Apocalipsis 2:1–7
1 Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: “El que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que anda entre los siete candeleros de oro, dice esto:
2 ‘Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos.
3 ‘Tienes perseverancia, y has sufrido por mi nombre y no has desmayado.
4 ‘Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor.
5 ‘Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio; si no, vendré a ti y quitaré tu candelero de su lugar, si no te arrepientes.
6 ‘Sin embargo tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.
7 ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.’”
Dios Padre, al reunirnos en la gran ciudad de Éfeso, te damos gracias por quienes nos han dado la bienvenida. Te damos gracias Señor, Dios, que nos permitieron arrendar la ciudad entera para que tuviéramos una oportunidad esta noche de estudiar juntos la Biblia. Te damos gracias por el clima maravilloso. Te damos gracias por los buenos amigos, Dios, y te damos gracias por las Escrituras que nos hablan de esta ciudad tan importante en la historia del mundo y en la historia de la iglesia cristiana y el mensaje del evangelio de Jesucristo. Dios, al abrir tu Palabra esta noche, queremos tenemos oídos que oyen y mentes que imaginen y corazones que crean en la vedad de Jesús, por lo cual te invitamos, Espíritu Santo, a conducirnos, a guiarnos, a enseñarnos y corregirnos. Espíritu Santo, te invito también a capacitarme y darme poder para enseñar bien la Biblia para que pueda servir a estas personas que tanto te aman. Pido esta gracia en el buen nombre de Jesús. Amén.
Aquí estamos en la antigua y grandiosa ciudad de Éfeso, y nos encontramos en este momento en una antigua biblioteca construida varios siglos después de que el Nuevo Testamento fue escrito, pero les da una idea de la magnificencia de esta ciudad. Curiosamente sobre nosotros hay una inscripción sobre la biblioteca que dice: «Cesar nunca se equivoca». De modo que en esos días indiferentemente de dónde se encontrara uno, César literalmente estaba sobre uno , y gobernaba y reinaba como rey, como un dios, y como un señor.
En su día la ciudad de Éfeso era una ciudad grandísima, una de las tres ciudades más grandes de la nación en ese tiempo, y era la principal ciudad de Asia Menor. Quizás un cuarto de millón de personas vivían aquí. Es una de las excavaciones arqueológicas más importantes de este periodo histórico en la Tierra. En realidad su majestuosidad no tiene comparación. Y si pueden imaginarla, tal vez el 10 o el 15 por ciento de la ciudad entera ha sido excavada. El trabajo se ha venido realizando durante décadas y continuará.
En su día también fue una ciudad muy importante porque justo a la vuelta y cuesta abajo había un antiguo puerto al que arribaban personas en barco; había mucho comercio y negocio, personas que venían de visita de otras naciones. Ascendían por senderos de mármol y llegaban a un inmenso anfiteatro con capacidad para casi 25.000 personas. En Hechos 19 ahí fue donde se armó la revuelta cuando Pablo vino en su tercer viaje misionero a predicar a Jesús como Dios. La ciudad reaccionó con vehemente oposición.
Al seguir nuestro ascenso por las calles de mármol en la cima de la colina está el ágora o plaza de mercado donde Pablo muy probablemente predicó y enseñó porque era ciudadano romano y tenía derecho legal para hacerlo. Continuando vemos de hecho que en los últimos años excavaron la antigua puerta de la ciudad. Hay una cruz tallada en la parte posterior de una de las entradas a la ciudad, una cruz de la imagen de Niké, el dios de la victoria.
Por tanto era una ciudad muy importante y desde este lugar cundían, bienes, personas e ideas, haciéndola una ciudad muy importante y significativa, y en parte este era el plan de Pablo en sus viajes misioneros. Lo vemos en el libro de los Hechos, que al viajar a varios lugares incluyendo, como dije, tres viajes misioneros a este lugar, a Éfeso, él, por lo general visitaba las principales ciudades y pasaba de largo las los alrededores y las áreas rurales. Lo hizo porque Dios ama a todas las personas y todos los lugares pero las ciudades tienen son estratégicamente importantes porque si evangelizamos a una ciudad, las buenas nuevas de Jesús pueden difundirse desde esa ciudad. En sus viajes las personas llevan consigo las buenas nuevas de Jesús.
Rodney Stark y Wayne Meeks, historiadores del cristianismo primitivo nos cuentan que en los albores del cristianismo más del 60% de los que vivían en las principales ciudades romanas eran cristianos, y la mayoría, más del 90% que vivía en las zonas rurales no eran cristianos. Eran paganos. La palabra ‘pagano’ significa literalmente el que vive en una granja. Por tanto al comienzo el cristianismo fue un movimiento urbano enfocado en las ciudades, sobre todo en las ciudades, y una de las principales ciudades estaba aquí, la gran ciudad de Éfeso.
Leemos en Hechos 19 que desde aquí las buenas nuevas de Jesús resonaron por toda la región de Asia Menor ya que esta era la principal ciudad de Asia Menor en esos días e incluía las otras localidades mencionadas en Apocalipsis 2 y 3. En Apocalipsis 2 y 3, Juan entrega siete cartas a las siete iglesias, y la primera de ellas fue escrita a la iglesia en Éfeso que leeremos en un momento en Apocalipsis 2:1–7. Lo que resta de las siete cartas de hecho fueron escritas empezando con Éfeso en sucesión, porque esta era la ciudad principal y la nueva del evangelio se difundió de aquí hacia afuera.
