquello que le ha vencido, cualquier cosa que lo domine, que se enseñoree de usted, es como si fuera su faraón. Es su amo y lo tiene esclavizado».

No usamos ese lenguaje en nuestra cultura porque ya no somos una cultura bíblicamente alfabetizada. En cambio, usamos un lenguaje terapéutico y sicológico; palabras como adicción. La adicción es un término secular para el concepto bíblico de la esclavitud. La persona dice: «Soy adicto al alcohol». Es esclavo de la botella. «Soy adicto a las drogas». Es esclavo de las sustancias. «Soy adicto a las apuestas». Está esclavizado a la euforia y a la posible fuente de ganancias. «Soy adicto a mi propia reputación». No, en realidad usted es el que está esclavizado y adora al dios que ve en el espejo cada mañana. «Es que tengo que conservar mi belleza o mi cónyuge tiene que conservar su belleza. Somos adictos a nuestra imagen corporal». No, están esclavizados a sus apariencias. «Mi promedio de calificaciones es lo que me motiva. Mis ingresos son los que me motivan. Mi posición en el organigrama de la empresa es lo que me motiva». No, está esclavizado a su rendimiento.

Algunos de ustedes dirán: «Pero soy libre para escoger», a su amo, y eso realmente no es libertad. Realmente no es libertad. Cuando sea tentado a pecar y escuche el Espíritu Santo, compungiendo su conciencia por las leyes que el Padre le da, sepa que quebrar la ley de Dios equivale a quebrar el corazón de Dios.

Si son padres o madres, ¿se identifican con esto en sus almas ahora mismo? Cuando usted ama a su niño y le da leyes para darle vida y proteger su vida, y su niños quiebra esas leyes, y ellos mismos se causan sufrimiento, y hacen que otros sufran, no solo han roto sus leyes, han roto su corazón. Dice, creo que en Génesis 6, que Dios sintió tristeza en su corazón por haber hecho al hombre, porque los pensamientos de su corazón eran solo hacer siempre el mal.

No hay nada como un hijo con un padre amoroso que lo mira al ojo, y ve al Padre quebrantado, llorando, destrozado porque el niño pecó. Porque entonces, no solo conoce las leyes del Padre, también conoce el corazón del padre.

Así que, querido amigo, cuando sea tentado a pecar, recuerde que elegir el pecado es elegir el sufrimiento. El Padre no quiere que sufra o que haga a otros sufrir, y cuando usted elige pecar, también hace que Él sufra. Dios nos libra, pero algunos decidimos no vivir libres. ¿Cuántos de ustedes conocen cristianos que son así? Están estancados, no están progresando, no están aprendiendo, no están creciendo. Su vida es una serie vueltas en el callejón sin salida de la locura. No van para ninguna parte.

Los hijos de Dios eran así. Caminaron 40 años en el desierto literalmente en un círculo, y Dios viene y les habla para ayudarles a obedecerle y a que caminen con Él, para que se aparten de su locura y entren a su fidelidad.

¿Para cuántos de ustedes, esa es su historia? Están avergonzados, están mortificados, están horrorizados, están atormentados. Quizás haya secretos en su vida y usted espera que nadie se entere de ellos. Y usted se considera cristiano, que adora al Dios de la Biblia, pero hay partes esclavizadas en su vida.
Y todos tenemos diferentes grilletes, y el Espíritu Santo puede revelarle cuáles son. Drogas, alcohol, sexo, poder, o lo que sea. Es exactamente la condición en que se encuentran los hijos de Dios aquí, al pie del Monte Sinaí, sentados en el sofá proverbial en una junta con su Papá, pensando: «¿Qué irá a decir? ¿Qué les dice a ellos? ¿Qué nos dice a nosotros?».

Vivir libre

Ese es el primer mandamiento. Nos dice que Él es el Dios que pone en libertad para que podamos vivir en libertad. Lo dice así en Éxodo 20:3: «No tendrás otros dioses delante de mí».. Es el primer mandamiento, ¿verdad? Dios tiene que enseñarles a sus hijos que, «Lo primero es lo primero; lo más importante. Niños, no olviden esto: un solo Dios». Ahí empieza Él.

