Yo Soy Victorioso (Efesios 6:10–24)

¿Cuál fue la última vez que se sintió como si le dispararan—emocionalmente, ¿verdad? ¿Les ha pasado últimamente? El médico le dijo que tiene cáncer; un amigo le dijo que no quiere volver juntarse con usted; su cónyuge le dice: «Pienso que todo ha terminado entre nosotros». Le dispararon económicamente: perdió su trabajo, está patas arriba, algo se avería y no le alcanza para arreglarlo. Está en un verdadero problema. Le dispararon espiritualmente: no sabe por qué, pero está desanimado, deprimido. Parece que una nube lo rodea. Sus pensamientos son nublosos y su esperanza se desvanece.

En esos momentos tendemos a buscar a Dios. «Dios, ¿dónde estás? Pensé que eras bueno. Pensé que me amabas. Pensé que me cuidarías. Pensé que suplirías lo que me faltaba. ¿Por qué me hieres? ¿Por qué—por qué peleas conmigo?»

¿Alguna vez se han sentido así? La gente siente muchas cosas cuando les disparan. «Quizás Dios no existe. Quizás Dios no sea bueno. Quizás Dios ama a otras personas, pero a mí no me ama. Quizás Dios no sea tan poderoso».

Hay que conocer a su enemigo

Usted necesita saber, yo necesito saber, nosotros necesitamos saber que no somos nosotros y Dios solamente. Hay una tercera variable que siempre y sin falla debemos tener en cuenta para todo, o sea, Satanás y los demonios.

Vivimos en un día en que mediante la sicología y las explicaciones, mediante la resistencia a lo sobrenatural, la gente ni siquiera cree en Satanás y los demonios. Los convertimos en personajes ficticios, en caricaturas, y los relegamos a las partes mitológicas de nuestra narrativa histórica, a las historias que contamos, y de los cuentos de hadas que disfrutamos, pero no los consideramos reales. No creemos que Satanás sea real, no creemos que los demonios son reales, y por eso, cada vez que nos disparan, tendemos a cuestionar y a culpar a Dios, mientras Satanás se ríe y huye.

Esto es sumamente importante. El mundo no es como debería ser. No todo lo que pasa es voluntad de Dios. Dios también tiene un enemigo. Y es tan importante, que lo último que dice el libro de Efesios es eso.

Vayamos a ese pasaje, a Efesios 6:10–24. Ya llevamos diecisiete semanas en Efesios. Esto es lo último que Dios le dice a Pablo aquí, y se trata de Satanás y los demonios. Claro que el libro habla de su salvación, habla de sus amistades, habla de su matrimonio, habla de su vida laboral, habla de sus hijos, pero si pasa por alto y hace caso omiso a la existencia de Satanás y los demonios y a la guerra que libra con ellos, infectará, afectará y destruirá todo lo que Dios está tratando de hacer en su vida y en nuestra iglesia.

Leámoslo todo. La Biblia dice que la fe viene por el oír, y el oír, por la Palabra de Cristo. Escuchémoslo todo por completo. «Por lo demás»—o sea, aparte de todo lo demás, todo lo que han aprendido—«fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza. Revestíos con toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del diablo. Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas»—o sea, los demonios—«contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la verdad, revestidos con la coraza de la justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz; en todo, tomando el escudo de la fe con el que podréis apagar todos los dardos encendidos del maligno. Tomad también el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el espíritu, y así, velad con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y orad por mí, para que me sea dada palabra al abrir mi boca, a fin de dar a conocer sin temor el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas;»—aquí Pablo está en la cárcel—«que al proclamar lo hable con denuedo, como debo hablar. Pero a fin de que también vosotros sepáis mi situación y lo que hago, todo os lo hará saber Tíquico, amado hermano y fiel ministro en el Señor, a quien he enviado a vosotros precisamente para esto, para que sepáis de nosotros y para que consuele vuestros corazones. Paz sea a los hermanos, y amor con fe de Dios el Padre y del Señor Jesucristo. La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor incorruptible».

Es muy claro. Está la iglesia, está Dios, y hay una guerra contra Dios y contra su pueblo emprendida por Satanás y los demonios. Y quiero que sepan esto, Mars Hill. Al leer este verso, como venimos de diferentes trasfondos culturales hiperindividualistas, al leer este libro tendemos a pensar que se aplica uno por uno a cada uno de nosotros. Y cuando enseñamos esta porción de las Escrituras a niños pequeños en la escuela dominical, todos van y se visten de soldados. La verdad es que todos somos soldados, pero se necesita un ejército para ganar una guerra.

Esta palabra es para toda la iglesia, no solo para individuos en la iglesia, sino para toda la iglesia que trabaja, que hace la guerra, y que obra unida. Esta palabra es para nosotros. Es una palabra para ustedes, pero como parte de nosotros. Jesús nos ama; Satanás nos odia. Jesús tiene planes para nosotros; Satanás tiene planes contra nosotros. Jesús nos bendecirá de todas maneras, pero Satanás de todas maneras tratará de menoscabar esa bendición. ¡Es una guerra!

¿Lo sabían? ¡La mayoría de los cristianos no lo saben! ¡Vivimos en una cultura terapéutica donde reducimos a Dios a un entrenador de una vida abominable, que viene y nos pregunta qué queremos para mostrarnos cómo hacer mejor las cosas, para vivir para nuestra gloria, ser lo que queramos, conseguir lo que queramos, hacer lo que queramos, y por eso es absolutamente demoníaco! ¡Dios no existe para bendecirnos; nosotros existimos para servirle!

¡Es una guerra! ¡Es una guerra! ¿A cuántos de ustedes les parece que esta vida es una maldita guerra? ¿Saben por qué? ¡Porque es una maldita guerra! ¡Entre más nos acercamos a Jesús, más resistencia tendremos! ¡Entre más avanzamos en el reino de Dios, más nos dispararán! ¡No sea como el cobarde que dice: «Oh, esto es muy duro, no debe ser la voluntad de Dios»! Entre más duro sea, más cerca está a la voluntad de Dios.

Y Pablo usa palabras fuertes. ¡Es una palabra militar de parte del Comandante en Jefe a las tropas sobre el terreno sobre lo que va a pasar! Primero, necesitamos conocer al enemigo. Efesios 6:12. ¿Sabían que tienen un enemigo? ¿Sabían que no son amados por todos y por todo? ¿Sabían que son odiados, despreciados, y que enfrenta oposición? ¿Sabemos lo que somos? «Nuestra lucha no es contra sangre y carne»—Efesios 6:12—«sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes».

