El pueblo de Dios estaba estancado. Durante siglos habían vivido como esclavos bajo terribles amos cuya crueldad era superada solo por su poder. En esos días lúgubres, el pueblo de Dios dio a luz hijos que heredarían solo la miseria. Su aliado más fuerte era un Dios que ellos suponían los había abandonado. Lejos de haber sido olvidados, el pueblo de Dios fue rescatado por su poderosa mano. Expuso a sus amos a vituperio y los condujo hacia el desierto. Aunque habían sido librados, no vivían libremente. Empezaron a vivir como esclavos a su propio pecado. Lo que pasó después ha repercutido por más de 3.000 años de historia hasta el día de hoy. Como Padre amoroso y paciente, Dios instruyó a su pueblo dándoles los Diez Mandamientos. Bien, vamos a empezar de una forma un poco distinta hoy. Cierren los ojos, confíen en mí. No necesitan echarle mano a su billetera, pierdan cuidado. Cierren los ojos. Piensen en el rostro de su madre. Y después escuchen estas palabras: Honra a tu madre. Ahora piensen en el rostro de su padre, si lo conocen, y consideren estas palabras: Honra a tu padre. En su imaginación, vean el rostro de cada uno de sus niños, si ustedes son padres, y pregúntense: ¿Me honran?
Pueden abrir los ojos. Pueden sentir lo compleja que es esta enseñanza que voy a abordar hoy sobre los Diez Mandamientos, titulada: Honra a tu padre y a tu madre. Algunos de ustedes, al imaginar el rostro de sus madres y de sus padres, se sonrieron, y cuando les pedí que consideraran lo que significa honrarles, para ustedes fue bastante fácil. Aman a Jesús, me aman a mí, tenemos una buena relación.
Para otros, fue devastador. Por otra parte, cuando pensaron en algunos de sus hijos, se sintieron muy animados. Y al pensar en otros, se sintieron muy preocupados. Hoy, al abordar este gran mandamiento en Éxodo 20:12, en realidad es un solo verso. Vamos a dedicarle mucho tiempo. Vamos a ver el quinto de los Diez Mandamientos al continuar nuestra serie. Es muy sencillo. Honra a tu padre y a tu madre, y no viene con letra pequeña ni con notas al pie de página. No hay cláusula de excepción para los que hemos tenido experiencias horripilantes a manos de nuestros padres. Y no quiero desestimar eso de ninguna manera, así que esta semana lo que estoy encarando es una complejidad y una resistencia emocional enorme. Y quería decirles eso temprano y de antemano; no a todos ustedes, sino a algunos de ustedes, quizás a la mayoría.
Lo que quiero es que confíen en mí. Tengo la gran oportunidad de ejercer como padre espiritual, y en realidad ese es mi papel en la Iglesia Mars Hill.
Y cuando mis hijos no están seguros para dónde vamos− sobre todo los dos menores, Alexi, de nueve años, y Gideon de 7 años− confían en mí porque soy su padre. Y vienen a mi lado y cada uno me toma de la mano. Los otros niños son un poco mayores. A la de 11 años y a mi hijo de 14 casi no les gusta tomarme de la mano, pero al de 7 años todavía le parece bien. Se siente bien cuando me toma la mano, y la de 9 años se siente bien al tomarme la mano. Pero si vamos a alguna parte, si se sienten un poco inseguros, me toman de la mano. Me dan aquella mirada, y yo les doy aquella mirada, y caminan conmigo porque confían en mí.
Les voy a pedir que me tomen la mano y que confíen en mí hoy. Llevo 17 años como padre espiritual en la Iglesia Mars Hill, y quiero que caminen conmigo a un lugar que probablemente les provocaría mucho miedo, a menos que yo los lleve allá. Y no quieren ir allá porque es increíblemente doloroso, y por eso mismo es increíblemente importante.
Y para complicar más las cosas, hay muchas variables culturales. Hemos separado el sexo del matrimonio, y mediante métodos anticonceptivos y el aborto, de repente, la gente se vuelve sexualmente activa sin pensar en el matrimonio o en la crianza de niños. Al nacer, algunos de ustedes tuvieron padres que no los querían, que no los amaban, que no los servían, que no los cuidaban, y que no los estimaban.
Además, la crianza de niños en gran parte se ha basado en las enseñanzas de Sigmund Freud, quien teorizaba: «Tenemos que matar a nuestro padre para poder librarnos y vivir libremente», lo cual, según la Biblia es la esencia de todos nuestros problemas, porque nos hemos separado de nuestro Padre Celestial. Y al separarnos de nuestra madre y de nuestro padre aquí en la tierra, lo hacemos para nuestra propia destrucción y muerte, porque cuando elegimos el pecado, elegimos el sufrimiento.
Y existe una filosofía sobre la crianza de niños que viene de la sicología freudiana, que dice básicamente que separarnos de nuestros padres es algo bueno, pero no lo es. Después surge toda una industria de productos y bienes y servicios para preadolescentes y adolescentes, que extiende la adolescencia hasta los 25 años de edad según una recomendación que salió a los medios hace muy poco. Como resultado las personas viven separadas físicamente de sus padres. Viven separadas emocionalmente de sus padres. Viven separadas espiritualmente de sus padres. Y toman malas decisiones y lastiman sus propias vidas.
Y entonces surge una cultura completamente rebelde. Les dije en el segundo mandamiento que si idolatramos algo, finalmente lo demonizamos, y lo que hicimos fue idolatrar a la juventud y demonizar a la vejez. Hemos idolatrado la rebeldía y, como resultado, demonizamos la honra. Esa es la cultura en que vivimos. Buena suerte si quieren encontrar películas, revistas, que tenga, o incluso una banda que cante este estribillo básico: «Honra a tu padre y a tu madre. Honra a tu padre y a tu madre». Buena suerte si piensan que encontrarán preguntas y respuestas en las revistas para preadolescentes que digan: «¿Consultaste a sus padres?». Buena suerte en encontrar eso.
Nacemos en un mundo de rebeldía, todos actuamos como una partida de huérfanos, y después Dios nos da esta palabra solemne: Honra a tu padre y a tu madre. Esto empeoró mucho en los años 60 y 70 donde se volvió culturalmente novedoso o a la moda rebelarse contra las autoridades en general y contra la autoridad de los padres en particular. O sea que la mayoría de ustedes nació en un mundo de anarquía y padecen el dolor que les causa, pero insisten en creer el mito de que todos somos individuos y que las decisiones que tomamos no afectan a otros, pero eso no es verdad, y se los puedo probar de esta manera: Piensen en su papá y las decisiones que él tomó, y si consideran que él es una isla en sí mismo o si las decisiones que tomó lo han afectado mucho en forma positiva o negativa. Y algún día, sus hijos pensarán lo mismo. Algunos de ustedes dirán: «No tengo niños». Si siguen teniendo relaciones sexuales los tendrán. Quizás fue así que llegaron a existir. Sus padres no anticiparon ni se prepararon para su llegada, y cuando usted llegó, en resumidas cuentas no lo cuidaron. Hay mucho dolor en torno a este problema.
Los primeros cuatro mandamientos se tratan de nuestra relación con Dios. Hay un solo Dios, adórenlo a Él únicamente. En principio lo adoramos al hablar de Él correctamente, al no tomar el nombre del Señor en vano, y le honramos tomando un día de descanso para honrarle. Este es el quinto de los Diez Mandamientos, y aquí es donde la transición de Dios al prójimo toma lugar, y la primera prioridad es la familia. Cuando Jesús vino, le preguntaron: «¿Qué mandamiento, o cuáles mandamientos son los más importantes?». Les dijo: «Amar a Dios y amar a las personas». Los primeros 4 mandamientos se tratan de amar a Dios, y como consecuencia del amor de Dios por nosotros y de nuestro amor por Dios, los mandamientos 5 al 10 se tratan de amar al prójimo, empezando con nuestros padres. Y la idea principal es esta: piénsenlo, si pudieran amar a sus padres, podrían amar a cualquier persona. Si pudieran perdonar a sus padres, podrían perdonar a cualquier persona. ¿Están listos? Respiren profundo. Tomen mi mano. De veras los amo. A ver a dónde vamos juntos.