Y los mandamientos están por orden de importancia. Del uno al diez, y consisten de una progresión donde esto capacita esto, contribuye a aquello, y resulta en esto. Los primeros cuatro hablan de una relación con Dios, porque la relación con Dios es lo más importante. Y los últimos 6 hablan de nuestra relación con el prójimo, cómo tratamos a los demás a la luz de cómo nos trata Dios. Por eso es que cuando vienen al Señor Jesús, Él les dice: «Aquí está. Este es el resumen. Las 613 leyes, las 10 que escribí en tablas de piedra, en realidad se resumen en dos grandes ideas: Amar ¿a quién? A Dios. Y amar al prójimo. Ahí están resumidos los Diez Mandamientos, ¿cierto? Es el twit de Jesús para las 613 leyes. Es el resumen de la gran idea.

Y aquí la pregunta es esta. «Está bien, fuimos librados. No estamos viviendo en libertad, Estamos en esclavitud. Salimos de Egipto, pero estamos adulterando, robando, y mintiendo, y a esto le hemos sumado una espiritualidad un poco extraña y dioses falsos, y alguien tiene esquemas de un becerro de oro, y las cosas no van bien.

Está bien, Papá está aquí en el sofá, y va a sentar a todos los niños en el sofá, y les dice: «Niños, escúchenme, lo primero es lo primero, hay un solo Dios. Yo soy Dios. Ustedes no son Dios, ellos no son Dios, nadie más es Dios, nada más es Dios. Yo soy Dios.

No podrán vivir en libertad hasta que reconozcan que hay un solo Dios, y que ustedes no son Dios. Esto los va a sorprender. Ustedes no son el centro del universo. No son las personas más importantes. Están destrozados porque se adoran a ustedes mismos, y no fueron hechos para eso. Fueron hechos para adorarlo a Él. Fueron hechos para disfrutarlo a Él. Fueron hechos para glorificarlo a Él. Y cuando se constituyen ustedes mismos en el centro del universo, se destrozan ustedes mismos».

Dios no los mira y dice: «Lo más importante son ustedes. Ustedes. Dibujen un círculo. Ahora escriban su nombre en él. Bien, todo lo demás orbita alrededor de eso. Yo estaré aquí afuera bendiciéndolos simplemente. Oh, quieren sexo, y dinero, y fama, y poder; genial. Siéntense en su trono. y yo seré su mayordomo. Denme su petición y yo la contestaré. A eso llamaremos: oración».

¡No! Dibujen un círculo, escriban mi nombre en él. Esto significa que Dios rehúsa estar en la punta de nuestra lista de prioridades y exige estar al centro de nuestras vidas. Hay una gran diferencia. «Oh, sí, yo amo a Dios, y voy al trabajo». No es tachar lo primero de la lista y seguir con lo demás. Dios es el centro de nuestra vida; y después va a decir. «Como soy el centro de sus vidas, ahora hablemos de su adoración, hablemos de su dinero, hablemos de su matrimonio, hablemos de sus posesiones, hablemos de sus inmuebles, hablemos de su sexualidad».

Y todo necesita estar conectado con Él, y si elegimos pecar, elegimos el sufrimiento. Entonces, hay un solo Dios. ¿Cuántos Dioses? Uno. ¿Eso qué significa en hebreo? ¡Uno! ¿Lo dice en alguna otra parte de la Biblia? ¡En todas partes! Eso es muy ofensivo. Otras personas dicen: «Hay muchos dioses». Dios dice que hay un solo Dios. Otras personas dicen: «No hay Dios». Dios dice que Él es Dios. Los agnósticos dicen: «No podemos saberlo». Dios dice: «Yo se los diré. Pueden saberlo a ciencia cierta. Yo mismo escribí el Libro». Algunos llegaron y dijeron: «Pues no, todo lo que hay en el mundo es parte de Dios». No, Dios dice: «Yo creé el mundo». Esto contesta todas las preguntas filosóficas, teológicas, y espirituales: Un solo Dios.

Y en esos días, tenían muchísimos dioses. Era muy común tener muchos dioses. Pueden leer la Biblia, y hallarán toda clase de falsos dioses y diosas. En realidad son demonios que bendicen a la gente. Están Astar, y Baal, y Moloch, y Quemos, y hay una larga lista.

Y algunos de nosotros practicamos lo que C.S. Lewis denominaba el esnobismo cronológico. Acudimos a la Biblia y decimos: «Oh, sí, en esos tiempos eran personas muy primitivas, y adoraban dioses con nombres raros, menos mal que no somos así». Pero sucede lo siguiente. Ellos tenían múltiples dioses porque los dioses prometían darles diferentes cosas. Este dios o esta diosa, les ofrecía sexo, fama, dinero, placer, confort, fertilidad, hijos, poder, ascenso.