La historia del Apocalipsis es esta: Jesús eligió a 12 discípulos para que estuvieran con Él un tiempo determinado sobre la Tierra. Uno de ellos era un hombre joven llamado Juan. Juan presenció la muerte de Jesús, Juan presenció cuando sepultaron a Jesús, y Juan presenció la resurrección de Jesús. Como judío devoto él nunca hubiera adorado a Jesús como Dios a menos que lo hubiera visto resucitar de la muerte. Vio la resurrección de Jesús; luego estuvo con Él cuarenta días y vio a Jesús predicar y enseñar, seguir con su ministerio, y proclamar su resurrección. Juan estuvo presente cuando Jesús ascendió al cielo.
Después Juan se convierte en un poderoso líder del cristianismo primitivo. Juan predicaba y enseñaba, y en el transcurso de varias décadas presenció la muerte brutal y sangrienta, de los demás apóstoles como mártires. Trataron de matar a Juan muchas veces, pero él no murió. De hecho una vez trataron de hervirlo vivo en una cuba de aceite. Imagínense cómo habrá quedado su piel, su aspecto y su bienestar, pero no murió.
Por lo cual lo exiliaron a la isla de Patmos, que queda casi como a 3 o 4 horas en barco desde aquí. Llevamos un equipo de rodaje allá y lo grabamos todo para ustedes. Hay una cueva en la cima de una colina donde legendaria e históricamente la tradición nos dice que Jesús se le apareció a Juan en Apocalipsis 1.
En Apocalipsis 1 leemos que fue en el Día del Señor, o sea, fue un domingo, el día de la resurrección de Jesús, y Juan estaba solo, apartado de la comunión con la iglesia. Todos los otros apóstoles estaban muertos. Él es el único discípulo de Jesús que queda de los doce originales. Probablemente se siente solo. Se encuentra en un lugar muy solitario exiliado en una isla, y descendiendo del cielo Jesús le hace la visitación.
Jesús le dicta siete cartas a Juan para entregarlas a las siete iglesias, y empieza con la carta a la iglesia aquí en Éfeso y así sucesivamente, y las encontramos en Apocalipsis 2 y 3. La carta llega a la ciudad de Éfeso.
Probablemente había más de una iglesia en esta ciudad. Probablemente había hogares que usaban para los cristianos para congregarse. Han excavado arriba en las terrazas de algunas casas. Algunas son bastante grandes con patrios grandes y abiertos y grandes salas de reunión. Por tanto es posible que hubiera muchos moradores cristianos en esta ciudad en ese tiempo, más o menos por el año 100 d. C. Probablemente se congregaban también.
Desconocemos todos los detalles, pero sabemos que el evangelio fue traído a este lugar después del Día de Pentecostés en Hechos 2, de modo que habrían traído las nuevas de Jesús de vuelta a sus hogares y a sus ciudades de procedencia. al salir de Jerusalén al acabar su peregrinaje y emprendían su regreso a casa. Así fue como llegaron las buenas nuevas de Jesús a este lugar.
Después siguió con los tres viajes misioneros de Pablo que como dice Hechos 19 se estableció en la escuela de Tirano donde daba conferencias varias horas al día en el transcurso de 2 años. Hice la cuenta y si no estoy mal dio 3.120 horas de conferencias, predicando, enseñando y entrenando, y esto se volvió el epicentro del cristianismo sobre todo después de la caída del templo en Jerusalén El centro del cristianismo se trasladó en gran parte a Éfeso. Es una ciudad de magnífica importancia para quienes creemos a las Escrituras y amamos a Jesús.
Esto nos trae a su Palabra para la iglesia en Éfeso en Apocalipsis 2:1–7. Aquí vemos que Jesús es exaltado, es omnisciente y lo ve todo como Señor Dios Soberano, y ve exactamente lo que pasa en Éfeso, al igual que en las otras localidades de las siete iglesias en Apocalipsis. Como el gran misionero que es, les habla muy específicamente diciéndoles en qué están sobresaliendo y en qué están fracasando, y lo que les ordena que hagan, porque finalmente Jesús es Cabeza de la iglesia. Él es el Pastor principal. Estas fueron sus palabras a los que vivían en Éfeso en aquellos días.
Apocalipsis 2:1–7: «Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso», Y repito, al leer de las siete cartas a las siete iglesias, hay algunas cosas coherentes. Una es que cada iglesia tiene un ángel asignado por Dios como ser espiritual para proteger y supervisar el bienestar de esa iglesia y de esas personas. Entonces, cada iglesia cuenta con un liderazgo humano, físico, y con un liderazgo sobrenatural, angélico.
Después dice: «“El que tiene las siete estrellas en su mano derecha…dice esto». Esto puede haber sido una crítica del Señor Jesús dirigida al emperador romano Domiciano. Declaró ser señor, dios, y salvador. Los cristianos frecuentemente lo llamaban la bestia y podría ser la bestia mencionada en Apocalipsis 13 aunque los comentaristas bíblicos debaten este punto.
Hizo que varios meses del año llevaran su nombre, y se acostumbraba después de morir un emperador, que entonces declaraban que era un dios. porque había pasado al reino de los espíritus. Pues Domiciano declaró ser dios al comienzo de su reinado, lo cual fue algo sin precedentes.
Una de las cosas que hizo para demostrarlo fue acuñar monedas con su rostro en ellas. Imagínense. Tenemos monedas, por ejemplo en los Estados Unidos de América con presidentes muertos, pero sería algo pretencioso que un presidente vivo empezara su presidencia acuñando monedas con su rostro en ellas. No ha hecho nada todavía, pero acaba de declararse dios, por tanto se supone que las expectativas de él eran altas.