El primer mandamiento; o mejor dicho, la primera pregunta sobre este mandamiento es ¿a quién debemos honrar? Éxodo 20.12: «Honra a tu padre y a tu madre». ¿Cuántos habían oído eso antes? Pensaron: «Esta información no es nueva». ¿Honrar a quién? Pues el primero en la lista es el padre. El padre es cabeza del hogar. El padre es el líder asignado para la familia. El padre tiene una responsabilidad particular. a los ojos de Dios. Y la madre. La madre está junto al padre trabajando con él. Como la mano derecha y la mano izquierda, mamá y papá deben trabajar juntos para amar y dirigir a la familia.
De hecho esto es muy inusitado porque en esos días hubieran sido renuentes a buscar mandamientos que honraran a las madres. Otras religiones y colectivos de personas hablan mucho sobre la posición de la familia como patriarca− quiero decir, la posición del padre como patriarca de la familia−, pero no hablan mucho sobre el respeto debido a la madre. Aquí Dios pone a madres y padres en el mismo lugar del organigrama proverbial. O sea que están mamá y papá− está Dios y después están mamá y papá, y después los niños. Al honrar a su mamá y a su papá debe honrarlos a ambos, tanto a mamá como a papá.
Honrar aquí significa respetar, tratar con deferencia, estar sujeto a. Significa amar, apreciar, tenerles afecto. Honrar es algo que empieza internamente y se manifiesta externamente. Si tenemos honra en nuestro corazón, se manifestará en nuestras palabras. Por eso dijo Jesús: «De la abundancia del corazón habla la boca». Por tanto, si usted habla en forma negativa, peyorativa, o crítica de sus padres, el asunto no es solo refrenar su lengua, sino redimir su corazón. Empieza internamente y se manifiesta externamente esto de honrar a padre y madre.
Quiero mostrarles un par de cosas: Un padre y una madre forman la unidad familiar idónea. Esto es muy controvertido. Espero que las madres solteras aquí no se resientan conmigo. Cada vez que predico sobre los hombres piadosos, varias mujeres solteras se resienten, y mi respuesta es: «Las amo, y si el hombre que las dejó preñadas hubiera escuchado esto, su situación podría haber sido distinta y quizás no tendrían que resentirse». Estoy tratando de ayudar a todos sin excluir a nadie.
Y sepan que cuando hablo hoy, estoy hablando a 13.000 personas en Mars Hill, y a decenas de miles de personas en línea, y si su situación es única y compleja, las amamos. Tomen parte en los grupos comunitarios, grupos de redención, reúnanse con el pastor líder de su iglesia local. Quizás yo no pueda contestar todas sus preguntas y objeciones, porque si todos nos reuniéramos, necesitaríamos un estadio, pero haré lo mejor que pueda.
La unidad familiar idónea es una madre y un padre, una madre y un padre. Incluso hoy eso es controvertido. Incluso hoy dirían que eso es intolerante y discriminatorio, pero así lo diseñó Dios, así lo decretó Dios, esa es la intención de Dios, es el plan de Dios. Sí, habrá viudas. Sí, habrá divorciados por los horrendos casos de pecado. Sí, vivimos en un mundo caído e imperfecto. Pero idóneamente, un niño debe tener padre y madre, y no solo estar presente al momento de su concepción sino al momento de su graduación.
Esto también significa, prácticamente, que para que los niños honren a su padre y a su madre significa que a los niños no se les permite tener favoritos. No dice que honremos a nuestro padre o a nuestra madre. Dice que debemos honrar a nuestro padre y a nuestra madre.
¿Cuántos de ustedes crecieron en un hogar− no alcen la mano, sobre todo si vinieron con familiares− pero sus padres tuvieron favoritismos? Tuvieron favoritismos. Usted lo notaba. Recuerdo un hogar donde había muchos niños que literalmente decían: «Nosotros éramos hijos de papá y ellos eran hijos de mamá», como si hubieran cortado a la familia en dos con un cuchillo de carnicero. «Y hablamos con papá, y amábamos a papá, y confiábamos en papá, y estos niños amaban a mamá, seguían a mamá, hablaban con mamá».
¿Y cómo empezó eso? ¿Cómo ocurrió eso? Empezó cuando papá tuvo favoritismos y mamá tuvo favoritismos; y es como el recreo en el colegio donde hay dos capitanes que escogen equipos. Mamá dice: «Estos son mis favoritos», y papá dice: «Estos son mis favoritos», y los niños dicen: «¿Entonces debo honrar a mi padre o a mi madre?».
Cosas horribles ocurren si leen el libro de Génesis, cuando los padres tienen favoritismos. De hecho, los niños terminan matándose y se venden unos a otros a la esclavitud. Por tanto, si alguno de ustedes dice: «Bueno, no sé. Déjeme ver». Solo lea el libro, ¿de acuerdo? A los padres que tienen favoritismos no les va bien. Afecta horrorosamente a sus hijos.
De igual manera, cuando los niños tienen favoritismos, sucede exactamente lo mismo. Por tanto, ustedes como padres no pueden suponer, no pueden aceptar que: «Estos niños me aman, y esos niños te aman a ti, y no hay problema». Sí hay problemas. Los padres no pueden tener favoritismos, y los niños tampoco pueden tener favoritismos, y necesitan honrar tanto a su padre como a su madre.
Y uno sabe que tiene un verdadero problema en el hogar cuando eso ocurre, les daré un ejemplo: Papá trabaja todo el día− sé que es un ejemplo horrible porque el papá trabaja y la mamá cría a los niños− o sea, voy a usar este ejemplo horrible de mi hogar donde papá trabaja y mamá se queda en casa con los niños, y los niños se portan rebelde e irrespetuosamente. Hipotéticamente, digamos que son los muchachos, ¿de acuerdo? Hipotéticamente no más. Y mamá les dice a los muchachos en un momento de exasperación, porque no le obedecen: «Espera que tu−», lo han oído antes. «Espera que tu papá llegue a casa». Ella está diciendo es esto: «Ustedes no deben honrar a su madre, solo deben honrar a su padre».
Entonces papá tiene que venir, no solo a disciplinar, sino a ¿qué? A instruir. «Su mamá y yo hablamos con una sola voz. Dios los manda a honrar a su madre. No me importa que sean adolescentes con las hormonas alteradas, ella sigue siendo su madre».
Si usted es esa mujer y deshonra y le falta respeto a su esposo delante de los niños, ¿qué piensa que van a hacer los niños? ¿Piensa que honrarán a su padre? No, cantarán la misma canción de su madre.
Padres, está bien, para los hombres duros y controladores, que les gusta estar en autoridad pero no el ser líderes siervos; hombres que les gusta menospreciar, criticar, y hacer quedar mal a su esposa diciendo cosas delante de los niños, tratándola básicamente como si ella no fuera− el sistema no es Dios, usted, y su esposa, y los niños. Lo que usted hizo fue rebajar a su esposa al punto de ser como uno de los niños. Le habla como si ella fuera uno de los niños, la castiga como si ella fuera uno de los niños, le dice cosas como si ella fuera uno de los niños. Piensa que esos niños crecerán a honrar a sus madres, ¿sí o no? No. Algunos la defenderán. «Papá trata a mamá como un verdadero patán». Otros apoyan al padre y la deshonran a ella porque él ha establecido un patrón y un precedente para deshonrarla.
No significa que las madres y los padres no puedan tener conflictos y desacuerdos. Significa que cuando tienen conflictos, los resuelven en privado, o a veces, cuando los resuelven delante de los niños, lo hacen de una manera honrosa. Y algunos padres dicen: «Nunca tenemos desacuerdos delante de los niños». Si los tienen, háganlo de una manera honrosa, porque están modelando para sus hijos cómo honrarse unos a otros en medio de un desacuerdo. No es necesariamente una cosa mala. Mis hijos saben que Grace y yo de vez en cuando tenemos desacuerdos, y que los resolvemos, y que nos honramos unos a otros, y que trabajamos hacia la unidad familiar empezando al nivel de los padres.