¿Adoramos esas cosas? ¿Alguien aquí tiene problemas sexuales, financieros, relacionales, problemas de empleo? ¿Alguien? O sea, ¿alguien ha destrozado su vida yendo en pos de esas cosas? Está adorando un dios falso. Puede que lo llamemos el éxito, pero ellos lo llamaban Moloch, es lo mismo. Lo único que ha hecho Satanás es ponerme otra marca a los viejos demonios. Dios dice que hay un solo Dios, y que es Él solamente, al centro.

Estamos casados

Y hay un debate allá afuera. Tracemos el círculo completo. No tendrás otros dioses delante de mí. Todos los teólogos debaten esto: « ¿Qué querrá decir?». Y hay cuatro perspectivas básicas. Les diré cuáles son: ¿Frente a mí, a mi lado, en vez de mí, o en conflicto conmigo? Mi respuesta es, «Sí».

Bien, si Grace, ella nunca hizo esto, y nunca lo hará, gloria a Dios. Pero hipotéticamente, si mi esposa llegara y me dijera: «Me encanta tener una relación contigo, pero no creo que deba ser exclusiva. Hay un hombre, u otros hombres que me gustaría ver. ¿Dónde te gustaría tener a esos hombres? ¿Delante de ti, a tu derecha, a tu izquierda, o detrás de ti?».
La respuesta sería: « Al tope de mi puño y debajo de mi bota, ahí es donde me gustaría tenerlos». ¿Verdad? No quiero que ningún otro hombre esté rondando en ninguna parte. ¿Por qué? Porque soy un marido celoso, no soy como su novio de secundaria que la asedia, y sigue tratando de amistarse con usted, pero soy celoso en el sentido de que amo a mi esposa, y estoy en un pacto con ella, y nuestro amor es exclusivo, y no incluye a nadie más. Y si incluyera a alguien más, se echaría a perder. Dios ama a sus hijos como un padre ama a sus hijos. Dios ama a su pueblo como un esposo ama a su esposa.

Dios lo está mirando a usted al ojo y le dice: «Estamos casados. No puedes andar por ahí con nadie más. No puedes acostarte con nadie más. No puedes tener a nadie más sino a mí. Estamos casados, y yo te amo, y no voy a compartir esta relación con nadie más». Algunos dirían que es mucha falta de amor de parte de Dios. Al contrario, es muy amoroso de parte de Dios.

Entonces, ¿quién es su Dios? La segunda decisión más importante que usted tomará es con quién se va a casar. La decisión más importante que tomará es a quién va a adorar. ¿Quién es su Dios? Algunos de ustedes dirán: «Es Jesús». Ellos hubieran dicho: «Es Yahvé». Es el mismo. Puede que haya una diferencia entre su Dios funcional y su Dios real. Quizás diga que usted tiene un Dios real mientras sigue a un Dios funcional. Ellos habrían dicho: «Adoramos a Yahvé», mientras cometían adulterio, y robaban, y mentían.

Somos propensos a tener dioses funcionales que son diferentes a nuestro Dios real. Y sucede lo siguiente: Tenemos un concepto del infierno, tenemos un concepto del cielo, y después corremos hacia un dios que nos salve del infierno y nos ponga en el cielo.

Como decía aquella gran teóloga, Beyonce, todas las damas solteras, todas las damas solteras, todas las señoritas, alcen la mano. Bien, bien, todos los hombres solteros tomen nota. Las señoritas pueden bajar la mano. Ahora voy a usar algunas de las damas solteras como ilustración. Puede que usted sea una dama soltera y su perspectiva del infierno, del infierno, del infierno: Dama soltera. No tiene novio, no tiene potencial de tener novio, ni hijos; solo gatos. ¿De acuerdo? Su perspectiva del cielo: Un novio, va a ser su prometido, es fértil, odia los gatos, ¿de acuerdo? Y usted piensa: «Tengo que salirme del infierno y tengo que entrar al cielo». Y usted corre al dios funcional llamado novio. Se le echa al cuello y le dice: « ¡Sálvame! ¡Nunca me dejes! ¡Nunca me abandones! ¡Bendíceme! ¡Sé tú el centro de mi vida! ¡Haz que mi vida valga la pena!».