Nuestro enemigo no es las personas, sino Satanás y sus demonios. La Biblia se refiere a los no cristianos como cautivos. En una guerra el ejército conquistador esclaviza y se lleva cautivos a los ciudadanos conquistados. Ese es el planeta Tierra. El mundo ha sido conquistado por Satanás y los demonios. Fuimos tomados cautivos en la guerra.

Por lo cual nuestra guerra no es contra los cautivos; nuestra guerra es contra sus captores: Satanás y los demonios. Las personas desean ser libradas por completo para volverse hijos de Dios. Por eso dijo Jesús casi al comienzo de su ministerio terrenal que vino a librar a los cautivos. A eso se refiere. Nuestra guerra no es contra los no cristianos. Nuestra guerra no es contra los que no están de acuerdo con la fe bíblica. Nuestra guerra es contra Satanás y los demonios que han tomado cautivas a las personas para que hagan su voluntad.

Necesitamos conocer a nuestro enemigo. Lo primero que debemos saber en cualquier pelea, es quién es nuestro adversario. ¿Alguna vez han estado en una pelea? Me crié en un barrio pobre donde peleaba frecuentemente. Decíamos: «Fulano de tal quiere pelear contigo». Primero, ¿quién es? Eso determina si voy o no voy y cómo me preparo, ¿cierto? ¿Quién es? Necesito saber contra quién estoy peleando.

Satanás fue creado por Dios. Él no es Dios, no es igual a Dios. Necesitan saber esto. No comparte todos los atributos de Dios. Dios puede estar en todas partes, Satanás no. Dios lo sabe todo; Satanás no. Dios conoce nuestra mente y nuestros pensamientos; Satanás no puede. Fue creado; también cayó. Se rebeló contra Dios. Le dio la espalda a Dios. Le declaró la guerra a Dios. También es un ser espiritual muy poderoso, como un ángel que eligió el lado oscuro. Es muy poderoso. También ha estado observando la historia de la humanidad por miles de años y sabe descifrar a las personas. No puede descifrar su mente, pero puede descifrar su vida y su lenguaje corporal. Y no todos estamos lidiando directamente con Satanás porque tiene limitaciones, tiene demonios a su disposición. Son ángeles caídos, ángeles rebeldes que se unieron a él en su guerra contra Dios.

Amigos, son reales y lo que están haciendo en el mundo es real. Necesitan entender esto: lo que más motiva a Satanás es el orgullo. Satanás es el ser más orgulloso en la historia de la creación, mientras que Dios es completamente humilde. Eso lo vemos en el Señor Jesús. Satanás ha hecho un trabajo tan excelente hoy con la autoestima: No es un vicio sino una virtud, la independencia no es un vicio sino una virtud.

Algunos de ustedes ni siquiera creen en Satanás y los demonios, pero les cuento que la obra demoníaca siempre radica en el orgullo. «No tengo que escuchar a nadie; soy suficientemente inteligente. No necesito someterme a nadie; puedo cuidarme solo. No necesito seguir a nadie; soy la única autoridad en mi vida». Y Satanás tratará de tentar y probar su orgullo de cualquier manera. Él cayó por el orgullo; los ángeles que cayeron con él y se volvieron demonios cayeron por el orgullo, y él lo tentará a usted principalmente por medio del orgullo. Necesitan saber que él es real, que es muy poderoso, y que en realidad está obrando. También necesitan saber que debemos cuidarnos de no sobreestimarlo demasiado, ni subestimarlo demasiado.

Algunos de ustedes son de procedencia pentecostal o carismática. A veces ellos sobreestiman demasiado a Satanás y los demonios al punto que no asumen responsabilidad por sus propios pecados. Usan la misma excusa que usó Eva en Génesis 3. «Oh, el diablo me forzó. Sí, qué diablo tan horrible».

Puede que lo haya tentado, pero usted fue el que pecó. Puede que le dé oportunidades, pero usted es responsable por su reacción. Algunos subestiman a Satanás y los demonios porque tratan de explicarlo todo con afecciones hormonales, o afecciones médicas, o afecciones sicológicas, o afecciones biológicas. Tratan de darle una explicación a todo excluyendo lo espiritual.

O algunos de ustedes son mundanos porque no piensan bíblicamente. Piensan: «Eso de Satanás y los demonios es muy primitivo. Eso es de otra época. Hemos evolucionado más allá de eso». Y Satanás le diría: «Bien hecho, qué orgulloso eres. Muchas gracias. Me agrada saber que piensas haber evolucionado más allá de las enseñanzas primitivas de la Biblia y de Jesús». Satanás es real. Tenemos un enemigo real.

Y aquí dice—leámoslo juntos—«Nuestra lucha». ¿Alguna vez practicaron la lucha libre? ¿Cuántos de ustedes tuvieron hermanos? ¿Cuántos hombres aquí tuvieron hermanos? Lucharon con su hermano aunque no querían, ¿verdad? ¿Algunos practicaron lucha libre en el colegio o la universidad? Falso o verdadero, ¿es agotador? ¿Saben por qué en la MMA los round solo duran 5 minutos? Porque no pueden más. Hasta los atletas en el mejor estado físico del mundo no pueden más que eso. En las viejas peleas de orgullo en el Japón, el primer round siempre duraba 10 minutos. Casi nunca había un segundo round. En la mitad del primer round a uno de los tipos estaba así [resopla], y lo iban a noquear.

Así es el lenguaje que usa aquí. Es combate mano a mano. O sea ellos le ponen las manos encima, y usted les pone las manos encima, y todo se lleva a cabo en un espacio reducido, como decimos, ‘en la lucha’. ¿Alguna vez han hecho eso? Es agotador. Es sumamente agotador. No tiene comparación.

El ministerio es así. Servir a Jesús es así. Predicar el evangelio es así. Hacer crecer nuestra iglesia es así. Plantar una nueva iglesia es así. Uno dice: «Hombre, esto es duro. ¡Es agotador! Me parece que se nos va a agotar el dinero, que se nos van a agotar las fuerzas. que se nos van a acabar las oportunidades». Es agotador. Es sumamente agotador. Pienso que algunos de ustedes no dan, no oran, y no sirven porque saben que va haber pelea y prefieren cruzarse de brazos y aclamar, y criticar a los que están en la guerra. Conozcan a su enemigo.

Hay que conocer a su Rey

Segundo, conozcan a su Rey. ¿Por quién están luchando? ¿Saben qué? Si no saben por quién están luchando, probablemente no van a pelear bien. Él lo dice así en Efesios 6.10: «Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza». ¿Quién es el Señor? Nuestro Señor Jesucristo. Mars Hill, necesitan saber esto: la batalla es de Él. Esta es su iglesia, ¿verdad? Este es su Libro. La batalla espiritual, es su guerra. No es de ustedes ni es mía. No somos el Rey y tampoco es nuestro reino. Somos siervos, somos soldados, trabajamos para un Rey grande, glorioso y bueno.