Algunos hombres parece que tratan a su esposa como si fuera el primogénito. Ese no es el lugar que debe ocupar la mamá. Ella debe estar a su lado. Ella fue tomada de su costilla. Ese hogar es suyo−no al frente como enseña el feminismo, no detrás como enseña el machismo, sino al lado como enseña Dios−.
Padres, es importante que instruyamos a nuestros hijos a honrar a sus padres y a sus madres, que no tengamos favoritismos, y además, que honremos al otro cónyuge, sobre todo delante de los niños, que establezcamos un patrón y un precedente de honra en la familia. ¿Entienden?
¿Cuántos de ustedes ya se sienten compungidos? Cuántos padres o madres piensan: «Ah, ya puedo irme. Basta, ya no puedo más».
Bien, al siguiente. Habrá muchos más como ese. ¿Por qué honramos a nuestro padre y a nuestra madre? Éxodo 20:12: «Para que tus días sean prolongados en la tierra que el Señor tu Dios te da». Ellos habían sido esclavos en Egipto por 400 años, Dios los había librado por medio del Éxodo. Estaban viajando a pie hacia su tierra prometida, pero no habían llegado todavía. Era una promesa que Dios había puesto delante de ellos la cual aún no habían experimentado. La vida es así muchas veces. Se vive por fe. No voy a seguir caminando con Dios apenas, hasta que me traiga a la siguiente temporada, o etapa, o lugar que Él quiere para mi vida.
En Efesios 6, Pablo cita este mandamiento y dice a los niños: «Honren a sus padres y a sus madres», y después añade esta frasecita, que es el primer mandamiento con promesa. Y la promesa es: «Para que tus días sean prolongados en la tierra que el Señor tu Dios te da».
¿Entonces a quién debemos honrar? A nuestra madre y a nuestro padre. ¿Por qué los honramos? Porque mejora nuestra vida.
El primer mandamiento dice que hay un solo Dios. El segundo, que debemos adorar a Dios únicamente. Pero aquí descubrimos que vivir con adoración y respeto hacia Dios en realidad nos beneficia. Quiero que vean que cuando glorifican a Dios con lo que hacen, siempre lo hacen para su propio bien.
Cada vez que tengan que tomar una decisión, no piensen así: «¿En qué me beneficia esto?», porque terminarán haciendo cosas que no son lo mejor para ustedes. Pregúntense: «¿Esto glorifica a Dios? ¿Qué obedece a Dios? ¿Qué honra a Dios?». Y si sus decisiones glorifican a Dios, la consecuencia, el beneficio será bueno para usted. Porque la voluntad de Dios es holística, y lo que glorifica a Dios es bueno para nosotros.
¿Cuántos de ustedes quieren tener una larga vida? ¿Cuántos de ustedes quieren vivir mejor? ¿Cuántos de ustedes quieren que sus hijos tengan una vida larga y mejor? ¿Cuántos de ustedes quieren que sus nietos tengan una vida larga y mejor? Esto es como el libro de Proverbios. No es punto a punto, esto garantiza aquello, es más bien la sabiduría proverbial mediante la cual todos los que guardan estos principios mantienen un estilo de vida determinado con un rumbo determinado.
Les aseguro que si mis hijos me obedecen, serán más saludables. Si obedecen a su mamá, vivirán más tiempo. Si reciben nuestro consejo, el manejo de su sexualidad, de sus amistades, el matrimonio, las finanzas, la nutrición, la educación, el resultado será muy diferentes a una vida donde lo único que hacen es sentarse a ver Nickelodeon y lo último en películas para adolescentes y las bandas ridículas de muchachos. Si nos escuchan a nosotros y no a sus pares, su vida serpa más larga y les irá mejor. Su vida será más larga y les irá mejor, y la de ustedes también.
Ayer mismo lo vi. Fui a predicar a Toronto y estaba entre bastidores con tres generaciones, un amigo mío que es pastor, sus hijos que son pastores, y su papá que ama a Jesús. Su papá estuvo casado 53 años con una mujer a la que él amaba con todo su corazón. Y vi al patriarca sentado junto a sus hijos, y junto a sus nietos, y ellos le preguntaban: ¿Cómo te va, abuelito? ¿Echas de menos a la abuelita? «Sí. La amaba de todo corazón. Nunca me casaría con otra mujer. Sigue siendo mi esposa. Está en el cielo esperándome».
El hombre tenía 70 y pico de años. Le dijo a sus nietos: «Saben, cuando yo tenía su edad, estaba casado, pero yo era un muchacho. No me portaba como un hombre, y eso hizo que su abuela sufriera». Y les dijo: «Un día, Dios me compungió, y fui y le pregunté: “Cuéntame las oraciones privadas y calladas que nunca me dejas oír, cuando oras a Dios por mí”».
Caballeros, es una pregunta peligrosa, ¿no es cierto? ¿Cuántos de ustedes no quieren saber la respuesta a esa pregunta. Y les dijo: «No quería decirme, y por fin le dije: “En serio, necesito que me digas cuáles son tus oraciones secretas y calladas sobre mí”». Y les dijo: «Me contó, y lo que me dijo me quebrantó, y me enseñó lo que necesitaba hacer para amar bien a esa mujer el resto de mi vida». Vaya, vaya.
El nieto que lo estaba escuchando tenía dos meses de casado. ¿Piensan que eso podría mejorar su matrimonio? ¿Piensan que si ese muchacho escucha a su abuelo afectará su familia y su futuro? Absolutamente.
La siguiente pregunta es ¿cómo honramos a los padres deshonrosos y a las madres deshonrosas? ¿Cuántos de ustedes tienen esta objeción? Ya se habían encrespado cuando les dije que honraran, e inmediatamente jalaron el freno de emergencia de su alma. Dijeron: «No me pida que haga eso». Y de inmediato el dolor puede más que el honor. Y lo primero que piensan es: «No diga eso, no; usted no conoce a mi madre. No conoce a mi padre. No sabe lo que dijeron. No sabe lo que hicieron. No sabe en qué me fallaron. No sabe lo que hacen todavía. Usted no− están muertos, usted no entiende».
Y de repente, se encona el dolor. ¿Estoy diciendo que no debe sentir dolor? No, para nada. Puede que lo que le hicieron o lo que no hicieron le duela a Dios en el corazón, en el corazón paterno de Dios. No estoy diciendo que no debe sentir dolor, pero la Biblia no tiene cláusulas de exención para padres deshonrosos, ¿entonces cómo honramos a los padres deshonrosos? Repito, no alcen la mano, pero muchos de ustedes se encuentran en esta situación. Dicen: «Mis padres son deshonrosos, ¿cómo voy a honrarlos?». Es como aclamar a un criminal, ¿verdad? Algo no nos cae bien en el alma.
Permítanme darles algunas maneras: Den gracia. Ante todo, algunos de ustedes son demasiado idealistas. Sus expectativas son poco razonables. Aunque Jesús fuera su padre, dirían: «Pues, no me gustaba su barba». O sea, encontrarían algo, ¿no es cierto? Algunos de ustedes han creado expectativas poco razonables de sus padres. La Biblia dice que gloria del hombre es pasar por alto una ofensa. Algunos de ustedes simplemente necesitan reconocer: «Estoy exigiendo mucho más de ellos de lo que exigiría de mí mismo». Y a veces tienen que dar un poco de gracia y decir: «¿Sabes qué? Cuando tus padres son pecadores caídos, no siempre es bueno ser formidable».
Perdónenlos. Háganlo para proteger sus corazones contra la amargura. Si no perdonan a sus padres, se volverán como sus padres. Déjenme explicarles cómo. Hay una raíz de pecado en sus vidas. Ellos pecan contra usted. Ahora es como si usted estuviera infectado. El perdón es el remedio que limpia esa raíz de amargura, esa infección. Si no perdonan, el pecado que vivía en ellos ahora vive en ustedes, y ustedes lo transmiten, lo transmutan por medio de su amargura. ¿Alguna vez han visto a alguien que odia a sus padres y cuando crece se vuelve idéntico a ellos? Es porque nunca los perdonaron.
