¿Yo soy __________?

¿Quién piensa que es usted?

¿Quién piensa que es usted? Esa pregunta da forma a nuestra identidad, cambia nuestra vida, y afecta nuestra eternidad. ¿Cómo se describiría usted? ¿Cómo se presenta a otros? ¿Cómo se percibe usted mismo? En la sicología popular convencional hablan mucho sobre la autoestima, o la autoimagen, o de la autoconsciencia. En Mars Hill nos gusta usar el lenguaje de la identidad. ¿Cuál es su identidad? ¿Quién piensa que es usted? ¿Cómo contestaría esta pregunta? Es una pregunta importante. Es el único aspecto que lo cambia todo, porque cuando uno sabe quién es, sabe qué hacer. Si no sabe quién es, no sabrá qué hacer.

¿Cómo contestaría esta pregunta: Yo soy….esto? Soy rico. Soy pobre. Soy joven. Soy viejo. Soy inteligente. Soy estúpido. Soy amado. Soy odiado. Soy soltero. Soy casado. Soy casado. Soy divorciado. Soy deseable. No soy deseable. Soy exitoso. Soy un fracaso. Tengo esperanza. No tengo esperanza. ¿Quién piensa que es usted? ¿Cómo se ve usted mismo? ¿Su identidad cómo cambia y afecta su destino?

Durante las próximas 16 semanas contestaremos esta pregunta. Y es una pregunta que todos nos hacemos a veces conscientemente, a veces menos conscientemente. A veces otros la contestan por nosotros. Empieza cuando somos pequeños. ¿Fue usted el primero en nacer? ¿Fue usted el bebé de su familia? ¿Fue usted el hijo mediano? ¿Cómo era usted? ¿Era el niño chistoso? ¿Era el niño gordo? ¿Era el niño atlético? ¿Era el niño artístico? ¿Era el niño cerebro? ¿Quién era usted?

¿Qué nombres le ponían otros? ¿Qué apodos le ponían? ¿Sus padres lo apodaron? ¿Sus amigos lo apodaron? ¿Qué es un buen apodo? ¿Qué es un apodo malo? ¿Cómo lo veían a usted y, por consiguiente, cómo se veía a sí mismo?

Más adelante llegamos a la adolescencia y es increíble cómo se complica la vida. Llegamos al bachillerato, no tenemos idea quiénes somos. De repente estamos en un colegio nuevo con nuevas relaciones, nuevas responsabilidades, y nuevas autoridades, y todos ellos nos dan su perspectiva sobre quién piensan que somos, o al menos lo que piensan que debemos ser. De repente, la ropa se vuelve más importante que nunca, y el cuidado del cabello, los productos para el cabello, nuestra apariencia, y cómo nos comparamos con otros. Y «¿Ya empezaste el estirón de la adolescencia?». Y «¿Estoy triunfando o fracasando? ¿Pertenezco al grupo de personas con las que quiero estar o siempre estoy afuera mirando hacia dentro?».

De repente llegamos a la universidad y tenemos la oportunidad reinventarnos a nosotros mismos completamente. Nos apartamos de nuestra familia, nuestros amigos, la iglesia, la comunidad, de nuestros conocidos, y podemos empezar nuevamente, o al menos eso pensamos. Después decidimos cosas sobre nuestro vestuario: ¿Cómo me presentaré? Nuestro estilo de vida: ¿Iré a la iglesia o no iré a la iglesia? ¿Tomaré o no tomaré? ¿Me acostaré con cualquiera o no me acostaré con cualquiera? ¿Participaré en ciertas actividades o no participaré? ¿Qué carrera haré? ¿Qué rumbo tomaré en la vida? ¿Quién soy y quién seré?

Nos graduamos y tenemos una crisis de identidad. Ahora supuestamente somos adultos. No estamos preparados para esas responsabilidades. ¿Conseguiré trabajo? ¿Dónde trabajaré? ¿Ganaré suficiente dinero? ¿Qué carro voy a manejar? ¿Cómo pagaré mis cuentas? ¿Tendré relaciones románticas? ¿Me quedaré soltero para siempre?

Y quizás un día conseguimos trabajo en nuestra carrera el cual consume toda nuestra identidad. «Ahora sé cómo soy, y si puedo tener éxito y prosperar por esta senda vocacional, eso definirá quién soy».

Después nos casamos y de repente tenemos un gran conflicto de identidad. Pensamos que nuestro cónyuge se casó con nosotros para ayudarnos a ser lo que queríamos ser, y ellos pensaban lo mismo, y de repente dos personas egoístas con diferentes identidades colisionan tristemente. Es lo que llamamos matrimonio. ¿Cuál es nuestra identidad? Y para las mujeres a veces esto es bastante difícil. «Como mujer de pronto era fuerte, profesional, independiente, pero ahora estoy casada, y ahora al leer la Biblia dice que mi marido es el líder y que necesito respetarlo. ¿Quién soy y cómo funciona esto?

Después tenemos hijos y de repente nuestra identidad cambia por completo. Para la mujer empieza con un cambio de apariencia el cual afecta en gran manera su identidad. Ahora se le nota el embarazo y se siente diferente; ahora se está volviendo una madre. Es una identidad completamente nueva. Y el hombre siente el peso de esa responsabilidad, o al menos debería sentirla, porque ahora es papá.

De repente la familia gira en torno a ese hijo o hija quien determina cuándo comemos, cuándo dormimos, si dormimos, cómo gastamos el dinero, cómo planeamos las vacaciones, cómo organizamos la vida. De repente los pasatiempos, las amistades, el tiempo libre, las cosas que definían quiénes éramos desaparecen o cambian o son afectadas de alguna manera.

Nuestros hijos empiezan a crecer y de repente no nos necesitan como antes. Empiezan a irse de la casa. Entramos en aquella etapa del nido vacío y de repente se trastorna nuestra identidad. ¿Quién soy? ¿Quiénes somos? ¿Cuál es el centro de nuestro mundo? ¿Por qué tratamos…? Antes tratábamos de conservar el matrimonio, o ganar dinero, o de asistir a la iglesia por amor a los niños, pero ellos se han ido. ¿Quiénes somos y qué estamos haciendo?

A veces resulta en divorcio porque el ídolo se fue de la casa y no queda nada para mantener unida la familia. Después uno enviuda, queda solo, se le muere el cónyuge, sus hijos crecieron y se fueron de la casa. Puede que ya no vivan en la misma ciudad, o estado, o país, y quizás tenga la buena fortuna de ver a sus nietos una vez al año en temporada navideña.

Nuestra identidad entra en una crisis total, y conflicto, y caos en todo momento. ¿Sienten eso? Yo sí, ¿y ustedes? ¿Quién piensa que es usted? ¿Cómo contestaría la pregunta: Yo soy…esto?

¿Quién dice Dios que es usted?

Hagamos otra pregunta: ¿Quién dice Dios que es usted? ¿Quién dice Dios que es usted? Vemos lo siguiente en Génesis 1:26–28. Génesis significa orígenes. Es el primer libro de la Biblia porque es el libro de los orígenes. Ahí encontramos el origen de todas las cosas, excepto Dios, por supuesto, porque Él es el Creador de todas las cosas. Ahí encontramos el comienzo de nuestra identidad.

Y la Biblia dice esto: «Y dijo Dios: Hagamos». Ahí alude a la Trinidad: Un solo Dios en tres personas, y a nosotros. «Hagamos al hombre». O sea, a la humanidad; dice lo mismo en Génesis 5:1. Eso incluye a hombres y mujeres. «A nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza». Quiero que vean que ese es el lenguaje de la identidad. ¿Quién es usted? Dios dice: «Yo te hice a mi imagen y semejanza». Esa es su identidad. Ahí está la declaración de identidad.

