Soy salvo (Efesios 2:1–10)

Nos encanta una buena historia de rescate

Está bien, vamos a conseguir unas mascotas. Hemos estado negociando esto por 15 años y ahora que tenemos 5 hijos pueden limpiar los excrementos de las mascotas no me molestan las mascotas, pero me molesta lo que sale de ellas. Ese es el problema que tengo, pero ahora que tenemos hijos suficientemente grandes, en teoría, para limpiar lo que sale de la mascota, estamos listos para conseguir unas mascotas.

Gideon, el de 7 años, quiere dos conejillos, y quiere llamarlos: ‘perdido’ y ‘hallado’. O ‘totopos’ y ‘salsa’, y nos pidió dos conejillos. Y los niños han pedido enérgicamente un perro y parece que estamos cambiando de pre-perro a pos-perro.

¿Cuántos de ustedes tienen perro? ¿Tienen perro? No sé nada de perros. Sé que tienen cuatro patas a menos que algo terrible les pasó, sé que los perros más grandes son mejores que los pequeños, y sé que todos los perros son mejores que los gatos. Es todo lo que sé sobre perros.

Llegamos al punto en que estoy investigando a los perros. Escogimos una raza, supongo. Grace se crió con pastores alemanes, por eso estamos buscando un pastor alemán, o uno mezclado. Y la gente también empieza a hacer preguntas como: «Va a conseguir uno de raza pura o mezclada?». No sé la diferencia, y me puse a investigar. El padre del de raza pura es un macho dominante muy regio, y pensé: «Definitivamente necesito uno de esos», es un chiste, más o menos.

Y después otros dicen: «No, no, no, necesitas uno de raza mixta». Un perro de rescate, los llamados perros de rescate. ¿Tienen un perro de rescate? Esta es mi apelación a la República Popular de Seattle, ¿de acuerdo? Aquí es donde me conecto. Porque uno de los requisitos de ser ciudadano aquí en Seattle es tener perro, así que por fin lo soy. Y todos dicen: «Oh, necesitas un perro de rescate».

No sé qué es un perro de rescate, entonces empecé a investigar a los perros de rescate en internet, y francamente fue traumático. Dicen: «Oh, hay de 8 a 10 millones de perros abandonados y la mitad mueren». Ah, caray, no lo sabía. Y que podemos rescatar un perro. Como estoy centrado en el evangelio, tengo que hacerlo. O sea, tenemos que rescatar algo. El libro entero que leo se trata de un gran rescate.

Uno empieza a buscar, y lo cautivan a uno emocionalmente. Le muestran la foto de un perro con una mirada en sus ojos que dice básicamente: «Salva mi vida». Después dan un nombre al perro, y ahora está casi apegado completamente. Y le hablan del perro. Esta se llama Sasha. «Le encantan los niños, los Frisbee, y a Jesús». «Y vamos a matarla el martes», y uno piensa: «¡Ay, no! ¡A Sasha, no!». Ahora puede que tengamos 10.000 perros en nuestra casa porque se nos ha abierto mundo nuevo.

Después le cuentan a uno historias sobre cómo fueron rescatados los perros, y qué lectura tan divertida. Le dicen a uno: «Mire, aquí hay un perro. Ahora este perro puede jugar a traer cosas y tener una familia eterna», así la llaman. La familia eterna, no es como la familia que los abandonó en el parque. Usted puede ser su familia eterna. Uno conoce los perros y escucha sus historias. Y había un perro que no estaba bien alimentado, era malnutrido, fue abandonado en el bosque, pero una familia lo rescató, y hay una foto navideña donde aparece el perro con la familia. Y está tan feliz que mueve la cola, y es como si fuera el cielo de los perros.

¿No les encanta una buena historia de rescate? A propósito, esta es la peor transición que he hecho de una ilustración al texto bíblico, pero emocionalmente todos los amantes de perros están conmigo. Estoy tratando de dirigirlos hacia Jesús, y si puedo hacer que todos los amantes de perros conozcan a Jesús, habrá un avivamiento, ¿de acuerdo?

Por tanto, ¿no les encanta un buen rescate? ¿No les encanta un buen rescate? ¿Amén? ¿Cierto? Nos encanta un buen rescate. Por eso, cuando los bomberos entran a un edificio y salen con los niños, nos alegramos. Por eso, cuando algo malo pasa, y la policía llega y todos están bien, nos alegramos. Por eso, cuando alguien gobierna sobre otros en forma horrenda y los soldados llegan para librar, nos alegramos. Por eso es que hasta los programas de televisión y las películas que disfrutamos todas son temas de rescate, ¿cierto? O cuando todos se hallan en un destino terrible o alguien o algo se halla en un destino terrible, y no pueden rescatarse ellos mismos. Están condenados, y una sentencia de muerte pende sobre ellos, ¡pero de pronto viene el salvador! Alguien llegará a rescatarlos.

Y les digo eso porque ese es el corazón de Dios, y como fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, eso hace eco en nuestro corazón. Nos encanta una buena historia de rescate. Y en realidad esa es la historia de la Biblia. Es la historia de rescate más grande que jamás fue contada. Y estamos más o menos en esa posición donde aunque no seamos conscientes de ello una sentencia de muerte pende sobre nosotros y no podeos salvarnos a nosotros mismos, y necesitamos que alguien más venga y haga lo que no podemos hacer, o sea, rescatarnos y ponernos en nuestra familia eterna.

Opción no. 1 – Obras

Esa es la historia de la Biblia, esa es la historia de Jesús, y ahí estamos hoy en Efesios 2:1-10. Estamos viendo nuestra identidad en Cristo y el hecho de que en Cristo, soy salvo. Soy salvo. Y quiero que vean que realmente hay dos categorías básicas o perspectivas sobre la salvación, y la salvación, repito, es cuando nos hallamos en un terrible destino y no podemos salvarnos, y necesitamos que alguien de afuera nos salve. Una categoría la llamaremos obras, como Pablo la llama, y la otra la llamaremos gracia, y Pablo va a yuxtaponer estas dos categorías.

Y la mayoría de las religiones y espiritualidades, quizás todas, aparte del cristianismo, enseñan algo llamado obras. O sea, que uno puede salvarse a sí mismo si hace ciertas cosas, y deja de hacer otras cosas, pero uno mismo puede salvarse. Les daré unos ejemplos. En el budismo, dejar de tener ciertos deseos lo salva a uno. En el confucianismo, la educación, la autoreflexión, la auto-cultivación, y llevar una vida moral, lo salva a uno. En el hinduismo, desligarse de su ego y esforzarse por vivir en unión a lo divino lo salva a uno.

En el islam, llevar una vida santa de buenas obras lo salva a uno. En el judaísmo ortodoxo, el arrepentimiento, la oración, y esforzarse mucho para obedecer la Ley lo salva a uno. En la Nueva Era, tener una nueva perspectiva en la cual uno se ve conectado con todas las cosas en una unidad divina lo salva a uno. En el daoismo, alinearse con Dao para tener paz y armonía, lo salva a uno.

En las mentes de muchas personas, ser una buena persona lo salva a uno. Y en los funerales, muchos parecen pensar que con solo morirse uno se salva. Oh, se murieron, por lo tanto sabemos que fueron a un lugar mejor, como si morirse fuera suficiente para ser salvo. La categoría entera de las obras dice: «Haga esto, no haga aquello, para que sea salvo de cualquier destino que uno tenga por delante».

Opción no. 2 – Gracia

La otra opción es el cristianismo, que dice: «no somos salvos por nuestras propias obras, ya somos salvos por las obras de Jesús». Anhelar ser salvo por las buenas obras no es del todo malo, pero no resulta ser bueno cuando el que hace las obras es cualquier otra persona que no sea Jesús.