En una de las monedas acuñadas que encontré en mi investigación arqueológica, aparece sentado sobre la Tierra con siete estrellas. Y las personas en Éfeso andaban por ahí con monedas en sus bolsillos con la imagen del emperador, quien era adorado como dios, sentado como un dios, gobernando y reinando como el soberano con siete estrellas. Pienso que aquí Jesús se mofa un poco de Domiciano, diciendo: «Ese tipo hace monedas, pero yo soy el que está sentado entre las estrellas. Soy el soberano de la creación. Domiciano es un dios falso, no es un rey, y yo soy el Rey de reyes».
«“. . . que camina entre los siete candeleros de oro». Pienso que podría referirse a las iglesias mencionadas en los capítulos siguientes. La iglesia aquí se representa como una lámpara. La imaginamos en un lugar lleno de actividad demoníaca, oscuridad, y paganismo donde el cristianismo viene como una luz; y Jesús dice que Él es la luz del mundo y que la iglesia ha de ser como un candelero. Debemos hablar de Jesús y amar y servir como Jesús para que otros que viven en tinieblas espirituales sean atraídos a Él y transformados por Él. Esta es su imagen de la iglesia.
En otras ocasiones donde Jesús dice que si la iglesia no se arrepiente de sus pecados y enmienda sus caminos vendrá y les quitará el candelero, básicamente está diciendo: «Si no resplandecen para mí, vendré y acabaré de apagar lo que queda y dejarán de ser una iglesia. En efecto los clausuraré.
Después sigue con elogios y críticas. Versículo 2, «Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos. Tienes perseverancia, y has sufrido por mi nombre y no has desmayado. Pero tengo esto contra ti».
Aquí está la crítica: «Que has dejado tu primer amor. Recuerda por tanto de dónde has caído, arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio; si no, vendré a ti y quitaré tu candelero de su lugar…». Clausuraré tu iglesia, «…si no te arrepientes. Sin embargo tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor de daré de comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios».
O sea que empieza animándolos, después pasa a la crítica, pero los anima con muchas cosas.
Dice, primero, que sirven fielmente. Son personas esforzadas. Son persona que dan su tiempo como voluntarios. Son personas que día con día, semana con semana, mes con mes y año con año, vienen a este lugar para recibir entrenamiento. Los cristianos vienen de la región y sus alrededores. Están dando clases. Los pastores necesitan donde alojarse. Los misioneros deben ser alimentados. Necesitan recaudar fondos. Deben comisionar gente y sirven fielmente. Están completamente dedicados a la causa.
Jesús les dice: «No estoy criticando tu servicio: para nada». Por causa de su servicio este lugar se convirtió en el epicentro de actividad misionera en toda la región. Repito, citando a Pablo en Hechos 19, el evangelio resonaba desde este lugar hacia toda Asia Menor por causa de estas personas. No sabemos sus nombres. No eran pastores. Algunos quizás tampoco eran ancianos ni diáconos. Solo eran cristianos fieles.
Segundo, Él dice: «Tienes perseverancia». A decir verdad, era un lugar difícil donde ministrar, la gente pasaba por ahí en todo momento, había oposición espiritual de todo tipo. Adoraban como a 50 dioses y diosas en este lugar. La prostitución era legal. Era un lugar muy difícil. De hecho, justo en frente de nosotros se supone que había un prostíbulo. Y aquí al lado de donde estamos hay un túnel que va desde la biblioteca hasta el prostíbulo y se presumía que muchos hombres iban a “la biblioteca.”
Era un lugar difícil para levantar una familia. Era un lugar difícil para ser cristiano. Adoraban a Domiciano como un dios, y si no lo adoraban como un dios, los mataban. La única excepción era si eran judíos, y había una gran cantidad de judíos ahí pero rechazaban el mensaje de Jesús, y los cristianos fueron expulsados de la sinagoga y los exponían potencialmente a que los mataran porque no estaban exentos de adorar al emperador por medio del judaísmo. De hecho ahora se consideraban rebeldes contra el estado por afirmar que Jesús es el Señor y no el emperador.
Aquí también tenían una de las siete maravillas del mundo a justo a la vuelta, que era el Templo de Artemisa. Al examinarlo, quizás recuerden las columnas de 8 pies de diámetro, hechas de mármol, de 67 pies de altura, 127 columnas, era 3 o 4 veces más grande que el Partenón en Atenas, Grecia, casi del tamaño de una cancha de fútbol. Se consideraba una de las siete maravillas del mundo, y la gente venía a adorara a la diosa. Varios grupos de personas de la región de Anatolia, Grecia, y Roma, tenían a Cibeles, tenían a Diana, tenían a Artemisa, tenían a la diosa madre, y todo esto culminaba con una sola deidad femenina, una diosa demoníaca pagana poderosa que era adorada llamada Artemisa.
Leemos en Hechos 19 que presuntamente un meteorito cayó del cielo y creyeron que era un don de Artemisa declarando que aquel lugar sería su morada para la construcción del templo en su honor, y eso fue en Éfeso. La gente venía de todas partes para ver el Templo de Artemisa. También era un centro bancario por lo cual estaba conectado económicamente a la adoración del emperador, por tanto estaba conectada políticamente. Además, había prostitución legalizada y era un lugar donde los que buscaban refugio de la ley podían en efecto hallar amnistía, de modo que también era un lugar para delincuentes comunes. Y les dice: «Han soportado las dificultades».
Y tercero: «Tienen sana doctrina». No son herejes. No tienen falsas doctrinas. No estaban leyendo libros absurdos. No creían en nuevos mitos y fábulas y folklores. No iban detrás de pasajes bíblicos desaforados, incorrectamente citados y las falsas enseñanzas, y dice: «Estos son los falsos apóstoles y ejercen autoridad espiritual, pero les diré lo que dice la Biblia». Dice: «Ustedes son inteligentes y humildes, y abren la Biblia y se enteran de lo que dice verdaderamente, y comprueban todas las cosas con las Escrituras, y han rechazados a todos los falsos maestros».