«Y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó». Me encanta esta frase: ¿Y qué hizo Dios? «Los bendijo».

1. Receptor de revelación

¿Quién dice Dios que es usted? Cuatro cosas. Primero, somos receptores de revelación: El Dios de la Biblia es trinitario: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y aquí se refiere a Él en términos de nosotros y nuestro. Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Ahí está el Dios trinitario de la Biblia. Dios en su naturaleza y esencia eterna es una comunidad de amor, afecto y comunicación. Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo se han estado comunicando entre sí eternamente, y nos hacen a su imagen y semejanza, y nos hacen receptores de revelación. Dios Padre, Dios Hijo, y Dios el Espíritu Santo nos hablan. Dios nos habla.

La buena noticia es que usted no tiene que determinar o decidir su identidad porque Dios ya decidió revelarla. En su bondad, Dios decide hablarnos. Eso significa que no tenemos que especular en la filosofía o en la religión. Necesitamos la revelación de Dios. Necesitamos que Dios nos diga quién es, y necesitamos que Dios nos diga quiénes somos. Necesitamos saber ambas cosas: quién es Dios, y quiénes somos, y la Biblia nos da ambas cosas.

Aquí nos dice quién es Dios y nos dice quiénes somos. Y lo primero es que somos receptores de revelación y que Dios nos habla primeramente y ante todo y con más autoridad por medio de las Escrituras. Por eso les pido este año que se mantengan en la Palabra de Dios, que tengan la Palabra de Dios en ustedes porque fueron creados como receptores de revelación y Dios quiere hablarles por medio de su Palabra, y quiere escucharlos por medio de la oración.

2. Humildemente honrado

Por tanto, ¿quién es usted? Primero, usted es un receptor de revelación. Segundo, usted ha sido humildemente honrado. Quiero que vean aquí que está Dios y después está la creación baja: Habla de los ganados, las aves del cielo, los peces del mar. Y entre la creación baja y Dios está la humanidad: hombres y mujeres. Estamos debajo de Dios pero encima de los animales.

Y siempre que tratamos de establecer nuestra identidad y no la entendemos bíblicamente, resulta en tragedia. Sucede una de dos cosas: Nos volvemos personas que piensan demasiado en sí mismas y creemos que somos como dioses, que somos cuasi divinos, o que tenemos una chispa de lo divino en nosotros, lo cual es panteísmo o panenteísmo; que pertenecemos a algo divino, o a la consciencia cósmica; que de alguna manera somos igual a Dios, o que estamos a la par con Dios, o que somos parte de Dios, o Dios. Y si no, que seremos reencarnados para pagar nuestro karma y ascenderemos hacia la divinidad.

En cambio, algunos dicen que no somos nada más que animales altamente evolucionados. Somos solo animales suertudos con pulgares, eso es todo; que en realidad no estamos encima de la creación baja, que solo somos los más suertudos de la creación baja; que realmente solo somos animales altamente evolucionados. Ese es un concepto demasiado bajo de nosotros. En cambio, algunos tienen un concepto demasiado alto de nosotros.

La humildad, cuya raíz significa literalmente conocer nuestro lugar, es saber que nuestro lugar está debajo de Dios, y por encima de la creación baja. Usted no es un animal, ejerce dominio sobre ellos como portador de la imagen de Dios. Pero tampoco es Dios, usted es un ser creado y está aquí por su designio divino.

3. Hecho para reflejar

Primero, usted es un receptor de revelación. Segundo, ha sido humildemente honrado. Necesita la ayuda de Dios, pero es más que un bajo animal. Tercero, usted fue hecho para reflejar. Cuando dice que fuimos creados a su imagen y semejanza, y esas dos palabras son básicamente sinónimas, piense en las imágenes en su vida. Cada mañana la mayoría nos levantamos y nos miramos en el espejo, y ese espejo nos refleja nuestra imagen, nuestra semejanza, quiénes somos, y nos muestra, nos revela quiénes somos.

Y Dios dice que aunque Él es Espíritu quiere que sus atributos sean visibles en la Tierra. Quiere que la creación conozca algo de Él, por eso nos hizo para que fuéramos como sus espejos. Fuimos hachos para reflejar. Dios es amoroso, y cuando amamos reflejamos su amor a otros. Dios es veraz. Cuando decimos la verdad, reflejamos su verdad a otros. Dios perdona. Al perdonar a otros, reflejamos su gracia y su misericordia a otros. Dios es generoso, y cuando somos generosos reflejamos su generosidad a otros.

Por tanto nuestra vida debe reflejar que todo no empieza con nosotros sino con Dios. Y el objetivo no es que todo el mundo nos conozca, sino que todo el mundo lo conozca a Él. Y no somos el objeto, sino Él. Debemos reflejar como espejos, demostrar, hacer eco de algún aspecto de los atributos de Dios al mundo.

Eso significa que damos la gloria a Dios. ―Oh, qué amoroso fue usted. ―Gracias, lo amé con el amor de Dios. ―Qué generoso fue usted. ―Gracias, le di lo que Dios me dio a mí. ―Qué honesto es usted. ―Gracias, Dios es el que dice la verdad, y me da gozo servirle. Mars Hill, eso nos permite tener una humildad valerosa. Tener denuedo, ser generosos, amar, ser honestos, y tener conflicto como algo santo y necesario, y no preguntar siempre: ¿Cómo me verán si hago esto? Sino, ¿esto refleja bien o mal a Dios? ¿Ven la diferencia?

Tantas decisiones que tomamos se basan en: ¿Cómo me verán si hago esto? Esa es la pregunta equivocada. Más bien, ¿cómo pueden ver a Dios? Esa es la pregunta correcta. ¿Cómo puedo reflejar, ser espejo de la imagen de Dios en este momento? Eso es lo que llamamos adoración. Es el significado bíblico de la adoración. Significa reflejar la imagen de Dios como un espejo aunque en forma limitada, caída e imperfecta porque no somos Dios sino un espejo que refleja a Dios.

Por eso Jesús es llamado la imagen del Dios invisible. Por eso dice Jesús: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre». ¿Qué está diciendo? Él es el espejo perfecto. Él es el espejo sin pecado. Todo lo que podemos ver del carácter de Dios se hace visible en la Tierra mediante la vida, muerte, sepultura, y resurrección de Jesús. Él es la imagen del Dios invisible. Si lo hemos visto a Él, hemos visto al Padre. Eso fue lo que dijo, y de hecho, por eso murió, porque siguió declarando eso. Resucitó de la muerte para enseñarnos el amor de Dios y la justicia de Dios, y el perdón de Dios, y sigue reflejando la imagen de cómo es el Padre al mundo que Él creó.

4. Bendecido para bendecir

Usted es un receptor de revelación, ha sido humildemente honrado, fue creado para reflejar, y ha sido bendecido para bendecir. Lo que dice aquí es que Dios los bendijo. No dice que habían hecho algo hasta ese momento. Hasta ese momento Adán y Eva no habían hecho nada, pero Él los bendijo. No se ganaron su bendición. De hecho, no sería gracia si pudiera ganarse. Dios los bendijo.

Esto significa que Dios los amó a ambos activamente con el afecto del Padre. Muchos tenemos un concepto muy corrupto de Dios: que tenemos que hacer algo para que nos bendiga. Nuestro Dios empieza bendiciéndonos. A nuestro Dios le gusta bendecir a su pueblo. Nuestro Dios está lleno de gracia, y lleno de amor, y lleno de misericordia, y de una manera infinitamente perfecta, mucho superior a la mía, Él es un Padre que adora a sus hijos y haría cualquier cosa por ellos. Yo comparto algo de ese corazón por mis cinco hijos. Y Dios es un Padre perfecto con recursos ilimitados, y bendice con el afecto de un Padre.