La trama de la Biblia dice que nos hallamos en un destino terrible, y una sentencia de muerte pende sobre nosotros, y no podemos rescatarnos a nosotros mismos, y Jesús, nuestro gran Dios y Salvador, viene desde afuera a rescatarnos y a salvarnos, y somos salvos por sus obras. Él vive sin pecado. Por tanto, la vida de Jesús nos salva, no la nuestra. Él muere en la cruz en nuestro lugar por nuestros pecados, y su muerte es la que nos salva, no la nuestra. Y resucita de la muerte, conquista nuestros enemigos, el pecado y la muerte, y su victoria, no la nuestra, es el medio por el cual experimentamos la salvación y somos rescatados. De hecho, el nombre Jesús significa «Dios es nuestro Salvador. Dios es nuestra salvación». Es exactamente lo que Jesús significa, y su nombre indica la misión de su vida.

Y quiero decirles a ustedes, que si han confiado en sus buenas obras, la fe no es lo que los salva sino el objeto de la fe es lo que los salva. Quizás estén confiando en un sistema religioso falso, y sistema moral falso, o en un sistema espiritual falso. No son salvos por el solo hecho de tener fe en alguien o en algo, el objeto de su fe tiene que un Salvador que pueda salvar. Solo Jesús es digno de nuestra fe, solo Jesús es nuestro Salvador, y si alguien confía en alguna persona o cosa que no sea Él, o además que Él, están confiando en lo equivocado y no experimentarán la salvación.

Y lo dice así en Efesios 2.5: «Por», ¿qué? «Gracia», ese es el nombre de mi esposa, por eso es una de mis palabras favoritas, «habéis sido salvos». Y lo dice otra vez en Efesios 2.8: «Porque por gracia», ahí está otra vez, «habéis sido salvados por medio de la fe». Tener fe es confiar en la obra de Jesús, no en la nuestra.

Aquí aprendemos que somos salvos por gracia, y cuando la Biblia usa el lenguaje de la gracia, está hablando de las obras de Jesús. Cuando la Biblia usa el lenguaje de las obras, está hablando de nuestras obras. Lo que está diciendo es que no somos salvos por lo que hacemos o por quienes somos, ya somos salvos por quien Él es y por lo que hace, y esa es la gracia. Significa favor inmerecido, amor inmerecido. Significa que Dios derrama su afecto no solo sobre los que no lo merecen sino sobre los que no han hecho nada para merecerlo, de hecho sobre los que antes eran sus enemigos.

Salvados en el pasado, en el presente, y en el futuro

Quiero que vean la salvación de esa manera: fuimos salvados en el pasado, en el presente, y en el futuro. En el pasado fuimos salvados de la pena del pecado. Jesús murió en la cruz en lugar de nosotros por nuestros pecados. Esta es la gracia de Dios mediante la que somos salvados. Eso significa que Jesús murió una muerte que debíamos morir nosotros. Jesús sufrió el castigo que debíamos haber sufrido, que Jesús probó la ira de Dios que nosotros debíamos haber tomado plenamente.

La buena noticia es: si usted está en Cristo, si usted es cristiano, si pertenece a Jesús, no hay pena de pecado para usted, lo cual significa que Dios no lo castiga cuando peca. Puede que su pecado tenga consecuencias, pero Él no lo está castigando, porque Jesús ya fue castigado en su lugar por sus pecados.

También significa que si está en Cristo, al morir, no sufrirá pena eterna por su pecado, porque Jesús ya la pagó en la cruz. Eso es lo que significa cuando dice que es por gracia. Eso fue hace 2.000 años. No le pedimos a Jesús que hiciera eso, pero lo hizo por amor.

Quiero que sepan que fueron salvados de la pena de sus pecados en el pasado. Eso significa que tampoco pueden perder su salvación porque la pena ya fue pagada y Dios no los va a penalizar en esta vida, no los penalizará quitándoles la salvación, no los penalizará castigándolos después de la muerte. Si están en Cristo, la pena pasada por el pecado ya fue pagada.

Prácticamente, en esta vida, somos salvados del poder del pecado. Esto significa que antes llevábamos una vida de pecado y Jesús nos da una nueva vida, y pone el Espíritu Santo en nosotros para vivir por un nuevo poder, el poder de Dios. Eso significa que el poder de Dios en nosotros es más grande que las tentaciones que nos rodean. Para el cristiano, esto significa que podemos empezar a decir No al pecado y Sí a Dios, y caminar de la desobediencia hacia la obediencia, y como resultado somos salvos del poder del pecado.

Y esto siempre me da ánimo, y he escuchado esto de personas en nuestra iglesia por 16 años. Vienen y explican su vida con Jesús de esta manera: «Había cosas en mi vida que se adueñaron de mi, que me controlaban. No podía dejar de hacerlas. Las hacía cada día, o cada semana, o cada mes, o cada año, o lo que sea, pero era un ciclo horrible y me sentía atrapado, y no podía cambiar, y no podía escapar, y no me ayudaba, y me avergonzaba. Después conocí a Jesús, y ahora no tengo que volver a hacer esas cosas. Estoy experimentando el poder de Dios en mi vida, y las cosas que antes hacía, ya no las vuelvo a hacer». No significa que los cristianos sean perfectos, sino que los cristianos progresan hacia la perfección.

¿Cuántos de ustedes están experimentando eso en sus vidas? Están siendo salvados del poder del pecado. ¿Cuántos de ustedes pensaron que había cosas en su vida que nunca podían cambiar, y por el poder de Dios, ha cambiado o está cambiando?

En el pasado fuimos salvos de la pena del pecado. En el presente, somos salvos del poder del pecado. Y amigos, necesito que entiendan esto, porque tristemente algunos piensan que el verdadero cristianismo no empieza hasta que morimos, e incluso les dirán: «Entregue su vida a Jesús y al morir, irá al Cielo». Eso es cierto, pero la historia no termina ahí, o sea que la vida eterna no empieza cuando usted muere, empieza cuando usted conoce a Jesús. Ese es el comienzo de su vida eterna, y que usted fue salvo en el pasado de la pena del pecado, y es salvado en el presente del poder del pecado, y que Jesús no solo lo cambia cuando muera, lo cambia justo cuando usted se vuelve uno de los suyos.

Y tercero, en el futuro seremos salvos para siempre de la presencia del pecado. Cuando Dios hizo este mundo en Génesis 1:31, dice que Dios hizo todas las cosas y que eran «buenas en gran manera». No había pecado, no había enfermedad, no había sufrimiento, no había enfermedad, no había descomposición, no había muerte. Todo era perfecto. Era el mundo que en lo más profundo de nuestro corazón todos anhelamos y deseamos. Sentimos que lo perdimos y queremos recuperarlo.

Por eso tenemos causas y asuntos, y por eso es que la gente quiere lograr cambios en el mundo pero el pecado ha infectado y afectado a todos y a todas las cosas. Y no podemos librarnos de la presencia del pecado. Incluso los más santos entre nosotros son conscientes de la presencia del pecado en su corazón y en su vida. Los que tenemos abiertos los ojos vemos los efectos del pecado en todas partes.

Y vendrá el día en que así como Jesús resucitó, nosotros también resucitaremos. Y la Biblia dice que seremos completa y totalmente nuevos, y que el pecado dejará de existir. No habrá sufrimiento, enfermedad, ni pecado. No habrá muerte, no habrá devastación, no habrá destrucción. El mundo será como Dios lo creó antes de que el pecado lo corrompiera. El mundo será como Jesús lo rehaga por su propia gloria, y eso se llama el reino de Dios. Eso se llama el reino de Dios, y entonces el reino de Dios será salvado de la presencia del pecado. No más pecado, no más Satanás, no más demonios, injusticia, tiranía, mal, No necesitamos hospitales, no necesitamos agentes de policía, no necesitamos soldados. Todo lo que necesitamos ahora porque la presencia del pecado todavía está obrando en el mundo, esas cosas dejarán de existir.