La pregunta es: ¿cómo voy a vivir, cómo van a vivir en la lucha, con las manos de Satanás y de los demonios sobre ustedes, agotándolos, tratando de destruirlos, sus negocios, sus familias, sus relaciones, su ministerio, nuestra iglesia? Permítanme decirles que no pueden hacerlo toda la vida. No podrán lograrlo toda la vida. No podrán motivarse para batallar toda la vida. No hay atajos para evitar una guerra que dure toda la vida. Necesitarán una fuerza más grande que la de ustedes, una fuerza que no es la de ustedes.

Por eso dice: «Fortaleceos». ¿Cómo? «En el Señor y en el poder de su fuerza». Jesús tendrá que darles su fuerza, porque la suya no basta. ¿Entienden eso? No pueden servir al Señor toda la vida sin la fuerza de Jesús. No pueden amar a su cónyuge toda la vida sin la fuerza de Jesús. No podrán criar a sus hijos toda la vida sin la fuerza de Jesús. No podrán ser miembros fieles de la iglesia toda la vida sin la fuerza de Jesús. No podrán ser líderes cristianos fieles toda la vida sin la fuerza de Jesús. Es su guerra y hay que pelear con su fuerza, o sea, con la Persona, la presencia, y el poder del Espíritu Santo. Jesús nos da el Espíritu Santo quien dio poder a la guerra que Jesús libró toda su vida contra la tentación, el agotamiento, la enfermedad, la oposición, y la crítica. Así fue como Jesús perseveró y se fortaleció, por el poder del Espíritu Santo, y nos envía el mismo Espíritu Santo para darnos poder.

Esto no se trata de mí, y no quiero ser melodramático, pero llevo diecisiete años trabajando duro, Mars Hill. La gente llega y me dice: «¿Cuál es el secreto?» Ese es el secreto. Siempre que trato de luchar en mi propio poder, pierdo rápidamente y se me agotan las fuerzas, se los garantizo. Siempre que Él me fortalece por su fuerza y su poder, hago cosas que no podría hacer. Soporto cosas que no podría soportar, y Él recibe la gloria y yo recibo el gozo. Así es la vida cristiana.

Lo único que Dios le pide que haga es lo que usted no puede hacer. Es lo único que le pide. ¿Alguna vez se ha sentido así? Piensa: «Dios, me estás pidiendo que haga algo que no puedo hacer». «Bien, entonces entiendes las órdenes». Uno busca al Señor Jesús, y le dice: «¿Cómo voy a hacer esto?» «Con mi poder». «Oh».

Ven, necesitamos tomar en cuenta todas estas variables. Dios y nosotros no es el único factor. Satanás y los demonios se nos oponen, pero Jesús nos da su poder. Cuando sabemos todo esto, ¡sabemos por qué es difícil! Pero también sabemos por qué vamos a ganar. La vida empieza a cobrar más sentido.

Hay que conocer sus armas

Ustedes pensaron que iban a venir hoy a la iglesia. Pues no, vinieron a una guerra. Por eso es difícil venir a este lugar. Conozcan sus armas, ¿verdad? Si van a ir a la guerra, conozcan a su enemigo, conozcan a su Rey, o para quién están peleando, y conozcan las armas que tienen a su disposición.

Efesios 6:13: «Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo». Y después describe la armadura, esta armadura. A veces los cristianos son demasiado detallan demasiado la armadura, ¿verdad? «¿Qué clase de coraza? ¿Qué clase de yelmo? ¿Era un yelmo grande? ¿Era un yelmo pequeño? ¿Era como el casco de un linebacker? ¿O como el casco de un niño pateador con una sola barra?»

Mejor dicho, no sé, mire. Lo importante es ¡ganar! Tire la lanza, deles con el casco, patéelos con las botas. No importa, ¡pero ganen! La armadura no es lo importante, sino ganar la guerra, pero como mencionaron la armadura y ustedes vinieron, echémosle un vistazo, ¿está bien? Aquí está. Esta es la lista. Estas son las armas de guerra.

La cintura con la verdad

Dice primero que todo: «Ceñir la cintura con la verdad». Y cada uno de estos combate una de las tácticas y trucos del enemigo. Él los atacará de una manera específica, y Dios nos da armas a cada uno individualmente, y colectivamente, para defendernos. ¿Qué es lo opuesto de la verdad? Las mentiras. ¿Hay mentiras en el mundo? ¿Se han topado con alguna en la última década? En Juan 8:44 Jesús dice que Satanás es padre de ¿qué? Mentiras, y que mentir es su lengua nativa, que lo único que ha hecho es mentir. Cuando mentimos, estamos haciendo algo demoníaco. Mentimos cuando no decimos la verdad, o solo decimos parte de la verdad, o no decimos toda la verdad.

Satanás les va a mentir. Satanás nos va a mentir. Satanás siempre miente, y para que algo sea poderoso no tiene que ser verdadero. ¿Han notado eso? Si les dijera ahora mismo— digamos que están completamente saludables y yo les dijera que tienen cáncer. Que les quedan dos semanas de vida. Que van a morir. Falso o verdadero, ¿eso afectaría las siguientes dos semanas de su vida? Decimos: «Eso es falso». No tiene que ser verdad. Necesito que crean que crean que esto es verdad. Si llego y le digo a una señora: «Su marido tiene novia. Le ha sido infiel desde que se casaron», no es verdad, pero ella cree que sí. ¿Afectaría la relación de ellos? Sí.

Satanás sabe que algo no tiene que ser verdad; solo que lo crean, así que él va a mentir. Va a mentirles; enviará falsos maestros; enviará malos consejeros; tratará de llenar su vida de cosas que no son verdad, y si usted las cree… Él es el responsable de la mentira, pero usted es responsable por creerla. Pueden ser mentiras acerca de Dios; pueden ser mentiras sobre usted mismo; pueden ser mentiras sobre personas en la iglesia; pueden ser mentiras sobre líderes en la iglesia; pueden ser mentiras sobre la palabra de Dios. En realidad no importa.

Algunos de ustedes están controlados por las mentiras. Satanás se ha afianzado muy profundamente en sus vidas. Permítanme darles una tarea que les he dado a las personas de Mars Hill en los últimos diecisiete años. Las personas que creen las mentiras y luchan con las mentiras, esas mentiras los llevan a lugares de oscuridad y esclavitud. Y Jesús dice: Conoceréis la verdad, y la verdad os hará ¿qué? «Os hará libres». Por tanto, la verdad nos saca de nuestro cautiverio.

