La persona más importante en toda su vida es su padre. Él tiene más poder que cualquier persona para influenciarlo hacia el bien o hacia el mal. ¿Cómo era su padre? ¿Tenía un padre bueno? Tan solo escuchar la palabra “padre” ¿le trae recuerdos maravillosos? ¿Le hace sonreír? ¿Llena su corazón de gozo? ¿Le da una sensación de pérdida? O usted no conoce a su padre. Él lo abandonó. Lo traicionó. Lo repudió. Le falló. Se ha vuelto su enemigo. Caballeros, este sermón es para ustedes. Vamos a hacer las cosas un poco distintas hoy. Ibamos a estar en Efesios 6:1–9; nos plantaremos en Efesios 6:1–4.
La primera vez que prediqué este sermón, hace unas horas, decidí en ese momento que haríamos las cosas un poco distintas hoy. Sé que escribí un libro. Sé que el libro tiene otro tema.
Esto es lo que vamos a hacer. Efesios 6:1–4—si tienen su Biblia, busquen ese pasaje. Damas, quiero que se pregunten: ¿Qué clase de hombre criará a mis hijos? Caballeros, quiero que se pregunten: ¿Qué clase de padres soy o llegaré a ser? ¿Qué pensarán mis hijos de mí, qué dirán de mí, cómo me mirarán, cómo me seguirán? ¿Cuál es mi responsabilidad para con mis hijos?
En un día en que la mayoría de los niños nacidos de mujeres menores de 30 años nacen fuera del matrimonio, en que más del 30 por ciento de los niños esta noche se acostarán sin sus padres biológicos, en que hemos entregado nuestras responsabilidades a los gobiernos, a los colegios, a las prisiones, y a las iglesias, ¿dónde están los hombres? ¿Dónde están los esposos? ¿Dónde están los padres?
Esta ha sido una de nuestras convicciones distintivas en la Iglesia Mars Hill por diecisiete años, y mientras yo viva, seguiremos hablando de esto. Muchos, o quizás todos los problemas que enfrentamos como personas, pueden atribuirse a los hombres que no obedecen Efesios 5—no son esposos buenos, amorosos, que dirigen a sus familias— [y] no obedecen Efesios 6—no son esposos devotos comprometidos con sus hijos.
Muchos de los hombres se marcharán. Todos deberían quedarse, y por la gracia de Dios todos podemos cambiar. Lo primero que Pablo dice aquí lo dirige a los niños, después se dirige a los padres, y después les insiste mucho a los padres porque ama a los padres, y Dios nos ha dado este increíble título de padres el cual compartimos con Él.
Primero, tiene una palabra para los niños. Leámosla juntos. Efesios 6.1–4: «Hijos». ¿Algunos de ustedes son hijos? ¿Hijos? Sí. Está bien, hijos, esta palabra se refiere a los niños pequeños.
Algunos de ustedes tienen madres religiosas y autoritarias. Ellas tienen sesenta y cinco años y usted tiene cuarenta y cinco, y al leer este verso, le dicen: «Tienes que hacer lo que te digo». «No, está bien, te amo, pero yo estaba leyendo un libro llamado la Biblia, y la palabra niños no se refiere a los hombres de cuarenta y cinco años que ya tienen sus propios hijos». Es para los niños como los que yo tengo.
Tengo niños de siete, nueve, once, trece y quince años. Cada dos años, alguien nace con nuestro apellido. Así es la familia Driscoll, ¿de acuerdo? Así es, ¿no es cierto? Cuando mis hijos lleguen a la adolescencia… De eso estamos hablando. Estamos hablando de los niños. No estamos hablando de los adultos que tiene hijos.
«Niños» —ayayayayay, es una palabra muy controvertida. Hay personas que van a sentirse ofendidas. «Ay hombre, un sociólogo votó sobre esto. No está seguro qué significa . esta palabra». ¿Qué dice Mars Hill? «Obedeced». ¿Saben qué significa eso en griego? Obedecer, eso mismo. «Obedeced», no a todos ¿sino a quién? «A vuestros padres». Ah, ¿los niños deben tener padres? Sí, para que lo sepan. ¿Qué clase de padres? ¿Qué tal una mamá y un papá? Estamos hablando de cosas muy controvertidas ahora, ¿verdad? No tardamos nada. Bienvenidos a Mars Hill.
«Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor», o sea, los padres deben enseñar de parte del Señor, y los niños deben obedecer a sus padres. Y si los padres enseñan lo que el Señor enseña, y los padres serán obedecidos como ellos obedecen al Señor, «Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo. ¿Que qué? ¿Existe el bien y el mal? Sí, es muy controvertido. La gente dice: «Eso está mal». No, no, no, yo tengo la razón.
Está bien, dice esto: «Honra a tu padre y a tu madre». Vamos, los que fueron al colegio, lean conmigo. «Honra a tu padre y a tu madre». Los niños están pensando: «Debí quedarme en casa hoy. Debí haberme quedado, la voy a pasar mal hoy». Oh, pero sus padres la van a pasar bien, ¿verdad? «(Que es el primer mandamiento con promesa)». O sea, se refiere a los Diez Mandamientos. Aquí hace eco de los Diez Mandamientos: «para que te vaya bien, y para que tengas larga vida sobre la tierra».
Oh, ya llegamos a los papás. Hablamos de los niños, de las madres y los padres, y ahora de papá. Vamos a tratar con todo esto. Nos demoraremos una hora. «Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor». Empieza con una exhortación para los niños, los que están bajo autoridad, y después da una exhortación a los padres, a los que están en autoridad.
Empezando con los niños, necesitamos pensar bíblicamente cuando se trata de los niños. La Biblia dice que los niños son una bendición. Son una bendición. Son una bendición cara y complicada, ¿amén? Pero son una bendición. Niños, ustedes son una bendición. A los niños Driscoll les digo: «Oye, eres mi bendición, eres mi bendición, eres mi bendición». Los beso, los amo, los abrazo. Ellos lo confirman y saben que son mi bendición.
Son una bendición, pero también son pecadores. No creemos que los niños sean innatamente buenos. De vez en cuando alguien sale en la tele o cantan algo absurdo— «Ay, si todos pudiéramos ser inocentes como los niños». Los únicos que piensan eso son los que no tienen hijos. Los que tienen hijos saben que ellos son pecadores. Uno no tiene que enseñarles a ser egoístas, a dar rabietas, a desobedecer. Ya tienen eso adentro. Está en su naturaleza. Sabemos que los niños son una bendición, pero nacen y son concebidos con una naturaleza pecaminosa.
Eso significa que nuestra perspectiva para criar hijos está conformada del todo por nuestras convicciones bíblicas. En la cultura le dicen a uno básicamente que las personas son básicamente buenas, que los niños son completamente inocentes, y que esencialmente debemos crear un ambiente donde puedan convertirse naturalmente en lo que sus corazones les digan.
Miren el mundo cómo está de mal. Si permitimos que los niños se conviertan en lo que su naturaleza pecadora les diga, usted los odiará. Los odiará. Los odiará. En cambio, sabemos que los niños necesitan una nueva naturaleza. Necesitan conocer al Señor y recibir el perdón de sus pecados. Necesitan ser llenos del Espíritu Santo.