Los cristianos fueron salvados, están siendo salvados, y serán salvados. Mi pregunta es: ¿Es usted salvo? ¿Es salvo? No puede decir: «Trataré de ser una buena persona». Usted no es su propio salvador. «Soy religioso». Usted no es su propio salvador. «Soy espiritual». Usted no es su propio salvador. «Estoy haciendo lo mejor que puedo». Eso no es suficiente. Necesita que Jesús entre, que Dios entre, no solo a la historia sino a la historia de su vida como el Rescatador. Necesita un Salvador.

¿Salvados de qué?

Nos dice que somos salvos por gracia. o sea las obras de Jesús por nosotros. Después Pablo anticipa, como Buen Pastor, que las personas tendrán preguntas, quizás sean las mismas preguntas que usted tiene también. Permítanme contestarlas partiendo de la instrucción de Pablo en sucesión. La primera pregunta es: ¿De qué somos salvos? Y lo dice en Efesios 2.1–3.

¿Cuántos de ustedes, si yo llegara o si un amigo llegara y les preguntara: «¿Eres salvo?», le contestarían: «¿De qué?». Esa fue mi pregunta en preparatoria. Estudiaba en un colegio público, no era cristiano, y tenía un amigo cristiano que llegó y me preguntó— es la primera vez que recuerdo que alguien me preguntara: «¿Eres salvo?». Este estudiante hablaba con denuedo, y tenía buenas intenciones, y yo agradecía su valor, pero yo no sabía de qué estaban hablando.

«¿Mark, eres salvo?». Le dije: «Ni siquiera sé de qué estamos hablando. ¿Salvo de qué? ¿Rescatado de qué? ¿Redimido de qué? ¿Librado de qué?». No me parecía que yo estuviera en peligro. Si uno no siente que está en peligro, no le urge tener un Salvador. Los que se ahogan llaman a un socorrista. Si su casa se incendia, llama al cuerpo de bomberos a gritos. Si aparece un intruso, llama a la policía. Pero si no sabe que existe un problema, no sabe que necesita ser rescatado.

¿Salvo de qué? Y nos da 6 cosas en Efesios 2:1–3. «Y él os dio». Les está hablando a los que están en Cristo sobre su vida antes de Cristo, y va a yuxtaponer dos identidades, los que viven por sus obras, y los que viven por la gracia de Jesucristo. «Y él os dio», cristianos, primero, «muertos en», segundo, «delitos y pecados», tercero, «en los cuales anduvisteis», o sea en un estilo de vida impío, «según la corriente de este mundo», cuarto, «conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia», o sea Satanás y los demonios, quinto, «entre los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente», o sea la naturaleza pecaminosa, y después sigue diciendo: «y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás».

¿Salvados de qué? Aquí Pablo dice que los que están en Cristo son salvados de 6 cosas. Por otra parte, si no está en Cristo, si no conoce ni ama a Jesús, está bajo sentencia de muerte, y estas cosas explican su futuro eterno a menos que haya un cambio significativo.

Primero, la muerte. Como dije hace un momento, la muerte es el resultado del pecado. Donde no hay pecado, no hay muerte. Por eso en el reino de Dios, no moriremos porque seremos salvos de la presencia del pecado y la muerte dejará de existir. Piénsenlo de la siguiente manera: Si conecta su teléfono o su portátil, lo prende, y vuelve a desconectarlo, y sigue con vida pero solo por un tiempo, y después, ¿qué? Se muere. Usted y yo somos así. No somos independientes; somos seres dependientes. Fuimos hechos por el Dios viviente, y cuando pecamos contra Él, es como si nos desconectáramos de la fuente de vida. Como resultado seguimos con vida, pero estamos en el círculo de la muerte y finalmente morimos porque estamos desconectados de la fuente de vida. Así explica la Biblia nuestra condición.

Podemos vivir físicamente aunque estamos muertos espiritualmente. Y en el proceso de morir físicamente, para comparecer ante Dios y experimentar la muerte eterna, lo cual significa vivir eternamente bajo castigo, no bendición, separado de la gracia de Dios, no conectado a la gracia de Dios. Les advierto. Les advierto porque los amo, que algunos de ustedes están vivos físicamente pero muertos espiritualmente. No aman a Jesús, no odian el pecado, y van a morir y a probar la muerte eterna para siempre. Y no queremos eso de ustedes, y quizás sea por eso que Dios los trajo aquí, quizás sea por eso que Dios los tiene aquí este día para escuchar esta Palabra, porque Dios quiere pasarlos de muerte a vida. Creo en eso, por eso tengo esperanza para ustedes.

Segundo, dice que somos salvos de los delitos y pecados. El pecado incluye pensamientos, palabras, nuestras obras, nuestros motivos. Incluye pecados de comisión, cuando hacemos cosas malas, pecados de omisión, cuando no hacemos cosas buenas, pecado. Y aquí usa un lenguaje de transgresión. Si alguna vez han ido de cacería o a una excursión, y vieron un letrero que decía: No entrar y de repente se dan cuenta que hay un lindero ahí, y se me permite ir acá, pero si cruzo esta línea, estoy violando propiedad privada. Me encuentro en un lugar donde no debo estar y hay consecuencias negativas por hacer eso.

Lo mismo pasa con la Palabra de Dios. La Palabra de Dios está llena de leyes, hitos fronterizos, y cuando cruzamos uno, hemos transgredido. Hemos cruzado una raya. Estamos en un lugar prohibido, haciendo algo indebido, y eso trae consecuencias. ¿En qué ha transgredido usted? ¿Dónde están sus pecados?

Permítame decirle, amigo: con frecuencia somos mucho más conscientes de los pecados ajenos que de los nuestros. Si le preguntara quién pecó contra usted y en qué transgredieron, probablemente diga más rápidamente: «Oh, sé exactamente. Tengo ilustraciones. Hicieron esto, y cruzaron esta raya, y dijeron e hicieron cosas que no deben hacer, sabiendo que hay una raya en nuestra vida o en nuestra relación, y la cruzaron— sí, siento que pecaron contra mí».

Quiero que tomen ese entendimiento y que piensen en su relación con Dios , que todos hemos cruzado esa línea y que lo ofendimos a Él, y que pecamos contra Él, le desobedecimos y pecamos contra Él. Y así como tomamos en serio cuando alguien cruza una raya con nosotros, Él toma en serio cuando cruzamos una raya con Él. Todos somos pecadores. Todos somos pecadores.

Tercero, después dice: «En los cuales anduvisteis en otro tiempo según la corriente de este mundo» Aquí está hablando de vivir mundanamente, y después cuando habla del concepto del mundo— no entraré en detalles, pero cuando la Biblia usa la palabra mundo, lo hace en 7 sentidos. Y aquí el sentido es rebeldía contra Dios, mundanalidad, y aquí yuxtapone la mundanalidad con el reino de Dios. El reino de Dios es como debe ser, y la mundanalidad es rebelión contra la manera como Dios dice que debe ser.

Esta es la verdad, y necesito que sepan esto: la Biblia dice, que el mundo en su sabiduría no conoció a Dios. Es una cita. Piensen en la cultura y en el sistema mundial como un río torrentoso. Es fuerte con una resaca profunda. Cualquier cosa que cae al río es arrastrada río abajo. La mundanalidad significa eso. Así piensa todo el mundo, así actúa todo el mundo, esto es lo que hacen y parece normal porque es lo que la mayoría está haciendo, para allá va la mayoría.

Pero la moralidad no se determina por la mayoría. De hecho, todo ese torrente va rumbo a la destrucción, la devastación, y la condenación. Lo que está diciendo es que todos nacemos en ese río y todos vamos río abajo, y los que llegan a conocer a Dios sus vidas se caracterizarán francamente por una nadada difícil contra una corriente fuerte y pesada.