Mi hija Ashley tiene 16 años. Tiene su permiso de aprendiz, está aprendiendo a manejar, así que oren por todos nosotros. Estamos en una de esas etapas. Le está yendo muy bien, pero por eso tengo canosa la barba. Sin embargo, casi lo primero que tuve que enseñarle fue que si temía estrellarse contra algo, que adivinara en qué fijaría los ojos. En lo que estaba tratando de evitar.
Seguramente algunos de ustedes aprendieron esto a las malas. Pensaron: «No quiero cruzar la raya amarilla. No quiero− ah, caray, me crucé la raya amarilla. No quiero chocar contra ese buzón. No quiero chocar contra ese− ¿por qué me estoy desviando hacia ese buzón?». ¿Por qué?
Porque en donde fijemos la mirada, allá iremos a parar. Y si siempre se fija en su madre, y si siempre se fija en su padre, y si siempre se fija en su pasado, si siempre se fija en su dolor, si siempre se fija en su sufrimiento, si siempre se fija en el pecado de ellos, el rumbo de su vida se desviará. ¿Entiende lo que estoy diciendo?
Y el perdón dice: «¿Sabes qué? Lo que hiciste estuvo mal. La justicia vino en la cruz donde murió Jesús, o la justicia vendrá al final cuando comparezcas ante Jesús a rendirle cuentas, pero sabes, entre tú y yo, voy a perdonarte. Dejaré las cosas en manos de Jesús para que yo pueda seguir con mi vida y dejar de fijarme en ti». No es que tenga que ignorarlos, u odiarlos, o despreciarlos, sino que ellos dejan de ser el centro que controla su vida; la amargura o el dolor de su mamá o de su papá no es algo que está fuera de su vehículo, hacia lo cual se vira constantemente.
Puedo contarles una historia devastadora que recuerdo. Conocí un hombre cuyo padre era prepotente, legalista, y religioso. Degradaba, degradaba y degradaba a su esposa como si ella fuera uno de los niños; es más, como el peor de los niños, y la regañaba como si fuera una hija odiada y menospreciada. Y era imposible vivir con ese hombre. Era un tarugo religioso. A tal extremo llegó, que su dulcísima esposa, o mejor dicho, llegó a tal extremo que ella propiciaba o era codependiente, y después de unos años cuando criaron a sus hijos, ella se divorció de él, pero se mudó porque no podía estar en el mismo lugar con ese tipo.
Sus hijos crecieron odiándolo, despreciándolo, obsesionados con él, amargados y despiadados contra él. Uno de los hijos creció y se volvió idéntico a su padre, y si le dijera: «Usted es igualito a su papá», desembocaría en la violencia. Era lo que más le ofendía. Y era de esperarse, su esposa también lo dejó y ahora vive solo, igual a su padre, igual a su padre. Si hubiera perdonado a su padre y le hubiera dado eso a Jesús, podía haber continuado con su vida.
Den honor. Sé que dice que honremos a madre y padre, así que parece que debemos honrarles. Y una manera de honrarles es honrándoles, ¿verdad? A veces significa, si no podemos decir algo bueno, que no digamos nada en absoluto. Decimos: «No puedo decir nada bueno». Quizás no debamos decir ciertas cosas en público. Quizás en privado, con su esposa, usted les cuenta una historia. Quizás les advierte a sus niños sobre la historia de su familia. Eso está bien.
Antes del servicio hablaba con alguien que no tiene padre. Le dije: «¿Cómo puedes honrar a tu padre si ni siquiera tienes padre?». Me dijo: «Puedo ser un mejor padre». Eso es cierto. ¿Saben lo que quiero? Quiero que mis hijos crezcan y sean más piadosos que yo. Y si son más piadosos que yo, eso me honraría.
Así que aunque su madre sea deshonrosa, y su padre sea deshonroso, si por la gracia de Dios usted resulta ser una mejor persona, un mejor marido, un mejor padre, una mejor esposa, una mejor madre, eso les honraría.
Y una manera de honrarles es− en las Fuerzas Armadas tienen una expresión: saluden el uniforme. ¿Entienden eso? Saluden el uniforme. Significa: «Aunque no respete mucho a la persona que viste el uniforme, respeto el uniforme». ¿Ven lo que estoy diciendo? Es un teniente, respeto el uniforme. Honro el uniforme porque muchas personas visten el uniforme, y algunas de ellas son honrosas, y si no honramos el uniforme deshonramos a los que lo visten honrosamente.
Mi punto es que debemos honrar la maternidad y la paternidad. Aunque sea difícil honrar a padre y madre, podemos honrar la maternidad y la paternidad. Podemos saludar el uniforme proverbial, el rango, el oficio de madre o padre.
Quinto, den ejemplo. Les cuento esto. Si usted es una persona que no honra a su madre y a su padre, criará hijos que tampoco lo honrarán a usted. ¿Entienden eso? ¿Cuántos de ustedes− porque la Biblia habla mucho sobre cosechar lo que, ¿qué?−. Lo que sembramos. Si usted siembra deshonra en sus hijos, cosechará deshonra de parte de sus hijos. ¿Está claro?
Digamos que se la pasa hablando negativamente de sus padres, o de su madre, o de su papá, y está descargando, dando rienda suelta. En el peor de los casos, usted vuelve a uno de sus hijos más jóvenes en su mejor amigo y lo convierte en un pararrayos para toda su amargura. Descarga toda su vida sobre él en forma negativa. Entonces lo que está haciendo es dando ejemplo. Están diciendo: «Hacemos las cosas así. Deshonramos a madre y padre». Los está disciplinando para que lo deshonren a usted cuando modela para ellos cómo es la deshonra.
Y den gracias. Si pueden dar gracias a Dios por cualquier cosa, si pueden dar gracias a sus padres por cualquier cosa, háganlo. Quizás fueron malos cristianos, pero eran cristianos. Llámelos, escríbales una carta. «Solo quería darte las gracias. Caí en cuenta que tener padres cristianos fueron un don y una bendición muy grandes». Su papá trabajó duro para proveer. Quizás no brindó mucho apoyo emocional, ni estuvo espiritualmente presente, pero proveyó. Y sabe qué, hay muchos niños que ni siquiera recibieron eso.
A veces damos más honra a nuestros padres honrándoles de la misma manera que ellos fueron honrosos. Es un aliciente. Es abrir la puerta a la honra. No es decir: «Honro todo lo que hayas hecho», sino «Estoy agradecido por algunas cosas y quiero decirte que te aprecio». Y quizás eso abra la puerta para abordar los otros temas más adelante. «No sé, pero al menos quiero ver si hay posibilidad de llevar esto por buen camino».
Y podemos estar agradecidos porque Dios es un Padre. La Biblia dice que Dios es nuestro Padre. Por lo tanto, al menos podemos estar agradecidos, porque si nuestro padre terrenal nos falla, tenemos un Padre Celestial que no nos falla.
Esto se me ocurrió cuando recién empezaba a ser padre con Ashley, y ella estaba muy pequeña. Y estábamos recostados en la cama, ella estaba debajo de las cobijas, y yo sentado en la cama leyéndole una Biblia para niños y orando por ella. Y ella me miró, y tuvo una pequeña epifanía de niñita. Me dijo: «Tengo dos papás. Uno en el cielo, y el otro en la tierra, y ambos me aman».
Alabado sea Dios. Pero aunque solo tenga un Padre en el cielo que le ayuda y le ama, al menos tiene un Padre Celestial. Imagínese a la gente que ni siquiera conoce a Dios como Padre y no tienen ningún padre de qué hablar, y ni siquiera tienen un concepto de cómo debe ser un padre, o una madre. Hay mucho que agradecer.
Y Pablo dice en 1 Timoteo 5.1-2 que tratemos a las ancianas como madres y a los ancianos como padres; por lo tanto, en la familia eclesial, hay quienes ejercen como padres y madres espirituales. Podemos acudir a ellos a hacerles preguntas, unirnos a su grupo comunitario, buscar su consejo, observar cómo viven, cómo aman a su cónyuge, y crían a sus hijos.