Usted has sido bendecido para bendecir. Dios va a bendecir a Adán y Eva para que ellos bendigan a sus hijos y estos puedan bendecir al mundo. Mars Hill, fuimos bendecidos para bendecir. Cualquier cosa que Dios les enseñe es para que la enseñen a otros. Cualquier cosa que Dios les dé es para que la den a otros. Cualquier cosa que Dios haga por ustedes es para que aprendan a hacerlo por otros.

No somos objetos de adoración, somos el espejo del carácter y los atributos de Dios para que otros le adoren. ¿Ven eso? Algunos de ustedes dirán: «Nunca escuché nada semejante». Porque el mundo está lleno de mentiras, y por eso es que la gente está tan triste, y la vida no les funciona. Soy su pastor y los amo, y espero que confíen en mí lo suficiente para dejarme enseñarles. Dios dice que ustedes son esto.

Quiero decir dos cosas. Primero, que su identidad es recibida, no ganada. Adán y Eva no hicieron nada para obtener su identidad. Dios los hizo, Dios les habló, Dios los definió, y Dios los bendijo. ¡Dios lo hace todo! ¡Su identidad no se gana, se recibe! ¡No es algo que usted hace, es algo que Dios hace! No es algo que usted gana, es lo que Él da. Quiero que vean eso.

Los libra de la trampa del desempeño. Los libra de la trampa de la competencia. Los libra de la amargura, la envidia, y la codicia que caracteriza nuestro mundo. Le permite ser la persona que Dios creó y regocijarse con las personas que Dios creó para que juntos procuren reflejar su imagen, porque no se trata de nosotros, se trata solo de Él.

Segundo, usted no vale más que ninguna otra persona y no vale menos que ninguna otra persona. Toda persona porta por igual la imagen y semejanza de Dios. Varones y varonas, jóvenes y viejos, blancos y negros, ricos y pobres, del primer mundo y del tercer mundo, nacidos y nonatos, saludables y enfermos. Por eso como cristianos somos los únicos que tenemos una visión del mundo constante que cree en la dignidad e igualdad de todas las personas.

Algunos son más ricos, otros son más inteligentes, algunos son más fuertes, otros son más competentes y capaces, pero todos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, todos tenemos dignidad, valía y valor. Una de las grandes mentiras dice que algunas personas valen más que otras. Permítame decirle que su valor neto no tiene nada que ver con su valor personal. Su valor neto no tiene nada que ver con su valor personal.

Un niño nonato, una persona pobre, alguien que viven en el tercer mundo, los enfermos, los que no pueden defenderse, son de todas maneras iguales en valor a cualquier otra persona en la Tierra, porque ellos también son portadores de la imagen y semejanza de Dios. Por eso no matamos a nos nonatos. Por eso no matamos a los ancianos. Por eso no creemos en la supervivencia de los más aptos y en la evolución darwiniana de que los fuertes sobreviven o los débiles valen menos. Por eso no creemos en el racismo, o en el clasismo, ni en el sexismo, porque todos por igual somos portadores de la imagen y semejanza de Dios. Esto repercute profundamente, no solo en nuestro concepto de Dios, sino de nosotros y de otros.

¿Quién dice Satanás que es usted?

La siguiente pregunta: ¿Quién dice Satanás que es usted? Lo que vemos en Génesis 1 es que Dios nos dice quién es Él y quiénes somos nosotros, y en Génesis 3, Satanás nos da su concepto de Dios y de nosotros. Y necesito que sepan esto: en Mars Hill creemos que Satanás y los demonios existen. Si no lo cree, le será muy difícil, digamos imposible, explicar el mundo. Le será imposible explicar todo el mal, la injusticia, la tiranía, todas las mentiras, el abuso y todas las tinieblas si no existe un mal personal detrás de todo lo que daña a las personas.

Es algo que ayuda a explicarlo todo: la existencia de un mal personal, Satanás. No de Dios, sino de un ser creado bajo Dios que se rebeló contra Dios, un ángel. Un ángel quien según la Biblia estaba insatisfecho con su identidad. Su identidad fue creada bajo Dios para servir a Dios. Los ángeles fueron creados como mensajeros y ministros de Dios, y la Biblia dice que Satanás era un ángel cuyo corazón se ensoberbeció. No quiso estar debajo de Dios, quería estar a la par con Dios o por encima de Dios. No quería obedecer a Dios, quería hacer lo que le daba la gana.

Quiso tener una nueva identidad y se rebeló, y su obra en el mundo empieza en Génesis 3, según el registro histórico, con nuestros primeros padres Adán y Eva. Satanás aparece y les habla. La Biblia dice repetidas veces que es un mentiroso, un engañador, y un asesino. Habla con uno, nunca dice la verdad, y todo lo que dice lo arruinará. La pregunta es: ¿Le creerá?

El poder de una mentira está en que no necesita ser verdad para destruir a alguien. Si le dijera ahora mismo que usted tiene cáncer, morirá el martes a las 3 en punto. Eso no es verdad, pero si lo cree, cambiará su vida entera. Una mentira funciona porque deriva su poder de la credibilidad que usted le dé o no le dé. Por eso Jesús dijo en otra parte, conoceréis la verdad, y la verdad os hará, ¿qué? Libres. Satanás es responsable por su mentira, y usted y yo somos responsables por creer en sus mentiras.

Esto fue lo que Satanás dijo a nuestros primeros padres. Génesis 3:1: «Y la serpiente». Esto también se menciona en Apocalipsis 12 y 20: la serpiente, Satanás, el dragón. La Biblia usa unas imágenes poderosas y espantosas para tengamos un concepto real, acertado y de Satanás para no subestimarlo. «Y la serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el SEÑOR Dios había hecho. Y dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho…?».

Adán y Eva estaban ahí juntos. Si han asistido a Mars Hill habrán escuchado esto antes, pero Adán y Eva estaban juntos. Adán se queda callado, pasivo, y acobardado. Comete pecado de omisión. No dirige su familia. Eva cae en pecado de comisión. Entabla una conversación que no debió entablar, y cree una mentira que no debió creer. Pablo dice repetidas veces en el Nuevo Testamento que ella fue engañada.

Pero lo primero que hizo fue poner en duda la autoridad de la Palabra de Dios. La semana entrante empezaremos el Libro de Efesios. Estaremos 15 semanas en el libro favorito de Juan Calvino, de la Biblia. Llevo 5 años anticipando predicar sobre ese libro, y en diversos grados llevo 15 años trabajando con ese libro. Y quiero que lo crean, quiero que empiecen a leerlo y a estudiarlo y que hablen de él en sus grupos comunitarios. Pero sepan esto: Satanás siempre pone en duda la claridad y autoridad de la Palabra de Dios.

Yo puedo enseñarles, pero ustedes necesitan creer. Yo puedo estudiar, pero necesito que ustedes estudien también. De la misma manera que Satanás vino a nuestros primeros padres, vendrá a ustedes. Y cualquier destrucción que haya determinado para sus vidas empezará cuando trate de debilitar su confianza en la veracidad y utilidad de la Palabra de Dios.

A veces esto puede ser sumamente teológico, donde nos planteamos toda clase de razones. A veces leemos libros donde el autor está equivocado y eso debilita nuestra confianza en las Escrituras. A veces es por temor al hombre, y tenemos en tan alta estima a otros que critican las Escrituras, los profesores que hemos tenido, o la familia que nos presiona, y de repente cambiamos la Palabra de Dios, disminuimos la Palabra de Dios, negamos la Palabra de Dios, descuidamos la Palabra de Dios.