¿Han sentido eso? Es más fácil cometer adulterio que celebrar su 50 aniversario de fidelidad. Es más fácil darse por vencido con sus niños que perseverar con sus niños. Es más fácil gastarse todo el dinero en usted mismo que ser generoso con Dios y con otros. Es mucho más fácil tener una sexualidad corrupta y una moralidad corrupta que arrepentirse y progresar por la gracia del reino de Dios. Simplemente lo es, pero él dice que somos salvos de eso.

Y les diré esto: he sido pastor ya por varios años, y Dios es un Padre bueno. Cuando nos da reglas, es porque ama a sus hijos. Necesitan saber esto. Algunos de ustedes piensan que las leyes de Dios son prohibitivas. No, son amorosas. Algunos de ustedes piensan: «Quiero hacer cosas, y Dios dice que no porque Dios no quiere que me goce mucho, que me divierta, o que tenga placer». No es así.

Soy padre de cinco niños. Las reglas que hago para mis niños siempre son para su bienestar. Cuando vamos de vacaciones o si salimos a hacer algo, mis hijos les dirán que mis reglas por lo general son: Tengo tres reglas. Ámense unos a otros, diviértanse, y tengan cuidado. Generalmente esas son mis reglas. Ámense, diviértanse, y tengan cuidado. Todas las otras reglas encajan debajo de esos principios básicos. ¿Debo hacer eso? ¿Estoy amando? ¿Les va gustar hacer esto? ¿Es seguro? ¿Alguien puede lastimarse?

Las leyes de Dios son así. Es un Padre, y cuando hace reglas las hace para proteger a sus hijos. Lo hace genuinamente, lo cual significa que cuando transgredimos y nos saltamos la cerca de su ley protectora, nos tiramos al río de la cultura y somos arrastrados río abajo, y eso no es bueno para nosotros. Quizás usted diga: «Sí, pero todos los demás están tan emocionados, y son la mayoría, todos mis amigos están ahí». No, se supone que debe nadar contra esa corriente fuerte o quizás incluso no meterse a ese río. Su Padre le ama, está tratando de protegerlo. Eso es lo que significa que está tratando de salvarle. A veces Dios trata de salvarnos de nosotros mismos, y eso es lo que está diciendo aquí. Este rumbo de sabiduría mundana. Dios está tratando de salvarnos de nosotros mismos.

Después habla de Satanás y los demonios. Cuarto: «Conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia». No solo hay pueblo de Dios, también está el pueblo de Satanás. No solo hay aquellos que tienen el poder del Espíritu Santo, hay aquellos que tienen un poder demoníaco. Creemos en Satanás y en los demonios. Creemos que Satanás es un ángel creado por Dios como ministro y mensajero, se enorgulleció su corazón, se rebeló contra Dios, se llenó de sí mismo, no vivía para la gloria de Dios, y dirigió una rebelión contra Dios, y está obrando en el mundo.

Y así como Dios bendice a su pueblo, Satanás también bendice a algunas personas. Amigos, por eso no pueden mirar a alguien y decir: «Son saludables, están prosperando, son ricos, su vida está floreciendo, todo lo que tocan se convierte en oro. Seguro Dios los está bendiciendo». No, quizás el príncipe de este mundo los está bendiciendo. Quizás esté dando poder a sus vidas para seducir a otros hacia una vida de pecado, y locura, y rebeldía, para que otros puedan ver que él está dispuesto a darles lo que quieren con tal de conseguir lo que él quiere: sus almas.

Satanás y los demonios son reales, y para algunos de ustedes estas son tinieblas espirituales, practican el ocultismo. Sé que la brujería va en aumento, sobre todo entre las mujeres jóvenes. Sé también que el fenómeno o la fiebre de los vampiros tiene un aspecto muy espiritual. ¿Verdad? Mitad humanos mitad de lo otro, y poseen poderes sobrenaturales, y son apaciguados por medio de la sangre. Todo esto tiene temática y una imaginería muy pagana. Cuando voy a Barnes & Noble veo la sección romántica de vampiros para adolescentes, y sé que Jesús no hizo todo el catálogo. Vivimos en un mundo donde hasta lo espiritualmente oscuro se presenta simplemente como una historia cultural, pero es oscuro. Debemos reconocer las tinieblas al verlas, y que Satanás está vivo y coleando y está obrando en el mundo.

Quinto, después dice: «Entre los cuales también todos nosotros vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente». Aquí se refiere a que antes de conocer a Jesús, antes de estar en Cristo, solo teníamos una vieja naturaleza. Nacimos con una vieja naturaleza, pero nacemos de nuevo con una nueva naturaleza. Parte de lo que significa volverse cristiano no es solo volverse un mejor usted sino un nuevo usted con una nueva naturaleza.

El viejo usted con la vieja naturaleza él la marca por nuestra mente y nuestros deseos. Esto significa que antes de conocer a Cristo de una manera salvadora, nuestra mente no piensa los pensamientos de Dios. Empezamos a pensar independientemente de Dios y rebeldemente contra Dios, y nuestros deseos no son los deseos de Dios. No son deseos santos, son deseos impíos. No son deseos que vienen del Espíritu Santo, son deseos que vienen de nuestra vieja naturaleza o de la tentación del mundo que nos rodea.

Y quiero que vean, amigos, que al volverse cristianos si se vuelven cristianos reciben una nueva naturaleza, y esa nueva naturaleza hace que tengan una mente renovada. Por eso dice la Biblia en Romanos 12. «No os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente». Reciben una mente nueva, empiezan a pensar distinto.

¿Cuántos de ustedes han tenido esa experiencia? Conocieron a Jesús y entre más lo conocían, empezaron a pensar de otra forma. Usted dirá: «Sabe qué, antes pensaba así, pero ya no más. Ya no pienso más así. Antes pensaba que esto estaba bien, ahora sé que no está bien. Antes me jactaba de esto, y ahora me arrepiento de esto. Sí, mi mente está cambiando».

Y habla de deseos. El deseo más profundo del no cristiano es para sí mismo y para el pecado. El deseo más profundo del cristiano es para Jesús y la santidad. Jesús y la santidad. Y a algunos de ustedes les han dicho equivocadamente que su deseo y el deseo de Dios estarán en constante conflicto. No lo creo. Creo que nuestros deseos más bajos estarán en conflicto con los deseos de Dios, pero nuestros deseos más profundos estarán de acuerdo con los deseos de Dios.

Les daré un verso que ha significado mucho para mí a lo largo de los años. Salmo 37:4, dice: «Pon tu delicia en el SEÑOR y Él te dará las peticiones de tu corazón». Eso no quiere decir que si amas a Jesús puedes pedirle lo que quiera y Él te lo dará, que es como un portero listo para tomar sus pedidos. No significa eso. No significa que Dios le da lo que usted quiere, sino que Dios le da los deseos que Él quiere.

Eso quiere decir que al deleitarse en el Señor, el amante Señor, al disfrutar al Señor, llegará a conocer al Señor, y el Señor le da sus deseos, y ahora lo que usted quiere hacer es lo que Jesús quiere que haga, y no hay conflicto entre sus deseos, están de acuerdo sus deseos. Pablo lo dice de esta manera en su Carta a los Romanos. Dice: «Porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco eso hago». Lo que está diciendo es: «Cuando peco, cedo a sus deseos más bajos, menores y más débiles; y me frustra mucho porque no son mis deseos más profundos».

Les diré cómo funciona esto en mi vida. Amo mucho a Jesús y verdaderamente quiero volverme como Él. Esos son los deseos que Él me dio. Verdaderamente quiero serle fiel a Grace como su mejor amigo, proveer para ella y protegerla toda su vida. Ese es mi deseo, ese es el deseo que Jesús me dio. Quiero amar, servir, y dirigir, y proveer para nuestros 5 niños y disfrutarlos. Ese es mi deseo, es el deseo que Jesús me dio. Y quiero ser su pastor, quiero enseñar la Biblia, quiero que la gente conozca a Jesús y crezca en Jesús. Ese es mi deseo, es el deseo que Jesús me dio.