¿Cuántos hombres aquí han conocido una chica así? «Parece mucho. Quieres que yo sea Dios. Te voy a fallar. Esta relación está condenada al fracaso. Te echaste al cuello del hombre equivocado. Solo Jesús, solo Jesús tiene ese currículum vitae». Aunque una mujer diga: «Jesús es mi Dios», su dios funcional puede ser otra persona. Un hombre puede hacer lo mismo con su novia, con una esposa, con los niños, en el trabajo, con su salud. Acudimos a dioses funcionales y a salvadores falsos, dioses que no son Dios y salvadores que no salvan.

Así que, Mars Hill, al leer esto no piensen: « ¿Sabe qué? Sí, fue hace mucho. Personas insensatas eligieron dioses falsos y fueron esclavizados». Dios nunca cambia, la gente nunca cambia, los problemas nunca cambian, y las soluciones nunca cambian.

Encontrando su dios funcional

Por eso quiero ayudarles a encontrar sus dioses funcionales. Los quiero, tengo el corazón de un padre, y deseo ayudar. Quiero preguntarles varias cosas para su consideración, para que hablen de ellas en su grupo comunitario esta semana.

Cómo encontrar su dios funcional. ¿Listos?

¿Para quién o para qué están viviendo? Matrimonio, hijos, ascenso, casa, belleza, sexo, placer, confort, esparcimiento, deportes, paz. « ¡Pastor Mark, esas cosas no son malas!». No, pero cuando las cosas buenas ocupan el lugar de Dios, son malas.

¿Sin qué o sin qué no puede vivir? «Necesito tener esa persona, esa cosa. No me a esa persona. No me quites eso».

¿A quién o qué acude en tiempos de necesidad? «Ha sido un día horrible. Necesito sentarme en la silla, servirme algo, y prender la tele; así estaré en el cielo un rato».

¿Qué le provoca más gozo y menos tristeza? Nuestras emociones nos engañan. ¡Sí, lo conseguí! ¡No, no lo conseguí! ¿Era Dios? ¿Era el dios funcional y no el Dios real? ¿Quién o qué está al centro de su vida? ¿En torno a qué orbita su agenda? ¿En torno a qué orbita su presupuesto? ¿En torno a qué orbita su vida emocional? Es un dios funcional.

A Dios le encanta librarnos, pero debemos vivir en libertad. Esto lo vemos en el Éxodo. Él los libra, pero ellos tienen que caminar con Él. Eso es vivir libre. Dios se encarga de librar, Dios nos guía y nos ayuda para que vivamos libres, pero debemos andar con Él en la libertad que Él nos puso por delante.

Una de las partes emocionales más devastadoras de lo que yo amo, y me encanta ser su pastor, y voy a cumplir 18 años este otoño haciendo esto. 18 años de Mars Hill. 18 años de ser su pastor. Me he ganado las canas. Me lo he ganado todo, ¿de acuerdo? Y lo que destruye este corazón de padre y lo que ciertamente destruye el corazón del Padre es cuando los hijos de Dios que fueron liberados no viven en libertad. No quiero que ninguno de mis hijos vivan como esclavos. No quiero que ningún hijo o hija de Dios viva como esclavo. Pero he observado con el transcurso de los años que algunos lo hacen por una temporada.

Por lo que la última pregunta en la que quiero profundizar es, ¿por qué es que las personas que fueron liberadas no viven en libertad? Y no piense en su amigo, sino en usted mismo; algo en su vida que le haga decir: «No, eso lo clasificaría como esclavitud, no como libertad para adorar a Dios».

Pablo, reflexionando sobre la ley dice en Gálatas 5:1: «Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de», ¿qué? Esclavitud. No metan el cuello al yugo para llevar la carga que Jesús ya llevó.

¿Por qué es que las personas que fueron liberadas no viven en libertad?

Aquí tienen cinco cosas que me dijeron unos seres queridos que están estancados en la esclavitud. Aunque fueron puestos en libertad, eligieron no vivir en libertad.

Primero, creo esa mentira de que no puedo cambiar por encima de la verdad de que ya he cambiado. Esto me lo dijo una mujer que vino a mí y dijo: «Pastor Mark, no puedo cambiar». Le dije: «Eso es mentira. ¿Conoce a Jesús?». Me dijo: «Conozco a Jesús». Le dije: «Entonces ya ha cambiado». Necesitan saber que Jesús los cambia, y que ustedes y Jesús pueden cambiar su vida. No necesitan cambiarse ustedes mismos, Jesús los cambia, ¿amén?