Por eso siempre les digo a las personas: Tomen un cuaderno y tracen una raya en la mitad de cada página. Al lado izquierdo escriban solo mentiras en una categoría; y al otro lado, la verdad. Cuando escuchen una mentira, cuando crean una mentira, incluso al reflexionar sobre su vida y al entender las mentiras que creyeron sobre Dios, o sobre ustedes mismos, o sobre otros, anoten esas mentiras. Y después vayan a la palabra de Dios y encuentren la verdad, cuál es la verdad. Entonces sus vidas acumularán las mentiras de Satanás, y la verdad de Dios.

Ahora, tendrán que decidir: ¿Viviré a la luz de una mentira o viviré en la luz de la verdad? He visto que esto libra a las personas por completo, y cambias sus vidas. «Pensé que Dios no me amaba, y pensé que lo que hice era imperdonable, y pensé que no debía ir a la iglesia porque al conocerme las personas se avergonzarían de mí». Mentira, mentira, mentira. ¿Cuál es la verdad? Vivan en la luz de eso, porque la verdad los hará libres. También quiero que usemos esto al aconsejarnos y reconfortarnos unos a otros.

Si usted les dice a unos aquí: «No, eso no es verdad», a los que les han mentido a veces dicen cosas como: «Siento que…», pues bien, ahí está su problema. Ese es su problema. Necesita pensar. Necesita pensar, «¿Esto es falso o verdadero? ¿Esto es bueno o malo? ¿Esto es de Dios o de Satanás? ¿Esto conduce a la esclavitud o conduce a la libertad? Y anime a los que luchan con las mentiras, los que creen en las mentiras. Necesita recordar cuáles son las verdades, necesita recontarlas, necesita anotarlas. Y con el tiempo empezarán a perder su poder, porque al escucharlas dirá: «No, en realidad eso no es verdad», y reaccionarán con más rapidez.

La coraza de la justicia

Segundo, «La coraza de la justicia». Aquí se refiere a una de las tácticas o trucos que Satanás usa para tentarnos. ¿Alguna vez han sido tentados? ¿Jesús fue tentado? Sí. En Lucas 4 y Mateo 4, Satanás viene y tienta a Jesús. Hebreos 4 dice: «Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado».

Por lo cual una de las mentiras que Satanás va a decirles es: «Si te tientan, ya eres culpable, así que hazlo de todas maneras». Una de las mentiras que Satanás va a decirles es: «Si te tientan, ya estás pecando». Hay una diferencia entre la tentación y el pecado. Jesús fue tentado, pero nunca pecó. Usted será tentado, pero no tiene que pecar si se pone la coraza de la justicia. Y lo que está diciendo es: «¿Sabe qué? «Esta tentación me ha dado la oportunidad de: resistir, luchar, y defenderme contra eso», si usamos las palabras de la armadura. «Esto no tiene que penetrar y hacerme daño. O puedo quitarme la justicia de Cristo que me fue imputada. Puedo acoger a Satanás, a los demonios, y a las tentaciones en mi vida».

Algunos de ustedes excusan su pecado. No necesitan excusar su pecado, sino luchar contra él. No tienen que ceder a la tentación. En cambio, por la gracia de Dios, por el poder del Espíritu Santo, pueden elegir andar en justicia. Y esto es muy importante. Jesús murió por sus pecados. Le dio su justicia. En Cristo usted es justo. Esa es su identidad.

Y cuando sea tentado, no tiene que ceder a la tentación. Puede vivir por la justicia que Cristo le ha dado y puede vivir en santidad. Y si fracasa alguna vez, puede arrepentirse y volver a revestirse con la justicia de Cristo, y cubrirse con la armadura de su victoria, y caminar en victoria.

Una de las mentiras que algunos de ustedes han creído es: «No puedo cambiar. Nunca cambiaré. Yo soy así. Necesito aceptarme como soy». Dios le ama tanto, que viene a sacarlo de su pecado, pero también lo ama tanto que exige que se aparte de su pecado, y esa es la coraza de la justicia.

Y también les diría esto: a veces cuando pensamos en Satanás y los demonios, pensamos: «Oh, ¿y había sillas volando por el cuarto? ¿Un niño salió de una mujer hablando? ¿O sea, sucedieron cosas raras?». ¿Saben qué es eso? A veces es algo muy sencillo: la tentación. La próxima vez que sea tentado, recuerde: «Esta es una batalla demoníaca en la que me encuentro ahora. Satanás está tratando de destruirme. Soy un soldado en la guerra y mi enemigo ha venido, y está tratando de matarme para que yo no luche por mi Rey Jesús».

Botas del evangelio

Tercero, dice que tengamos los pies siempre listos y calzados. Usaré las botas como ejemplo, porque me gustan las botas y siempre las uso. Mi abuelo Jorge era mecánico diesel, mi papá trabajaba en la construcción. Por eso me pongo botas. Los soldados se ponen ¿qué? No se ponen chanclas. Nunca he visto a un soldado con chanclas. Si fuera así, sería genial que estuviera del otro bando, ¿verdad? «Oh, aquí viene la brigada chanclera. Ah, muy bien, acabaremos con ellos antes de la hora del almuerzo. No tardaremos mucho». Nadie se aterroriza con la brigada chanclera.

Para una batalla hay que ponerse la botas. ¿Cuántos han prestado servicio militar? Bien, alcen la mano. ¿Cuántos han estado en las Fuerzas Armadas? Falso o verdadero: para ganar la batalla hay que dormir con las botas puestas. ¿Duermen con las botas puestas? ¿Sí? ¿Por qué? Porque el enemigo no trabaja de 9 a 5 de lunes a viernes. Usted dirá: «Oiga, son las 3 de la mañana. No puede dispararme ahora. Somos un ejército de la unión».

¿Verdad? Duermen con las botas puestas porque nunca saben cuándo atacará el enemigo. Falso o verdadero: cristiano, usted nunca sabe cuándo viene el ataque del enemigo. Por eso siempre debe estar listo. Las personas que se cambian al ministerio tienen problemas con esto. Dicen: «Oh, en qué horario voy a trabajar?» Usted trabaja hasta que Jesús venga o hasta que usted se muera. O sea, tiene dos alternativas. «¿Y cuándo me dan tiempo libre?». Pues, deje le cuento. En teoría, le darán tiempo libre, pero no sabemos. De pronto a un ser querido lo atropella un carro. De pronto le da cáncer a un ser querido. Nunca he visto a la gente declarar la guerra, llamar a la policía, y demandar el divorcio de lunes a viernes de 9 a 5. Nunca he visto eso. Y si llaman a la oficina, dicen: «Lo siento, es sábado. Lo siento son las 5:15. Entiende, somos como el DMV, estamos cerrados. Haga cola, adiós». Esto es un ministerio. Satanás siempre está atacando a las personas, y significa que los que toman parte en la batalla, sobre todo el liderazgo, deben dormir con las botas puestas porque uno nunca sabe. Uno nunca sabe cuándo pueda ocurrir un tiroteo o cuándo vayan a lanzar una bomba.

