Tibios en Laodicea: El confort y la comodidad en vez de Cristo (Apocalipsis 3:14–22)

Apocalipsis 3:14–22 (LBLA)

14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: “El Amén, el Testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios, dice esto:
15 ‘Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
16 ‘Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
17 ‘Porque dices: “Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad”; y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo,
18 te aconsejo que de mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver.
19 ‘Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete.
20 ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.
21 ‘Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono.
22 ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.’”

La ciudad de Laodicea

Voy a orar de una vez, y después abordaremos el tema en Apocalipsis 3:14–22 que es donde nos encontramos para esta enseñanza.

Dios Padre, estamos muy agradecidos por este maravilloso privilegio no solo de poder leer las palabras de la Escritura sino de poder ir a los lugares mencionados en ella. Dios, y estamos aquí en las ruinas de la antigua ciudad de Laodicea conscientes de las palabras que el Señor Jesús les habló. Y Dios, pedimos al abrir las Escrituras, que abras nuestros corazones y nuestras mentes para que la palabra enviada a la iglesia en este lugar también sea aplicable a nosotros a nuestras familias y a nuestras iglesias. Y Dios, pido por los que podríamos estar tibios, o por las personas que amamos o conocemos que lo son, que esta palabra estimule y motive y dé expectación para que, Señor Dios, sentados aquí al calor del día, esperamos que nuestras almas y espíritus, nuestras mentes y nuestra voluntad se llenen de una pasión ferviente de obediencia y amor a ti, de buscarte y disfrutarte. Por eso pedimos que el Espíritu Santo guíe nuestro tiempo y guíe mis palabras, y que abra nuestros oídos. En el buen nombre de Jesús. Amén.

Bienvenidos a Laodicea. Estamos en lo que hoy es Turquía. Permítanme darles un poco de información e historia sobre lo que es un enorme sitio arqueológico. Aquí están realizando muchísimo trabajo. Cuando estuvimos aquí hace pocos años, aún no habían excavado gran parte de esto, y siguen haciendo mucho trabajo.

Aquí frente a mí está básicamente la antigua calle principal. Esto habría sido algo hermoso de mármol pulido con columnas de pilar altas. Hay otras calles adyacentes y conectadas con ella. Hay un antiguo bautisterio cristiano que están excavando al tope de la calle. Detrás de mía había un antiguo templo pagano. A la vuelta de la esquina había una iglesia, una iglesia cristiana donde en efecto el pueblo de Dios se congregaba.

Lo interesante de Laodicea, al menos topográficamente como podrán notar, a diferencia de muchas ciudades donde hemos estado, es un punto muy alto, un altiplano. Esta era una ruta comercial muy importante en esos días, por cuanto el comercio pasaba por esta ciudad convirtiéndola en una ciudad muy acaudalada. Eso es clave para entender a Laodicea.

Además, por la calle principal habrían tenido muchas tiendas y negocios y mercaderes. Las casas estaban detrás. Al empezar a investigar, al dar la vuelta notarán que muchas de las casas en efecto eran bastante grandes. Eran muy grandes incluso para ese tiempo.

Cuando estuvimos en Nazaret hace unos años, las casas que visitamos en torno a donde Jesús creció, concretamente en el área de Nazaret, eran casas muy pequeñas de centenares de pies cuadrados. Eran casas como del tamaño de un puesto de estacionamiento en un parqueadero moderno, para parquear uno de sus vehículos. En aquellos días una de los porciones de esa casa era usada para alojar a los animales.

Pero al llegar a Laodicea, algunas de las casas excavadas y que están siendo excavadas miden miles de pies cuadrados. Así que eran casas muy grandes en aquellos días. También tenían un acueducto central con tuberías, tuberías antiguas que habrían llevado agua a las casas. Tenían plomería interior, acceso al agua desde adentro de las casas. Es una ciudad, digo, era una ciudad altamente desarrollada.

C. S. Lewis dice que a veces nos puede dar algo llamado esnobismo cronológico, donde pensamos: «En tiempos antiguos la gente no era tan inteligente como nosotros. Somos muy avanzados y muy desarrollados». Pero al visitar estos sitios nos damos cuenta que la ingeniería y la arquitectura eran bastante complejos.

Uno de los desafíos era cómo hacer llegar agua a este lugar. Hoy por ejemplo la temperatura es de quizás 100 °F, estamos en un altiplano, no hay agua fresca en esta área general por lo cual debían traerla por acueducto. Todo eso fue un proyecto muy complejo de ingeniería que costó mucho dinero. Por lo tanto era una ciudad muy rica, muy acomodada.

También era una ciudad que al menos en dos ocasiones fue destruida básicamente por dos terremotos tremendos. De modo que los terremotos son bastante conocidos en esta región particular. En dos ocasiones esta ciudad cayó, y en vez de aceptar dinero del gobierno eran personas muy orgullosas, muy ricas, reconstruyeron su propia ciudad con su propio dinero.

