Muerto en Sardis: Se dejó de preocuparse o de intentar (Apocalipsis 3:1–6)

Apocalipsis 3:1–6 (LBLA)

3:1 Y escribe al ángel de la iglesia en Sardis: “El que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas, dice esto: ‘Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, pero estás muerto.
2 ‘Ponte en vela y afirma las cosas que quedan, que estaban a punto de morir, porque no he hallado completas tus obras delante de mi Dios.
3 ‘Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntete. Por tanto, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.
4 ‘Pero tienes unos pocos en Sardis que no han manchado sus vestiduras, y andarán conmigo vestidos de blanco, porque son dignos.
5 ‘Así el vencedor será revestido de vestiduras blancas y no borraré su nombre del libro de la vida, y reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles.
6 ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.’”

El Templo de Artemisa en Sardis

Bien. Para empezar, ¿qué les parece si oramos un poco?

Dios Padre, gracias por este día tan hermoso en este país tan hermoso. Dios, te doy gracias porque tenemos la oportunidad de congregarnos aquí. Dios, también oro por esta ciudad y esta región, y finalmente por este país ya que es el lugar donde nos encontramos: en Turquía. Es un lugar de antigua adoración pagana y demonismo, que ha causado mucha angustia en tu corazón, Señor Dios. Oramos contra las tinieblas aquí, oramos contra las tinieblas en este país. Pedimos que lo que antes era un faro del evangelio sea renovado en su amor por Jesús, y que resurja un interés por la devoción a ti Señor Dios. Gracias también, Padre, por nuestro anfitrión. Que a pesar de que realizan una excavación continua en derredor nuestro, ahora mismo, fueron tan amables de dejarnos venir aquí. Te dedicamos este tiempo y te damos gracias por el privilegio de abrir las Escrituras. Y te pedimos que nos ayudes a aprenderlas, en el buen nombre de Jesús. Amén.

Aquí nos encontramos, amigos. Estamos en Sardis, Turquía. Miren a su alrededor, es un lugar absolutamente magnífico y hermoso. En tiempos del Nuevo Testamento era una ciudad bastante grande. Había más de 30.000 personas, quizás, y eso fue quizás porque tuvieron básicamente una fiebre del oro. Hubo rumores de hallazgos de otro en este área, y pasó lo mismo que en California: todos vinieron por la fiebre del oro esperando hacerse ricos. En efecto, algunos lo hicieron. Puede que haya sido el lugar donde el mito de Midas, el del toque de oro, pudo haberse remontado a esta región de Sardis. Hoy no consiste sino de unas cuantas aldeas muy pequeñas. Al viajar por estos lares, notarán que hay centenares de personas, no hay miles ni decenas de miles de personas. No es la misma gloria que tenía antes. Pero en su día era un lugar magnífico.

Cerca de aquí está el Gimnasio, un lugar que está siendo restaurado por los arqueólogos. Es magnífico y precioso. Y eso fue justo después de que el Nuevo Testamento fuera escrito, como a los doscientos años. Además, donde estamos ahora está cuesta arriba también de lo que antes era una gran sinagoga judía. Tomó muchos años en ser construida. Había una gran presencia judía en esta área.

Pero donde nos encontramos aquí, en este excavación arqueológica continua, en efecto es el antiguo Templo de Artemisa, que es muy importante para entender el libro de Apocalipsis, el libro de Efesios, y muchas de las enseñanzas de Pablo en el Nuevo Testamento, ya que dos tercios del Nuevo Testamento vienen de lo que hoy es la Turquía actual. Mucho de lo que acontecía en aquellos días, en esa región, giraba en torno a dos principales templos paganos dedicados a Artemisa. Uno quedaba en las afueras de la ciudad de Éfeso, donde apenas quedan unas cuantas columnas. En realidad no hay mucho que ver ahí.

Y después estaba este templo en Sardis, el segundo en importancia dedicado a Artemisa. Como pueden ver, hay bastante aquí, incluyendo una iglesia bizantina construida cientos de años después de que el Nuevo Testamento fuera escrito, aquí a la vuelta de la esquina. Aparentemente había suficientes cristianos en esta área para plantar una iglesia, y lo hicieron aquí. Tomaron lo que había sido un lugar de adoración pagana e idolatría, y demonismo, y lo redimieron para la adoración y el servicio de Jesús.

Pero creo que es importante que les hable de este lugar. Será interesante, quizás, regresar un día de estos para ver el resto de la excavación arqueológica. Es un área muy extensa, y fueron muy amables en dejar que nos congregáramos aquí, aunque siguen excavando. Básicamente esto era el centro de adoración de la diosa Artemisa, pero también era un centro bancario y comercial. En su día estos templos desempeñaban diversas funciones. Eran usados políticamente para congraciarse con el emperador. Eran usados económicamente como un centros bancarios. Eran usados espiritualmente para que la gente peregrinara a rendir homenaje a sus dioses y diosas. Había más de 50 dioses y diosas a quienes adoraban en esta región en aquel tiempo. También tenían templos más pequeños dedicados a dioses menores. Pero la gran diosa era Artemisa.

En cuanto a Artemisa, lo que pasaba en aquellos días era que había varias creencias religiosas que se habían combinado. Al estudiar a los romanos, a los griegos y a los nativos de esta área, en aquellos días se llamaba la Región de Anatolia, como documenta la historia, y cada uno de estos grupos adoraba varias diosas como Diana, Artemisa, Cibeles, adoraban varias diosas a quienes consideraban muy poderosas.