Vean hoy por hoy los populares que sea han vuelto los falsos maestros, la falsa doctrina, la enseñanza absurda. Imagínense lo poderoso que era eso aquí en Éfeso, porque el cristianismo había echado raíces aquí. Esto es lo que hacen las sectas: Las sectas siempre vienen detrás de los cristianos. O sea, históricamente después de digamos una cruzada de Billy Graham, los mormones y los testigos de Jehová forman parte del equipo de limpieza. Llegan a la ciudad justo después, y esperan que las personas oigan hablar de Jesús, y después entran y tuercen la verdad.
Lo mismo estaba pasando en Éfeso. Había muchos falsos maestros, falsos líderes espirituales, muchos libros descabellados e ideas nuevas y raras, todas con el pretexto de tener fundamento bíblico. Y dice: «Saben qué, no deben seguir esas cosas. Ustedes son el pueblo de Dios cree en la Biblia, dice la verdad, y le siguen». Los felicita por eso.
Número cuatro, dice también que aborrecen a los herejes. Esa palabra parece fuerte, pero los herejes son los que adrede engañan a la gente, y ustedes necesitan saberlo. Son ovejas, son pastores, son lobos. Necesitan saber eso. A veces las ovejas leen todos los versículos en la Biblia sobre el amor y dicen: «Pues debemos amar a todas las personas». A los lobos no. Las ovejas deben amar a las ovejas. Las ovejas deben amar a los pastores. Las ovejas deben aborrecer a los lobos. Los lobos son falsos maestros, falsos apóstoles, falsos líderes que deshonran a Cristo y engañan a la gente.
Lo que pasa a veces cuando los cristianos enfrentan las falsas enseñanzas, es que dicen: «¿Podemos amarlos? Sí, podemos amarlos, pero debemos odiar lo que enseñan. Sucede que a los lobos les encantan las ovejas, pero de una forma diferente a los pastores, ¿de acuerdo? La Biblia usa el lenguaje figurado: el cristiano es como una oveja, el líder es como un pastor que ama y cuida a las ovejas, y el lobo es alguien muy peligroso que viene a descarriarlas.
Por tanto, un buen pastor pelea contra los lobos por amor a las ovejas. Por eso Jesús mismo dice: «Yo soy el buen pastor»; y en 1 Pedro 5 dice que es el Príncipe de los pastores. Solo deben seguir su ejemplo los líderes en su iglesia. Y lo que está diciendo es que «Los falsos maestros han venido; y como buenos pastores que aman a las ovejas y al Príncipe de los pastores, se les han opuesto, y eso está bien».
Algunos de ustedes necesitan oír esto, porque piensan que la respuesta es amar a todo el mundo y considerarlo todo. Algunas personas son engañosas. Algunos lo hacen por el dinero. Algunos trabajan para el enemigo. Pueden orar por ellos y desearles lo bueno, pero no deben acomodarlos ni tolerarlos, porque los están engañando, y eso no es para su bien.
Todo esto es elogio. ¿Están de acuerdo conmigo? Si les dijeran esto en la iglesia un domingo—digamos que el pastor reúne a todos y les dice: Nos llegó una carta de Jesús. Sabemos que es de Él porque está escrita en tinta roja. Es asombroso. Recibimos una carta de Jesús». Y después leen esto, el pastor lo lee en voz alta, y eso es lo que habría sucedido en la congregación. ¿Se imaginan leer eso, oír eso? Él sabe lo que estamos haciendo. Sabe cómo estamos sirviendo, sabe que nos somos bíblicos y constantes y comprometidos y devotos. Todo eso sería fantástico si fuera el final de la carta, pero también tiene algunas críticas.
Y la crítica más grande es: «No son muy amorosos. Los ha felicitado por odiar a los lobos, pero los critica por no amar a los lobos y las ovejas y por no amarlo a Él, el buen Pastor. Y permítanme decirles, esto es muy común.
He estado estudiando las siete iglesias de Apocalipsis, y tendría que decir que, de las siete iglesias—y yo diría que es importante que todos hagamos esto, al leer las siete cartas a las siete iglesias en Apocalipsis 2 y 3, debemos preguntarnos: Si Jesús me escribiera una carta, ¿cuál de ellas me escribiría probablemente? Para mí, personalmente, diría que la mayor tendencia, propensión, o posibilidad sería recibir esta carta, debido a que entre más estudia y entre más persevera y alcanza, y logra, y sirve, y da de sí mismo, con tiempo, puede volverse nada amoroso. Puede volverse nada amoroso, y eso fue lo que les pasó a estas personas.
No tenían los libros equivocados en el estante. No tenían los maestros equivocados en el púlpito. No los estaba criticando por no ser generosos, dadivosos, y siervos fieles, o por perseverar pacientemente y se vencedores. Les dice: «Saben qué, si hacen una lista como la que haría un niño, digamos una lista de quehaceres, Él está diciendo que debemos marcar cada casilla. «Su iglesia es absolutamente fiel y consciente de sus deberes, pero conozco su corazón, y a menudo es un poco insensible, se ha empedernido un poco, no es muy amoroso. El resultado es, dice Él: «Se han caído de donde estaban. Cuando empezaron había mucho amor en la iglesia unos por otros, por los líderes, por los no cristianos, la gente perdida, amor por el Señor». No es que odien y desprecien. Ya no están siendo muy amorosos, ya no tienen paciencia, y bondad y gracia y entendimiento.
Lo que pasa a menudo, permítanme decirles, es que en nuestros días encaja dentro del fundamentalismo clásico. O sea, «Creemos en la Biblia». Está bien, ¿pero son amables? Porque la Biblia dice que debemos amar bastante. «Hablamos la verdad». ¿Pero hablan la verdad en amor? Porque la Biblia dice que debemos hablar la verdad en amor. Y lo que podría pasar a quienes son como los efesios es llenarse de verdad, obras y perseverancia, sin amor, gracia, y bondad. Se vuelve una cosa de mano dura, autoritaria, y un poco insensible.
¿Cuántos de ustedes—y no necesitan alzar la mano—estos podrían ser ustedes? No son herejes. No son falsos maestros. No han apostatado. No se han apartado de Dios. No han dejado de dar, de servir, de leer, de importarles, de tratar, pero han experimentado una merma en su amor. Esa es la palabra de Jesús, y es interesante porque es difícil juzgar el corazón de alguien, ¿no es cierto? No sabemos. Es decir, una de las cosas más subjetivas en el mundo es determinar si una persona es amorosa. Pero Jesús dice: «Conozco tu corazón, y veo que no está lleno de amor».
Permítanme decirles que los efesios podrían haber tenido algunas excusas y francamente son la misma clase de excusas que nosotros podemos tener. Es difícil vivir en esta ciudad. ¿Cuántos de ustedes viven en una ciudad difícil? Está bien, es una declaración redundante. Una ciudad difícil. Porque entre más cerca viva a las grandes ciudades hoy en día es menos probable que estén llenas de cristianos.
La gente va y viene cuando vive en las ciudades. Tan pronto conocen a alguien se van. Y uno empieza a mostrarse insensible y a decir: «Estoy harto tratar de conocer nuevos vecinos. Siempre se mudan. Todos arriendan, no compran. Es difícil amarlos. Siempre se mudan». Al rato deja de entablar relaciones con la gente.
Al rato también se le hace difícil amar a su ciudad, porque la mayoría de las ciudades no tienen muchas familias. Es muy costoso y complicado, y la ciudad no es la clase de lugar donde en realidad debe vivir y criar hijos. Lo que pasó en Éfeso está pasando en nuestros días. Después de un tiempo empieza a frustrarse un poco con la ciudad porque todos los parques son para perros. No sé si haya sido un problema en Éfeso, pero en Seattle lo es. Lleva a sus niños al parque y no pueden hacer nada porque no es para ellos.
De pronto vemos que la ciudad exhibe su sexualidad y su idolatría y toleran la diversidad de mucha gente, pero no la nuestra porque nos consideran cortos de miras, porque creemos que Jesús es el camino, y la verdad, y la vida, porque eso fue lo que Él dijo. Al rato puede hartarse de todo eso de toda la gente religiosa comprometida con sus dioses falsos, hartarse de la política.
¿Sabían que los impuestos aquí eran horribles? Uno de los métodos que usaba Domiciano para gobernar era alzar impuestos estrictamente para financiar toda su obra y usaba gran parte del dinero para aumentar el sueldo a las fuerzas armadas para que los soldados hicieran cumplir su estado de derecho. ¿Qué tan difícil es eso? Si usted es cristiano, Jesús dice que pague sus impuestos, y usted le paga a un tipo que dice ser dios, que contrata soldados para sobrecargarnos. Si vamos a ser perseguidos no deberíamos tener que pagar por ello. Eso debería ser gratis, ¿cierto?
Tenían muchas razones legítimas que podían haber usado como excusas. Podían haberse reunido y decir: «Estas son todas las razones por las que no nos gusta Éfeso. Por esto estamos hartos de Éfeso. Llevamos décadas aquí. Ya dimos, ya servimos, enviamos misioneros, plantamos iglesias, escribimos libros». O sea, en pocas generaciones tenían importantes consejos al pie de la colina O sea, este lugar permaneció fiel al menos teológicamente por cientos de años.
De modo que por cientos de años, generación con generación, sus hijos, nietos, y bisnietos, y los hijos de los hijos de nuestros nietos están dando, sirviendo, esforzándose, cuidando, leyendo, orando, sufriendo, aguantando. Y en algún momento se hartan de eso. No necesitan alzar la mano, pero ¿cuántos de ustedes han estado así? O sea, «Ya no doy más». Jesús está diciendo, «Todavía están vivos. No han llegado a la meta todavía. Sigan adelante, sigan adelante».
¿Cómo nos volvemos efesios? Me temo que si pasamos al texto y lo leemos solo históricamente hay una interesante cifra de hechos arqueológicos. Si lo leemos solo teológicamente, nos da licencia para criticar estas personas. Pero si lo leemos humildemente, nos sometemos a las Escrituras y decimos: «Me parezco en mucho a los efesios, o podría llegar a parecerme mucho a los efesios». Por lo tanto esta palabra no es solo para ellos. Es para todas las iglesias, y es para mí y mi iglesia también. Les daré un par de maneras en que podríamos llegar a parecernos a los efesios.
Primero, pienso que podemos volvernos como los efesios si enfrentamos la verdad contra el amor. ¿Cierto? Jesús vino lleno de gracia y verdad. Algunas personas son personas de gracia. Algunas son personas ‘de verdad’. Y aquí Jesús está diciendo: «Quiero que envuelvas la verdad en la gracia. Quiero que el amor rodee la verdad». ¿De acuerdo?
Algunos de ustedes son personas de gracia. Aman a las personas. Responden a todo con amabilidad, amor, y soportan pacientemente. Algunos de ustedes son personas de verdad’. La Biblia para ustedes es como una serie de balas llamadas versículos, y siempre tienen uno cargado. Están listos para disparar, ¿cierto? No, no, no, Levítico, Efesios, Corintios, Romanos, Bum, bum, bum. Y Jesús está diciendo, «Buenos versículos. Dieron en el blanco, pero la persona no se sintió amada», porque está sangrando, ¿cierto? No sintieron que eso los animó para que se arrepintieran. Los aplastó haciendo que se sintieran avergonzados, culpables, condenados, siendo que la Biblia declara que no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús.
