Algunos de ustedes conocen mi historia. Crecí en la parte sur de Seattle, junto al aeropuerto, y era un barrio muy pero muy diverso, de hecho no queda lejos de donde hoy está Mars Hill Rainier Valley. Y como suele pasar, había muchas personas que acababan de entrar al país. Es lo que pasa cuando uno vive cerca de un aeropuerto. Al mudarse acá tienden, al menos al principio, a establecerse ahí mientras averiguan dónde van a ir, a dónde van a trabajar y a empezar sus vidas en un nuevo país.
Me crié en un área con mucha diversidad, y de hecho fue muy divertido y lo disfruté mucho. Muchos de mis amigos eran bilingües, y cuando iba a sus casas, a sus padres todavía se les dificultaba mucho aprender inglés. Pero conocí muchas personas fascinantes, conocí a los niños que venían de Vietnam quienes trataban de recomenzar sus vidas, a unas familias que huían de gran adversidad en Camboya, amigos musulmanes que entraban al país del norte de África, toda clase de religiones. Nunca supe que hubiera tantas religiones, tantos idiomas.
Y al entrar en los hogares de las personas, uno se da cuenta: «Oh, hacen las cosas diferentemente a nosotros. Tienen una religión diferente, un idioma diferente, diferente comida, que por lo general sabía mejor, y organizaban su casa diferentemente, y me pareció muy fascinante. Siempre, desde que era niño, me parecía que las personas eran muy fascinantes, y eso hizo que empezara a estudiar y a preguntar por qué tenemos todas estas naciones y cuál es la historia y cómo son las culturas hoy en día.
Y recuerdo que cuando era muchacho me montaba en mi bicicleta BMX y pedaleaba muchas millas para ir a la biblioteca, e iba allá a menudo, sobre todo en verano. Me gustaba mucho la biblioteca, y trataba de sacar libros sobre historia para averiguar la historia del mundo, y trataba de encontrar muchas revistas para ver de dónde eran mis amigos. ¿Cómo es Camboya? ¿Cómo es Vietnam? ¿Cómo es el norte de África? ¿Cómo son las Filipinas? Solo quería ver de dónde eran algunos de mis amigos y sus familiares, y eso despertó mi interés por los viajes.
Quería ver el mundo. Estaba sentado en una casa junto al aeropuerto, y los aviones sobrevolaban y sacudían las ventanas. de la casa. Y recuerdo cuando era niño, sobre todo en temporada de verano cuando hace buen tiempo y estaba afuera jugando béisbol, que los aviones sobrevolaban y yo pensaba: ¿A dónde irá ese vuelo? Sería maravilloso montarme en un avión y poder ir a alguna parte y ver alguna cosa.
Éramos una familia de clase trabajadora, pobre. No podíamos darnos el lujo de comprar pasajes de vuelo, y no llegué a montarme en un avión sino hasta los 14 años. Fue para un torneo de béisbol y estaba muy emocionado porque por fin iba a montarme en un avión. Volamos a Ohio; no fue la experiencia intercultural que había esperado. Pensé: «Sí, parece que hay gente blanca».
O sea, no era lo que yo estaba esperando, y no fue sino hasta que tenía entre 25 y 30 años como pastor cristiano, que finalmente empecé a viajar internacionalmente un poco para ver el mundo. Algunos años después he tenido el gran honor de viajar por todo el mundo, y en casi todos los lugares que he ido, o debería decir que en todos los lugares a donde he ido he notado una tendencia, que hay al menos dos grupos de personas que no se gustan en absoluto que construyen muros inmensos entre ellos.
Por ejemplo, cuando fui a Irlanda del Norte, los muros son a prueba de hombres bomba suicidas con puestos de control de seguridad. Enormes muros de concreto con vallas metálicas y alambre de púas arriba dividían la sección católica y protestante de la ciudad, una historia de violencia. En África del Sur vi lo mismo. Muchos de los negros vivían en municipios muy pobres rodeados de enormes muros, y los blancos vivían muchas veces en comunidades más ricas también rodeadas de muros muy altos con alambre de púas y guardias armados que protegían la entrada a sus barrios.
Pero nunca he visto nada como Israel. Al entrar a Israel, uno primero se da cuenta que hay muros por todas partes, y el barrio cristiano, y el barrio musulmán, y el barrio judío están muy divididos, y uno tiene que pasar por puestos de control de seguridad en ciertos momentos para pasar de un área a otra. Los muros divisorios están protegidos por soldados armados, y a menos que uno tenga permiso, no se le permite pasar de ciertas secciones de la ciudad a otras.
Durante la gira con mi familia, queríamos visitar a Belén, y eso fue maravilloso. Uno ve millas y millas de un enorme muro a prueba de terroristas suicidas. que no se puede cruzar ni siquiera en carro, y están tratando de defenderse contra ataques terroristas de ambos lados. Muros inmensos cubiertos de vallados metálicos, alambre de púas, cámaras de seguridad, personal militar, guardias armados arriba en sus torretas. Hay que pasar por puestos de control de seguridad incluso para llegar al otro lado del muro.
Como estadounidense, estábamos haciendo gira por Israel y quisimos cruzar al otro lado a Belén, el bus llegó hasta el puesto de control de seguridad, guardias armados, soldados, nos recibieron al bajarnos del bus. Miré al guía turístico le pregunté: ¿Va a venir con nosotros? Me dijo: «No puedo ir allá. No se me permite cruzar a ese lado del muro, soy judío. El bus no puede pasar a ese lado del muro, es un bus judío». No sé si circuncidan al bus o qué pero es un bus judío. «Y el conductor no puede pasar a ese lado del muro porque es un conductor judío. Tienen que pasar por el puesto de control de seguridad y al otro lado hay otro bus con otro conductor y otro guía turístico que no es judío quien les dará la vuelta a Belén pero lo esperaremos aquí y podrá regresar a este lado del muro cuando termine su gira de Belén».
Lo interesante es que las realidades físicas a menudo ilustran realidades espirituales, y cuando vemos barreras entre personas, también representan barreras espirituales. Al abordar Efesios 2:11–22 hoy, y al ver el tema yo soy reconciliado, escucharán al Apóstol Pablo emplear este término: Pared intermedia de separación. Una pared intermedia de separación es de lo que está hablando, y es una pared espiritual de separación, pero de hecho también era una pared física de separación. Era una pared de separación.
Y habrían enseñado en gran parte sobre el templo. Y en aquellos días el lugar más santo del mundo, donde estaba el lugar santísimo y la presencia de Dios, era el templo, y que Dios moraba ahí. Y a las personas más santas se les permitía acercarse más a Dios. Digamos que el lugar santísimo es aquí… Los sacerdotes están aquí… y otros líderes religiosos están aquí… y los hombres judíos están aquí… y después hay muros, muros, muros, muros, y después las mujeres judías están aquí… y los gentiles están en otra parte. Están en un lugar llamado el patio de los gentiles. Están lejos, están en la proverbial parte trasera del autobús. Probablemente no van a poder adorar al Dios verdadero, y si quieren asistir, háganse a un lado por acá en este muro, y este muro, y este muro, y en el último muro, ahí es donde deben quedarse. Y si cruzan el muro y tratan de acercarse más a la presencia de Dios, los matarán. Era sentencia de muerte. Había una pared intermedia de separación literal y espiritual entre judíos y gentiles.
Y esto está relacionado con nuestro estudio de Efesios sobre la identidad porque como les dije antes, si idolatran, demonizan. Si idolatran su raza, demonizan otras razas; si idolatran su cultura, demonizan otras culturas; si idolatran su nación, demonizan otras naciones; si idolatran su género, demonizan otros géneros; si idolatran su partido político, demonizan otros partidos políticos. Cuando idolatramos, estamos encontrando nuestra identidad en nuestra tribu y después declaramos la guerra a la tribu de ellos, y eso se denomina idolatría de la identidad, y eso era sin duda parte de lo que estaba pasando aquí en la carta de Pablo a los efesios y es lo que está detrás de lo que llamamos racismo, clasismo, sexismo, y otras cosas parecidas.
Lo primero que el Apóstol Pablo quiere que sepamos es que los judíos y los gentiles están reconciliados en Cristo. Lo dice así en Efesios 2:11–15: «Recordad, pues, que en otro tiempo vosotros los gentiles en la carne», se refiere a nosotros, los que no somos judíos, «llamados incircuncisión por la tal llamada circuncisión», veremos todo esto, «hecha por manos en la carne, recordad que en ese tiempo estabais separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza, y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo. Porque Él mismo es nuestra paz, quien de ambos pueblos hizo uno, derribando la» ¿qué? «la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne la enemistad, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la paz».
Por si les parece complicado, permítanme tratar de explicárselos, y puede que sea complicado porque somos gentiles, ¿de acuerdo? Puede que lo entiendan mejor los judíos pero para los que somos gentiles podría ser un poco más complicado. Lo que está diciendo es que hay un conflicto, hay enemistad, hay animosidad entre dos grupos de personas: los judíos, llamados la circuncisión, y los gentiles, llamados la incircuncisión.
Y puede que incluso haya sido un término despectivo de la jerga. Cuando a un grupo no le gusta otro grupo, tendemos a ponerles apodos negativos. Los sociólogos les dirán que tendemos a apodar a las personas que amamos y que odiamos. Tendemos a apodar a las personas que amamos y que odiamos. Por eso tenemos buenos apodos para las personas que amamos y apodos despectivos para las personas que odiamos.
Y en aquellos días, parece que algunos judíos decían: «Somos la circuncisión. Ellos son la incircuncisión»; de hecho, esa era una de las demarcaciones del equipo al que uno pertenecía en esos días. Como suele suceder, siempre que vemos un conflicto cultural o racial, podemos ser un poco ingenuos, podemos llegar tarde al lugar de los hechos y decir: «¿Por qué no se la llevan bien ustedes?». De pronto empiezan a contar su historia cada uno, y por lo general se remonta a la historia.
Y aquí, al rastrear el conflicto, nos remontamos a un hombre llamado Abraham. Quizás hay oído hablar de él, es uno de los hombres más importantes de la historia del mundo, por allá en el libro de Génesis. Y hallamos que el conflicto entre judíos y gentiles es en cierta forma una contienda entre parientes lejanos que se había llevado a cabo durante miles de años.
Y la situación era esta: Abraham tuvo dos esposas. Para que lo sepan, son demasiadas. Son demasiadas, ¿de acuerdo? Como resultado, él tuvo dos hijos uno con cada mujer, y después el conflicto sucedería sin duda. ¿A cuál de los hijos consideraría el primogénito, con derechos de herencia, el apellido, y la bendición que fue prometida a los descendientes de Abraham? Había dos mujeres y dos hijos, un enorme conflicto.
Hasta este día, si me permiten hacer una pequeña digresión un momento, el conflicto entre cristianos, judíos, y musulmanes, se debe en gran parte a esta contienda familiar. Cristianos y judíos, al leer la Biblia dicen: «El verdadero esposo de Abraham era Sara, y Abraham y Sara tuvieron a Isaac, y él es el hijo de la promesa». Pero los musulmanes llegan y dicen: «No, no, no, era Agar, no era Sara, y fue Ismael, no Isaac, y somos los descendientes de Abraham, y heredamos las promesas, y Abraham es nuestro padre, y aquel es el lado ilegítimo de la familia», por lo cual el debate y la enemistad es muy profundo y tiene una historia muy larga.
Como resultado, Abraham se circuncidó a sí mismo y a su casa, y empezó a circuncidar a sus descendientes como señal externa de un pacto interno con Dios el cual sería cumplido con la circuncisión del corazón por el Espíritu Santo en el Nuevo Pacto. Y lo que pasó fue que este lado de la familia eran los circuncidados, y este lado de la familia eran los no circuncidados.
Hablemos primero de los gentiles. En esta sección son llamados: «La incircuncisión», separados, y están por acá, ¿cierto? «Vivimos por acá, ellos viven por allá. No vivimos juntos». Los llama extraños. Los tratan como extranjeros. «No los conocemos, pertenecen a otro grupo de personas». Dice que están sin esperanza. De ninguna manera estos dos grupos pueden reconciliar su enemistad por cuenta propia.
Y dice que estas personas están «sin Dios». Tienen sus propias religiones, tienen sus propios líderes religiosos, tienen sus propias tradiciones religiosas, y todo eso es demoniaco, todo es malo, todo es corrupto, todo es de condenarse, y se refiere a nosotros, ¿bien? A nosotros. Cualquiera de ustedes que no es judío, esa es su herencia. Somos paganos sin Dios.
Digamos que hubiera dos niños afuera jugando, y uno fuera judío y el otro gentil, y no se les permitía jugar juntos, pero si estuvieran afuera y se vieran uno al otro, digamos que el niño gentil le pregunta al niño judío: «¿Hay gentiles en la Biblia?». Al principio se sentiría muy alentado al escuchar al niño judío decir: «Sí, de hecho hay muchos gentiles en la Biblia». «Oh, ¿entonces nosotros estamos en el libro?».
«Sí, ustedes son los babilonios, son los caldeos, son los egipcios. ¿Han oído hablar de Nabucodonosor? Era uno de ustedes. ¿Te gusta la historia de David y Goliat? David era de los nuestros, Goliat era uno de ustedes. Toda la gente mala, esos son ustedes. Todos los enemigos de Dios y de su pueblo, esos son ustedes. Si fuera una vieja película de vaqueros todos ustedes tuvieran sombreros negros, y nosotros sombreros blancos. Nosotros somos los buenos, y ustedes los malos. Dios nos ama a nosotros, y los odia a ustedes».
De hecho, eso fue lo que dijeron algunos líderes judíos. «La única razón por la que Dios hizo a los gentiles fue porque quería astillas para el infierno». Es un poco intenso. La enemistad es una buena palabra. Pablo la va usar varias veces. La enemistad era tan profunda que si un hombre o una mujer judía se topaban con una mujer gentil que estaba dando a luz, les decían que no la asistieran porque estarían trayendo a otro gentil al mundo.
Digamos que un judío se enamorara con una gentil y se casaran. Celebraban un funeral para esa persona porque la consideraban muerta a la familia. Es casi como lo que hemos experimentado incluso en la Iglesia Mars Hill, digamos que a un estudiante musulmán de intercambio lo mandan a Estados Unidos, y en Mars Hill conoce a Jesús. Lo he visto varias veces. Se enamoran con alguien que ama a Jesús y los dos se casan. Sus familias, si son musulmanes devotos, han celebrado funerales para miembros de Mars Hill. «Están muertos, están muertos, para nosotros están muertos».
Este es el conflicto, y así consideraban a los gentiles, y así los consideraban los judíos a quienes aquí llama la circuncisión. Eran propensos a la altanería y el orgullo. Dirían: «Después de todo, Dios escogió a un hombre, a nuestro padre Abraham, y todos los profetas vinieron de nuestra familia. Y todos los sacerdotes y reyes vinieron de nuestra familia. Y el Libro se trata principalmente sobre nuestra familia. Y Abraham e Isaac y Jacob, oh, esa es nuestra familia. Y Dios dice que somos la niña de su ojo, que nos escogió y que él es nuestro Padre, y que tenemos vida eterna, y que somos los escogidos. Somos los buenos. Y si les gustaría hacerse miembros de nuestra religión, deben volverse judíos. Deben aprender nuestro idioma, todos sus hombres necesitan ser circuncidados, necesitan cambiar su dieta, necesitan celebrar las fiestas, y las cosas paganas que hacían antes, aunque hayan sido cosas culturales, tienen que dejar de hacerlas, y necesitan volverse judíos. Pero como no pertenecen al linaje puro, posiblemente no los consideremos ciudadanos de primera categoría. Son conversos, pero no son del todo puros».
Lo interesante es que al leer las Escrituras, el pueblo de Dios no tenía razón para volverse altanero y orgulloso. O sea, Abraham: ¿El tipo que cometió adulterio, y poligamia, y regaló a su esposa dos veces? Tampoco es que haya tenido un currículum maravilloso de impecabilidad. Abraham, Isaac y Jacob—o sea, prediqué sobre el libro entero de Génesis hace unos años—y estos tipos cometieron adulterio, incesto, poligamia. Hay unos problemas muy serios en esta familia.
Si siguen leyendo, Dios envía profetas a esta gente. «Arrepiéntanse, están en pecado, es malvado, estoy harto de él». Los reprende, y cuando no se arrepentían, cosa que solía ocurrir, terminaban asesinando a los profetas. Y también, de vez en cuando, Dios los mandaba al exilio. Los desarraiga de la tierra que les prometió y de las bendiciones que proveyó, y los manda a Egipto, y los manda a Babilonia. Son llevados cautivos a otra parte como castigo.
Por eso no pueden decir tan fácilmente: «Los gentiles son pecadores y los que no son gentiles, el pueblo de Dios, son santos». Si son santos, es porque Dios los apartó, los amó, los perdonó, pero no es porque sean mejores.
Y si investigamos más atrás, puede que no sepan esto, y quizás si son judíos, lo saben, abróchense el cinturón, pero les diré algo. Abraham era un gentil pagano. Así empezó hasta que Dios lo salvó, y así empezamos todos hasta que Dios nos salva. En la historia de Génesis hay un lugar llamado Babilonia donde construyeron una torre llamada Babel, y Dios la juzgó, y confundió las lenguas, y dispersó el pueblo. Después escoge a un hombre llamado Abraham, en realidad lo elige. No estaba buscando a Dios, Dios lo estaba buscando a él, y Dios lo salvó, Dios establece una relación con él. En una de las frases más importantes de la Biblia dice: Abraham creyó en el Señor y se lo reconoció como justicia, que fue salvo por fe al confiar en la gracia de Dios.
¿Quién era Abraham? Les daré dos lugares que pueden mirar al prepararse para su grupo comunitario. En Nehemías 9:7 y Hechos 7:2–3, leemos que Abraham vino de Ur de los caldeos. Probablemente no han investigado mucho sobre Ur de los caldeos, pero estaba aquí, en Babilonia. Sabemos que Abraham era un pagano sin Dios que vivía en Babilonia, era incircunciso, era un pagano gentil cualquiera. Dios llegó y lo salvó, él confió en el Señor, y se volvió padre de todos los creyentes, lo cual significa que después tuvo que circuncidarse a sí mismo como señal externa de un cambio interno. Y el pueblo judío debería saber que todos descendemos de paganos gentiles, y que Dios salva por gracia por medio de la fe. Así fue como lo hizo con Abraham.
¿Cuántos de ustedes son un poco altaneros porque vienen de una familia religiosa y moral, de una familia importante? «Mis padres son la clase de personas que reciben mucha honra en la comunidad», o, «mis abuelos hicieron algo maravilloso», o, «mi bisabuelo fue un héroe de la guerra», o «sabe, hemos aportado mucho a la comunidad. Soy de muy buena cepa. Somos gente buena, somos generosos, servimos. Tal vez somos religiosos, tradicionales, estamos muy comprometidos con las tradiciones de nuestra iglesia y con nuestra devoción».
La verdad es que si investigamos nuestro linaje familiar lo suficiente, dos cosas: Primero, si somos francos con nuestra historia y con la historia de nuestra familia, muchas cosas nos avergonzarían, ¿cierto? O sea, si yo hiciera lo que Abraham hizo pasaría a ser su ex pastor, ¿cierto? «Aquí está mi esposa, aquí está mi otra esposa. Aquí está mi hijo, aquí está mi otro hijo. Y regalé a mi esposa dos veces. Saben, oigan, ¡es bíblico!». Ustedes dirían: «No, no, usted es nuestro ex pastor. No puede salirse con cosas así». Si miramos nuestra vida y la vida de nuestras familias, seamos francos y digamos que tienen mucho pecado. A veces cuando somos religiosos, es sorprendente porque si se trata de nuestro pecado, cerramos los ojos, pero si se trata del pecado de otros, abrimos nuestros ojos.
Segundo, si investigamos nuestra historia familiar los suficiente, todos venimos de una partida de paganos sin Dios, ¿amén? Algunos de ustedes no tienen que investigarlo mucho, ¿cierto? Es Navidad, y dicen: «Hola, papá», y hasta ahí llega su investigación.
Mi papá y yo, algunos de ustedes conocen mi historia. Éramos del Condado Cork, del sur de Irlanda, de los O’Driscoll, irlandeses católicos, ¿de acuerdo? Mi papá y yo, como habíamos sido salvos y éramos cristianos, quisimos volver al viejo país a ver de dónde vinimos y lo que podíamos averiguar de nuestra herencia familiar. Fuimos a Irlanda y visitamos la parte norte y la parte sur, pero al sur de Irlanda fuimos al muelle de Baltimore y a Skibbereen, y a otros pueblos que sonaban a duendes, y lo disfrutamos mucho, e investigamos un poco la vieja historia, y encontramos a alguien de la fundación patrimonial. Le dije: «Bien, háblenos de nuestra familia».
Y pensé que sería algo muy grande. Fue muy preocupante. Dijeron: «Ustedes son los piratas de licor». Y pensé: «Será que fuimos eso, por favor explíquenos». Y ella dijo— Era una mujer muy dulce. Ella dijo: «Los O’Driscoll eran famosos porque tenían castillos, y cuando los desposeyeron y perdieron sus tierras y sus castillos, al arribar los barcos al puerto, su familia salía en barcos piratas y se apoderaban del barco y robaban el vino». Parece que crearon bastantes conflictos y en algún momento tomaron presos a nuestros familiares y fueron exiliados a otras naciones como castigo por hurto de licor.
Diré dos cosas: Primero, Me está yendo muy bien, ¿no? Algunos de ustedes piensan: «Él necesita ayuda». Pero ¡vean lo mucho que he progresado! El hecho de que no esté robando el radio de su carro en este momento es como un paso hacia delante, ¿cierto? Y segundo, si investigáramos nuestra historia familiar honestamente, todos venimos de una partida de paganos sin Dios.
Están los gentiles o los incircuncisos, y los judíos o circuncisos, y el concepto que manejan es que ellos son los buenos, los demás son los malos y necesitan unirse a nosotros si quieren estar con Dios. Y dice que es enemistad. Es eso. Existe gran conflicto y animosidad aquí.
Después lo que pasa es que llega Jesús. Jesús era judío y dijo que era Dios, y hay una cosa en que están de acuerdo judíos y gentiles: Necesitamos matarlo. Judíos y cristianos solían no trabajar juntos, pero lo hicieron en el asesinato de Jesús. Los líderes religiosos dijeron: «Necesitamos que muera», y los líderes políticos gentiles dijeron: «Estamos de acuerdo», y juntos fueron copartícipes en el asesinato de Jesús porque dijo ser Dios. Y Jesús muere en la cruz y resucita de la muerte, y asciende al Cielo.
Y ahora sus primeros discípulos son todos judíos, sus primeros conversos son judíos, y la iglesia primitiva en su mayoría era judía, pero a medida que se fue expandiendo los gentiles empezaron a emocionarse por Jesús. Ahora estamos en el Nuevo Testamento y de repente muchos gentiles se están convirtiendo al cristianismo, y aman a Jesús, y sus pecados son perdonados, y son llenos del Espíritu Santo. Y entraremos en todo esto cuando empecemos Hechos después de la Pascua, pero después surgen muchas preguntas, como: «¿Qué hacemos con todos estos gentiles?». Porque cuando la Biblia ha existido, cuando la Palabra de Dios ha existido en una cultura por mucho tiempo, y personas de otras culturas empiezan a adorar al Dios de las Escrituras, les surgen muchas preguntas.
Y gran parte de nuestro Nuevo Testamento, francamente, es—digamos como Corinto. Hacían preguntas como: «Oiga, ¿podemos ser homosexuales? ¿Podemos subir al templo con prostitución para los dioses paganos? ¿Podemos comer el sacrificio hecho a ídolos y a demonios? ¿Podemos casarnos con nuestra suegra? Y los judíos pensaban: «¿Qué clase de preguntas son estas? No son cosas que preguntaban en las sinagogas. Cosas como: «¿Puedo casarme con mi madre y emborracharme?». «No. ¿Qué?». Esas preguntas y respuestas nunca ocurrirían en una sinagoga judía. Todos sabían que uno no puede emborracharse y casarse con su madre, pero esas eran la clase de preguntas que los paganos gentiles recién convertidos hacían porque ellos vivían así. Y en gran parte del Nuevo Testamento, en las epístolas y en las cartas, hay respuestas a las preguntas que hacían los gentiles recién convertidos.
Mars Hill, esa ha sido nuestra experiencia. O sea, estamos trabajando mayormente en ciudades donde históricamente hay más presencia gentil y pagana que cristiana. Y muchos que se vuelven cristianos, son cristianos de primera generación, y tienen toda clase de preguntas que personas en la iglesia no suelen tener. Entonces yo les contesto y nosotros les contestamos, y después estalla la Internet y la gente religiosa se escandaliza porque se supone que no debemos hablar de ciertas cosas, pero estas son la clase de preguntas que tiene nuestra gente.
Aquí se trata de una iglesia con gente judía y gente gentil, que tienen ciertas preguntas sobre: «¿Qué hacemos?». Y estoy seguro, al igual que en la iglesia primitiva, que los judíos decían simplemente: «Díganles que sean judíos. Díganles a todos los hombres que se hagan circuncidar», y todos los hombres decían: «¿Está seguro? Porque queremos confirmación. No es que no estemos dispuestos, pero si hay cláusula de excepción, votamos a favor de ella unánimemente». Hay cierta clase de— y todo el libro de Gálatas es así hasta cierto punto, es el debate sobre ese problema. Suscitan estas interrogantes, y Pablo escribe esta carta para tratar de contestar esta pregunta. Los gentiles estaban diciendo probablemente: «Podemos ser gentiles que creen en Jesús y desechar las cosas judías», y los judíos están diciendo, «No, no, no, está en el Libro, y ¿qué hacemos?».
¿Qué dirían ustedes? ¿Qué dirían ustedes? Pablo dice algo que nunca se había dicho. Y vivimos en un día que desea mucha diversidad cultural, pero Pablo— o mejor dicho, Dios el Espíritu Santo por medio de Pablo nos da una respuesta que solo encontrará en el cristianismo. Usa este lenguaje. «De los dos, un nuevo hombre». ¿Ven la disputa? Los gentiles dicen: «No, no, no, ustedes necesitan ser gentiles». Los judíos dicen: «No, no, no, ustedes necesitan ser judíos». Y llega Pablo: «No, no, no, no, todos ustedes necesitan ser un nuevo hombre, en Cristo».
Algunos teólogos a veces lo llaman una nueva raza o una tercera humanidad. ¿Es esto o aquello? No, es algo completamente nuevo. Este, amigos, es uno de los problemas de la identidad. La identidad de ellos ya no es: gentil incircunciso, o judío circunciso, sino en Cristo, reconciliados juntos como un nuevo hombre. Hay un nuevo grupo, una nueva categoría, unas nuevas personas llamadas cristianos.
Buscaba la manera de decirles esto. Es como una boda. Lo que pasa en una boda es que hay un esposo y una esposa, la novia y el novio, y los dos se juntan. Él no se une a la familia de ella, y ella no se une a la familia de él. Juntos se vuelven ¿qué? Uno, y hacen una nueva familia con ciertos elementos y aspectos de la familia que tenían, pero es una familia completamente nueva. Los dos se vuelven uno y hacen una nueva familia. Más o menos es así con Jesús. Judíos y gentiles son reconciliados juntos en Cristo. Se vuelven uno, la iglesia, y empiezan una nueva familia llamada el cristianismo. Es más o menos así.
Y la gente judía trata de averiguar: «Bien, nuestra identidad principal es en Cristo», Y los gentiles: «Nuestra identidad principal es en Cristo, no deberíamos pelear el uno contra el otro, deberíamos amarnos unos a otros y averiguar lo que significa ser esta nueva familia si Dios verdaderamente es nuestro Padre, y Jesús es nuestro Hermano Mayor que nos salva».
Y usa un lenguaje en toda esta sección de Efesios como este, que los dos han sido acercados. Si Jesús está al centro y los gentiles vienen a Jesús, y los judíos vienen a Jesús, ambos han sido ¿qué? Han sido acercados el uno al otro por medio de su relación con Jesús.
Dice: «Ellos tienen su entrada al Padre en un mismo Espíritu». Significa que no existe un cristianismo donde unos se sientan al frente del autobús y otros atrás, donde no hay cristianos de primera y de segunda, porque Dios es un Padre que ama a todos sus hijos, negros, blancos, ricos, pobres, jóvenes, adultos, orientales, hispanos, hombres, mujeres, demócratas, republicanos. Ama a todos sus hijos por igual y pone al Espíritu Santo en cada uno de ellos, y todos tienen el mismo acceso a su Papá. No hay pared intermedia de separación.
No es como una familia donde el papá vive en la planta principal y sus hijos favoritos viven a su alrededor, y atrás hay una casa para los otros niños, pero no necesitan tener acceso a su papá. No es así. Dios es un Padre que ama a todos sus hijos, da el mismo Espíritu Santo a cada uno de sus hijos y da el mismo acceso a sí mismo a todos sus hijos.
Después dice que juntamente son edificados para morada de Dios. Es como una familia que vive unida. Iglesia Mars Hill, eso es lo que somos. Eso es lo que son ustedes. Estamos viendo aquí una transformación radical en la historia del mundo, y nada es igual después de Jesucristo.
Les diría dos cosas: Primero, las cosas viejas puede que nos expliquen, pero ya no nos definen en Cristo. Quizás su identidad principal antes era: Soy estadounidense, o esta es mi raza, o esta es mi cultura, o este es mi género, esta es mi familia, esta es nuestra historia, esta es nuestra tradición». Puede que eso lo explique a usted, pero ya no lo define. Ya no lo define. Su identidad principal está en Cristo, lo cual significa que su lealtad principal es para con los que están en Cristo.
Segundo, sí hay una diferencia—y debemos percatarnos de ella—entre las preferencias culturales y los prejuicios culturales. Quizás uno de los pastores afroamericanos más famosos de Estados Unidos es el pastor T. D. Jakes, y no quiero meterme en todos los asuntos teológicos. Tuve una conversación con él muy reveladora en año pasado en Chicago, y estábamos hablando y él articuló la diferencia entre prejuicios y preferencias cuando estábamos cenando juntos.
Y es muy revelador para mí porque está bien tener preferencias culturales. Debemos cuidarnos de no dejar que se conviertan en prejuicios. Uno puede decir: «Me gusta como este grupo de personas viven en comunidad». Eso está bien, pero decir después: «Somos mejores que ellos, somos superiores a ellos, ellos hacen las cosas mal». Aquí no estamos hablando de asuntos de pecado, sino de asuntos de estilo. No sobre asuntos de pecado, sino asuntos de estilo.
Y lo que pasa es que convertimos nuestras preferencias en prejuicios, y cuando hacemos eso, no estamos amando a toda la familia. Estamos creando paredes intermedias de separación, diciendo: «Saben qué, si quieren estar con nosotros, necesitan ser como nosotros. Y si no, hemos erigido una especie de pared espiritual y quizás física aquí. Y a menos que ustedes sean como nosotros, no nos bienvenidos a estar con nosotros». Y entonces Dios abraza a todos sus hijos y dice: «No, nosotros somos esto. Todos mis hijos. Y necesito que mis hijos tengan mi corazón para toda la familia». Judíos y gentiles están reconciliados en Cristo.
Segundo, usted y Dios están reconciliados juntamente en Cristo. Lo alucinante es esto: Al ver toda la historia y la complejidad, y la amargura entre judíos y gentiles, decimos: «Qué maravilla que Dios haya podido reconciliarlos». Pero más maravilloso aún no es solo que Dios en Cristo reconcilia a judío y gentil, Dios en Cristo reconcilia a Dios y al pecador. Piensen en la diferencia entre nosotros y Dios: Creador, creados; Santo, pecadores; infinito, finitos; y hemos pecado contra Dios y como resultado hay enemistad entre nosotros y Dios.
Algunos de ustedes dirán: «No me siento así». Porque usted no es la víctima. La parte ofendida siempre es la que se muestra hostil. Al que ofende no le parece que hay un problema, pero el ofendido sabe que si lo hay. En nuestra relación con Dios, Él es la parte ofendida. Hemos pecado contra Él. O sea, este es el Salmo 51.4: «Contra ti, contra ti solo he pecado».
Amigos, ustedes son pecadores, yo soy pecador, todos somos pecadores por naturaleza y elección. Nos hemos rebelado contra Dios, hemos declarado la guerra a Dios, y Dios, quien es santo, tiene un grave problema con nosotros, si no lo tuviera, dejaría de ser santo. ¿Cómo será reconciliada esta relación? No podemos cambiarnos a nosotros mismos, no podemos salvarnos, Él ya dijo que estábamos sin esperanza. Significa que si tenemos que salvarnos a nosotros mismos, estamos sin esperanza.
¿Pero qué hace Dios? Efesios 2:15–18 sigue diciendo: «Para crear en sí mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la» ¿qué? «La paz», ¿para qué? Ahí está nuestra palabra: «Para reconciliar a los dos en un cuerpo por medio de la cruz». ¿El cuerpo de quién? El cuerpo de Jesús. «Habiendo dado muerte en ella a la enemistad» «Y VINO Y ANUNCIÓ PAZ A VOSOTROS QUE ESTABAIS LEJOS», o sea a nosotros los gentiles que vivimos lejos de Israel, «Y PAZ A LOS QUE ESTABAN CERCA», los que por nacimiento son descendientes de Abraham. «Porque por medio de Él», o sea Jesús, «los unos y los otros tenemos nuestra entrada al Padre en un mismo Espíritu», dice. Toda la Trinidad está ahí. Tenemos entrada al Padre por medio de la cruz de Jesús por el poder del Espíritu Santo.
Permítanme explicarles esto. Por causa del pecado, Dios sabe que existe una pared intermedia de separación entre Él y nosotros. Amigos, es una pared que ustedes construyeron, es una pared que yo construí, es una pared de rebeldía, pecado y locura. Dios mora en el Cielo y nosotros moramos aquí abajo. Él vive en un lugar santo, y nosotros en un lugar impío. Él vive donde no existe el pecado, y nosotros en un lugar lleno de pecado. Él vive en un lugar donde no existe la muerte, nosotros en un lugar donde hay muerte. Y hemos construido una pared y espiritualmente hemos vivido apartados de Dios.
Y Dios viene en la Persona de Jesucristo. Dios se hace hombre. El Creador entra a la creación. Dios, el Espíritu que todo lo hizo, reviste su propio Espíritu de carne humana y viene del Cielo a la Tierra. Pasa de ser adorado a ser odiado. Pasa de una vida rica a una vida pobre. Pasa de una vida de notoriedad a una vida de hostilidad. Jesús es Dios quien cruza ese muro que construimos. Es Dios quien viene a buscar, a salvar, y a servirnos. Es una misión de rescate.
Y vive sin pecado, se declara Dios, por lo cual finalmente fue sometido a muerte, y muere. Y dice que somos salvos, somos reconciliados por su cuerpo. Jesús toma sobre sí mismo todo nuestro pecado y la pena del pecado que es muerte. Y dice que dio muerte a la enemistad al morir en nuestro lugar.
Si usted está en Cristo y su fe es en Cristo, Él murió en su lugar y Dios ya no tiene enemistad contra usted, está en paz con usted. Es exactamente lo que dice. Él está en paz con usted. No lo castigará porque Jesús ya fue castigado en su lugar. Él ha erradicado en el cuerpo de Jesús en la cruz de Jesús esa pared intermedia de separación. Y ahora el Espíritu Santo viene a morar en los hijos de Dios y no hay barrera. La barrera espiritual del pecado ha sido removida, y ahora Dios mora en nosotros y Dios mora con nosotros.
Judíos y gentiles son reconciliados en Cristo. Lo que es más sorprendente, en Cristo Dios y los pecadores son reconciliados. De manera funcional y práctica significa que los que estamos en Cristo—y esas es nuestra identidad principal, no nuestra afinidad cultural, sino nuestra identidad principal—somos reconciliados en Cristo. Ustedes y otros son reconciliados en Cristo.
Lo dice así en Efesios 2:19–22: «Así pues», a la luz de Jesús, «ya no sois», ¿qué? «extranjeros ni advenedizos, sino que sois ciudadanos de los santos», ahí está su identidad, «y sois de la familia de Dios», ahí está su comunidad, «edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu».
Antes el pueblo de Dios tenía que ir a un lugar llamado el templo, que quedaba en la punta de una colina. De hecho era una ciudad sobre una colina, y a menudo caminaban muchas millas. Y al llegar al pie de la colina se lavaban para limpiarse y se adornaban de blanco y cantaban lo que se conocía como el salmo de ascensión. Pueden encontrarlos en el libro de los Salmos.
Y caminaban literalmente arriba hasta Jerusalén, la ciudad sobre una colina, y el templo estaba alto y sublime. Y la presencia de Dios y del lugar santísimo estaba al centro, y trataban de purificarse del pecado y preparar sus corazones para encontrarse con Dios. Y se acercaban a Dios todo lo que puede acercarse un ser humano sin morir porque son pecadores. Y esa pared seguía en pie, pero se acercaban a Dios todo lo que podían.
Y ofrecían sacrificios, y confesaban sus pecados, y animales morían, y derramaban sangre, porque la paga del pecado es muerte, y todo eso era sombra de la venida de Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El templo es sombra de la venida de Jesús, porque el templo se trataba de la presencia de Dios en la Tierra. Estamos aquí, Él está aquí, hay una pared intermedia de separación entre nosotros, y Jesús rompe la pared y viene a ser Emanuel, Dios con nosotros, y entonces Jesús es el templo de Dios.
Amigos, por eso es que hoy no les voy a instar que tomen un vuelo y vayan a un lugar llamado Tierra Santa. Si quieren ir, está bien, aprenderán mucho. Yo lo disfruté, pero no lo llamo necesariamente Tierra Santa. Jesús estuvo ahí, pero hoy es solo tierra. Es santo dondequiera que esté el Espíritu Santo, y lo interesante es que ya no vamos a un lugar santo, sino que un Dios santo viene a cualquier lugar a encontrarse con su pueblo. Esas son buenas noticias.
Y utiliza este lenguaje del templo, y está hablando a judíos y a gentiles. Los gentiles están pensando: «¿Tenemos que ir al templo?». Y les dice: «Ustedes son el templo». ¿De qué está hablando Pablo? Y después usa esta analogía. Cuando uno iba al templo, estaba labrado literalmente de piedra, o al menos lo que queda del templo. Y cuando hagan la gira subterránea verán enormes piedras labradas a mano que servían de cimiento. Y si hacen la gira subterránea, verán que algunas eran del tamaño de un vagón de ferrocarril. Piénsenlo, en los tiempos antes de la electricidad y la tecnología moderna, ¿cómo crearon este maravilloso templo y su cimiento? Y dice: «Dios hizo algo aún más maravilloso». Es un templo no construido con manos humanas, y el Señor Jesucristo viene y la presencia de Dios está con nosotros». Amigos, hoy no acudimos a un edificio sagrado, acudimos a Jesús— de hecho, permítanme decirlo de otra manera. Jesús vendrá a estar con nosotros. Nosotros no vamos a ninguna parte, Dios es el que viene a nosotros.
Y dice que ustedes son piedras en este templo llamado la iglesia, la cual Dios está edificando. Y dice: «La piedra angular es Jesús», ¿cierto? Eso significa que todo se levanta y cae con Jesús. Al poner el cimiento de un edificio, lo más importante es colocar la piedra angular correctamente. Si la coloca incorrectamente o si pone la piedra angula equivocada, lo que construya encima finalmente se desmoronará. ¿Saben por qué fracasan las religiones? ¿Saben por qué fracasa la sicología? ¿Saben por qué fracasa el moralismo? ¿Saben por qué fracasan las naciones? ¿Saben por qué fracasan los negocios? ¿Saben por qué fracasa la gente? ¿Saben por qué fracasan las espiritualidades? Si la piedra angular no es Jesús, es solo cuestión de tiempo para que se desmorone todo. Todo empieza con Jesús y todo se levanta y cae con Jesús.
Por eso en Mars Hill nos gusta decir que se trata solo de Jesús. Por eso hablamos de Jesús y la relación que tiene con u matrimonio, de Jesús y la relación que tiene con sus hijos, de Jesús y la relación que tiene con su soltería, de Jesús y la relación que tiene con su sufrimiento, de Jesús y la relación que tiene con su pobreza, de Jesús y la relación que tiene con su trabajo, y no hablamos de ninguna cosa a menos que también hablemos primero de Jesús, ¿amén? Empezamos con Jesús. Todo empieza con Jesús, y todo descansa, estriba, y depende de Jesús.
Habla de los apóstoles y los profetas, los líderes del Nuevo y del Antiguo Testamento quienes en gran parte nos dieron las Escrituras, y después dice que Dios está construyendo la iglesia. Necesitan usar estas imágenes físicas para aprender la realidad espiritual. Como dije, a veces las cosas físicas pueden ilustrar verdades espirituales. Lo mismo con un edificio. Si van, digamos a un edificio de ladrillo y dicen: «Qué maravilla como está todo apilado y como se mantiene unido». Mars Hill, ustedes son los ladrillos. Son los ladrillos que Dios apila y mantiene juntos.
Y durante varios miles de años el cristianismo ha existido. Es lo más grande en la historia del mundo, porque Jesús todavía está vivo. Y de aquí a 2.000 años, 5.000 años, 10.000 años, cuando el Señor Jesús decida regresar, no lo sabemos, las naciones vendrán y se irán, y las compañías vendrán y se irán, y la iglesia seguirá aquí porque es un milagro. Es algo que Dios hace, es algo que Él edificó. Él salva a las personas, y las apila como iglesia, y la iglesia sigue creciendo.
Algunos de ustedes dirán: «¿Por qué se preocupa Mars Hill tanto por el crecimiento?». Porque queremos que la iglesia crezca. Hay personas allá afuera que están lejos, están alienados, están separados, viven en enemistad, y queremos que conozcan a Jesús y que sean parte de la familia de la iglesia, y queremos conocerlos y, «Oye, ven y apila tu vida junto a la mía, y amémonos unos a otros y seamos el pueblo de Dios».
Y digamos esto, Mars Hill, hay ladrillos extraños, ¿verdad? ¿Lo han notado? O sea, entramos a una iglesia y decimos: «No me imagino a estas personas reuniéndose por ningún otro motivo». O sea: «¿Ustedes qué tienen en común?». A Jesús. Somos muy diferentes. Somos muy diferentes, ¿cierto? O sea, piensen en la Iglesia Mars Hill, las distintas etapas de vida, derroteros, razas, culturas, y experiencias, y compromisos, y todo eso nos hace lo que somos. Y al estar apilados juntos, si alguien entra y dice: «¿Qué? ¿Cómo? ¿Qué?». Oh, Jesús. Él los ama, Él me ama, Él nos juntó para mostrar lo amoroso, lo misericordioso y lo bueno que es; y Él está edificando su iglesia».
Estaba pensando en esto cuando fui a Israel y vi los cimientos del templo en aquella gira subterránea y las enormes piedras labradas a mano, y pensé: «Esto es maravilloso, pero las personas de la Iglesia Mars Hill son más maravillosas que esto. Son más maravillosas que esto. Son como piedras vivas apiladas sobre Jesús para dar testimonio a Dios».
Después dice que nos volvemos morada de Dios en el Espíritu. Hay una diferencia entre que Dios esté presente en su vida, y lo está, por lo cual si está cantando en su carro, si lee su Biblia en casa, si ora en su trabajo, Dios está con usted, pero al Espíritu Santo le encanta estar presente con el pueblo de Dios. Cuando nos reunimos, Mars Hill, no creemos que un edificio sea especialmente sagrado. Podemos congregarnos en un colegio, o en un teatro; podemos vender un edificio y conseguir otro. Lo que hace que el lugar sea santo es el pueblo de Dios esté presente y que Jesús sea exaltado.
Y cuando nos reunimos, Dios es eminente, está presente con nosotros por el poder del Espíritu Santo, y nos recuerda que estamos reconciliados con Él y unos con otros y está revelando al mundo la reconciliación que toma lugar en Cristo, y eso significa que nos congregamos para cantar, y al cantar, mostramos que somos reconciliados en Cristo, y que somos reconciliados con Dios en Cristo.
Y cuando nos congregamos, nos volvemos como el templo del Antiguo Pacto. La diferencia es que a ese solo podían entrar a la pura presencia de Dios los hombres más santos en los días más santos del año, pero incluso esa pared intermedia de separación fue rasgada de arriba a abajo cuando murió Jesús—era una cortina en el templo—y después el Espíritu de Dios podía ser librado para morar entre el pueblo de Dios. Todas esas barreras han sido removidas y el Espíritu Santo está con nosotros así como estuvo presente en el lugar santísimo, está presente en las alabanzas del pueblo de Dios.
Mars Hill, cuando acabe de predicar, por favor sigan cantando que el Espíritu Santo no solo está con ustedes, está con nosotros; y que sus vidas y sus cuerpos no son solo el templo del Espíritu Santo, también nuestra iglesia y nuestra familia colectiva junta, juntos somos morada de Dios en el Espíritu. Somos un templo santo en el Señor. Esa es nuestra nueva identidad, esa es nuestra nueva actividad, porque juntos en Cristo, Dios nos hizo una nueva comunidad. Por eso es que no hay nada como la iglesia. No hada como ella, y cuando el pueblo por el hecho de ser creados a imagen y semejanza de Dios desean la reconciliación, la respuesta es Jesús. La respuesta es Jesús.
Para cerrar permítanme explicarles el hecho de que ideas tienen consecuencias. Algunos de ustedes dirán: «Hemos visto la ideología bíblica. ¿Cuál es la alternativa?». Las ideas tienen consecuencias, y permítanme se audaz y controvertido en decirles que aparte de lo que yo llamo una visión bíblica del mundo, la igualdad racial, cultural, el amor, el aprecio, y la reconciliación es inconsecuente, e incluso hipócrita.
Les mostraré. ¿Han oído hablar de El origen de las especies? Estos son los fundamentos de la visión evolutiva del mundo. ¿Han oído hablar del libro El origen de las especies? ¿Han oído hablar de eso? El título original era: Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida, por Charles Darwin. Quitan la segunda parte porque es un poco controversial. A ustedes les dijeron que él escribió un libro llamado El origen de las especies. No, también es La preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida.
Una idea puramente evolucionista dice que éramos animales, que algunos nos volvimos personas, y los demás estamos en la mitad en alguna parte. En la historia de nuestra nación vergonzosamente quiso decir que para propósitos de gobierno y representación consideraban que algunas personas eran 60% humanas, lo cual significaba que seguían siendo parte animal y parte humanas pero han cruzado una línea. Eran más humanos que animales. Eso pasó con los que eran negros, y a veces los nativos americanos o los hispanos, o los asiáticos, varias agrupaciones.
Mars Hill, ¿nosotros creemos en eso? ¿Por qué no creemos en eso? Porque creemos en la Biblia. La Biblia dice que no importa a qué grupo pertenecemos, todos descendimos de un hombre y de una mujer. De hecho somos parte de una gran familia. Además, la Biblia enseña que Dios hizo los animales los cuales no son portadores de su imagen y semejanza, y a las personas que sí lo son, y que no hay nada de por medio. Todas las personas por igual son portadoras de la imagen y semejanza de Dios y son dignas de recibir la misma dignidad, valor, e igualdad. Es lo que dice; eso es lo que significa. Repito, no estamos hablando de asuntos de pecado, sino de asuntos de estilo. No significa que todo lo que haga la gente siempre está bien a los ojos de Dios, sino que todos son iguales porque igualmente todos son portadores de la imagen y semejanza de Dios.
Ahora, apliquémoslo a Cristo, digamos que usted está en Cristo, el Espíritu Santo mora en usted, Jesús le ama, el Padre lo ha adoptado, y él nos reconcilia a los dos. En la familia de Dios, no hay ciudadanos de segunda clase, ¿cierto? No hay hijos que están medio afuera de la familia, y medio adentro de la familia; medio en la herencia, y medio afuera de la herencia. Dios no es un Padre que trata a sus hijos así, y por causa de la Biblia, nunca debemos ver a las personas así.
¿Tienen prejuicios contra alguien, cualquier grupo? ¿Hay alguien con quien no están reconciliados que dicen ser cristianos? Estamos reconciliados en Cristo, si somos cristianos, y podemos reconciliarnos en Cristo como cristianos en torno a Cristo. Y les ruego, busquen la reconciliación, y aunque no les correspondan, no celebren un funeral en sus corazones para considerarlos muertos a ustedes.
Ahora contrasten la visión mundial evolucionista donde las personas son parte humanas, parte animales, y estamos más evolucionados que ellos, y básicamente ellos son animales y nosotros somos superiores. La ideología bíblica fue lo que realmente funcionó en la abolición de la esclavitud. Por eso William Wilberforce en Gran Bretaña luchó mucho por abolir la esclavitud, porque era un cristiano que creía en la Biblia.
Por eso en Estados Unidos Abraham Lincoln promulgó lo mismo luchando por la abolición de la esclavitud porque era un cristiano que creía en la Biblia. Ya vi la película. Me pareció maravillosa. Ojalá hubieran incluido su relación con Jesús y su compromiso con la verdad bíblica las cuales lo impulsaban hacia delante. Por eso es que durante el movimiento de derechos civiles un hombre llamado Martin Luther King Jr. entra al liderazgo como pastor, predicando temas bíblicos de redención igualdad en base a temas como el Éxodo.
Las ideas tienen consecuencias, tienen profundas consecuencias para el bienestar de las personas, y esa es una de las razones por las que amo tanto la Biblia y la aprecio no solo porque es verdad sino porque es increíblemente útil. Nos permite ser un pueblo de Dios, una familia de Dios que no deja que preferencias se vuelvan prejuicios, y que no deja que las cosas que nos explican, nos definan, porque somos un nuevo grupo juntos en Cristo.
Para cerrar, los que aún no conocen la historia de Mars Hill, permítanme decirles algo práctico que espero les ayude. Cuando Grace y yo nos mudamos de vuelta a Seattle sabiendo que finalmente plantaríamos una iglesia, encontramos la iglesia más diversa que creía en la Biblia que podíamos encontrar, y adoramos ahí. Un pastor afroamericano muy benévolo nos financió y nos envió, y nos permitió empezar la iglesia.
Y por eso la intención de mi corazón desde el comienzo ya sido tener un liderazgo diverso. Creo que es más fácil tener diversidad en una iglesia si hay diversidad en el liderazgo, porque al tomar decisiones, si no tiene otras perspectivas culturales, a veces puede decidir algo que no es lo más hospitalario para todas las personas.
Reconocí eso hace poco hablando con un artista del hip hop, un afroamericano de otra ciudad, y me estaba diciendo que asistía a su iglesia y traía a sus amigos, pero había muchos blancos en la iglesia, y dijo: «Ni siquiera saben hacerte sentir bienvenido». Le dije: «Cómo así, explícame eso». Me dijo: «Se paran y dicen: “Si usted es nuevo nos gustaría sacarlo a tomarnos una tasa de café”». Me dijo: «En nuestro barrio no tenemos cafeterías y no todos salimos a tomar café. Eso es lo que hacen los blancos». Le dije: «Oh, sí lo es». Por eso vuelvo a recordarles simplemente que cuando hay diversidad de liderazgo, hay más posibilidades de hospitalidad para diferentes personas.
Por eso, desde muy temprano, invité a un hombre a que fuera uno de nuestros ancianos, un afroamericano muy piadoso, pero su trabajo lo obligaba a viajar mucho y siempre estaba de viaje con una joven familia, y vivían lejos, por lo cual tuvo que irse. Otro joven pastor afroamericano también muy dotado y en ciernes en el cual estaba invirtiendo se fue a prestar servicio militar y se fue. No empezamos exactamente con el equipo de liderazgo que yo había esperado.
Algunos años después, esperamos que nuestra iglesia se parezca a la comunidad en que se encuentra. Albuquerque será muy diversa con hispanos nativos y con personas blancas. Rainier Valley es muy diverso, y otros lugares como Portland, no tanto. Portland es el lugar más blanco que he visto. No sé si venden pan integral siquiera en Portland por lo blanco que es.
Pero si usted está en Mars Hill, y dice: «Hombre, soy de un trasfondo cultural, racial, y étnico diferente. Amo a la iglesia, pero no sé si este sea el mejor lugar para mí», permítame decirle que usted sería un verdadero don para nosotros en el liderazgo, y en verdad podemos usar de su ayuda y usted puede ayudarnos a aprender y a crecer. Tenemos un poco de diversidad, y por la gracia de Dios aspiramos a más, porque si Jesús nos ha reconciliado, necesitamos estar en esto juntos. Así que les agradeceríamos que si se sienten llamados al liderazgo, especialmente los que quizás no son roqueros indie blancos que tocan guitarra, fuman y escriben los blog. Si esos están aquí, bienvenidos, pero tenemos muchos de ustedes. Si son otra persona, los amamos, les damos la bienvenida, y ustedes podrían ser una gran bendición y ayudarnos, así que ayúdennos a darles la bienvenida para que juntos podamos dar la bienvenida a todo el pueblo de Dios. ¿Amén? Bien, es todo lo que tengo para hoy probablemente. Voy a orar.
Dios Padre, gracias por la oportunidad de enseñar la Biblia en la Iglesia Mars Hill a personas que yo amo. Gracias por este gran templo que está siendo construido y por todas estas piedras maravillosas que estás colocando, una vida sobre la otra al hacer una vida juntos. Dios, te doy gracias porque en Cristo podemos reconciliarnos contigo, y en Cristo podemos ser reconciliados unos con otros. Y Dios, aunque cambien los nombres; antes eran judío y gentil, quizás ahora sean negros y blancos, viejos y jóvenes, ricos y pobres, los que son demócratas y los que son republicanos, los que son hispanos, y los que son asiáticos, los suburbanos y los rurales y los urbanos. Padre, las categorías cambian, pero el asunto es el mismo. Por eso te pedimos, Señor Jesús, que nos llenes individualmente y colectivamente con el Espíritu Santo, para que juntos lleguemos a la plenitud del entendimiento de lo que significa esta maravillosa reconciliación, en el buen nombre de Cristo, amén.
Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.