Aun los antiguos anatolios de quienes son descendientes los turcos, adoraban a la gran Diosa Madre. De la misma manera en que unos dicen la Madre Tierra, ellos tenían su Diosa Madre quien según pensaban básicamente parió y dio vida a todos nosotros. En nuestra gira puede que vean un árbol de vez en cuando o un matorral con una tela amarrada , no sé si ya lo habrán visto quizás. Las mujeres jóvenes en esta área aún creen en la Dios Madre, que es la diosa de la fertilidad y la vida. Por lo cual arrancan una tira de sus vestidos y la marran al matorral o al árbol como una especie de homenaje a la Dios Madre para pedirle que les permita casarse y quizás tener hijos. Por lo tanto continúa hasta hoy este homenaje a la Diosa Madre.

Después la adoración de Cibeles, de Diana, de Artemisa, y también a la Diosa Madre se combinaron en una sola deidad poderosa femenina. Se convirtió en la diosa que adoraban en toda la región, la más poderosa de todas. Los templos más grandes eran dedicados a ella. Las más grandes ofrendas económicas se la daban a ella. Los que más influencia tenían en la región estaban de alguna manera conectados económicamente, políticamente y espiritualmente con este templo. Por tanto este era el cuartel general.

Lo que ocurría aquí, francamente, era una mucha actividad demoníaca. La teología de la Biblia dice que las personas son buenas y malas. Algunas aman a Dios y sirven a Dios y crecen en santidad. Otras no aman a Dios y no sirven a Dios, y crecen en impiedad. Así como las personas son seres, hay seres espirituales llamados ángeles, seres creados para servir a Dios. Algunos son santos y otros son impíos. Algunos sirven a Dios y otros se oponen a Dios. Algunos obedecen a Dios, otros desobedecen a Dios. Algunos dicen la verdad, otros dicen mentiras. Pero todos son poderosos.

Lo que pasaba era que cuando había un centro como este, la gente venía y a tener encuentros con los demonios. Soñaban, y venían para que les interpretaran los sueños Tenían revelaciones sobrenaturales. A veces hasta eran sanados. Resulta que tenían unas experiencias espirituales muy profundas e importantes en este lugar, pero todo era demoníaco. Así como en nuestros días, otras religiones pueden tener experiencias espirituales, curaciones sobrenaturales, poderes milagrosos, pero no proviene de Dios. Por eso dice en 1 Juan que debemos probar los espíritus porque no todo espíritu proviene de Dios.

Si usted no cree en lo demoníaco, el enemigo ya lo ha derrotado. Ya ideó y concibió un plan para engañarlo que consiste en hacerle creer que él no existe, lo cual es una de sus tácticas.

Lo triste de la Turquía actual es que es un hermoso país con gente hermosa pero las tinieblas demoníacas son muy densas aún. Muchos aún van detrás de los dioses falsos y los ídolos. Por eso es que mientras hablamos aquí de las casi 74 millones de personas en Turquía solo hay 3.500 turcos convertidos al cristianismo evangélico. Oirán que algunos son musulmanes, y algunos lo son. Pero en realidad son musulmanes turcos. Es el islam turco. Son devotos al paganismo, un poco, y al animismo un poco, a la adoración del medio ambiente, al concepto de la Diosa Madre, y al poder de las cosas creadas, no solo en Dios el Creador.

La idea principal es que al leer cosas en la Biblia las vemos en blanco y negro, pero al venir al lugar de los hechos, lo vemos a color, y al hacer el trabajo arqueológico e histórico lo vemos en alta definición. De repente algunas cosas en la Biblia cobran mucho más sentido. Bien, ese es el contexto cultural e histórico del Siglo I aquí en la región de Sardis. Mucha adoración por parte de los judíos, pero no a Jesús. Mucha adoración a Artemisa, pero no a Jesús. Era un área muy próspera. La gente vino aquí básicamente por la fiebre del oro. Al parecer hubo una iglesia cristiana aquí. La noticias de Jesús se difundieron desde Jerusalén. El evangelio vino a este lugar. Algunos se volvieron cristianos.

La Palabra de Jesús para la iglesia en Sardis

Juan se encuentra como a 4 horas en barco desde aquí, en términos modernos, y él es uno de los discípulos de Jesús. Se encuentra en la Isla de Patmos y está exiliado. Jesús se le aparece y le da un mensaje para la iglesia aquí en Sardis. Geográficamente vemos conjuntamente a Jesús en el Cielo, después de su ascensión, mirando hacia abajo a la ciudad de Sardis, y ve lo que está pasando y les escribe una carta. Lo leemos en Apocalipsis 3:1–6.

«Y escribe al ángel de la iglesia en Sardis:». Les diré esto porque vale la pena recalcarlo, al darles estas siete cartas a las siete iglesias, hay ciertas cosas que Jesús repite una y otra vez. Una es: «Al ángel de la iglesia…». Esto nos muestra que no solo hay liderazgo físico, liderazgo humano; también hay liderazgo espiritual, angélico en cada iglesia.

Amigos, simplemente tomen por sentado que lo que vemos es solo parte de lo que está pasando. Detrás del velo está lo sobrenatural, lo invisible, y Dios también ve eso. Hay ángeles y demonios: los demonios son ángeles caídos y rebeldes contra Dios, y hay una batalla sobrenatural que siempre se está librando por los corazones de la gente, por sus familias, por sus legados, por sus ciudades, por sus naciones, y por su mundo.

Jesús les dice a cada una de las iglesias: «Tengo un ángel, al menos un ángel a quien he asignado para supervisar y proteger a esa iglesia». No oramos a los ángeles, no consultamos a los ángeles, pero sí creemos que Dios tiene ministros y mensajeros y que eso son los ángeles, seres sobrenaturales espirituales que velan por la iglesia y que batallan en los lugares celestiales contra los demonios. Eso fue tanta importancia en esta área como lo es en las ciudades donde vivimos.