Si de veras creemos que vivimos en una guerra, no estaríamos tan desilusionados, no estaríamos tan frustrados. Entenderíamos: «Es que estamos en una guerra, y en las guerras… no hay horario fijo. Es un trabajo. Esto es guerra». ¿No es cierto, líderes de grupos comunitarios? Nuestros líderes voluntarios les dirán que así es. Nunca saben a qué hora un miembro de su grupo va a necesitarlos, o cuándo vaya a estallar algo, o cuándo vayan a lanzar una bomba y tengan que acostarse con las botas puestas, siempre listos por si el Señor Jesús los llama a saltar de la cama para ir a hacer lo que sea necesario.

Y dice que las botas son el evangelio. Son las buenas nuevas de nuestro Rey. Usted duerme con las botas puestas para que Él declare el evangelio cuando haya oportunidad. Es lo que está diciendo.

Quiero que vean al Señor Jesús como un Rey con un reino. Quiero que vean que hubo una guerra en el cielo donde Satanás y los demonios declararon la guerra a Jesús y a los ángeles. Quiero que vean que hubo una gran batalla en los lugares celestiales y que Satanás y los demonios fueron derrotados, pero no han sido completamente destruidos por Jesús; que trajeron su batalla a la tierra; que les hicieron la guerra a nuestros primeros padres, que se han afianzado en la raza humana mediante la naturaleza pecaminosa; que han librado una guerra generación tras generación; que Satanás y los demonios odian a los cristianos, sobre todo, y a las familias cristianas.

Quiero que vean que el Señor Jesús vino a este campo de batalla, dejó su reino y entró al otro reino, al reino de la rebeldía. Quiero que vean que dejó un lugar de paz y vino a un lugar de guerra. Quiero que vean que se humilló; que Dios se revistió de carne humana y que enfrentó todo lo que enfrentamos; que fue tentado por Satanás; que Satanás dio poder a otros para que se le opusieran: que los demonios fueron enviados contra Él en los cuerpos de los que estaban poseídos.

Y quiero que vean que la vida del Señor Jesús en la tierra fue como la de un soldado en guerra. La próxima vez que lean los evangelios, no piensen que Jesús era un terapeuta hippy, de pelo largo, que solo salía a dar sesiones de consejería. Piensen en el Rey Guerrero tratando de conquistar el territorio enemigo de personas religiosas, de la oposición, y de los demonios contra Él. Es una batalla. Está agotado, se duerme, lo interrumpen en su día libre, irrumpen y destrozan su vida, y ese es nuestro Rey. Después va a la cruz y se sustituye por nosotros.

Y nuestro Rey ¡fue traicionado por uno de los suyos! Porque la amenaza más grande que tiene la iglesia siempre ocupa las bancas de la iglesia. No es esa gente allá afuera, somos nosotros, aquí adentro. Jesús tenía 12, y uno de ellos era un traidor, abrió su corazón a Satanás, traicionó a Jesús. Judas era un traidor. No amaba a Cristo; usó a Cristo. No iba a servir a Cristo; quería que Cristo lo sirviera a Él. No iba a morir por Cristo; iba a matar a Cristo.

Y Jesús fue crucificado, y como un gran Soldado murió por su reino entero. Murió para ganar una gran victoria.

Pertenecíamos a Satanás y los demonios. Por causa del pecado, les pertenecíamos a ellos, éramos parte de su reino. Nuestro Rey sin pecado murió en nuestro lugar. Él perdona el pecado, conquistó a Satanás y los demonios, libra a los cautivos, y su aparente derrota, para nosotros fue se tornó en victoria. Después Jesús nos tomó como posesión suya, nos hizo ciudadanos de su reino. A los tres días resucitó, demostrando que derrotó el pecado, que derrotó la muerte, que derrotó a Satanás y los demonios. Ascendió. Y hoy reina como Rey. No en humildad, sino en gloria. Tiene un reino sempiterno, y volverá otra vez a aplastar esta insurrección de una vez por todas.

Necesitamos saber la historia completa para entender el lugar que ocupamos en ella. Esto todavía no es el reino de Dios. Estamos marchando hacia él. Nuestro enemigo ha sido derrotado, pero aún no ha sido destruido ni desarmado por completo. Todavía hay tiroteos y la batalla se propaga aún. Esto es lo que significa estar siempre listos: dormir con las botas puestas, listos para compartir el evangelio con los cautivos para que sean puestos en libertad y conozcan al Señor Jesús, y sean ciudadanos de su reino.

¿Es usted esa persona? Si usted es espiritual, forma parte del reino de Satanás. Si usted es moral, forma parte del reino de Satanás. Si es un pecador impenitente, forma parte del reino de Satanás. Y Jesús vino a librarlo. Con solo decir eso estamos declarando la guerra en nuestra época, ¿no es cierto? No lo consideran amoroso, tolerante, y diverso. Volviendo a mi primer punto—es cierto—la cosa más amorosa que podemos hacer es decir la verdad. Y Satanás quiere que mintamos, y si mentimos, puede que nos amen las personas, pero el diablo sería el que más nos amaría.

El escudo de la fe

Dice: «Tomando el escudo de la fe», esto es, «con el que podréis apagar los dardos encendidos del enemigo». ¿A algunos de ustedes les gustó Narnia, o El Señor de los anillos? ¿Les gusta eso? ¿A los nerds les gustó? ¿Están conmigo? Piensan: «Oh, a mí sí me gustó. Tierra Media, ahora estoy poniendo atención, verdad».

Bien, ¿qué ocurre en esas batallas épicas? Disparan las flechas, ¿y qué tienen las flechas en la punta? Fuego. ¿Y qué pasa si no tienen nada con qué pararlas y extinguirlas? El fuego los rodea, lo cual no es nada ideal, ¿verdad? Y lo que hacían era tomar escudos y muchas veces los empapaban en agua. Y así paraban las flechas y extinguían el fuego.