Aquí había una riqueza increíble, prosperidad increíble; era como la Beverly Hills, o Manhattan, o Irvine de su día. Era un lugar donde había mucho intercambio comercial, donde el comercio era común, donde vivía la gente rica, estratégicamente ubicados en una ruta comercial que garantizaba su prosperidad.

Eso en parte lo demuestran dos grandes teatros ubicados justamente detrás de nosotros. Uno tenía capacidad para quizás 12.000 personas y el otro para 8.000. Eran grandes lugares de entretenimiento que fueron excavados. Si pueden imaginarse, hemos estado en varias ciudades como Pérgamo que contaba con un gran teatro con capacidad para 10.000 personas. En Éfeso hay un teatro con capacidad para 20.000 a 25.000 personas. Aquí tenían dos teatros, lo cual indica lo ricos y prósperos que eran al tener una ciudad con no solamente un centro de entretenimiento sino dos. Como verán, ambos son bastante hermosos. Están situados con vista al valle, son unas vistas majestuosas.

Para que se hagan una idea de la opulencia, y la gran riqueza, lo educados, influyentes, importantes y significativas que eran estas personas. Eso era lo que pasaba en tiempos del Nuevo Testamento. Por esta razón, esta gente se había vuelto muy soberbia, se volvieron muy orgullosos. Al estar sentados en este altiplano estamos mirando hacia abajo al resto de la región y eso en sí tipifica la actitud de las personas que vivían en Laodicea. Como que despreciaban a todos.

O sea, aquí estaban básicamente con la vista panorámica del ático. Estaban bien alto sobre las planicies mirando con desprecio a los demás. Era una ciudad rica, próspera y poderosa. Tenían la mejor comida, las mejores bebidas, lo mejor en entretenimiento. Vivían en las casas más grandes. Donde quiera que viva, imagínese el mejor barrio, una comunidad exclusiva y privada con el más próspero estilo de vida. Así era Laodicea. Aquí mismo nos encontramos.

Espiritualmente también era una ciudad muy compleja. Muchos dioses y diosas eran adorados aquí. Construyeron muchos templos. Según el resultado de mis investigaciones, Zeus era el dios patrón de la ciudad. También había templos para Apolo, Escolapio (la deidad sanadora), sobre el cual aprendimos algo en las afueras de Pérgamo. Los dioses y las diosas Hades, Hera, Atenea, Serapis, Dionisio, dios del vino, y otras deidades eran adoradas aquí.

Por tanto era una cultura muy politeísta. También adoraban al emperador aquí, un acto de índole política. También había varios judíos aquí. De modo que era una grupo muy diverso de personas. Espiritualmente había viajeros, peregrinos que pasaban por aquí, que comerciaban.

Era un lugar muy importante y estratégico para tener una iglesia. Algo que aprendemos al estudiar el Nuevo Testamento es que a menudo las iglesias eran plantadas en centros urbanos de vital importancia. No es que las zonas rurales no sean importantes, sino que las ciudades son estratégicas porque las personas que pasan por ellas si llegan a conocer a Jesús, se llevan las nuevas del evangelio con ellos. Y Laodicea era una de esas ciudades muy significativas e importantes. Esencialmente era como la Wall Street de su día, y si una iglesia era saludable ahí contaba con los recursos económicos y las oportunidades a nivel del gobierno, y la infraestructura práctica para difundir las nuevas de Jesús por toda la región. Así que es un lugar muy importante.

La Palabra de Jesús para la iglesia en Laodicea

Eso nos lleva del contexto del Sigo I al texto de la Escritura. Necesitamos captar esto, es decir, nos demoramos muchas horas en llegar aquí hoy. Imagínense a pie cuánto tiempo se hubieran demorado en llegar acá. Pero lejos de aquí había una masa de agua, y a unas cuantas horas en barco, una pequeña isla llamada Patmos.

Era un lugar donde Juan, el discípulo más joven y amado de Jesús, fue exiliado después que lo hirvieron vivo. Todos los otros apóstoles, por lo visto, habían muerto como mártires. Trataron de matar a Juan pero él no murió. Entonces lo exiliaron a Patmos. La tradición histórica nos dice que allí, en una cueva, el Señor Jesús se le apareció. Leímos esto en Apocalipsis 1.

Juan para este entonces era un hombre anciano llegando casi al final del Siglo I, y Jesús le habla. Jesús finalmente le dicta siete cartas a las siete iglesias en Apocalipsis. Entre esas cartas hay una para la iglesia en Laodicea. Y Juan fielmente registra las palabras de Jesús.

Ahora leeremos lo que Jesús le dice a la iglesia en Laodicea. Aquí Jesús está comunicándose desde el Cielo. Ha muerto por nuestros pecados; en ese momento en la historia había resucitado para salvarnos; ha ascendido como nuestro Señor y Rey soberano. Sabe todo lo que está pasando en la Tierra, incluyendo lo que pasa aquí en la iglesia de Laodicea. Tiene una palabra particular para estas personas en Apocalipsis 3:14–22.

«Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: El Amén, el Testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque dices: “Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad”; y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo, te aconsejo que de mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver. Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo»; ese es un pasaje muy famoso. «Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono». Y después dice: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias».

Hay un patrón conocido en lo que Jesús comunica por medio de Juan a las siete iglesias de Apocalipsis. Lo primero suele decirles algo alentador. Cuando el Señor Jesús tiene algo alentador que decir a la iglesia, Él lo comunica. ¿Dice algo alentador aquí? Nada. No hay nada alentador.

La idea principal aquí es esta, que algunas iglesias que profesan ser cristianas no practican la fidelidad cristiana. Hay ciertas denominaciones apóstatas que se han rebelado contra Dios y la Biblia. Hay ciertas iglesias y líderes, ciertos individuos cristianos que a decir verdad, no hay nada bueno que decir de ellos.

Para algunos que tienen una naturaleza más compasiva y alentadora podría parecerles difícil. Algunos de ustedes tienen el don de alentar siempre buscan algo amable que decir, y no estamos contra eso. Pero a veces cuando hay algo amable que decir lo más amoroso que podemos decir es la verdad. O sea: «Este comportamiento es inaceptable. Este estilo de vida no glorifica a Dios y a Él le desagrada eso. Se los digo porque los amo. No puedo alentar su estilo de vida, pero puedo animarlo para que venga a Jesús para que cambie su estilo de vida». Así es como alentamos.

Tibios

Así que no dice nada alentador. Parece que esta iglesia no hace casi nada bien. Después los reprende varias veces y les dice las consecuencias de su incredulidad y desobediencia. Primero dice que están tibios.

Es algo muy importante que entender topográficamente. Repito, nos encontramos en un altiplano y la pregunta es: ¿De dónde viene el agua? Pues, la traían con acueducto. Debido a que en la sierra a veces había hielo y nieve también era posible conseguir agua fría de los arroyos que había en el área. También es posible, debido a la temperatura y el calor, que haya tenido lo que se considera un clima bastante cálido.

Pero indiferentemente de dónde haya venido—existe una antigua fuente de agua al otro lado de la colina de donde estamos, llamada, creo que es Pamukkale, unas antiguas fuentes de aguas minerales que usaban como balneario y para curarse; hasta la fecha incluso hay un balneario y un hotel muy popular construido sobre las fuentes minerales. Por tanto el suministro de agua era abundante en el valle pero no había nada aquí en el altiplano.

De modo que la pregunta es, ¿cómo transportaban el agua? Construyeron un acueducto muy complejo para que el agua fuera traída hasta aquí, pero cuando llegaba el agua caliente apenas era tibia, y el agua fría apenas era tibia. Una de las quejas constantes por lo que hemos podido determinar aquí en Laodicea era que es muy difícil disfrutar el agua.

¿Cuántos de ustedes toman café o té? Así es. Frío es bueno, ¿cierto? Café helado, si lo piensan ahora mismo dirían, Suena bien. Té helado, mucho mejor. Café caliente, té caliente. Agua tibia, té tibio, café tibio. Nunca es bueno. El punto es que hubieran preferido agua caliente y fría, pero siempre estaba tibia. Y se quejaban siempre de lo tibia que era su fuente de agua.

Jesús aquí está funcionando misiológicamente mirando el contexto cultural, tratando de averiguar la manera de comunicarle a la gente de una manera que cautive su atención y le entiendan. Y lo que está diciendo básicamente es esto: «Todas las mañanas que se levantan sin agua caliente y no pueden preparar su café, o no pueden preparar su té», o lo que sea que hayan disfrutado en esos días, «al tomárselo se quejan y están frustrados porque es desagradable. Jesús les dice: «Para mí su iglesia es así. Está tibia. No está caliente». El calor aquí hace alusión a la pasión, el entusiasmo, la emoción, la devoción, el sacrificio, la misión, la entrega.

Jesús está diciendo: «Tibios, eso es lo que son». Y dice: «Eso no me agrada; y así como ustedes escupirían de su boca una bebida tibia», dice Jesús, «a menos que se arrepientan, yo los escupiré de mi boca». Y aquí trata de cautivar su entendimiento de cómo es ser el Dios de ellos.

Además, esto podría referirse a una persona no regenerada común y corriente, alguien que no tiene fervor por Dios, a quien no le apasionan la verdad y las cosas de Dios pero es más o menos tibia e indiferente. Esto no se nota hasta que la persona recibe instrucción o corrección. Si tienen fervor de Dios, responderán. Si no tienen fervor de Dios, no habrá respuesta alguna, o será de corta duración. No hay una pasión continua y sostenida.