Les cuento que no lo he hecho perfectamente, y no soy sin pecado, pero cuando alimento y nutro mis deseos más profundos, Dios es glorificado y yo estoy satisfecho. Dios es glorificado y yo estoy satisfecho. Esto resulta en gozo porque uno tiene la conciencia limpia, y uno camina con el Señor, y uno vive en comunión con el Señor. Y Él lo mira a uno y dice: «Quiero que hagas esto». Y uno dice: «¿Sabes qué? Eso es lo que quiero hacer. Hagámoslo juntos». Así es la vida cristiana. Es mucho más sobre lo que podemos hacer que lo que no se nos permite hacer. Les insto que alimenten y nutran sus deseos más profundos, porque en su nueva naturaleza hay nuevos pensamientos de la mente nueva y nuevos apetitos de los nuevos deseos.

Sexto, continúa diciendo: «Y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás». Por naturaleza significa que nacimos separados de Dios con una naturaleza pecaminosa. ¿Cuántos de ustedes son padres y han notado esto? Dieron a luz a un niño, y de repente se dan cuenta que en su casa tienen un pequeño terrorista. Le declaran la guerra, le tiran cosas, lo matarían si fueran más grandes. Lo único que les falta es el tamaño. Algunos de ustedes dicen: «No, no, los niños son maravillosos», porque no tienen hijos.

Algunos padres miran a sus hijos y piensan: «No puedo creer que hizo eso». Pues claro que lo hicieron, porque por naturaleza son así y lo que necesitan es una nueva naturaleza. Mars Hill, aquí es donde empieza la crianza de niños, no moralizando («Has esto, no hagas aquello»), sino evangelizando. Este es Jesús, necesitas una nueva naturaleza, y a partir de esa nueva naturaleza saldrán nuevos deseos de la mente nueva. Jesús habla del árbol y sus frutos. Nacemos siendo árboles malos con malos frutos. Nacemos de nuevo como árboles nuevos con nuevos frutos. Esto tiene implicaciones enormes y prácticas. Por eso es que ni siquiera estamos tratando de moralizar a la gente, sino de introducir a la gente a Jesús y dejar que Él les inculque la moralidad.

Por naturaleza éramos hijos de ¿qué? ¡Ira! Algunos dirán: «Oh, qué palabra tan miedosa». Lo es, lo es, y hay una cobardía en torno a la ira de Dios hoy en día. Los pastores no la mencionan, y si lo hacen, la leen rápidamente y siguen adelante. O hacen estudios de palabras en griego para hacer que la ira signifique algo más que la ira. Siempre sabemos que un evangélico está huyendo cuando hacen un estudio de palabras en griego. «Oh, la ira no significa ira». No, ira significa ira. Como si yo lo llamara a usted y le dijera: «Hola, soy el pastor Mark y siento ira contra ti». Usted diría: «Oh, tengo que cerrar la puerta con llave. Pienso que esto no saldrá bien».

Bien, Dios tiene ira. Inmediatamente lo que algunos de ustedes harán es pensar: «Wuuu, tengo otro versículo. Dios es amor, Dios es amor, bravo. Oh, Dios es amor, me siento mejor». Está bien, déjeme arreglar eso, ¿sí? Tenga cuidado de tomar uno de los atributos de Dios y convertirlo en Dios. Si Dios solamente es soberano, todo lo que pasa es su voluntad y eso significa que Él es el artífice del pecado. Si Dios solo perdona, significa que todos son perdonados y nadie va al infierno. Todos los atributos de Dios funcionan juntos y por igual, simultáneamente y continuamente juntos.

Cuando la Biblia habla de Dios, dice que Él es amor. El atributo que más aparece en las Escrituras es que Él es santo. La Biblia sí habla de la salvación de Dios pero también habla de la condenación. Jesús habla del infierno y del Cielo más que cualquier persona en la Biblia. Y cuando se trata de la ira de Dios, se menciona con unas 24 palabras en el Antiguo y Nuevo Testamento juntos. Y menciona la ira de Dios como 600 veces.

Y la ira de Dios es para crear en nosotros un sentido de urgencia, que estamos bajo sentencia de muerte, que el tiempo corre, que después de esta vida no hay una segunda oportunidad, que mejor nos ponemos a cuentas con Jesús ahora mismo mientras hay tiempo porque ¡horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo! Un sentido de urgencia.

Algunos de ustedes dirían: «Este concepto de la ira parece muy primitivo». No, es muy eterno. He escuchado a algunos decir: «No creo en la ira de Dios». Le dije: «Amigo, me temo que usted experimentará la ira de Dios». Algunos me han dicho: «Mire, no estoy viviendo en una relación con Jesús». Incluso algunos de ustedes dirían: «No soy ladrón, no soy asesino. Soy buena persona, solo vivo independientemente de Jesús». Permítanme decirles que ese es el peor pecado de todos. Lo demás son solo detalles, pero ese es el tema crucial.

Es como un papá que abandona a su esposa e hijos y dice: «No cruzo la calle sin mirar y soy una buena persona. Pago mis impuestos». Sí, pero vivió toda su vida separado de las personas que lo aman. Ese es el problema, su vida entera está desconectada, y lo mismo pasa con los que le dan la espalda a Dios y viven separados de Él. No son solo los detalles sino la dirección completa, ese es el problema.

Algunos de ustedes dirán: «¿Sabe qué? Parece que está tratando de asustarme». En primer lugar, eso es cierto. Es cierto. Si le dijera que está viviendo en el camino de la ira de Dios y que el Dios que lo ve y lo sabe todo juzgará a vivos y muertos, quiero que se preocupe por eso, y quiero que sepa de qué lo ha salvado. Si no sabe de qué lo ha salvado, no aprecia mucho al Salvador.

Y algunos de ustedes dirán: «Pero yo no estoy experimentando la ira de Dios. Estoy haciendo cosas que la Biblia y el pueblo de Dios dirían que son malas. ¿Dónde está la ira de Dios?». Permítame explicárselo. En Romanos 2:5 Pablo lo dice así: «Usted está acumulando ira para el día del juicio», lo cual significa que no se está saliendo con las suyas, solo lo está amontonando todo. Significa que todo pecado que ha cometido, cada fracaso, está siendo depositado a su cuenta, y después morirá y comparecerá ante Dios, el Señor Jesucristo, y Él lo condenará al tormento eterno y consciente, o sea que estará despierto y nunca terminará. Es lo que dice la Biblia. O Jesús está mintiendo, o usted.

Imagínense si alguien llegara y dijera algo parecido pero en términos financieros. Que llegaran y dijeran: «Has acumulado una enorme deuda, una deuda que no puedes pagar. No me lo pediste, pero por amor voy a pagar tu deuda». ¿Cuántos de ustedes ahora mismo están endeudados? Y si un desconocido llegara y les dijera: «No te conozco, pero te amo, y he decidido pagar tu deuda completa», ¿cuántos de ustedes se emocionarían mucho por eso? Algunos más que otros porque su deuda es más grande.

Y si después le dijeran: «Y en el futuro si llegaras a incurrir en más deudas, la pagaré no importa cuál sea el precio». Probablemente lo abrazaría, ¿no es cierto? ¡Viva! Hemos acumulado una deuda eterna con Dios, una deuda impagable a Dios, y cada día añadimos a esa deuda, y Jesús viene y paga la deuda. Pero los que tiene esa deuda pendiente, ellos mismos la pagarán. Quiero que entiendan eso. La deuda fue pagada por Jesús en el pasado, o usted la pagará en el futuro. Está acumulando ira para el día del juicio. No se está saliendo con las suyas, solo está posponiendo lo peor.