Les dice esto en Génesis 3.5: «Pues Dios sabe que el día que de él comáis, serán abiertos vuestros ojos y seréis como» ¿quién? Como Dios. Esa es una declaración de identidad. «Conociendo el bien y el mal». Está diciendo esto: Satanás llega y les dice: «Adán y Eva, sé cómo ustedes pueden llegar a ser como Dios». ¿Ven la tentación del orgullo? ¿Qué acababa de decir Dios en Génesis 1? Hagamos al hombre a nuestra imagen ¿y cuál es la otra palabra? Semejanza. Satanás llega y dice: «Así pueden llegar a ser como Dios». Dios dice: «Ya los hice como yo».

He leído Génesis 3 por mucho tiempo. No soy bueno para las matemáticas. Fui salvo a los 19 años y lo he leído desde entonces. He estudiado Génesis 3 muchas veces, y eso se me escapó hasta hace poco.

Dios les da su identidad: «Ustedes son portadores de mi imagen y semejanza». Satanás debilita su confianza en la Palabra de Dios y les miente, tentando su orgullo, diciendo: «Hay una manera en que ustedes pueden llegar a ser como Dios». Repito nuestra identidad es recibida, no ganada. Es algo que Dios nos da, no es algo que hacemos. La esencia de esa mentira nos condujo al pecado original, el cual ha infectado y afectado a todos y a todas las cosas desde entonces, y estaba arraigado en el tema de la identidad.

Adán debió abrir su boca y decir: «Dios nos hizo a su semejanza». Nuestra identidad la recibimos de Dios, no es algo que logramos. Ya somos bendecidos, y ahora debemos confiar. ¿Pueden verlo? Es maravilloso, ¿cierto? Satanás les va a mentir, y lo hará diciendo que de alguna manera, en cierto modo, ustedes pueden lograr su propia identidad, no recibirla de parte de Dios.

De lo que estamos hablando aquí es de nombrar. Nombrar tiene una historia muy poderosa en las Escrituras. Dios nombra a las personas, y ese nombre establece la trayectoria de sus vidas. Por eso fue que cuando Jesús vino al mundo y fue bautizado, la segunda Persona de la Trinidad estaba saliendo del agua. El Espíritu Santo descendió sobre Él en forma de paloma, y después el Padre habló desde el Cielo, ¿y qué dijo? Este es mi Hijo. Esa es una declaración de identidad para que todo el mundo la escuche.

Cuando Jesús dice cosas como: «Yo soy la vid. Yo soy el buen pastor», todas son declaraciones de identidad. «Yo soy», y Jesús sabe quién es. Una de las formas en que Jesús resistió la tentación, superó la frustración y soportó el sufrimiento, fue al seguir reafirmando que entendía su propia identidad, quién era. Volverse cristiano no significa que vivimos exentos de dolor y sufrimiento, sino que nuestra identidad es en Cristo, es a prueba de dolor y sufrimiento.

Satanás todavía nombra a las personas también. Por eso dice la Biblia que él es un mentiroso. Eso fue lo que Jesús dijo de él en Juan 8, creo que es. Por eso en Apocalipsis 12:10 se llama el acusador de los hijos de Dios. Es un engañador. La Biblia dice en otra parte que tratará de nombrarnos y quiere que ese nombre se vuelva una eternidad para nosotros.

Esto lo aprendí dolorosamente cuando empezaba en el ministerio. Al iniciar la iglesia teníamos muchos cristianos nuevos, sobre todo de 20 y pico años y con unos derroteros horrendos, muchas adicciones y abuso. Yo nunca había sido miembro de una iglesia, ni anciano en una iglesia, y no había recibido una educación teológica formal. Tenía un trabajo alterno. No cuidaba a las personas como debía cuidarlas. Hay quienes dicen hoy: «¿No es más difícil en una iglesia grande?». No, ahora cuidamos mejor a las personas que nunca porque tenemos especialistas y los recursos para entrenar un ejército de personas para amar y cuidar a las personas. Pero en ese entonces hice lo mejor que pude.

Nunca olvidaré que… yo hacía toda la consejería y cosas así en los primeros años, y una mujer joven que había sido abusada de niña y se escapó de la casa siendo adolescente me hizo la consulta, y había tenido una vida muy difícil y permitió que los hombres le hicieran lo peor de lo peor. Nos reunimos con ella yo y una señora, líder de nuestra iglesia, y estábamos hablando con ella tratando de ayudarle y servirle. La miré y le dije: ¿Por qué? ¿Por qué haces esas cosas y permites que esas personas hagan lo que te hacen? Ella dijo: «Soy una chica sucia, por eso hago cosas sucias». Aún puedo escucharla. Oro por ella casi todos los días. Llevo casi 15 años orando por ella y todavía no camina con Jesús. Fue una mentira demoníaca que le contó su abuelo, el primero que la abusó. Solía decirle: «Eres una chica sucia, por eso te hago hacer cosas sucias», y por el resto de su vida su identidad fue: «Soy una chica sucia. Hago cosas sucias». No, no. Dios te hizo y Jesús te ama y no hay ninguna condenación en Cristo, pero hay una nueva identidad que conduce a un nuevo destino.

Les digo estas cosas porque los quiero mucho y sé que en mi propia vida, en mi familia y en nuestra familia de la iglesia, las personas que más daño se hacen a menudo se arraiga en un falso entendimiento de su identidad, porque en algún momento el enemigo vino y les susurró que eran alguien que no son. Como resultado, aceptaron esa mentira de su identidad y viven a la luz de ella para su propia destrucción.

La identidad idólatra

A eso se refiere la Biblia cuando habla de la idolatría. Al pensar en la idolatría, por lo general pensamos en santuarios y lugares paganos donde otras religiones van a adorar a su dios falso. Antes de que la idolatría exista allá afuera, existe aquí adentro. Ezequiel 14 dice: «Han erigido sus ídolos en su corazón». El problema no está allá afuera, el problema está aquí adentro.

La idolatría es cuando tomamos algo bueno, convertimos ese algo en un dios, y eso está mal. La idolatría es cuando tomamos una cosa creada y la ponemos en el lugar del Creador. La idolatría es vivir por algo o por alguien que no sea Jesús. La idolatría ocurre cuando nuestra identidad, nuestra esperanza y gozo, lo que queremos ser y lo que queremos que otros perciban que somos es algo que nosotros logramos o que otros logran, no algo que recibimos de Él.

Las personas se categorizan de tantas maneras. La Biblia en realidad nos pone en dos categorías: adoradores e idólatras. Todos adoramos siempre, la única diferencia es a quién o a qué adoramos. ¿A qué le entregan sus vidas? ¿A qué dan su dinero? ¿A qué dan sus emociones? ¿A qué se consagran? ¿Cómo se definen?

En Romanos 1:25 dice… y notarán que hace eco con mucho de lo que acabamos de leer en Génesis 1 y 3, y esta es una pequeña perspectiva de comentarista sobre los primeros capítulos de la Biblia y el efecto que tuvo en lo que aconteció mediante la idolatría de la identidad. Romanos 1.25: «Porque cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, Creador, que es bendito por los siglos. Amén».

Este es un tema común y un denominador común en la enseñanza de la Iglesia Mars Hill. Funciona por medio de nuestra serie de sermones, y en nuestros grupos comunitarios, y es muy prevalente en nuestros grupos de redención. Pero déjenme explicarles otra vez, porque muchos de ustedes son nuevos, y los que no somos nuevos tendemos a olvidar.