«Temo el cambio más que a la esclavitud. Conozco la esclavitud, no conozco la libertad. Conozco como fue mi pasado, no sé cómo irá a ser mi futuro. Prefiero seguir con lo que conozco que confiar en el Señor quien conoce el futuro.

Estoy encadenado por lealtad a mi historia personal y familiar. Tengo una identidad. Mis amigos ve ven de esta manera. Mi familia me ve de esta manera. Mis compañeros de trabajo me ven de esta manera. Si empiezo a adorar a Dios, y cambio, me van a criticar y me van a despreciar. Hasta me podrían repudiar. Necesito ser fiel a mi familia. Necesito ser fiel a mi historia. Necesito ser fiel a mi raza. Necesito ser fiel a mi cultura. Necesito ser fiel a mi causa. Necesito ser fiel a mi tribu». Y la respuesta es no, hay un solo Dios, hay un solo Dios, y vivimos coram Deo , ante el rostro de Dios. Y cuando hacemos eso, nada más importa.

«Vuelvo a los hábitos que esclavizan. Me siento estresado, descargo pornografía. Tengo éxito y me permito pecar un poco como bonificación. Algo malo sucede, me sirvo un trago fuerte. Algo bueno sucede, voy al grupo comunitario con Ben & Jerry». O sea, son malas costumbres.

Y quinto, «Practico el autoengaño sobre mi esclavitud pasada». Esto es lo que ellos van a hacer. Lean el resto de Éxodo, léanse todo el Éxodo. Dios libera. Cuando estaban esclavizados, dicen: «¡Dios, sácanos de aquí!». ¡Es horrible, es terrible, ahora mismo sería el tiempo idóneo!». Él lo hace, parte el Mar Rojo, « ¡Viva!». Salen al desierto y se reúnen, ¿verdad? « ¿Recuerdan los buenos tiempos cuando éramos esclavos? Sí, ¿recuerdan eso? Extraño esos tiempos». Esa es la conversación que tienen en el libro de Éxodo, reflexionando sobre su esclavitud como si fuera libertad.

¿Alguno de ustedes ha hecho eso? Dios los saca de una situación, ustedes se apartan de la situación, miran hacia atrás, y piensan: «Oh, esos eran los buenos tiempos». No, no lo eran. No eran los buenos tiempos, y tampoco los serán si vuelve a vivirlos, ¿verdad? Si se sale de una relación de locos, con alguien más loco que una cabra. Ni siquiera debió salir con él a tomarse un café. Por fin desenreda el nudo de su vida, sale corriendo, y mira hacia atrás y dice: «Eso no estaba tan mal». Sí, lo estaba. Está loco, está desquiciado, es un tipo horrible. ¡Corra! Sabe, ¡corra!

Pero lo que pasa es que nos alejamos un poco, y pensamos: «En realidad no era tan malo. Sí, me golpeaba, pero era muy formal». ¿Muy formal un tipo que le pega? Oiga, oiga, oiga, rebobine la cinta, esos días fueron malos, días malos. ¿Alguno de ustedes se volvieron cristianos, siendo no cristianos, y al recordarse, pensaron francamente: «Esos eran los buenos tiempos. Los echo de menos. Ojalá nada hubiera cambiado. Todo estaba de lo mejor hasta que llegó Jesús».

Yo nunca diría eso, pero a veces lo hacemos. Cambiamos la realidad por una fantasía. ¿Cuántos de ustedes tienen viejas amistades así? Se juntan y dicen: −¿Recuerdan cuando estábamos en preparatoria?». −No, no recuerdo, porque éramos alcohólicos. Perdí el conocimiento desde décimo hasta el año que nos graduamos. No, no recuerdo la preparatoria. −Fue genial. ¿Recuerdas esa vez que te vomitaste? −Sí, no fue nada espectacular, ¿verdad? Algunos de ustedes tienen amigos así. y solo quieren hablar de los viejos tiempos y fantasear e idealizar sobre los viejos tiempos.

El Espíritu Santo me acaba de recordar un pasaje en Eclesiastés: «No digas: ¿Por qué fueron los días pasados mejores que éstos?». Porque es una necedad hacer esas preguntas. Esa es la mentalidad del esclavo. «Antes de tener a Dios, estaba hecho». Así piensa un esclavo.