Por eso no debemos enfrentar el amor o la gracia con la verdad, el uno contra el otro. Queremos que la verdad proceda de una persona amorosa. Porque puede pasarnos lo que les pasó a los efesios: elevamos la verdad, y devaluamos el amor, o devaluamos el amor hacia los no cristianos o hacia la gente de otras religiones, o hacia las personas que nos fastidia, nuestros opositores, las personas que nos critican, personas que se burlan de nosotros.
Jesús dice básicamente que debemos decir lo correcto, en el momento correcto, de la manera correcta, con los motivos correctos. La verdad, sí, pero con la bolsa de aire del amor, de lo contrario vamos a perjudicar a las personas. Ciertas iglesias lo hacen, y ciertos pastores lo hacen, y sé que yo lo he hecho, y ciertos cristianos lo hacen. Echan chispas con la gente y terminan incinerándolas en vez de hablarles la verdad de tal manera que los invita a arrepentirse de su pecado, a conocer a Dios y a su pueblo, y a experimentar un cambio de vida por el poder del Espíritu Santo.
Número dos, podríamos volvernos como los efesios cuando escuchamos solo nuestras propias doctrinas y dejamos de escuchar al Espíritu Santo. Lo que puede suceder es que leemos la Biblia tanto tiempo y tantos libros y recibimos tanta enseñanza y educación que de repente la mayoría de nuestras preguntas han sido contestadas, y categorizamos todos nuestros versículos, y toda nuestra sistematización ya está completada, o al menos está funcionalmente operativa, y de repente, no sentimos la necesidad de orar porque nuestra teología nos dice qué hacer. No sentimos la necesidad de segur escuchando al Espíritu Santo porque tenemos una teología que dirige todos nuestros pasos.
No estoy diciendo que evitemos las distinciones doctrinales y nuestra claridad teológica, pero aún así debemos ser llenos del Espíritu Santo. Aún así debemos ser guiados por el Espíritu Santo. Aún así debemos escuchar al Espíritu Santo, y necesitamos estar siempre dispuestos a aprender. Por eso es que una de las cosas que más les dice a cada una de las siete iglesias es: «El que tenga oído para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias». Lo que está diciendo es: «No están escuchando al Espíritu Santo».
La Biblia fue escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo, eso es perfecto, verdadero, y bueno. El Espíritu Santo es Dios , quien también mora en el creyente y nos guía a la verdad como dice Jesús en el evangelio de Juan. Lo que eso significa es que Él toma la verdad de la Biblia y la usa para conducirnos, amoldarnos, guiarnos, informarnos, y dirigirnos; pero no podemos vivir por la Palabra de Dios sin ceder al Espíritu Santo.
Y hay algunas teologías, una se llama el cesacionismo, que dice básicamente que el Espíritu Santo no hace las cosas hoy como las hacía antes. Es una manera muy astuta de decir que no lo necesitamos hoy como solíamos. Eso no es verdad. Lo necesitamos cada momento de cada día, como todo cristiano siempre lo ha necesitado. Necesitamos que nos dirija y nos guíe, que nos compunja y nos instruya.
Una de las maneras en que podemos volvernos como los efesios es obsesionándonos tanto por nuestros propios estudios y nuestra sistematización que se nos olvida que Jesús está vivo, y que se supone que debemos tener una relación con Él, y que el Espíritu Santo mora en nosotros y se supone que debemos seguirlo. O sea que el cristianismo que antes era una relación que disfrutamos pasa a ser un sistema de creencias al que nos adherimos. Permítanme sugerirles que son ambas cosas. El cristianismo es un sistema de creencias al que nos adherimos y es una relación que disfrutamos, pero debe ser ambas cosas. Cuando dice que les faltaba amor, eran débiles en el disfrute relacional de Jesús y su pueblo y de la mayoría de las personas.
Número tres, podemos volvernos como los efesios cuando las personas en las ciudades que son nuestra misión sencillamente nos irritan en vez de ser una misión para nosotros. ¿Cuántos de ustedes están hastiados del lugar donde viven? Bien, yo sí. Yo sí. Los impuestos son muy altos, el tráfico es malo, los colegios son pésimos, los parques son horribles, la gente es extraña. Esa es mi opinión, ¿de acuerdo? Es mi opinión.
Él no está diciendo aquí que debe gustarle. Hay una diferencia entre amar y gustar. No me tiene que gustar mi ciudad A usted no tiene que gustarle su ciudad. A los efesios no tenía que gustarles su ciudad. Tenían que amarla. Podemos amar a las personas que no nos gustan. Podemos amar lugares que no nos gustan. Podemos amar grupos de personas que no nos gustan. No tenemos que disfrutar de alguien para sentir afecto por ellos, porque dice creo que es en Romanos 5:5 que Dios ha derramado su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado.
El amor viene de Dios, el amor viene por medio del pueblo de Dios, y podemos amar a la gente. Aunque no nos gusten, podemos amar las ciudades culturas y grupos, aunque nos fastidien, porque es el amor de Dios por medio de nosotros, aun para esas personas, para esos tiempos y lugares que no nos gustan.
Lo que puede suceder es que a veces vemos un grupo de personas o un lugar y decimos: «Simplemente me fastidia. Como actúan, como piensan, como gastan nuestros impuestos, cómo hacen las cosas, la santurronería, la idolatría, la locura, la estupidez es fastidiosa. Me frustra. Estoy harto de esto». Pero Jesús dice que los amemos. Usted dirá: ¿Cómo puedo hacer eso? El amor de Dios necesita venir a usted y expresarse por medio de usted.