Debemos adorar al Creador y disfrutar y administrar las cosas creadas. Debemos recibir nuestra identidad de Dios, no lograrla por algo que hacemos o por lo que otros han hecho o nos han hecho. Esto permite que todo esté en su debido lugar. Ahora podemos amar a las personas sin exigirles que sean Dios para nosotros. Podemos disfrutar las cosas sin fingir que son un Cielo terrenal para nosotros.

La idolatría es lo que sucede cuando hay una inversión. Aquí usa el lenguaje de un intercambio. De repente, todavía somos apasionados, todavía somos devotos, seguimos comprometidos, todavía nos importa, seguimos dando de nosotros mismos, nuestro tiempo y tesoro, pero el centro de nuestra vida, la fuete de nuestro gozo, la esperanza de nuestro futuro, el establecimiento de nuestra identidad deja de ser el Creador, el Señor Jesucristo, y se vuelve la creación. Las cosas que Dios hizo, como e el medioambiente, o las mascotas, o la salud, o nuestra belleza, o cosas que hemos adquirido como nuestra casa o un carro, o un promedio académico, o un currículum vitae. Y vivimos por…nos dedicamos a… damos nuestras vidas como sacrificio a alguien o a algo creado en vez del Creador.

Voy a empezar a desglosar y a organizar eso para ustedes, las diferentes categorías de ídolos. De antemano les digo que se van poner a la defensiva, se sentirán frustrados y querrán pelear conmigo al menos emocional o intelectualmente. Permítanme decirles por qué: porque las personas defienden violentamente sus ídolos. Si leen el Nuevo Testamento, digamos el libro de Hechos, Pablo entra a una ciudad, encuentra el ídolo, predica en su contra, hay un disturbio, tratan de matarlo, tiene que irse, y después alguien planta lo que vendría siendo una iglesia complicada quizás con las pocas personas que sí creían y ahora van a ser odiadas y enfrentarán oposición.

Las personas defienden violentamente sus ídolos. ¿Qué los enoja? ¿Qué los pone a la defensiva? Quizás empecemos a quitarle espacio a su ídolo, lo cual significa que nuestras discusiones en los grupos comunitarios podrían complicarse un poco. Quizás tenga que poner un cuadrilátero en la sala de su apartamento para las discusiones del grupo comunitario que vienen. Encontrará el ídolo de ellos y ellos encontrarán su ídolo, usted encontrará el ídolo de ellos, y las personas defienden su ídolo. «Un momento, tengo una razón. Permítanme explicar. Es que usted no entiende. No hable de eso. ¿Y usted qué? Permítame cambiar de tema». ¿Cierto? Algunos de ustedes llaman esto familia. Pero los amo. Los ídolos hacen promesas que nunca cumplen. Las mentiras nunca traen vida, solo traen muerte. Y aunque su identidad idólatra esté funcionando a su modo de ver, no funciona para siempre. Necesita una identidad eterna, porque usted lo es.

Los objetos

La primera categoría son los objetos. Eso significa que el consumismo ahora es una religión y los almacenes ahora son templos paganos. Ahora mismo hay personas que caminan en los centros comerciales tratando de averiguar cuál es su identidad. ¿Qué voy a vestir? ¿Qué clase de sofá tendré en mi casa? ¿Cómo me hará quedar como persona? Están comprando una nueva identidad, tratando de presentarse, y eso es lo que hace el consumismo.

Aquí es donde algunos sociólogos hablan del consumo ostentoso, o sea que uno compra algo no por necesidad, sino porque establece una identidad para usted como persona, como un carro. ¿Tomaré el bus para salvar el medioambiente? ¿Manejaré una camioneta porque soy hombre? ¿Manejaré un todoterreno porque soy un hombre con familia? ¿Manejaré una miniván porque antes era un hombre hasta que tuve familia? ¿Qué voy a a manejar? Porque su carro no es solo un medio de transporte, forja una identidad. Algunos de ustedes dirán: «No me importa. No me importa». Entonces usted es su propio ídolo. Lo único que le importa es lo que piensa de sí mismo. Bien dicho, a la orden. Estamos enfrascados en lo mismo.

Y la ropa, caray, la ropa ocupa gran parte de esto. «¿Qué me voy a poner?». ¿Cierto, damas? «¿Me pondré una falda? ¿Me pondré un vestido? ¿Me pondré pantalones? ¿Me visto informal, formal, semiforme? ¿Dónde pongo el escote? ¿Dónde pongo el dobladillo? ¿Hasta el escote? Mi cabello, mi maquillaje, mi belleza, la belleza de mi cónyuge, la belleza de mis hijos. Cuando la gente viene a mi casa y se lavan las manos y las secan con la toalla, ¿sabrán el número de fibras de algodón de la toalla? ¿Esto es egipcio, o qué? ¿Qué dirán de mí como ser humano? Y ni hablar de donde vivo y del barrio y del código postal. ¿Soy propietario? ¿Soy inquilino? ¿Es un condominio o una casa pareada? ¿Es una casa?».

También hablan del consumo competitivo. Su vecino consiguió algo y ahora usted necesita uno. ¿Por qué? Porque es competitivo. Ahora vemos programas de televisión con las personas más ricas del mundo y pensamos que necesitamos tener lo que ellos tienen y hacer lo que ellos hacen, y después nos endeudamos y tenemos una crisis, y de repente nuestra identidad idólatra nos mete en la pobreza, porque gastamos dinero que no tenemos para comprar cosas que no necesitamos para impresionar a personas que no conocemos.

Los deberes

Los deberes. «Soy estudiante. Soy el primogénito, el responsable. Soy el chistoso. Cada vez que se vuelven difíciles las cosas, cuento un chiste. Ese es mi trabajo. Soy abogado. Soy abogado. Soy contador. Soy camionero. Trabajo en la construcción Soy madre. Soy padre. Soy diácono. Soy un anciano de la iglesia. Soy líder de grupo comunitario». Los deberes.

Repito, los ídolos pueden ser cosas buenas que ocupan el lugar de Dios, lo cual está mal. Incluso puede que no esté haciendo nada malo. Está haciendo lo correcto con el corazón equivocado. No es para mostrarle Dios al mundo, sino para mostrarle al mundo lo glorioso que es usted. ¿Cuáles son sus deberes? ¿Cuáles son sus responsabilidades? ¿Cómo las está manejando?

Lo que sucede es que si su identidad está basada en su deber, usted trata de encontrar su vocación. «¿Qué me gusta hacer? ¿Soy artístico? ¿Soy musical? ¿Puedo pintar? ¿Estoy cazando, pescando, montando bicicleta? ¿Soy un cuidador? ¿Soy diseñador de interiores? ¿Soy un buen contador? ¿Soy abogado? ¿Cuál es mi vocación?». Todos buscamos nuestra vocación. «Encontré mi vocación, quiero sobresalir en mi vocación». Y si lo logra, se vuelve un poco engreído. «Vean lo bueno que soy». Y si no, se deprime. «No soy tan bueno que digamos». Nunca conduce al gozo en cualquier identidad determinada.

Esta es la verdad. Escuchen esto. Lo que usted es determina lo que usted hace. Lo que usted es determina lo que usted hace. No lo que el mundo piensa: «Lo que haces determina quién eres». Lo que usted hace no determina quién es. Porque mire, el movimiento de autoayuda dice esto: «Haga estas cosas para cambiarse usted mismo». Mentira. Venga a Jesús, nazca de nuevo, vuélvase una nueva persona, y entonces lo que usted es determinará lo que usted hace. Lo que usted hace no determina quién usted es.