Antes de este capítulo, en los capítulos 1–3 de Efesios, ha estado hablando mucho sobre quién es Jesús, y lo que hace Jesús. Y cuando entendemos quién es Jesús y lo que hace, los capítulos 4–6 nos ayudan a entender quiénes somos en Cristo y lo que hacemos en Cristo. Ya habló de las relaciones conyugales, y aquí habla de las relaciones parentales.
Y después de aprender lo que Jesús hizo, ahora hay cosas que debemos hacer en Cristo. Esto incluye una exhortación a los niños: que necesitan venir a Cristo para que sus pecados sean perdonados en Cristo. No creemos que la gente al nacer tenga una buena relación con Dios; creemos que deben nacer de nuevo para tener una buena relación con Dios.
Algunos de ustedes tienen niños muy desafiantes. Usted dice: «¿Qué les pasa?». Tal vez necesitan una nueva naturaleza. Nuestra meta no es solo tener hijos morales, sino hijos que aman y obedecen a Dios con un corazón nuevo. No estamos buscando solo modificar su comportamiento. Estamos buscando la salvación para un niño.
Pero los niños pueden conocer al Señor Jesús desde muy jóvenes. Así es. Pablo dice a Timoteo: «Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras». Los niños pequeños pueden aprender mucho acerca de Jesús. Los niños pequeños pueden llegar a conocer el amor del Señor Jesús, y los niños pequeños necesitan padres que están en el Señor, que aman al Señor, que sirven al Señor, y que representan al Señor en la instrucción del niño; y el niño a su vez debe hacer dos cosas: honrar y obedecer. A menudo la obediencia es externa. Es cuando el niño hace lo que le dicen. La honra es más interna.
¿Han visto a un niño que obedece externamente pero por dentro no honra? «Vete a tu cuarto por favor». «Bah, ¿en serio? Está bien». No hay mucha honra en eso. Es obediencia sin honra. Dios quiere que honren internamente y que obedezcan externamente. A los padres religiosos solo les importa la obediencia externa, pero a los padres cristianos también les importa el comportamiento interno.
Es como la relación que tenemos con Dios nuestro Padre. Él no solo quiere que le obedezcamos; quiere que le honremos. «Mi padre me ama. Mi padre es bueno conmigo. Los mandamientos de mi padre son para mi bien. Quiero hacer lo que dice mi padre porque mi padre siempre vela por mí. De modo que sí, le obedeceré externamente, pero quiero honrarle internamente». Los niños necesitan obedecer a sus padres.
Padres, eso significa que ustedes deben enseñarles a sus hijos, deben instruir a su hijo, y su hijo debe obedecerle. Deben obedecerle, deben obedecerle, y esto difiere tanto de la filosofía de la paternidad y de la basura que hay allá afuera. Que los niños son básicamente buenos. Que solo debemos crear un ambiente donde se sientan seguros para que crezcan y lleguen a ser lo que bien les parezca. Como les dije, si los odian, hagan eso. Si los aman, haga esto. El mundo y su sabiduría no conoce a Dios.
Los niños tienen que honrar a sus padres y a sus madres. «Oh, mamá y papá». Se presume que en el mejor de los casos los niños deben ser criados por— ¿qué dice ahí? Por una mamá y un papá. Qué locura, por lo general es lo que se necesita para criar un hijo; y qué sorpresa, también suele ser el mejor ámbito para criar un hijo.
Un hombre y una mujer. Repito, somos cristianos. El mundo entero discrepa con nosotros en casi todas las cosas, y tampoco no nos debe chocar que discrepen con nosotros en esto. También significa que el niño debe obedecer a la mamá y al papá.
Eso supone que la mamá y el papá les estén preguntando y enseñando las mismas cosas. ¿Cuántos de ustedes no fueron criados en un hogar? Mamá dice que no. «No importa, voy y le pregunto a papá. Él nunca está de acuerdo con mi mamá», y viceversa. Se supone que la mamá y el papá están en el Señor. Eso significa que están en Cristo, son cristianos, leen la Biblia, están de acuerdo teológicamente.
Y para los que son solteros, no se casen porque su cónyuge es cristiano, cásense con un cristiano con el que están de acuerdo teológicamente. De no ser así, se les dificultará mucho organizar su hogar y criar a sus hijos.
Digamos por ejemplo que mamá y papá están de acuerdo. Sí, mamá es la más indicada para quedarse en casa con los niños cuando son pequeños, para invertir en ellos. Digamos que mamá y papá no están de acuerdo con eso. Producirá toda clase de conflictos sobre la organización del hogar.
No solo deben ponerse de acuerdo sobre los fundamentos de la fe cristiana, si van a casarse con alguien, necesitan ponerse de acuerdo en los asuntos secundarios de Efesios 5: los roles de género, los roles conyugales; Efesios 6: estructura familiar, quién cría a los hijos, cómo crían a los hijos, quién asume la responsabilidad principal de liderazgo en la familia, quién es el principal proveedor, quién es la ama de casa y la cuidadora. Es sumamente importante.
Algunos de ustedes no lo creen. Créanle a un hombre que lleva diecisiete años haciendo esto. Es de suma importancia. Los que están casados, los que son padres, falso o verdadero: ¿esto es de suma importancia? Verdadero, ¿cierto? De por sí es sumamente difícil, si concuerdan con esto, organizar su vida. Si no están de acuerdo, nunca pondrán en orden sus vidas.
Se supone que los padres deben estar en el Señor, que estén de acuerdo, y que enseñen lo mismo al niño. Si mamá lo dice, los niños saben «Papá está de acuerdo con eso». Si Papá lo dice, los niños piensen, «Mamá y Papá están de acuerdo con eso».
En el peor hogar, una mala situación sería si la mamá dice a los niños que hagan algo, y los niños se ponen desafiantes. Están deshonrando y desobedeciendo, y la mamá, frustrada, sin saber qué hacer, dice: «Esperen a que…». ¿Oh, lo mismo pasó en su casa? Reaccionaron todos en coro. «Esperen a que…esperen a que… esperen a que llegue su papá. Si necesitan decir eso, los niños no están obedeciendo ni honrando ni a su papá ni a su mamá.
Y Mamá está diciendo: «Ustedes no me honran, no me obedecen. Esperen a que llegue su papá. Él es más grande que yo» —y en realidad ese argumento no es bíblico, pero es lo que una madre frustrada dice, ¿no es cierto? A veces, los niños hacen cosas peligrosas, y la mamá no pueden esperar a que su esposo llegue a casa. A veces los niños crean caos, y no pueden esperar a que su esposo llegue a casa. A veces un niño está dando muy mal ejemplo a los otros niños, porque muchas veces, los niños más jóvenes respetan a los niños mayores.
En Lucas 6:40 creo que Jesús dice: «Un discípulo plenamente preparado es como su maestro». Hermano mayor, hermana mayor, ustedes hacen discípulos. Están creando un adorador, o un terrorista, pero su hermano o su hermana menor llegarán a ser como usted.
Por eso no pueden decir solamente: «Espere que llegue su papá», porque lo que eso significa práctica y funcionalmente es que los niños están a cargo hasta que llegue el papá. Ese hogar no es bíblico. Ese hogar no es bíblico. No es un hogar piadoso. Y muchas veces ni siquiera es un hogar seguro. La mamá dice, básicamente: «Ustedes están fuera de control. Los dejo a cargo hasta que llegue su papá y entonces tendremos un nuevo líder». Eso es anarquía. Los lunáticos se han apoderado del manicomio, ¿no es cierto? (No debí decir eso. [Riéndose.] Diré otras cosas a continuación que no debería decir.)
«Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, (que es el primer mandamiento con promesa), para que te vaya bien, y para que tengas larga vida sobre la tierra». Dios espera que los niños aprendan, que honren, que obedezcan, y no podemos permitir que las excusas de la cultura hagan excepciones con las Escrituras.
Es cierto, hacemos— «Oh, es que están en la terrible edad de los dos años, y este año van a portarse mal. A los tres años, tan pronto enciendan las velas del pastel, se portarán bien. Todo estará bien porque eso pasa a los dos años». Oh, ¿están en bachillerato? «Pues sí, claro, son los años de la adolescencia, o sea que básicamente desde finales de los doce llegando casi hasta los veinte, uno les dice: “¡buena suerte!”. O sea, que les vaya bien. Espero que nadie quede embarazada y conozco una buena línea directa de rehabilitación. Que les vaya bien, saben. Oh, son los años de la adolescencia». Anticipamos la rebeldía. Simplemente la anticipamos. Y después entre los veinte y los veintinueve años, decimos: «Oh, es que tienes veinte y pico de años. Oh, es que estás en la universidad. Y en la universidad uno toma, todos se especializan en ser estúpidos. Eso es lo que hacen. Hacen cosas estúpidas. «Oh, ¿eres soltera? Tienes veinte y pico, eres muy joven aún, diviértete un poco, para qué vas a asumir responsabilidades . . . »
De repente tenemos una cultura en la que los adultos todavía se portan como niños porque nunca maduraron en el Señor, ya sea porque no tuvieron padres que los instruyeron, y si los instruyeron, no honraron ni obedecieron a sus padres. Como resultado tenemos toda una generación de personas que adultas físicamente, pero son niños emocionalmente. Y después tienen sus propios hijos y no tienen idea cómo criarlos, y así es en Estados Unidos, ¿de acuerdo?
¿Cuál es la respuesta? Vean lo que dice. Hay una palabra muy importante aquí. ¿Qué palabra es, Mars Hill? Padres. Padres. Caray, ¿dónde más se puede aprender sobre este tema? ¿Conocen otro lugar? ¿Algunos están pensando: «Me gustaría ser un buen padre, ¿a dónde puedo ir a aprender esto?»? ¡Buena suerte!
Bienvenido a Mars Hill. Eso es lo que hacemos. Esto es lo que enseñan las Escrituras. Es lo que Dios manda. Las mamás y los papás son iguales, pero no tienen la misma responsabilidad. Las mamás y los papás son responsables por el bienestar de los niños, pero la responsabilidad principal la tiene el papá. Eso es lo que enseña la Biblia. Caballeros, ¿sienten ese peso encima? Deberían sentirlo.
Si son padres, en este momento póngase de pie. Aunque su esposa esté embarazada, pónganse de pie. Ustedes son padres, yo soy padre. Tengo cinco niños. ¿Se consideran buenos padres? ¿Se consideran malos padres? ¿Están tomando responsabilidad por su familia? ¿Están abdicando su responsabilidad para con su familia? ¿Sus hijos lo consideran una bendición o una carga? ¿Su esposa está dichosa de tenerlo, o lamenta estar con usted? ¿Con quién se casarán sus hijos? ¿Se casarán sus hijos? ¿Se casarán sus hijas? ¿Con quién se casarán sus hijas? ¿Quiere que sus hijas se casen con hombres como usted? Probablemente lo harán. ¿Quiere que sus hijos se vuelvan hombres como usted? Probablemente lo serán. ¿Cuánto tiempo ha gastado ya, y qué le falta por hacer?
Ahora mismo, ahí parado, ¿se siente animado? ¿Está pensando: «Sí, asumo esta responsabilidad y quiero crecer en ella»? ¿O se siente avergonzado y piensa: «He fallado miserablemente y no tengo derecho a estar aquí parado entre estos hombres de Dios»? Por favor tomen asiento.
Caballeros, los quiero mucho, y tengo esta gran oportunidad para enseñarles. Para los hombres que están casados, su esposa está sentada junto a usted y espera desesperadamente que usted reciba esto. Ella quiere que usted dirija la familia con amor y humildad, que tome responsabilidad por los niños. Si el Espíritu Santo está en ella y si el Espíritu Santo está en usted, sus deseos son los deseos de la Palabra de Dios, porque el mismo Espíritu Santo que escribió las Escrituras mora en ustedes y hará que deseen lo que Él les manda hacer.
Caballeros, hay una epidemia de padres fracasados. Es un hecho consabido, y la respuesta de Dios es que usted y yo, por la gracia de Dios, tengamos a Dios como Padre para ver cómo nos cría como Padre, para que asimismo podamos ser buenos padres y criar a nuestros hijos.
«Padres». Hay tantos libros hoy en día que hablan de la paternidad. Pienso que muchos de ellos son maravillosos, pero también hay que saber ser padre. Hay responsabilidades adicionales que el padre debe asumir. Nos da dos categorías. «No provoquéis a ira a vuestros hijos», ¿cierto? «Sino criadlos en la disciplina e instrucción y en la paideia del Señor». No los provoquen sino entrénenlos y críenlos. Hablaremos de cada una de estas palabras.
«No provoquéis». ¿Cómo provoca un padre a sus hijos? Hay una larga lista. Les daré una cuantas. Padres, quiero pasar ahora de lo teórico a lo práctico. No quiero que solo tengan una buena formación teológica sobre cómo ser padres. Quiero que tengan buenos instintos paternos. Padres, ustedes necesitan saber esto. Lo mismo para las madres, pero me refiero más que todo a los padres.
Piénsenlo como si fuera una cuenta de banco. El ánimo es un depósito; la crítica es un retiro. Una manera de provocar a sus hijos a la ira es hacer demasiados retiros y pocos depósitos. Gran parte del tiempo que pasa con sus hijos debería ser alentador. Hiciste lo mejor posible; te lo agradezco. Sé que esto es difícil; estoy orando por ti. Eres una bendición para mí; es un gusto tenerte como hijo. Oye, vi lo que hiciste y quería decirte lo agradecido que estoy. Sé que no fue fácil para ti; gracias por no darte por vencido».
Hay que infundirles muchísimo ánimo, ¿verdad? Podría ser una carta, un mensaje de texto, una información verbal, un beso en la frente. «Sé que esto es difícil. Déjame orar por ti. Señor, por favor ayúdale. Lo amo. Ayúdale a hacer esto. Ayúdale a obedecer. Ayúdale a entender esto. Ayúdale a perseverar en esto». El ánimo.
Usted y yo, como padres vamos a hacer retiros cuando los niños pecan. Pero lo que provoca a un niño a la ira es cuando piensa que sus padres son críticos y no entrenadores, que están ahí solo para señalar sus fallas y no para ofrecerle soluciones. Lo notamos con algunos niños. Digamos que un papá llega y— he visto esto. Papá llega y le dice al niño: «Necesito hablar contigo sobre tal y tal cosa». De inmediato el niño, cabizbajo, de hombros caídos, mirando el piso, dice: «¿Y ahora qué hice mal?».