Para usted, amigo, se refiere a los vanos remordimientos. Satanás lo perseguirá con cosas por las que Jesús ya lo perdonó. De repente aparecen inesperadamente. Uno va caminando y de pronto, como un disparo. ¿De dónde vino eso? Será perseguido. Que las acusaciones, que no lo aman, que no lo van a perdonar, que usted nunca cambiará, que usted es un fraude. Siempre que escuche la palabra ‘usted’, ese es su enemigo. Las personas piensan que se hablan de forma negativa, pero a menudo son acusaciones demoníacas. Apocalipsis 12:10 dice que Satanás es el acusador de los hijos de Dios, el que los acusa día y noche.

¿Cuántos de ustedes han tenido días en que literalmente sienten que les están lloviendo flechas de fuego? Todo lo que ha hecho, todas las maneras en que ha fracasado, todo pecado que ha cometido, todo error que ha cometido, le están lloviendo encima. Ni siquiera puede ver el sol. El cielo está cubierto de flechas de fuego. Es un ataque demoníaco. No es que Dios lo esté condenando, o acusando, o avergonzando, o que se le oponga, es el enemigo que le está disparando. Eso es lo que está pasando.

¿Entonces qué tiene que hacer? Dice que debemos tomar el escudo de la fe. «No, yo confío en la Biblia. Confío en Jesús. Confío en el evangelio. Confío en la verdad. Confío en ella». Y tenemos que tomarla en la mano y sostenerla sobre nuestras cabezas.

El yelmo de la salvación

«Y el yelmo de la salvación»—todo buen soldado se pone un casco, ¿verdad? Protege la mente, los pensamientos, las decisiones que tomamos. Necesitamos pensar correctamente.

¿Quién de ustedes ha sufrido una lesión en la cabeza? ¿Los que han jugado fútbol americano, perdieron el conocimiento alguna vez? Yo sí. Estaba jugando fútbol americano en preparatoria, como mariscal de campo, me desplacé hacia atrás. Me golpearon por delante y por detrás. Con el casco por delante, y con el casco por detrás. Me paré y fui y me senté en el banquillo. Pensé: «Estoy lo más de bien. Esto está bien». Viene el entrenador y me pregunta: «¿Estás bien?». «Sí, estoy bien». Y me dijo: «¿Entonces por qué te sentaste en el banquillo equivocado?». Oh. Me había sentado en el banquillo del otro equipo. Es asombroso lo que un golpecito a la cabeza puede hacer. «Oh, supongo que no estoy bien, no tanto como pensaba».

Amigos, les van a dar bien duro. Los van a golpear, los van a atacar. Está hablando del yelmo de la salvación. Las falsas enseñanzas vendrán. Los falsos maestros están en todas partes. Hoy a los medios les encanta los ex evangélicos que empiezan a negar porciones de la Biblia, sonríen y dicen la palabra: amor, ¿saben? Uno dice: «¿Cómo es posible que se hayan ganado un contrato tan grande para escribir un libro? ¿Por qué pudieron hacer gira?». Porque a Satanás le complace bendecirlos. Siempre le complace bendecir a los falsos maestros. A los falsos maestros les toca mucho más fácil.

Los rodearán las falsas enseñanzas y toda clase de mentiras y verdades a medias, y tentaciones, y confusión. Necesitan pensar correctamente. El yelmo de la salvación. O sea, pensar así: «Jesús es mi Rey. Satanás es mi enemigo. Soy un soldado en una guerra. ¿Qué quiere el Rey que yo haga?». No, «¿Qué quiero hacer?». No, «¿Qué se me antoja hacer?» [pero] «¿Qué quiere el Rey que yo haga?» Que piense correctamente, que proteja mis pensamientos, que la rodee con este concepto, con esta verdad, con esta protección espiritual de salvación. Pertenezco al Señor. Soy soldado en una guerra. Necesito callarme y tomar órdenes.

Algunos de ustedes dicen: «No me gusta escuchar eso». Volviendo otra vez al tema del orgullo. Cada rey tiene derecho a mirar a un soldado y decirle: «Necesito que vayas allá y necesito que hagas esto». Y cualquier soldado que diga: «Pues, yo pienso que no», necesita pensar cabalmente.

La espada del Espíritu, la palabra de Dios

«La espada del Espíritu que es la palabra de Dios» Esto es un arma. Génesis 3, la primera batalla espiritual de la historia del mundo, en la tierra, Dios dijo: «No hagas esto, pero puedes hacer aquello». Llega Satanás y lo primero que pregunta tiene que ver con lo que Dios dijo. ¿Conque Dios os ha dicho? Por tanto, la primera batalla se libra sobre la palabra de Dios.

Porque mientras Adán y Eva tengan la verdad de la palabra de Dios en sus manos, poseen un arma para pelear contra Satanás, los demonios, y las mentiras. Pero Satanás viene y trata de quitarnos la espada de la mano. ¿Saben qué significa eso? Es un acto de rendición.

Cristiano, permítame decirle algo. Si deja de leer la Biblia, se rinde. Si deja de estudiar la Biblia, se rinde. Si deja de memorizar la Biblia, se rinde. Si deja de someterse a la verdad de la Biblia, se rinde. Si deja de asistir a la iglesia y de someterse a la predicación de la Biblia, se rinde. Se rinde.

Algunos de ustedes no han visto eso todavía, ¿o sí? Cuando la vida es dura y usted deja de leer la Biblia y de asistir a la iglesia, y de repente desaparecen algunas complicaciones, es por haberse unido al equipo enemigo, y ahora es un combatiente enemigo. Él no va a atacarlo, porque sabe que no es una amenaza para él, porque usted ha cedido sus armas.

¿Saben lo que eso significa, Mars Hill? Que cada vez que usted toma la Biblia y dice: «Necesito leerla hoy, necesito estudiarla hoy. Voy a ir al grupo comunitario esta noche. Voy a ir a Mars Hill y Mark me va a gritar otra vez. Voy a descargar el podcast y escucharlo rumbo al trabajo para escuchar la palabra de Dios». ¿Saben lo que eso significa? Es un acto de guerra. Es un acto de guerra. Si alguien llegara y sacara una pistola de su vaina— cada vez que un cristiano toma la palabra de Dios, eso es exactamente lo que estamos haciendo. Estamos declarando la guerra a Satanás y los demonios, y al reino de las tinieblas y de las mentiras.

Ténganlo por seguro, Mars Hill, esta es la palabra de Dios. Esta es un arma ofensiva para el avance del reino de Dios, por medio de la Iglesia de Jesucristo. Y vivimos en un día en que las personas dicen: «No necesitamos eso, tenemos la sicología, la terapia, la política; no necesitamos hablar de lo que Dios dice; solo amemos a las personas. No necesitamos las buenas nuevas; solo hagamos buenas obras. Volvámonos una organización para el servicio social porque nunca le dispararían al banco de alimentos».