Pobres

La segunda reprensión de Jesús es que son miserables, dignos de lástima, y pobres. Repito, esto habría sido muy chocante porque ellos no se consideraban pobres ya que como dije, eran muy prósperos y ricos. Cuando se congregaron en su iglesia a que su pastor quizás les leyera esta carta, estamos hablando de ciudadanos ricos y acomodados. No solo tenían casas grandes, sino casas vacacionales. No hacían mucho trabajo porque tenían muchos siervos y los negocios en la ciudad les pertenecían a ellos. Y llega Jesús y dice: «Aunque son materialmente ricos, son pobres espiritualmente». Les dice: «Con mis ojos veo y entiendo lo que hay en su alma, y son pobres. No hay crecimiento. No hay vida. No hay salud en su alma. Sus bolsillos están llenos, pero su corazón está vacío».

Desnudos

Además, les dice que están desnudos. En aquellos días esto hubiera sido la máxima humillación. Solo los que habían padecido una tragedia o que eran excesivamente pobres se habrían visto en cualquier grado de desnudez. Así que estas personas se vestían muy bien. Lo que les ayudó a volverse tan prósperos en esta ciudad fue que por mucho tiempo esta área era se distinguía por la lana negra. Aquí producían lana negra de las ovejas y con ella confeccionaban vestidos finos. Sobre todo para ropa exterior como capas o abrigos, por así decirlo.

Personas de toda la región y quizás de toda la nación compraban sus sus abrigos aquí. Era como comprar ropa de marca. Así es. Era como comprar G-Star RAW, o Armani, y cualquiera que sea su marca, la marca que quisiera poder comprar, aquí era donde la creaban. Por tanto era un centro de moda. Era un centro textil, de ropa.

Jesús dice: «Aunque están vestidos físicamente, están desnudos espiritualmente». Esto demuestra que así como Jesús dice en otra parte que el hombre mira lo externo pero Dios mira el corazón, uno puede ostentar riqueza y poder y prosperidad, y educación y holgura, y estar empobrecido espiritualmente, ciego, desnudo, y pobre, sin crecer, sin amara a Dios, tibio en cuanto a las cosas de Dios.

Ciegos

Después les dice también que son ciegos. Otra vez esto les habría chocado mucho porque esta ciudad era muy conocida entre otras cosas por un antiguo colirio para los ojos. Cuando la gente tenía problemas de la vida, o ceguera, venían a este lugar a buscar un colirio especial creado en esta área, el cual tenía algo que ver con sus cuidados médicos naturistas de avanzada. Entonces aplicaban este colirio y les curaba la ceguera. La gente venía de muchas millas a la redonda para ser curados de su ceguera física.

Pero Jesús dice: «Qué ironía que en una área donde hay constantes curaciones para la ceguera física, elijan para sí mismos la ceguera espiritual. La gente básicamente ha cerrado sus ojos a Jesús. Cerraron sus ojos al hecho de ser pecadores y que necesitan un Salvador.

Adoran la comodidad y no a Cristo

Para ellos, sus salvadores funcionales son salvadores que no pueden salvar. Son salvadores del éxito, salvadores de la comodidad, salvadores del placer, salvadores de provisión. El verdadero asunto aquí es que están adorando la comodidad y no a Cristo. Y Cristo los llama a hacer algo que para ellos es incómodo y ellos eligen la comodidad y no a Cristo.

Al verlos podríamos juzgarlos y decir: «Sí, así son la gente arrogante, orgullosa y rica del mundo». Y permítanme decir esto a los que son estadounidenses, y a los que viven en el mundo occidental, tendemos a ser arrogantes, llenos de orgullo y ricos. Vivimos en prosperidad con un estilo de vida sin igual en el mundo.

Sus casas era gigantescas. La mayoría de nuestras casas son de igual tamaño. Sus casas tenían plomería interior, lo cual era algo innovador, y nosotros la subestimamos. También la mayoría de nosotros no se preocupa si tendrá ropa que vestir mañana, agua que tomar, alimentos que comer. En cambio damos por hecho que nuestra prosperidad continuará.

Y esto puede conducirnos a un estado de aletargamiento donde ya no sentimos que el Cielo sea nuestro hogar, donde este lugar es un paraíso suficiente para nosotros, donde no vivimos para Cristo sino para el confort. Pero viene Jesús y dice: «Aunque todo les esté yendo bien física y materialmente, me preocupan mucho espiritualmente porque han elegido el confort en vez de Cristo».

¿Cómo propendemos a ser igual a ellos?

Después sigue. Pero antes permítanme hacerles unas preguntas para que al oír hablar de los habitantes de Laodicea no los juzguemos a la distancia arrogantemente en vez de aprender de ellos humildemente, sabiendo que en muchas maneras propendemos a ser igual a ellos. Si no hacemos eso, terminaremos leyendo la Biblia como la gente religiosa que juzga a otros en vez de ser adoradores que permiten que la Escritura nos juzgue a nosotros.

Así que primero, ¿diría que su relación con Jesús está fría, o en realidad no le importa? ¿Está tibia y no le importa mucho? ¿O es ferviente y verdaderamente ama a Jesús? ¿Verdaderamente le motiva llegar a conocerle mejor, en verdad quiere andar con Él y por la gracia volverse más como Él? ¿Diría que está frío, tibio, o ferviente? Tristemente, lo que pasa a veces en el cristianismo es que nos acomodamos tanto en estar tibios que solo nos comparamos con los que están fríos y helados. Y pensamos: «No estoy tan mal como ellos». No, pero tampoco estamos donde deberíamos estar.

Segundo, ¿dirían que la iglesia donde están es fría, tibia, o ferviente? Tristemente pienso que la palabra de Jesús a la iglesia, que está tibia, podría ser una palabra apropiada para muchas iglesias. Solo tibios, sin verdadera pasión, sin verdadero celo; gente que no da, no ora, no sirve, no les importa, no tratan, no arriesgan, no son innovadores. No les molesta que la gente no se esté volviendo cristiana. No les molesta que las vidas no están siendo transformadas en grandes números. No les molesta que todo se ha reducido a una cómoda rutina. Medio nos imaginamos cómo era esto, con gente muy acaudalada que asiste a la iglesia y después sale a comer y sigue con sus vidas sin aplicar nada de lo que las Escrituras les habían dicho que fueran, que creyeran, y cómo portarse.

Tercero, ¿qué cosas mantienen el fervor en su pasión por Dios, usando el lenguaje de Apocalipsis aquí? ¿Aparta ese tiempo y resguarda ese tiempo? Algunos de ustedes dirán que es leer la Biblia, tiempo en oración, el tiempo de comunión con el pueblo de Dios, bajo la predicación de la Palabra de Dios. Algunos de ustedes dirán que es el silencio y estar a solas, solo tiempo para salir a caminar y despejar mis pensamientos y hablar con el Señor. Algunos de ustedes dirían que es apuntar en un diario espiritual, con oración y con el lapicero en la mano y la portátil en frente, dónde estoy qué me está enseñando Dios, y con qué estoy luchando. Y yo diría que cada uno tiene maneras distintas de cultivar y mantener el fervor en su relación con Jesús. Sea cual sea su manera de hacerlo, ¿cómo le está yendo? ¿La está resguardando? ¿La está protegiendo? ¿O está dejándose volver tibio?

Cuarto, ¿qué confort impide tener fervor por Dios? A veces es el confort en vez de Cristo. Donde dice: «Leería, pero prefiero hacer otra cosa». A veces es navegar la Internet o ver televisión, o salir a hacer nuestras compras favoritas o consumir nuestros bienes y servicios, llenar nuestras barrigas, tomar nuestras siestas. Y a veces damos prioridad al confort en vez de Cristo.

¿Qué cosas impiden que tenga fervor por Dios? Es soltero y está saliendo con alguien y quiere tener fervor con Dios pero la persona con quien está ¿es fría y helada, o tibia? ¿Sabe qué necesita? Una ex relación. ¿No es cierto? Necesita reconocer quién o qué impide que tenga fervor por Dios. Asimismo, en lo posible, siga hacia delante en vez de retraerse en un estilo de vida tibio.

Y quinto, ¿qué partes de su vida carecen de un sentido de urgencia? En realidad eso es lo que Jesús estaba diciendo. Dice: «No tienen sentido de urgencia, y así es como se vuelven tibios». La tibieza a menudo sucede cuando no hay sentido de urgencia para el arrepentimiento, para la vida, para la fe, para crecer, para que otros conozcan a Jesús, para el avance de la iglesia.

Mandamientos y promesas

Jesús les ordena y les promete varias cosas. Les dice: «Acepten la disciplina amorosa». De hecho, algunos de nosotros ocupamos posiciones en las que nadie alcanza a disciplinarnos. Somos los padres, no los niños. Somos los jefes, no los empleados. Somos los que hemos organizado nuestra vida fuera de la comunidad donde en realidad nadie tiene derecho a ponernos el dedo en el pecho y decir: «Sabes, te amo, pero en realidad necesito hablarte de eso porque pienso que es un problema». Entonces, Jesús dice: «Si alguien de veras te ama va a disciplinarte. Va a corregirte. Señalarán defectos en nuestra vida y lo harán de tal manera que nos motive a cambiar». Y Jesús dice: «Eso es lo que estoy haciendo con ustedes».

A veces cuando oímos crítica en las Escrituras, nuestro primer mecanismo de defensa podría ser encresparnos contra eso. Pero Jesús dice: «No, de veras te amo y me tienes muy preocupado, estoy muy disgustado contigo pero en verdad quiero ayudarte. Por tanto acepta mi corrección». A veces viene por medio del pueblo de Dios que nos ama lo suficiente para decirnos la verdad.

Después dice: «Sé, pues, celoso». Ahora el Espíritu Santo quiere que seamos celosos. Dios puede ayudarle a ser celoso. Y si está dispuesto, Dios puede encender esa pasión y celo si es algo que usted se dispone a hacer. Así que, si carece de celo, diga simplemente: «Bien, Señor, ¿quieres que tenga fervor? Enséñame a tener fervor. Quiero tener fervor. Espíritu Santo enciende continuamente la pasión por Jesús».

Tercero, les dice: «Arrepiéntanse». O sea, cambien su manera de pensar que resulte en un cambio de dirección y un cambio de vida. Repito, una y otra vez la Biblia habla del arrepentimiento. El arrepentimiento no es algo que hacemos para volvernos cristianos, sino algo continuo, una humilde serie de momentos en que reconocemos que nuestras creencias o nuestro comportamiento son incorrectos. Hay un cambio en la forma de pensar que resulta en un cambio de corazón que resulta en un cambio de rumbo, y una vida cambiada.

Cuando Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de Wittenburgo, lo cual marcó el comienzo el salvo de apertura de la Reforma Protestante, la frase inicial fue básicamente «Toda la vida cristiana es una de arrepentimiento. Si deja de arrepentirse, empezará a ponerse tibio». Esa es la idea principal. Si siempre tiene la razón, si siempre se defiende, si siempre echa la culpa a otros, siempre juzga a otros sin juzgarse a sí mismo, siempre sale con excusas, pasa por alto los errores, las locuras, las faltas, y los fracasos en su vida, así es como se vuelve tibio. Pero mantenemos el fervor mediante el arrepentimiento. Ahí es donde nos apartamos del pecado y regresamos a Jesús.

Después dice también que Él quiere estar en la iglesia. Cuántos de ustedes han oído esta frase: «He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él». Usualmente citan ese versículo como si fuera el gran versículo del evangelismo. «Jesús está aquí hoy llamando a la puerta de su corazón».

La verdad es que la iglesia tenía una puerta, y dejaron a Jesús por fuera. Jesús no podía entrar a su iglesia. Quizás lo consideraban demasiado controvertido. Demasiado dogmático. Demasiado férreo en sus convicciones. Demasiado polémico. Y la iglesia decidió: «Nos congregaremos pero no queremos que venga Jesús». Y Jesús dice: «Cuando ustedes se congregan en la iglesia, los veo en el edificio, y todos están muy bien vestidos, pero cuando vengo ustedes cierran la puerta con llave».

En esta ilustración vemos al Señor Jesús afuera llamando a la puerta de una iglesia con un letrero que dice iglesia cristiana, ¿cierto? Abren la mirilla: «¿Quién es?». Soy yo. Y dicen: «No, aquí no aceptamos los de tu clase. Nos dirás que nos arrepintamos. Nos dirás que estamos equivocados. Nos pedirás que demos dinero, tiempo y esfuerzo, y tenemos un club social muy bueno, y tenemos personas muy importantes aquí. Estos tipos tienen títulos, carros de guerra tienen ruedas lujosas; estos tipos tienen siete esposas. A ninguno en realidad le gusta lo que quieres decirles, por eso vamos a cerrar la puerta con cerrojo. Nos vemos después del culto».

Hay iglesias así. Hay denominaciones así. Mejor dicho, es trágico. Incluso me han invitado a predicar en lugares donde la gente me ha dicho cosas como: «¿Por qué tienes que mencionar tanto el nombre de Jesús?». ¿Por qué pregunta? «A la gente no le importa que digan Dios, pero cuando dicen Jesús causa un poco de disensión. Cuando empezamos a hablar de Jesús, algunas personas se ofenden. No todos aquí son cristianos. Algunos tienen otras religiones. ¿Tiene que hacer tanto énfasis en Jesús? ¿Sí o no?». Pues sí. Y tan pronto me dicen eso pienso: «Ahora sí voy a mencionar a Jesús muchísimo más de lo que planeaba». ¿Cierto?

Porque se trata de Jesús. La esperanza de la gente es Jesús. El que ayuda a la gente es Jesús. El que sana a la gente es Jesús. El cristianismo para nosotros no es solo un estilo de vida o un club social, o una forma de vida moral y justa, buena para toda la familia. Es conocer a Jesús verdaderamente, dejar que tome nuestro pecado y que nos dé su justicia, que nos llene con su Espíritu Santo para que tengamos fervor en Dios, y para que por la gracia de Dios seamos más y más como Jesús. Eso cambia nuestra vida, la vida de nuestra familia, la vida de nuestra comunidad, y por la gracia de Dios, la vida de nuestra iglesia. Pero todo empieza con Jesús.

Y mi pregunta a ustedes es: ¿Jesús es verdaderamente bienvenido en su vida? ¿Jesús es verdaderamente bienvenido en su hogar? ¿Jesús es verdaderamente bienvenido en su iglesia? ¿Es bienvenido cuando les dice algo no quieren oír? Decimos: «Es bienvenido siempre y cuando diga cosas como: “Te amo”». Ustedes dicen: «No tenemos inconveniente con eso». Pero si les dice: «Te reprendo». Dicen: «Eso no nos parece bien». Es cuestión de señorío, de soberanía, de sumisión. ¿Quién tiene suma autoridad?

Entonces dice, quinto: «Oigan al Espíritu Santo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias». El Espíritu Santo siempre está hablando al pueblo de Dios principalmente por medio de las escrituras que fue inspirada para ser escrita mediante siervos y autores humanos. También habla por medio de las circunstancias, mediante otros creyentes.

Si creemos que el Espíritu Santo nos habla, y siempre nos habla, necesitamos confirmarlo con la Palabra de Dios. Cuando lo confirmamos con el pueblo de Dios y los líderes que Dios ha puesto sobre nosotros, como dice 1 de Juan: «No creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus para ver si son de Dios». Son maneras en que probamos lo que Dios nos pueda estar diciendo por medio del Espíritu Santo. La pregunta siempre es: «Dios, ¿qué estás tratando de decirme?».

El trono

Y Él dice: «Si me escuchas, sucederán dos cosas: comerás conmigo, y te sentarás conmigo en mi trono». En aquellos días el honor más grande era comer con un rey. No se podía comer con un rey. Jesús dice, «Soy REY DE REYES y SEÑOR DE SEÑORES. Dejaré que te sientes conmigo y que comas conmigo. Y no solo eso, que te sientes conmigo en mi trono».

En aquellos días el emperador era un hombre llamado Domiciano. Era un hombre horrible. Tuvo algunos éxitos militares. Pero lo que solía pasar era que cuando un emperador moría, cuando un líder político moría, declaraban que era Dios porque entraba al mundo espiritual. Y Domiciano decidió: «Antes de morir, de hecho, al comienzo de mi reinado, declararé que soy Dios». O sea que tenía muy alta autoestima, digámoslo así.

Domiciano declaró que era tres cosas: señor, dios, y salvador. Pues, obviamente esos títulos pertenecen exclusivamente a Jesús, por tanto está compitiendo con el cristianismo. Y para asegurarse de que todo mundo supiera que era dios, en las ciudades hizo construir templos donde fuera adorado como un dios.

Tenían juegos al estilo olímpico donde los jueces se ponían una especie de tocado. Típicamente e históricamente tenía la imagen de varios dioses y diosas. Él puso su imagen ahí también. Dos meses del año llevaban su nombre para que todos supieran lo importante que era. Empezó a acuñar monedas inscriptas con su rostro. Con una mano sostiene un rayo, diciendo básicamente que es Zeus. Que es el principal dios del universo.

También era un hombre que sistemáticamente empezó a perseguir a los cristianos. Algunos lo llamaban La bestia, y puede que sea la bestia de Apocalipsis 13. Puede que sea la bestia. Puede que en efecto sea el emperador romano Domiciano.

Lo interesante de él también es que las fuerzas militares le eran muy fieles y hacía cumplir la ley con mano dura. Gravaba injustamente al pueblo con impuestos y les pagaba a los soldados generosamente. Nos preguntamos: «¿Cómo se salió con las suyas?». Les pagaba a sus soldados para que hicieran cumplir su ley marcial.

Sucede que la gente se cansó mucho de él. Hasta su propia esposa tuvo parte en planear su asesinato. Finalmente Domiciano fue muerto, y esto no figura en la Biblia, pero dicen que cuando vinieron a apuñalarlo, abrió sus brazos y dijo: «Siéntanse en libertad de apuñalarme; no moriré porque yo soy un dios». Y lo apuñalaron, y se dio cuenta que no era un dios, y dijo algo que no puedo repetir. Pero así dice el relato.

Sucede que cuando Domiciano muere erradican todo lo que llevaba inscripto su rostro. Lo desterraron. Es lo peor que podía pasarle a un gobernante en Roma, que trataran de borrar toda memoria de su existencia. Las estatuas, los templos fueron derribados, sus imágenes fueron destruidas.

Pero durante este tiempo, ¿quién estaba sentado en el trono? Domiciano. Y lo que Jesús está diciendo es: «Mi trono es superior al de Domiciano, y soy un gobernante que reina por encima de él» Pero no soy un gobernante como Domiciano. Soy un gobernante amoroso. Si vienen a mí, perdonaré sus pecados. Si vienen a mí, sanaré su vida. Si vienen a mí, dejaré que se sienten conmigo a mi mesa y cenen conmigo. Si vienen a mí, dejaré que se sienten conmigo en mi trono». Jesús está diciendo: «Soy totalmente diferente a Domiciano». Cuando oigan que Jesús es Rey, piensen en un rey amoroso, humilde, misericordioso, generoso, un rey siervo. Es la clase de rey que es Jesús.

Lo que pasa aquí es, creo que en Apocalipsis 3:21, que habla de un trono y después prosigue hacia el final del capítulo 3 a hablar de Jesús, alto y exaltado, sentado en un trono. Así concluyen las siete cartas.

La idea principal de aquí en adelante es el trono. Aparece 45 veces en Apocalipsis. Aparece en 14 de los 22 capítulos. Jesús es quien está sentado en el trono. Esto se remonta a Isaías capítulo 6, donde Isaías declara 600 o 700 años antes de que Jesús naciera en la Tierra: «Vi al Señor sentado sobre un trono, alto y sublime. Ángeles lo adoraban, y daban voces diciendo: Santo, santo, santo es el SEÑOR Todopoderoso. Cielo y Tierra están llenos de su gloria». La pregunta es, ¿quién es ese Rey sentado en ese trono? Juan 12:40-41 dice: «Isaías vio a Jesús y habló de su gloria».

Así que de aquí en adelante en Apocalipsis, recoge este tema, estas imágenes, esta tipología de un trono en el que un Rey está sentado, y Él es que reina, y nosotros le pertenecemos. Y si nos sometemos a Él, y si le seguimos, y si nos arrepentimos de pecado y confiamos en Él, este es el Rey que nos entregó su vida. Es un Rey que murió por nosotros. Es un Rey que resucitó para crear un reino donde nuestros pecados pudieran ser perdonados, donde nuestra eternidad fuera cambiada, donde pudiéramos cenar con Él y sentarnos en un trono con Él, lo cual significa que Jesús les promete una vida más generosa y espléndida de la que estaban disfrutando aquí en Laodicea.

Por tanto esta es la imagen de Jesús. Está de acuerdo con el Padre en todo, como leemos aquí. Eso es lo que significa la palabra amén. Significa, estoy de acuerdo. Dice que Él es fiel, que es verdadero. Que estuvo ahí desde el principio. Que es Dios nuestro Creador. Que es nuestro Rey.

De modo que la palabra para Laodicea era simplemente que este es Jesús. Y la iglesia sí continuó aquí, y como en el año 363 un concilio cristiano se celebró aquí. Finalmente toda esta área fue abandonada por completo y hoy en día no hay iglesia aquí. Tristemente toda la región se ha vuelto tibia hacia Jesús como Dios, Salvador, Rey y Cristo. Hay muy pocos creyentes esparcidos en esta área general, pero no es un lugar bien conocido por su cristianismo.

Vamos a cerrar con nuestro tiempo de oración y vamos a examinar nuestros corazones y preguntarnos ¿cómo estamos en nuestro andar con Jesús? Individualmente, como familia, colectivamente como iglesia. ¿Somos tibios, indiferentes? ¿La luz del evangelio ha empezado a apagarse, o se está poniendo cada vez más brillante al arrepentirnos de nuestro pecado, al venir a Jesús, al verlo exaltado como Rey sentado en un trono, benévolo, misericordioso, y bueno, en quien confiamos?

Oración

Así que Padre, te damos gracias por esta palabra que el Señor Jesús nos dio por medio de su siervo Juan a las personas que vivían aquí en Laodicea. Dios, es asombroso que a la vuelta de la esquina había un edificio, una iglesia donde estas personas se congregaban a escuchar esta palabra. Y Dios, te damos gracias por amarnos lo suficiente para decirnos esta verdad. Que no nos mientes ni finges con nosotros. Que no eres lisonjero. Que no eres un consentidor. Dios, que en cambio eres un Salvador y eres el que ama. Eres el que nos ama lo suficiente para ser honesto con nosotros.

Y te damos gracias porque la imagen que nos das aquí de Jesús es grande, global, cósmica. Que Él es un Rey sentado en un trono, pero no es un rey como Domiciano. No pone mano dura. No es malo, cruel. No es avaro, es generoso. No quiere aplastarnos, quiere invitarnos a apartarnos del pecado y a confiar en Él.

Dios, por eso queremos orar por esta región hoy y queremos orar por las pocas personas que sabes que están aquí. Que se llenen de fervor por ti y que el evangelio siga adelante. Queremos orar por nosotros mismos, por nuestras iglesias. Señor Dios, sabemos que somos propensos a ser tibios, y que ahora mismo algunos de nosotros estamos tibios. Incluso esta palabra no está moviendo nuestros corazones como debería. Dios, por favor danos un santo desasosiego, una turbación en el alma donde la tibieza no satisfaga, donde sea inaceptable y no estemos dispuestos a darle cabida en nuestra vida. Por favor ayúdanos a arrepentirnos de pecado, de quitar cualquier cosa que impida nuestro fervor por ti.

Y Señor Jesús, te damos gracias porque eres un Rey tan bueno. Te damos gracias porque sabías no solo lo que estaba pasando en la iglesia de Laodicea sino que también sabes lo que pasa en nuestras iglesias. Dios, amamos toda la iglesia, así que oramos por toda iglesia, oramos por los líderes de las iglesias que conocemos personalmente, que tengan fervor, que su gente tenga fervor, que haya pasión y ardor por Jesús; en su nombre lo pedimos. Amén.

Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.