Y este es el evangelio. Así somos para Dios. Siempre volvemos al evangelio. ¿Algunos de ustedes piensan que fastidian a Dios? Estoy muy seguro de esa respuesta en mi propia vida. Pienso que de todas las personas que fastidian a Dios yo podría integrar alguna lista especial. Estoy seguro que fastidio a Dios, que Dios se cansa de mí, que Dios se frustra conmigo. ¿Pero saben lo que hace? Sigue amándome.
No podemos recibir el amor de Dios como personas fastidiosas, sin compartir el amor de Dios con personas fastidiosas, porque eso es hipocresía. Lo que pasa es que entre más tiempo tenga como cristiano y entre más lea la Biblia, y entre más doctrina sepa, podría pensar que es menos fastidioso a Dios que las otras personas son para usted. Pero la humildad dice: «No, Dios me está amando aunque soy fastidioso, por tanto amaré a otros con el amor que Él me da, porque es una demostración del evangelio».
Podemos volvernos como los efesios cuando reemplazamos la compasión con el desprecio, número cuatro. Al mirar a las personas decimos: «Son tan estúpidas. Están tan hechos un desastre. Son tan rebeldes. Hacen lo mismo que hicieron sus padre, y eso fue como un cuando se estrella un tren. Cada generación en esta ciudad ha actuado así, y nunca ha funcionado. ¿Cuándo van a despertar?».
La Biblia dice que la gente es ciega, que están espiritualmente muertas, y eso es para darnos compasión; pero si olvidamos que aparte de Cristo estamos muertos y ciegos, lo que queda es el desprecio: «Eres estúpido. Eres un necio. Te lo merecías. Estoy harto de ti. No doy más contigo. No tienes remedio». Ese es el desprecio.
Pero la compasión dice: «Si no fuera por la gracia de Dios yo sería al menos tan malo como tú. Y si hay esperanza para mí, hay esperanza para ti, y yo tengo compasión porque tú estás apartándote de Dios rumbo a la muerte, y eso me entristece más que algo que me fastidia». Esto se vuelve muy difícil con la familia, los amigos, los colegas de trabajo, los vecinos.
Pero sabemos que hemos perdido de vista el evangelio cuando sentimos desprecio por la gente, y creo que eso era en parte lo que estaba pasando aquí en Éfeso. Habían sido tan fieles por tanto tiempo, y después de un tiempo se hartaron de la obra que faltaba por hacer.
Número cinco, pienso que nos volvemos como los efesios al decirles a otros que se arrepientan, pero nosotros no lo hacemos. Esto es típico de la religión. Les decimos a los demás que se arrepientan, pero no lo hacemos. Les decimos todo lo que está mal en sus vidas pero no examinamos la nuestra y como resultado nos volvemos orgullosos, engreídos, santurrones, sentenciosos, críticos y difíciles.
Sé que eso sucede en mi propia vida, y en todas nuestras vidas, donde vemos el pecado de otros con más claridad que el nuestro. Podríamos apasionadamente querer que dejen de pecar y sin embargo nos damos licencia para seguir en nuestros vicios. Lo que pasa tristemente es que muchas predicaciones y enseñanzas solo les dicen a los pecados que se arrepientan de su pecado. No les dice a las personas religiosas que se arrepientan de su ‘justicia’. Como resultado la iglesia está llena de gente religiosa santurrona que desprecia a los no cristianos o a los que están estancados en el pecado.
Por tanto, aunque ciertamente los no cristianos deben arrepentirse del pecado y que los cristianos necesitan arrepentirse de su pecado, a veces los cristianos necesitan arrepentirse de su religiosidad, su orgullo, su legalismo, sentenciosidad y santurronería. Son las obras. Es sentir: «Soy mejor que tú porque no hago lo que tú haces». Y tan pronto lo hacen nos sentimos en nuestro derecho de decirles a todos que dejen de pecar, pero no nos arrepentimos de nuestro propio pecado, y el pecado del que a veces tenemos que arrepentirnos es la falta de amor. Esas fueron las palabras de Jesús. «Les están diciendo que dejen de hacer eso, pero necesitan dejar de ser tan antipáticos, crueles, impacientes, egoístas y mezquinos.
Podríamos volvernos como los efesios, número seis, cuando Jesús se convierte en un concepto más que una persona. Permítanme decirles que amo la Biblia. Llevo más de 20 años estudiándola. Me encantan los libros. Creo que si combino mi biblioteca digital con mi biblioteca física tengo como 7.000 u 8.000 libros. Me encantan los libros. No creo en el arrebatamiento, pero si ocurre, me llevo mis libros. Me los llevo. Amo tanto mis libros. Me encanta estudiar, pensar. Me encanta contemplar.
¿Pero saben lo que puede pasar con el tiempo? Jesús puede convertirse, para los que son estudiosos, en un concepto más que en una persona, más en un concepto que en una persona. Es como un concepto filosófico y una figura histórica y un ejemplo moral, pero no como la Palabra viva. Dejamos de hablarle como solíamos, con la fe de un niño que es la oración. A veces dejamos de estar en silencio y a solas con Él y no lo invitamos a entrar a pasar tiempo con nosotros para que disfrutemos su presencia y estemos con Él como el Señor vivo. A veces hasta creamos teologías que justifican estas cosas. Tenemos maneras de caricaturizar dentro de algún concepto filosófico o ideal histórico manejable.