La mayoría de las cosas que estoy diciendo no deberían decirse, pero tienen que decirse. «Dejemos de usar el nombre de Jesús. Digamos que es Dios solamente». Dejemos de usar la palabra arrepentimiento, y dejemos de llamar a las personas a apartarse del pecado a venir al Salvador. Hagamos caso omiso del Libro. Usemos el Libro de una manera contraria al uso se le pretendía dar. Hagamos lo que hagamos, esgrimamos bien la Espada. Ni la tomemos en mano, porque tan pronto lo hagamos, los medios se enojarán, los críticos se enojarán, la gente se enojará y discrepará y habrá mucha hostilidad y gran conflicto. Ahora tendré que pagarla bien caro. Ahora mi familia está molesta. Y tan pronto digo la verdad, se resisten a ella».

¡Oiga, bienvenido a la guerra! Escoja un equipo. Escoja un equipo. Usted dirá: «No quiero escoger un equipo». El equipo ya fue escogido. Usted nació en el equipo de Satanás, pero renació en el equipo de Jesús. En realidad solo hay dos reinos, hay solo dos equipos. Y si pertenece al equipo de Jesús, más le vale tener la espada a la mano.

Orando en el Espíritu

«Orando en el Espíritu». Uno de los aspectos más importantes de una batalla es la comunicación. Necesita hablar con el cuartel general, necesita escuchar al cuartel general. Es lo que llamamos oración, y dice que oremos en el Espíritu.

O sea, es diferente a las oraciones de las otras religiones. En las otras religiones no oran por medio del Espíritu. El Espíritu Santo mora en el pueblo de Dios. Quizás oren en las otras religiones, pero no oran por el poder del Espíritu Santo. Puede que hagan oraciones ilusorias por medio de Satanás y los demonios, pero no por el poder del Espíritu Santo, la tercera Persona de la Trinidad. Dice que oremos en el Espíritu por cualquier cosa en todo momento.

¿Cómo está su vida de oración? ¿Sabe qué? Si no sabe que está en una guerra, no sentirá la necesidad de escuchar al Comandante en Jefe y no sentirá la necesidad de hablar con Él. Pensará: «Es tiempo de paz. Estoy de vacaciones. ¿Para qué necesito esas órdenes?».

Amigos, no son vacaciones. Es una guerra. Y si lo sabe, se levanta por la mañana y piensa: «Bien, no voy al trabajo; voy a la guerra. No voy a la iglesia; voy a la guerra. No voy al colegio; voy a la guerra». Y lo primero que hará es llamar al cuartel general: «Bien, qué necesito hacer hoy, déjame decirte lo que voy a enfrentar hoy porque necesito tus directivas».

Y entonces escucha al Espíritu Santo. Le traerá a la mente principalmente la palabra de Dios, la cual Él escribió. «Está bien, ya estoy listo para salir. Ya sé qué hacer. Estoy conectado con el cuartel general, y durante el día voy a estar en comunicación: «Cuartel general, está pasando esto y esto en el campo de batalla. ¿Ahora qué quieres que haga? Tengo un pequeño reporte: necesito que me ayudes un poco, necesito que me respaldes».

Imagínense un ejército que va a la guerra sin un plan de comunicaciones. Imagínense los soldados desplegados en territorio enemigo sin un plan de comunicaciones. La oración es nuestro plan de comunicaciones. Así hablamos con Dios, así nos habla Dios, así le decimos qué está pasando, aunque Él ya lo sabe: y así es como Él nos da las directivas.

¿Cómo está su vida de oración? ¿Ora por nuestra iglesia? ¿Ora por nuestros ancianos? ¿Ora por nuestras otras localidades? ¿Ora por las nuevas oportunidades?

Perseverancia

Y dice: «Con toda perseverancia». Perseverancia—tres veces en esta sección usa las palabras estar firme. O sea, dice: «Estad firmes, estad firmes, estad firmes». Un soldado necesita guardar su puesto, ¿verdad soldados? Plante los pies. Esté firme. No diga: «Oh, siento que necesito cambiar de puesto. Siento que debí hacer tal cosa—». No, no, no. Mantenga esa línea. Su Rey lo ha enviado ahí para mantener esa línea. Es su trabajo, esté firme ahí. En el grupo comunitario de su barrio, esté firme ahí. En cualquier iglesia local donde se encuentre, esté firme ahí. En cualquier ocupación ministerial que tenga, esté firme ahí, plante los pies. Lo que no necesitamos, Mars Hill, son doce mil generales. Necesitamos un General y doce mil soldados fieles.

Mi trabajo es estar firme con Grace y nuestros cinco niños. Necesito estar firme ahí. No es un despliegue temporal; es un labor de por vida. No puedo abandonar mi puesto. Le dispararían a mi familia. Mi trabajo es estar firme en el púlpito, predicar la palabra de Dios, y recibir los disparos que reciben los que toman las decisiones. Mi trabajo es estar firme, plantar los pies. Y aunque me critiquen, y hagan huelga, y protesten, y se vayan, y me odien, y me lleven la contraria, seguiré aquí la semana entrante, y en treinta años me verán aquí. Aquí es donde estoy. Estar firmes.

Mars Hill, les cuento que muchos de ustedes se emocionan mucho cuando los despliegan. En seis meses, en doce meses, dieciocho meses, seis años, doce años, en dieciocho años, siguen en su puesto. Es maravilloso. Eso casi no se ve. Eso solo se logra si uno está fortalecido con la fuerza de Jesús para estar firme donde Jesús lo ha mandado. Me encantan las bodas. Me impresionan los aniversarios de bodas de cinquenta años. Me encantan los despliegues. Me encantan los soldados que cinquenta años más tarde siguen con las botas puestas. ¿Qué está haciendo aquí? Jesús dijo: «Estén firmes aquí». He estado aquí y estaré aquí hasta que muera o hasta que Él venga y me diga: «Bien hecho, buen y fiel soldado».

No se trata de sus dones. Mars Hill no existe como para darle una plataforma donde pueda alardear de sus habilidades. Todo soldado en batalla sabe: «Quizás pueda hacer las cosas un poco diferente. Quizás pueda hacer algo un poco más emocionante. Quizás pueda hacer algo un poco más impresionante». ¿A quién le importa? El Rey le dio un trabajo y es para la victoria de su reino. No es para usted; es para su reino. No se trata de usted; se tata de nuestra iglesia. No se trata de usted; se trata de librar a los cautivos.