Conclusión

¿Ha sido librado? Estas son mis dos últimas preguntas. ¿Conoce a Jesús? ¿Le ha entregado su pecado? ¿Él es su Cordero de Pascua? ¿Él es su Éxodo? ¿Es su Dios? Si no lo es, entréguese a Jesús ahora mismo. Si usted entró aquí sin Él, salga de aquí con Él. Él va delante de usted como la columna y la nube. Él camina con usted, y nunca lo dejará ni lo abandonará. Deje que Él lo libre y que lo guíe para que viva en libertad. Si usted no es cristiano, su problema más grande no es su comportamiento, no es su conducta. Es su Dios. ¡Es su Dios! Ese es el asunto que debe resolver. Entréguese a Jesús y sea liberado. Y comprométase a llevar una vida de caminar con Él en libertad.

Segundo, para los que son cristianos, ustedes han sido librados, y hoy, por la gracia de Dios, por el poder del Espíritu Santo, pueden vivir en libertad. Pueden dejar sus pecados aquí. Pueden dejar su locura aquí. Pueden dejar su rebeldía aquí. Pueden dejar su muerte aquí, y pueden andar con Jesús, pueden andar junto con Él. Y pueden andar al grupo comunitario, y pueden orar unos por otros, y servirse unos a otros, y ayudarse unos a otros. Por eso fue que Dios habló a todo su pueblo. Tomen una guía de estudio para grupos pequeños. Envíen su mensaje de texto, dígannos cómo conectarnos con ustedes. Tomen los Diez Mandamientos que preparé para ustedes, pónganlos en sus billeteras para recordarles quién es Dios y del consejo y el asesoramiento que su Padre amoroso les da cada día para los asuntos prácticos de su vida. Crecemos en libertad, y andamos en libertad cuando entendemos que somos libres ¿para qué? La libertad, Mars Hill; ¿somos libres para qué? Para adorar a Dios. Para adorar a Dios.

¿Adivinen lo que van a hacer? Adorar a Dios. Lo haremos al dar nuestros diezmos y ofrendas, porque muchas veces votamos por nuestro Dios con nuestra tarjeta débito. Damos al Señor que nos dio todo. Así nos invita nuestro Padre a crecer en generosidad para que seamos más como Él.

Al recolectar los diezmos y ofrendas, quiero que sepan que también vamos a tomar la Cena del Señor, recordando a Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, es nuestro Cordero de Pascua que fue inmolado. La ira de Dios fue removida si estamos cubiertos por su sangre; representados en la bebida y en el pan, están su sangre y su cuerpo. Y vamos a cantar. ¿Alguna vez han visto una nación oprimida que después fue liberada? La gente sale corriendo a la calle y aclaman y canta.

Mars Hill, nosotros somos esa gente. Jesús ha vencido a faraón, a Satanás. Fuimos puestos en libertad. Podemos vivir en libertad. Tenemos un Rey Padre que nos ama y nos adora. Y podemos salir a las calles, a cantar sus y a aclamar sus alabanzas. Podemos adorarle y disfrutarlo, y cuando nos reunimos a cantar, eso es exactamente lo que estamos haciendo. La gente libre tiene a Alguien a quien celebrar.

Oración

Dios Padre, venimos a ti a adorarte, venimos a hacer aquello para lo cual nos creaste. Ayúdanos a reconocer que la libertad no significa hacer lo que queremos, sino hacer aquello para lo cual nos creaste. Jesús, gracias por ser el Adorador perfecto. Gracias por humillarte a ti mismo. Gracias por ser Dios, que vino a vivir una vida de perfecta obediencia a la ley. Gracias por morir en lugar nuestro por nuestros pecados. satisfaciendo los requisitos de la ley. Gracias porque resucitaste y conquistaste a nuestro gran faraón, a Satanás. Gracias por darnos libertad y por andar con nosotros en esa libertad. Gracias por llamarnos a sentarnos en el sofá, por besarnos en la frente, y por hablarnos de lo mucho que nos amas, y por poner una cerca en derredor nuestro, porque no queremos pecar, porque no queremos sufrir, porque escribiste tu ley en nuestros corazones, y en lo profundo de nuestros corazones queremos obedecer al Padre que nos adora.

Señor Dios, ayúdanos a recibir este mensaje en nuestras vidas, en nuestras relaciones, en nuestra sexualidad, en nuestras finanzas, en nuestras familias. Ayúdanos a entender lo que significa ser libres, y por la gracia del Señor Jesucristo, ayúdanos a vivir libres, en el buen nombre de Jesús, amén.

Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.