Luego continúa: «El que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas dice esto». Esto podría ser muy curioso porque en aquellos días había un emperador romano llamado Domiciano que pensaba que era dios, y se declaró ser dios, y quería ser adorado como dios. Acuñó una moneda de sí mismo, y la moneda tenía su imagen, él con siete estrellas con lo cual mostraba que él era el soberano del mundo y el soberano de los cielos.

Jesús, aunque está en su estado ascendido en el Cielo, no solo sabe lo que está pasando en Sardis, también sabe que el emperador hizo una moneda de sí mismo y que muchas personas que leían esta carta las tenían su sus bolsillos. Sería como hoy en Estados Unidos, ¿qué inscripción tiene nuestra moneda? En Dios confiamos. Sería como si Jesús enviara una carta a su iglesia o a nuestra iglesia, y dijera: «Yo soy el Dios en quienes confían». Usted diría: «Parece que está hablando de nuestro dinero». Aparentemente Jesús se está conectando hasta con nuestra moneda.

Está diciendo que Domiciano no es el Señor, no es dios, y salvador, que era lo que Domiciano se había autodenominado. Jesús está diciendo: «Yo soy Señor, Dios, y Salvador. Él no es el Soberano de las estrellas, ese soy yo». Aquí Jesús está mostrando su autoridad suprema, exaltada, después de su resurrección.

«Estás muerto»

Dice: «Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, pero estás muerto». Ese no es un cumplido. Es como si alguien viniera y le dijera a usted: «Escuché un horrible rumor de que usted es una bella persona». O sea: «¿En serio? Lástima que lo haya escuchado». Le dice a la iglesia: «Ustedes tienen una reputación asombrosa de estar vivos, pero yo sé que están muertos».

Algunas personas dirían: «Si no tienes nada amable que decir, no digas nada en absoluto». Jesús no se rige por eso. Jesús les escribe a las siete iglesias en Apocalipsis. Algunas de ellas reciben elogios muy buenos y positivos de su parte. Otras son objeto de muy fuertes críticas y condenaciones. Esta es una iglesia de la cual no tiene nada bueno que decir. Es apenas una iglesia muerta. Y les dice: «Están muertos».

Luego dice: «Ponte en vela y afirma las cosas que quedan, que estaban a punto de morir, porque no he hallado completas tus obras delante de mi Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntete. Por tanto, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero tienes unos pocos en Sardis que no han manchado sus vestiduras, y andarán conmigo vestidos de blanco, porque son dignos. Así el vencedor será revestido de vestiduras blancas y no borraré su nombre del libro de la vida, y reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias».

Expliquemos lo que Jesús dice a su iglesia. Siempre es importante que consideremos lo que Jesús le dice a la iglesia. ¿Nos elogiaría? ¿Nos criticaría? ¿Nos corregiría? ¿Qué les diría individualmente si les escribiera una carta? ¿Qué le diría a su familia? ¿Qué le diría a su iglesia?

Aquí Jesús tiene una carta específica. Y como dije, primero, no hay incentivación. No dice nada loable. Dice: «Esta es una mala iglesia». ¿Alguna vez han visto una mala iglesia? No sirve para nada en absoluto. Es una iglesia de esas.

Además, tiene muchas reprensiones. No menciona la herejía, así que no están sumidos en las falsas enseñanzas aparentemente. No menciona la persecución, por tanto no hay sufrimiento. Lo que sucedió fue esto: Ellos fueron sus peores enemigos. No pueden culpar el sufrimiento, no pueden culpar la persecución, no pueden culpar la pobreza, no pueden culpar a nadie. Simplemente no les importa. Simplemente no les importa. Son completamente indiferentes. Tienen el corazón empedernido, son de dura cerviz. Sencillamente están muertos espiritualmente. Simplemente muertos. Es trágico cuando esto pasa a una iglesia.

Tan solo en Estados Unidos 3.500 iglesias mueren o son clausuradas cada año. ¿Cuántos de ustedes tienen iglesias como esta en su vecindario? Pasan en su auto y nadie asiste jamás, nadie sale de ahí, nadie está siendo salvo, nadie está siendo bautizado, nada está pasando. Simplemente está muerta. Es exactamente lo que estaba pasando con la iglesia de Sardis.

En contexto, una gran cantidad de personas se congregan en el Templo de Artemisa. Están muy comprometidos con el demonismo, la adoración pagana del medioambiente, la adoración de dioses y diosas falsos, con dar de su tiempo, talento y tesoro; son muy devotos. Y por ahí cerca hay una iglesia a la que no le importa Jesús y a la que no le importa la gente.

Y dice que siguen reuniéndose pero no hay vida en su congregación. ¿Han asistido a un culto así? Se sientan ahí y se preguntan: ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué estamos haciendo? ¿Por qué existimos? ¿A dónde vamos? ¿A quién estamos llegando? Eran personas que apenas cumplían las formalidades. Como las personas que nacen en la iglesia y crecen en la iglesia, y asisten como por tradición, pero no tienen una conexión sentida, de corazón, no tienen esa pasión que transforma vidas; porque no hay nada ahí. Es exactamente lo que está pasando.

Unos pocos fieles se vestirán de blanco

Y les dice que hay unos cuantos cristianos fieles. Lo interesante es que hasta hoy en esta región sigue habiendo apenas unos cuantos cristianos fieles. No hay suficientes cristianos en esta región Para integrar una iglesia siquiera. Solo unos cuantos cristianos. Y en aquellos días, hace unos miles de años, solo había un poco. Unas pocas personas que sí amaban a Jesús. Al reprender a la iglesia les dice: «Pero hay unos cuantos ahí, y quiero que sepan que yo sé quienes son y cómo se comportan, y lo que creen. No quiero ponerlos a todos en la misma categoría; quiero ponerlos a casi todos en la misma categoría. Y quiero elogiar a los pocos fieles que están caminando conmigo».