Inmediatamente, algunas personas sienten repulsión por el infierno. Y he conversado con personas incluso hace poco, que dicen: No me gusta el infierno. Permítame decirle que no debería gustarle, por si no lo sabía. Porque digamos que la Biblia fuera un folleto de viajes que escribió Dios. En el infierno: hay llanto y lamento, crujir de dientes, un lago de fuego. Usted piensa: «Yo no quiero ir a ese lugar», y Dios le diría: Precisamente. Dios nos habla de las consecuencias de su ira para que tengamos un sentido de urgencia y sepamos que desesperadamente necesitamos un Salvador, e invitemos a Jesús a rescatar.

Y lo que está diciendo aquí, amigos, es esto— permítanme ilustrarlo con una historia. Hablaba con un reportero hace unos años, de uno de los medios nacionales, un buen reportero, bastante amable. Llegué en el vuelo, estábamos sentados antes de la entrevista y me dijo: «Está bien, quiero conocerlo antes de la entrevista formal. ¿Puedo hacerle unas preguntas mientras esperamos?».

Nos sentamos en el sofá de una pequeña oficina haciendo la visita y me dice: «¿Qué clase de cristiano es usted?». Le dije: «Tengo una esposa, de la vieja guardia, creemos en la Biblia, creemos que somos pecadores. Creemos que Jesús es Dios, que se hizo hombre y vivió sin pecado, murió en la cruz por nuestros pecados, resucitó, y que Él nos juzgará a todos y que iremos al Cielo o al infierno para siempre. De la vieja guardia».

Me miró y dijo: «¿Piensa usted que iré al infierno?». Y pensé, qué dura esta primera conversación con un tipo que me va entrevistar y después va editarlo para el mundo. Y pensé, puede que esto no me ayude. Le dije: «Jesús dice en Juan 5 que Él juzgará a vivos y muertos. O sea, después de morir no tendrá que rendir cuentas a mí. Pero rendirá cuentas a Él, así que hablemos de usted y Él. ¿Ama usted a Jesús?». Me dijo: «No». Le dije: «¿Qué piensa de Jesús?». Me dijo: «Pienso que es un buen hombre». «¿Piensa que es Dios?». «No». «¿Cree que murió y resucitó?». «No». «Usted irá al infierno. Irá al infierno».

Me miró medio asombrado, como un Beagle que oye un silbato. Tenía esa mirada en su rostro que decía: «¿Qué—? ¿Qué dijo?». Le dije: «Sí, usted irá al infierno. Irá al infierno». Me dijo: «¿Está seguro?». Le dije: «Sí, usted irá al infierno». Le dije: «No le va a gustar, es terrible». Se lo expliqué todo y me miró y me dijo: «¿Está tratando de convertirme?». Le dije: «Es exactamente lo que estoy tratando de hacer, sí, correcto. ¿Le gustaría que lo conviertan?». Me dijo: «No, no, espere un momento, solo vine para la entrevista». Le dije: «No, no, no, puede que haya sido predestinado—». Hablando de Efesios 1. «Puede que haya sido predestinado antes de la fundación del mundo, y quizás Dios lo trajo aquí y usted pensó que iba a entrevistarme, pero fue para que yo le hablara de Jesús para que no fuera al infierno». Me dijo: «Puede que sí y puede que no», y se fue. De todas maneras estaba tratando de cerrar con el tipo.

Y algunos de ustedes dirán: «No es muy amoroso hablarles a las personas sobre el infierno». Permítanme decirles: «Es muy amoroso decirles a las personas sobre el infierno, porque para allá van arrastrados río abajo por la corriente, y ni siquiera lo saben a menos que alguien les grite: ¡Hay peligro adelante! Quiero que sean salvos. Quiero que sean salvos de la ira de Dios.

Amigos, somos salvos por Dios, nuestra salvación es de Dios, somos salvos para Dios. Por eso dice Jonás: «La salvación es del SEÑOR». Él lo hace todo. Y lo que está diciendo aquí es que somos salvos de muerte a vida, somos salvos de una identidad de pecadores, a una identidad de santos, somos salvos de una vida mundana a una vida santa, somos salvos de Satanás y los demonios al Espíritu Santo, somos salvos de la vieja naturaleza a la nueva naturaleza, somos salvos de ser hijos de ira a ser hijos de Dios.

¿Salvados por medio de qué?

¿Cómo sucede esto? Son buenas noticias, ¿cierto? Son buenas noticias. Son buenas noticias. Cuando uno sabe que ha sido salvado de estas cosas y para estas cosas, son muy buenas noticias. La siguiente pregunta es: ¿Por medio de qué? ¿Cómo funciona esto? Efesios 2.4–5: «Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos».

La gente muerta no toma decisiones. Sin Jesús, estamos espiritualmente muertos, pero Dios nos da vida en Cristo, Dios pone vida en nosotros, Dios nos lleva de la separación a la reconciliación. Eso es lo que Dios hace, y entonces respondemos con fe, pero la fe es evidencia de nuestra salvación. Como un niño que llora al nacer. El llanto no les da vida, el llanto revela la vida que ya están disfrutando. Los que claman a Dios en fe, dan evidencia que han nacido de nuevo por el Espíritu de Dios.

Si usted es cristiano, Dios le ha dado vida en Cristo, como cuando vino a Lázaro que estaba muerto en la tumba y dijo: «Lázaro, sal fuera», y Lázaro salió. Él usó el nombre de Lázaro. Si solo hubiera dicho: «Sal fuera», todos hubieran resucitado. Así de poderosas son las palabras de Jesús. Pero Jesús ha venido a ustedes y ha dicho o su nombre, y los ha sacado de muerte a vida, porque estábamos muertos en nuestros delitos y pecados.

«Nos dio vida juntamente con Cristo». Ahí está su identidad, con Cristo. Amigos, si alguien les pregunta, ¿qué significa ser cristiano? Estoy con Jesús, y Jesús está conmigo, y estamos juntos. Significa eso. ¿Por medio de qué? La gracia. Es un regalo. ¿A cuántos de ustedes les gustan los regalos? ¿Cuál es el regalo más grande que han recibido? Siempre doy gracias a mi suegra. Gracias por darme a su hija. Es el regalo humano más grande que he recibido. Siempre doy gracias a Grace. Le digo esto— es como un pequeño chiste en la casa. Le dijo: «Gracias por todas las personas», ¿de acuerdo? Mi esposa nos dio 5 hijos, qué regalo.

¿Cuál es el regalo más grande que han recibido? Es este: Dios nos da a Dios. Dios nos da a Dios. Es gracia. No solo somos inmerecedores, no hemos hecho nada para merecerlo. No lo pedimos, solo lo recibimos. Dios nos da su perdón, su amor, su justicia, su verdad, su Espíritu Santo, las Escrituras, la iglesia. Dios nos da a Dios.

«Por gracias habéis sido salvados». Y después Efesios 2:8–9, es uno de los versos más importantes, es un verso para memorizar. Si no lo han memorizado, es un buen verso para memorizar. Resume la esencia del cristianismo y de la salvación. «Porque por» ¿qué? «Gracia habéis sido» ¿qué? «Salvados por medio de la fe», o sea confiar en Jesús. «Y esto no de vosotros». No es que nos salvamos nosotros mismos. No nos salvamos por las obras o añadiendo algo a las obras de Jesús. «Sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe». No es por obras, ¿entienden? No es por obras, sino por gracia. La gracia es la obra de Jesús por nosotros. ¿Salvados por medio de qué? Él dice: «Rico en misericordia, el gran amor con que nos amó, nos dio vida, por gracia, por gracia, don de Dios». ¿Se sienten amados? ¿Se sienten amados? Lo son.

Hablaba con un señor esta semana, un cristiano nuevo. Fue una llamada de negocios, no era sobre nada en particular. Lo estaba llamando para algo, trabaja en servicio al cliente, y le dice: «¿Y usted a qué se dedica?». Y pensé: «Ay, otra vez. Soy pastor». Y me dice: «¿Dónde?». Le dije: «En la iglesia Mars Hill». Me dijo: «No la conozco». Le dije: «Está bien, eso me podría dar la ventaja». «Está bien», dijo: «Conque usted es pastor». Le dije: «Sí». Me dijo: «¿Qué clase de pastor?». Le dije: «Cristiano. Amo a Jesús, creo en la Biblia».

Me dijo: «¿Puedo hacerle unas preguntas?». Su primera pregunta fue: «¿Dios me ama?». Le dije: «¿Usted es cristiano?». Me dijo: «Recién me volví cristiano». Le dije: «Dios sí le ama». Me dijo: «¿Cómo puedo saberlo?». Le dije: «Jesús murió y resucitó. Demostró cuánto le ama. Y en las Escrituras Él le dice cuánto le ama». Le dije: «Tiene que confiar en Él».

Me dijo: «Está bien», y después empezó a hablar de una nueva naturaleza, o algo así. Me dijo: «¿Puedo hablar con Él?». Le dije: «Puede hablar con Él cuando quiera». Me dijo: «¿Hay una forma correcta de hablar con Él?». Le dije: «Dios es un Padre, y debemos hablar con Dios como un niño habla con sus padre». Le dije: «¿Tiene hijos?» Me dijo: «Sí, tengo una hijita». Le dije: «¿Ella puede hablar con usted?». Me dijo: «Oh, sí, en cualquier momento, de cualquier cosa». Le dije: «Dios es así. Él le ama».

Y después me hizo una pregunta chistosa. Me dijo: «¿Puedo orar a Dios en el carro?». Le dije: «¿Por qué?». Me dijo: «No quiero ser irrespetuoso». Le dije: «No, sabe qué, si va en el carro con su hija y ella le dice: “Papá, quiero hablar contigo”, ¿Le diría, “ahora no, estamos en el carro”?». Me dijo: «No, me daría mucho gusto hablar con ella en el carro». Le dije: «Dios es un Padre, y le da mucho gusto hablar con sus hijos en el carro». Me dijo: «¿No es faltarle al respeto?». No. Ven, está saliendo de esa mentalidad de obras que dice: «Tengo que estar en un edificio santo, y necesito hacer las cosas de una manera santa, y quizás debo consultar a un hombre santo». «Espere, espere, espere. Gracia. Jesús verdaderamente le ama, y le escucha, y usted sí puede hablar con Él, y Él sí está ahí para ayudarle», Es por gracia que somos salvos. Es por gracia que somos salvos.

¿Salvados para qué?

¿Salvos para qué? Le última pregunta, Efesios 2:6–10. Dijimos de qué fuimos salvados, quién nos salva, y para qué somos salvos. ¿Para qué? ¿Ahora qué? Lo que no quiero hacer es decir simplemente: «¡Son salvos!». Porque saldrán diciendo: «Soy salvo, pero me quedan muchos años sobre la Tierra. ¿Qué hago con ellos?». Su vida cuenta, su vida importa.

Esto es lo que dice. «Y con Él nos resucitó, y con Él nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús». Jesús resucitó, ascendió al Cielo. Si usted está en Cristo, hay un puesto en el reino de Dios con su nombre inscrito, ya lo tiene reservado, y cuando muera estará ausente de su cuerpo y presente al Señor, y ese puesto está garantizado y se sentará ahí con Jesús y con su pueblo y se regocijará en la Cena de las Bodas del Cordero, un gran banquete donde cantaremos las alabanzas de Jesús. Es lo que nos está diciendo. Para allá vamos.

Él quiere animarnos para que alcemos los ojos, y pensemos: Quién es Jesús, y para dónde voy, y cómo será esto con Él para siempre?». «A fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de su gracia por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús». Y lo dice otra vez: «Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe. y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por», ¿qué? ¿«No por qué», Mars Hill? «Obras, para que nadie se gloríe».

Si hacemos obras, nos jactamos. «Di mi vida al Señor». Sé que muchos dicen eso. Cada vez que escucho eso, no me suena del todo bien, no, no, no, no, no, no, no. Dios me salvó a mí, no es que yo le haya dado mi vida al Señor. No, no, no, no, Dios me dio su vida. Cuidado cómo compartimos nuestro testimonio. O aquello de: «Cuando yo decida volverme cristiano». Él lo predestinó a usted desde antes de la fundación del mundo. Le aseguro que Él decidió antes que usted, se lo aseguro. Así que no se jacten. Los cristianos no somos mejores y no somos más inteligentes. Somos bendecidos.

«Para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya». Él está obrando en nosotros, está obrando con nosotros, obrará por medio de nosotros. «Creados en Cristo Jesús», ahí está nuestra identidad. «En Cristo Jesús», ¿para qué? «Para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas».

¿A cuántos de ustedes acaba de estallarles la mente? Pensaron: «¡No por obras, no por obras, no por obras! ¿Obras?¿Qué?». La clave está en poner las obras en el orden correcto. Las obras de Jesús nos salvan, Él obra en nosotros, somos hechura suya, y después obra por medio de nosotros como acto de adoración. O sea que nuestras obras son el resultado de sus obras, a diferencia de la religión, o la espiritualidad, o la moralidad, las cuales enseñan: «Estas son tus obras y ellas te salvarán». No, Jesús lo salva. Usted es salvo por las obras de Jesús. Él obra en usted, obra con usted, obra por medio de usted para que haga buenas obras como acto de adoración.

Las buenas obras

Para cerrar, permítanme decir 7 cosas sobre las buenas obras: Primero, toda obra que sea por la gracia de Dios y para gloria de Dios es una buena obra. Una madre a las 3 de la madrugada se levanta, los niños están gritando otra vez. Es una buena obra si lo hace para gloria de Dios y por el poder de la gracia de Dios. Toda obra hecha para el Señor es una buena obra. Es buena. Dios tiene cosas que hacer para usted. Su significado, su vida, su valor, y su propósito está impulsado por el poder de la gracia de Dios.

Y lo que quiero enseñarles es esto: No es que seamos salvos por obras, sino que la gracia nos da poder para hacer buenas obras. Las obras y la gracia no se contradicen, por la gracia de Dios nuestros pecados son perdonados, y la gracia de Dios también da poder a nuestras obras. y podemos hacer buenas obras por la gracia de Dios para la gloria de Dios.

Pablo lo dice así en 1 Corintios 15. Suena un poco arrogante. Lo he mencionado varias veces en sermones anteriores, pero creo que vale la pena recalcarlo. Dice básicamente: «Trabajé más duro e hice mucho más que cualquiera». Suena un poco arrogante, hasta que dice: «Por la gracia de Dios que estaba conmigo». Oh. Pablo dice: «Por la gracia de Dios pude hacer las buenas obras que Dios había preparado de antemano para que yo las hiciera». La gracia de Dios nos da poder para hacer buenas obras. Y cualquier obra, toda obra hecha por la gracia de Dios y para gloria de Dios es una buena obra.

Segundo, la mayoría de las buenas obras de Jesús las hizo como carpintero, no como predicador. Como niño, obedecía a sus padres, aprendió a leer y a escribir, y a hacer sus tareas domésticas, esas fueron las buenas obras preparadas de antemano para que Él las hiciera, incluyendo ira al pozo a sacar agua para la familia. Esas fueron buenas obras preparadas de antemano. Después trabajó como carpintero con su padre, esas obras fueron buenas. Y después empezó a predicar, y esas obras fueron buenas. Pero todas son buenas obras, y algunas personas piensan incorrectamente que Jesús no empezó su ministerio hasta que empezó a predicar. Su vida entera fue un acto de adoración para gloria de Dios, y para gloria del Padre.