Si ese es el primer instinto del niño, los padres tienen graves problemas. Se presume que: «Nunca me hablas a menos que vayas a criticarme. Si vienes a hablarme, eso está mal». No debería ser así, ¿verdad que no? [Con] los padres en general, pero sobre todo los papás, [los niños] deberían decir: «Oye, ¿de qué quieres hablar? Porque casi siempre cuando viene mi papá, es porque me ama y quiere darme ánimo, o enseñarme algo, o pasar tiempo conmigo».
Mi primer instinto no debe ser: «Oh, no, aquí viene papá». Y si usted es así, provoca a sus niños a la ira y ellos piensan: «Caray, mis padres ni siquiera me ponen atención. Mis padres ni siquiera ven lo que estoy tratando de hacer. Ni siquiera ponen cuidado a las cosas que hago bien».
Otra manera en que los padres en general, pero los papás en particular, pueden provocar a sus hijos a la ira, es físicamente. Le pegan al niño, empujan al niño, soliviantan al niño, lo provocan, lo incitan, lo intimidan. Eso provoca al niño a la ira. Provoca al niño a la ira. Es violencia.
También pueden hacerlo verbalmente. Algunos padres provocan a sus niños, a veces delante de los otros niños. «Eres tan estúpido. Siempre haces eso. Fallaste otra vez. Eres gordo. Eres un idiota. Eres un fracasado». De pronto empezamos a formar una identidad fatal para el niño. «Oh, ¿te vas a enojar? Oh, ¿vas a llorar? Oh, ¿Vas a portarte como un bebé otra vez? Oh, ¿ahora me vas a fulminar con la mirada? ¿Qué vas a hacer, eh?». Provocación, antagonismo, hostilidad, incitación . . . eso provoca al niño a la ira. Esos niños cuando crecen sienten una intensa rabia contra sus padres, sobre todo contra su papá, o simplemente se largan.
Emocionalmente usted puede provocar a sus niños a la ira si no está presente con ellos emocionalmente. «Sí, papá siempre se la pasa en la carpintería, o arreglando el carro, o trabajando en el patio, hablando por teléfono, viendo televisión, y nunca podemos interrumpirlo. Ni siquiera tenemos derecho a abordarlo o a entablar algo con él. Está presente físicamente, pero emocionalmente está ausente. Es distante. Papá nunca nos abraza. Papá nunca nos da un beso en la cabeza. Papá nunca nos dice que nos ama».
Eso provoca al niño a la ira, sobre todo amigos, si su niño está habituado al contacto físico apropiado. Como mi hija menor que piensa que soy un puff, creo. Necesita recostarse sobre mí casi una hora al día. Llega y: «Hola Papá». «Hola, cariño, qué bueno tenerte aquí». Es que le gusta sentarse en mis rodillas o sentarse junto a mí. El contacto físico es muy pero muy importante. Y no importa lo que yo esté haciendo, ella simplemente viene y se sienta en mi regazo y me dice: «Necesito una hora». «Genial, yo también, y resulta fantástico».
Imagínense un niño que necesita mucho contacto físico—digamos que es una hija—y usted no le da esa hora diaria. Imagínese lo que pasa cuando ella cumple quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho años y un tipo llega y le dice: «Oh, puedes sentarte conmigo». Deja a la niña en una posición muy precaria.
Me preocupa mucho cuando voy a la casa de alguien y digamos que es una familia que no conozco, y tienen una hija que no conozco—sobre todo si se trata de una niña joven—y de inmediato viene y se sienta en mi regazo. O sea, ¿qué le pasa? Puede que esa niña tenga una carencia afectiva y por eso confía en cualquier hombre, y muestra afecto físico a hombres desconocidos. Esa niña va hacia un futuro muy difícil, y jóvenes sin escrúpulos se aprovechan de esa clase de niñas, ¿verdad?
Eso puede provocar la ira, porque para un niño que necesita mucho afecto físico y esa inversión emocional de ánimo, cuando hay negligencia y no invierten eso en ellos, los conduce a la ira. «Ni siquiera me aman. Ni siquiera les importo. Ni siquiera están disponibles».
A veces usted puede provocar a sus niños a la ira humillándolos en público. Los desprecia delante de sus amigos. Los desprecia delante de otros niños. No los toma aparte. «Mira, tenemos que hablar. Vamos al otro cuarto. Ven acá. Te amo, ven acá, no pierdas los estribos, vamos, vamos. Sí te amo». Sonrían al hablarles. Tienen que usar el tono de voz con que les dicen: «Te amo. Vamos, ven acá, ven acá». Tienen que besar sus cabezas. «Vamos, soy tu padre. Te amo. Vamos. No hagamos esto delante de todos los demás. Vamos a platicar al otro cuarto».
Las madres necesitan saber, en Efesios 5, cuando dice que las esposas deben respetar a sus maridos, que sus hijos no deben llevar las riendas. Usted no debe someterse a ellos. Ellos no están a cargo del hogar, pero respételos, porque si no los provocará.
Es una habilidad que los padres necesitan aprender para todos sus hijos, pero sobre todo con los muchachos. Y una madre que critica y ataca a su hijo delante de los demás, y lo irrespeta, va a provocarlo. No significa que ella no deba decir nada. No significa que no deba lidiar con ello. Sino que hay una manera de hacerlo en privado y de una manera respetuosa.
No es que usted les diga: «Oye, ¡tú estás aquí abajo!». Sino decir: «Sabes qué, sé que puedes estar aquí arriba. Dios desea más de ti. Veo en ti estos dones y habilidades, y veo que eres más piadoso y maduro. Y sabes qué, Jesús y yo estamos tristes porque hiciste esto o por tu estado actual, pero Jesús y yo estamos aquí y queremos ayudarte a crecer. Queremos ayudarte a madurar. Queremos ayudarte a superar eso». Es un tono de voz diferente. Es una invitación diferente.
¿Qué tal esta? Falso o verdadero: usted puede provocar a sus hijos a la ira, sobre todo los papás, si no son divertidos? Usted no es nada divertido. Algunos de los papás son muy religiosos. Piensan: «Está bien, yo sé esto, y sé lo otro, y sé aquello, y estudié lo que significa kephale en griego, y yo soy cabeza del hogar. Y estudié lo que significa paideia en Efesios 6:4 y por eso sé que debo criar a mis hijos».
Usted no es divertido. Usted no es divertido. No sabe qué hacer con un helado de caramelo. No sabe qué hacer con una pelota Wiffle. No sabe qué hacer con una piscina. No sabe qué hacer con una bicicleta, ¿cierto que no? No sabe ponerse un gorro absurdo, cantar una canción, ni bailar. No son divertidos. No son divertidos.
Falso o verdadero: ¿Ir al cielo a estar con nuestro Padre será divertido? Sí, lo esperamos anhelosos. Yo sí, con toda el alma. Dios es un Padre, y es un Padre al que sus hijos disfrutan , ¿de acuerdo? No hay nada peor que un padre severo. ¿Han conocido personas así? No son divertidos. A un tipo que conozco su esposa lo dejó porque— quiero decir— consiguieron la custodia compartida de su único hijo, y ella ni siquiera estar con el papá del niño porque no es divertido. Cuando van a visitarlo siempre tienen que hacer lo que Él quiere. No es lo que ella quiere hacer. No es divertido.
Los recuerdos de los niños deben ser principalmente de los tiempos agradables con su papá. Proverbios lo dice, y en Hebreos lo repite: «El Señor a quien ama reprende, como un padre al hijo»— ¿en qué? —«en que se deleita», con el que se divierte y hace recuerdos. La mayoría del tiempo deberíamos disfrutar a nuestros hijos, riéndonos, haciendo recuerdos, acabando proyectos, divirtiéndonos.
Y algo que me gusta hacer es tomar fotos de todo eso. O sea, tomo fotos y saco videos de todo. Mis hijos le dirán que los vuelve locos, pero lo hago, porque habrá días en que no recordarán las cosas divertidas que hicimos y yo se las mostraré. Seré aquel padre que dice: «¡Mira lo mucho que nos divertimos!».
Y un día de estos cuando sean mayores y tengan hijos, me sentaré con mis nietos y les diré: «Oye, aquí está tu mami o tu papi cuando eran de tu edad. Esto fue cuando fuimos a Disneylandia, y aquí estamos jugando pelota, y aquí fuimos a caminar, y aquí están corriendo en la pista de carreras, y aquí están tirando una pelota de béisbol, y esto fue lo que hicimos cuando fuimos de vacaciones». Capture los recuerdos.
Y lo que me encanta es que a veces estoy haciendo algo en la computadora y los niños vienen— sobre todos los niños pequeños— y se me encaraman cuando estoy en el sofá— «Oye, ¿podemos ver las fotos?». «Claro que sí». Creo que tengo como siete mil fotos en mi portátil. De hecho maté un MacBook Pro, lo maté, prediqué en su funeral, lo destruí, ¿entienden? Tenía demasiadas fotos y ya no podía más; demasiados videos, y no podía más. ¿Saben por qué? Porque nos divertimos tanto. A la orden, ¿está bien? A la orden.
Y sucede lo siguiente: Algunos hombres aquí, ustedes piensan que su diversión se encuentra en sus pasatiempos. Pero no, está en su familia. Los pasatiempos no son pecado, pero la verdad es que hay algo mejor que un hombre con pasatiempos, un hombre que ve a sus hijos ser felices. ¿Cierto, hombres? Piensan: «Antes era bueno para la cacería, la pesca, y el golf, y ahora en planear algo para mis hijos y verlos divertirse, y hacer recuerdos divertidos, y tomar unas fotos, y oír sus risas, eso es lo que más disfruto».
Los papás les dirán que eso es cierto, ¿verdad? Hay que ser divertidos. A los cristianos se nos conoce por muchas cosas, y ser súper divertidos no es una de ellas, ¿verdad que no? Por la gracia de Dios arreglemos eso. Y eso significa, papá, que cuando sus hijos son pequeños usted debe hacer cosas absurdas. Debe hacer cosas absurdas. Se pondrá unos trajes extraños. Podría sentarse a una mesa demasiado pequeña para un hombre de su tamaño para tomarse el té con una taza tan pequeña que nunca logrará calmar su sed.
En algún momento, sí, un hombre muy masculino podría andar con una tiara puesta. Eso va a suceder, ¿de acuerdo? Porque si piensa asistir a una fiesta de princesas, eso es lo que visten las princesas. Si lo hiciera por su cuenta, tendríamos que someterlo a la disciplina de la iglesia, ¿cierto? Se lo digo por si acaso. Si descubriéramos que los hombres de los grupos comunitarios se están poniendo tiaras y que asisten a fiestas de princesas, la gente pensaría: «Tienen que clausurar a Mars Hill». ¿No es cierto? Tendríamos que volver a empezar.
Pero si usted hace eso con su hija, falso o verdadero: ¿Es una cosa piadosa? Es una cosa piadosa. Es una cosa piadosa. Damas, falso o verdadero, su esposo se ve bastante simpático con su tiara puesta yendo a la fiesta a tomar té. Aayy, ¿de acuerdo? Pero no le vayan a sacar la foto. Si una foto mía en una fiesta de princesas saliera en Internet, tendría que llamar a CNN. O sea, es algo—pueden orar por eso. Pero conviene a los papás divertirse con sus niños.
Digamos que un padre está haciendo recuerdos, está divirtiéndose, ama a sus niños, los disfruta, y ellos lo saben. A la hora de corregirlos, a la hora de disciplinarlos, el contexto es el de un padre amoroso que está disponible, está presente, que disfruta a sus hijos hace recuerdos con ellos y se divierte con ellos. Dios, nuestro Padre, es así.
Hay otra manera en que sin falla podemos provocar a nuestros hijos a la ira. Al no ser generosos. ¿Alguna vez han conocido a un padre mezquino? Es un miserable. No es que no tenga dinero, sino que no le gusta gastarlo. Presencié esto hace poco. Estábamos con una familia, y el niño preguntó: «Papá, ¿podemos comer helado?». Y el papá le dijo: «No, creo que no debemos gastar dinero». No debemos gastar dinero, tenemos que gastar dinero. Es un asunto muy importante. Ya me están sacando dinero para los impuestos, de paso podría apartar un poco para comprar helado.
Y el papá no estaba dispuesto a comprarle un helado al niño, y no fue porque padeciera intolerancia a la lactosa y que pudiera reventarse; no fue porque fuera la hora de la comida y pudiera perder el apetito, sino por un par de dólares el papá dijo: «No, no sé. No sé. No sé». Yo sí sé: ¡cómprele el helado!
Esto lo aprendí de mi abuelo Jorge. Mi abuelo Jorge—amo a mi abuelo Jorge. Teníamos una relación muy estrecha. Murió cuando yo tenía diez años. Vivía en una privada, y tenía una regla: cuando llegara el heladero, uno tenía que salir a pararlo. Y él no podía porque no podía correr muy rápido, entonces yo—como comía mucho helado—salía corriendo y paraba al heladero, y la regla de mi abuelo era que uno podía pedirle lo que quisiera del heladero, y que todos los niños del barrio podían pedirle lo que quisieran, y él saldría y le pagaría. Amaba a mi abuelo Jorge. ¿Cómo no lo iba amar? Y de repente uno escuchaba una cancioncita, y como era niño decía: «¡Viva, vamos otra vez!».
Así es, y entonces todos los niños rodeaban al heladero. Y le decían: «Quiero este, y quiero un helado de caramelo, este helado, quiero esto, quiero aquello», y todos los niños se emocionaban, y yo miraba el rostro de mi abuelo Jorge, ¿y saben qué? Estaba feliz porque le gustaba ser generoso, sobre todo con los niños. Ese es el corazón de un padre. Ese es el corazón de Dios Padre. Ese es el corazón de Dios Padre.
Algunos de ustedes dicen—está bien, ya puedo oír lo que están diciendo—algunos de ustedes dicen: «No quiero mimar a mis hijos». Yo lo veo así. Les digo a mis hijos—nuestros hijos están aquí— ¿cómo es la frase? «Te voy a mimar, pero no puedes portarte como un mimado». Ellos se saben esa frase. Si empiezan a portarse como niños mimados, tendrán que rendir cuentas. No tiene nada de malo mimarlos mientras no se porten así.
Hay una diferencia, ¿verdad? ¿Alguna vez han visto a un niño con padres muy generosos, que se porta muy agradecido y humilde y aprende a ser generoso? Eso está bien. Ser generoso. Mi abuelo Jorge también tenía—al pensar en mi abuelo Jorge, recuerdo que había mucho azúcar.
Manejaba un Oldsmobile, porque según la Biblia, los abuelos manejan carros de marca Oldsmobile. Es otra parte del Nuevo Testamento. Pero mi abuelo Jorge manejaba un Oldsmobile, y en su guantera siempre llevaba una gran bolsa de piruletas Tootsie Roll. Cada vez que uno se montaba en su carro, le daba una piruleta.
Falso o verdadero: ¿Me caía bien mi abuelo? Algunos de ustedes dirían: «Me caería bien cualquiera que me regalara una piruleta y un cono de helado». Mi abuelo era muy atento. Entendía lo que era divertirse. Organizaba su hogar y su presupuesto para incluir a los niños, y como resultado, yo sabía que él me amaba, y cuando mi mamá y mi papá me decían: ¿Quieres ir a la casa de tu abuelo? «Sí, sí quiero, para siempre». Eso es generosidad. Si usted no es generoso, puede provocar a sus niños a la ira. Pensarán: «Caray, mi papá dice que me ama, pero no lo demuestra».
Otra, usted puede provocar a sus niños a la ira— podemos provocar a nuestros niños a la ira cuando no nos arrepentimos de nuestro pecado. ¿Alguna vez han visto a un padre que dice: «Oiga, eso es pecado»? Y usted piensa: «Oiga, pero usted también peca». «Pero yo soy su papá». «Umm, no eres un hipócrita», ¿no es cierto?
Como padres vamos a pecar contra nuestros hijos, ¿verdad? Los castigarán por cosas que no hicieron, y usted no les hizo caso y se equivocó. Se sentirá frustrado con ellos y dirá algo indebido. Se equivocará en su manera de corregirlos. Meterá las patas. ¿Que debe hacer? ¿Qué debe hacer?
Arrepentirse. Vaya y dígales a sus hijos: «Miren, papá es un pecador. Me equivoqué. Lo siento. Les pido perdón. Jesús tuvo que morir por eso. Así de grave es mi pecado, y reconozco lo grave que es. Por favor perdónenme. ¿Podemos orar juntos? Porque estoy muy arrepentido por lo que hice y me duele mucho ver cómo los ha afectado».
¿Cuántos de ustedes nunca han escuchado a un padre decir eso? Su papá nunca dijo: «Me equivoqué». Eso es lo que significa ser cabeza del hogar, y ser líder de la familia significa que usted crea el ambiente en el hogar. Usted marca la pauta en el hogar. ¿Cuántos de ustedes ahora mismo al pensar en eso dicen: «Aunque soy adulto, si mi padre viniera a decirme: “Me equivoqué, lo siento, te pido perdón”», dirían, «Siento que el peso del mundo entero me fue quitado de encima», y se reconciliarían con su padre?
Padres, no necesitamos tener la razó; necesitamos mostrarles a nuestros niños que Dios siempre tiene la razón, y a veces eso significa decir que estamos equivocados. Por eso dice: «No provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos». Criadlos. En Mars Hill llamamos a este Pastor Papá. Tengo el Libro entero. Pueden encontrarlo. Tenemos copias impresas en marshill.com/pastordad. Son gratuitos, pueden descargarlos como libro electrónico. Pero es el Pastor Papá.
Se me ocurrió esto desde los comienzos de Mars Hill al enseñar este material, y llevamos diecisiete años enseñándolo. Es una convicción grande y distintiva de la Iglesia Mars Hill. Había una niñita muy simpática—esto pasó después del servicio—y yo le regalaba dulces porque mi abuelo era Jorge, y la miré y le dije: «Cariño». Era una niñita muy simpática en su vestido, y le dije: «Me encanta ser tu pastor».
Frunció la nariz y me dijo: «Usted no es mi pastor». Y pensé, «Oh, está bien, qué pena. Devuélveme la piruleta». No le dije eso. Solo doy piruletas a los que pastoreo. No, no le dije eso, pero ella dijo: «Mi papi me dijo que él era mi pastor». Oh, sí, sí, eso es cierto. Papá te evangeliza, Papá te hace discípulo, Papá te anima, Papá te ama. Si tienes una pregunta, Papá la contestará, y si necesitas oración, Papá la dirá. ¿Cómo criamos a nuestros hijos en el Señor?
Y caballeros, esto significa que sí, su esposa hace su parte, sí, el colegio hace su parte, y sí, la iglesia hace su parte, pero todo eso es parte de su responsabilidad principal. Usted no puede abdicar su responsabilidad de criar a sus hijos. Y en verdad, caballeros, en gran parte esto tiene que ver con dar buen ejemplo.
Dar buen ejemplo, ¿cierto? Si sus niños lo ven leer la Biblia, ¿qué van a hacer? Probablemente querrán leer la Biblia. Si sus niños escuchan su oración, ¿probablemente querrán hacer qué? Empezar a orar. Si sus hijos ven que papá va a la iglesia por su cuenta sin que mamá lo lleve a empellones, y que papá escoge la iglesia para la familia, que levanta a los niños, ama a la mamá, los monta en el carro y los lleva a la iglesia, y dice: «Hijos, vamos a adorar a Dios. Somos parte de la familia de Dios. Nuestra familia forma parte de la familia de Dios. Venimos a aprender. Venimos a amar. Venimos a servir. Venimos a dar», ¿qué piensa que van a hacer sus hijos? Van a seguir su ejemplo.
Hay un precipicio para muchos hombres adolescentes o después de preparatoria. ¿Saben por qué tantos hombres jóvenes no perseveran en su fe? Porque sus papás les están dando mal ejemplo y los muchachos piensan al crecer: «Los hombres de verdad no alzan las manos y le cantan a Jesús. Los hombres de verdad no leen la Biblia. Los hombres de verdad no asisten al grupo comunitario. Los hombres de verdad no asisten a la iglesia. Quiero ser un hombre de verdad como mi papá».
Y las niñas piensan al crecer: «Me parece bien casarme con un tipo que no lee la Biblia, que no ora, que no asiste a la iglesia, y que no está en comunidad o bajo ninguna autoridad, porque así es mi papá». La verdad es que sus hijos van a ser como usted y sus hijas van a casarse con alguien como usted. En la mayoría de los casos es así. ¿Cómo les está yendo, caballeros, con el buen ejemplo?
Eso quiere decir también que cuando los niños son pequeños, usted les lee las Escrituras. Busquen una que corresponda a su edad, como la Biblia para niños, Historias de Jesús. Léales la Biblia a sus niños, pero por favor háganlo ¿cómo? De una manera divertida. Usen una voz graciosa, vístanse los trajes. A mis niños les gustaba esto cuando eran pequeños. De repente uno de mis niños pequeños se disfrazaba de Zaqueo, y se paraba en la mesa. Saben, nosotros hicimos esto, se los aseguro.
Que sea divertido. A mis niños siempre les gustaba cuando yo me inventaba voces para cada uno de los personajes, la voz más ridícula que se me ocurriera, y se reían histéricamente. Que el tiempo de estudio bíblico sea divertido. Cuando lean la Biblia, que no sea como leer un directorio telefónico. Todo lo que hay aquí es verdad. También es divertido y muy útil, así que por qué no avanzamos un poco más rápido, Papá.
Cuando los niños maduran, debe instarles que lean una Biblia que corresponda a su edad, por lo cual debe comprarles una Biblia que corresponde a su edad. Y pídales que le lean a usted o que la lean unos a otros, o también que los niños mayores lean la Biblia a los niños más jóvenes para que se vayan preparando para criar a sus nietos un día de estos.
Es tan poderoso que un padre ore por sus hijos. Sí, ¿sí? ¿Cuántos de ustedes nunca tuvieron un papá que oraba con ustedes? ¿Cuántos de ustedes creen que si él orara con ustedes cambiaría sus vidas, aunque ya son adultos? Que todos nuestros niños digan: «Pues sí, mi papá siempre oraba conmigo, y me cubría con sus oraciones, y leía la Biblia conmigo y se divertía conmigo».
En parte se trata de integrar, saben. A veces los padres con las mejores intenciones pueden ser muy legalistas. Y no me opongo al currículo y a ciertas clases de catecismos. Eso puede ser muy útil, pero tiene que haber integración. En Deuteronomio 6 y en Deuteronomio 11 dice que cuando se siente con sus hijos, cuando ande con ellos por el camino, cuando se siente a cenar con ellos, debe integrar, enseñar, integrar, enseñar.
En la práctica significa que usted no deja a sus niños en el centro comercial o en un almacén. Usted camina con ellos y les enseña. Digamos que tiene una hija adolescente: «Está bien, un momento, qué te parece si hablemos del vestido en la vitrina del almacén. Mira que el dobladillo casi está a la altura del escote. Hablemos de eso. ¿Por qué piensas que quieren te vistas así? ¿Qué están tratando de decirte acerca de tu cuerpo? ¿Y cómo quieren que te presentes a los muchachos? ¿Y cómo reaccionarían los muchachos? ¿Y cómo respondería tu padre ante la reacción de los muchachos a ese vestido? Hablemos largo y tendido sobre lo que podría pasar en este caso si te pusieras ese vestido, y te quiero con todo mi corazón».
Muchos de ustedes piensan: «¿Qué? ¿Tiene derecho a hablar del ropero de su hija?». Si usted la ama, sí. En nuestro hogar eso significa que al ver televisión, pauso el programa y hablamos, porque en realidad la clase siempre está en sesión y Papá es el Maestro. La clase siempre está en marcha y Papá es el maestro.
Esto lo vemos en Proverbios. El padre está integrando instrucciones. Van caminando por el campo: ―Oye, hijo, ¿ves la casa de ese hombre? ―Sí, Papá, se ha derribado y hay ortigas y cardos en su jardín, y todo su ganado está flaco ―¿Sabes por qué? Porque es un holgazán. ¿Sabes que es un holgazán? Es un hombre perezoso que no hace su trabajo. ¿Quieres tener una familia así? ¿Quieres tener una casa así? Quieres ser como—». ―No. ―Entonces debes hacer lo siguiente: Esa es la integración.
Cuando vemos televisión, lo peor que uno puede hacer es darles a sus niños un teléfono, o darles una computadora, o darles acceso a Internet o televisión por cable, sin monitorearlos. Oh, de paso deles una pistola y cosas peligrosas. Permítales tener una computadora en sus cuartos. y su propia televisión por cable en sus cuartos, y un gabinete de licor bien surtido, y juegos artificiales, usted sabe, todo eso, ¿verdad?
No, lo que necesita hacer es ponerles el software Net Nanny, y la computadora necesita estar en un lugar visible, como en la cocina, donde la gente tiende a congregarse. Necesita un televisor con contraseña de protección para que no accedan a ciertos programas, y necesita monitorearlos y necesita instruirlos.
Algunos padres dirán: «Por eso no permito que mis niños tengan acceso a la tecnología». Nuestra meta no es la ingenuidad, sino la santidad. La gente ingenua se mete en toda clase de problemas porque son crédulos. Por eso, cuando veo televisión con mis hijos, me gusta pausar el programa—pueden confirmarlo—y hablamos del tema.
Hace tiempo, Zac y Calvin y yo estábamos viendo televisión y pasaron un comercial de un carro nuevo, padrísimo—y a los niños les gustan los carros—y era un carro para rentar. Les dije: «Pausemos un momento, ¿saben qué es un arrendamiento?» «No, papá, no sabemos qué es un arrendamiento». «Está bien, saquen su teléfono y activen la aplicación para la calculadora. ¿Bien, qué dice?» $326 dólares al mes por tres años.
«Bien calculen eso. ¿Mas cuánto de enganche? Mas $3.000 de enganche. Bien, ¿en cuánto sale?» Hicieron los cálculos. «¿En cuánto salió? Les pregunté: «Después de pagar el dinero, ¿qué piensan que va a suceder? Respondieron: «Pues uno se vuelve el dueño del carro, ¿verdad?». Y les dije: «No, tienen que devolverlo. Tienen que devolverlo». Mis hijos dijeron: «¡Es un robo!» ―eso tiene otro nombre: arrendamiento, de acuerdo, arrendamiento― «Pues nunca vamos a arrendar un carro».
Perfecto, ¿cierto? Acabamos de reducir la probabilidad de que mis nietos vivan en mi casa, ¿saben? O sea— Están empezando a entender que es un engaño y que siempre gana la persona que sabe el significado de la palabra arrendar. ¿De acuerdo? Así es la integración y la instrucción.
¿Alguna vez han visto un programa moderno de televisión—el Canal Disney, Nickelodeon, cualquier película para niños—que de alguna manera integre estos valores? De hecho lo que hacen es antitético. Los sermones que predican son antitéticos. Los padres son estúpidos. La familia está en peligro. El niño salva el día con la ayuda de la mascota familiar: un jerbo, un gato, un ratón, un perro, un caballo, o lo que sea. La persona más estúpida siempre es el papá. En cambio el jerbo es un genio.
Hagan una pausa, niños, ¿de acuerdo? ¿Cuál es el sermón? «Que los padres son estúpidos, que las mascotas son útiles, que los niños son brillantes», pero son falsas enseñanzas. Algunos de ustedes dirán: «Oh, no, no, no, no son falsas enseñanzas. El jerbo está cantando. No puede ser una falsa enseñanza si el jerbo está cantando». A veces Satanás permite que canten los jerbos para predicar doctrina falsa. Eso es lo que estoy diciendo. A eso me refiero. «Eso fue duro». Sí, está bien.
Pero es verdad, ¿cierto? ¿Cuántos de ustedes, si dejan que sus niños vean los programas, saben que les están transmitiendo mensajes muy confusos. Y algunos padres conservadores dicen: «Por eso desconectamos el televisor». No, siéntense y hablen con ellos del tema. Pausen el programa, digan que la clase está en sesión y que papá es el profesor. Y sus niños empezarán a tener discernimiento al consumir entretenimiento, y en la ideología de su visión del mundo.
¿Por qué? ¿Por qué? Porque eso es lo que dice: «Para que te vaya bien, y para que tengas larga vida». ¿No es eso lo que quieren para sus hijos? Quiero que mis hijos tenga una buena vida, por el juicio de Dios, y una vida larga. Si Grace y yo estamos de acuerdo en el Señor, e instruimos a nuestros hijos, y si yo tomo la responsabilidad principal por nuestra familia, las posibilidades mejoran grandemente de que mis hijos tengan una vida larga y una vida mejor.
¿Falso o verdadero? No quiero que mis hijas terminen con un tipo abusivo e irresponsable. No quiero que mis hijos crezcan y sean víctimas de mujeres vulnerables. No quiero que mis nietos estén en medio de una disputa de custodia un día de estos. No quiero predicar en el funeral de uno de mis niños. Quiero que tengan una larga vida. Quiero con todo mi corazón que mis hijos amen al Señor, que tengan vidas fructíferas, y que tengan una vida larga; y quiero llegar a ser muy viejo con mi esposa Grace a mi lado, tomado de la mano con ella mientras nuestros niños vienen a cenar y nuestros nietos piden helado. Esa es mi responsabilidad.
Caballeros, ustedes necesitan una visión y un plan. ¿Cuántos de ustedes son el primer eslabón de una cadena y tantos cambios dependen de usted porque hasta ahora el legado ha sido de muerte? ¿Cuántos de ustedes están en medio de varias generaciones de fidelidad y amor por Jesús, y dicen: «Sabe qué, mi papá era un buen hombre. Me amaba. Amaba a Jesús. No era perfecto, pero se esforzaba mucho y nos cuidaba, y todavía sigue ahí». Genial, entonces por la gracia de Dios, perpetúe ese legado. Este es el patrón bíblico de las genealogías: «Fulano engendró a mengano, y mengano engendró a zutano», y la fe debe vivir de una generación a otra, y adoramos al Dios de nuestros padres. Así se piensa bíblicamente.
¿Qué significa esto para ustedes, los solteros? Las mujeres solteras ni siquiera deben considerar a un hombre que no esté dispuesto a hacerse responsable por el bienestar familiar y no está dispuesto a ser un buen padre que cría a sus niños. Es mejor ser soltera que casarse con un hombre fracasado. Los hombres solteros que quisieran casarse algún día, no busquen gozarse solamente, sino dejar un buen legado. No busquen una esposa solamente, sino una madre para sus hijos, ¿amén? ¿Cuántos hombres están casados ahora y tienen hijos, y reconocen que la clase de esposa que tengan determina en muchas maneras qué clase de personas serán sus hijos?
Esta semana en la iglesia Mars Hill tendremos más de tres mil niños menores de diez años. Tenemos niños que nacen literalmente cada semana, a veces cada día. Lo que lleguen a ser, lo que puedan lograr, y el legado que dejen, depende en gran parte de los hombres que son sus padres.
Caballeros, quiero que asuman esta responsabilidad como un honor sagrado. Es algo que el mundo no está haciendo, y no lo encontrarán en ninguna otra parte, solo en la Palabra de Dios. Pero si el Espíritu Santo está en ustedes, querrán ser un padre como Dios Padre y querrán bendecir a sus niños como el Padre los ha bendecido.
Y para algunos de ustedes, significa que hoy se vuelven cristianos, se apartan del pecado, y confían en Jesús, reciben a Dios por Padre y cambian antes de que puedan efectuar algún cambio en su historia y su legado familiar. En un momento voy a orar por nosotros. En este momento, tengo el gran honor de hacerles una invitación, de invitarlos a responder.
Vamos a responder primeramente recolectando nuestros diezmos y ofrendas. Somos una familia en esta iglesia: Dios es nuestro Padre. Como cualquier familia, tenemos un presupuesto, por eso damos generosamente y practicamos la generosidad porque el corazón del Padre es generoso. Y para los que ya están dando generosamente, quiero darles las gracias mientras recolectamos nuestra ofrenda. También quisiera recomendarles, si son nuevos, que nos entreguen su tarjeta de visitante, pónganla con las ofrendas. Quizás deben integrarse a un grupo comunitario, y necesitan conectarse con otras personas y otras familias, y necesitan relaciones, rendición de cuentas y mentoría. Llenen la tarjeta y permítannos saber quiénes son para que podamos ayudarles a conectarse de esa forma, y nos encantaría conectarlos a ustedes o incluso a sus familias con nuestra familia de la iglesia, ¿amén?
También tamos a tomar Comunión para recordar a Jesús, nuestro hermano mayor, quien quita nuestro pecado y nos reconcilia con el Padre. Como a las familias les gusta reunirse a comer, la Comunión es como una cena donde los hijos de Dios vienen a comer con su Padre, Dios, y a recordar la salvación y la adopción que Jesús, el hermano mayor, nos provee.
Después de eso, vamos a cantar. ¿Saben por qué? Porque a los niños les gusta cantar. ¿Han notado eso? ¿Alguna vez han estado con niños? Cantan, bailan, se divierten. Dios es nuestro Padre; nosotros somos sus hijos. Venimos a cantar, a celebrar, a disfrutar juntos al Padre. Les ruego a los padres que canten, que alcen las manos y se rindan, que den buen ejemplo de adoración a sus hijos. Quizás su esposa esperó muchos años para que haga eso, ¿de acuerdo? Pongan gozo en su corazón. Pongan un ejemplo delante de sus hijos y adoren, canten, regocíjense, ríndanse a su Padre, e inviten a su Padre a ayudarles a ser mejores padres.
Al prepararnos para responder, nos quedan unas cuantas semanas todavía en Efesios, y después vamos a abordar el libro de Hechos. Quería compartir un poco con ustedes sobre el libro de Hechos y lo que veremos en la siguiente serie.
[Video empieza]
Jesús dijo: «Recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra». ¿En qué consiste la misión de Jesús aquí? ¿Cuál es su misión aquí? ¿En qué consiste la misión de Jesús aquí? ¿En qué consiste la misión de Jesús aquí? ¿Cuál es la misión de Jesús aquí? ¿Cómo sé cuál es la misión de Jesús?
[Video termina]
Señor Jesús, nos enseñaste a orar a Dios como Padre, así que, Padre Celestial, te damos gracias porque eres nuestro Padre. De todos los nombres que podemos llamarte, Papá es el que escogiste. Por los que han tenido padres piadosos, te damos gracias. Por los que no han tenido padres, te damos gracias porque eres Padre de los huérfanos.
Y Dios, hoy quiero darte gracias porque salvaste a mi padre, y porque el adora en la iglesia Mars Hill, y porque me salvaste, y porque yo adoro en la iglesia Mars Hill, y porque salvaste a nuestros hijos, y ellos adoran en la iglesia Mars Hill. Y Dios, pido que mi padre viva lo suficiente para que todas cuatro generaciones juntos podamos adorarte como Padre.
Dios, pido por los que escuchan esta Palabra, Señor Dios, que los que somos padres queramos someternos a ti como algo bueno, como hijos obedientes, que honran y obedecen a su Padre, y como resultado, que aprendamos a amar a nuestras esposas amorosamente, humildemente, con gracia, y gozo, como dice Efesios 5, y criar a nuestros niños, como dice Efesios 6.
Dios, y pido que la Iglesia Mars Hill nunca se deje de asumir esta gran responsabilidad. De todos los problemas que encontramos en el mundo, sabemos que muchos, quizás todos o la mayor parte de ellos se resolverían si la gente conociera a Jesús y los hombres tomaran responsabilidad. En el nombre de Jesús, amén.
Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.