Este concepto de la paternidad y de la maternidad tiene una dimensión tanto biológica como espiritual: los descendientes genéticos y los que fueron influenciados espiritualmente. Hay mucho que agradecer. ¿Alguno pensó: «Pero es que no tengo una madre que me dé mucha sabiduría y ánimo, pero en la familia de Dios conozco a una anciana o a un anciano que ama al Señor, y para mí ellos ejercen ese papel de madre o padre espiritual, y alabo a Dios por ello»? ¿Amén?
¿Cómo honramos a nuestro padre y a nuestra madre? ¿Cuántos de ustedes están de acuerdo en que la adolescencia constituyen los años más complicados? Algunos de ustedes no han llegado a la adolescencia siquiera. ¿Cuántos de ustedes ya llegaron y dirían: «Sí, la honra es un gran problema para los adolescentes. Por eso traje a horcajadas a mi hijo hoy a Mars Hill. Estaba esperando que predicara este sermón. Me aseguré de traer a mis hijos. Hoy asistiremos a todos los servicios, porque mis hijos no están captando la idea principal». Bien, vivimos bajo un Nuevo Pacto. Bajo el Antiguo Pacto, era punible con la muerte, ¿no es así?
Así que todos los adolescentes, guarden el celular y pongan atención, ¿de acuerdo? Vamos a leer la Biblia juntos un poco. Esto debería darles miedo, adolescentes. Tendrán que dormir con un ojo despierto, ¿verdad? Empecemos. Deuteronomio 21.18-19, 21: «Si un hombre tiene un hijo terco y rebelde», algunos de ustedes dirán: «Este libro es anticuado. Eso ya no aplica a nosotros». Oh, sí que aplica. ¿Alguna vez han visto a un hijo terco y rebelde? ¿Alguien no ha visto a un hijo terco y rebelde? O sea, «que no obedece a su padre», papá le dijo con varias inflexiones, tonos y volúmenes. «Ni a su madre».
O sea que mamá y papá le repiten la misma cosa. «Y cuando lo castigan», o sea, hay consecuencias, «Ni aun así les hace caso, el padre y la madre lo tomarán y lo llevarán fuera a los ancianos de su ciudad…y lo apedrearán hasta que muera». Algunos de ustedes que son adolescentes piensan: «Entonces si me rebelo contra mis padres, me van a apedrear?». No es así. No es lo que se imaginan. Ser apedreados es lo que los hace rebelarse contra sus padres, y después habrá otra clase de lapidación por haber sido lapidados. Serán apedreados de otra manera. Hay un debate sobre esto.
Algunos piensan que significa tirar piedras al chico hasta que muera. Otros piensan que significa echar al chico a una fosa y darle en la cabeza con una enorme roca. ¿Cuántos padres pensaron: «Ese es el versículo. Eso era todo. Nos vamos para la casa. Tenemos todo lo que necesitábamos. Lo conseguimos. Gracias, pastor Mark»?
¿Hacemos eso hoy en día? No. Con los adolescentes quisiéramos hacer eso a veces. ¿Cuántos de ustedes piensan: «Si tuviera una fosa en mi patio y una enorme roca, hay ciertos días en que ese chico no tendría que preocuparse por ir a la escuela»? Quiero que vean que vivimos bajo una pacto de gracia, y de longanimidad, paciencia y misericordia. Y digamos que− permítanme decirles esto, que los padres a menudo no hacen esto, Esto no era común, ¿pero cuántos consideramos que la rebeldía contra madre y padre es tan severa?
Porque pasa lo siguiente: Vivimos en un día donde dicen que los niños no son pecadores, que son básicamente buenos, que no necesitamos criarlos, que debemos dejarlos crecer y que se vuelvan lo que se van a volver. Pero les cuento que es fácil plantar semillas, pero difícil producir frutos. Es fácil plantar semillas, pero difícil cultivar el huerto. La filosofía de la crianza que dice: «Vamos a dejar que se vuelvan en lo que se van a volver», pero tienen una naturaleza pecadora. Si uno quiere un cultivo y una cosecha de justicia en sus niños, para lograrlo necesitan una nueva naturaleza, instrucción, disciplina, arrepentimiento, corrección. Cualquier padre o madre que no instruye ni corrige a su niño, la Biblia dice que es porque los odia. No es algo amoroso. No vivirán mucho tiempo. No vivirán bien.
¿Qué aspecto tiene esto en las diferentes etapas de la vida? ¿Cómo honramos a nuestro padre y a nuestra madre? Digámoslo así: Somos niños por poco tiempo, pero somos hijos de alguien para siempre. Somos hijos por poco tiempo, pero somos hijos de alguien para siempre. Y cuando la Biblia dice: «Obedece a tu madre y a tu padre», se refiere a los hijos menores. Si usted tiene 45 años, su madre de 70 años no puede decirle de que color debe pintar su casa. Usted diría: «Mamá», y ella le diría, «obedece». Eso ya pasó, ¿no es cierto? Ese velero ya se hizo a la vela, saben. «Ya no soy tu hijito».
Por lo tanto se refiere a− y lo que pasa es que casi siempre pensamos: «Honra a tu padre y a tu madre» es solo para los hijos menores, pero en realidad, somos hijos de alguien toda la vida. Por ejemplo, yo todavía tengo mamá y papá. Sigo siendo hijo de ellos. Mi papá me mandó un correo electrónico la semana pasada: «Oye Marky, ¿cómo te va?». Todavía me llama Marky. O sea: «No puedes llamarme pastor Marky», pero es mi padre y puede llamarme Marky. Y estaba velando por mí: «¿Cómo te va? ¿Cómo están los niños? ¿Qué puedo orar por ti?
O sea, sigo siendo su hijo, pero ya no soy su hijito, por lo tanto necesito honrarle, pero no necesito obedecerle. Necesito considerar su instrucción, pero no como lo hacía cuando tenía 4 años. Por lo tanto, hay varias etapas. Pero en la práctica, ¿cómo honra un niño a su padre y a su madre? Puedo decirles cómo es en la práctica. Principalmente es la obediencia. Si usted es un niño de 4 años, y su mamá le dice: «Limpia tu cuarto. Tómate una siesta. Cómete las verduras», adivine lo que tiene que hacer. Lo que su mamá le dijo.
Para un niño joven, principalmente es la obediencia. Significa que usted no tolera gritos, alaridos, patadas, golpes. Algunos niños tienen problemas de comportamiento y usted dice: «Está bien, estamos corrigiendo eso». Entiendo, muy bien, alabado sea Dios, pero no vaya a decir: «Esa es su personalidad».
Hace tiempo vi lo siguiente en un supermercado. Fue la primera vez que había visto eso en mucho tiempo francamente Pero estaba en un supermercado y oí a un niño. Sonaba como si alguien lo estuviera descuartizando para la carnicería, ¿verdad? El niño gritaba…«¡Aaaayyyyy!», frenéticamente. Y pensé: «Caray, ¿qué está pasando?». Fui a ese lado del supermercado y había un niño, un muchachito, tirado en el piso, con ataque de nervios, dando berrinches, en crisis. Y su madre le dice: «Solo dime lo que quieres y te lo daré si dejas de llorar». Y pensé: «¿Sabe qué clase de niño está criando, Sra. Bin Laden? ¿Sabe en qué clase de persona se convertirá?».
Pero hacemos esto: Negociamos con nuestros hijos, y eso significa que ellos están en control y nos tienen como rehenes. Oh, el tono cambió. Fue chistoso hasta que dijo la parte verdadera.
Los adolescentes, ¿qué hay de los adolescentes, los que están en la pre-adolescencia y en la adolescencia? En la práctica lo principal es la obediencia. En parte, la etapa adolescente consiste en tener sus propias ideas, y tendrá desacuerdos con sus padres, pero aun así necesita respetarlos. Usted no es un niño pequeño, pero tampoco es un adulto, por eso tiene más libertad ahora que cuando era pequeño, pero no tanta libertad como cuando tenga 30 años. Significa respetar a sus padres en su forma de hablarles cuando están presentes y cuando no están presentes. No les grite: «Te odio, estúpido. Me tienes harto», ni dé portazos, amenazándolos, dándoles la espalda, poniéndose cada vez más bravo. Eso no los honra. Eso no los honra.