Otros

Otros. Bien, ahora entraremos de lleno en entrometernos en su vida. Se los digo por adelantado. Pienso que uno de los ídolos más comunes, o quizás el ídolo más común es, otras personas. Pueden ser individuos o grupos. ¿Qué piensan? ¿Qué quieren? ¿Qué dicen? ¿Qué necesitan? Proverbios 29:25 dice: «El temor al hombre es un lazo», o un cepo. «Quiero caerles bien. Quiero que me acepten. Quiero que me castiguen, quiero que me bendigan. Quiero que nunca me dejen ni me desamparen. Quiero que me digan: ‘Bien, siervo bueno y fiel’. Quiero que me digan: ‘Puedes pertenecer a nuestra comunidad. Siempre estás bienvenido aquí. Eres uno de nosotros’».

¿Las palabras de quién son demasiado poderosas? Si lo alaban, vale la pena seguir viviendo. Si lo critican, le dan ganas de morirse. Debemos respetar a la gente, pero no adorar a la gente. Esta adoración de otros a veces es nuestra tribu, nuestra nación, nuestro estado. «Todo es más grande en Tejas». Su ciudad. Estamos en Seattle, fumamos marihuana, hacemos los que queremos. En Portland dicen: «No estamos impresionados. Nosotros ya hacíamos eso antes de volvernos más liberales que ustedes». ¿Cierto? ¿Cuál es su raza? «Oh, somos italianos. Somos hispanos. Somos irlandeses. Somos asiáticos. Eso es lo que somos». Su género, su nivel de ingresos, su orientación sexual, su pasatiempo, su equipo deportivo, su equipo de futbol americano universitario o profesional favorito, su partido político.

Lo que pasa es que si usted idolatra, demoniza. Considero que Jonathan Edwards históricamente fue el mejor teólogo estadounidense. Él dijo: «Si idolatramos, demonizamos». ¿Saben por qué? Porque si los adoramos, entonces tenemos que odiarlos. Por tanto, no se trata solo de no estar de acuerdo con ese partido político, los demonizamos. Son escasamente humanos. Mi equipo deportivo es como Jesús, y el otro equipo deportivo es como Satanás. ¿De acuerdo? ¿Hay algún aficionado al fútbol americano universitario? No me lo estoy inventando. Lo único que no incluí fueron los nachos. Es lo único que no incluí.

Está bien que discrepemos, pero no tenemos que demonizar a la gente. Si usted idolatra su grupo, demoniza el otro grupo. Eso es lo que conduce a todo el conflicto y la hostilidad. No se trata solo de que esto está bien y esto está mal, y que discrepemos, tenemos que resolverlo. Es que usted es diferente que yo, y yo soy maravilloso y usted es horrible, o somos maravillosos y usted es horrible.

En la edad de los medios sociales, esto es más intenso que nunca. Los medios sociales son para crear una identidad. ¿Cómo se presentará al mundo? ¿Alguno de ustedes ya abrió su primera cuenta en los medios sociales? «¿Qué fotos mostraré?». Qué decisión tan grande. «¿Solo yo? ¿Yo y mi mascota? Eso dice algo. ¿Yo y mis pasatiempos? ¿Yo frente a mi carro? ¿Yo con gente famosa? ¿Yo con gente rica? ¿Yo en lugares hermosos? ¿O solo fotos de otras personas y cosas? No quiero salir en la foto. ¿Soltero, casado, complicado? Oh, es que tengo que…está bien. ¿Pasatiempos? Diría que el excursionismo porque es activo y se practica afuera. No me gustan las excursiones, pero si digo excursionismo los demás pensarán que soy dado a las excursiones, y que soy consciente de mi salud y que me encantan las excursiones. ¡Excursionista! ¿Qué más? ‘Me encantan los niños’. A mí no, pero quiero conocer mujeres, por eso voy a decir que sí».

Bien, y de repente empezamos a crear a alguien que quisiéramos ser o que quisiéramos que otros pensaran que somos. Vivimos en un mundo donde siempre creamos una identidad y alguien siempre critica una identidad, y ese es el mundo en que vivimos.

Y entonces otros tienen más poder que nunca en la historia del mundo porque la comunicación ahora es instantánea, constante, global, permanente. «Cuando dicen algo, queda expuesto para siempre. Y todos lo ven, y todos van a comentar, ¿y qué significa esto para mí? Y peor aún, ¿qué tal si me doy a conocer completamente y nadie se hace mi amigo, nadie me sigue, a nadie le importa? Miré mi actualización de estado, pero soy la única persona».

Los anhelos

Anhelos. Esta esperanza no es bíblica, es un optimismo ingenuo. «Hoy está mal, pero mañana estará genial. Hoy estoy enfermo, mañana estaré saludable. Hoy estoy sin empleo, mañana conseguiré trabajo. Hoy soy soltero, pero mañana conoceré a alguien. ¡Hoy mi vida es un desastre, pero mañana es un nuevo día porque cuando Dios cierra una ventana, abre una puerta! No está en la Biblia, pero lo digo confiadamente porque no sé de qué estoy hablando y estoy nervioso».

O quizás usted sea muy religioso y espiritual. Usted dice: «Oh, tengo versículos, tengo versículos. Escogí algunos. No significan eso pero yo los uso así. ‘¡Somos más que vencedores en Cristo!’. Bien, por fin suena espiritual. ‘Él nunca te desamparará ni te dejará. Nunca permite a los justos padecer hambre’. ¡Solo empiecen a citar versos, a declarar las promesas de Dios! ¡Tengan fe! ¡Dios quiere que sean ricos, saludables, y exitosos! Encuentren un maestro de autoayuda y un profeta falso y permitan que les den un dios que les dé su ídolo». Tengan cuidado. Su identidad necesita funcionar hoy y no ser algo que usted espera que funcione mañana. Necesita ser algo que usted posee hoy, no algo que tal vez consiga mañana.

Pasa esto: o aquella identidad idólatra nunca llega, o llega y solamente causa desilusión. «Me mejoré, todavía estoy triste. Me casé, no estoy del todo satisfecho. Tenemos hijos, me están volviendo loco». Los solteros no se rieron, y los casados saben a qué me refiero. «Siempre quise ese trabajo, conseguí el trabajo, no me gusta ese trabajo. O, sí me gusta ese trabajo, pero no es bueno como religión. y como dios, es horrible. Esa oficina en realidad no es una iglesia. Es un buen lugar para hacer ciertas cosas, pero no es un lugar que reconcilie definitivamente mi relación rota con el Creador del universo. No es el lugar donde averiguo quién es Dios y quién soy yo».

Para algunos de ustedes, es el porvenir. Cuando me gradúe, cuando consiga ese puesto, cuando me case, cuando tenga hijos, cuando salde mis deudas, cuando haga la renovación de la casa, cuando paguemos todas nuestras deudas, cuando vayamos de vacaciones. Ya viene, ya casi estamos ahí». Eclesiastés dice que eso es correr tras el viento. Es buscar una aguja en un pajar, pero no hay aguja.

Los sufrimientos

Esta es la más difícil, quizás. Los sufrimientos. Sufrimos emocionalmente. Sufrimos en nuestras relaciones. Sufrimos espiritualmente. Sufrimos económicamente. Sufrimos físicamente. Y cuando sufrimos, es por los pecados que cometemos o por los que cometen contra nosotros y nuestro peor día puede ser el día que nos define. Permítanme decirles: ustedes no son su mejor día; no son su peor día. Su identidad, su justicia es en Cristo, no en usted.