A decir verdad, he estado en muchas iglesias, he estado en muchos lugares, incluso en las iglesias más muertas, más vulneradas, negligentes, de duro corazón y horrendas, y hay unas cuantas personas que aún aman a Jesús y son gente buena. Buenos porque aman a Jesús, y caminan con Él, y le sirven y les importa. Es horrible ser una de esas personas porque si se van todo se acaba. A nadie le importa, solo a usted. Pero si usted se queda, a nadie más le importa, y queda completamente solo. Es una horrible posición para un cristiano. Es un escenario que lleva todas las de perder.

Entonces Jesús los honra y los reconoce por ello. Y les dice que si siguen caminando con Él, se pondrán vestiduras blancas y estarán con Él. Si no, enfrentarán el juicio como ladrón en la noche. En una ocasión un ladrón había venido en medio de la noche a esta región y hubo una gran emboscada y un robo. Y todos sabían esto. Y Jesús dice: «Yo podría venir en cualquier momento. podría juzgarlos. Su vida podría acabarse en cualquier segundo. No titubeen, no dilaten, tengan un sentido de pasión y de urgencia; caminen conmigo vestidos de blanco».

Cuando el color blanco aparece en la Biblia es para mostrar pureza, limpieza, y representa el perdón. Cuando Jesús murió, nos limpió de nuestros pecados. Por tanto amigos, no solo hemos sido perdonados, somos limpios en Cristo. Lo que hicimos y lo que nos hicieron no nos define. Nos define lo que Jesús hizo por nosotros. Puede que usted se sienta sucio, puede que se sienta culpable, puede sentirse indigno, pero Jesús lo mira a usted por medio de su muerte y le dice: «Te amo. Mi muerte fue por tu pecado. Llevaré tus pecados y te daré mi justicia».

Cuando los creyentes en la Biblia visten de blanco, es para mostrar que visten la justicia, la pureza, la impecabilidad, la perfección de Jesús. Verán esto en lugares como Zacarías 3, donde el pueblo de Dios viste de blanco. Lo vemos en Apocalipsis 19, en la cena de las bodas del Cordero y al final de los siglos donde el pueblo de Dios viste de blanco. Lo vemos en las bodas cristianas, en donde indiferentemente de lo que la mujer haya hecho, si se ha arrepentido de pecado y recibe a Jesús, puede lucir un vestido blanco. ¿Por qué? Porque Jesús la hace limpia.

Y aquí dice: «Si vienen a mí no voy a reprenderlos, no voy a hacerles daño, no voy a condenarlos. Si vienen a mí los limpiaré. Podemos arreglar este estilo de vida que tienen. Podemos cambiarles el corazón. Podemos darles nueva vida». Es una invitación que Jesús les hace.

Los que tienen pecado en su vida, no es un pecado secreto. Jesús ve y lo sabe todo. A veces no queremos confesar nuestro pecado porque no queremos ser sorprendidos, por eso echamos la culpa y lo negamos, lo ignoramos, lo minimizamos, lo ocultamos. Jesús está diciendo: «Tráiganmelo a mí. Los abrazaré. Me encargaré del pecado. Los vestiré de justicia en blanco. Después podrán ir y vivir santamente como mi pueblo». Esa es la invitación que Jesús les da.

¿Cómo podríamos finalmente escuchar a Jesús decirnos lo mismo?

En esta área en aquellos días pasaba esto: Solo hay unos cuantos cristianos potenciales. No hay iglesia, necesariamente, de qué hablar. Ya no es un área grande y muy poblada. Hay una serie de pequeñas aldeas. La pregunta es: ¿Qué nos impulsaría a actuar para que finalmente escuchemos a Jesús decirnos lo mismo? ¿Qué nos impulsaría a actuar si Jesús escribiera una carta a nuestra iglesia, o a nuestra familia, diciendo: «Simplemente están muertos. Simplemente están muertos».

Esto es diferente que un periodo de sequía espiritual. ¿Cuántos de ustedes han pasado por una temporada de sequía espiritual? Siento como que: «Hombre, está un poco seco ahora». Eso es distinto a estar muerto. La sequía espiritual dice: «Siento como si no estuviera conectado con el Señor, eso me molesta y quiero superar eso». La muerte espiritual dice: «Siento como si no estuviera conectado con el Señor, y eso no me molesta. En verdad no me interesa conectarme con el Señor». Así que debemos distinguir entre la sequía espiritual y la muerte espiritual.

Y podemos llegar a ese estado dependiendo del concepto que tenemos de la iglesia. Cuando nació, ¿estaba en la iglesia? De niño fui criado católico. Algunos católicos aman a Jesús, pero yo no era uno de ellos. Para mí ser parte de la iglesia era haber nacido en ella. Como cuando uno nace en su país. Pertenece a una gente. Pero no era verdaderamente una relación persona, apasionada, amorosa, e íntima con Jesús. A veces es como un club social. «Es que ahí es donde están mis amigos. Ahí es donde hacemos negocios y es un buen sitio para establecer contactos».

A veces es lo que hacemos por sentirnos culpables. «Me siento mal, pero cuando hago algo muy malo asisto a la iglesia y eso me hace sentir un poco mejor. Siento que al menos le he dedicado un poco de tiempo a Dios, o di un poco de dinero».

A veces también, la muerte espiritual sucede cuando tomamos prestada la fe de nuestros padres. ¿Cierto? Si crece en una familia cristiana, o si sus padres son creyentes, hay una temporada en que como niños más o menos tomamos prestada la fe de nuestros padres. Después llegamos al punto en que necesitamos nuestra propia fe. Para algunos, esto representa la adolescencia, una etapa de crisis, de pecado, rebeldía, o preguntas. Pero la pregunta es: Alguna vez ha superado eso? ¿Ha dejado tomar prestada la fe de sus padres para tener su propia fe?

Por tanto por cualquier razón, podemos llegar al punto en que simplemente estamos muertos. Les haré unas preguntas. ¿Asistir a la iglesia, leer la Biblia, orar, dar dinero por causa del evangelio, estar en comunión con otros creyentes, evangelizar a los no cristianos, es rutina o ritual? ¿Conocen la diferencia? Hay cosas que hacemos siempre, y el cristianismo no debe ser de rutina, sino de ritual. La rutina es cuando cumplimos las formalidades el mínimo de obediencia y conformidad. El ritual es donde hay significado, hay valor, hay propósito, hay misión, hay pasión cada vez.

No levanten la mano esta vez, pero para los que están casados, hay ciertas cosas en la vida que pueden ser rutinarias, pero deberían ser rituales, ¿cierto? Cada vez que se sientan juntos a comer, puede ser rutina o ritual. Puede que no sea más otro quehacer para los dos, o un momento significativo que pasamos juntos. Tomados de la mano. Salimos juntos de cita. Vamos a Turquía. Lo que sea, puede ser rutina o ritual si está con alguien que ama.

Si no los ama verdaderamente, si no los conoce verdaderamente, si en realidad no nutren su relación y en realidad no fomentan su amistad; no es más que rutina. Nos levantamos, desayunamos, vamos a trabajar, volvemos a casa, acabamos los quehaceres, lavamos los platos, nos acostamos.

Lo mismo puede suceder en la relación de otra pareja. Pueden hacer las mismas cosas exactamente, pero para ellos es un ritual. Se levantan felices de ver a su cónyuge. Cuando se sientan a comer hay lazos significativos, y están conversando. Cuando están lejos el uno del otro durante el día y vuelven a verse por la noche y vuelven a juntarse después de la jornada, lo hacen con anticipación. Puede verlo en sus ojos. Están felices de estar juntos. Están dichosos de volver a verse. Ese es el ritual.

Lo mismo que pasa en las relaciones humanas puede suceder en nuestra relación con Jesús. Puede ser rutina. «Asistí a la iglesia. Leí la Biblia esta mañana, asistí a la iglesia, diezmé el 10%». O puede ser ritual. Amo a Jesús, Él me ama a mí. Lo estoy conociendo más y más; Él ya me conoce. Estamos creciendo en nuestra relación. Espero las oportunidades que tengo para desarrollar esa relación con Él». Una de las maneras en que mueren espiritualmente las personas, las familias y las iglesias es porque lo que debería ser ritual se vuelve rutina. Lo que debería ser ritual se vuelve rutina. Y si es rutina, finalmente dejamos de hacerlo porque no hay pasión verdadera en ello.

Segundo, ¿Dios suscita su afecto? ¿Es usted una de esas personas que pasan suficiente tiempo en oración, con el Espíritu Santo, y en las Escrituras, para ser apasionado? Tendemos a apasionarnos por cosas en las que invertimos nuestro tiempo y energía. Tendemos a apasionarnos por las personas llegamos a conocer y a las que dedicamos tiempo.

Por tanto la pregunta es: ¿Cómo está su pasión por Jesús? ¿Despierta Él su pasión y afecto? ¿Cuántos de ustedes conocen personas que tienen verdadera pasión por Jesús? Simplemente la tienen. Cuando hablan de Él hay un brillo en sus ojos. su voz se levanta, se entusiasman sin más ni más. Para ellos es como si fuera una persona viva y un amigo que está en su vida. Se relacionan con Él de una manera muy distinta a la religión.

No es una obediencia legalista y moralista que dice: «Haga esto, no haga aquello». Hay una conexión de corazón, emocional, apasionada y de afecto. Si no tiene eso, no tiene que fingir que lo tiene. Les digo, no lo finjan, en cambio pasen tiempo con Jesús. Es estar en silencio, a solas, en oración, leyendo la Biblia. También significa pasar tiempo con otros creyentes que aman a Jesús apasionadamente. Porque a veces cuando estamos solos es como un leño sacado del fuego; al poco tiempo se enfría. La clave es reunirse con el pueblo de Dios para captar parte de la pasión que podrían compartir con nosotros.

Tercero, ¿hay partes de su vida espiritual en que está haciendo las cosas de rutina? Repito, es solo un deber; algunos de ustedes fueron criados en hogares así. Donde sus padres les decían: «Lee la Biblia». Pero lo decían de tal manera que parece que hubieran dicho: «Lee el directorio telefónico». ¿Cierto? Era solo algo que tenían que hacer. «Alístate, tenemos que ir a la iglesia. Tenemos que ir a la iglesia». Como si hubieran dicho: «Tenemos que ir al tribunal de faltas». ¿Cierto? Tenemos cita y más nos vale que vayamos o si no nos metemos en problemas.

El cristianismo no es un montón de cosas que tenemos que hacer sino son cosas que tenemos el privilegio de hacer. Si Dios nos ama, si sus caminos son buenos, si Él es un Padre amoroso, nos invita a estar en comunidad con Él y con su pueblo. No nos ordena a hacer algo desagradable. Nos invita a hacer muchas cosas agradables.

Y todo esto depende en realidad del concepto que tengamos de Dios. Para los cristianos que estaban aquí no parece que haya sido algo que les interesaba mucho. Tenían una iglesia, tenían una relación con Dios y unos con otros que se parecía más a una obediencia religiosa, conformista.

Y la triste, fría y dura realidad, es que la mayoría de las iglesias pienso yo, son así. No quiero decir que todas las iglesias sean así, pero casi el 80% de las iglesias están estancadas y en declive, tan solo en Estados Unidos. Lo mismo está pasando en muchas naciones. Lo que pasa generalmente es que una vieja generación de personas cargadas de culpa sumidos en la rutina religiosa, y a la gente joven no les importa porque no hay pasión, no hay misión, no hay afecto, no hay compulsión, y la culpa no dura toda la vida. La culpa no puede sostener un fiel andar con Dios toda la vida. Debe ser el amor y el gozo.

Cuarto, ¿en realidad a usted le importa Jesús y a las personas? Piénselo, es decir, aquí estamos. El Templo de Artemisa era una de las grandes maravillas del mundo. El templo en Éfeso fue declarado una de las siete grandes maravillas del mundo. La gente venía, al menos en aquellos tiempos, de toda la región y de otras naciones a este lugar a adorar a un dios demoníaco, dirigidos por un hombre que se castró. Si finalmente como cristiano un día de estos llega a decir «No veo ninguna oportunidad. No veo ninguna necesidad. No veo ninguna misión», es porque ha cerrado sus ojos sistemática e intencionalmente al problema.

Pero esto es lo que pasa siempre. Porque cogimos un vuelo y le dimos media vuelta al mundo para venir aquí y la necesidad es patente. Sin embargo, cuando conducimos el auto al trabajo, no vemos esa necesidad. No la vemos. No le decimos a nuestro vecino: «Es obvio que necesitas ayuda». No les decimos a nuestros familiares, amigos, y compañeros de trabajo: Hay una gran oportunidad. No pasamos por nuestros propios templos: los clubes de striptease, los supermercados, los teatros, los estadios.

Las personas que vivían hace 2.000 años si tomaran un vuelo a nuestras ciudades, verían nuestros templos. Estarían sentados ahora mismo en un estadio de fútbol americano, o un estadio de béisbol, o un estadio de baloncesto, diciendo: «Vean todo el dinero que gastó esta gente para llevar a cabo este gigantesco proyecto de construcción. Vean toda la pasión que le pusieron. Llegaron temprano. Se quedaron tarde. Dieron mucho dinero por las tarifas de entrada. Y adoraron a sus líderes como si fueran dioses. Colocaron los nombres de sus estrellas deportivas en la parte trasera de sus camisetas, y los aclamaban como si fueran dioses griegos».

Y tendemos a ver la idolatría en otras culturas pero se nos pasa por alto en la nuestra. Una de las ventajas de venir a un lugar como este es que nos permite ver la patente necesidad que hay, y nos preguntamos: «¿Cómo es posible que una iglesia no vea esto?» ¿Cómo es posible que a una iglesia no le importe?». Y debemos preguntarnos: «¿Qué se me está pasando por alto? ¿Estoy descuidando algo importante? ¿Cuáles son las oportunidades que Dios me ha dado, en las cuales estoy demasiado ocupado, muerto, indiferente, o con el corazón tan empedernido que no les doy mucha importancia?». A todos nos pasa eso, amigos. A mí también me pasa.

Quinto, ¿se sentiría muy molesto si su iglesia muriera y la clausuraran? ¿Le molestaría mucho? ¿Alguna vez ha pensado en eso? ¿A veces me da una pesadilla que la Iglesia Mars Hill deja de existir donde pastoreo. ¿Qué tal si dejara de existir? Eso me destruiría. Estaría devastado. Todas estas personas, todas estas familias, todos estos nuevos cristianos, todos estos niños, todas estas iglesias recién plantadas, todas estas oportunidades. ¿Qué tal si todo esto desapareciera? Me destrozaría.

Sin embargo para algunas personas la muerte de su iglesia no los molesta. Les daré unos ejemplos. No nombraré a nadie, aunque sería emocionante hacerlo. Conozco una iglesia que murió literalmente. Habían estado en declive por muchas décadas. Decidieron que iban a regalar el edificio. Finalmente todo se redujo a una lista de iglesias piadosas, que creían en la Biblia que habían pedido el edificio, y una liga de baloncesto también había pedido el edificio. Después de votar la iglesia decidió darle el edificio a la liga de baloncesto. Y cuando les preguntaron: «¿Por qué el baloncesto?». Contestaron básicamente: «Nos gusta el baloncesto». Una iglesia ha dejado de congregarse ahí. No adoran a Jesús ahí. Ahora el baloncesto. No hay nada de malo con el baloncesto. Pero el baloncesto es mala religión.

Otra iglesia con la que estaba trabajando, por más de 20 años ha estado en declive cada año. Todos los jóvenes se han ido. No han logrado el presupuesto en 22 años consecutivos. Contrataron un pastor joven que amaba a Jesús y empezó a hacer cambios, por lo cual lo atacaron y lo despidieron. Porque gente nueva empezó a venir y eso cambió las cosas porque ahora su forma de experimentar la vida juntos era diferente. La duración de los culos cambió. La música cambió. Alguien pintó una pared. «Tenemos que despedir al pastor». Y lo hicieron. Es un hombre muy piadoso.

Toda cosa viviente cambia

Permítanme decirles que toda cosa viviente cambia. ¿Esto? Esto no va a cambiar mucho. Sigue igual como era hace casi 2.000 años. Porque está muerto. Las cosas muertas no cambian. Las cosas vivas cambian. Tengo un hijo de 5 años, en cinco años cambiará. Tengo una hija de 13 años, en 7 años ella cambiará. Cualquier cosa viva cambia. Crece o muere. La pregunta no es si habrá cambio en las iglesias. La pregunta es si el cambio será para vida o para muerte. ¿Serán cambios de progreso o de rebeldía y pecado? Habrá cambio.

Y les pregunto, sé que han venido de muchas iglesias; y hasta los que consideran que Mars Hill es su iglesia, ¿su tendencia inicial es resistirse al cambio? ¿Su tendencia inicial es abogar por la tradición? ¿Su tendencia inicial es aferrarse las cosas que considera conocidas o cómodas? ¿O se regocija en que haya nuevas oportunidades para que la gente conozca a Jesús, por tanto cambiar es bueno?

De otro modo no tendríamos esta actitud paternal. Y ustedes los que son padres, ¿están de acuerdo en que tener hijos fuerza un cambio? ¿Qué cambia cuando tienen hijos? Todo. Su horario, su presupuesto, su salud, cuánto duerme. Pero se acoge al cambio porque es una nueva vida, por lo cual acepta el inconveniente. Como cristianos queremos dar la bienvenida a los recién nacidos (los bebés) y a los recién nacidos espiritualmente (a los cristianos conversos). Les damos la bienvenida a la iglesia.

Y para eso es necesario que haya cambio. Las cosas tienen que cambiar. Si estamos muertos, nos oponemos al cambio. Pero si Jesús está vivo, nos acogemos al cambio. La palabra que Jesús le dio a esta iglesia fue: «Ustedes están muertos». No están cambiando y es porque están muertos».

Un par de cosas más para cerrar. Sé que hace calor, y gracias por su tiempo. Les diré esto. Lo que pasa es que cambia de movimiento a organización, a institución, a museo. Eso es lo que hacen las denominaciones. Eso es lo que hacen las iglesias. Dios el Espíritu Santo obra. Hay un movimiento. Después debe ser organizado, y se forma una organización. Empieza una iglesia, una agencia misionera, o una denominación.

Después se convierte en una institución. Una institución no se enfoca en el futuro sino en el pasado. No se enfoca en impulsar hacia delante, sino en defender lo que ya han logrado. Empiezan a hablar de los buenos tiempos de antaño, y los días gloriosos, y de: «¿Recuerdas cuando…?». Entonces, la entran en la cuarta etapa, y se vuelven un museo. No hay futuro. No hay misión. No hay pasión. No hay vida. Solo hablamos de lo que pasó antes. Es una son palabras fuertes pero pienso que son buenas.

Al regresar a nuestros hogares, al regresar a nuestras iglesias, al regresar a nuestros ministerios y a nuestras vidas, al preguntarnos: «¿Quiero formar parte de un movimiento, o de un museo? ¿Quiero formar parte de algo creciente, cambiante, o de algo que ya murió y se la pasa contando las historias de lo que Dios hizo hace mucho?».

Al visitar estos sitios, miramos en derredor nuestro y vemos que es hermoso, es interesante, es histórico, es magnífico, pero no es más que un museo. El cristianismo se trata de aprender de los museos. Pero también es formar parte del movimiento y seguir en la misión de Dios de hacer discípulos y plantar iglesias.

Me siento inclinado a decirles a algunos que están aquí y a los que estarán escuchando: Necesitan arrepentirse de su actitud, de su crítica, de su santurronería, de sus prejuicios, de su recelo del liderazgo, de tratar de conservar sus tradiciones. Porque finalmente están debatiendo por el control. Ustedes no tienen el control, por eso fue que Jesús ascendió al cielo. Él tiene el asunto del control bajo su dominio. Lo único que tengo que hacer es ser fiel y obediente, abierto y dispuesto a cambiar personalmente, y a acogerme al cambio en nuestra iglesia, para que más personas puedan conocer a Jesús. Para que un día de estos, en 2.000 años, los turistas no tomen un vuelo de otro país y vengan a nuestra ciudad a hablar de cómo fracasamos.

Así que al ver estos ejemplos históricos podemos criticar a estas personas, reconociendo que podemos fracasar de igual manera. Que lo tomemos a pecho y regresemos a nuestras iglesias y digamos, «Queremos que este sitio viva. Queremos que Jesús sea magnificado. Queremos que la gente conozca a Cristo. Queremos un legado, una generación, una tradición. Y queremos darles a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos una fe viva, no un rito muerto de tradiciones y rutinas».

Ponte en vela y arrepiéntete

Ese el mensaje principal que Jesús tiene para la iglesia de Sardis. Le dice: «Ponte en vela», como si hubieran estado durmiendo. «Y afirma las cosas que quedan, que estaban a punto de morir». Es decir, tomen cualquier cosa que parezca una posibilidad e inviertan tiempo, recursos, y energía en ello. Les dice: «Acuérdate pues [de la verdad]». Porque a menudo creemos las mentiras.

Dice: «Y arrepiéntete». Amigos, esta es una invitación. Y lo que Jesús está diciendo es que aunque estén muertos espiritualmente, aunque su familia esté muerta espiritualmente, y su iglesia esté muerta espiritualmente, o su denominación, o su red, o su movimiento esté muerto espiritualmente, usted puede arrepentirse, las cosas pueden mejorar, pueden cambiar; nunca es demasiado tarde mientras tenga vida. Por tanto hay esperanza. Esta es una invitación. Dios nos da la oportunidad por medio del arrepentimiento.

Les dice a los creyentes que sigan adelante, que perseveren, que caminen en santidad, que vistan la blanca justicia de Cristo, que no se desanimen. Sobre todo para los que se encuentran en lugares difíciles, en iglesias difíciles, y conozco a algunos de ustedes que son líderes que si Jesús los llamara a ciertas iglesias, nunca irían. Por las contiendas y la gente religiosa; con quienes las discusiones y la estupidez, la insensatez, la frivolidad, el tradicionalismo, el ritualismo, y el egoísmo es abrumador. Y les dice: «Sí, sigan adelante. Sean vencedores. Perseveren. Sean fieles. Hagan lo mejor posible».

Les dice que escuchen al Espíritu Santo. Algo que dice a cada una de las iglesias. Para conservar el fervor espiritual, la pasión, y la vida, debemos escuchar al Espíritu Santo. Él habla por medio de la Palabra de Dios. Él habla por medio de las circunstancias. A veces nos da impresiones e impulsos. A veces habla por medio de otros creyentes y circunstancias, y autores, y maestros.

Así que al andar con el Espíritu Santo habrá momentos en que oímos algo y es como si quedara resaltado en nuestra alma, y nos damos cuenta que vino del Señor. A eso se refiere cuando habla de escuchar al Espíritu Santo. Jesús dice: «Mis ovejas escuchan mi voz; ellas me escuchan». Entre más camine con Dios, su voz se vuelve familiar. Y en medio de todo el ruido y la basura de la vida cuando el Espíritu Santo habla, usted dice: «Está bien, entiendo eso». Es más intuitivo. Es más personal. Es cuestión de definir quién es Dios y después escucharle. Pero esto toma tiempo. Para los que son nuevos cristianos, lo que requiere es tiempo. Es llegar a conocer a alguien llamado Dios.

Y Jesús les dice: «Si no hacen esto borraré tu nombre del libro de la vida». Y lo que está diciendo es: «Irán al infierno, y cerraré tu iglesia». Pensaríamos que eso trae la mecha encendida, ¿cierto? Imagínense que un domingo todos están reunidos en la iglesia y el pastor dice: «Recibimos una carta de Jesús en el cielo». Qué bien. Ábrala. «Oí un horrible rumor que decía que ustedes estaban vivos. Ayayay, no empieza muy bien. ¿Y qué pasa si no te obedecemos?» Los mandaré al infierno y cerraré tu iglesia. Pensaríamos que en algún momento alguien hubiera levantado la mano para nombrar a alguien que haga algo. Pero a veces no sucede. Así que la palabra para nosotros hoy es un sentido de urgencia. Es un sentido de pasión y compasión.

También, al cerrar nuestro tiempo en oración, ante todo quiero orar por una iglesia en esta región. Hay una iglesia, no queda en las inmediaciones, pero en la región extendida hay una iglesia cristiana. Por tanto debemos orar por esos hermanos y hermanas. Obviamente a Dios le importa esta área. La nombra en la Biblia.

Segundo, para que nos preguntemos al regresar a nuestras iglesias: «En verdad creo que esta iglesia existe para mí, o estoy aquí para Dios y su pueblo y a estar en su misión? ¿Es apenas un sitio donde quiero ser bautizado, criar mis hijos, levantar a mi familia, y venir en la Pascua o en Navidad?».

Porque lo que mata una iglesia es esto: cuando hay más consumidores que contribuyentes. Eso es lo que mata una iglesia. Toda iglesia tiene consumidores. Los no cristianos, los nuevos cristianos, personas rebeldes, personas que están madurando. Y se supone que los fieles sean los contribuyentes. Una iglesia empieza a morir cuando hay más consumidores que contribuyentes. Hay más interesados que donantes. Son más los que exigen cosas que los que dan dinero. Son más los que exigen servicios que los que dan su tiempo como voluntarios. Son más los que exigen compromiso en vez de contribuir con oración al progreso y al bienestar de la iglesia.

¿Están muertos o vivos?

Entonces les pregunto, primero, ¿dónde ese encuentran? ¿Están muertos o vivos? ¿Están muertos o vivos? Segundo, cuando regresen a casa ¿hay algún muerto con el que deben hablar? Jesús habla a los muertos. A los espiritualmente muertos. Están vivos físicamente, pero muertos espiritualmente, y les dice: «Esto está mal. Esto es inaceptable. Esto no puede continuar. Las cosas tienen que cambiar ahora». ¿Así es su iglesia? ¿Así son su familia, sus compañeros de trabajo, sus vecinos, sus líderes espirituales? ¿Así es su red, su propio movimiento, su propia denominación, su propia tradición? Debemos seguir el ejemplo del denuedo de Jesús, recibir estas fuertes palabras nosotros mismos y arrepentirnos de cualquier cosa muerta que tengamos. Y que modelemos y reflejemos el ejemplo de Jesús. Que hablemos con denuedo, forzando a las personas muertas espiritualmente hacia la vida.

Oraré por ustedes. Los amo. Gracia por venir de todas partes del mundo a aprender. No quiero que para nosotros esto sea solo hechos arqueológicos. Sino un montón de hechos arqueológicos que avivan nuestro corazón para que volvamos a casa y seamos la iglesia de Jesucristo, para donde estamos dejemos un legado que perdure de 2.000 años. Por eso estamos aquí.

Dios Padre, gracias por nuestro tiempo juntos. Gracias por tu Palabra Viva. Gracias por la Iglesia de Jesucristo. Jesús, tú amas a la iglesia y queremos amar lo que tú amas. Tú sirves a la iglesia; queremos servir lo que tú sirves. Oramos por esta región, Dios, y por la iglesia que está en esta región general, no en esta ciudad. Pedimos por aquella pequeña iglesia, que sus líderes sean fieles. Dios pedimos que recibamos esta palabra nosotros mismos. ¿En qué formas estamos muertos, quizás, y necesitamos ser revividos espiritualmente por la presencia y el poder del Espíritu Santo? Pido por nuestra iglesias, Señor Dios, que no estén muertas, que estén vivas. Que se acojan al cambio y al crecimiento que trae la vida. Que no contiendan para el cese de cambio que trae la muerte. Dios, te amamos. Gracias porque las fuertes palabras producen gente blanda. Y Dios, te pedimos que estas fuertes palabras nos ayuden a ser blandos. Y Dios, como el pastor fundador de Mars Hill, pido por nuestra iglesia, que no sea una iglesia que un día hable solamente de lo que solía pasar. Que siempre sea una iglesia que habla de lo que está por suceder. En el nombre de Jesús. Amén.

Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.