Soy apreciado (Efesios 1:15–23)

Introducción

Para los que han estudiado la Biblia, ¿han notado que lo que están estudiando suele ser lo que están experimentando? Su vida y sus estudios parecen entrecruzarse. Por eso es que algunos de ustedes nunca han estudiado el sufrimiento, sabían lo que podría suceder. Pero he notado que lo que estudio suele ser lo que estoy experimentando, y Dios en su providencia toma las Escrituras y sabe lo que sigue en mi vida, y coordina ambas cosas entre sí, Y de repente la palabra de Dios es increíblemente oportuna.

Y a la luz del sermón de hoy, Yo soy apreciado, en Efesios 1:15–23, esa fue la clase de semana que tuve. Fue una semana atareada, estoy enfermo, no me siento muy bien, pero me siento muy animado. Fue una semana larga, pero muy buena, sin embargo. A principios de esta semana fui a Mars Hill Rainier Valley y me animó tanto ver persona tras persona tras persona y la obra de Jesús en sus vidas.

Y a veces cuando uno está en mi posición, predicando, enseñando, y enviando cosas, y escuchando a todos mis críticos en Internet, se nos pasa por alto o no tenemos una buena perspectiva sobre lo que realmente pasa en la vida de las personas. Y una señora en particular vino y me dijo: «Conocía Jesús hace poco en Mars Hill», y me dijo: «Jesús es el primer Hombre que nunca me ha abusado», y dijo: «Mars Hill tiene hombres buenos y me siento segura aquí, y ahora están invirtiendo en mi hijo, quien nunca tuvo padre». Y pensé, qué maravilla. Es maravilloso y tan alentador escuchar historia tras historia, tras historia, tras historia.

Y durante la semana prediqué y enseñé en otros lugares donde escuché historia tras historia de personas que decían: «Gracias por la Iglesia Mars Hill. Gracias por enseñar la Biblia. Gracias por todos los líderes de la iglesia que me han amado y servido muy pero muy bien».

Y todo culminó emocionalmente ayer. Enterramos al papá de Grace. Oficialmente llevamos a cabo su funeral, y toda la semana hubo llamadas, textos, correos electrónicos, de personas que oraban y nos alentaban mucho. Y Grace y yo y la familia fuimos al funeral en Mars Hill West Seattle. Había un ejército de voluntarios ahí. Muchas personas que conocimos por primera vez. Les preguntamos: ¿Por qué vinieron? Y respondieron: «Estamos muy agradecidos con su familia. Vinimos a amar y a servir hoy para que ustedes puedan hacer duelo y saludar a otros y no tener que preocuparse por eso». Nos sentimos tan increíblemente apreciados, bendecidos.

Rumbo a casa mis hijos dijeron: «Papá, docenas y docenas de personas vinieron a darnos las gracias por ser tus hijos y para decirnos que están orando por nosotros en todo momento». Uno de mis hijos en el asiento de atrás exclamó: «Tal vez seamos los niños por los que más oran en todo el mundo». Les dije: «Sí, creo qué tal vez así sea». Y eso está bien y alabamos a Dios por eso.

Fue una semana muy alentadora en la que me siento muy apreciado, mi familia se siente muy apreciada, e incluso me siento muy apreciado por mi esposa. Me acosté anoche temprano, enfermo, y ella se quedó hasta tarde, y al despertar esta mañana vi muchas camisas planchadas. Le dije: ¿Qué hiciste? Me dijo: “Me quedé hasta tarde planchando todas tus camisas». «No tenías que hacer eso, necesitabas acostarte. Solo necesito una camisa, y si está arrugada, está bien». Se levantó temprano a prepararme el desayuno, y me cubrió con sus oraciones. Me siento muy animado y apreciado por mi mejor amiga, Grace.

Estoy en una temporada de cambio cultural en Mars Hill, y me siento muy apreciado, nos sentimos muy apreciados, amados, muy animados, muy apoyados, pero no siempre fue así. Al principio, cuando empezamos la iglesia, yo siempre estaba enfadado y otras veces estaba dormido. Esa era básicamente mi variedad emocional. Y me parecía una cultura de derechos, de expectación, de exigencia, y de ingratitud francamente. Hoy no es así, por eso puedo hablar de ello.

Nunca olvidaré los primeros años de la iglesia. Los primeros 3 años creo que fueron, no tuvimos salario. Trabajaba a tiempo completo fuera de la iglesia. Éramos pequeños, estábamos en la quiebra, y éramos pobres. Y nadie me llamaba pastor excepto un tipo llamado Pete, y lo hacía como chiste. Oiga pastor. Siempre lo hacía como chiste, y ese era el único tipo parecía respetar aunque en realidad era irrespetuoso.

Recuerdo que Grace y yo teníamos literalmente miles de personas en nuestra casa cada año para grupos pequeños. Las oficinas estaba ahí, los grupos pequeños estaban ahí, el ministerio prenupcial estaba ahí, la membresía estaba ahí, todo estaba ahí. Y literalmente no recuerdo a nadie que dijera: ‘gracias’.

Recuerdo una y otra vez, que la primavera y el verano eran bastante duros, porque hacíamos bodas. Todos se estaban casando, y eso quería decir que los viernes por la noche generalmente servían pollo para la cena con un ensayo, después los sábados hacíamos la boda, y predicábamos el domingo. Eso quería decir que generalmente en primavera y verano no había días libres por 4 meses más o menos porque era la iglesia entresemana y los matrimonios los fines de semana sumado a la iglesia. Nunca olvidaré todas las parejas que teníamos en nuestra casa en las que invertimos durante meses con asesoría prenupcial, y después salía a oficiar sus boda, y ni siquiera decían ‘gracias’.

Había más de una pareja, pero una en particular, invertimos en ellos, les ayudamos, les dimos asesoramiento prenupcial durante meses en nuestra casa, cogimos un vuelo a otro estado para oficiar su boda, y ni siquiera dijeron ‘gracias’, regresamos para predicar el domingo, y nunca volvieron otra vez a la iglesia. Los llamé y les dije: «Los echamos de menos. No han vuelto a la iglesia desde que se casaron». Y él me dijo: «Su padre dijo que no pagaría los gastos de la boda a menos que fuera en una iglesia, y como ya hicimos la boda, no tenemos que volver a asistir a la iglesia». Pensé, ¡caray!

En esa temporada reaccioné a esas cosas pecaminosamente. ¿Cuántos de ustedes han tenido experiencias similares? Están en una temporada en que se sienten muy animados y se sienten amados como yo me siento hoy, y es bastante fácil. O sea: «El Señor es bueno y yo te amo», y las cosas fluyen con más facilidad. También hay otras temporadas donde decimos: «No estoy seguro que el Señor sea bueno, y estoy seguro que no te amo». ¿Saben? ¿Cuántos de ustedes se encuentran en una de esas temporadas donde entre sus familiares, amigos, colegas de trabajo, existe una cultura de derechos o de ingratitud o expectación, o crítica?