Así que permítanme decirles: Dios no los está llamando a todos a ser diáconos, Dios nos los está llamando a todos a ser ancianos, pero Dios nos llama a todos a hacer buenas obras. Para algunos de ustedes eso significa ser contador, o maestro, o madre, o padre, o jardinero, o banquero, o corredor de inversiones, o agente inmobiliario. Y no es que haya un llamado alto y un llamado bajo; las buenas obras son todas las cosas que Jesús ha dispuesto para que las hagamos, y cualquiera que sean esas obras para usted, esas son las cosas que debería estar haciendo por la gracia de Dios.

Eso le da licencia para negarse a hacer otras cosas, diciendo: «Esas es una buena obra, pero no es mi buena obra. Otro ciertamente debe hacerla, porque Jesús me ha llamado a hacer esta otra obra». Quiero librar a algunos de ustedes de la presión que sienten al pensar que hay un equipo superior y un equipo júnior en el reino de Dios. Quiero librarlos de eso. Por el hecho de trabajar en un ministerio remunerado no significa que estoy haciendo buenas obras y que el mesero o la maestra no esté haciendo obras igualmente buenas. ¿Entienden eso? Quiero librar a algunos de ustedes para que sean líderes, pero quiero librarlos también, si no es el llamado de Dios en su vida, a no ser líderes, para que hagan lo que Dios les ha asignado, sea lo que sea.

Tercero, el cristiano no distingue entre obras sagradas y obras seculares. He oído a las personas decir: «Oh, tengo un trabajo secular». No, si usted ama a Jesús, haga lo que haga, lo está adorando con ese trabajo. Por eso dice Pablo: «Ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis», ¿qué? «Cualquier otra cosa». 1 Corintios 10.31: «O que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios». Entonces esa es una buena obra.

¿Saben qué necesitamos? Claro que necesitamos diáconos. Pero también necesitamos contadores en este mundo. Claro que necesitamos ancianos. ¿Per saben qué más necesitamos? Corredores inmobiliarios honestos. Lo necesitamos todo, y lo necesitamos a usted, y usted es valioso, e importante, y tiene propósito, se lo digo muy en serio. Verdaderamente quiero que sepan que lo que hacen es sagrado, no porque estén haciendo algo sagrado, sino porque Jesús está con ustedes, y como Jesús está con ustedes, es un acto de adoración, por lo cual, cosas como engrapar, archivar, llevar a los niños al entrenamiento de fútbol, son cosas sagradas.

Cuarto, algunos de ustedes necesitan descubrir las buenas obras que Dios les ha puesto por delante. Necesitan aprender a decir no, a orar, a pensar, a considerar, a buscar consejo. «Bien, Dios, ¿qué cosas quieres que yo haga y cómo puedo prepararme para hacerlas?». Quizás la buena obra sea: «Quiero casarme». Bien, ¿cómo va a prepararse para eso? «Quiero tener hijos». Bien, ¿cómo va a prepararse para eso? «Quiero montar una empresa». Bien, ¿cómo lo va a hacer? «Solo quiero ser un buen empleado». Bien, ¿cómo lo va a hacer? «Necesito terminar mi educación». Bien, ¿cómo pretende hacerlo? Deben preguntarse: «Dios, en la siguiente temporada, ¿qué tienes preparado para mí?».

Y permítanme decirles que a veces la gente joven se adelantan demasiado. Se ponen a pensar en lo que harán dentro de 60 años. Amigos, pónganse a pensar en lo que van a hacer en los siguientes 60 minutos. Empiece con esas buenas obras y después Dios podrá guiar sus pasos hacia cualquier buena obra que resulten después de eso.

Pero algunos de ustedes verdaderamente necesitan tomar tiempo esta semana para orar y pensar: «Bueno, ¿cuáles son las buenas obras que Dios tiene para mí». A veces empieza con un deseo en nosotros. Amo a los niños de preparatoria, amo a las mujeres, quiero liderar un grupo comunitario, quiero servir a los pobres». Lo que sea, Dios pone un deseo en su corazón y usted dice: «Quizás sea el comienzo de las obras que Él me llamó a hacer».

Quinto, algunos de ustedes no necesitan nuevas obras—ya tienen demasiado que hacer—solo les queda infundir gracia a las obras que ya hacen. Quizás no necesite un nuevo cónyuge, sino infundir la gracia de Dios a la relación que ya tiene con su cónyuge. Quizás no necesite más niños, necesita infundir gracia a la relación que tiene con sus niños. Quizás no necesite dejar su trabajo para encontrarse a sí mismo, quizás necesite llevar a Jesús a su trabajo y preguntar: «¿Cómo puedo infundir la gracia de Dios en el trabajo que tengo para amar al jefe que me está volviendo loco, y sentarme en ese cubículo que me vuelve loco junto a la persona que me vuelve loco? Alabado sea Dios, el reino de Dios viene esto también pasará. ¿Cómo puedo amar y servir en este lugar, ahora, sin una mala actitud, sino amando a Dios y a las personas?». A veces la gente piensa: «Sí, qué duro es. No debe ser la voluntad de Dios». Adoramos a un hombre que fue asesinado. Sí, podría ser muy duro. ¿Pero cómo le infundimos la gracia de Dios?

Sexto, no somos salvos por nuestras obras, somos salvos para nuestras obras. ¿Entienden eso? La religión dice que somos salvos por nuestras obras, Jesús enseña y demuestra que no somos salvos por nuestras obras, somos salvos para nuestras obras. No son la raíz de nuestra fe, son el fruto de nuestra fe. No son lo que nos pone en una relación con Dios, es lo que procede de aquellos que están en una relación con Dios. Repito, amigos, las buenas obras son amar al prójimo, son las cosas sencillas, ser generoso, tomar interés, es cobrarle a alguien las horas exactas que usted trabajó, ser honesto. O sea, todas esas son buenas obras.

Por último, Dios no necesita nuestras buenas obras, pero nuestro vecino sí. Dios no necesita artículos escolares, pero el niño sin papá sí. Dios no necesita comida, pero la madre soltera sí. Dios no necesita que tengamos una compañía honrosa, pero nuestro vecino sí. Dios no necesita que amemos a nuestro vecino, nuestro vecino necesita que amemos a nuestro vecino. Las buenas obras no son cosas que Dios necesita. Dios puede cuidarse solo. Son cosas que necesita nuestro prójimo, y es una forma de amar a nuestro prójimo y mostrarle el amor que Jesús tiene por nosotros.

Y no hacemos eso para que Dios nos ame, sino porque ya nos ama; no es para que tengamos una relación con Él, sino porque ya tenemos una relación con Él; no es para bendecir a Dios, sino porque en Cristo, Él ya ha sido bendecido; y nos libra para amar y servir a las personas por la gracia de Dios.

¿Conoce a Jesús? ¿Ama a Jesús? ¿Le pertenece a Jesús? ¿Está en Cristo? Si no, este es el momento de entregarse a Cristo. De eso se trata la fe; entregarse a sí mismo, y su pecado, y su vida entera y su futuro entero a Cristo. Y si ya conoce a Cristo, ha sido salvado y rescatado, y quiero que sepa de qué fue salvado, y quiero que sepa por medio de qué fue salvado, y quiero que sepa para qué fue salvado.

Dios Padre, gracias por la oportunidad de enseñar la Biblia en Mars Hill. En verdad amo lo que hago. Te doy gracias, Señor Jesús, que esta es una obra que me pusiste por delante y que puedo disfrutarla. Señor Jesús, pido por que los que aún no te conocen para que los pases de muerta a vida por el poder del Espíritu Santo. Pido, Señor Jesús, por los que somos cristianos que recordemos hoy que cuando decimos que somos salvos no es una palabra trillada que usamos, es una verdad que celebramos profundamente. Señor Dios, oro para que al entender que en Cristo somos salvos, que verdaderamente seamos agradecidos por las cosas de las cuales nos salvaste, que de veras amemos al que nos salvó, y que produzcamos buenas obras y fruto de aquella nueva naturaleza que da vida y de nuestra relación con Jesús, en cuyo nombre lo pedimos, amén.

Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.