Mars Hill, si entendemos esto, cualquier cosa es posible. Si no entendemos esto, nada es posible. Nos volveremos otra generación de cristianos pusilánimes, consumistas, sin integridad, que piensan que están de vacaciones que convierten a la iglesia en un centro turístico que incluye todo, donde uno viene a tomar lo que quiere, y supuestamente a que le sirvan porque está de vacaciones. Amigos, no estamos de vacaciones. Esto es ¿qué? ¡Es guerra! ¡Es guerra!

Las palabras finales de Pablo. Pide que oren por los líderes. «Con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu, y así, velad con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y orad por mí, para que sea dada palabra al abrir mi boca, a fin de dar a conocer sin temor el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas».

Está en la cárcel. Me sorprendería si finalmente no me meten preso a mí. La tendencia de la cultura ahora es que predicar el pecado y el arrepentimiento es incitar al odio. No sé si pasará en cinco años o en cinquenta años. Dudo que por predicar el evangelio finalmente no nos echen en la cárcel si las cosas siguen como van. «Que al proclamar lo hable con denuedo, con denuedo, con denuedo, como debo hablar». Oren por mí para que no me rinda. Para que retroceda, para que no me calme, ¿de acuerdo? Oren por nuestra iglesia.

Orar para gracia y paz

Él tiene dos cosas: gracia y paz. Oren para que Jesús dé gracia a nuestra iglesia. Falso o verdadero: ¿Hemos recibido mucha gracia en nuestra iglesia? Oh, sí, mucha gracia. Ha dado mucha gracia a nuestra iglesia.

Oren para que la gracia de Jesús siga sobre nuestra iglesia, y también, dice que pidan paz. ¿Saben qué es la paz? La paz es la paz en nuestra iglesia. No hay nada peor que un soldado que le dispara a otro soldado. No hay nada peor que un soldado que le dispara a otro soldado. No se encañonen unos a otros. No chismeen unos de otros. No sean ásperos unos con otros. No se desprecien unos a otros. No se ataquen unos a otros. No se critiquen unos a otros. Satanás y los demonios ya se encargan de esas cosas, ¿cierto? El enemigo ya desempeña su papel. No tenemos por qué ayudarle. Así que pidan paz en nuestra iglesia.

Pidan paz entre nuestros líderes, paz entre nuestros departamentos, paz entre nuestras localidades. Esta semana al orar, oren por nuestro futuro y oren por nuestra oportunidad. Esta misión le pertenece a Jesús, no a nosotros. Nosotros no tenemos una misión, pero Jesús sí. Apenas somos parte de ella.

En un momento vamos a recolectar nuestros diezmos y ofrendas. Es un acto de guerra. Quiero que vean eso hoy. ¿Saben qué solía pasar en las guerras? La gente hacía sacrificios para financiar el esfuerzo de guerra. ¿Saben cómo ganamos varias guerras mundiales y vencimos el nazismo? Las personas contribuyeron al esfuerzo de guerra. Hicieron sacrificios para el esfuerzo de guerra. Es diferente a las personas que están de vacaciones en un centro turístico que lo incluye todo. Al recolectar las ofrendas—les pido a nuestros administradores que lo hagan ahora—quiero que vean que en realidad es un esfuerzo de guerra para librar a los cautivos, porque Satanás y los demonios han tomando cautivas a las personas para que se unan a su causa. Y nuestra meta es el avance del evangelio por medio de la Iglesia Mars Hill para librar a los cautivos.

En un momento también participaremos en la comunión, mediante la cual recordamos a nuestro Rey, que nuestro Rey es victorioso, que nuestro Rey es triunfador, y que nuestro Rey es bueno, y nos dice lo que ocurrirá al final. ¿Quién gana al final, Satanás o Jesús? Jesús. Sabemos que nuestro rey gana y sabemos que su reino reina, por eso podemos perseverar y aguantar, ¿por qué? Porque conocemos el fin. A los soldados nunca les dicen lo que va a pasar. Al final de la guerra siempre existe la posibilidad de no vencer, sino de perder. Nuestro gran Rey ha derrotado a Satanás y los demonios en la cruz, y los desarmará y los destruirá en su segunda venida, y estamos viviendo en el tiempo entre los tiempos. Somos parte del grupo de barrida, al final de la guerra. Al tomar comunión, eso es lo que recordamos. Nuestro Rey no estaba indispuesto a venir al mundo a que le dispararan, a sufrir, a sangrar. Nuestro Rey es un buen soldado. Recordamos su cuerpo quebrantado y su sangre derramada.

Respuesta

Y por último, vamos a cantar. ¿Saben lo que hace una nación cuando ganan una gran guerra? Se reúnen en las calles y cantan y celebran porque su rey y su reino han triunfado y son victoriosos, y aunque enfrentaban el cautiverio, fueron puestos en libertad.

Antes de hacer eso, quiero que vean lo que vamos a hacer. Vamos a abordar el libro de Hechos empezando en unas semanas, y quiero que vean lo que va acontecer.

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Jesús dijo: «Recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra». ¿En qué consiste la misión de Jesús aquí? ¿Cuál es su misión aquí? ¿En qué consiste la misión de Jesús aquí? ¿En qué consiste la misión de Jesús aquí? ¿Cuál es la misión de Jesús aquí? ¿Cómo sé cuál es la misión de Jesús?

Oración

Oremos. Dios Padre, te pedimos que estemos firmes en Albuquerque, que estemos firmes en el Condado Orange, que estemos firmes en Portland, que estemos firmes en Olympia, que estemos firmes en Federal Way, que estemos firmes en Rainier Valley, que estemos firmes en Seattle, que estemos firmes en el centro de Seattle. que estemos firmes en la Universidad de Washington, que estemos firmes en Ballard. que estemos firmes en Shoreline, que estemos firmes en Everett, que estemos firmes en Bellevue, que estemos firmes en Sammamish. The estemos firmes juntos, y que estemos firmes en amor, en la verdad, en gozo y en la gracia.

Y pido, Señor Dios, que abras nuevas oportunidades en nuestras ciudades para que estemos firmes ahí también. Pido que los ancianos estén firmes. Pido que los diáconos estén firmes. Pido que los líderes estén firmes. Pido que los líderes de grupos comunitarios estén firmes. Pido que los líderes de grupos de redención estén firmes. Pido que los líderes del equipo de servicio estén firmes. Pido que los siervos estén firmes. Pido que los miembros estén firmes. Pido que los generosos estén firmes. Y pido que estemos firmes en oración, en el nombre de Jesús, amén.

Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad.