La revelación de Jesucristo (Apocalipsis 1:1–8)

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Apocalipsis 1:1–8

1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la dio a conocer, enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,
2 el cual dio testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todo lo que vio.
3 Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas que están escritas en ella, porque el tiempo está cerca.
4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia a vosotros y paz, de aquel que es y que era y que ha de venir, y de los siete Espíritus que están delante de su trono,
5 y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con su sangre,
6 e hizo de nosotros un reino y sacerdotes para su Dios y Padre, a El sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.
7 HE AQUI, VIENE CON LAS NUBES y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por El; sí. Amén.
8 Yo soy el Alfa y la Omega—dice el Señor Dios—el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.

Juan era el mejor amigo de Jesús

¿Alguna vez se ha quemado? ¿Recuerda eso? La primera vez que me quemé era un muchachito. Mis padres sabían que me comería todo el dulce y lo colocaban en el estante más alto sobre la estufa. Me trepaba sobre la encimera y ponía un pie en la estufa para alcanzar el dulce arriba, y me quemé el pie horriblemente. De inmediato se me hinchó como un pez globo. No tenía idea qué le había pasado a mi pie, y se llenó de agua. ¿Les ha pasado eso? No sabía lo que pasó. Era apenas un niño. No sabía que quemarse pudiera ser tan grave. ¿Han tenido esa experiencia?

Imagínense eso en todo su cuerpo. En la Biblia hay un hombre llamado Juan, era amigo de Jesús, y no podían hacer que dejara de hablar de Jesús, por lo cual trataron de matarlo hirviéndolo vivo, pero no murió. Lo exiliaron a una isla llamada Patmos. En ese lugar, Jesús vino y se encontró con él. Abordaremos ese tema al empezar nuestra serie, Las siete, donde veremos las siete iglesias de Apocalipsis, y veremos la revelación de Jesucristo en Apocalipsis 1–3.

Pero quiero que vean a Juan como un hombre que soportó un dolor y un sufrimiento horrendos. Seguramente lleva las cicatrices en su cuerpo por haber sufrido por Jesús. Es importante que lleguemos a conocer a Juan. Era amigo de Jesús. Quiero que él sea su amigo también porque fue el que escribió el Apocalipsis. En el transcurso de los próximos meses veremos Apocalipsis 1 al 3 y los eventos históricos que ocurrieron en el primer siglo, Juan es el autor. Juan es la persona con quien Jesús está hablando. Juan es la persona por la que Jesús está hablando.

Ni siquiera sabía esto sino hasta esta semana, pero Juan posiblemente, o aun probablemente era primo de Jesús. No sabía que estaban emparentados. Era una relación por medio de la madre de Juan. Al llegar a conocer a Juan, ante todo quiero que sepan que la familia de Juan eran los amigos fieles de Jesús. Aprendemos que la familia de Juan no solo era fiel a Jesús, Juan mismo era fiel a Jesús.

Vemos múltiples generaciones de esta familia amando, sirviendo, dando económicamente, y sirviendo fielmente la causa de Jesús. ¿No es lo que queremos para nuestras familias? ¿Cierto? Que los padres amen y sirvan a Jesús, den generosamente, que los niños amen y sirvan y den generosamente a Jesús. No da gran esperanza saber que podría ser un ministerio familiar multigeneracional.

Vemos a Jesús llamar a Juan al ministerio en las playas del Mar de Galilea, que fue la región donde Jesús creció, y ahí encontramos que Juan estaba trabajando con su padre. Si padre tenía un negocio pesquero, y Jesús vino mientras Juan remendaba las redes y arreglando en barco, y está trabajando con su Padre e hizo algo muy inesperado culturalmente en esos días, porque en esos días los negocios se pasaban de generación en generación. Si su padre era agricultor, usted heredaba el terreno y se volvía agricultor. Si su padre era pescador, heredaba una flotilla y se volvía un pescador, y en eso tenía su seguridad económica. Ese era el legado de su familia, y así era como cuidaban a sus hijos y nietos.

Juan estaba trabajando con su padre en el negocio familiar, y viene Jesús y lo invita a dejar sus el negocio familiar para realizar un trabajo que no paga nada y siga a su primo sin techo, que dice ser Dios. Juan acepta la oferta. Se fue de ese trabajo para andar con Jesús, y toda su vida cambió.

Cuando Jesús predicaba, enseñaba, sanaba, y expulsaba demonios, Juan estuvo ahí, porque además de los 12 discípulos había un círculo interior de líderes principales, y así funciona en todas las organizaciones, incluyendo Mars Hill. Habrá líderes, y habrá líderes de líderes, y líderes principales, y los líderes principales de Jesús eran Pedro, Jacobo, y Juan. Eran tres hombres con acceso privilegiado a Jesús.

Así que por ejemplo, cuando Jesús resucita la hija de Jairo de la muerte los otros discípulos no estuvieron ahí en esa ocasión. Cuando Jesús ascendió al monte y fue transfigurado mostrando su gloria, y Moisés y Elías bajaron para un encuentro a la hora del almuerzo—fue un día fantástico—descendieron a reunirse con Jesús, y Pedro, Jacobo, y Juan estaban ahí. Los otros discípulos, no. A la hora de preparar la Última Cena, envían a Juan adelante a prepararla. Además, en el Huerto de Getsemaní, donde Jesús angustiado suda gotas de sangre, al prepararse para su ejecución por crucifixión, invita a tres hombres cerca de él a orar por él; A Pedro, a Jacobo y Juan. Pedro, Santiago, y Juan.

Juan es una de las personas más cercanas a Jesús en la historia del mundo, y yo diría que era el mejor amigo de Jesús, porque uno de los evangelios dice que Era el discípulo «que Jesús amaba». Jesús amaba mucho a Juan. Casi como un hermano mayor con su hermano menor. Creo que su relación fue algo así.

Juan era el más joven de los discípulos. No sé cuántos años tenía cuando empezó a seguir a Jesús. Sabemos que tenía 30 años cuando llamó a Juan al ministerio. Juan tendría quizás unos 20 y pico de años era un hombre joven probablemente. Lo dejó todo con sus oportunidades para caminar con Jesús en lo que Jesús tuviera para él.

Si desean saber algo acerca de Juan, hay un acontecimiento en su vida que considero muy interesante. Cuando estaban crucificando a Jesús, ¿quién está con Él al pie de la cruz? Juan. ¿Y quién está parado junto a Juan? María, la madre de Jesús. Juan está parado junto a María y Jesús mira a María y mira a Juan, y le dice ¿qué? ¿Recuerdan? «Cuida a mi madre. Cuida a mi madre». Amigos, eso nos dice todo lo que tenemos que saber acerca de Juan. ¿Amén? Sabemos que Jesús confía en Juan más que en cualquier persona, si desde la cruz le encomienda que vele por su madre afligida.

Juan es el mejor amigo de Jesús. Juan es el que Jesús amaba. Juan era en quien Jesús confiaba. Cuando Jesús murió, Juan estuvo ahí. Cuando Jesús resucitó de la muerte, los primeros en llegar a la tumba vacía fueron las mujeres, y una de ellas era la madre de Juan. Era muy devota. Amaba mucho a Jesús.

Entonces los hombres recibieron palabra de que, «Oigan, la tumba está vacía. Puede que Jesús esté vivo». Pedro y Juan trabajaron juntos el resto de sus vidas, hasta que Pedro fue crucificado bocabajo, salieron corriendo juntos hacia la tumba, y la Biblia dice que Juan llegó primero. Supongo que por lo joven y porque quizás era más delgado. Me imagino a Pedro más robusto. No sé por qué. Me lo imagino más robusto.

Juan llega primero y la tumba está vacía, y encontraron que la piedra fue removida y Juan espera respetuosamente a Pedro y Pedro fue el primero en entrar, y ve la tumba vacía y Juan ve a Jesús resucitado de la muerte, y Juan ve a Jesús ascender al cielo, y Juan sigue dando testimonio de Jesús. «Hizo milagros. Expulsó demonios. Sanaba los enfermos. Dio vista a los ciegos. Dios alimento a los hambrientos. Dijo que era Dios. Murió por nuestros pecados. Resucitó. Es nuestro Salvador. Ascendió al cielo». No podían hacer que Juan dejara de hablar de Jesús.

Para Juan, Jesús es lo principal

Fue fiel. ¡Juan es un hombre asombroso! El testimonio de Juan es lo que me gusta llamar un testimonio aburrido. «Conocí a Jesús y le serví durante 80 año». Ese es el testimonio de Juan. Bueno, cuéntanos si le fallaste, o si le negaste, o si fuiste impetuoso. No hay evidencia de que Juan haya sido así. No estoy diciendo que fue perfecto, sino que fue constante. Era fiable en extremo. Fue así por unos 80 años. Vio cuando asesinaron a todos los demás apóstoles. Vio a Pedro crucificado bocabajo. O sea, es un hombre que oficiaría el funeral de los demás líderes cristianos.

Luego escribe varios libros de la Biblia. Primera, segunda, y tercera de Juan son todas epístolas que él escribió. El evangelio de Juan es una biografía completa que escribió sobre Jesús. y el Apocalipsis donde estaremos los siguientes meses, él lo escribió también. Contribuyó mucho a nuestro Nuevo Testamento, y para Juan siempre el tema principal es Jesús. Para Juan, Jesús es lo principal. Fue de lo único que hablaba.

Cuando Juan se hizo viejo supervisó una red de siete iglesias, o sea multisitios. Nada nuevo, muchas localidades y un solo escritor, predicador, y autor. No es nada nuevo. Sí, conozco la metodología de Juan mejor me a mí mismo. Discúlpenme pero así era como organizaban las cosas en esos días. Juan supervisaba siete iglesias en lo que hoy es la moderna Turquía y tiene siete cartas que enviará de parte de Jesús a todas ellas.

Como hombre viejo, quizás de 100 años cuando escribe el Apocalipsis, durante ese tiempo la historia extrabíblica documenta que traían a Juan a hablarle a la iglesia. ¿Se imaginan eso? Imagínense a Billy Graham más entrado en años, si hubiera estado con Jesús personalmente. Es asombroso.

Traían a Juan y les hablaba a los nuevos cristianos a los de la segunda, tercera, cuarta, y quinta generación; a personas que no vieron a Jesús resucitar de la muerte. Ya había ascendido al cielo para cuando habían nacido. Traían a Juan y todos se congregaban y la iglesia se llenaba. Juan era tan viejo y endeble, de casi más de 100 años, que lo traían, lo llevaban, lo sentaban al frente, y le preguntaban de su amigo Jesús.

¿Se imaginan eso? ¿Se lo imaginan diciendo: «Un día estaba con Jesús». «Caray». «Fue un gran amigo, almorzamos juntos». «Vaya». «Después almorzamos con Moisés y Elías». «Caramba. Tengo que poner esto en mi conexión directa en Twitter. Esto es asombroso».

Juan siempre hablaba de Dios como Padre y Jesús como nuestro hermano mayor, que quita nuestros pecados, para que seamos la familia de Dios. Lo hace de corazón. Al leer primera, segunda y tercera de Juan, él sigue hablando como un abuelo con sus nietos. Diría lo mismo una y otra vez, una y otra vez, y les hablaba a las iglesias y a los nuevos cristianos. Les decía, «Ustedes son hijos de Dios. Ámense unos a otros». Es lo que Juan siempre decía. Endeble, viejo, sentado en una silla delante de la iglesia. «Ámense unos a otros. Jesús los ama. Ámense unos a otros».

Lo exiliaron a Patmos

Y como dije, no pudieron callarlo. Trataron de hacer que dejara de hablar de Jesús. No pudieron. Y lo hirvieron vivo. ¿Cuánto tiene que odiar a alguien para hervirlo? Odiaban mucho a Juan, porque él amaba a Jesús. Y como no murió, lo exiliaron a Patmos, y Patmos es un lugar escabroso. Básicamente es una roca en medio del océano, y mide como 6 millas por 10 millas. En un barco moderno y motorizado, uno se demora varias horas de viajar (y de trasbocarse) para llegar hasta allá. Es un viaje duro. En los días de Juan, no sé cuánto se hubieran demorado en un velero, pero era un lugar de difícil acceso.

Se los mostraré en un momento. Una de las cosas asombrosas estoy tan bendecido de vivir en la época del video, porque puedo mostrarles y decirles todo y recorrer todo el mundo para que vean cosas. Permítanme mostrarles el rodaje. Esta es Patmos.

Ante todo, es una roca en medio del océano. Noten que no tiene vegetación alta. Es porque no tiene protección. El viento es fortísimo. Las tormentas del mar surgen de repente. Como pueden ver, es un terreno muy escabroso, y rocoso. Aquí fue donde exiliaron a Juan, pensando «Si lo ponemos en esta roca, dejará de escribir, predicar, enseñar, y plantar iglesias. Lo apartaremos del ministerio».

Como dije, es un viaje largo cruzando el mar para llegar hasta allá. Como yo he realizado ese viaje, les digo que el mar puede encresparse mucho.

En una de las cimas más altas de la Isla de Patmos hay una antigua cueva que donde la historia y la tradición nos dicen que fue donde Juan estaba físicamente cuando Jesús viene a verlo. Se ha convertido en un destino turístico, y han puestos íconos y pinturas que muestran a Juan y a Jesús que viene a verlo, y Juan escribe un libro de la Biblia llamado Apocalipsis. La historia y la tradición dicen que este es el lugar donde Juan oraba recostado contra la pared cuando era viejo, de casi 100 años, sosteniéndose.

Se encontraba en este lugar oscuro, solitario frío, y a saber Jesucristo, su viejo amigo, vino del cielo a encontrarse con Juan, y a hablarle a Juan, a animar a Juan, y a revelarle el libro entero del Apocalipsis. Es asombroso. He estado ahí, y puedo decirles que es un sitio real, y que todo lo que fue documentado sucedió.

Si se imaginan que son Juan, aman a Jesús, extrañan a Jesús, y están exiliados. Están solos. Les duele el cuerpo. Están viejos y solos, y no pueden congregarse con su iglesia los domingos. Llega Jesús y se les revela y les habla. Esa es la historia de Juan. Esa es la historia del Apocalipsis. Es asombrosa, ¿no es cierto? Es asombrosa.

Algunos de ustedes al oír la historia de Juan dirían, «Hombre, ojalá pudiera ser así». Por la gracia de Dios, por el poder del Espíritu Santo, usted puede. Puede que no haya sido constante en su fe hasta este momento, pero el mismo Espíritu Santo que dio poder a la vida de Jesús y a la vida de Juan felizmente dará poder a su vida para que sea fiel todos los días, años, y décadas que Dios le dé.

La historia de Juan no es solo una historia digna de admiración, digna de ser imitada, que podemos amar a Jesús, que podemos servir a Jesús, que podemos seguir a Jesús, que Dios nos pueda emplear para dar a conocer a Jesús y plantar iglesias, tal como lo hizo con su amigo Juan. Juan amaba a Jesús y Jesús amaba a Juan; y Jesús le ama y Jesús nos ama, y Jesús nos invita hoy a amarle juntos y servirle como Juan lo hizo. No solo consideren a la vida de Juan como un asombroso ejemplo. Considérenla como un ejemplo imitable. ¿Amén?

El Apocalipsis se trata solo de Jesucristo

Dicho lo cual, ahora podemos abrir el libro de Apocalipsis y los primeros tres capítulos tratan lo que pasó en torno al primer siglo. El resto del libro, los capítulos 4 al 22 creo que tratan principalmente los eventos futuros. Por tanto, en nuestro tiempo juntos, en la serie «Los siete» veremos los problemas del primer siglo en Apocalipsis 1:1–3.

Así que ahí va. Empieza con la revelación de Jesucristo porque finalmente el Apocalipsis es sobre Jesucristo. Empieza así: Apocalipsis 1:1, ¿La revelación de quién? De Jesucristo.

¿Cuántos de ustedes no han leído Apocalipsis porque les parece espeluznante? Todas las personas que dicen que lo entienden son extrañas. ¿Amén? ¿Cuántos de ustedes la han leído, o empezaron a leerla y se asustaron? Duermen con el casco puesto, con un ojo abierto, con la luz prendida. Piensan, «Vaya que libro tan horroroso. La Bestia, el falso profeta, el anticristo, la sangre que fluye». O sea, «Me asusta».

De esto se trata el Apocalipsis. La revelación es de Jesucristo. A veces las personas leen la primera parte de Apocalipsis sin detenimiento y después entran en toda la imaginería. Por eso es que a veces el Apocalipsis es difícil de entender. Juan tuvo una visión. Es como ver una película. Vio el futuro y está tratando de escribirlo. Todo es verdadero, pero no es tan fácil de entender como otras partes de la Biblia.

La clave para entender el Apocalipsis, o para entender cualquier libro de la Biblia es saber que se trata únicamente de Jesús. ¿Cierto? Al estudiar y leer Apocalipsis, sigan preguntándose ¿quién es Jesús? ¿Qué me enseña acerca de Jesús? ¿Dónde se encuentra Jesús en el libro?». Nuestra convicción es que toda la Biblia se trata de Jesús, que todo en la Biblia se trata de Jesús y cada libro de la Biblia finalmente apunta hacia Jesús, porque toda es la revelación de Jesucristo.

Revelación significa algo que se desconocía se ha hecho conocer. Es Dios quien se revela a nosotros. Es Dios quien nos habla y nos muestra quién es. Dios logra esto mediante la historia, apareciendo en lugares, y obrando por medio de personas como Juan. Por tanto, si está aquí y se pregunta cuál es la diferencia entre el cristianismo y otras religiones, pues esta es la más grande. Creemos que todo lo que debemos saber de Dios nos ha sido revelado en Jesucristo, y que no creemos en la especulación. Creemos en la revelación. No creemos poder conocer a Dios aparte de Jesucristo, pero en Jesús sabemos todo lo que necesitamos saber de Dios.

«La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto». Este libro de la Biblia, como todo libro de la Biblia, es a fin de cuentas para los siervos de Jesucristo. Permítanme preguntarle. ¿Es usted siervo de Jesucristo? Algunos de ustedes dirán: «Yo creo en Jesucristo». Bien. Juan creía en Jesucristo como amigo y Señor. Queremos que usted crea en Jesús como su amigo y Señor, pero necesita servir. Jesús mismo vino, no a ser servido, sino a servir. Ser cristiano es dejar que Jesús le sirva y ser siervo de Jesús.

Uno de los grandes problemas del cristianismo de occidente es este: Se trata del consumo, y la iglesia es tratada de una manera muy egoísta sin la perspectiva de un siervo. La personas entran y dicen, «Quiero tales servicios. Quiero que estas personas hagan tales cosas por mí». El cristianismo se trata del pueblo de Dios que sirve, no solo ser servidos, sino servir.

Entonces les preguntaría, ¿cuáles son sus dones espirituales? ¿Cuáles son sus talentos naturales? ¿Para qué cosas lo está llamando, instando, dotando y capacitando Dios? ¿El Espíritu Santo le ha cargado el corazón por algo? ¿En Espíritu Santo le ha cargado el corazón por alguien? Sirva.

A veces resulta que nos volvemos muy egocéntricos, y muy egoístas, y podemos entrar a la iglesia y decir, «Ustedes necesitan servirme a mí». Y Jesús diría, «Todos tienen que servirse unos a otros». A veces cuando empezamos a servir a otros nuestros problemas encuentran una nueva perspectiva. No son tan grandes como pensábamos. Lo que pensábamos que eran necesidades en realidad eran cosas que queríamos.

Al servir a otros, empezamos a apreciar más a Jesús porque Él nos sirve, y empezamos a tener un corazón cada vez más compasivo, amoroso, y empático por los demás, y reconocemos que Dios no solo me ama a mí, sino a nosotros. Yo los invitaría no solo a ser creyentes en Jesucristo, sino servidores de Jesucristo.

Para quienes sirven a Jesús fielmente—los líderes de Grupos Comunitarios, líderes de Grupos de Redención, diáconos, ancianos, de alguna manera, o a quien quiera que estén sirviendo—permítanme darles las gracias, y permítanme decirles que la promesa es que las Escrituras no tienen sentido a menos que usted sea un siervo, porque las Escrituras fueron Escritas ¿para quienes? Para los siervos, para ayudarles a animarlos a servir, y ayudarlos a ver a Jesús como un siervo, para motivarlos en su servicio. Si usted no está sirviendo o no quiere servir, no apreciará ni entenderá por completo las Escrituras.

Entonces «les muestra a sus siervos las cosas que deben suceder pronto. La dio a conocer enviándola mediante su ángel a su siervo Juan». Un ángel se le apareció a Juan y le habló. En nuestros días hay un interés creciente en los ángeles. Los ángeles son seres espirituales. No son iguales a Dios. No son eternos. Fueron hechos por Dios. Llegaron a existir en un momento determinado. No comparten los atributos de Dios. No son omniscientes, omnipresentes, y todopoderosos. Tienen limitaciones; son seres espirituales creados.

Dicho lo cual, algunos son buenos y otros son malos. Todos fueron hechos buenos, pero algunos escogieron el mal. Los llamamos demonios. Se han rebelado contra Dios. Quieren la gloria que solo debemos darle al Señor. Por tanto hay que tener cuidado.

Aquí es donde la espiritualidad se vuelve muy peligrosa. Juan nos dice en otra parte, en 1 Juan dice: «No crean a todos los espíritus, sino prueben los espíritus, porque no todos los espíritus vienen a servir al Señor». A algunos de ustedes les han mentido. Les han mentido. Les dijeron que ser espiritual es algo bueno. No es bueno ser espiritual. Es bueno ser lleno del Espíritu Santo. Es bueno amar a Jesús, pero no es bueno ser espiritual.

Sin embargo, los ángeles santos, los que sirven al Señor, tienen dos ministerios principalmente, como el que tuvieron con Juan: Primero, son mensajeros; segundo, son ministros. A veces envían un mensaje como un embajador. Envían Palabra del Señor, y están haciendo los mismo aquí con Juan.

A veces son ministros. Aparecen y sirven. En Hebreos dice que a veces hospedamos ángeles sin saberlo. Porque aparecen y se ven como personas. ¿Cuántos de ustedes al examinar su vida, dirían: «Sí, esa persona fue un don de Dios, sin duda, pero se han ido»? Puede que haya sido un ángel que Dios le envió para ministrarle durante una temporada.

Los ángeles son ministros y mensajeros, y uno de ellos fue enviado a Juan para revelarle el mensaje de la revelación de Jesús. Es milagroso y sobrenatural. Es algo que Dios hace para decirnos cosas que de otra manera no podríamos saber.

Juan fue un testigo ocular

Luego dice: «La dio a conocer, enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, el cual dio testimonio de la Palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todo lo que vio».

Aquí hay algo asombroso acerca de Juan. Fue un testigo ocular. Cuando se trata de Jesús, usted y yo dependemos del testimonio de alguien. Algunos de ustedes leerán libros, escucharán a los filósofos, o examinarán otras religiones, y se confundirán, y dirán: «No sé si confío en la Biblia. No sé si confío en los testigos. He leído a otras personas y no estoy seguro en qué confiar». Confíe en las personas que estuvieron ahí. Confíe en los testigos oculares.

Repito, les propongo que quizás nadie es más confiable que Juan. Si fue primo de Jesús, crecieron juntos. Fue uno de los discípulos. De los 12 seres humanos en la Tierra él tenía mayor acceso. Además, estaba en el círculo más cercano de los tres, por lo cual tenía acceso privilegiado, y era el que Jesús amaba, el que Jesús escogió como su mejor amigo. Siguió a Jesús aunque le costó mucho económicamente. Lo hizo sin riesgo y sin recompensa. Simplemente hizo lo correcto.

Es más, estuvo presente en la vida, muerte, sepultura, resurrección, y ascensión de Jesús, y vivió el resto de su vida siendo odiado y perseguido. Él sufrió. No tenía nada que ganar. Solo decía la verdad. Todos los que amaba fueron asesinados. No tenía ninguna motivación para soportar y perseverar como lo hizo, aparte de que es verdad. Este es Jesús. Esto fue lo que hizo.

También lo dice en 1 Juan, una de las cartas que escribe, empieza 1 Juan 1:1 hablando de Jesús, y dice, primero, es: «Lo que hemos oído». Segundo: «Lo que hemos visto con nuestros ojos». Estoy citando. Y tercero, hay otra cita: «Lo que han palpado nuestra manos».

Lo que Juan está diciendo es: «Cuando les hablo de Jesús, de lo que les estoy hablando cuando les digo “esto fue lo que dijo”, es porque lo oí con mis propios oídos. ¡Cuando les digo lo que Jesús dijo, es porque lo vi con mis propios ojos! ¿De veras vivió? ¿De veras murió? ¿De veras resucitó? ¡Sí! Lo abracé con mis propias manos». No hay nadie digno de confianza, más creíble que Juan, el amigo de Jesús. ¿Amén?

Cuando tenga esos momentos de duda, o esté confundido, o si su fe flaquea un poco, vuelva a Juan. Él estuvo ahí. Deben confiar en alguien. Confíen en él. Qué hombre tan piadoso, que hombre tan humilde. O sea, no hay ni un atisbo de escándalo en su vida. No es avaro. No es inmoral. No es impuro. No es egoísta. Es un hombre que sufre que ama, sirve, y aunque lo hierven vivo y lo exilian, sigue hablando de Jesús con una sonrisa a flor de labios, diciendo: «Ámense unos a otros como Jesús los ama. ¡Qué hombre! Llevo varias semanas pasando tiendo con Juan. Quiero que él sea su amigo. Entiendo por qué Jesús lo escogió como su mejor amigo. Quiero que él sea amigo de ustedes también.

Entonces Juan nos dice que es un testimonio de todo lo que vio. Y después dice que hay bendición como si esto no fuera suficiente. Hay una bendición. Primero, para el que lee en voz alta las palabras de esta profecía. ¡Vaya que estoy bendecido hoy, ¿cierto? ¿Qué estoy haciendo? La estoy leyendo. Es una bendición leérsela a ustedes. Sé que soy bendecido. Siento que soy bendecido al leérsela a ustedes.

La leemos en voz alta, porque la fe viene al oír la Palabra de Dios, como dice la Escritura. Está bien que nos sometamos a la predicación y la enseñanza. Es bueno escuchar la Biblia cuando va al trabajo, o mientras hace ejercicio, o cuando va de viaje; de cualquier manera que pueda, escuche la Palabra de Dios. ¡Si se la lee a sus hijos, será bendecido! ¡Si la lee a su grupo comunitario, será bendecido! Si se encuentra en un grupo comunitario, ábrala y diga, «Permítanme leerles una porción de las Escrituras», será bendecido.

¿Cuántos sintieron esa bendición de compartir las Escrituras con otros? Si alguien viene y les hace una pregunta, dígale: «Permítame leerle una porción de las Escrituras». Inmediatamente el Espíritu Santo confirma la bendición en el creyente. «¡Vaya! ¡Ahora puedo ser un mensajero del Señor! Puedo hacer lo que hacen los ángeles. Puedo decir la verdad, y puedo compartir el amor de Dios». Por tanto, gracias por permitir que yo sea bendecido hoy.

Además, hay una bendición «para los que escuchan». Oír no es solo escuchar, es escuchar atentamente. Es escuchar cuidadosamente. Para mí, es un acto de adoración presentarles la Palabra de Dios. Para ustedes, es un acto de adoración recibir la Palabra de Dios para ustedes. ¿Entienden? Están adorando a Dios ahora y serán bendecidos si escuchan y ponen atención.

Ahora quiero que traigan su Biblia. Ahora quiero que tomen notas. Ahora quiero que traigan un diario. Ahora quiero que escriban en su teléfono o con cualquier método que usen. No me importa. Pero escuchen atentamente. Escuchen las cosas que el Espíritu Santo quiera decirles. «¡Eso es para ti. Anótalo! Piensa en eso. Ora por eso. Memorízate ese versículo. Pasa tiempo conmigo. Necesitamos hablar de eso. Eso es para ellos. Compártelo con ellos. Comparte la Palabra de Dios con ellos. Lléveles la verdad. Ore por ellos. Sírvales».

De cualquier manera incorpore la Palabra de Dios a su vida y deje que fluya por medio de su vida hacia los demás. Los que la escuchan son bienaventurados. Bienaventurados. La Palabra de Dios es una bendición. La Palabra de Dios es fuente de vida. Es lo que creemos en Mars Hill.

Bendecido será usted si la lee en voz alta, bendecido será si la escucha, y todos somos bendecidos si la obedecemos. Dice: «Y guardan las cosas escritas en ella, porque el tiempo está cerca». Quiere decir obediencia; de otra manera la Palabra de Dios se vuelve solo información, no transformación.

Para algunos se convierte en una manera de ganar argumentos con otras personas o una manera de juzgar a otras personas; o algunos de ustedes tienen una perspectiva religiosa y dicen: «Sí, leo la Palabra de Dios, me fijo en muchas cosas que otros necesitan oír». Usamos la Palabra de Dios primero para nosotros mismos y después para otros; primero para nuestro propio pecado y después para el de ellos; primero para nuestra madurez y humildad y después para la de ellos.

Son bendecidos si hablan la Palabra de Dios; son bendecidos si escuchan la Palabra de Dios; y todos podemos ser bendecidos si obedecemos la Palabra de Dios. Si hacemos lo que dicen las Escrituras. El hermano de Jesús lo dice así: «Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos. Hagan lo que dice».

Jesús ama a la iglesia

Lo que pasa aquí es que gran parte de la obediencia está relacionada con la iglesia. Juan está solo en el Día del Señor, un domingo, el día de la resurrección de Jesús. Los más probable es que esté solo en una cueva, en la cima del monte de Patmos. Es un hombre muy anciano. Jesús se le aparece.

Y no le dice: «Juan, ¿cómo te sientes? Juan, ¿cómo puedo ayudarte? ¿Cómo puedo animarte? ¿Cómo te sentiste cuando te hirvieron?». No tuvieron esa conversación. Porque lo que hacemos es reducir a Jesús al nivel de un terapeuta personal. Y si viene, es solo para hablar de mí y de mis sentimientos, mi dolor, mis deseos, mis necesidades, darle una nalgada a mi niño interior, y mis problemas como padre, y de lo dura que es la vida y lo deprimido que estoy, y que necesita sentarse ahí a escucharme y asentir, y sonreírse, y tomar notas, y recetarme algo para que mi vida entera sea mejor. ¡Jesús no es esa persona!

No dejen que la versión estadounidense de Jesús lo reduzca a un terapeuta comprensivo que le permite seguir siendo el centro de su mundillo, y viene a glorificarle, para quitar todos sus problemas y darle todos sus galardones. Eso viene al fin del mundo, no en esta vida.

Juan está sufriendo, y Juan está dolido, ¿y saben lo que Jesús no le dijo a Juan? Una cantidad de afirmaciones de la forma en que iba a mejorar su vida. Lo que Jesús hizo inmediatamente fue redirigir su enfoque hacia la iglesia, a la iglesia, a la iglesia, a la iglesia. Amigos, les cuento que ahí está lo principal. Es conocer a Jesús como Señor, Dios, Salvador, y Rey, Cristo, resucitado, gobernando, reinando, que viene otra vez, y mantener los ojos puestos en la iglesia. ¿Quién necesita conocer a Jesús? ¿Quién está dolido? ¿Quién está sufriendo? ¿A quién podríamos ayudar? ¿A quién podríamos servir? ¿Dónde podríamos crecer? ¿Cómo podríamos madurar?

Entonces Dios nos da esta serie de siete cartas a Juan y por medio de Juan, y son como siete iglesias. Sería como un multisitio, un multicampus, una red multiiglesia de iglesias. «Esta va bien. Esta va mal. Esta está sufriendo. Ayúdenla. Estos tipos son codiciosos. Díganles que den generosamente. Estos están en lo cierto teológicamente, y doctrinalmente, ¡pero son unos idiotas! Díganles que sean amables».

Jesús está mirando todas las iglesias y dice, «Juan, necesito que veas estas iglesias. Quiero que pongas atención a estas iglesias. Necesito que sirvas a estas iglesias, que enseñes a estas iglesias, que redarguyas a las iglesias». Porque esta es la verdad, amigos. Si aman a Jesús, ¡tienen que amar a la iglesia! ¡Porque Cristo se entregó por la iglesia!

Lo que puede suceder es que a veces pensamos, «Soy yo con Jesús». Pero no es así. La mayoría de los libros en la Biblia fueron escritos a iglesias, no a individuos. Por tanto, generalmente se aplica a la iglesia, no solo a un individuo. Hay aplicaciones individuales, pero somos nosotros juntos, y les enseñamos falsamente a nuestros hijos, «Cristo me ama», ¿a quién? «A mí. Bien lo sé». Deberíamos cantar, «Cristo nos ama, bien lo sabemos». Cristo sí lo ama a usted, pero también nos ama a nosotros.

La meta no es solo que usted conozca a Jesús, y que ame a Jesús, y disfrute a Jesús, sino que ame lo que Jesús ama, que haga lo que Jesús hace, que vaya donde va Jesús, que de para lo que Jesús entregó su vida: a la iglesia.

Estoy tan harto y frustrado con la gente que dice cosas negativas de las iglesias cristianas, intimidando, criticando, juzgando, con pura santurronería. ¡Jesús ama a la iglesia! ¡Amamos a la iglesia! Sabemos que la iglesia no es perfecta. Las siete cartas a las siete iglesias muestran de qué manera deben cambiar, arrepentirse, aprender, y crecer, pero en Juan hay un corazón que dice, «Aquí estoy para ayudar». No es el corazón de un crítico que se queda atrás juzgando. Es el corazón de un siervo que participa para hacerla mejor.

Esto es lo que Dios quiere de usted. Esto es lo que Dios quiere de nosotros en esta serie de sermones y en esta sección de la Biblia: que tengamos un corazón por Jesús y por la iglesia, que amemos a Jesús y a la iglesia, que sirvamos a Jesús sirviendo a la iglesia, y que seamos la iglesia. Es exactamente lo que le es revelado a Juan.

Y permítanme decir esto: Cualquiera que sea su lucha o su sufrimiento, no quiero minimizarlo ni restarle importancia de ninguna manera, pero no es igual a lo que Juan estaba soportando, ¿amén? Un hombre de 100 años, hervido vivo, en una cueva, y solo. No importa lo mala que haya sido su semana, la de él fue peor. ¿Amén?

El Apocalipsis se trata solo de la iglesia de Jesucristo

Primero, el libro de Apocalipsis se trata solo de Jesucristo. Segundo, el Apocalipsis se trata solo de la iglesia de Jesucristo. Así que expliquémoslo. Apocalipsis 1:4–8. Entonces, a Juan, por medio de Juan, «a las siete iglesias que están en Asia». Hay una red de iglesias, como nosotros tenemos una red de iglesias. Es para esta red de iglesias.

«Gracia a vosotros y paz». Empecemos ahí. Gracia. Dios es bueno con nosotros. ¿Amén? Dios es bueno con la Iglesia Mars Hill; es una locura, un fenómeno, es ridículo. ¿De acuerdo? Aquí está la Iglesia Mars Hill: Un tipo furioso de veinte y tantos años que nunca fue miembro de una iglesia, sin educación teológica formal, decide reunir una cantidad de personas dedicadas a la anarquía para un pequeño estudio bíblico en la ciudad con menos iglesias en la región con menos iglesias en los Estados Unidos de América, tratando de alcanzar a la persona menos evangelizada, un tipo con formación universitaria de unos 20 y pico años, capacitado más allá de su inteligencia que sigue soltero porque odia la responsabilidad.

Oh, y a propósito, que no da porque está en la quiebra. Bien, ese es el plan. ¿De acuerdo? Después el auge, 15.000 personas. Es una locura, rarísimo, ridículo. No tiene sentido. La Iglesia Mars Hill es un chiste en el sentido de que «Vaya, Señor, esto es muy cómico. No merecemos existir».

Cuando voy de viaje las personas me dicen, «¿Cuál es el secreto? ¿Cuál es el secreto?». Este es el secreto. Jesús está vivo. Él es amable. Ese es el secreto. Ese es el secreto. Todo lo que hemos logrado por sí solo, totalmente, plenamente, a conciencia, de principio a fin, ha sido por la gracia de Dios.

Mars Hill, quiero que su corazón sea para Jesús. Quiero que su corazón sea para la iglesia, y lo será si saben que la gracia de Dios no está solo sobre ustedes, no está solo sobre mí, pero por la gracia de Dios está sobre nosotros. Él está haciendo algo que no entiendo, pero es muy fantástico. Está lleno de gracia. Está derramando su gracia. Somos personas bendecidas.

Este es el momento de amar esta iglesia. Quiero que sirvan esta iglesia. No es suficiente decir, «Soy yo y Jesús». No, amigos, somos nosotros y Jesús, y la gracia está sobre nosotros y hay paz. Así que no oigan esto como algo que los debe hacer sentirse culpables. No piensen que Dios los va a castigar. Que Dios está enojado con ustedes, que Dios los odia. Si usted es cristiano, si está en Cristo, Dios le ama. Dios se preocupa por usted. Dios no ha acabado con usted. Dios no lo está forzando. Lo está invitando a estar en misión con Él, a ver vidas cambiadas, ver personas salvas, ver plantar iglesias. Es lo que motivaba a Juan a levantarse a cenar esos 80 años de su vida. Lo único que lo mantendrá motivado y evitará que se sienta frustrado es amar a Jesús y servir a su iglesia.

Jesús tiene paz con nosotros por medio de la cruz, y tiene gracia para nosotros. Mars Hill, aún hay gracia disponible. Aún hay personas que alcanzar, líderes que levantar. Iglesias que plantar. Hay trabajo que hacer, y es un heraldo, un llamado de Dios que dice ¡todos son bienvenidos! También hay gracia para ustedes.

Luego dice, «Gracia a vosotros y paz, de aquel—». Ahora vuelve a hablar de Jesús. Aquí tenemos a Juan diciendo: Jesús, algo, Jesús, algo, Jesús, algo. Siempre habla de dos cosas: De algo y de Jesús. La gracia, Jesús; la paz, Jesús; la iglesia, Jesús; la Biblia, Jesús.

Para Juan todo se trata de Jesús, y Jesús es el «que es, el que era, y el que ha de venir». Es una afirmación de la deidad. ¡Él existía antes del cielo y de la Tierra! Vive hoy, gobierna, y reina, resucitó de la muerte, y en el cielo como Rey, Señor, Dios, Salvador, y Cristo volverá otra vez. Este es nuestro Jesús, el que fue, el que es, y el que ha de venir—

Y «los siete Espíritus que están delante de su trono». Los ángeles están adorando a Jesús ahora mismo. Y cuando usted y yo cantamos, levantamos nuestra voz. ¡Levantamos nuestras manos! Es una clase de oración. Es una clase de rendimiento que dice: «Jesús, eres digno y queremos unirnos a los ángeles haciendo aquello para lo cual fuimos creados, porque es glorioso para ti, es bueno para los demás, y nos hace felices».

«Y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos». Dice que Jesús es el patrón de resurrección de la iglesia. Necesitan saber esto. Todos vamos a morir, y no resucitaremos individualmente. Resucitaremos conjuntamente. Resucitaremos colectivamente. Resucitaremos como iglesia. Llegará el día en que morirán, en que harán su funeral su familia derramará lágrimas por usted y se despedirá, y un día Jesucristo nos llamará juntos de las tumbas, resucitados de la muerte, sin pecado, sin enfermedad. sin sufrimiento, para estar juntos para siempre con Él, como Él.

Lo dice así en Daniel 12:1–2 ¡«Los que duermen en el polvo de la tierra despertarán»! Amigos, resucitaremos juntos. Aun podemos juntarnos como la Iglesia Mars Hill en el reino celestial de Dios. Aun verán a sus amigos y el grupo comunitario eterno. Serán perfeccionados. Ustedes también. Será mucho mejor de lo que es ahora. Por ahora son pecadores aprendiendo a ser santificados. ¿De acuerdo? Pero en últimas, necesitan saber que estaremos juntos para siempre, por tanto debemos llevárnosla bien ahora y ensayar para entonces. ¿Amén?

Y la historia continúa. «El soberano de los reyes de la tierra», ¡Me encanta esto! Este es el gran Rey Jesús. Todos los reyes, todos los reinos, todos los gobernantes, darán cuenta a Él. O sea, sus padres, su cónyuge, su empleador, su crítico, ellos no son Jesús. No tienen autoridad suprema. Darán cuenta a Él, como ustedes darán cuenta a Él.

La verdad es que todos deberíamos vivir para ese día, ese día en que sentados o parados ante Jesús daremos cuenta a Él. Llámelo como lo llame, así es, porque Él es ¿qué? Es el soberano de los reyes de la tierra. No importa qué título o posición tenga una persona. Finalmente están debajo de Jesús y le darán cuenta a Él. Eso nos incluye a nosotros.

«Al que» ¿qué?. Este gran Jesús, ¿al que qué? ¡El nos ama! No solo a mí, no solo a ustedes, ¡sino a nosotros! ¡Jesús ama la iglesia! ¡Amigos, por eso quiero dar toda mi vida a la iglesia! Podría hablar, viajar, escribir, echarme una siesta. ¡Hay otras cosas que hacer! No me opongo a una bebida con una silla y una hamaca. O sea, he orado y lo considero una alternativa, pero—

¡Jesús ama a la iglesia! Jesús se entregó por la iglesia, ¿y a quién ama? A nosotros. Mars Hill, somos todos personas amadas. Ustedes son personas amadas. ¿Los ama individualmente? Sí. ¿Pero nos ama colectivamente? Sí. Quiero que ustedes amen lo que Jesús ama. Amen su iglesia. Si Mars Hill no es su iglesia y están visitando, o escuchando, amen una iglesia y entréguense a lo que Jesús se entregó.

Su tesoro sigue a su corazón. Pueden seguir esto con ofrendas, sus finanzas, sus oraciones, su servicio. Estas cosas seguirán su corazón. No solo queremos su tiempo y su dinero, queremos su corazón para Jesús y para la iglesia y todo lo demás seguirá ¡porque nos ama! ¡Es asombroso!

No hay nada mejor que ser amado por Jesús. Hace que sus enemigos se conviertan en amigos. Hace que los que están lejos, se acerquen. Hace que los inmundos, sean limpios. Hace que los culpables sean justos. ¡Somos amados! ¡Jesús nos ama plenamente!

Después dice, «Y nos libertó de nuestros pecados con su sangre». ¿Cómo sabemos que Jesús nos ama? Vean la cruz. Sufrió, murió, derramó su sangre en nuestro lugar por nuestros pecados. «Dios demuestra su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores Cristo murió por nosotros» Jesús dice: «Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos». La Biblia dice que no es que nosotros hayamos amado a Dios sino que Él nos amó y envió a su Hijo unigénito, Jesús, como propiciación por nuestros pecados.

Si usted duda, no cree, o desprecia el amor de Jesús, ¡vea la cruz y sabrá que es amado! Dios mismo lo ama, y quita su pecado. Es perdonado. No es la misma persona que era. Es alguien nuevo y está volviéndose cada vez más como él.

Él no está harto de usted. No ha acabado con usted No está frustrado con usted. No se ha dado por vencido con usted. No está desesperado con usted. Le ama, y tiene un llamado, una misión y un propósito para nosotros como pueblo. Él determina cuándo y dónde nacimos. Los tiene aquí para que estén en misión con Él.

Y puede que hayan venido aquí pensando en alguien o en alguna otra cosa, y esa fue quizás la experiencia de Juan aquel día, y Jesús es revelado en gloria, lo cual cambia el corazón y redirige la trayectoria de la vida y estar en misión juntos con Él como iglesia, ¡porque somos un reino de sacerdotes! ¡Son disparates! ¡Son disparates!

¡Porque en el Antiguo Testamento si uno era judío, ¿quiénes eran los sacerdotes? Los hombres santos, que estudiaban, sabían hebreo, memorizaban el Pentateuco. Esos hombres eran santos, justos, idiotas devotos. Eso eran ellos. Uno tenía que pasar por un largo proceso para hacerse sacerdote. Debía calificar. Y había clasificaciones, estos eran los hombres que podían hacer todo lo santo.

Y lo que está diciendo es que en Cristo, como cristianos, todo el pueblo de Dios, todos ustedes son sacerdotes, ¡todos! Significa que están en el ministerio a tiempo completo. Cuando van al trabajo, van a trabajar para Jesús, a representar el reino de Dios. Cuando aman, sirven, dan, cuidan, lo hacen como embajadores del Rey de reyes. Están en el ministerio a tiempo completo. Son un ministerio de sacerdotes. Si están en casa criando a sus hijos, lo hacen como sacerdotes—como alguien que pertenece a Dios y representa su reino y sirve su causa.

Todo lo que hacemos es significativo. Todo lo que hacemos es sagrado. Todo lo que hacemos es un acto de adoración. Todo lo que hacemos es misional. Todo lo que hacemos es el ministerio. Toda la vida, para Jesús, es la obra divina que hace un sacerdote en un lugar sagrado. Esos son ustedes. No consideren lo que hacen como algo inferior a trabajar en el ministerio a tiempo completo. A algunos nos pagan; a otros no. Todos los que pertenecemos a Jesús estamos en misión, en el ministerio con Él como siervos. ¿Cómo les está yendo?

Jesús es Dios

Y continúa. «A Él sea», ¿qué? ¡ «La gloria»! Se trata de Jesús. Se trata solo de Jesús. Se trata de Jesús en la familia. Se trata de Jesús en la iglesia. Se trata de Jesús en el hogar. Se trata de Jesús en el lugar de empleo. Se trata de que las personas vean a Jesús, que conozcan a Jesús, y que se encuentren con Jesús.

«La gloria y el dominio por los siglos de los siglos», nunca se acaba. Nunca dejaremos de alabarlo a Él, y Él nunca dejará de reinar sobre todo. Y dice, «Amén», lo cual significa, «¡Eso es lo que quiero! ¡Sí, Señor, ¡que así sea!».

«HE AQUÍ, VIENE CON LAS NUBES». ¡Jesús regresará! No sabemos cuándo, pero sabemos que es un hecho porque todas las otras profecías de las Escrituras se han cumplido, y esperamos el cumplimiento de esta también.

Jesús regresará en la nubes, «y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él». Amigos, cuando Jesús regrese verán las cicatrices de la crucifixión en su cuerpo. Eterna y espiritualmente Él era Dios, y después añadió a su naturaleza, su esencia, la humanidad. Por tanto, aparte de su divinidad, se hizo humano; el Dios espiritual se revistió de un cuerpo para asociarse con nosotros, para relacionarse con nosotros, para vivir sin pecado, para morir por nuestro pecado, para resucitar como modelo de nuestra resurrección, y ahora vive por siempre en un cuerpo glorificado y resucitado.

Y cuando vean a Jesús—porque la Biblia dice que lo verán cara a cara como amigo—y Él los abrace, verán el precio que Él pagó por sus pecados. Verán las marcas de la crucifixión en sus manos y en su cuerpo, y sabrán lo mucho que Dios los ama. Cada vez que vean a Jesús recordarán el precio que pagó por el perdón de pecados y el don de la vida eterna.

«Todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él; sí. Amén». Aquí está Jesús. Así termina esta sección. ¡Jesús es Dios, Jesús es Dios, Jesús es Dios, Jesús es Dios, Jesús es Dios! Él dice; Jesús dice: «Yo soy». Esa fue la Palabra que Dios habló a Moisés mediante la zarza ardiente en Éxodo 3:14. Está hablando con una zarza, y la zarza le dice, «Ve y destruye todo el imperio egipcio». Y Moisés dice: «¿Quién les digo que me envió? Porque si digo que fue una zarza no creo que tenga el impacto que anticipaba». ¡Así ha dicho la zarza! ¿Saben? O sea, «¿en serio?». Bien, entonces Dios habla por medio de la zarza, «Diles que YO SOY te ha enviado», por tanto es un título de la deidad. Jesús es Dios.

«El Alfa», o sea el principio; o sea que Jesús no tiene principio, el que creó todo lo que existe. Es el principio de todo.

«Y la Omega». Es el fin de todo también. Todo fue creado por Jesús, y todo finalmente rendirá cuentas a Jesús.

«YO SOY» es una declaración que Dios hace. «El Alfa», es una declaración que Dios hace. «La Omega», es una declaración que Dios hace; El Alfa y la Omega en griego significa «el principio» y «el fin». ¿Quién lo dice? «Dios el Señor», o sea Jesús. ¡Dios el Señor! Juan sabe que su amigo Jesús también es Dios el Señor.

«El que es». ¡El que resucitó de la muerte! Jesús está vivo ahora mismo. El que era. Ya existía antes de la fundación del mundo. Es la causa sin causa. Es el comienzo de todas las cosas. Es el Creador Dios que ha de venir. No está muerto. Está vivo. Viene otra vez.

No solo eso, por si se lo perdieron, ¿Él es qué? ¡Es Todopoderoso! ¡Jesús es Dios! Y Juan lo dice así: Hablando del trono, dice: Permítanme leerlo. «Gracia a vosotros y paz de aquel que es y que era y que ha de venir, y de los siete Espíritus que están delante de su trono».

Todas estas imágenes culminan y estallan en mi pieza mobiliario predilecta de toda la Biblia, el trono, el trono. Cuando piensan en un trono, ¿qué se imaginan? ¿En qué piensan? Rey, Juez, Soberano. Si entra a un cuarto y ven un gran trono con alguien sentado en él, suponen que el hombre es el mero, ¿cierto? Cuando ven el trono, saben que alguien regio, majestuoso, y respetado lo ocupa.

Esta imaginería del trono aparece en todo el Nuevo Testamento, pero 3 de cada cuatro veces aparece en el Apocalipsis. El trono de Jesucristo aparece como mínimo 45 veces en el libro de Apocalipsis ¿Quién está sentado en el trono, Mars Hill? ¿Quién está sentado en el trono? Jesús está sentado en el trono. ¡El es Rey! ¡Es Señor! ¡Es Dios! ¡Se trata solo de Jesús!

Los ángeles lo están adorando y todas las naciones lo adoran, y todas las bestias del campo y las aves del cielo, y los peces del mar la adoran, y todos los mártires le adoran, y las 12 tribus de Israel le adoran, y los doce discípulos y sus seguidores lo están adorando, y la iglesia es todo el pueblo de Dios juntos, alrededor del trono de Jesús.

Lo que eso significa es que al centro de la historia humana, al centro de la teología ¡no está usted! ¡No estoy yo! ¡Está Él! ¡Todo se trata de Jesús! ¡Es alto y sublime! ¡Es exaltado! Es el mismo Jesús en gloria. Necesito que no vean a Jesús en su humildad aquí, ¡sino en su gloria!

A veces cuando hablamos de Jesús, humilde, pobre, en la quiebra, marginado, un campesino galileo, nos referimos a su encarnación. Ahora está en su momento de exaltación. ¡No en su humildad, sino en su gloria! No está sufriendo. Está reinando. No está oyendo «¡Crucifíquenlo!». Está oyendo, «Santo, santo, santo es el Señor Dios Omnipotente».

Setecientos años antes de que Jesús naciera de María en la Tierra, Isaías tuvo una magnífica visión como la visión de Juan en Apocalipsis, donde dice que «Vio el cielo abrirse y al Señor alto y sublime sobre el trono y la orla de su manto llenaba el templo, y los ángeles lo rodeaban y clamaban y cantaban: «Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso. Los cielos y la tierra están llenas de su gloria».

En Juan 12:41, nuestro autor de Apocalipsis dice: Isaías vio a Jesús y habló de su gloria. Juan vio a Jesús y habló de su gloria. Usted y yo, por medio de las páginas de la Escritura y la iluminación del Espíritu Santo podemos vera Jesús y hablar de su gloria.

Eso es lo que vamos a hacer hoy, ahora mismo. Quiero que abran sus mentes y se imaginen el trono de Jesús, los cielos abiertos, y a Jesús siendo adorado. Al cantar, nos regocijamos que está siendo glorificado, y nosotros somos satisfechos. Al recolectar nuestra ofrenda, estamos diciendo, «Jesús, por tu causa. Jesús, por tu reino. Jesús, por tu iglesia». Al celebrar la comunión, estamos diciendo, «Jesús, es tu cuerpo, es tu sangre. Soy amado. Somos amados. Gracias porque como iglesia podemos estar siempre unidos. ¡Amén!». Es lo que queremos. Permítanme orar.

Oración

Señor Jesús, ahora mismo confesamos que eres alto y sublime. Estás sentado sobre un trono. Estás gobernando y reinando. Eres el Alfa y la Omega. Eres el principio y el fin. Eres quien derramó su sangre para redimir a la iglesia. Jesús, reconocemos que Juan se apartó de una vida que parecía plena; pero comparada contigo, no era nada. Señor Jesús, te pedimos que nos visites como visitaste a Juan. Te pedimos ahora, Espíritu Santo, que vengas un nos reveles a Jesús. Para quienes no son cristianos, pido, Espíritu Santo, que les des un nuevo nacimiento y vida, para que amen a Jesús. Jesús, pido por los que han sido observadores, que se vuelvan servidores. Dios, pido por nosotros como iglesia, que no solo te miremos a ti sino que miremos la iglesia; que no solo nos miremos a nosotros mismos, que velemos unos por otros. Dios, reconocemos que somos un pueblo bendecido. Somos un pueblo agraciado. Merecemos el infierno. Todo lo que tenemos es un don, y te doy gracias por el don de la Iglesia Mars Hill. Gracias por la bendición de leerles la Palabra de Dios. Y te doy gracias porque hay bendición para los que escuchan y obedecen la Palabra de Dios. Jesús, venimos ahora pidiendo que recibas nuestra alabanza, que recibas nuestro arrepentimiento, que recibas nuestros diezmos y ofrendas, y que nos recibas como iglesia y como pueblo tuyo, que vengas y sigas derramando tu gracia sobre nosotros, para que recibas gloria y nos llenes de gozo, porque para eso nos hiciste, y todo se trata de Jesús, en cuyo nombre lo pedimos. Amén.

Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.