En esos momentos, los padres se sienten muy frustrados, y son tentados a tratarlos como su hermano o su hermana mayor. Pero necesita seguir tratándolos como mamá o papá. No se deje enredar emocionalmente− «Crees que soy estúpido. Pues tú lo eres también. Tienes los mismos rasgos genéticos, por lo tanto, eres tan estúpido como− o sea, de repente− ¿cuántos de ustedes han tenido esa clase de riñas alocadas como adolescentes con sus padres? Usted dice algo ridículo, y ellos dicen algo ridículo, usted se pone sensible ellos se ponen sensibles, usted se porta de una manera ilógica, y ellos se portan de una manera ilógica, y finalmente usted dice: «Ni siquiera sé de qué están hablando; debemos estar locos», ¿no es así?
Los padres no pueden rebajarse a ese nivel de niños. Necesitan empezar en este nivel: «Soy tu padre. Te amo. Dios me dio una responsabilidad contigo». Y a veces los niños no quieren que usted− «No be abraces. No ores por mí. No me toques», ¿verdad? Y usted los persigue por toda la casa diciendo: «Sí te amo. Voy a hablar contigo. No te voy a hablar en ese tono. Voy a orar por ti. Te voy a abrazar. Hablemos con Jesús sobre esto», ¿no es cierto? «Por eso es que la puerta de tu cuarto no tiene cerradura. Ya vengo por ti», ¿verdad?
Es buscar al niño como Dios nos busca a nosotros. ¿Cuántos de ustedes le han hecho eso a Dios Padre? Y Él sigue detrás de ustedes, les besa en la frente, y les dice: «Te quiero, y, resuelve esto». Así criamos a los niños en la etapa de la crianza, y esperamos que surja la oportunidad para impartir sabiduría a la vida del niño, u orar por ellos y cubrirlos con oración.
¿Qué pasa cuando el niño se vuelve adulto? Honrar a padre y madre como adulto cambia, de la obediencia, al respeto, lo cual incluye asesorarse con sabiduría. Y los adolescentes deben consultar con sus padres y no tomar decisiones sin ellos. Pero como adulto, en la práctica la honra significa principalmente cuidar a sus padres.
En tiempos bíblicos, no tenían seguridad social, y jubilación, y todas las redes de protección social que tenemos ahora, y cuando llegaban a viejos los niños era los que los cuidaban. Se suponía que les daban comida, techo, abrigo, los bañaban, los cuidaban; ellos lo cuidaron a usted cuando era pequeño y no podía cuidarse a sí mismo. Al volverse viejos, usted les devuelve el favor. En Éxodo 20:12, esta palabra se dirige principalmente a hijos mayores con padres ancianos. No es principalmente para padres jóvenes con hijos menores.
Hoy por hoy pensamos que el papel del gobierno es cuidar a nuestros padres, pero la Biblia dice que es nuestra responsabilidad cuidar a nuestros padres, sobre todo a los padres que nos cuidaron a nosotros. Usted dirá: «¿Significa que el Seguro Social, la jubilación, los ancianatos, y los hospitales para enfermos terminales son pecado?». No estoy diciendo eso, sino que los hijos necesitan asumir la responsabilidad de amar y cuidar a sus padres cuando son ancianos.
Es una de las formas en que conservamos el legado generacional y rompemos con esta cultura rota donde todos se abandonan, donde consideran normal que los hijos se rebelen contra sus padres, y que cuando crecen, mamá y papá se divorcian porque no tienen ningún motivo para seguir juntos, y donde colocamos a la abuelita o al abuelito en una residencia y dejamos que el gobierno se encargue de ellos, y nunca vamos a visitarlos, y todos llevan una vida rebelde y autónoma, y todos nos automedicamos, o vamos al terapeuta, y hablamos de nuestro propio sufrimiento, y nos preguntamos por qué no funcionan las cosas. Porque nadie honra a su padre y a su madre, y eso conduce al aislamiento, a la separación, y a la destrucción.
Les daré un ejemplo de este último punto, de parte del Señor Jesús. En Juan 19:26-27, cuando el Señor Jesús estaba en la cruz sufriendo y muriendo en nuestro lugar por nuestros pecados, como Salvador, miró hacia abajo y ¿quién estaba al pie de la cruz? Su madre, María. Junto a él también estaba Juan, quien yo consideraría su mejor amigo, un hombre que era como un hermano menor para Él, y Jesús mira a su madre, y mira a su amigo, ¿y qué le dice a Juan? «Cuida a mi mamá. Cuida a mi mamá». Está honrando a su madre. Jesús amaba a su mamá, Jesús honraba a su mamá, pero Jesús nunca fue un hijo mimado.
Muchos hombres tienen que aprender manejar este asunto con cuidado. ¿Saben cuál es la diferencia entre un hombre que honra a su madre y un tipo mimado? Jesús amó a su madre, Jesús honró a su madre, Jesús veló por su madre, Jesús cuidó a su madre, pero no era un hijo mimado. Por eso en 1 Timoteo 5, Pablo dice, creo que en el verso 8: «Pero si alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo». Si usted es un hombre físicamente capaz, trabajador, y maduro, y su mamá está muriéndose de hambre, y sufriendo, y luchando, esa es su responsabilidad. No vote solamente por el candidato que vaya a cuidar a su mamá. Otra− hay mucho en ese versículo, ¿no?
¿Cómo pueden los padres y las madres criar hijos honrosamente? Necesito que sepan dos cosas:
Su hijo es su bendición. Algunos de ustedes dicen: «Hoy no». De acuerdo, usted está formando su bendición y quizás florezca en el futuro. Creo que el Salmo 127:3 dice que los hijos son una bendición. No siempre nos parecen una bendición, pero son una bendición. Criar hijos honrosamente e inculcar honra en sus hijos empieza con pensar, bíblicamente, que los hijos son una bendición.
En nuestra cultura, son una carga, ¿no es cierto? La portada de una revista hace poco decía: «Una vida libre de niños». Debía decir: «Una vida libre de bendiciones». Estaba hablando con Gideon hace poco, mi hijo de 7 años, sobre un padre que dejó a su esposa y a sus hijos por una mujer más joven. O sea, otro tipo que no piensa como un patriarca que no quiere conocer a sus nietos ni a sus bisnietos por querer escaparse con alguien de la edad de ellos.
Y hablaba con Gideon sobre esto, y a sus 7 años de edad, con una perspicacia preciosa, dijo: «Papá, ¿a quién se le ocurre dejar su bendición?». Le dije: «Buddy Gideon, el pecado es necedad. No tiene sentido». Le di un beso en la frente y le dije: «Gideon, tú eres mi bendición y nunca te dejaré. No sé por qué los hombres dejan su bendición». El querer precede cómo hacerlo. Ver a sus hijos como una bendición le ayudará a criarlos para que sean una bendición. Verlos como una carga hará que los críe como si fueran una carga.
Proféticamente, me siento llamado a decirles esto. El Padre considera que ustedes son una bendición, ¿de acuerdo? Dios es un Padre, y ustedes son su bendición. Son su bendición. Algunos de ustedes dirán: «No me porto como una bendición. No me siento como una bendición». Ustedes son su bendición, y si aceptan el hecho de ser su bendición, empezarán a vivir de una manera que lo bendice. Por eso es que no empieza con su desempeño sino con el afecto de Dios.
Segundo, sus hijos son su responsabilidad. En Job 1:5, Job piensa: «Quizá mis hijos hayan pecado… haré sacrificios y confesaré sus pecados delante del Señor». Usted dirá: «Un momento, ¿qué estaba haciendo?». Está asumiendo la responsabilidad por sus hijos. Sus hijos no son responsabilidad del colegio. Sus hijos no son responsabilidad de la iglesia. Sus hijos no son responsabilidad de la policía. Sus hijos no son responsabilidad del centro de rehabilitación.