Es duro cuando la gente sufre porque pueden asumir su sufrimiento como identidad. «Tengo cáncer. Estoy divorciado. Mi esposa me engañó con otro. Mis hijos me traicionaron. Mi socio me robó. Y estoy sufriendo, y estoy dolido». Y la empatía, el amor, el afecto, la compasión que sentimos por otros, que siento por usted, quiere decir: «Lo siento mucho. La Biblia dice que eso es pecado. Es tan malo que Jesús tuvo que morir por eso. Es la única manera que eso puede perdonarse o habrá consecuencias eternas para quienes no se lo entregan a Él».

Quiero tener cuidado porque sé que a veces sueno como un deportista duro, saben, o como un profeta que habla a pleno pulmón solo quiere lanzar fuego por la boca y no dar la impresión de ser amoroso, compasivo, como un padre, un pastor, un hermano. Por eso quiero decir esto con cuidado para que quizás yo les sirva y quizás ustedes puedan servir a otros. Pero si en realidad amamos a alguien, no podemos permitir que su sufrimiento se vuelva la fuente de su identidad. Puede que tenga cáncer, pero usted no es el cáncer. Puede que esté divorciado, pero su identidad no es el divorcio, fue hecha a imagen y semejanza de Dios, y es esta: que Dios lo creó y Jesús lo salvó.

Entrevistamos muchas personas para el libro, y una chica que llamamos Tina tuvo cáncer cerebral. Fue horrible. Era una mujer joven y saludable con cáncer cerebral. La cirugía y el trauma afectó sus destrezas motrices, su habla, y toda su vida. Lo afectó todo. Y el que otros no la hayan amado ni apoyado, y que no hayan venido a estar con ella es horrible. Y ella dice algo maravilloso que tuve el gran honor de compartir. Sentí que fue uno de esos dones asombrosos que el Espíritu Santo me dio por medio de una hermana. Estaba hablando de su sufrimiento y de su cáncer, y de lo dura que era su vida, y me dijo, estoy parafraseando, «Puede que estas cosas expliquen cosas de mí, pero no me definen». Eso es sabiduría.

Quiero que escuchen eso. Puede que su sufrimiento explique algo de usted. Que sus ingresos expliquen algo de usted. Que su salud, su belleza, la etapa de su vida, su estado civil, su CI, su currículum, su promedio académico, su valor neto, el carro que maneja, la ropa que viste… Puede que esas cosas expliquen algo de usted, pero no lo definen. No lo definen.

Y les digo esto para rectificar. Tenemos grupos de redención, los cuales adoro y aprecio porque tratan de ayudar a los que luchan con el pecado y el sufrimiento, y es un poco diferente al movimiento de la recuperación. No quiero criticar demasiado porque el movimiento de la recuperación trata de ayudar a las personas, y como pastor eso me parece muy bien, pero cuando se trata de: Me llamo fulano, soy alcohólico, ¿esa es su identidad? Hola, me llamo fulano, soy drogadicto. ¿Esa es su identidad? Hola, me llamo fulano, soy adicto a las apuestas. ¿Esa es su identidad? Y en 30 años, si no se ha tomado un solo trago, ¿seguirá presentándose así?

Porque miren, no creemos en la recuperación, creemos en la redención. Creemos que en Cristo nos volvemos nuevas personas. Recibimos una nueva identidad y un nuevo poder, y una mente nueva y una vida nueva, y tenemos un nuevo destino para dejar un nuevo legado. No estamos tratando de recuperar su vida ante Cristo, estamos tratando de redimir su vida en Cristo. Usted no es su peor día. Usted no es la peor cosa que ha hecho. Usted no es la peor cosa que otros le han hecho. Usted es lo que Jesús hizo por usted: vivió sin pecado, murió por el pecado y el sufrimiento, resucitando conquistó la muerte, y vendrá otra vez para acabar con el sufrimiento.

Cómo entender su crisis de identidad

Quiero compartir un patrón que he presenciado en el ministerio pastoral. Los amo con afecto paterno y si soy su pastor quiero que me escuchen. Si no soy su pastor, déjenme ser su pastor por 5 minutos porque los amo y quiero ayudar. Veo este patrón y quiero compartirlo con ustedes. Lo veo en mi propia vida; lo he visto en las vidas de otros.

Cómo entender su crisis de identidad. La mayoría ni siquiera sabemos que tenemos una identidad idólatra hasta que entramos en crisis. Primero, vivimos con temor de que nos falle nuestra identidad idólatra o que nos la quiten. «Si pudiera encontrar marido, si pudiera encontrar esposa, si pudiéramos tener un hijo, si pudiera terminar mis estudios, si pudiera conseguir trabajo, si pudiera conseguir un trabajo con beneficios, si pudiéramos comprar casa, si pudiéramos pagar nuestras deudas, entonces lograremos tener ¡un Cielo terrenal! ¡Estaremos casi en el Cielo! ¡Ya viene, ahí está! Ahí está nuestra bendición, ahí está nuestro Dios». Ahí está, ¿pero sabe qué? Es incierto, es tenue, podría fallar, puede que no suceda, puede que no venga. Y si viene, ¡puede que se lo quiten! Provoca estrés y ansiedad.

Segundo, su identidad idólatra de desmorona bajo el peso de tomar el lugar de Dios en su vida. «¡Lo único que quería era que mi cónyuge nunca me dejara ni me desamparara!». Ese trabajo le corresponde a Jesús. «Solo quería que mis hijos fueran pequeños trofeos que se parecen a mí, tienen mi apellido, y reflejan mi gloria en la Tierra». Eso es idolatría. «Solo quería que mi trabajo me diera un ingreso y seguridad para obtener todo lo que creo que necesito, o al menos quizás un poquito más de lo que realmente quiero. ¿Estoy pidiendo demasiado?» Las cosas buenas en el lugar de Dios sin duda están destinadas al fracaso. Su cónyuge, sus hijos, su trabajo, su belleza, su salud, sus amigos, su iglesia, todo empieza a derrumbarse bajo el peso de: «¿Puedes ser Dios para mí?». No.

Tercero, cuando su identidad idólatra empieza a derrumbarse, usted entra en pánico. «Nuestro matrimonio no va bien. Estamos envejeciendo. No soy tan hermosa como antes. Aumenté 5 libras. Aumenté 10 libras. Nuestros hijos se van de la casa. Nuestra compañía está haciendo recortes. Cambiaron las categorías tributarias. Todo estaba en orden y ahora se está desmoronando.

Cuarto, cuando su identidad idólatra fracasa—y no es si va a fracasar, sino cuándo. No es si va a fracasar, sino cuándo. Algunos de ustedes dirán: «Pastor Mark, está funcionando». Espere. Querrá culpar a alguien.

Tendrá un desprecio egoísta: «Soy un fracaso. «Soy un fracasado. Pude haber evitado perder ese trabajo Pude haber evitado perder esa relación. Mis amigos no quieren estar conmigo porque no valgo nada. Queríamos tener un hijo, pero somos estériles y no tenemos los medios para adoptar. Dios me debe estar castigando. ¿Qué habré hecho? Me lo merezco. Soy una persona terrible. Soy un fracasado».

Para algunos de ustedes es un desprecio centrado en otros. «Me fallaste. Me engañaste. Me robaste. Me abandonaste. Me traicionaste. Me heriste. Me mentiste. Arruinaste mi vida. Eres una persona despreciable. Mira lo que hiciste. Mira cómo destrozaste mi vida. Llevaba una vida excelente y tú la arruinaste». Algunos de ustedes dirán: «Yo nunca dije eso». Dios conoce sus pensamientos. Todos lo hemos dicho.

Si no es el desprecio egocéntrico, o el desprecio centrado en otros, es el desprecio centrado en Dios. «¡Dijiste que me amabas! ¡Dijiste que lo arreglarías! ¡Dijiste que cambiarías las cosas! ¡Dijiste que no sería así! ¡Leo las Escrituras! ¡Sé lo que dices! ¡No haces lo que dices que haces! Dios, quiero mi ídolo. Sé un buen Dios y dame mi ídolo».

¿Se ha sentido así? ¿Se siente así ahora? Amigo, usted tiene dos alternativas: Venga a Jesucristo para que le dé una identidad nueva y eterna. Diga: «Jesús, mi vida está construida sobre la idolatría. Lo que tú eres y lo que yo soy no es verdad. No está funcionando, no va a funcionar. No es demasiado tarde. Puedo arrepentirme. Puedo invitarte a perdonar mi pecado porque aquí hay pecado. Puedo invitarte a hacerme nuevo, a darme una nueva identidad: que Dios me hizo y Jesús me salvó. Mi identidad está segura. Ahora, Jesús, juntos podemos atravesar cualquier cosa que yo tenga que atravesar porque te tengo a ti y mi identidad es en ti, mi consuelo es en ti, mi esperanza es en ti, mi seguridad es en ti, mi valentía es en ti, mi perseverancia es en ti». Eso es lo que quiero para ustedes. La vida que vivió Jesús se basaba completamente en su identidad, sin idolatría, y murió por nosotros, y resucitó y vive con nosotros.

Su segunda alternativa, no es lo que quiero para ustedes, es que vayan a escoger tristemente una nueva identidad idólatra. «Estuve casado, pero ahora seré un soltero estupendo. Iba a tener hijos, pero ahora encontraré como estar bien sin hijos. Estaba saludable, pero me conformo con estar enfermo, ahora estoy enfermo. Eso es lo que soy».

Iba a leerles todas. Pueden hacerlo ustedes mismos. Es enero, el mes para contar mentiras. Toda revista en su portada tiene una mentira más. Usted puede ser viejo y hermoso. Puede ser joven y saludable. Puede ser una adolecente que adoran los muchachos. Puede hacer que su gato le obedezca. Su perro puede ser su mejor amigo. Puede lucir maravillosa para que los chicos la lleven al baile de graduación. Puede reusar su vestuario sin gastar dinero y lucir gloriosa, y atraer a los hombres. Sus hijos pueden obedecerle. Obama puede hacerlo rico. Es lo que dice. Puede comprar una nueva moto y disfrutar sus juguetes. Y mientras lo hace, puede encontrar juguetes que usted disfruta y tener una réplica exacta para sus hijos, para que juntos cometan la misma idolatría. Cada enero: Año Nuevo, vida nueva. Vida vieja, mentira vieja. Solo en Cristo tendrá vida nueva.

Jesús y su pueblo

Qué tal si termino con esto: mi suegro murió ayer. Después de la Navidad, Abuelito Gib, quien había sido pastor unos 40 años, el papá de mi esposa, fue de vacaciones con su esposa y con las hermanas de Grace a Leavenworth, en las montañas. Se enfermó y fue trasladado rápidamente a una cirugía de emergencia. Grace estaba allá visitándolo hace unos días, y yo iba a llevar a los niños el viernes después del colegio a ver al Abuelito Gib. No estábamos seguros si su salud mejoraría o si iría de mal en peor. Estaba en sus ochenta años y con mala salud. Se encontraba a tres horas de su casa allá en Wenatchee.

Recibí el mensaje de texto a la mañana siguiente, su salud empeoró de repente. Básicamente, «Abuelito quiere despedirse de los nietos, está muriéndose». Recogí a los niños del colegio, llené el tanque del carro, delegué mis responsabilidades, junté algunas cosas y salí para el este de Washington tratando de explicarles a los niños la muerte y la visita al hospital, y que Abuelito estaría entubado, y que podría estar muriéndose y que aunque no puede hablar muy bien porque tiene un tubo insertado que afectaba sus cuerdas vocales, puede oír y está coherente.

O sea, qué locura. Sabía que estaba forzando los límites, se nos acabó la gasolina a 5 millas de llegar. La luz nunca se prendió hasta que el carro se apagó. Pensé: «Hombre, por poco… pero saben la luz no se ha prendido». El carro se apagó y después se prendió la luz. Dije: «Ojalá hubiera sido al revés». Estaba a la orilla de la carretera y hacía una temperatura de 20 grados, con el carro averiado en la autopista, cinco niños y el abuelo que se moría.

Los mensajes de texto seguían llegando. «Tienes que apurarte. Podría morirse en cualquier momento». Entonces le dije a Grace: «No vengas por mí. Quédate al lado de tu padre». Entonces hicimos dedo y un desconocido nos llevó. Al fin entramos corriendo al hospital y llegamos a tiempo para despedirnos del Abuelito Gib, orar por él, cantar, y pasar nuestro tiempo juntos como familia, y murió el sábado por la mañana y volvimos a la ciudad tarde anoche.

¿Saben lo que las personas no piden en su lecho de muerte? Un montón de cosas que usamos para establecer nuestra identidad. «Oye, trae mis trofeos. Quiero verlos una vez más. Oye, ¿puedes imprimir mi currículum? Léemelo otra vez. ¿Puedes traer mi libreta de calificaciones? Quiero ver mi promedio de calificaciones. ¿Puedes traer una báscula? Quiero pararme en ella para ver si al fin perdí ese peso. ¿Puedes estacionar mi carro al frente? Me gustaría sentarme en él mientras me muero para que cuando pase la gente puedan verme en este carro que me define como persona». Al contrario, lo que dicen es: «Jesús y las personas». Al final eso es todo lo que importa y lo único que permanecerá unido para siempre es Jesús y su pueblo. ¿Amén?

Dios Padre, pido por tu pueblo. Pido contra el enemigo, sus siervos, sus obras y sus efectos. Oro contra las mentiras que creemos, Dios, y oro contra las mentiras que algunos están creyendo ahora mismo: que es demasiado tarde, que han ido demasiado lejos, que todo saldrá bien. Dios, pido humildad, arrepentimiento y verdad de parte de tu pueblo. Señor, por ser año nuevo no significa que sea vida nueva. El hecho de adquirir nuevos hábitos, aprender nuevos trucos, y un nuevo entendimiento no significa que seamos nuevas personas. Jesús, viniste para que naciéramos de nuevo. Para que fuéramos una nueva creación, con nueva identidad, nueva vida y propósito, nueva adoración y un nuevo destino. Señor, pido por mis amigos, que todos pertenezcan al Señor Jesús. Y para quienes ya le conocen, pido que vivan su identidad en Cristo, que se den cuenta que su identidad es recibida, no ganada. Se trata de que Dios nos hizo y Jesús nos salvó. A la luz de eso podemos ser estudiantes, trabajadores, adolescentes, solteros, casados, abuelos, divorciados, fértiles, estériles, ricos y pobres, blancos, y negros, y jóvenes, y viejos en Cristo. Y no, nuestra vida no está exenta de dolor y sufrimiento. Nuestra identidad puede ser a prueba de dolor y sufrimiento para que cualquier circunstancia que enfrentemos sea para tu gloria y el bien de otros. Para que podamos adorar, y demostrar, y reflejar la bondad de Dios quien nos ama bien. Y Dios, el día más importante es el último día, pero si ciframos nuestra esperanza en cualquier otra cosa o persona que no sea Jesús, ese será el peor día. Entonces oro por mis amigos para que su esperanza y su identidad sean en Cristo y que el último día sea el mejor día. En el nombre de Jesús, amén.

Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.