Y en esos años en que estaba en pecado y reaccioné pecaminosamente, empecé a amargarme con la gente, y empecé a enfadarme, a sentirme moralmente superior, a juzgar, a quejarme. Mi actitud no fue muy buena. A veces servía, pero lo hacía con motivos impuros, y a veces no servía en absoluto. Pensaba: «No les importa, ¿por qué sigo tratando?». Les cuento esto porque la iglesia ha cambiado, pero para los que están en esas temporadas ¿cómo les está yendo, y qué deben hacer?

Eso nos trae hoy a un pasaje bíblico que nos habla oportunamente sobre el aprecio. Es una palabra oportuna porque pienso que nuestro mundo es más grosero, crítico, y exigente que nunca. Para los que trabajan en el sector de los servicios, pido disculpas en general por casi todos, ¿entienden? Qué trabajo tan horrible servir a personas con sendas actitudes.

Y esta cultura de derechos es tan profunda que sería irrisorio si un oficial electo dijera: «No se trata de plantearse qué puede hacer el país por uno, sino qué puede hacer uno por el país». Diríamos: «Qué tipo tan cómico. Qué chistes tan cómicos los que cuenta, hablando de nuestras responsabilidades en vez de nuestros derechos». El mundo entero está lleno de una falta de aprecio, agradecimiento, y gratitud.

Dicho lo cual, al abordar las palabra de Pablo hoy, no sé si están en una temporada como la mía en la que se sienten muy apreciados y animados o si se sienten muy poco apreciados y desanimados. La pregunta es, ¿qué hacen con eso?

Jesús los aprecia

Empieza diciéndonos: Jesús los aprecia. Ser cristiano significa ser alguien que aprecia a Jesús. Acaba de decirnos en Efesios 1:3–4: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo», y después menciona todas las cosas que aprecia por lo que Dios hizo por nosotros.

Y aquí hace transición y dice que el cristiano no solamente es alguien que aprecia mucho a Jesús—y puede nunca pensaron en esto si son cristianos—pero el cristiano es alguien a quien Jesús también aprecia. Lo dice así: Efesios 1:15–16: «Por esta razón, también yo, habiendo oído de la fe en el Señor Jesús que hay entre vosotros, y de vuestro amor por todos los santos, no ceso de dar», ¿qué? «Gracias por vosotros».

Quiero que reciban esto, no solo como una carta de Pablo a los Efesios, sino de Dios a ustedes. Creemos en algo llamado la inspiración verbal, plenaria. Son términos rebuscados, lo sé, pero significan que Dios escribió la Biblia mediante personas, o sea, aunque es la voz de Pablo son las palabras de Dios. Aunque es la voz de Pablo, son las palabras de Dios. Aquí Dios no solo habla al pueblo de Éfeso, habla a todos los pueblos, incluyendo a nosotros 2.000 años después y a tantas millas de distancia.

¿Cuántos de ustedes, el solo hecho de saber que Dios está atento a sus vidas cambiaría mucho la trayectoria de su día o de su vida entera, sabiendo que agradece su obediencia, su generosidad, su servicio, y su sacrificio, y que el Señor Jesús personalmente los aprecia en general? ¿Haría una diferencia? Sí, la haría.

La trampa pecaminosa en la que yo caí afectó mi actitud, mi gozo y mi servicio por muchos años. Mi pecado fue querer ser apreciado, y busqué eso en la gente, y como no me pareció que me apreciaban, me volví amargado, enojado, y frustrado. Aquí Pablo nos dice que Dios está agradecido con nosotros. Que Dios aprecia la obediencia, y la generosidad, y la fidelidad de su pueblo. No es que no debamos tener aprecio, pero es mejor si ese aprecio viene del Señor Jesús.

Puede que algunos de ustedes sepan que Dios es omnisciente. Significa que lo sabe todo. Y permítanme decirles que no creo haber enseñado esa doctrina lo mejor posible, o como debiera, y la mayoría de las veces en mis 16 años de trayectoria enseñando la Biblia aquí, cuando dije que Dios lo ve y lo sabe todo, era para hablar de lo malos que son ustedes y que Dios sabe lo que están haciendo, ¿cierto? O sea que la omnisciencia parece algo malo en cierta forma. Es como una cámara de vigilancia en su vida. Como si siempre nos tuviera el ojo puesto.

Dios sí ve y lo sabe todo, y ve y conoce todo nuestro pecado, pero también ve y conoce toda nuestra obediencia, todo nuestro servicio, y toda nuestra generosidad. Si Dios ve y conoce todo, no solo ve el día en que usted cede a la tentación, ve el día en que se resiste a la tentación; no solo el día en que es avaro, sino el día en que es generoso; no solo el día en que es perezoso, sino el día en que sirve por la gracia de Dios. Y aunque otros no lo aprecien, Dios lo ve, lo sabe, y lo aprecia todo. Jesús habla de cosas hechas ‘en secreto’. Significa que el Señor es el único que de veras sabe lo que está pasando.

Imaginen que hoy recibimos esta carta de parte del Apóstol Pablo. Es difícil pensar en otra persona, aparte de Jesús, que podamos estimar más que a Pablo. Y aquí está diciendo: «Quiero darles gracias por dos cosas: su amor hacia Jesús y su amor hacia el pueblo de Dios, la iglesia». Si usted está aquí y ama a Jesús y ama la iglesia, esta palabra es de Dios para usted. Y si no ama a Jesús y no ama la iglesia, necesita arrepentirse para que esto sea palabra de Dios para usted.

Quiero muchísimo que sepan que las dos cosas más importantes son amar a Jesús y amar a la iglesia, y eso es exactamente lo que dice: «Su fe en el Señor Jesús, y su amor por los santos». Aquí el amor significa que oramos por las personas, damos, servimos, nos importan, nos incomodamos al participar en un grupo comunitario, damos tiempo y energía a servir en un grupo de redención, ayudamos con los niños. Cualquiera que sea su especialidad, hay una vida que fluye hacia el bienestar de toda la iglesia.

¿Cuántos de ustedes, si viniera y los mirara a los ojos, de una manera muy seria y franca como lo hace el Apóstol Pablo aquí, y les dijera: «Solo quiero darle las gracias. Siempre doy gracias a Dios por ti», ¿qué dirían? Nos sentimos incómodos, ¿cierto? Porque a algunos de nosotros nos inculcaron en la religión a decir cosas como: «No me alaben a mí. Toda la gloria es para Dios». O sea, «El Señor lo envió a usted a servirme y usted lo hizo, así que doy gloria a Dios, pero le doy gracias a usted», o «El Señor sí me dio algo, pero me lo dio por medio de usted, por lo cual doy gloria a Dios y doy gracias a usted».

¿Cuántos de ustedes han tratado de ser agradecidos con alguien y se ponen renuentes y religiosos, y lo convierten en una discusión teológica sin ningún sentido? Ni siquiera tiene sentido. «Dios es soberano, y todo es por su gracia», y pienso. «Son muchas palabras. Solo debería decir ‘gracias’». Debería ser muy fácil.

A veces al desear dar toda la gloria a Dios, no permitimos que otros nos aprecien, o no apreciamos a otros. Sí, la gloria es para Dios, pero podemos dar gracias a sus siervos. Podemos hacer ambas cosas. Si Dios envía a alguien y los usa, podemos glorificarlo a Él y darle gracias a ellos. Pienso que a veces no apreciamos ni damos gracias a las personas como deberíamos hacerlo, porque pensamos: «Solo tengo que dar gracias a Dios».

Hace poco estuve en un evento donde mucha gente servía y había mucha actividad, y alguien dijo: «Alabado sea Dios. Al fin lo llevó a cabo». Le dije: «Sí, lo hizo mediante la fidelidad de personas fieles, por lo que deberíamos darles gracias a ellos por ser personas fieles de Dios». Sí, gloria a Dios que el Espíritu Santo lo llevó todo a cabo, pero gloria a Dios porque obra por medio de su pueblo, y su pueblo es fiel. A veces pienso que podemos dar gloria a Dios y no apreciar o estar agradecidos con las personas. Y como resultado, podemos desanimar a las persona en vez de animarlas.

Me encanta que Pablo empieza hablando de lo mucho que aprecia a Dios Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo, y después empieza a hablar de lo mucho que aprecia al pueblo fiel de Dios que ama al Señor Jesús y ama a la iglesia. Francamente ustedes y yo necesitamos un poco de ánimo, y si lo buscamos en las personas, quizás nunca llegue, pero si lo buscamos del Señor Jesús, Él nos aprecia. Significa mucho.

En segundo lugar, empieza a hablar de las implicaciones de conocer que somos apreciados por Jesús, y el gran tema es la identidad en Cristo en todo el libro de Efesios, y en saber: «Hombre, Jesús me aprecia». Él ve todo cuanto hago, y lo que digo, y lo que doy, y Él aprecia eso». Y por medio del Apóstol Pablo nos dice: ‘gracias’. Entonces cambia nuestra vida y nuestra reacción a las circunstancias.

Las personas apreciadas cambian las quejas por oraciones

Primero, las personas apreciadas cambian las quejas por oraciones. ¿Cuántos de ustedes cuando se sienten poco apreciados o poco reconocidos, tienden a quejarse? ¿Solo me pasa a mí o ya o lo entienden otros? ¿Han notado eso?

Yo tiendo a quejarme. A veces se me escapa. Pensamos: «Es que esta gente no agradece lo que hice por ellos y ni siquiera dan las gracias. Nunca volveré a hacer eso por ti. Ni siquiera me diste las gracias», o lo que sea. O: «Yo siempre te he servido, y nunca me has servido a mí».

Todo coge por ese lado y de repente uno no se queja con ellos, empieza a hablar de ellos. «Mi jefe es muy desagradecido. Mis hijos nunca me dicen ‘gracias’. He cuidado a mis padres en su vejez y ni siquiera me dan las gracias».

De repente, esas quejas hacen que se vuelva muy negativo y crítico. Usted dice: «¿Cuál es la respuesta?». La oración. La oración. Quejarse es cuando hablamos de otras personas con otras personas, orar es cuando hablamos con Jesús sobre otras personas. Algunos de ustedes dirán: «Me están volviendo loco». Necesita hablar con alguien. Su nombre es Jesús.

Decimos que eso es orar, y la oración siempre es mejor que quejarse, y es exactamente lo que Pablo hace aquí. Dice esto: «No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo mención de vosotros en mis», ¿qué? Oraciones. Pablo ora por las personas.

Puede que esté quejándose. Su vida en ese momento era muy dura. Tiene mucho de qué quejarse. ¿Dónde se encuentra? ¿Saben dónde está? Está en la cárcel. Con eso tenía para quejarse un buen rato, ¿no es cierto? ¿Por qué está en la cárcel? ¿Por manejar borracho? ¿Por dispararle a alguien? ¿Por qué está en la cárcel? ¿Por evasión de impuestos, por robar una licorería? ¿Por qué está en la cárcel? Por predicar el Evangelio de Jesucristo. Hubiera sido muy fácil que Pablo se quejara. «Hombre, amo a Jesús y me mandan a la cárcel. ¿Qué clase de trato es ese?».

No está quejándose, está orando. Sabe que Jesús aprecia su ardua labor por la gracia de Dios y su generosidad, y su servicio, y su sacrificio, y en vez de quejarse de lo dura que es su vida— ¿tiene esposa? No. ¿Pudo haberse quejado por eso? Solteros, ¿pudo haberse quejado por eso? Solteros, ¿pudo haberse quejado por eso? Sí. Hasta lo dijeron con tono displicente. «No tengo esposa, soy pobre, No gano mucho dinero. la vida es dura. Camino 20 millas al día. Me han golpeado, he naufragado, estoy sin techo, me dejaron por muerto, a la deriva en mar abierto, y ahora estoy encarcelado por predicar el evangelio». No, él sabe que Jesús agradece su vida, y su servicio, y su sacrificio, y agradece a la vida, y el servicio y el sacrificio de Jesús. Por eso no se queja, está orando. Está orando.

Y ora por otros. Ni siquiera está absorto en sí mismo, porque ese aprecio lo satisface el Señor Jesús. Le permite sentir afecto por otras personas.

Y para los que quizás son nuevos al cristianismo, orar es cuando hablamos con Dios. La Escritura es como Dios nos habla a nosotros, pero la oración es como nosotros hablamos con Dios. Podría ser en forma audible, solos, en un grupo. Dios también conoce nuestros pensamientos, y si estamos en el trabajo o en una situación quizás orar en voz alta no sea lo mejor, podríamos orar en silencio y el Señor conoce nuestros pensamientos.

Para algunos de ustedes significa llevar un diario espiritual. Llevar un diario espiritual es una manera de orar. Al hacerlo reflexionamos con el Señor sobre las cosas. Puede incluir canto: le cantamos al Señor, y es nuestra forma de comunicarnos con Él en oración. Por eso es que el libro de los Salmos es tanto libro de adoración, como libro de oración, porque cantar al Señor es solo otra forma de orar al Señor.

Lo interesante aquí es que la vida de Pablo es muy dura. Lo odian, lo critican, se oponen a él, lo golpean físicamente, lo separan de su iglesia, está en la cárcel, pero no se queja. Y les propongo que lo que estén atravesando y lo que yo estoy atravesando, es menos difícil de lo que le tocó a él. No tenía esposa. O sea, tengo una esposa que anoche me besó, oró por mí, se levantó esta mañana y me preparó desayuno, me abrazó, me besó, oró por mí, se despidió de mí. Él no tenía eso.

Tengo 5 hijos hermosos que amo con todo el corazón, son una gran fuente de ánimo y gozo para mí. Anoche, Gideon se sentó en mi regazo una hora. Pablo no tenía eso. Hoy puedo estar con ustedes. Pablo no pudo estar con su gente. Económicamente ustedes son generosos conmigo. Él tuvo temporadas de extrema pobreza. Su vida fue muy dura. La gente dice cosas malas, pero eso es distinto ser asaltado físicamente y a estar en un naufragio. Y no se queja.

Lo que no quiero hacer es esto: No quiero mirarlos religiosamente y decir: ¡Dejen de quejarse! Me dirían: «!Deje de gritar! Ambos tenemos cosas que mejorar, Pastor Mark». La clave para superar sus quejas es saber que el Señor Jesús padeció por ustedes, que les ama, que el Señor Jesús es generoso con ustedes, y que de cualquier manera que le sean obedientes, Él ve, Él sabe, Él aprecia, y está agradecido con ustedes. Eso les permite dejar de quejarse porque saben que son amados, cuidados, y apreciados; y les permite empezar a orar por el bienestar de otros, ¿amén?

Las personas apreciadas cambian la competitividad por la celebración

Otra cosa que sucede a los que reconocen que Dios los aprecia es esto: las personas apreciadas cambian la competitividad por la celebración. Sucede lo siguiente: Si usted no se siente apreciado, de repente se vuelve competitivo con otros. ¿Eso es cierto? De repente dice: «Haré las cosas mejor que ellos», o, «Les dieron premio a ellos. Voy a ganarles para que ganarme el premio».

«Los ascendieron, les dieron un aumento, los nombraron diáconos o ancianos, o sacaron la nota más alta, o se ganaron la beca, o se ganaron el trofeo, y los felicitaron, o fueron elegidos Empleado del mes». Sea lo que sea, alguien dijo ‘gracias’. Sea lo que sea, usted pensó: «Ellos lo tienen, yo lo quiero, «Haré las cosas mejor que ellos para que me aprecien».

Esto resulta en una competitividad malsana que surge. Hay una competitividad sana en la Biblia, donde dice: «Y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras». Eso está bien. Me refiero a una competitividad malsana. Donde me siento poco apreciado y estoy compitiendo con usted porque quiero ser apreciado como lo aprecian a usted.

Ahí es donde surgen las rivalidades entre hermanos. Ahí es donde hasta los cónyuges pueden volverse celosos entre sí. Ahí es donde los compañeros de trabajo pueden hostigarse. Incluso en un ministerio como el nuestro; ahí es donde la gente puede competir por el poder, y la política entra en juego y las cosas se tornan muy impías, muy malsanas, y muy pero muy tristes. De repente, empiezan a hablar mal de otros para degradarlos otro tanto. Si tienen éxito, se enfada, se frustra y se pone a criticar. Si fracasan, se pone feliz. «Oh, yo sabía que fracasarían».

La solución, repito, es saber que el Señor Jesús nos aprecia. Pablo lo dice así: Efesios 1:17–20: «Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, [o sea Dios Padre] el Padre de gloria, os dé espíritu…». Quiero que vean que ahí está toda la Trinidad. El Señor Jesucristo, el Padre de Gloria, y el Espíritu Santo…«de sabiduría y de revelación en un mejor conocimiento de Él. Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento».

Continúa diciendo: «Cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos conforme a la eficacia de la fuerza de su poder, el cual obró en Cristo cuando le resucitó de entre los muertos y le sentó a su diestra en los lugares celestiales».

Empieza diciendo: «Por esta razón debemos apreciar mucho a Jesús. Dios Padre envió a Dios el Hijo a la historia humana para recibir poder del Espíritu Santo para vivir entre nosotros como uno de nosotros, y vivió sin pecado, y murió, y fue sepultado, pero no permaneció ahí. Que nuestro Jesús resucitó de la muerte, y venció a Satanás, el pecado, la muerte, el infierno, y la ira de Dios; y que ascendió al cielo y hoy gobierna y reina desde una posición de autoridad».

Con lo primero que empieza es: Querido cristiano, siempre aprecie quién es Jesús y lo que hizo». Segundo, pide dos cosas por ellos en oración: Primero, que aprendan más sobre Jesús. Dice: «Estoy orando por ustedes para que—». De hecho lo dice así: «Que les dé espíritu de sabiduría y de revelación en un mejor conocimiento de Él». Está diciendo: «Quiero que aprendan más sobre Jesús, y estoy orando para que aprendan más sobre Jesús».

Permítanme decir esto: No importa cuánto tiempo han sido cristianos, siempre hay algo nuevo que aprender sobre Jesús. Absolutamente verdadero. Mi primera Biblia me la dieron mi suegro y mi esposa como regalo cuando estaba en preparatoria. Empecé a leerla en la universidad y aprender sobre Jesús, y ha estado leyendo las Escrituras desde entonces por un par de décadas, estudiándolas intensamente, y les aseguro que cada semana aprendo cosas nuevas.

Permítanme decirles, si usted es alguien aún cita el mismo pasaje que ha citado por años, volviendo a los mismos libros a los que ha acudido durante años, si apenas sigue haciendo eco de las cosas que ha sabido por mucho tiempo, no está mal, pero no es suficiente. No es suficiente. La meta no es hallar respuesta a sus inquietudes o completar su teología sistemática, sino crecer siempre en su relación con Jesús.

Entonces ora por estas personas pidiendo que aprendan más sobre Jesús. Siempre oro eso por ustedes. Y estas personas tuvieron buena enseñanza. O sea, recuerden los pastores que vivieron en la ciudad de Éfeso, al menos por una temporada: Pablo, Juan, Lucas. Un grupo bastante bueno, ¿no? De repente llegaban y decían: Abran al libro de la Biblia que yo escribí. Y piensan: «Vaya, va a ser un sermón bastante bueno. Pienso que la interpretación que le dará este tipo será precisa, la de ese tipo ahí. Este es el libro que él escribió». Pablo, Timoteo, Juan, y Lucas todos vivieron en Éfeso, todos enseñaron en Éfeso, escribieron desde Éfeso.

Y lo que está diciendo es: «Hay mucho más que aprender sobre Jesús». Siempre hay algo más que aprender sobre Jesús. Estoy agradecido porque me permiten enseñar y predicar en Mars Hill. Estoy agradecido porque tengo gran libertad para estudiar los libros de la Biblia. Queremos que estudien las Escrituras por su cuenta. Por eso creamos recursos para los grupos comunitarios. Por eso queremos que pertenezcan a un grupo comunitario, o a un estudio femenil, o a un grupo de redención. Siempre queremos que aprendan más sobre Jesús.

En segundo lugar, ora no solo para que tengan más conocimiento de Jesús sino para que experimenten más profundamente a Jesús. Lo dice así: «Cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos». Está orando no solo para que conozcamos más sobre Jesús, sino que experimentemos más a Jesús, que su poder sea algo que experimentemos en nuestra vida.

Este es el ministerio del Espíritu Santo para nosotros: toma la vida de Jesús, la pone en nosotros, y nos da poder para tener una vida nueva que es cada vez más y más y más como Jesús. Yo diría que siempre hay algo nuevo que aprender sobre Jesús y siempre hay algo nuevo que experimentar en cuanto a Jesús. Y el Espíritu Santo siempre tiene cosas que quiere enseñarnos, y aquí eso se llama revelación, y hay experiencias de las cuales quiere que aprendamos y que atravesemos por el poder del Espíritu Santo.

Y permítanme decirles que me preocupan algunos de ustedes porque piensan que Jesús ascendió al Cielo y los abandonó. Él dijo: «No los dejaré huérfanos, les mandaré el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo los guiará, los convencerá, los instruirá». Pablo hace echo aquí de las palabras de Jesús al decir: «Oro para que aprendan más acerca de Jesús y que experimenten más de su poder mediante el Espíritu Santo para que sus vidas cambien continuamente y sean más como la de Él».

Mars Hill, siempre pido por nosotros y por ustedes, y los ancianos también, que siempre aprendan algo nuevo acerca de Jesús y que experimenten su poder de una forma nueva en sus vidas. Puedo decirles después de haber caminado con Jesús desde que tenía 19 años, siempre hay algo que aprender, y siempre hay cosas que cambiar, y su poder siempre está disponible para ayudarnos a convertirnos en lo que Dios quiere que seamos.

Estoy muy pero muy animado, y al ver la obra del Espíritu Santo en la vida de las personas por muchos años, los veo crecer, veo que aprenden, veo que cambian por el poder de Dios. Repito, lo que debemos hacer es dar gloria a Dios, pero el agradecimiento a ellos. Digan: «Dios es tan bueno contigo, y estoy muy agradecido porque recibiste su instrucción, que te sometiste al Espíritu Santo». Muchas cosas pasan cuando sabemos cuánto podemos apreciar del Señor Jesucristo y cuánto nos aprecia Él a nosotros.

Quisiera preguntarles: ¿cuántos de ustedes al entrar a este lugar hoy, se preguntaban si a Dios le importaba su vida? Quiero que esta palabra les dé ánimo. Si han sido obedientes, si han sido generosos, si han estado sirviendo, si han sido fieles—y algunos de ustedes dicen: «Oh, he pecado». Mire, todos pecamos al igual que ellos. Pero quiero que escuchen esta palabra como si viniera directamente del Señor: «No ceso de dar gracias por ustedes». Quiero que capten eso y lo hagan parte de ustedes y que lo lleven consigo. Dios dice que nunca deja de dar gracias por mí. No tengo que quejarme, puedo orar. No tengo que competir, puedo celebrar. No tengo que ponerme celoso de lo que hacen los demás, puedo regocijarme por la gracia de Dios en sus vidas y por la gracia de Dios en mi vida.

Las personas apreciadas cambian la amargura por el agradecimiento

Luego dice que las personas que son apreciadas cambian la amargura por el agradecimiento. Si se siente poco apreciado, sentirá rencor. «No tengo esto, ellos no hicieron aquello, no dijeron tal cosa». La amargura para mí es como un surco profundo en mi alma. Puedo amargarme rápidamente. ¿Alguna vez han tenido un carro desalineado que se vira en una dirección? Mi alma es así. Puedo amargarme fácilmente y sentirme herido, y siento que se aprovechan de mí, y me siento poco apreciado.

¿Cuál es la respuesta? Repito, la respuesta no es: «No sienta rencor». Es casi como decir: «No sea malgeniado». Hay ciertas cosas que parecen ¿Hay algún otro consejo que pueda ayudar en este proceso? Y dice lo siguiente: Efesios 1:21-23: Dice que Jesús es «Por encima de todo principado, autoridad, poder». Él está por encima de todos los espíritus, ángeles, demonios, todas las personas, todas las cosas, «dominio, y de todo nombre que se nombra, no solo en este siglo sino también en el venidero». Estaremos diciendo el nombre de Jesús por la eternidad. «Y todo sometió bajo sus pies», o sea que Jesús gobierna sobre todo, «y a Él lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que lo llena todo en todo».

Lo que pasa cuando nos sentimos poco apreciados es que nos volvemos rencorosos. Pensamos: «¿Por qué están saludables y yo enfermo? ¿Por qué se casaron y estoy soltero? ¿Po qué los ascendieron y a mí me despidieron? ¿Por qué no hicieron nada y la gente los quiere, y yo hago todo lo que puedo y a nadie le importa?».

Y lo que está diciendo es que Jesús nos dio a sí mismo como regalo, y Jesús ahora mismo, dice, está gobernando y reinando sobre Satanás, los demonios, todas las naciones, todos los pueblos, en todos los tiempos y lugares, y que todo está bajo sus pies. Y los nombres de las personas van y vienen. Las personas que alabamos hoy no son las personas que serán alabadas mañana, porque el nombre de todos finalmente se acaba, pero el nombre de Jesús continúa para siempre. Pablo lo dice de esta manera en Filipenses 2: «Para que al nombre de Jesús SE DOBLE TODA RODILLA de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y que toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre».

Lo que está diciendo aquí es que cuando pensamos que se trata de nuestro nombre, nos amargamos, pero cuando reconocemos que se trata del nombre de Jesús, somos agradecidos. Algunos dicen: «Mi nombre no ha recibido la honra, el reconocimiento, la gratitud, ni el debido aprecio». Y Pablo está diciendo: «Pues, nosotros vivimos para el nombre de Jesús». Vivimos para el nombre de Jesús.

Aquí Pablo está agradecido por dos cosas: Está agradecido por Jesús y por la iglesia. Son las dos cosas que menciona. Dice: «Aquí está Jesús, reinando y gobernando ahora mismo en gloria, entronizado, al mando; y nos ama y nos aprecia, y ve todo lo que decimos, y todo lo que hacemos, y cada dólar que damos, y cada esfuerzo que hacemos, y nos mira y dice, “Doy gracias a Dios por ti continuamente en mis oraciones”». Vaya, gracias Señor Jesús. Con eso me basta para seguir adelante el resto de esta vida.

Después habla de la iglesia. Quiero que escuchen esto, Mars Hill. Habla de la iglesia como cabeza sobre la iglesia. Si nos enfocamos principalmente en el nombre de Jesús y el bienestar de la iglesia, resguardaría nuestros corazones contra la amargura. ¿Estamos honrando a Jesús como iglesia? Hace que dejemos de mirarnos a nosotros mismos y decir: ¿Qué dicen de mí? ¿Cuánto me aprecian? ¿Me dan las gracias? ¿Me reconocen? ¿Me honran? ¿Me pagan? ¿Me recompensan?». Nada. «¿Cómo puedo magnificar el nombre de Jesús, y al mismo tiempo— ¿Cómo está nuestra iglesia? ¿Cómo le va a la iglesia?».

Lo maravilloso es esto: ¿Se imaginan lo diferente que hubiera sido esta carta si Pablo hubiera estado amargado? ¿Cierto? El nombre de Pablo hasta este momento era glorioso, o vergonzoso? Para el mundo, era un hombre con un nombre vergonzoso. Se oponía al gobierno, lo odiaban muchos, la gente religiosa quería matarlo como quisieron matar al Señor Jesús, y está en la cárcel. O sea, saben qué. Mi nombre de todas maneras no es grande, pero imagínense si yo estuviera en la cárcel lo que diría la gente.

Pablo había pasado de ser libre a estar preso. de tener doble ciudadanía en la cultura. Podía hablar varios idiomas, se había educado con el rabino Gamaliel. Lo habían honrado mucho, y y posiblemente fue miembro del Sanedrín. O sea, había sido un hombre muy exitoso. Ahora está en la quiebra, es soltero, lo odian, está en prisión.

Cuántos de ustedes están aterrados de que su corazón no se volcara hacia la amargura? No lo hizo, y les diré por qué: porque era otra oportunidad para enaltecer a Jesús y ayudar a la iglesia. Ni siquiera miraba sus circunstancias en forma negativa. Las veía como una oportunidad para enaltecer a Jesús y ayudar el bienestar de su iglesia.

Realmente queremos que amen a Jesús y amen a la iglesia, y no es que los estemos usando para tener una iglesia más grande. En parte es para proteger sus corazones contra la amargura, para que entreguen sus vidas a lo que Jesús dio su vida, para el bienestar de su pueblo, y que dejen de pensar que se trata solo de nuestro nombre o nuestra fama, sino del nombre de Él y de su fama.

No es que Dios les esté quitando una posesión muy preciada, sino que les da una vida completamente nueva, una vida mejor libre de amargura. Pablo dice: «Yo aprecio a Jesús, Él me aprecia a mí, yo amo nuestra iglesia, Quiero que todos lo conozcan a Él, y quiero asegurarme de que la familia de nuestra iglesia está bien». Eso los libra de la trampa de la amargura.

Y sé que los que son como yo y ese es el estado por defecto de su alma, la amargura es un horrible lugar donde vivir. Nubla y oscurece toda la vida, hace que perdamos confianza y desconfiemos de la gente, y nos pone en una posición donde usamos a las personas en vez de amarlas; las usamos para engrandecer nuestro nombre. Las personas apreciadas cambian la amargura por el agradecimiento.

Las oraciones de Pablo

Las últimas dos que quiero compartir con ustedes no vienen del texto explícitamente, pero creo que están ilustradas en la vida de Pablo. Estoy maravillado tanto por sus palabras como por sus obras. Permítanme decirles que una de las claves del liderazgo cristiano es la oración. Casi la mitad de la carta a los efesios es una oración. Motivos de oración, testimonios de oración, y oraciones completas, o sea que esto es una oración. Y encontrarán la oración en otras ocasiones en Efesios, y las veremos más adelante, pero quiero que vean que la enseñanza de Pablo se cruzaba con la oración. Quiero que vean que el servicio de Pablo se cruzaba con la oración, que los sufrimientos de Pablo se cruzaban con la oración, que toda su comunicación se cruzaba con la oración.

A veces lo que puede suceder al leer las oraciones de la Biblia, las tratamos como una teología sistemática. No lo es. Es un tipo de rodillas con el cuerpo quebrantado, en una cárcel, que abre su corazón y por el poder del Espíritu Santo habla con el Señor y tenemos el privilegio de escuchar esa conversación. Tenemos el privilegio de escuchar esta relación entre Pablo y Jesús resucitado, ascendido. Una de las claves, entonces, para el liderazgo cristiano es la oración, y bañarlo todo con oración, y cruzarlo todo con la oración.

Esto significa prácticamente, para ustedes, que parte de su ministerio consiste en orar. Si no sabe alcanzar a sus amigos incrédulos, porque quizás sean renuentes un hostiles al evangelio, pregúntenles cómo puede orar por ellos. He visto a muchos decir, «No me acose con el evangelio». ¿En algo puedo orar por usted? Por cierto, sí. Hasta los ateos me han dado motivos de oración: «No creo en Dios, pero si existe, dígale que yo quisiera esto». Será un placer. «Está bien». Al menos entablemos la conversación, ¿de acuerdo? Al menos abrámosla.

¿Cuántos de ustedes tienen personas, circunstancias, y no saben qué decir, no saben qué hacer, y no pueden arreglarlas? ¿Saben qué hacer? Oren. Pablo no sabe si saldrá de la cárcel. No sabe si regresará a la iglesia, no sabe qué va a pasar. No lo sabe, pero podía orar por ellos.

Les digo que la distancia más corta entre dos personas es la oración. ¿Quiere que un desconocido sea su amigo? Ore. ¿Quiere que un enemigo sea su amigo? Ore. A veces la oración mueve la mano de Dios, pero por lo general nos cambia y nos alinea con la voluntad de Dios. Muchas veces acudimos al Señor y decimos: «Señor, voy a orar y quiero que te muevas». Y el Señor dice: «Te dije que oraras porque estoy tratando de hacer que tú te muevas». Esto es interesante. Quiero que muevas tus pensamientos, y tus acciones, y tus sentimientos para alinearlos con los míos». La oración a menudo consiste en alinearnos con la voluntad de Dios y el corazón de Dios. Eso es lo que pasa aquí, y Pablo nos permite escucharlo en secreto.

Quizás algunos de ustedes no sean grandes maestros, pero pueden orar. Quizás no sean líderes audaces, pero pueden orar. Una de las personas más influyentes en toda mi vida fue una madre. Nunca olvidará, estaba en un torneo de las ligas menores, me lastimé jugando béisbol, y una madre cristiana vino a la banca y me dijo: «¿Mark, estás bien?». Le dije, «No, estoy lastimado». Me dijo: «¿Puedo orar por ti?».

Ella oró por mí y de repente tuve la revelación de que : «Oh, quizás Dios existe, y quizás sea bueno, y quizás nos ama, y quizás Él nos escucha, y quizás quiera ayudarnos». Despertó mi interés sobre este Dios. No fui salvo sino hasta muchos años después, pero despertó mi curiosidad sobre este Dios al que ella parecía conocer, y quien aparentemente yo no conocía aunque yo era un muchacho religioso.

Mars Hill no duden en orar por las personas. No solo digan cosas como: «Voy a orar por usted». Oren. Oren por ellos. Impónganles la mano, oren por ellos, llámenlos, mándenles un e-mail, un mensaje de texto, manejen hasta su casa; cuando los vean en el grupo comunitario, digan: «Vamos a orar un momento». Pablo hace eso aquí. Algunos de ustedes dirán: «Tenemos mucho qué hacer y mucho que estudiar». Mire, nadie tenía más que hacer y más que estudiar que Pablo, y Él es el que ora bastante. Repito, la mitad del libro de Efesios es una oración. Es una oración.

Permítanme decirles que cuando sepan ante todo—cuando aprecien a Jesús y sepan que Él los aprecia a ustedes, se vuelve muy fácil hablar con Él sobre cualquier cosa. ¿No es cierto? ¿Hay alguna persona con la que están relacionados a quien aprecian mucho, y ellos lo aprecian a usted, y lo animan mucho, y le parece que tiende a hablar mucho más con esas personas?

Les dirá con quién hablo yo bastante: Con cualquier persona que tenga el don de dar ánimo. Los profetas, trato de evitarlos. Los que tienen el don de dar ánimo, son personas amables con quien hablar. Aquí vemos que si usted sabe que Dios lo aprecia, que lo ama, y que está agradecido con usted, y que le da ánimo, eso abre su corazón para hablar con Él en todo momento porque Él le ama. Las dos últimas observaciones de la vida de Pablo.

Las personas apreciadas cambian el desempeño por el servicio

Las personas apreciadas cambian el desempeño por el servicio. Dos personas pueden hacer algo, y uno lo hace con una actitud de desempeño mientras la otra lo hace con actitud de servicio. Los motivos son completamente distintos. Aquí vemos que Pablo no está tratando de desempeñarse. Pablo no habla de: «Estoy disfrutando este libro de la Biblia que he escrito para ustedes. A propósito, esto encarcelado por causa del Señor, lo cual me pone en una categoría más alta. Y todos los que fueron salvos, a la orden. Por favor vengan a visitarme, estoy solo. Traigan un sándwich. Que sea de jamón, ahora el Nuevo Pacto: Por favor visítenme con un sándwich de jamón» O sea, no se está tratando de desempeñarse. No nos dice todas las cosas que Él hizo.

Las personas que no saben que son apreciadas, tienen que hacer alarde de lo que han hecho. Tienen que exagerar lo que han hecho. Tienen que decirle a alguien lo que han hecho. Usted dirá: «Pastor Mark, ¿cómo sabe eso?». Porque yo lo he hecho. Ese es mi pecado.

Y al leer a Pablo, pienso: «Hombre, si yo hubiera hecho las cosas que hizo Pablo ciertamente las colgaría en mi pared». ¿Saben? O sea: «Querido Universo, hoy convertí a una ciudad». ¿Saben? O sea: «Aquí están las fotos del disturbio. A la orden». Es decir, no hace eso. No se está desempeñando, está sirviendo.

Dos personas pueden ser muy ambiciosas y fructíferas, y su actitud puede ser completamente distinta. Digámoslo así: saber que Dios nos aprecia nos permite cambiar el desempeño por el servicio. La diferencia es que el desempeño se hace para la vista y aprobación de otros; el servicio se hace sabiendo que Dios está mirando y aprobando, aunque nadie más esté viendo.

El desempeño nos esclaviza a las opiniones de otros, no nos permite decir que no, y somos tendemos a trabajar demasiado; el servicio nos libra para hacer lo que Dios quiere, por lo cual es necesario decir que no. El desempeño nos impulsa hacia el perfeccionismo, donde procuramos hacer las cosas a la perfección para que otros nos alaben; el servicio nos permite hacer lo mejor que podamos sabiendo que el aprecio de Dios está asegurado, a pesar de nuestro desempeño.

El desempeño nos hace enfocarnos en «las cosas grandes» y solo hacer las cosas de alta visibilidad y significado; el servicio nos permite hacer cosas sencillas, humildes, y trabajos serviles, las “cosas pequeñas”, sabiendo que un carpintero campesino judío a quien adoramos, aprecia ambas cosas por igual.

El desempeño es cuando las personas se vuelven una audiencia y queremos que nos alaben; el servicio es cuando Dios es la audiencia. No importa que la gente lo vea. No importa si la gente lo sabe. Algunas madres luchan mucho con esto. «Tenía mi carrera, y ahora soy madre, y ahora mucho de lo que hago ahora es sencillo, y nadie está mirando, y no somos galardonadas por eso. Me levanté a las 2:30 con el niño gritando otra vez y nadie vino a darme un trofeo, y un sombrero, y a felicitarme». Jesús sí. Él la aprecia.

Y si es por desempeño, no es suficiente, porque la audiencia no es suficientemente grande. Si es por servicio, es suficiente porque la audiencia es Uno. ¿Ven la diferencia? Cambia las cosas. Lo que eso significa, amigos, es que podemos dejar de usar a las personas para que nos alaben y empezar a amar a las personas para la alabanza de Dios.

Personalmente estoy profundamente compungido por el ejemplo de la vida de Pablo. Siempre está sirviendo. Está en la cárcel, sirve a su iglesia. ¿Cuántos de ustedes si los metieran a la cárcel, quisieran tomarse un día libre? O sea: «Antes oraba mucho por la iglesia, pero ahora estoy en la cárcel». Pablo no. Pablo dice en otra parte, creo que a los corintios, que su currículum es este: golpeado, en naufragios, sin techo, dejado por muerto, a la deriva en mar abierto, 39 azotes, dejado por muerto.

Después dice esta pequeña frase, y solo tiene sentido si verdaderamente ama a la iglesia. Dice: «Además de tales cosas, está sobre mí la presión cotidiana de la preocupación por todas las iglesias». Él amaba la iglesia, y se inquietaba por la iglesia, y se preocupaba por la iglesia, y dice: Estas fueron las cosas más difíciles de mi vida, pero lo que me mantiene despierto por la noche es el bienestar de nuestra iglesia». Eso es lo que vemos aquí. Está sirviendo. Está sirviendo. No se está desempeñando. No hay audiencia, está en la cárcel. No es un estadio, es una celda en una cárcel.

¿Qué tal ustedes? ¿Dirían que sus vidas se caracterizan más por el desempeño o por el servicio? Jesús dice que Él es un siervo; no vino a ser servido sino a servir. Es diferente al desempeño. Pablo comienza la mayoría de sus epístolas del Nuevo Testamento diciendo: «Pablo». Aquí dijo que era apóstol, pero en otras partes dice que es siervo de Jesucristo. Dos personas pueden hacer la misma cosa, y Dios ve el corazón y ve que hay motivos muy diferentes entre servir y desempeñarse.

Las personas apreciadas cambian la jactancia por el ánimo

Por último, el Apóstol Pablo demuestra para nosotros que las personas apreciadas cambian la jactancia por el ánimo. Lo que pasa al sentirnos poco apreciados, ¿qué les parece si nosotros? Qué tal si digo ‘yo’, más bien. Yo escribí tres cosas que he hecho al sentirme poco apreciado.

Primero, me obsesiono por dar a conocer todo lo que yo hago. Me gusta decir: «Hice esto y esto y esto y esto». Necesito coleccionarlo todo, llevar una lista, y asegurarme que la tengo. Estas son todas las cosas. Y después necesito decírselo a la gente. ¿Cómo le va? Estoy rendido. ¿Sabe cuántas cosas logré hacer esta semana? ¿Cómo le fue esta semana? Estuve muy ocupado. Soy una persona muy ocupada, muy importante. Hice todas estas cosas». Me obsesiono por hacerles saber a todo el mundo las cosas que yo hice.

Segundo, exagero. ¿Alguna vez han hecho cosas y la gente no los elogió, y les dijo que usted hizo un poco más, esperando que empiecen a elogiarlo? ¿Soy el único? Está bien. Uno dice: «Sí cuatro personas recibieron a Cristo gracias a mí. En realidad fueron 6, o 10». O sea, seguimos aumentando el número hasta que digan: «Qué asombroso». Eso es, está bien, lo que sea. «Nadie recibió a Cristo gracias a mí, y mentí, pero a la orden». ¿Saben? Lo que pasa es que de repente empezamos a exagerar. Exagerar es lo que la gente hace cuando se siente poco apreciada.

Y tercero, mentir. Mentimos. Mentimos sobre cosas que hicimos para ganarnos un elogio inmerecido. En realidad no hicimos eso. Cuántos de ustedes en el trabajo —y ahora ustedes. Hicieron algo y otro se atribuyó el crédito para que fueran elogiados. Es una forma de mentir. Ahora que están conmigo emocionalmente, piensan: «Sí, qué gente tan terrible». ¿Cuántos de ustedes son la persona terrible que se atribuyó el crédito por lo que hizo otra persona para que lo elogiaran a usted? Oh, sí.

Aprecio mucho del ejemplo del Apóstol Pablo, repito, es que no está jactándose, está animando. No está hablando de todas las cosas que hizo, está hablando de todas las cosas que hicieron ellos. No empieza con: «Soy Pablo, su pastor, y ha sido una semana muy dura, y estas son todas las cosas que hice por el Señor». Dice: «Alabo a Dios por ustedes continuamente en mis oraciones. Los amo, estoy pensando en ustedes, estoy orando por ustedes. Estoy muy orgulloso de ustedes».

Y como resultado, Pablo tiene un ministerio de dar ánimo que ha durado más de 2.000 años. Así de poderoso es el don de dar ánimo. Así de poderoso es el acto de apreciar. Puede durar varios miles de años. Quiero animarlos mucho, quiero que aprecien quién es Jesús y lo que Él ha hecho, y quiero que sepan que el Señor Jesús los aprecia. Si han servido, Jesús les dice ‘gracias’. Si han dado, Jesús les dice ‘gracias’. Si han orado, Jesús les dice ‘gracias’. Si están creciendo, Jesús les dice gracias’. Y desea librarlos de la trampa del desempeño para que disfruten del servicio igual que Él. Nadie logró hacer más que Jesús, pero no fue desempeño. Fue servicio.

¿A quién necesitan agradecer?

Quiero cerrar con esto: quisiera decirles que cuando criticamos a otros, hacemos retiros; cuando nos apreciamos unos a otros, hacemos depósitos. Con sus amigos, con su compañero de cuarto, con su cónyuge, con su grupo comunitario, con los líderes de su iglesia, sus colegas de trabajo, ¿están dispuestos a pactar conmigo a seguir el ejemplo de Pablo y hacer muchos depósitos por medio del aprecio? Digan: «Gracias. Gracias. Se lo agradezco mucho». Y cuando tengamos que corregir o criticar, que reconozcamos que estamos haciendo retiros, pero procuremos, por la gracia de Dios, como el Apóstol Pablo, ser personas que hacen muchos más depósitos que retiros.

Segundo, ¿a quién necesitan agradecer? ¿A quién necesitan agradecer? Cuando Pablo escribió esta carta, no lo hizo a personas desconocidas. A diferencia de algunas ciudades donde solo estuvo unas horas o días, o semanas, él estuvo ministrando en la ciudad de Éfeso un par de años. Estuvo ahí mucho tiempo. Esta iglesia lo amaba tanto que podemos leer su discurso de despedida en Hechos 20, donde aborda un barco y Dios lo está llamando a otra parte. Básicamente dice que la iglesia tuvo una especie de crisis nerviosa o colapso emotivo. Todos estaban llorando amargamente, porque el Apóstol Pablo se iba. Seguro tardó horas en despedirse de la larga fila de personas que lloraban.

¿Por qué lo amaban tanto? Porque les enseñaba la Palabra de Dios y apreciaba todo lo que ellos daban y hacían. Permítanme decirles que no considero haber sido fuerte en eso, y les pido perdón. Profundamente, genuinamente, sinceramente aprecio la gente fiel en esta iglesia, los que han orado, dado, y servido, y que lo siguen haciendo.

Pablo se fue, pero conocía bien a esas personas. Eran sus amigos. Eran personas con quienes tenía una relación. ¿Cuánto piensan que significaba para ellos recibir una carta de Pablo? ¿Cuánto significaría para ustedes hacer algo similar? ¿A quién necesitan darle las gracias esta semana? Llamarlos, verse con ellos, mirarlos a los ojos, escribirles una carta. Él escribió una carta por que estaba en la cárcel. Tal vez la distancia le impida verlos cara a cara en este momento.

¿En la práctica que significa para usted seguir el ejemplo de Pablo: «Hay una persona o hay varias personas con las que estoy tan agradecido y alabo a Dios continuamente por ellos»? Después citen las palabras de Pablo: «Estaba estudiando Efesios y había unas personas que Pablo quería de todo corazón, y dice que nunca dejaba de orar por ellas, y que daba gracias a Dios por ellas continuamente. Y cuando leí eso, el Espíritu Santo me hizo pensar en usted. Y quiero decirle gracias, y quiero animarlo porque lo aprecio mucho».

Mars Hill, por causa de mi pecado en el pasado, reaccioné mal cuando me sentí poco apreciado. Lo que hacía era esperar que otros reaccionaran bien por mí, lo cual es completamente egoísta. Cuando reconocemos que el Señor Jesús nos aprecia, nuestro corazón se llena y podemos animar a otros, ¿amén?

Dios Padre, pido contra el enemigo, sus siervos, sus obras, y sus efectos. Y Padre, siento que esta palabra es muy pastoral y muy práctica. Dios, vivimos en un día en que mucha gente se siente desanimada, deprimida, usada, abusada, poco apreciada, menospreciada, y Señor Dios, estamos hablando de la salud y el bienestar de nuestra alma, de nuestras familias, de nuestra iglesia, de nuestro trabajo, en los círculos donde nos encontramos. Dios, no quiero desviarme y empezar a hablar de auto-ayuda, de ser positivos, de ver las cosas por el lado bueno. Queremos ser animados y animar a la gente de una manera centrada en el evangelio, y enfocada en Jesús. Te pedimos las palabras y el ejemplo del Apóstol Pablo, Señor Jesús, Él te apreciaba mucho y apreciaba tu pueblo, y por medio de él nos das ánimo. Espíritu Santo, te invitamos para que nos permitas ser como Pablo, alguien que sabía que era apreciado y por ende estaba libre para apreciar a otros; alguien que sabía que era amado y estaba libre para amar a otros; alguien que se sentía animado y estaba libre para animar a otros. Dios Padre, pido tu perdón por parte de la cultura que establecí en Mars Hill cuando estuve amargado por muchos años, o enojado, o de mal genio, o egoísta, y cuando mi actitud era más de desempeño y no de servicio. Pido por la cultura y el bienestar de nuestra iglesia, Señor Jesús, que crezcamos en la gracia por el poder del Espíritu Santo para tu gloria, amén.

Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.