Usted dice: «Acaso no puedo usar ninguna de esas cosas?». Sí puede, pero su responsabilidad principal es por el bienestar de sus hijos. Su meta no es criar hijos morales, sino adoradores; no solo hijos que hagan cosas correctas, sino hijos con nuevos corazones; no solo hijos que cumplan exteriormente, sino que amen a Jesús.
Esto es increíblemente importante porque por causa de la comodidad y la conveniencia los padres solo quieren hijos morales para reducir el conflicto y el caos, para poder tener una vida más fácil. Esa no es la meta. Los hijos son su responsabilidad, por lo que usted es el primer evangelista: vaya y hábleles de Jesús. Usted es el primer pastor: vaya y levántelos en el Señor. Su responsabilidad en general consiste en brindarles cuidado y bienestar. Ellos vivirán donde usted los ponga. Comerán lo que usted les dé de comer. Adorarán donde usted los lleve. Leerán lo que usted les dé. Encontrarán otras familias a seguir y a emular dependiendo de las personas que usted frecuente.
Y sus hijos crecerán y serán como usted, caballeros, y sus hijas se casarán con hombres como usted, y todo eso es su responsabilidad. Ellos no tienen teología, y usted tiene que enseñarles. Y son vulnerables al pecado y a los depredadores, y usted necesita protegerlos, y fijarse a qué casas van, y asegurarse de que no pasen la noche con alguien sin que usted lo sepa.
Y asegurarse cuando lleguen los años de noviazgo, que no solo les diga cosas como: «Tengo la escopeta cargada», porque sé que cuando dicen eso, los hombres piensan que han asumido la posición de liderazgo. No necesita cargar la escopeta, necesita amar a su hija, necesita conocer a su hija, necesita orar con su hija, necesita caminar con su hija, necesita invertir en su hija. Porque lo más importante no es volarle los sesos, sino guardar el corazón de su hija. Los hijos son su responsabilidad. Son su responsabilidad.
Y el gobierno y las instituciones no pueden hacer lo que un padre o una madre llenos del Espíritu pueden hacer. Y sabemos que hay un problema muy grande en el mundo cuando el gobierno y las instituciones tratan de separar a los niños de sus padres, haciendo que su identidad y su sexualidad, estén separadas de su familia. Es demoníaco.
Tercero, sus hijos son sus seguidores. Usted es el líder. Sus hijos en parte lo honran cuando le siguen. Por eso, en Josué 24:15, Josué dice: «Yo y mi casa», ¿haremos qué? «Serviremos al Señor». Y usted dice: «¿Acaso votaron todos?». No, mamá y papá votaron, y miraron a los niños y dijeron: Serviremos al Señor. Serviremos al Señor. Usted toma la decisión y sus hijos necesitan seguirlo a usted. Son sus seguidores.
Lo que pasó en los años 70 y 80 fue que había un hombre llamado Benjamín Spock. Pensaríamos que era inteligente con un nombre así, pero no se dejen engañar. Era un sicólogo que se ideó un concepto sobre la democracia familiar básica; o sea, que no se trata de Dios, los padres y los hijos, sino de un organigrama que excluía a Dios dejando solo los padres y los hijos. Como resultado, terminaban tratando a sus hijos como pares. «¿Qué opinan? ¿Qué quieren? Todos necesitamos tener consenso, y los niños están al par con mamá y papá». Eso no es bíblico. De hecho, eso es lo que uno hace cuando odia a sus hijos.
De esta crianza de niños basada en tenerlos como pares surge el concepto que debemos ser compinches con nuestros hijos adolescentes. Cuando crecen, ciertamente debemos darles menos directivas y desarrollar más la amistad, pero los no pueden votar y contrariar a mamá. Como resultado tenemos mujeres que crecen con el fenómeno puma y se portan como si tuvieran la misma edad que su hija, y le interesan los mismos muchachos. Y tenemos padres pervertidos que crecen viendo imágenes de jovencitas de la misma edad de su hija. Es un experimento social que fracasó porque no estaba arraigado en la sabiduría de Dios. Esto influenció una generación entera en materia de criar hijos. Y para colmo, súmenle la rebeldía contracultural de los años 60 y 70, y eso explica el mundo que tenemos hoy. Y no funciona, porque no es piadoso.
¿A quién buscamos? Como padres, buscamos a Dios como Padre. No solo buscamos a nuestros padres terrenales. Buscamos más allá. Nos preguntamos: «¿Qué clase de Padre es Dios, y cómo me busca Él? ¿Cómo me instruye; cómo me corrige; y cómo me prepara?». Y tomamos nuestras pautas del Padre perfecto, y eso nos mantiene informados y educados como padres, y nos mantiene humildes.
Siempre tenemos algo que mejorar, lo cual significa que aun para ustedes los que son padres, una de las formas en que pueden abrir la puerta para que sus hijos los honren, es hablar con ellos después de este sermón, aunque sean jóvenes o viejos, y dígales: «He pecado contra ti y te he fallado de tal y tal manera. Estoy compungido por ello, y te pido perdón por ello. Pude haber hecho mejor las cosas. Debí hacer las cosas de otra manera». ¿Qué tal ustedes, los hijos? ¿A quién buscamos? Los hijos siempre buscan a sus pares o alguien un poco mayor que ellos para aprender de ellos.
Lo maravilloso, y cerraremos con Jesús−. Dios no solo se hizo hombre. Siempre decimos: «Dios se hizo hombre». Falso o verdadero: ¿Dios se hizo hombre? Verdadero, pero primero, Dios se hizo un hombre muy pequeño. Lo llamamos un bebé. Antes de eso, estaba en el vientre de su madre. ¿A cuántos de ustedes les aterra que Dios viniera como un bebé? ¿Cuántos de ustedes, si fueran Dios, empezarían con 30 o 40 y pico de años, y definitivamente no empezarían en ninguna manera casi llegando a la edad de secundaria. No vendrían a la tierra, ¿verdad? Dios no solo se hizo hombre, Dios se hizo un niño, un bebé, un bebé nonato, y después un bebé nacido, y pasa lo siguiente: Jesús no es solamente para la gente adulta. Jesús es para todas las personas, sean niños, adolescentes, o adultos, o de cualquier etapa de la vida en que se encuentren. Pueden ver al Señor Jesús y decir: «Él ha experimentado eso. No tengo un Sumo Sacerdote que no pueda simpatizar conmigo, porque Él ha experimentado eso». Jesús tuvo que obedecer a sus padres. Pero a diferencia de nuestros hijos, Él nunca pecó aunque sus padres eran pecadores, ¿de acuerdo? Sé que para un pecador es difícil tener padres pecadores. Imagínese si usted fuera sin pecado y tuviera padres pecadores.
La Biblia explica esto en Lucas 2:40, 50-52: «Y el niño», Jesús, «creció», ¿cierto? O sea que pasó por las etapas de vida y desarrollo. «Y se fortalecía, llenándose de sabiduría». Escucharán muchas palabras en Lucas sobre el Espíritu Santo que obraba por medio de Jesús. Dios se hizo una persona, caminó sobre la tierra como un ser humano, como uno de nosotros. ¿Cómo resistió el pecado? ¿Estuvo sujeto a sus padres? ¿Cómo honró a su padre y a su madre? Por la presencia y el poder de la Persona del Espíritu Santo que moraba en Él.
Por eso es que ser un buen hijo de Dios y de nuestros padres, honrar a nuestro Padre Celestial y a nuestros padres terrenales, requiere una nueva naturaleza como la de Jesús, ser llenos del mismo poder que tenía Jesús, para seguir el ejemplo de Jesús quien murió por nuestros pecados aunque Él era sin pecado. Vivió una vida perfecta como Hijo obediente. «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Padre, no mi voluntad sino la tuya». El Señor Jesucristo es el Hijo perfecto, sin pecado, lleno del Espíritu, y Él nos da su perfecta obediencia, muere por nuestros pecados, nos da una nueva naturaleza y un nuevo poder para seguir su ejemplo.
Y todo esto aquí está al puro comienzo del ministerio de Jesús donde dice que estaba lleno de sabiduría−. ahí está el Espíritu Santo− «Y la gracia de Dios estaba sobre Él»− ahí está el Espíritu Santo. Es posible que los niños pequeños y los jóvenes conozcan al Señor y sean llenos del Espíritu, y que honren a su padre y a su madre, y que crezcan en sabiduría. No tenemos que aceptar la locura, la rebeldía, y la anarquía. No es necesario. «Pero ellos no entendieron las palabras que Él les había dicho». ¿Cuántos de ustedes que son hijos se sienten frustrados porque sus padres no los entienden? Los padres de Jesús no le entendían. Acababa de enseñar en el templo.
Y de repente, el adolescente Jesús es profesor de seminario y trata de enseñarles a sus padres. Y ellos piensan: −No entendemos. Vámonos para la casa, tienes que podar el césped. −¿Podar el césped? ¡Soy el Mesías! ¡Doy clases en el seminario! −Tenemos una tabla de quehaceres. Tu hermano lava los trastes y tú podas el césped. Te toca podar el césped. −Yo no podo el césped. Tengo que expiar los pecados del mundo. −¡Puedes hacer eso después de podar el césped! Sus padres no lo entendían, pero aun así estaba sujeto a ellos. Sus padres no necesitan entenderlo a usted para que usted les obedezca. Los padres de Jesús no lo comprendían.
«Y descendió con ellos y vino a Nazaret y continuó» ¿qué? Díganlo, adolescentes. Díganlo, jóvenes de secundaria. ¡Díganlo! ¿Cuál es la palabra? Esta palabra aquí. Oigan, guarden el celular. Vean esto. ¡Otra pantalla aquí arriba! Tengo otra pantalla. Vean esta. ¿Qué dice? ¡Díganlo más fuerte! Sus padres quieren escucharlos. «Sujeto», ¡eso! ¿Cuántos padres piensan: «¡Qué buena palabra, qué buena palabra, qué buena palabra!»? «Sujeto a ellos. Y su madre atesoraba todas estas cosas en su corazón».
Oh, Jesús fue una bendición para su madre. Oh, que ustedes los hijos sean una bendición para sus madres y sus padres. « Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres». ¿Quieren eso? ¿Quieren eso para ustedes mismos? ¿Quieren eso para sus hijos? «Sí, eso es lo que quiero. Quiero crecer en sabiduría. Quiero crecer en fortaleza, salud, y vitalidad, y en gracia para con Dios y las personas. Eso es lo que quiero».
Entonces necesita dos cosas: Sea lleno del Espíritu Santo, y escuche a sus padres para que le vaya bien, porque Dios le ama y sus mandamientos son buenos para usted, y quiere que usted tenga un futuro, y el corazón de Dios es un corazón de Padre, ¿amén?
Si usted no es cristiano, ahora es el momento de apartarse del pecado, confiar en Jesús, y reconocer que Dios es un Padre, y que usted es un hijo rebelde y horrible, y que Dios debería cavar una fosa enorme y echarlo a usted ahí, y darle en la cabeza con una roca. Pero en cambio Dios vino en la Persona de Jesucristo, y vivió una vida perfecta como su Hijo obediente, lo cual usted no ha sido, y murió para pagar la deuda que usted debe pagar para librarlo, amarlo, y perdonarlo. Jesús resucitó de la muerte para poner el Espíritu Santo y su poder en usted, para que pudiera asemejarse más a Él, Si aún no ha hecho eso, ahora es el momento de entregarse a Jesús y volverse un hijo o una hija de Dios Padre, honrando primeramente a su Padre Celestial.
Algunos de ustedes necesitan disculparse con sus padres, o agradecer a sus padres. Algunos de ustedes necesitan reunirse con sus padres y solucionar las cosas con sus padres. Algunos de ustedes simplemente necesitan perdonar a sus padres.
Y vamos a responder ahora. Siempre nos gusta responder. Creemos que Dios es un Padre que habla, y cuando lo hace, sus hijos responden. Vamos a recoger nuestros diezmos y ofrendas. Les instamos que den generosamente. En un momento vamos a participar en la Cena del Señor, recordando el cuerpo quebrantado y la sangre derramada de Jesús, que Dios vino como un bebé, y fue joven y fue un hombre adulto, y pagó por nuestro pecado para que fuéramos perdonados y adoptados por Dios en la familia eterna.
También vamos a cantar y a celebrar, y mientras hacemos eso, quiero presentarles− hoy cumplimos 17 años, Mars Hill, ustedes tienen 17 años− y quiero presentarles al primer miembro de la iglesia. Ella sigue con nosotros. Hola, esta es mi esposa Grace. −Qué gusto verte, querida. −Y a ti, amor. Voy a tomarte de la mano. Para los que son nuevos, nuestras localidades son de varias edades, y consideramos que la Iglesia Mars Hill es una gran familia con muchos hijos, y cada iglesia es como un hijo. Cada una de nuestras iglesias es como un hijo. Son únicos y también tienen un parecido familiar. No hacemos favoritismos y amamos a todos los hijos.
Empezamos la Iglesia Mars Hill en nuestra casa de arriendo, haciendo un estudio bíblico en nuestros sofás hace 17 años. Ahora estamos entrando a nuestro décimo octavo año de ministerio. Y Grace fue el primer miembro de la iglesia. Ayunamos y oramos antes de iniciar la iglesia. Y tú has seguido haciendo eso todos los días desde que empezamos. Todavía me pareces el miembro más simpático de nuestra iglesia. Y quiero agradecerte
personalmente y públicamente por tu amor absoluto por Jesús, por su pueblo, y la iglesia.
Quería preguntarte algo, y después puedes orar mientras cambiamos. En los 17 años que llevas perseverando en todos los tiempos de la Iglesia Mars Hill, ¿qué te ha animado más? Dilo con franqueza.
−Yo diría que ver a Dios en las historias y en las vidas de las personas, su mano y su fidelidad, desde que teníamos apenas 12 personas en nuestra sala, escuchando las historias y cómo Dios obraba, redimía, y salvaba a las personas, durante todos esos años, y seguimos escuchando historias como esas. Y cuando las cosas se ponen muy difíciles y parecen más imposibles que nunca, escuchar las historias de lo que Dios está haciendo siempre me anima a seguir amando a Jesús y a servir a Jesús como Él me pida hacerlo en esa temporada.
Esta mañana estuve leyendo Mateo 19 donde Jesús hablaba con los discípulos sobre lo complicada que es la salvación de las personas, y Jesús les dice: «Para los hombres eso es imposible, pero para Dios todo es posible», y Mars Hill es un gran testimonio de eso. Después de todos estos años, ver la salvación y el cambio de vida de las personas. Cuando las cosas parecen absolutamente imposibles, Dios ha sido tan fiel. Es muy alentador estar en el ministerio haciendo lo que Dios nos pide que hagamos, y estoy agradecida de poder ser parte de eso.
−Yo también, gracias mi amor. Me pone la mejilla porque sabe que a mí no me gusta usar lápiz labial. No soy proclive a esas cosas.
Vamos a hacer lo siguiente: En unos momentos, vamos a honrar a Dios nuestro Padre cantándole, celebrándole, recordándole. Así que, cariño, ora por nosotros ahora mientras cambiamos.
−Señor, gracias por el privilegio de adorarte. Gracias porque nos libraste para hacer eso y por lo privilegiados que somos de poder hacer eso. Señor, pido que por muchos años más sigamos viendo tu fidelidad, las vidas cambiadas, las vidas salvadas para tu reino. Señor, pido que todos estemos en misión contigo dondequiera que estemos, que nos muestres dónde quieres que sirvamos, dónde quieres que seamos fieles, que siempre busquemos tu fidelidad en nuestras vidas como ejemplo, para que salgamos a hacer lo mismo. Señor, te amamos y estamos tan privilegiados de poder participar en esto. En el nombre de Jesús.
Amén, gracias amor.
Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.