Permítanme decirles que Jesús es una Persona. Está vivo. Reina como el Señor, Dios, Salvador, Rey soberano, y Cristo, y se alegra en venir a encontrarse con ustedes, como le alegró venir a encontrarse con Juan. Algunos no llegaremos a tener esa clase de revelación sobrenatural, pero Él está dispuesto a estar con ustedes. Es un tiempo para estar a solas, en silencio, arrepentimiento, oración, estudio bíblico, llevar un diario, cantar, adorar. Apaguen sus artefactos tecnológicos. Pasen tiempo con Jesús. Está vivo y quiere estar con ustedes. Y a veces lo estamos, pero nos dominan los dioses del afán, la preocupación, el ajetreo, y nos perdemos esos momentos divinos de estar con el Salvador
¿Para ustedes Jesús es un Señor vivo, o es apenas una idea, un concepto, una posición teológica sistemática, un ideal histórico? Tengan cuidado. Tengan cuidado. A veces los que más saben de Jesús son los que menos saben de Jesús. Se saben todos los hechos de memoria, pero es como alguien que cita un libro que leyeron y no como una amistad que entablamos.
¿Saben a qué me refiero? ¿Alguna vez conocieron a alguien a quien dijeron: «Todo lo que dices es cierto, pero parece que estuvieras citando un libro que leíste»? Nos encontramos con otra persona que conoce a Jesús y puede que digan lo mismo, pero parece más como una amigo que acabamos de conocer. Hay gozo en su corazón. Hay vida en su voz. Hay esperanza en su corazón. «Oh, déjame hablarte de Jesús. Esto es lo que ha hecho en mi vida. Él es todo esto» Es un amigo que tienen no una idea en la que creen.
Séptimo, por último nos volvemos como los efesios cuando sentimos que hicimos lo suficiente. A menudo lo veo con los santos entrados en años o los que fueron criados en hogares cristianos. Llegan al punto en que dicen: «Siento que he hecho suficiente. He dado suficiente dinero. He voluntariado suficientes horas. He dado suficientes estudios bíblicos, he cocinado hartos guisados. He hecho mi parte. He hecho lo suficiente. He hecho toda una vida de trabajo. Me sentaré en una banca. Que otro se ponga el uniforme y salga a la cancha».
Puede que eso haya pasado en Éfeso. Y permítanme decirles que lo que pasó en Éfeso con el evangelio fue asombroso. Es decir, repito, vean la lista: Estaba Pablo—eso está bien. Lucas, Timoteo, Priscilla, Aquila, Juan consejos eclesiales y credos—3.120 horas las personas asistían a las conferencias en la escuela de Tirano durante la siesta del medio día. Estas personas sacrificaron dos años de siestas. Eso sí es devoción. Sé que el martirio es duro, pero no tomarse la siesta cada día es un sacrificio importante en una cultura donde como hoy no sé si lo habrán notado, pero hace mucho calor. O sea que a la hora de tomarse la siesta iban a escuchar a Pablo enseñar como 4 horas al día.
Habían leído los libros. Habían tomado los exámenes. Habían tomado las clases. Habían hospedado a todos los misioneros. Habían enviado a todos los plantadores de iglesias. Habían padecido toda la persecución, y algunos de ellos pensaron simplemente: «Creo que es suficiente». Pero Jesús dice: «¿Qué pasó con el amor?».
Lo que aprecio de Jesús es que no tiende a culpar. «Podrías haber hecho más». No tiende a condenar. «El infierno es caliente. Sigan como van». No empieza a amenazar. Haré que un meteoro más grande caiga sobre la ciudad de Éfeso, justo sobre la iglesia». Al contrario, lo que dice es: «¿Qué pasó con el amor? Si me amas y yo te amo, por qué no seguimos adelante? Porque hay más personas que alcanzar, hay más verdad que enseñar, hay más cosas que hacer».
Si están luchando con mantenerse motivados y acabar bien, Pablo dice esto: «He guardado la fe. He terminado la carrera». Se refiere a que traspasó la cinta al final de su vida y todos deberíamos aspirar a hacerlo. Y si por el camino nos volvemos un poco lentos o con ganas de parar por completo, quizás porque la gente es da las gracias y no son tan agradecidas como debieran ser, y no nos dan una palmada en la espalda, «bravo , bien hecho», pero en realidad si eso es lo que nos detiene, lo hacemos es para recibir alabanza de los hombres no para la gloria de Dios como debería ser ; y en vez de excusar nuestro letargo deberíamos arrepentirnos de nuestra idolatría.
Aprecio que Jesús haya venido a decirles: «Veo lo que están haciendo. Están trabajando duro y estoy orgulloso de ustedes. Se han opuesto a los falsos maestros. Han soportado pacientemente. Han servido fielmente. Han dado generosamente». Ahí está el cumplido ‘bravo, bien hecho’. ¿Lo ven? «Sí, lo sé. Y los amo. Si no se sienten apreciados sé como se sienten. Los amo, y necesito que me amen. También amo a las personas que aún no hemos alcanzado y necesito que también los amen a ellos. Sigamos adelante».
Dicho lo cual, la revelación de Jesús es que Él tiene toda autoridad y viene a la iglesia en Éfeso y les recuerda que Él ha sufrido pacientemente, que ha soportado y ha derramado su vida no solo como ejemplo para ellos, sino como su Salvador para que sigan sus pisadas por el poder del Espíritu Santo; que los llama a una vida sobrenatural, algo que no pueden hacer sin el poder y la presencia de Dios.
El cristianismo aquí no es algo que nosotros hacemos por Dios. Es algo que Dios hace por nosotros en Jesucristo; es algo que Dios hace por nosotros por medio de Jesucristo; y es Dios quien obra a partir de esa relación para impactar a otros. Eso es lo que significa amar: amar a Dios, y amar a los demás, y ser un conducto del amor de Dios a los demás.
Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.